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Cuando llegaron al apartamento de Álex aquella noche, se encontraron una nota en la puerta, la señora Satu les avisaba de que se había ido unos días a la casa de unos familiares. Álex movía la cabeza de lado a lado, negando algo.
-Satu me dijo que estaba sola, sin familia.- Le dijo Álex a Mónica.
Tal como iban, con el uniforme de gala de la policía, entraron en el apartamento, agarraron unas linternas, Álex sacó algo de un cajón y se lo metió en el bolsillo. Bajaron, sacaron las armas reglamentarias, fueron mirando ventana por ventana, enfocando con las linternas dentro, cuando llegaron a la puerta trasera, Álex se sacó del bolsillo lo que había cogido del cajón, una funda, de dentro sacó un par de ganzúas, en un momento tenían la puerta abierta, entraron, revisaron todas las estancias, en el armario y los cajones de la habitación de Satu se notaba que faltaba ropa.
-Álex, nos estamos volviendo paranoicos, Satu se ha ido.- Le decía Mónica guardando el arma.
-¡Joder! Todo esto me está volviendo loco.- Reconocía Álex.
-No me extraña, vamos a descansar, ha sido un día duro.- Le dijo Mónica.
Subían las escaleras para llegar al apartamento de Álex cuando le sonó el móvil.
-Hola papá.- Saludó Álex.
-Hola hijo, solo quería avisarte de que nos hemos ido a pasar unos días fuera de la ciudad, Noelia se cuidará de todo en la panadería.
-¿Vosotros también?
-¿Alguien más se ha ido?- Preguntaba curioso su padre.
-Sí, la señora Satu, me ha dejado una nota.
-Bueno, después de las fiestas de navidad todos necesitamos un poco de tranquilidad, te dejo hijo, ya nos veremos cuando volvamos.
-Espera, espera ¿Y la panadería? ¿Quién va a hacer el pan? Por qué no me imagino a Noelia con la masa y el horno.
-Tendré un sustituto, no te preocupes, el negocio sigue en pie. Venga hijo, un beso de parte de tu madre.
Colgó la llamada, Álex miraba fijamente a Mónica.
-¿Qué?- Le preguntó ella.
-Mis padres… que también se van, o se han ido.
-¿Qué pasa? ¿La gente abandona la ciudad? ¿O qué?
-Yo que sé, vamos a descansar.
Se ducharon, se pusieron ropa cómoda para estar por la casa y cenaron. Después Álex se sentó en el sofá, puso la televisión, la estaba mirando cuando salió Mónica de la cocina y se sentó encima de él, le pasó los brazos por detrás del cuello y le besó los labios, se miraron a los ojos. Álex pensó, le acarició la cara a Mónica y apagó la televisión…
-Los padres de Elvira- Comenzó a hablar Álex.- tenían una carpintería y viven cerca de mis padres, cuando éramos pequeños jugábamos en la calle con la misma pandilla de chicos del barrio, íbamos al mismo colegio y a la misma clase, siempre… siempre nos sentábamos juntos…
-¿En esos tiempos ya te gustaba Elvira?- Preguntaba Mónica.
-Desde que éramos unos críos me gustaba Elvira, bueno… exactamente, nos gustábamos, por eso nos sentábamos juntos en la clase, volvíamos juntos del colegio, jugábamos juntos con los amigos, casi todo lo hacíamos juntos, aunque en ese momento éramos tan pequeños que no sabíamos porque lo hacíamos. Llegamos a la adolescencia… ¡Buf! Ahí empezó todo…
Álex miraba el techo pensando, una sonrisilla le salía de la boca pensando en aquellos momentos.
-Empezamos a estudiar y hacer deberes juntos por las tardes- Seguía explicándole Álex a Mónica.- en su casa o en la mía… así, estudiando, un día que estábamos solos en su casa, ocurrió, nuestro primer beso… y el segundo… y todos los que llegaron después, esa tarde ya no abrimos un libro para nada.
-Se despertó la pasión.- Afirmaba Mónica.
-Sí, y de qué manera… al día siguiente le robé los preservativos a mi padre y…
-No te cortes Álex, y follasteis por primera vez.
-Sí, así fue, follamos por primera vez… Después, después de aquello fue una locura, descubrimos tantas cosas, nuestros cuerpos, nuestros sentimientos, nos unimos más. Cuando acabamos los estudios, Elvira me dijo que quería ser policía, que haría oposiciones, que quería irse de la ciudad, me pidió que lo hiciéramos juntos, que me fuera con ella, que buscaríamos un apartamento cerca de la Academia de Policía y que viviríamos felices.
-Y así lo hicisteis.
-Sí, así lo hicimos, aprobamos las oposiciones…
-Qué estudiasteis juntos, claro.
-Sí- Contestaba riendo Álex.- tanto los exámenes teóricos como los físicos…
-Creo que estudiabais más los físicos.- Se cachondeaba Mónica.
-Sí, esos los estudiábamos mucho- Reía feliz Álex recordándolo.- Fuera bromas, estudiábamos y hacíamos ejercicio juntos.
-¿Qué pasó entonces? Si todo os iba tan bien.
Álex se puso serio, pensó un momento.
-Fue después, pedimos que nos destinasen a la misma comisaría, no lo conseguimos, a ella la destinaron en la central de Madrid y a mí en otra comisaría…
-¿Estabais muy lejos uno del otro?
-No, los dos estábamos en Madrid, solo que en diferentes comisarías.
-¡Coño Álex! Así pudisteis seguir viviendo juntos, no era ningún drama.
-No, al principio no lo fue, lo fue cuando a los pocos meses me dijo que se había enamorado de un compañero. No me lo podía creer, creo que perdí la cabeza, una tarde me dijo que saldría con él, los seguí, que equivocación, los vi follar, eso me destrozó la vida…
Mónica lo abrazó, lo consolaba.
-No lo entiendo, si todo fue como me explicas, no lo entiendo.- Le decía Mónica.
-Yo tampoco, nunca lo he entendido…
-Puede que al estar en la central, pensara que podía llegar muy alto y tú le sobrabas.
-No creo, ella nunca fue ambiciosa, habíamos hablado mil veces de poder vivir juntos tranquilamente, incluso hablamos de tener hijos en un futuro no demasiado lejano.
-No te ha dicho nunca lo que le pasó, porqué cambió de idea, porqué se enamoró de ese otro hombre, que le vio a él que no tuvieras tú, no sé, algo, alguna explicación.
-Cuando volvimos a hablar fue al llegar aquí para hacerse cargo del caso, ya vistes como me trató…
-¿Y cuando fuiste a verla? Algo hablaríais además de follar.
-¡Coño! Lo dices de esa manera, que suena tan… tan feo.
Mónica cerró los ojos, tenía que reconocer que estaba cogiendo unos celos de Elvira que no se esperaba.
-Está bien, perdona ¿Pero hablasteis o no?
-No, no me contestó a nada de lo que le pregunté, me echó de allí.
Seguían abrazados, en silencio, ninguno de los dos sabía muy bien que decir. Álex pensaba que lo mejor era olvidar, pero los sentimientos son los sentimientos, y sabía que no iba a ser fácil. Mónica quiso tener aquella conversación y en ese momento no sabía si había sido buena idea, lo que le había contado Álex era muy fuerte, la chica con la que creció, con la que había descubierto el amor, el sexo y la relación en pareja, lo había dejado de buenas a primeras, no le extrañaba que tuviera el trauma que tenía. Eso, a ella, le había hecho sentir celos de otra mujer, lo que nunca había sentido antes.
-Ha de ser difícil olvidarse de la mujer de tú vida.- Susurró Mónica.
-Creo que para que sea la mujer de tu vida tienes que sentirte correspondido, yo no siento eso…
-Ya, no te sientes correspondido, pero… ¿Qué sientes tú?
Álex la miró fijamente, con una carita que se le notaba claramente que estaba muy perdido, Mónica lo abrazó una vez más, quería consolarlo, que supiera que no estaba solo, pero… por otro lado, sabía que seguía siendo el segundo plato en la vida de Álex, esa relación tan estrecha que tuvo con Elvira no se podía olvidar así como así, al menos él, otro tipo de hombre seguramente la abría olvidado antes y tendría su vida rehecha, pero él, una persona con una imagen de tremenda fortaleza física y mental, en el fondo era tan tierno. Cuando profundizabas un poco en él se le notaba tan falto de cariño, de amor, era como si estuviera pidiendo a gritos que se ocuparan de él, como si quisiera recuperar aquella relación que tuvo con Elvira sabiendo que eso era imposible, que nunca más volvería sentir lo mismo por otra mujer. Esos pensamientos desestabilizaban a Mónica ¿Por qué quiso Álex empezar una relación conmigo? Se había preguntado en varias ocasiones, sabiendo la historia con Elvira, ahora todavía lo entendía menos. Tal vez él pensó que era un buen momento para empezar algo nuevo, y tuvo la mala suerte de que Elvira se le volviera a cruzar en la vida, también era casualidad que la persona que enviaran de Madrid para dirigir el caso fuera precisamente ella, que mala suerte ¡Coño! En todo caso las dudas le invadían la cabeza a Mónica ¿Qué hacía? ¿Se volvía a su apartamento? No creyó que eso fuera buena idea, Álex la necesitaba a su lado, y ella… ella también lo necesitaba a él, para qué negarlo.
-Yo…-Empezó diciendo Álex con dudas.- siento que quiero estar contigo…
-No digas nada más y bésame.- Le pidió Mónica.
Después de lo que había pensado ya no le interesaba demasiado lo que sentía Álex por ella, aquella respuesta ya la sabía, si no quisiera estar con ella no le habría insistido para que volviera a su casa con él. Lo más importante era saber lo que sentía por Elvira, y en esos momentos, seguramente, no era el mejor momento para saberlo, no era el momento para forzar una respuesta sincera que podía hacerles daño a los dos.
Álex se levantó del sofá con ella encima, la dejó en el suelo con la espalda apoyada en una pared, se arrodilló, le bajó el pantalón del pijama, se lo quitó, le bajó las braguitas, se las quitó también. Le besó el coño, le miró a los ojos, ella le sonrió, y él le metió la lengua en medio de la rajita del coño, se lo fue comiendo con tranquilidad, saboreándolo. Mónica le puso una mano encima de la cabeza, le estaba gustando, como siempre que se lo hacía ¡Dios! Pensaba Mónica, con la poca experiencia que tiene con las mujeres que bien lo hace, bueno, supongo que con Elvira practicó mucho y bien por lo visto, esa tía debe follar de maravilla ¡Hostia Mónica! Quieres dejar de pensar en Elvira y disfrutar… es igual, piensa lo que quieras, lo estás disfrutando igualmente, y de qué manera, que bien se lo come, que gustito me está dando ¡Uuuuff! Gemía Mónica cerrando los ojos. Que me folle, que me folle ya, me tiene encendida como una vela, noto como me baja la humedad del coño por la pierna ¡Por Dios! Que me folle de una vez, seguía pensando Mónica.
Álex se puso de pie, se bajó el pantalón del pijama, no llevaba ropa interior, le besó los labios a la vez que le levantaba y abría una pierna, ella levantó la otra cruzando las dos piernas por la espalda de Álex, él se sujetaba la polla apuntándosela en la entrada de la vagina, con la otra mano la agarraba por el culo, para ayudarla a no caerse, la fue penetrando lentamente, hasta meterle toda la polla dentro del coño, Mónica suspiró de gusto abrazándose a la cabeza de Álex ¡Hostia puta! Parece que sabe hasta cuándo me tiene que follar, me la ha metido en el mejor momento, cuando yo más lo necesitaba ¡Coño! Y como se mueve, como me folla, me encanta. Seguía pensando Mónica mientras le agarraba el culo sintiendo los movimientos follándosela. Lo que más me jode es que no sé si está pensando en mí o en Elvira mientras me folla ¡Para ya! Deja de pensar en ella ¡Hostia! Es que no ves el polvazo que te está pegando, como te está empotrando contra esta pared, como siga así la vamos atravesar los dos cayéndonos al jardín, verás que espectáculo, para espectáculo el polvo que te está pegando, te vas a correr, te vas a correr, esto es demasiado gusto, me corro, me corro.
Mónica se corría, Álex no dejaba de embestirla penetrándola, besándole el cuello, lamiéndole el oído, agarrándola con fuerza por el culo.
-¡Qué bien! Qué bien me he corrido…- Susurraba Mónica.
-Ya, sigue disfrutando que yo no paro.- Le contestaba excitado Álex.
-Haz lo que quieras, lo que quieras…
Como se parece follando a Elvira cuando estábamos bien, pensaba Álex ¡Joder! Si es que me recuerda a ella en tantas cosas, será por eso que ha sido con la única mujer que he querido profundizar sentimentalmente desde que me separé de Elvira, no lo sé, no lo sé, lo que sí sé es que me encanta estar con ella, hablar con ella, sentirla a mí lado, sentir su apoyo, sentir… sentir, follar… eso, follar, follaría todo el día con ella, como me pasaba con Elvira, follábamos a cualquier hora y de cualquier manera ¡Hostia! Como disfrutaba con ella, igual que disfruto con Mónica ¡Aggg! Gruñía Álex empotrando a Mónica. Sigue, sigue, le decía Mónica a punto de volver a correrse. Como le gusta a Mónica, pensaba de nuevo Álex, igual que ha Elvira, sus suspiros, sus gemidos, como se mueve, como me agarra, como me aprieta el culo ¡Me corro! Exclamó Álex. ¡Y yo! Le contestó en medio de un gemido Mónica. Los dos se corrían, gemían, gritaban, rugían, se abrazaban.
Al acabar, Álex seguía sujetando a Mónica empotrada contra la pared, se miraron a los ojos, se besaron con cariño, con amor, eso lo notaron los dos, que sentían algo especial uno por el otro lo sabían, la duda que tenían era el papel que tenía en su historia Elvira, y que más tarde o más temprano… acabarían por descubrir, más tarde o más temprano se tendría que solucionar el tema Elvira, y… posiblemente alguno de los dos saldría herido, era lo más probable.
Esa misma noche, Elvira llegaba a su apartamento, alquiló uno después de la visita de Álex al hotel, no quería que Álex supiera donde vivía. Como cada noche, antes de subir en el ascensor, abrió el buzón, sacó varios panfletos de propaganda que tiró a una papelera que había para ese menester, en el fondo del buzón vio una tarjeta, subió las cejas y abrió los ojos, agarró la tarjeta y la miró.
Se vende casita, pequeña pero bien arreglada, todo casi nuevo, perfecta para una pareja joven con uno o dos hijos. Ponía en la tarjeta, se fijó en una esquina, vio una especie de rosa dibujada a mano, se guardó la tarjeta en el bolsillo y apretó el botón del ascensor.
Una moto de cross, circulaba a gran velocidad por las carreteras de la montaña cercana a la ciudad, se desvió por un sendero, unos kilómetros después, con gran habilidad, el motorista dio un salto trepando por una pendiente muy pronunciada, cuando llegó arriba se dejó caer por una trialera importante, era evidente que el motorista dominaba el tema, metía la moto donde le interesaba, saltaba y pasaba por lugares muy difíciles. Finalmente, saliendo por el medio del bosque, llegó a un pequeño claro, en un rincón se veía una pequeña cabaña, se acercó muy despacio. Apagó el motor de la moto, se bajó y se quitó el casco, Elvira miró la puerta de la cabaña, se estaba abriendo, salieron varias personas.
-Hola cariño.- La saludó su madre abrazándola, después lo hizo su padre.
Elvira repartió besos a sus padres, a los padres de Álex y a la señora Satu.
-¿Qué ha pasado?- Preguntó Elvira.
-Vamos dentro que aquí hace frio.- Sugirió su padre.
Se sentaron todos alrededor de una mesa rústica de madera, una chimenea quemando leña le daba calor a la estancia.
-Mira hija, ya sabes que hace años que no estábamos contentos de cómo iban las cosas en la Logia, ya no era lo mismo que antes, últimamente, quiero decir, en los últimos años, estaba desmadrada, ya sabemos que tienen mecenas con mucho dinero…
-¿Dónde quieres llegar papá?- Le preguntaba Elvira a su padre, viendo que se enrollaba y le costaba explicarse.
-Mira Elvira- Hablaba el padre de Álex.- en estos últimos años, los sacrificios no eran solo sacrificios, venía gente de fuera, extraños para nosotros y… antes del sacrificio violaban y maltratan a las sacrificadas.
-Seguro que esa gente paga una buena cantidad de dinero por hacerlo, alguien se está llenando los bolsillos con eso.- Decía Elvira.
-Ya sabes quién es, Elvira, ya conoces como funciona esto.- Añadía su madre.
-Decirme ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estáis aquí? Esto era para una urgencia, como enviarme la tarjeta de venta de la casa y la rosa dibujada a mano.
Se hizo un momento de silencio.
Nos reunimos algunos, los que estábamos hartos de los abusos de la Logia, creamos un plan, no se podía seguir así, Elvira- Le decía el padre de Álex.- queríamos dejar pistas para que se descubriera todo…
-¡Coño claro! Por eso el pañuelo con sangre… y abrir ese agujero en la pared, para que vieran el sótano.
-Claro, la señora Ana, Catwoman, como la conocéis en la policía, fue quien manchó el pañuelo con la sangre de esa pobre chica. Después nos dijo que a unos chicos que conocía, les había pagado para estrellar la mesa contra la pared, lo hicieron varias veces, hasta que pudieron romper la pared, después tiraron el pañuelo con la sangre dentro. En el momento del sacrificio no pudo dejarlo, lo hubieran descubierto al limpiar la sala, por eso se lo tuvo que llevar y hacer algo para volver a dejarlo allí y que lo descubrieran, casualmente fue mi propio hijo…
-¿Cómo está Álex, Elvira?- Le preguntó la madre de Álex.
-Está bien, él no sabe nada, sigue sin sospechar nada ¿Y vosotros como estáis?
-De momento bien, pero esto se pude complicar, han descubierto que fue Ana quien les traicionó y no son tontos, saben que alguien tenía que ayudarla… ya has visto que la han matado, nos mataran a todos, Elvira, por eso te pedimos ayuda.- Explicaba su padre.
-Están descontrolados y cometen errores, matar a un policía ha sido una gran cagada.- Se lamentaba Elvira.
-Ayúdanos Elvira, solo te tenemos a ti.- Le pedía su madre.
-Está bien, ya sabéis que os ayudaré, me tenéis que explicar más cosas.
Elvira se quedó un rato más, le estuvieron explicando algunos detalles que a ella le interesaba. Antes del amanecer, Elvira estaba de vuelta en su apartamento.
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