Hablar de tetas y culos es maravilloso, dónde va a parar.
¡Pero a veces merece la pena abandonar esa deliciosa temática, como has hecho tú aquí. ¡Menudo curro tan metódico, elocuente y razonado para argumentar algo tan complicado como el poder femenino! Maravilloso, me ha gustado c̴a̴s̴i̴ ̴t̴a̴n̴t̴o̴ ̴c̴o̴m̴o̴ ̴l̴a̴s̴ ̴t̴e̴t̴a̴s̴ ̴d̴e̴ ̴P̴r̴i̴n̴c̴e̴s̴a̴c̴h̴i̴c̴l̴e̴ mucho!
No estoy muy puesto en toda esta poética de la dominación/sumisión y en el trasfondo del concepto de amo/ama. Pero me interesa mucho todo lo relacionado con los mitos y me atrevería a aportar tres figuras que, quizá (no estoy del todo seguro, yo sí que estoy meando fuera del tiesto) también se puedan asociar con esos arquetipos del poder femenino:
1-Inanna como primera gran diosa diosa de la fertilidad, el cielo y la tierra, nacida en la cuna de la civilización (Mesopotamia) y que después tuvo un desarrollo en otras divinidades posteriores, como las famosas Ishtar y Astarté. A ella se asocian rituales sexuales, pues en aquella época no existían los tabús que vinieron después con la religión cristiana y la manera de honrar a la divinidad era, justamente, a través del fornicio. Es, pues, la primera representación de la sexualidad como fuente de poder.
2-Lilith, la primera mujer según la tradición rabínica y que es una de las figuras que más fascinante me parecen. Cuenta la leyenda que cuando Dios le creó una compañera a Adán, el resultado fue Lilith (o Lilitu), quien se negó a someterse al poder del varón y, por ello, fue desterrada del Paraíso y sustituida por Eva (en algunas versiones afirman que ella abandonó a Adan voluntariamente). La Lilith desterrada se convirtió en un demonio nocturno y en el origen del mito del súcubo y también del vampiro. De ella solo queda rastro en nuestra biblia en Isaías 34:14 (y no en todas las traducciones, que cambian la palabra Lilith por lamia o demonio): "Los gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro llamará al otro; también allí reposará Lilit y en él encontrará descanso".
(Esta figura me ha fascinado tanto que cuando viaje a Londres por primera vez, quise ir al Museo Británico para ver, entre otras cosas, el llamado relieve de Burney, que representa una figura alada identificada como "la reina de la noche", que algunos autores identifican como a Ishtar y otros como la mismísima Lilith):
3-Salomé: en este caso, no tanto por el relato bíblico (que también, sino por la influencia que tuvo en el siglo XIX, donde fue un mito sorprendentemente revivido por movimientos como el simbolismo y autores como Oscar Wilde, que le dedicó una obra de teatro (posterirmete convertida en ópera por Richard Strauss) t pintores como Munch o Klimt, y sentó las bases del actual concepto de femme fatale, cuyo capricho la hace poderosa, y acaso también podamos relacionarla con el concepto de ama.
No sé si estas aportaciones están muy fuera de lugar con lo que tenías en mente, J. Pero estos temas que nos recortan a nuestra tradición cultural siempre me han gustado mucho. Perdón por el rollo y por entrometerme en la conversación.
Mi corazón late al compás de tu exposición y nunca, nunca, te disculpes por salirte del tiesto. Compartir nos hace mejores.
Me he levantado muy pronto hoy para intentar responder y no dejarlo para más tarde. Creo es una vertiente muy acertada tu mirada desde otros mitos.
Princesa en el éter y amigo Lass se nos ha abierto un vientre oscuro donde nacen las diosas que no perdonan. Lass has tocado la primera respiración en el lodo fértil de Inanna, el grito de negación en la garganta de Lilith, y el frío capricho que hizo rodar la cabeza del Profeta por Salomé. Son la cuna, la expulsión y la sentencia.
Pero el poder, amigos, no sólo engendra, huye o castiga. También devora, teje y dicta.
Y sobre todo lo expuesto voy a tejer de nuevo la telaraña negra con otro hilo que refuerce su centro, un pilar para este viaje por el mito y la leyenda, ese que hipnotiza y nos hace convertirnos en Pandora.
Y ahora viene tu obsesión. Lilith, sí. Podría insertar muchas visiones, pero para no ser pesado y hacer un tocho-post insufrible, me centraré en ella. Qué a mí también me fascina.
Lilith no es solo una mujer; es la geometría del Deseo Propio que se impone sobre la ley divina. Imaginad la escena, amigos. Dios crea el primer aliento en el Paraíso, y en un gesto de equidad primigenia, la modela a la par de Adán, del mismo barro, de la misma humedad. Nace simétrica, no le arrebata una costilla, y es una igualdad insoportable para el macho que ya se sentía centro.
El conflicto no es por la manzana, no es por el saber; es por la posición. Cuando Adán le exige que se coloque debajo, en un acto de sumisión corporal que él cree natural, Lilith no discute. Ella se niega con el cuerpo. Su respuesta no es una queja, sino una declaración ontológica (Referirse al ser y la realidad, sin más):
"¿Por qué he de postrarme yo debajo de ti, si ambos fuimos creados del mismo polvo?".
En ese instante, ella inventa la dignidad y la convierte en un arma.
Su exilio no es un castigo pasivo; es una elección violenta de libertad. Ella pronuncia el Nombre Inefable de Dios, no para pedir perdón, sino para elevarse por los aires. Imagina el sabor del éter en su lengua al huir, el olor a tierra virgen y a barro roto. Ella no es desterrada, abandona el Jardín. El Paraíso se convierte en una jaula al minuto en que ella ve la posibilidad de ser dueña de su propia respiración y de su propio gozo.
Al ser desterrada, su cuerpo se transforma de compañera igualitaria a Demoniaca de la Noche. Ella se convierte en la Súcubo, la ladrona de semen, la que visita los sueños húmedos del hombre. Su cuerpo, que se negó a servir como receptáculo en la pose dictada, ahora se toma lo que quiere. Ella roba la esencia, la energía vital, convirtiendo el acto carnal en una afirmación de su propia carencia de alma y de su absoluta soberanía. Los sueños del hombre se convierten en su territorio privado, su dormitorio personal.
El rastro de su nombre en el Libro de Isaías, donde se posa en el desierto y encuentra su descanso, es un susurro de su victoria. Ella encuentra paz fuera del orden, en la aridez donde la ley de Dios no tiene jurisdicción. El desierto es su templo, y su soledad, su corona.
Para tí Lass, Lilith es la prueba viviente de que el poder supremo reside en la autodeterminación. Ella nos enseña que, en el juego de Dominio, la verdadera autoridad comienza con la capacidad de negarse a la sumisión obligatoria y con el derecho a dictar las condiciones del propio placer, incluso si eso significa convertirse en un mito oscuro, en el origen del deseo que castiga, en la Reina de la Noche cuyo pecho inspira tanto el terror como la más ardiente fascinación. Ella es el eco de la primera palabra dicha en voz alta:
No.
Creo que ella es tal vez la primera referencia en el pensamiento humano de la libertad con todo lo que conlleva: Placer y dolor.
........
Y vuelvo a decir lo mismo. No sé sí estoy pasándome con tanta palabra y pensamientos de tres al cuarto de filosofillo de andar por casa, y sería mejor hablar de sexo. Creo que nuestra anfitriona tendría que darnos un castigo o un gozo ( Por su esencia de Ama)... Ya que por ella inicié esta telaraña seudo intelectual.
Y me tenéis baldado de tanto leer e investigar.




J. En estado de ebullición.