PARTE 4
48
Dos semanas después. Jueves.
Cristina
Miré al despacho de Carlos, indecisa. Estaba sola en la oficina, Silvia teletrabajando y Héctor y Mónica en su viaje mochilero desde el pasado sábado. Estaba llevando muy mal lo de estar sola en la oficina y solo llevaba así unos pocos de días, echaba muchísimo de menos a Héctor, miraba a su sitio cada dos por tres.
Quería hablar con Carlos de una cosa del trabajo y otra personal. La del trabajo no era un problema hablarlo con él, el problema era el tema personal. Sabía lo de su ruptura, era el gran chismorreo en la empresa y seguía dando que hablar, incluso había gente a la que no conocía de nada en la empresa que se me habían acercado a preguntar. Y lo que quería decirle a Carlos era sobre ese tema.
Al fin, me decidí y fui a la cafetera y luego, con dos cafés, entré en el despacho de Carlos:
- Carlos ¿Un café?
Él me miró extrañado y dijo:
- ¿Y esto?
- Es que… mmmm quiero hablar contigo
- Ah, ¿y es tan malo que me tienes que traer un café?
- No, no, es para que sea una conversación entre amigos
Enarcó las cejas y me señaló la silla frente a su mesa mientras se levantaba y se sentaba en la otra silla, para hablar sin su mesa por medio. Le agradecí internamente el gesto. Me senté y le di el café:
- Es el que te gusta
- Ah ¿Sabes cuál me gusta?
- Claro
Sonrió y bebió asintiendo:
- En efecto, éste es el que más me gusta, gracias
- De nada
- Bueno, dime
- Es que son dos cosas
- Pues empieza por la que quieras
- Mmmmm ¿Por la de trabajo?
- Venga
- Es que, con el viaje de Héctor, he pensado una cosa
- ¿El qué?
- ¿Podría no tener vacaciones este año y cobro un poco más por esos días?
- Ah, pero eso no puede ser
- ¿No?
- Por ley hay que disfrutar de las vacaciones
- Pero si yo no quiero…
- No puede ser, si eso fuera posible, habría empresas que presionarían a sus empleados para eso ¿Entiendes?
- Ah, sí, pero es que ¿Cómo lo vamos a hacer?
- No te preocupes, me quedo yo
- ¿Y tus vacaciones?
- Eso lo arreglo yo
- Pues arregla lo mío, yo quiero quedarme, y el dinero me viene bien
- ¿Es por dinero?
- Y por no dejar esto solo
- Mmmmm pero es que tienes que tener vacaciones, Cris, por ti, para desconectar un poco
- Ya pero es que no voy a ir a ningún sitio
- Pero desconecta con tu novio, aunque sea estar en casa sin hacer nada
- Ya, pero tiene que estudiar, estaría sola en casa, prefiero trabajar
- Te propongo una cosa, cógete días sueltos, todos los viernes de este mes y el que viene, y una semana, al menos una semana, en agosto
- Pero es que no…
- De verdad que te vendrá bien y ¿Necesitas dinero?
- No, necesitarlo no, pero siempre viene bien
- Si necesitas podemos arreglar algo
- No, era solo una idea porque… mmmm estoy pensando otra cosa, Silvia está de vacaciones todo agosto
- Sí
- ¿No piensas coger nada en julio y agosto?
- No
- ¿Y me dices a mí que me viene bien y hay que coger vacaciones?
- Jajaja, porque tú eres joven, debes disfrutar de la vida
- Claro, y tú no… te propongo otra cosa
- A ver
- Me quedo sola aquí un par de semanas en agosto
- No
- Sí, y descansas y luego yo me cojo esa semana y…
- No, Cris,…
- Cógete una semana, al menos una, Carlos
- Es que…
Me miró tristemente y supe que le pasaba. Le dije:
- Esto me lleva al otro tema
- ¿Cuál?
- Es sobre ti
- ¿Sobre mí?
- Sé lo tuyo, la ruptura
- Ya
- Imagino que no quieres tomar vacaciones porque piensas que no tienes nada que hacer, que mejor estás aquí
- Jeje
- Pues te equivocas, también necesitas descansar… descansar y buscar nuevas “amistades”
- ¿Quieres que salga a ligar? Jajaja
- Pues sí
- ¿Has hablado con Silvia?
- No, bueno, de esto no, pero sí de ti, te vemos mal
- Que va, estoy como siempre
- No, estás muy triste, Carlos
- Soy un triste
- No, eso no es verdad… Yo… lo que te quería decir es que si te encuentras mal y necesitas hablar, estoy aquí
Él me miró sonriendo y dijo:
- Te has puesto colorada
- Sí, lo sé, es que me cuesta decirte esto, pero es que es verdad, en Navidad te portaste genial conmigo, bueno, siempre te estás portando genial, y me gustaría que supieras que si necesitas charlar o compañía, estoy aquí
Él siguió mirándome pensando y puntualicé:
- Como amiga, claro
- Jajajaja
- Es que..
- Ya, ya, que a ver si estaba yo pensando en que te ofrecías para otro tipo de compañía
Noté como me ponía aún más colorada pero asentí sonriendo:
- Lo sé, Cris, y te agradezco tus palabras
- No son solo palabras, te lo ofrezco de verdad
- Gracias
- Yo… sé qué es una ruptura, solo he tenido pareja dos veces pero con la primera la ruptura fue traumática para mí, mucho, y me duele pensar que estás igual. Sé que tienes a Silvia para hablar de todo esto, pero si ella no puede alguna vez y necesitas hablar, llámame, sin problemas
- Una ruptura a mi edad no es lo mismo, Cris
- No sé si es igual, peor o mejor, no lo sé, pero veo como estás y no eres el Carlos de siempre, eso lo tengo claro
- Ya
- Esa mujer… No sé quien rompió con quién ni las causas, ni lo quiero saber, pero te digo una cosa, esa mujer no sabe lo que ha perdido, está claro
- Sí, lo sabe
- No, no lo sabe porque si te conociera bien habría actuado de otra forma, que no sé si eres tú el que se ha hartado de ella o al revés, o son otras cosas, pero me da igual, si yo fuera ella, no te habría dejado escapar
- Jajaja
- No te rías, es la verdad
Carlos sonreía y le dije:
- Por como estás de triste, imagino que ha sido cosa de ella lo de romper, no sé, pero te digo que ha sido muy tonta, pero mucho, ella se lo pierde
Él meneó la cabeza y dijo:
- No estoy triste por la ruptura en sí
- ¿No? ¿Entonces?
- Porque la gente no es lo que parece
- ¿Cómo?
- Nada, déjalo
- ¿Te refieres a que ella te ha defraudado?
- Se puede decir que sí
- Vale, pero eso no significa nada, hay mucha gente que merece la pena, ya verás, la siguiente será mejor y…
- Ya
- Ese “ya” me parece que no me gusta
- ¿Por qué?
- Porque parece que tiras la toalla
- Jeje
- No, Carlos, muy mal, no lo hagas, no estés solo, la soledad es horrible y tú no mereces eso
- Tengo mi trabajo, y a vosotros
- Sí, y eso está muy bien, pero también debes tener a alguien en casa, te lo mereces
- No sé que merezco
- Yo sí, por favor, me encantaba verte por las mañanas tan contento, tienes que seguir así
Él suspiró, incómodo. Me levanté y le dije:
- Ya sé que estoy metiéndome donde no me llaman, pero quería que lo supieras, que eres un hombre estupendo, que te mereces lo mejor y que me tienes a tu disposición para hablar cuando quieras
- Gracias
- Y esa semana de vacaciones en agosto te la tomas
- Jeje
- Lo hablaré con Silvia, ella te convencerá
- No, las dos no, me vais a machacar
- Es lo que hay
Le cogí el vaso vacío para llevármelo y tirarlo. Al salir, me dijo:
- Gracias, Cris
- Nada
- Me.. me has conmovido, siempre gusta saber que alguien se preocupa por ti
- Pues claro que nos preocupamos y te deseamos lo mejor, Carlos
- Gracias
Le sonreí. Me sentía bien tras conseguir decirle todo eso. Me costaba expresarme libremente pero ver a Carlos tan triste me partía el corazón. Me fui a ir pero entonces me dijo:
- Cris, una cosa
- ¿Qué?
- Este domingo haremos una barbacoa en mi casa ¿Te apuntas con tu novio?
- Ah, no sé
- Nada, perdona, tendrás tus planes
- No, no, me refiero a que lo tengo que hablar con él, pero por mí encantada
- Solo estará Silvia y su familia, y vosotros si venís
- Ah, vale
- Piscina y comida, solo eso, pero sin compromiso, vienes solo si quieres y te apetece
- Vale, gracias, lo hablaré con mi novio
- Genial
Me fui a mi sitio tirando antes los vasos en la papelera. Me encantaría ir pero el problema era Sara, a ver como se lo tomaba, que últimamente estaba un poco rara conmigo.
Dos días después. Sábado
Cristina
- Estás de coña ¿No?
Me dijo Sara enfadada. Le contesté:
- No, Sara, solo puedo llevar a Alberto
- Y a mí que me den
- Son mis compañeros de trabajo, no te puedo llevar como mi pareja
- ¿Y me vas a dejar aquí sola todo el domingo?
Suspiré y le dije:
- Sara, yo he pasado días sola porque tú te llevabas a Alberto para cosas que yo no podía ir como pareja
- No es lo mismo, eso eran temas familiares
- Sí es lo mismo, mis compañeros son casi como mi familia
- Vete a la mierda, Cris
Entonces miró a Alberto y preguntó:
- ¿Y tú no dices nada?
- Bueno, Cris tiene razón, tú y yo nos hemos ido solos a…
- Vete a la mierda tú también
- Pero, peque, si solo será un rato, seguro que son unos brasas y estamos de vuelta en un rato
Negué con la cabeza y dije:
- No, nos vamos a quedar allí todo el día
Sara me miró con rabia y dijo:
- Encima
- Claro, nos invitan, no vamos a ir, decir hola e irnos, y además, me apetece un montón ir, son mis amigos
- ¿Quieres ir por tu jefe?
- Sí
- ¿Por ese al que te tiraste en Navidad?
- No me lo tiré, Sara, no empieces con eso
- Pero te parece atractivo
- Que sí, ya te lo dije, pero como tantos, ciega no estoy
Sara miró a Alberto y dijo:
- ¿Y a ti te parece bien?
- ¿El qué?
- Que le guste su jefe
- Ah, pero no se lo ha tirado, no pasa nada
- Que tonto eres
- ¿Qué? ¿Por qué?
Sara se me acercó y me dijo:
- No me gusta que te veas con ese
- Lo veo todos los días, Sara, es mi jefe
- Digo fuera de la oficina
- Pero si habrá más gente, incluido Alberto, no seas tonta
Sara se fue a la ventana y luego, tras unos segundos, dijo:
- Pues no me pienso quedar aquí todo el día
- Vale
- Me iré con Carla y Sergio
- Bien, claro, sal y te diviertes
- Claro que me voy a divertir
Alberto se dispuso a decir algo y Sara lo miró diciendo:
- ¿Y tú tienes algo que decir?
- No
- Ah, creía
Dije:
- Bueno, que solo es un día, Sara ¿Vale?
- Vale, no me gusta pero vale, pero solo por esta vez
- Sí
- Y esta noche salimos, para recompensarme que me dejáis tirada
Levanté la vista al techo y dije:
- Sara, no te dejamos tirada a mala leche, no me vengas con eso
- Pero me dejáis tirada, es un hecho
- Y no podemos salir, no tenemos dinero
- Joder, pero yo quiero salir
- Pues salimos pero sin gastarnos un euro
- Una mierda
- Pues es lo que hay
- Joder, que puta mierda
Y se metió dentro y oímos cerrarse la puerta del baño. Miré a Alberto y le dije:
- Y tú compórtate mañana
- ¿Qué? ¿A qué te refieres?
- Ni se te ocurra llamarlos frikis o esas tonterías tuyas, a ver si me buscas un problema en el trabajo
- Pero son unos frikis ¿No?
- Trabajan con ordenadores, eso no significa nada
- Ya, lo que tú digas
- Mira, Alberto, te portas bien y ya está, es importante para mí
- Que sí, cariño
Me cogió de la cintura y me besó, aprovechando para cogerme el culo. Luego dijo:
- Me portaré genial
- Eso espero, anda, vamos al supermercado, que hay que hacer la compra de la semana
- Ufff, paso
- No, tú vienes, que me tienes que ayudar, no voy a venir cargada como una mula
- Puff
- SARA, VAMOS A IR A COMPRAR ¿VIENES?
Sara contestó desde el baño:
- NOOOO
- VALE
- ESPERA, ESPERA…
Y salió corriendo:
- Voy, que estáis en plan tan cabrón conmigo que sois capaces de no comprar lo que me gusta
- Que tonta estás (dije riendo)
Esa noche nos quedamos en casa viendo una peli pero Sara pronto comenzó a quejarse hasta que dijo:
- Esto es un aburrimiento, quiero salir
- Pues sal
- Vale, vamos
- Pero sin dinero
- No se puede salir sin dinero
- Es que no tenemos
- Eres… eres… Me acuesto, paso de este rollo
Se levantó y se fue a su habitación diciendo:
- Ni ganas de follar tengo, menudo muermo sois
Escuchamos como se metía en su cuarto y Alberto me dijo:
- Yo sí quiero follar
- Tú como siempre
Sara había conseguido que me sintiera mal por lo del día siguiente y apagué la tele diciendo:
- Anda, vamos con ella
- ¿A dormir?
- No
Alberto sonrió diciendo:
- Genial
Entré en el dormitorio de Sara y me acosté a su lado. Le acaricié el pelo y la mejilla:
- Venga, Sara, no estés enfadada
- Lo estoy, sois unos muermos
- ¿De verdad no tienes ganas?
- Nada
Y se giró dándome la espalda. Le quité el pelo del cuello y se lo besé desde atrás. Y luego le besé y lamí la oreja, pasándole mi lengua lentamente. Ella gimió bajito y le giré la cara hacia mí y la besé, lentamente, metiéndole la lengua para buscar la suya. Tras el morreo, me dijo:
- Bueno, quizás tenga una poquita de ganas
Le sonreí y ella me besó. Luego, le quité la camiseta y le comí las tetas, chupándoles los pezones mientras ella gemía. Fui bajando lentamente por su estómago, lamiéndola hasta llegar a sus pantalones cortos que le quité junto a sus bragas que estaban visiblemente mojadas. Sara dijo:
- Cómemelo, cariño, rápido
Y eso hice mientras ella jadeaba y gemía cada vez más. Entonces, Alberto se desnudó y le metió la polla en la boca. Sara se la chupó con ansia unos segundos pero luego paró gimiendo, a punto de correrse. Seguí lamiendo su clítoris mientras le metía dos dedos y estalló gimiendo apagadamente porque seguía con la polla de Alberto en su boca.
Me levanté de entre las piernas de Sara y me uní a la mamada, chupándosela a Alberto mientras Sara se recuperaba. Cuando ella empezó de nuevo a chupar, me levanté porque acababa de recordar una cosa. Salí de la habitación y fui a la mía. Cuando volví, Alberto se estaba follando a Sara que seguía tumbada boca arriba.
Dejé el botecito de lubricante en la mesilla de noche. Ahora a Sara le encantaba el sexo anal, había pasado de tenerle mucho miedo a ser una adicta. Me desnudé y me uní a ellos sabiendo que sería una larga sesión de sexo.