Cornudos consentidos. [Fotos y experiencias]. [CERRADO temporalmente. El presente hilo NO está en la sección de "Contactos" y NO es para contactar]

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EL MANTERO 2

Paso a relatar lo que mi mujer me contó que pasó cuando fue acompañada por el mantero de color cuando estábamos disfrutando de un tranquilo de playa hasta que apareció el susodicho mantero a ofrecernos sus objetos de venta.

Como ya conté, ella y él se fueron juntos al apartamento que habíamos alquilado para ese puente festivo, mi mujer con la intención de recoger más dinero para el bolso que le había gustado y él para hacer sus necesidades. Como comenté, el muchacho parecía un tío legal y buena persona de modo que no me preocupé de que fuera hacerle algo malo a mi mujer y mucho menos de que pudiera pasar algo entre ellos.

Mientras mi esposa rebuscaba en el bolso el chico se fue a mear y ya con el dinero en la mano mi mujer se acercó al baño para decírselo. La puerta estaba abierta y lo que se encontró al asomarse fue al negro de pie frente al lavabo sin camiseta y refrescándose la cabeza y el torso, lógico que estuviera haciéndolo con el calor que hacìa esos días y el sudor que debería de tener acumulado de ir de un lado al otro de la playa con la pesada bolsa de mercancías.

Sin embargo, y en palabras de mi mujer, ese instante fue un momento hipnótico, se quedó un rato, como embobada, observando sin decir palabra simplemente contemplando como ese chico se frotaba ese cuerpo joven y musculoso hasta que este se giró y la vio allí, también de pie, frente a la puerta del baño.

Fue como un hechizo, se quedaron los dos mirándose a los ojos hasta que el chico se acercó a ella. No hubo palabras, éste la abrazó y le plantó un beso en los morros sin ningún pudor. Tampoco hubo rechazo, mi mujer no quería interrumpir ese momento mágico y correspondió a ese beso abriendo la boca y dejándose hacer, sus lenguas entraron en contacto y comenzó una lucha por ver quièn de los dos conseguía introducirla más profundamente en la boca del otro.

Juntaron sus cuerpos, las manos de él fueron a su cintura para bajar inmeditamente a acariciar su culo, las de ella pasaron de abrazar el cuello del chico a agarrar con fuerza sus potentes glúteos y atraerlo hacia sí. En esos primeros momentos de pasión pudo notar la virilidad del chico contra su pelvis.

Mi mujer ya me había puesto los cuernos con otros hombres de color y ya había podido corroborar en primera persona la fama que tienen sobre el tamaño de su miembro. No obstante, en el caso de este moreno y mientras se morreaban delante de la puerta del baño, no dejaba de sentir, a pesar de que llevara aun los pantalones puestos, como la polla del chico no paraba de crecer y crecer y ponerse cada vez más dura.

Siento dejarlo aquí, pensaba haber finalizado el relato en esta segunda parte pero el tiempo o, mejor dicho, la falta de ello, me impide hacerlo. Seguiremos contando...
Me parece que tú señora se va a pegar un atracón de moreno por todos lados, ve acomodandote en la arena que la cosa va para rato
 
EL MANTERO 3

Tras unos minutos comiéndose la boca el uno al otro, el chico cogió a mi esposa y la sentó en el borde de la cama junto a él.

Poco le costó quitarle la blusa que llevaba anudada al cuello para volver a besarla y acaricarle las tetas por encima del bikini.

Fue mi mujer la que se quitó ella misma la parte de arriba del bikini porque según ella tenía los pezones tan duros de la excitación que parecía que le iban a estallar. Antes de dejarse llevar por la lujuria aun tuvo un momento de lucidez para alcanzar el móvil y mandarme un mensaje para decirme que los espera en la playa sin moverme de ahí mientras el negro le quitaba al mismo tiempo la braguita del bikini, la única prenda que le quedaba puesta.

Fue también ella la que ayudó al chico a quitarse el pantalón y los calzoncillos de un solo tirón sentada en la cama y él de pie frente a ella. Cuando vio aparecer ese barrote negro a escasos centímetros de su cara no daba crédito a que lo veían sus ojos.

Mi mujer se había follado ya numerosas pollas y algunas de considerables tamaños pero me dijo que nada comparable a semejante monstruosidad. No la abarcaba con la mano de grosor y agarrándola con las 2 manos le quedaba espacio casi para otras 2.

Se quedó tan sorprendida que no supo ni cómo reaccionar hasta que el chico le acercó el pollón a la boca. Ella la abrió instintivamente agarrándola con ambas manos y se introdujo en la boca todo lo que pudo pero apenas consiguió meterse un poco más que el capullo. Lo que sí hizo fue recorrerla de arriba a abajo con su lengua hasta los huevos incluidos de forma golosa y lasciva hasta que le chorreó tanto el coño de lo cachonda que estaba que ya no podía esperar más para sentir dentro ese pedazo de carne y se tumbó boca arriba sobre la cama con las piernas bien abiertas dispuesta a recibir esa joya de la naturaleza.

El negrazo no se hizo esperar y se tumbó encima de ella. Le volvió a meter la lengua en la boca, le comía las tetas, le succionaba los pezones pero no acaba de penetrarla. Mi mujer no paraba de jadear, sentía la polla dura como una piedra deslizarse desde el clítoris, pasando por sus labios vaginales hasta la entrada de su coño. Ese roce la estaba matando de gusto, se estaba derritiendo por dentro y sentía como le resbalaban sus propios flujos por su entrepierna.

Hubo un momento en que ya no pudo más y le pidió al chico, casi le suplicó, que la follara ya, que acabara con esa tortura. El mantero no la hizo sufrir más y apoyó la punta de su enorme polla en la entrada de ese chocho palpitante.

"¡Diooos...!" Exclamó mi mujer cuando sintió como le introdujo la punta y la volvió a sacar. El negro volvió al ataque y la penetró un poco más, la volvía a sacar y a la siguiente penetración se la hundía otro poco más. Mi esposa notaba como la iba abriendo cada vez más poco a poco y la iba llenando entera por dentro. Le pedía que siguiera, que no parara, que siguiera metiéndosela hasta el fondo, quería disfrutar de todo ese pollón al completo que parecía no tener fin.

Tras este mete-saca lento y cadencioso el negro se quedó quieto con los brazos estirados y mirándola fijamente a los ojos. Mi mujer se pensaba que ya se la había metido entera por fin pero el tío de un golpe de cadera empujó hasta que sus huevos chocaron con los glúteos y en ese momentó sintió como si la hubieran partido en dos.

El "¡Oooooooh!" que soltó al notar como ese rabo le llegaba a lo más hondo que nunca hubiera llegado otra polla lo debieron de escuchar en todo el edificio. No me supo especificar si ese grito fue de dolor o placer. Al momento el chico se dejó caer sobre ella y se quedó quieto por unos instantes.

He sacado un poco de tiempo para seguir el relato. Seguiremos...
Sigue adelante 😎
 
EL MANTERO 4

Como os contaba al final de la anterior parte, el negro, tras clavarle todo el pollón dentro del coño, se tumbó sobre ella y se quedó quieto durante unos instantes. Mi mujer se quedó prácticamente sin respiración al sentir cómo la había abierto por dentro literalmente con semejante barra de hierro candente.

Al poco, el morenazo inició pequeños movimientos de vaivén con su pelvis sacando y metiendo ligeramente su tranca del interior de ella. Si mi mujer había sentido daño cuando le había clavado de golpe buena parte de la polla, ese dolor había quedado disipado pues empezó a emitir pequeños gemidos de placer.

Un rato después el tío se incorporó elevándose con sus potentes brazos. Ahora las penetraciones eran más largas y profundas pero de forma lenta y cuidadosa. Los gemidos se transformaron en jadeos y después en pequeños grititos. Cada vez que le sacaba el pollón casi por entero y se lo volvía a meter mi mujer me contó que le hacía ver las estrellas de puro gusto. Los "¡ah...,ah..., ah...!" que emitía cada vez que sentía al chico dentro de lo más profundo de su ser cada vez iban ganando en intensidad y volumen.

El bombeo fue aumentando de ritmo y velocidad, mi mujer lo ayudaba abriéndose todo lo que podía de piernas, moviéndose acompasadamente con los movimientos de él y agarrándolo de los glúteos y empujándolo hacia ella para sentir más profundamente cada penetración.

A medida que aumentaba el placer ella le pedía más, "¡sigue..., así, más rápido..., más fuerte!" le pedía y el moreno no se hacía de rogar y se la follaba con más potencia y más velozmente hasta llegar a un ritmo frenético que los hacía botar a los dos de la cama.

El orgasmo era inminente, mi mujer empezó a sentir como una corriente eléctrica le recorría todo su cuerpo desde sus partes más íntimas hasta el resto de todos sus músculos y terminaciones nerviosas. Los grititos ya se habían convertido en chillidos mientras el mantero no paraba de clavársela sin descanso. "¡AAaaah..., no pares, no pares..., me voy a correeer...!" le gritaba ella hasta que sucedió lo inevitable. "¡Me... me corrooooooh...! ¡AAAAaaaaaaaoouh...!"

El aullido que soltó mi mujer en el momento de correrse debió de ser de escándalo según me contó, empezó a convulsionar de forma descontrolada como una posesa hasta el punto de que pensaba que se iba a desmayar de gusto. El morenazo por su parte no le dio tregua, continuó con sus embestidas alargando así el orgasmo de ella. Fue una de las corridas más largas e intensas que había sentido hasta la fecha, era como orgasmo continuo que no paraba y que la estaba matando de gusto.

Finalmente el negro explotó dentro de ella rellenándole el coño con leche abundantemente. Mi mujer sintió cada una de sus contracciones recibiendo potentes trallazos de semen que la inundaban por dentro y que le hacían prolongar la sensación de placer.

Una vez hubo descargado, el chico se salió de ella y quedaron los dos tumbados de medio lado frente a frente, mi mujer exhausta pero satisfecha del polvazo que acababa de recibir. Mientras recuperaban la respiración después del esfuerzo él la abrazó y comenzó a besarla y a acariciarla tiernamente, cosa que mi esposa agradeció profundamente.

Más adelante terminaré como fue el final de esta aventura
 
Última edición:
EL MANTERO 4

Como os contaba al final de la anterior parte, el negro, tras clavarle todo el pollón dentro del coño, se tumbó sobre ella y se quedó quieto durante unos instantes. Mi mujer se quedó prácticamente sin respiración al sentir cómo la había abierto por dentro literalmente con semejante barra de hierro candente.

Al poco, el morenazo inició pequeños movimientos de vaivén con su pelvis sacando y metiendo ligeramente su tranca del interior de ella. Si mi mujer había sentido daño cuando le había clavado de golpe buena parte de la polla, ese dolor había quedado disipado pues empezó a emitir pequeños gemidos de placer.

Un rato después el tío se incorporó elevándose con sus potentes brazos. Ahora las penetraciones eran más largas y profundas pero de forma lenta y cuidadosa. Los gemidos se transformaron en jadeos y después en pequeños grititos. Cada vez que le sacaba el pollón casi por entero y se lo volvía a meter mi mujer me contó que le hacía ver las estrellas de puro gusto. Los "¡ah...,ah..., ah...!" que emitía cada vez que sentía al chico dentro de lo más profundo de su ser cada iban ganando en intensidad y volumen.

El bombeo fue aumentando de ritmo y velocidad, mi mujer lo ayudaba abriéndose todo lo que podía de piernas, moviéndose acompasadamente con los movimientos de él y agarrándolo de los glúteos y empujándolo hacia ella para sentir más profundamente cada penetración.

A medida que aumentaba el placer ella le pedía más, "¡sigue..., así, más rápido..., más fuerte!" le pedía y el moreno no se hacía de rogar y se la follaba con más potencia y más velozmente hasta llegar a un ritmo frenético que los hacía botar a los dos de la cama.

El orgasmo era inminente, mi mujer empezó a sentir como una corriente eléctrica le recorría todo su cuerpo desde sus partes más íntimas hasta el resto de todos sus músculos y terminaciones nerviosas. Los grititos ya se habían convertido en chillidos mientras el mantero no paraba de clavársela sin descanso. "¡AAaaah..., no pares, no pares..., me voy a correeer...!" le gritaba ella hasta que sucedió lo inevitable. "¡Me... me corrooooooh...! ¡AAAAaaaaaaaoouh...!"

El aullido que soltó mi mujer en el momento de correrse debió de ser de escándalo según me contó, empezó a convulsionar de forma descontrolada como una posesa hasta el punto de que pensaba que se iba a desmayar de gusto. El morenazo por su parte no le dio tregua, continuó con sus embestidas alargando así el orgasmo de ella. Fue una de las corridas más largas e intensas que había sentido hasta la fecha, era como orgasmo continuo que no paraba y que la estaba matando de gusto.

Finalmente el negro explotó dentro de ella rellenándole el coño con leche abundantemente. Mi mujer sintió cada una de sus contracciones recibiendo potentes trallazos de semen que la inundaban por dentro y que le hacían prolongar la sensación de placer.

Una vez hubo descargado, el chico se salió de ella y quedaron los dos tumbados de medio lado frente a frente, mi mujer exhausta pero satisfecha del polvazo que acababa de recibir. Mientras recuperaban la respiración después del esfuerzo él la abrazó y comenzó a besarla y a acariciarla tiernamente, cosa que mi esposa agradeció profundamente.

Más adelante terminaré como fue el final de esta aventura
menudo polvazo le dio, se quedaria agusto la golfa
 
EL MANTERO 4

Como os contaba al final de la anterior parte, el negro, tras clavarle todo el pollón dentro del coño, se tumbó sobre ella y se quedó quieto durante unos instantes. Mi mujer se quedó prácticamente sin respiración al sentir cómo la había abierto por dentro literalmente con semejante barra de hierro candente.

Al poco, el morenazo inició pequeños movimientos de vaivén con su pelvis sacando y metiendo ligeramente su tranca del interior de ella. Si mi mujer había sentido daño cuando le había clavado de golpe buena parte de la polla, ese dolor había quedado disipado pues empezó a emitir pequeños gemidos de placer.

Un rato después el tío se incorporó elevándose con sus potentes brazos. Ahora las penetraciones eran más largas y profundas pero de forma lenta y cuidadosa. Los gemidos se transformaron en jadeos y después en pequeños grititos. Cada vez que le sacaba el pollón casi por entero y se lo volvía a meter mi mujer me contó que le hacía ver las estrellas de puro gusto. Los "¡ah...,ah..., ah...!" que emitía cada vez que sentía al chico dentro de lo más profundo de su ser cada iban ganando en intensidad y volumen.

El bombeo fue aumentando de ritmo y velocidad, mi mujer lo ayudaba abriéndose todo lo que podía de piernas, moviéndose acompasadamente con los movimientos de él y agarrándolo de los glúteos y empujándolo hacia ella para sentir más profundamente cada penetración.

A medida que aumentaba el placer ella le pedía más, "¡sigue..., así, más rápido..., más fuerte!" le pedía y el moreno no se hacía de rogar y se la follaba con más potencia y más velozmente hasta llegar a un ritmo frenético que los hacía botar a los dos de la cama.

El orgasmo era inminente, mi mujer empezó a sentir como una corriente eléctrica le recorría todo su cuerpo desde sus partes más íntimas hasta el resto de todos sus músculos y terminaciones nerviosas. Los grititos ya se habían convertido en chillidos mientras el mantero no paraba de clavársela sin descanso. "¡AAaaah..., no pares, no pares..., me voy a correeer...!" le gritaba ella hasta que sucedió lo inevitable. "¡Me... me corrooooooh...! ¡AAAAaaaaaaaoouh...!"

El aullido que soltó mi mujer en el momento de correrse debió de ser de escándalo según me contó, empezó a convulsionar de forma descontrolada como una posesa hasta el punto de que pensaba que se iba a desmayar de gusto. El morenazo por su parte no le dio tregua, continuó con sus embestidas alargando así el orgasmo de ella. Fue una de las corridas más largas e intensas que había sentido hasta la fecha, era como orgasmo continuo que no paraba y que la estaba matando de gusto.

Finalmente el negro explotó dentro de ella rellenándole el coño con leche abundantemente. Mi mujer sintió cada una de sus contracciones recibiendo potentes trallazos de semen que la inundaban por dentro y que le hacían prolongar la sensación de placer.

Una vez hubo descargado, el chico se salió de ella y quedaron los dos tumbados de medio lado frente a frente, mi mujer exhausta pero satisfecha del polvazo que acababa de recibir. Mientras recuperaban la respiración después del esfuerzo él la abrazó y comenzó a besarla y a acariciarla tiernamente, cosa que mi esposa agradeció profundamente.

Más adelante terminaré como fue el final de esta aventura
No tardes en contar el final
 
EL MANTERO 4

Como os contaba al final de la anterior parte, el negro, tras clavarle todo el pollón dentro del coño, se tumbó sobre ella y se quedó quieto durante unos instantes. Mi mujer se quedó prácticamente sin respiración al sentir cómo la había abierto por dentro literalmente con semejante barra de hierro candente.

Al poco, el morenazo inició pequeños movimientos de vaivén con su pelvis sacando y metiendo ligeramente su tranca del interior de ella. Si mi mujer había sentido daño cuando le había clavado de golpe buena parte de la polla, ese dolor había quedado disipado pues empezó a emitir pequeños gemidos de placer.

Un rato después el tío se incorporó elevándose con sus potentes brazos. Ahora las penetraciones eran más largas y profundas pero de forma lenta y cuidadosa. Los gemidos se transformaron en jadeos y después en pequeños grititos. Cada vez que le sacaba el pollón casi por entero y se lo volvía a meter mi mujer me contó que le hacía ver las estrellas de puro gusto. Los "¡ah...,ah..., ah...!" que emitía cada vez que sentía al chico dentro de lo más profundo de su ser cada iban ganando en intensidad y volumen.

El bombeo fue aumentando de ritmo y velocidad, mi mujer lo ayudaba abriéndose todo lo que podía de piernas, moviéndose acompasadamente con los movimientos de él y agarrándolo de los glúteos y empujándolo hacia ella para sentir más profundamente cada penetración.

A medida que aumentaba el placer ella le pedía más, "¡sigue..., así, más rápido..., más fuerte!" le pedía y el moreno no se hacía de rogar y se la follaba con más potencia y más velozmente hasta llegar a un ritmo frenético que los hacía botar a los dos de la cama.

El orgasmo era inminente, mi mujer empezó a sentir como una corriente eléctrica le recorría todo su cuerpo desde sus partes más íntimas hasta el resto de todos sus músculos y terminaciones nerviosas. Los grititos ya se habían convertido en chillidos mientras el mantero no paraba de clavársela sin descanso. "¡AAaaah..., no pares, no pares..., me voy a correeer...!" le gritaba ella hasta que sucedió lo inevitable. "¡Me... me corrooooooh...! ¡AAAAaaaaaaaoouh...!"

El aullido que soltó mi mujer en el momento de correrse debió de ser de escándalo según me contó, empezó a convulsionar de forma descontrolada como una posesa hasta el punto de que pensaba que se iba a desmayar de gusto. El morenazo por su parte no le dio tregua, continuó con sus embestidas alargando así el orgasmo de ella. Fue una de las corridas más largas e intensas que había sentido hasta la fecha, era como orgasmo continuo que no paraba y que la estaba matando de gusto.

Finalmente el negro explotó dentro de ella rellenándole el coño con leche abundantemente. Mi mujer sintió cada una de sus contracciones recibiendo potentes trallazos de semen que la inundaban por dentro y que le hacían prolongar la sensación de placer.

Una vez hubo descargado, el chico se salió de ella y quedaron los dos tumbados de medio lado frente a frente, mi mujer exhausta pero satisfecha del polvazo que acababa de recibir. Mientras recuperaban la respiración después del esfuerzo él la abrazó y comenzó a besarla y a acariciarla tiernamente, cosa que mi esposa agradeció profundamente.

Más adelante terminaré como fue el final de esta aventura
Solo pero no tardes mucho
 
Mi mujer está concretando una nueva amistad, lleva un tiempo whaseando con él, siendo conocedor de nuestro juego, a ver si cuaja y tiene un amante estable que hasta ahora han sido esporádicos pese que no es lo que buscamos. Mañana con motivo de su trabajo han quedado mientras yo también trabajo. Me daría morbo que pasara algo🤘, aunque ella ha dicho que en el trabajo no juega. Cada vez me siento más cornudo, y me encanta. Una foto del último que se folló, la hice yo. Y no repetimos por dotado, es de coño estrecho y quedó escocida por un par de días.
Ufff, me gustaría ser yo quien me follara a tu esposa y ser filmado por ti....
 
EL MANTERO 5

Después de esa primera follada, que a mi mujer le pareció el polvo del siglo, se quedaron acurrucados durante un buen rato dándose mimos en plan de relax. Así estuvieron hasta que ella deslizó la mano hacia abajo y palpó la polla del chico. Había perdido su dureza pero sin llegar a estar flácida del todo pero no por ello le dejó de sorprender la largura de ese pene.

Decir que a mi esposa le encanta chupar las pollas cuando están blandas y sentir como van creciendo y poniéndose duras dentro de su boca. Así pues, no pudo resistir la tentación de poner al chico mirando al techo y deslizarse recorriendo con la lengua su torso hasta llegar al alcance de su premio. Absorbió la punta de ese cipote que tanto placer le había proporcionado antes como si fuera un chupachups y se introdujo todo lo que pudo hasta llegar casi a la garganta.

Aun estando morcillona apenas sí pudo meterse poco más de la mitad. La reacción no se hizo esperar, aquel trozo de carne comenzó a crecer y crecer y recuperar su dureza hasta casi desencajarle las mandíbulas por lo que tuvo que desistir de continuar con esa mamada a pesar de la excitación que le estaba provocando de nuevo.

No era cuestión de desaprovechar el momento, si no podía continuar comiéndose esa porra había otra forma de disfrutar de esa virilidad tan apetitosa. Mi mujer se incorporó, se puso encima del mantero y agarrándole el rabo con una mano dirigió la punta a la entrada de su coño. Fue descenciendo lentamente pero sin vacilar hasta introducirse por completo esa gran polla negra notando nuevamente como la iba abriendo poco a poco.

Una vez estuvo sentada encima de él, sintiendo como estaba llena por dentro, comenzó a moverse marcando ella el ritmo. Primero con movimientos circulares y más tarde verticales sacando e introduciendo tan solo un poco el palote del muchacho que la tenía empotrada hasta lo más profundo.

El chico se dejaba hacer y el placer de ella iba en aumento, sus jadeos eran cada vez más fuertes y el movimiento de mete y saca más largo. Se sacaba casi en su totalidad el pollón y se dejaba caer de golpe, "¡Aaah...!" exhalaba cuando sus glúteos chocaban contra la pelvís de él.

Según aumentaba el placer mi mujer incrementaba la cabalgada a horcajadas sobre el negrazo que tan pronto le amasaba las tetas, le tiraba y pellizcaba los pezones, cosa que la vuelve loca, o le agarraba del culo para ayudarla en sus embestidas. En ocasiones se ponía en cuclillas con las manos apoyadas sobre el pecho de su amante lo que multiplicaba esa sensación de empalamiento.

Otra vez volvía a gritar sin control, "¡UUUuuuff... qué bueno, no te corras cariño, sigue... sigue..., Diooooos...!". El mantero tenía buen aguante y no tenía ninguna intención de correrse aun. La que sentía que le llegaba un nuevo orgasmo era mi mujer que lo montaba de forma descontrolada hasta que volvió a explotar en otra prolongada corrida. "¡Joder, jodeer... me... me corro, me corro otra veeeeeeez...! ¡OOOOOOoooooohh...!"

De nuevo le volvieron los espasmos y los temblores de placer por todo el cuerpo hasta que se derrumbó sobre el cuerpo de su moreno aplastando sus tetazas contra el pecho de él.

Espero poder terminar la historia en la próxima parte
 
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EL MANTERO 5

Después de esa primera follada, que a mi mujer le pareció el polvo del siglo, se quedaron acurrucados durante un buen rato dándose mimos en plan de relax. Así estuvieron hasta que ella deslizó la mano hacia abajo y palpó la polla del chico. Había perdido su dureza pero sin llegar a estar flácida del todo pero no por ello le dejó de sorprender la largura de ese pene.

Decir que a mi esposa le encanta chupar las pollas cuando están blandas y sentir como van creciendo y poniéndose duras dentro de su boca. Así pues, no pudo resistir la tentación de poner al chico mirando al techo y deslizarse recorriendo con la lengua su torso hasta llegar al alcance de su premio. Absorbió la punta de ese cipote que tanto placer le había proporcionado antes como si fuera un chupachups y se introdujo todo lo que pudo hasta llegar casi a la garganta.

Aun estando morcillona apenas sí pudo meterse poco más de la mitad. La reacción no se hizo esperar, aquel trozo de carne comenzó a crecer y crecer y recuperar su dureza hasta casi desencajarle las mandíbulas por lo que tuvo que desistir de continuar con esa mamada a pesar de la excitación que le estaba provocando de nuevo.

No era cuestión de desaprovechar el momento, si no podía continuar comiéndose esa porra había otra forma de disfrutar de esa virilidad tan apetitosa. Mi mujer se incorporó, se puso encima del mantero y agarrándole el rabo con una mano dirigió la punta a la entrada de su coño. Fue descenciendo lentamente pero sin vacilar hasta introducirse por completo esa gran polla negra notando nuevamente como la iba abriendo poco a poco.

Una vez estuvo sentada encima de él, sintiendo como estaba llena por dentro, comenzó a moverse marcando ella el ritmo. Primero con movimientos circulares y más tarde verticales sacando e introduciendo tan solo un poco el palote del muchacho que la tenía empotrada hasta lo más profundo.

El chico se dejaba hacer y el placer de ella iba en aumento, sus jadeos eran cada vez más fuertes y el movimiento de mete y saca más largo. Se sacaba casi en su totalidad el pollón y se dejaba caer de golpe, "¡Aaah...!" exhalaba cuando sus glúteos chocaban contra la pelvís de él.

Según aumentaba el placer mi mujer incrementaba la cabalgada a horcajadas sobre el negrazo que tan pronto le amasaba las tetas, le tiraba y pellizcaba los pezones, cosa que la vuelve loca, o le agarraba del culo para ayudarla en sus embestidas. En ocasiones se ponía en cuclillas con las manos apoyadas sobre el pecho de su amante lo que multiplicaba esa sensación de empalamiento.

Otra vez volvía a gritar sin control, "¡UUUuuuff... qué bueno, no te corras cariño, sigue... sigue..., Diooooos...!". El mantero tenía buen aguante y no tenía ninguna intención de correrse aun. La que sentía que le llegaba un nuevo orgasmo era mi mujer que lo montaba de forma descontrolada hasta que volvió a explotar en otra prolongada corrida. "¡Joder, jodeer... me... me corro, me corro otra veeeeeeez...! ¡OOOOOOoooooohh...!"

De nuevo le volvieron los espasmos y los temblores de placer por todo el cuerpo hasta que se derrumbó sobre el cuerpo de su moreno aplastando sus tetazas contra el pecho de él.

Espero poder terminar la historia en la próxima parte
Pero que putísima es tu señora
 
EL MANTERO 5

Después de esa primera follada, que a mi mujer le pareció el polvo del siglo, se quedaron acurrucados durante un buen rato dándose mimos en plan de relax. Así estuvieron hasta que ella deslizó la mano hacia abajó y palpó la polla del chico. Había perdido su dureza pero sin llegar a estar flácida del todo pero no por ello le dejó de sorprender la largura de ese pene.

Decir que a mi esposa le encanta chupar las pollas cuando están blandas y sentir como van creciendo y poniéndose duras dentro de du boca. Así pues, no pudo resistir la tentación de poner al chico mirando al techo y deslizarse recorriendo con su lengua su torso hasta llegar al alcance de su premio. Absorbió la punta de ese cipote que tanto placer le había proporcionado como si fuera un chupachups y se introdujo todo lo que pudo hasta llegar casi a la garganta.

Aun estando morcillona apenas sí pudo meterse poco más de la mitad. La reacción no se hizo esperar, aquel trozo de carne comenzó a crecer y crecer y recuperar su dureza hasta casi desencajarle las mandíbulas por lo que tuvo que desistir de continuar con esa mamada a pesar de la excitación que le estaba provocando de nuevo.

No era cuestión de desaprovechar el momento, si no podía continuar comiéndose esa porra había otra forma de disfrutar de esa virilidad tan apetitosa. Mi mujer se incorporó, se puso encima del mantero y agarrándole el rabo con una mano dirigió su punta a la entrada de su coño. Fue descenciendo lentamente pero sin vacilar hasta introducirse por completo esa gran polla negra.

Una vez estuvo sentada encima de él, sintiendo como estaba llena por dentro, comenzó a moverse marcando ella el ritmo. Primero con movimientos circulares y más tarde verticales sacando e introduciendo tan solo un poco el palote del muchacho que la tenía empotrada hasta lo más profundo.

El chico se dejaba hacer y el placer de ella iba en aumento, sus jadeos eran cada vez más fuertes y el movimiento de mete y saca más largo. Se sacaba casi en su totalidad el pollón y se dejaba caer de golpe, "¡Aaah...!" exhalaba cuando sus glúteos chocaban contra la pelvís de él.

Según aumentaba el placer mi mujer aumentaba la cabalgada a horcajadas sobre el negrazo que tan pronto le amasaba las tetas, le tiraba y pellizcaba los pezones, cosa que la vuelve loca, o le agarraba del culo para ayudarla en sus embestidas. En ocasiones se ponía en cuclillas con las manos apoyadas sobre el pecho de su amante lo que multiplicaba esa sensación de empalamiento.

Otra vez volvía a gritar sin control, "¡UUUuuuff... qué bueno, no te corras cariño, sigue... sigue..., Diooooos...!". El mantero tenía buen aguante y no tenía ninguna intención de correrse aun. La que sentía que le llegaba un nuevo orgasmo era mi mujer que lo montaba de forma descontrolada hasta que volvió a explotar en otra prolongada corrida. "¡Joder, jodeer... me... me corro, me corro otra veeeeeeez...! ¡OOOOOOoooooohh...!"

De nuevo le volvieron los espasmos y los temblores de placer por todo el cuerpo hasta que se derrumbó sobre el cuerpo de su moreno aplastando sus tetazas contra el pecho de él.

Espero poder terminar la historia en la próxima parte
Eso esperamos 😎
 
EL MANTERO 6

Tras ese segundo magnífico orgasmo mi mujer quedó tumdada sobre el mantero, sin embargo él no había obtenido su premio y si en ese último polvo se había dejado hacer entonces decidió que era el momento de actuar y tomar la iniciativa. El chico comenzó a moverse debajo de mi esposa continuando con las penetraciones mientras se morreaban y a pesar de que ella estaba agotada no paró, siguió aumentando la fuerza y la velocidad de las embestidas hasta que se corrió en el interior del coño de mi esposa.

Después de un rato y recuperaradas las fuerzas aun tuvieron tiempo para volver a la carga y follar como salvajes.

En esta ocasión y tras 2 eyaculaciones al morenazo le costó más correrse pero no por ello dejaba de estar empalmado. Cada poco cambiaba de posición y se la follaba en otra postura. Se folló a mi mujer de nuevo en la posición de misionero, con las piernas sobre sus hombros..., de medio lado en posición de cuchara, tumdada boca abajo, de pie contra la cómoda y como le dio la gana.

A pesar del agotamiento ella no le decía que no a nada, es más le pedía que continuara. "¡Más..., sigue, no pares...,!" le decía la muy puta porque es así como se sintió en manos de ese negro con polla gigante, como un puta, como su
putita que le podía hacer lo que quisiera. O le gritaba "¡dame así..., fuerte, más fuerte, fóllame duro..., más rápido!"

Mi mujer no llegó a experimentar un orgasmo tan intenso como los otros 2 anteriores pero sí que me contó que se corrió en numerosas ocasiones, tantas que perdió la cuenta, eran como pequeños espasmos que se sucedían uno tras otro de forma que parecía un orgasmo continuo que le hacían estar en la gloria de puro gusto.

Lo que no pudieron hacer es que el tío se la follara por el culo, y no fue porque no lo desearan e intentaran, pero cada vez que comenzaba metérsela por su trasero, a pesar de que se lo hubiera dilatado con varios dedos antes, era tal el grosor del cipote que con solo meterle la punta mi mujer chillaba de dolor y le pedía por favor que se la sacara. Así que desistieron y el negraco acabó follándola de rodillas sobre la cama a 4 patas hasta que se corrió a la vez que le metía el dedo pulgar por el culito.

Acabaron los 2 juntos en la ducha enjabonándose, acariciándose y comiéndose a besos, de ahí que mi mujer apareciera con el pelo revuelto y mojado en la playa cuando vinieron a mi encuentro. Aun le regaló una buena mamada mientras les caía el agua por encima y el chico se la volvió a follar metiéndosela por detrás y apoyándola contra la pared pero a pesar del vigor que poseía ya no pudo regar con su semilla a mi querida esposa aunque ella sí que llegó a alcanzar un último orgasmo.

Ya solo me falta contar la llegada de los tortolitos a mí puesto de guardia en la playa y la despedida
 
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