Antonella

Muy buen capítulo el de hoy, lo que me desconcierta es lo del abuelo de los chicos, cómo que el abuelo estaba vivo y más encima con Lisandro manejando la situación de todos, para qué entonces hizo todo para que compitieran por el poder los hermanos si al final deja a Antonella al mando y muere más adelante, para qué se hizo el muerto y lo que es peor secuestra a su nieta con Lisandro ?. :unsure::unsure::unsure:
 
Lisandro va a ser un hijo ilegítimo del abuelo, y como su hijo natural ha pasado del negocio, hace que Lisandro enamore a Antonella y le deja a ella el mando de toda la organización para que la maneje Lisandro en la sombra; pero sus planes se tuercen cuando descubren que Antonella tiene los huevos cuadrados, y entonces deciden secuestrar a Isabella para doblegar la voluntad de Antonella.

Creo que la leche del café de sobremesa estaba en mal estado.
 
Lisandro va a ser un hijo ilegítimo del abuelo, y como su hijo natural ha pasado del negocio, hace que Lisandro enamore a Antonella y le deja a ella el mando de toda la organización para que la maneje Lisandro en la sombra; pero sus planes se tuercen cuando descubren que Antonella tiene los huevos cuadrados, y entonces deciden secuestrar a Isabella para doblegar la voluntad de Antonella.

Creo que la leche del café de sobremesa estaba en mal estado.
Tiene validez lo que dices.
 
Bueno he escrito más de la mitad del último capítulo de Antonella, lo terminaré mañana, ahora me voy a preparar que hoy Nadia y yo salimos a cenar y después a ver Indiana Jones, mañana seguiré con el capítulo sin falta.
 
Bueno he escrito más de la mitad del último capítulo de Antonella, lo terminaré mañana, ahora me voy a preparar que hoy Nadia y yo salimos a cenar y después a ver Indiana Jones, mañana seguiré con el capítulo sin falta.
No te preocupes y disfruta de la peli. Aunque para mí como las 3 primeras, no creo este al nivel, pero quién sabe.
 
Bueno he escrito más de la mitad del último capítulo de Antonella, lo terminaré mañana, ahora me voy a preparar que hoy Nadia y yo salimos a cenar y después a ver Indiana Jones, mañana seguiré con el capítulo sin falta.
Dale no más amigo mío que tengas una buena cena y una gran película.
 
Antonella 4

Mire a mi hermano Aurelio, él tenía la misma cara de asombro que yo, ¿Cómo podía estar el abuelo vivo?, ¿Qué tenía que ver él con Lisandro y con el secuestro de Isabella?, eran demasiadas preguntas.

• ¿Cómo es posible que el abuelo esté vivo?, ¡contesta Matteo! – dije furiosa.

• Hermanito, es mejor que hables, porque no te haces una idea de lo que nos estamos cabreando.

• Vale, Vale, hablaré.

Matteo seguía con todo su cuerpo suspendido en el aire, sujetado solo por la corbata y mi mano. Sudaba copiosamente, miro al cielo y empezó a hablar. Al abuelo no le quedo más remedio que formar parte de los ancianos, estos le hicieron una oferta y todos sabían que la única respuesta correcta era decir que sí. Una respuesta negativa significaba una sentencia de muerte, el abuelo lógicamente acepto a regañadientes. Ganaría en estatus, ahora sería intocable, pero tendría que repartir sus ganancias con otras cuatro personas y eso no le hacía ninguna gracia.

Años atrás, uno de los científicos de una familia enemiga que el abuelo había destruido, había creado un virus con una mortalidad del cien por cien, el único inconveniente era que el antivirus solo se podía sintetizar dentro de un cuerpo humano. Esto no parecía tan problemático, pero sí lo era, porque había pocos cuerpos en el mundo compatibles con el virus. Aquel científico fue el único de esa familia rival que sobrevivió, y empezó a trabajar para el abuelo.

Siguiendo sus órdenes, empezó a estudiar la sangre de decenas de personas. Ninguna era compatible, el abuelo empezó a desesperarse y llego al extremo de utilizar la sangre de su propia familia. La de todos menos la suya, él solo quería disfrutar de las ganancias sin ningún riesgo. Solo la sangre de nuestra madre, era lo suficientemente compatible para poder combatir el virus. Cada año el abuelo nos obligaba a ponernos la vacuna contra la gripe, ninguno queríamos, pero era inflexible y en una de estas nuestra madre fue inoculada con el virus, aunque este estaba bastante debilitado, tenía la fuerza suficiente como para matar a una persona.

Desde ese momento nuestra madre enfermo y durante mucho tiempo estuvo combatiendo una extraña enfermedad, las defensas de mamá combatían al virus, pero no terminaban de acabar con él, por eso por momentos mejoraba, pero después volvía a empeorar. Hasta que llego el momento que su cuerpo no pudo soportarlo más, mire a Aurelio que tenía la mandíbula tan apretada que creí que se romperían todos sus dientes.

• Antonella, hazme un favor y suelta al cabrón, quiero ver como se estampa contra el suelo – dijo Aurelio furioso.

• Esperad, esperad, todavía no he acabado de contarlo todo – dijo Matteo temblando de miedo.

Los dos estábamos furiosos y eso que todavía no habíamos llegado a lo peor, Matteo volvió a tomar aire y siguió relatando. El abuelo tenía el virus, pero no la forma de distribuirlo sin que los otros cuatro ancianos se enteraran. Ahí entraba Lisandro, este tenía los contactos necesarios. El abuelo estaba contrariado viendo que el cuerpo de nuestra madre no estaba respondiendo como él esperaba. El científico saco, sangré a Lisandro y entonces se dio cuenta, mi sangre y la de Lisandro eran algo menos compatibles con el virus que la de mi madre, pero uniéndolas sería mucho más compatible. Por eso Lisandro y yo nos conocimos esa noche, para Lisandro sería fácil copular conmigo. Era una mujer hermosa con un cuerpo cincelado por los mismísimos dioses, de esa unión nacería el cuerpo perfecto para sintetizar el antivirus y después mi abuelo se haría muchísimo más rico vendiendo la muerte.

No podía creer lo que estaba escuchando, mi abuelo había sido capaz de inocular un virus mortal a su propia nieta, su ambición era tal que no le importaba si su nieta vivía o moría igual que le paso a mamá.

• ¡Tú sabías todo esto y no dijiste nada a nadie! – dije llena de furia, ese fue el momento que más cerca estuve de soltarlo.

• Tenéis que entenderlo, lo descubrí por casualidad y me lo dejaron claro, o me unía o moría.

• Claro, era mejor llenarse los bolsillos, pero si tu madre y sobrina morían por el camino no importaba, ¿verdad? – dijo Aurelio cogiendo a Matteo del cuello.

Solté la corbata, Matteo pataleaba, Aurelio lo había levantado un palmo del suelo, pensé que lo soltaría, pero acerco su cara a la de Matteo y le pregunto.

• ¿Dónde tiene nuestro abuelo a Isabella?

• No puedo decíroslo, ¡me matarán!

• ¿Qué crees que aremos nosotros? – pregunte.

Los dos sabíamos que aunque Matteo era un cobarde, tenía suficiente miedo al abuelo y Lisandro para mantener la boca cerrada. Estábamos seguros de que nuestro padre no sabía nada, de estar enterado, habría arremetido contra el abuelo sin pensárselo dos veces. Era el único que haría hablar a Matteo, yo estaba demasiado comprometida y corríamos el riesgo de que se me fuera la mano y Aurelio lo estrangularía con la primera salida del tiesto de Matteo.

Matteo se desmayó cuando estaba seguro de que Aurelio le lanzaría la vació, lo amordazamos y lo llevamos a una fábrica abandonada que en el pasado perteneció a la familia, sentamos a Matteo en una silla y lo atamos, después llamamos a papa para que viniera. Sería un golpe duro para él, pero tenía que saberlo. Cuando llego solo tuvo que mirar a su hijo amordazado y nuestras caras para saber que algo no iba bien.

• ¿Qué ocurre hijos?

• Papa, el abuelo está vivo y eso no es todo – dijo Aurelio.

Papa nos conocía muy bien, sabía que lo siguiente que le íbamos a contar le haría mucho daño, pero como siempre se preparó para recibir el golpe.

• Papa, mamá, murió por culpa de un virus que le inoculo el abuelo – dije.

Una bomba no habría tenido mayor impacto, papa tuvo que sujetarse en una mesa que tenía a su lado y sentarse en una de las sillas.

• ¿Cómo lo habéis sabido? – pregunto nuestro padre.

Él sabía perfectamente la respuesta, pero creo que algo dentro de él rezaba para estar equivocado, cuando le dijimos que Matteo nos lo contó, su rostro se endureció. Pensamos que lo mataría allí mismo, pero todavía le quedaba escuchar lo peor. A Isabella le habían hecho lo mismo que a mama, el secuestro fue para poder sacarle el antivirus. Lo que Matteo no nos contó fue si Isabella moriría después de que le sacaran el antivirus.

Mi padre me miro y después me abrazo muy fuerte, sabia perfectamente que él estaba allí para hacer hablar a Matteo. Lo miro a los ojos, después saco su arma y coloco la punta del cañón de su pistola sobre la mesa, empezó a andar hacia Matteo, mientras el cañón rozaba la mesa. En la mirada de papa se podía ver que si Matteo no hablaba algo malo le sucedería a este, entonces al llegar hasta él, de un rápido movimiento, metió ese mismo cañón en su boca.

Conocía muy bien a papa, quería a mamá sobre todas las cosas, solo nosotros estábamos a su altura y que uno de sus hijos supiera lo que estaba pasando y no dijera nada, mamá se podría haber salvado, Matteo no dijo nada, no por miedo, que seguro que lo tenía. Más bien por lo codicioso que era, si podía ganar dinero estaba dispuesto a vender a su propia madre, como era de esperar, Matteo hablo muerto de miedo viendo en los ojos de papá que no duraría ni un instante en matarlo.

A Isabella la tenían en una propiedad que compro el abuelo a espaldas de la familia y los demás ancianos, aparte de Lisandro, el abuelo y Matteo, ninguno conocíamos la existencia de esa casa, mire a papá y le dije.

• ¿Hubieras matado a Matteo?, ¿de haber sido necesario?

Papa me miro y no contesto, pero su mirada me decía que sí, la verdad es que papa daba miedo, entendía que el abuelo lo temiera. Llame a Dante, Duncan y Erin, no contestaron y en el mensaje que dejaron decían que estaban en una misión. No sabía si llegarían a tiempo, pero algo me decía que así sería. Papa golpeo a Matteo en la cabeza con la culata del arma, después de atarlo lo metió en el maletero de su todoterreno.

Aurelio y yo nos metimos en él y papa condujo hasta aquella casa, durante el viaje ninguno dijimos nada, yo iba aterrada pensando en Isabella, Aurelio también estaba inmerso en sus pensamientos y papa tenía una mirada que clamaba venganza. Paramos unos metros antes de llegar aquella casa, estaba apartada, sin vecinos, en kilómetros a la redonda. Lo que más nos sorprendía era que no tenía mucha vigilancia, conociendo al abuelo y Lisandro, eso no era nada bueno.

Había muchas posibilidades de que Isabella no estuviera allí, papa saco uno de sus cuchillos y se acercó a uno de los vigilantes desde atrás. Parecía que sus pies no tocaban el suelo de lo silencioso que era. Puso una de sus manos en la boca del vigía mientras le cortaba el cuello con la otra. De otro de los hombres se encargó Aurelio, este saco su arma con silenciador y de dos disparos acabo con el otro vigilante. Teníamos vía libre hasta la casa, pues no había más vigilancia, eso acrecentaba más mi miedo, pues era otra prueba de que Isabella no estuviera allí.

Aurelio abrió la puerta, papa y yo entramos agachados, Aurelio nos siguió. La casa era espartana, sin ninguna comodidad, se notaba que la usaban para sintetizar el virus. Eso si era un edificio tan seguro como un laboratorio, además el edificio funcionaba con un sistema interno, si no estabas conectado a él, no podías usar ni móviles ni otros aparatos eléctricos que funcionaran con Internet. Los pisos de arriba se veían vacíos, pero todo el ruido se concentraba en el sótano, empezamos a bajar las escaleras.

Un punto rojo se posó en mi pecho, después noté un golpe que me tiro al suelo, era Aurelio que me empujo recibiendo él, el disparo. Papa aprovechó esto para deshacerse de aquel hombre con sendos disparos con su arma con silenciador.

• ¿Hermano, estás bien? – pregunté muy preocupada.

• Sí, estos chalecos antibalas son muy buenos, pero que te disparen duele mucho.

• ¿Hijo puedes seguir? – pregunto papá.

• Sí, esperad a que recupere el aliento- dijo Aurelio.

Cuando Aurelio se recuperó, nos movimos con mucho sigilo hacia un pasillo que tenía luz, al final de este se veía una puerta muy robusta. Había dos hombres custodiándola, papa apunto a uno y yo al otro, de dos disparos los dos cayeron fulminados, entones nos acercamos y usando la tarjeta de uno de ellos pudimos abrir la puerta acorazada. Por dentro se veía como si fuera el laboratorio mejor equipado.

Se notaba que el abuelo y Lisandro no habían escatimado gastos, una de las puertas estaba abierta. Era una copia exacta del cuarto que Isabella tenía en nuestra casa de Nápoles. Al entrar vi la mochilita que le compre antes de que toda esta pesadilla empezara, la cogí en mis manos y la abrace. No pude contener mis lágrimas, entonces una mano se posó sobre mi hombro.

Era Aurelio dándome ánimos.

• La encontraremos Antonella, aunque sea lo último que hagamos.

Se escuchó un grito, al acercarnos nuestro padre tenía al científico jefe encañonado, el científico no era tonto y sabía que si hablaba le costaría la vida. La paciencia no era una de las virtudes de nuestro padre. Este coloco el cañón del arma sobre el muslo del científico y disparo, el grito se escuchó por toda la casa.

• Bien, el siguiente disparo será en los huevos, así que si los aprecias ya puedes empezar a hablar.

Aquel científico miró a los ojos a papa y se dio cuenta de que no bromeaba, nos miró y entonces yo le pregunte.

• ¿Dónde está Isabella?

• Habéis llegado tarde, hace un rato que se la han llevado- dijo el científico.

• ¿Llevado a donde? – pregunto Aurelio.

• Al avión privado del jefe, esa niña es la gallina de los huevos de oro.

• ¡Esa niña es mi hija! – mientras le apuntaba con mi arma en la cabeza.

• ¡Estoy perdiendo la paciencia científica!, o hablas, o te quedas sin huevos.

El científico habló, nos dio las coordenadas exactas del hangar donde se encontraba el avión, papa nos dijo que no adelantáramos. Aurelio y yo bajamos al garaje, necesitábamos un vehículo muy rápido y aquel garaje no nos decepcionó, en él se encontraba el coche más rápido del mundo, un SSC Tuatara con una velocidad máxima de 454.80 km/h. miré a Aurelio, este busco las llaves y una vez encontradas me las lanzo.

• ¿No quieres conducir tú?

• No – tajante.

• No te dará miedo, ¿vedad hermanito?

• Sí, los coches como este me dan pánico, pero por mi sobrina estoy dispuesto a vencer ese miedo.

Aurelio me estaba demostrando lo mucho que le importaba Isabella, cuando metí las llaves y encendí el motor el sonido era increíble. Qué razón tenía Duncan cuando dijo el carro de los dioses, apreté el acelerador y salimos como una flecha. Batiría todos los récords de velocidad si con eso conseguía llegar a salvar a Isabella. No pude contenerme y al escuchar el rugido de aquel motor grité que era el carro de los dioses. Aurelio me miro y le dije.

• Es lo que dijo Duncan cuando condujo el Aston Martin.

• Así que fue ese mastuerzo el que destruyo ese precioso coche.

Le sonreí, cambié de marcha y apreté el acelerador a fondo, no sabía a qué velocidad nos estábamos moviendo, no me atrevía a mirar él cuenta kilómetros, Aurelio iba con los ojos cerrados, blanco como el papel y aferrado a su asiento como si su vida dependiera de eso. El aeropuerto no quedaba lejos, podíamos conseguirlo, este era un aeropuerto de carga y descarga poco transitado, no había nadie en la entrada, pero según nos acercábamos encontramos hombres armados que nos empezaron a disparar.

El coche era muy bonito, pero en cuestión de parar balas, no era su fuerte. Esos disparos alertaron a nuestro abuelo y Lisandro, porque el jet privado encendió los motores y se encaminó a la pista para despegar. Aurelio y yo nos encontrábamos agazapados detrás del deportivo sin poder movernos. La lluvia de balas era incesante, entonces empezamos a notar como cada vez menos gente disparaba, miramos los dos con sumo cuidado y pudimos comprobar como caían uno a uno.

Duncan, Erin y Dante estaban aquí, habían llegado, el móvil empezó a sonar.

• Hermanita, Aurelio y tú id hacia el avión, nosotros os abriremos camino.

• ¿Cómo sabíais donde estábamos?

• Papa nos lo dijo, daos prisa.

El deportivo estaba hecho un colador, no arrancaba, no nos quedó más remedio que ir corriendo. El avión no estaba lejos, pero seriamos un blanco fácil, según corríamos Erin y Duncan iban abatiendo a los hombres del abuelo y Lisandro. El avión ya se encontraba en la pista y dispuesta a despegar entonces grité llevada por la desesperación, estaba a punto de perder lo que más quería en este mundo.

EN DOS PUNTOS DISTINTOS A DOS KILÓMETROS A LA REDONDA DEL AVIÓN

• Erin tenemos que disparar a los parabrisas de la cabina del avión.

• Duncan, seguramente serán blindados, no creo que consigamos atravesarlos.

• No es necesario atravesarlos, por cada disparo el cristal se agrietará, si no pueden ver tampoco despegar.

Duncan y Erin dispararon disparos certeros, anulando la visión de los pilotos y obligándoles a parar.

ANTONELLA

Erin y Duncan lo habían conseguido, habían detenido el avión y nos habían conseguido un tiempo de oro. Llegamos hasta el avión, la puerta se abrió y bajaron las escaleras, en la puerta se encontraba el abuelo, llevaba a Isabella cogida de la mano mientras discutía con alguien. Mi pobre hija estaba muy asustada, eso nos permitió a Aurelio y a mí acercarnos y subir por las escaleras, entonces cuando el abuelo volvió a mirar al frente se encontró con mi puño incrustándose en su rostro.

Isabella al verme salto a mis brazos, Aurelio a punto con sus armas al abuelo y a Lisandro. Ellos sacaron las suyas y nos apuntaban a nosotros, yo cubría el cuerpo de mi hija con el mío, entonces un todoterreno llego. De el bajo papa, el móvil del abuelo empezó a sonar, al coger la llamada se empezó a poner blanco, según escuchaba a la persona que estaba hablando con él, papá llego hasta el avión y saludo a Isabella con dos besos en la mejilla, Isabella se alegró mucho de ver a su abuelo, pero yo no, algo me decía que estaba a punto de ocurrir algo malo.

• Antonella, Aurelio, sacad a Isabella de aquí y sed felices.

• ¡Papa! – gritamos los dos.

• ¡He dicho que os marchéis!

• ¿Crees hijo, que dejaré que mi gallina de los huevos de oro se marche sin más? – pregunto el abuelo.

• Lo aras, o si no detonare todos los nanorrobots explosivos que he obligado a ese científico a inyectarme – dijo papa con una mirada cargada de resolución.

• Hijo, seremos todos inmensamente ricos – volvió a decir el abuelo.

• Tú mataste a Greta, el amor de mi vida por tu ambición y esa ambición te llevará a la muerte.

Papa nos miró a los dos y nos dijo que fuéramos hasta el todoterreno, los dos le obedecimos con lágrimas en los ojos, jamás había visto a Aurelio llorar, pero los dos teníamos claro que esa sería la última vez que veríamos a nuestro padre con vida. Desde la muerte de mamá, solo Isabella, Alegra y Alexandra consiguieron devolver la sonrisa a papá, pero esta volvía a desaparecer cuando estaba lejos de sus nietas. Él solo quería volver a reunirse con mamá, lo haría salvándonos de dos monstruos como lo eran el abuelo y Lisandro.

Cuando nos montamos en el todoterreno, allí se encontraban los ancianos escuchando la conversación que mi padre mantenía con el abuelo.

• Hijo, no seas entupido y piénsalo bien, estás a tiempo de ser más poderoso que esos viejos, si no entras en razón, apretaré este botón que inutiliza los nanorrobots y te mataré.

• Apriétalo anda, veremos lo que pasa.

El abuelo apretó el botón, pero la pantalla le indicaba que los nanorrobots seguían activados.

• Estos nanorrobots son nuevos, tu fiel científico los ideo para dejar de estar bajo tu yugo, ¡despídete de este mundo viejo carcamal!

Entonces vimos como el avión saltaba por los aires, todo se convertía en una gran bola de fuego. Papa había conseguido vengarse de los hombres que habían matado a la única mujer que había amado en toda su vida y con un poco de suerte podría seguir amándola en la otra. Nos bajamos del todoterreno, los ancianos no nos dijeron nada. Fuera nos esperaban Erin y Duncan, según nos dijeron Dante había ido a proteger a Chiara, Alegra y Alexandra. Aurelio se sonrió y abrazo fuertemente a Isabella, esta poco a poco fue recuperando la sonrisa mientras era abrazada por unos y por otros, pero su sonrisa fue majestuosa cuando al final volvió a los míos y nos abrazamos mientras yo lloraba de felicidad.

EPÍLOGO

Ha pasado un año desde que papa sacrifico su vida para salvar al mundo de nuestro abuelo y Lisandro, pusimos su lápida al lado de la de mamá, Isabella echa mucho de menos a su abuelo, no pasa lo mismo con su padre. El tiempo que la tuvo retenida fue suficiente para que una niña sintiera como su padre la despreciaba y solo la miraba como si fuera un objeto. Por suerte poco a poco ha ido volviendo a ser la misma gracias a las visitas de sus tíos Aurelio y Chiara y sus primas Alegra y Alexandra.

Alexandra, Alegra e Isabella se quieren como si fueran hermanas y yo soy feliz de ver feliz a mi hija. Nos encontramos preparándonos para ir al cementerio, como ya he dicho ha pasado un año y vamos todos a presentar nuestros respetos a nuestros padres. Fuera nos esperan Aurelio, Chiara, Alegra y Alexandra. El camino hacia el cementerio lo hacemos en silencio, una vez allí depositamos dos grandes ramos de flores, uno en la tumba de mamá y otro en la tumba de papá.

Erin y Duncan están allí con Aurora en brazos, a su lado están Dante y Lisa, esta última está embarazada y a punto de dar a luz, la familia sigue creciendo. Un todoterreno aparca cerca del cementerio, de él descienden los cuatro ancianos, se plantan delante de la tumba de papa dejando otro gran ramo de flores, se despiden de todos con gran educación, pero sin decir nada.

Solo falta Matteo, este fue reclamado por los ancianos y todos pensamos que le estará haciendo compañía al padre de Duncan. Matteo pudo elegir proteger a su familia, pero decidió que su codicia estaba por encima y lo iba a pagar muy caro, además la condena sería de por vida.

Todos volvemos a mi casa, la casa que se encuentra a las faldas del Vesubio, hemos preparado una comida y por primera vez en mucho tiempo todos reímos, después de comer nos sentamos en el porche viendo como juegan nuestras hijas riendo sin parar, entonces Chiara me mira y me suelta algo que hace que Aurelio se atragante y los demás estallen en una gran carcajada.

• Antonella ya es hora de ir pensando en asentar la cabeza – dijo Chiara estallando en una gran carcajada.

• Chiara de momento tengo a mi lado a la persona que más quiero en mi vida, mi hija, lo demás el tiempo lo dirá.

FIN.
 
Última edición:
Precioso final. Los buenos ganan y los malos pierden. Aunque desgraciadamente su Padre tuvo que sacrificarse, aunque se reunirá con su amada. Otro magnífico relato, compañero y amigo Berserk.
 
Gran Final.
Valió la pena la espeta.
Los buenos ganan y los malos pierden.
Una pena que el padre de Antonella se sacrificara para salvar a su familia, pero lo hizo con un buen motivo reunirse en el cielo con el amor de su vida, su esposa y va a ser feliz donde esté con ella.
Solo falta que Antonella encuentre a su verdadero amor para que cierre el círculo de felicidad.
Esa podría ser una nueva historia de Antonella.
 
Gran Final.
Valió la pena la espeta.
Los buenos ganan y los malos pierden.
Una pena que el padre de Antonella se sacrificara para salvar a su familia, pero lo hizo con un buen motivo reunirse en el cielo con el amor de su vida, su esposa y va a ser feliz donde esté con ella.
Solo falta que Antonella encuentre a su verdadero amor para que cierre el círculo de felicidad.
Esa podría ser una nueva historia de Antonella.

Me alegro de que te haya gustado.
 
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