Finca La Salceda

Buff a Jorge le está dando un ataque de miedo. Miedo a no encontrar una gorra con agujeros para los cuernos. Si prendes una llama, luego no te extrañe que se queme el bosque.
 
Uf, estoy tenso y ansioso de que pasen más cosas, sí, más!, pero todas igual de buenas como hasta ahora
Excelente
 
dios mio que maravilla ,si tienes algun relato mas publicado en alguna pagina web dimeló aunque sea por privado
gracias por anticipado
 
Cuando Martina y Andrés se suben al coche es todavía totalmente de noche. El autobús para Madrid sale a las 7 de la mañana y se han levantado más temprano de lo habitual, no solo para llegar al autobús sino también para que Andrés se desahogase con su mujer una vez más. Ante la expectativa de estar sin ella dos noches, han practicado mucho más sexo del habitual. Martina le buscaba constantemente, sabedora de las necesidades sexuales de su marido, aunque es la primera vez que van a estar tanto tiempo separados.
Desde que Ana le dijo que se fuera a Madrid el siguiente lunes, a mediados de la semana pasada, ha hecho eyacular a Andrés cuatro veces al día como mínimo. Y el domingo prácticamente lo pasaron en la cama porque salió un día lluvioso.
Hoy, Martina se ha lanzado a practicarle una mamada en cuanto sonó la alarma del móvil. Se metió entre sus piernas, succionó el pene fláccido de Andrés y prácticamente no se lo sacó de la boca hasta Andrés eyaculó entre grandes resoplidos. A Andrés le hubiera gustado penetrarla una vez más, pero nada más correrse su miembro se ablandó y se encogió. Su mente quería más sexo, pero su cuerpo no le respondía tras el maratón vivido durante los últimos días. Tampoco Martina estaba dispuesta a dejarse montar. Habían tenido que practicar sexo anal en sus últimos coitos ya que la vagina la tenía irritada y dolorida tras las numerosas folladas recibidas. Cuanto más follaban, más tiempo tardaba Andrés en correrse y más maltrato para Martina. Desde última hora de la tarde del domingo, ya solo habían podido practicar sexo oral.

Andrés aparca el coche frente a la parada del autobús. Aún faltan unos minutos para que llegue.
“Bueno torete, te veo el jueves”.
“Iré a buscarte en cuanto termine aquí, me imagino llegaré a la hora de cenar”.
“En cuanto llegue hoy te mando un mensaje para que te quedes tranquilo. Y esta noche te llamo ¿vale?. Ah… y pórtate bien ¿eh?”
“Claro, mujer, si me has dejado para el arrastre”
“Para el arrastre estoy yo torete, que casi no puedo ni sentarme… esto no podemos hacerlo cada semana que vaya a Madrid”
“No, pero … que nos quiten lo bailado cariño, menuda panzada a follar nos hemos pegado… es que me acuerdo y se me pone dura y todo”
“Pues mira, así te haces una buena paja acordándote esta noche….”
“¿Tu te harás un dedito?”
“Yo que se Andrés… que voy a casa de la jefa”
“Si ves que puedes hacemos una videollamada de esas …”
“Madre mía como estás… ¿no has tenido bastante?”
“Es que me pones muy burro niña”
“Anda, para que por ahí viene el bus”

Martina se queda dormida en el autobús al poco de salir y solo se despierta al llegar a Madrid un par de horas más tarde. Ana ha ido a recogerla a la estación de autobuses y la recibe con una gran sonrisa. Viste unos vaqueros ajustados y una blusa escotada. Lleva el pelo recogido en una coleta y como de costumbre, parece mucho más joven.
“Bienvenida a Madrid Martina”
“Gracias, Ana, no hacía falta que vinieras a buscarme”
“Nada, mujer, ya tendrás tiempo de llegar a casa en metro, pero hoy me apetecía venir a recogerte. Vamos al coche que lo tengo en el parking”

Mientras caminan hacia el aparcamiento, Ana le explica los planes. Van a ir directas a la escuela de hostelería y después de presentarle a su amiga, la directora, escogerán los cursos y empezará las primeras clases durante el resto del día. Por la tarde, ya irán a casa a instalarse.
“Me hace muchísima ilusión Ana, no sabes lo que te agradezco esta oportunidad de aprender”
“Pues a mi agrada mucho que te haga ilusión formarte, quiero que seas una buena cocinera para que los que vayan a la Salceda queden impresionados ¿qué tal se ha tomado Andrés lo de quedarse solo? Me decías que te temías que se pusiera un poco mustio con lo de quedarse solo ¿no?”
“Pobrecito mío, es que no tiene costumbre. Pero más vale que la vaya cogiendo que el curso dura lo suyo…Creo que le he dejado más o menos conforme, pero se le va a hacer duro. A mí también me cuesta estar sola, pero mira, tengo una ilusión aquí que me distraerá la mayor parte del tiempo”
“Nada mujer si va a ser dos noches por semana, eso se pasa volando”
“Eso espero Ana”.

Atraviesan Madrid de un extremo a otro y llegan a la escuela de hostelería donde Ana ha inscrito a Martina. Les recibe María, la amiga de Ana que montó esta escuela hace unos años y que se ha convertido en un referente en el sector. Le muestra las instalaciones, le presenta a varios profesores y finalmente escogen los cursos que va a hacer Martina.

A las dos horas de bajarse del autobús, la sonriente Martina está con un delantal y un cuchillo en mano aprendiendo a cortar cebolla.
A las seis de la tarde, al salir Ana la espera en la puerta para acompañarla a casa.
“¿qué tal Martina? Te ha gustado?”
“Me ha encantado Ana, la cantidad de cosas que me han enseñado en un solo día… A Andrés le va a encantar”
“He venido sin el coche para que veas el camino a mi casa. Son 15 minutos andando y ya así desde mañana puedes ir y venir tu sola”

A Martina le gusta ir charlando con Ana. Tiene la sensación de que la conoce de toda la vida y le invita a ser muy abierta con la que no deja de ser su jefa. Le cuenta que ha aprendido a cortar verduras, a limpiar y trocear un pollo entero y a hacer una tortilla a la francesa, que resulta que la llevaba haciendo mal toda la vida. Ana la escucha con atención y se ríe con las pequeñas anécdotas, de Martina, con su pequeño corte en un dedo y con la inocencia que transmite en cada palabra que habla. Le despierta mucha ternura y le está cogiendo mucho aprecio a Martina y le encanta tener la oportunidad de ayudarla a mejorar en su vida.

En poco tiempo, llegan a una zona de chalets de lujo y se detienen ante una puerta peatonal de color negro que impide ver el interior de la parcela. Ana saca una llave, la abre e invita a Martina a entrar “bienvenida a mi casa Martina”.

Martina ve un hermoso jardín con mucho césped y una gran casa de una sola planta de formas rectangulares, muy moderna y con grandes ventanales de suelo a techo.
“Que casa más bonita, Ana”
“¿Te gusta? Es un diseño de Andrew, el arquitecto que está trabajando en la reforma de la Salceda”
“Que moderna y que bonita, parece de revista”

Recorren unos metros de camino de gravilla rodeado de césped y rodean la casa por un lateral. Justo tras el edificio principal hay un pequeño edificio cuadrado situado casi en una esquina de la parcela.
“Mira Martina, la casa de invitados, aquí vas a alojarte”
“Pero bueno, si es como tu casa pero en pequeñito”
“Así es. De esta manera tu estarás independiente y entrar y salir a tus anchas y con tus horarios”
Ana abre la puerta y después se le da a Martina el juego de llaves.
“Tus llaves. Aquí tienes la de esta puerta y la de la puerta del jardín. Y si vienes en coche, el código que abre el portón desde fuera es 6969”
Martina se ríe “ese no se me olvida”
Ana también “me pregunto en que estaría pensando Miguel cuando lo puso”. Ambas sueltan una carcajada…

La casita de invitados es una edificación de una sola planta con un dormitorio, un baño, la cocina y un salón. Está decorado de forma muy minimalista, pero es cálido y acogedor.
“Vamos Martina, que te enseño el resto de la casa”

Salen al jardín y cruzan el pequeño espacio hasta la casa principal a la que entran por la puerta de la cocina, cuyo tamaño y acabados vuelven a sorprender a Martina. De ahí Ana le muestra los tres dormitorios y el gran salón con ventanales hacia la piscina y el jardín.

Luego bajan a una planta más abajo, donde está el gimnasio, la pequeña piscina cubierta y la sauna. “Que maravilla de casa Ana, y que grande… ahora mismo me dices que salga y me pierdo” “Puedes usar todo esto de abajo cuando quieras, la puerta del garaje estás abierta” “Uy gracias Ana pero no sabría ni que hacer aquí” “Tranquila que yo te enseño , si te apetece, nos damos una sauna que ya verás que eso te deja como nueva, vas a dormir como un bebé”
“Uy y eso de la sauna ¿que es? Ahí se va a sudar ¿no?”
“Si, si, es una cosa nórdica que lo que tiene es calor seco. Rompes a sudar y se te limpia toda la piel y te relaja un montón.”
“pero Ana ¿que ropa hay que llevar? ¿de deporte? Yo no tengo nada de eso… ”
“ninguna Martina, se lleva una toalla por secarse una un poco el sudor, nada más, vamos que se entra desnuda”

Ana enciende la Sauna “esto tarda unos 15 minutos en calentarse”. Abre una puerta frente a la sauna y enciende una luz. Hay un pequeño vestuario con toallas en una estantería, una cabina con un inodoro, lavabos y unas duchas al fondo. Le ofrece una toalla a Martina y coge otra para ella. Después se acerca a un gran banco de madera, se quita los zapatos de tacón y empieza a desvestirse con toda naturalidad. Martina la imita y al poco tiempo están las dos totalmente desnudas. Ana se fija en una marca enrojecida en una de las nalgas de Martina, con la forma de una mano.

“¿y eso?”
“La mano de mi Andrés, que se ha excedido un poquito este fin de semana”
“¿te pega?”
“nooo, es un cachete cariñoso, pero un poco demasiado fuerte”
“A saber que estaríais haciendo jajajaj”
“Pues imagínate… dejarle tranquilito para que no me eche de menos”

Ana se fija en otras marcas que parecen de dedos en los pechos de Martina.
“Pues parece que se te quedó a gusto ¿no?”
“Me ha dejado echa polvo a base de polvos jajajaja”
“Ay este Andrés, va a resultar que si que es un torete al final ¿quieres un vinito blanco?”
“Bueno, Ana, aunque no tengo yo mucha costumbre de beber”

Ana saca una botella de la nevera que hay junto al mueble de las toallas y sirve dos copas. Después brinda “por la que va a ser la mejor cocinera de Castilla la Mancha”
Martina se ríe “todavía no, que solo he aprendido la teoría de como hacer tortilla a la francesa jajaaj” Ana se bebe la copa de un trago. Martina, que había tomado un sorbito, decide imitarla “que rico”. Ana le sirve otra copa sonriendo “vamos Martina, vamos a animarnos un poquito, que me apetece” Ahora es Martina la que brinda “por la mejor jefa que me ha podido tocar” Ana hace una reverencia teatral con la cabeza y se bebe el vino, otra vez, casi de un trago y Martina la imita “madre mía se me va a subir esto que ya verás” “Bueno, estamos en casa Martina, no pasa nada, venga vamos a la sauna.” Ambas cogen su toalla y Martina sigue a Ana a que antes de entrar en la Sauna pone en marcha una máquina que está dentro de un armario y que empieza a echar hielo picado muy fino en una especie de cubo que tiene delante. “¿y eso que es Ana?” “Esto es para untártelo cuando sales de la sauna, ya verás es una sensación maravillosa”

Ana abre la puerta y entran las dos. La sauna es bastante grande, con dos bancos a diferente altura a cada uno de sus lados. “empezamos sentándonos abajo, que hace menos calor. Luego iremos al de arriba” pone la toalla en el banco extendida y le indica a martina que se siente enfrente. Se sientan cara a cara, inclinadas hacia delante, apoyando los codos en los muslos, desnudas, sonriéndose.

Martina siente una bofetada de calor espectacular, pero se acostumbra poco a poco a la sensación.
“¿has perdido peso Martina?”
“Si, un par de kilitos más o menos. Ando todos los días una hora y me he quitado el pan, los bollos y esas cosas”
“Estás más guapa, te lo aseguro”
“Gracias Ana, tu que me miras con buenos ojos”
Ana se fija en el vello púbico de Martina, largo, negro, natural.
“¿Nunca te has rasurado?”
“Una vez, cuando nos casamos, pero me llevó mucho rato hacérmelo y luego mantenerlo calvito era una tarea algo pesada. Al final lo dejé por pereza”
“¿le gustó a Andrés?”
“Mucho”
“Y si un día apareces rasurada ¿qué diría?”
“Bueno, pues seguro que se pone cachondo, yo creo que le gustaría la sorpresa jejeje”
“Pues si quieres, yo te ayudo, entre dos es mucho más fácil”

La piel de ambas mujeres se va perlando de sudor.
Ana se aparta el sudor de la frente y se echa hacia atrás apoyando los brazos extendidos en el banco de arriba, con las piernas ligeramente abiertas. Mira a Martina, que imita la postura de Ana. Martina siente como en sus grandes pechos empiezan a resbalar algunas gotas de sudor. Su recorrido por la piel de sus tetas le provoca un pequeño cosquilleo que hace endurecer sus pezones. Mira a Ana y ve como está estudiando su cuerpo y eso sin saber por qué, la excita. Se nota húmeda ahí abajo y separa inconscientemente las piernas un poco más. Detecta como la mirada de Ana busca su entrepierna enseguida y empieza a sentir un pellizco de deseo. Separa las piernas de forma claramente exhibicionista y sin dejar de mirar a su jefa mirándole el coño sin ningún recato pregunta
“¿Y como lo vamos a hacer?”
Ana la mira a los ojos “Luego, después de la sauna, yo te lo rasuro, si no te da vergüenza”
Martina mantiene las piernas abiertas, exhibiéndose y mantiene la mirada de Ana.
No sabe por que, pero está deseando que Ana la toque ahí abajo.
Nunca se ha sentido atraída por otras mujeres, ni siquiera se siente atraída por Ana, más allá de admirarla como persona y reconocer que tiene un cuerpo muy bonito para su edad. Pero algo dentro de ella la empuja. Quiere besarla. Quiere acariciarla y quiere que Ana la bese y la acaricie. Entre el vino y el calor, se está poniendo cachonda perdida.
 
Uff ya mismo va a empezar a disfrutar con la jefaaaa
 
A ver, a ver, la situación se pone cachonda... para todos!
 
Jorge sube a la lancha desde el agua y se une al aperitivo.
Pedro le recibe sonriente “¿Quieres un vinito Jose?”
“Me llamo Jorge, no Jose”
“Perdona chico, no consigo acordarme”
Pedro le sirve un vino y apura la botella de blanco que acaban de abrir.
Está claro que Maribel y Pedro beben rápido.
“Está buenísimo el vinito Pedro”

Jorge detecta en la voz de Maribel que el vino está haciendo su efecto. Llevan más de 30 años casados. La conoce perfectamente. Después de la sensación de bienestar, de las ganas de reír y de su desinhibición para contar chistes, hacer imitaciones y bailar… a Maribel le entran unas ganas irrefrenables de sexo. Maribel, borrachilla, es cuando se pone más guarra. Borrachilla la desvirgó, borrachilla le hizo su primera mamada hasta el final, borrachilla han fantaseado con tríos e incluso con orgías, y borrachilla no puede quedarse sin follar.

Como un flash recuerda de repente las vacaciones en Italia de hace dos años. Una italiana amiga les prestó un apartamento en una preciosa localidad de la costa en el que pasaron una semana. Tras pasar el día en la playa se ducharon y a la puesta de sol abrieron una botella de vino blanco que disfrutaron en la terraza. Después se fueron a cenar a un restaurante que les había recomendado su amiga, donde se bebieron otra botella de vino. Maribel estaba bastante borrachilla y mientras esperaban la cuenta le dijo que le iba a hacer la mejor mamada de su vida y que quería que la follase esa noche hasta que no pudiese más. A Jorge se le puso dura solo de oírlo.

Cuando pagaron, Maribel tuvo que abrazarse a la cintura de Jorge para poder caminar hacia el apartamento, porque iba borrachilla. Todo el trayecto lo hicieron hablando de sexo, de lo que iban a hacer esa noche. Tras recorrer el paseo marítimo, que estaba muy animado, llegaron a la calle lateral por la que se accedía al jardín, donde ya no se veía a nadie y que era más oscura. En ese momento, Maribel se sacó las tetas por el escote y se las enseñó a su marido “mira, mira lo que te vas a comer”. Jorge, con una erección imposible de disimular, se las acarició un instante y luego se giraron para seguir avanzando hacia el portal, con Maribel aún exhibiendo sus pechos desnudos.

De entre las sombras apareció el vecino de la misma planta, con el que habían coincidido en el ascensor. Iba a tirar la basura. “Bona sera” dijo mirando a Maribel, que se estaba guardando las tetas dentro del sujetador y del vestido como buenamente podía. Cuando el vecino desapareció, se rieron como chiquillos y entraron en el jardín, parando varias veces para besarse y acariciarse por encima de la ropa. A la tercera parada en el trayecto por el jardín hacia el portal, Maribel se bajó las bragas y se las dio a su marido. “no me van a hacer falta esta noche, no pienso ponérmelas hasta mañana”. Ya en el ascensor, se volvió a sacar las tetas y le dio un beso apasionado levantándole el polo a él para sentir su pecho piel con piel con su marido.

Al llegar a la planta salieron y mientras Jorge se peleaba con la cerradura, que con las prisas, le daba problemas para abrirse, Maribel estaba desde atrás abriéndole la bragueta y desabrochándole el cinturón. Nada más abrir la puerta, le empujó dentro, se puso delante de él de rodillas y le bajó la ropa hasta los tobillos engullendo a la vez sin manos la polla de su hombre hasta donde fue capaz de tragarla, empezando una mamada furiosa, apasionada y peligrosamente intensa. Pero el vino había hecho su efecto también en Jorge, que disfrutó de la felación sin reparo excitado por la pasión que exhibía su mujer, pero con la necesidad de correrse adormecida por el alcohol.

Luego ella se puso de pie y le besó con pasión mientras intentaba desabrocharse el vestido por su espalda, algo para lo que finalmente necesitó la ayuda de su marido. Una vez logró quitarse los botones, se quitó el sujetador y completamente desnuda se tumbó boca arriba en el suelo, allí en el salón del apartamento y abierta de piernas le pidió “cómemelo, vamos”. Jorge se desnudó rápidamente, se puso de rodillas y levantando las rodillas de ella con las manos enterró la lengua entre sus nalgas y lamió desde el ano hasta el clítoris de una sola vez, lentamente. Según sintió la lengua húmeda y cálida en su sexo, Maribel empezó a gemir y a resoplar. Cuando Jorge empezó a jugar con su clítoris con su lengua ella se acomodó mejor la espalda, se agarró las tetas con sus manos y empezó a pellizcarse los pezones gimiendo con fuerza. Jorge la miraba mientras lamía. La luz de la calle iluminaba el salón de la casa, con las ventanas abiertas de par en par buscando el frescor de la noche, que aún no había empezado a llegar. La media luz resaltaba las formas de su mujer, haciéndola más deseable que nunca. Maribel estaba mordiéndose los labios, disfrutando del cunnilingus mientras se sobaba las tetas y se las amasaba con sus manos. Luego empezó a estirar sus pezones de forma exagerada, resoplando y gimiendo. No la había visto así muchas veces y le excitaba muchísimo. Siguió girando su lengua en torno al clítoris hasta que empezó con el vaivén arriba y abajo con la lengua con el que sabe que ella se corre enseguida.

Notó las señales de que se acercaba el orgasmo. Y entonces separó la boca del coño de Maribel y acercó su polla durísima a su coño, enterrando el glande lentamente dentro de su vagina. “Eres malo, déjame llegar” Jorge empujó su pene lentamente dentro de su mujer hasta que el perineo de ella tocar su escroto. “¿no querías que te follase? Pues toma polla” “Siiiii, dios que rico

Jorge empezó a bombear con fuerza, haciendo que sus embestidas emitiesen un ruido seco “plas”, “plas” que enseguida se vió acompañado de los gemidos de Maribel. Jorge contó las embestidas y al llegar a doce, paró. La sacó de golpe y volvió a lamer el coño de ella, ahora claramente con sabor a su propia polla y a su líquido preseminal. Maribel recibió el cambio con un gemido profundo “me vas a matar de gusto”. El comenzó el vaivén de lengua arriba y abajo observando las reacciones de su mujer, que tan bien conoce. En cuanto detectó el movimiento de pelvis hacia arriba, supo que ella tardaría poco en correrse. Volvió a cambiar lengua por polla y esta vez la penetró con fuerza, sin piedad, aprovechando la extraordinaria lubricación que tenía ella en ese momento. De nuevo el ritmo de martillo pilón, viendo las tetas de su mujer botar con cada embestida, pero esta vez, Maribel al quinto empujón tuvo un orgasmo. Le agarró con las manos en las nalgas y cuando sintió la oleada de placer entre sus piernas le clavó las uñas en atrayéndole más dentro de ella

Jorge esperó a que terminaran las contracciones de la vagina y en cuantos se espaciaron, se bajó otra vez a retomar el cunnilingus. Maribel tuvo el segundo orgasmo en menos de 30 segundos mientras se estrujaba ella sola sus pechos y sus pezones. Entonces Jorge la volvió a penetrar, ahora a ritmo más rápido y la misma fuerza. Maribel tuvo un nuevo orgasmo en menos de un minuto y otros tres más en los minutos siguientes, hasta que agarrando la cara de su marido con ambas manos le dijo “vamos mi amor, vamos, lléname de leche, vamos, cariño, dame lo mío” Jorge miró el rostro de su mujer, su mirada ardiente, apasionada, su frente sudorosa, la piel sudorosa a la altura de su pecho empezó a eyacular en ese instante, vaciándose dentro de ella mientras resoplaba como un toro, mientras ella decía “eso es, eso, que rico, lo siento dentro oooh” y cuando Jorge se derrumbó sobre ella todo sudoroso, sintió en su pene las contracciones de la vagina de ella mientras un le abrazaba con fuerza y gemía en su oído “que rico, otra vez me he corrido” y comenzaba a reírse.

Estuvieron tumbados, besándose un rato, hasta que Jorge se incorporó y dijo “vamos a tener que ducharnos”. “Dúchate si quieres” la voz de Maribel revelaba que estaba aún bastante borrachilla, “pero antes deja que esto te lo limpie yo” Maribel se incorporó sobre un costado y agarró su pene fláccido y pringado de su semen y de sus propios flujos y lo chupó y lamió durante unos minutos, sin prisa, saboreándolo, mirándolo y mirando a su marido a los ojos a ratos. Después se puso de rodillas ante él y lo besó con pasión. Jorge le metió la mano entre las piernas y notó algo caliente y viscoso entre sus dedos. Era claramente su propio semen y el flujo abundantísimo de ella. La acarició un poco mientras ella aún gemia suavemente, “para, para, que lo tengo dolorido”.

De pronto ella le agarró la mano, e inmovilizándola se inclinó y empezó a lamerla para limpiarla también durante un rato. Cuando estuvo totalmente limpia le besó jugando con su lengua dentro de la boca de Jorge. Fue un beso largo, con pasión, pero sin prisas. Cuando terminó le dijo “ahora ya podemos ducharnos si quieres”. Lo hicieron juntos, besándose y frotándose el uno al otro. Luego la ayudó a subir al piso de arriba al dormitorio, porque estaba aún borrachilla. Se acostaron desnudos, y se quedaron dormidos pronto.

A la mañana siguiente, Maribel se despertó con una resaca espantosa. Le dijo a su marido que se avergonzaba de la noche anterior y cubriéndose con una sábana se fue a la ducha ella sola. Jorge se quedó en la cama desnudo y con una erección espléndida. Sabedor de que no iba a tener sexo en unos cuantos días, se masturbó hasta correrse sobre su vientre… Le encantaba la Maribel desinhibida por el alcohol, y pensaba que si alguna vez lograba convencer de que follase con otro hombre como era su fantasía, seguramente ella bebería algo de vino antes, para borrarse las últimas dudas.

Bajo el sol de Mallorca, su mujer le sonreía brindando con él con una copa de vino en la mano y un bañador semitransparente que dejaba de ver todos sus encantos. Al lado de su mujer Pedro, que se había corrido delante de él decenas de veces llamándole cornudo y diciéndole que se la quería follar. Pedro, también sonreía, brindó con él y luego agarró a Maribel por la cintura, sin que ella pusiera la más mínima objeción.

Estaba claro que antes de ponerse el sol, sería cornudo.
 
Ana y Martina siguen sudando sentadas en los bancos de la sauna, la una frente a la otra, desnudas, con las piernas abiertas exhibiéndose la una frente a la otra. El sudor corre por sus cuerpos. Ana de cuando en cuando se acaricia los pechos y el vientre limpiándose de sudor. Cuando lo hace, los pezones se le endurecen y a Martina le entran unas ganas enormes de acariciar esos senos redondos, brillantes. También ella la imita y se quita el sudor del pecho y el vientre. También a ella le excita la situación.
Ana la mira y le sonríe
“yo creo que ya está bien de sudar ¿no?”
“Creía que no lo ibas a decir nunca”

Se levantan y recogiendo sus toallas empapadas salen hacia la máquina del hielo
Ana se inclina hacia el cubo y Martina se queda de pie detrás.
De repente, Ana se gira y con una cantidad de hielo picado importante entre las manos se queda mirando hacia Martina “¿te apetece que te lo haga yo?
Martina duda medio segundo, pero sin saber muy bien por qué, asiente
Ana reparte entonces el hielo en dos mitades y empieza a untarlo por el pecho de Martina. Primero por el centro, luego hacia ambos pechos. El hielo, casi nieve, se deshace rápido con el contacto de la piel de Martina y los pezones se le ponen duros como nunca. Deja salir un gemidito, mezcla de excitación y sensación del hielo en su piel. Ana sigue acariciando sus pechos ya sin hielo.
Se gira y con un nuevo cargamento en sus manos le dice “date la vuelta”. Martina se gira y Ana le unta el hielo por la espalda.
“Ahora tu a mi”
Martina se acerca al cubo, agarra el hielo y le hace a Ana lo mismo que le acaban de hacer. Ana cierra los ojos disfrutando del hielo helado en su piel primero y de la piel cálida de las manos de Martina después. Tras echárselo en espalda, Ana se gira “y ahora una buena ducha”. Entran en el vestuario y lo atraviesan. Al fondo hay una pared con una mampara de cristal y detrás de ella varias duchas en el techo. Ana entra y abre una que está claramente pensada para ducharse dos personas juntas, puesto que reparte el agua en una zona muy amplia. Martina se acerca y ambas dejan el agua correr por encima de sus cuerpos. Primero fría, luego templada, después caliente. Tras un par de minutos Ana se embadurna las manos de gel y le dice a Martina “vamos a lavarnos la una a la otra, que es más divertido ¿vale?”
No espera respuesta. Cierra el grifo de la ducha con un codo y empieza a enjabonar los brazos de Martina y después los hombros. Con toda naturalidad empieza después a enjabonar sus pechos delicadamente, sus axilas, sus costados, su vientre. “Gírate”
Martina se deja llevar y se gira. Primero nota la espalda enjabonada por Ana, luego los costados y de nuevo las axilas, finalmente las nalgas entre las que hunde sus dedos Ana con maestría. De pronto nota la piel de Ana pegada a la suya. Sus pezones duros contra la espalda. Las manos de Ana ahora acarician sus pechos con el jabón. Pellizcan sus pezones y bajan por su vientre hasta su pubis. Delicadamente, enjabona la zona y la acaricia. Martina deja escapar un leve suspiro al notar los dedos de Ana tocar su vulva.
Ana está pegada a su espalda y la oye. Le susurra al oído “¿te gusta?”. Martina contesta con otro susurro “me encanta”. Ana frota su cuerpo contra la espalda de Martina y finalmente le dice “gírate”. Cuando Martina se gira encuentra la espalda de Ana “ahora lávame tu a mí”. Martina repite los mismos movimientos de Ana. Le lava la espalda, las axilas y las nalgas, hundiendo sus dedos entre las mismas. Luego se pega a ella y le enjabona axilas, costados, vientre y pubis y finalmente la limpia y acaricia a la vez en la vulva. Ana deja escapar un gemido leve. Después se gira inesperadamente y queda frente a frente con Martina. Se miran con deseo y finalmente juntan los labios buscándose con las lenguas. Ana la aprieta contra su cuerpo agarrándola por las nalgas y Martina está derritiéndose de deseo. El beso se prolonga hasta que Ana se retira y la sonríe. Luego abre el grifo, algo que sorprende a Martina y la hace reír. Se aclaran el jabón y después Ana le da una toalla para el pelo y un albornoz para el cuerpo.

“Ahora vamos a la sala de masajes”.
“¿tienes una sala de masajes?”
“bueno, en realidad no es una sala de masajes pero… bueno ahora la verás”
Cruzan el vestuario, dejan la sauna y la máquina de hielo, y el gimnasio y al otro lado se dirigen a una puerta cerrada, gris, anodina, salvo por un teclado numérico que se sitúa en un lado. Ana teclea unos números y la puerta se abre tras un ligero zumbido. Ana entra, enciende una luz y Martina se queda perpleja de lo que ve al entrar.
La habitación es bastante grande, tiene una cama al fondo enorme, varios sillones de formas extrañas y una especie de X alta como una persona en una pared. Al lado derecho se encuentra una especie de camilla de masajes o de silla de ginecólogo, Martina no acaba de entender el mueble ese. Al izquierdo un gran armario cerrado. En las paredes se ven varias estanterías con penes de plástico, masajeadores de clítoris y toda clase de juguetes sexuales que Martina no es capaz de identificar.
“Madre mía no se para que sirve todo esto…”
“Francamente, algunas cosas yo tampoco se para que son, pero como puedes ver, además de masajes aquí está todo preparado para el sexo. Tu túmbate en la camilla que y yo te rasuro.
Martina se tumba después de quitarse el albornoz, pero se deja la toalla envolviendo su melena. Luego se acomoda en la silla / camilla y pone sus piernas en los estribos dejando su sexo totalmente expuesto.
Ana se acerca y le pregunta “¿prefieres tumbada o recostada?”
“recostada”.
Ana aprieta un botón y el respaldo del artilugio se sube como una cama de hospital. Después agarra los tobillos de Martina con las manos “¿te ato los tobillos?”
“No pienso escaparme”
Ana se ríe.
Abre un cajón y saca varias toallas pequeñas, un gel, una maquinilla de afeitar eléctrica y otra de cuchillas. Después, trae agua templada en un bol.
“Primero vamos a podar un poco esta jungla”
La maquina eléctrica zumba en su mano y la empieza a pasar a lo largo del pubis con suavidad. El vello púbico negro y largo de Martina va cayendo al suelo y deja un pelo corto, de unos milímetros. Ana mueve la máquina con maestría y enseguida toda la zona está con el pelito corto. Después aplica un gel y empieza a rasurar con le máquina de cuchillas. Parece que lleva haciéndolo toda la vida porque Martina no siente nada y en un par de minutos el pubis está totalmente rasurado.
“Ahora viene lo más delicado”
Ana pasa a aplicar el gel en las ingles y separando los labios vaginales según lo va necesitando, rasura poco a poco toda la zona, incluida la zona perineal y anal.
Martina está excitada de verdad.
Nota su vagina supurando flujo y como este escurre por el perineo hacia su ano. Ana lo ve y sonríe
“¿te excita?”
Martina, asiente
“es normal”

Cuando termina, Ana saca de un cajón un espejo y le muestra a Martina su propio sexo totalmente rasurado.
“¿te gusta?”
“ufff que diferente”
Tras enseñárselo desde varios ángulos, Ana saca una crema de un cajón y la aplica en la zona con delicadeza.
Martina siente la frescura el líquido sobre la piel, ligeramente irritada.
Se le escapa un ligero gemido y nota otra gota de líquido escapar de su vagina.
Ana la ve y vuelve a sonreír. Cruza la habitación y abre un cajón y saca un pequeño aparato de plástico.
“¿Sabes lo que es esto?”
“No”
“Un Satisfyer. Con tu Andrés no me extraña que no lo conozcas, pero te va a venir bien mientras estés en Madrid separada de él”
Ana se sitúa de nuevo entre las piernas de Martina y sin más preámbulos coloca el aparato en su sexo y lo conecta. Martina siente un placer instantáneo que la hace quedarse completamente quieta, como si no quisiera que esa sensación terminase nunca. El placer se ramifica, aumenta, crece y en un tiempo increíblemente corto la hace sentir un orgasmo gigantesco que la obliga a levantar la pelvis de la silla apoyándose en los estribos. Ana retira el aparato y Martina se deja caer jadeando y gimiendo “joder, joder ufff ah, ah …., ¿que ha sido eso?” Ana se ríe y se lo da. Esto es un regalo de bienvenida, ya sabes como funciona. Martina, jadeando, lo mira con curiosidad dándole la vuelta con sus dedos. Ana la mira y empieza a acariciar su vulva con sus manos “¿quieres más?” Martina la mira a los ojos y sonríe “dame más”
Ana se agacha y sacando la lengua empieza a lamer su vulva con decisión.
Martina empieza a gemir y a resoplar de nuevo, tira el satisfyer al suelo y empieza a acariciarse sus generosos pechos y pellizcándose los pezones.
La maestría de Ana en el cunnilingus se demuestra con la velocidad a la que lleva a Martina a un nuevo orgasmo.
De nuevo Martina levanta la pelvis de la silla agarrándole la cabeza a Ana y apretándosela contra su vulva, hasta que Ana para para dejarla recuperar el aliento.
Esta vez mete un dedo en su vagina lentamente, a lo que Ana reacciona asintiendo con la cabeza sin dejar de jadear “si, si, sigue”
Ana mete un segundo dedo y empieza a follarla con los dos dedos con la palma de la mano hacia arriba.
Martina cierra los ojos, disfrutando y dejándose hacer. Ha perdido el turbante que le envolvía la melena y su pelo está desordenado y mojado en el respaldo y sobre sus hombros.
Ana la observa y juega con el ritmo acelerando y frenando según las reacciones de Martina durante un rato hasta que empieza a hacérselo a toda velocidad, momento en el que se inclina y saca la lengua acariciándole el clítoris.
Martina explota en un orgasmo enorme, de una intensidad desconocida para ella. Más tarde esa noche llegará a la conclusión de que es el mejor de su vida hasta ese momento De repente de su sexo sale una enorme cantidad de líquido con gran presión y que es incapaz de controlar.
Ana recibe el líquido imperturbable, sin dejar de follar a Martina con sus dedos ni de lamer su clítoris hasta que el orgasmo alcanza una especie de convulsiones en el cuerpo de Martina que la obligan a subir y bajar su pelvis incontroladamente mientras gime sin parar.
Ana la mira riéndose y se limpia la cara con una toallaMartina la mira sin saber que ha pasado. “Pero ¿Qué ha sido eso?”

“Que te has corrido Martina, que es algo que muchas mujeres no pueden hacer… ¿te ha gustado?”
“Si, muchísimo, pero… mi Andrés no me ha hecho disfrutar así nunca”
“Lo importante es que tu ya has aprendido que puedes hacerlo. Yo también alcancé este tipo de orgasmo la primera vez con una amiga y Miguel nunca ha sabido dármelo”
Martina, aún algo alterada la respiración se incorpora, se levanta y se abraza a Ana. Luego la busca con su boca y se besan apasionadamente.
“sabe raro, pero no es desagradable” le dice a Ana.
Después baja su mano y la mete entre las piernas de su jefa y empieza a masturbarla. Su vulva y su vagina están empapadas, revelando la gran excitación que está teniendo. Martina, pese a no ser una gran experta en masturbarse porque apenas tiene ocasión de hacerlo dada la voracidad sexual de su marido, juega con el sexo de Ana durante unos minutos notando como ella se está acercando poco a poco al orgasmo. La mira a la cara, la besas y no deja de masturbarla. Cuando la respiración se hace ya muy rápida, se pone en cuclillas y metiéndose entre las piernas de Ana saca la lengua y empieza a lamer su clítoris. Es la primera vez que toca una vulva que no es la suya y la primera vez que la lame. Y le gusta hacerlo. Le gusta darle placer a una mujer de la misma manera que le gusta dar placer a su hombre. Su empeño no tarda en dar resultado. Ana le agarra la cabeza empujándola contra su sexo y tras unos instantes de jadeos muy audibles tiene un orgasmo intenso que hace que tiemblen sus piernas. Cuando se le pasa, se besan jugando con sus lenguas y acariciando sus cuerpos durante un rato.
“vamos a tener que volver a ducharnos” rie Ana.
“Si, pero separadas, que si no….”
Se levantan, andan desnudas hacia la ducha y Ana le da un cachete cariñoso en la nalga
“me gustas Martina”
 
Al acabarse la botella de vino, Pedro abre inmediatamente otra. Sabe perfectamente lo que está haciendo y no quiere ver a Maribel con la copa vacía. Jorge observa, atento al detalle mientras ella ríe con las ocurrencias de Pedro. Tras volver a llenar las copas, Pedro saca unas aceitunas y pregunta
“Maribel ¿te gustan las banderillas? Son un poco picantes”
“Uy a mí me encanta lo picante”
“¿Quieres decir la comida picante?”
“Yo he dicho lo picante, tu verás como lo interpretas”
Se baja las gafas de sol un poco y le mira por encima de ellas, sonriendo
Pedro se ríe…
“Fíjate, Maribel que mi primera impresión es que tu eras seria y formal…. Pero me estás sorprendiendo hoy mucho. Empezando por tu bañador“
“¿te gusta?”
“Me encanta, te sienta fenomenal”
“gracias, a Jorge le parecía demasiado atrevido”
“te hace parecer irresistible, y tremendamente sexy”
“¿te parezco sexy?”
“Me pareces un mujer de bandera, Jorge es un hombre muy afortunado de tenerte. Eres guapa, divertida, inteligente y muy muy sexy… lo tienes todo… si no estuvieras casada y con tu marido delante, te estaría tirando los tejos ahora mismo”
Maribel mira a Jorge y se ríe.
“A mi marido no le importa que me los tires y que coquetee contigo ¿verdad que no Jorge?”
Pedro y Jorge miran los dos a Jorge, sonriendo. Están de pie, uno frente al otro, con Jorge sentado en la parte trasera a un metro y medio.
“Bueno, claro, yo.. esto… lo que a ti te haga sentir bien, cariño, ya sabes que no soy celoso”
“¿lo ves? No es celoso”
“Eso es ser un hombre moderno y cabal. Los celos son enfermizos. Y total… por un poco de coqueteo…”
“Vamos a confirmar si es celoso o no Pedro….”

Maribel se adelanta el medio paso que le separa de Pedro y poniéndose ligeramente de puntillas se agarra con una mano a su cintura y le besa brevemente en los labios.
Luego se separa y vuelve a su posición anterior y mira a Jorge sonriendo.

“¿a que no te ha dado celos cariño?
Jorge no sabe que cara poner
“No”
“¿lo ves Pedro? Por un piquito no le dan celos. ¿jugamos a ver hasta donde llega?”

Se vuelve a adelantar, se pone de puntillas y acerca su cara a la de Pedro, pero se para para quitarse las gafas de sol y quitárselas a Pedro. Se miran a los ojos durante un instante que a Jorge se le hace eterno. Luego acerca sus labios a los de Pedro y los besa brevemente separándose unos centímetros después. Se vuelven a mirar y fijamente. Pedro le agarra la nuca, acariciándola. Ella se vuelve a acercar y junta sus labios con los de Pedro de nuevo, pero esta vez su lengua entra en la boca de él que gira la cabeza ligeramente para facilitar el beso. Ambos se besan con los ojos cerrados durante unos segundos luego se separan y ella vuelve a besarle brevemente pero con una intensidad que refleja la excitación que empieza a tener. Muerde los labios de Pedro un instante y luego le besa agarrándole con al nuca y pegando su pecho al de él. Pedro también la atrae hacia su cuerpo y el beso se vuelve apasionado de verdad.

Desde su sitio, Jorge nota su erección imparable mientras nota los signos de excitación de los dos, que conoce bien, especialmente los de su mujer. Se coloca una toalla estratégicamente encima para que no se le note el bulto.
Tras un largo minuto de juego de lenguas entre ambos, Maribel separa sus labios, agarrando la cara de Pedro con las palmas de las manos le vuelve a besar y a morder el labio inferior y finalmente se separa, se junto a Pedro de pie y mira a su marido sonriendo. Tiene los pezones duros como una piedra, como si quisieran romper la fina y semi transparente tela del bañador, ya casi seca.
“¿te han dado celos?”
Jorge esta vez intenta sonreir.
“en absoluto”
“y ahora que tengo con qué comparar, debo decir que besa mejor que tu, lo siento cariño”

Pedro sonríe a ambos
“¿eres una mujer de un solo hombre?
“hasta hoy, si”
“¿nunca has sentido curiosidad?”
“la verdad, es que si. Ponme más vino”
Pedro rellena su copa
“Aprovechando que mi marido dice que no es celoso, igual es cosa de quitarme esa curiosidad ¿no?”
“Sin duda Maribel”
“Lo que pasa es que no me acabo de creer yo lo de que no es celoso…vamos a tener que seguir viendo si es verdad”

Ella se acerca a Pedro otra vez se planta de espaldas a él mirando a Jorge. Agarra una mano de Pedro y se la pone en la cintura y luego girando el cuello le da un beso en la boca. Después agarra la mano de Pedro y la sube a su pecho, haciendo que se lo acarie.
Ambos miran a Jorge
“¿tu crees que le está dando celos?”

Jorge observa a su mujer, relajada dejando que ese tipo le sobe un pecho ante sus ojos mientras sonríe. Se la nota incluso excitada, algo que él que la conoce bien detecta en gestos sutiles de su boca, des su ojos y de como reacciona.
Maribel retira la mano y Pedro amasa el pecho de Maribel con toda naturalidad. Ella vuelve a girar el cuello y le vuelve a besar.
Después se echa mano al tirante del bañador y se lo baja hasta el codo. Aparta con delicadeza la mano de Pedro y deja su pecho derecho al descubierto. Pedro retoma el masaje, pero esta vez directamente sobre la piel desnuda de Maribel, que refleja sin duda su excitación por la dureza del pezón, por la ligera hinchazón de la areola. Pedro la acaricia, pellizca ligeramente el pezón y aprieta el pecho con cuidado mientras le besa el cuello a Maribel.
“Tienes un pecho maravilloso”
“¿has visto Jorge? Le gustan mis tetas”
“Siempre te he dicho que las tienes perfectas, pero nunca me has hecho caso” contesta Jorge

Maribel se separa de Pedro, se baja la otra tira del bañador y se lo baja hasta la cintura luciendo sus dos pechos desnudos.
“¿qué opinas Pedro? ¿te gustan?”
“mmm me encantan”
Estira la mano y acaricia ambas delicadamente.
“lo dicho, tu marido es un hombre afortunado por poder ver y tocar algo así todos los días.”
“Bueno, hoy tu también puedes… ¿verdad Jorge?”
“Tu lo decides, Maribel”
“pues eso, hoy tu también puedes ver y tocar”

Pedro se inclina y las besa, luego las lame y finalmente succiona ambos pezones durante un instante, primero uno y luego el otro.
Luego se incorpora y la besa apretando su cuerpo contra el suyo agarrándola por el culo con ambas manos, de tal manera que el bañador se desliza entre las nalgas, convirtiéndose en tanga.
El beso dura más de un minuto en el que la respiración de ambos se acelera y Jorge ve a Maribel frotarse literalmente contra Pedro, levantando una de sus piernas para abrazar las piernas de Pedro por detrás.
La erección de Jorge es máxima y la polla le palpita viendo a su mujer así.
Finalmente dejan de besarse, con la respiración visiblemente alterada.
Maribel se separa un poco y baja la mano al bañador de Pedro buscando su pene y lo agarra a través de la tela.
“Ufff que grande” dice bajando la vista para comprobar lo que el tacto le está indicando. Agarra con la mano el pene duro de Pedro a través de la tela, lo recorre de arriba abajo “qué barbaridad”
“¿solo conoces una no? Le pregunta Pedro
“hasta ahora, si”
“¿quieres verla?”
“claro”
Maribel suelta el lazo que sujeta el bañador a la cintura de Pedro y mete la mano mientras le besa de nuevo. Su mano se mueve dentro del bañador masturbándolo lentamente.

Terminado el beso, Pedro se baja el bañador dejando su polla, grande y dura, a la vista.
Maribel se muerde el labio inferior, mirándola con deseo.
Se pone en cuclillas y la mira, masturbándola lentamente.
Mira a su marido y sonríe pícara.
“que grande… y que dura”
Vuelve a mirarla, masturbándola lentamente
“¿te gusta Maribel?”
“Si”
“¿puedo?”
“Puedes hacer lo que tu quieras preciosa”

Maribel acerca la cara a la polla de Pedro, saca la lengua y la lame una vez.
Mira a Pedro que resopla por la sensación de la lengua húmeda y caliente en su miembro.
Maribel vuelve a sacar la lengua y esta vez recorre todo el tronco de la polla desde los huevos hasta el frenillo.
Pedro cierra los ojos y vuelve a soplar.
“ufff”
“¿te gusta?”
“Me encanta”
Maribel repite el lametón una tercera vez, de forma lenta, constante lame de abajo a arriba, pero esta vez abre los labios y succiona el miembro de Pedro hasta la mitad, luego lo deja salir casi del todo y vuelve a tragarlo buscando esta vez llegar más dentro
Pedro cierra los ojos.
Resopla
“joderr, que bueno”
Maribel animada por la reacción empieza a mamar a ritmo constante.

Jorge mira como su mujer hace esa espléndida mamada que él conoce tan bien desde hace más de treinta años pero que ha sido el único que la ha disfrutado. Le excita verla dedicada a darle placer a Pedro y como él reacciona disfrutando como solo él sabe que lo está haciendo. Le palpita la polla y siente un calor insoportable en la misma dentro del bañador y tapado por la toalla, así que aparta la toalla y se baja el bañador para liberarla. No puede evitar llevar la mano para agarrásela, pero no se atreve a masturbarse porque sabe que se correría en un segundo

Maribel continúa concentrada en dar placer a Pedro. Su boca masturba esa polla con maestría, en cuclillas, agarrándose a los muslos de él, sin tocarla con la mano.
Pedro emite sonidos guturales, gemidos, gruñidos, está disfrutando de lo lindo.
Maribel la suelta de golpe y la polla se queda mirando al cielo en un angulo de unos treinta grados, palpitando, mientras ella mira a Pedro lamiendo sus huevos y agarrando la polla con la mano derecha y masturbándola lentamente.
“¿sigo?”
“si tu quieres…”
“¿Y si nos vamos a comer a la casita los tres para estar tranquilitos”?
“¿es eso lo que quieres?”
"si, pero antes vamos a acabar lo que hemos empezado"
Maribel se gira hacia Jorge por primera vez en varios minutos y le ve masturbándose lentamente mientras la mira
“¿lo ves? No es celoso”
Pedro se gira y ve a Jorge polla en mano
“Yo creo que hasta le gusta lo que está viendo”
“¿te apuntas Jorge?” le pregunta su mujer.

Jorge se levanta sin contestar, se quita el bañador y se pone de pie al lado de su mujer
Ella le agarra la polla dura con una mano sin soltar la de Pedro con la otra.
Las mira las dos sonriendo
Luego engulle de nuevo la polla de Pedro con decisión y retoma la mamada intensa anterior, sin dejar de masturbar a su marido de forma bastante chapucera, puesto que toda su atención está concentrada en Pedro.
Pedro se apoya donde puede disfrutando de la mamada espectacular de Maribel.
“joder, que bien la chupas, es increíble, no pares joderrrr”
Maribel mira como puede a Pedro mientras pajea a Jorge torpemente.
Jorge le aparta la mano a Maribel y empieza a masturbarse él solo.
Maribel agarra con una mano la base de la polla de Pedro y con la otra acaricia sus huevos.
En apenas unos treinta segundos Jorge se acerca a su mujer y empieza a eyacular abundantemente “joder, joderrr, me corro, me corro….”

Maribel recibe el primer chorro en el cuello, que escurre lentamente en sus pechos. Los demás, a medida que pierden potencia, caen en el pecho primero y después en el suelo.
Maribel de repente para su felación.

Se levanta, se baja el bañador rápidamente y se pone de espaldas a Pedro inclinada hacia delante, en dirección a su marido, que observa la escena, desnudo y con la polla ya morcillona.
“Vamos, métemela”
Pedro se acerca desde atrás, mete la polla entre sus nalgas y la empuja lentamente dentro de Maribel.
Jorge observa como el miembro de él desaparece dentro de su mujer
Ella suspira, gime levemente “si, así, vamos”
Cuando la tiene toda dentro, Pedro empieza a bombear. Al principio con bastante ternura y cuidado.
“Diosss que grande, me encanta, no pares, vamos”
Pedro animado por Maribel empieza a embestirla con ganas haciendo que cada impacto con sus nalgas suene.
“Así, fuerte, no pares”
Pedro aumenta el ritmo y empieza con unas embestidas implacables y repetidas que hacen que el pecho de Maribel se bambolee con fuerza. El semen de Jorge escurre por sus pechos con los bamboleos y se esparce por el suelo del barco. Ella cierra los ojos, se muerde el labio inferior y en apenas unos segundos tiene un intenso orgasmo que hace que le tiemble todo el cuerpo y tenga que agarrarse para no perder el equilibrio.

Pedro le da unos segundos y vuelve a la carga con el mismo ritmo implacable. Maribel gime lo más bajo que puede, pero no puede reprimirse por el placer que le producen y que desemboca en un segundo orgasmo aún más intenso que el primero.
De nuevo Pedro le da una pausa y de nuevo retoma el ritmo de martillo pilón de inmediato. Maribel pierde las fuerzas, le cuesta mantenerse de pie recibiendo las embestidas. Las piernas apenas la sostienen y tras un par de minutos pide una tregua
“para, que me estoy agotando”

Pedro la mira sonriente. Está con toda la piel brillando del sudor que le produce el esfuerzo que está haciendo. La hace girarse, la besa y de la mano la lleva a la colchoneta de la parte trasera del barco.
“túmbate"
Maribel obedece tumbándose boca arriba, con las piernas separadas.
Pedro se coloca entre ellas, las agarra por los tobillos y las levanta.
Despues coloca su miembro entre los labios de la vulva de ella. Maribel lo dirige a su vagina y empieza de nuevo el tren de embestidas implacable. Maribel siente la penetración más profunda, la vagina más dilatada y un placer desconocido hasta ahora. Siempre ha disfrutado del sexo con Jorge, pero esto está a otro nivel. No sabe si es la polla de Pedro o que simplemente folla mejor, pero lo que está viviendo es nuevo y la está haciendo disfrutar muchísimo, no puede tener bastante
Pedro sigue empotrando literalmente a Maribel en la colchoneta. Suda profusamente y jadea como un toro.
Jorge mira, se masturba su polla fláccida, sin sentir placer físico pero con un nivel de morbo tan intenso como esperaba.
Maribel mira a Pedro a los ojos, que le mantiene la mirada y la sonríe
“¿te gusta?”
“Me encanta, sigue, sigue”
Durante unos diez minutos la monta con fuerza y ritmo constante, provocándole a Maribel tres orgasmos más, durante los cuales Pedro no afloja el ritmo esta vez. Ella se sujeta el pecho con las manos, porque lo tiene dolorido de los constantes vaivenes.

Empieza a sentir un poco de fricción en la vagina y recuerda que no se ha puesto lubricante, como suele hacer con su marido en cada penetración… la excitación le ha hecho olvidarse.
“Jorge, cielo, dame mi bolso”

Jorge se sorprende de la petición, pero trae el bolso de su mujer inmediatamente.
“tu no pares” le dice a Pedro, que obedientemente continúa bombeando rítmicamente.
Maribel busca en el bolso con la mano, a ciegas y saca un tubo de lubricante.

“Jorge ponme de esto que no quiero que me escueza todo luego”
Pedro saca la polla lentamente, brillante y durísima

Jorge quita el tapón del tubo y echa un poco en la vagina de Maribel, que Pedro mantiene lo más horizontal posible sujetando las piernas de ella.
El líquido transparente penetra algo en la vagina de ella, dilatada y enrojecida y Pedro acaba de empujarlo dentro con su miembro. Bombea dos o tres veces despacio y cada vez que su polla sale fuera sale más brillante y mojada. Después empieza otra vez con el ritmo de embestidas fuertes y rítmicas que ahora emiten un sonido como de líquido al batirse.

Jorge se sitúa detrás de Pedro y observa sus huevos golpear contra el ano de su mujer rítmicamente. Se inclina a un lado y al otro viendo la dilatación de su vagina y el lubricante rebosando de la misma. Le excita sobremanera la escena, el placer de ambos y la realización de su fantasía más salvaje y poco a poco su polla vuelve a coger consistencia pudiendo masturbarse otra vez.

Maribel tiene un nuevo orgasmo, casi el más intenso de todos los que ha tenido hasta ahora. Jadea sin parar, se tapa la cara con las manos, se ríe, jadea, vuelve a reír…. “Dioss, que fuerte”
“¿paro?”
“oye ¿tu no acabas nunca o qué?
“¿quieres que termine?”
“es que no tengo costumbre yo … me da miedo que me escueza”
“¿cómo quieres que termine?”
“dentro, vamos, dámelo”
Pedro empieza a embestir otra vez, pero claramente de forma diferente. No es el martillo pilón con el que ha estado machacando la vagina y la vulva de ella, es más sutil, más buscando sus propias sensaciones. Jorge lo detecta, lo ve claro, se está masturbando con su vagina buscando su placer y olvidándose del de ella, para variar. Con los ojos cerrados, ambos brazos a cada lado de ella la folla con intensidad, más que con fuerza y tras un minuto concentrado en sus propias sensaciones empieza a gruñir lentamente.
“uff grrr”
“Grrr”
Maribel le agarra la cara con las manos
“Así, así, vamos dámelo”
“joderr siiiiii”
Maribel siente un calor intenso en su interior. Baja las manos y agarra las nalgas de Luis atrayéndole hacia ella.
“Eso, es, vamos, dámelo todo”
Pedro sigue gruñendo sin dejar de moverse, pero cada vez más despacio.
Entonces Pedro se derrumba sobre ella, jadeando.
Ella le acaricia el pelo empapado de sudor
Le hace mirarla y le besa
“Gracias”
“¿Por?”
“está claro ¿no? Por el mejor polvo de mi vida” y se ríe.

“El mejor polvo de mi vida” resuena en la cabeza de Jorge y consigue que su erección sea completa de nuevo.
Pedro se incorpora, sin salir de dentro de Maribel.
Luego la saca lentamente y se levanta
Maribel queda con las piernas abiertas, el sexo dilatado, enrojecido y con un gran goterón blanco escurriendo de su interior y hacia el ano.
La excitación de Jorge es otra vez máxima
Se coloca entre las piernas de ella.
Maribel abre los ojos y le ve, excitado, empalmado y masturbándose con furia
“Vamos, mi amor, ahora tu”
Jorge se arrodilla entre las piernas de su mujer, mueve su polla desde el ano de ella hacia arriba y recogiendo el goterón blanco y espeso que le escurre, la mete dentro de su vagina.
La sensación es totalmente diferente, parece otro coño. Está dilatado, no prieto como él lo conoce. La lubricación provocada por el semen de Pedro y el lubricante utilizado es extraordinaria. Su miembro escurre hacia dentro donde nota un calor que tampoco es el habitual. Ella le recibe cansada, saciada de sexo, sudorosa y oliendo a otro hombre. El olor del semen de Pedro le llega a Jorge a la nariz cuando mira hacia abajo y ve su polla salir blanquecina embadurnada del semen del amante de su mujer. La excitación le puede, se tumba sobre ella y empieza a embestir con fuerza y a jadear casi de inmediato. En apenas medio minuto gruñe dos veces y se vacía dentro de su vagina. Ella le acaricia el pelo y le susurra al oído “así, así mi amor, umm que rico, eso es, quédate a gusto”
Mientas lo dice piensa que es la primera vez en su vida que ha tenido que fingir placer practicando sexo con su marido.
 
Extraordinario relato.... Que buen premio le han dado a Maribel
 
Andrés consigue llegar a casa de Miguel y Ana después de perderse 3 veces en la M30 y tras haber tenido que llamar a su mujer a que pidiera ayuda a sus jefes. Está de mal humor cuando entra con el Land Cruiser en el chalet de los jefes y sale a recibirle su mujer. Odia Madrid y odia las ciudades en general. Se baja del coche y ella se le cuelga literalmente del cuello y le besa sin dejarle ni abrir la boca. La agarra por el culo con sus manazas y nota su polla crecer contra el vientre de ella. Está deseando hacerla suya a pesar de haberse masturbado varias veces al día toda la semana. El beso se prolonga y juegan con sus lenguas con los ojos cerrados dando rienda suelta a su pasión.

Ana los mira desde la distancia. Ha salido a recibir a Andrés y se para a unos metros al encontrarse con la escena del beso apasionado, que la excita según lo ve. “Vaya nochecita van a tener estos dos… el torete viene muy bravo”. Ambos siguen abrazándose, besándose, sobándose la espalda y el culo ajenos a todo lo que les rodea durante unos minutos más hasta que interrumpen su beso jadeando casi, riéndose, mirándose. Ana se aleja discretamente para no molestarles.

Martina y Andrés continúan su apasionado reencuentro unos minutos más y luego entre sonrisas y caricias en la cara se van abrazados hacia la casita de invitados que ocupa Martina. Nada más entrar, Martina se agacha y la baja los pantalones a su marido liberando su polla, que está durísima y lista para la acción. Le mira mientras la agarra sonriendo y le masturba despacio. “No sabes las ganas que tenía de esto”. Después abre la boca y engulle de un solo empujón esa carne dura hasta apoyar su nariz en el pubis de su marido. Andrés reacciona con un gran gruñido y le agarra la cabeza a Martina apretándola contra su vientre durante casi un minuto, durante el cual recoge su pelo suelto en una coleta improvisada que agarra con fuerza con la mano izquierda luego empieza a follarle la boca a Martina con determinación, casi sin piedad. Empieza a jadear lentamente mientras dirige la velocidad de la felación con la mano izquierda y con la derecha le acaricia la cara con delicadeza haciendo que le mire mientras penetra su boca una y otra vez. De repente le da un bofetón bien sonoro y la libera la cabeza mientras se empieza a desabrochar la camisa. “Te voy a follar ahora mismo, Diossss que ganas te tengo” Martina se incoropora, se quita la sudadera blanca y queda desnuda de cintura para arriba. “¿no llevabas sujetador guarrilla?” “sabía lo que ibas a querer nada más llegar torete” Luego se gira dándole la espalda a su marido y se baja los pantalones de chándal que lleva, revelando que tampoco llevaba ni tanga ni bragas “qué zorra eres” “y a ti te encanta, anda ven” agarra a su marido de la mano y caminando por delante de él le lleva hasta la cama, mientras Andrés intenta quitarse lo que le queda de ropa por el camino.

Martina llega a la cama, suelta a Andrés y se tumba boca arriba con las piernas separadas, sonriendo, enseñando su sexo recién rasurado y esperando la reacción de su marido. Andrés se queda totalmente paralizado. Nunca ha visto a su mujer así y le sorprende. Se arrodilla entre las piernas abiertas de ella mirando su sexo sonrosado, abierto, mojado “¿te gusta torete?” “joder…. “ no acierta a decir más. Se tumba boca abajo entre las piernas de ella empieza a lamérselo, a chupárselo y a mordisqueárselo a Martina sin parar. Martina cierra los ojos, agarra la cabeza de su hombre apretándola contra sus ingles y disfruta de la pasión arrebatada de la situación. No tarda más de unos minutos en alcanzar un primer orgasmo, intenso y largo que Andrés aprovecha para dar por finalizado el cunnilingus. Se pone de rodillas entre las piernas de Martina y la penetra sin contemplaciones con unas embestidas constantes y profundas. Martina tiene su segundo orgasmo en apenas un minuto y un tercero tres minutos después, coincidiendo con una intensidad de los jadeos de Andrés, que empiezan a evolucionar hacia gruñidos poco antes de eyacular dentro de su mujer bombeando ya a un ritmo decreciente hasta quedar parado dentro de ella jadeando y sudoroso.

Martina abre los ojos, con la respiración alterada por la intensa follada y por el peso de Andrés sobre ella. Nota el semen de Andrés escurriendo fuera de su vagina y deslizándose hacia su ano y se da cuenta de que no han cerrado ni una cortina y que desde la cocina Ana y Miguel podría haberlos visto.

Sonríe, imaginándose a Ana mirando por la ventana y masturbándose mientras les ha observado. Le gusta la idea de que su jefa se ponga cachonda con su marido, le da mucho morbo que lo desee, como le ha confesado en estos días atrás.
 
Andrés consigue llegar a casa de Miguel y Ana después de perderse 3 veces en la M30 y tras haber tenido que llamar a su mujer a que pidiera ayuda a sus jefes. Está de mal humor cuando entra con el Land Cruiser en el chalet de los jefes y sale a recibirle su mujer. Odia Madrid y odia las ciudades en general. Se baja del coche y ella se le cuelga literalmente del cuello y le besa sin dejarle ni abrir la boca. La agarra por el culo con sus manazas y nota su polla crecer contra el vientre de ella. Está deseando hacerla suya a pesar de haberse masturbado varias veces al día toda la semana. El beso se prolonga y juegan con sus lenguas con los ojos cerrados dando rienda suelta a su pasión.

Ana los mira desde la distancia. Ha salido a recibir a Andrés y se para a unos metros al encontrarse con la escena del beso apasionado, que la excita según lo ve. “Vaya nochecita van a tener estos dos… el torete viene muy bravo”. Ambos siguen abrazándose, besándose, sobándose la espalda y el culo ajenos a todo lo que les rodea durante unos minutos más hasta que interrumpen su beso jadeando casi, riéndose, mirándose. Ana se aleja discretamente para no molestarles.

Martina y Andrés continúan su apasionado reencuentro unos minutos más y luego entre sonrisas y caricias en la cara se van abrazados hacia la casita de invitados que ocupa Martina. Nada más entrar, Martina se agacha y la baja los pantalones a su marido liberando su polla, que está durísima y lista para la acción. Le mira mientras la agarra sonriendo y le masturba despacio. “No sabes las ganas que tenía de esto”. Después abre la boca y engulle de un solo empujón esa carne dura hasta apoyar su nariz en el pubis de su marido. Andrés reacciona con un gran gruñido y le agarra la cabeza a Martina apretándola contra su vientre durante casi un minuto, durante el cual recoge su pelo suelto en una coleta improvisada que agarra con fuerza con la mano izquierda luego empieza a follarle la boca a Martina con determinación, casi sin piedad. Empieza a jadear lentamente mientras dirige la velocidad de la felación con la mano izquierda y con la derecha le acaricia la cara con delicadeza haciendo que le mire mientras penetra su boca una y otra vez. De repente le da un bofetón bien sonoro y la libera la cabeza mientras se empieza a desabrochar la camisa. “Te voy a follar ahora mismo, Diossss que ganas te tengo” Martina se incoropora, se quita la sudadera blanca y queda desnuda de cintura para arriba. “¿no llevabas sujetador guarrilla?” “sabía lo que ibas a querer nada más llegar torete” Luego se gira dándole la espalda a su marido y se baja los pantalones de chándal que lleva, revelando que tampoco llevaba ni tanga ni bragas “qué zorra eres” “y a ti te encanta, anda ven” agarra a su marido de la mano y caminando por delante de él le lleva hasta la cama, mientras Andrés intenta quitarse lo que le queda de ropa por el camino.

Martina llega a la cama, suelta a Andrés y se tumba boca arriba con las piernas separadas, sonriendo, enseñando su sexo recién rasurado y esperando la reacción de su marido. Andrés se queda totalmente paralizado. Nunca ha visto a su mujer así y le sorprende. Se arrodilla entre las piernas abiertas de ella mirando su sexo sonrosado, abierto, mojado “¿te gusta torete?” “joder…. “ no acierta a decir más. Se tumba boca abajo entre las piernas de ella empieza a lamérselo, a chupárselo y a mordisqueárselo a Martina sin parar. Martina cierra los ojos, agarra la cabeza de su hombre apretándola contra sus ingles y disfruta de la pasión arrebatada de la situación. No tarda más de unos minutos en alcanzar un primer orgasmo, intenso y largo que Andrés aprovecha para dar por finalizado el cunnilingus. Se pone de rodillas entre las piernas de Martina y la penetra sin contemplaciones con unas embestidas constantes y profundas. Martina tiene su segundo orgasmo en apenas un minuto y un tercero tres minutos después, coincidiendo con una intensidad de los jadeos de Andrés, que empiezan a evolucionar hacia gruñidos poco antes de eyacular dentro de su mujer bombeando ya a un ritmo decreciente hasta quedar parado dentro de ella jadeando y sudoroso.

Martina abre los ojos, con la respiración alterada por la intensa follada y por el peso de Andrés sobre ella. Nota el semen de Andrés escurriendo fuera de su vagina y deslizándose hacia su ano y se da cuenta de que no han cerrado ni una cortina y que desde la cocina Ana y Miguel podría haberlos visto.

Sonríe, imaginándose a Ana mirando por la ventana y masturbándose mientras les ha observado. Le gusta la idea de que su jefa se ponga cachonda con su marido, le da mucho morbo que lo desee, como le ha confesado en estos días atrás.
dios mio por que te haces esperar tanto,si estamos todos entrando en la pagina haber si has escrito algo,con lo bien hilado que lo llevas
te lo rogamos oyenos
 
Jordi mira a Marta, que le sonríe pícara mientras se abre el escote lo suficiente para que se vea el encaje del sujetador negro que se ha puesto para recibir el año. Su hijo acaba de salir por la puerta de fiesta un rato tras las campanadas y van a tener intimidad por primera vez desde antes de Nochebuena.
“¿me vas a poner una peli guarra de esas que te gustan? Ya has visto que me he puesto la lencería que tanto te gusta…..”
“Por supuesto, vete preparando que voy”.
Jordi busca el portátil, lo abre y busca la última película que se ha bajado. Como siempre, es de temática de iniciación de una mujer casada en el mundo liberal o de iniciación de una mujer en el mundo de los cuernos consentidos al marido. Lleva años incitando a Marta a dar el paso y aunque ella se resiste formalmente, aunque la humedad de su sexo la delata cada vez que sale el tema.

Llevan juntos más de 30 años y tras una experiencia previa poco satisfactoria con otro novio anterior, a Marta Jordi le descubrió la variedad y la calidad de las relaciones sexuales. Son amantes apasionados y disciplinados, que mantienen constancia y en su actividad sexual y siempre están pendientes de que el otro disfrute como más le gusta. Para muchas parejas, podrían ser motivos de envidia por la calidad y cantidad de su vida sexual, pero…. La curiosidad ha prendido en ambos desde que Jordi empezó con el tema de la vida liberal y a Marta le pica la curiosidad. Pero el “qué dirán, y sobre todo, cómo reaccionarían viendo al otro tener sexo con otra persona a Marta le pesa mucho para frenar ese impulso.

Por fin Jordi da con el fichero correcto en el portátil, una película llamada “Luxure, mujeres obedientes” y después lo conecta a la TV que tienen en el dormitorio. Cuando se gira se encuentra a Marta en lencería sonriéndole recostada encima de la cama y llamándole con el dedito para que se tumbe junto a ella. El conjunto de liguero, tanga y sujetador semitransparente de color negro le encanta y le queda fenomenal. Las medias negras con una costura en la parte anterior de la pierna han tenido a Jordi en guardia toda la noche, porque sabe que solo se pueden poner con el liguero. Desde que detectó esas costuras andando detrás de ella mientras preparaban la cena, sabía lo que iba encontrarse.

Marta luce a sus cincuenta y tantos espléndida. Con buen tipo, piel cuidada y un cuerpo tonificado y totalmente natural. Su verano sigue pasando por el uso exclusivo del bikini y sus piernas lucen preciosas en cuanto se pone una falda. Sin duda, aparenta menos edad de la que su DNI implacablemente refleja.

Jordi se quita toda la ropa y se queda con un boxer. Se tumba junto a su mujer tras darle al “play” en el ordenador y ambos se ponen a ver la película. La primera escena es sobre una mujer a la que el marido conduce a un parking para que la usen varios hombres delante de él. La mujer se deja hacer de todo y enseguida está rodeada de pollas duras que la penetran por todas partes mientras ella mira a su marido que mira la escena masturbándose.

A Jordi se le pone dura enseguida con la acción y porque invariablemente la mente le hace imaginar que es Marta la protagonista, usada por varios desconocidos delante de él. Su polla palpita dentro del boxer y Marta ve el movimiento de reojo.
“Si que te está gustando ¿eh?”
“Si, cielo, ya sabes, me imagino que eres tú en esa situación y….”
“Que cochinote eres…. Con lo celoso que eras de recién casados…”
“Es verdad, pero desde hace unos años ya sabes que es mi fantasía que tengamos sexo con otros”
“¿De verdad te excitaría verme hacerlo con otro?”
“Mucho, lo sabes, te lo he dicho muchas veces, y creo que es bueno poder probar otras cosas, llevamos 32 años juntos y … oye estamos en la edad de experimentar cosas nuevas en el sexo sin tener miedo a que nuestros sentimientos se vean afectados”
“Tú lo que quieres es zumbarte a alguna jovencita que está más buena que yo”
“Ya te he dicho muchas veces que no, lo que me interesa es tener sexo con gente normal, como tú y como yo, nada de cuerpos de gimnasio”
“¿Entonces no me lo puedo montar con un jovencito mazado con tableta de chocolate? ¿quieres verme con señores mayores con barriga solamente?”
“Marta, mira que le das vueltas a lo que digo… ¡ que no! Lo que te digo es que no hace falta que sean gente de cuerpazo, que seguro que los hay de todas clases en este mundillo”
“Calla tonto, que me encanta vacilarte. Por cierto, que zorrón la tía esta de la peli, se la están tirando tres machotes y parece que podría con tres más”
“¿Te gustan los tres maromos?”
“No están mal”
“¿qué polla es la que más te gusta?”
Marta se ríe y se la agarra a Jordi por encima del boxer, que ya está húmedo del líquido preseminal que rezuma de su polla dura.
“Esta”
“Vaya hombre, la respuesta de siempre”
“La más lógica, maridito, porque es la que tengo más a mano”
Se la saca con delicadeza y empieza a masturbarlo lentamente
“¿No acabamos de ver la peli?
Marta ataca con más ritmo sin contestar.
Jordi entonces pasa una mano por encima de la de Marta y le acaricia su sexo por encima del tanga.
“estás empapada, que guarra eres”
Marta sonríe en silencio sin dejar de masturbarlo.
Entonces Jordi aparta el tanga a un lado y la acaricia directamente los labios vaginales.
Marta está realmente cachonda y su vagina bien lubricada, lo que hace que los dedos de Jordi resbalen hacia dentro con facilidad. Su mujer suelta un gemidito cuando nota uno de sus dedos entrar levemente para luego buscar su clítoris y acariciarlo con toda delicadeza al principio para luego empezar a moverse rítmicamente.
Ambos notan su respiración acelerarse.
No paran de masturbarse peor sus bocas se buscan y juegan con sus lenguas.
Jordi abandona la el coño de Marta momentáneamente para quitarle el sujetador y acariciar sus pechos, de tamaño mediano y siempre con los pezones bien duros en cuanto se los acarician. Después, los lame y mordisquea unos instantes y finalmente vuelve a meter la mano entre las piernas de Marta que la recibe con un nuevo gemido de aprobación.

El tempo de la masturbación mutua se acelera, como la respiración de ambos y Jordi se da cuenta de que ha llegado el momento de procurarle a Marta el orgasmo que está deseando tener. Se mete de rodillas entre las piernas abiertas de Marta y levanta sus rodillas con sus manos y observa su sexo abierto y bien lubricado y se lanza a devorarlo con su lengua que juega con su clítoris durante unos instantes antes de que con sus labios lo atrape succionándolo dentro de su boca.

Marta levanta la pelvis y gime
“así, así,… ufff que bueno, no pares”
Jordi se afana en mantener succión y estimulación con la lengua a un ritmo constante, implacable, notando como el cuerpo de su mujer le va anunciando que el climax no está lejos. A medida que la respiración de Marta se acelera hasta el jadeo, ataca con más fuerza de succión y más velocidad de lamida hasta que Marta comienza a gemir con fuerza y levantando la pelvis hacia la boca de Jordi y la cabeza presionándola contra su sexo. El gemido largo y profundo acompaña el intenso orgasmo hasta que se agota.

Entonces Jordi se pone de rodillas entre las piernas de Marta y sin más preámbulos entierra su miembro duro en las entrañas de su mujer.
Marta vuelve a gemir con fuerza mientras Jordi empieza a follarla con intensidad y pasión. Ambos jadean, ambos gimen ambos se buscan con la mirada durante unos instantes hasta que Marta cierra los ojos y se concentra en sus propias sensaciones. Relaja sus caderas, relaja los brazos y se deja hacer, aunque Jordi nota las contracciones que la vagina empieza a tener, anunciando la inminencia de un orgasmo imparable que estalla en breve con un largo gemido de Marta con los ojos cerrados durante el cual vuelve la tensión en caderas y brazos buscando una penetración más profunda, hasta exigir que Jordi se quede quieto durante unos instantes.

Después, Jordi sale de ella y se pone de pie a los pies de la cama. Ella se sienta delante de él y agarrándola con una mano se la empieza a chupar con todas sus ganas. Jordi la acaricia la cabeza mientras él le folla con su boca durante unos momentos.
Cuando Jordi nota que va a correrse, la saca, y empieza a masturbarse mientras ella echa la cabeza hacia atrás sujetando con sus manos sus tetas delante de su marido.

Tras unos instantes, Jordi empieza a eyacular sobre el pecho de su mujer, hasta que lo deja cubierto de gotas blancas y densas.
Después se besan brevemente en los labios. “Feliz año cariño” “Feliz año”.
Después el agarra unos kleenex para limpiar su propio semen del pecho de ella con delicadeza mientras piensa “alguna vez, veré tus tetas cubiertas del semen de otro”. Marta, recostada sobre sus codos lo mira mientras la limpia e imagina a su marido limpiando el semen de otro de sus tetas.
 
Después de aquel fin de semana en La Muñoza, la vida sexual de Ana y Miguel nunca volvió a ser la misma. A su ya fogosa sexualidad, se agregaron sesiones de sexo muy intensas de la pareja con Pedro. Invariablemente, Cada cuatro o cinco semanas, según disponibilidad de las casas de los padres de los tres, acababan aprovechando cualquier hueco para dar rienda suelta a sus pasiones y hacer un trío de nuevo.

La nueva situación no afectó en absoluto a su relación de pareja. Seguían profundamente enamorados el uno del otro, pero separaron por completo el sexo y el amor. Ni siquiera follaban igual los dos durante los tríos que cuando estaban solos. Miguel en esas situaciones era menos amoroso y mucho más rudo y a Ana eso la excitaba enormemente.

“Cuando lo hacemos con Pedro me follas, no me haces el amor” le dijo después de una de aquellas sesiones de trío.
“Es lo que me sale Ana, no me preguntes por que…. Pero es más sexo que amor”
“Precisamente cariño, de eso se trata, me encanta que lo hagas, es como tener dos hombres en uno. El que me hace el amor y el que me folla y me comparte”

Para Miguel, ver a su chica disfrutando con Pedro solo le producía una excitación y un morbo infinitos. Tras haberla visto retorcerse de placer en esas sesiones, consideraba que era su obligación dejar que ella disfrutase de su cuerpo todo lo que quisiera. No le acomplejaba ser menos dotado que Pedro, ni poder competir en aguante, lo aceptaba como un hecho tan normal como ser de día o de noche. Incluso consideraba que era afortunado al haber podido ofrecer a Ana sin querer una vida sexual más completa y sin complicaciones románticas con el otro miembro del trío. Para Miguel, todo estaba bien.

Pedro, por su parte, se consideraba un privilegiado, primero porque tenía a Ana siempre a su disposición y luego por que le resultaba especialmente morboso que su novio estuviese presente y participase. Entendió desde el principio que del tacto que tuviese con ambos, dependería lo mucho o poco que pudiese durar la situación, por lo que desde el primer día aplicó toda su buena educación e inteligencia a estirar el morbo de cada sesión sin provocar malas reacciones en ninguno de los dos. Era un amante poderoso con ella, pero siempre con un guante de seda y buscando la aprobación de Miguel, aunque fuera tácita. Sin embargo, en el fondo de lo que más disfrutaba era de su superioridad sexual sobre Miguel. Le excitaba el doble hacerlo con ellos sabiendo que era mucho mejor amante que él. No le interesaba el amor romántico con Ana, por mucho que le gustase, lo que él quería era su cuerpo y su sumisión sexual.

Ana se sentía poderosa y afortunada. Había descubierto su “yo” más sexual gracias a la generosidad de su novio y a la vez había encontrado un amante fabuloso que la hacía alcanzar cotas de placer desconocidas. No tenía tampoco ningún tipo de atracción romántica por Pedro, pero casi había desarrollado una especie de dependencia sexual. Necesitaba sentirle dentro, necesitaba sentirse usada por él y delante de Miguel. Le daba una mezcla de placer y morbo a la que se había hecho adicta, aunque sabiendo que era algo que podía romperse en cualquier momento. Se lo dijo a Miguel una noche mientras sentada a horcajadas en el asiento trasero del coche hacían el amor.
“El día que se eche novia, se nos acaban los tríos”.
“¿te importará mucho?”
“me gusta su polla y como lo hace, pero no es el único hombre en el mundo”
“¿buscarías a otro?”
“me preocuparé de ese problema cuando lo tenga, vamos nene, cómeme las tetas”

Seis meses después del fin de semana en La Muñoza y apenas un mes después de aquel polvo en el Parque del Oeste, Pedro desapareció durante las vacaciones de verano sin dar señales de vida. Cuando volvieron a verlo en septiembre, iba de la mano de una rubia muy pija a la que presentó como Lourdes y de la que no se separaba ni a sol ni a sombra. Era una mujer delgada, casi sin pecho, muy diferente de Ana. Estaba un curso por debajo de ellos y Pedro la había conocido en una fiesta en Mallorca. Era hija de unos conocidos de la familia.

La chica era bastante tímida y al principio le costó coger confianza con Miguel y Ana, pero acabó participando de las conversaciones con normalidad y acabó de charleta con el grupo al segundo día que coincidieron en la cafetería. Fue entonces cuando aprovechando un viaje a la barra a por unas cervezas, Ana se acercó a Pedro en el tumulto de la barra y le preguntó abiertamente en voz muy baja
“¿te has echado novia formal? ¿Ya no quieres nada conmigo?”
Pedro la miró riéndose
“Yo siempre querré hacer de todo contigo. Cuando quieras y donde quieras”
Mientras se lo decía le tocó un pecho disimuladamente con una mano.
Luego le guiñó un ojo.
¿Qué pasa? ¿tienes celos?”
“Uy Pedrito…. no te hagas ilusiones que no estoy por ti. Lo único que me interesa de ti es un rato de esto cada cierto tiempo” le contestó Ana agarrándole el paquete disimuladamente.
Pedro volvió a reír.
“Además, no creo que sea incompatible con tu Barbie que nos demos un revolcón de cuando en cuando ¿no?. Ni siquiera tiene porque enterarse”
Ahora Pedro la miró en silencio 30 segundos antes de preguntar
“¿nos vamos los cuatro a La Muñoza el finde?”
“Uy que moderna la Barbie… ¿La compartes con otros? No te pega…”
“La quiero compartir contigo”
“¿Y Miguel?”
“Ella solo para ti y para mí. Miguel contigo. Bueno, o con la alemanita”
“¿Qué alemanita?”
Miguel contestó moviendo la mano como si estuviera masturbando un pene imaginario…
Ana se quedó en silencio sonriendo.
“hablo con Miguel y te digo, no se si le va a gustar lo de la alemanita, observa como mira a la Barbie”.
Pedro se gira y ve a Miguel riéndose con Lourdes en un aparte del grupo.
"Repito: a Lourdes no la va a tocar"
"Uy que posesivo.... hay que compartir los juguetes con los otros niños, sobre todo si ellos te dejan jugar con los suyos"
"Lo tomas o lo dejas Ana"
Ana ahora le acaricia el paquete con disimulo durante unos instantes antes de zanjar la cuestión
"Ya me ocuparé yo de que mi chico no toque a tu Barbie.... tu ocúpate de que yo disfrute"
"Vas a gozar como una perra"
"No espero menos"

Con una caña en cada mano, vuelve a la mesa notando la humedad en sus bragas.
Cuatro días más tarde, estaban colocando sus cosas en los dos dormitorios de la otra vez en La Muñoza.
 
Última edición:
Se pone interesante ese próximo fin de semana..... y Miguel como reaccionará?????
 
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