FranRel
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PARTE 1
1
Lunes, 4 de septiembre 2023, 7:00Carlos pulsó el interruptor y las luces de su despacho se encendieron. Como siempre, era el primero en llegar a la oficina, a las 7 de la mañana. Dejó la bolsa en el suelo y de su mochila sacó el portátil y lo conectó al dock para luego encenderlo. No esperó a ver como se encendía la pantalla, sino que cogió la bolsa que había dejado en el suelo y salió del despacho.
Fue hacia el cubículo a la derecha de su despacho, el de los técnicos informáticos. Hizo sitio en una estantería que había junto a la puerta y sacó de la bolsa la nueva cafetera. Lo había hablado el viernes pasado con los tres técnicos. Todos estaban cansados de los cafés de la máquina expendedora que había en recepción y al salir del trabajo, había tenido el impulso de comprar una cafetera. Al principio pensó en ponerla en su despacho pero allí parecería que era solo para él y seguro que Cristina y Héctor ni se atreverían a usarla así que decidió que el mejor sitio era la sala de los técnicos, que aunque estaban apretados y con todo lleno de cachivaches (impresoras, portátiles, monitores...) seguro que la cafetera no les iba a molestar.
Estuvo 10 minutos haciendo sitio y montando todo. Luego, puso 5 cajas de cápsulas de todo tipo junto a la Nespresso así como unas tazas nuevas. Llenó el depósito con agua e hizo el proceso de puesta en marcha que le habían explicado en la tienda. Tras terminar, revisó las cápsulas buscando un café que fuera fuerte, intenso, y se hizo su primer café. Lo probó con cuidado y sonrió, sabía muy diferente a la máquina de recepción.
Con la taza de café en su mano, volvió a su despacho y desbloqueó el portátil. Suspiró pensando en las tareas diarias. Sabía perfectamente lo que tenía que hacer ese día pero de todos modos repasó su agenda. Era el encargado del departamento técnico pero también de recursos humanos y hoy tenía tres reuniones con empleados. Dos de ellas eran sencillas y positivas, iba a hablar con Cristina y Héctor, los dos becarios en prácticas para proponerles un contrato. Estaba contento con los dos, Héctor se había dedicado a la parte más técnica y de hierro, dar soporte a los usuarios, arreglar impresoras… mientras que a Cristina le había asignado la parte de control y revisión de los servidores. Había hablado con Silvia, la técnica senior, el día anterior y ella también estaba contenta con los dos chicos.
Pensó en el equipo técnico y recordó sus comienzos en la empresa hacía 10 años cuando volvió de EEUU tras su divorcio. Había empezado trabajando en la empresa como un simple técnico, él solo, sin nadie más, encargándose de todos los ordenadores, servidores... en una empresa de 20 personas donde nadie tenía experiencia en ordenadores. Actualmente eran cerca de 100 y con tres técnicos iban a seguir cortos de personal pero poco a poco iría solucionando ese tema. Silvia llevaba con él 8 años, una mujer muy capaz, trabajadora y siempre dispuesta a ayudar. Tenía 33 años, madre de una cría de casi dos años y casada con un compañero de trabajo de la fábrica. Tenía una melena corta de color castaño y era atractiva, especialmente por sus bonitos ojos verdes, pero no especialmente llamativa. Además, no había conseguido recuperar del todo el tipo tras el embarazo y seguía con varios kilos de más, sobre todo en la cadera, culo y piernas según se quejaba ella aunque para él le quedaban bien esos kilos de más, aunque tenía poco pecho para su gusto.
Las reuniones con los dos becarios no iban a suponer ningún problema, al contrario, siempre le gustaba dar buenas noticias y estaba seguro que ellos se pondrían muy contentos. Lo que le preocupaba era la reunión con Carmen.
“Ayyy, Carmen ¿Qué vamos a hacer contigo?” pensó meneando la cabeza. Carmen era una compañera que llevaba 6 años en la empresa. Tenía 41 años, madre de un hijo y en proceso de divorcio. Había entrado como comercial y se le daba muy bien, pero tras el embarazo, pidió dejarlo y dedicarse más a labores de oficina, y desde entonces había ido cambiando de departamento cada poco porque no se adaptaba a ninguno.
Carmen era todo un pibón, una morenaza de ojos penetrantes y tipazo, con una delantera y trasera que quitaban el hipo y que hacía que todos los tíos se giraran al verla pasar. Además, era guapa de verdad. Recordaba perfectamente su entrevista de trabajo, lo simpática, directa y segura que estuvo, y sobre todo, lo tenía que reconocer, lo atractiva que le pareció.
Carlos nunca había intentado nada con ella, principalmente porque se sentía viejo y feo al lado de ella, con sus 48 años mal llevados. Era una persona aburrida, sin ningún atractivo, fofo, sedentario,… Una mujer como Carmen nunca podría estar con una persona como él, o eso pensaba él siempre que se le ocurría que podría ser buena idea invitarla a tomar algo aprovechando su divorcio, y hasta ese momento, no se había atrevido a proponerle salir, ni se atrevería, lo tenía claro.
Abrió el informe de Pablo, el jefe de Carmen en su departamento actual. Pablo, muy educadamente, solicitaba el despido de Carmen por varias razones, pero la principal es que Carmen no seguía sus directrices y que faltaba mucho al trabajo. Pablo no la quería con él, y no era el único. El informe era escueto y conciso, pero Pablo había hablado con él y le había contado el mal ambiente que generaba Carmen, como siempre le intentaba quitar autoridad... Carlos meneó de nuevo la cabeza y miró los papeles del despido, ya lo tenía redactado, con un finiquito bastante superior al que le correspondería.
“Va a ser jodida la reunión con Carmen” pensó. Lo malo es que Carlos y Carmen hablaban mucho, solían coincidir en la zona de comidas del edificio y ella se sentaba con él para charlar mientras comían, y sabía lo mal que lo estaba pasando Carmen con el divorcio, sabía que el marido la había dejado por una chica de veinte y poco y Carmen estaba deprimida, no estaba en su mejor momento, y Carlos sabía lo que era eso, lo había vivido, aunque su divorcio fue por otras razones.
Tomó los papeles del despido y los rompió. Le daría una nueva oportunidad a Carmen, la última, y se lo diría, pero no podía dejarla en la calle, en ese momento no, con el divorcio y su depresión. La metería de nuevo en Ventas, pero no como comercial sino como administrativa. Escribió un correo electrónico al jefe de ese departamento para comunicarle el cambio. Él se lo tomaría mal pero era lo que había.
Carlos suspiró aliviado, lo de Carmen lo tenía estresado desde que Pablo le había informado de todo, pero ahora, una vez tomada la decisión definitiva, se sintió como si le hubieran quitado un peso de encima. Ahora todo dependería de Carmen y su actitud en el nuevo departamento.
Siguió leyendo correos y revisando documentos hasta que escuchó unos pasos suaves. Sin levantar la vista supo quien era, Héctor. Levantó la cabeza al escuchar “Buenos días, Carlos” y respondió “Buenas, Héctor”.
Héctor sonrió pero, como siempre, sin mirarlo directamente. Era un chico muy introvertido, inteligente pero excesivamente tímido. Era muy delgado, algo bajo y con una tupida, aunque corta, barba negra. Iba vestido con vaqueros y una camiseta. Lo miró dirigirse a su sitio y vio como se quedaba mirando la nueva cafetera.
A las 8 en punto escuchó un suave “Buenos días”. Carlos levantó la vista para ver a Cristina en su puerta, sonriendo tímidamente y levantando una mano a modo de saludo. Carlos le sonrió y le dijo “Buenas, Cris”. Notó que ella dudó un momento, como si quisiera decirle algo, pero entonces se fue a su sitio. Cris tenía una larga melena morena que le llegaba casi al culo, un bonito culo redondo aunque demasiado pequeño para su gusto. Cris era de esas chicas muy delgadas, excesivamente delgada, pero, increíblemente, tenía un buen par de tetas. Llevaba unos vaqueros muy ajustados, marcando su culito prieto y Carlos no pudo evitar mirarlo mientras ella se dirigía a su sitio. También llevaba una camiseta, igualmente ajustada y sin mangas, resaltando sus pechos. La chica ea guapilla, seguro que no tenía problemas para ligar. Normalmente llevaba gafas y también era tímida, aunque no tanto como Héctor.
Carlos
Escuché como daba los buenos días a Héctor y luego le preguntaba “¿Y esto?” señalando la cafetera. Héctor se encogió de hombros y dijo algo en su habitual tono bajo que no escuché. Cris me miró y sonreí. Me levanté y fui con ellos. Les dije que era una cafetera para todos, que podía usarla cuando quisieran, pero que tendríamos que poner un bote para reponer las cápsulas. Héctor se quedó inmóvil, sin reaccionar, pero Cris fue a la cafetera y me preguntó:
- ¿Cómo funciona?
Se lo expliqué a los dos, y Cris se hizo su primer café. Héctor, tímido, no se atrevió así que le hice yo uno y se lo di. Cris dijo:
- Mmmmm, que bueno
- ¿Sí?
- Sí, que idea tan buena has tenido, Carlos, muchas gracias
- Jeje, de nada ¿A ti no te gusta, Héctor?
Héctor se puso rojo de vergüenza y asintió rápidamente. Me reí y los dejé.
Silvia llegó a las 9 porque ella tenía un horario especial por su hija, trabajaba de 9 a 2. Los pasos de Silvia eran inconfundibles, rápidos y fuertes. Me dio los buenos días con un fuerte “Buenos días, jefe, que calor hace aún”. La miré sonriendo. Silvia intentaba andar más y dejaba el coche lejos para poder hacer algo de ejercicio aunque fuera así y siempre llegaba sofocada. Llevaba un vestido de verano hasta las rodillas. Sus bonitos ojos relucían por el sofoco pero sonreía mientras se abanicaba con la mano. Le dije:
- Buenos días, y sí, hace calor este septiembre
- Cambiará a mediados, como siempre
- Esperemos
Entonces me preguntó muy bajito:
- ¿Se lo has dicho ya?
- Aún no
- Ah, vale, es para no meter la pata
- En un rato los llamo
- Vale, vale, se van a poner muy contentos jiji
Y me saludó con la mano para luego irse a su sitio donde escuché su potente voz dando los buenos días y luego diciendo “pero ¿Quién ha estado tocando mis cosas?”. Cristina señaló con la mano hacia mí y Silvia me miró y dijo a voces “jefe, que tengo todo bien ordenado y ahora me lo has desordenado todo”. Me reí y le dije “Ya, un desorden ordenado ¿No?”. Ella se rio y dijo “Eso es” y luego dijo “Anda, ven y te tomas un café con nosotros”.
Me levanté y nos hicimos todos un café mientras Silvia se reía y me decía que menuda ocurrencia, que iba a tener ganas de café a todas horas con ese olor, que eso no podía ser, pero todo el rato riéndose encantada.
Tras terminar el café me volví a mi despacho y vi un mensaje en el chat de la empresa. Era Silvia:
- Muchas gracias por la cafetera, eres un encanto, pero no hacía falta
- Es una tontería
- Ya, tus tonterías que siempre me encantan, gracias, eres un cielo
Sonreí y entonces escuché “Carlos ¿Te podría consultar una cosa?”. Levanté la mirada y vi a Cris, nerviosa, tanto que parecía a punto de dar saltitos. Le señalé una de las sillas frente a mi mesa y le dije:
- Un momento, termino este correo y hablamos
- Ah, entonces vuelvo en…
- No, no, venga, siéntate, es un minuto
La vi sentarse y removerse nerviosa. Terminé el correo y, tras enviarlo, la miré. Cris, muy nerviosa, dijo:
- Es que verás, Carlos, yo… mmmm es que mi… mmmm es…
La miré extrañado ¿De qué iba todo esto? Miré a Silvia pero ella estaba a lo suyo, y Héctor también, parecía que era algo exclusivamente de Cristina. Le dije:
- No estés tan nerviosa, respira hondo y luego hablas
Cris lo hizo, y tras una pausa de unos segundos, dijo:
- Gracias
- A ver ¿Te pasa algo?
- No, bueno, sí, pero…
- ¿Te vas a ir?
- ¿Qué? ¿Irme? ¿A dónde?
- No sé, a otra empresa, que te han ofrecido un trabajo ¿No?
- N…. no, eso no, bueno, es sobre trabajo, sí
La miré expectante. Ella volvió a respirar profundamente y dijo:
- Verás, mi situación mmmmm familiar mmmm es un poco mmmmm
Esperé mientras ella retorcía sus manos una sobre la otra. Continuó poco a poco:
- Yo mmmm mis gastos son mmmm yo soy la que tiene que mmmm
Como veía que ella con los nervios no conseguía decir lo que quería, empecé a aventurar cosas:
- A ver, Cris, esto va de dinero ¿No?
- No mmmm sí, bueno, sí
- ¿Y?
- Es que mi familia no… no me ayuda económicamente y…
Entonces lo vi claro, sus padres estarían en paro o algo así y no le daban dinero. Asentí esperando. Ella volvió a inspirar profundamente:
- Ahora mismo, para pagarme la casa, que estoy de alquiler con otras estudiantes, yo mmm trabajo en varias cosas
- ¿Cómo?
- Por las noches en una hamburguesería y también doy algunas clases, y los fines de semana en un bar y…
- Ah
- Y ahora me he mudado a otra casa donde solo hay una chica conmigo, y los gastos mmmm bueno, no los he calculado bien y… mmmm
- Entiendo
- La cosa es mmmmmm es que he pensado en mmmmm me han ofrecido trabajar también en el turno de almuerzos en la hamburguesería y mmmm
- Y no podrías estar aquí
- No, eso no, podría pero no todo el día como ahora
Las prácticas eran de 5 horas diarias pero tanto Héctor como Cristina me habían pedido hacer 8 horas y terminar antes las prácticas. Con esas 8 horas, les quedaba solo un mes de prácticas. Asentí y dije:
- Y quieres echar 5 horas
- Sí, bueno, no… es que tengo que estar en la hamburguesería antes de las 13:00 y para eso, como no tengo coche, tengo que salir de aquí antes y…
- Ajá
- Yo… me preguntaba si tú… bueno, mmmmm si podría ser que…
- Sí, no hay problema, solo que se te alargarán las prácticas
- Ya, lo sé, pero es que necesito ese dinero
- Claro
- He pensado otra cosa mmmmm
- ¿Qué?
- Yo mmmm
Aunque Cris se había tranquilizado un poco, de nuevo le volvieron los nervios y vi que se removía en el asiento. Dijo:
- Yo mmm bueno, dijiste, quiero decir, cuando empezamos las prácticas mmmm
- ¿Qué?
- Tú dijiste que mmmm que si mmmm que si nosotros mmmm
- Os dije que si trabajabais bien, quizás os podríamos contratar ¿Es eso?
- Sí, eso y mmmm
Vi que estaba a punto de levantarse de lo nerviosa que estaba. Le sonreí y dije:
- Y te preguntas si estamos contentos con vosotros ¿No?
Ella asintió rápidamente. Me quedé mirándola pensando en las coincidencias de la vida, ella tan apurada por algo que había decidido el fin de semana y pensaba contárselo esa misma mañana. Entonces me di cuenta que ella me miraba con los ojos muy abiertos, casi a punto de echarse a llorar, había tomado mi silencio como algo negativo. Le sonreí y dije:
- Perdona, me he puesto a pensar en las coincidencias de la vida, perdona, perdona
Ahora me miraba con sorpresa y sin entenderme. Le dije:
- ¿Puedes decirle a Héctor que venga?
- ¿Héctor? ¿Para qué?
- Para contaros…
- No, Héctor no sabe nada de mi situación y no… me da vergüenza que…
- Tranquila, no vamos a hablar de eso
- Pero, y mi…
Le hice un gesto de tranquilidad y llamé a Héctor, que sorprendido se levantó y vino a mi despacho. Le indiqué que se sentara en la silla al lado de Cristina y él, al mirarla, se sorprendió al ver su cara, y me miró alarmado. Les dije:
- Ayer estuve revisando vuestros contratos de prácticas
Ellos se miraron y luego me miraron nerviosos. Les dije:
- Hay varias clausulas que permiten finalizar las prácticas antes de tiempo
Cristina abrió mucho los ojos y dijo:
- Pero ¿Nos… nos vas a echar?
Héctor totalmente sorprendido por todo solo dijo:
- ¿Qué… qué ha pasado?
Sonreí y dije:
- Esperad, no saquéis conclusiones… la cuestión no va por ahí
Busqué entre mis papeles y encontré una carpeta. De ella saqué dos bloques de papeles. Los revisé y le alargué uno a Cristina y otro a Héctor mientras decía:
- La semana pasada estuvimos hablando Silvia y yo sobre vosotros
Los dos me miraban expectantes, sin haberse fijado aún en los papeles que les acaba de dar. Seguí:
- Y ambos estamos de acuerdo que vuestra disposición y actitud es muy buena, os faltan conocimientos pero eso es lo normal, lo importante es que sabéis escuchar, sabéis preguntar y sabéis investigar, no habéis sido una carga para nosotros como pensamos inicialmente que ocurriría con cualquier persona en prácticas. Tenéis mucho que aprender pero os vemos con ganas y predispuestos ¿Nos equivocamos?
Los dos me miraban sin decir nada hasta que Cristina asintió lentamente. Continué:
- Así que tenemos una propuesta, un contrato indefinido con nosotros, a tiempo completo desde el momento que firméis esos papeles
Entonces los dos miraron los papeles. Héctor sonrió pero Cris solo los miraba, con la boca abierta. Les dije:
- Leed el contrato con cuidado y, cualquier duda, os la resuelvo. Leed bien las condiciones, la cuantía,.. en fin, que os lo toméis con calma y si necesitáis consultarlo con alguien, lo hacéis sin problemas
Los miré. Ambos miraban los papeles pero no los leían, estaban sorprendidos. Sonreí y dije:
- Y ahora, a trabajar si no tenéis más dudas
Héctor se levantó rápidamente. Cristina lentamente pero dije:
- Espera, Cris, quédate un momento
Cuando Héctor salió, le dije:
- Esto es un contrato de exclusividad
- ¿Qué quieres decir?
- Que no se te permite tener otros trabajos por las noches o fines de semana
- Ah, pero yo necesito…
- ¿Has visto lo que vas a ganar?
- No ¿Dónde está?
Me levanté y me senté a su lado. Cogí los papeles y se lo mostré. Ella lo miró y preguntó:
- ¿Esto?
- Es tu bruto anual
- ¿Y al mes sería…?
- ¿Tu neto mensual?
- mmmmm
- Quieres saber lo que se te va a ingresar en tu cuenta bancaria cada mes ¿No?
- Sí
- Unos 1.200€ más dos pagas extras en junio y en diciembre, y sin contar si hay algunas horas extras aprobadas por mí
- ¿1.200€???
- Sí ¿Te parece bien?
- ¿De verdad?
- Sí
- Pero… ¿Seguro?
- Sí, claro
Sonreí al ver su cara de pasmo. Le dije:
- Si no te molesta que te pregunte ¿Cuánto ganas ahora mismo al mes?
- Con suerte, unos 500-600€
- Bueno, pues ahora será el doble
- Pero… pero…
- Mira, el sueldo está un poco por encima de lo normal para trabajadores con vuestra experiencia, pero sois técnicos cualificados y eso hay que pagarlo, y buenos técnicos, y os quiero contentos y a gusto en la empresa, por eso ese sueldo, que se revisará anualmente
Cris me miraba con la boca abierta. Le dije:
- Y no te quiero cansada teniendo dos o tres trabajos, con este trabajo puedes vivir más o menos bien ¿No?
- Sí, sí, claro, yo…
- Pues genial, léelo, me preguntas las dudas y firmas si te convence
- ¿Así de fácil?
- jajajaja, claro, mujer
Me levanté y ella hizo lo mismo. Me miró emocionada. Entonces le dije:
- Otra cosa, esto no estaba previsto pero tras lo que me has contado, podemos hacer una cosa
- ¿El qué?
- Si firmas, puedo arreglar para que se te de un adelanto de… ¿600€?
- ¿Eso que quiere decir?
- Que si firmas mañana, de esos 1.200€, te adelantaría 600€ mañana mismo, y el resto lo cobrarías al final de mes
- Ah ¿Eso es posible?
- Lo puedo arreglar, se ha hecho antes en algunos casos, no hay problema
- Jo, me… me salvaría la vida, estoy muy apurada, he tenido unos gastos que…
- Pues no te preocupes, si el contrato te convence, lo arreglo
Miró los papeles y dijo:
- Yo… yo me fio de ti, y no tengo a nadie a quien preguntar, si quieres lo firmo ya
- Nooo, jajaja, estas cosas hay que leerlas, y preguntar lo que no se entienda. Anda, tómatelo con calma y haz las cosas bien, como siempre te he dicho, nada de prisas, revisa todo, pregunta las dudas y cuando lo tengas claro, actúas ¿Vale?
Cris sonrió y asintió. Le puse una mano en el hombro y le señalé la puerta, entonces ella se volvió y me abrazó. Me puse nervioso, no me gustaban estas cosas en el trabajo. Intenté separarla pero ella me apretaba fuerte. Noté sus pechos contra mí y eso me puso más nervioso aún. Entonces, tan de repente como me había abrazado, se separó avergonzada y me dijo:
- Gracias, Carlos, gracias
Y se fue. Entonces vi como Silvia me miraba con una sonrisita. Me senté en mi sitio y me entró un nuevo mensaje por el chat interno. De nuevo era Silvia:
- Menuda carita has puesto jiji
- ¿Con qué?
- Con el abrazo de Cris
- Uffff, que incómodo
- Jajaja, la chica está emocionada, no seas hombre de hielo
- No lo soy, pero soy su jefe y…
- Jajajaja
- A saber que piensa la gente y…
- Jajajaja ¿El viejo verde con la niña? Jajajaja
- No seas mala, pero sí, es justo eso
- Tranquilo, solo lo he visto yo, y sé que tú no eres así
- Ya, ya…
- ¿Qué te ha dicho Cris? Menuda cara llevaba cuando fue a tu despacho
- Estaba nerviosa porque me quería preguntar por esto mismo, por si había posibilidad de contratación
- Ahhhhh
- Las coincidencias
- Sí, jeje, pues están los dos flipando, jajaja, ahora eres su héroe
- Y tú también, les he dicho que ha sido una decisión de los dos
- ¿Sí? Pero si tú ya lo habías decidido
- Sí, pero si llegas a decirme algo en contra no los contrato, confío más en tu criterio que en el mío
Silvia dejó de escribir. Pensé que se habría puesto con sus cosas cuando escribió:
- Vaya, gracias
- Es la verdad, siempre te escucho y valoro lo que dices
- Lo sé, pero gusta saberlo, nunca me dices estas cosas
Decidí rebajar lo serio que se estaba poniendo la conversación con una broma:
- Porque luego te lo crees y te pones inaguantable jeje
- ¿Yo inaguantable?
- Casi el 100% del tiempo, tu marido es un santo, lo tengo claro
- La santa soy yo por aguantarte, anda y que te den
Y sonreí al ver la mirada asesina que me estaba dirigiendo en ese momento.
Seguí trabajando y me olvidé de todo. Un par de horas más tarde escuché un taconeo acercándose y levanté la cabeza de los papeles para ver como llegaba Carmen a mi puerta. Estaba maravillosa, como siempre, era increíble que con 40 años tuviera ese tipazo y lo guapa que estaba. Ella dijo:
- Hola, Carlos ¿Se puede?
Me levanté y le dije:
- Pasa, Carmen, pasa, buenos días
Ella entró y se dirigió hacia mí para darme dos besos, y noté sus pechos pegándose a mí. Olía de maravilla y me quedé un par de segundos sin reaccionar. Ella me miraba sonriente y le dije carraspeando:
- Ejem, bueno, siéntate, Carmen
Nos sentamos los dos, yo en mi mesa y ella delante de la mesa. Pero entonces dijo:
- Pero Carlos ¿Así tan formal? Ven, siéntate a mi lado
La miré incómodo, y pensé que era verdad, que mi actitud al quedarme en mi mesa le daría que pensar que la cosa era demasiado seria y no quería que aquello pareciera tan serio, así que me levanté y me senté en la silla al lado de la suya, pero rápidamente me arrepentí al ver sus piernas cruzadas, su falda se había subido bastante mostrando sus muslos, y vi el canalillo que dejaba ver su camisa algo abierta. Cogí unos papeles de la mesa para disimular un poco. Nos quedamos callados hasta que ella dijo:
- ¿Y bien?
- Sí, un momento (mientras ojeaba los papeles sin verlos, intentando concentrarme)
- Me ha extrañado ver tu convocatoria de reunión ¿Pasa algo?
- No, bueno, sí
- ¿El qué?
- Verás, Carmen, es…
- Es ese inepto de Pablo ¿No?
- ¿Qué?
- Es un inepto, un incapaz
- Carmen, eso no es…
- No tiene ni puta idea, y no admite ideas nuevas, es un machista que me ignora porque soy una mujer más inteligente que él
- Carmen, Pablo no…
- ¿Qué quiere ese imbécil?
- Yo…
Noté como empezaba a sudar. Entonces me vino a la cabeza la imagen de Cristina hacía un par de horas y me reí por dentro, ahora me sentía como ella. Respiré profundamente y le dije:
- Carmen, Pablo ha solicitado que te vayas de su departamento
- ¿Sí? Pues mejor, no quiero trabajar con ese idiota
- Pero, es el tercer departamento donde no te has integrado, Carmen, esto no puede seguir así
- ¿Yo no me he integrado? Más bien son ellos que no quieren adoptar nuevas ideas y…
- Y luego está lo de tus faltas al trabajo, me ha dicho que casi siempre llegas muy tarde, te vas temprano y bastantes veces no has venido diciendo que te encuentras mal
Carmen me miró sin decir nada durante unos segundos. Luego dijo:
- Sabes a qué se debe eso
- Pero…
- Sabes lo mal que lo estoy pasando con esto del divorcio
- Sí, y lo entiendo, pero…
- Sabes que me tuve que coger una baja por depresión, no paraba de llorar y me sentía miserable
- Sí, y lo siento much...
- Carlos, tú eres un hombre sensible e inteligente, sabes como estoy, necesito apoyo, no esta mierda de Pablo
- Sí, sí y…
- Esto ya me hunde del todo, Carlos, del todo
Y se inclinó hacia mí, dejándome ver más su escote. Mis ojos no pudieron evitar ir hacia ese canalillo tan sensual y carraspeé:
- Ejem, ejem, espera, tranquila, sabes que te apoyo, que te apoyamos
- No lo veo así
- Sí, mujer, es solo que… bueno, que creemos que es mejor un cambio de aires para ti
- Oh, Carlos, no sabes lo mal que estoy
Y vi como sus ojos brillaban a punto de echarse a llorar. No podía verla llorar y le dije:
- Mira, si vas a estar mejor, hemos pensado que aportarías mucho en…
- En Marketing y comunicación
- ¿Qué?
- Sí, oh, Carlos, soy una persona muy creativa y emotiva, y se me da genial la comunicación, sabes lo buena que era como comercial y era por como me comunicaba con los clientes, es perfecto para mí
- Pero…
- Sí, ahí podría aportar mucho, muchísimo
- ¿No te gustaría volver a Ventas?
- No, no quiero estar de viajes ni nada de eso
- Pero, no sé, en la oficina, como administrativa o…
- No, no, me gusta más Marketing
- Bueno, no sé, Carmen, lo tendría que hablar
Carmen se inclinó aún más y me cogió la mano, diciendo:
- Oh, Carlos, pero confío en ti, eres la única persona de la empresa que me entiende y apoya de verdad, sé que lo harás por mí ¿Verdad?
- Sí, bueno, lo intentaré, claro
- Gracias, eres el mejor
Y me dedicó una sonrisa radiante que me dejó de nuevo sin habla “Pero ¿Qué tiene esta mujer que me deja temblando?”. Observé sus labios, perfectos, gruesos pero naturales ¿Qué se sentiría al besarlos? ¿Al morderlos suavemente? Entonces se levantó alisándose la falda. También me levanté y ella me dijo:
- Me has alegrado el día, Carlos, de verdad
- Bi… bien
- Que ganas tengo de empezar, es lo que necesito, un nuevo comienzo, dejar de pensar en lo antiguo, experimentar cosas nuevas
Y me guiñó un ojo de forma simpática pero también sensual. De nuevo me dejó temblando. Ella siguió hablando:
- Por ejemplo, estoy terminando de pintar y amueblar mi nueva casa
- Ah, genial
- Es pequeña, dos dormitorios, para mí y mi hijo pero está quedando genial
- Bien, bien
- Cuando esté terminada, haré una fiestecita de inauguración. Vendrás ¿No?
- Yo.. sí, sí, claro
- Será algo tranquilo, solo mis mejores amigos
Y me volvió a sonreír. Entonces, me dio otros dos besos y dijo:
- Bueno, te dejo trabajar, espero que nos veamos en el almuerzo durante la semana ¿No?
- Mmmm sí, sí
- Chao, Carlos
Y la miré irse, me fijé en su preciosa melena morena y en como se le meneaba su increíble culo al compás del ruido de sus tacones. Entonces empecé a escuchar las notificaciones del chat de mi portátil. Me senté en mi sitio y vi que era Silvia:
- ¿Qué quería esa zorra?
Y 7 y 8 mensajes más preguntando e insultando a Carmen. Suspiré y le contesté:
- Cosas de recursos humanos
Entonces vi como Silvia se levantaba y avanzaba rápidamente hacia mi despacho. Suspiré. Silvia no aguantaba a Carmen desde hacía años, pero no solo no la aguantaba, no la tragaba y la odiaba pero es que Carmen tampoco decía nada bonito de Silvia aunque Carmen no rezumaba odio, Carmen era más bien despectiva respecto a Silvia.
Silvia entró con cara de enfado y cerró la puerta diciendo:
- ¿Qué ha hecho esta vez esa zorra?
- Silvia, son cosas de RRHH
- Joder, Carlos, despierta ya, esa tía es un bicho
- Silvia…
- Ni Silvia ni nada, esa tía ha venido aquí a engatusarte como siempre, que lo he visto, esas miraditas, inclinándose para mostrarte el escote… aghhhhh menuda zorra
- Silvia…
- Que asco me da, es… es… y los tíos sois tan tontos, babeando por esa zorra, joder, Carlos, que eres el tío más listo que conozco y con ella eres un bobalicón
- SILVIA, YA VALE
Ella me miró enfadada pero se calló. A Silvia le aguantaba mucho porque llevábamos años trabajando juntos, pasándolo mal en urgencias del trabajo durante fines de semana agobiados, los dos solos porque no había más gente en el departamento. Nos quedamos mirándonos y entonces ella se sentó y dijo:
- Antes has dicho que te fías de mi criterio ¿No?
- Sí, ya lo sabes
- Pues escúchame, esa tía es un bicho
- ¿Y qué quieres? ¿La echo porque no te cae bien?
- No, la echas porque es una manipuladora y una jeta, que no da un palo al agua
- Silvia, eso no…
- Joder, Carlos, que lo sabe toda la empresa
- Pero…
- Pero ¿Qué?
- Silvia, Carmen está pasándolo mal, ya sabes lo de su divorcio
- El ex estará dando palmas con las orejas por haberse librado de ese bicho
- Silvia, ya vale, de verdad
Nos volvimos a quedar callados, mirándonos. Hasta enfadada sus ojos llamaban la atención, tan verdes. Entonces dijo:
- Bueno ¿No me vas a decir que quería? Porque sabes que me voy a enterar
Suspiré y terminé diciéndole:
- Va a cambiar de departamento
- ¿Y?… ah, no, eso no
- ¿Qué?
- Espero que no la vayas a meter aquí, te mato
Aquí me reí, ni había pensado en eso, sería suicidarme aguantando a las dos todo el día. Silvia seguía mirándome enfadada. Le dije:
- No, Silvia, nunca te haría eso
- Ah, es que…
- Se va a Marketing
- Perfecto
- ¿Perfecto?
- Donde no hacen el huevo, allí no llamará la atención, son todos igual que ella
- Silvia
- ¿Qué? Todo el mundo lo dice, son…
- Hoy tienes el día criticón ¿Eh?
- No, hoy tenía un día de puta madre hasta que he visto a esa zorra
Meneé la cabeza, menuda tirria le tenía a Carmen. Ella dijo:
- De verdad, Carlos, ahora en serio, no te dejes manipular por esa, es una especialista y los tíos sois muy tontos ante un buen par de tetas
- Pe…
- No, escucha
Inspiró y dijo:
- Eres mi mejor amigo y me pongo negra cuando veo como intenta manipularte, aquí o en el almuerzo
- Eso no es verdad
- Lo siento pero sí, es la verdad, y no me lo puedo callar más
- Silvia
- Te lo digo por lo mucho que te aprecio, lo sabes
Suspiré. Ella dijo:
- Lo sabes ¿No?
- Claro que lo sé
- Pues escúchame, no te lo voy a repetir más, eres mayorcito…
Me reí, y tanto que lo era, ya cercano a los 50. Ella continuó sin hacer caso de mi risa:
- Eres mayorcito y no voy a darte más la tabarra, pero cuando estés con ella, observa sus gestos, como todo está orientado a calentarte, a insinuarse
- Cada uno somos como somos, Silvia
- Sí, y ella es una manipuladora
Nos callamos de nuevo. Entonces le dije:
- Gracias
Ella me miró con suspicacia. Le repetí:
- Gracias por preocuparte por mí
- Pues claro que me preocupo
- Lo sé
- Y te lo he dicho veinte mil veces, búscate una buena mujer, pero buena, no un bicho
- Ya…
- Tengo amigas que…
Meneé la cabeza sonriendo porque ahora Silvia había entrado en modo casamentera. Me levanté y le dije:
- Voy a por un café ¿Vienes o te quedas?
- Que idiota eres
Pero se levantó sonriendo. Le dejé paso para salir de mi despacho pero antes de salir, la retuve cogiéndole suavemente el brazo y le dije:
- Gracias, de verdad
Y ella sonrió. Tras echarme el café me volví al despacho y me senté. Pensé en todo lo que me había dicho Silvia. Era la única persona que me hablaba tan francamente porque en realidad, casi no tenía amigos de verdad, solo la tenía a ella. A veces, Silvia se inmiscuía demasiado en mis asuntos pero sabía que lo hacía por mí. Y cuando nos enfadábamos siempre eran enfados de minutos, al final alguno bromeaba o algo, y nos reíamos. Y sabía que Carmen tonteaba mucho conmigo y con otros pero es que ella era así, le gustaba el tonteo, pero era un tonteo superficial, nunca serio.
Y ese era el gran problema de Silvia con Carmen porque hacía años Carmen tonteó con el marido de Silvia antes de estar casados y Silvia, que no se callaba nada, armó una buena bronca con ella en una fiesta de empresa. A partir de ese momento, no se podían ver. Miré la hora y vi que se me hacía tarde, tenía una reunión a la que ya llegaba tarde, y luego almuerzo con los directores de la empresa y más reuniones. Apagué el portátil, lo metí en mi mochila y me despedí de Silvia y los demás:
- Me tengo que ir, ya no volveré, nos vemos mañana
Silvia me miró extrañada:
- ¿Ocurre algo?
- No, no, me voy a una reunión y luego tenemos almuerzo y reunión de dirección, que ya sabes que se hacen eternas
- Ah, vale
- Para cualquier cosa, dadme un toque al móvil
- De acuerdo
- Buena tarde, chicos
Y todos me desearon lo mismo y me fui.
Fue hacia el cubículo a la derecha de su despacho, el de los técnicos informáticos. Hizo sitio en una estantería que había junto a la puerta y sacó de la bolsa la nueva cafetera. Lo había hablado el viernes pasado con los tres técnicos. Todos estaban cansados de los cafés de la máquina expendedora que había en recepción y al salir del trabajo, había tenido el impulso de comprar una cafetera. Al principio pensó en ponerla en su despacho pero allí parecería que era solo para él y seguro que Cristina y Héctor ni se atreverían a usarla así que decidió que el mejor sitio era la sala de los técnicos, que aunque estaban apretados y con todo lleno de cachivaches (impresoras, portátiles, monitores...) seguro que la cafetera no les iba a molestar.
Estuvo 10 minutos haciendo sitio y montando todo. Luego, puso 5 cajas de cápsulas de todo tipo junto a la Nespresso así como unas tazas nuevas. Llenó el depósito con agua e hizo el proceso de puesta en marcha que le habían explicado en la tienda. Tras terminar, revisó las cápsulas buscando un café que fuera fuerte, intenso, y se hizo su primer café. Lo probó con cuidado y sonrió, sabía muy diferente a la máquina de recepción.
Con la taza de café en su mano, volvió a su despacho y desbloqueó el portátil. Suspiró pensando en las tareas diarias. Sabía perfectamente lo que tenía que hacer ese día pero de todos modos repasó su agenda. Era el encargado del departamento técnico pero también de recursos humanos y hoy tenía tres reuniones con empleados. Dos de ellas eran sencillas y positivas, iba a hablar con Cristina y Héctor, los dos becarios en prácticas para proponerles un contrato. Estaba contento con los dos, Héctor se había dedicado a la parte más técnica y de hierro, dar soporte a los usuarios, arreglar impresoras… mientras que a Cristina le había asignado la parte de control y revisión de los servidores. Había hablado con Silvia, la técnica senior, el día anterior y ella también estaba contenta con los dos chicos.
Pensó en el equipo técnico y recordó sus comienzos en la empresa hacía 10 años cuando volvió de EEUU tras su divorcio. Había empezado trabajando en la empresa como un simple técnico, él solo, sin nadie más, encargándose de todos los ordenadores, servidores... en una empresa de 20 personas donde nadie tenía experiencia en ordenadores. Actualmente eran cerca de 100 y con tres técnicos iban a seguir cortos de personal pero poco a poco iría solucionando ese tema. Silvia llevaba con él 8 años, una mujer muy capaz, trabajadora y siempre dispuesta a ayudar. Tenía 33 años, madre de una cría de casi dos años y casada con un compañero de trabajo de la fábrica. Tenía una melena corta de color castaño y era atractiva, especialmente por sus bonitos ojos verdes, pero no especialmente llamativa. Además, no había conseguido recuperar del todo el tipo tras el embarazo y seguía con varios kilos de más, sobre todo en la cadera, culo y piernas según se quejaba ella aunque para él le quedaban bien esos kilos de más, aunque tenía poco pecho para su gusto.
Las reuniones con los dos becarios no iban a suponer ningún problema, al contrario, siempre le gustaba dar buenas noticias y estaba seguro que ellos se pondrían muy contentos. Lo que le preocupaba era la reunión con Carmen.
“Ayyy, Carmen ¿Qué vamos a hacer contigo?” pensó meneando la cabeza. Carmen era una compañera que llevaba 6 años en la empresa. Tenía 41 años, madre de un hijo y en proceso de divorcio. Había entrado como comercial y se le daba muy bien, pero tras el embarazo, pidió dejarlo y dedicarse más a labores de oficina, y desde entonces había ido cambiando de departamento cada poco porque no se adaptaba a ninguno.
Carmen era todo un pibón, una morenaza de ojos penetrantes y tipazo, con una delantera y trasera que quitaban el hipo y que hacía que todos los tíos se giraran al verla pasar. Además, era guapa de verdad. Recordaba perfectamente su entrevista de trabajo, lo simpática, directa y segura que estuvo, y sobre todo, lo tenía que reconocer, lo atractiva que le pareció.
Carlos nunca había intentado nada con ella, principalmente porque se sentía viejo y feo al lado de ella, con sus 48 años mal llevados. Era una persona aburrida, sin ningún atractivo, fofo, sedentario,… Una mujer como Carmen nunca podría estar con una persona como él, o eso pensaba él siempre que se le ocurría que podría ser buena idea invitarla a tomar algo aprovechando su divorcio, y hasta ese momento, no se había atrevido a proponerle salir, ni se atrevería, lo tenía claro.
Abrió el informe de Pablo, el jefe de Carmen en su departamento actual. Pablo, muy educadamente, solicitaba el despido de Carmen por varias razones, pero la principal es que Carmen no seguía sus directrices y que faltaba mucho al trabajo. Pablo no la quería con él, y no era el único. El informe era escueto y conciso, pero Pablo había hablado con él y le había contado el mal ambiente que generaba Carmen, como siempre le intentaba quitar autoridad... Carlos meneó de nuevo la cabeza y miró los papeles del despido, ya lo tenía redactado, con un finiquito bastante superior al que le correspondería.
“Va a ser jodida la reunión con Carmen” pensó. Lo malo es que Carlos y Carmen hablaban mucho, solían coincidir en la zona de comidas del edificio y ella se sentaba con él para charlar mientras comían, y sabía lo mal que lo estaba pasando Carmen con el divorcio, sabía que el marido la había dejado por una chica de veinte y poco y Carmen estaba deprimida, no estaba en su mejor momento, y Carlos sabía lo que era eso, lo había vivido, aunque su divorcio fue por otras razones.
Tomó los papeles del despido y los rompió. Le daría una nueva oportunidad a Carmen, la última, y se lo diría, pero no podía dejarla en la calle, en ese momento no, con el divorcio y su depresión. La metería de nuevo en Ventas, pero no como comercial sino como administrativa. Escribió un correo electrónico al jefe de ese departamento para comunicarle el cambio. Él se lo tomaría mal pero era lo que había.
Carlos suspiró aliviado, lo de Carmen lo tenía estresado desde que Pablo le había informado de todo, pero ahora, una vez tomada la decisión definitiva, se sintió como si le hubieran quitado un peso de encima. Ahora todo dependería de Carmen y su actitud en el nuevo departamento.
Siguió leyendo correos y revisando documentos hasta que escuchó unos pasos suaves. Sin levantar la vista supo quien era, Héctor. Levantó la cabeza al escuchar “Buenos días, Carlos” y respondió “Buenas, Héctor”.
Héctor sonrió pero, como siempre, sin mirarlo directamente. Era un chico muy introvertido, inteligente pero excesivamente tímido. Era muy delgado, algo bajo y con una tupida, aunque corta, barba negra. Iba vestido con vaqueros y una camiseta. Lo miró dirigirse a su sitio y vio como se quedaba mirando la nueva cafetera.
A las 8 en punto escuchó un suave “Buenos días”. Carlos levantó la vista para ver a Cristina en su puerta, sonriendo tímidamente y levantando una mano a modo de saludo. Carlos le sonrió y le dijo “Buenas, Cris”. Notó que ella dudó un momento, como si quisiera decirle algo, pero entonces se fue a su sitio. Cris tenía una larga melena morena que le llegaba casi al culo, un bonito culo redondo aunque demasiado pequeño para su gusto. Cris era de esas chicas muy delgadas, excesivamente delgada, pero, increíblemente, tenía un buen par de tetas. Llevaba unos vaqueros muy ajustados, marcando su culito prieto y Carlos no pudo evitar mirarlo mientras ella se dirigía a su sitio. También llevaba una camiseta, igualmente ajustada y sin mangas, resaltando sus pechos. La chica ea guapilla, seguro que no tenía problemas para ligar. Normalmente llevaba gafas y también era tímida, aunque no tanto como Héctor.
Carlos
Escuché como daba los buenos días a Héctor y luego le preguntaba “¿Y esto?” señalando la cafetera. Héctor se encogió de hombros y dijo algo en su habitual tono bajo que no escuché. Cris me miró y sonreí. Me levanté y fui con ellos. Les dije que era una cafetera para todos, que podía usarla cuando quisieran, pero que tendríamos que poner un bote para reponer las cápsulas. Héctor se quedó inmóvil, sin reaccionar, pero Cris fue a la cafetera y me preguntó:
- ¿Cómo funciona?
Se lo expliqué a los dos, y Cris se hizo su primer café. Héctor, tímido, no se atrevió así que le hice yo uno y se lo di. Cris dijo:
- Mmmmm, que bueno
- ¿Sí?
- Sí, que idea tan buena has tenido, Carlos, muchas gracias
- Jeje, de nada ¿A ti no te gusta, Héctor?
Héctor se puso rojo de vergüenza y asintió rápidamente. Me reí y los dejé.
Silvia llegó a las 9 porque ella tenía un horario especial por su hija, trabajaba de 9 a 2. Los pasos de Silvia eran inconfundibles, rápidos y fuertes. Me dio los buenos días con un fuerte “Buenos días, jefe, que calor hace aún”. La miré sonriendo. Silvia intentaba andar más y dejaba el coche lejos para poder hacer algo de ejercicio aunque fuera así y siempre llegaba sofocada. Llevaba un vestido de verano hasta las rodillas. Sus bonitos ojos relucían por el sofoco pero sonreía mientras se abanicaba con la mano. Le dije:
- Buenos días, y sí, hace calor este septiembre
- Cambiará a mediados, como siempre
- Esperemos
Entonces me preguntó muy bajito:
- ¿Se lo has dicho ya?
- Aún no
- Ah, vale, es para no meter la pata
- En un rato los llamo
- Vale, vale, se van a poner muy contentos jiji
Y me saludó con la mano para luego irse a su sitio donde escuché su potente voz dando los buenos días y luego diciendo “pero ¿Quién ha estado tocando mis cosas?”. Cristina señaló con la mano hacia mí y Silvia me miró y dijo a voces “jefe, que tengo todo bien ordenado y ahora me lo has desordenado todo”. Me reí y le dije “Ya, un desorden ordenado ¿No?”. Ella se rio y dijo “Eso es” y luego dijo “Anda, ven y te tomas un café con nosotros”.
Me levanté y nos hicimos todos un café mientras Silvia se reía y me decía que menuda ocurrencia, que iba a tener ganas de café a todas horas con ese olor, que eso no podía ser, pero todo el rato riéndose encantada.
Tras terminar el café me volví a mi despacho y vi un mensaje en el chat de la empresa. Era Silvia:
- Muchas gracias por la cafetera, eres un encanto, pero no hacía falta
- Es una tontería
- Ya, tus tonterías que siempre me encantan, gracias, eres un cielo
Sonreí y entonces escuché “Carlos ¿Te podría consultar una cosa?”. Levanté la mirada y vi a Cris, nerviosa, tanto que parecía a punto de dar saltitos. Le señalé una de las sillas frente a mi mesa y le dije:
- Un momento, termino este correo y hablamos
- Ah, entonces vuelvo en…
- No, no, venga, siéntate, es un minuto
La vi sentarse y removerse nerviosa. Terminé el correo y, tras enviarlo, la miré. Cris, muy nerviosa, dijo:
- Es que verás, Carlos, yo… mmmm es que mi… mmmm es…
La miré extrañado ¿De qué iba todo esto? Miré a Silvia pero ella estaba a lo suyo, y Héctor también, parecía que era algo exclusivamente de Cristina. Le dije:
- No estés tan nerviosa, respira hondo y luego hablas
Cris lo hizo, y tras una pausa de unos segundos, dijo:
- Gracias
- A ver ¿Te pasa algo?
- No, bueno, sí, pero…
- ¿Te vas a ir?
- ¿Qué? ¿Irme? ¿A dónde?
- No sé, a otra empresa, que te han ofrecido un trabajo ¿No?
- N…. no, eso no, bueno, es sobre trabajo, sí
La miré expectante. Ella volvió a respirar profundamente y dijo:
- Verás, mi situación mmmmm familiar mmmm es un poco mmmmm
Esperé mientras ella retorcía sus manos una sobre la otra. Continuó poco a poco:
- Yo mmmm mis gastos son mmmm yo soy la que tiene que mmmm
Como veía que ella con los nervios no conseguía decir lo que quería, empecé a aventurar cosas:
- A ver, Cris, esto va de dinero ¿No?
- No mmmm sí, bueno, sí
- ¿Y?
- Es que mi familia no… no me ayuda económicamente y…
Entonces lo vi claro, sus padres estarían en paro o algo así y no le daban dinero. Asentí esperando. Ella volvió a inspirar profundamente:
- Ahora mismo, para pagarme la casa, que estoy de alquiler con otras estudiantes, yo mmm trabajo en varias cosas
- ¿Cómo?
- Por las noches en una hamburguesería y también doy algunas clases, y los fines de semana en un bar y…
- Ah
- Y ahora me he mudado a otra casa donde solo hay una chica conmigo, y los gastos mmmm bueno, no los he calculado bien y… mmmm
- Entiendo
- La cosa es mmmmmm es que he pensado en mmmmm me han ofrecido trabajar también en el turno de almuerzos en la hamburguesería y mmmm
- Y no podrías estar aquí
- No, eso no, podría pero no todo el día como ahora
Las prácticas eran de 5 horas diarias pero tanto Héctor como Cristina me habían pedido hacer 8 horas y terminar antes las prácticas. Con esas 8 horas, les quedaba solo un mes de prácticas. Asentí y dije:
- Y quieres echar 5 horas
- Sí, bueno, no… es que tengo que estar en la hamburguesería antes de las 13:00 y para eso, como no tengo coche, tengo que salir de aquí antes y…
- Ajá
- Yo… me preguntaba si tú… bueno, mmmmm si podría ser que…
- Sí, no hay problema, solo que se te alargarán las prácticas
- Ya, lo sé, pero es que necesito ese dinero
- Claro
- He pensado otra cosa mmmmm
- ¿Qué?
- Yo mmmm
Aunque Cris se había tranquilizado un poco, de nuevo le volvieron los nervios y vi que se removía en el asiento. Dijo:
- Yo mmm bueno, dijiste, quiero decir, cuando empezamos las prácticas mmmm
- ¿Qué?
- Tú dijiste que mmmm que si mmmm que si nosotros mmmm
- Os dije que si trabajabais bien, quizás os podríamos contratar ¿Es eso?
- Sí, eso y mmmm
Vi que estaba a punto de levantarse de lo nerviosa que estaba. Le sonreí y dije:
- Y te preguntas si estamos contentos con vosotros ¿No?
Ella asintió rápidamente. Me quedé mirándola pensando en las coincidencias de la vida, ella tan apurada por algo que había decidido el fin de semana y pensaba contárselo esa misma mañana. Entonces me di cuenta que ella me miraba con los ojos muy abiertos, casi a punto de echarse a llorar, había tomado mi silencio como algo negativo. Le sonreí y dije:
- Perdona, me he puesto a pensar en las coincidencias de la vida, perdona, perdona
Ahora me miraba con sorpresa y sin entenderme. Le dije:
- ¿Puedes decirle a Héctor que venga?
- ¿Héctor? ¿Para qué?
- Para contaros…
- No, Héctor no sabe nada de mi situación y no… me da vergüenza que…
- Tranquila, no vamos a hablar de eso
- Pero, y mi…
Le hice un gesto de tranquilidad y llamé a Héctor, que sorprendido se levantó y vino a mi despacho. Le indiqué que se sentara en la silla al lado de Cristina y él, al mirarla, se sorprendió al ver su cara, y me miró alarmado. Les dije:
- Ayer estuve revisando vuestros contratos de prácticas
Ellos se miraron y luego me miraron nerviosos. Les dije:
- Hay varias clausulas que permiten finalizar las prácticas antes de tiempo
Cristina abrió mucho los ojos y dijo:
- Pero ¿Nos… nos vas a echar?
Héctor totalmente sorprendido por todo solo dijo:
- ¿Qué… qué ha pasado?
Sonreí y dije:
- Esperad, no saquéis conclusiones… la cuestión no va por ahí
Busqué entre mis papeles y encontré una carpeta. De ella saqué dos bloques de papeles. Los revisé y le alargué uno a Cristina y otro a Héctor mientras decía:
- La semana pasada estuvimos hablando Silvia y yo sobre vosotros
Los dos me miraban expectantes, sin haberse fijado aún en los papeles que les acaba de dar. Seguí:
- Y ambos estamos de acuerdo que vuestra disposición y actitud es muy buena, os faltan conocimientos pero eso es lo normal, lo importante es que sabéis escuchar, sabéis preguntar y sabéis investigar, no habéis sido una carga para nosotros como pensamos inicialmente que ocurriría con cualquier persona en prácticas. Tenéis mucho que aprender pero os vemos con ganas y predispuestos ¿Nos equivocamos?
Los dos me miraban sin decir nada hasta que Cristina asintió lentamente. Continué:
- Así que tenemos una propuesta, un contrato indefinido con nosotros, a tiempo completo desde el momento que firméis esos papeles
Entonces los dos miraron los papeles. Héctor sonrió pero Cris solo los miraba, con la boca abierta. Les dije:
- Leed el contrato con cuidado y, cualquier duda, os la resuelvo. Leed bien las condiciones, la cuantía,.. en fin, que os lo toméis con calma y si necesitáis consultarlo con alguien, lo hacéis sin problemas
Los miré. Ambos miraban los papeles pero no los leían, estaban sorprendidos. Sonreí y dije:
- Y ahora, a trabajar si no tenéis más dudas
Héctor se levantó rápidamente. Cristina lentamente pero dije:
- Espera, Cris, quédate un momento
Cuando Héctor salió, le dije:
- Esto es un contrato de exclusividad
- ¿Qué quieres decir?
- Que no se te permite tener otros trabajos por las noches o fines de semana
- Ah, pero yo necesito…
- ¿Has visto lo que vas a ganar?
- No ¿Dónde está?
Me levanté y me senté a su lado. Cogí los papeles y se lo mostré. Ella lo miró y preguntó:
- ¿Esto?
- Es tu bruto anual
- ¿Y al mes sería…?
- ¿Tu neto mensual?
- mmmmm
- Quieres saber lo que se te va a ingresar en tu cuenta bancaria cada mes ¿No?
- Sí
- Unos 1.200€ más dos pagas extras en junio y en diciembre, y sin contar si hay algunas horas extras aprobadas por mí
- ¿1.200€???
- Sí ¿Te parece bien?
- ¿De verdad?
- Sí
- Pero… ¿Seguro?
- Sí, claro
Sonreí al ver su cara de pasmo. Le dije:
- Si no te molesta que te pregunte ¿Cuánto ganas ahora mismo al mes?
- Con suerte, unos 500-600€
- Bueno, pues ahora será el doble
- Pero… pero…
- Mira, el sueldo está un poco por encima de lo normal para trabajadores con vuestra experiencia, pero sois técnicos cualificados y eso hay que pagarlo, y buenos técnicos, y os quiero contentos y a gusto en la empresa, por eso ese sueldo, que se revisará anualmente
Cris me miraba con la boca abierta. Le dije:
- Y no te quiero cansada teniendo dos o tres trabajos, con este trabajo puedes vivir más o menos bien ¿No?
- Sí, sí, claro, yo…
- Pues genial, léelo, me preguntas las dudas y firmas si te convence
- ¿Así de fácil?
- jajajaja, claro, mujer
Me levanté y ella hizo lo mismo. Me miró emocionada. Entonces le dije:
- Otra cosa, esto no estaba previsto pero tras lo que me has contado, podemos hacer una cosa
- ¿El qué?
- Si firmas, puedo arreglar para que se te de un adelanto de… ¿600€?
- ¿Eso que quiere decir?
- Que si firmas mañana, de esos 1.200€, te adelantaría 600€ mañana mismo, y el resto lo cobrarías al final de mes
- Ah ¿Eso es posible?
- Lo puedo arreglar, se ha hecho antes en algunos casos, no hay problema
- Jo, me… me salvaría la vida, estoy muy apurada, he tenido unos gastos que…
- Pues no te preocupes, si el contrato te convence, lo arreglo
Miró los papeles y dijo:
- Yo… yo me fio de ti, y no tengo a nadie a quien preguntar, si quieres lo firmo ya
- Nooo, jajaja, estas cosas hay que leerlas, y preguntar lo que no se entienda. Anda, tómatelo con calma y haz las cosas bien, como siempre te he dicho, nada de prisas, revisa todo, pregunta las dudas y cuando lo tengas claro, actúas ¿Vale?
Cris sonrió y asintió. Le puse una mano en el hombro y le señalé la puerta, entonces ella se volvió y me abrazó. Me puse nervioso, no me gustaban estas cosas en el trabajo. Intenté separarla pero ella me apretaba fuerte. Noté sus pechos contra mí y eso me puso más nervioso aún. Entonces, tan de repente como me había abrazado, se separó avergonzada y me dijo:
- Gracias, Carlos, gracias
Y se fue. Entonces vi como Silvia me miraba con una sonrisita. Me senté en mi sitio y me entró un nuevo mensaje por el chat interno. De nuevo era Silvia:
- Menuda carita has puesto jiji
- ¿Con qué?
- Con el abrazo de Cris
- Uffff, que incómodo
- Jajaja, la chica está emocionada, no seas hombre de hielo
- No lo soy, pero soy su jefe y…
- Jajajaja
- A saber que piensa la gente y…
- Jajajaja ¿El viejo verde con la niña? Jajajaja
- No seas mala, pero sí, es justo eso
- Tranquilo, solo lo he visto yo, y sé que tú no eres así
- Ya, ya…
- ¿Qué te ha dicho Cris? Menuda cara llevaba cuando fue a tu despacho
- Estaba nerviosa porque me quería preguntar por esto mismo, por si había posibilidad de contratación
- Ahhhhh
- Las coincidencias
- Sí, jeje, pues están los dos flipando, jajaja, ahora eres su héroe
- Y tú también, les he dicho que ha sido una decisión de los dos
- ¿Sí? Pero si tú ya lo habías decidido
- Sí, pero si llegas a decirme algo en contra no los contrato, confío más en tu criterio que en el mío
Silvia dejó de escribir. Pensé que se habría puesto con sus cosas cuando escribió:
- Vaya, gracias
- Es la verdad, siempre te escucho y valoro lo que dices
- Lo sé, pero gusta saberlo, nunca me dices estas cosas
Decidí rebajar lo serio que se estaba poniendo la conversación con una broma:
- Porque luego te lo crees y te pones inaguantable jeje
- ¿Yo inaguantable?
- Casi el 100% del tiempo, tu marido es un santo, lo tengo claro
- La santa soy yo por aguantarte, anda y que te den
Y sonreí al ver la mirada asesina que me estaba dirigiendo en ese momento.
Seguí trabajando y me olvidé de todo. Un par de horas más tarde escuché un taconeo acercándose y levanté la cabeza de los papeles para ver como llegaba Carmen a mi puerta. Estaba maravillosa, como siempre, era increíble que con 40 años tuviera ese tipazo y lo guapa que estaba. Ella dijo:
- Hola, Carlos ¿Se puede?
Me levanté y le dije:
- Pasa, Carmen, pasa, buenos días
Ella entró y se dirigió hacia mí para darme dos besos, y noté sus pechos pegándose a mí. Olía de maravilla y me quedé un par de segundos sin reaccionar. Ella me miraba sonriente y le dije carraspeando:
- Ejem, bueno, siéntate, Carmen
Nos sentamos los dos, yo en mi mesa y ella delante de la mesa. Pero entonces dijo:
- Pero Carlos ¿Así tan formal? Ven, siéntate a mi lado
La miré incómodo, y pensé que era verdad, que mi actitud al quedarme en mi mesa le daría que pensar que la cosa era demasiado seria y no quería que aquello pareciera tan serio, así que me levanté y me senté en la silla al lado de la suya, pero rápidamente me arrepentí al ver sus piernas cruzadas, su falda se había subido bastante mostrando sus muslos, y vi el canalillo que dejaba ver su camisa algo abierta. Cogí unos papeles de la mesa para disimular un poco. Nos quedamos callados hasta que ella dijo:
- ¿Y bien?
- Sí, un momento (mientras ojeaba los papeles sin verlos, intentando concentrarme)
- Me ha extrañado ver tu convocatoria de reunión ¿Pasa algo?
- No, bueno, sí
- ¿El qué?
- Verás, Carmen, es…
- Es ese inepto de Pablo ¿No?
- ¿Qué?
- Es un inepto, un incapaz
- Carmen, eso no es…
- No tiene ni puta idea, y no admite ideas nuevas, es un machista que me ignora porque soy una mujer más inteligente que él
- Carmen, Pablo no…
- ¿Qué quiere ese imbécil?
- Yo…
Noté como empezaba a sudar. Entonces me vino a la cabeza la imagen de Cristina hacía un par de horas y me reí por dentro, ahora me sentía como ella. Respiré profundamente y le dije:
- Carmen, Pablo ha solicitado que te vayas de su departamento
- ¿Sí? Pues mejor, no quiero trabajar con ese idiota
- Pero, es el tercer departamento donde no te has integrado, Carmen, esto no puede seguir así
- ¿Yo no me he integrado? Más bien son ellos que no quieren adoptar nuevas ideas y…
- Y luego está lo de tus faltas al trabajo, me ha dicho que casi siempre llegas muy tarde, te vas temprano y bastantes veces no has venido diciendo que te encuentras mal
Carmen me miró sin decir nada durante unos segundos. Luego dijo:
- Sabes a qué se debe eso
- Pero…
- Sabes lo mal que lo estoy pasando con esto del divorcio
- Sí, y lo entiendo, pero…
- Sabes que me tuve que coger una baja por depresión, no paraba de llorar y me sentía miserable
- Sí, y lo siento much...
- Carlos, tú eres un hombre sensible e inteligente, sabes como estoy, necesito apoyo, no esta mierda de Pablo
- Sí, sí y…
- Esto ya me hunde del todo, Carlos, del todo
Y se inclinó hacia mí, dejándome ver más su escote. Mis ojos no pudieron evitar ir hacia ese canalillo tan sensual y carraspeé:
- Ejem, ejem, espera, tranquila, sabes que te apoyo, que te apoyamos
- No lo veo así
- Sí, mujer, es solo que… bueno, que creemos que es mejor un cambio de aires para ti
- Oh, Carlos, no sabes lo mal que estoy
Y vi como sus ojos brillaban a punto de echarse a llorar. No podía verla llorar y le dije:
- Mira, si vas a estar mejor, hemos pensado que aportarías mucho en…
- En Marketing y comunicación
- ¿Qué?
- Sí, oh, Carlos, soy una persona muy creativa y emotiva, y se me da genial la comunicación, sabes lo buena que era como comercial y era por como me comunicaba con los clientes, es perfecto para mí
- Pero…
- Sí, ahí podría aportar mucho, muchísimo
- ¿No te gustaría volver a Ventas?
- No, no quiero estar de viajes ni nada de eso
- Pero, no sé, en la oficina, como administrativa o…
- No, no, me gusta más Marketing
- Bueno, no sé, Carmen, lo tendría que hablar
Carmen se inclinó aún más y me cogió la mano, diciendo:
- Oh, Carlos, pero confío en ti, eres la única persona de la empresa que me entiende y apoya de verdad, sé que lo harás por mí ¿Verdad?
- Sí, bueno, lo intentaré, claro
- Gracias, eres el mejor
Y me dedicó una sonrisa radiante que me dejó de nuevo sin habla “Pero ¿Qué tiene esta mujer que me deja temblando?”. Observé sus labios, perfectos, gruesos pero naturales ¿Qué se sentiría al besarlos? ¿Al morderlos suavemente? Entonces se levantó alisándose la falda. También me levanté y ella me dijo:
- Me has alegrado el día, Carlos, de verdad
- Bi… bien
- Que ganas tengo de empezar, es lo que necesito, un nuevo comienzo, dejar de pensar en lo antiguo, experimentar cosas nuevas
Y me guiñó un ojo de forma simpática pero también sensual. De nuevo me dejó temblando. Ella siguió hablando:
- Por ejemplo, estoy terminando de pintar y amueblar mi nueva casa
- Ah, genial
- Es pequeña, dos dormitorios, para mí y mi hijo pero está quedando genial
- Bien, bien
- Cuando esté terminada, haré una fiestecita de inauguración. Vendrás ¿No?
- Yo.. sí, sí, claro
- Será algo tranquilo, solo mis mejores amigos
Y me volvió a sonreír. Entonces, me dio otros dos besos y dijo:
- Bueno, te dejo trabajar, espero que nos veamos en el almuerzo durante la semana ¿No?
- Mmmm sí, sí
- Chao, Carlos
Y la miré irse, me fijé en su preciosa melena morena y en como se le meneaba su increíble culo al compás del ruido de sus tacones. Entonces empecé a escuchar las notificaciones del chat de mi portátil. Me senté en mi sitio y vi que era Silvia:
- ¿Qué quería esa zorra?
Y 7 y 8 mensajes más preguntando e insultando a Carmen. Suspiré y le contesté:
- Cosas de recursos humanos
Entonces vi como Silvia se levantaba y avanzaba rápidamente hacia mi despacho. Suspiré. Silvia no aguantaba a Carmen desde hacía años, pero no solo no la aguantaba, no la tragaba y la odiaba pero es que Carmen tampoco decía nada bonito de Silvia aunque Carmen no rezumaba odio, Carmen era más bien despectiva respecto a Silvia.
Silvia entró con cara de enfado y cerró la puerta diciendo:
- ¿Qué ha hecho esta vez esa zorra?
- Silvia, son cosas de RRHH
- Joder, Carlos, despierta ya, esa tía es un bicho
- Silvia…
- Ni Silvia ni nada, esa tía ha venido aquí a engatusarte como siempre, que lo he visto, esas miraditas, inclinándose para mostrarte el escote… aghhhhh menuda zorra
- Silvia…
- Que asco me da, es… es… y los tíos sois tan tontos, babeando por esa zorra, joder, Carlos, que eres el tío más listo que conozco y con ella eres un bobalicón
- SILVIA, YA VALE
Ella me miró enfadada pero se calló. A Silvia le aguantaba mucho porque llevábamos años trabajando juntos, pasándolo mal en urgencias del trabajo durante fines de semana agobiados, los dos solos porque no había más gente en el departamento. Nos quedamos mirándonos y entonces ella se sentó y dijo:
- Antes has dicho que te fías de mi criterio ¿No?
- Sí, ya lo sabes
- Pues escúchame, esa tía es un bicho
- ¿Y qué quieres? ¿La echo porque no te cae bien?
- No, la echas porque es una manipuladora y una jeta, que no da un palo al agua
- Silvia, eso no…
- Joder, Carlos, que lo sabe toda la empresa
- Pero…
- Pero ¿Qué?
- Silvia, Carmen está pasándolo mal, ya sabes lo de su divorcio
- El ex estará dando palmas con las orejas por haberse librado de ese bicho
- Silvia, ya vale, de verdad
Nos volvimos a quedar callados, mirándonos. Hasta enfadada sus ojos llamaban la atención, tan verdes. Entonces dijo:
- Bueno ¿No me vas a decir que quería? Porque sabes que me voy a enterar
Suspiré y terminé diciéndole:
- Va a cambiar de departamento
- ¿Y?… ah, no, eso no
- ¿Qué?
- Espero que no la vayas a meter aquí, te mato
Aquí me reí, ni había pensado en eso, sería suicidarme aguantando a las dos todo el día. Silvia seguía mirándome enfadada. Le dije:
- No, Silvia, nunca te haría eso
- Ah, es que…
- Se va a Marketing
- Perfecto
- ¿Perfecto?
- Donde no hacen el huevo, allí no llamará la atención, son todos igual que ella
- Silvia
- ¿Qué? Todo el mundo lo dice, son…
- Hoy tienes el día criticón ¿Eh?
- No, hoy tenía un día de puta madre hasta que he visto a esa zorra
Meneé la cabeza, menuda tirria le tenía a Carmen. Ella dijo:
- De verdad, Carlos, ahora en serio, no te dejes manipular por esa, es una especialista y los tíos sois muy tontos ante un buen par de tetas
- Pe…
- No, escucha
Inspiró y dijo:
- Eres mi mejor amigo y me pongo negra cuando veo como intenta manipularte, aquí o en el almuerzo
- Eso no es verdad
- Lo siento pero sí, es la verdad, y no me lo puedo callar más
- Silvia
- Te lo digo por lo mucho que te aprecio, lo sabes
Suspiré. Ella dijo:
- Lo sabes ¿No?
- Claro que lo sé
- Pues escúchame, no te lo voy a repetir más, eres mayorcito…
Me reí, y tanto que lo era, ya cercano a los 50. Ella continuó sin hacer caso de mi risa:
- Eres mayorcito y no voy a darte más la tabarra, pero cuando estés con ella, observa sus gestos, como todo está orientado a calentarte, a insinuarse
- Cada uno somos como somos, Silvia
- Sí, y ella es una manipuladora
Nos callamos de nuevo. Entonces le dije:
- Gracias
Ella me miró con suspicacia. Le repetí:
- Gracias por preocuparte por mí
- Pues claro que me preocupo
- Lo sé
- Y te lo he dicho veinte mil veces, búscate una buena mujer, pero buena, no un bicho
- Ya…
- Tengo amigas que…
Meneé la cabeza sonriendo porque ahora Silvia había entrado en modo casamentera. Me levanté y le dije:
- Voy a por un café ¿Vienes o te quedas?
- Que idiota eres
Pero se levantó sonriendo. Le dejé paso para salir de mi despacho pero antes de salir, la retuve cogiéndole suavemente el brazo y le dije:
- Gracias, de verdad
Y ella sonrió. Tras echarme el café me volví al despacho y me senté. Pensé en todo lo que me había dicho Silvia. Era la única persona que me hablaba tan francamente porque en realidad, casi no tenía amigos de verdad, solo la tenía a ella. A veces, Silvia se inmiscuía demasiado en mis asuntos pero sabía que lo hacía por mí. Y cuando nos enfadábamos siempre eran enfados de minutos, al final alguno bromeaba o algo, y nos reíamos. Y sabía que Carmen tonteaba mucho conmigo y con otros pero es que ella era así, le gustaba el tonteo, pero era un tonteo superficial, nunca serio.
Y ese era el gran problema de Silvia con Carmen porque hacía años Carmen tonteó con el marido de Silvia antes de estar casados y Silvia, que no se callaba nada, armó una buena bronca con ella en una fiesta de empresa. A partir de ese momento, no se podían ver. Miré la hora y vi que se me hacía tarde, tenía una reunión a la que ya llegaba tarde, y luego almuerzo con los directores de la empresa y más reuniones. Apagué el portátil, lo metí en mi mochila y me despedí de Silvia y los demás:
- Me tengo que ir, ya no volveré, nos vemos mañana
Silvia me miró extrañada:
- ¿Ocurre algo?
- No, no, me voy a una reunión y luego tenemos almuerzo y reunión de dirección, que ya sabes que se hacen eternas
- Ah, vale
- Para cualquier cosa, dadme un toque al móvil
- De acuerdo
- Buena tarde, chicos
Y todos me desearon lo mismo y me fui.