La Destartalá

Akuaries

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22 Jun 2023
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Álex miraba desde la acera el lugar donde vivía, un pequeño apartamento con entrada independiente por unas escaleras laterales, encima de la casa de la señora Satu, una señora mayor. Cuando decidió independizarse, su madre habló con su amiga Satu, sabía que acababa de arreglar la segunda planta de su casa para alquilarla, la señora era mayor y quería tener un ingreso de dinero para completar el de la jubilación. En cuanto lo vio Álex, aparte de que el precio era bueno, le interesó, un pequeño apartamento con una habitación y todo lo necesario para vivir.



Miraba su apartamento mientras se recogía en una cola la melena que le caía sobre los hombros, años atrás, más de una discusión había tenido con sus padres por llevar el pelo tan largo, por eso y por querer ser policía. Esa decisión que tomó si fue un disgusto para la familia, al menos los primeros días, después no sabe muy bien por qué, le apoyaron y hasta le facilitaron todo lo que pudieron la salida de aquella ciudad. Lo cierto es que después de salir de la academia, y de estar destinado un tiempo en otra ciudad, cuando volvió, no le pusieron ninguna pega para que se fuera a vivir fuera de la casa familiar, hasta su madre le buscó el apartamento y todo. Álex estaba convencido de que fue una buena decisión, con el tiempo la relación con su familia volvía a ser muy buena.



Se miró las zapatillas de deporte, dio varios pasos cortos, como calentando antes de emprender su carrera de cada mañana, fue corriendo por la acera poco más de medio kilómetro, se desvió atravesando la calle para entrar en el bosque, era la suerte de vivir en el extremo de la ciudad, un barrio tranquilo donde solo se veían los vecinos. Se adentró a buen ritmo por un sendero, hasta llegar a la cima de la colina, desde allí se dejó caer por el sendero de bajada, a un ritmo más lento, recuperándose de la subida. Al llegar abajo, rodeó una antigua y bonita casa, se paró en la puerta principal y la miró detenidamente.



La espectacular verja de entrada había perdido su encanto, cerrada con una cadena y un candado viejo, medio descolgado por el paso del tiempo, un letrero avisaba del peligro de entrar en la propiedad. Realmente era buena idea que nadie entrara, aquel bonito y viejo edificio modernista, lo hizo construir, según hablaban en la ciudad, una familia rica que hizo su fortuna en ultramar, decían que de manera poco… legal. La verdad es que no había ninguna prueba de que eso fuera así, lo cierto es que después de estar abandonada muchos años, tantos que se caía a trozos, el ayuntamiento cerró la verja de entrada para que nadie entrara. A un lado, en la pared, se podía leer, grabado en unos azulejos el nombre de la casa, ‘La Ultramar’ ponía, algunos críos debieron llegar hasta allí con un bote de pintura, borraron ‘Ultramar’ y pusieron ‘Destartalá’. Desde luego ese nombre le venía mejor ahora, la pobre casa estaba hecha una pena.



Álex siguió su camino, mejor dicho, su carrera, volvió a entrar en la ciudad y paró delante de la verja de la casa donde vivía, la abrió, saludó con la mano a la señora Satu que lo miraba desde una ventana y subió a su apartamento, le dio unos cuantos guantazos a un saco de boxeo, hizo unas pesas, aquel día tocaba pectoral, y se metió en la ducha. Después desayunó, se vistió y volvió a salir a la calle para meterse en su coche, miró la hora, las nueve menos diez, buena hora, pensó Álex.



Salió del barrio, recorrió el tramo que le separaba de la comisaría, pasó conduciendo por delante de la entrada principal, dio la vuelta al edificio y se paró delante de la barrera, saludó a un compañero que estaba sentado dentro de una garita, el compañero le devolvió el saludo levantando una mano, con pocas ganas la verdad, mientras apretaba el botón para que se levantara la barrera y pudiera entrar Álex con el coche, aparcó en su lugar habitual, entró en el edificio y recorrió un oscuro pasillo, abrió una puerta y apareció en la entrada principal de la comisaria. Saludó al compañero que estaba haciendo guardia en la puerta, uno de los dos últimos policías que había llegado, después saludó al policía que estaba detrás de un mostrador para atender a los ciudadanos, en realidad no era un policía, era una policía, la guapa y espectacular compañera Mónica, que había que ver lo bien que le quedaba el uniforme, ella fue la segunda junto al chaval de la puerta que había entrado.



-Buenos días inspector.- Le saludaba Mónica con una sonrisa.

-Buenos días agente ¿Mucho trabajo?- Contestaba Álex. Mónica soltó una carcajada.



No era de extrañar la carcajada de Mónica, en aquella comisaría nunca pasaba nada. En más de una ocasión se había discutido si aquella ciudad merecía serlo, por el número de habitantes desde luego que no, no se llegaba al mínimo para serlo. Seguramente le dieron el trato de ciudad por ser la capital de la zona, unos cuantos pueblos alrededor y poco más, un lugar bastante inhóspito, mucho calor en verano y mucho frio en invierno.



Álex saludó a algún compañero más y se sentó en su mesa, abrió el ordenador y se conectó con los archivos de la policía. Le gustaba leer antiguos casos y como fueron resueltos, no tenía nada mejor que hacer. A los pocos minutos una voz llamó su atención, lo saludaba el comisario, un hombre a punto de jubilarse sin demasiadas ganas de hacer nada, se sentaba en su despacho y atendía algunas llamadas, eso cuando lo llamaban desde la central, que la verdad sea dicha, eran muy pocas veces.



Allí estaba leyendo unos informes de un caso que ocurrió en Madrid hacía unos años, cuando sonó el teléfono que había encima de su mesa. Lo miró levantando las cejas ¿Qué coño pasará? Pensaba, lo descolgó y apretó el botón que se iluminaba, le llamaban desde la entrada.



-Hola Mónica ¿Algo nuevo?

-Bueno… nuevo… nuevo, no mucho, está aquí la ‘Catwoman’.

-Perdona ¿La Catwoman? ¿Quién coño es?

-Álex, despierta hombre, la señora de los gatos…

-¡No me jodas!

-Pues sí, no es por joder, pero te toca a ti atenderla.



A Mónica se le oía reír mientras colgaba el teléfono. Álex miró el techo, resopló, se puso de pie y caminó, llegó a la zona de la entrada, Mónica con una sonrisilla le indicó con la cabeza donde estaba la señora sentada. Se acercó Álex.



-Buenos días señora.

-Hola, buenos días Álex.

-¿Entramos en un despacho? Así estaremos más tranquilos.

-Sí, sí, por supuesto.-



Le contestaba la señora mientras se levantaba de la silla con una agilidad pasmosa para su edad, entraron en un despacho que tenían preparado para redactar las denuncias con cierta tranquilidad, denuncias que muy pocas veces se producían o eran gilipolleces sin importancia. Álex le ofreció a la señora una silla para sentarse delante de la mesa, el ocupó la otra silla, a su lado, no creyó conveniente colocarse al otro lado de la mesa para escribir en el ordenador, sabía que no habría ninguna denuncia.



-Gracias hijo ¿Cómo está tu madre? Hace mucho que no la veo.

-Tendría que llamarla, hablar un rato con ella y salir las dos a pasear con la señora Satu…

-Ya sé que ellas salen a pasear muchos días, pero es que yo tengo muchas cosas que hacer, no tengo tiempo de pasear.

-Claro, tiene que cuidar de sus gatos.

-Sí, y más cosas que hago, por cierto ¿Sigues soltero Álex?

-Sí, sigo soltero y sin compromiso…

-Pues tendrías que solucionar ese tema ¿No te has fijado en Mónica? Es muy guapa la chica…

-Sí, es muy guapa y un encanto de niña, pero mire, no estoy en condiciones de buscar pareja…

-No seas tonto hombre, además, con esa chica harías muy buena pareja, seguro que a tu madre le encantaría esa mujer para ti.

-Bueno señora… es que estoy muy ocupado ¿Qué es lo que le pasa?- Intentaba Álex cambiar de conversación.

-¿Ocupado? Venga chico, todos sabemos que aquí no pasa nada nunca ¿Ocupado en qué? En conocer a esa chica tan guapa tendrías que ocupar tu tiempo…

-¿Quiere que le ayudemos en algo? O ¿Solo ha pasado a convencerme para salir con Mónica?

-No, no, mira, cada uno que haga lo que quiera con su vida.

-Está bien ¿Qué problema tiene?

-Bueno… es qué… ha desaparecido… Leonardo, sí Leonardo.

-¿Leonardo? ¿Quién es Leonardo?

-¡Ay chico! Que despistado eres ¿Así como vas a conseguir novia? ¡Por favor! Leonardo es uno de mis gatos.

-¡Ah claro! Que despiste, perdone señora Cat…, señora ¿Y qué cree que le ha pasado?

-¡Álex hombre! Si lo supiera no habría venido hasta aquí ¿No crees?

-Pues tiene razón, vale, no se preocupe, avisaré a nuestros compañeros que están de patrulla para que lo busquen ¿Le parece bien?

-Sí, sí, fantástico. Sabes que me gusta mucho hablar contigo Álex, eres muy educado y tienes mucha paciencia conmigo.

-Es mi trabajo señora, estamos para ayudar al ciudadano.

-Muchas gracias hijo, saluda a tu madre de mi parte.

-Así lo haré, no se preocupe.



Salieron los dos del despacho, Mónica sonreía sin mirarlos, Álex la acompañó hasta la puerta, después volvió a entrar.



-¿A puesto alguna denuncia?- Preguntaba riendo Mónica.

-Sabes que no, es lo de siempre, viene a hablar un rato y se va.

-Tienes mucha paciencia con ella Álex, eres un buen tío.- Le decía Mónica mirándolo con cariño.

-Está muy sola, la pobre se aburre y nosotros la distraemos un rato ¡Eh! Bórrame de la lista, la próxima vez que le toque al siguiente.



Mónica le enseñaba una lista, Álex podía ver una cruz al lado de su nombre.



-Al ritmo que lleva la señora te tocará en un mes y medio más o menos.



Reían los dos cuando escucharon una voz desde la puerta.



-Álex.- Los dos se giraron, la señora volvía a estar en la puerta mirándolos.- supongo que vendrás el viernes, a la presentación de las fiestas de invierno como cada año.

-Sí señora, mi madre ya me ha llamado un par de veces para confirmarlo.

-Estupendo, estaba yo pensando… que podrías invitar a Mónica, seguro que ella no sabe lo que es eso.



Álex no sabía qué cara poner.



-No sé si Mónica estará interesada, ya sabe que la mayoría de asistentes es gente mayor.- Intentaba disimular Álex.

-Mónica cariño, pídele a Álex que te invite, es muy divertido, tienes que verlo.



Y sin decir nada más, la abuelita se dio la vuelta saliendo a la calle. Mónica y Álex se quedaron en silencio, bueno, Álex más que Mónica.



-¿Qué es eso de las fiestas de invierno?- Preguntaba interesada Mónica.

-En esta ciudad tenemos dos fiestas locales, las de verano y las de invierno, no sé por qué la gente mayor le da más importancia a las de invierno y los jóvenes a las de verano. Este viernes el ayuntamiento, junto con el patrocinador más importante de las fiestas, la universidad, hace la presentación. A eso se refería Catwoman.

-¿Y en qué consiste la presentación?- Insistía Mónica.

-Bueno… nada especial, invitan a una pequeña cena, te dan la chapa con unos discursos y acaban tirando fuegos artificiales, eso es todo.



Mónica lo miraba fijamente, Álex se giraba para marcharse.



-Álex.- Le llamó Mónica, él se giró sabiendo lo que le diría.- ¿No me vas a invitar?

-¿De verdad te interesa?- Preguntaba Álex sin demasiado entusiasmo.- Solo va gente mayor, bueno la mayoría, es bastante aburrido la verdad…

-Mira, si no quieres invitarme lo entiendo, no hace falta que te justifiques tanto.

-No, no, no me malinterpretes, yo solo te explicaba un poco…



Mónica lo miraba fijamente con una sonrisilla.



-¿Quieres ir, no?- Preguntó Álex sabiendo la respuesta. Mónica con la misma sonrisa movía la cabeza de arriba abajo confirmándolo.

-De acuerdo, ya quedaremos, te pasaré a buscar y vamos juntos.

-De acuerdo, ya me dirás algo.- Se medio cachondeaba Mónica orgullosa de que la invitara.
 
Mónica, cuando salió de la academia de policía fue destinada a aquella ciudad junto a otro compañero, con él se repartían los trabajos más duros de la comisaría, bueno, no eran duros, simplemente los que los otros compañeros no querían hacer, estar de guardia en la puerta de pie en la calle, y el de estar detrás del mostrador esperando que llegara alguien para atender. Ella hacía unos cinco meses que llegó, aparte de Catwoman y cuatro tonterías más, en aquella comisaría no se hacía nada. Vivía en un apartamento alquilado cerca de la universidad, por aquella zona había muchos en alquiler, la mayoría de ellos ocupados por estudiantes. La verdad es que desde que llegó allí su vida social dejaba bastante que desear, alguna salida a la semana con los compañeros a tomar cerveza y el resto de días, del trabajo a casa y de casa al trabajo. De sexo ya ni hablemos, como dice una canción, se mojaba las ganas en el café, bueno, y masturbándose alguna vez también. Cuando conoció a Álex le llamó la atención, no era para menos, Mónica estaba convencida que era al tío que mejor le quedaban los vaqueros puestos, le marcaban un muy buen culo, el tío era alto, guapetón, se le notaba que se cuidaba mucho, que se cuidaba físicamente quiero decir, solo había que verle los pectorales, hombros y brazos, no es que se los viera desnudo, solo con verlo en camiseta en verano ya se lo podía imaginar, y luego estaba esa media melena, que le daba un toque… como lo diría… un toque rebelde. Evidentemente Álex tenía muchos puntos para gustar a una mujer, Mónica no era ciega y lo veía, pero si había algo que le atraía de él… era la poca atención que le prestaba, los demás compañeros siempre tenían un momento para pararse y hablar con ella, hablar y algunos babear la verdad, pero él, siempre tan educado, manteniendo las distancias. Llegó a pensar que tal vez era gay, los mismos compañeros lo negaron, no era un tío de tener muchos rollos, pero los que había tenido eran tías, y que tías por lo que había podido descubrir. Lo que la tenía un poco despistada, era porqué un hombre como aquel no tenía novia o pareja, parecía que tenía todo a favor para estar ocupado y no libre. Lo bueno de aquel día, era que por fin había encontrado una excusa para salir con Álex, gracias a Catwoman que se lo puso a huevo.



El viernes por la noche, Álex miraba como caminaba Mónica por la acera dirigiéndose donde estaba él, no pudo evitar que una ceja se le levantara, la había visto vestida de calle muchas veces, pero siempre llevaba unos vaqueros y ropa deportiva. Aquella noche, se notaba que se había esmerado en vestirse, o no, tal vez era algo natural en ella, lo que era seguro es que la falda larga hasta los pies, los zapatos de tacón fino, la blusa y la chaquetita que llevaba puesta por encima, le quedaban de muerte, o tal vez, era ella la que estaba de muerte y todo lo que se pusiera le quedaba bien. Lo que era evidente es que Mónica era una belleza, Álex pensaba que cualquier compañero se habría dado con un canto en los dientes por estar en la situación que estaba él esa noche, ese pensamiento le hizo sonreír, cuando pudo ver a Mónica más de cerca, una pregunta le vino a la cabeza ¿Por qué Mónica quiso ser policía? Podría haber sido modelo o algo parecido tranquilamente.



-Me gusta verte sonreír.- Le dijo Mónica cuando llegó al lado de Álex.

-Buenas noches.- La saludó Álex a la vez que le daba dos besos.



Fue un saludo educado, normal para Álex. También fue normal para Mónica, solo que al besarle en las mejillas pudo oler la suave fragancia que desprendía Álex, un olor suave, no sabía si perfume o colonia, seguramente colonia por lo suave que era. Es como él, pensó Mónica, suave, agradable, discreta, y se nota su presencia. Entraron en el coche, Álex conducía en dirección al ayuntamiento, donde se celebraba el acto.



-Dime una cosa Mónica ¿Cómo es que has acabado siendo policía?

-¿Por qué no? Tan rara soy.

-No, precisamente rara no lo eres.- Contestaba Álex, Mónica sonreía.

-Influencia de mi abuelo, una gran persona que fue policía local en su pueblo, siempre me explicaba que a él lo que le hubiera hecho ilusión era ser policía nacional, en aquellos tiempos no se pudo ir del pueblo y se conformó con ser un municipal, su hijo, mi padre, no quiso saber nada de ser policía, así que cuando murió, lo sentí tanto que quise hacerle este homenaje, por eso estoy aquí.

-Qué bonito, seguro que esté donde esté estará orgulloso de ti.



Mónica miraba a Álex mientras conducía, pensaba que además de guapo era una persona sensible, ese comentario le había gustado.



-¿Y tú? ¿Por qué quisiste serlo?

-Bueno, ya conoces esta ciudad, aquí no pasa nada interesante, pensé que haciéndome policía podría vivir algunas aventuras…

-¡Ja!- Reía Mónica.- ¿Te haces policía para vivir aventuras y vuelves a esta ciudad?

-Bueno, eso fue por otra cosa, mis padres son panaderos, mi padre se ha pasado la vida haciendo pan y vendiéndolo. Él pensaba que yo acabaría quedándome con el negocio, pero yo, que desde pequeño veía los horarios que hacía mi padre, levantarse de madrugada para hacer el pan y todo eso, la verdad es que no me apetecía mucho…

-Claro, tú querías vivir aventuras.- Seguía riendo Mónica.

-Yo pensaba que a ellos no les gustaría mi decisión, pero escucha, fue todo lo contrario, me animaron a salir del pueblo y buscarme la vida, fuera de policía o de cualquier otra cosa.

-Vale, pero no me has explicado por qué volviste aquí.- Insistía Mónica.



Álex no decía nada, miraba para adelante conduciendo, pensando. Mónica no se atrevió a decir nada, esperó a que él volviera a hablar.



-Supongo, que cuando salí de la academia de policía y tuve mi primer destino, me di cuenta que tampoco era lo que yo me esperaba, seguramente estaba demasiado influenciado por las películas americanas desde pequeño. Al final, la familia es la familia, así que cuando pude pedí destino en esta ciudad, mi ciudad.

-Entonces ¿Estás contento de estar aquí?- Preguntaba Mónica.

-Sí, es lo que te digo, tengo a mi familia cerca, a mis amigos de toda la vida, y como has podido comprobar, aquí se vive muy tranquilo.

-Eso es lo que me extraña, si saliste de aquí buscando aventuras, me extraña que volvieras aquí tan pronto.

-Bueno, es la vida.



Contestó Álex girando la cabeza para mirar a Mónica sonriéndole. Ella le devolvió la sonrisa, eso no quitó que pensara que él algo le ocultaba, aquella pausa pensando, la explicación no estuvo mal, pero algo ocultaba, algo que le debió de afectar y por el motivo que fuera no quería explicarlo. Y no lo pienso por ser policía, lo pienso por intuición femenina, pensaba sonriendo Mónica.



Álex aparcó el coche, caminaban por la acera uno junto al otro, justo antes de entrar al ayuntamiento, él le agarró un brazo a Mónica y lo enlazó con el suyo.



-Si eres mi acompañante lo tienen que saber, si no va a parecer que venimos cada uno por un lado.

-Claro, claro, lo que usted diga.- Se cachondeaba Mónica.



Entraron en un salón del ayuntamiento, de un rápido vistazo, Mónica vio que había más gente de la que se esperaba, y desde luego no eran todas personas mayores. En un lado había un grupito de gente que los miraban atentamente, estas sí que eran personas mayores.



-Ven, que te presentaré a algunas personas.- Le decía Álex mientras caminaban en dirección a aquel grupo.

-Mónica, te presento a mi madre y a mi padre, ella es Satu, amiga de mi madre y mi casera, a ella ya la conoces de la comisaría- Le decía Álex refiriéndose a Catwoman.- también es amiga de mi madre, pero creo que solo se ven en este evento- Los demás reían.- este señor es el alcalde y este otro el rector de la universidad. Señoras y señores ella es Mónica, una compañera de trabajo.



Saludaron a Mónica, ella les dio dos besos a todos, cuando se los dio a Catwoman, la abuelita le guiñó un ojo, a Mónica se le escapó la risa.



-Pues esto está muy bien, no pensaba que fuera así, Álex me lo había pintado de otra manera.- Les decía Mónica.

-Nuestro Álex es así, ya sabemos que no le hace especial ilusión asistir a estos actos ¿Verdad Álex?- Le decía el alcalde apretándole un hombro a Álex.

-Sí, bueno, ya me conocen.- Intentaba excusarse.

-Puede que este año se lo pase mejor, al menos es el primero que viene acompañado.- Añadía el rector.

-Y a nosotros no nos ha dicho nada el caradura.- Le reprochaba su padre.

-Ha sido algo de última hora, papá.

-Chicos, será mejor que os busquéis una mesa con gente de vuestra edad, a ver si al final acabaréis cenando con unos carcamales como nosotros.- Les aconsejaba Satu, así acababa con una conversación que claramente a Álex no le entusiasmaba.



Álex aprovechó para alejarse del grupo del brazo de Mónica, miraron algunas mesas, vieron una en la que había varios chicos y chicas jóvenes, les pidieron permiso y se sentaron en aquella mesa.



-Parece gente agradable.- Le decía Mónica mirando al grupo de los padres de Álex, que en esos momentos se estaban sentando en una de las mesas centrales.

-Bueno, se conocen de hace muchos años, cualquier evento que hace el ayuntamiento o la universidad sirve para verse, se corre la voz de unos a otros.

-Está bien que la gente mayor encuentre sus momentos para relacionarse.- Opinaba Mónica.

-Hola chicos ¿Vosotros sois de aquí? Me refiero si sois de esta ciudad.



Les preguntaba una de las chicas que estaba sentada en la mesa.



-Sí… bueno, al menos yo, ella no es de aquí, pero trabaja aquí.- Contestaba Álex, los chicos reían.

-Perdona la risa, es que no te has explicado muy bien.- Le decía riendo la misma chica.

-Es que somos policías, él sí que es de aquí, yo estoy destinada…

-¿Policías? ¿Y tenéis una placa y pistola?- Preguntaba entusiasmada otra de las chicas.

-La tenemos, pero ahora no, estamos de fiesta como vosotros.- Contestaba Álex.

-Cualquier problema que tengáis, no dejar de venir a vernos a la comisaría.- Les ofrecía Mónica.



Los chicos reían.



-Nosotros vivimos en el campus de la universidad, somos los becados.- Les informaba un chico.

-Bueno, ella vive fuera del campus, parece ser que este año se han pasado becando gente y no cabemos todos en el campus.- Decía otro chico.

-Me llamo Reme, es verdad, soy la única de la mesa que vive fuera del campus.



Se presentaba la chica que les habló primero.



-Él es Álex y yo Mónica, y tampoco vivimos en el campus.



Les dijo Mónica, todos rieron. Sirvieron la cena, los postres, durante el café se dieron algunos discursos, el rector y después el alcalde. Salieron a la plaza del ayuntamiento y vieron los fuegos artificiales, se había dado oficialmente el inicio de las fiestas de invierno durante una semana. Después volvieron a entrar en el salón, una banda tocaba música para bailar, Álex se lo pidió a Mónica, ella aceptó, claro, así que allí se colocaron en un lado de la pista bailando, los padres de Álex los miraban atentamente, les parecía tan raro que su hijo se presentara con una chica, y además, menuda chica, es muy guapa pensaba la madre, es un pibón pensaba el padre.



-Una cosa Álex ¿Cómo es que no has traído nunca a una chica a esta fiesta?- Preguntaba Mónica.

-No sé, supongo que nunca he tenido la oportunidad.

-O no te ha interesado.

-También podría ser.



Reían los dos.



-Otra cosa- Insistía Mónica.- ¿Qué tiene que ver la universidad con todo esto? Los becados, el rector dando un discurso ¿No son fiestas del ayuntamiento?

-Bueno, son cosas de esta ciudad, la universidad es muy importante, sobre todo para el ayuntamiento porque le subvenciona muchas cosas. Por lo visto es una universidad privada, hace muchos años, más de ciento cincuenta, que está aquí, por lo visto tiene unos cuantos mecenas que lo pagan todo, sobre todo un programa de ayudas a gente sin posibilidades. Los becados, como le llaman ellos, son chicos y chicas de familias muy pobres que no podrían costearse ir a la universidad, ellos le pagan todo, estudios, comida y alojamiento, solo tienen que cumplir algunas reglas, como no suspender más de dos asignaturas en un año y vivir solos.

-¿Vivir solos? ¿Qué tiene que ver eso con los estudios?- Se extrañaba Mónica.

-La universidad es de la creencia que si conviven en la misma habitación con otra persona, se distraen y no están al cien por cien por el estudio, así que aunque vivan fuera del campus les pagan un apartamento para ellos solos.

-Qué raro ¿No?

-El que paga manda, supongo.



Le contestaba Álex mientras la movía bailando. Bailaron un buen rato, se tomaron algo y dieron por finalizada la velada, a aquellas horas los padres de Álex ya se habían ido, solo quedaba gente más o menos joven por allí.



Álex acompañó a Mónica hasta la puerta de su casa.



-Me lo he pasado muy bien, gracias por invitarme.- Le agradecía Mónica.

-Yo también, ha sido una noche agradable, creo que hace mucho que no tenía una.

-¿Una noche agradable?- Preguntaba riendo Mónica.

-Sí, eso, no salgo cada semana con alguien con quien estoy a gusto.



Mónica se mordió un labio, pensó que Álex se lo había dejado bastante a huevo.



-¿Quieres subir a mi apartamento y nos tomamos la última?



Álex la miraba a los ojos.



-Creo que por esta noche está bien, buenas noches Mónica y gracias por tu compañía.



Le fue a dar dos besos, Mónica le agarró la cara, le miró a los ojos y le dio un beso en los labios.



-¿Nos veremos por la comisaría?- Le preguntó Mónica.

-Así es.- Contestó Álex.



Él se alejó, ella abrió la puerta de la escalera, subió en el ascensor a su piso, abrió la puerta, entró y apoyó la espalda en la misma puerta ya cerrada. Cerró los ojos, que cerca lo había visto, hubo un momento que pensó que aquella noche iba a pegar un polvazo de campeonato, lástima, tendría que conformase con hacerse una buena paja y a dormir.
 




El lunes se volvieron a ver en la comisaría, Álex la saludó amablemente, como cada día, ella le devolvió el saludo con una sonrisa, Mónica se acordó en ese momento del beso en los labios que ella forzó, si en un beso así, casi un beso robado y fugaz, sentí sus labios melosos, con otro tipo de beso se me caen las bragas, pensaba mientras sonreía.



Álex siguió con su ‘formación’ de casos antiguos, era una mañana tranquila, como todas, hasta que fue al cuarto de baño a mear, un compañero suyo, el subinspector Soria, lo estaba haciendo cuando él ocupó el meadero contiguo.



-¿Qué tal Soria?- Saludó Álex.

-Ya sabes, como siempre.



Contestó su compañero escapándosele una risilla. Álex se dio cuenta.



-¿Pasa algo?- Preguntaba Álex al notar cierto cachondeo en la cara de Soria.

-No, no, que va.- Contestaba riendo abiertamente.



Álex giró la cabeza mirándolo seriamente, el compañero también le miró, allí estaban, mirándose los dos con la chorra en la mano.



-Vale, perdona, es que esta mañana ya ha corrido la voz por la comisaría de lo del viernes.

-¿Qué pasó el viernes?- Preguntaba inocente Álex.

-Venga va, no hace falta que disimules, todo el mundo sabe que el viernes fuiste a la cena del ayuntamiento con Mónica, supongo que después te la follarías, yo había apostado por ti en la porra.

-¡Soria hostia! ¿Qué coño dices? ¿Y qué cojones es eso de la porra?

-A ver, tenemos información de la buena, sabemos que la invitaste a la cena, porque ella sola no podía ir, la tenía que invitar alguno de los… los enchufados en ese grupo selecto qué vais cada año.

-¡Me cago en la puta! El puto novato de la puerta se ha chivado.- Se quejaba Álex. Soria reía.- ¿Y eso de la porra?

-Hace tiempo que los compañeros apostábamos quien se tiraría a Mónica, yo estaba seguro que serías tú, claro, tenía información privilegiada de la agente García…

-¿García? ¿Qué pinta García en esto?

-¡Coño Álex! Parece mentira que seas inspector tío, García es la única agente femenina aparte de Mónica, son amigas, ella me explicó que Mónica le había dicho que le gustas, bueno, que de hecho eras el único que le gustabas de la comisaría.

-¡Putos chismorreos!

-Escucha, que no pasa nada, es normal que te folles a alguien como Mónica, está muy buena.

-Que yo no me he follado a Mónica, a ver si te enteras, salimos, sí, fuimos a la cena, sí, pero ya está, la dejé en su casa y fin.- Se enfadaba Álex.



Los dos salieron del meadero, se lavaban las manos en silencio.



-¿Así? ¿No? ¿Nada de nada?- Preguntaba Soria decepcionado.

-Nada de nada, podéis seguir con la porra ¡Cabrones!

-Escucha Álex, estamos quedando todos para ir a tomar algo un día de estos, para celebrar las fiestas de invierno y la Navidad.

-Mira Soria, no me toques los cojones.



Álex salió del baño y fue directamente a la entrada, buscaba a Mónica, el mostrador estaba vacío, miró al chaval de la puerta.



-Tú, chivato de mierda ¿Dónde está Mónica?

-Haciendo su descanso, señor ¿Pasa algo?

-Pasa, pasa… que tú eres un puto chivato, ya hablaremos.



Álex salió escopeteado, entró en el pasillo que llevaba al parking y abrió una puerta, dentro había un par de mesas, en un lado un mueble con una máquina de café, sentada, comiendo algo, Mónica lo miraba con los ojos muy abiertos, se había sorprendido de la entrada tan efusiva de Álex.



-¿Tienes prisa?- Le preguntaba Mónica con una sonrisa.

-Menos cachondeo ¿Sabes que todo el mundo se ha enterado de que fuimos a cenar?

-Sí, esta mañana me lo ha preguntado García mientras nos cambiábamos y se lo he confirmado.



Le contestaba Mónica, mientras mojaba una magdalena en el café con leche.



-¿Y también te ha explicado que están haciendo una porra para acertar quien te va a follar primero en esta comisaría?

-No, eso no me lo ha dicho.- Respondía Mónica mirándole a los ojos.

-Pues lo están haciendo los cabrones.- Se quejaba Álex, a la vez que se sentaba delante de Mónica.

-Que hagan lo que quieran. Tú podrías haber sido el primero en follarme si hubieras querido.

-Ya lo sé Mónica, no hace falta que me lo recuerdes.



A Álex se le notaba tenso con aquella conversación.



-Este fin de semana me encontré con Reme por mi barrio, vivimos cerca.- Quiso cambiar de conversación Mónica.

-¿Reme? ¿Qué Reme?

-¡Coño Álex! Reme, la chica de la cena, una de los becados, parece mentira que puedas ser inspector con la memoria que tienes.

-¡Ah sí! ¿Es vecina tuya?

-No, vecina no, vive cerca, en el mismo barrio, es lógico, queda muy cerca de la universidad.

-¡Ah!

-Sabes, es muy buena chica, caminamos un rato juntas y me explicó su historia, es huérfana, nunca conoció a sus padres, estuvo en varios orfanatos hasta que le dieron la beca para estudiar aquí, está contenta y parece feliz.

-Supongo que aquí tiene amigos y libertad para hacer lo que quiera.



Se hizo un silencio. Los dos se miraban, Mónica volvió a sonreír.



-¿Ya te han dicho que iremos a tomar algo un día de estos?

-Me lo ha dicho el subinspector Soria, sí.

-Supongo que vendrás.

-¿No tendrás turno de guardia?

-¿Ya me estás evitando?

-No, no, te lo preguntaba porque en los días festivos solo se quedan en la comisaría el personal mínimo, a los novatos os toca siempre.

-Ya lo he hablado con el novato, yo vendré por la mañana y él por la tarde, por la noche solo se quedará la telefonista.

-¡Vaya! Qué bien organizado lo tenéis. Solo te recuerdo que tú eres tan novata como él.

-¡Ah no! El novato es él.



Los dos reían, Álex se levantó.



-No te vayas todavía, siéntate por favor.- Le pidió Mónica. Él volvió a sentarse en la silla.

-¿Quieres tener conversación mientras desayunas? ¿Es eso?

-Sí, claro, dime una cosa, hoy es Nochebuena ¿La pasarás en familia?



Álex la miraba sin decirle nada. Mónica esperaba alguna respuesta.



-Mañana, mañana, día de Navidad comeré con mis padres…

-¡No me jodas! ¿Vas a pasar solo la Nochebuena? No me lo creo.



Álex se encogía de hombros.



-¡Tú eres muy raro, eh!

-¿Por qué? Me gusta estar solo…

-Sí ya entiendo que te pueda gustar estar solo, mirar tus cosas, como haces con esos casos en la comisaría, que los miras con tranquilidad y a tu ritmo ¡Pero hombre! En Nochebuena, una noche tan señalada ¿No tienes amigos o alguien con quien pasarla?

-Mónica, tú no puedes hablar, tampoco conoces a tanta gente.

-¡Hombre! Acabo de llegar como aquel que dice a la ciudad, y aun así, estoy segura que conozco más gente que tú. Mira, esta mañana mismo, la agente García, mientras nos cambiábamos, me ha dicho que si no tengo donde ir, que me invitaba a su casa con su marido y los niños ¿A ti te ha invitado alguien?

-A mí no me invita nadie porque ya me conocen, saben que les diré que no.

-Qué raro eres tío.

-Pues a mí no me parece que sea tan raro.

-Anda que no ¿Pero tú te lo has pasado bien alguna Nochebuena?

-Me lo paso bien en mi casa.

-Solo.

-Claro.

-Me quedo y ceno contigo.

-¿Qué?



La cara que se le puso a Álex, hizo que Mónica se meara de risa.



-No entiendo esa risa.

-Es por tu cara, tendrías que vértela.

-Eeee, mira Mónica, tú seguro que ya tenías planes, no los cambies por mí.

-Esta tarde tendría que conducir más de trescientos kilómetros, cenar con mis padres, dormir en su casa y mañana comer con toda la familia, y por la tarde volver. Prefiero quedarme a cenar contigo, ir a casa de mis padres mañana para almorzar con todos y volver.

-Lo que te digo, no hace falta…

-Yo compraré la cena, cerca de donde vivo hay una tienda de comida para llevar que cocinan de maravilla, ahora llamaré para reservarla, tú te cuidas de las bebidas, vino y cava ¿Vale?

-Mónica por favor…

-Supongo que en tu casa tendrás algo para tomar unas copas después, no sé, whisky o gin tonic, algo ¿O tampoco bebes nada?

-Vale, de acuerdo, ya veo que no me vas a hacer ni puto caso.

-Ni te haré caso ni te podrás librar de mí. Esta Nochebuena la pasarás acompañado.

-¡Joder! Muy bien, te pasaré por el móvil mi dirección, ven cuando quieras.

-Ya la sé, está en tu ficha de la comisaría.



Álex la miraba contrariado, no había tenido ni tiempo de pensarlo, lo cierto es que por primera vez en muchos años, había quedado con una persona para cenar juntos en Nochebuena. Se volvió a levantar de la silla



-¿Ya te vas?

-Sí, voy a seguir con mis cosas.



Álex se acercaba a la puerta de salida.



-Álex- Llamó su atención Mónica, él se giró.- Gracias por invitarme el viernes, estuvo muy bien.

-Ya me lo agradeciste, yo también me lo pasé bien.



Álex salió de la habitación, Mónica seguía comiendo, pensando, mejor nos lo podíamos haber pasado, te hubiera comido de arriba abajo, querido. A ver si esta noche tengo más suerte.



Mónica conducía sobre las ocho y media de la noche, al pararse en un semáforo llamó a Álex.



-Hola.

-Hola Álex, te llamo para avisarte que ya estoy de camino, en diez minutos estaré aquí.

-Bien, te esperaré en la calle.- Álex colgó. Mónica miraba la pantalla del coche comprobando que la llamada ya no estaba activa.



Que seco que es el colega ¡Hostia! Se decía a ella misma en voz alta. Un poco más tarde circulaba por la calle donde vivía Álex, lo vio en la acera, haciéndole una señal con la mano para que lo viera, era una calle de casas con su jardín, algunas no muy grandes y otras con más espacio, realmente parecía un barrio muy tranquilo, una zona que le viene al pelo para vivir a Álex, pensó Mónica.



Aparcó justo delante de Álex, la calle casi estaba vacía de coches. Bajó Mónica, miró a Álex, vestido con un vaquero y un jersey de lana fino, no le quedaba mal, pero para celebrar una Nochebuena, no sé, pensó Mónica. Él se acercó para saludarla, la vio vestida con un abrigo largo cerrado que no le dejaba ver más, ella le agarró la cara dándole un piquito en los labios.



-Espero que no te moleste que te salude con un piquito.

-Mientras no lo hagas en la comisaría o en lugares públicos me vale.

-¡Álex tío! Que lo acabo de hacer en medio de la calle ¡Hombre!



Álex miraba para un lado de la calle, después miraba para el otro, Mónica también lo hacía, no se veía ni un alma.



-¿Esta calle te parece un sitio público?



Mónica reía, Álex tenía razón, parecía una calle después de un apocalipsis zombi o algo así. Abrió el maletero, Álex agarró la bolsa de la comida para aquella noche, ella se agarró a su brazo, igual que caminaban el día de la cena del ayuntamiento por la calle. Entraron en el jardín.



-Son bonitas estas casas, pero… ¿Tú estás seguro que vive alguien en ellas?

-Sí mujer, sí que vive gente, lo que pasa es que la mayoría es gente mayor, muchos de ellos seguro que se han ido a pasar las fiestas navideñas con su familia, por eso se ven muchas casas cerradas.

-Esta casa también está cerrada, podías haber abierto alguna ventana por lo menos.

-No vivo ahí, yo vivo aquí arriba, abajo vive la señora Satu, debe de haber salido a cenar con alguien.



Le decía Álex señalándole el segundo piso, Mónica levantaba la cabeza mirando la vivienda. Subieron por unas escaleras por el lado de la casa principal, Álex abrió la puerta dejándole pasar primero a su invitada. Mónica entró y se le abrió la boca de la sorpresa, suelo de parquet, paredes de madera, una chimenea de piedra con un fuego en un lado, delante una alfombra rodeada de un sofá con su mesita, al lado de la chimenea un mueble aguantaba una televisión, a los lados del mueble dos altavoces de suelo muy grandes llamaban la atención, igual que los diferentes dispositivos de música, amplificadores, tocadiscos de vinilo y otros aparatos que Mónica no sabía para que servirían, en unas estanterías, cientos de discos de vinilo y cd´s, al lado un piano de pared. A continuación, una mesa rústica y sillas, ya preparada con un mantel, los cubiertos, servilletas, platos, copas y una vela en medio, delante la cocina abierta, en la pared izquierda había un ventanal muy grande que dejaban entrar la luz, en la de la derecha, una puerta que daba a un pequeño balcón con vistas al jardín trasero de la casa, al fondo se veía una puerta. Por si fuera poco, todo estaba reluciente, limpio como una patena.



-¿No dices nada?- Preguntaba Álex, viendo que Mónica estaba impresionada.

-Me… me… me has dejado alucinada, es muy bonito este apartamento, y que limpio lo tienes todo, ya me gustaría a mí tenerlo así.

-Bueno, eso no es por mí, viene una señora dos días a la semana y me lo deja ‘niquelao’

-‘Niquelao’

-Sí, muy limpio…

-Ya lo entiendo hombre, te tomaba el pelo.

-Además, vivo solo y no ensucio mucho, solo vengo a cenar y dormir.

-Yo también vivo sola y estoy poco en mi casa, pero te aseguro que así no la tengo.



Reía Mónica.



-Bueno ¿Me das tu abrigo?



Le preguntaba Álex, ella se lo desabrochaba y él la ayudaba a quitárselo, abrió un armario, sacó una percha y lo colgó dentro ¿Cómo no va a tener la casa limpia este hombre? Pensaba Mónica mirando lo ordenado que era Álex. Él se giró, ahora a quien se le abrieron los ojos fue a él, el vestido de Mónica lo sorprendió, un vestido de fiesta, apretado al cuerpo, cortito, con dos piezas de ropa que le tapaban las tetas dejándole a la vista toda la parte central, sin sujetador, evidentemente.



-¿Te pasa algo?- Le preguntaba cachondeándose Mónica viéndole la cara.

-No pensaba que vendrías tan… tan… vestida de fiesta, vamos.

-Es Nochebuena hombre.

-Será Nochebuena, pero ya ves como voy yo.

-Tú no cuentas, no sabes divertirte, bueno, todos esos discos y esos altavoces, parece que te gusta la música.



Álex caminaba con la bolsa de la comida para dejarla en la cocina.



-¿Quieres un vermut?

-Vale.- Contestaba Mónica.



Álex preparó los vermuts y se sentaron delante del fuego.



-Te preguntaba si te gusta la música.

-Eso no es de buena policía.- Reía Álex.

-Ya sé que te gusta ¡Coño! Solo hay que ver los discos que tienes, es para que me cuentes algo.

-Me encanta la música desde pequeño, colecciono música desde entonces, y toco el piano y la guitarra.

-¡No me jodas!

-Sí… y hasta canto.

-No me lo creo.

-Después de cenar te canto algo.



Se hizo un silencio, se miraban a los ojos, a Álex se le notaba algo incomodo.



-¿Qué has hecho esta tarde?- Preguntaba Mónica para acabar con el silencio.

-He hablado con mis padres y luego me ha llamado Soria.

-¿Soria te ha llamado?

-Sí, para felicitarnos la Navidad y esas cosas, él y su mujer Susan, una gran mujer, siempre le digo que con lo capullo que es él no entiendo cómo le aguanta su mujer.
 
Los dos reían.



-Yo también he hablado con mis padres, después he llamado a Reme.

-Parece que estás haciendo amistad con ella.

-Sí, es buena chica… y me da pena la vida que ha tenido la verdad, la ha tratado tan mal y a ella se le ve tan feliz. También me ha llamado García.

-¡Coño García! Así toda la comisaría sabrá que hoy cenamos juntos.

-Pues sí.



Volvían a reír.



Entre los dos colocaron la comida que había traído Mónica en unas bandejas, Álex abrió una botella de vino, se sentaron en la mesa y cenaron con una agradable conversación, después retiraron la cena y se sirvieron los postres, Álex abrió una botella de cava.



-¿El baño?- Preguntó Mónica.



Álex la acompañó, abrió la puerta del fondo.



-A la derecha hay un vestidor, a la izquierda tienes el baño y delante está mi habitación.- Informó Álex a Mónica volviendo a la mesa.



Cuando salió Mónica, Álex servía el cava en las copas. Brindaron, se comieron el postre y se sentaron con lo que quedaba de cava en el sofá, siguieron con su conversación, hubo un momento que Mónica levantó un dedo, pidiendo la palabra.



-Me has dicho que me cantarías algo.

-¿No prefieres seguir hablando?

-¿Ya te estás escaqueando?

-Vale, cantaré algo, pero no te rías ¡Eh!



Álex se levantó, se acercó al piano, Mónica lo miraba con atención, bueno, en realidad le miraba el culo, que buen culo tiene el cabrito, pensaba. Álex se sentó en el piano, levantó la tapa y empezó a tocar, a Mónica le sonó la entonación rápidamente, Álex tocaba ‘Someone You Loved’ de Lewis Capaldi. Cuando empezó a cantar, a Mónica se le abrieron los ojos y la boca, Álex tenía una voz increíble, entonaba de puta madre, parecía el mismísimo Lewis Capaldi cantando. Cuando acabó la canción, Mónica se levantó aplaudiendo, agarró las dos copas de cava y fue al lado de Álex, le entregó su copa y brindaron, las dejaron encima del piano.



-Toca otra por favor.- Le pidió Mónica.



Álex se apartó un poco del asiento para que Mónica se sentara a su lado, ella se sentó y le pasó una mano por detrás acariciándole la espalda. Él empezó a tocar de nuevo, volvió a sorprender a Mónica, esta vez cantando ‘All Of Me’, de John Legend.



Esa música, esa voz melosa, hizo que Mónica fuera dejando caer su cabeza sobre el hombro de Álex, cerró los ojos y disfrutó de la voz de su compañero. Al acabar, Mónica abrió los ojos, se encontró con los de Álex, se dieron un piquito, después otro, el siguiente ya fue un beso como debe ser, y el tercero se metieron la lengua hasta la garganta. Cuando se separaron las boca.



-Mónica, yo no quiero hacerte daño, en estos momentos no…



Mónica le tapó la boca con la mano.



-En estos momentos, me vas a hacer mucho daño si no me llevas a tu cama.



Se levantaron, se pasaron las manos por la espalda y caminaron, llegaron al lado de la cama, se volvieron a besar con pasión. Mónica se desplazó los tirantes del vestido, se lo bajó un poco y cayó a sus pies. Que tetas tiene y que guapa está en tanga y zapatos de tacón, pensó Álex, mientras volvía a besarla acariciándole una teta. Mónica al sentir el contacto de la mano en su pecho, se le puso el pezón duro como una piedra, como toca este hombre, me está poniendo a cien, pensó. Ella le agarró el jersey por abajo levantándoselo y quitándoselo, siguieron con los besos, con las caricias, Mónica le desabrochaba sin prisas el cinturón y le bajaba la cremallera de la bragueta, hasta dejar caer el vaquero al suelo, luego, en medio de otro beso intenso, le acarició suavemente la polla por encima de la ropa interior. Álex, agarrándola por la cintura, la colocó suavemente sentada en la cama, le quitó los zapatos y ella se estiró. Él se quitó los zapatos y calcetines, estirándose al lado de Mónica, se volvieron a besar, las manos empezaron a recorrerse el cuerpo del otro, acariciándose, sintiéndose.



Álex bajó un poco la cabeza, le empezó a comer las tetas, lamiéndoselas, chupándole los pezones, ella jadeaba, le estaba encantando lo que hacía Álex, con aquella tranquilidad de quien sabe lo que está haciendo. Siguió bajando, le besó el chirri por encima del tanga, Mónica suspiró, sabía lo que vendría después, Álex le bajó y quitó el tanga, fue subiendo por los muslos lamiéndole la piel, hasta llegar al coño, las caricias de su lengua por los labios vaginales hicieron que Mónica gimiera suavemente. La lengua de Álex intensificó su trabajo, los gemidos eran más fuertes, hasta que ella se incorporó dándole la vuelta a Álex. Le quitó los calzoncillos, le agarró la polla y metiéndosela en la boca, le pegó un par de meneos que la dejó tiesa como una estaca, la pajeó un poco, pasó una pierna por encima del cuerpo de Álex, se acomodó bien, se apuntó la polla en la entrada de la vagina y lentamente se dejó caer penetrándose. Miró a los ojos a Álex.



-Los juegos previos me encantan, pero hace tanto tiempo que no… lo siento, tengo prisa.- Le decía Mónica a Álex, él reía.



Ella empezó a moverse, con dulzura, sin prisas, Álex cerraba los ojos, que bien folla esta mujer, pensaba. La respiración de Mónica se aceleraba, sus movimientos de cintura penetrándose como le interesaba, también se aceleraban, de golpe paró, Álex aprovechó y antes de que ella reemprendiera la marcha la giró, se puso él encima, en medio de las piernas de Mónica, ella las abrió todo lo que pudo, el se agarró la polla y se la metió en el coño, con decisión, de un buen pollazo, hizo que Mónica gritara de gusto, se fue moviendo dentro de ella, mientras la besaba y le acariciaba las tetas. Mónica pensó que con esos movimientos de Álex se iba a correr, demasiado tiempo pajeándose… y ya lo creo que se corrió, ella y él, los dos a la vez, como si hubieran follado toda la vida juntos.



Se miraron a los ojos, se dieron un besito en los labios, como si quisieran felicitarse por el polvo, a los dos le había sentado de maravilla, llevaban mucho tiempo a dos velas. Álex se levantó y fue a buscar la botella de cava y las copas, las acabó de llenar y brindaron. Él se estiró en la cama y ella apoyó su cabeza en el pecho de Álex.



-Me preocupa que puedas enamorarte o sentir algo por mí y yo no pueda corresponderte.- Le decía Álex.

-No te preocupes, ya entiendo que tú no quieres compromisos, a mí tampoco me interesan mucho la verdad, pero eso no quiere decir que nos lo pasemos bien ¿No?

-Si piensas así, por mí no hay ningún problema en que nos veamos.



Decía Álex, pensando que sería un idiota, si no se acostaba con aquella mujer tan espectacular y con la que tanta complicidad había descubierto que tenían en la cama. Un poco más tarde volvieron a follar, alargando más el polvo, en distintas posiciones, ella se volvió a correr encima de él y Álex lo hizo poniéndola a cuatro encima de la cama. Durmieron juntos y al día siguiente se despidieron después de desayunar, ella tenía que ducharse, cambiarse y darse una paliza de kilómetros para celebrar el día de Navidad con su familia.
 


El miércoles día 26 de diciembre, después de su rutina diaria de ejercicio y desayunar, Álex se dirigía al trabajo. En una parada de autobús no muy lejos de donde vivía, Álex se paró delante con el coche.



-¿Reme?

-¡Ay! Hola Álex ¿Eres Álex verdad? El amigo de Mónica.

-¿Dónde vas?

-A mi casa.

-Sube, te acompaño.



Reme subió al coche, Álex se puso en marcha.



-Me dijo Mónica que casi eras vecina suya ¿Cómo es que estás aquí?

-Por qué he pasado la noche en casa de una amiga.

-¿No se supone que eso no lo podéis hacer?

-¿Tú siempre sigues las normas?

-Bueno, a veces no.- Reme reía.

-Estos días de vacaciones y fiestas de la ciudad la universidad baja la exigencia, nos dan un poquito más de libertad para salir y que nos lo pasemos bien.

-Está bien, os merecéis un poco de descanso y disfrutar.

-Sí, eso es lo que intento.



Hablaron algunas cosillas más y llegaron a la puerta de la casa de Reme, ella se lo indicó, se despidieron y Álex siguió su camino, al pasar por la puerta del edificio donde vivía Mónica vio que su coche no estaba, pensó que ya debía estar en la comisaría. Y así era, al llegar vio que estaba haciendo guardia en la entrada, en la recepción estaba el otro compañero.



-¿Hoy te toca aquí?- Le preguntó.

-Sí, se lo cambié al compañero por estos días que me dejó librar.- Le contestó Mónica, señalando con la cabeza al otro novato.

-Bien, nos vemos luego.

-Buenos días inspector.



Le saludó el chaval al pasar por delante Álex.



-¡Tú calla! Chivato.



El novato bajó la cabeza, Mónica, en la entrada, reía.



-Eres un chivato, pero me alegra que seas tan buen compañero.- Le dijo Álex suavizando la situación, el chaval sonrió.



Álex se sentó en su mesa encendiendo el ordenador, Soria lo miraba desde la suya con una sonrisilla.



-Buenos días ¿Pasa algo?- Preguntó Álex.

-Buenos días hombre, no, no pasa nada ¿Ya te la has…?

-Que ‘pesao’ eres ¡Coño!

-Ayer lo hablábamos con Susan, ella cree que tú no…

-Pues hazle caso a tu mujer, anda, déjame en paz.

-¿Sí o no?

-Vete a la mierda tío.

-Bueno, vale, escucha, queremos quedar para tomar algo todos el viernes por la noche ¿Te va bien?

-Quedar cuando os salga de los cojones.



Contestó Álex molesto, Soria sonrió y pensó que era mejor dejarlo tranquilo en ese momento. Pasó un rato, Álex vio que Mónica iba a descansar y comer algo, como hacía cada día, se levantó, entró en la habitación que estaba ella y se colocó delante de la cafetera manipulándola para hacerse un café.



-¿Cómo estás?- Le preguntó Mónica.

-Bien ¿Y a ti? ¿Cómo te fue con tú familia?

-Bien, lo normal del día de Navidad, comimos mucho y llegué a las tantas a mi apartamento.

-Lo mismo que en la casa de mis padres, solo que yo, no tuve que hacer tantos kilómetros.

-¿Te has enterado que el viernes quieren salir a tomar algo?

-Que salgan cuando quieran.

-¡Hombre! Vendrás ¿No?



Álex se sentaba delante de Mónica, en ese momento se abrió la puerta y entró la agente García, se paró delante de la cafetera para hacerse un café.



-¿Cómo estáis chicos?- Les preguntó mientras se le llenaba la taza.

-Bien, aquí, convenciendo a este cabezota para que venga el viernes con nosotros.

-¡Álex coño! Tienes que venir hombre.

-Entró Soria también.

-¿Qué pasa?

-Nada, estamos convenciendo a Álex para que venga a tomar algo con nosotros el viernes.

-Pues claro que va a venir, lo que pasa es que es como los niños, le gusta llamar la atención.- Se cachondeaba Soria.

-El que faltaba ¿Es qué no tienes nada que hacer?- Se quejaba Álex.

-No, igual que tú.- Le contestaba Soria.- Como no vengas, Susan se va a cabrear, ya sabes que te quiere mucho, y tú no tienes cojones de venir a mi casa para saludarla, que cara tienes tío.

-Eso, mi marido dice lo mismo ¿Cuánto hace que no os veis?- Le decía García.

-Un año, un año, desde el año pasado en esta misma fecha que me llevasteis a arrastras.

-Pues este, si hace falta te llevaremos arrastrándote también.- Le decía riendo Mónica.



Así, sin poder hacer nada, estuvo soportando la vara de sus compañeros hasta la misma tarde del viernes, Álex se duchó, se disponía a vestirse cuando llamaron a la puerta, fue a abrir tal cual, con la toalla enrollada en la cintura para que no se le viera el cimbrel. Mónica, levantando una bolsa con algo para comer antes de ir de fiesta con los compañeros, le sonreía al otro lado de la puerta.



-¿Qué haces aquí?

-Chico, que recibimiento, que ilusión y alegría por verme- Le decía irónicamente Mónica pasando por su lado.- hasta tú casera ha sido más simpática que tú.

-¿Te ha visto Satu?

-¡Hombre! Para subir aquí he tenido que pasar por delante de su casa, ha salido y todo, hemos estado hablando un ratito.

-¡Joder!



Se quejaba Álex, mientras se metía en su habitación para vestirse, se quitó la toalla dejándola encima de la cama, al agacharse para agarrar los calzoncillos, Mónica le metió mano en el culo apretándoselo, Álex se giró, ella se enganchó a sus labios besándolo con pasión.



-Que culo más duro tienes, a ver como tienes otra cosa.



Se arrodilló en el suelo, le agarró la polla y se la metió en la boca, Álex cerró los ojos notando como la polla le crecía rápidamente. Mónica se la recorría con la lengua, se la levantaba con la mano y le chupaba los huevos, subía la lengua hasta la punta, se la pasaba por el frenillo y se tragaba la polla hasta el fondo, Álex gemía, desde luego aquella mujer sabía cómo ponerlo caliente.



La levantó del suelo, le desabrochó el pantalón, le apoyó las rodillas en el borde de la cama, estiró del pantalón y las bragas bajándoselo todo, le pasó dos dedos entre los labios vaginales, comprobando que Mónica estaba lo suficientemente mojada, le apuntó la polla y de un golpe seco se la metió en el coño hasta el fondo. Mónica gritó de gusto.



-Así, así, duro, fóllame duro.



Le gritó Mónica, Álex la penetraba una vez detrás de otra sin contemplaciones, ella gritaba tapándose la boca con un cojín, hasta que se corrieron los dos, Álex se dejó caer en la cama resoplando.



Abajo, en la casa de la casera, Satu hacía ganchillo sentada en un sillón, mirando para arriba, sonreía de haber escuchado el polvazo de su inquilino. Con esta parejita voy a estar distraída a partir de ahora, pensaba la abuela.



Álex se duchaba otra vez, esta vez con Mónica, ella le enjabonaba el cuerpo.



-Me encanta follar contigo.- Le decía Mónica.

-Y a mí, es una pasada que consigamos corrernos a la vez.

-Eso es porque follas muy bien.

-Bueno, bueno.



Se vistieron y cenaron juntos. Más tarde entraron en el bar donde quedaron con sus compañeros, saludaron a varios que estaban en la barra, vieron sentados en una mesa a Soria con su mujer Susan y a la agente García con su marido, bebiendo cerveza, se dirigían donde estaban ellos cuando el camarero y propietario del bar les saludó.



-¿Cerveza?- Les preguntó.

-Sí, me apunto.- Contestó Mónica.

-Yo también.- Confirmó Álex.



Cuando los vieron llegar los de la mesa se levantaron, Susan se abrazó a Álex, se abrazaron y repartieron besos entre todos.



-Que cara más dura tienes Álex, tengo que venir yo aquí para verte.- Le recriminaba Susan.

-Lo ves, te lo dije, la tienes contenta.- Le decía Soria a Álex.

-Si es que no sale de su casa para nada este hombre.- Apretaba también García.

-Tranquilos, tranquilos, que estoy aquí ¿No?- Se defendía Álex.

-Sí, porque te tuvimos que convencer entre todos el otro día.- Decía Soria.

-Bueno, está bien, decirme ¿Cómo estáis parejita?- Les preguntó inocente Susan.

-¡Uy lo que ha dicho!- Se cachondeaba Mónica.



La cara que puso Álex era para vérsela, Soria se giraba para disimular la risa, García se tapaba la boca a punto de descojonarse de risa, su marido no sabía que pasaba, Mónica directamente se meaba de risa y Susan, Susan no tenía ni puta idea porque la gente reía.



-¿Qué pasa?- Peguntó Susan. Los otros reían más fuerte.

-No pasa nada Susan, estos, que son unos capullos.- Le decía Álex.

-Es por la pregunta cariño- Le respondía su marido.- es que Álex, eso de parejita, no lo tiene en su diccionario.



Mónica no paraba de reír.



-No somos pareja Susan…- Mónica no pudo seguir hablando, el ataque de risa no la dejaba.

-Son… son… ¿amigos?- Preguntaba García aguantándose la risa.

-Sí, eso, somos amigos ¿No Mónica? No entiendo tantas risas la verdad.- Decía Álex.

-Sí, sí, muy amigos.- Respondía Mónica.



El ataque de risa se generalizó, hasta Álex acabó riendo. Bebieron cerveza, hablaron entre todos los compañeros. Más tarde empezaron con los cubatas, Álex saludó a un amigo, un tío grande un poco desgarbado, se lo presentó a Mónica como ‘El carnicero’, después se apartó con él.



-¿Tienes una relación con ella?- Le preguntó el carnicero.

-No, somos amigos.

-Te vi en la cena del ayuntamiento con ella, eso es que sois algo más que amigos.

-Que no hombre, que me acompañara a la cena no quiere decir nada.

-Bueno Álex, sea como sea, no te había visto con una chica desde…

-Ya, ya lo sé, es una chica muy agradable y simpática, siempre está riendo, eso me alegra la vida.

-Y guapa lo es un rato.

-Eee, sí, eso también.



El carnicero se fue, se le acercó Mónica.



-Me lo has presentado como el ‘carnicero’ ¿Es ese su nombre?- Le preguntaba Mónica a Álex.

-No mujer, le llamamos el carnicero porque lo es, su familia tiene desde hace generaciones una carnicería, es donde mi familia a comprado siempre la carne. A mi padre le llaman el panadero, por la misma razón.

-¡Ah vale!



En ese momento apareció Soria con el marido de García y varios compañeros, agarraron a Álex y se lo llevaron.



-Nos lo llevamos, hace tanto que no viene de copas que le vamos hacer pagar unos chupitos.- Le decía Soria a Mónica.



Ella se fue a sentar con Susan y la agente García.



-¿Qué les pasa a estos?- Preguntaba Susan.

-Nada, que están de fiesta, se llevan a Álex para que les pague unos chupitos.

-No me extraña, para una vez que sale con ellos.- Confirmaba García.



En ese momento llegaba Soria con tres chupitos, se los colocaba encima de la mesa.



-Hoy le vamos hacer pagar todas las rondas que no paga durante el año.



Les decía, ya con síntomas del efecto de la bebida.



-Verás como acabaran estos.- Decía García.

-Déjalos, de vez en cuando se tienen que desmadrar un poco.- Le contestaba Susan.

-Y mi marido se apunta rápido, el tío.- Se cachondeaba García.



Las tres reían.



-Dime Mónica ¿Qué le pasa a Álex? ¿Por qué ha puesto esa cara cuando he dicho lo de parejita? Yo no lo decía con mala intención.

-No pasa nada Susan, creo que tú ya lo conoces.

-A ver, si que ha venido a mi casa muchas veces, Soria lo invita a cenar o comer algunas ocasiones, porque está solo me decía, y era verdad, no le habíamos visto saliendo con una mujer, ni hombre, si hasta le cuesta ir con sus compañeros a tomarse algo, ya veis, una vez al año. Y si que lo conozco, es un gran tipo, pero es que el cabrón no suelta prenda de su vida, no explica nada.

-Yo creo que le debió pasar algo, no es normal ese comportamiento, algo le está machacando por dentro.- Opinaba García.

-De eso, yo también estoy segura.- Confirmaba Mónica.

-¿No te ha explicado nada?- Preguntaba Susan.

-Que va, es más hermético el colega.

-Supongo que eso de que sois solo amigos no es así.- Le preguntaba Susan a Mónica.

-Sí, sí que es así, él no quiere profundizar más en la relación, y la verdad es que yo tampoco estoy muy por la labor de tener algo serio, la relación que tenemos es de solo amigos, puede que con alguna licencia… pero amigos.

-¿Alguna licencia?- Se cachondeaba García.- Susan, estos dos follan como desesperados.- Reían las tres.

-Bueno, sí, esa es la licencia.



Susan acercaba la cabeza a Mónica, para hablarle con más intimidad.



-Explica, explica ¿Folla bien? Porque yo siempre he creído que tiene que follar como Dios, con ese culito…

-Folla de lujo, la verdad es que nos acoplamos muy bien.

-Que se acoplan bien dice, menudos polvazos debéis pegar cabrones. Nosotros, entre los niños y lo cansados que vamos por el trabajo, ya ni me acuerdo de cuando…- Les decía García.

-Pues nosotros también tenemos niños, pero Soria cumple de puta madre.- Reía diciéndolo Susan.

-¡Coño! Yo me paso el día patrullando, y los que se quedan en la comisaria se tocan los huevos a dos manos todo el día ¿O no es así, Mónica?- Se alteraba García.

-Así es agente García, así es.- Se cachondeaba Mónica haciendo reír a las otras.
 
En ese momento los compañeros empezaron a gritar a coro que Álex cantara, las chicas también se unieron a la petición. El dueño del bar acompañaba a Álex a un rincón, allí tenía una guitarra y un micrófono, todo preparado para que Álex cantara, no lo tenía preparado para él, cada sábado tocaba un grupo música en vivo.



Álex ajustó la guitarra, se escucharon varios acordes sin sentido, luego respiró profundamente, y los dedos se empezaron a desplazar entre las cuerdas, se hizo un silencio, empezó a sonar la música, ‘Dust In The Wind’ de Kansas, cuando acabó todos aplaudieron, algunos silbaron y otros gritaron, Álex les miró sonriendo y le guiñó un ojo a Soria, empezó a tocar de nuevo, se volvió a hacer el silencio absoluto en el bar, sonó ‘Wind Of Change’ de Scorpions.



-¿Por qué canta siempre canciones tan melancólicas?- Se preguntaba en voz alta Mónica.

-Es lo que yo decía, algo tiene dentro.- Añadía García.

-Que bien que canta, siempre me sorprende, y mira que lo he escuchado cantar muchas veces.- Decía Susan escuchando atentamente la canción.



Álex acabó la canción y seguidamente, antes que la gente empezara a aplaudir comenzó otra, ‘Shadow’ de Lady Gaga y Bradley Cooper. Las chicas se miraron, se pusieron de pie y corearon la canción, junto con la mayoría de sus compañeros. Con esta Álex quería dar por terminado su improvisado ‘concierto’, pero al acabar le pidieron con tanto fervor que tocara otra que se puso manos a la obra, no sin antes avisar que aquella sería la última. Tocó ‘Perfect’ de Ed Sheeran, todo el bar volvió a quedarse en silencio para escucharla. Cuando acabó de cantarla, Álex miró a sus compañeros con cierta tristeza, se le notaba en la cara, mientras le aplaudían, Soria miró a su mujer Susan, ella le hizo un gesto con la cabeza que él entendió, fue a buscar a Álex.



-Vamos tío, has estado sembrado cantando, como siempre, ahora te invito yo a una copa.- Se lo llevó del escenario Soria en dirección a la barra.



La gente que estaba arremolinada en el rincón donde cantaba Álex, se empezó a disgregar por todo el local. Mónica vio a Reme acompañada de una chica de color, se levantó para ir a saludarla, se dieron dos besos, Reme le presentó a su amiga Magui.



-¿Qué hacéis por aquí?- Le preguntó Mónica.

-Hemos salido un rato por ahí.- Le contestaba Reme.

-¿Tú también eres una becada?- Le preguntaba ahora a Magui.

-No, somos amigas, nos conocimos fuera de la universidad.- Le contestaba.

-Es muy buena amiga.- Confirmaba Reme.



Llegó Álex con una copa en la mano.



-¡Hombre! Reme, tú por aquí.- Le dio dos besos.

-Cantas muy bien, lástima que solo te hayamos podido escuchar cantar un poco de la última canción.- Le decía Reme con pena.

-He cantado varias, es una pena que llegarais tarde.

-No podrías cantar otra para nosotras, por favor, por favor.- Le pedía Reme.



Mónica miraba a Álex, pidiéndole con la mirada que accediera.



-Chicos ¿Os gustaría escuchar otra canción?- Gritó Mónica.



Todos gritaron que sí, Álex volvió a agarrar la guitarra, Reme y su amiga pidieron unos cubatas y Mónica las acompañó a la mesa con Susan y García, se las presentó, se dieron dos besos entre todas. Álex empezó los acordes de la canción, la única en español, tocó ‘La Quiero a Morir’ de Francis Cabrel. El Bar, de nuevo en silencio escuchaba como Álex cantaba aquella canción, se le veía muy triste, cantarla con mucho sentimiento. Susan acercó la boca al oído de Mónica para susurrarle.



-¿Te la canta a ti?- Le preguntó.



Mónica giró lentamente la cabeza de lado a lado, sin dejar de escuchar la canción y de mirar a Álex.



-No, no es por mí, pero es por alguien.



Álex acabó la canción que se le saltaban las lágrimas, Soria volvió a ir por él.



-Ya está bien de música chicos.- Anunció Soria a sus compañeros.



Pensó que Álex ya había tenido bastante nostalgia esa noche, tocaba animarlo y pasarlo bien. Se fue haciendo tarde, los compañeros desaparecieron poco a poco, se quedaron en la mesa, Mónica, Álex, Susan, Soria, García, su marido, Reme y Magui. Reme les explicó cosas de la universidad, salieron algunas anécdotas de la policía, como la señora Catwoman con sus gatos, como se iban turnando para atenderla cuando se pasaba por la comisaría para hablar un rato con ella. Hasta que dieron por terminada la noche, Álex le pidió a Mónica que durmiera con él, era la primera vez que le pedía algo, hasta ese momento todas las iniciativas para verse las había tomado ella, lógicamente aceptó, no hubo sexo, solo abrazos en la cama, Álex parecía muy necesitado de cariño, siempre, pero aquella noche, más.



El sábado, Álex y Mónica quedaron con Soria y su mujer Susan, para ir a ver los fuegos artificiales que daban por finalizadas las fiestas de invierno de la ciudad, después cenaron juntos y quedaron en celebrar el fin de año en la casa del matrimonio.



El lunes Álex llegó a la comisaria a la hora habitual, sobre las nueve y media de la mañana más o menos. Saludó a Mónica, ella le devolvió el saludo, cuando iba a seguir su camino Mónica le llamó.



-Álex.

-Dime Mónica.

-Supongo que será una chorrada, pero como es algo extraordinario mejor que lo sepas, ayer bastante tarde, una voz anónima, la de un chaval, llamó diciendo que algo había pasado en ‘La Destartalá’, se encontraron el candado de la verja roto, se ve que entraron y vieron algo raro, por eso nos llamó, no dijo quién era, seguramente no será nada, esta mañana han ido García y su compañero que están de patrulla a ver qué pasa, estamos esperando noticias.

-Pues mira, qué pase algo ya es raro ya, me temo que no será nada más que una gamberrada de los críos.



Álex se sentó en su mesa, llegó Soria, se saludaban cuando entró, caminando con claros síntomas de tener la cadera muy jodida, el comisario.



-Buenos días- Saludó el comisario.- ¿Ya os habéis enterado de lo que ha pasado?

-¿Qué ha pasado?- Preguntaba Soria.

-Yo te lo explico, una gamberrada, como siempre.- Respondía Álex.

-Seguramente.- Decía el comisario entrando en su despacho.

-¿Cuándo se va a operar de esa cadera, jefe?- Preguntaba Soria.

-Cuando ya no pueda dar un paso, le tengo pánico a los quirófanos.- Respondía el comisario.



Reían los tres, cada uno se dedicó a sus cosas. Al rato sonó el teléfono del comisario, cuando colgó.



-Álex, Soria.- Gritó el comisario, los dos entraron en su despacho.

-Era García desde ‘La Destartalá’, algo ha visto, me pide que os envíe para que decidáis si es importante o no.

-¡Jodida García! Tiene ganas de hacernos mover el culo.- Se cachondeaba Soria.

-Venga vamos.- Decía Álex agarrando a Soria por el hombro.



Llegaron con el coche de Álex hasta la verja de ‘La Destartalá’, allí estaba de pie el compañero de García, bajaron del coche y se dirigieron donde estaba el agente.



-Pasar, pasar, García os espera en la entrada principal de la casa.



Saludaron y agradecieron al compañero su trabajo, caminaron la distancia que había hasta la entrada de la casa, cuando estaban a punto de llegar salió García de dentro.



-Hola chicos- Los saludaba García.- al llegar hemos comprobado que el candado de la verja está roto, lo han abierto con una cizalla o algo parecido. Me he acercado aquí y he visto que la puerta también estaba abierta, así que he entrado a ver si había algo raro, venir y mirar, a ver qué os parece.

-¿Qué tenemos que ver, la obra de unos chavales borrachos?- Preguntaba Soria medio de cachondeo.

-No lo sé, entrar y mirarlo.- Contestó García mientras se metía en el interior.



Álex la siguió, detrás de él, Soria. García los llevó hasta un trozo de pared de madera roto.



-Parece, como si hubieran empujado con fuerza esa mesa contra la pared, se ha abierto este boquete, mirar dentro.



Se asomó alumbrando con la linterna, Álex y Soria también se asomaron.



-Eso parece…- Decía Soria.

-Un sótano.- Afirmaba García.

-Una bodega, diría yo.- Añadía Álex.- A ver, déjame la linterna.- Le decía a García.



Le entregó la linterna, Álex fue iluminando toda la estancia, se asomó un poco más iluminando para un lado.



-¡Coño! En ese lado hay unas escaleras que suben a este piso.- Se sorprendía Álex.



Caminó siguiendo la pared.



-Aquí no hay ninguna puerta, ya lo he comprobado antes.- Decía García.



Álex llegó a la esquina, palpó la pared, le dio unos golpecitos, la empujó con fuerza y parecía que la pared cedía.



-¡Hostia, es una puerta¡- Confirmaba Soria.

-Ayúdame a empujar.- Le pidió Álex.



Los dos empujaron a la vez, se escucharon un par de crujidos, madera rompiéndose y se abrió una puerta secreta con un fuerte sonido a bisagras oxidadas. Solo por el sonido de la puerta al abrirse, a García se le puso una cara de susto de puta madre. Álex metió la cabeza para mirar.



-Vamos a necesitar las linternas que llevamos en el coche, son más potentes que esta.- Les decía Álex.



Caminaban los dos para ir a buscarlas, García salió corriendo detrás de ellos.



-Yo no me quedo aquí sola por nada del mundo ¡Joder que cague!

-Ya voy yo a buscarlas, quedaros los dos aquí.- Les dijo Soria riendo de la cara de García.

-¿Qué será lo que hay ahí abajo?- Preguntaba nerviosa García.



Álex se acercó de nuevo al boquete en la pared, alumbrando el sótano.



-Parece una bodega, hay una mesa con bancos de madera, y estanterías con vino, estoy seguro que es una bodega.

-¡Coño! Pero que esté tan escondida no es normal ¿No?

-Vete a saber, igual hicieron esa puerta para que quedara más bonito el salón, yo que sé.



Le estaba diciendo Álex a García, cuando entró Soria con las dos linternas que había recogido del coche. Le dio una a Álex y la otra se la quedó él, Álex devolvió su linterna a García.



Álex traspasó la puerta secreta, Soria detrás de él, Álex comprobó, pisando con cuidado, el primer peldaño de una escalera, por si la madera estaba podrida y no aguantaba su peso, vio que no estaba tan mal, empezó a bajar, Soria detrás.



-Yo… yo chicos, me quedo aquí arriba.- Les decía García nerviosa.

-Tranquila, quédate ahí, no será nada.- Intentaba tranquilizarla Álex.



Bajaron muy despacio, comprobando escalón por escalón que no se les iba a romper al apoyar el peso encima. Al llegar abajo, Álex alumbró la pared, había un antiguo interruptor de la luz, alargó la mano para tocarlo.



-No te esfuerces, en esta casa no hay corriente eléctrica desde hace muchos años.- Le confirmaba Soria.



Álex giró el interruptor, se encendieron las luces, la cara de asombro de los dos hombres y de García, que los miraba desde arriba, era para vérselas. Una luz tenue y amarillenta, que salía de unos apliques en la pared y en algunas columnas, alumbraba la estancia lo suficiente para ver dentro.



-¡Hostia!- Se extrañaba Soria.- Si aquí no había corriente.

-García ¿Puedes comprobar si hay luz ahí arriba?- Le pedía Soria.

-Voy.- Escucharon la voz de García.



Esperaron un poco, García sacó la cabeza por la puerta del inicio de la escalera.



-Aquí arriba no hay, he abierto un par de interruptores y nada.



-¿Te has fijado que no falla ninguna bombilla? Están todas encendidas.

-Es verdad Álex ¿Qué raro, no?

-No es raro si alguien se ha ocupado de mantenerlas.

-¿Quién va a hacerlo? Esta casa hace mil años que está abandonada.

-Mil años no hace, y lo que está claro es que tan abandonada tampoco lo está.- Le decía seguro Álex.



Siguieron caminando, como la luz era muy tenue, Álex iluminaba con su linterna las paredes. Soria iluminaba una estantería llena de botellas de vino.



-¿Te has fijado en el suelo?- Preguntaba Álex.

-Sí, es de madera.- Respondía Soria.

-En el polvo, Soria.

-Las botellas están llenas de polvo, a saber cómo estará ese vino ya, que pena.

-No, ves que las estanterías y las botellas están llenas de polvo ¿Por qué la mesa y los bancos no lo están? ¿Por qué tampoco está lleno de polvo el suelo?- Soria apuntaba con la luz de la linterna el suelo.

-¡Hostia! Es verdad, quien se cuide de la limpieza hace su trabajo a medias, yo lo despedía.

-¡Que capullo eres!- Soria se moría de risa.



Álex se desplazaba por la sala, en un rincón vio algo.



-Soria, ven.- Levantó la voz Álex.



Álex iluminaba algo en el suelo, Soria se agachó para verlo mejor.



-Parece un pañuelo con sangre.- Informaba Soria.

-Tenemos que recogerlo.- Decía Álex.



Soria fue a agarrarlo con los dedos.



-¡Así no! Hombre.- Le avisó Álex.



Se agachó Álex, dejó en el suelo la linterna, apuntando al pañuelo, sacó de un bolsillo una bolsa para depositar pruebas, de otro un bolígrafo, metió el bolígrafo por debajo del pañuelo, con equilibrio lo levantó y lo metió, sin tocarlo con los dedos, dentro de la bolsa.



-No me jodas que llevas bolsas para pruebas.- Se extrañaba Soria.

-Hay que ir preparado compañero.- Respondía Álex.

-¿Aquí, en esta ciudad? Tú estás un poco loco ¡Eh!



Álex revisó el sótano un poco más, no vio nada sospechoso, apagó la luz y salieron los dos del sótano, Álex con la bolsa del pañuelo en la mano. García lo miraba entre extrañada y acojonada.



-¿Esto qué es?

-Un pañuelo ensangrentado.- Le contestaba Soria.

-¡No me jodas!- Saltaba García temblándole la voz.

-Puede que no sea nada, o que sea de alguno de los chavales que empujaron la mesa, se hizo una herida, se limpio la sangre con el pañuelo y lo tiró o se le cayó al sótano.- Decía Álex, él sabía que eso no era posible, ni en la mesa estrellada contra la pared ni en el suelo se veía sangre, si alguien se hubiera cortado o algo, se vería.

-A lo mejor es de un animal, un gato o un perro, la sangre digo.- Opinaba Soria.

-¿Y ahora qué hacemos?- Preguntaba García.

-Lo más lógico sería que hicierais guardia en la casa, por si pasa algo raro.- Le decía Álex.

-¿En esta casa? Ni pensarlo, precintamos la puerta, precintamos la verja y adiós, yo aquí no me quedo, que miedo.- Le respondía García.

-Hacer lo que queráis, no sabemos nada todavía de lo que ha pasado.- La tranquilizaba Álex.



Salieron fuera, García le dijo al compañero que fuera a poner cinta de la policía para que no pasara nadie en la puerta de la casa, después la pondrían en la verja y saldrían de allí.
 
Álex conducía, a su lado, Soria.



-¿Nosotros que hacemos?- Preguntaba Soria.

-Que vamos a hacer, llevarle esto a la policía científica para que lo analice, la forense vamos, es la única policía científica que tenemos aquí.

-¡Ah! Vale, sabes que hay una forense nueva, llegó hace muy poco.

-No lo sabía.

-A mí me lo dijo un compañero.

-Mucha información tienes tú, seguro que está buena.

-Pues sí, por eso me lo dijo el compañero.

-Eres un sinvergüenza Soria.



Los dos reían.



Llegaron al hospital de la ciudad, el único que había. Bajaron al sótano, donde estaba el depósito de cadáveres. Una mujer, muy guapa como le había dicho Soria, con una bata blanca les miraba sorprendida.



-Somos de la policía.- Le decía Álex enseñándole la placa.- este es el subinspector Soria y yo el inspector Álex.

-Llegan muy tarde, ya me iba a almorzar ¿Qué pasa?- Le hablaba molesta la forense.

-Ya me dijeron que había llegado una forense muy guapa, pero te aseguro que se quedó muy corto el que me lo dijo, eres preciosa ¿Cómo alguien como tú puede ser forense?

-No sé… yo- Intentaba responder sorprendida la forense.

-Dinos tú nombre preciosa.

-Lita, me llamo Lita.

-Pues Lita, eres la mujer más hermosa de esta ciudad, de lejos.- Insistía Soria.



Álex le dio un golpe en el hombro.



-Para ya ¡Coño! Que estás casado y con hijos.

-¡Vaya! El casado es el simpático, porque tú eres más soso que la hostia.- Le decía la forense a Álex.

-Estamos aquí para trabajar, le traigo este pañuelo, necesitaría que lo analizase.



Le decía Álex, enseñándole la bolsa con el pañuelo dentro. Lita agarró la bolsa y la tiró encima de una mesa de despacho que había.



-¿Cree que habrá algo interesante? Será sangre, o eso parece, nada más.- Decía la forense sin hacerle mucho caso al pañuelo.

-Si aquí nunca pasa nada hombre.- Insistía Soria.

-Ya lo sé que nunca pasa nada, pero es la primera vez que puedo rellenar un informe para el comisario, me hace ilusión ¡Hostia!

-Así que usted es un forofo del trabajo.- Le acusaba la forense.

-¡Uff! No lo sabes bien.- Se cachondeaba Soria.

-Vale, lo analizaré por el subinspector, que es muy agradable.

-Mire, analícelo por lo que quiera, pero analícelo.- Le contestaba Álex caminando hacia la puerta para irse.



Soria se despedía de la forense con una sonrisilla, ella se la devolvía mirándole a los ojos. Los compañeros subieron de nuevo en el coche.



-¿Supongo que ya pararemos de ir para arriba y para abajo?- Preguntaba Soria.



Álex miraba el reloj.



-Sí, ya es muy tarde, vamos a la comisaría.

-Y tanto que es tarde, toda la puta mañana por un pañuelo de los cojones.

-Vale ya tío ¿Y el rato que hemos pasado en aquella bodega? ¿Eso no cuenta?

-Sí hombre sí, tengo que reconocer que me lo he pasado bien, sobre todo viéndole la cara a García.

-Que cabrón eres.



Los dos reían, Álex aparcaba en la comisaría, Soria se bajaba del coche de Álex y se subía al suyo.



-La mañana ha estado muy bien pero yo me voy, adiós tío.- Se despedía Soria.

-Yo voy a hacer un informe para el comisario.- Le decía Álex.

-Desde luego que estás enfermo tío.- Se cachondeaba Soria.



Álex entró en la comisaría, Mónica ya había acabado el turno y no estaba, sacó el móvil y la llamó.



-Hola Álex ¿Estás bien?

-Muy bien.

-Me ha explicado García lo que ha pasado esta mañana, debes estar contento.

-Pues sí, por fin algo que hacer. Escucha ¿Nos podemos ver? Tengo ganas de explicarte toda la aventura de esta mañana.

-¡Ey! Tú pidiéndome que nos veamos, eso sí que es noticia.

-Somos amigos ¿No? Eres mi mejor amiga, ya lo sabes.

-Claro, claro, estoy en mi apartamento, ven cuando quieras, no me moveré en toda la tarde.

-Vale, preparo un informe para el comisario y voy a tú casa.

-¿Un informe? ¿Quieres decir que es necesario, Álex?

-No creo la verdad, pero me hace ilusión escribir mi primer informe en esta comisaría.- Mónica reía.



Soria había vuelto al depósito de cadáveres, abrió la puerta, vio a Lita sentada en su mesa comiendo, entró y cerró la puerta por dentro.



-Hola subinspector ¿Se le ha olvidado algo?- Le preguntaba la forense con una sonrisilla.



Soria se acercaba, vio que la forense estaba comiendo alitas de pollo.



-Algo muy importante.- Le contestaba cuando ya estaba a su lado.

-Pues usted dirá.- Se seguía cachondeando Lita.



Soria la agarró por un brazo levantándola de la silla, se colocó detrás de ella.



-Antes me he ido sin cachearla, me tengo que asegurar que no lleve encima nada peligroso.- Le decía mientras le pasaba las manos por la barriga, subiéndolas a las tetas, amasándoselas.



Lita había cerrado los ojos apoyando las manos encima de la mesa, resoplaba excitada. Soria le agarró las manos, la apartó un poco, más que nada para no estirarla encima de las alitas de pollo. Le empujó suavemente por la espalda, esto hizo que la forense apoyara las tetas encima de varias carpetas que tenía encima de la mesa. Soria se arrodilló por detrás, le fue subiendo la bata lentamente, hasta que le quedaron las bragas a la altura de sus ojos, le levantó un poco el culo y le metió toda la cara en el coño, por encima de las bragas, a Lita se le escapó un pequeño grito. Soria le chupaba las bragas, por encima del coño y del agujero del culo, de un tirón le bajó las bragas a los tobillos. Ella separó lo que pudo las piernas, Soria, ahora sí, le comía el coño por detrás con ganas, le pasaba la lengua por todos los lados, subiendo al ojete mojándoselo también con saliva.



Cuando se hartó de pasarle la lengua de delante a atrás y de atrás adelante, se puso de pie, se desabrochó el pantalón, se lo bajó, después también se bajó los calzoncillos, se agarró la polla, que la tenía más dura que el cemento armado, le pasó la punta por el chichi para lubricarla. Lita seguía con las tetas apoyadas en la mesa, mirando para adelante, deseando que Soria se la metiera, cuando se levantó aquella mañana notó que estaba cachonda, no tuvo tiempo de hacerse una paja porque era muy tarde, pero en unos momentos le iban a compensar no habérsela hecho, pensaba la forense. Soria le apuntó la punta de la polla en la entrada de la vagina, notó que se introducía con facilidad, por lo mojado que tenía ella el coño y la punta de su polla. Empujó con todas sus fuerzas, le pegó un pollazo a la forense que ella pensaba que le iba a salir la polla por la boca, la mesa se movió de donde estaba, Lita pegó un grito, después otro, y otro, uno con cada embestida de Soria, que se la estaba follando a toda máquina, loco perdido, pensando que aquella mujer era la mujer más guapa que se había follado nunca. Con las manos le amasaba el culo, se lo abría, para poder penetrarla más profundamente, Lita gritaba más fuerte, él se la metía con más dureza, sonando unos golpes tremendos del cuerpo de Soria al chocar contra el culo de Lita. A la forense se lo pusieron los ojos en blanco y se corrió, con la boca abierta, dejando salir los gemidos y gritos del orgasmo.



Soria paró de darle caña al verla así, dejó que Lita recuperara un poco el resuello, mientras tanto se mojaba dos dedos con saliva, para pasárselos por el agujero del culo. Ella se giró, mirándole a los ojos, le parecía un poco atrevido que ese tío quisiera metérsela en el culo la primera vez que follaban, después pensó, con la follada y el orgasmo que me ha regalado, que haga lo que quiera. Y eso es lo que hacía Soria, lo que quería, le abría el culo, le apuntaba la polla en el agujerito, apretó un par de veces sin conseguir meterla, le metió un dedo dentro para dilatarlo un poco, volvió a probar, se le resbaló, la volvió a apuntar, intentando encajar bien la puntita de la polla con el agujerito, esta vez notó como empezaba a entrar, a abrirse el agujero, apretó hasta que le metió el capullo, entonces el agujero se cerró detrás, presionándole la polla. Lita suspiró, Soria apretó un poco más, le metió media polla, Lita volvió a suspirar, Soria le metió la polla entera, Lita se agarró con fuerza a la mesa. Soria se la sacó un par de centímetros, se la volvió a meter de un golpe seco, Lita dio un pequeño grito, se la volvió a sacar casi hasta la mitad, metiéndosela de nuevo con otro golpe seco, el grito de Lita fue más fuerte que el anterior, Soria le sacó algo más de media polla del culo, de otro golpe seco y duro se la metió, Lita se agarró con más fuerza a la mesa volviendo a gritar, esta vez se la sacó casi toda, le dejó dentro el glande, de otro golpe de cintura empotró a Lita contra la mesa, otro grito de ella, otro gruñido de él. A partir de ahí, Soria se perdió, volvió a enloquecer, ahora follándosela por el culo, escuchando los gritos de Lita, como en cada empujón, la polla entraba más suave en las entrañas de la forense, como ella se iba relajando y disfrutando, como los gritos se convertían en gemidos. Soria podía ver desde su posición como el agujero del culo de Lita se había dilatado una barbaridad, la polla le entraba sin ningún esfuerzo, lo que era un esfuerzo era aguantar sin correrse, y no aguantó mucho más, gruñó, gritó, gimió y le dejó el culo lleno de leche a la forense.



Lita se incorporó y se giró, se subió las bragas, miró a los ojos a Soria… y le dio un beso en los labios.



-Ha estado muy bien, llámame cuando quieras.



Le dijo Lita, recogiendo de encima de la mesa una de sus tarjetas dándosela a Soria. Cuando la forense volvió del cuarto de baño, Soria ya había desaparecido, Lita miró la puerta medio abierta con una sonrisa.





Álex llegó al apartamento de Mónica a media tarde.



-¿Has comido?- Le preguntaba ella preocupada.

-No, no he tenido tiempo.

-¿No has tenido tiempo? Lo que te ha pasado es que te has emocionado con lo de esta mañana y has disfrutado como un verraco haciendo el informe, que te conozco.



Álex reía. Mónica le sacaba un plato de comida y unos cubiertos de la cocina para que comiera, se sentaron los dos en la mesa, Álex, mientras comía le explicaba todo lo ocurrido.



-Ya me había explicado algo García, ha llegado a la comisaría con una cara de susto la pobre, tremenda.

-No ha sido para tanto, la casa por dentro es un poco tétrica eso sí.

-Por dentro y por fuera.

-Bueno, sí, es tétrica toda entera.- Volvía a reír Álex.

-¿Y lo del pañuelo con sangre?

-Parece sangre, pero puede ser por cualquier cosa, alguien que se cortó con algo, vete a saber. De momento lo están analizando.

-¿Analizando?

-Es lo mismo que me ha dicho Soria, que para qué, pues mira, así sabremos si es sangre o no, si es humana o no, yo que sé, nos distraeremos unos días.

-¿Te quedarás la tarde conmigo?- Le preguntaba cariñosa Mónica.

-No tengo nada que hacer.



Mónica iba vestida con un chándal para estar cómoda en su casa, Álex se descalzó y se tumbó en un sofá, Mónica a su lado apoyaba la cabeza en el pecho de Álex, él le acariciaba el pelo mientras miraban una película.



-Esto parece otra cosa, no solo dos amigos viendo una película juntos.- Opinaba Mónica.

-¿Somos amigos, no? No pasa nada si nos acariciamos un poco.

-Claro, claro.- Se cachondeaba Mónica.



Mónica se fue colocando de lado, Álex también, acabaron haciendo la cucharita, la mano de Álex le acariciaba desde la cadera hasta la pierna, arriba y abajo, abajo y arriba, ella sonreía mirando la tele, sabía que aquella mano acabaría haciendo algo. Y no se equivocó, en una de las bajadas se coló por dentro del pantalón del chándal y de las bragas agarrándole el culo, Mónica se colocó bien, para que Álex tuviera libertad para hacer lo que quisiera. Él fue bajando un dedo por la raja del culo, se entretuvo un momento acariciándole el agujerito, ella suspiró excitada, el dedo siguió bajando, llegó al coño, dio varias vueltas por el alrededor de la entrada de la vagina, se introdujo un poquito, Álex notó la humedad, la estaba poniendo cardiaca, pensó. Siguió acariciándole los labios vaginales, Mónica jadeó, el dedo le apretaba donde tenía que apretar, frotaba donde tenía que frotar, le acariciaba el clítoris con tranquilidad, realmente la estaba poniendo cardiaca perdida. Mónica cerraba los ojos y gemía, pudo escuchar un sonido, el ruido al desabrocharse un cinturón, Álex se iba a bajar el pantalón, lo confirmó al dejar de tocarle el chichi para utilizar las dos manos para bajarse y quitarse el pantalón y la ropa interior. Mónica sacó un poco más el culo, Álex se colocó bien, se agarró la polla, le pasó la punta varias veces por el agujerito del coño para lubricársela y… se la fue metiendo poco a poco.



Los dos resoplaron mientras entraba, Mónica se agarraba al sofá, que gusto le daba notar la polla de Álex penetrándola en aquella posición, al tener las piernas cerradas la notaba muchísimo, él también notaba que entraba más apretada y más tiesa se le ponía. Álex comenzó un pequeño vaivén con la cintura, metiéndole y sacándole la polla del coño, ella, colocando un brazo para atrás intentaba rodear la cabeza de Álex, mientras él le comía el cuello y la oreja, le gemía en el oído, ella se excitaba, le gustaba la voz de Álex, cantando y excitado, sobre todo cuando se corría, pero para eso todavía quedaba un rato, pensaba Mónica con los ojos cerrados, gimiendo en cada suave empujón de Álex.



Mónica, cambió la mano que rodeaba la cabeza de Álex, apoyándola en su culo, apretándoselo, marcándole adelante y atrás el ritmo, Álex lo seguía, veía a Mónica muy excitada, gimiendo, abriendo la boca, cerrando los ojos, disfrutando de cada momento de aquella bonita follada, se fueron excitando, aumentando el ritmo, hasta correrse los dos a la vez.
 
Respiraban profundamente, sin decirse nada ¿Qué se podían decir? Que ella disfrutaba cada momento que pasaba en la compañía de Álex, que le gustaba todo de él, pero que ella siempre había pensado en tener una pareja estable cuando fuera más mayor, que en esos momentos debería disfrutar de la vida sin ningún compromiso, sin ataduras, hacer lo que quisiera cuando quisiera sin darle una explicación a nadie. O él ¿Qué iba a decir? Que ella era una gran persona, una mujer por la cualquier hombre se cortaría un brazo por follársela, que la complicidad que tenían follando no era normal, que ella había conseguido lo que nadie había conseguido durante muchos años, que volviera a tener ganas de reír, de estar con ella, no, no le podía decir nada de eso, Álex necesitaba ordenar sus sentimientos para poder ser feliz con Mónica. La parte positiva para Álex, era que sentía que en algún momento podría conseguirlo, sentía que podría volver a ser feliz teniendo una relación.



Mónica se subió las bragas y los pantalones del chándal, él se puso la ropa interior, siguieron en la misma posición, muy juntos, ella de lado, Álex detrás, apretado al cuerpo de Mónica, abrazándola, dándole besitos en el cuello, ella miraba la tele, sintiendo el abrazo de Álex, sintiendo sus labios recorriéndole el cuello, Mónica miraba la tele con una sonrisa, que bien estaba en ese momento.





Pasaron un par de días sin novedades, no pasaba nada relevante, lo habitual en la ciudad. El día treinta y uno por la mañana trabajaron, por la tarde descansaron un rato. Más tarde fueron a la casa de Soria y Susan, abrazos, besos para saludarse y muchas ganas de los cuatro por recibir el nuevo año con alegría.



-¿Y los niños?- Preguntaba Álex.

-Los hemos llevado con mis padres esta tarde.- Contestaba Susan.

-Me hacía ilusión verlos, deben estar muy crecidos ya.- Le decía Álex.

-Y a mí conocerlos.- Añadía Mónica.

-Mirar, ya los veréis otro día, así estaremos más tranquilos, podemos beber más de la cuenta o lo que sea sin preocuparnos.- Aclaraba Soria.

-Con ese ‘lo que sea’ no sé a qué te puedes referir Soria.- Se cachondeaba Mónica.

-Madre mía, de este cualquier cosa, hacer una o orgía o algo así, con lo pervertido que es.- Se cachondeaba Álex.

-Es que mi hombre tiene una mente muy calenturienta.- Reía Susan diciéndolo.

-La que me pones caliente eres tú cariño.- Le decía Soria agarrándole el culo a su mujer.

-¿Qué dices hombre?- Le recriminaba Susan a su marido.

-No te hagas la estrecha, que sé perfectamente que te lees los relatos del depravado ese de Akuaries, que hay que ver como describe el sexo el colega, que vicio, más explicito no puede ser.

-¡Escucha! Que eso son cosas íntimas tío, no las puedes ir diciendo así como así.- Se quejaba Susan, Mónica y Álex reían.



Cenaron con una buena conversación, hablaron mucho de la novedad en la policía aquellos últimos días, donde ellos dos habían sido los principales artistas, Susan les explicó algunos de los relatos de Akuaries, o más o menos, tampoco los iba a explicar con todo detalle. Se tomaron los postres y esperaron las campanadas para tomarse las uvas, brindaron con cava y le dieron la bienvenida al nuevo año.



Soria le señaló a Álex el piano que le habían comprado a su hijo mayor, Álex tuvo claro que le tocaba cantar alguna cosa esa noche. Les cantó ‘Sign of the Times’ de Harry Styles.



-Parece que canta canciones más animadas ¿Verdad?- Le decía Susan a Mónica al oído.

-Sí, eso parece.- Le contestaba Mónica, mirando y escuchando a Álex.



Después se tomaron varias copas, entre risas, anécdotas y mucho alcohol, acabaron la noche.



Mónica y Álex, volvían al apartamento de ella en el coche de él.



-Supongo que te quedarás a dormir, no son horas para volver a tu casa bebido.- Le decía Mónica.

-Mejor me quedo, sí.- Respondía Álex.



Los dos se sonreían, los dos pensaban lo mismo, mucho mejor despertarse el primer día del año acompañados que solos. No solo durmieron, ya que estaban allí, aprovecharon para pasar el día uno de enero juntos. Por la noche, Álex se fue a su casa, así el día siguiente se podría cambiar de ropa antes de ir a trabajar.



Se saludaron con Mónica en la comisaría, Álex se sentó en su mesa, repasaba el informe que le había enviado al comisario cuando lo vio entrar.



-Señor, le envié un informe de todo lo ocurrido en ‘La

Destartalá’.

-¿Un informe?- Le preguntaba el comisario.

-Se lo dejé en su mesa señor.

-Es que le hacía ilusión escribirlo, sabe.- Se cachondeaba Soria, que acababa de entrar.



El comisario reía, levantó la mano a modo de despedida y se metió en su despacho, buscó encima de su mesa, vio una nueva carpeta, el informe de Álex. Álex y Soria hablaban cada uno sentado en su mesa. Salió el comisario de su despacho.



-Álex ¿Has enviado a analizar ese pañuelo?- Le preguntaba el comisario.

-Bueno, sí, para tener más información.

-Me lo tenías que haber consultado, después me riñen en la central por hacer gastos innecesarios.

-¡Hombre! Por un simple análisis de un pañuelo, no será para tanto.- Defendía Soria a Álex.

-No sabéis como son esos de la central, unos cabrones, unos cabrones es lo que son.



El comisario se volvía a su despacho, Soria y Álex se sonreían. Fue pasando la mañana, sin nada que hacer claro. A última hora, Soria hacía un rato que se había ido, Álex estaba a punto de recoger para marcharse, sonó el teléfono de su mesa.



-Dime Mónica.

-Hay una llamada para ti, es la forense.

-Pásamela, a ver si tiene novedades.

-Hola Lita.

-Hola inspector, parece que hoy está más simpático, no me llama de usted ni nada.

-Bueno, es mejor tener buen rollo con los compañeros ¿No?

-Como tú digas. Mira, la sangre del pañuelo, me han confirmado que es sangre humana.

-Es decir, es de una persona…

-¡Hombre! Si es humana, será de alguien, desde luego, como se nota que eres policía.

-Perdona, perdona, es que me he dejado llevar por la emoción ¿Alguna cosa más?

-Nada más, solo que al ser humana, la he enviado al laboratorio central de la policía para que saquen el ADN, aquí no lo podemos hacer. Ya que jugamos, jugamos hasta el final, así podréis detener al gamberro que entró en la casa.

-Me parece bien, así alargaremos la intriga, espero noticias.

-Adiós inspector.



La forense colgó la llamada.



-¿Puedo continuar ya?- Le preguntaba Soria a la forense, estaba colocado detrás de ella, le había levantado la bata, bajado las bragas y estaba a punto de meterle la polla en el coño.

-Ya puedes seguir, tenía que hacer esta llamada antes, impaciente.

-Impaciente, te vas a enterar.



Soria, le pegó un pollazo tremendo, Lita gritó de gusto, se la volvió a follar con dureza, agarrándola por las caderas, sujetándola firmemente mientras la empotraba una vez detrás de otra.





Álex salió del trabajo para almorzar, se encontró con Mónica.



-¿Comemos?- Le preguntó Mónica.

-Comamos, le decía Álex con una sonrisa.



En ese momento salió de la comisaría García.



-¿Vais a comer?- Les preguntaba.

-¿No te has traído la comida hoy?- Preguntaba Mónica.

-Entre el fin de año y ayer con toda la familia, que quieres que te diga, no tuve ganas de prepararme nada para hoy.- Les explicaba la agente García.

-Hoy voy a almorzar protegido por dos agentes de la policía.- Se cachondeaba Álex al ir acompañado de Mónica y García vestidas de uniforme.



Fueron al bar que iban normalmente a almorzar el menú diario, estaban sentados comiéndose el primer plato.



-La forense me ha confirmado que la sangre es humana.- Les explicaba Álex.

-¡Joder! No sé si será por la casa o por qué, pero todo lo relacionado con eso me pone los pelos de punta.- Decía poniendo mala cara García.

-No será nada, mujer.- Intentaba animarla Mónica.

-Será la sangre de alguno de los críos que entraron a romper la casa, no puede ser otra cosa.- Les decía Álex.



Al día siguiente, Álex llamaba a la forense.



-Hola Lita ¿Sabes algo del tema del pañuelo?

-Mira, estaba a punto de llamarte, he recibido los resultados, y se me ha ocurrido enviarlo a los hospitales más cercanos para que lo comprueben con sus bases de datos, igual tenemos suerte.

-¡Ostras! Estás haciendo tu sola todo el trabajo, eso también lo había pensado yo, no sabía si hacerlo porque el comisario me da la vara si no se lo consulto.

-Pues mira, ya está hecho.- Reía la forense.



Soria se follaba a la forense, Álex y Mónica también follaban, pero de otra manera. Susan también follaba, pero empezaba a notar que a su marido algo le pasaba, no le ponía el mismo entusiasmo cuando follaba con ella que antes. Y García, García seguía sin follar.
 


Unos días más tarde, estaba Álex en su mesa, había reemprendido sus estudios de casos antiguos. El compañero que aquel día le tocaba estar en el mostrador de la entrada, que también atendía las llamadas, sacó la cabeza por la habitación donde estaba la mesa de Álex, junto a la de Soria y otros compañeros.



-Álex, preguntan por ti, le estoy haciendo esperar en el despacho de denuncias.

-Podías habérmelo dicho por el teléfono, hombre.

-Así me paseo un poco, es muy aburrido estar todo el día ahí sin moverme.

-Vale, vale.



Salía Álex apretándole el hombro al agente, cuando llegaron a la entrada miró quien había en el despacho.



-La señora Catwoman ¡No me jodas, hombre!

-Me ha preguntado expresamente por ti, me ha dado pena la abuelita.

-Vale, vale, está bien.



Álex entró en el despacho, la señora se levantó y le dio un par de besos.



-Hola Álex, quería hablar contigo.

-Muy bien señora ¿Qué gato se ha escapado hoy?

-¿Gato? No, no, nada de gatos.



Se acercó a Álex, para hablarle con más confidencialidad.



-Me he enterado que ha pasado algo en ‘La Destartalá’

-¡Catw…! ¡Señora! ¿Para eso ha venido?

-¿Qué pasó?

-Nada, lo de siempre, que algunos críos debieron entrar y rompieron algo.

-¿Rompieron cosas?- Le preguntaba interesada la abuelita.

-No, bueno, algún mueble viejo de dentro de la casa, nada importante.

-Así, no ha ocurrido nada especial.

-Nada especial señora, bueno, algo sí, encontramos un pañuelo con sangre, nada, una tontería ¿Cómo están sus gatos?

-Muy bien, sí, muy bien, gracias guapo. Sabes, esa casa siempre ha sido tan misteriosa.



Álex pensaba mientras la señora se levantaba de la silla para irse.



-Señora ¿Conoció usted a los que vivían allí?

-Yo no, mi abuela sí, como tenía una mercería, alguna cosa les había llevado ella misma a la casa, pero de eso hace muchos años.

-Vale, vale, muchas gracias, que pase un buen día.

-Tú también Álex, eres un buen chico, otra cosa, ahora que me acuerdo ¿Cómo está la chica aquella tan guapa? ¿Cómo se llama?...

-Mónica, señora, se llama Mónica.

-Eso, Mónica.

-Está muy bien.

-Es que no la he visto.

-Hoy le toca patrullar.

-¿Pero vosotros…?

-Somos amigos señora, amigos.

-Sí, sí, claro, ahora todos los jóvenes sois amigos, en fin, dale recuerdos por favor.

-Si señora, se los daré de su parte.



La señora se fue, él salió del despacho.



-Álex.- Le llamaba el compañero que estaba atendiendo el teléfono de nuevo.

-Dime.

-Ha llamado la forense, tiene mucho interés en que pases por el depósito de cadáveres a verla.



Álex sacó la cabeza por la oficina donde estaban sentados los compañeros.



-Soria, vámonos, tenemos trabajo.- Levantó la voz Álex, Soria se levantó agarrando su chaqueta.

-¿Dónde vamos?- Le preguntaba a Álex sorprendido.

-A ver a la forense.

-¿A Lita?

-Sí, a Lita, la única forense ¿No?

-Sí, claro, la forense.

-Hay días que parece que estás tonto, tío.



Se presentaron los dos en la oficina, depósito de cadáveres, de la forense, policía científica. Soria le dio dos besos, ella le miró a los ojos, Álex pensó que su compañero tenía mucha confianza con Lita, ella para disimular, más que nada, le dio dos besos a Álex.



-Venir, tengo resultados, como Álex me dijo que el comisario estaba reacio a pedir análisis y cosas para no gastar del presupuesto, os he hecho venir aquí.



Lita se acercó a su mesa y levantó una carpeta, se la entregó a Álex. Este la abrió.



-En un hospital cercano, han tenido una coincidencia de ADN al 98 por ciento –Seguía explicándoles la forense.- es de una chica…

-¡Hostia puta! Remedios Expósito, es la Reme.- Se sorprendía Álex.

-¿La conoces?- Preguntaba Lita.

-Sí, es amiga de Mónica.

-¿Quién es Mónica?- Volvía a preguntar la forense.

-Su…-Estaba a punto de contestar Soria.

-Una buena amiga.- Se adelantó Álex.

-Como pone en el informe- Continuaba con su explicación Lita.- fue al hospital por una enfermedad venérea, sinceramente, creo que esa chica ejercía la prostitución.

-No puede ser, no le hace falta dinero, está becada con todos los gastos pagados por la universidad.- Se extrañaba Álex.

-No sé, ahí tienes el informe completo.- Le decía Lita.



Álex se sentaba pensando, de todas las posibilidades que se le habían ocurrido, que fuera la sangre de alguien conocido no entró en sus pensamientos.



-Tenemos que volver allí, examinarlo mejor.- Decía Álex.

-¿Quieres decir?- Preguntaba Soria, demostrando las pocas ganas que tenía de volver a la casa.

-Eso mismo había pensado yo, he preparado el maletín de policía científica para ir con vosotros.- Les decía la forense quitándose la bata.



Soria la miraba sin perderse detalle, se sorprendió al comprobar que debajo de la bata llevaba ropa de calle, hasta ese momento siempre llevaba solo la bata, por eso le facilitaba tanto follársela cuando le daba la gana.



Subieron los tres en el coche, Álex, antes de arrancar, llamó a Mónica por el móvil.



-¿Qué haces?

-Que voy a hacer hombre, dar vueltas con el coche patrulla, es lo que toca hoy.

-Escucha, nos vemos en la entrada de ‘La Destartalá’, mejor tú que García, la última vez lo pasó muy mal y no quiero darle la mañana.

-Vale, estamos cerca, te esperamos en la verja.



Cuando llegaron, les esperaban fuera del coche patrulla Mónica y su compañero.



-Buenos días compañeros.- Les decía Alex.- ella es Lita, la forense y única policía científica que tenemos.



Lita se saludó con el compañero de Mónica, a ella le dio dos besos.



Alex agarró a Mónica del brazo, la apartó para hablar con ella.



-Nos ha llamada esta mañana Lita, tenía resultados de la sangre del pañuelo, bueno… el caso es que envió los resultados de ADN a varios hospitales, en uno de ellos coincidió con una chica, una chica que fue a visitarse por una enfermedad venérea, le hicieron una analítica y por eso la han podido comparar, la chica era… Reme.

-¿Reme? Nuestra Reme.

-Sí, tú amiga Reme.

-Y tuya también.

-Sí, claro, nuestra amiga Reme. Como ya sabemos de quien es, he preferido que seas tú la que estés aquí, la agente García el otro día lo pasó muy mal, no quería que volviera aquí y más sabiendo que la sangre es de una persona conocida.

-Claro, ella también la conoce, se la presenté a todos en el bar.

-Por eso. Vamos a entrar y a ver si encontramos alguna pista más.



Las cinco personas, miraban la cinta de la policía que había colocado la agente García en su momento, parecía que nadie la había tocado. Álex sacó una pequeña navaja del bolsillo, desplegó la hoja y cortó la cinta con facilidad, se notaba que la navaja estaba afilada.



-Este hombre, es que lleva de todo encima, parece una navaja suiza, que tío.- Se cachondeaba Soria.



El compañero de patrulla de Mónica se quedó en la verja, se lo pidió Alex. Los cuatro restantes caminaban por el jardín, o lo que antaño debía ser un bonito jardín antes de llegar a la puerta principal.



-El otro día nevó, está claro que por aquí no ha pisado nadie, en esta casa no ha entrado nadie desde que estuvisteis aquí.- Comentaba Mónica.

-Buena observación Mónica.- Le decía Lita.



Caminaban las dos delante, Soria y Álex detrás.



-Madre mía, que dos monumentos, chaval.- Le decía Soria a Álex, mirándoles el culo a las chicas.

-Haz el favor de centrarte en lo que toca Soria.

-Que sí hombre, que sí, tranquilo, que soso eres a veces ¡Eh!



Entraron en la casa, un salón muy grande, con unas escaleras en un lado, la mesa estrellada contra la pared y la puerta secreta que habían encontrado abierta.



-Yo acompañaré a Lita al sótano, le indicaré donde encontramos el pañuelo y si tiene alguna duda se la aclaro.- Decía con prisas Soria para estar con Lita.

-De acuerdo, Mónica y yo subiremos a las otras plantas.



Lita y Soria bajaron al sótano, Mónica y Álex subían las escaleras.



-¡Escucha! ¿Pasa algo con esos dos?- Le preguntaba Mónica.

-Pues, no lo sé al cien por cien, pero juraría que Soria se la está follando.

-¡No jodas! Pobre Susan.

-Susan lo conoce perfectamente, sabe que su marido es un golfo.



Llegaron al replano de la primera planta.



-Tú, mira por allí, yo lo haré por este lado, cualquier cosa extraña que veas, por tonta que te parezca me avisas.- Le pedía Álex a Mónica.

-De acuerdo.

-Cuando acabemos de mirar las habitaciones nos encontramos aquí de nuevo.



Cada uno salió para un lado, fueron revisando habitación por habitación y se volvieron a encontrar en el mismo sitio.



-¿Has visto algo?- Le preguntaba Álex.

-Mucha mierda, nada más.

-Algunos chavales se lo pasaban bien por aquí. Subamos a la siguiente planta.



La segunda planta, la fueron mirando los dos juntos, por las ventanas entraba el sol a aquellas horas y no les hacía falta encender las linternas.



-¡Coño! ¿Qué hace aquí la cocina?- Se extrañaba Mónica.

-En las casas señoriales de aquellos tiempos, la cocina estaba en la última planta de la casa, igual que las habitaciones del servicio, por ahí tiene que haber unas escaleras que solo utilizaban los criados para no molestar a los señores. Álex abrió una puerta bastante disimulada en la pared, una escalera de caracol bajaba a las plantas inferiores.



-Aquí está, lo sabía.- Confirmaba Álex.

-Esto, esto parece un montacargas.



Decía Mónica, había abierto una especie de armario y se encontró con un hueco que llegaba hasta la planta baja. Revisaron varias habitaciones, bastante pequeñas, estaba claro que allí dormía el servicio.



-Parece que ya está todo.- Decía Mónica.



Álex caminaba por un pasillo, alumbraba con la linterna el techo.



-Mira esto, estaba pensando que era raro, por la forma que se ve de la casa en el exterior, que no tuviera una buhardilla, ahí en el techo ¿No parece que se pueda abrir?



Mónica miraba donde le alumbraba Álex.



-Si estiramos de ese agujero, igual se abre algo.- Opinaba Mónica, mientras miraba a su alrededor.- Que tonta que soy, no estoy buscando unas escaleras, que coño voy a encontrar por aquí.

-Ven.



Le decía Álex, había juntado las manos para que Mónica pudiera colocar un pie y levantarla. Ella puso el pie, se sujetó en el hombro de Álex y con la ayuda de él subió. A Álex le quedó el coño justo delante de la cara, lo miraba fijamente, Mónica desde arriba veía a Álex.



-¿Puedes dejar de mirarme el chichi y levantarme un poco más? No llego.- Le decía riendo Mónica.



Álex hizo más fuerza levantando a Mónica, ella metió dos dedos en una abertura que había en el techo, estiró un par de veces.



-Esto no cede, debe estar atascado por los años.

-Estira más fuerte, seguro que se abre.



Mónica pegó un tirón, con mala leche, medio techo se desprendió, hizo un ruido tremendo y cayó mierda para parar un tren, ella se desequilibró cayendo, Álex las sujetó con fuerza, quedando los dos, como en las películas, uno delante del otro, mirándose a los ojos, él la sujetaba con las manos por la espalda y ella las tenía en los hombros de Álex.



-¿Estás bien?- Le susurró Álex.

-Muy bien ¿Y tú?- Contestaba con una sonrisilla Mónica, al verse abrazada con él.

-Por suerte no nos ha caído eso encima.



Miraban los dos el trozo de techo que había caído, cayó un extremo, apoyándose en el suelo unos escalones de madera que ayudaban a subir, tal como pensaban allí había una buhardilla. Álex empezó a subir, con cuidado, la madera era muy vieja, al llegar arriba miró dentro, agarró la linterna y la encendió, volvió a mirar.



-Cuando entre, tendrías que subir y alumbrar también, esto está muy oscuro.



Álex desapareció por la abertura, Mónica subió los escalones, se puso de pie y encendió la linterna, vio a Álex alumbrando un mueble.



-¡Hostia puta! Aquí hay más mierda que en el palo de un gallinero.- Se quejaba Mónica.

-¿Qué haces aquí?- Le preguntaba Álex.

-¿Qué quieres que haga? ¿No me has pedido que te alumbre? A ver si te aclaras hijo.

-Sí, que me alumbraras desde el hueco, no sé si este suelo nos aguantará a los dos.

-Pues nada, no nos juntamos mucho por si acaso.- Le aclaraba Mónica.



Álex se adentraba más, vio una vieja estantería.



-Alúmbrame aquí, por favor Mónica.



Había unos marcos con fotos, fotos muy antiguas, Álex, les pasó la mano por encima para quitarles el polvo, sacó el móvil y les fue haciendo una foto a cada marco.



-¿Qué haces?- Le preguntaba Mónica.

-Hago unas fotos con el móvil a unos marcos con fotografías.

-Esto tendría que verlo Lita.- Le decía Mónica.

-Sí, desde luego que sí, cuando acabe de la bodega. Lo que está claro con la cantidad de mierda que hay, es que aquí no ha entrado nadie desde vete a saber cuándo.

-Estoy convencida que desde que la abandonaron.

-Bueno, vamos a ver si la forense ha descubierto algo, aquí no hay nada más que ver.
 
Bajaron las dos plantas, justo cuando ponían un pie en la planta baja, subía del sótano Soria corriendo, con la mano en la boca, salió al exterior, se apoyó con la mano en la pared y vomitó. Subió del sótano Lita, con la cara pagaba, algo muy fuerte había pasado, en la mano llevaba un foco.



-¿Estáis bien, Lita?- Se preocupaba Mónica.



La forense los miró.



-Venir, tenéis que ver esto.- Les dijo muy seria.



Volvió a meterse en las escaleras que bajaban a la bodega, Álex y Mónica la siguieron, a media escalera Lita se paró, desde allí podían ver una panorámica de toda la sala, a Álex le extrañó que estuviera a oscuras, sabía de la última vez que estuvo allí, que había luz.



-¿Sabéis que es el luminol?- Les preguntó Lita.

-Es un liquido que utilizáis la policía científica para descubrir si hay sangre.- Contestaba Mónica, Álex moviendo la cabeza lo aprobaba.

-Sí, es un reactivo a la sangre, mirar esto.



Lita encendió el foco que llevaba en la mano, alumbró la mesa y los bancos de madera, aquello parecía un árbol de navidad, se iluminó de color azul todo, absolutamente todo. Álex y Mónica abrieron los ojos como platos, entonces entendieron porque vomitó Soria, allí debió de pasar algo muy fuerte, tanta sangre. Álex bajó las escaleras y encendió la luz.



-Lita, tienes que procesar toda la sala minuciosamente, aquí ocurrió algo.

-Álex, creo que ya sabes que ocurrió aquí.- Le decía muy seria la forense.



Mónica se puso las manos en la boca asustada.
 
Subieron de nuevo a la planta baja, Álex llamó a Soria, entró con la cara blanca como el papel.



-Quedaros aquí, investigar todo lo que podáis de ese sótano, cuando acabéis, precintar de nuevo las entradas, el agente que está fuera os acompañará a la comisaría. Mónica y yo vamos a buscar a Reme.- Ordenó Álex.



Salieron los dos de la casa, Mónica caminaba y llamaba por el móvil a Reme.



-No contesta, el teléfono está apagado, Álex, estoy muy preocupada.

-Vamos a su apartamento, sé donde vive.

-Yo también, o más o menos, nunca he estado en su apartamento.

-Lo encontraremos Mónica.



Álex conducía, pensando, a su lado Mónica seguía preocupada.



-Esto vas a tener que decírselo al comisario, es demasiado grave.- Le decía Mónica.

-Claro que voy a decírselo.

-¿Tú crees que la sangre de la mesa es de…?

-No lo sé Mónica, no pensemos más de la cuenta, dejemos que Lita trabaje y analice, ella nos dirá de quien es.

-Puede que sea de un animal, de una matanza que han hecho allí abajo.- Se intentaba convencer Mónica de que no fuera algo más grave.

-Nos lo dirá Lita.- Le dijo Álex tocándole el hombro para animarla.



Llegaron donde Álex había dejado a Reme cuando la acompañó, bajaron del coche.



-Me dijo que vivía aquí, entremos y miremos los buzones.- Decía Álex.



En ese momento salía un vecino del portal, Mónica pegó un salto y sujetó la puerta antes de que se cerrara, el vecino la miró, ella le dio los buenos días, el vecino al ver que era policía.



-¿Ha pasado algo agente?- Le preguntaba el vecino.

-No, no, tranquilo, es una comprobación rutinaria, por cierto ¿Conoce a una chica que se llama Reme, Remedios Expósito?

-No, ni idea.



El vecino se fue, entraron y miraron en los buzones, ninguno tenía el nombre de Reme.



-¿Qué raro, no? ¿Seguro que era aquí?- Se extrañaba Mónica.

-Sí, era aquí seguro, si no me engañó.

-¿Por qué tendría que engañarte?

-Pues no lo sé, pero aquí no vive, eso está claro.



Salieron decepcionados a la calle, por la acera de enfrente vieron a Magui, la amiga de Reme. Mónica y Álex se miraron, sin decirse nada, atravesaron la calle, Magui los vio y se paró.



-¿Qué hacéis por aquí chicos?- Les preguntó, Mónica notó algo en la cara de Magui.

-Estamos buscando a Reme ¿Sabes algo de ella?



A Magui le cambió la cara, se le pusieron los ojos vidriosos, a punto de llorar.



-¿Qué pasa Magui?- Le preguntó Álex.



Magui suspiró mirando el cielo.



-No sé nada de ella desde hace días, desde el día de los fuegos artificiales populares de fin de fiestas de invierno.

-Tenemos que hablar con tranquilidad.- Le decía Álex.

-Yo no sé nada más.- Disimulaba Magui, no convenció a nadie, se dieron cuenta que algo ocultaba.

-Mira Magui, sabemos que Reme vivía por aquí, si no nos explicas todo lo que sabes, te vienes con nosotros a la comisaría y allí hablamos.- Le decía, medio la amenazaba Mónica.

-No, la comisaría no…

-Pues dinos lo que sabes.- Le pedía Álex.



Magui dudaba, miraba para un lado, después para el otro, le caía alguna lágrima.



-Magui, si no nos lo dices todo, no podremos ayudar a Reme, ni a ti.- Le decía de buenas maneras Mónica.

-Está bien, venir conmigo.



Caminaron los tres, Magui giró la calle, caminaron un poco más y entró en un portal, abrió la puerta con su llave, pasaron por delante de los buzones para entrar en el ascensor, Mónica y Álex pudieron leer en uno de ellos el nombre de Reme. Subieron a una planta, caminaron por un pasillo, Magui metió una llave en la puerta de un apartamento y lo abrió. Entraron los tres, Álex se quedó con Magui sentado en el sofá, Mónica discretamente fue mirando el apartamento, entró en la habitación.



-Está bien ¿Qué pasa? Porque este es el apartamento de Reme.- Le preguntaba y confirmaba Álex a Magui.

-El día de los fuegos artificiales- Empezó a contarle Magui.- desayunamos en esa mesa- Le señalaba con la cabeza la mesa del comedor.- quedamos en vernos antes de los fuegos artificiales, para verlos con unos amigos suyos de la universidad…

-¿Por qué desayunabais juntas?- Preguntaba Álex.

-Por qué Magui vive aquí.- Respondió Mónica entrando en el salón.



Magui la miró con los ojos muy abiertos, como cuando te descubren haciendo algo que no deberías hacer.



-Esas bolsas con ropa encima de la cama son tuyas ¿Verdad?- Insistía Mónica.



Magui miró el techo pensando.



-Como te decía, cuando llegué al lugar donde iban a hacer los fuegos artificiales llamé a Reme, para saber donde estaba y encontrarnos, el teléfono estaba apagado, eso era imposible, ella siempre está disponible. Después vi a sus amigos, les pregunté por ella y tampoco sabían nada, no he vuelto a saber de ella…



Magui estaba a punto de llorar.



-¿Por qué vivías con ella sabiendo que se lo prohibía la universidad? ¿Sabiendo Reme lo que se estaba jugando? Le podían quitar la beca.- Le preguntó Álex.

-Porque nos prostituimos.- Gritó Magui, relajándose después, como si se hubiera quitado un peso se encima.- Por eso nos conocimos…

-¿Os conocisteis haciendo…?- Preguntaba Álex.

-Sí, haciendo de puta- Contestaba Magui.- yo en ese momento no tenía donde vivir y ella se portó muy bien conmigo, me ofreció su apartamento, lo único que tenía que hacer era no decírselo a nadie para que no perdiera la beca.

-Por eso su visita al hospital.- Recordaba Álex.

-¿Qué visita? Yo no lo recuerdo.- Decía Magui.

-Seguramente lo hizo antes de conocerte.- La justificaba Álex.

-Teniendo la beca que tenía ¿Por qué ser prostituta? Reme no tenía ningún gasto, no lo entiendo.

-Me dijo que ella nunca había tenido nada, haciendo eso… tenía unos ingresos para sus caprichos, comprarse un móvil nuevo, ropa, lo que le apetecía, para esas cosas el presupuesto de la beca no le llegaba, Reme quería vivir al máximo.

-Si ella desaparece, tienes miedo de que se enteren en la universidad que vivías con ella.- Le decía Álex.

-Claro, ahora están de vacaciones de navidad, pero cuando se reemprendan las clases, si ella no asiste, en algún momento vendrán a su apartamento, no me pueden ver aquí.

-¿Qué vas a hacer? ¿Tienes donde ir?- Le preguntaba Mónica.

-Antes no conocía a nadie, desde que vivo con Reme he conocido a mucha gente, ya he hablado con una amiga para quedarme de momento en su apartamento. No me busquéis problemas, por favor.- Les pedía Magui.



Álex sacó de un bolsillo una libreta pequeña y un bolígrafo, abrió la libreta por una página en blanco.



-No te preocupes, pero sí que necesito que me apuntes en esta libreta tu número de teléfono y la dirección donde vivirás. Puede que necesitemos hablar contigo más adelante.



Magui le apuntó en la libreta los datos. Le volvía a caer una lágrima, Álex le dio una tarjeta.



-Apúntate mi teléfono, si la ves o sabes de ella, por favor llámame.

-¿Creéis que le ha pasado algo? Si estáis aquí es por alguna cosa.- Preguntaba preocupada Magui.



Álex se levantó del sofá, Mónica se acercó y le acarició la cara.



-No lo sabemos, no tenemos pruebas que lo demuestren, pero no te voy a mentir, es muy raro que Reme haya desaparecido de esta manera.- Le decía Mónica.



Álex y Mónica revisaron el apartamento, por si podían encontrar alguna cosa que los orientara en la investigación. No encontraron nada significativo. Se fueron, cuando llegaron a la calle, Álex miró la hora.



-Es hora de almorzar, vamos, te invito- Le decía a Mónica.



Buscaron un lugar cercano para comer algo. Después fueron a la comisaría con la intención de explicarle al comisario lo que habían descubierto, antes Álex redactó otro informe, sobre lo ocurrido aquella mañana. Entraron los dos en su despacho, el comisario levantó la vista del ordenador y los miró fijamente.



-¿Alguna novedad? ¿Qué hacen aquí ustedes dos?

-En estas carpetas- Le dijo Álex dejándolas encima de la mesa.- está todo, el análisis del pañuelo ensangrentado que encontramos, los resultados del ADN, el envío a los hospitales de la región, el resultado, coincidiendo con una chica, Remedios Expósito, una alumna de la universidad desaparecida. Esta mañana…



Álex le explicó con detalles todo lo ocurrido aquella mañana en la casa, y su visita al piso de Reme, su conversación con la amiga, aunque de momento obvió poner su nombre en el informe.



-A ver si lo entiendo, separa a los agentes que estaban patrullando…- Decía el comisario.

-He ido con él porque soy amiga de Reme.- Respondía Mónica.

-¿A usted le ha dicho alguien que puede hablar?- Levantó la voz el comisario mirando a Mónica.



Del susto se le fueron los hombros para atrás a Mónica, quedándose callada, bajando los ojos.



-Usted- Volvía a levantar la voz el comisario mirando a Álex.- decidió no hacerme caso y ha seguido investigando, se puso en contacto con la policía científica sin saber yo nada, se han enviado pruebas de ADN sin consultármelo, ha decidido separar una patrulla, se ha separado de su compañero ¿Qué pretendía? Que Soria hiciera la patrulla con el compañero de Mónica. Ha entrado en una casa sin una orden judicial, usted… usted Álex, a destrozado en una mañana todos los protocolos policiales… ¡Joder! Soria- Gritó el comisario.



Soria apareció en la puerta del despacho, hacía rato que desde su mesa estaba oyendo al comisario pegar gritos.



-¿Usted tiene algo que ver con todo esto?- Le preguntaba a Soria, levantando levemente las carpetas.

-Yo…- Iba a contestar Soria.

-No señor, el único responsable soy yo, yo tomé todas las decisiones.- Se culpaba Álex, para no meter a sus compañeros en medio.



El comisario lo volvía a mirar.



-Usted y sus decisiones, a su puta bola, sin consultar, saltándose todos los protocolos, es usted una vergüenza para el cuerpo. Desaparezcan de mi vista, tómense la tarde libre, tengo que pensar que hacer con ustedes, que desastre ¡Coño!

-La agente Mónica no tiene nada que ver con esto señor.- Decía Alex.

-La agente Mónica es amiga de la desaparecida, aparte de tener con usted… la relación o mierdas que tengan en común, no la quiero ver hasta mañana, lárguense de aquí, fuera de mi vista ¡Coño!



Soria se apartó de la puerta, Mónica y Álex salieron del despacho.



-¿Qué le pasa al comisario? ¿Por qué esos gritos?- Preguntaba Soria.

-¿No lo has oído todo? Ya sabes por qué.- Respondía Álex enfadado.



Salieron los dos de la comisaría, se encontraron con la agente García, que llegaba de patrullar para hacer un descanso.



-¿Qué pasa que hacéis esa cara?- Les preguntó al verlos.



Mónica se acercó a ella y la abrazó.



-Escucha García, vive la vida porque es una mierda- Le decía pensando en su amiga desaparecida.- fóllate de una vez a tu marido, es una tontería que no lo hagáis, los días pasan y os acabaréis arrepintiendo.



Le dio dos besos y se fue con Álex. García la miraba por detrás como caminaba, pensaba que coño les debía pasar para que le dijera eso. Álex y Mónica se fueron a la casa de Álex, Mónica se fue a duchar, necesitaba refrescarse. Mientras lo hacía llamaron al móvil de Álex.



-Soy el comisario, me lo he pensado mejor ¿Está con usted la agente Mónica?

-Sí- Respondió Álex pensando que los iba a dejar volver.

-No vuelvan al trabajo hasta nueva orden, no quiero verlos por aquí.



Le colgó sin decirle nada más, Álex miraba el móvil. Salió Mónica secándose el pelo con una toalla.



-¿Pasa algo?

-Era el comisario, no quiere que volvamos hasta… hasta que le salga a él de los cojones ¡Hostia!

-¿Me dejas algo de ropa?- Le preguntó Mónica.

-Coge lo que te dé la gana de los armarios.



Mónica Salió vestida con un chándal de Álex y se sentó con él en el sofá.



-A ver, la verdad es que no hemos hecho muy bien las cosas.- Le decía Mónica.

-No hemos hecho, no, no las he hecho yo.

-¿Por qué? Podías haber informado al comisario.



Álex pensaba, miraba por la ventana a la calle.



-Al principio porque me pareció una tontería, ya sabes, aquí nunca pasa nada ¿Cómo me iba a imaginar que llegaríamos donde hemos llegado? Después el comisario me dijo aquello de no gastar dinero de los contribuyentes y esas cosas, no sé, todo fue rodado y no pensé en protocolos ni pollas.

-Está bien, tranquilo ¿Por qué no te das una ducha? Te relajará.



Después de la ducha de Álex, volvían a estar los dos estirados en el sofá. Álex agarró el móvil y miró las fotos. Buscó en la agenda y llamó a Lita.



-Hola Lita.

-¡Hostia tío! Me ha llamado el comisario, no veas la bronca que me ha pegado el cabrón, por pedir analizar cosas al laboratorio sin su permiso.

-Le he llevado todos los informes esta tarde y a enloquecido, creo que le queda poco para jubilarse y no tiene ningunas ganas de complicarse la vida. Mira, te quería pedir algo, en ‘La Destartalá’, en la tercera planta hemos encontrado una buhardilla, en una estanterías hay unas fotos que me gustaría que analizases.

-Pues lo siento chico, el comisario me ha dejado bien clarito que no haga nada más en relación a este caso, no me quiero jugar el trabajo, entiéndelo.

-Claro que lo entiendo, lo siento Lita, ya nos veremos.



Álex miró a Mónica.



-¿A ella también le ha caído una bronca?- Preguntaba Mónica.



Él se lo confirmaba con la cabeza. Álex volvió a mirar las fotos, a su lado Mónica.



-Esta parece una foto familiar, esa pareja tan bien vestida para la época parecen los propietarios con su hijo.- Opinaba Mónica, Álex pasó la foto.- Esta es del niño jugando en el jardín, en ese tiempo la casa estaba esplendorosa, que bonita se ve.- Seguía opinando Mónica de otra foto.- ¿Y esta? ¿Quién es esa chica? Parece que lleve puesto un vestido ibicenco.

-Esta chica no es de la familia, si lo fuera saldría en la foto familiar, y… por el tono de la piel, ese vestido no es ibicenco, yo diría que es haitiana o de por ahí. Puede que fuera una de las criadas, la que cuidaba del niño.- Argumentaba Álex.

-Sabes que me sorprende, que esté tan triste ¿No lo notas tú?

-Sí, imagínate que te trajeran de un país lejano, sin conocer a nadie, sola, en una casa sirviendo, no creo que fuera muy agradable.- Comentaba Álex.
 
Sonó el timbre, los dos se miraron. Álex fue a abrir, era Soria, saludó a Álex y entró en el apartamento.



-¡Coño! Estás aquí, no lo sabía.- Le decía a Mónica.

-Los repudiados de la comisaria nos juntamos, ya ves.- Le contestaba ella.

-Que putada, no sé que le ha pasado al comisario, que cabreo a pillado el colega.- Decía Soria.

-¿Qué va a pasar? Que está a punto de jubilarse y no tiene ningunas ganas de trabajar, que pase lo que ha pasado, para él es un cerdada.- Opinaba Álex.

-¿Ha dicho algo?- Preguntaba Mónica.

-A mi no, ni a nadie, se ha cerrado en su despacho y no ha salido hasta la hora de irse.

-Ya se le pasará el cabreo, espero que nos llame pronto.- Decía Álex.

-Bueno chicos, ya veo que estáis bien- Les decía Soria mientras caminaba para largarse.- por cierto guapa, ese chándal te va muy grande, no hace justicia a lo buena que estás.

-¡Soria hombre!- Le decía Mónica, el atravesaba la puerta de salida riéndose.



Álex y Mónica se volvieron a sentar para mirar las fotos, una a una, observando los detalles, no vieron nada extraño, lo único que parecía extraño, era la tristeza de una chica tan guapa.



-‘La Destartalá’ ya sabemos que no era su nombre original, algún gamberro lo cambió, su nombre era ‘La Ultramar’, según dicen el propietario ganó su fortuna en esas tierras, de ahí mi idea de que esa chica fuera Haitiana o Cubana, no sé.- Decía, como pensando en voz alta Álex.

-¿Qué se sabe de esa familia? ¿Por qué construyó su casa aquí y no en otro lugar?- Preguntaba Mónica.



Álex la miró fijamente, se incorporó en el sofá.



-El comisario nos va a tener castigados sin ir a la comisaría, aprovechemos e investiguemos a la familia, a ver que somos capaces de encontrar.



Le dijo a Mónica ilusionado por hacer algo, ella le sonreía.







Aquella noche, llegaba el marido de la agente García a su casa, abrió la puerta, dejó las llaves y la cartera encima de un mueble…



-Cariño ¿Estás aquí?- Preguntaba levantando la voz.

-En la habitación.- Respondió ella.



El hombre caminaba por el pasillo.



-¿Por qué me has llamado antes para que lleve a los niños con sus abuelos?- Preguntaba cuando entraba en la habitación.



Los ojos se le abrieron como platos, se le salían las órbitas, su mujer, la agente García, con la que por diferentes motivos, los niños, el cansancio de cada día o por vete tú a saber, llevaban un montón de tiempo sin follar. Estaba allí, estirada en la cama, con un conjunto de braguita y sujetador muy sugerente y sexi.



-Esta tarde he pensado en comprarme este conjunto de lencería, quería que me dieras tu opinión.- Le decía García a su marido con una voz melosa y sensual.



El hombre se quitó la ropa cagando leches, se quedó en pelotas en menos que canta un gallo, se estiró en la cama al lado de la agente. Se dieron un piquito, él le acariciaba el cuerpo, un segundo piquito, el tercer beso ya fue más intenso, y a partir del cuarto se desató la guerra. El marido le besó el cuello, las tetas por encima del sujetador, se lo apartó, le comió los pezones poniéndoselos duros, ella jadeaba, fue bajando la lengua por la barriga, le lamió el chichi por encima de las bragas, las bragas desaparecieron en un santiamén y le comió el coño con ganas, abriéndoles las piernas todo lo que podía para poder meterle la lengua dentro del agujero, succionarle el clítoris mientras le metía dos dedos en el coño. La agente García gemía como una poseída, su marido la estaba descontrolando, se incorporó, le agarró la polla y lo colocó boca arriba en la cama, se metió la polla en la boca, le pegó unas cuantas chupadas y dejó a su marido a punto de follada. Y tan apunto, se le subió encima, con rapidez, con ganas de follárselo, descontrolada, le agarró la polla, se la apuntó ella misma en la entrada del coño, y sin demora se la metió hasta el fondo, de un golpe, sin aditivos ni conservantes, directa, las ganas y la excitación del momento no dejaban tiempo para más. Los dos gimieron, ella se movió encima notando el tremendo gusto que estaba sintiendo, con aquella pasión, aquella pasión olvidada de antes de quedarse embarazada, después todo cambió, el ardor sexual se fue perdiendo, hasta llegar a un punto que ni follaban. Pero ese día, en ese momento, era el momento, el momento de volver a recuperar lo perdido, y ya lo creo que lo recuperaban, los dos estaban como locos, follándose, tocándose, acariciándose, con nervios, con precipitación por la excitación, pero que bien se lo pasaban y que bien les sentaba. Él le pellizcaba los pezones, ella lo cabalgaba al galope, mojándose el coño una barbaridad, notando como le subía rápidamente un tremendo orgasmo, un orgasmo que le hizo gritar de gusto como no recordaba haber gritado antes. Su marido esperó pacientemente a que ella disfrutara su corrida, cuando acabó la giró, se puso él encima, en medio de las piernas, la penetró de un golpe seco, a la vez que le abría las piernas todo lo que podía, levantándoselas un poco para penetrarla más profundamente, para notar como cada pollazo le llegaba hasta el fondo del coño, para ver como su mujer gritaba cada vez que su cuerpo chocaba contra su coño. Ella le agarraba el culo, se lo apretaba, animándolo a follársela con pasión y dureza.



-Fóllame cariño, fóllame, así, así, fóllame como quieras.- Le gritaba la agente García a su marido.



Él, al escuchar aquellas palabras, al decirle su mujer que se la follara como quisiera, la cabeza pensó rápidamente ¿Cómo te la quieres follar? Y la respuesta fue instantánea… a cuatro patas. Se salió de dentro de ella, la giró y la levantó agarrándola de la barriga, para que ella apoyara las manos en la cama, al colocarle bien el culo, la agente García entendió perfectamente lo que quería su marido, se colocó bien, bajó la cabeza apoyándola en la cama, levantó el culo y le ofreció el coño, mojado, abierto y preparado para ser follado, no tardó en sentir el tremendo pollazo que su esposo le metió, la hizo gritar, estremecer todo el cuerpo, con el segundo, abrió los ojos y entreabrió la boca, pensó que si su marido seguía así se volvería a correr. No tardó mucho en confirmarlo, se la estaba follando con un ritmo, una dureza, una profundidad y una pasión que la iba a reventar, la reventaría el orgasmo, la corrida que estaba notando que le subía, y que le acabó de subir, gritó, se estremeció, se agarró a las sabanas con fuerza, aguantando y disfrutando de una corrida que no recordaba haber tenido nunca.



Cuando acabó, la agente García se dejó caer en la cama, su marido, le colocó un cojín debajo de la barriga, para levantarle el culo, ella ni se movía, estaba totalmente exhausta, que haga lo que quiera, pensaba. Ni se inmutó cuando notó que su marido le mojaba el agujerito del culo, estaba tan relajada que al pasarle dos dedos mojados en saliva, se le abría el agujerito. Él se estiró encima, se agarró la polla, la apuntó en el agujero… y muy suavemente fue entrando, sin problemas, sin dolor, deslizándose por sus entrañas, hasta empalarla totalmente por el culo. Cuando el marido notó como entraba su polla en el culo de su mujer, tan fácil, la follada continuada y dura volvió. García pensaba en la última vez que lo hicieron así, hacía muchísimo tiempo. No pensó mucho porque su marido se le corría en el culo, gruñendo, gimiendo, gritando, relajándose por fin.



Se ducharon, se hicieron carantoñas, caricias, prepararon la cena. Allí estaban, preparándola, cuando el marido le miró el culo a la agente García, pensó en lo que había disfrutado follándoselo hacía un rato, la polla le volvió a responder, se le ponía dura, se acercó a ella por detrás, le besó el cuello, García apartó la cabeza con una sonrisa, para que pudiera besárselo sin problemas, él le metió las manos por dentro del pijama, le agarró el culo, se lo amasó, se mojó dos dedos con saliva y se los pasó por el agujero, ella se puso seria, sabía que quería volver a hacerle, se agarró con las manos a la encimera. Su marido le bajó el pijama, le miró el culo, no se había puesto bragas, se bajó su pantalón del pijama, se agarró la polla, le dio un par de meneos para ponérsela dura del todo, se la apuntó y volvió a entrar sin dificultad, mientras escuchaba el suspiró de su mujer, y como apretaba su culo contra su polla metiéndosela más profundamente. Le volvió a follar el culo, con más tranquilidad, sintiendo, notando y saboreando cada penetrada. Ella jadeaba, le acariciaba y empujaba la cadera de su marido para que se la follara, que hiciera lo que quisiera, pensaba García, debía de haber hecho esto hace mucho tiempo, era muy fácil, solo tenía que comprarse algo de lencería sexi y lo habría provocado, como había hecho ese día ¿Por qué no lo hizo antes? Por dejadez, por desidia o porque era idiota, seguramente por esto último, pensaba mientras su marido se le corría en su culo una segunda vez esa noche. Se giró, le agarró la cara con las dos manos, le sonrió y le dio un beso en los labios.



-¿Te está gustando esta noche?- Le preguntó a su marido.

-Es la mejor noche desde hace mucho tiempo, tú también lo sabes.



Por la mañana, la agente García se despertó muy temprano, tenía el coño mojado, había soñado con el polvazo de la noche anterior. Metió la mano por dentro del pijama de su marido, le agarró la polla y se la pajeó, le creció, pero no lo suficiente, según ella, así que se metió entre las sabanas y le pagó una mamada de campeonato a su marido, le iba a poner la polla tiesa sí o sí. Cuando creyó que había conseguido su objetivo, se subió encima de él y se lo folló con todas las ganas que pudo, se corrió ella y después, con unos cuantos culazos de la agente García, se corrió él.



-¿Por qué coño no lo hemos hecho antes?- Preguntaba el marido.

-Yo también me lo he preguntado cariño ¿Volveremos a hacerlo, no?

-Este sábado, dejaremos a los niños con sus abuelos, te esposaré las manos en la espalda y te follaré como me dé la gana.



A la agente García se le escapaba una risilla.
 
Álex fue a buscar el ordenador portátil, se sentó con Mónica en el sofá dejando el portátil en la mesita, los dos sentados en la punta del sofá miraban la pantalla. Álex escribió el nombre de la casa en el buscador, no salió ningún resultado, los dos se miraron.



-Es una casa muy vieja, en internet está claro que no hay nada, pero…- Le decía Mónica.

-En el Registro de la Propiedad ¡Claro hostia! ¿Por qué no lo habré pensado antes?- Se alegraba Álex.

-Lo que pasa es que es muy tarde, tendremos que ir mañana. Y antes pasaré por mi apartamento, quiero cambiarme de ropa.

-Mañana podríamos pasar por tu apartamento, recoges algo de ropa y estos días los pasamos juntos aquí ¿Te parece bien?

-¿Estás seguro Álex?- Se extrañaba Mónica.

-Mujer, yo lo digo porque si tenemos que investigar y eso, mientras no volvemos al trabajo, pues…

-Ya, es más cómodo hacerlo estando juntos.

-Claro, claro, por eso te lo pedía.

-Claro, claro.- Se le escapaba una risilla cachondeándose a Mónica.



Al día siguiente Álex acompañó a Mónica a su apartamento, ella recogió varias prendas de ropa, braguitas y sujetadores, metiéndolo todo en una bolsa, se puso algo limpio y volvieron al coche. De allí al Registro de la Propiedad, al identificarse como policías todo fue más fácil. Le dejaron el archivador con la información de la casa. Álex estudiaba cada hoja, Mónica apuntaba fechas y datos que les parecían interesantes de tenerlos, pasó una hoja, los dos leyeron con mucha atención, se miraron.



-José Valladolid Pisuerga, así se llamaba el propietario.- Decía Mónica.

-Sí, y como el Pisuerga pasa por Valladolid lo hicieron Marqués, Marqués de Ciudadseca, manda cojones.



Mónica fotografió con su móvil la hoja. Acabaron de mirar la documentación que quedaba, al final, los dos se miraban, parecía que faltaba alguna hoja. Volvieron a la casa de Álex, desde allí, sabiendo el nombre del sujeto, buscando por el ordenador encontraron más información. Descubrieron lo que Álex sospechaba, que mucha gente que hizo fortuna en aquellas tierras en aquellos tiempos, no lo hicieron con cosas normales, José Valladolid comenzó con una barca haciendo pequeños transportes, los transportes con la barca no debieron ser muy legales que digamos, porque a los pocos años tenía una flota de barcos atravesando el Atlántico, moviendo esclavos de África de un lado para el otro. El tío debía ser listo, le hizo a la corona española varios favores, dejándoles barcos sin cobrar y cosas por el estilo, eso le dio fama en la corte, hasta consiguió que le hicieran Marqués y todo el cabrón, pensaba Álex. El último lugar conocido donde vivió en ultramar fue en Haití, Mónica pegó un salto.



-¡Hostia Álex! Tenías razón, la chica de la foto tiene que ser haitiana, seguro.

-Y por lo que parece- Continuaba Alex.- cuando vino a vivir aquí fue un gran mecenas, ayudó a la gente y… ¡Hostia puta! Dio una gran cantidad de dinero para crear la universidad.



Acto seguido Álex buscó información sobre la universidad, todo lo que encontró era bueno, la buena labor que hacía ayudando a la gente necesitada y los premios que le habían concedido.



-Bueno, es verdad, eso ocurrió hace mucho tiempo, nadie de los responsables de la universidad tiene nada que ver con el Marqués.- Remarcaba Mónica al leer la web de la universidad.

-Creo que hemos descubierto bastantes cosas del tipo ese ¿Tienes hambre? Es hora de cenar.- Le decía Álex.



Cenaron tranquilamente, comentando las cosas que habían descubierto del Marqués, incluso sabían las fechas aproximadas de cuando abandonaron la casa. Pensaron que no fueron muchos años, por el motivo que fuera el Marqués y su familia se mudó, dejaron la casa allí, tal como estaba, no la vendieron ni nada y eso les sorprendía. Después de cenar miraron un rato la tele.



-Me voy a dormir Mónica, ha sido un día intenso y necesito descansar, sobre todo de la cabeza, eso de no ir a la comisaría lo llevo muy mal.- Le confesaba Álex.

-¿Quieres que duerma contigo o me quedo aquí en el sofá?

-¿Cómo te vas a quedar aquí mujer? Ya hemos dormido juntos algunas veces, no creo que sea tan raro ¿No?



Mónica se levantó de un salto, se agarró al brazo de Álex y caminaron hasta la habitación.



-No sé Álex, esto cada vez se parece más a estar emparejado, lo digo por ti.- Se cachondeaba Mónica.

-Esto es… pues eso… lo que está siendo entre nosotros.- Le respondía con una sonrisilla Álex.

-Sí, claro.- Respondía ella con otra sonrisilla.

-Y me gusta mucho, por cierto, me gusta estar contigo.



Le confesó Álex, ella lo miró con cariño.



-A mí también me gusta estar contigo Álex.- Le respondía Mónica.



Al día siguiente se levantaron sin prisas, a la hora que les dio la gana, estaban desayunando cuando sonó el móvil de Álex.



-Hola Lita.

-Álex, tengo malas noticias, me han confirmado que las muestras que saqué de encima de la mesa de la bodega son de sangre… y es la misma que la del pañuelo, así que…



Alex cerró los ojos y se puso la mano en la frente.



-¿Es posible que…?- Preguntaba Álex.

-No Álex, con esa cantidad de sangre perdida es imposible…

-Gracias Lita, ya te llamaré.



Álex colgó, muy serio, Mónica lo miró fijamente. Él le hizo un gesto con la cabeza, ella entendió lo que quería decir. A Mónica le empezaron a caer las lágrimas.



-No la conocía desde hace mucho, pero le había cogido cariño ¿Cómo le han podido hacer eso?- Se quejaba amargamente Mónica.

-Acaba de desayunar, nos vamos a ver al comisario.

-He perdido el apetito, Álex.

-Yo también, nos vestimos y nos vamos.



Se presentaron los dos en el despacho del comisario, este levantó la cabeza al verlos entrar.



-¿Qué coño hacéis aquí vosotros? No ha pasado ni dos días desde…

-¿No le ha llegado el informe?- Le decía Álex con mala leche.

-¿De qué informe me habla? Estoy de sus informes hasta los cojones.



En ese momento entró un agente entregándole un sobre.



-Ha llegado esto comisario, es de la policía científica.- Le dijo el agente, después desapareció.

-¿Qué es esto Álex?

-Esto es un asesinato señor, un crimen.

-Pero que dice hombre ¿En esta ciudad?

-La sangre del pañuelo coincide con la que estaba desparramada por todo el sótano, es de Reme, de Remedios Expósito, la víctima, tendremos que empezar a buscar el cadáver.

-Salgan del despacho por favor.- Les pidió el comisario.

-Señor, quería pedirle que la agente Mónica se incorpore a este caso…- Empezaba a decir Álex.

-A ustedes dos les tendría que haber suspendido de empleo y sueldo, pero viendo la gravedad del caso no lo haré.

-Así ¿Podemos estar por aquí?- Le preguntaba Mónica.

-No, siguen en activo, pero lárguense, no quiero verlos por la comisaria, den vueltas por las calles patrullando, hagan lo que quieran, lo que no quiero es verlos por aquí, tienen el poder de ponerme de los nervios cada vez que les veo, lárguense ya.



Mónica agarró de un brazo a su compañero para salir del despacho.



-Salgamos Álex, no ves que está muy afectado, no se esperaba que fuera lo que ha sido. Démosle un tiempo para que se recupere.



El comisario se quedó en su mesa, tapándose la cara con las manos. Soria paró a Álex cuando salió del despacho del comisario.



-¿Qué pasa? ¿Por qué está así el comisario?- Le preguntaba a Álex, intuyendo que algo grave había pasado.

-Lo del sótano de la casa, es un crimen, han matado a Reme.



La cara de Soria era un poema, no se lo podía creer ¿Cómo podía ocurrir algo así en aquella ciudad? Que lo más grave que ocurría, era que le desapareciera un gato a Catwoman.



Mónica salió al parking, se encontró con la agente García.



-¿Qué tal García?- Saludó a su amiga.

-Muy bien Mónica, no te lo puedes llegar a imaginar, me he vuelto a enamorar.

-¿Pero qué dices? ¿Y tú marido?- Se extrañaba Mónica, García reía.

-De él, de mi marido me he vuelto a enamorar, te hice caso el otro día, sabes, me compre lencería sexi y lo provoqué, tendrías que haberlo visto, bueno, mejor que no, que es solo para mí, se puso como una moto, pegamos un polvazo histórico, vuelvo a estar activa sexualmente.- Le explicaba García contenta.

-Me alegro mucho García.- Le contestaba Mónica sin muchos ánimos.

-¿Pasa algo? ¿Os han echado definitivamente?

-No, seguimos como agentes activos, lo que pasa es que… mira, sé que esto te va a impresionar, pero eres policía y tienes que saberlo, en el sótano de la casa… han matado a Reme.



García se puso las manos en la boca, le temblaron las piernas, como nadie en la comisaría, se esperaba algo así. Mónica la animó, después salió Álex y también habló con ella para tranquilizarla. García se quedó en la comisaría, Mónica y Álex se subieron al coche.



-¿Qué hacemos? ¿Damos unas vueltas en coche por la ciudad?- Preguntaba Mónica.

-No, vamos a seguir con el caso, visitaremos primero a la forense, a Lita, después iremos a la universidad, a ver si nos pueden ayudar en algo.

-No sé si al comisario le hará gracia que sigas investigando, ya has visto que no quiere ni vernos.

-Lo que quiera el comisario me lo paso por el forro de los cojones, se ha cometido un crimen, el cuerpo de Reme tiene que estar en algún sitio, no pienso dejar pasar los días y perder el tiempo en otras cosas con lo que ha ocurrido.



Salían con el coche por la barrera de la comisaría cuando los paró, colocándose delante, Catwoman. Álex bajó del coche.



-Señora por favor, que casi me la llevo por delante, no puede parar el coche así, mujer.

-Lo siento hijo, es que os he visto y he pensado en saludaros, venía a… bueno a eso…

-Se le ha perdido un gato.- Confirmaba Mónica, que también había salido del vehículo.

-Sí, por eso venía- Decía la señora sin mucha credibilidad.- ¿Ha pasado algo? Es que veo las caras muy tristes de todo el mundo aquí.

-Sí que ha pasado algo, pero usted no se preocupe. Nosotros daremos una vuelta con el coche a ver si encontramos a su gato.



Álex y Mónica volvían a meterse en el coche.



-Esperar, esperar.- Les pedía la señora. Álex abrió la ventanilla.

-¿Qué desea ahora?- Le preguntaba Álex algo impaciente.

-No sabéis que gato me ha desaparecido ¿Cómo lo vais a encontrar si no sabéis que buscar?

-Claro, claro, tiene razón ¿Cómo se llama?- Le preguntó Mónica, viendo que ha Álex se le acababa la paciencia.

-Sí, el que falta es… Donatello, sí Donatello.- Volvía a contestar la anciana con poca convicción.

-Muchas gracias señora.



Se despidió Álex, puso el coche en marcha, mientras se alejaban.



-Leonardo, Donatello ¿Le ha puesto a los gatos los nombres de las Tortugas Ninja?- Preguntaba Mónica.

-Yo que sé, no ves que la señora está pa’ ya’.

-Pues son bonitos.

-¿El qué?

-Los nombres, hombre, los nombres, tú también estás un poco pa’ ya’ ¡Eh!

-Es que tengo otras cosas en la cabeza, mujer.

-Ya sé que estás preocupado por el caso.



Le decía Mónica, intentando tranquilizarlo, aunque eso era imposible, se le veía tan interesado y metido mentalmente en lo ocurrido. Llegaron al depósito de cadáveres, Lita los fue a saludar cuando los vio entrar.



-Lo siento mucho, sé que la conocíais.

-Sí, yo la consideraba mi amiga, una buena chica.- Contestaba Mónica triste.

-¿Has podido descubrir algo nuevo?- Le preguntaba Álex.

-No, he pensado, creo que el cuerpo se lo debieron de llevar de allí en algo que no dejaba pasar la sangre, en un plástico o una caja. Las manchas estaba concentradas en la mesa y alrededores, si la hubieran trasladado de otra manera se notaría, habría descubierto un rastro de sangre.

-¿Y no había nada más? Marcas de suelas de zapato o algo así, el que lo hizo pisaría por allí ¿No?- Preguntaba Mónica.

-Seguro que pisó, había trozos del suelo que se notaban pisadas, pero ni una huella, es como si llevara zapatos o zapatillas con la suela totalmente plana, y con forma distinta a una suela normal…

-¿Cómo que distinta?-Preguntaba Álex.

-En forma rectangular, y muy grandes, o esa persona tenía los pies muy grandes o no lo entiendo, y que el zapato fuera tan rectangular lo entiendo menos.

-Pues habrá que seguir investigando.- Decía Álex.

-He hablado con Soria, me vendrá a buscar para volver a la casa, quiero procesarla entera.

-Vale, acuérdate de mirar en la buhardilla, les hice unas fotos a varios marcos, ya que estás mira bien por allí, puede que algo se me pasara.



Álex le enseñó las fotografías que había tomado en la buhardilla, Lita las miró.



-Unas fotografías muy antiguas.- Dijo Lita.

-Sí, así es, es la familia del propietario, un Marqués.- Confirmó Mónica.

-Bueno, nosotros vamos a preguntar en la universidad por Reme.



Dijo Álex, saliendo de la habitación con Mónica.
 
Mónica y Álex bajaron del coche en la universidad. A un lado se veía el edificio de la universidad, en el otro la residencia de estudiantes, en la puerta había varios chicos y chicas. Se dirigieron allí.



-Hola chicos ¿Conocéis a Reme?- Preguntaba Mónica.

-¿Reme?- Preguntaba uno de los chicos.



Mónica buscó en el móvil y les enseñó una foto que se había hecho con ella. Los chicos les dijeron que no la conocían. Mónica se acercó a otro grupo de chicos, Álex se quedó con el primer grupo.



-¿Habéis notado algo raro por aquí?

-Estos días son raros señor, estamos de vacaciones, mucha gente se va y los que nos quedamos intentamos pasar los días de la mejor manera posible.



Mónica les enseñó la foto al otro grupo, la mayoría de los chicos le dijeron que no la conocían.



-Yo salí una vez con ella, con ella, con su amiga negrita y más gente.

-¿Con su amiga Magui?- Preguntaba Mónica.

-No me acuerdo del nombre, me suena Magui, puede ser.

-Si era negra, era Magui.

-Sí, sí, era de raza negra, eso seguro.

-A Reme ¿La has visto por aquí?- Seguía preguntando Mónica.

-No la he vuelto a ver, creo que vive fuera del campus.

-Vale chicos, muchas gracias.- Les agradeció Mónica.



Se juntó con Álex.



-¿Alguna cosa?- Preguntó Álex.

-No, una chica salió una vez con ella y más gente, nada más, aparte que no la han visto por aquí ¿Y tú? ¿Tienes algo?

-Nada, que son días raros en la universidad.



Los dos miraban el edificio de la universidad.





Soria, acompañado de la forense Lita, paró el coche delante de la verja de ‘La Destartalá’, se miraron y se tiraron a besarse como locos, Soria la ayudó a ella a pasar al asiento trasero, después pasó él, sin perder tiempo le desabrochó el pantalón y se lo quitó, le apartó las bragas y se tiró a comerle el coño con ganas. Lita gemía.



-Podíamos haber ido después a mi apartamento.- Le decía Lita.

-No tengo tiempo, me apetece aquí y ahora.



Le contestaba Soria, mientras la giró, le levantó un poco el culo, le bajó las bragas, se desabrochó el pantalón, se lo bajó con los calzoncillos, se pajeó un poco la polla para ponérsela dura del todo, se medio estiró encima de ella y le pegó un pollazo penetrándola, que hizo gritar de gusto a Lita. Soria movía el culo, le sacaba la polla todo lo que podía del coño y se la volvía a meter de golpe, con dureza, ella gritaba, él gruñía y gemía. Con unos cuantos pollazos Lita se corrió, al oír como Lita se corría, lo hizo él, vaciándose totalmente dentro de ella.



Lita abrió la puerta trasera del coche, salió y se colocó bien las bragas y el pantalón, por la otra puerta salió Soria.



-¡Joder que frio! Se me va a congelar el chichi, tío.- Le decía riendo Lita.

-Vamos a trabajar anda.- Le respondía serio, muy profesional, Soria.

-Sí, claro, como ya has pegado tu polvete, te has quedado tranquilo.



Soria reía mientras cortaba la cinta de la policía de la verja, ella recogía del maletero del coche su maletín de trabajo.





Mónica y Álex atravesaron el césped que había delante de la residencia, atravesaron la calle, después el césped delantero de la entrada principal de la universidad, entraron y se pararon a mirar el edifico por dentro.



-Es bonito el edificio.- Opinaba Mónica.

-Sí, estos edificios tan antiguos, tan clásicos, con sus columnas y arcos, son bonitos, sí.



No veían a nadie por allí, que diferente debería ser aquello cuando los chicos tenían clases, pensaba Mónica, un sin parar de pasar gente para arriba y para abajo.



Rectoría 3ª planta, pudieron leer en un cartel. Se miraron los dos y empezaron a subir unas escaleras muy elegantes, con el pasamano de madera reluciente. Al llegar a la planta, justo delante de las escaleras, en una puerta, indicaba que era la Rectoría. Abrieron la puerta, vieron varias mesas con sus ordenadores, no había nadie, están todos de vacaciones navideñas, pensó Mónica. A la derecha vieron una puerta cerrada, Álex la abrió sin llamar, era un despacho muy amplio, al fondo había una mesa muy grande, una mesa de madera, muy trabajada por algún antiguo artesano. Sentado detrás de ella, un chico joven miraba la pantalla de un ordenador, hasta que entraron ellos, entonces los miraba sorprendido a ellos dos.



-Somos de la policía, yo soy el inspector Álex y ella mi compañera Mónica.- Se presentaba Álex enseñándole la placa.

-Buenos días, les saludaba educadamente el chico.

-La mesa es muy bonita.- Le decía Mónica para romper el hielo.

-Sí, y muy antigua, es la misma desde que se creó esta universidad.- Respondía el chico mientras la miraba.

-Verá, queríamos hablar con el rector, que desde luego no es usted.- Decía Álex.

-No, no soy yo- Respondía el chico riendo.- es mi padre, debe estar a punto de llegar.

-Su padre y el rector, ese soy yo.



Escucharon una voz detrás de ellos, se giraron, había llegado el rector.



-Buenos días rector.

-Buenos días Álex… y señora ¿O es señorita? creo que es la primera vez que te veo por la universidad.- Decía el rector mirando a Álex.

-Buenos días señor, es señorita.- Respondió Mónica.

-Es cierto, es la primera vez que vengo, por desgracia…- Respondía Álex.

-Tú, igual que mi hijo no sois muy tradicionales.

-Bueno papá, te dejo con ellos, tengo cosas que hacer.



El hijo se despidió y salió por la puerta, el rector se sentó detrás de su mesa, con un gesto con la mano les invitó a sentarse en las sillas delante de la mesa.



-Vosotros diréis.

-Verá rector, tenemos la denuncia de una desaparición, una chica que estudia aquí. Reme, Remedios Expósito.

-Aquí estudia mucha gente, no puedo acordarme de los nombres de todos los alumnos.

-Es una de las becadas, pero no vive en la residencia, vive fuera, en la ciudad, no creo que sean tantas chicas las que estén en esa situación.- Le comentaba Mónica, como había visto que Álex no le habló de un crimen, si no de una desaparición, ella le siguió la cuerda.



El rector tecleó en el ordenador, giró la pantalla y les enseñó la ficha de Reme.



-Esta es Remedios Expósito.- Les decía el rector.

-Sí señor, es ella.- Afirmaba Mónica.

-Pues está desaparecida, desde el día de los fuegos artificiales para finalizar las fiestas.- Le informaba Álex.

-¿Y quién dicen que ha puesto una denuncia?- Preguntaba el rector.

-Una amiga, quedó con ella, no se presentó ni la ha vuelto a ver.- Le hablaba Álex.



El rector pensaba.



-Mira Álex, en esta universidad tenemos a muchos chicos y chicas becados, eso ya lo sabes, que conste que estoy contento de poder hacerlo y ayudar a quien lo necesita, pero… esos chicos muchas veces no están preparados para las exigencias de una carrera universitaria, cada vez que tienen vacaciones o días de fiesta, desaparece alguno, o varios, aprovechan para irse, nos abandonan.

-No creo que sea ese el caso, ella estaba contenta de estudiar aquí.- Le decía Mónica.

-¿La conocía señorita?- Preguntaba el rector.



Antes que pudiera contestar Mónica, contestó Álex.



-No señor, no la conocíamos, pero hemos hablado con algunos amigos suyos.

-¿Tenía muchos amigos? Qué raro, no suele ser así.

-Pues parece ser que Reme si era así, tenía muchos y todos la querían.- Respondía Mónica.



El rector pensaba, ellos callaban.



-Bueno, en todo caso, cuando empiecen las clases de nuevo, podremos comprobar si se presenta o definitivamente nos ha abandonado. Ahora si me disculpan, tengo varias llamadas que hacer.



Daba por concluida la conversación el rector, Mónica y Álex se levantaron, se despidieron y se fueron.



Antes de ir a almorzar, pasaron por el apartamento de Reme, Álex sacó una ganzúa y entraron, estaba totalmente vacío, muy limpio, las estanterías estaban vacías, los armarios de la habitación también, estaba preparado para volver a ser alquilado. Mónica llamó a Magui.



-Escucha Magui ¿Tú has vaciado el apartamento de Reme…? Sí, está completamente vacío, ni libros ni ropa, ni nada.- Habló algo más con Magui y colgó.

-Ella no ha sido, alguien lo debe haber hecho.- Confirmó Mónica.

-¡Joder! Qué raro.- Se quejaba Álex.





Por la tarde, en la casa de Álex, seguían buscando información por internet. Lita llamó a Álex.



-Hola Lita.

-Hola Álex ¿No decías que en la buhardilla habían unas fotos? Pues no he visto nada.

-Sí ¡Coño! Las has visto antes en mi móvil, estaban en la estantería.

-Mira Álex, en la única estantería que hay no he visto nada, además, estaba llena de mierda, de polvo, allí no había nada.

-¡Joder! Se las deben de haber llevado…

-Que no, que te digo que la estantería estaba llena de polvo, si se las hubieran llevado se notaría el polvo movido o algo, allí nadie ha tocado nada durante mucho tiempo.

-¡Coño! Si yo le hice unas fotos, y antes cogí las fotos para limpiarles el polvo y poder fotografiarlas, el polvo tiene que estar movido seguro.

-Pues sería en otro sitio, porque no habían marcos de fotos ni polvo movido ni nada.



Confirmaba totalmente segura Lita, Álex no quiso seguir con aquella conversación, no tenía sentido nada de lo que estaba pasando. Volvió a mirar las fotografías de su móvil con Mónica, ella fue testigo como las fotografió, aunque en realidad, desde la posición que estaba, por no poderse acercar debido al mal estado del piso de madera, no las había visto, ella nunca vio esos marcos con fotografías, le creyó a él, confió en su palabra, pero no podría jurar que esas fotografías existían, pero… si las había fotografiado Álex, es que estaban ¿O no? Mónica se estaba haciendo un lio.





En otra ciudad, a más de doscientos kilómetros de allí, un hombre atractivo, con prominentes hombros por hacer mucho ejercicio, atravesaba una calle y entraba en un hotel. Saludó al recepcionista y recorrió la distancia hasta los ascensores, entró en uno, marcó la tercera planta, salió del ascensor, fue mirando en las puertas el número de habitación, hasta llegar a una y pararse delante, se puso bien la chaqueta y llamó con los nudillos. Una mujer, con un albornoz puesto le abrió, lo miró de abajo a arriba, con la cabeza le hizo un gesto para que entrara en la habitación. Ella se sentó en la cama, él se quedó delante, mirándola.



-Quítate la ropa.- Le ordenó la mujer.

-¿Así, tal cual, sin previos ni nada?

-Déjate de previos y pollas, desnúdate, ya te lo dije, si no me gusta lo que veo, te largas.

-Vale, vale.- Le contestó el hombre.



Se desnudó, completamente, se quedó delante de ella igual que había venido al mundo. Ella lo miraba seria, un vistazo general y con un poco más de atención en la polla.



-Está bien, cómeme el coño.



Le dijo quitándose el albornoz, ella también estaba totalmente en pelotas. El tío alucinaba, en todo el tiempo que se había dedicado a hacer de gigoló, no se había encontrado en una situación como aquella. Bueno, ella paga, ella manda, pensó, se amorró y le empezó a comer el coño, cuando llevaba un buen rato, y ella gimiendo del gustillo, se le cansaba la boca, intentó separarse, ella le empujó la cabeza para que siguiera.



-Si te cansas, te jodes, no pares, sigue que lo haces bien.



Le volvía a ordenar, le hizo estar un buen rato más. Cuando la tía se cansó, le estiró del pelo para que sacara la cabeza de en medio de sus piernas.



-Toma, ponte este condón, ahora te voy a follar.

-Los condones están incluidos en el precio.- Le decía él.

-No me fio de tus condones, prefiero usar los míos, póntelo ya.



El tío se lo puso, ella le dejó espacio en la cama para que se estirara, él intentó acariciarla, ella le dio un manotazo apartándole la mano.



-No me acaricies, no me toques, quédate quieto.- Volvió de nuevo a ordenarle.



Él se quedó quieto, ella lo montó, se movió cabalgándolo como le dio la gana y se corrió. Se salió de encima y se puso el albornoz de nuevo.



-Vístete y vete, en ese cajón tienes el dinero, no tardes.- Le dijo ella entrando y cerrando la puerta del cuarto de baño.



El tío, viendo la mala leche que gastaba la colega, no le dijo nada, pensó que le había pagado para estar toda la noche, esa era su tarifa, pero si lo trataba así, que le dieran por culo, un dinero fácil de ganar. El tío se vistió y se fue.



Ella salió vestida del cuarto de baño, se miró al espejo de cuerpo entero que había en la habitación, sacó del bolso una funda con una pistola dentro, se la fijó al pantalón por la parte de atrás, después, sacó una placa de la policía, se la colocó en la parte delantera del pantalón, se cerró la chaqueta para que no se viera ni la pistola ni la placa, luego abrió la puerta y salió de la habitación.
 
Por la mañana cuando llegaron Mónica y Álex a la comisaria se encontraron con Soria.



-Chicos, ya sé que estamos muy liados por el caso, pero… hemos quedado los compañeros para tomarnos algo, el día de reyes por la noche ¿Cómo lo tenéis?

-Vendremos.- Confirmó Mónica antes que Álex hablara.

-No sé…- Empezaba a decir Álex.

-Vendremos Soria, está decidido.- Volvió a insistir Mónica.



Soria se alejó riendo, pensando que Mónica estaba influyendo realmente en Álex, nadie había conseguido que Álex confirmara una quedada tan rápido.



-¿No crees que con lo que está pasando es muy frívolo ir a tomar algo?- Se quejaba Álex.

-Mira Álex, ya sabemos que es muy triste lo que ha pasado, pero eso no impide que sigamos con nuestras vidas, haremos nuestro trabajo, con profesionalidad, con perspicacia, pero también tenemos derecho a seguir viviendo, relajarnos nos vendrá bien.

-Tienes razón, por un rato que nos relajemos nada cambiará.- Le daba la razón a Mónica.





Se encontraron en el bar los compañeros, muchos con sus parejas, en una mesa estaban sentados Soria, su mujer Susan, Mónica, Álex y la agente García con su marido. En ese momento entró en el bar Lita, Soria se levantó y la fue a buscar, la saludó con dos besos y se acercó con ella a la mesa, Álex se levantó para conseguir otra silla, saludó a Lita también con dos besos, Soria le presentó al resto de personas que estaban en la mesa, a Mónica ya la conocía, a García y su marido no, y a Susan, la mujer de Soria, menos.



Cuando se habían bebido varias cervezas y empezaban con los cubatas, llegó el momento que siempre llegaba, cuando le pedían a Álex que les cantara, se colocó en su sitio, con el micrófono delante, miró a la mesa, se encontró con los ojos de Mónica, se sonrieron, las notas empezaron a sonar, ‘Mujer Bruja’ de Lola Índigo, Álex cantó.



‘Yo te aviso

Me gustas sin compromiso

Con trenza o con pelo liso

Peligrosa y tú sumiso’



-¡Coño! Álex cantando algo alegre, esto sí que es una novedad.- Decía en voz alta Susan, luego acercó su boca al oído de Mónica.

-Esta canción sí que te la canta a ti.

-Esta sí, esta me la canta a mí.- Le respondía Mónica con una sonrisa sin dejar de mirar a Álex.



Cantó varias, todas alegres, Soria sacó a bailar a Lita, el marido de la agente García se había levantado de la mesa y hablaba con compañeros de su mujer. En la mesa sentadas, estaban, Mónica, Susan y García, Susan miraba a su marido bailando con Lita, Mónica y García veían algo raro y no se atrevían a hablar.



-¿Quién es ella?- Preguntó Susan.

-Es la forense, la policía científica.- Respondía Mónica.



Susan pensaba sin dejar de mirarlos.



-No os preocupéis- Les decía Susan.- los he visto mirarse mientras estaban sentados en la mesa, no es la primera vez que ocurre, ni será la última, ya me ha puesto los cuernos varias veces, pero él siempre está en mi casa, está cuando tiene que estar, por cualquier problema, por cualquier cosa que le pida, ellas siempre son el segundo plato, me sigue follando, por eso también lo noto, él no se da cuenta y baja el rendimiento conmigo, supongo que es normal, no es lo mismo follarse un coño que dos.



Mónica y García se asombraron de la sangre fría de Susan al contarles aquello.



-No sé si yo podría aguantarlo.- Les decía García.

-Mira, tengo un marido- Contestaba Susan.- tengo dos hijos con él, tenemos una familia, somos una familia, sé que él me quiere, yo le quiero, también sé que tiene sus amantes, he convivido con eso siempre, folla por ahí, bueno, pues que folle, mientras siga cumpliendo con sus deberes como padre y marido, no me importa.



Soria se acercó a la mesa, Lita hablaba en la barra con los compañeros. Soria alargó la mano ofreciéndosela a su mujer, Susan la agarró, se levantó con una sonrisa y empezó a bailar con él. García y Mónica se miraban.



-Bueno, si ellos lo llevan bien así.- Comentaba Mónica.

-Desde luego, cada uno elige como quiere vivir, pero yo no podría.- Contestaba García.



Álex acabó de cantar, el propietario del bar puso música, bailaron las parejas, Mónica con Álex, García con su marido y Soria con Susan, después se tomaron algún cubata más. Lita se tomó algo hablando con algunos policías y se fue discretamente.





Por la mañana, cuando se despertó Mónica, vio a Álex despierto, apoyando la espalda en el cabecero de la cama, casi sentado, con las piernas estiradas, le dio un beso en un costado, él la miró, le sonrió, ella deslizó una mano por debajo de la sabana, acariciándole una piernas, subiéndola hasta pasarla por encima de los huevos, después le agarró la polla, la acarició suavemente, pajeándola, notando como crecía entre sus dedos. Metió la cabeza dentro de la sabana y directamente le chupó y succionó la polla un rato, hasta dejársela tiesa como una estaca. Mónica se incorporó, se subió a horcajadas encima de Álex, le volvió a agarrar la polla, se la apuntó en la entrada de la vagina y suavemente se dejó caer penetrándose. Sintiendo cada centímetro de polla que le entraba en el coño, Álex cerraba los ojos del gustillo, ella los abría, mirándole fijamente a los ojos a su amante, se dejó caer un poco para adelante acercando su boca al oído de Álex.



-Buenos días.

-Buenos días, Mónica.



Le susurraba él mientras sus manos la agarraban por la cadera y el culo. Mónica se fue moviendo, despacio, sin prisas, mojándose, lubricándose, consiguiendo que las penetraciones fueran suaves y placenteras para los dos. Las bocas se unían, las lenguas se acariciaban, los gemidos aparecían entre los jadeos, la excitación subía, la temperatura del cuerpo también. El edredón sobraba y lo fueron deslizando, hasta quedar los dos desnudos, uno encima del otro. Mónica aceleraba sus movimientos de cintura cabalgando a Álex, él le apresaba una teta con una mano chupándole y lamiéndole los pezones, ella se abrazaba a su cabeza, gimiendo, notando como le subía el orgasmo, sus dedos le apretaban la cabeza a Álex entre su media melena. Los dos se corrieron en un sentido y placentero orgasmo.



Se miraron a los ojos, ella le acariciaba la cara.



-¿Bien?- Preguntó Mónica.

-Muy bien, como siempre.- Contestó Álex, notándosele cierta tristeza.



Mónica le besó los labios, se levantó de la cama y se dirigió al cuarto de baño, Álex la siguió, se ducharon, se vistieron y desayunaban.



-Vamos a visitar a Magui- Decía Álex.- algo nos podrá decir para empezar la investigación, para tirar de un hilo, tal vez algún chico al que le gustara Reme, que nos hable de la gente con la que salían de fiesta, quienes eran los más habituales, si Reme había tenido algún problema con un cliente, no sé, necesitamos hablar más profundamente con ella, era la persona más cercana a Reme.

-Estoy de acuerdo, además, el comisario no nos quiere ni ver, para que nos envíe a patrullar por ahí, mejor ir a nuestra bola y hacer algo bueno para el caso.- Opinaba Mónica.



Subieron al coche, Álex sacó la libretita donde Magui le apuntó la dirección, manipuló el navegador del coche y fue siguiendo las instrucciones hasta llegar a la misma puerta, era una casa en un barrio humilde. Bajaron del coche, se acercaron a la puerta y llamaron al timbre. Les abrió una mujer en bata de estar por la casa justo después de despertarse, desaliñada, se le notaba que no se cuidaba mucho por la edad que aparentaba, ni a Álex ni a Mónica les pareció que podía ser una amiga de Magui, como ella dijo que era.



-Buenos días, somos policías ¿Está Magui?-Preguntó Álex.

-¿Magui? ¿Qué Magui?- Respondió la señora.

-Magui es una chica de poco más de veinte años, de color…- Le explicaba Mónica.

-¿De color?

-Negra, una chica negra, nos dijo que vivía aquí.- Le aclaraba Mónica.

-¡Ah! Ya sé quién es.

-¿Podríamos entrar en la casa y hablar más tranquilos?- Le preguntaba Álex.

-¿Traen una orden judicial?



Les decía con seguridad la señora desaliñada.



-¡Que cosas!- Le decía Mónica susurrando por detrás a Álex.- no sabe lo que es una persona de color, pero que bien sabe que se necesita una orden judicial para entrar a una casa, la tía.

-Está bien señora ¿Qué sabe de Magui?- Le preguntaba Álex.

-Mire, yo no quiero problemas…- Empezaba a decir la señora.



En ese momento, una chica, más o menos de la edad de Magui, salió de la casa con prisas, se despidió de ellos sin dejar de caminar y desapareció.



-Señora, usted no tendrá ningún problema si habla con nosotros, tal vez, si no lo hace si tendrá alguno, como una inspección para saber en qué situación tiene el negocio de alquilar habitaciones, por qué es lo que hace, alquila habitaciones a gente que lo necesita, y supongo que todo debe ser muy legal…- Le decía Álex.

-Está bien ¿Qué quieren saber?- Se ofrecía la señora viendo peligrar el ‘negocio’.

-¿Qué sabe de Magui?



La señora pensaba.



-Esa chica negra, llegó una tarde, bastante tarde, me dijo que una amiga suya le había recomendado mi casa para alquilar una habitación. Traía un par de bolsas grandes, supongo que serían de ropa, en fin, le dije las condiciones, le enseñé la habitación, a ella le gustó, pero… me dijo que como era tarde, hasta el día siguiente no podría ir al banco a sacar dinero para pagarme, yo le dije que aquí cerca había una cajero, y ella me contestó que no tenía tarjetas de crédito, que le gustaba pagar las cosas en efectivo. Miren, a mí me pareció buena chica, así que acepté, me dijo que me pagaría todo el mes y me lo creí. Cuando me levanté el día siguiente, ni estaba ella ni sus bolsas, no la he vuelto a ver, esta es la verdad, yo no quiero problemas.

-¿Seguro que fue así lo que pasó?- Le preguntaba Mónica.

-Sí, sí, eso fue tal como pasó, yo no…

-Ya, ya, usted no quiere problemas.- Le acababa la frase Álex.

-Tenga, mi número de teléfono, si se acuerda de algún detalle, llámeme por favor.- Le dijo Álex entregándole una tarjeta.



Mónica y Álex se alejaban.



-¡Oigan!- Les llamó la señora, los dos se giraron.- Si la encuentran, díganle que venga a pagarme la habitación que ocupó por una noche.

-Sí, claro.- Le contestó Mónica con pocas ganas.



Se metieron en el coche.



-¿Por qué habrá desaparecido?- Preguntaba Mónica, Álex manipulaba el móvil, se lo puso en el oído, esperó un poco y lo volvió a guardar.

-Se debe haber deshecho también del móvil, supongo que está asustada, a saber donde se ha metido.

-Se podría pedir una orden para investigar sus cuentas bancarias, saber si realmente tiene o no tarjetas de crédito, tal vez comprara algún billete de tren o autobús.- Opinaba Mónica.

-Hablaremos con el comisario, aunque no sé si estará muy receptivo.



Álex puso el coche en marcha, recibió una llamada.



-Hola papá.

-Buenos días hijo ¿Podrías venir a vernos cuando puedas?

-¿Pasa algo? ¿Estáis bien?

-Sí, tranquilo, estamos bien, quería hablar contigo.

-Vale, nos vemos en un rato.



Colgó la llamada.



-Vamos a ver a mis padres, no sé qué pasa.

-Pues, que querrán ver a su hijo.- Le respondía Mónica.

-¿A estas horas? Cuando están en la panadería nunca me llaman, si lo ha hecho a estas horas es por algo.



Paró el coche delante de la panadería, entraron. La madre estaba detrás del mostrador, salió y le dio dos besos a Mónica y un abrazo a su hijo.



-Tú padre está dentro- Le dijo a Álex, él se fue a ver a su padre.- Mónica, te presento a Noelia, la chica que nos ayuda en la panadería- Se saludaron con la cabeza, a Noelia no se le veía muy contenta de conocer a Mónica.- no te preocupes, es que… Noelia esta loquita por Álex, él nunca le ha hecho caso la verdad. Prueba estos cruasanes, verás lo buenos que están.- Le decía la madre a Mónica en voz baja.



Mónica entendió que la madre quería que Álex hablara con su padre en la intimidad, así que aceptó con una sonrisa, además, a aquellas horas comer algo dulce no le vendría mal, y en cuanto a Noelia, pues eso, si Álex no le hacía caso, si no le gustaba, sus motivos tendría.



-¡Uumm! Qué bueno.- Decía Mónica al probar el cruasán.

-¿A que sí? Dime una cosa Mónica ¿Vosotros estáis…?- Le preguntaba interesada la madre.

-Bueno, nosotros… estamos, no sé exactamente cómo, pero estamos.- Reía Mónica al contestarle.

-Ya sé que Álex no es fácil, quiero que sepas que estamos contentos de que esté contigo.

-Es que no sé si estamos o no estamos, el dice que somos amigos, y yo no quiero presionar.

-Bueno, pues me alegro que seas su amiga.- Le decía la madre con una sonrisilla.



Dentro, el padre esperaba a Álex, cuando entró, estaba metiendo en el horno unas cuantas barras de pan.
 
-Hola papá.

-Hola Álex ¿Qué tal?

-Eso vosotros, me has llamado tú para que viniera a veros, parecía urgente.

-Bueno… tampoco es urgente, ayer estuvimos en una merienda de esas que organizamos, el rector, tú comisario, Satu, ya sabes, los habituales. Y nos dijeron que había desaparecido una chica, incluso se dejó entender que la podían haber matado ¿Es verdad?

-Lo estamos investigando, no se ha encontrado el cuerpo… bueno, en realidad todo es un poco extraño, no os preocupéis.

-Solo era por curiosidad ¿Crees que descubriréis al culpable?

-En la policía no tenemos otro trabajo, tarde o temprano encontraremos una pista para seguir y sabremos que pasó y quien fue el culpable, seguro que sí.



Salieron los dos a la tienda, el padre saludó a Mónica, hablaron un poco más los cuatro, Noelia ponía mala cara, cuando se despidieron y la madre les dijo que hacían buena pareja, todavía puso más mala cara. Lo había probado de todas las maneras, intentó que salieran a tomar algo, Álex nunca quiso, siempre encontró una escusa, intentó seducirlo poniéndose una minifalda y su ropa más sexi, si hasta le enseñó las bragas viendo que el chaval no respondía ¡Coño! Y ni por esas, no hubo manera de salir con él, mucho menos follárselo… o que se la follara él a ella, qué más daba, lo estuvo deseando durante mucho tiempo. Y ahora llegaba una policía, una compañera y… se lo estaba tirando, la madre que lo parió, claro que la chica no era fea, estaba muy buena la verdad, eso no se podía negar, pensaba Noelia, por suerte ya tenía su novio, se hartó de esperar que Álex le hiciera caso.





Mónica y Álex se sentaron otra vez en el coche, a él se le notaba triste.



-Vamos a dar una vuelta por la ciudad.- Le dijo Álex.



Condujo un par de manzanas sin decir nada, hasta…



-Mira Mónica, te dije al conocerte que no quería hacerte daño, creo que se está precipitando algo que no quiero.

-¿A qué te refieres Álex?

-A nosotros, a la relación que tenemos, o la que no tenemos, la que la gente se cree que tenemos…

-Álex por favor, al grano.- Le pedía Mónica.

-No quiero seguir así, yo no quiero tener pareja, no puedo hacer feliz a ninguna mujer, ahora no.



Mónica pensaba ¿Qué le pasa a este hombre? ¿Por qué le cuesta tanto aceptar que le gusta alguien? Estamos conviviendo de puta madre, follamos de maravilla, es verdad que no nos hacemos muchas carantoñas ni cariñitos, pero cada uno es como es, a veces tampoco hacen falta para saber qué estás bien con una persona ¿Por qué se quiere alejar?



-Esta tarde recogeré mi ropa y volveré a mi apartamento ¿Siento que no estés bien conmigo?

-No, no Mónica, no es que no esté bien contigo, todo lo contrario, estoy muy bien, demasiado bien…

-¡Demasiado bien! Venga Álex, no quieras quedar tan bien, si estuvieras a gusto no me pedirías que me largue de tú apartamento.

-Yo no te lo he pedido.

-¡Álex!



Se hizo un silencio.



-Lo siento, tienes razón, no soy capaz de pedírtelo directamente y lo provoco. Me parece bien que seamos amigos, hablar, tener confianza y esas cosas…

-¿Follar también?- Preguntaba Mónica molesta.

-Creo que follar no nos beneficia…

-No te beneficiará a ti, a mi me parece muy bueno y sano.

-Pero también estrecha la relación, acabas sintiendo, acabas…

-¿Enamorándote? ¿Eso es lo que te da miedo?



Álex calló, el que calla otorga, pensó Mónica.





Almorzaron, hablaron de algunas cosas, del caso mayoritariamente, ninguno de los dos quiso volver a hablar de ellos. Por la tarde volvieron a dar algunas vueltas por la ciudad, Álex propuso volver a entrar en ‘La Destartalá’, por si podían descubrir alguna cosa que no vieron antes. Estaban dando palos de ciego, no encontraban nada por dónde empezar seriamente la investigación.



Se estaban acercando a la casa, sonó el móvil de Álex, atendió la llamada con el manos libres del coche.



-Soy Soria, escucha Álex, han encontrado un cadáver, Lita y yo salimos para allí, te envío la dirección.

-¿Un cadáver?- Preguntó Mónica, extrañada y preocupada.

-Sí, un cadáver, un muerto… o muerta, todavía no lo sabemos, alguien llamó a la comisaría para denunciarlo, los compañeros de una patrulla ya están allí.

-Nos vemos allí Soria.- Confirmó Álex.



Mónica sacó el brazo por la ventanilla y colocó encima del coche la luz azul de emergencia, la encendió junto con la sirena, Álex aceleró.



Cuando llegaron a la calle que les había enviado Soria, vieron un par de coches patrullas, con las luces encendidas, el coche de Soria también estaba allí. Álex dejó su coche al lado del de Soria, los agentes de uniforme habían colocado una cinta en la entrada de un solar a medio construir, como en las películas americanas, la agente García les levantó la cinta para que pasaran.



-¿Quién es García?- Le preguntaba Mónica.

-No lo sé Mónica, no me he atrevido ni a mirar, he colocado la cinta para que no se metiera cualquiera y me he quedado aquí.



Álex le tocó el hombro a la agente García, sabía que esas cosas le daban repelús. Entraron en el edificio a medio construir, solo tenía acabado los cimientos y la estructura de un piso, allí solo había hormigón. Se acercaron donde vieron a varias personas, un par de agentes y Soria. Saludaron a Soria y miraron un hueco en el suelo, tendría un metro y medio de altura, dentro estaba la forense, mirando un cadáver, lo reconocieron en el momento.



-¡Magui!- Se le escapó a Mónica.

-Sí, es Magui.- Le confirmó Soria, como si no quedase lo suficientemente claro quién era.



Álex se agachó en el borde del hueco.



-¿Qué ves Lita?

-A primera vista, parece una sobredosis, tiene clavada en el brazo una jeringuilla, podré darte más datos después de la autopsia, se la haré esta tarde mismo, aunque acabe de madrugada.

-De acuerdo.- Le contestó Álex volviendo a ponerse de pie.



En ese momento llegó un compañero.



-He preguntado a algunos vecinos, es la calle donde se ponen las putas, por lo visto la chica andaba por aquí a veces, como es negra todos se acordaban de ella.



Entonces apareció un tipo muy corpulento, con la cabeza como una bola de billar, no tenía ni un pelo, los que estaban fuera del hueco lo miraron sorprendidos.



-Soy el secretario judicial, tengo la orden del juez para levantar el cadáver.



A partir de ahí, un par de compañeros de Lita del hospital bajaron también al agujero con una bolsa para meter cadáveres, lo subieron, lo dejaron encima de una camilla y se lo llevaron. Salió Lita quitándose los guantes de látex.



-Más tarde te diré algo Álex, es muy raro, no tenía ninguna marca de haberse drogado antes, que aparezca así, de golpe, con una sobredosis… no sé, esto parece.

-Un asesinato.- Confirmó Álex.

-¿Otro?- Preguntó, se sorprendió, Soria.



Poco a poco, fueron marchándose todos, se quedaron Mónica y Álex mirando el agujero de hormigón.



-¿Por qué a ellas? ¿Por qué a dos chicas jóvenes?- Preguntaba Mónica.

-Y relacionadas, no te olvides de eso ¿Vieron algo que no les convenía? Está claro que fueron a por ellas, pero… ¿Por qué?- Se preguntaba pensando en voz alta Álex.

-Eso es lo que tendremos que descubrir, ese es nuestro trabajo.- Le contestaba Mónica.



Volvieron al coche de Álex.



-Creo que es el momento para que me dejes en tú apartamento, recogeré la ropa y me iré al mío.- Le decía Mónica.

-Quédate en el mío por favor, ya han muerto dos chicas, tú vives sola, estaré más tranquilo si estamos juntos.

-Desde luego tío, quien te entienda que te compre.



Le decía Mónica apoyando la cabeza en la ventanilla del coche, pensando, le costaba entender a Álex, no quería una relación con ella pero la quería proteger, igual si que era un gran amigo y una mala pareja, lo dudaba, no lo veía claro.
 
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