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El lunes por la mañana, después del relax del domingo, pero relax del bueno, Álex y Mónica entraron en la comisaría. Cada uno se sentó en su mesa, repasaron algunos papeles, pocos, no había pasado nada durante el fin de semana, les vino a ver García y estuvieron hablando un rato, después, a media mañana fueron a comer algo. De vuelta sonó el teléfono de la mesa de Álex, el agente de la centralita le dijo que le llamaban de la central, Álex pensó que era Elvira, descolgó la llamada.
-¿Elvira?
-¿Quién es Elvira? ¿Es usted el inspector jefe Álex?
-Sí, sí, perdone, pensaba que me llamaba Elvira.- Le contestaba sorprendido Álex.
-Soy el jefe de homicidios de la central, quiero hablar con usted.- Le decía serio, con voz ronca el tipo aquel.
-¿No querrá hablar con el comisario? Todavía no ha llegado, pero le puedo decir que se ponga en contacto con usted cuando llegue.
-No, quiero hablar con usted, le voy a enviar al comisario una citación para que venga a la central y nos reunamos aquí, evidentemente es una excusa para que pueda usted moverse y venir, al comisario no le diga nada de esta conversación, es una orden muy seria, el comisario no debe saber nada.
-¿Una citación?- Preguntaba extrañado Álex.
-Una citación para hablar del caso de la universidad, usted lo vivió en primera persona, esa será la excusa ¿De acuerdo?
-De acuerdo jefe.
Antes que pudiera decir nada más, el otro tío colgó la llamada. Mónica le vio la cara y le preguntó, se acercó a su mesa y se lo explicó, a los dos les pareció raro que no quisieran que se enterara el comisario.
Treinta minutos más tarde entraba el comisario en la comisaría, se sentó en su mesa, consultó el correo electrónico y llamó a Álex.
-Buenos días comisario.- Lo saludó Álex al entrar en su despacho.
-Buenos días inspector jefe, he recibido esta notificación de la central, el miércoles le esperan para hablar sobre el asunto aquel de la universidad.
Le dijo el comisario, entregándole una hoja que había impreso con el mail que recibió, no le dijo nada más, ni le miró a la cara. Álex salió del despacho mirando a Mónica, los dos sabían de qué iba aquello.
El martes por la tarde, en el apartamento, Álex se preparaba una pequeña bolsa con ropa de recambio y cuatro cosas de higiene para viajar en coche el miércoles a la central, no le habían dicho si sería cosa de un rato o tendría que pasar más días en Madrid.
Esa misma noche, cuando cenaron y estaban a punto de irse a dormir, Mónica recibió una llamada que no conocía, contestó, algo le debieron de decir que miró a Álex tapándose la boca, eso llamó la atención de él, algo pasaba, Mónica acabó de hablar y miró fijamente a su novio.
-Álex, era la chica con la que hablé en el orfanato, me ha dicho que está en peligro, que ha visto algo y ha huido, esta noche parece que está segura, le he dicho que mañana nos veremos, viajaré hasta allí.
-¡Coño! Nos ha salido un viaje a los dos el mismo día, que casualidad.
-Álex, parece serio, la chica está muy asustada.
-Vale, tranquila, será una tontería, tal vez la quieren despedir o algo así, ya nos dijo Elvira que estaba todo controlado.
-Yo quiero ir a verla por si acaso.- Argumentaba Mónica.
-De acuerdo, nos vamos llamando durante el día, quiero saber cómo estás y lo que haces.
Mientras hablaba, Mónica había sacado otra bolsa del armario y también la preparaba con ropa por si acaso.
Al día siguiente temprano, cada uno se subió a su vehículo para viajar. Mónica llamó a García para que le dijera al comisario que se encontraba mal, tenía que ponerle una excusa para faltar al trabajo.
Álex llegó a la central, enseñó en la entrada su identificación como policía y lo acompañaron donde estaba el jefe de homicidios, el jefe se levantó de la mesa de su despacho, le abrió la puerta y le estrechó la mano.
-Buenos días inspector jefe Álex ¿Desea tomar algo? Ayer sé que estuve un poco seco, pero es que ha sucedido algo y quiero hablarlo con usted ¿Un café? ¿Un café le va bien?
-Vale.- Contestó Álex, contrariado de no saber que le quería decir aquel hombre.
-Que alguien nos traiga dos cafés por favor.- Gritó el jefe.
Se sentaron en el despacho del jefe, un compañero les llevó dos cafés.
-Sé que debe estar extrañado de esta entrevista, mire, se abrió una investigación en el norte, el perro de unos cazadores se paró en un lugar escondido de la montaña y empezó a ladrar y cavar con las patas, la sorpresa fue cuando desenterró una mano humana.
-¿Una mano?- Preguntó casi sin querer Álex, sorprendido por lo que le estaban explicando.
-Bueno, sí, una mano con su brazo y todo el cuerpo detrás, me refería que cuando los cazadores vieron la mano apartaron al perro y llamaron a la policía, desenterraron el cadáver de una mujer.
-¿Y?- Preguntaba Álex intrigado.
El jefe abrió una carpeta, un informe, se lo entregó a Álex, el lo ojeó por encima, pasó la primera hoja, vio las fotos del cadáver. Se le cayeron de las manos los papeles, se le abrieron los ojos y se le levantaron las cejas.
-¿Lo entiende ahora?- Le preguntó el jefe.
-Lo que no entiendo… es que siendo Adelaida, la mujer del comisario, no se lo digan a él y me tengan aquí a mí.
-Porque el comisario es el principal sospechoso ¡Hombre! Pensaba que lo deduciría usted solo.
-¡No me joda! ¿Cómo es eso?
-Mire, no sé los detalles, lo que sabemos es que el comisario con su mujer estuvieron veraneando por allí cerca, él no ha comunicado ninguna desaparición…
-Nos dijo que Adelaida se había quedado unos días más y que después iría a visitar a sus padres, la verdad es que no la hemos vuelto a ver.
-Por lo visto se quedó más tiempo del necesario.
-¡Jefe!
-Perdone que sea tan frio a veces, este trabajo te deja sin alma.- Le decía triste el jefe.- Todavía se está investigando, hay varias pruebas de ADN por salir, pero según todos los indicios fue él, la desaparición la denunció la familia, hablaba con la madre varios días a la semana, se ve que está delicada de salud, la madre me refiero.
-Sí claro, ella ya no tiene salud.
-Lo ve, usted también tiene ese humor negro.
-Bueno, bueno, es que esto me tiene alucinado, la verdad.
-Si es su marido ¿Por qué no denuncia la desaparición? Sería lógico que él la echara de menos ¿No?
-Pues no sé jefe, verá, es que tenían una relación un poco… un poco rara.
-¿Un poco rara?- Le preguntaba el jefe.
-Ella… a ver como se lo digo, Adelaida era un poco… o mucho…
-¿Qué era? Dígamelo ya, hombre.
-Ninfómana.
-¿Ninfómana?- Repetía preguntando el jefe sorprendido.
-Sí, que necesitaba sexo a todas horas…
-Ya sé lo que es una ninfómana, hombre, no hace falta que me lo explique.
-Pues eso.
-Entonces, podría ser que el comisario lo supiera, o lo descubriera, y por ahí tendríamos el móvil del asesinato.
-He creído que era un detalle importante, por eso se lo he contado, la verdad es que conozco al comisario, no lo veo haciendo algo así, que fuerte.
-Inspector, nunca conocemos totalmente a una persona, todos somos potencialmente unos asesinos, no lo queremos reconocer, pero es así, y si encontramos un motivo lo suficientemente importante no dudamos en reaccionar, sé que usted tuvo que matar a una persona en aquel almacén…
-¡Coño! Eso es diferente, o era yo o él, o nosotros o ellos, tuvimos que defendernos.
-Ya, ya sé que eso es diferente, era para ponerle un ejemplo de cómo se puede matar a alguien con la motivación necesaria.
-Le entiendo… Y dígame ¿Qué quiere que haga ahora?
-Vigilar al comisario, necesitamos saber que él no sospecha nada y que no haga otra tontería.
-¡Joder! Engañar a un compañero…
-A un asesino Álex, a un asesino, sea policía o no, no deja de ser un asesino. Mire, ayúdenos en esto, si todo sale bien le propondremos a usted para que sea el nuevo comisario.
-Soy muy joven para ser comisario.- Le decía Álex.
-Nadie quiere ir a esa comisaría, toda la policía sabe que es la ciudad más aburrida de España, usted es de allí, tiene su familia, creo que tiene el proyecto de crear la suya, quien mejor que usted ¡Hombre!
-Bueno, ya hablaremos, puede que el comisario sea inocente, al menos hasta que no se demuestre lo contrario.
El jefe movía la cabeza, le daba a entender que el comisario era culpable y estaban a punto de detenerle.
-En un par de días acabará todo, será rápido, lo que tengo que pedirle es que no le diga nada a nadie, ni a sus compañeros ni a su novia, a nadie ¿Lo entiende? Tenemos que actuar con cautela.
-Lo entiendo.
-Pues ya está todo, puede volver a su ciudad cuando quiera, cuando quiera no, cuanto antes mejor, quiero tener al comisario controlado.
-No podré estar con él día y noche, entiéndalo.
-Pues se pone de guardia en su casa, hombre, necesito saber qué es lo que hace en cada momento, veo que no lo ha entendido muy bien.
-Ahora sí, de acuerdo, no lo perderé de vista en todo el día.
-Eso es, hombre.
Álex se despidió del jefe, salió al parking de la central para ir a buscar su coche, en ese momento vio como aparcaba Elvira, salió del coche con una sonrisa, se acercó y le dio dos besos y un abrazo.
-¿Qué haces por aquí?
-Me ha llamado el jefe de homicidios.
-¿Y eso?
-Solo quería que le explicara en primera persona lo que pasó en el almacén de la universidad.
-Qué mal mientes colega.- Se reía Elvira.
-¡Me cago en la puta!
-Tranquilo, no me interesa, ya nos veremos, buen viaje de vuelta.
-Gracias Elvira.
Caminaban los dos en direcciones contrarias.
-¡Ah! Y dale recuerdos a Mónica.
-Sí, claro.- Respondió Álex.
En ese momento se acordó de que Mónica también había salido de viaje, se había ido al sur, a hablar con la chica del orfanato, con la conversación sorpresa con el jefe de homicidios se olvidó, se subió al coche, se puso en marcha y llamó a Mónica, el teléfono estaba apagado o fuera de cobertura. Llegó a la ciudad, fue a la comisaría, el comisario le preguntó cómo fue la visita a la central, él disimuló diciéndole que era un puro trámite, también le preguntó cómo estaba Mónica, Álex la excusó diciéndole que se recuperaría pronto. Se sentó en su mesa sin dejar de vigilar al comisario, disimulaba con el ordenador ¡Joder! Que mierda es esto, pensaba Álex. Cuando el comisario se fue, él lo siguió, hasta su casa, aparcó discretamente en un lugar donde podía ver la entrada de la casa y esperó un rato. Le llamó Mónica.
-Hola Mónica ¿Dónde estás?
-Ya estoy en el apartamento ¿Cuándo vendrás?
-Pues mira, no lo sé, en la central me han encomendado una misión.
-Vale, ven cuando puedas.- Le dijo Mónica.
Qué raro, no me ha preguntado nada de la misión, pensaba Álex, no se ha interesado lo más mínimo, como si fuera algo normal que pase esto, y de normal no tiene nada la verdad. Miró su reloj, pensó que el comisario no se iba a mover de su casa ¿A dónde va a ir? Arrancó el coche y se fue para el apartamento.
Aparcó delante, atravesó el jardín, subió las escaleras y antes de meter la llave en la puerta se la abrió Mónica.
-Hola cariño.- Lo saludó Mónica besándolo y abrazándolo.
-Hola ¿Qué pasa? Te encuentro rara.- Le decía él.
Mónica le hizo entrar en el apartamento, en un sillón estaba sentada la chica del orfanato, con una cara de susto de puta madre.
-¿La has traído aquí?
-Se llama Dolores, escucha lo que te va a contar.
Álex dejó la bolsa de la ropa en la habitación, cuando salió, Mónica entraba en la cocina.
-Habla con ella, yo voy a preparar algo para cenar.
Álex se sentó en el sofá, al lado de la chica.
-Muy bien ¿Qué ha pasado?- Preguntaba Álex.
-Explícaselo como a mí, con todos los detalles.- Le decía Mónica desde la cocina.
La chica miró a Álex a los ojos, con timidez, y empezó a hablar.
-Ayer me fui a dormir como cada noche, tengo una habitación para mí sola que está un poco apartada de los dormitorios comunes, no hace mucho, la responsable de los grupos de niños más pequeños, me dijo que allí podría estar más tranquila, creo que ella no sabía nada de lo que ocurre allí, por eso me ayudó a llevar una cama y cuatro cosas para poder dormir en aquella habitación.
-¿Qué es lo que ocurre allí?- Preguntó Álex impaciente.
-No le metas prisas, déjala explicártelo todo.- Le decía Mónica desde la cocina de nuevo.
-Bueno, pues ayer por la noche, me desperté porque escuché unos ruidos, como gente caminando, no los había escuchado nunca, miré la hora, era la una menos cuarto de la madrugada. Creo que me tenía que haber estado quieta, pero la curiosidad me pudo, así que me puse una bata por encima y abrí con cuidado la puerta, en aquel pasillo no había nadie, puse atención y me di cuenta que los pasos se oían por detrás, por el pasillo de atrás donde está mi habitación. Ese pasillo lo había visto en alguna ocasión, por allí nunca pasa nadie, de hecho, no llevaba a ninguna parte, cuando lo vi por primera vez pensé, que tontería de pasillo que no sirve para nada, incluso pensé que mi habitación habría podido ser más grande y tener una ventana al exterior si hubiera ocupado el espacio del pasillo inútil, bueno, inútil me parecía hasta que vi lo de ayer.
-Perdona- Hablaba Álex.- entiendo que el pasillo donde tú duermes esta paralelo al otro, es decir, si tirases la pared del fondo de tú habitación estarías en ese pasillo ¿Es así?
-Sí, exacto, y así podría tener una ventana en mi habitación, porque el pasillo ese tiene varias ventanas.
-¿En qué tipo de habitación duermes que no tiene ventana al exterior?- Preguntaba Álex, él quería hacerse una idea de cómo era esa zona.
-La habitación está en un pasillo donde hay tres más, en realidad son cuartos para guardar mierdas ¡Uy perdona! En el orfanato no me permiten hablar así.
-Es un trastero.
-Sí, eso, todos los cuartos que hay en ese pasillo son trasteros, menos mi habitación, la chica que me propuso dormir allí se dio cuenta que había uno sin trastos, me ayudó a limpiar y a poner un camastro, un pequeño armario para la ropa, una mesita de noche y una silla, eso es todo lo que tengo en mi habitación.
-Vale, así, ese pasillo tenía que estar libre, no tenías que estar tú allí durmiendo ¿Es así?
-Eso mismo, por eso digo que la chica que me lo ofreció no debía saber nada de lo que pasa.
-Ahora explícame lo que vistes.- La animaba Álex.
La chica agarró un vaso de agua que le había puesto Mónica cuando llegaron y le dio un trago, miró a Álex.
-Como te decía, quise enterarme quien caminaba, o mejor dicho, quienes caminaban, porque se sentían pasos de varias personas, un ruido de pasos un poco raro por cierto, abrí la puerta del pasillo donde duermo, no había nadie, salí y vi que la puerta, una puerta grande y antigua de doble hoja que da al pasillo de atrás, al que me dirigía, estaba cerrada, muy raro, porque siempre está abierta para que la luz de las ventanas entre e ilumine durante el día. Me acerqué, intenté abrir la puerta, lo hice muy despacio, sin hacer ruido, la verdad es que estaba asustada, no sabía quién podía estar en el otro lado… es que soy tan curiosa que no pude dejarlo, la puerta estaba cerrada con llave, o bloqueada desde el otro lado, no sé. Estaba a punto de volver a mi habitación cuando me giré para volver a mirar la puerta, entonces me di cuenta de un detalle que no había visto antes, por la parte de arriba del portón, hay un pequeño cristal que atraviesa de un lado al otro…
-Quieres decir que es una puerta de esas antiguas, que encima de la puerta hay unas ventanas de decoración, a veces son opacas, en blanco normalmente…
-Sí, eso, pero esta era una ventanita, muy estrecha y larga, de punta a punta de la puerta y de cristal transparente. Volví al pasillo donde duermo, sabía que en otro cuarto había una escalera, una muy antigua de madera, de esas que se apoyan en la pared, la llevé hasta el lado de la puerta, la apoyé en la pared y subí hasta poder mirar a través del estrecho cristal.
A la chica se le volvió a poner la cara de susto de puta madre, le dio otro trago al agua. Álex estaba con todos los sentidos activados, sabía que llegaba el momento cumbre.
-Vi… vi, a gente vestida muy rara, parecían nazarenos de negro- A Álex se le subieron las cejas.- con una capucha, también negra, toda su ropa, todo era negro, y unos zapatos… no sé si eran zapatos, en los pies llevaban unas cosas rectangulares, por eso sus pasos se oían raros.
Álex levantó la mirada, se encontró con la de Mónica que lo miraba desde la puerta de la cocina, los dos sabían perfectamente que eran esas vestimentas.
-Sigue, sigue cariño, acaba de explicarle a Álex lo que viste.
-Estaba a punto de bajarme…
-Un cosa ¿Como estaba esa gente? ¿Estaban allí, caminando por el pasillo?- Preguntaba Álex.
-No, estaban quietos, en dos filas, con las espaldas apoyadas en las paredes del pasillo, bueno, unos en la pared, otros en las ventanas. Como te decía, estaba a punto de bajarme de la escalera, me había asustado mucho cuando vi a esas personas, cuando escuché pasos, ahora viene lo fuerte, pasaron cuatro… nazarenos o lo que fuera, por el medio del pasillo que le hacían los demás, llevaban a hombros una madera, como una camilla de madera… y encima… encima estirada, a una de las chicas mayores, yo la conocía, hacía mucho que estaba en el orfanato, era una de las que no se querían ir para poder quedarse a trabajar allí como yo. Parecía drogada, porque casi no se movía, vestida de blanco con una especie de túnica, en la cabeza llevaba una corona de flores blancas, y lo que me sorprendió, es que estaba muy bien peinada y hasta se había pintado la cara.
-Se había pintado, o la habían pintado.- Decía Álex.
-Seguramente se la habían pintado, después, esa gente que llevaban a la chica desapareció por una puerta que había al final del pasillo, esa puerta… esa puerta no existe, yo he estado en ese pasillo muchas veces, y… al final hay una pared, no hay ninguna puerta.
-Una puerta secreta.
Le dijo Álex, ella lo miró y movió la cabeza, confirmándole que eso debía ser.
-Finalmente, fueron caminando todos los demás detrás, ordenados en dos filas, y cuando entró el último se cerró la pared, o la puerta secreta, lo que sea. Sabes, me habían explicado cosas, de chicas que no se iban de allí como nos decían, incluso uno de los niños pequeños, uno muy pequeño, me decía que tenía pesadillas con nazarenos, que venían nazarenos y se los llevaban, yo pensaba que debía ser una tontería, que los vio en alguna semana santa y se le quedó en la cabeza, pero después de lo que vi, no será que el niño vio a esta gente en algún momento, y por eso tenía esas pesadillas. Me vestí, y salí por la puerta de la cocina, me escondí en la ciudad y por la mañana llamé a Mónica, el resto ya lo sabes.
Mónica se había colocado de pie, al lado de Álex, él se tapaba la cara con las dos manos, otra vez, otra vez, pensaba, lo de la universidad no fue un caso aislado.
-Dime una cosa Dolores ¿En estas fechas, hay alguna fiesta en la ciudad?- Preguntaba Álex.
-Bueno, la fiesta mayor, hay una feria y cosas así.
-¡Joder!- Se quejaba Álex.
-Vamos a cenar, mañana será otro día.- Dijo Mónica apoyando una mano en el hombro de Álex.
...
Salud.
... Yo he contestado lo que he contestado, y ese es un hecho irrefutable.
Samanté, hermano.
Más salud.
... Saman té, hermano.
