67
Silvia volvió al trabajo, aunque casi siempre desde su casa. Seguía sin saber que hacer, por un lado notaba que se había roto totalmente la confianza con Antonio, pero por otro, tenía que pensar en Gema. Con Carlos hablaba a diario estaba claro que las cosas ente ellos iban mejor, pero no estaban bien del todo, era evidente el distanciamiento entre ellos.
Carlos, por su parte, había mejorado su ánimo aunque ya no bromeaba ni sonreía tan a menudo como antes. Cris y Héctor se desvivían por ellos pero se desesperaban viendo como Silvia y Carlos no volvían a su complicidad anterior.
Antonio se fue a vivir a un piso de alquiler. Los primeros días los pasó realmente mal, desesperado. Intentó volver con Silvia pero no había forma, ella no quería hablar sobre eso. Por el contrario, no puso ningún impedimento a que él siguiera en contacto con su hija de forma diaria, incluso le regañaba si un día no iba a recogerla, pero en lo referente a su matrimonio, Silvia mantenía un muro ante él.
Antonio rompió con Rosa a la que culpó de todo, aunque unos días después volvió con ella, Rosa lo entendía y sabía consolarlo. Poco a poco empezó a pensar que quizás volver con Silvia no era lo mejor, que eso de ser libre y disfrutar como quisiera no era tan malo.
Casi dos meses después, a dos semanas de Navidad
Cristina
- Y este año os invito a todos a celebrar Nochebuena en mi casa, tengo ya pensado todo lo que voy a hacer con ayuda de Héctor ¿Verdad, cariño?
Él asintió sonriente y dijo:
- Sí, sí, ya tiene pensado los platos que quiere servir, y yo me encargaré del postre, con su supervisión, claro
Le sonreí y continué:
- Vendrá la familia de Héctor, cuantos más mejor, quiero mucha gente, y os quiero a vosotros, que sois ya mi familia, Silvia y Carlos
Vi que Silvia ponía mala cara y pensé “Oh, no, no va a querer venir”, y dije antes de que hablara:
- Porfi, Silvia, tú y Gema sois indispensables, no me vayas a decir que no
Silvia puso cara triste y dijo:
- Cris, lo siento, pero es que nos vamos con mi madre
- Que venga también
- Pero está en el pueblo, con su hermana
- Que también venga
Silvia se rio y dijo:
- Lo siento, cariño, pero es que casi no se puede mover, tenemos que estar allí con ella
- Ohhhhh
Me recorrió por dentro una gran tristeza. Quería hacerle una gran fiesta de Navidad a Gema y Silvia, que con todo lo que habían pasado se lo merecían, pero rápidamente dije:
- Pues en Nochevieja, organizamos otra y os venís y…
- Nochevieja la pasará con el padre, se me rompe el corazón pero también debe estar con su padre
- Ohhhhh, Silvia, pero te vienes con nosotros y, aunque no sea lo mismo, estamos juntos y…
- No sé, Cris, creo que me quedaré en el pueblo, no estoy con ánimo de fiestas
Entonces carraspeó Carlos y dijo:
- Por mi parte, te agradezco de corazón que me invites pero ya sabéis que me gusta pasar estas fiestas en casa tranquilo y…
Le interrumpí con un exabrupto que me salió de alma:
- Y una mierda, ni hablar. Tú, Carlos, te vienes, a ti no te doy opciones
Silvia se rio pero yo estaba seria mirándolo. Carlos dijo:
- Pero es que…
- No, Carlos, jamás dejaré que vuelvas a pasar unas navidades solo, jamás
Carlos miró a Silvia en busca de ayuda pero ella negó con la cabeza sonriendo. Entonces miró a Héctor y dijo:
- Héctor, ayúdame
- ¿Yo? No
- ¿Qué?
- Que estoy de acuerdo con Cris, te vienes y ya está
- Pero…
- A ver, Carlos ¿Cómo crees que pasaríamos nosotros esa noche sabiendo que estás solo? ¿Crees que estaríamos bien? Pues no, así que te vienes porque si no vas a fastidiar las primeras fiestas que vamos a organizar, y eso no solo entristecería a Cris, me enfadarías mucho a mí
Cogí de la mano a Héctor y se la apreté con cariño. La verdad es que no habíamos hablado de esto más allá de que los íbamos a invitar, pero me alegraba el corazón que mi Héctor pensara como yo. Dije:
- Sí, la primera de muchas, pero la primera, y eso, no nos las vas a fastidiar, Carlos
Y los dos le sonreímos. Sabíamos que Carlos era incapaz de decir que no a una cosa así. Carlos hizo un gesto de desespero y dijo:
- Me estáis chantajeando
- ¿Y?
Miró a Silvia y dijo:
- Esto lo han aprendido de ti
Silvia sonrió y dijo:
- ¿De mí? ¿Soy una chantajista?
- La número uno
Y empezaron a discutir riendo. Miré a Héctor que me devolvió la mirada sonriendo. Hacía mucho que estos dos no discutían así, lanzándose chanzas y haciéndose los ofendidos mientras reían, y eso nos hacía felices.
Tras la reunión, cada uno nos fuimos a nuestros sitios, pero me acerque al de Silvia y le dije:
- Pero estas Navidades tenemos que quedar ¿eh?
Silvia suspiró y dijo:
- Cris, no sé ni lo que voy a hacer o no, todo es un lío
- Ya
- Quizás hasta pasemos la Nochevieja con Antonio, o Antonio se venga en Nochebuena, no sé
- ¿Sí?
- En principio dice que se va con su familia, pero si me pregunta si la puede pasar con nosotras, creo que le diría que sí, por Gema
- ¿Y por ti?
- Mmmm no lo sé, aún estoy tan confusa que ni eso sé, hay días que no quiero ni verlo y otros que miro a Gema y me planteo si debo darle otra oportunidad por ella
- Ah
- Este sábado es el cumpleaños de su madre y querrá ir, lo mismo voy con él si me lo pide, por ver a su familia y darle algo de estabilidad a Gema
- ¿Y quieres ir?
- Sí y no… Por un lado, no quiero ir, será muy incómodo, pero por otro lado, quizás sea bueno por acercarnos
- ¿Quieres volver con él?
- No lo sé, Cris, no lo sé, tengo que pensar también en Gema y… No sé que hacer
- Pero ¿Sigues queriéndolo?
- Ufff, creo que está todo muy reciente como para plantearme eso… No le odio y eso es un paso ¿No?
- Mmmm
- ¿Qué opinas? ¿Qué harías?
- Huy, eso es complicadísimo, no tengo ni idea de lo que haría, y no tengo hija, no puedo opinar en las mismas condiciones que tú
- Ya pero ¿Te parece una locura volver con un hombre que te ha engañado?
- En principio mmmm sí, no creo que hiciera eso, pero es que depende de muchas cosas, no me hagas caso
- Ya, pero es lo mismo que yo siempre he opinado, pero ahora dudo, y no dudo por mí, dudo principalmente por Gema
- Que complicado es todo
- No lo sabes bien, Cris
Nos callamos hasta que dijo:
- Me ha gustado mucho verte bromear con Carlos
Ella me miró con una medio sonrisa y dijo:
- Por un momento parecía que estábamos como antes de enterarme de lo de Antonio ¿No?
- Sí
Silvia miró al despacho donde estaba Carlos y dijo de forma pensativa:
- A mí también me ha gustado
Entonces sonó su teléfono, el de la empresa, y me dijo:
- Tengo que cogerlo, son los de finanzas con el cierre, les dije que les ayudaría
- Ah, vale, te dejo
Y me fui pensando “Jo, Silvia, con lo buena pareja que hacéis tú y Carlos”, pero no quería entrometerme en todo el follón que tenía Silvia encima.
Sábado noche
Carlos
Estaba pensando en irme a la cama aunque no eran ni las 11 de la noche, pero no tenía ganas ni de ver una película, ni de leer, ni de nada. Entonces, empezó a sonar mi móvil. Lo miré, era Silvia y respondí rápidamente muy extrañado:
- ¿Silvia? ¿Qué ocurre?
No se escuchó nada durante unos segundos hasta que dijo:
- Se la ha llevado
- ¿Qué? ¿A Gema?
- Sí, se la llevó esta mañana para el cumpleaños de su madre y… y… no me ha invitado y… y… luego me dijo que… que… que se quedaba a dormir con él y… y…
Noté que hablaba raro pero le pregunté:
- ¿Sin tu consentimiento?
- ¿Qué? No, yo no… Gema me dijo que se quería quedar con su papá y no pude decirle que no ¿Debería haberme negado? Es su padre y…
- ¿Has bebido, Silvia?
- Un poco
Inspiré hondo. Silvia no era de las que se emborrachaban. Tenía que estar fatal para llegar a eso. Le dije:
- Silvia, acuéstate, Gema está bien con su padre
- Lo sé, lo sé, no tengo miedo por ella
- Ya
- Pero estoy sola, Carlos, sola sin mi niña, sin mi marido, sola en esta casa y… y estoy harta de llorar, no quiero llorar más, por eso me he bebido una copa de vino, o dos, o tres…
- Silvia, es comprensible, pero mejor te acuestas y duermes
- Tengo sangre en las manos
-¿Cómo?
- Me he caído y… Tengo sangre en los dedos ¿O es vino?
- ¿Te has clavado cristales?
- No... o sí, no lo sé
- Silvia ¿Te duele algo?
- La cabeza
- ¿De la borrachera?
- Del golpe
- ¿Te has dado un golpe?
- Ya te lo he dicho, tonto, me he caído
Y se rio como una borracha porque lo estaba. Me levanté y le dije:
- Voy a ir a ver como estás
- Creo que me he hecho daño
- Tú háblame
Y me vestí rápidamente para luego coger el coche sin dejar de darle conversación. No me fiaba de que se durmiera por si se había dado un buen golpe o no. Cuando llegué a su casa, seguía hablando con ella por el móvil, casi todo lo que decía eran incoherencias. Cuando me abrió, me alarmé, tenía una brecha en la frente y la mano izquierda con heridas de cristales. Rápidamente la llevé a urgencias donde, entre las curas, pruebas y esperas, estuvimos más de tres horas. Al final, le pusieron en la cabeza unos puntos de los que se caen solos y le vendaron la mano y no vieron nada más. Nos dijeron lo normal de que si tenía problemas de visión, dolores de cabeza… volviéramos.
En el coche ambos callábamos. La borrachera de Silvia ya había desaparecido y ahora estaba en silencio mirando por la ventanilla. Aparqué frente a su casa y le dije:
- Mañana me llamas en cuanto te despiertes
Entonces me miró sin decir nada durante varios segundos. Me sentí incómodo porque era una mirada intensa. Cuando habló, dijo:
- Cuando me he dado el golpe y visto la sangre ¿Sabes qué he pensado?
La miré esperando. Ella rio sin ganas y dijo:
- De forma automática he pensado “Tengo que llamar a Carlos, él me llevará a Urgencias”
- Y has hecho bien en llamar
- Ni se me ha ocurrido pensar en Antonio
- Bueno, estabas confusa y borracha
Silvia continuó sin haber dado muestras de escucharme:
- Y ni falta ha hecho que te lo diga ¿Eh? Rápidamente has aparecido en mi casa y te has encargado de mí
- Silvia, te has hecho una brecha, tenía que llevarte a…
- Ni una queja, ni una reprimenda, nada, solo preocupación por mí
La miré sin comprender que le pasaba. Le dije:
- Sube y te acuestas, es tarde y mañana tendrás resaca y…
Entonces preguntó:
- ¿Desde cuándo estás enamorado de mí?
Me quedé impactado por la pregunta. Nos miramos sin decirnos nada. Entonces abrió la puerta y salió fuera. Se fue caminando a su portal pero se paró:
- Estoy mareada ¿Me ayudas?
Salí del coche y me acerqué a ella. Silvia se cogió de mi brazo y fuimos andando al portal. Me dio sus llaves y lo abrí. Entró llevándome con ella. Subimos en el ascensor en silencio, ella aún agarrada de mi brazo. Al llegar a su puerta, la abrí. Entonces ella me llevó dentro en la casa, cerrando la puerta detrás mía y me miró. Luego, se acercó y me besó en la boca, un beso lento, con algo de lengua, pero rápidamente se echó para atrás:
- No…. No puedo, lo siento, no puedo
- Silvia, no pasa nada
- No… tengo la cabeza hecha un lío, Carlos
- Lo sé, Silvia, lo sé
Nos miramos a los ojos hasta que dijo:
- Buenas noches
Asentí y me giré para abrir la puerta. La miré y le dije:
- Buenas noches, llámame si te sientes mal
Ella asintió y cerró la puerta. Suspiré y me fui a casa, notando aún su sabor en mi boca.
Noche del 23 al 24 de diciembre
Silvia
Me estaba preparando una infusión en la cocina de mi madre en el pueblo cuando escuche detrás mía:
- ¿No puedes dormir, hija?
Me volví para ver a mi madre en bata. Negué con la cabeza y ella se sentó y dijo:
- Prepárame otra taza
Así hice y se la di cuando estuvo lista, sentándome frente a ella. Bebimos lentamente, estaba muy caliente. Entonces ella preguntó:
- ¿Qué ocurre?
La miré y luego cogí mi móvil. Busqué en WhatsApp y le di el chat con Antonio. Ella lo leyó y me miró sin entender. Le dije:
- Lee desde hace 3 o 4 semanas
Mi madre leyó y luego me dijo:
- ¿Qué tengo que ver?
- No me ha preguntado ni una vez como estoy, ni se disculpa, ni pregunta por mis heridas… Solo cosas de Gema, de con quién va a pasar las fiestas y qué regalos vamos a comprarle
- Ah
- Ni me invitó al cumpleaños de su madre ni ha intentado que pasemos la Nochebuena juntos
- ¿Se lo dijiste?
- Le dije que la pasaríamos aquí y dijo “bien, yo con mi familia”
Cogí el móvil y busqué. Le di otro chat. Le dije:
- Y mira éste
Mi madre cogió el móvil y vio el nombre:
- Carlos
Asentí. Ella lo conocía bien porque eran ya muchos años los que Carlos y yo nos conocíamos, y había coincidido con él muchas veces. Ella se puso a leer. Luego me miró y dijo:
- Este hombre lleva enamorado de ti desde hace mucho tiempo, Silvia ¿No lo sabías?
- Creo que sí, pero nunca he querido verlo más que como un amigo porque estaba con Antonio y yo no… no soy como Antonio
- Lo sé, hija, y Carlos siempre te ha respetado, nunca ha intentado nada ¿Verdad?
- Nunca
Señalé el móvil y pregunté:
- Pero ¿Ves la diferencia? Carlos no para de preguntarme como estoy, pregunta por Gema pero también por mí, por mi ánimo, por mis heridas, y no para de disculparse por no haberme contado lo de Antonio, se siente muy culpable, todo lo contrario que Antonio que lo tiene ya como asumido, creo que ni siquiera me ha pedido perdón por la infidelidad, solo dice que era sexo y no significaba nada, solo eso
- Hija, Antonio es como es, ya lo sabes
- No, mamá, pensaba que sí lo sabía pero no, no lo sé
- Me refiero a que siempre ha ido a la suya, en cambio, Carlos es lo contrario, mira antes por ti que por él ¿Verdad?
- Eso es
- Está claro que Carlos es un hombre que se preocupa y cuida de ti pero ¿Te gusta?
Miré el humo de la taza durante unos segundos antes de responder:
- Mucho, mamá
- ¿Estás enamorada de él?
- No… no estoy segura pero…
- ¿Pero?
- La noche de mi accidente estuve a punto de acostarme con él
- ¿Y qué pasó?
- Lo besé, lo deseaba con toda mi alma, no te puedes hacer una idea, pero no pude
- ¿Por Antonio?
- Por Antonio, por Gema…
- ¿Quieres a Antonio?
Pensé durante unos segundos antes de responder:
- Estoy muy enfadada con él, pero no lo odio
- Pero ¿Sigues enamorada de él?
Negué con la cabeza, incapaz de decirlo en voz alta. Entonces dije:
- Mamá, no sé que hacer y esto me está matando
- Ay, hija
- ¿Perdono a Antonio e intento recuperar a mi familia o me va a volver a hacer lo mismo o estaré obsesionada por si me hace lo mismo?
- ¿Y la otra? ¿Sabes si sigue viéndola?
- No lo sé, quizás, no me extrañaría, no es el hombre que pensaba que era así que puede estar con ella. Gema no la ha visto, eso seguro
- ¿Y Carlos?
- Carlos… Primero tengo que pensar en Gema, no en mí
- Gema adora a Carlos, y Carlos os adora a las dos ¿verdad?
- Sí ¿Qué quieres decir? ¿Que sustituya a Antonio por Carlos como padre de Gema?
- Nooo, Silvia, eso no, Gema tiene su padre y así debe ser, pero quizás lo mejor para Gema no es ver a dos personas que no se llevan bien y se pelean
Suspiré, y casi implorando, le pregunté:
- ¿Qué hago, mamá?
- Espera a después de Navidad, quizás el Señor te dé una señal
- ¡¡Mamá!! (dije cansada y molesta, mi madre se había vuelto muy beata desde que estaba con mi tía)
- Tú hazme caso, y ahora, vamos a terminarnos las infusiones y a dormir, que mañana hay que hacer muchas cosas
- ¿Muchas cosas? Pero si tú y la tía coméis como pajarillos, la cena de mañana la preparamos en un momento
- Es una cena especial, cariño, y hay que prepararla como es debido
Reí por dentro. Sí, una cena especial para tres mujeres y una niña con unas ganas de fiesta flipantes, “Va a ser una cena super triste, mi peor cena de Nochebuena desde la muerte de papá” pensé desanimada. Inspiré y, desechando esas ideas negativas, dije:
- Algo tenemos que preparar para Gema, no podemos darle una Nochebuena triste, mamá
- De eso ya me encargo yo, cariño, verás lo bien que se lo pasa, ella y nosotras
Reí. Sí, un jolgorio total será, entre mi tía en su silla de ruedas, mi madre con sus problemas estomacales y yo con mi ánimo. Un fiestón.
Al día siguiente por la tarde
Silvia
Miré la hora en el móvil, eran casi las 7 de la tarde. Se nos había hecho tarde visitando a la familia de mi madre. Nos había estado insistiendo que teníamos que ir a verlos, para saludarlos y que vieran a Gema, mientras ella preparaba la cena. Yo no tenía ganas pero casi que me había echado de casa porque “tiene que daros el aire, esta niña tiene que salir, Silvia”. Y aire hacía, un frío tremendo, que ganas de llegar a la casa que seguro que estaba bien caldeada. Además, mi madre había perdido mucho del sentido del gusto y a saber como le estaba saliendo la cena.
Cuando estábamos llegando, Gema que casi no se podía mover por la cantidad de ropa que llevaba dijo en tono lastimero:
- Mami
- ¿Qué, cariño?
- Hace mucho frío
- Ya estamos llegando, verás que bien se está en la casa de la abuela
- ¿Puedo llamar a papá y a Carlos?
Llevaba todo el día preguntando por los dos. Se me partía el corazón. Carlos la había llamado a primera hora, Antonio aún no. Meneé la cabeza porque no era que Antonio no quisiese a su hija, la quería con locura, pero no era nada atento con estas cosas ni con lo de ver a diario a gema, cada vez ponía más excusas para no estar con su hija todos los días, espaciando más esas visitas y se contentaba con una llamada por las noches. Dije:
- Sí, ahora en casa llamamos a los dos
- Biennnn (dijo con alegría)
En cuanto entramos en la casa grité:
- MAMÁ, YA ESTAMOS AQUÍ
Mientras le quitaba el abrigo, gorro, guantes y botas a Gema. Me llegó un olor muy rico y me sorprendió. Gema dijo:
- Huele rico
- Eso estaba pensando, la abuela se está esmerando con la cena ¿Vamos a ver lo que es?
- Síiii
En cuanto le puse las zapatillas, Gema salió corriendo a la cocina. Me empecé a quitar el abrigo cuando escuché un grito de alegría de Gema y risas. Sonreí y me dirigí a la cocina diciendo:
- Mamá, que bien huele ¿Qué estás haciendo?
Y al entrar en la cocina, me sobresalté por un grito:
- ¡¡SORPRESA!!
Y me quedé con la boca abierta viendo a Carlos con Gema en brazos, a Cris con un delantal y a Héctor al lado suya, todos sonriendo. Gema daba saltitos de alegría en los brazos de Carlos, mientras gritaba de felicidad y le daba besitos. Entonces llegó mi madre y me abrazó por la cintura diciendo:
- ¿Has visto que buenos cocineros he conseguido?
Conseguí decir:
- Pero… pero… ¿Qué hacéis aquí? ¿Y tu cena, Cris?
- Aquí (señalando la mesa llena de comida)
- Pero llevabas días organizando todo en tu casa y…
- Era una mentirijilla, jiji, toda la organización era para traerla aquí
- ¿Y tus suegros?
- Son un cielo, lo entendieron sin problema, pero mañana nos vamos tempranito para comer con ellos
Y todos se me acercaron para abrazarme y besarme, mientras yo aún me reponía de la sorpresa. Gema fue saltando de brazos en brazos, besando y abrazando a Cris y a Héctor, sin parar de reír. Cuando Carlos llegó a mí, lo miré y le dije bajito:
- Esto es cosa tuya
- Es cosa de todos, Silvia
- Ya, seguro
- No podíamos consentir que pasarais una Nochebuena triste
Y no pude reprimir más mis lágrimas, lo abracé con fuerza llorando de agradecimiento pero no sorprendida del todo, era algo muy típico de Carlos, siempre pensando en mí. Y al soltarlo, vi como mi madre me miraba con una sonrisa. Le dije:
- Y tú ¿Desde cuándo lo sabías?
- ¿Yo? Desde que me llamaron hace 4 o 5 días
- ¡¡Mamá!! y no me dices nada
Fue una Nochebuena espectacular. Gema no paró de jugar, reír y corretear. Jugó con Carlos y las construcciones, dibujó con Héctor, ayudó a Cris en la cocina. Comimos y bebimos muchísimo, todo riquísimo porque a Cris se le daba genial cocinar. La casa era un jolgorio como hacía años y años no ocurría. Villancicos todo el rato, risas, cantos, Gema bailando incluso con Héctor… Hasta mi tía se animó cantando y quedándose hasta el final.
Cuando acostamos a una exhausta pero feliz Gema, empezamos a recoger. La siguiente fue mi tía y tras ella, mi madre, que antes de meterse en su habitación, me cogió de brazo y me dijo muy bajo:
- Te dije que esperaras a una señal en Navidad
- Pero eso es trampa, tú lo sabías
- Pero ¿Qué más señal quieres, hija?
La miré sin decir nada. Ella continuó:
- Este hombre te quiere con locura, Silvia, y estoy segura que tú también lo quieres, solo hay que veros juntos para saberlo
- Pero mamá…
- Carlos siempre hará todo lo que esté en su mano para que seas feliz
La miré y asentí diciendo:
- Lo sé
- Lo importante es que seas feliz, Silvia, si eres feliz, Gema también lo será
Y me dio un beso de buenas noches para luego meterse en su dormitorio. Me quedé un rato pensando, sin moverme. Luego, fui a la cocina donde Cris y Héctor recogían cosas y les dije:
- Dejadlo, mañana terminamos, es muy tarde
Cris dijo:
- Ya acabamos, hay que guardar esto que no se ponga malo, así podéis comerlo estos días si os apetece
- Estaba todo buenísimo, Cris
- ¿Sí?
Héctor dijo:
- Cris tiene como un instinto natural a la hora de mezclar sabores, todo le sale bien
Cris se puso un poco colorada y dijo:
- No exageres, cari
Pero le dio un piquito sonriendo. “Vaya dos” pensé riéndome. Entonces Cris dijo:
- Ah, Silvia ¿Dónde dejamos los regalitos? Que seguro que Gema se levanta temprano buscando sus regalos
- Ay, pero si yo no os he comprado nada
- Claro, no sabías que veníamos, pero nosotros sí traemos, para ti, para Gema, para tu madre, también para tu tía… Carlos se encargó de todo, y obviamente suya fue la idea de organizar esto, por si no te habías dado cuenta
Le sonreí. Claro que me había dado cuenta, así era él. Les dije:
- Dejadlos en el árbol
- Cari ¿Vas tú al dormitorio y los traes?
- Claro
Y se volvieron a dar un pico antes de salir Héctor de la cocina. Le dije a Cris:
- Que bien estáis los dos ¿eh?
- Si, jiji, es un amor, mi amor, y me tiene loquita jiji
Me reí, Cris estaba radiante de felicidad. Bajó la voz y dijo:
- Le quiero pedir que se venga a vivir conmigo
- ¿Sí? Genial
- Sí, pero me da miedo que piense que quiero tenerlo más controlado o algo, con Mónica le pasó eso, me lo decía cuando estaban juntos, que había dejado todas sus aficiones por ella, y yo no quiero eso
- Ah
- Ha vuelto a dibujar ¿Sabes?
- Ah, no, no lo sabía
- Sí, le he insistido tanto que al final lo he conseguido jiji. Pasa casi todas las noches conmigo pero el otro día se quedó en su casa, y al día siguiente me trajo un retrato mío que había hecho esa noche, me encantó
- Que bonito
- Sí, luego le demostré lo mucho que me gustó, un día de estos lo voy a matar a polvos porque lo cojo y no puedo parar jiji, pero es que me pone una barbaridad ufff, o quizás me va a matar él a mí porque nunca pensé que se podían tener orgasmos tan grandes y seguidos, me deja totalmente muerta jiji
- Jajaja
- Sí. Tú ríete pero no sabes como me deja jajajaja
Entonces entró Héctor y nos miró sonriendo:
- Bueno, ya están los regalos en el árbol ¿De qué os reís?
- De lo cansada que está Cris
Y él, rápidamente, dijo:
- Ah, pero deja eso, ya termino yo, no…
Las dos nos reímos, aunque Héctor miraba a Cris preocupado, siempre atento a ella ¿A quién me recordaba? Le dije:
- Cansada ahora no, cansada en “otras” ocasiones
Él nos miró sin comprender, pero cuando nos volvimos a reír comprendió y se puso rojo, riendo también.
Entonces pregunté:
- ¿Y Carlos?
- Lo he dejado en el salón, recogiendo un poco aquello
- Ah, voy a ayudarlo
Y fui allí. Me lo encontré mirando por la ventana, con una copa en la mano. Me reí diciendo:
- Míralo, me habían dicho que estabas recogiendo pero aquí estás, con otra copa más en la mano
Me acerqué a él y le miré sonriendo. Él, algo compungido, rio y dijo:
- Estoy intentando reunir algo de valor
- ¿Valor?
Me miró a los ojos y me estremecí porque esos ojos me transmitían mucho sentimiento. Dijo:
- La respuesta es “desde que te conocí”
No dije nada. Supe de inmediato a lo que se refería, me respondía a la pregunta que le había hecho aquella noche “¿Desde cuándo estás enamorado de mí?”. Él siguió mirándome sin decir nada. Al final, le dije:
- Cuando me conociste era una niña tonta y engreída
- Cuando te conocí me pareciste la chica más guapa que había visto nunca
- Entonces no es que te enamoraras, me deseaste físicamente
- No, bueno, sí, claro, eres una belleza, eso es normal, pero quiero decir que inicialmente me pareciste guapísima, pero cuando empezamos a hablar durante la entrevista de trabajo me cautivaste, no podía dejar de escucharte. No solo eras guapa e inteligente, eso se veía al momento de conocerte, es que eras atrevida, mordaz, con mucho sentido del humor, ocurrente, con carácter, sin miedo a aprender, muy trabajadora y responsable... Me enamoré de ti porque es imposible no hacerlo, Silvia, eres increíble. Pero obviamente me dije que eran tonterías de un viejo verde, e intenté convencerme que no eras tan guapa, ni tan cautivadora, que eran solo cosas de un viejo solitario.
Sentía mi corazón desbocado pero no dije nada, no era capaz. Él rio con algo de amargura y continuó:
- Jamás tuve esperanza alguna contigo, lo tenía clarísimo, lo mío era solo amor platónico, me contentaba con que me alegraras el corazón a diario cuando aparecías por la oficina, con tus preciosos ojos y tu sonrisa radiante. Me encantaba escucharte contar cualquier cosa
Sonrió triste mientras decía:
- El día que me contaste que estabas saliendo con Antonio me alegré, no sentí celos ni nada por el estilo. Se te veía tan feliz que me alegré mucho. Lo importante eras tú, siempre tú, y me consideraba muy afortunado de que me dejaras participar en tu vida cuando me contabas las cosas que hacías o querías, y sobre todo cuando te quedaste embarazada, y como me hacías partícipe de tu inmensa felicidad. Y luego cuando me dejaste involucrarme con Gema, pidiéndome ser su padrino… Me hiciste muy feliz, Silvia, jamás te podrás imaginar lo que sentí cuando me lo pediste
- Carlos...
- Espera, espera, déjame seguir, que soy muy cobarde y como no siga, me echaré para atrás
Esperé mientras él pensaba. Al cabo de unos segundos, continuó:
- Siempre he tenido muy claro mi papel en tu vida, Silvia, mi papel como amigo, y siempre he intentado serlo, sin sobrepasarme en nada porque tú lo que necesitabas era un amigo, solo eso. Y en el momento clave te fallé, conociéndote como te conozco, te fallé
- Eso no es verdad, he tenido muchos momentos clave y nunca me has fallado, cometiste un error pero solo uno, Carlos
- Pero un error en algo importantísimo, y que me hayas perdonado me parece inmerecido, no es…
- Carlos, te equivocaste pero no obraste con maldad, eso es lo importante, tomaste esa decisión pensando en mí, no en ti o en Antonio, fue pensando en mí y en Gema
- Sí, es así pero no debería haberte fallado, te conozco muy bien, Silvia, no debería…
Se calló y miró por la ventana, pensando. Iba a decirle algo cuando él siguió:
- Y ahora estoy en otra disyuntiva, algo que puede alejarte de mi lado para siempre, y no sé qué hacer, Silvia
Lo miré alarmada ¿Qué le pasaba como para estar en una disyuntiva? Entonces él continuó:
- Bueno, en realidad, sí sé que voy a hacer, lo que no sé es que resultado tendrá porque sé que la situación, tu situación, es muy complicada y seré lo que menos necesitas ahora mismo, pero es que no puedo seguir así, Silvia, no puedo
Lo miré con expectación. Carlos se giró hacia mí y me dijo:
- Silvia ¿Te puedo invitar a cenar una noche?
Lo miré sorprendida, no me lo esperaba, y me reí diciendo:
- ¿A cenar?
- Sí, los dos solos
- ¿Quieres seducirme con una cena?
- Bueno, quiero intentarlo, la cena será el primer paso
- ¿Y el segundo paso cuál es? ¿Llevarme a la cama?
Carlos se puso rojo y reí, pasándole los brazos por el cuello, atrayéndole hacia mí y besándolo.
Héctor
Salimos de la cocina y fuimos para el salón con la idea de despedirnos hasta el día siguiente, pero nos quedamos en la puerta viendo el beso entre Carlos y Silvia. Cris me cogió de la mano y tiró de mí para que nos fuéramos en silencio y diciendo muy bajito “Bien, bien, bien, al fin se dan cuenta que están hechos el uno para el otro, al fin”.
Entramos en el dormitorio y Cris reía feliz, y yo con ella, también me alegraba mucho por ellos. Cris me abrazó y entonces me decidí a algo que llevaba semanas pensando pero no me atrevía a proponérselo por si era muy pronto. Le dije:
- Cris, yo… he pensando… mmmm
Ella me miraba sonriente, esperando. Inspiré hondo y lo solté:
- He pensado que mmmmm si te gustaría que me fuera a vivir contigo, aunque si es muy pronto...
Cris dio un grito de alegría y luego, se tapó la boca con la mano, sin parar de reírse, para luego abrazarme y decir:
- Sí, sí, sí, sí, sí
Y nos echamos en la cama abrazados y riendo. Cuando paró el frenesí, me dijo:
- Lo tengo todo pensado, en la habitación del fondo pondremos dos mesas de escritorio, para tu ordenador y el mío, y una mesa de dibujo, para que estés cómodo, y volverás con tu escuadra y…
- Espera, espera ¿Llevas pensándolo un tiempo?
- Desde que volvimos de Grecia jiji, pero me daba miedo pedírtelo, no quiero controlarte, pero quiero tenerte a mi lado cuando me despierte, y...
- ¿Controlarme? ¿Por eso lo de volver con mi escuadra?
- Sí, porque quiero que tengas tus aficiones, y me las cuentes como antes hacías, que me encantaba, y…
Entonces se puso encima y me miró de esa forma que bien conocía. Le dije:
- Oh, no, Cris
- ¿No qué?
- Aquí no podemos, es la casa de la madre de Silvia y…
- ¿Y crees que me voy a poder aguantar sin follarte como una loca después de esta noticia?
Y me sonrió con esa mirada de calentura total. Se incorporó para quitarse el jersey, la camiseta y luego el sujetador, dejando sus preciosos pechos a mi alcance. Entonces, mientras me desabrochaba la camisa, dijo:
- ¿Y crees que te vas a poder aguantar sin follarme como un loco?
- No
- Eso me parecía jiji
Y se abalanzó sobre mí.
Silvia
Paramos el beso al escuchar el grito de Cris. Nos miramos extrañados para luego reírnos porque claramente era un grito de alegría. Volví a besar a Carlos que ahora me abrazaba con sus manos alrededor de mi cintura mientras yo seguía con mis brazos alrededor de su cuello. Carlos besaba muy bien, mucho. Su lengua tocaba la mía, a veces delicadamente, otras enredándose con la mía. Nos besamos sin parar hasta que paré y le dije:
- ¿Y si nos saltamos el primer paso… por ahora?
Él me miró sonriendo y dijo:
- ¿Por ahora?
- Me debes esa invitación, no lo voy a olvidar
- Por supuesto jeje
Entonces sus manos bajaron a mi culo, apretándolo. Su mirada lujuriosa me encantó. Me dijo:
- Me encanta este culo
- Ay, mentiroso
- ¿Cómo?
- Te recuerdo que este año has tenido en tus manos a 4 mujeres espectaculares y…
- Y ninguna tan guapa y espectacular como tú
- Que mentiroso
Dije sonriendo. Él sonrió y dijo:
- Ahora te recuerdo yo que te he visto desnuda y sé de qué hablo
- Bueno, no te veo con mucha prisa por volver a verme así
Dije maliciosamente aunque notaba claramente el abultamiento de Carlos contra mí. Me soltó y se puso serio:
- Silvia ¿Estás segura de… esto?
- Segurísima
Y lo cogí de la mano para llevarlo a mi dormitorio. Subimos al piso de arriba y escuchamos claramente los gemidos de Cris. Nos miramos sonriendo y dije:
- ¿Ves? Se nos han adelantado
- No por mucho tiempo
Y Carlos me llevó casi corriendo a mi habitación donde nos volvimos a besar mientras nos desnudábamos rápidamente.
Carlos
No podía creerme lo que estaba pasando. Desde la noche del beso no había parado de pensar en Silvia, en que necesitaba estar con ella, pero no me atrevía a decirle nada, no quería volver a estropearlo con ella pero al verla hoy lo había tenido claro, debía ir a por todas y decírselo.
La miré a la luz de la lamparita de la mesita de noche. Se estaba quitando el vestido rápidamente. Cuando lo consiguió, me miró dudando, nerviosa. Estaba en ropa interior, unas bragas y sujetador blanco, con muchos encajes. Titubeó pero finalmente se quitó el sujetador y las bragas, quedándose totalmente desnuda.
La admiré unos segundos mientras ella me observaba. Le dije:
- Eres preciosa, Silvia, eres increíble
- Que tonto
Y se ruborizó. Entonces alargó sus manos a mi cinturón, quitándomelo para luego desabrocharme el pantalón y tirar de él. Me quité los zapatos mientras ella tiraba del pantalón. Tras el pantalón, Silvia me quitó la camisa, quedándome solo con los calzoncillos y su claro abultamiento. Fue a quitármelos pero tiré de ella para acercarla a mí, necesitaba acariciarla. Mis manos recorrieron su cuerpo desnudo, lentamente, mientras la besaba. Besé su cuello y le dije al oído:
- Eres perfecta, Silvia
- Y tú muy tonto, pero me encanta que me digas estas cosas
Bajé a sus pechos que besé, lamí y chupé hasta que ella me empujó diciendo:
- Te quiero dentro de mí
Y tiró de mis calzoncillos, saltando mi polla totalmente dura. Silvia me miró con una sonrisa pícara y me la cogió. Luego besó la punta y se la metió en la boca, chupándola lentamente durante unos segundos. Entonces se tumbó boca arriba y dijo:
- Luego más, pero ahora ven, tómame
Me puse encima y la penetré lentamente. Silvia jadeó, mirándome a los ojos mientras penetraba más y más en ella. Entonces se estremeció y dijo:
- Fóllame, Carlos, rápido
Y me besó apasionadamente mientras yo me movía cada vez más rápido. Sus gemidos aumentaron de volumen hasta que nos corrimos a la vez, con sus dedos clavados en mi espalda. Empezó a temblar con los ojos cerrados, gimiendo bajito, hasta que se controló y abrió los ojos. Nos miramos y sonreímos, entonces dijo:
- Vaya, vaya
Y me besó lentamente.
25 de diciembre. Primera hora
Silvia
Abrí los ojos de repente. Era mi reloj interno que me decía que era hora de levantarse. Estaba acurrucada junto a Carlos, que dormía aún. Lo miré. Había sido una noche larga, intensa. Tras un primer polvo intensísimo, habíamos charlado y vuelto a hacerlo, para luego descansar, charlar y volver a hacerlo. Y si el primer polvo me había provocado un orgasmo sorprendente, los demás polvos habían sido aún mejores. Sonreí pensando en Laira y Cris, tenían razón, Carlos era un amante genial, generoso, fogoso, delicado…
Me levanté con cuidado para no despertarlo, me dolía todo el cuerpo después de tanto “deporte”, pero era un dolor gustoso, sonreí al notarlo. Me fui a la ducha sin hacer ruido, todo el mundo dormía. Luego, me vestí y lo llamé:
- Carlos, Carlos
- Mmm ¿Qué… qué pasa?
- Buenos días, voy a despertar a Gema ¿Quieres ver como abre los regalos?
Carlos, aún medio dormido, dijo:
- Cl… claro
Entonces me miró y, sonriendo tímidamente, me preguntó:
- ¿Cómo estás, Silvia?
“Típico de Carlos” pensé sonriendo. Le dije:
- Molida por culpa tuya
Y me reí al ver su cara de sorpresa. Le dije:
- Hasta las 4 dale que te pego, nene, no estoy acostumbrada a eso jeje
- Ah, jeje, perdona, estoy aún dormido…
- Estoy genial, tonto, genial de verdad
Él sonrió ampliamente y dijo:
- Buenos días, preciosa
- Buenos días, guapo… Anda, levanta, verás que espectáculo es Gema con los regalos
- Voy, voy, espera
Le di un beso en la boca y lo dejé levantarse. Fuimos a por Gema que se levantó como si tuviera un resorte al darse cuenta del día que era, y salió corriendo al árbol. Sus grititos despertaron al resto que poco a poco se fueron acercando para ver a Gema abrir regalos, saltar, bailar, gritar… Dejé a mi madre y a mi tía con Gema y el resto fuimos a la cocina para preparar café y el desayuno. Allí, Carlos repartió más regalos, para mí, para Cris y para Héctor, y ellos para Carlos y para mí. Les dije:
- Oh, mierda, y yo no os he comprado nada, me deberíais haber dicho que veníais
Carlos, sonriendo, dijo:
- ¿No te gustó la sorpresa?
- Me encantó, tonto, jejeje
Entonces me acerqué a él y le di un beso tierno. Tras el beso, Cris y Héctor sonreían mirándonos, y Carlos dijo:
- Además, yo ya tengo el mejor regalo que podría recibir
Y me abrazó. Cris, aplaudiendo, dijo:
- Ya era hora que os dierais cuenta que estáis hechos el uno para el otro
- Ya ves tú, pero mejor tarde que nunca
- Yo también he recibido un gran regalo
Héctor dijo:
- Pero si aún no te lo he dado
- Me lo diste anoche, tontín
Y mirándonos con una sonrisa radiante dijo:
- Vamos a vivir juntos
Y Carlos y yo los felicitamos riéndonos todos felices.
Carlos
Estábamos todos en la mesa de la cocina, desayunando. Había mucho ruido con todos hablando y riendo. Miré a mi alrededor, muy feliz por lo que veía. Silvia tenía en sus piernas a Gema, que, mientras desayunaba, leía un cuento de los que le habían dado de regalo. Silvia reía feliz hablando con Cris que también reía. Héctor también reía escuchando algo que le contaba la tía de Silvia sobre Silvia cuando era una niña.
Entonces vi que la madre de Silvia me miraba con una sonrisa. Me incliné sobre ella y le pregunté:
- ¿Cómo está, Marisa? Le hemos traído mucho jaleo con lo tranquilas que siempre están ustedes
- Estoy feliz, Carlos, muy feliz
- ¿Sí? ¿Por tener a tanta gente por aquí?
- Sí, pero sobre todo porque sé que Silvia ahora está muy bien y que tú la vas a cuidar y la vas a hacer muy feliz
La buena mujer ya se había enterado. La miré y le dije:
- Lo intentaré con toda mi alma, Marisa, se lo prometo
- No hace falta que prometas nada, lo sé, Carlos, lo sé