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A media mañana del domingo, subieron a la cima Mónica, Elvira y García, estiraron un par de mantas, se desnudaron y se pusieron a tomar el sol.
-Nenas, tengo que reconocer que me da un poco de vergüenza estar así con vosotras.- Les decía García.
-Así como ¿Tomando el sol?- Preguntaba Elvira.
-No, en pelotas, me da cosa estar al lado de dos cuerpos como los vuestros, es que estáis muy buenas tías.
-¡Va García! Que ya tenemos una edad mujer, que no somos unas adolescentes.- Le contestaba Mónica.
-Vicente y yo estamos pasados de peso…
-¡Qué manía! ¿Y qué? Tampoco estáis gordos.
-Y yo parezco un botijo al lado de dos superwoman´s como vosotras.
-¡Eh, eh! Aquí la única súper modelo que hay es Mónica, que tiene un cuerpazo que flipas.- Les decía riendo Elvira.
-¿Queréis parar de decir tonterías las dos? Tomemos el sol ¡Coño!- Les recriminaba Mónica.
-Sí, sí, tomemos el sol, pero a ti no se te va a quitar el cuerpazo y lo guapa que eres, ni a mí me va a arreglar lo fea que soy.
Elvira y Mónica se incorporaron sentándose en la manta, miraban a García que seguía estirada.
-Lo siento chicas, es una manía que tengo desde la adolescencia, toda la vida me ha perseguido, pensaba que nunca tendría novio, empecé a ir con Vicente porque no creía que otro hombre se fijaría en mí…
-¡Una cosa! ¿No me dirás que te casaste con tú marido por qué…?- Decía Elvira.
-Sí, me quise casar y tener hijos pronto para atraparlo.
Mónica y Elvira no sabían que decir, había un incómodo silencio. Mónica pensaba que nunca podría hacer algo así, tenía dudas de si García era feliz.
-¿Entonces…? Perdona la pregunta- Le decía Mónica.- ¿Tú… eres feliz con…?
-Sí- No le dejó acabar la frase García.- soy feliz, con el tiempo he aprendido a querer y amar a Vicente, es muy buen padre y nos quiere mucho a todos...
-¿Estás bien con él? ¿Te llena la vida?- Preguntaba Elvira.
García las miraba, sin decir nada, pensando.
-Tengo que reconocer que en el plano sexual hemos mejorado mucho, follamos mejor que nunca. Hemos venido a tomar el sol ¿No?- Respondió García.
Esa respuesta les dio a entender tanto a Elvira como a Mónica, que García tenía sus demonios interiores, como muchas personas los tienen, tal vez por estar en aquella situación, García les confesó algo que no hubiera hecho jamás en su vida cotidiana.
Cuando pasó un ratito sin que ninguna dijera nada.
-Como se lo digáis a Vicente os mato.- Las tres se pusieron a reír.
En el campamento, Vicente, el marido de García, estaba sentado leyendo un libro, de historia, claro, a la sombra en la entrada de su tienda, los niños todavía dormían. Se acercó Mari, Vicente, como persona educada, dejó de leer y le acercó una silla para que ella también se sentara.
-¿Cómo llevas estar aquí tantos días?- Le preguntaba Vicente.
-En realidad no son tantos días, pero es aburrido estar aquí sin hacer nada.
-Podías haber subido a tomar el sol con las chicas.
-Bueno, prefiero alejarme de Elvira, me pone nerviosa con sus bromitas.
-Por lo que sé te ha salvado la vida dos veces, una dándote una identidad nueva para que no te encontraran, y otra literalmente cuando estaban a punto de matarte.
-Eso es verdad, y le estoy muy agradecida… sabes que pasa, que ella tiene un carácter muy fuerte, es muy segura de ella misma, se atreve con todo, justo lo contrario de cómo soy yo, yo solo quiero casarme y tener una familia, no quiero emociones fuertes en mi vida.
-Eres como yo, me gusta leer, dar clases a mis alumnos y vivir tranquilo, la parte de emoción en mi vida la ponen García y sus compañeros, por eso me gusta ir a tomar algo con ellos al bar algunos viernes, explican anécdotas de la policía y me gusta escucharlos.
-¿Cómo es el matrimonio? ¿Cómo es estar casado con otra persona y tener hijos? Yo tengo ganas de hacerlo pero no tengo experiencia, no sé si es bueno o malo, es lo que nos vende la sociedad como normal, pero… ¿Es así?
Vicente la miraba sonriendo, pensaba que contestarle.
-Que preguntita Mari, te voy a responder lo que yo creo o lo que he vivido yo, supongo que cada persona tendrá su experiencia. No todo el mundo tiene el mismo motivo para casarse y tener hijos, unos lo hacen por interés, otros por obligación, han dejado embarazada a la novia y se sienten obligados moralmente, por ejemplo, hay culturas que los padres escogen la pareja para sus hijos, después tienen que aprender a quererse, o no, otros por amor, porque la pareja se quiere y desean tener una vida juntos, ese es el mejor motivo, para mí, claro, y es el que espero que te pase a ti.
Mari, notó algo raro en Vicente.
-¿Y tú? ¿Por qué motivo lo hiciste?
Vicente miraba fijamente a Mari, no sabía si contestarle, o contestarle una mentira.
-Yo lo hice por amor, quería y quiero mucho a García… y sabía que ella no me quería a mí…
-¡No jodas!- Se le escapaba a Mari.
-Ella era la que tenía ganas de casarse y de tener hijos, pero no me quería, lo notaba, esas cosas se notan, sabes.
-No lo entiendo.
-Porque tenía miedo de quedarse soltera y estar toda la vida sola, llegué a pensar que cuando tuviéramos los hijos se separaría de mí, que con sus hijos ya se sentiría acompañada y yo le sobraría… y no pasó eso, aprendió a quererme, a amarme, se lo noté en los ojos, en cómo me miraba, algo cambió dentro de ella.
-Esa historia es muy triste.
-Con un final feliz, por suerte.
-La verdad es que se os ve una familia muy bonita.
-Lo somos, por eso te decía que hay muchas maneras de llegar a esto.
Mari miraba con una sonrisa a Vicente, creía haber aprendido algo, pensaba que Vicente era una persona culta que sabía explicar las cosas muy bien, seguramente porque es profesor, pensaba Mari.
-¡Me cago en la puta! Tiras la bola como el culo y tienes la suerte de tocar la mía y apartarla.
-Lo he hecho expresamente ¿O no te has dado cuenta? Zoquete.
Volvían a discutir los hombres de la petanca. Las mujeres, desde la puerta de la cabaña, los miraban.
-Estos hombres están muy tensos, no paran de discutir.
-¿Será por estar aquí varios días sin salir?
-Que va, mujer.
La madre de Álex le dijo algo al oído a la de Elvira, las dos reían, se metieron en la cabaña y poco después salían. La madre Álex se acercó a su marido.
-Ven cariño, vamos a dar una vuelta.
-¿Ahora? ¿No puedes esperar a que acabemos la partida?
-Ven, ya la acabaréis después.
El otro hombre miró a su mujer, desde la entrada de la cabaña le hacía gestos para que se acercara.
-¿Por dónde quieres dar esa vuelta?
-Vamos hasta la charca de las ranas, hace tiempo que no la veo.- Le contestaba la mujer.
Los dos caminaron tranquilamente, dando un paseo, hasta que llegaron a la charca. La mujer se le acercó con una sonrisa, sin decir nada, le bajó la cremallera del pantalón, le agarró la polla y se la sacó, empezó a hacerle una paja.
-¿Y esto?- Preguntó el marido extrañado.
-Creo que tienes que relajarte, te veo últimamente muy tenso.
-Será por el aire fresco de la montaña.
-Será eso, porque no ha pasado una semana desde la última vez.
Hablaban, sin dejar ella de pajearlo. El marido no tardó en tener la polla como una estaca, agarró a la mujer por la cintura, la giró, hizo que apoyara las manos en un árbol, le levantó el vestido, le bajó las bragas, ella se las quitó metiéndoselas en un bolsillo, él se mojó la mano con saliva y le lubricó el coño, varias veces, para que estuviera muy mojado, se agarró la polla y se la metió, con cuidado, suavemente. Cuando notó que entraba y salía con fluidez, que su mujer empezaba a gemir de gusto, aumentó el ritmo y la dureza, la penetraba con fuerza, con decisión, la mujer notaba que se le movía todo el culo cada vez que él la penetraba.
-Que dura que la tienes, que bien me follas.
Le decía la mujer para excitarlo más, y lo conseguía, el marido la penetraba sin miramientos, se la follaba a lo salvaje, todo lo salvaje que la edad le permitía, claro, ya no eran unos críos. La mujer separaba más los pies, el marido sabía porque lo hacía y apretó más la follada, la corrida de la señora fue épica, a la vez que se meaba de gusto, por eso separaba los pies, él continuó dándole caña, hasta que no pudo más, su mujer se giró, le agarró la polla y dándole unos cuantos meneos, el hombre se corrió, le salieron varios disparos de leche que ya querría un tío más joven hacerlo. La mujer fue aflojando la paja hasta que lo dejó seco.
-Que dura se te pone todavía y como te corres, eso no es normal a tu edad.
-Sí, sí, pero sabes que no puedo hacerlo cada día.
-¡Coño! Solo faltaba eso.
La mujer, sacó del bolsillo del vestido, papel de cocina que había agarrado antes de dar el paseo, sabía lo que pasaría y se preparó, se limpió, después se puso las bragas y se agarró al brazo de su marido, que ya se había subido los pantalones, para volver al campamento dando otro bonito paseo.
La otra señora, metió a su marido en la habitación de la cabaña, le sacó la polla y se la pajeó, al marido le costó un poco más ponérsela dura, no tenía el vigor que su compañero. Una vez la tuvo a punto, le dijo a su mujer que se colocara, ella se arremangó el vestido, se quitó las bragas y se colocó en el borde de la cama a cuatro patas, el marido buscó en el cajón de la mesita de noche, el tubo de lubricante, se puso en una mano y se la pasó por el coño a su mujer, sin perder más tiempo se la metió, la penetró, gruñendo suavemente, mientras él se la follaba, ella, por debajo, se acariciaba el clítoris, ya se conocían y lo tenía todo controlado, cuando él empezó a correrse, a llenarle el coño de leche, ella acababa su paja corriéndose al mismo tiempo.
Un rato más tarde, las dos señoras, con una sonrisa, miraban a sus maridos como habían reemprendido la partida de petanca.
-Muy bien tirada esa bola.
-No creas, la tuya ha sido mucho mejor.
-No tengo claro quién gana, está muy justo.
-No, no, está clarísimo que tu bola está más cerca, has ganado tú.
Las mujeres se miraban, se reían y se metían dentro de la cabaña, salían de nuevo con una cerveza cada una, volvía la paz, por unos días.
Llegaron las chicas que estaban tomando el sol, pasaron por delante de la cabaña, allí estaban las dos señoras bebiendo cerveza.
-¿No es un poco pronto para beber cerveza, señoras?- Preguntó con inocencia García.
-Bebemos cerveza cuando nos sale del coño.- Respondió sin pensárselo la madre de Elvira.
-Desde luego nena, como se nota que es tu madre.- Le decía sorprendida García a Elvira. Las cinco mujeres reían.
Vieron a Mari y Vicente jugando con los niños.
-¿Qué tal?-Preguntó García a su marido.
-Bien ¿Sabías que Mari se cuidaba de los niños en el orfanato? Sabe muchos juegos para ellos.
-No, no lo sabía ¿Qué habéis hecho?- Se le notaba a García celosa.
-Nada, hemos hablado un rato antes de que los chicos se despertaran.
-¿Solo hablado?
-¡Por favor! ¿Qué pregunta es esa?- Se quejaba Vicente.
-Lo siento… yo mejor me voy.- Se disculpaba Mari.
-¡Mamá! ¿Ahora se tiene que ir Mari?- Se quejaba uno de los niños.
Mari se apartaba triste, García respiraba profundamente, se daba cuenta de que se había pasado, caminó hasta ponerse a la altura de Mari.
-Lo siento Mari, he sido muy injusta contigo.
-Solo me he acercado a hablar con Vicente porque me aburría, no pretendo nada, lo único que quiero es volver a ver a mi novio.
-Ya lo sé, Mari, lo siento ¿Puedes quedarte con los niños un rato?
-Claro, me lo paso muy bien con ellos.
García se acercó a su marido agarrándolo de la mano.
-Ven conmigo, tú y yo vamos a subir a la cima.
Vicente sonreía contento, Mónica y Elvira que se habían quedado por allí cotilleando, se tapaban la boca para no reír.
Álex y Fran, tomaban un café sentados dentro de la tienda, cuando aparecieron Mónica y Elvira.
-¿Queréis tomar algo?- Les preguntaba Álex.
-Yo me serviré café también.- Decía Elvira.
-Yo prefiero un refresco, estoy acalorada de tomar el sol.
-Voy a buscarlo.- Le decía Álex mientras salía de la tienda.
Cuando volvió Álex, los cuatro sentados hablaban.
-A partir de ahora será más difícil- Hablaba Elvira.- han visto que tenemos misiles para destruir desde la distancia, intensificaran la vigilancia, no solo controlaran el edifico, también las calles más próximas. El círculo de seguridad será más amplio y más complicado para nosotros acercarnos. No sé como lo haremos.
-Se tendrá que estudiar a fondo cada situación, intentar avanzarnos a ellos.- Comentaba Fran.
-Eso es lo que hemos hecho hasta ahora, sorprenderlos, a partir de ahora será más difícil.- Añadía Elvira, Mónica y Álex escuchaban sin decir nada, ellos parecían mucho más experimentados en cosas así.
En Madrid, en la sala de reuniones del presidente, había seis personas reunidas, el presidente y cinco personas de su confianza.
-Actuó varios días seguidos, después dejó pasar un día o dos, creo que en ese momento se fue de Madrid, en este último atentado contra una de nuestras sucursales, esto tenemos que estudiarlo.- Les decía el presidente, en la pared tenía un mapa de España.- Su última acción fue aquí, imaginemos que está escondida, ella y más gente, como sabéis no hay ningún familiar, ni ningún amigo localizable, eso es porque estaba preparado, se han escondido todos, si es así ¿Por qué fue aquí su último ataque? Si fuera yo, escogería un lugar que no estuviera muy lejos de mi escondite, pero tampoco demasiado cerca.
-Si hacemos un círculo a… pongamos dos horas de camino en coche, es demasiada extensión, no podremos investigar tanto terreno.- Opinaba uno de los presentes.
-Sí, es cierto, pero… ¿Os habéis dando cuenta? Ciudadseca entra dentro de ese posible círculo ¿Por qué? ¿Es posible que para esconder a su familia y amigos? ¿Lo haya escondido cerca de la ciudad? Así corría menos peligro que trasladándolos más lejos.
-Intensificaremos las investigaciones en Ciudadseca.- Comentaba otro asistente con la confirmación del presidente.
Aquella noche, Elvira subió a la cima para hablar con el jefe, la noticia le había llegado, le pidió a Elvira precaución, el presidente había dado luz verde para investigar por Ciudadseca. Elvira no se preocupó demasiado, ya esperaba que los hombres del presidente investigaran por la ciudad, habían desparecido sus padres, y los de Álex, y los amigos como García y su familia, y la novia de Álex, estaba claro que se habían escondido, si no habían descubierto nada hasta ese momento, no tenían porque descubrirlo a partir de esa noche.
Cuando llegó al campamento, como cada noche la esperaba el resto de la gente, para saber si había alguna novedad importante. A esa hora, después de cenar, los niños ya dormían y los demás se juntaban con ella en la entrada de la cabaña, Elvira les explicó lo que le había dicho el jefe.
-Están cerrando el círculo, solo es cuestión de días que descubran algo.- Opinaba Fran.
-¿Quieres decir? Hasta ahora no han descubierto nada y ya estaban investigando.- Se extrañaba Elvira.
-Si el jefe te ha dicho que ha intensificado las investigaciones, es porque saben que debemos estar cerca, o se lo imaginan.
-Nadie sabe que existe esta cabaña ¿Verdad?- Preguntaba Álex a sus padres y a los de Elvira.
-No, siempre la hemos mantenido en secreto.- Contestaba uno de los hombres.
-Nadie sabe que existe.- Afirmaba una de las señoras.
Elvira, muy seria, suspiraba.
-Si nos encuentran, no habrá servido de nada todo lo que se ha hecho, y… tengo que reconocer que no sé qué hacer a partir de ahora, para seguir descubriendo sucursales nos la vamos a tener que jugar mucho, no sé.- Decía Elvira mirando el cielo estrellado, como si quisiera encontrar algo de inspiración allí arriba.
Fran le pasó el brazo por los hombros y se la llevó para la tienda, el grupo se fue disgregando, si a Elvira se la veía tan preocupada, no era nada bueno.
Al día siguiente por la mañana, cuando estaban desayunando, los niños todavía dormían.
-Tenemos intercomunicadores a distancia, podríamos cargarlos con la batería de los coches y tener a alguien vigilando la entrada del camino, si ve entrar a un grupo de coches podría avisar y estar preparados aquí arriba.- Comentaba Álex.
-No es mala idea, podríamos irnos turnando, hacer unos turnos de guardia.- Opinaba Fran.
-En eso podría ayudar yo, es mi trabajo en la comisaria.- Se ofrecía García.
-Tranquilos, tranquilos- Entraba en la conversación Elvira.- es verdad, no es mala idea, y si es necesario lo haremos, de momento no creo que sea necesario, si ponemos alguien en el camino de entrada, aunque esté escondido, es posible que algún coche que pase lo vea, eso nos pondría más en peligro, no quiero darles ninguna ventaja.
Los demás movían la cabeza dándole la razón. Salieron de la cabaña, Mari, García, Vicente, Mónica y Álex, dentro, el padre de Elvira le preguntaba a su hija.
-¿Tenemos que preocuparnos?
-Un poco, no os voy a engañar, como dice Fran se están acercando, tengo que pensar, tengo que pensar en algo… y pronto.
-Hija- Le decía su madre a Elvira.- si tenemos que luchar lucharemos, a mí dame una pistola y pegaré tiros como el primero.
-¡Mamá por favor!- Se escandalizaba Elvira.
-Tú madre es capaz de hacerlo.
-Ya lo sé papá, eso es lo que me preocupa.
Salía Elvira y Fran de la cabaña, a Fran se le escapaba la risa. No quisieron decirle nada al resto del grupo de la conversación con los padres, no quisieron preocuparlos. A media mañana, Mari, vio como Mónica y Álex entraban en el camino de la cima, sabía a lo que iban, aquellos dos follaban cada día, y a veces por la mañana y por la tarde, doble sesión.
Mari hizo su movimiento de disimulo habitual, rodeó la cabaña, esperó un poco y los siguió. Cuando llegó a su escondite preferido los miró, se estaban besando y metiendo mano, Mónica le agarraba la polla por dentro del pantalón del chándal y él el coño, por los movimientos de las manos parecía que ese día estaban especialmente calientes. Álex se quitó la ropa, Mónica se arrodilló delante de él, le agarró la polla y se la metió en la boca, le estaba haciendo una buena mamada, con ganas, metiéndose la polla hasta la garganta de vez en cuando, cuando se la sacaba veía la polla de Álex llena de saliva, muy mojada. Mari se había quitado la ropa, menos las bragas, se metía la mano por dentro frotándose el coño, viendo como Mónica se la estaba comiendo a su novio con un hambre voraz. Álex le sujetaba la cabeza, dejando que Mónica se la chupara como quisiera, de vez en cuando se le metía hasta la garganta, metiéndosela y sacándosela unas cuantas veces, provocando arcadas en Mónica, ella no se quejaba, lo aceptaba, parecía que se ponía más caliente.
Álex se apartó, estiró a Mónica de espaldas en la manta, le quitó el pantalón y las braguitas, ella se quitaba la parte de arriba, él le abría las piernas, metía la cabeza en medio y le empezó a comer el chichi, a Mónica se le escapó un gemido que pudo escuchar Mari, pensó que nunca la había oído, eso quería decir que Mónica estaba realmente caliente, como ella, que se había quitado las bragas, se había mojado los dedos con saliva… y se los pasaba por el coño con ganas, pensando en Víctor, su novio, como le comía el coño, con que delicadeza, no como Álex hacía en ese momento, se le veía mover la cabeza entre las piernas de Mónica, ella enredaba sus dedos en la melena de Álex y movía todo el cuerpo, de gusto, de placer que debía sentir al notar la lengua de su novio recorrerle el coño.
Álex se apartó, se incorporó, Mónica abrió más las piernas, él se colocó en medio, se besaron con pasión mientras él se agarraba la polla apuntándosela en el coño, se dejó caer de golpe, penetrándola con dureza, Mónica gritó de gusto. Mari se metió dos dedos en el coño, como si a quien se estuvieran follando fuera a ella. Álex le estuvo dando caña a su novia un buen rato, sin bajar el ritmo, haciéndola gritar sin parar, parecía que Mónica estaba a punto de llegar al orgasmo pero no llegaba nunca, se la veía disfrutar de una manera sorprendente, al menos se sorprendía Mari, que estaba a punto de correrse viendo follar a aquellos dos. Álex se incorporó, arrodillado, le agarró las caderas a Mónica y se las levantó, le apuntó otra vez la polla y la penetró sin contemplaciones, Mónica se llevó las manos a la cara y la frente, el gusto que notaba tal como se la estaba follando su novio no era normal, se iba a correr… y se iba a correr de manera espectacular, lo notaba. La que empezó a correrse fue Mari, no aguantó más, se tapaba la boca con la mano, en realidad tenía ganas de gritar y gritar aunque se enterara todo el mundo, verlos follar la ponía muy cachonda, mucho. A la que le temblaba el cuerpo y ponía los ojos en blanco corriéndose era Mónica, retorcida como estaba al sujetarla Álex en el aire, a la vez él hacía fuerza atrayéndola para penetrarla con más dureza, Mónica parecía una muñeca en las manos de aquel hombre, alto y fuerte. Mari pensó que su Víctor no podría hacerle eso, se necesitaba demasiada potencia muscular.
No había acabado de recuperarse Mónica del primer orgasmo, que Álex ya la tenía a cuatro, volviendo a follársela a buen ritmo, con fuerza, con ganas, con interés, con todo lo que podía. Ella seguía gritando de gusto… y Mari volvía a meterse los dedos en el coño, si estos no acaban yo no me puedo ir, pensaba Mari, me pone demasiado verlos, no puedo quitarles la vista de encima. Álex se follaba a Mónica tan alocado como Mari se movía los dedos por dentro del chichi, cuando llevaba un buen rato sin parar, Mónica parecía que no paraba de correrse, Álex le sacó la polla del coño y se la apuntó en el culo, entró suave, sin quejas de Mónica, que la aceptó a la primera, sin dolor, más bien con placer y morbo, seguía gimiendo. Mari los miraba con los ojos muy abiertos, veía como la polla de Álex entraba y salía claramente del culo de Mónica. Cuando Álex convulsionó al empezar a correrse, Mari se empezó a correr otra vez, se corrieron a la vez, uno llenándole de leche el culo a Mónica, y la otra escondida en el bosque, apretando los labios para no pegar un alarido de gusto.
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