Dos Hermanas

Creo que Rocío ya se ha descrito a ella misma, en este último capítulo. Increíble el desprecio que hace sobre su marido y familia, uno puede tener una vida liberal como la vuestra, pero a mí me trata así con ese desprecio y la mando a la mierda y le cortó la llamada. Respeto tú forma de ser y persar, me he quedado bloqueado de como te ha tratado y además estando con su amante mientras hablaba contigo, eso es humillación.
Yo no quería decir nada para no ofender, pero pienso igual. Mucho que desear ha dejado la actitud de Ella. Demasiado bien se está portando él.
Entiendo que Allteus nos ha liberado para imaginar nuestras propias realidades de cada personaje. Así que...
Difícil lo ha tenido Juan, enamorarse de Rocío no parece haber sido una travesía sencilla de recorrer.
Probablemente, y espero, sigan juntos, seguro sobrellevando mayores sacrificios la parte de él.
Entendamos algo, el amor no es equilibrado. Quien ama más siempre arriesga o sacrifica más, porque es quien más puede perder.
Podremos considerarlo injusto, pero es una realidad intrínseca, genéticamente arraigada en nuestra naturaleza.
Debiéramos bastarnos con una base de confianza y lealtad, y de ahí construir una relación que exprese el amor mutuo.
Rocío ha faltado a la confianza de Juan, y lo más grave, no le ha sido leal.
Sus acciones antes y durante su viaje lo demuestran, fueron una serie de preparativos para consumarlo y manipularlo a él.
Se encargó de preparar el terreno con Ernesto dándole "algunos adelantos", luego le ofrendó con todas las libertades a Loli, ya con todo consumado, sin consensuarlo ni pedirle permiso, sólo le avisa lo que ocurrirá el finde.
Él estaba en todo su derecho de negarse, puesto que ella había sobrepasado todos los límites de su ya liberal matrimonio.
Qué habría sucedido si le hubiese prohibido viajar? Nunca lo sabremos, él la ama demasiado para negarle algo.
Por lo que no esperemos una reacción tan determinante de Juan al ver el comportamiento tan decepcionante, hasta humillante, de su esposa durante el viaje.
Lo triste de esto, que creo Juan lo presagiaba, y en su corazón esperaba estar equivocado.
Lo está pasando mal esperando su regreso.
 
Pues por eso mismo. Ella no se merece un buen hombre como él. Entiendo que esté muy enamorado de ella. La cuestión es sí es mutuo, porque no vale la pena estar con una mujer que no te quiera. Y tengo dudas de que ella le quiera. Si estoy equivocado, me alegraré. Pero ella no se está portando nada bien, y por mucho que esté enamorado, tiene que sacar carácter y dejarle las cosas claritas. Me cae mejor Lola.
 
Como si su ausencia fuera una circunstancia normal sin ninguna otra implicación, como si estuviera fuera por cualquier otra razón diferente a estar follando con su amigo, habíamos resuelto la intendencia familiar del domingo, seguramente -sospechaba yo- mientras el sujeto magreaba su cuerpo o mientras ella misma lo hacía con él.

**************

Recogí nuestras ropas, esparcidas en el porche del jardín, me puse mis bermudas y mi camiseta, para no seguir desnudo, dejando sus prendas lo mejor ordenadas posible en un sofá, antes de entrar en la cocina para preparar el desayuno.

Café, tostadas… un desayuno muy convencional.

Apareció media hora después en la cocina vestida con una bata ligera de su hermana. Estaba verdaderamente guapa. Loli tiene, incluso recién levantada, esa apariencia siempre fresca y agradable de las mujeres dinámicas muy delgadas. Seguramente se había acomodado algo el cabello, pero nada más, apenas unas cuantas veces metiendo los dedos en su cuero cabelludo, agitando el cabello a medida que los dedos, a modo de peine, se deslizan hacia las puntas, con unas ligeras sacudidas en el camino.

¡He visto tantas veces ese gesto en las dos hermanas!

-¡Buenos días!

-Buenos días… ¿Has dormido bien?

Me intrigó su mirada antes de responder. No supe deducir, de su mirada, qué estaría sintiendo.

-Sí. He dormido bien. ¿Y tú?

-Yo muy bien-respondí-, he de reconocer que me cuidaste muy bien- añadí con la intención de introducir algo de humor.

Su respuesta era inquietante.

-No sé, Juan. Igual nos hemos pasado un poco.

Estaba dando en el clavo. Ese mismo pensamiento había rodado por mi cabeza desde que me desperté. Igual nos hemos pasado un poco… o mucho. Sin Rocío ni Carlos, nos habíamos regalado mutuamente una sesión de sexo desenfrenado, de placer total. Mi mujer y yo no habíamos hablado de tener estos encuentros a solas con otras personas, sin las respectivas parejas, y estoy convencido de que Carlos y ella tampoco habían previsto, ni mucho menos, esa posibilidad.

Incluso si su hermana le había hecho el encargo de “cuidarme” con doble intención, Loli y yo habíamos llevado nuestro encuentro mucho más allá de un polvo, mucho más allá de un encuentro sexual. Habíamos dormido juntos, como un matrimonio, compartiendo cama unidos en un abrazo, sustituyendo a nuestras respectivas parejas también en ese muy íntimo acto de dormir.

Estaba muy hermosa, mientras desayunaba, la niña.

-¿Te arrepientes?

Volvió a clavarme sus ojos, levantándolos del desayuno, con aquella mirada indescifrable.

No… no es eso.

-Tendremos que explicárselo a tu hermana y a Carlos.

-A Carlos ya se lo he explicado. Le he llamado antes de bajar a desayunar.

No pregunté. Me limité a mirarle. Prosiguió.

-Me ha dicho que no me preocupe, que no es que le guste que no lo hayamos hablado antes, pero que si lo hubiéramos hablado él hubiera dicho que no le importaría.

-¿Le has dicho que hemos dormido juntos?

-No… De los detalles no hemos hablado…

Antes de que acabara la frase mi mano había rodeado su nuca, empujando su cabeza hacia mí, hasta invadir su boca con mi lengua. Fue un beso prolongado, húmedo, de lenguas con sabor a café, un beso doméstico pero también morboso y encendido, un beso eterno que se acompañó de caricias bajo aquella bata tan conocida para mis manos.

Follamos con ella sentada en la mesa, rodeando con sus piernas mis caderas y con sus brazos mi cuello. Un polvo lento, casi perezoso, dulce…

Un polvo como son los polvos de los matrimonios los domingos por la mañana, recién despertados… con una única diferencia, ella no era mi mujer, sino su hermana.

Sentí la necesidad de tenerla suspendida en mi cuerpo. Sujetándola por las nalgas la levanté de la mesa.

Se corrió aferrada a mi cuello, rodeando con sus muslos mi cuerpo, sostenida sólo por mi verga ensartada en ella y por mis manos bajo sus muslos, clavándome en el pecho aquellos pezones grandes hasta la exageración y durísimos como balas.

Me corrí en aquella misma posición, sintiendo apagarse su gemido característico, sosteniéndola con todas mis fuerzas, acentuando el ritmo de sus brincos contra mi vientre y temiendo que me fallaran las piernas y rodáramos por el suelo.

Me corrí sellando su boca con un beso que duró hasta más allá de las intensas convulsiones que acompañaron aquel maravilloso momento.

No estoy seguro, pero…

Pero creo que mientras estaba alcanzando aquella sensación inigualable a la que me había llevado, oí clara y nítidamente un bello “te quiero” que se escapó de sus labios… y de su corazón.

******



Necesitaba dormir.

No quería, no podía, no debía estar despierto.

Era consciente de que estar despierto significaría una tortura. Soy, por cultura propia y por deformación profesional, algo obsesivo en la construcción de hipótesis, elaborando suposiciones varias y determinando, con procedimientos deductivos, las más probables de entre las diferentes construcciones.

Cuando sucede con temas en los que se implican emociones, el tiempo que transcurre hasta el conocimiento de lo realmente sucedido hiere como un afiladísimo cuchillo, generando además una desazón insoportable.

Tras preparar la cena a mis hijos, comer algo con ellos y retirarnos todos a nuestras habitaciones, la perspectiva de una noche entera a solas con mis pensamientos se presentaba como algo atrozmente insoportable.

No acostumbro a consumirlas, pero tengo siempre al alcance alguna pastilla para dormir, de esas de marca superconocida, que obra el milagro de transportarme al sueño en pocos minutos.

Gracias a Dios (y a la farmacología) disfruté de un sueño profundo, reparador y, sobre todo, despreocupado.

Al despertar, la primera sensación que tuve fue la de serenidad. Dormir profundamente me había hecho bien.

Pude levantarme con una inmensa pachorra, como si se hubiera producido una completa aceptación de todo aquello que hubiera sucedido, de lo que el destino, por otro lado inevitable, hubiera deparado.

Preparé el desayuno para nuestra hija y para mí, sabiendo que el mayor ya había salido para acudir, temprano, a la actividad deportiva que practica en el club más importante de nuestra ciudad, en unas instalaciones bastante cercanas a nuestro domicilio.

Dediqué un tiempo prolongado, después de desayunar, a asearme lenta y pacientemente, vestirme dando cumplido repaso de todas las prendas que finalmente vestí…

Fue entonces que miré el teléfono. Eran, lo recuerdo como si fuera ahora mismo, las 10:32 de la mañana.

Aparecían varias llamadas de Rocío.

La primera, de las 12:29 de la noche anterior. Habíamos conversado sobre las 10 de la noche. Dos horas y media después me había vuelto a llamar, sin que yo lo hubiera oído.

La segunda, de las 6:28 de la mañana. Tampoco me había despertado. Debo reconocer que caí como un bendito, víctima de los efectos potentes y eficaces de aquellas pastillas.

Comenzaba a sentir preocupación -y remordimiento- por haber estado tan ausente, por haberme situado fuera de las mejores condiciones para responder a cualquier necesidad.

Había otra más, de las 8:35 de la mañana.

Acudí de inmediato a los dos sistemas de mensajería que utilizamos indistintamente. Primero al Whatsapp, el más frecuente y fácil de usar entre nosotros.

Tenía 26 mensajes de Rocío.
 
Sinceramente, me gusta más la Hermana Loli y ese Te Quiero que se le escapó es significativo. O simplemente fue que se dejó llevar por el momento.
Me parece muy bien que el no atendiera a las llamadas y los mensajes, aunque fuera porque estaba dormido.
Ahora a ver qué pasa cuando se vean.
 
Ten en cuenta Allteus, todas las opiniones y críticas que como lectores aportamos, las hacemos constatando hechos que el relato nos muestra.
Coincido en que Loli podría haber sido mejor pareja para Juan, parece más honesta y generosa entregando su cariño.
Casi todo lo que Juan recibe de Rocío es producto de algún juego previamente manipulado, quizás sin maldad, pero ciertamente lo hace en su propio beneficio, narcisista tipo.
Creo, este "affaire" que Rocío mantiene con Ernesto, ha escalado emocionalmente con este viaje, y afectará muy seriamente su matrimonio. No olvidar que son colegas que a diario se ven.
Para mi es inaceptable la emboscada que sufrió Juan para tener que aceptar la decisión de Rocío y el descaro con que ella ha actuado.
Me pregunto si Juan lo considerará una infidelidad, siendo lo que el sentido común a la mayoría nos dice.
Por muy íntimo que parezca, lo de Loli fue planeado por Rocío, seguro creyendo con eso equipararse y lavar su conciencia.
Vendrán excusas, arrepentimientos, disculpas y promesas, de aquí y allá, pero Juan sabe que ella cruzó los límites de confianza y respeto.
He leído por ahí que el instinto de supervivencia es tan previsor en nuestro cerebro, que a veces logra autoconvencernos de ciertas situaciones para protegernos de una realidad que no podríamos gestionar saludablemente, que nos daña y causa conflicto emocional. Interesante no?.
 
A Juan no le está gustando nada lo de su mujer con Ernesto, pero eso a ella le da igual .
Como esto va de opiniones, a mí me costaría seguir con una mujer que ha hecho esto y encima se pone borde o no se le puede decir nada sobre su actitud. Y ahora habrá que ver su actitud cuando lo vea.
Insisto que Loli me gusta bastante más y no sé si ella está empezando a sentir algo por Juan, pero ese " te quiero".....
 
Ten en cuenta Allteus, todas las opiniones y críticas que como lectores aportamos, las hacemos constatando hechos que el relato nos muestra.
Coincido en que Loli podría haber sido mejor pareja para Juan, parece más honesta y generosa entregando su cariño.
Casi todo lo que Juan recibe de Rocío es producto de algún juego previamente manipulado, quizás sin maldad, pero ciertamente lo hace en su propio beneficio, narcisista tipo.
Creo, este "affaire" que Rocío mantiene con Ernesto, ha escalado emocionalmente con este viaje, y afectará muy seriamente su matrimonio. No olvidar que son colegas que a diario se ven.
Para mi es inaceptable la emboscada que sufrió Juan para tener que aceptar la decisión de Rocío y el descaro con que ella ha actuado.
Me pregunto si Juan lo considerará una infidelidad, siendo lo que el sentido común a la mayoría nos dice.
Por muy íntimo que parezca, lo de Loli fue planeado por Rocío, seguro creyendo con eso equipararse y lavar su conciencia.
Vendrán excusas, arrepentimientos, disculpas y promesas, de aquí y allá, pero Juan sabe que ella cruzó los límites de confianza y respeto.
He leído por ahí que el instinto de supervivencia es tan previsor en nuestro cerebro, que a veces logra autoconvencernos de ciertas situaciones para protegernos de una realidad que no podríamos gestionar saludablemente, que nos daña y causa conflicto emocional. Interesante no?.
Me interesan vuestras opiniones, y las respeto. Me hacen reflexionar sobre unos hechos que, sinceramente, nadie está preparado para vivir.
 
Me interesan vuestras opiniones, y las respeto. Me hacen reflexionar sobre unos hechos que, sinceramente, nadie está preparado para vivir.

Me tiene muy interesado tu relato Allteus, intrigado por el curso de los acontecimientos.
Una demasiado cómoda posición la nuestra, diseccionar posibles vivencias de otros que en su momento les hicieron infelices.
Leemos historia tras historia, y es inevitable encontrar en ellas pasajes que nos traen a la memoria vivencias cercanas.
Decir soy feliz sólo lo permite el saber lo infeliz que en otro momento hemos sido... Cómo conocer el calor sin haber sentido frío?
Seguro la mayoría tuvo algún día que se sintió despertando en el cielo, para luego irse a dormir en el infierno.
 
A Juan no le está gustando nada lo de su mujer con Ernesto, pero eso a ella le da igual .
Como esto va de opiniones, a mí me costaría seguir con una mujer que ha hecho esto y encima se pone borde o no se le puede decir nada sobre su actitud. Y ahora habrá que ver su actitud cuando lo vea.
Insisto que Loli me gusta bastante más y no sé si ella está empezando a sentir algo por Juan, pero ese " te quiero".....
Probable que ella regrese más cariñosa y receptiva que nunca, control de daños se llama eso.:cool:
Existen personas, hombres y mujeres, que no se relacionan de iguales, sólo les representamos piezas en su juego de ajedrez.:oops:
 
Probable que ella regrese más cariñosa y receptiva que nunca, control de daños se llama eso.:cool:
Existen personas, hombres y mujeres, que no se relacionan de iguales, sólo les representamos piezas en su juego de ajedrez.:oops:
Si te soy sincero, a mí me gustaría que dejara a Rocío y se quedará con Loli, aunque ella está con mi tocayo, no sé si esa relación es muy estable. A Loli se le ve muy bien cada vez que está con Juan y da la sensación de que siente algo por él. La cuestión es si Juan siente también algo por ella. Yo no descarto un giro y que Juan y Loli acaben juntos. Rocío está jugando con fuego y se va a quemar.
 
Cada uno es como es y lo respeto. Pero yo no estaría con una mujer que da la sensación de que está encoñada del tiparraco ese de Ernesto, que no me gusta nada de nada de nada. El debería hablarle muy clarito a Rocío, porque no se le ve nada cómodo con la situación.
Por contra, yo si veo más complicidad con la Hermana, pero la situación es muy compleja, porque Loli está con Carlos, y como dije antes, no sé si en una situación estable y Juan está con Rocío, pero aquí tengo también esa duda de si está relación en estos momentos pende de un hilo o no.
A mí el título del relato, puede abrir esa duda de si al final hay giro de acontecimientos, y poco a poco,Juan y Loli, lo que empezó con Simple sexo no acabe en enamoramiento.
Seguramente es más ni imaginación que la realidad.
Pero, desde luego, a mí me ha parecido muy bien que haya pasado de Rocío está noche. No va a ser lo que Ella quiera.
 
Cada uno es como es y lo respeto. Pero yo no estaría con una mujer que da la sensación de que está encoñada del tiparraco ese de Ernesto, que no me gusta nada de nada de nada. El debería hablarle muy clarito a Rocío, porque no se le ve nada cómodo con la situación.
Por contra, yo si veo más complicidad con la Hermana, pero la situación es muy compleja, porque Loli está con Carlos, y como dije antes, no sé si en una situación estable y Juan está con Rocío, pero aquí tengo también esa duda de si está relación en estos momentos pende de un hilo o no.
A mí el título del relato, puede abrir esa duda de si al final hay giro de acontecimientos, y poco a poco,Juan y Loli, lo que empezó con Simple sexo no acabe en enamoramiento.
Seguramente es más ni imaginación que la realidad.
Pero, desde luego, a mí me ha parecido muy bien que haya pasado de Rocío está noche. No va a ser lo que Ella quiera.

El único y gran detalle que se nos escapa, Juan ama demasiado a Rocío, incluso me atrevería a decir que más que a si mismo.
 
El único y gran detalle que se nos escapa, Juan ama demasiado a Rocío, incluso me atrevería a decir que más que a si mismo.
El único y gran detalle que se nos escapa, Juan ama demasiado a Rocío, incluso me atrevería a decir que más que a si mismo.
El único y gran detalle que se nos escapa, Juan ama demasiado a Rocío, incluso me atrevería a decir que más que a si mismo.
Y en mi opinión Rocío no se merece a Juan.
Tendría que tirar para atrás, pero creo que Ella se ha ido con Ernesto casi sin contar con su opinión y, para compensar, deja que tenga sexo con su Hermana.
Y tampoco tengo muy claro si Rocío ama a Juan cómo debería, porque no entiendo que pinta con Ernesto en vez de estar con él . Esto puede terminar estallando, porque no creo que Juan sea un consentidor y le vaya a permitir seguir viéndose con Ernesto, o no debería.
Porque una cosa es amar demasiado y otra hacer lo que a Ella le de la gana.
De todas formas no soy objetivo, porque a mí Rocío No me gusta y no me cae bien. Todo lo contrario que Loli
 
Tenía 26 mensajes de Rocío.
*************

-Hola, Rocío.

-Hola, Juan. ¿Cómo va todo?

Había un ruido de fondo de voces, gritos y rumor de olas. Estaba claro que mi mujer había ido a la playa, seguramente con los niños y algún familiar más, como casi todos los días de vacaciones de verano.

-Todo bien. ¿Y tú? ¿Todo bien? ¿Los niños bien?

No tenía más conversación posible. No tenía más palabras. ¿Cómo podía hablar con normalidad con ella, apenas una hora después de que su hermana hubiera abandonado nuestra casa, tras dormir toda la noche juntos?

¿Cómo se le dice a la esposa que anoche follaste con su hermana como dos salvajes despelotados en el jardín de nuestra casa? ¿Cómo se le explica que has pasado la noche en tu cama matrimonial con la cuñada? ¿Cómo se le informa de que esta mañana, al desayunar, has tenido con Loli un polvo muy parecido a esos polvos enamorados, esos que tantas veces has compartido con ella los domingos por la mañana, en “su” cocina?

Ella, en cambio, estaba locuaz. Tenía un tono algo diferente al habitual, pero no me pareció demasiado anómalo. Lo atribuí, sobre la marcha, a estar en la playa y en un entorno ruidoso.

Estuvo explicándome la vida que habían hecho el día antes, sábado. Las visitas a algunos familiares, los encuentros con personas conocidas, la salida con nuestros hijos a pasear a la caída de la noche, a tomar una cañita ella y unos refrescos ellos para apagar la sed y rebajar las calores, unas tapitas también para matar el gusanillo… El estrés de la distancia, del combate cotidiano con dos entre niños y preadolescentes hijos y, pese a estar rodeada de gente, la soledad.

Por mi parte, regaba la conversación con una amplia gama de esos monosílabos que permiten al interlocutor pensar que estás pendiente de sus palabras, pero que en realidad te dan la ocasión de distanciarse de su discurso, sin prestarle atención.

-¿Sí?... ¡Ah!... ¡Ajá!... ¡Ummm!

Pero no podía ser tan fácil. No. En una situación tan compleja, nada resulta fácil. Cuando ya me había desgranado casi al minuto sus cuitas del día anterior, deslizó la pregunta, con apariencia de inocua, pero clave. Lo hizo con una voz serena, pero de tono grave y entonación seria.

-¿Has visto a Loli?

Me dejó sorprendido. Y bloqueado. La pregunta tan directa no admitía ninguna maniobra dilatoria o elusiva. Recurrí a la típica…

-¿Rocío? ¿Rocío? ¿Me oyes, Rocío?

-Sí yo te oigo perfectamente. ¿Me oyes tú a mí?

No podía seguir escapándome, pero por lo menos había podido darme un mínimo de tiempo para calibrar la reacción.

-Sí, sí… ahora sí.

-Que te decía que si has visto a Loli.

El tono volvía a ser serio y grave, y la voz, perfectamente audible, no reflejaba emoción alguna, tampoco curiosidad, porque ella ya conocía, seguro, la respuesta.

En cambio yo no sabía, lo confieso, por dónde salirme. Tenía la sensación de encontrarme en un campo minado, un suelo inestable y cargado de trampas, o en un mar sereno pero extrañamente peligroso.

-Sí, sí… la he visto… vino anoche y me trajo algo de cena… ya me dijo que le habías encargado que me cuidara.

Tenía los nervios a flor de piel. Procuraba quedarme en el límite, delgadísima línea fronteriza, entre toda la verdad y la verdad a medias, diciéndole algo que nunca pudiera imputar como mentira, pero sin decirle toda la cruda y morbosa verdad.

Había caído con los dos pies en la trampa. Todo lo anterior era, nada más, el terreno resbaladizo que se inclinaba sin remedio hacia el fondo del pozo en el que me hallaría indefenso.

-Tengo entendido que te ha cuidado muy bien- aquí hizo una pausa dramática – toda la noche.

Lo sabía.

Sin duda, su hermana se había adelantado a mi llamada, y la habría puesto al corriente de nuestra noche compartida. Mi mayor preocupación era no tener claro cual había sido el grado de detalle que Loli había facilitado a su hermana, aunque podía suponer que, si no lo había hecho ya, tarde o temprano le describiría todo, todo, todo lo sucedido.

Decidí tomar el toro por los cuernos y tirar por la vía del medio.

-¿Te ha molestado?

Sin darle tiempo a responder proseguí en la ofensiva.

Me dijo que le habías encargado cuidarme muy bien y di por entendido que le habías encargado hacer lo que hicimos. ¿No era eso?

Tardó en responder. Parecía estar midiendo el contenido, el tono y la intensidad de sus palabras. Optó finalmente por una respuesta a la gallega, o sea, con una pregunta.

-Os habéis pasado un poco ¿no te parece?

Seguí su misma táctica.

-¿No es lo que querías?

Podía imaginarla sonriendo al otro lado del teléfono. ¡Me conoce tanto! Jugábamos a un juego que hemos jugado muchas veces, pero no había disfrute ni placer en la conversación. Por el contrario, más que un juego florentino de habilidades dialécticas, nuestras expresiones eran resultado de una inmensa cautela, de una extraordinaria prudencia, de un tremendo esfuerzo por medir el efecto de las palabras.

Pese a todo, su respuesta era un aserto contundente.

-No. No era lo que quería.

-¿Pero se lo dijiste o no eso de que me cuidara muy bien?

-Se lo dije, si… medio en broma, medio en serio, y pensaba que algo podía pasar, que algún juego habría… pero os habéis pasado.

Opté entonces por otra línea de argumentación, generalmente muy socorrida (salvo en estos temas).

-Tampoco hemos hecho nada que no hayamos hecho antes.

-Sólo entonces se descompuso algo su voz.

-¿No?-gritaba- ¿Nada? Sin estar Carlos ni yo, en medio del jardín con riesgo de que os vieran u os oyeran, durmiendo toda la noche juntos y de mañana, cafelito y cariñitos de parejita de novios. ¿nada nuevo?

Me dejaba otra vez sin palabras.

Se me ocurrió decirle aquella frase que desde love story no puede decirse a la pareja.

-Lo siento.

-La que lo siente soy yo, que estoy aquí de ama de casa con niños y sin marido, como si fuese una mantenida en espera de que llegue el señor de la casa, aguantando un mes de locura para que mi maridito y mi hermanita tengan una noche de amor y se encamen como novietes en mi propia cama, a vivir un romance.

Siguió desgranando, durante varios minutos, el memorial de los agravios veraniegos, la totalidad de los reproches acumulados por razones varias, pero detonadas por los polvos compartidos entre su hermana y yo.

Su expresión era agria, nada amable, muy diferente a la Rocío más normal, más equilibrada. Tal vez ella misma se dio cuenta de ello y puso fin a la conversación, volviendo a un tono más normal, pero con un mandato frio y claro.

-Bueno… vamos a dejarlo. Ya hablaremos. A ella ya se lo he dicho… no quiero que vuelva a pasar. ¿Cuándo estarás aquí?

-El sábado que viene.

-¿El sábado que día es? ¿el 31?

-Si.

-Vale. Hasta el sábado que viene.

Y colgó.
*************

Muchos mensajes. Tantos que me asustó ver esa cantidad.

No obstante, al abrir en el aplicativo su chat caí en que eran muchos más de los que sería normal por la costumbre adquirida por Rocío al escribir. Pulsa con frecuencia el enter para hacer un punto y aparte. Ocurre que, según como esté configurado el aplicativo, esa operación emite el mensaje escrito hasta ese momento, computando entonces en el contador cada frase como un mensaje nuevo.

El primero era de las 12:33, apenas 4 minutos después de la primera llamada perdida de Rocío.
  1. Te he llamado hace un momento porque quería decirte de palabra algunas cosas. Acabamos de terminar de tener relaciones y me he venido al baño para llamarte.
  2. Esta aventura ha estado bien, no ha sido nada del otro mundo pero ha estado bien, ya te contaré si quieres.
  3. Pero ahora te llamaba para decirte que te quiero y que necesitaba hacer esto desde el verano pasado, desde que Loli y tú tuvisteis aquella noche sin Carlos y sin mí.
  4. Quería saber qué se siente al estar con alguien sin que estés tú presente, y además alguien que sea muy próximo con quien pueda tener confianza.
  5. Yo lo pasé muy mal entonces, imagínate, con mi hermana y algunos celos que tuve que superar.
  6. Me sentía rara y me prometí a mi misma que yo también tendría una experiencia similar.
  7. Por eso cuando salió el tema de Ernesto y me lo propusiste me pareció bien y vi la ocasión de tener la aventurilla esta, aunque él no me llama mucho la atención, no me atrae demasiado y al tener confianza tampoco era un flirteo emocionante.
  8. Pero ahora que ya lo he hecho yo también pienso que en realidad es un poco una tontería, porque cosas más intensas que las que he hecho hoy ya las habíamos hecho con otras personas, pero juntos.
  9. Aunque claro, ahora queda lo de dormir juntos y despertarse al lado de un desconocido, bueno, de un desconocido no, pero ya me entiendes, de alguien que no estás acostumbrada a ver de buena mañana en tu cama.
  10. Bueno, procuraré llamarte por la mañana. Buenas noches, mi amor.
Sus mensajes de esa hora contenían apenas alguna información deslavazada, típico de esas comunicaciones hechas deprisa y a escondidas, como ella misma había escrito, en el baño de la habitación del hotel.

Era una información que ya conocía. Más allá de la noticia sobre que las relaciones sexuales con Ernesto habían estado bien sin ser nada del otro mundo, las confesiones sobre sus sentimientos y, sobre todo, sobre sus motivaciones para vivir aquella aventurilla -como ella misma lo había calificado- no se me habían ocultado nunca.

Las conocía, como la conozco a ella.

Las sabía porque me había anunciado, aquel mismo verano, que tarde o temprano lo haría.

Las sabía porque yo mismo había propiciado, con plena conciencia de lo que estaba haciendo, que encontrara la forma de “igualarse” conmigo en aquella cuestión.

Las siguientes comunicaciones eran de las 6:35 de la mañana. Coincidían en unos pocos minutos después de la segunda llamada recibida. El contenido, debo reconocerlo, me enternecía bastante.

11. ¡Buenos días, Juan!. Qué noche más mala he pasado.
12. Extrañaba la cama, la habitación y todo.
13. Apenas he pegado un ojo.
14. Además, Ernesto no es que ronque, pero respira fuerte y no podía dormirme.
15. Él sigue durmiendo como un bendito, pero yo no puedo. A ver si ya se levanta y nos preparamos para volver.
16. Te he llamado por si estabas despierto pero ya me imagino que a estas horas no estarás.
17.Bueno, te dejo, que me he venido al baño para llamarte y le oigo que se ha levantado ya.
18. Un beso.
******************
Nunca me ha resultado desagradable la ruta desde nuestra ciudad hasta la costa andaluza en la que Rocío y nuestros hijos habían pasado el mes de julio. El paisaje es bello, incluso en época estival. Atraviesa los encinares extremeños, se acerca a la Sierra de Aracena y acaba cruzando Sierra Morena para rodear Sevilla y desde allí los llanos que conducen a la costa.

Pero esta vez me sentía inquieto.

Durante toda la semana, desde el sábado anterior en el que comentamos mi encuentro con Loli, nuestras conversaciones telefónicas habían sido normales. Tan normales que resultaba extraño. Hablábamos de las actividades del día, de los niños, del tiempo, del trabajo incluso. Pero no de “lo otro”.

Y “lo otro”, a fuerza de estar ausente, se hacía muy presente.

Sin duda ellas habrían hablado. Estaba muy seguro de que así era. No podía imaginarme una ausencia total de comunicación entre dos hermanas que siempre habían estado muy unidas, se habían contado todas su cuitas y no se habían escondido jamás nada.

Con Carlos y Loli había hablado. Tomamos uno de aquellos días un café juntos.

-A Carlos le he dicho que me quedé a dormir porque no me encontraba en condiciones de ir para casa, que me quedé traspuesta y ya dormí en vuestra casa- me dijo Loli un rato antes de invitarme a hacer ese café con ellos.

-¿Pero sabe que lo hicimos?

-Sí, eso sí, pero sin detalles.

En realidad me estaba proponiendo tácitamente – y yo lo acepté- que no revelara todo lo sucedido. Se trataba -intuí- de quitarle hierro al desliz por la vía de reducirlo a un encuentro menor, una especie de placentero encuentro amistoso o familiar con polvo incluido, pero sin épica ni gloria, sin merecer alharaca ni fanfarria, sin otro significado que haber acompañado adecuadamente el jamón y el cava de una noche de verano.
Parecía el yogurín haber entrado en la aceptación sin problema del relato, porque su recepción fue tan cordial como acostumbra, que es sin aspavientos pero con señales de afecto.

Únicamente en un momento determinado, después de un rato de conversación banal, deslizó un “me debéis una” que tenía toda la significación que tenía, es decir mucha.

Loli estuvo ahí ágil y despierta, porque en el asiento en que estaban, metiendo la mano por debajo de la pernera de las bermudas de Carlos, le hizo un mohín con los labios mientras le espetaba:

-Ven, que te pago la deuda otra vez… ¿Cuántas veces voy a tener que pagártela? Llevas cobradas unas cuantas…

Era bastante fácil intuir que la circunstancia del sábado anterior les había provocado una nueva fase de explosión, seguramente inducida por la novedosa circunstancia de haberse producido sin la participación del marido. Una de esas cosas de la sexualidad humana europea occidental que no se acaba nunca de comprender del todo.

Y el pago que ella le ofrecía estaba claro. Muy claro. No llevaban mucha ropa encima, unas bermudas y camiseta él, pantaloncito corto, bragas y camiseta ella, así que apenas emplearon tiempo en despojarse de sus ropas y, ella, en amorrarse al tronco enhiesto de su marido, que dejándose caer sobre el respaldo del asiento comenzaba a disfrutar de los cuidados conyugales que le ofrecían.

Supe que era el momento de desaparecer, porque al menos dos motivos poderosos debían ser considerados.

El primero, la sensación de triunfo de mi cuñado, que recibía, con mi mutis por el foro, una especie de reconocimiento de su titularidad indisputada, a modo de venados que tras la batalla de cuernos entrelazados acaba el uno con la posesión de la hembra y el otro con el rabo entre las piernas.

El segundo, que tenía en breve que enfrentarme al juicio de Rocío, y no quería hacerlo acumulando más culpas que las ya obtenidas, ni siquiera en el caso de que un nuevo encuentro con ambos pudiera calificarse como continuidad delictiva en el mismo tipo.

-Bueno, pareja… os dejo, que me vais a dar envidia.

Estaba preparado para responder negativamente en caso de que hubieran hecho algún comentario o invitación para quedarme, pero estaban a lo suyo y no respondieron, ella porque tenía la boca llena de carne jugosa, él porque estaba disfrutando de la exhibición de su dominio y, lejos de querer incluirme en su momento glorioso, proclamaba su triunfo con mi marcha.

Me marché de su casa, no sin antes poder comprobar que Loli había dejado de engullir la verga de Carlos, para sentarse sobre él, dándole la espalda, y clavarse hasta el fondo en aquel mástil potente, subiendo y bajando a un ritmo acelerado que anunciaba una pronta finalización.

Su mirada, la que clavó en mis ojos antes de que saliera, era la de una hembra en celo que está poseyendo sin freno ni límite a su macho.

Mientras pasaba los kilómetros, camino de mis vacaciones, el recuerdo de aquella escena me provocaba una cierta excitación… y una sonrisa.

Duraba poco, porque inmediatamente me aparecía de nuevo la realidad que iba a encontrarme. Mi Rocío, con toda la información sobre la noche vivida con su hermana, harta de estar ejerciendo de ama de casa y el cuidado de nuestros hijos preadolescentes y, también, harta de estar sin relaciones sexuales -no me cabía la menor duda- durante casi todo un mes.

*******************
La nueva tanda de mensajes era a partir de las 9 de la mañana, media hora después de la última llamada perdida de Rocío.

19. Hola, Juan. Te he vuelto a llamar pero no coges el teléfono ¿pasa algo? Me tienes preocupada.
20. Mándame un mensaje cuando leas esto, así me quedo tranquila.
21. Aquí todo está siendo muy normal, ahora vamos a bajar a desayunar y después nos vamos a ir yendo.

¡Qué sevillana es mi Rocío! Una expresión formada con tres tiempos del verbo ir es una obra de arte posible nada más en Andalucía. Me dejaba, eso sí, la duda interpretativa de ese “todo está siendo muy normal” que, tratándose de lo que se trataba, intuía yo que significaba que habían vuelto a estar enganchados de buena mañana y mi mujer lo decía así como respuesta a una expresión mía que recordé con claridad.

22. Si todo va bien por el camino podemos llegar hacia el mediodía, pero me ha dicho que quiere invitarme a comer hoy en un sitio especial y puede que nos demoremos.
23. Ya te digo algo cuando lo sepa.
24. Pero sobre todo mándame un mensajito o algo, que sepa que estáis bien.
25. Venga, hasta luego.
26. Un beso.

Le remití un mensaje para darle tranquilidad. Breve, pero claro, en el que le decía que no se preocupara, que todo estaba bien, que había dormido hasta muy tarde y que ya me diría el qué cuando lo supiera.

Aunque aparecían las señales de haber sido entregado, pasaron dos horas más hasta que el aplicativo informaba que había sido leído.

Y otras tres hasta que recibí uno suyo.
 
Última edición:
Es tremendo. Ahora se pone celosa cuando es Ella lo que ha invitado eso.
Me da la sensación que sus encuentros sexuales con Ernesto
Han sido decepcionantes y por eso le dice lo que le dice.
En cuanto a Loli, por mucho que ahora haga algo con el marido, me da que se lo pasa mejor y hay más sentimientos con Juan, así que no vaya de guay.
 
Y otra cosa. Loli puede compensar a Carlos como quiera, pero lo que siente con Juan, me da que no lo siente con mi tocayo.
Y ya de paso que explique porque le dijo te quiero. Porque eso no se le dice a cualquiera.
 
Total. Una autoengañandose y no sé a cuento de que viene a hacer juegos sexuales con el marido delante de Juan lo cual está absolutamente fuera de lugar y la otra va en plan celosa cuando es la que lo ha propiciado.
Quizás lo mejor para Juan es alejarse de todos.
 
El primero, la sensación de triunfo de mi cuñado, que recibía, con mi mutis por el foro, una especie de reconocimiento de su titularidad indisputada, a modo de venados que tras la batalla de cuernos entrelazados acaba el uno con la posesión de la hembra y el otro con el rabo entre las piernas.

No estoy de acuerdo con esto. En ningún caso Juan es un perdedor . Ha hecho disfrutar a su cuñada y hasta le ha sacado un te quiero.
A mi Loli no me ha gustado absolutamente nada en este capítulo. Absolutamente innecesario y patético empezar con los juegos sexuales delante de él y sin venir para nada a cuento.
Todo lo bien que me caía, se ha ido al garete en este capítulo. Ha estado patética.
Lo dicho, lo mejor para Juan sería alejarse de esas personas tóxicas.
 
Para entender mejor lo acontecido en el relato debemos situarnos temporal y espacialmente.
El encuentro entre Juan y Loli, a solas en casa, inicia la noche del 23 de Julio hasta la mañana siguiente.
Mientras estaban Rocío junto a los niños acampando ese verano en la playa.
Y el viaje de Rocío y Ernesto sucede durante el finde en las Fiestas de San Isidro, a mediados de Mayo del año siguiente.
Esperando Juan con los niños en la casa familiar.
Se deduce según sus mensajes, que Rocío estuvo casi un año preparando este supuesto "desquite", para equiparar, según ella, lo de Loli con Juan.
Eso, de ser así, es una trampa muy planificada, y fríamente ejecutada. Un salvavidas de plomo su excusa.
Lo que me causa ruido es que noto en Juan un constante intento por apaciguar sus ideas negativas referente a lo obrado por Rocío.
Además me preocupa descubrir de lo que es capaz Rocío, con tal de no sentirse con alguna supuesta desventaja en su matrimonio.
Lo de Loli, ha ido escalando, se tienen un cariño muy especial y diferente, lo que podría ser trascendental para el mundo de Juan.
 
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