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Cuatro días después. Sábado por la tarde.
Carlos
Me senté en el jardín con el café. Me venía todos los fines de semana a mi casa en las afueras para desconectar porque casi no tenía vecinos y todo estaba muy tranquilo. Además, como seguía haciendo calor, tenía la piscina para refrescarme.
Ahora quería tomarme el café tranquilamente mientras escuchaba música y me relajaba. Pensé en la semana laboral que acababa de terminar. La había empezado muy nervioso por varias causas pero había ido todo muy bien.
Los chicos estaban contentos, los dos con su primer contrato, y eso me alegraba. Además, Cris, que debía tener problemas económicos serios, había estado muy sonriente, feliz, se notaba que se había quitado una gran preocupación de encima. Y le había conseguido el adelanto el mismo martes y estuvo a punto de darme otro abrazo, pero lo evité retirándome rápidamente, causando gran guasa por parte de Silvia que siempre estaba atenta a todo.
Y luego Carmen, que era lo que de verdad me preocupaba. La pobre mujer lo estaba pasando fatal y el despido la hubiera hundido. Pero la solución de cambiarla a Marketing parecía que estaba siendo correcta. Patri, la jefa, me había hablado muy bien de ella cuando me la crucé el viernes y le pregunté. Estaba muy contenta con la actitud y proactividad de Carmen, cosa que me alegró mucho. Además, cuando Carmen se sentó conmigo el jueves a la hora el almuerzo, la vi radiante, muy animada con el cambio. Se le notaba un brillo en sus bonitos ojos. Estaba guapísima.
Quien me tenía un poco preocupado era Silvia. La conocía bien, sabía lo cabezona que era cuando algo se le metía en la cabeza, y sabía que su relación estaba pasando por una fase delicada, pero ella no parecía darle importancia, o no se quería dar cuenta porque todo su ser estaba centrado en su hija y su posible embarazo. Y ayer, en el almuerzo que teníamos todos los viernes porque salíamos un poco antes del trabajo, la vi mal. Le costaba hablarme de su vida privada, como era natural, pero estaba claro que el sexo para ella había dejado de ser importante y eso, en una pareja de treinta y pocos, puede ser muy malo. Se lo intenté hacer ver pero para ella, ahora mismo, el sexo solo tenía una función, la procreación, ninguna más, y se equivocaba, tenía que disfrutar de él, y hacer disfrutar a su marido porque se iban a distanciar como siguiera así.
Meneé la cabeza, Silvia y Antonio hacían muy buena pareja. Él era un buen tipo, y cariñoso. Silvia quizás no parecía una mujer cariñosa, pero realmente lo era, mucho, pero le costaba mostrarlo. Tenía que pensar en algo para hacer ver a Silvia que debía hablar y, sobre todo, escuchar a su marido, porque ella siempre menospreciaba las quejas de Antonio diciendo que eran tonterías, pero las pequeñas tonterías se van acumulando y luego llega el desastre.
De repente, empezó a sonar mi móvil. Lo miré sorprendido, justamente era Silvia, parecía que se había dado cuenta que pensaba en ella. Me extrañó que me llamara un fin de semana. Lo cogí:
- Silvia, dime
- Hola, Carlos ¿Cómo te pillo?
- Bien, bien, tomando un café ¿Ha pasado algo?
No dijo nada durante unos segundos. Dije:
- ¿Silvia?
- Perdona, es una tontería, no debería haberte llamado
- A ver, no me preocupes ¿Qué pasa?
- Nada, de verdad, solo que me estoy portando como una tía histérica
- ¿Tú histérica?
- Sí, mucho
- Cuéntame
- No, de verdad, el lunes hablamos
- Silvia, cuéntame
Ella suspiró y dijo:
- Espera un momento
Y escuché como le decía a su hija “Cariño, estoy aquí en la puerta, sigue pintando”. Al poco dijo:
- Perdona
- ¿Dónde estás?
- En urgencias
Me incorporé mientras decía:
- Joder ¿Qué ha pasado?
- Nada, nada, que soy… que soy ultra aprensiva, no sé
- Venga, dime
- Gema lleva todo el día diciendo que le duele la barriguita, bueno, toda la noche y el día, y… y me asusté y…
- ¿Y cómo está ahora?
- Bien, estamos aquí esperando a que nos den unos resultados
- ¿Ya no le duele?
- Ahora mismo no
- Bien
- Pero es eso, me pongo nerviosa y corro a urgencias y…
La última frase la dijo medio tartamudeando y escuché como sorbía por la nariz, estaba a punto de llorar. Cuando se calmó, continuó:
- He tenido una buena bronca con Antonio
- ¿Por qué?
- Porque llevo todo el día diciéndole de traerla a Urgencia y él no quería, decía que tenían que ser gases o algo así, que él no la veía tan mal, pero yo… yo me he puesto histérica y le he gritado que es un mal padre y… Dios, le he dicho de todo y he cogido a la niña y me la he traído a urgencias, y él quería venir pero le he gritado que no
- Ya
- Y Antonio tenía razón, ha sido llegar aquí y ya no le dolía y… soy imbécil, lo sé
- Tranquila, son los nervios, él lo entenderá
- No sé, no sé… ha sido una semana horrible, el sexo… el sexo ha sido… ha sido como entre extraños, lo he hecho todo fatal, solo pensando en… Joder, soy horrible
- Anda, anda, Silvia, no seas ridícula, eres una gran persona, solo que estás preocupada y cansada y eso hace que...
- No, Carlos, soy horrible, solo pensando en mí, obsesionada, mandona,… Antonio me va a odiar
- No, déjate de tonterías
- No sabes lo mal que he estado con él toda la semana y encima ahora esto…
Y empezó a llorar silenciosamente, solo la escuchaba sorber por la nariz. Escuché a la niña:
- Mami, mami
- No pasa nada, cariño, ya mismo voy
Silvia inspiró profundamente y dijo:
- Y ahora llorando delante de mi hija y de mi mejor amigo, soy de lo que no hay
- Es un desahogo
- Ya, pero…
- Mira, cuelga y llama a Antonio, explícale todo, que estás muy nerviosa y lo sientes, que no lo decías en serio
- No sé si me querrá escuchar
- Claro que sí
- Tengo llamadas y mensajes suyos, de cuando estábamos dentro
- Pues contéstale
- Lo sé
- Venga, que el pobre estará también de los nervios
- No… no lo había pensado, estoy tan… tan ofuscada que ni pienso
- Venga, llámale, y cualquier cosa que necesites, ya sabes
- Gracias, Carlos, gracias
- Nada, no he hecho nada
- Mucho, siempre haces mucho, estaba aquí sentada y solo pensaba en llamarte para contarte todo, lo siento
Y colgó. Ufff, es que lo sabía, Silvia estaba mal, muy mal, y no sabía como ayudarla.
Carmen
Escuché como llegaban varias notificaciones a mi móvil pero tenía las manos ocupadas con pantalones y camisetas de Daniel, mi hijo. Estábamos de compras porque había crecido bastante y necesitaba ropa nueva para el cole.
Dejé todo en el mostrador y lo pagué con tarjeta. Luego salimos y le dije a mi hijo:
- ¿Quieres un helado?
- Sí, mami
- Aquí cerca hay una heladería, vamos y nos sentamos un rato, que mamá está cansada
Nos sentamos y Daniel se pidió uno de chocolate y yo un café. Entonces recordé el móvil y lo miré. Sonreí, era Santi:
- Carmen, esta noche salgo con mi novia pero podría pasarme sobre las 2 o 3 ¿Estarás despierta?
Como no le respondía, tenía varios mensajes insistiendo. Pensé “Por ti y tu polla lo estaría, pero no va a poder ser, cariño” y le escribí:
- Ya te dije que este fin de semana no podemos quedar, tengo a mi hijo
- Pero a esa hora estará dormido
- Claro que lo estará, pero como no habéis terminado su habitación, duerme conmigo
- Ah, joder
Sonreí aún más recordando la semana que habíamos pasado, habíamos follado a diario. El chico no es que fuera un gran amante, se le notaba la inexperiencia, pero lo suplía con una energía y ganas casi infinitas, y con un sexo salvaje y duro. Con el tiempo, haría de él un amante excepcional, estaba segura.
Dejé el móvil en la mesa pero al poco volvió a llegar un mensaje. Lo miré, era Santi:
- ¿Y cuándo vamos a volver a quedar?
- No lo sé
- ¿El lunes?
- Mi hijo se queda conmigo toda la semana, hasta el sábado que viene
- Joder, no me puedes hacer esto
- Te follas a tu novia
- Sabes que no es lo mismo
Me reí, pues claro que no era lo mismo, “me va a comparar con una cría inexperta”. Él siguió insistiendo:
- Joder, no seas zorra, Carmen
- Es lo que te gusta, que sea una zorra ¿No?
- Sí, pero no puedes pasar de mí de esta forma
- No paso de ti, tengo mis obligaciones
- Joder, Carmen
La verdad es que a mí también me jodía, mucho, demasiado. Le escribí:
- Pensaré en algo
- ¿Para esta noche?
- No, esta noche imposible, pensaré en algo para la semana
- Joder
Siguió escribiendo pero lo ignoré, lo que no podía ser, no podía ser, por mucho que nos jodiera. Suspiré y me reí al ver la cara de mi hijo llena de chocolate.
Héctor
“A ver, tíos, un poco de calma, dejad de gritar” dije a través del micrófono y todos se callaron. Suspiré y dije:
- La hemos cagado, sí, pero todos, ha sido una cagada de todos
Alguien protestó pero Héctor lo cortó:
- Calla, Ivanchelo, calla y escucha, escuchad todos
Todos se callaron. Continué:
- Hemos ido todos a lo loco en cuanto Tomsil cogió el objetivo y eso no es lo que hemos practicado, sabemos como hay que cubrirlo y por donde, pero no, hemos ido todos por cuenta propia y nos han vapuleado
Tomsil intervino:
- Coño, es que es verdad, me habéis dejado con el culo al aire
- Es verdad, yo el primero, pero no puede ser, somos una escuadra, no unos niños rata, joder
Todos afirmaron. Continué:
- Somos los “águilas tormentosas”, joder, que vamos a ser los números uno del país, pero jugando así ni de coña
Esperé unos segundos y dije:
- Vamos a darnos un descanso de media hora
- Sí, que tengo que ir a mear
- Pues en media hora nos volvemos a conectar y a ver si jugamos de una vez como una escuadra, que hoy me tenéis contento
- Sí, jefe
Y me quité los auriculares. Como todos los sábados por la tarde, teníamos entrenamiento de la escuadra y luego, a la noche, participaríamos en varias competiciones, pero hoy se nos estaba dando como el culo.
Nuestra idea era presentarnos a una competición oficial de Rainbow Six a nivel europeo, pero hoy dudaba que tuviéramos el nivel. Y yo, como líder, debía meterlos en vereda. Pensaba estar repitiendo el mismo escenario hasta que lo hiciéramos con los ojos cerrados, se iban a enterar.
Me fui a la cocina y cogí una Coca cola. Mi madre me vio y preguntó:
- ¿No vas a salir, cariño?
- No
- Pero los chicos de tu edad salen todos los sábados
- Mamá, no empieces
Y me subí a mi cuarto. Estaba muy desanimado por el ridículo que había hecho el otro día con Cris. Tras ser contratados, reuní todo mi valor y le dije de forma estúpida y tonta:
- Cris, he pensado que… que… que…
- Dime
- Que… bueno, para celeb… celebarlo, digo, celebrarnos, no, celebrar el, bueno, que nos hayan contratado
Recordaba perfectamente su cara ante mis patéticos intentos de hablar y decir algo coherente, una cara de pena. Al final pude acabar y decirle:
- Podríamos ir a tomar algo
Ella me miró y dijo:
- Es que he quedado con mi novio
Me dejó totalmente roto, pero es que era natural, era imposible que una chica como ella no tuviera novio “¿Cómo se me ocurrió pedirle eso?” Menudo ridículo había hecho “Soy patético”.
Volví a mi mesa y cogí los papeles con las notas de las tácticas. “Deja de pensar en ella, está fuera de tu alcance, dedícate a esto, al menos es algo que se te da bien”. Y me centré en la revisión de las tácticas.
Cristina
Esa noche pensaba salir a divertirse por todo lo alto, que llevaba mucho tiempo sin salir más que para trabajar y mirando cada céntimo. Primero, Sara y yo iríamos a cenar algo rápido y después habíamos quedado con Alberto y algunos amigos suyos.
Alberto se había pasado varias noches aquí con Sara, dale que te pego en su habitación y me moría de envidia. Esa noche tenía ganas de ser yo la que disfrutara de algo de sexo.
Acababa de ducharme y depilarme, completamente, por si acaso había suerte. Desnuda, miré en mi cajón de la ropa interior y cogí una ropa interior negra y que no estaba demasiado desgastada. Me puse el tanga y el sujetador y miré en mi armario que era bastante triste. Ahora, con mi sueldo, tendría que renovarlo bastante, no podía tener tan pocas cosas y muchas ya pasadas de moda.
Al final saqué lo poco medio sexy que tenía, una mini falda vaquera y una camiseta que me dejaba un hombro al aire. Entonces, Sara entró en mi habitación sin llamar. Miró lo que había puesto en la cama y dijo:
- Ah, no, eso no
- ¿Qué? ¿Por qué?
- Mírame
Ella también llevaba una mini falda vaquera y una camiseta muy sexy, con la espalda al aire. Dijo:
- Vamos a parecer hermanas tontas
- Pues es lo que tengo
- Ven
Y me cogió de la mano y me llevó a su habitación. Allí, me miró durante unos segundos y sacó varios vestidos. Me los puso encima y los fue descartando hasta quedarse con uno. Dijo:
- Pruébate este, a mí me está ancho de arriba así que te puede servir
Sara y yo teníamos una figura muy parecida, éramos igual de altas y delgadas pero la diferencia estaba en nuestro busto porque ella tenía poco pecho. Otra gran diferencia era que ella era rubia natural y yo muy morena. Cogí el vestido y fui a probármelo pero ella me quitó el sujetador diciendo:
- Con ese vestido no puedes llevar sujetador, queda horrible por la espalda, mira, yo hoy no llevo
Y se volvió para mostrarme la espalda. Me puse el vestido y me miré a su espejo. El vestido era mega ajustado y cortito, demasiado corto, más que mi mini falda. Me sentí incómoda pero Sara se puso a tirar de aquí y allí del vestido y dijo:
- Tía, te queda como un guante
- Que va, esto es… me siento como si fuera desnuda, está demasiado ajustado
- Mejor, así ligas seguro, se te van a acercar todos los tíos jajaja
- Ya, claro
- ¿Desde hace cuanto que no follas? Seguro que en todo el verano no has mojado ¿verdad?
Era verdad, desde que ella se fue a su pueblo, no había salido nada, solo para trabajar. Una noche me había enrollado con uno en el bar donde trabajaba pero no pasó de ahí, y no volvió. Solo ligaba cuando salía con Sara, que todos los chicos se nos acercaban por ella. Dije:
- Pero tía, mira esto
Y di dos saltitos para mostrarle lo que se me movían las tetas. Ella se rio y dijo:
- Normal con esos melones que tienes
- Pufff, y esto es tan fino que mira, se me marcan los pezones
- Eso se lleva ahora, y más cuando te empitones jajajaja
- ¡¡Tía!!
- Tienes ganas de echar un polvo ¿No?
- Claro
- Pues con este vestido vas a poder elegir porque te van a entrar todos
- Pero…
Me miré al espejo. La verdad era que el vestido hacía que me sintiera sexy a pesar de lo delgada que estaba. Me miré el culo y ella dijo:
- Te marca un culito fantástico
- Sí
- Decidido, ahora a pintarnos y nos vamos
Me fui a mi cuarto, me maquillé un poco y me puse las lentillas. Luego, cogí una chaquetita y mi bolso. Metí en él mi móvil y me acordé de Héctor. El pobre había intentando pedirme salir pero le había tenido que cortar con una mentira diciéndole que tenía novio. No quería hacerle daño pero salir con él sería darle esperanzas para nada. Meneé la cabeza, con lo bien que me caía esperaba no haberle hecho sentir mal, pero sabía que si salía con él y pasaba algo, luego todo cambiaría y lo perdería como amigo y no quería que pasase eso.
Entonces escuché a Sara llamándome y salí a buscarla. Nos fuimos a cenar. Sara estaba de un humor excelente, como siempre, su risa era contagiosa. Luego, fuimos al local donde habíamos quedado con Alberto. Estuvimos allí un rato con él y unos amigos pero todos iban con sus novias, una lástima porque varios estaban muy bien, yo era la única sin pareja. Luego dijo de irnos a una discoteca. Allí, bailamos los tres juntos pero pronto se empezaron a enrollar y me aparté un poco. Me entraron varios chicos pero ninguno me hizo especial gracia, lo mismo tendría que beber un poco más.
Al rato, alguien me cogió por la cintura y me giró, era Alberto. Se me acercó y le pregunté por Sara. Me dijo que había ido al servicio. Entonces se pegó a mí y me dijo al oído:
- Estás muy sexy
- ¿Sí? Pues no ligo
- Porque no quieres
- Porque no me entra el adecuado
Entonces, con su mano me pegó totalmente a él y me dijo al oído:
- Estás muy buena
Me reí y noté su mano en mi culo, y como me besaba en el cuello. Noté su polla contra mi estómago, creciendo, y me excité, dejándolo que me siguiera besando el cuello. Pero de repente caí en la situación y me aparté de él. Lo miré sorprendida y le grité en medio de todo el ruido:
- Sara nos va a matar
Él se rio y yo lo miré alucinada. Me fui a buscar a Sara. Tardé un poco en verla salir de los baños y fui a por ella que me cogió de la mano y tiró de mí para llevarme a bailar. Intenté pararla pero no hubo forma y volvimos donde Alberto. Ella lo agarró y lo besó con pasión. Me quedé mirándolos sin saber que hacer. Entonces los dos hablaron y rieron, y Alberto le dio algo. Sara me miró y me cogió de la mano y me llevó fuera.
Al salir, el cambio del volumen del sonido nos dejó calladas unos segundos. Quería contarle lo que había pasado pero ella dijo:
- Vamos a fumarnos esto que me ha dado Al
Y encendió un porro. La miré indecisa, ahora no estaba segura si debía contárselo, lo mismo solo había sido que Alberto estaba un poco borracho y colocado. Acepté el porro y lo fumamos en silencio. Noté como me iba relajando y nos pusimos a reír como tontas. Entonces me dijo:
- ¿Te follarías a Alberto?
- ¿Qué?
- Está muy bueno ¿No?
- S… sí
Seguimos fumando y decidí contarle lo que había pasado. Dije:
- Sara, antes ha…
- Dice que hoy estás muy sexy
- ¿Qué? ¿Quién?
- Alberto
- Oh
- Que le ha gustado cogerte el culo
- ¿Te… te lo ha contado?
- Sí
- Te lo iba a contar ahora, yo no…
- El otro día me pidió hacer un trío contigo
Me quedé alucinada. Sara se rio y dijo:
- Me enfadé, claro
- Cl… claro
- ¿Has hecho alguna vez algo así?
- Noooo
- Yo tampoco
Sara dio una profunda calada y dijo:
- Creo que Alberto nos podría dejar satisfecha a las dos
La miré con la boca abierta. Ella mirando hacia el frente, no a mí, dijo:
- Es… tiene mucha energía, y aguante
- No.. no sé…
- Yo sí lo sé bien
Y entonces me miró sonriendo. Dijo:
- Sería una experiencia interesante ¿No crees?
- No… no me lo había planteado nunca
- ¿No? Yo sí
- ¿Sí?
- Viendo alguna porno
- Ah
- Y, no sé, puesta a compartir, contigo no me parece mal
Me miró esperando mi reacción. No dije nada:
- ¿Te apuntarías?
- N… no sé
- ¿No te ha gustado cuando te ha tocado?
- S… sí
- Pues es tu oportunidad ¿Qué dices?
La miré y asentí. No me lo podía creer pero asentí. Ella sonrió. Se terminó el porro y entramos. Buscamos a Alberto y Sara se le echó en brazos y le habló al oído. Alberto me miró sonriendo. Me acerqué a ellos y Alberto me besó, un beso largo y húmedo. Cuando terminamos miré a Sara que sonreía.
Nos pusimos a bailar y beber, y nos enrollábamos con Alberto de vez en cuando. Luego, Alberto desapareció y cuando volvió, nos dio unas pastillitas que se me subieron rápidamente. Volvimos a casa en taxi, Alberto delante y Sara y yo detrás. Estaba muy mareada, con el ruido en los oídos retumbando y la bebida y droga sin dejarme pensar lúcidamente.
Cuando llegamos a casa y subimos por el ascensor, Sara dijo:
- Le he prometido a Cris que nos ibas a dejar satisfechas a las dos
- Jajaja, eso espero
- A las dos, si no me vas a dejar en muy mal lugar
Y yo no podía parar de reír como una tonta. En cuanto entramos en casa me fui corriendo al baño. Entré y me senté a orinar. Sara entró al poco y le dije:
- ¿Cómo… cómo lo vamos a hacer?
- ¿A qué te refieres?
- ¿Por… por turnos? ¿Tú primero?
- Ahhh, jajaja
Me levanté y me limpié con una toallita, para luego subirme las bragas. Sara se las bajó y se sentó diciendo:
- Que él decida, tiene experiencia
- ¿Sí? ¿Ya ha hecho… esto?
- Eso dice
Me miré al espejo, tenía una cara rara. De pronto, Sara estaba a mi lado y dijo:
- Estás bien
- No sé, me veo rara
- No, eso es la pastilla, estás guapa
Y con un dedo me tocó un pezón y dijo:
- Y esto lo ha tenido malo toda la noche
- ¿El qué?
- Lo empitonada que estás
Me miré al espejo y era cierto, se notaban muchísimo mis pezones totalmente duros, ni me había dado cuenta. Me sonrojé y ella se rio diciendo:
- Es muy sexy, vamos
Y me cogió de la mano y me llevó a su cuarto donde nos esperaba Alberto descalzo pero vestido y tumbado en la cama. Nos descalzamos y subimos a ella quedándonos de rodillas y lo miramos, las dos sin saber muy bien que hacer. Él dijo:
- Enrollaos
Lo miramos sorprendido y Sara dijo:
- No somos bolleras
- Lo sé
- Queremos follar contigo
- Lo sé, pero antes quiero que os beséis
Ninguna nos movimos. Alberto se rio y dijo:
- Venga, Sara, si llevas toda la noche cachonda mirándole los pezones
- Imbécil, lo que te he dicho es que es sexy (sonriendo)
- Claro, y eso te gusta y te pone
- Idiota (riéndose)
Pero Sara no se movía. Yo no sabía que hacer ¿Mejor me iba? Alberto preguntó:
- ¿Nunca os habéis acostado con una chica?
- No (Y yo negué con la cabeza)
- ¿Ni un beso?
- No
- ¿Y no tenéis curiosidad?
Sara me echó una rápida mirada y no dijo nada. Miré a Alberto que esperaba y decidí dar un paso, quería ponerme ya a follar con él. Me incliné sobre Sara y le di un suave beso en los labios. Ella me miró sorprendida pero luego me dio un beso del mismo tipo. Miramos a Alberto que dijo:
- Seguid
Estaba excitada pero no por Sara sino por la situación, por las ganas que tenía de Alberto, por la pastilla… Miré a Sara a los ojos y volví a besarla, pero esta vez la besé durante más tiempo, saboreando sus labios. Pasé mi lengua por ellos y metí mi mano por debajo de su camiseta, acariciando su estómago y subiéndola lentamente hasta su teta. Pasé mi dedo por su pezón y ella abrió la boca para gemir, cosa que aproveché para meterle la lengua. Noté como su lengua tocaba la mía de forma tímida.
Me separé de ella unos centímetros y volví a mirarla a los ojos para ver su reacción. Ella me devolvió una mirada confusa pero excitada. Volví a besarla y esta vez Sara me esperaba con la boca abierta y nuestras lenguas se entrelazaron. Noté su mano sobre una de mis tetas y como buscaba mi pezón con un dedo.
Sara se separó de mí y le dijo a Alberto:
- Bueno, ya te hemos calentado ¿No?
- Sí, lo habéis hecho muy bien, seguid
- Ya está
- No, ahora follad
- No vamos a…
Yo ya estaba harta de tanto juego, quería follar con Alberto. Tumbé a Sara y la besé con pasión mientras le subía la camiseta y dejaba sus pechos al aire. Lamí sus pezones, los mordisqueé y luego pasé mi lengua por su estómago hasta llegar a su ombligo. Me incorporé y le quité la mini falda. Sara dijo:
- ¿Qué… qué haces?
Pero la ignoré. Me situé entre sus piernas abiertas y besé sus muslos. Luego, pasé mi dedo por sus braguitas, estaban mojadas. Pasé mi lengua por su muslo, muy cerca de su rajita. Escuché como Sara decía un bajito:
- Noooo
Pero no le hice caso. Le aparté un poco la braga y lamí su rajita. No me podía creer lo que estaba haciendo. Miré a Alberto que nos observaba totalmente excitado y dijo:
- Haz que se corra
Le quité las bragas a Sara y vi como ella me miraba sorprendida pero excitada. Cerró las piernas pero se las abrí sin problema. Vi su pequeño mechoncito de pelo rubio. Me agaché y le lamí la rajita con cuidado. Rápidamente encontré su clítoris que lamí suavemente. Sara gemía y le metí un dedo despacio. Comencé a follarla con mi dedo mientras seguía trazando círculos en su clítoris. Entonces Sara me apretó la cabeza contra ella y le metí otro dedo y aumenté el ritmo. No tardó en correrse.
Me incorporé y fui con Alberto. Le metí en la boca los dos dedos mojados con los fluidos de Sara. Él los lamió y luego nos besamos. Mi calentura era enorme, lo necesitaba ya.
Le quité el pantalón mientras él se quitaba la camiseta. Pronto lo dejé desnudo y me abalancé sobre su polla, metiéndomela en la boca y lanzando un suspiro. Se la chupé con ansia pero lo necesitaba dentro de mí. Me incorporé para quitarme el vestido y el tanga y me subí encima suyo. Escuché a Sara decir:
- Espera, el condón
Pero a mí me daba igual, tomaba la píldora y quería sentirlo dentro de mí. Me la metí rápidamente y comencé a cabalgarlo sin parar. Entonces noté a Sara detrás mía y me dijo al oído:
- Estás descontrolada
Y me giró la cabeza y me besó mientras yo follaba a Alberto sin parar. Notaba varios manos cogiéndome las tetas, apretándomelas, pellizcándome los pezones. Notaba a Sara pegada a mi espalda, notaba sus tetas contra mi espalda y como me besaba el cuello y hombros desde atrás mientras su mano buscaba mi clítoris y yo seguía moviendo mis caderas sobre la polla de Alberto. Todo me excitaba. De pronto, noté como Alberto estallaba dentro de mí y grité y grité mientras me recorría por todo el cuerpo un orgasmo bestial.
Me tumbé sobre él y escuché decir a Sara:
- Joder, que pasada, menudo orgasmo, nena, vaya forma de gritar
Estaba totalmente mareada. Me quedé quieta, hasta que Alberto me echó a un lado donde me quedé sin moverme, temblando. Los escuchaba hablar pero no conseguía concentrarme para entenderlos. Cerré los ojos un momento. Cuando los volví a abrir, Sara y Alberto follaban a mi lado. Los miré sin moverme. Sara tenía encima a Alberto y gemía sin parar hasta que se corrió hincando sus dedos en la espalda de Alberto mientras lanzaba un pequeño grito de placer. Luego, él se salió de ella, se quitó el condón y se corrió sobre su estómago. Me volví a dormir.