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Aquella noche, Elvira subió a la cima con Fran, tenía un mal presentimiento que le había contado a su novio y él no quiso que subiera sola. Faltaban metros para llegar arriba cuando un mensaje le salió en el móvil.
-Llámame en cuanto puedas, es urgente.
Elvira, muy seria, se lo enseñó a Fran, él hizo una mueca de preocupación. Elvira llamó.
-Elvira, estoy todo el día esperando la llamada, escucha, una señora de Ciudadseca, la madre del carnicero, supongo que es el oficio, les ha dicho a la Logia que teníais una cabaña en la montaña.
-¡Joder! ¿Cómo se ha enterado esa tía?
-Por lo visto se le escapó a una tal señora Satu en la tienda, supongo que en la carnicería.
-¡Me cago en la puta! Gracias jefe.
-¿Qué vas a hacer ahora?- Preguntaba nervioso el jefe.
-Mejor que no lo sepas, llevo días pensando en ello.
Bajaron al campamento, Elvira todo el camino estuvo muy pensativa, Fran no se atrevió a decirle nada, la veía concentrada, seguramente pensando en los siguientes pasos a seguir, pensó Fran. Cuando llegaron la estaban esperando, como cada noche, Elvira esta vez entró en la cabaña, los demás la siguieron.
-Sentaros por favor.- Les pidió a los demás.
Se sentaron alrededor de la mesa, igual que lo hacían cuando desayunaban.
-Está bien- Empezaba diciendo Elvira.- Fran tenía razón, están estrechando el cerco, saben que estamos en una cabaña en el bosque…
-¡No puede ser!- Exclamaba su padre.
-Sí papá, a Satu se le escapó en la carnicería, dijo que había estado de vacaciones con vosotros en la cabaña.
-¡Claro! El carnicero.- Pensaba en voz alta Mónica.
-¿El carnicero? ¿Qué pasa con el carnicero?- Preguntó inocentemente Mari.
-Lo matamos cuando entramos en la universidad.- Contestó Elvira, como si eso fuera lo más natural del mundo.
-¡Coño!- Dijo entre dientes Mari sorprendida.
-La familia está dolida, es normal, matasteis a su hijo.- Decía la madre de Elvira.
-Mamá, era un asesino sangriento sin escrúpulos, no se merecía menos.
-Estuvo a punto de matarnos a nosotras, fue en defensa propia.- Añadía Mónica.
-Lo sé, sería como sería, pero si a mí me tocan a mi hija, yo me vuelvo loca y hago cualquier cosa.- Continuaba diciendo la madre de Elvira.
-¿Qué es lo que pasó?- Preguntaba tímidamente Mari.
-Nos tenían encañonados, a los tres, a Elvira, a Álex y a mí, García apareció pegando tiros, distrajo a los tíos que estaban a punto de dispararnos, ella y yo recuperamos nuestras armas y… esta le pegó un tiro entre los ojos al carnicero, eso es todo.- Explicó Mónica.
-Así, García fue una heroína.- Dijo Mari.
García carraspeaba, contenta del reconocimiento.
-Sí, lo fue, gracias a ella estamos vivos.- Confirmó Elvira, García todavía se sentía más orgullosa.
A Álex le vino a la cabeza las vacaciones de navidad de Satu, él sabía que no tenía familia, al final había descubierto con quien estaba, precisamente en esos días también estaban fuera sus padres y los de Elvira, aunque lo de los padres de Elvira en aquel momento no lo sabía.
-¿Estamos jodidos?- Preguntó Vicente.- Si es así mejor saberlo.
-Lo negativo es que este bosque es el único más o menos cerca de Ciudadseca, lo positivo es que es muy grande, tremendamente grande, eso les ocupará varios días como mínimo para encontrarnos.
-De acuerdo ¿Qué haremos?- Preguntaba Mónica.- Hay que buscar una solución.
Todos se quedaron en silencio, esperaban que Elvira tuviera la respuesta.
-Estar todos atentos, esta noche descansaremos, mañana abandonaremos el campamento, dejaremos lo justo para que si lo encuentran se piensen que todavía estamos aquí, dejaremos el coche de Vicente, comida, las tiendas como si alguien viviera en ellas, ropa tendida en las cuerdas, cosas así. De esta manera ganaremos tiempo, mientras ellos se reunirán todos aquí para esperarnos.
-Buena idea.- Comentaba Álex.
-En mi coche, en el cuatro por cuatro, tiene siete plazas, vendrán conmigo, García, su marido Vicente y los dos niños. Papá, tu coche es más potente, se lo llevará Fran…
-No, no, es mejor el de él.- Decía el padre de Elvira señalando al padre de Álex.
-Nos llevaremos el tuyo y no se hable más.- Cerró la discusión Elvira con autoridad.
-Con Fran- Seguía explicando Elvira.- Irán, Álex y Mónica.
-¿Y nosotros?- Preguntaba preocupada su madre.
-Vosotros cuatro y Mari, os iréis en tu coche- Señalaba Elvira al padre de Álex.- os daré la dirección exacta de donde tenéis que ir ¿Todo el mundo lo ha entendido?
Todos movían la cabeza confirmándolo, menos Fran, él pensaba que para tener que improvisar no tenía mala pinta el plan de Elvira, al menos la primera parte. Cuando salieron fuera, Elvira se acercó a García y Mónica.
-Vosotras dos venir conmigo, tenemos unas llamadas que hacer antes de irnos a dormir.
Mónica y García la siguieron, en esos momentos ni preguntaban, confiaban en ella. Fran le pidió a Álex que le acompañara, entraron en la tienda de Fran y Elvira, volvió a abrir una de aquella cajas, sacó dos pistolas, comprobó que tenían el cargador y balas, seguidamente le entregó una a Álex.
-Por si acaso esta noche…
Álex la recogió y se la puso por detrás sujeta por el pantalón. Las chicas llegaron a la cima, Elvira manipulaba el móvil.
-Primero Mónica, te pondré con tu familia, avísales de que mañana llegaran cinco personas, que estarán con ellos hasta nueva orden.
Mónica agarró el móvil, contestó su madre, se lo explicó lo más tranquilamente que pudo, no quería alarmarlos, se dijeron cuatro cosas sin importancia, Elvira esperó con paciencia, sabía que tenía que disimular Mónica. Después le dio el móvil a García.
-Llama a Benítez, dile que lo necesitaremos en Madrid a las cuatro de la tarde, ya le daremos por la mañana la dirección, por supuesto que no le diga nada a nadie, nos va la vida.
García habló con Benítez, le habló seria y al grano, con él no tenía que disimular nada, Benítez se puso a su disposición con ganas de colaborar. Elvira suspiró mirando al cielo.
-¿Será peligroso?- Preguntó García.
-Lo será, luchamos por nuestras vidas ¿No? Peligroso es ¿Seréis capaces de estar a la altura?- Les preguntó Elvira.
-Seguro que sí, acabemos con esto de una puta vez.- Contestó Mónica.
-Acabemos con esto.- Confirmó García.
Tal como propuso Elvira, al día siguiente se llevaron parte de la ropa y dejaron otra. Cargaron los intercomunicadores durante la noche con las baterías de los coches.
-¿Preparados?- Le preguntaba a sus padres y a los de Álex junto a Mari, cuando estaban dentro del coche a punto de partir.
-Nos vamos.- Decía el padre de Álex al volante.
-Yo he dejado colgadas en la cuerda de la ropa secándose, las bragas más feas que tengo, que se jodan si llegan hasta aquí.- Gritaba su madre.
El vehículo se puso en marcha, los que se quedaban sonrían por las palabras de la señora. Elvira le entregó a Fran un intercomunicador.
-Iremos conectados, conduciremos tranquilos, te iré esperando hasta llegar a la carretera, a partir de allí, vamos a hacer una carrera contra reloj hasta llegar a la autopista y recorrer unos cuantos kilómetros, no quiero que nos vean en este territorio.- Le comunicó Elvira.
Nadie dijo nada, nadie se atrevió, si Elvira lo decía, se obedecía.
-¿Carrera contra reloj? ¿Eso quiere decir conducir rápido?- Le preguntaba Vicente a su mujer antes de subir al coche.
-Muy rápido Vicente, muy rápido.- Le contestó García.
-Ya me estoy acojonando.
Salieron de allí los dos coches, poco a poco durante todo el camino de tierra, sobre todo el que conducía Fran, si hubiera ido muy rápido se podía dejar parte de los bajos en algún bache. Cuando estaban a punto de llegar a la carretera, Elvira se comunicó.
-¿Estás preparado?
-Estamos preparados.- Contestó Álex por el intercomunicador desde el asiento de copiloto.
-¿Os gusta la velocidad?- Preguntó Elvira a los niños.
-Sí, sí.- Respondían como si fuera un juego.
-Yo conduzco pisando huevos, creo que no va a ser una buena experiencia para mí.- Decía Vicente preocupado.
En ese momento los coches pisaban el asfalto, salieron de allí como si fuera la salida del Gran Premio de España de Fórmula 1 en Montmeló. García se agarró al asiento, los niños gritaban entusiasmados, Elvira sonreía por la reacción de los críos, y Vicente… Vicente se agarraba donde podía, cerraba los ojos y rezaba lo que sabía, y eso que nunca había sido creyente.
La bajada de la montaña y parte de la carretera hasta entrar en la autovía fue de locos, Elvira conduciendo a una velocidad endiablada y Fran siguiéndola a pocos metros, a muy pocos, casi enganchado el coche al de Elvira, tenía experiencia de cuando había que hacer de guardaespaldas de alguien importante. Una vez se calmó la estampida y se condujo a velocidad legal.
-¿Supongo que vamos a Madrid? Para juntarnos esta tarde con Benítez ¿No?- Preguntaba García.
-Así es García, así es.- Le contestaba Elvira.- Benítez y tú nos ayudaréis, Vicente se quedará cuidando a vuestros hijos en un lugar seguro.- Miró un momento a García apartando la vista de la carretera, García le sonrió.
-Perfecto, lo que necesites.
García le envió a Benítez la dirección, Elvira llamó a una persona de las que limpiaban y cuidaban de su apartamento mientras no estaba, para darle indicaciones de lo que necesitaría, básicamente comida y bebida para algunos días.
Los dos vehículos, tan juntos que parecían uno, llegaron al garaje de Elvira, ella metió el suyo dentro, Fran lo dejó aparcado en la calle. Se vieron todos en el apartamento, los niños, Vicente y García lo miraban asombrados, de lo grande y lujoso que era, en ese momento abrió la puerta Fran, entrando también Mónica y Álex.
-¿Aquí vives tú? Preguntó extrañado Álex, se dio cuenta que Elvira no era la Elvira que él conocía, tenían que haber pasado muchas cosas para que ella se pudiera permitir vivir así, ya sabía que conducía coches caros y vestía bien, como le había dicho Mónica, pero aquello, aquello era demasiado.
Alguien llamó al telefonillo de la calle.
-Debe ser Benítez, voy a abrirle.- Dijo Elvira.
Sí, era él, se juntó todo el equipo en el apartamento, Elvira le agradeció a Benítez su ayuda, Benítez se abrazó con sus compañeros saludándose.
-Vale, os voy a explicar los siguientes pasos, ahora descansaremos un rato, sobre todo tú, Vicente y los niños, se os ve cansados. Fran saldrá a hacer unas gestiones… y esta noche, mientras cenamos nosotros y los niños estén durmiendo…
-Yo también dormiré con ellos, prefiero no saber nada de lo que tengáis que hacer.- Añadía Vicente.
-Vale, lo que decía, esta noche cenando os explicaré el plan.- Los demás confirmaron con la cabeza.
-Fran se despidió y se fue, los demás se sentaron a comer algo, no habían comido desde el desayuno de esa mañana, después, sentados en los sofás, le explicaban a Benítez su experiencia en el campamento y lo ponían al día de la Logia.
Fran, esa tarde, fue a ver a sus amigos proveedores, de ellos consiguió, armamento, chalecos antibalas, una furgoneta negra con los vidrios traseros tintados y… algunas cosas más.
Durante la cena, Elvira les explicó su plan, todos la escuchaban serios, lo que les estaba diciendo no era ninguna broma. Eso sí, Elvira era una gran profesional, sabía explicarlo de manera que no parecía peligroso y fácil de realizar. Esa noche, por muy bien que lo explicó Elvira, costó dormir, sobre todo a los que sabían el plan y tenían que intervenir al día siguiente por la tarde.
Por la mañana desayunaron fuerte, una buena cantidad de comida, al medio día comieron algo suave y a primera hora de la tarde, García se despedía de su marido y sus hijos. Bajaron al garaje privado de Elvira, dentro vieron la furgoneta que consiguió Fran el día anterior. El mismo Fran les enseñó todo lo que llevaba, el armamento que utilizarían, menos dos maletas que les dijo que serían para él, les instruyó en cómo colocarse un auricular junto a un micrófono que les caía a la altura de la boca para poder comunicarse entre ellos, también les enseñó algunas cosas que les harían falta para la primera fase de la misión. Elvira, abrió el maletero de su coche y recogió algo, que escondió en una mochila. Cuando todos tuvieron las cosas claras, se subieron a la furgoneta y se pusieron en marcha. Se fueron acercando, hasta dos calles antes de llegar al edificio donde estaba la oficina del presidente.
-Ese es el edificio, el edificio donde tiene su oficina el presidente de la Logia.- Les comunicaba Elvira.
-Parece muy impresionante y seguro, será difícil entrar.- Comentaba García.
-Ya os lo dije, el único punto débil que tiene es el restaurante chino.
-Hay que ver que un edificio como ese lo pueda tumbar un chino.- Decía, intentando ser gracioso, aunque no lo consiguió, Benítez.
Fran giró por una estrecha calle.
-Muy bien, Mónica ¿Estás preparada?- Dijo Fran.
-Lo estoy.- Respondió Mónica, abrió la puerta de la furgoneta y salió.
Por la calle caminaba una chica, con gorra y gafas de sol, a aquellas horas había mucha gente joven vestida de igual manera por la calle, pasaba totalmente desapercibida. Se acercó y entró en el restaurante chino, pidió un café que pagó al instante, se quedó allí, sentada, sin hacer nada, sin llamar la atención. Un buen rato después, entró en el local, una señora, toda tapada, con una joroba notable, evidentemente era árabe, se le notaba en la vestimenta, delante de ella un señor, también árabe, los dos se dirigieron a los baños, Mónica se levantó, entró al baño, se encontró con Benítez y Elvira, que se estaba quitando el disfraz de señora árabe. Se lo puso Mónica, Benítez sacó un cojín, que llevaba escondido en la americana y se lo colocó a Mónica en la espalda, para que pareciera una joroba, Mónica se tapó la cara y se ajustó el vestido, mientras tanto, Benítez ayudaba a Elvira a subir al conducto del aire acondicionado con una pesaba mochila que llevaba en la espalda. Elvira movió la mano despidiéndose de sus amigos, antes de cerrar la trampilla del aire acondicionado por donde había entrado. La pareja árabe salió del baño, el señor le dio las gracias a un camarero chino que los miró al pasar, el camarero miró la mesa donde antes una señorita se había tomado un café, pensó que se había ido y él no se había dado cuenta.
La pareja árabe giró la esquina donde estaba aparcada la furgoneta, las puertas traseras se abrieron y entraron rápidamente dentro. Mónica y Benítez se quitaron los disfraces.
-¿Ha ido bien?- Preguntó Fran. Mónica se daba un beso con Álex por reencontrarse.
-Perfectamente, Elvira ya está en los conductos.
-Como os parecéis, yo diría que era la misma persona que entró en el restaurante que la que salió.- Decía García.
-Porque somos de la misma altura más o menos.- Decía Mónica.
-Y también estáis igual de delgaditas.- Añadía García.
-García ¡Coño!- Le recriminaba Mónica.
-Vale, ya me callo.
-Solo nos queda esperar a que Elvira se comunique, después iniciaremos la segunda fase.- Les decía Fran poniéndose cómodo, dando a entender que tardaría un rato en decir algo Elvira.
En la furgoneta estaban todos preparados, con sus armas listas, sus chalecos antibalas colocados, sus intercomunicadores puestos y comprobados. García y Benítez se ponían nerviosos con la espera, Álex y Mónica se miraban, así se daban fuerzas, Fran descansaba, con los ojos medio cerrados, como si con él no fuera la cosa. De pronto todos escucharon una voz.
-¿Me copiáis?- Preguntaba Elvira.
-Alto y claro.- Respondía Fran levantándose de golpe.
-Es la hora, he tardado más de lo esperado, el conducto era más largo de lo que calculé, ya estoy delante del monta cargas, necesito que me limpiéis el camino. Suerte chicos.
-Vale.- Contestó Fran.- ¿Tenéis alguna duda?- Le preguntó al grupo.
-Acabemos con esto de una puta vez.- Dijo García.
Fran saltó al asiento del conductor, puso la furgoneta en marcha, giró la esquina y volvió a girar en otra esquina.
-¿Habéis visto donde tenéis que situaros?- Preguntó Fran.
-Está claro, detrás de los coches al otro lado de la calle.- Contestó Álex.
-Muy bien, esperad que os de la señal, Álex comandará al grupo.
Fran agarró un par de maletas de la furgoneta, salió y se dirigió al edificio de enfrente de la oficina del presidente, ya lo conocía, se colocó en el mismo sitio donde apuntó con su rifle a Elvira, el día que salía ella por la puerta principal. Abrió una maleta, sacó un rifle de precisión con un cargador puesto, a punto para disparar. De la otra maleta sacó un lanzagranadas y varias granadas para ir recargando.
-Ya podéis colocaros, todo está preparado.- Ordenó por el intercomunicador.
Álex se bajó la capucha que le tapaba la cara y saltó de la furgoneta, los demás hicieron lo mismo y lo siguieron, se colocaron detrás de los coches, justo delante de la puerta principal del edificio. Fran sacó el móvil e hizo una llamada.
-Buenas tardes.- Le contestó el agente de seguridad que había en la entrada del edificio.
-Buenas tardes señor, me haría un favor y saldría de ese edificio, es para que no resulte herido.
-Mire, ya estoy harto de llamaditas de este tipo, deje de hacer bromas de mal gusto.
-De acuerdo, puede mirar debajo del mostrador, hay una cosa que quiero que vea.- Le decía Fran.
Vio desde lo alto como el señor se agachaba, apuntó y disparó con el lanzagranadas, entró rompiendo la vidriera y explotó dentro, lo destrozó todo, sofás, sillones, mesitas, cuadros de las paredes, las lámparas, todo, el agente de seguridad se salvó porque lo evitó el mostrador de obra forrado de mármol donde estaba agachado. El tío al ver aquello, salió corriendo que se daba con los talones en el culo. El edificio tembló, el restaurante chino que había en la parte trasera se vació, la gente salió corriendo al escuchar la tremenda explosión.
Todo el personal de seguridad del presidente, al escuchar el estruendo en la entrada principal se puso en marcha, en cuanto aparecieron los primeros, Benítez, García, Álex y Mónica empezaron a disparar, Álex escuchaba los disparos de Fran, disparo, tío abatido, disparo, otro tío abatido, se acordó del día del cementerio, se dio cuenta quien fue el tirador misterioso, era él, seguro, pensó Álex. Elvira, cuando escuchó la primera explosión espero un poco más, cuando empezaron los disparos accionó la palanca para llamar al montacargas.
En la entrada del edifico había un show de puta madre, se cruzaban disparos, cuando se acumulaban muchos tíos en el hall, Fran cargaba de nuevo el lanzagranadas y les pegaba un pepinazo de puta madre, se cargaba a un montón de tíos, los de abajo no dejaban de disparar. Elvira subía por el montacargas, miró para arriba, se subió al techo, por si acaso, hizo bien, cuando llegó arriba, un tío armado sacó la cabeza para mirar si había alguien dentro, Elvira le disparó en la cabeza con una pistola con silenciador, lo dejó tieso allí mismo, salió del montacargas, caminó con cautela por un pasillo, al llegar a la esquina, miró un momento, delante de la puerta de la oficina del presidente había un tío muy grande custodiándola. Respiró profundamente y abrió la mochila.
Fuera seguían los disparos y las explosiones de las granadas dentro del edificio. El tío que estaba en la puerta de la oficina del presidente, que parecía un armario ropero de tres puertas, giró la cabeza, vio una persona vestida muy rara, parecía un nazareno con unos zapatos muy raros, intentó sacar un arma, tarde, Elvira ya le había disparado en la cabeza, abrió la puerta de la oficina, vio al presidente totalmente concentrado mirando la pantalla del ordenador, estaba viendo con los ojos muy abiertos el follón que se había liado en la entrada del edificio, explosiones, disparos, lámparas que caían, Elvira se acercó, el Presidente estaba solo en su oficina, esperando que fuera un lugar seguro. Cuando se dio cuenta, vio a alguien vestido como se vestían ellos para los sacrificios, además le estaba apuntando con un lanzagranadas.
-¿Qué coño es esto?
Elvira no contestó, se quitó la capucha.
-¿Tú? ¿Cómo coño has llegado hasta aquí?
-Sabe, presidente, este lanzagranadas lo recogí del lugar donde intentaron matarme con mis amigos, es un lanzagranadas que era para matarme a mí, y ya ve, aquí está.
-Tú y tus putos amigos, tu puto novio protegido y la madre que te parió ¿Crees que así acabarás con la Logia? ¿Estás loca? No podrás con nosotros, si no estoy yo estará otro, todo seguirá igual.
-No, no seguirá igual, se darán cuenta que también son vulnerables, que también se os puede matar, la Logia seguirá, pero no igual, seguirá como siempre tenía que haber sido. Presidente, esto es por todas las chicas inocentes que han matado durante tantos años… y es por joderme la vida, por obligarme a separarme de la persona que más quiero en este mundo, he estado esperando este momento mucho tiempo, mucho, seguramente demasiado, pero ya ve, todo llega más tarde o más temprano, se acabó…
-Me cago en tu puta madre Elvira…
El presidente intentó meter una mano en un cajón de su escritorio, tarde, Elvira disparó, la granada le dio en medio de la barriga, el presidente salió para atrás con el sillón con ruedas, atravesó la cristalera y salió volando, Fran, Álex, Mónica, García y Benítez, veían incrédulos como un tío sentado en un sillón con ruedas caía desde la última planta, de pronto, pegó una explosión desintegrándose, llovía rojo, sangre y trocitos del presidente. El sillón cayó delante de la entrada hecho un amasijo. Los que quedaban dentro no entendían nada, Fran disparó un par de granadas más.
-Seguir disparando, ahora os aviso.- Ordenó Fran.
Bajó corriendo, se subió a la furgoneta, la puso en marcha y salió a la calle.
-Vamos, vamos, volver a la furgoneta.- Gritaba Fran por el intercomunicador.
Se subieron todos, Fran salió rápido, atravesó la calle y giró por la parte trasera del edificio, paró delante del restaurante chino, salió Elvira caminando tranquilamente, se subió a la furgoneta y se fueron, se escuchaban sirenas de la policía acercarse.
-Justito de tiempo, pero bien.- Decía contenta Elvira.
-Desde que lanzamos la primera granada, calculamos diez minutos, han pasado once, tan mal no ha estado.- Afirmaba Fran.
-¿Diez minutos? Se me ha hecho una eternidad.- Comentaba García con la aprobación de Benítez.
-Pues a mí se me ha pasado rápido, no tenía tiempo de pensar de la tensión y ha sido rápido.- Decía Mónica con la aprobación de Álex.
-Enhorabuena chicos, habéis estado geniales.- Les felicitaba Fran.
-Elvira es la que le ha puesto la guinda al pastel, nos tienes que explicar con pelos y señales lo que ha pasado.- Le pedía Mónica.
-Os lo explicaré después, con tranquilidad.
La furgoneta avanzaba por las calles, dentro todos contentos. Fran la aparcó dentro del garaje y subieron al apartamento. Vicente abrazó a García y le dio un beso en la boca.
-¿Por qué vais todos manchados de eso rojo por la ropa?- Preguntaba Vicente.
-Mejor que no lo sepas cariño, me voy a duchar.
García les pasó la mano por la cabeza a sus hijos en un gesto de cariño y se fue a la ducha, como llevaban guantes y la capucha que le tapaba la cara, era en los únicos sitios que no tenían sangre del presidente.
Cuando se ducharon, Elvira salió a la terraza, la acompañaron, Mónica y García. Se colocó un cigarro en la boca, se sentó en un sillón de exterior y se encendió el cigarro, Mónica y García también se sentaron, la miraban mientras hablaba con el jefe.
-Ya lo sé jefe, era muy arriesgado… -Sí, pero no teníamos otra salida, al final nos hubieran encontrado y liquidado, eso hubiera sido peor ¿No?... –Vale les trasladaré tu enhorabuena ¿Ahora qué pasará?... - De acuerdo, espero tú llamada.
Cuando colgó, las dos la miraban esperando que les dijera algo, ella volvió a marcar colocándose el móvil en el oído.
-Papá, todo ha salido bien, en un par de días sabremos algo.
Colgó la llamada y miró a sus amigas, sus amigas la miraban a ella esperando que hablara.
-Ya lo habéis oído ¿No? Tenemos que esperar un par de días para saber que ha pasado.
-¿Por qué?- Preguntó García.
Elvira levantó la voz y avisó a los que estaban dentro para que salieran. Vicente miró a su mujer, se entendieron, él se quedaría dentro con los niños. Salieron los demás, Elvira seguía sentada junto a Mónica y García.
-Bien, la situación es la siguiente, Benítez, te puedes ir cuando quieras, a ti no te busca nadie, te agradezco mucho tu colaboración, ha sido esencial, si quieres puedes volver con Susan.
-Si no os importa, me gustaría quedarme un par de días más, he hablado con Susan para tranquilizarla y le he dicho que volvería en un par de días.
-Como quieras, aquí cabemos todos. Por lo demás… no se lo esperaban, pensaban que el edifico era inexpugnable y el presidente estaba seguro si no entraba nadie por la entrada principal, se equivocaron y lo pagaron caro. Esta es una situación nueva para ellos, nunca habían matado a un presidente, sinceramente, creo que nuestro bando, ahora mismo tiene más fuerza que el otro. Se tendrán que reunir y decidir qué pasa con la Logia de ahora en adelante, por eso lo de esperar un par de días.
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