Finca La Salceda

Jorge a conseguido su sueño, se lo merecía...... Maribel se liberalizará del todo o ha sido un calenton puntual ???
 
Maribel se queda tumbada boca arriba y con los ojos cerrados. Está agotada, jadeante y sudorosa. Nota el semen de Pedro y el de su marido escurriendo fuera de su vagina. Se pregunta como ha podido acabar así, como se ha entregado a otro delante de su marido, comportándose como una puta, con una desinhibición que no ha tenido nunca.

Jorge se pone de rodillas a su lado y la besa tiernamente en los labios. “¿estás bien cariño”. Ella abre un poco los ojos, casi avergonzada, sin contestar “Te quiero” le dice él. Algo dentro de ella entonces la impulsa a abrazarle y a besarle. Su lenguas se buscan y juegan durante un minuto con más amor que pasión. Cuando el beso termina, Jorge repite la pregunta.
“¿estás bien?”
“Si, si, es que estoy un poco sorprendida de mí misma, nada más”
“¿te ha gustado?”
“¿la verdad?”
“claro, cielo, se sincera”
“me ha encantado”
“me alegro, mira que me ha costado convencerte…”

Pedro se acerca con una toalla pequeña y un paquete de toallas húmedas en las manos.
“Anda, limpia a tu mujer, que para que esté más cómoda. Maribel ¿quieres otra copita de vino”
“Anda anda, tengo que parar que mira si no como acabo”
“Tengo varias botellas más … no te preocupes”
“no en serio Pedro, no puedo beber más…”

Jorge se pone entres sus piernas, las separa y empieza a secar con la toalla el pequeño charco blanco que hay entre las mismas. Luego con cariño limpia la vagina por fuera hasta que pierde el brillo blanquecino. Finalmente con las toallitas húmedas, limpia toda la zona desde el pubis hasta el ano incluyendo las ingles. Después con más toallitas limpia amorosamente su vientre, su pecho y su cuello y finalmente, su cara. Maribel se incorpora ligeramente, apartando la mano de su marido y gatea hasta la plataforma de baño dejándose caer en el mar. Se aleja y nada durante más de 10 minutos.

Cuando está a unos 25 metros del barco Pedro sonríe a Jorge
“Bueno perrete, ya eres oficialmente cornudo ¡enhorabuena! ¿contento?”
“Si. Joder, es algo muy intenso”
“¿qué te ha parecido intenso?”
“imaginarlo es una cosa, verlo es otra”
“cornudo ¿sabes una cosa?”
“dime”
“me vuelve loco tu mujer. Esas tetas me gustaban en foto, sobarlas y comerlas no tiene comparación. Tu mujercita tiene un coño delicioso, apretadito, es como follar un culo, me encanta, y lo mejor es como la chupa, joder que ansia, que vicio…. Pocas tías la chupan así de bien y mira que he probado muchas bocas”.
“te lo dije, cuando se calienta, es un putón”
“te la voy a follar muchas veces cabrón”
“si ella quiere… por mí no hay inconveniente”
“va a ser mi puta. Lo sabes ¿verdad?”
Jorge empieza a notar calor en su pecho, se está excitando
“lo que ella quiera… si ella disfruta, yo no voy a poner impedimentos”
“¿qué te ha dado más morbo?”
“cuando te ha pedido que se la metieras”
“qué mas”
“que te pidiera que le dieras fuerte, también como la has follado boca arriba y sobre todo como ha gozado ella, eso lo que más”
Empieza a notar que se le acelera el pulso un poco
“¿quieres que me la vuelva a follar?”
“si”
“vamos cornudo, pídemelo”
“quiero que te folles a mi mujer"
Nota ya el pulso claramente acelerado
“¿quieres que sea mi puta?”
“quiero que mi mujer sea tu puta”
“se te ha puesto dura la pollita, cornudo… mira”
Jorge mira hacia abajo y ve su polla otra vez dura a tope
Pedro le mira con una sonrisa sarcástica “eres el mayor cornudazo que he conocido cacho perro. Lo vamos a pasar de cojones los tres”
 
Maribel se queda tumbada boca arriba y con los ojos cerrados. Está agotada, jadeante y sudorosa. Nota el semen de Pedro y el de su marido escurriendo fuera de su vagina. Se pregunta como ha podido acabar así, como se ha entregado a otro delante de su marido, comportándose como una puta, con una desinhibición que no ha tenido nunca.

Jorge se pone de rodillas a su lado y la besa tiernamente en los labios. “¿estás bien cariño”. Ella abre un poco los ojos, casi avergonzada, sin contestar “Te quiero” le dice él. Algo dentro de ella entonces la impulsa a abrazarle y a besarle. Su lenguas se buscan y juegan durante un minuto con más amor que pasión. Cuando el beso termina, Jorge repite la pregunta.
“¿estás bien?”
“Si, si, es que estoy un poco sorprendida de mí misma, nada más”
“¿te ha gustado?”
“¿la verdad?”
“claro, cielo, se sincera”
“me ha encantado”
“me alegro, mira que me ha costado convencerte…”

Pedro se acerca con una toalla pequeña y un paquete de toallas húmedas en las manos.
“Anda, limpia a tu mujer, que para que esté más cómoda. Maribel ¿quieres otra copita de vino”
“Anda anda, tengo que parar que mira si no como acabo”
“Tengo varias botellas más … no te preocupes”
“no en serio Pedro, no puedo beber más…”

Jorge se pone entres sus piernas, las separa y empieza a secar con la toalla el pequeño charco blanco que hay entre las mismas. Luego con cariño limpia la vagina por fuera hasta que pierde el brillo blanquecino. Finalmente con las toallitas húmedas, limpia toda la zona desde el pubis hasta el ano incluyendo las ingles. Después con más toallitas limpia amorosamente su vientre, su pecho y su cuello y finalmente, su cara. Maribel se incorpora ligeramente, apartando la mano de su marido y gatea hasta la plataforma de baño dejándose caer en el mar. Se aleja y nada durante más de 10 minutos.

Cuando está a unos 25 metros del barco Pedro sonríe a Jorge
“Bueno perrete, ya eres oficialmente cornudo ¡enhorabuena! ¿contento?”
“Si. Joder, es algo muy intenso”
“¿qué te ha parecido intenso?”
“imaginarlo es una cosa, verlo es otra”
“cornudo ¿sabes una cosa?”
“dime”
“me vuelve loco tu mujer. Esas tetas me gustaban en foto, sobarlas y comerlas no tiene comparación. Tu mujercita tiene un coño delicioso, apretadito, es como follar un culo, me encanta, y lo mejor es como la chupa, joder que ansia, que vicio…. Pocas tías la chupan así de bien y mira que he probado muchas bocas”.
“te lo dije, cuando se calienta, es un putón”
“te la voy a follar muchas veces cabrón”
“si ella quiere… por mí no hay inconveniente”
“va a ser mi puta. Lo sabes ¿verdad?”
Jorge empieza a notar calor en su pecho, se está excitando
“lo que ella quiera… si ella disfruta, yo no voy a poner impedimentos”
“¿qué te ha dado más morbo?”
“cuando te ha pedido que se la metieras”
“qué mas”
“que te pidiera que le dieras fuerte, también como la has follado boca arriba y sobre todo como ha gozado ella, eso lo que más”
Empieza a notar que se le acelera el pulso un poco
“¿quieres que me la vuelva a follar?”
“si”
“vamos cornudo, pídemelo”
“quiero que te folles a mi mujer"
Nota ya el pulso claramente acelerado
“¿quieres que sea mi puta?”
“quiero que mi mujer sea tu puta”
“se te ha puesto dura la pollita, cornudo… mira”
Jorge mira hacia abajo y ve su polla otra vez dura a tope
Pedro le mira con una sonrisa sarcástica “eres el mayor cornudazo que he conocido cacho perro. Lo vamos a pasar de cojones los tres”
Estos 2 estan cantando víctoria, a ver si Maribel luego se arrepiente.....
 
Acabo de descubrir este relato, no es de la categoría que me gusta, la de CONSENTIDORES, pero he de reconocer que el relato es muy, muy bueno y que no dejo de leer capítulos con auténtica ansiedad. Cuando termine de leerlo haré un nuevo comentario.

Un besazo.- Cristina
 
Acabo de descubrir este relato, no es de la categoría que me gusta, la de CONSENTIDORES, pero he de reconocer que el relato es muy, muy bueno y que no dejo de leer capítulos con auténtica ansiedad. Cuando termine de leerlo haré un nuevo comentario.

Un besazo.- Cristina
nos ha pasado a la mayoría, te esperamos y seguimos leyendo todos juntos las nuevas entregas
 
Una vez recuperado el resuello, Andrés se incorpora liberando a Martina de su peso. La mira sonriente y la vuelve a besar. Después sale de dentro de su mujer liberando un nuevo goterón de semen que se suma en un pequeño charquito bajo el culo de Martina sobre el edredón.
“joder, lo hemos puesto todo perdido”

Martina se incorpora un poco, se cubre la vagina con una mano y se va al baño seguida de Andrés. Se sienta en el inodoro y se oye otras gotas caer al agua.

Andrés se dirige a la ducha, abre el grifo y se mete bajo el agua en cuanto sale templada. Cuando sale, agarra una toalla y ve a su mujer desnuda, de rodillas en la cama, con una toalla pequeña en la mano frotando el edredón sucio. Al terminar, conecta el secador de pelo y seca lo que acaba de mojar Andrés sale desnudo del baño y mira la casita de invitados. Es un espacio elegante con mucha luz y unos ventanales por los que entra bastante luz y se ve la casa principal. Andrés se acerca a la ventana y la va recorriendo con la mirada de izquierda a derecha. Es un chalet enorme, con ventanales grandes, con pinta de casa de ricos, como sin duda son sus jefes. La casa de invitados queda ligeramente por debajo en nivel, así que la mira ligeramente hacia arriba. Intuye que la estancia de la esquina más lejana parece un dormitorio, luego un cristal blanco esmerilado le sugiere que es un baño. Después un nuevo dormitorio, en apariencia más pequeño a continuación y justo enfrente, una puerta transparente y la cocina. Detrás de la puerta transparente está Ana, su jefa, saludándole con la mano.

Andrés contesta por instinto y casi al mismo tiempo se da cuenta de que está desnudo de frente ante la ventana y se gira alejándose hacia el baño encontrándose con Martina a medio camino.
“joder está la jefa enfrente y me ha pillado mirando para allá en pelotas”
“tranquilo torete, que no se escandaliza”
“¿a que te refieres?
“que ya te ha visto la polla, tonto”
“¿Qué dices? ¿cuándo?”
“nos pilló follando en la puerta de la casa”
“joder”
“no te preocupes, yo creo que se le mojan las bragas viendo como me follas”
Ella se abraza a su cintura apoyando la cabeza en su pecho. El la abraza con sus brazos dejando caer las manazas hasta agarrar su nalgas.
“¿y eso de afeitarte el chocho?”
“¿te gusta?”
“a ver, si, es sorprendente, pero si, me gusta ¿cómo te lo has hecho?”
“no me lo he hecho yo”
“¿Cómo? Quien te lo ha hecho”
“Ana”
“Me estás diciendo que la jefa te ha afeitado el chocho?”
Se separa de ella y agarrándola por los hombros la mira directamente a los ojos mientras la pregunta.
“si”
“joder… “
“y luego me lo comió”
“¿Cómo?”
“lo que te estoy contando. Que nos lo montamos. Vamos, que técnicamente, te he puesto los cuernos con ella”
“¿ahora eres bollera o que?
“Te acabo de demostrar que no torete, no me seas antiguo… he probado con una mujer y punto”
“Y ¿tu también le has comido el coño?”
“claro”

Martina mira hacia abajo para comprobar lo que sospecha: la polla de Andrés está como hace unos minutos: dura como una piedra y apuntando al techo.
Se la agarra con la mano
“Pero…¿solo estabais vosotros dos?”
“Si ¿por?”
“a ver Martina, mírame a los ojos”
Martina obedece sin dejar de pajearle suavemente
“¿te has follado a Miguel?”
“No, hombre no”
“¿seguro?”
“Seguro ¿no me crees?
“si, pero entiéndeme, esto es muy raro”
“A ver Andrés, esta gente resulta que es una cosa que se llama “liberal“. Consiste en que follan con quien les apetece, hombres o mujeres. Ana me ha contado poco, pero ese es el resumen. Ella se sentía atraída por mí y oye me ha llevado al huerto, me apeteció probar y lo hice. ¿te importa?”
“No se Martina, siendo con una mujer como que no lo veo mal… ¿Quieres follar con otros tíos también? Eso no se si podría soportarlo”
“A ver torete, que una golondrina no hace verano. He probado y listo. Me ha gustado, pero no quiere decir que tenga que volver a hacerlo…. Pero también te digo que no me importaría. No tiene nada que ver con que te quiera más o te quiera menos. Es sexo. Es diferente y no tiene por que afectar a nuestra relación. ¿lo entiendes?”

Andrés la mira sorprendido, busca con la mirada por la habitación sin saber el que. Le cuesta asumir que de pronto Martina pueda no ser su exclusivo juguete sexual.
Martina se arrodilla y empieza a lamerle la polla desde los huevos hacia la punta.
Andrés se deja hacer con los brazos en jarras.

Martina empieza a tragar la polla de su marido y comienza una mamada a ritmo lento pero intensa, profunda. Andrés no tarda en dar señales de aprobación Cierra los ojos y se deja hacer, disfrutando de las sensaciones. La lengua juguetona de Martina dibuja figuras complejas contra el frenillo y el glande de Andrés el entrar y salir de la boca de ella. Su humedad, calor y movimiento tienen a Andrés disfrutando de un placer lento, implacable y cada vez más intenso. No quiere continuar de pie, así que abre los ojos y busca con la mirada un sitio donde ponerse más cómodos y ve a los pies de la cama un pequeño sofá. Se la saca de la boca a Martina y la invita a levantarse llevándola hacia allí. Una vez en el sillón se sienta y su mujer se coloca de rodillas entre sus piernas continuando con la mamada. Andrés de nuevo se deja hacer, cerrando los ojos. Martina se la saca, la lame, la vuelve a engullir, alternas lamidas en los huevos mientras lo masturba suavemente con una mamada profunda y rítmica a intervalos regulares.

Andrés de pronto imagina a Martina en la misma posición comiéndole el coño a Ana y le excita la imagen mucho. Tanto, que decide follarse a Martina a 4 como haría mientras ella se lo come a Ana.

Abre los ojos para pasar a esa postura y entonces vuelve a ver a Ana, de pie, frente a la puerta de la cocina. Tiene las tetas fuera de la blusa. Con una mano se acaricia una mientras que la otra, la tiene dentro de su pantalón y se masturba con fuerza. Le mira, a los ojos mientras se muerde el labio inferior. Andrés agarra a Martina y la pone de pie, dándole la espalda, apoyada contra el alféizar de la ventana, se coloca tras ella y se la mete en el coño de un solo empujón. Le excita que Ana se masturbe mirándole, deseándole. Si quiere espectáculo, se lo va a ofrecer.

Martina se agarra fuerte al alféizar y siente a su marido penetrarla con fuerza, con los ojos cerrados. Las embestidas empiezan enseguida a ritmo brutal, con el sonido de las caderas de Andrés golpeando implacables contra las nalgas de Martina con un sonido característico. Siente sus pechos bambolearse al ritmo de la penetración y siente un inmenso placer. Abre los ojos para asegurarse de estar bien agarrada y entonces ve a Ana enfrente mirándolos mientras se masturba. La primera reacción de sorpresa le habría hecho salir corriendo avergonzada. Pero ya no es esa Martina. Ahora sonríe a Ana mientras jadea y gime. Luego moviendo los labios y mirándola a los ojos pero sin emitir un sonido desde su boca le dice a Ana “eres una guarra”. Ana sonríe y parece tener un orgasmo en ese momento que le obliga a soltar su pecho y agarrarse a la pueta transparente durante unos instantes. Martina se siente otra vez excitadísima sabiendo el deseo de Ana hacia ellos dos.

Andrés no deja de mirar a su jefa mientras monta a Martina como un toro, sudando, gruñendo. En el fondo está pensando “mira como te voy a follar jefa”. Martina tiene su primer orgasmo enseguida y Andrés tiene que aflojar el ritmo para permitirla mantener el equilibrio. Después sigue embistiendo como un martillo pilón hasta que Martina tiene un nuevo orgasmo.

Sigue mirando a Ana que mientras se ha quitado los pantalones vaqueros y las braguitas y se masturba desnuda para abajo ante el cristal. De cuando en cuando se lleva la mano a la boca y luego la frota con fuerza contra su clítoris mostrándole a Andrés su sexo rasurado, mojado y brillante.

Tras unos cuantos minutos de intensidad máxima en las embestidas se la saca a Martina y le dice “quiero correrme en tu boca”. Después se coloca de lado junto a la ventana “vamos que te vea Ana como me sacas la leche.

Martina se arrodilla, y girándose ligeramente hacia Ana, empieza a lamer y pajear a Andrés, que sigue mirando fijamente a Ana. El ritmo al que se masturba ella es cada vez más intenso y en cuanto ve las primeras gotas de semen salir de la polla de Andrés, estalla en un intenso y prolongado orgasmo paralelo al que el tiene eyaculando en la cara de Martina. Cuando termina su eyaculación, Martina se frota la polla de Andrés con la cara, la lame, la limpia y no deja de mirar a Ana. Finalmente se limpia la cara lentamente, llevando cada gota de semen blanca y espesa a su boca y tragándola. Luego se limpia los dedos despacio, sin dejar de mirar a Ana, que encadena un orgasmo más mientras los mira. Cuando termina de limpiarse, Martina se levanta, besa a Andrés en la boca y lo agarra de la mano camino de la ducha.

Cuando desaparecen de la vista, Ana se agacha, recoge sus braguitas y sus vaqueros del suelo y lo verbaliza “yo también quiero que te corras en mi cara torete”.
 
Por fin he conseguido leerlo todo. Es maravilloso el relato, con una dosis de morbos espectacular. Comenzó algo flojo pero poco a poco te has ido afianzando y creando unas historias difíciles pero que has conseguido encajar a la perfección.

Mi historia favorita es la de Maribel, Pedro y Jorge, a pesar de que los consentidores no son lo que más me atrae, sin embargo imaginar que Pedro le pida a Jorge que le chupe la polla para ponerla a tono y que con su mano la dirija al coño de Maribel, uffffffffffffffffffffffffffff.... O también otra imagen que me gusta es que Pedro convierta a la pareja en un par de sumisos a su disposición.

En fin, esas son fantasías que ahora mismo me vienen a la mente, pero yo seguiré fiel a lo que el autor haya creado.

Un besazo.- Cristina
 
Por fin he conseguido leerlo todo. Es maravilloso el relato, con una dosis de morbos espectacular. Comenzó algo flojo pero poco a poco te has ido afianzando y creando unas historias difíciles pero que has conseguido encajar a la perfección.

Mi historia favorita es la de Maribel, Pedro y Jorge, a pesar de que los consentidores no son lo que más me atrae, sin embargo imaginar que Pedro le pida a Jorge que le chupe la polla para ponerla a tono y que con su mano la dirija al coño de Maribel, uffffffffffffffffffffffffffff.... O también otra imagen que me gusta es que Pedro convierta a la pareja en un par de sumisos a su disposición.

En fin, esas son fantasías que ahora mismo me vienen a la mente, pero yo seguiré fiel a lo que el autor haya creado.

Un besazo.- Cristina
Gracias Cristina.
Me hace especial ilusión que una dama me escriba sus impresiones.
Parece que te va la marcha ¿no? Al pobre Jorge lo quieres de sumiso de Pedro y poco menos que feminizado.... Interesante giro el que propones. Lo pensaré.

En general: por el mismo precio os ofrezco incluir (en la medida de lo posible por los personajes) alguna situación o escena que os haga especial ilusión. Lo mismo digo respecto a personajes
 
Gracias Cristina.
Me hace especial ilusión que una dama me escriba sus impresiones.
Parece que te va la marcha ¿no? Al pobre Jorge lo quieres de sumiso de Pedro y poco menos que feminizado.... Interesante giro el que propones. Lo pensaré.

En general: por el mismo precio os ofrezco incluir (en la medida de lo posible por los personajes) alguna situación o escena que os haga especial ilusión. Lo mismo digo respecto a personajes¿Hay a

Gracias Cristina.
Me hace especial ilusión que una dama me escriba sus impresiones.
Parece que te va la marcha ¿no? Al pobre Jorge lo quieres de sumiso de Pedro y poco menos que feminizado.... Interesante giro el que propones. Lo pensaré.

En general: por el mismo precio os ofrezco incluir (en la medida de lo posible por los personajes) alguna situación o escena que os haga especial ilusión. Lo mismo digo respecto a personajes
¿Hay alguna forma de contactar contigo por privado?
 
Una vez recuperado el resuello, Andrés se incorpora liberando a Martina de su peso. La mira sonriente y la vuelve a besar. Después sale de dentro de su mujer liberando un nuevo goterón de semen que se suma en un pequeño charquito bajo el culo de Martina sobre el edredón.
“joder, lo hemos puesto todo perdido”

Martina se incorpora un poco, se cubre la vagina con una mano y se va al baño seguida de Andrés. Se sienta en el inodoro y se oye otras gotas caer al agua.

Andrés se dirige a la ducha, abre el grifo y se mete bajo el agua en cuanto sale templada. Cuando sale, agarra una toalla y ve a su mujer desnuda, de rodillas en la cama, con una toalla pequeña en la mano frotando el edredón sucio. Al terminar, conecta el secador de pelo y seca lo que acaba de mojar Andrés sale desnudo del baño y mira la casita de invitados. Es un espacio elegante con mucha luz y unos ventanales por los que entra bastante luz y se ve la casa principal. Andrés se acerca a la ventana y la va recorriendo con la mirada de izquierda a derecha. Es un chalet enorme, con ventanales grandes, con pinta de casa de ricos, como sin duda son sus jefes. La casa de invitados queda ligeramente por debajo en nivel, así que la mira ligeramente hacia arriba. Intuye que la estancia de la esquina más lejana parece un dormitorio, luego un cristal blanco esmerilado le sugiere que es un baño. Después un nuevo dormitorio, en apariencia más pequeño a continuación y justo enfrente, una puerta transparente y la cocina. Detrás de la puerta transparente está Ana, su jefa, saludándole con la mano.

Andrés contesta por instinto y casi al mismo tiempo se da cuenta de que está desnudo de frente ante la ventana y se gira alejándose hacia el baño encontrándose con Martina a medio camino.
“joder está la jefa enfrente y me ha pillado mirando para allá en pelotas”
“tranquilo torete, que no se escandaliza”
“¿a que te refieres?
“que ya te ha visto la polla, tonto”
“¿Qué dices? ¿cuándo?”
“nos pilló follando en la puerta de la casa”
“joder”
“no te preocupes, yo creo que se le mojan las bragas viendo como me follas”
Ella se abraza a su cintura apoyando la cabeza en su pecho. El la abraza con sus brazos dejando caer las manazas hasta agarrar su nalgas.
“¿y eso de afeitarte el chocho?”
“¿te gusta?”
“a ver, si, es sorprendente, pero si, me gusta ¿cómo te lo has hecho?”
“no me lo he hecho yo”
“¿Cómo? Quien te lo ha hecho”
“Ana”
“Me estás diciendo que la jefa te ha afeitado el chocho?”
Se separa de ella y agarrándola por los hombros la mira directamente a los ojos mientras la pregunta.
“si”
“joder… “
“y luego me lo comió”
“¿Cómo?”
“lo que te estoy contando. Que nos lo montamos. Vamos, que técnicamente, te he puesto los cuernos con ella”
“¿ahora eres bollera o que?
“Te acabo de demostrar que no torete, no me seas antiguo… he probado con una mujer y punto”
“Y ¿tu también le has comido el coño?”
“claro”

Martina mira hacia abajo para comprobar lo que sospecha: la polla de Andrés está como hace unos minutos: dura como una piedra y apuntando al techo.
Se la agarra con la mano
“Pero…¿solo estabais vosotros dos?”
“Si ¿por?”
“a ver Martina, mírame a los ojos”
Martina obedece sin dejar de pajearle suavemente
“¿te has follado a Miguel?”
“No, hombre no”
“¿seguro?”
“Seguro ¿no me crees?
“si, pero entiéndeme, esto es muy raro”
“A ver Andrés, esta gente resulta que es una cosa que se llama “liberal“. Consiste en que follan con quien les apetece, hombres o mujeres. Ana me ha contado poco, pero ese es el resumen. Ella se sentía atraída por mí y oye me ha llevado al huerto, me apeteció probar y lo hice. ¿te importa?”
“No se Martina, siendo con una mujer como que no lo veo mal… ¿Quieres follar con otros tíos también? Eso no se si podría soportarlo”
“A ver torete, que una golondrina no hace verano. He probado y listo. Me ha gustado, pero no quiere decir que tenga que volver a hacerlo…. Pero también te digo que no me importaría. No tiene nada que ver con que te quiera más o te quiera menos. Es sexo. Es diferente y no tiene por que afectar a nuestra relación. ¿lo entiendes?”

Andrés la mira sorprendido, busca con la mirada por la habitación sin saber el que. Le cuesta asumir que de pronto Martina pueda no ser su exclusivo juguete sexual.
Martina se arrodilla y empieza a lamerle la polla desde los huevos hacia la punta.
Andrés se deja hacer con los brazos en jarras.

Martina empieza a tragar la polla de su marido y comienza una mamada a ritmo lento pero intensa, profunda. Andrés no tarda en dar señales de aprobación Cierra los ojos y se deja hacer, disfrutando de las sensaciones. La lengua juguetona de Martina dibuja figuras complejas contra el frenillo y el glande de Andrés el entrar y salir de la boca de ella. Su humedad, calor y movimiento tienen a Andrés disfrutando de un placer lento, implacable y cada vez más intenso. No quiere continuar de pie, así que abre los ojos y busca con la mirada un sitio donde ponerse más cómodos y ve a los pies de la cama un pequeño sofá. Se la saca de la boca a Martina y la invita a levantarse llevándola hacia allí. Una vez en el sillón se sienta y su mujer se coloca de rodillas entre sus piernas continuando con la mamada. Andrés de nuevo se deja hacer, cerrando los ojos. Martina se la saca, la lame, la vuelve a engullir, alternas lamidas en los huevos mientras lo masturba suavemente con una mamada profunda y rítmica a intervalos regulares.

Andrés de pronto imagina a Martina en la misma posición comiéndole el coño a Ana y le excita la imagen mucho. Tanto, que decide follarse a Martina a 4 como haría mientras ella se lo come a Ana.

Abre los ojos para pasar a esa postura y entonces vuelve a ver a Ana, de pie, frente a la puerta de la cocina. Tiene las tetas fuera de la blusa. Con una mano se acaricia una mientras que la otra, la tiene dentro de su pantalón y se masturba con fuerza. Le mira, a los ojos mientras se muerde el labio inferior. Andrés agarra a Martina y la pone de pie, dándole la espalda, apoyada contra el alféizar de la ventana, se coloca tras ella y se la mete en el coño de un solo empujón. Le excita que Ana se masturbe mirándole, deseándole. Si quiere espectáculo, se lo va a ofrecer.

Martina se agarra fuerte al alféizar y siente a su marido penetrarla con fuerza, con los ojos cerrados. Las embestidas empiezan enseguida a ritmo brutal, con el sonido de las caderas de Andrés golpeando implacables contra las nalgas de Martina con un sonido característico. Siente sus pechos bambolearse al ritmo de la penetración y siente un inmenso placer. Abre los ojos para asegurarse de estar bien agarrada y entonces ve a Ana enfrente mirándolos mientras se masturba. La primera reacción de sorpresa le habría hecho salir corriendo avergonzada. Pero ya no es esa Martina. Ahora sonríe a Ana mientras jadea y gime. Luego moviendo los labios y mirándola a los ojos pero sin emitir un sonido desde su boca le dice a Ana “eres una guarra”. Ana sonríe y parece tener un orgasmo en ese momento que le obliga a soltar su pecho y agarrarse a la pueta transparente durante unos instantes. Martina se siente otra vez excitadísima sabiendo el deseo de Ana hacia ellos dos.

Andrés no deja de mirar a su jefa mientras monta a Martina como un toro, sudando, gruñendo. En el fondo está pensando “mira como te voy a follar jefa”. Martina tiene su primer orgasmo enseguida y Andrés tiene que aflojar el ritmo para permitirla mantener el equilibrio. Después sigue embistiendo como un martillo pilón hasta que Martina tiene un nuevo orgasmo.

Sigue mirando a Ana que mientras se ha quitado los pantalones vaqueros y las braguitas y se masturba desnuda para abajo ante el cristal. De cuando en cuando se lleva la mano a la boca y luego la frota con fuerza contra su clítoris mostrándole a Andrés su sexo rasurado, mojado y brillante.

Tras unos cuantos minutos de intensidad máxima en las embestidas se la saca a Martina y le dice “quiero correrme en tu boca”. Después se coloca de lado junto a la ventana “vamos que te vea Ana como me sacas la leche.

Martina se arrodilla, y girándose ligeramente hacia Ana, empieza a lamer y pajear a Andrés, que sigue mirando fijamente a Ana. El ritmo al que se masturba ella es cada vez más intenso y en cuanto ve las primeras gotas de semen salir de la polla de Andrés, estalla en un intenso y prolongado orgasmo paralelo al que el tiene eyaculando en la cara de Martina. Cuando termina su eyaculación, Martina se frota la polla de Andrés con la cara, la lame, la limpia y no deja de mirar a Ana. Finalmente se limpia la cara lentamente, llevando cada gota de semen blanca y espesa a su boca y tragándola. Luego se limpia los dedos despacio, sin dejar de mirar a Ana, que encadena un orgasmo más mientras los mira. Cuando termina de limpiarse, Martina se levanta, besa a Andrés en la boca y lo agarra de la mano camino de la ducha.

Cuando desaparecen de la vista, Ana se agacha, recoge sus braguitas y sus vaqueros del suelo y lo verbaliza “yo también quiero que te corras en mi cara torete”
Me encanta como has plasmado la masturbación de Ana, esta mujer me pone mucho..... y lo de Martina es un escandalo!!! Que ganas de leer más !!!!
 
El atasco de salida de Barcelona es monumental. Jordi y Marta llevan casi una hora en el coche y apenas han conseguido salir de la ciudad y vuelven a quedarse parados en una rotonda que es incapaz de absorber todo el tráfico de la salida de un fin de semana de primavera.
“Vamos a llegar tardísimo. Menos mal que no tenemos compromisos con nadie y vamos a casa” comenta él.
“Ya, pero hoy tenía la consulta con muchas citas, imposible acabar antes”.

Los fines de semana en su apartamento de la Costa Brava son su momento de intimidad como pareja. Sus hijos ya tienen su propia vida social y en un fin de semana normal no les gusta ir a la casa de la playa donde no están sus amigos. Por eso Jordi y Marta aprovechan para pasar esos días “de novios” como suele decir él. Son días relajados, sin prisas, con pocos compromisos con amigos para alguna cena o almuerzo, largos paseos, y los sábados por la noche, muy a menudo, una película porno para calentar el fin de semana, que termina en una sesión de sexo sin prisas y sin tener que contener las expresiones de placer.
“Vamos a poder ir a Madrid el fin de semana que teníamos planeado?”
“Ay cariño, ya te dije que me toca guardia el sábado y no logro encontrar a nadie que me la cambie… igual tenemos que retrasarlo un poco ¿te importa?”
“Nada mujer, si nos da igual ir un finde u otro, total.. vamos tu yo solos”.
“Me apetece mucho eso de ir a ver un musical y todo eso”
“¿Y lo que te he propuesto para después del musical?”
“¿Lo de ir a un local liberal?
“Si, aprovechando que estamos en otra ciudad… dar una vuelta, ver como es, solo a mirar. Me dijiste que te lo pensarías…”
“Si, bueno, la verdad es que me da curiosidad, pero no me gustaría ni desnudarme ni hacer nada delante de extraños. Simplemente es ver el ambiente, tomar algo, charlar con alguien si acaso para que nos cuente….”
“Mira que te tomo la palabra… cuento contigo. Ahora no te eches atrás”.
“Anda tonto, mira para delante que ya se están moviendo”
Jordi avanza de nuevo, pero a los 150 metros, el tráfico vuelve a detenerse.
"Ya puedes ir eligiendo fecha y musical para que saque las entradas. De elegir local para después, ya me ocupo yo”
“Y ¿qué clase de gente irá a esos sitios?”
“Mujer, pues gente con curiosidad como tu y como yo seguro que hay. Y gente que teniendo experiencia pues te puede orientar o comentar. Así aprendemos. Y si no nos gusta, nos vamos”
“Eh, y si nos gusta, miramos lo que haya que mirar, hablamos lo que se tenga que hablar, pero a follar volvemos al hotel ¿de acuerdo?”
“Lo que tu digas Marta, pero allí no te asustes que igual hay gente en pelotas que follando sin ningún pudor… es como una peli porno pero en directo, pero tranquila que no tienes por que meterte en ese entorno obligatoriamente, ni desvestirte si no quieres, ni hacer nada con nadie si no quieres. Para empezar, como ya te dije, hay una zona que es como un bar normal de copas y ahí es donde vamos a ir para empezar. Luego hay como una zona de vestuarios donde te quitas la ropa de calle y con la indumentaria que quieras o sin ninguna pasas a la zona de spa, a las zonas de colchonetas, sala oscura, pasillo francés….”
“Jordi, que pareces un guía turístico, te lo sabes de memoria ¿has estado o que?”
“Nooo, nena, es simplemente que he curioseado por ahí por internet, he visto webs de ese tipo de sitios, he leído comentarios de experiencias de gente que ha ido…”
“A mí me da la sensación de que nos vamos a ir según entremos porque van a ser todo chavales de 20 y 30 años y dos abueletes como nosotros vamos a llamar la atención para mal”
“Que noooo, que ya te dije que había leído una experiencia de alguien de nuestra edad, novatos como nosotros que habían ido y lo habían pasado genial entre ellos y sin liarse con nadie. De todas formas, no te preocupes, que te prometo que si no estamos cómodos nos tomamos la copa como en cualquier bar y nos vamos al hotel”

Tres parones más tarde, consiguen superar la rotonda maldita, pero a los 10 kilómetros se quedan parados en el atasco de la siguiente rotonda.

“Oye ¿y que te pones para ir a un sitio de esos?”
“Pues ropa de calle, normal. Unos vaqueros, una blusa…”
“A ver, Jordi, seamos realistas, salvo que sea frikilandia, no nos vamos a quedar en el bar, igual si hay que entrar a echar un vistazo, que si no para que vamos”
“Pues mira me imagino que una lencería chula. Seguro que tienen albornoces y solo tienes que lucirla si quieres”
“¿Qué conjunto crees que me queda mejor?”
“Cualquiera de esos de tanga, liguero, medias… estás espectacular con eso, pero si te atreves compramos algo en aliexpress así un poco más de putilla, de color rojo, o fucsia”
“De eso nada guapo, si me tengo que quitar la ropa quiero estar divina, nada de ropa cutre del chino… hasta ahí podríamos llegar”
Jordi se ríe “lo que tu digas, lo que tu digas, al fin y al cabo estamos jugando ¿no? Pues eso….que haremos lo que nos divierta, sin más.”
“Total, no pienso quitarme la ropa, fijo que con tanto jovenzuelo no nos encontramos cómodos”
“No prejuzgues Marta, no prejuzgues….déjate sorprender”

Mientras siguen avanzando y deteniéndose en atascos consecutivos, Marta está pensando en el plan del club liberal. Jordi lleva mucho tiempo insistiéndole en ir y ha pasado de un “no” rotundo a un “bueno, pero solo a mirar” a base de insistencia. Al principio era totalmente refractaria a la idea, pero poco a poco sintió la curiosidad de ver en vivo y en directo como era ese ambiente. Le intriga saber como la gente puede practicar sexo delante de otros y a la vez le excita mucho la idea de presenciarlo. Incluso le excita la idea de ser ella la que excite a otros teniendo sexo con Jordi con mirones. Por supuesto, esto último no se lo ha confesado a Jordi, poque sabe que tiraría de ese hilo para intentar convencerla de tener sexo con otros hombres u otras parejas, y esa es una línea que no tiene pensado cruzar…. A Jordi le cuenta esos deseos con cuentagotas, pero es cierto que incluso descartando llegar a tener sexo con otros, como fantasía, es plenamente consciente de que es una idea que la excita.

Por fin llegan al apartamento de la costa y cenan algo ya tarde. Están de buen humor, relajados, disfrutando de la expectativa de un fin de semana solos y animados por la botella de vino blanco que se han bebido entre los dos.
“¿Te enseño con el portátil la web de algunos de esos clubs?”
“Vale”
Media hora más tarde, el portátil está en la mesa de centro del salón y ambos, desnudos, hacen un 69 en el sofá.
En la mente de Jordi, la imagen de Marta haciendo eso mismo con otro hombre.
En la mente de Marta, varios desconocidos mirando como lo hacen, masturbándose.
Los dos alcanzan el orgasmo casi a la vez, excitadísimos, mucho antes de lo que en realidad suelen alcanzarlo y, por supuesto, antes siquiera de llegar Jordi a penetrar a Marta. Hacía mucho que su marido no se corría en su boca. Fruto de la excitación y de su propio orgasmo, recibe el semen con vicio, con ganas, lo saborea y lo traga y termina lamiendo la polla de Jordi para limpiarla después. Después se incorpora, y dándose la vuelta, se tumba boca arriba sobre su marido, piel con piel y le besa.
“uff qe fuerte ¿no? Yo creo que desde que éramos novios no nos había pasado algo así…”
“¿te ha gustado?”
“Mucho, me encanta que pasen cosas diferentes en el sexo… no siempre vamos a hacerlo igual ¿no?”
“precisamente Marta, precisamente….”
 
El atasco de salida de Barcelona es monumental. Jordi y Marta llevan casi una hora en el coche y apenas han conseguido salir de la ciudad y vuelven a quedarse parados en una rotonda que es incapaz de absorber todo el tráfico de la salida de un fin de semana de primavera.
“Vamos a llegar tardísimo. Menos mal que no tenemos compromisos con nadie y vamos a casa” comenta él.
“Ya, pero hoy tenía la consulta con muchas citas, imposible acabar antes”.

Los fines de semana en su apartamento de la Costa Brava son su momento de intimidad como pareja. Sus hijos ya tienen su propia vida social y en un fin de semana normal no les gusta ir a la casa de la playa donde no están sus amigos. Por eso Jordi y Marta aprovechan para pasar esos días “de novios” como suele decir él. Son días relajados, sin prisas, con pocos compromisos con amigos para alguna cena o almuerzo, largos paseos, y los sábados por la noche, muy a menudo, una película porno para calentar el fin de semana, que termina en una sesión de sexo sin prisas y sin tener que contener las expresiones de placer.
“Vamos a poder ir a Madrid el fin de semana que teníamos planeado?”
“Ay cariño, ya te dije que me toca guardia el sábado y no logro encontrar a nadie que me la cambie… igual tenemos que retrasarlo un poco ¿te importa?”
“Nada mujer, si nos da igual ir un finde u otro, total.. vamos tu yo solos”.
“Me apetece mucho eso de ir a ver un musical y todo eso”
“¿Y lo que te he propuesto para después del musical?”
“¿Lo de ir a un local liberal?
“Si, aprovechando que estamos en otra ciudad… dar una vuelta, ver como es, solo a mirar. Me dijiste que te lo pensarías…”
“Si, bueno, la verdad es que me da curiosidad, pero no me gustaría ni desnudarme ni hacer nada delante de extraños. Simplemente es ver el ambiente, tomar algo, charlar con alguien si acaso para que nos cuente….”
“Mira que te tomo la palabra… cuento contigo. Ahora no te eches atrás”.
“Anda tonto, mira para delante que ya se están moviendo”
Jordi avanza de nuevo, pero a los 150 metros, el tráfico vuelve a detenerse.
"Ya puedes ir eligiendo fecha y musical para que saque las entradas. De elegir local para después, ya me ocupo yo”
“Y ¿qué clase de gente irá a esos sitios?”
“Mujer, pues gente con curiosidad como tu y como yo seguro que hay. Y gente que teniendo experiencia pues te puede orientar o comentar. Así aprendemos. Y si no nos gusta, nos vamos”
“Eh, y si nos gusta, miramos lo que haya que mirar, hablamos lo que se tenga que hablar, pero a follar volvemos al hotel ¿de acuerdo?”
“Lo que tu digas Marta, pero allí no te asustes que igual hay gente en pelotas que follando sin ningún pudor… es como una peli porno pero en directo, pero tranquila que no tienes por que meterte en ese entorno obligatoriamente, ni desvestirte si no quieres, ni hacer nada con nadie si no quieres. Para empezar, como ya te dije, hay una zona que es como un bar normal de copas y ahí es donde vamos a ir para empezar. Luego hay como una zona de vestuarios donde te quitas la ropa de calle y con la indumentaria que quieras o sin ninguna pasas a la zona de spa, a las zonas de colchonetas, sala oscura, pasillo francés….”
“Jordi, que pareces un guía turístico, te lo sabes de memoria ¿has estado o que?”
“Nooo, nena, es simplemente que he curioseado por ahí por internet, he visto webs de ese tipo de sitios, he leído comentarios de experiencias de gente que ha ido…”
“A mí me da la sensación de que nos vamos a ir según entremos porque van a ser todo chavales de 20 y 30 años y dos abueletes como nosotros vamos a llamar la atención para mal”
“Que noooo, que ya te dije que había leído una experiencia de alguien de nuestra edad, novatos como nosotros que habían ido y lo habían pasado genial entre ellos y sin liarse con nadie. De todas formas, no te preocupes, que te prometo que si no estamos cómodos nos tomamos la copa como en cualquier bar y nos vamos al hotel”

Tres parones más tarde, consiguen superar la rotonda maldita, pero a los 10 kilómetros se quedan parados en el atasco de la siguiente rotonda.

“Oye ¿y que te pones para ir a un sitio de esos?”
“Pues ropa de calle, normal. Unos vaqueros, una blusa…”
“A ver, Jordi, seamos realistas, salvo que sea frikilandia, no nos vamos a quedar en el bar, igual si hay que entrar a echar un vistazo, que si no para que vamos”
“Pues mira me imagino que una lencería chula. Seguro que tienen albornoces y solo tienes que lucirla si quieres”
“¿Qué conjunto crees que me queda mejor?”
“Cualquiera de esos de tanga, liguero, medias… estás espectacular con eso, pero si te atreves compramos algo en aliexpress así un poco más de putilla, de color rojo, o fucsia”
“De eso nada guapo, si me tengo que quitar la ropa quiero estar divina, nada de ropa cutre del chino… hasta ahí podríamos llegar”
Jordi se ríe “lo que tu digas, lo que tu digas, al fin y al cabo estamos jugando ¿no? Pues eso….que haremos lo que nos divierta, sin más.”
“Total, no pienso quitarme la ropa, fijo que con tanto jovenzuelo no nos encontramos cómodos”
“No prejuzgues Marta, no prejuzgues….déjate sorprender”

Mientras siguen avanzando y deteniéndose en atascos consecutivos, Marta está pensando en el plan del club liberal. Jordi lleva mucho tiempo insistiéndole en ir y ha pasado de un “no” rotundo a un “bueno, pero solo a mirar” a base de insistencia. Al principio era totalmente refractaria a la idea, pero poco a poco sintió la curiosidad de ver en vivo y en directo como era ese ambiente. Le intriga saber como la gente puede practicar sexo delante de otros y a la vez le excita mucho la idea de presenciarlo. Incluso le excita la idea de ser ella la que excite a otros teniendo sexo con Jordi con mirones. Por supuesto, esto último no se lo ha confesado a Jordi, poque sabe que tiraría de ese hilo para intentar convencerla de tener sexo con otros hombres u otras parejas, y esa es una línea que no tiene pensado cruzar…. A Jordi le cuenta esos deseos con cuentagotas, pero es cierto que incluso descartando llegar a tener sexo con otros, como fantasía, es plenamente consciente de que es una idea que la excita.

Por fin llegan al apartamento de la costa y cenan algo ya tarde. Están de buen humor, relajados, disfrutando de la expectativa de un fin de semana solos y animados por la botella de vino blanco que se han bebido entre los dos.
“¿Te enseño con el portátil la web de algunos de esos clubs?”
“Vale”
Media hora más tarde, el portátil está en la mesa de centro del salón y ambos, desnudos, hacen un 69 en el sofá.
En la mente de Jordi, la imagen de Marta haciendo eso mismo con otro hombre.
En la mente de Marta, varios desconocidos mirando como lo hacen, masturbándose.
Los dos alcanzan el orgasmo casi a la vez, excitadísimos, mucho antes de lo que en realidad suelen alcanzarlo y, por supuesto, antes siquiera de llegar Jordi a penetrar a Marta. Hacía mucho que su marido no se corría en su boca. Fruto de la excitación y de su propio orgasmo, recibe el semen con vicio, con ganas, lo saborea y lo traga y termina lamiendo la polla de Jordi para limpiarla después. Después se incorpora, y dándose la vuelta, se tumba boca arriba sobre su marido, piel con piel y le besa.
“uff qe fuerte ¿no? Yo creo que desde que éramos novios no nos había pasado algo así…”
“¿te ha gustado?”
“Mucho, me encanta que pasen cosas diferentes en el sexo… no siempre vamos a hacerlo igual ¿no?”
“precisamente Marta, precisamente….”
A ver dónde nos lleva la historia de estos 2...... será Marta capaz de ir a un club liberal??? Jordi conseguirá su proposito de ver a su mujer con otro???.

Me encanta este relato con las historias de estas 4 parejas y el omnipresente Pedro

Deseando saber más!!!!
 
El fin de semana que pasaron en la Muñoza Pedro, Lourdes, Miguel y Ana, fue el comienzo del otoño. Había refrescado desde hacía unos días y desde que salieron de Madrid después de comer, las nubes cubrieron el cielo poco a poco y al llegar a la finca, amenazaban lluvia inminente. Pedro había llamado para que les encendieran las chimeneas de los dormitorios y el salón y cuando llegaron la casa ya estaba a buena temperatura. Varios empleados habían cortado abundante leña y la mujer del guardés les había preparado varios platos que estaban en la nevera, por lo que todo estaba preparado para que disfrutar del fin de semana sin preocupaciones.

A pesar del viento y de la amenaza de lluvia, decidieron salir a dar un paseo, pero sin llevar la ropa adecuada para lo que se le podía venir encima y con un par de simples paraguas plegables “por si acaso”. A los 15 minutos, empezó a chispear, pero decidieron seguir, bajando por la senda que va hacia el río. Cuando llegaron, empezó a llover con fuerza y el fuerte viento racheado hizo inútiles los paraguas. Estaban a una buena media hora de la casa. Y cuesta arriba. Volver corriendo era totalmente inviable y la lluvia no parecía que fuera pasajera, por lo que tras esperar un rato bajo una gran encina que no les protegía apenas, decidieron afrontar la realidad y empezar a andar, asumiendo que llegarían muy mojados.

Cuando abrieron el portón de entrada en la casa, los cuatro estaban literalmente chorreando y ateridos de frío, incluso tiritando. Pedro les sugirió ir al salón a quitarse la ropa mojada junto a la chimenea para entrar en calor y a la carrera entraron en aquella estancia ya cálida y se acercaron a la enorme chimenea que presidía la estancia.
Les costó mucho poder quitarse los pantalones vaqueros y los jerséis que estaban totalmente empapados.
“Tengo mojadas hasta las bragas” dijo Ana al quitarse el pantalón, tiritando y sentándose en el suelo para conseguir sacar sus piernas de las perneras.
“Yo también” contestó Lourdes que se había sentado en la mesa de centro del salón y tampoco conseguía sacar sus piernas de los pantalones. Pedro, ya solo con un boxer también mojado, echó dos grandes troncos de leña en la enorme chimenea, mientras las chicas se ayudaban entre sí para quitarse los jerséis. Cuando estaban todos en ropa interior, se arrimaron al fuego. Pero también la ropa interior estaba empapada así que decidieron quitársela y abrazarse cada cual a su pareja para entrar en calor. Los chicas quedaron espalda con espalda en el centro, flanqueadas por los chicos, que podían ver de espaldas a la otra chica abrazándolas y acercándolas a sus cuerpos con sus manos a la altura de la cintura.

Pedro miró el culo de Ana, tan redondo y apetecible como siempre y con la piel de gallina por el frío. Miguel se fijó en el culo de Lourdes, mucho más escaso que el de Ana, pero igualmente redondo y muy bien proporcionado con un cuerpo más alto y más esbelto que el de su novia.
“Ya voy entrando en calor, pero tengo la espalda helada dijo Ana”
“Yo también” contestó Lourdes.
“Abrázame por detrás”
Se giró y se puso de frente a la chimenea, con Pedro detrás agarrándola por la cintura.
Ana la imitó.
Ambas tenían los pezones marcados y se sonrieron entre sí brevemente, mirándose una a otra con disimulo, algo que Miguel intentaba hacer con Lourdes también, tras fijarse fugazmente en que Lourdes era rubia natural ya que su vello púbico era del mismo tono que su melena.

En cuanto los dos grandes troncos que había puesto Pedro empezaron a arder, la temperatura de la sala subió rápidamente y al poco tuvieron que dar un paso hacia atrás para alejarse de la fuente de calor dada su intensidad.

Para Lourdes, el contacto de la piel de Pedro en su espalda, que ahora ya estaba caliente, empezaba a resultarle muy erótico. El apretaba el cuerpo contra ella y la abrazaba alrededor de la cintura, cruzando los brazos por delante, se frotaba suavemente contra su espalda. Por la estatura de ambos, el miembro de Pedro quedaba exactamente entra sus nalgas y colgaba entre la parte alta de sus muslos. Su roce le estaba produciendo una creciente excitación, incluso estando fláccido. Pedro inclinó su cabeza hacia la oreja derecha de Lourdes y susurró en su oído “¿entras en calor”. El aliento cálido en su cuello y el roce de sus labios en su oreja y cuello produjo en el cuerpo de Lourdes una reacción imparable. Notó su sexo mojarse, su piel, ya caliente, se volvió a poner como la de una gallina y sus pezones se endurecieron aún más. Definitivamente, la había puesto cachonda.

Ana miraba de refilón a Lourdes mientras Miguel la abrazaba de la misma forma que Pedro lo hacía con Lourdes. A cualquier otra mujer le habría impuesto de alguna forma de una mujer con un físico tan formidable como el de Lourdes totalmente desnuda a su lado. Tenía un cuerpo casi perfecto, de modelo que siempre sería el imán de las miradas de todos los machos presentes. Pero a Ana no le ocurría lo mismo. Sabía que iba a disfrutar de Pedro cuando quisiera, como quisiera y cuantas veces quisiera, incluso hoy, delante de su cuerpo de diosa vikinga. Es más, pensaba demostrarle a aquella mujer que por alta que fuera, por perfecto que fuera su culo y por guapa que sea su cara, le faltaba un par de buenas tetas para hacerle una cubana a su hombre. Su mano derecha buscó el espacio entre Miguel y ella y agarró la polla de Miguel con suavidad y destreza, empezando a masturbarlo. Miguel se dejó hacer, subiendo sus manos y empezando a acariciar los pechos de Ana mientras empezaban a besarse.

Lourdes se volvió a girar cara a cara con Pedro y buscó su boca con pasión. Mientras Pedro y ella jugaban con sus lenguas, ambos empezaron a acariciarse recíprocamente las nalgas.

Miguel se separó de Ana y besándola brevemente en los labios le dijo “vamos al sofá”. La llevó de la mano y al pasar junto a sus pantalones se agachó y sacó un preservativo. Se sentó en el sofá, con la polla ya bien dura y Ana se puso encima de él, con una rodilla en cada lado. Siguieron besándose mientras Miguel volvía a acariciar las tetas de ella y ella hacia resbalar su sexo mojado y contra el de Miguel lentamente.

Al verlos moverse, Pedro le susurró al oído a Lourdes “¿vamos nosotros también?”. Lourdes le agarró de la mano y se dirigieron también hacia el sofá. Fue la primera vez que Miguel pudo observarla bien de frente durante el corto trayecto de la chimenea al sofá. Alta, delgada, con una figura perfecta, pechos de modelo, algo pequeños para su gusto, pero que no caían nada en absoluto y estaban coronados con unas areolas muy pequeñas. Su vientre liso terminaba en un vello púbico tan rubio como su melena y muy poco abundante. Las marcas de sol del reciente verano dejaban claro que Lourdes rasuraba ese vello a una prudente distancia de lo que el bikini tapaba y que practicaba topless ocasionalmente, puesto que sus pechos estaban claramente más morenos que su pubis pero no tanto como sus hombros. Pedro se sentó en el sofá a medio metro de la otra pareja, cogiendo también un condón de su pantalón mojado del suelo. Su miembro lucía ya bien duro y apuntaba al techo. Lourdes se quedó un instante mirándolo antes de subirse encima de los muslos de Pedro.

Ambas parejas empezaron a besarse con pasión, ellas frotándose contra la polla dura de su pareja, ellos acariciando su pecho o lamiéndolo con avidez. El nivel de excitación aumentó rápidamente y al poco, Lourdes cogió el sobre del preservativo que Pedro había dejado en el sofá y le dijo “ponte esto”, separándose lo justo para que él pudiera hacerlo. Nada más colocárselo, se volvió a acercar a Pedro y con un largo suspiro quedó claro que él había entrado dentro de ella. Comenzó entonces un movimiento de caderas de la rubia muy lento y profundo. Resoplaba con delicadeza cada vez que todo el miembro de él estaba en su interior y no dejaba de mirarle fijamente a los ojos.

Llevaban ya un par de minutos de cabalgada cuando Ana se separó, agarró el condón que Miguel había dejado en el brazo del sofá y lo abrió. Luego, se levantó, separó las piernas de Miguel y se arrodilló entre las mismas agarrando su polla dura con una mano. La pajeó un instante mirándola con deseo y finalmente la engulló con decisión hasta que desapareció completamente dentro de su boca.

Lourdes se giró al ver movimiento y vio como la polla de Miguel desaparecía dentro de la boca de Ana. No era tan grande como la de Pedro, pero era notable como Ana era capaz de tragársela entera. Ella era incapaz de llegar a tanto, puesto que siempre le daban arcadas y apenas conseguía dar placer con su boca a Pedro manteniendo el glande y poco más en su boca.

La mamada de Ana a su chico era espectacular. Miguel se dejaba hacer con los ojos cerrados y Pedro y Lourdes miraban con excitación como Ana literalmente lo follaba con la boca. La cabalgada de Lourdes ganó en intensidad, botando ya con ritmo sobre los muslos de Pedro y al poco empezó a emitir un gemido breve, agudo y repetido: “hi, hi, hi, hi”

Ana al oírlo giró la cabeza encontrándose con la mirada de Lourdes. Ana le mantuvo la mirada mientras jugaba con su lengua a lo largo de toda la polla de Miguel. Finalmente le puso el condón en el glande y con un movimiento decidido de sus labios alrededor del mismo se lo colocó con la boca. Después, se subió sobre sus muslos y con la mano guió la polla de Miguel dentro de su vagina y empezó a cabalgarlo con decisión.

Lourdes, agarrada a los hombros de Pedro, iba acelerando el ritmo poco a poco “hi, hi, hi, hi” y al cabo de un minuto tuvo un orgasmo. Se quedó quieta y el “hi, hi, hi, pasó a un “hiiiiiiiiiiiiii” agudo y continuado que fue perdiendo volumen hasta desaparecer, para luego retomar la cabalgada y retomar el “hi, hi, hi” anterior.

Ana tuvo su primer orgasmo poco después, apretándose las tetas ellas sola y celebrándolo con un “siiiii, siiiii oooooh”. Miguel, al ver a su novia disfrutando tanto, no pudo aguantar más y con un fuerte gruñido, se vació en su interior. Ana siguió cabalgándole, con fuerza, pero desistió al notar que la polla de Miguel perdía dureza.

Mientras, Lourdes alcanzó un nuevo orgasmo, mucho más intenso que el anterior y acabó por dejarla temblorosa, abrazada a Pedro y soltando una secuencia de “hiiiis” larga y anárquica, tras la que se separó de Pedro y se acurrucó en el sofá jadeando. Era algo habitual para ella y a la segunda o tercera vez que se corría, las sensaciones eran de tal intensidad que tenía que parar, incapaz de sentir más placer en su cuerpo.

Ana se separó de Miguel, y sonriendo le dijo a Pedro “parece que solo quedamos tu y yo. No nos vamos a quedar a medias…¿verdad?” Se puso de rodillas en el sofá, al lado de Pedro y le hizo un gesto con la cabeza señalando a su espalda. Pedro sonrió, se separó y sin miramientos la penetró desde atrás con fuerza. Ana se sujetaba con los codos al sofá mientras Pedro la agarraba por las caderas y empezaba a embestir con fuerza. “plas, plas, plas, plas” sus ingles empezaron a golpear contra las nalgas de Ana rítmicamente a la vez que ella empezaba a jadear y a gemir. Ya llevaban un minuto cuando Lourdes se incorporó a mirar la escena. Ana con los ojos cerrados se concentraba en sus sensaciones, aguantando las fuertes embestidas de Pedro, con los pechos bailando al mismo ritmo. Pedro, sudoroso, la embestía sin piedad, agarrándola por las caderas todo el tiempo, aunque en ocasiones le daba un cachete con la mano abierta en las nalgas. Era evidente el placer que estaban sintiendo los dos y Lourdes no pudo evitar empezar a tocarse mientras miraba. Miguel hacía lo mismo, pero su polla no estaba dura para poder masturbarse en condiciones. No tardó mucho Ana en llegar a su primer orgasmo, que manifestó con gemidos fuertes y jadeo constante, pero Pedro no se apiadó de ella y siguió como una máquina al mismo ritmo, implacable. Y la constancia dio su fruto porque Ana volvió a correrse muy poco después, aunque esta vez se derrumbó sobre el sofá, haciendo que con el cambio de postura, la polla de Pedro se saliera de su interior.

Se quedó así, jadeando unos segundos, después se giró, sentándose en el sofá y juntándose las tetas le dijo “fóllame las tetas”, dejando caer saliva en el canalillo. Pedro se quitó el preservativo y poniendo sus piernas a ambos lados del cuerpo de Ana, enterró su miembro entre sus pechos y empezó a moverse hacia delante y hacia atrás. Lourdes miraba tocándose, con su “hi, hi, hi” característico mirando mientras Miguel seguía la acción con atención, acariciándose la polla morcillona. Estuvieron así varios minutos durante los cuales Ana miró sonriente a Lourdes a los ojos, hasta que Pedro acabó corriéndose, regando su pecho, su barbilla y sobre todo el espacio entre sus tetas, gruñendo de placer. Ana sonreía, mirando su pecho manchado de semen y comenzó a extenderlo por su pecho, a jugar con él sobre su piel, mirando a los ojos a Pedro primero y a Lourdes después.
 
El fin de semana que pasaron en la Muñoza Pedro, Lourdes, Miguel y Ana, fue el comienzo del otoño. Había refrescado desde hacía unos días y desde que salieron de Madrid después de comer, las nubes cubrieron el cielo poco a poco y al llegar a la finca, amenazaban lluvia inminente. Pedro había llamado para que les encendieran las chimeneas de los dormitorios y el salón y cuando llegaron la casa ya estaba a buena temperatura. Varios empleados habían cortado abundante leña y la mujer del guardés les había preparado varios platos que estaban en la nevera, por lo que todo estaba preparado para que disfrutar del fin de semana sin preocupaciones.

A pesar del viento y de la amenaza de lluvia, decidieron salir a dar un paseo, pero sin llevar la ropa adecuada para lo que se le podía venir encima y con un par de simples paraguas plegables “por si acaso”. A los 15 minutos, empezó a chispear, pero decidieron seguir, bajando por la senda que va hacia el río. Cuando llegaron, empezó a llover con fuerza y el fuerte viento racheado hizo inútiles los paraguas. Estaban a una buena media hora de la casa. Y cuesta arriba. Volver corriendo era totalmente inviable y la lluvia no parecía que fuera pasajera, por lo que tras esperar un rato bajo una gran encina que no les protegía apenas, decidieron afrontar la realidad y empezar a andar, asumiendo que llegarían muy mojados.

Cuando abrieron el portón de entrada en la casa, los cuatro estaban literalmente chorreando y ateridos de frío, incluso tiritando. Pedro les sugirió ir al salón a quitarse la ropa mojada junto a la chimenea para entrar en calor y a la carrera entraron en aquella estancia ya cálida y se acercaron a la enorme chimenea que presidía la estancia.
Les costó mucho poder quitarse los pantalones vaqueros y los jerséis que estaban totalmente empapados.
“Tengo mojadas hasta las bragas” dijo Ana al quitarse el pantalón, tiritando y sentándose en el suelo para conseguir sacar sus piernas de las perneras.
“Yo también” contestó Lourdes que se había sentado en la mesa de centro del salón y tampoco conseguía sacar sus piernas de los pantalones. Pedro, ya solo con un boxer también mojado, echó dos grandes troncos de leña en la enorme chimenea, mientras las chicas se ayudaban entre sí para quitarse los jerséis. Cuando estaban todos en ropa interior, se arrimaron al fuego. Pero también la ropa interior estaba empapada así que decidieron quitársela y abrazarse cada cual a su pareja para entrar en calor. Los chicas quedaron espalda con espalda en el centro, flanqueadas por los chicos, que podían ver de espaldas a la otra chica abrazándolas y acercándolas a sus cuerpos con sus manos a la altura de la cintura.

Pedro miró el culo de Ana, tan redondo y apetecible como siempre y con la piel de gallina por el frío. Miguel se fijó en el culo de Lourdes, mucho más escaso que el de Ana, pero igualmente redondo y muy bien proporcionado con un cuerpo más alto y más esbelto que el de su novia.
“Ya voy entrando en calor, pero tengo la espalda helada dijo Ana”
“Yo también” contestó Lourdes.
“Abrázame por detrás”
Se giró y se puso de frente a la chimenea, con Pedro detrás agarrándola por la cintura.
Ana la imitó.
Ambas tenían los pezones marcados y se sonrieron entre sí brevemente, mirándose una a otra con disimulo, algo que Miguel intentaba hacer con Lourdes también, tras fijarse fugazmente en que Lourdes era rubia natural ya que su vello púbico era del mismo tono que su melena.

En cuanto los dos grandes troncos que había puesto Pedro empezaron a arder, la temperatura de la sala subió rápidamente y al poco tuvieron que dar un paso hacia atrás para alejarse de la fuente de calor dada su intensidad.

Para Lourdes, el contacto de la piel de Pedro en su espalda, que ahora ya estaba caliente, empezaba a resultarle muy erótico. El apretaba el cuerpo contra ella y la abrazaba alrededor de la cintura, cruzando los brazos por delante, se frotaba suavemente contra su espalda. Por la estatura de ambos, el miembro de Pedro quedaba exactamente entra sus nalgas y colgaba entre la parte alta de sus muslos. Su roce le estaba produciendo una creciente excitación, incluso estando fláccido. Pedro inclinó su cabeza hacia la oreja derecha de Lourdes y susurró en su oído “¿entras en calor”. El aliento cálido en su cuello y el roce de sus labios en su oreja y cuello produjo en el cuerpo de Lourdes una reacción imparable. Notó su sexo mojarse, su piel, ya caliente, se volvió a poner como la de una gallina y sus pezones se endurecieron aún más. Definitivamente, la había puesto cachonda.

Ana miraba de refilón a Lourdes mientras Miguel la abrazaba de la misma forma que Pedro lo hacía con Lourdes. A cualquier otra mujer le habría impuesto de alguna forma de una mujer con un físico tan formidable como el de Lourdes totalmente desnuda a su lado. Tenía un cuerpo casi perfecto, de modelo que siempre sería el imán de las miradas de todos los machos presentes. Pero a Ana no le ocurría lo mismo. Sabía que iba a disfrutar de Pedro cuando quisiera, como quisiera y cuantas veces quisiera, incluso hoy, delante de su cuerpo de diosa vikinga. Es más, pensaba demostrarle a aquella mujer que por alta que fuera, por perfecto que fuera su culo y por guapa que sea su cara, le faltaba un par de buenas tetas para hacerle una cubana a su hombre. Su mano derecha buscó el espacio entre Miguel y ella y agarró la polla de Miguel con suavidad y destreza, empezando a masturbarlo. Miguel se dejó hacer, subiendo sus manos y empezando a acariciar los pechos de Ana mientras empezaban a besarse.

Lourdes se volvió a girar cara a cara con Pedro y buscó su boca con pasión. Mientras Pedro y ella jugaban con sus lenguas, ambos empezaron a acariciarse recíprocamente las nalgas.

Miguel se separó de Ana y besándola brevemente en los labios le dijo “vamos al sofá”. La llevó de la mano y al pasar junto a sus pantalones se agachó y sacó un preservativo. Se sentó en el sofá, con la polla ya bien dura y Ana se puso encima de él, con una rodilla en cada lado. Siguieron besándose mientras Miguel volvía a acariciar las tetas de ella y ella hacia resbalar su sexo mojado y contra el de Miguel lentamente.

Al verlos moverse, Pedro le susurró al oído a Lourdes “¿vamos nosotros también?”. Lourdes le agarró de la mano y se dirigieron también hacia el sofá. Fue la primera vez que Miguel pudo observarla bien de frente durante el corto trayecto de la chimenea al sofá. Alta, delgada, con una figura perfecta, pechos de modelo, algo pequeños para su gusto, pero que no caían nada en absoluto y estaban coronados con unas areolas muy pequeñas. Su vientre liso terminaba en un vello púbico tan rubio como su melena y muy poco abundante. Las marcas de sol del reciente verano dejaban claro que Lourdes rasuraba ese vello a una prudente distancia de lo que el bikini tapaba y que practicaba topless ocasionalmente, puesto que sus pechos estaban claramente más morenos que su pubis pero no tanto como sus hombros. Pedro se sentó en el sofá a medio metro de la otra pareja, cogiendo también un condón de su pantalón mojado del suelo. Su miembro lucía ya bien duro y apuntaba al techo. Lourdes se quedó un instante mirándolo antes de subirse encima de los muslos de Pedro.

Ambas parejas empezaron a besarse con pasión, ellas frotándose contra la polla dura de su pareja, ellos acariciando su pecho o lamiéndolo con avidez. El nivel de excitación aumentó rápidamente y al poco, Lourdes cogió el sobre del preservativo que Pedro había dejado en el sofá y le dijo “ponte esto”, separándose lo justo para que él pudiera hacerlo. Nada más colocárselo, se volvió a acercar a Pedro y con un largo suspiro quedó claro que él había entrado dentro de ella. Comenzó entonces un movimiento de caderas de la rubia muy lento y profundo. Resoplaba con delicadeza cada vez que todo el miembro de él estaba en su interior y no dejaba de mirarle fijamente a los ojos.

Llevaban ya un par de minutos de cabalgada cuando Ana se separó, agarró el condón que Miguel había dejado en el brazo del sofá y lo abrió. Luego, se levantó, separó las piernas de Miguel y se arrodilló entre las mismas agarrando su polla dura con una mano. La pajeó un instante mirándola con deseo y finalmente la engulló con decisión hasta que desapareció completamente dentro de su boca.

Lourdes se giró al ver movimiento y vio como la polla de Miguel desaparecía dentro de la boca de Ana. No era tan grande como la de Pedro, pero era notable como Ana era capaz de tragársela entera. Ella era incapaz de llegar a tanto, puesto que siempre le daban arcadas y apenas conseguía dar placer con su boca a Pedro manteniendo el glande y poco más en su boca.

La mamada de Ana a su chico era espectacular. Miguel se dejaba hacer con los ojos cerrados y Pedro y Lourdes miraban con excitación como Ana literalmente lo follaba con la boca. La cabalgada de Lourdes ganó en intensidad, botando ya con ritmo sobre los muslos de Pedro y al poco empezó a emitir un gemido breve, agudo y repetido: “hi, hi, hi, hi”

Ana al oírlo giró la cabeza encontrándose con la mirada de Lourdes. Ana le mantuvo la mirada mientras jugaba con su lengua a lo largo de toda la polla de Miguel. Finalmente le puso el condón en el glande y con un movimiento decidido de sus labios alrededor del mismo se lo colocó con la boca. Después, se subió sobre sus muslos y con la mano guió la polla de Miguel dentro de su vagina y empezó a cabalgarlo con decisión.

Lourdes, agarrada a los hombros de Pedro, iba acelerando el ritmo poco a poco “hi, hi, hi, hi” y al cabo de un minuto tuvo un orgasmo. Se quedó quieta y el “hi, hi, hi, pasó a un “hiiiiiiiiiiiiii” agudo y continuado que fue perdiendo volumen hasta desaparecer, para luego retomar la cabalgada y retomar el “hi, hi, hi” anterior.

Ana tuvo su primer orgasmo poco después, apretándose las tetas ellas sola y celebrándolo con un “siiiii, siiiii oooooh”. Miguel, al ver a su novia disfrutando tanto, no pudo aguantar más y con un fuerte gruñido, se vació en su interior. Ana siguió cabalgándole, con fuerza, pero desistió al notar que la polla de Miguel perdía dureza.

Mientras, Lourdes alcanzó un nuevo orgasmo, mucho más intenso que el anterior y acabó por dejarla temblorosa, abrazada a Pedro y soltando una secuencia de “hiiiis” larga y anárquica, tras la que se separó de Pedro y se acurrucó en el sofá jadeando. Era algo habitual para ella y a la segunda o tercera vez que se corría, las sensaciones eran de tal intensidad que tenía que parar, incapaz de sentir más placer en su cuerpo.

Ana se separó de Miguel, y sonriendo le dijo a Pedro “parece que solo quedamos tu y yo. No nos vamos a quedar a medias…¿verdad?” Se puso de rodillas en el sofá, al lado de Pedro y le hizo un gesto con la cabeza señalando a su espalda. Pedro sonrió, se separó y sin miramientos la penetró desde atrás con fuerza. Ana se sujetaba con los codos al sofá mientras Pedro la agarraba por las caderas y empezaba a embestir con fuerza. “plas, plas, plas, plas” sus ingles empezaron a golpear contra las nalgas de Ana rítmicamente a la vez que ella empezaba a jadear y a gemir. Ya llevaban un minuto cuando Lourdes se incorporó a mirar la escena. Ana con los ojos cerrados se concentraba en sus sensaciones, aguantando las fuertes embestidas de Pedro, con los pechos bailando al mismo ritmo. Pedro, sudoroso, la embestía sin piedad, agarrándola por las caderas todo el tiempo, aunque en ocasiones le daba un cachete con la mano abierta en las nalgas. Era evidente el placer que estaban sintiendo los dos y Lourdes no pudo evitar empezar a tocarse mientras miraba. Miguel hacía lo mismo, pero su polla no estaba dura para poder masturbarse en condiciones. No tardó mucho Ana en llegar a su primer orgasmo, que manifestó con gemidos fuertes y jadeo constante, pero Pedro no se apiadó de ella y siguió como una máquina al mismo ritmo, implacable. Y la constancia dio su fruto porque Ana volvió a correrse muy poco después, aunque esta vez se derrumbó sobre el sofá, haciendo que con el cambio de postura, la polla de Pedro se saliera de su interior.

Se quedó así, jadeando unos segundos, después se giró, sentándose en el sofá y juntándose las tetas le dijo “fóllame las tetas”, dejando caer saliva en el canalillo. Pedro se quitó el preservativo y poniendo sus piernas a ambos lados del cuerpo de Ana, enterró su miembro entre sus pechos y empezó a moverse hacia delante y hacia atrás. Lourdes miraba tocándose, con su “hi, hi, hi” característico mirando mientras Miguel seguía la acción con atención, acariciándose la polla morcillona. Estuvieron así varios minutos durante los cuales Ana miró sonriente a Lourdes a los ojos, hasta que Pedro acabó corriéndose, regando su pecho, su barbilla y sobre todo el espacio entre sus tetas, gruñendo de placer. Ana sonreía, mirando su pecho manchado de semen y comenzó a extenderlo por su pecho, a jugar con él sobre su piel, mirando a los ojos a Pedro primero y a Lourdes después.

El fin de semana que pasaron en la Muñoza Pedro, Lourdes, Miguel y Ana, fue el comienzo del otoño. Había refrescado desde hacía unos días y desde que salieron de Madrid después de comer, las nubes cubrieron el cielo poco a poco y al llegar a la finca, amenazaban lluvia inminente. Pedro había llamado para que les encendieran las chimeneas de los dormitorios y el salón y cuando llegaron la casa ya estaba a buena temperatura. Varios empleados habían cortado abundante leña y la mujer del guardés les había preparado varios platos que estaban en la nevera, por lo que todo estaba preparado para que disfrutar del fin de semana sin preocupaciones.

A pesar del viento y de la amenaza de lluvia, decidieron salir a dar un paseo, pero sin llevar la ropa adecuada para lo que se le podía venir encima y con un par de simples paraguas plegables “por si acaso”. A los 15 minutos, empezó a chispear, pero decidieron seguir, bajando por la senda que va hacia el río. Cuando llegaron, empezó a llover con fuerza y el fuerte viento racheado hizo inútiles los paraguas. Estaban a una buena media hora de la casa. Y cuesta arriba. Volver corriendo era totalmente inviable y la lluvia no parecía que fuera pasajera, por lo que tras esperar un rato bajo una gran encina que no les protegía apenas, decidieron afrontar la realidad y empezar a andar, asumiendo que llegarían muy mojados.

Cuando abrieron el portón de entrada en la casa, los cuatro estaban literalmente chorreando y ateridos de frío, incluso tiritando. Pedro les sugirió ir al salón a quitarse la ropa mojada junto a la chimenea para entrar en calor y a la carrera entraron en aquella estancia ya cálida y se acercaron a la enorme chimenea que presidía la estancia.
Les costó mucho poder quitarse los pantalones vaqueros y los jerséis que estaban totalmente empapados.
“Tengo mojadas hasta las bragas” dijo Ana al quitarse el pantalón, tiritando y sentándose en el suelo para conseguir sacar sus piernas de las perneras.
“Yo también” contestó Lourdes que se había sentado en la mesa de centro del salón y tampoco conseguía sacar sus piernas de los pantalones. Pedro, ya solo con un boxer también mojado, echó dos grandes troncos de leña en la enorme chimenea, mientras las chicas se ayudaban entre sí para quitarse los jerséis. Cuando estaban todos en ropa interior, se arrimaron al fuego. Pero también la ropa interior estaba empapada así que decidieron quitársela y abrazarse cada cual a su pareja para entrar en calor. Los chicas quedaron espalda con espalda en el centro, flanqueadas por los chicos, que podían ver de espaldas a la otra chica abrazándolas y acercándolas a sus cuerpos con sus manos a la altura de la cintura.

Pedro miró el culo de Ana, tan redondo y apetecible como siempre y con la piel de gallina por el frío. Miguel se fijó en el culo de Lourdes, mucho más escaso que el de Ana, pero igualmente redondo y muy bien proporcionado con un cuerpo más alto y más esbelto que el de su novia.
“Ya voy entrando en calor, pero tengo la espalda helada dijo Ana”
“Yo también” contestó Lourdes.
“Abrázame por detrás”
Se giró y se puso de frente a la chimenea, con Pedro detrás agarrándola por la cintura.
Ana la imitó.
Ambas tenían los pezones marcados y se sonrieron entre sí brevemente, mirándose una a otra con disimulo, algo que Miguel intentaba hacer con Lourdes también, tras fijarse fugazmente en que Lourdes era rubia natural ya que su vello púbico era del mismo tono que su melena.

En cuanto los dos grandes troncos que había puesto Pedro empezaron a arder, la temperatura de la sala subió rápidamente y al poco tuvieron que dar un paso hacia atrás para alejarse de la fuente de calor dada su intensidad.

Para Lourdes, el contacto de la piel de Pedro en su espalda, que ahora ya estaba caliente, empezaba a resultarle muy erótico. El apretaba el cuerpo contra ella y la abrazaba alrededor de la cintura, cruzando los brazos por delante, se frotaba suavemente contra su espalda. Por la estatura de ambos, el miembro de Pedro quedaba exactamente entra sus nalgas y colgaba entre la parte alta de sus muslos. Su roce le estaba produciendo una creciente excitación, incluso estando fláccido. Pedro inclinó su cabeza hacia la oreja derecha de Lourdes y susurró en su oído “¿entras en calor”. El aliento cálido en su cuello y el roce de sus labios en su oreja y cuello produjo en el cuerpo de Lourdes una reacción imparable. Notó su sexo mojarse, su piel, ya caliente, se volvió a poner como la de una gallina y sus pezones se endurecieron aún más. Definitivamente, la había puesto cachonda.

Ana miraba de refilón a Lourdes mientras Miguel la abrazaba de la misma forma que Pedro lo hacía con Lourdes. A cualquier otra mujer le habría impuesto de alguna forma de una mujer con un físico tan formidable como el de Lourdes totalmente desnuda a su lado. Tenía un cuerpo casi perfecto, de modelo que siempre sería el imán de las miradas de todos los machos presentes. Pero a Ana no le ocurría lo mismo. Sabía que iba a disfrutar de Pedro cuando quisiera, como quisiera y cuantas veces quisiera, incluso hoy, delante de su cuerpo de diosa vikinga. Es más, pensaba demostrarle a aquella mujer que por alta que fuera, por perfecto que fuera su culo y por guapa que sea su cara, le faltaba un par de buenas tetas para hacerle una cubana a su hombre. Su mano derecha buscó el espacio entre Miguel y ella y agarró la polla de Miguel con suavidad y destreza, empezando a masturbarlo. Miguel se dejó hacer, subiendo sus manos y empezando a acariciar los pechos de Ana mientras empezaban a besarse.

Lourdes se volvió a girar cara a cara con Pedro y buscó su boca con pasión. Mientras Pedro y ella jugaban con sus lenguas, ambos empezaron a acariciarse recíprocamente las nalgas.

Miguel se separó de Ana y besándola brevemente en los labios le dijo “vamos al sofá”. La llevó de la mano y al pasar junto a sus pantalones se agachó y sacó un preservativo. Se sentó en el sofá, con la polla ya bien dura y Ana se puso encima de él, con una rodilla en cada lado. Siguieron besándose mientras Miguel volvía a acariciar las tetas de ella y ella hacia resbalar su sexo mojado y contra el de Miguel lentamente.

Al verlos moverse, Pedro le susurró al oído a Lourdes “¿vamos nosotros también?”. Lourdes le agarró de la mano y se dirigieron también hacia el sofá. Fue la primera vez que Miguel pudo observarla bien de frente durante el corto trayecto de la chimenea al sofá. Alta, delgada, con una figura perfecta, pechos de modelo, algo pequeños para su gusto, pero que no caían nada en absoluto y estaban coronados con unas areolas muy pequeñas. Su vientre liso terminaba en un vello púbico tan rubio como su melena y muy poco abundante. Las marcas de sol del reciente verano dejaban claro que Lourdes rasuraba ese vello a una prudente distancia de lo que el bikini tapaba y que practicaba topless ocasionalmente, puesto que sus pechos estaban claramente más morenos que su pubis pero no tanto como sus hombros. Pedro se sentó en el sofá a medio metro de la otra pareja, cogiendo también un condón de su pantalón mojado del suelo. Su miembro lucía ya bien duro y apuntaba al techo. Lourdes se quedó un instante mirándolo antes de subirse encima de los muslos de Pedro.

Ambas parejas empezaron a besarse con pasión, ellas frotándose contra la polla dura de su pareja, ellos acariciando su pecho o lamiéndolo con avidez. El nivel de excitación aumentó rápidamente y al poco, Lourdes cogió el sobre del preservativo que Pedro había dejado en el sofá y le dijo “ponte esto”, separándose lo justo para que él pudiera hacerlo. Nada más colocárselo, se volvió a acercar a Pedro y con un largo suspiro quedó claro que él había entrado dentro de ella. Comenzó entonces un movimiento de caderas de la rubia muy lento y profundo. Resoplaba con delicadeza cada vez que todo el miembro de él estaba en su interior y no dejaba de mirarle fijamente a los ojos.

Llevaban ya un par de minutos de cabalgada cuando Ana se separó, agarró el condón que Miguel había dejado en el brazo del sofá y lo abrió. Luego, se levantó, separó las piernas de Miguel y se arrodilló entre las mismas agarrando su polla dura con una mano. La pajeó un instante mirándola con deseo y finalmente la engulló con decisión hasta que desapareció completamente dentro de su boca.

Lourdes se giró al ver movimiento y vio como la polla de Miguel desaparecía dentro de la boca de Ana. No era tan grande como la de Pedro, pero era notable como Ana era capaz de tragársela entera. Ella era incapaz de llegar a tanto, puesto que siempre le daban arcadas y apenas conseguía dar placer con su boca a Pedro manteniendo el glande y poco más en su boca.

La mamada de Ana a su chico era espectacular. Miguel se dejaba hacer con los ojos cerrados y Pedro y Lourdes miraban con excitación como Ana literalmente lo follaba con la boca. La cabalgada de Lourdes ganó en intensidad, botando ya con ritmo sobre los muslos de Pedro y al poco empezó a emitir un gemido breve, agudo y repetido: “hi, hi, hi, hi”

Ana al oírlo giró la cabeza encontrándose con la mirada de Lourdes. Ana le mantuvo la mirada mientras jugaba con su lengua a lo largo de toda la polla de Miguel. Finalmente le puso el condón en el glande y con un movimiento decidido de sus labios alrededor del mismo se lo colocó con la boca. Después, se subió sobre sus muslos y con la mano guió la polla de Miguel dentro de su vagina y empezó a cabalgarlo con decisión.

Lourdes, agarrada a los hombros de Pedro, iba acelerando el ritmo poco a poco “hi, hi, hi, hi” y al cabo de un minuto tuvo un orgasmo. Se quedó quieta y el “hi, hi, hi, pasó a un “hiiiiiiiiiiiiii” agudo y continuado que fue perdiendo volumen hasta desaparecer, para luego retomar la cabalgada y retomar el “hi, hi, hi” anterior.

Ana tuvo su primer orgasmo poco después, apretándose las tetas ellas sola y celebrándolo con un “siiiii, siiiii oooooh”. Miguel, al ver a su novia disfrutando tanto, no pudo aguantar más y con un fuerte gruñido, se vació en su interior. Ana siguió cabalgándole, con fuerza, pero desistió al notar que la polla de Miguel perdía dureza.

Mientras, Lourdes alcanzó un nuevo orgasmo, mucho más intenso que el anterior y acabó por dejarla temblorosa, abrazada a Pedro y soltando una secuencia de “hiiiis” larga y anárquica, tras la que se separó de Pedro y se acurrucó en el sofá jadeando. Era algo habitual para ella y a la segunda o tercera vez que se corría, las sensaciones eran de tal intensidad que tenía que parar, incapaz de sentir más placer en su cuerpo.

Ana se separó de Miguel, y sonriendo le dijo a Pedro “parece que solo quedamos tu y yo. No nos vamos a quedar a medias…¿verdad?” Se puso de rodillas en el sofá, al lado de Pedro y le hizo un gesto con la cabeza señalando a su espalda. Pedro sonrió, se separó y sin miramientos la penetró desde atrás con fuerza. Ana se sujetaba con los codos al sofá mientras Pedro la agarraba por las caderas y empezaba a embestir con fuerza. “plas, plas, plas, plas” sus ingles empezaron a golpear contra las nalgas de Ana rítmicamente a la vez que ella empezaba a jadear y a gemir. Ya llevaban un minuto cuando Lourdes se incorporó a mirar la escena. Ana con los ojos cerrados se concentraba en sus sensaciones, aguantando las fuertes embestidas de Pedro, con los pechos bailando al mismo ritmo. Pedro, sudoroso, la embestía sin piedad, agarrándola por las caderas todo el tiempo, aunque en ocasiones le daba un cachete con la mano abierta en las nalgas. Era evidente el placer que estaban sintiendo los dos y Lourdes no pudo evitar empezar a tocarse mientras miraba. Miguel hacía lo mismo, pero su polla no estaba dura para poder masturbarse en condiciones. No tardó mucho Ana en llegar a su primer orgasmo, que manifestó con gemidos fuertes y jadeo constante, pero Pedro no se apiadó de ella y siguió como una máquina al mismo ritmo, implacable. Y la constancia dio su fruto porque Ana volvió a correrse muy poco después, aunque esta vez se derrumbó sobre el sofá, haciendo que con el cambio de postura, la polla de Pedro se saliera de su interior.

Se quedó así, jadeando unos segundos, después se giró, sentándose en el sofá y juntándose las tetas le dijo “fóllame las tetas”, dejando caer saliva en el canalillo. Pedro se quitó el preservativo y poniendo sus piernas a ambos lados del cuerpo de Ana, enterró su miembro entre sus pechos y empezó a moverse hacia delante y hacia atrás. Lourdes miraba tocándose, con su “hi, hi, hi” característico mirando mientras Miguel seguía la acción con atención, acariciándose la polla morcillona. Estuvieron así varios minutos durante los cuales Ana miró sonriente a Lourdes a los ojos, hasta que Pedro acabó corriéndose, regando su pecho, su barbilla y sobre todo el espacio entre sus tetas, gruñendo de placer. Ana sonreía, mirando su pecho manchado de semen y comenzó a extenderlo por su pecho, a jugar con él sobre su piel, mirando a los ojos a Pedro primero y a Lourdes después.
Como siempre, no nos defrauda esta historia, está bien desarrollada y las folladas muy explicitas y excitantes. Me ha faltado quizás que Miguel quisiera follarse a Lourdes, y como Pedro le dijese..... "a esta ni tocarla"..... pero claro al quedar Lourdes y Miguel exhaustos no hubo oportunidad... impaciente para tener más capitulos
 
Maribel nada despacio, intentando poner en orden sus pensamientos. Por una parte está avergonzada de lo que ha ocurrido. Vale que es una cala recóndita de Mallorca, pero no deja de ser un sitio público. ¿Y si la han visto? Y aunque no la hubiera visto nadie, la ha visto su marido. Totalmente entregada a otro, hasta el punto de que se le ha olvidado incluso que él estaba viéndola allí mismo. Nunca en su vida ha disfrutado del sexo como hoy. Ni por intensidad ni por duración… Solo de recordarlo, desde su vientre le suben sensaciones de placer de nuevo y sus pezones se endurecen. Pero ¿qué es lo que tiene que hacer ahora? ¿cómo va a ser su vida de ahora en adelante? Por una parte, le avergüenza volver a mirar a su marido a la cara después de haberse entregado a Pedro. Pero bueno, al fin y al cabo se lo ha buscado él solito por insistir tanto… al final lo ha conseguido y tendrá que lidiar con su parte de culpa. En todo caso, si se van a arrepentir, los dos acabarán por poder pasar página juntos. Lo han hecho a lo largo de su vida con otros muchos desafíos que han tenido.

Pero, por otra parte ¿y si no se arrepienten ni él ni ella? De hecho esa es la pregunta… ¿repetiría? ¿se arrepiente?, y se responde a si misma al instante: si repetiría y no, no se arrepiente. Y eso, casi le preocupa más ¿cómo se compagina eso con la vida matrimonial? ¿y si Jorge no quiere que repita? Bueno, eso sería más complicado pero al fin y al cabo él la ha empujado a eso… pero la alternativa es igual o peor ¿cómo se tiene sexo con otro hombre además de tu marido y se sigue pareciendo normal en todos los demás órdenes de la vida? Le parece todo demasiado complicado. Y un riesgo innecesario, si ha podido vivir sin eso hasta más allá de cumplir los 50… es que puede vivir sin ello. No estamos en la edad, para nada. Nada, nada, una y no más. Sin remordimientos, pero sin complicaciones…. Pero ¿realmente quiere renunciar a eso después de haberlo probado? Desde luego, si va a hacer algo así, es ahora, que dentro de nada serán ancianos…

Continúa nadando y contradiciéndose a sí misma, perdida en sus dudas, cuando se da cuenta de que está a unos pocos metros de la lancha de nuevo. Se agarra a la escalera y al subir ve a su marido y a Pedro, desnudos, sentados, mirándola y se da cuenta de que ella también está desnuda y siente vergüenza. Decide actuar con naturalidad a pesar de todo y les da la espalda, se escurre el pelo con las manos y después se da una ducha para quitarse la sal sin mostrar a los dos hombres más que su trasero.

Pedro le agarra una toalla seca con una sonrisa y ella se gira y se seca la cara y las manos tapándose con la toalla. Después se gira y envuelve con ella. Pero por el rabillo del ojo ve a ambos hombres desnudos y no puede dejar de notar la diferencia de tamaño entre la polla de ambos. Incluso en reposo, como están ahora Pedro la tiene mucho más grande. Después de ofrecer otro vino, que Maribel rechaza, el anfitrión le ofrece un plato con jamón y queso que Maribel si acepta y empieza a comer en silencio. Se palpa algo de tensión en el ambiente.

Jorge rompe el silencio finalmente “habías propuesto que nos fuéramos a comer a la casita antes no?” “Si, es verdad” confirma Pedro. “La verdad es que esta cala está a punto de llenarse y tanto si nos vamos a otra cala como so volvemos, habrá que salir de aquí pronto, además se está levantando brisa y va a levantarse algo de ola. Para comer en el barco vamos a estar algo incómodos”.

Maribel mantiene el silencio otro largo minuto antes de contestar. “Pues si queréis vamos a la casa, que estaremos más tranquilos”

Pedro mira a Jorge y le sonríe. Después, se levanta, se pone el bañador y empieza a recoger cosas del barco, preparándose para la navegación de regreso. Jorge busca su bañador y también se lo pone. Cuando ambos se giran Maribel ya tiene su bañador puesto y recoge también algunas cosas en su bolso. Unos minutos más tarde están saliendo de la cala en silencio.
“Capitana, tienes que llevarnos a puerto ¿recuerdas?”
“¿en serio?”
“Claro, venga ponte al timón”
Maribel sonríe y se pone al timón con Pedro detrás dándole indicaciones.
En seguida surge la complicidad que hubo a la ida: bromas, risas, roces …

Para Maribel llevar el barco le despeja la mente. La brisa, el sol, las olas, el mar azul… todo le sonríe y le hace sentirse bien y le despeja todas las dudas anteriores. Decide disfrutar el momento, concentrarse en los detalles para recordarlo en el futuro. Y entonces nota otra vez los fuertes brazos de Pedro agarrándola por la cintura a veces para que no pierda pie en alguna ola, la calidez de su piel rozando su espalda y la fuerza de sus muslos cuando se apoya en él con los vaivenes del mar. Y así, sin quererlo, empieza a excitarse otra vez y empieza a rozar su culo con Pedro disimuladamente, e incluso le agarra la mano y se la aprieta cuando él le agarra por la cintura.

Pedro toma todos esos signos como una nueva invitación y le mesa el cuello delicadamente mientras señala el horizonte dando indicaciones. Maribel siente un escalofrío y se le pone la piel de gallina. La mano de Pedro pasa de la cintura al vientre y desciende hasta su pubis, sin bajar nada más. A Maribel se le escapa un suspiro y aprieta el culo contra la polla de él, notándola morcillona. Pedro entonces se separa y le susurra al oído “para, para que estamos llegando”.

Jorge observa desde los asientos situados en la popa como surge de nuevo la complicidad entre los dos y se alegra. La frialdad de Maribel al salir del agua le hacía temer una reacción negativa tras haberse entregado a Pedro, pero ahora parece que lo está asumiendo, que se deja llevar de nuevo por el flirteo imparable que él despliega con su mujer. Cuando empiezan los tonteos y el juego de manos, de pronto se da cuenta de que ya no hay vuelta atrás. Que Maribel puede habe dejado suya solamente. Ha estado años insistiendo en que la querría ver follar con quien quiera, y de tanta insistencia… ahora ella ha dicho “sí, quiero”.

De llegada al puerto, y tras amarrar el barco, los invitados y el dueño salen dejando las llaves en poder de un marinero del club náutico al que Pedro encarga limpiarlo y recoger todo. De nuevo en el coche, con Maribel en el asiento del copiloto y Jorge en el asiento trasero regresan a la casita tras un corto trayecto en el que varias veces, Pedro pone la mano en el muslo de Maribel sin que ella le ponga impedimentos.

Al llegar, Maribel se mete en la cocina y prepara una gran ensalada y un pescado, mientras Jorge y Pedro ponen la mesa en la terraza, donde comen con abundante vino blanco. Después recogen y se echan en las tumbonas junto a la piscina, a la sombra de un toldo y disfrutando la brisa que refresca la tarde. Charlan, ríen y continúan bebiendo, esta vez un licor de fruta que ha traído Pedro de la nevera del barco.

Pasado un rato, oyen a Jorge roncando suavemente. Se ha quedado dormido. Maribel se ríe y le señala “¿ves? Es que no nos sigue el ritmo. Pero bueno, ya nos queda claro que él no duerme la siesta en la cama ¿verdad? ¿vamos nosotros?”
 
Maribel nada despacio, intentando poner en orden sus pensamientos. Por una parte está avergonzada de lo que ha ocurrido. Vale que es una cala recóndita de Mallorca, pero no deja de ser un sitio público. ¿Y si la han visto? Y aunque no la hubiera visto nadie, la ha visto su marido. Totalmente entregada a otro, hasta el punto de que se le ha olvidado incluso que él estaba viéndola allí mismo. Nunca en su vida ha disfrutado del sexo como hoy. Ni por intensidad ni por duración… Solo de recordarlo, desde su vientre le suben sensaciones de placer de nuevo y sus pezones se endurecen. Pero ¿qué es lo que tiene que hacer ahora? ¿cómo va a ser su vida de ahora en adelante? Por una parte, le avergüenza volver a mirar a su marido a la cara después de haberse entregado a Pedro. Pero bueno, al fin y al cabo se lo ha buscado él solito por insistir tanto… al final lo ha conseguido y tendrá que lidiar con su parte de culpa. En todo caso, si se van a arrepentir, los dos acabarán por poder pasar página juntos. Lo han hecho a lo largo de su vida con otros muchos desafíos que han tenido.

Pero, por otra parte ¿y si no se arrepienten ni él ni ella? De hecho esa es la pregunta… ¿repetiría? ¿se arrepiente?, y se responde a si misma al instante: si repetiría y no, no se arrepiente. Y eso, casi le preocupa más ¿cómo se compagina eso con la vida matrimonial? ¿y si Jorge no quiere que repita? Bueno, eso sería más complicado pero al fin y al cabo él la ha empujado a eso… pero la alternativa es igual o peor ¿cómo se tiene sexo con otro hombre además de tu marido y se sigue pareciendo normal en todos los demás órdenes de la vida? Le parece todo demasiado complicado. Y un riesgo innecesario, si ha podido vivir sin eso hasta más allá de cumplir los 50… es que puede vivir sin ello. No estamos en la edad, para nada. Nada, nada, una y no más. Sin remordimientos, pero sin complicaciones…. Pero ¿realmente quiere renunciar a eso después de haberlo probado? Desde luego, si va a hacer algo así, es ahora, que dentro de nada serán ancianos…

Continúa nadando y contradiciéndose a sí misma, perdida en sus dudas, cuando se da cuenta de que está a unos pocos metros de la lancha de nuevo. Se agarra a la escalera y al subir ve a su marido y a Pedro, desnudos, sentados, mirándola y se da cuenta de que ella también está desnuda y siente vergüenza. Decide actuar con naturalidad a pesar de todo y les da la espalda, se escurre el pelo con las manos y después se da una ducha para quitarse la sal sin mostrar a los dos hombres más que su trasero.

Pedro le agarra una toalla seca con una sonrisa y ella se gira y se seca la cara y las manos tapándose con la toalla. Después se gira y envuelve con ella. Pero por el rabillo del ojo ve a ambos hombres desnudos y no puede dejar de notar la diferencia de tamaño entre la polla de ambos. Incluso en reposo, como están ahora Pedro la tiene mucho más grande. Después de ofrecer otro vino, que Maribel rechaza, el anfitrión le ofrece un plato con jamón y queso que Maribel si acepta y empieza a comer en silencio. Se palpa algo de tensión en el ambiente.

Jorge rompe el silencio finalmente “habías propuesto que nos fuéramos a comer a la casita antes no?” “Si, es verdad” confirma Pedro. “La verdad es que esta cala está a punto de llenarse y tanto si nos vamos a otra cala como so volvemos, habrá que salir de aquí pronto, además se está levantando brisa y va a levantarse algo de ola. Para comer en el barco vamos a estar algo incómodos”.

Maribel mantiene el silencio otro largo minuto antes de contestar. “Pues si queréis vamos a la casa, que estaremos más tranquilos”

Pedro mira a Jorge y le sonríe. Después, se levanta, se pone el bañador y empieza a recoger cosas del barco, preparándose para la navegación de regreso. Jorge busca su bañador y también se lo pone. Cuando ambos se giran Maribel ya tiene su bañador puesto y recoge también algunas cosas en su bolso. Unos minutos más tarde están saliendo de la cala en silencio.
“Capitana, tienes que llevarnos a puerto ¿recuerdas?”
“¿en serio?”
“Claro, venga ponte al timón”
Maribel sonríe y se pone al timón con Pedro detrás dándole indicaciones.
En seguida surge la complicidad que hubo a la ida: bromas, risas, roces …

Para Maribel llevar el barco le despeja la mente. La brisa, el sol, las olas, el mar azul… todo le sonríe y le hace sentirse bien y le despeja todas las dudas anteriores. Decide disfrutar el momento, concentrarse en los detalles para recordarlo en el futuro. Y entonces nota otra vez los fuertes brazos de Pedro agarrándola por la cintura a veces para que no pierda pie en alguna ola, la calidez de su piel rozando su espalda y la fuerza de sus muslos cuando se apoya en él con los vaivenes del mar. Y así, sin quererlo, empieza a excitarse otra vez y empieza a rozar su culo con Pedro disimuladamente, e incluso le agarra la mano y se la aprieta cuando él le agarra por la cintura.

Pedro toma todos esos signos como una nueva invitación y le mesa el cuello delicadamente mientras señala el horizonte dando indicaciones. Maribel siente un escalofrío y se le pone la piel de gallina. La mano de Pedro pasa de la cintura al vientre y desciende hasta su pubis, sin bajar nada más. A Maribel se le escapa un suspiro y aprieta el culo contra la polla de él, notándola morcillona. Pedro entonces se separa y le susurra al oído “para, para que estamos llegando”.

Jorge observa desde los asientos situados en la popa como surge de nuevo la complicidad entre los dos y se alegra. La frialdad de Maribel al salir del agua le hacía temer una reacción negativa tras haberse entregado a Pedro, pero ahora parece que lo está asumiendo, que se deja llevar de nuevo por el flirteo imparable que él despliega con su mujer. Cuando empiezan los tonteos y el juego de manos, de pronto se da cuenta de que ya no hay vuelta atrás. Que Maribel puede habe dejado suya solamente. Ha estado años insistiendo en que la querría ver follar con quien quiera, y de tanta insistencia… ahora ella ha dicho “sí, quiero”.

De llegada al puerto, y tras amarrar el barco, los invitados y el dueño salen dejando las llaves en poder de un marinero del club náutico al que Pedro encarga limpiarlo y recoger todo. De nuevo en el coche, con Maribel en el asiento del copiloto y Jorge en el asiento trasero regresan a la casita tras un corto trayecto en el que varias veces, Pedro pone la mano en el muslo de Maribel sin que ella le ponga impedimentos.

Al llegar, Maribel se mete en la cocina y prepara una gran ensalada y un pescado, mientras Jorge y Pedro ponen la mesa en la terraza, donde comen con abundante vino blanco. Después recogen y se echan en las tumbonas junto a la piscina, a la sombra de un toldo y disfrutando la brisa que refresca la tarde. Charlan, ríen y continúan bebiendo, esta vez un licor de fruta que ha traído Pedro de la nevera del barco.

Pasado un rato, oyen a Jorge roncando suavemente. Se ha quedado dormido. Maribel se ríe y le señala “¿ves? Es que no nos sigue el ritmo. Pero bueno, ya nos queda claro que él no duerme la siesta en la cama ¿verdad? ¿vamos nosotros?”
Muy buen capitulo de transición...... y como no, felicitarte por no caer en la follada en este..... dejas todavía la acción para el próximo capitulo..... que ganas de ver a Jorge como disfruta de ver follada a Maribel !!!!!! No tardes tanto en publicar jejejeje
 
Andrés y Martina pasan todo el fin de semana recorriendo Madrid conforme a las instrucciones que les ha dado Ana. Por la mañana caminan hasta el metro y se dirigen al centro. Pasean por la Puerta del Sol, la Gran Vía y el Madrid de los Austrias. Visitan el Palacio Real, comen un bocadillo de calamares y por la tarde se meten a ver un musical para el que Ana les ha comprado entradas. A la salida toman algunas tapas más y visitan un bar de moda que también les ha marcado Ana en un plano.

Van por las calles como tortolitos, agarrados por la cintura, besándose cada dos por tres. Andrés está sorprendido de la cantidad de gente que hay en todas partes, del bullicio, del ruido, de las luces… Le divierte y le llama la atención, pero no lo cambia por vivir en el campo por nada del mundo, pero un día es un día.

Ya en torno a la media noche, regresan ya tarde a casa de Miguel y Ana, que encuentran a oscuras cuando entran en el jardín. “Seguro que han salido” comenta Martina. “¿quieres que nos demos una sauna antes de dormir?”
“¿Qué es eso?”
“Te metes en una habitación de madera donde hace muchísimo calor, sudas a lo burro, pero se te debe salir por el sudor todo lo malo porque te quedas como nueva…eso si, también te pones burro, pero vamos que tu te vas a poner cachondo sudando o tiritando…”
“¿tienes permiso de la jefa?”
“si, si, me ha dicho que podemos usarlo cuando queramos”

Martina encuentra la llave de la puerta de la cocina donde Ana le dijo que estaría, entra en la cocina y guía a Andrés hasta la sauna en el sótano. La enciende como vió hacerlo a Ana y después se van al vestuario a darse una ducha. El reloj de pared del vestuario marca la 1. Por supuesto, ya en la ducha se besan, se acarician y enjabonan uno al otro sobándose todo el cuerpo. Cuando entran en la sauna, media hora más tarde, Andrés luce una erección espléndida y los pezones de ella están duros como el pene de su marido. Martina le pone una toalla en un banco a Andrés y le ordena sentarse. Ella pone una enfrente y se sienta abiertas las piernas, sonriendo. Rompen a sudar rápidamente y Andrés. Andrés al observa con detalle. Ha perdido un poco de peso, tiene algo menos de tripa, pero sin perder voluptuosidad. Le mira y empieza a acariciarse los pechos, despacio. Le quiere provocar. Se acaricia con una mano el pecho, con la otra va bajando hacia el pubis, ahora rasurado hasta acariciarse los labios vaginales con delicadeza. Andrés se agarra la polla y empieza a masturbarse despacio, disfrutando de las vistas. Este juego es nuevo y le gusta.

Martina se lleva el dedo índice a la boca, lo ensaliva y después empieza a acariciarse el clítoris con él, soltando un ligero suspiro. Andrés la mira, jugando con su prepucio descubriendo el glande, muy lubricado por la excitación que le produce ver a su mujer disfrutando de su cuerpo delante de él.

De cuando en cuando, Martina se agarra ambos pechos con las manos, los aprieta y masajea con fuerza y acaba agarrándose con el pulgar y el índice los pezones estirando de ellos mientras gime levemente. Después, se vuelve a llevar la mano derecha a la entrepierna y sigue masturbándose despacio.

A Andrés este juego lento le está gustando. Es un semental dispuesto a buscar el placer de la forma más directa e intensa hasta alcanzar el orgasmo y después repetir cuantas veces se lo permita su virilidad y potencia, pero la sensación de disfrutar sin prisas que tiene ahora, le empieza a gustar. Martina sonríe, notando que está llevando a Andrés donde ella quería Se levanta, y se pone frente a Andrés que intenta acariciarle los pechos. Ella le rechaza con un manotazo.
“Se mira, pero no se toca”

Ella se arrima, le planta los pechos ante la cara, a centímetros, pero sin tocarle, salvo algún roce. El la deja hacer, sin dejar de tocarse él mismo. Después ella se gira, le da la espalda y con el culo en pompa, se acerca a su miembro, pero sin tocarlo.

Se vuelve a girar, se sube al banco en el que Andrés está sentado, y poniendo un pie a cada lado de su hombre, dejan su sexo a centímetros de su cara.
Andrés siente el olor de su mujer, observa su sexo mojado, con una gota a punto de caer de los labios mayores. Saca la lengua, pero ella le rechaza.
Después se agacha, lo suficiente para besarle pero sin bajar su sexo hasta el de Andrés. Se besan con pasión, jugando con sus lenguas fuera de las bocas, excitadísimos, con pequeños jadeos y gemidos.
“sin manos” le dice Martina
Andrés asiente.
Ella le pone entonces uno de sus pechos ante la boca
“saca la lengua”
El obedece
Ella le frota el pecho contra la lengua mientras gime de placer al notar el calor y la humedad de la misma en su pezón duro.
Después vuelve a besarle
Le coloca el otro pecho ante la boca “lame”
El obedece sin dudar y Martina lo agradece con más gemidos y mordíendose el labio.
Vuelve a besarle.
Mientras juegan con sus lenguas con los ojos cerrados, le agarra el miembro y lo masturba despacio.
“la tienes durísima”
“por tu culpa”
Ella se baja del banco, se arrodilla delante de él y separa sus piernas.
Con sus manos acaricia sus muslos y acerca su boca hacia sus huevos
Saca la lengua acariciándolos suavemente.

“Cierra los ojos. Y no hagas trampa”

Obedece, notando la calidez y la humedad de esa lengua que hace círculos, que recorre todo su escroto y que finalmente succiona un testículo dentro de su boca con delicadeza, para soltarlo después. Ahora la lengua ha iniciando un trayecto hacia arriba que Andrés espera acabe en una lamida de toda la extensión de su polla, pero la lengua no basa de la base y vuelve a bajar.

Se deja hacer con los ojos cerrados y concentrándose en las sensaciones que percibe, entre las que detecta un instante de menos calor en la Sauna, que coincide con una interrupción del contacto de la lengua con su escroto. No dura mucho, y de inmediato nota otra vez el calor sofocante y la avidez de esa lengua que ahora ya si está subiendo por la polla desde abajo hacia arriba. Alcanzado el glande, la lengua lo rodea varias veces sin prisa, antes de que sienta como su glande es engullido por una boca cálida y húmeda que no le deja descansar.

De pronto oye un gemido que no reconoce.
Abre los ojos.
Entre sus piernas, de rodillas, Martina se afana en seguir con su mamada.
Enfrente, se encuentra a Ana, desnuda, abierta de piernas, masturbándose mientras los mira.
Duda.
No sabe si parar a Martina.
Se remueve ligeramente, inquieto, sin saber que hacer.
Martina lo nota, interrumpe la mamada y empieza a masturbarlo con las mano
“no te importa ¿verdad? Le he dicho a Ana que puede mirar. Me da morbo que nos vea”
“bueno, yo, no se...supongo que no pasa nada”.
Martina se lo toma como una aprobación y vuelve a engullir la polla de Andrés hasta el fondo, follándole con su boca.

Andrés ahora le agarra la cabeza y empieza a marcarle el ritmo
Si
Le excita que la jefa vea como follan.
Y si
Le excita también la jefa

Sin dejar de mirar a Ana a los ojos, agarrando la cabeza de Martina con fuerza con ambas manos, la hace subir y bajar con fuerza, sin parar con ritmo vivo

Ana había pactado con Martina aquel juego. Al hacerle el plan de visitas para el fin de semana, le dejó un papelito doblado donde se lo propuso. “daros una sauna al volver el sábado, y si te apetece yo quiero veros”. Martina miró el plano, las tarjetas para los viajes de metro, las entradas del musical y encontró el papelito. Lo leyó, sonrió y guiñó un ojo a Ana asintiendo.

Ana y Miguel no habían salido. Se habían acostado temprano, después de una breve sesión de sexo. Miguel estaba muy cansado tras una salida en bicicleta por la mañana. Ana se había quedado despierta leyendo, esperando a ver si Martina y Andrés regresaban.

Cuando los oyó, se desnudó y bajó sin hacer ruido hasta la Sauna. Martina la había visto y le hizo señas para que entrase cuando dejó a Andrés con los ojos cerrados.

Ahora Ana mira ahora sentada en el mismo sitio que antes había ocupado Martina. También abierta de piernas, también masturbándose en silencio con sus dedos y con un satisfyer. Le excita sobremanera ese macho montaraz y tosco y como usa a Martina y la domina. Le da una envidia tremenda y le hace recordar sus propias experiencias con ese tipo de macho dominante que la hace sentirse usada y abusada.

Andrés continúa follándole la boca a su mujer sin dejar de observar a su jefa. Si quiere espectáculo, está dispuesto a ofrecérselo. Esta excitada. Sus pezones duros y su sexo empapado no dejaban lugar a dudas. Y gime sin parar. Un gemido suave, constante, rítmico que de cuando en cuando sube de potencia para volver a ser apenas audible. Sus dedos juegan con sus labios vaginales y de cuando en cuando, levantando los talones hasta juntarlos con sus nalgas, se abre del todo, estirándolos con las manos como si se le ofreciera diciendo “fóllame”.

Cuando su excitación es máxima, Andrés separa a Martina de su sexo y la invita a que se suba a sus muslos, colocando una rodilla a cada lado de su cuerpo. El la levanta ligeramente con una mano y con la otra, sujetándose la polla por la base, se la mete lenta pero implacablemente. Martina se deja manejar y siente como la polla de Andrés la llena por completo por dentro. Entonces él planta cada una de sus manazas en sus nalgas y empieza a moverla hacia arriba y hacia abajo rítmicamente. Los gemidos y jadeos de Martina se unen a los sonidos de sus ingles golpeando contra el vientre de Andrés con cada embestida. Ambos sudan abundantemente y Martina no tarda en tener un orgasmo durante el cual Andrés no afloja el rtimo implacable. Ana, atenta a los gemidos de Martina, acelera sus dedos al detectarlo, y acaba teniendo un orgasmo breve e intenso cuyo comienzo coincide con el final del de Martina. Andrés mira a su mujer, la besa y continúa moviéndola arriba y abajo con sus manos hasta que ella vuelve a tener un orgasmo más. Esta vez si, Andrés la deja parar y ella se mueve a su gusto, haciendo que la penetración se vuelva lenta pero profunda mientras exclama “ahhhh siii que gusto….” . De fondo, el succionador de Ana que con su zumbido lleva a la voyeaur a su propio orgasmo segundos después.

Martina gira la cabeza para mirar a Ana y ambas se sonríen, jadeantes.

Entonces se baja de los muslos de su marido, se arrodilla frente a él y juntando los pechos con las manos le dice “vamos torete, córrete en mi cara”

Andrés se pone de pie, se masturba con fuerza mientras la mira a los ojos. Ana sigue tocándose, excitada, deseando ver como Andrés se corre sobre su mujer. Andrés no tarda más de un minuto en empezar a gruñir y echar 5 grandes chorros de semen sobre la cara de Martina, que empiezan a gotear enseguida hacia su barbilla y su pecho. Después, cae derrumbado sobre el banco de madera.

Ana se levanta, se pone de rodillas frente a Martina y empieza a besarla y a lamerle la cara, limpiando el semen da Andrés de la misma. Ambas buscan con la mano el sexo de la otra y se masturban entre sí con fuerza jadeando y gimiendo. Dos minutos más tarde, con Martina ya limpia de semen, siguen jugando con sus lenguas, sobándose.

Ana se levanta la primera “gracias por dejarme mirar” me ha encantado.
 
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