Después de dos copas y más de 1 hora charlando de temas intranscendentes, pensé que era el momento de subir el nivel de la conversación y después de pedir a la señorita de la barra una tercera ronda, lance una pregunta directa al chico:"Bueno, háblanos un poco de tus experiencias con maduritas".
El me miro y se sonrió como si supiera perfectamente que aquella pregunta era el inicio perfecto a llevar la conversación a un punto más íntimo.
Nos contó que el siempre había sido un hombre muy sexual, pero que había conocido a su mujer muy joven y no había podido experimentar todo lo que le hubiera gustado, el cambio al trabajo actual en el que tenía que viajar constantemente le había abierto la puerta a experimentar el mundo liberal y a poder hacer realidad alguna de sus fantasías.
Las mujeres maduras habían sido siempre su debilidad y en este mundo había encontrado el lugar perfecto para poder disfrutar porque de él mundo de los cuernos las parejas suelen no ser jovencitas y hay más cantidad de maduritas disponibles.
El estaba cómodo en esa conversación y tanto yo como mi mujer lo escuchábamos con atención, el centraba su mirada sobre mi esposa mientras hablaba y ella hacía gestos inconscientes que me hacían ver que estaba disfrutando de la atención del macho y de la conversación, colocándose el pelo de manera reiterada y forzando poses sugerentes aunque sutiles que no pasaba desapercibidas para mí y tampoco para el chico.
Mientras relataba su primera experiencia como corneador, ya no se quitaban los ojos de encima Su primera pareja hacia ya más de una década, el estaba recién casado y le surgió la oportunidad en uno de sus viajes a Barcelona. Era una pareja con experiencia y para el fue un gran aprendizaje, porque el estaba muy nervioso y el follar delante de alguien y además que ella sea su mujer es algo que es mucho más complicado de lo que parece e impresiona las primeras veces.
Su primera madura no llegaba a los cincuenta y le ayudó mucho a romper el hielo y a aprender a desconectar del marido presente, aunque el hecho de tener a un hombre alrededor de la cama mirándolos fijamente le resultaba muy incómodo.
Recordaba que cuando ya estaban muy excitados, el se contenía y no daba el 100% por la vergüenza de la situación. en segundo polvo, la mujer le dijo que le diera más fuerte y su marido lo animó a hacerlo, a partir de ese momento se soltó completamente y dio lo mejor de sí disfrutando con ella a tope, adoptando una posición más dominante y confirmando su predilección por las maduras y que son increíbles cuando están calientes. A partir de entonces dijo que siempre jugaba al limite de lo que marcaban las parejas, que eso le funcionaba y que muchas veces los limites están para saltarselos, toda una declaración de intenciones.
Hizo una pausa en su relato, para tomar un sorbo de bebida y me miró fijamente para decirme: "Pero no te preocupes que ya estoy acostumbrado a que me miren y no voy cortarme un pelo con este pedazo de mujer que me has traído" y se volvió a la barra e hizo una señal a la chica mientas se después dijo mirando a mi mujer:"Creo que debemos de irnos ya, estoy deseando darte el 100% toda la noche.".
Se levantó y se acercó a la barra para pagar y mi mujer y yo nos miramos como si esa declaración de intenciones fuera el pistoletazo de salida a una noche que iba a ser muy larga para los dos.
El camino hacia el hotel me resultó un espacio ya conocido, los tres andábamos son prisa y mi corazón no paraba de acercarse cada vez más, nos cruzábamos con parejas por la calle y yo las miraba mientras pensaba que ellos iban a disfrutar de una tarde tranquila en la playa o charlando mientras yo iba camino del hotel con mi mujer y un chico que ya sin disimulo se la estaba comiendo con la mirada.
El hall del hotel estaba en calma aunque había el tránsito normal de un fin de semana de verano y nos dirigimos a los ascensores, el macho nos dijo que ya habia estado en ese hotel en otras ocasiones y que le gustaba, le traía buenos recuerdos.
Llegó el ascensor y nos hicimos a un lado para que para dejar paso a mi mujer, el le puso la mano en la cadera y la acompaño hasta dentro mientras yo les seguía detrás.
Se subieron dos parejas más con nosotros y nos vimos separados para al acomodarnos todos en el habitáculo, hubiera parecido a cualquiera que en el ascensor había tres parejas y un tipo sólo.
Durante la subida el macho empezó a susurrarle cosas a mí mujer y le provocó la sonrisa de ella que le respondió algo que fue imposible de escuchar. Sabía que esto no hacia más que comenzar, y debía estar tranquilo y preparado para muchos momentos así, aunque ya tenía un pellizco en el estómago.
Nuestra planta era la tercera y salimos del ascensor sin que el chico separara su mano de la cadera de mi mujer y la acompañara en todo momento, me adelante a ellos para abrir la puerta de la habitación y en ese momento mi corazón ya no daba más de sí, los latidos me retumbaban en los oídos y las piernas me temblaban aunque intenté guardar la compostura en todo momento.
Entrenamos en la habitación y el chico después de echarle un vistazo rápido a la salita de estar ,se acercó a la puerta de la habitación y le echo un vistazo a la cama.
Se volvió y me dijo: "Le he dicho a tu mujer que me gusta darme una ducha antes y que si me acompañaba, pero me ha dicho que ella prefiere prepararse sola".
Nos quedamos sólos y le pregunté:¿Cómo estás?, y ella me contestó: "Estoy súper nerviosa pero también tengo ganas , es una mezcla extraña".
El ruido del agua de la ducha comenzó a atravesar la puerta del cuarto de baño y empezó a sonar como un cronómetro en cuanta regresiva.
Mi mujer se acercó al armario y sacó el conjunto que había traído para ponerse y que era un pequeño tanga negro con un picardías a juego completamente transparente, que la hacía verse increíble. "Con ese conjunto estás brutal, le va a encantar". Le dije.
El tiempo parecía que no pasaba y de repente el sonido del agua cesó y el silencio se apoderó de la habitación.
Mi mirada se fijo en la puerta de la ducha como esperando a ver salir al primer protagonista de una película de suspense.
Un clic anuncio la apertura de la puerta y el chico apareció con la toalla anudada a la cintura, estaba completamente depilado hasta donde se podía ver y la verdad es que sin tener un cuerpo esculpido de gimnasio se notaba que se cuidaba.
Mi mujer paso a mi lado y me agarró la mano mientras decía: "voy a prepararme, no tardaré", al pasar al lado del macho, este le dió una cachetada en el culo a la que ella respondió con un saltito de sorpresa y e dijo: " No me hagas esperar" y se volvió para hacerme un mueca de complicidad a la que yo respondí con una leve sonrisa.
Nos quedamos sólos mientras los sonidos desde el cuarto de baño nos dejaban claro que ella ya se estaba duchando y que cuando terminara todo ese ritual, mi mujer aparecería espectacular y lista para todo.
Seguimos otro día.