David777
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Conocí a Adela en una convención de trabajo en Lanzarote. Ella era comercial en nuestra oficina de Málaga y yo estaba incorporado en la de Madrid. Las conferencias eran tan aburridas como cabía esperar, pero el ambiente en el hotel era muy acogedor e invitaba a la sensualidad canaria. Se creó una cercanía inmediata, casi mágica, entre ella y yo. Y la última noche, con la fiesta de despedida, la música, el baile y el alcohol, acabamos besándonos en el jardín y acostándonos juntos en mi habitación del hotel. Nada más cerrar la puerta de la habitación me pegué a su espalda y acariciando sus pechos comprobé lo duros que se le habían puesto los pezones. Aquello me excitó a mí casi más que a ella y el sabor de su nuca me estaba volviendo loco. La tumbé en la cama, le quité el pantalón y sus empapadas bragas y le lamí los labios y el clítoris hasta que se corrió de manera escandalosa. Me encantó cómo olía su coño a placer, no quería apartar mi cara y mi lengua de su vulva, pero ya mi polla mandaba sobre mí y estaba a punto de explotar. Me incorporé mientras ella todavía se estaba recuperando del shock de ese primer orgasmo y se la metí despacio hasta encajarme dentro de ella y follarla con todas mis ganas. Adela tuvo dos orgasmos más antes de que yo me corriera sobre su vientre.
Follamos dos veces más aquella noche y llenamos las sábanas de semen. Cuando el avión me dejó en Madrid mi cuerpo todavía olía a ella, a su coño, a sus tetas y a sus nalgas abiertas y generosas.
Follamos dos veces más aquella noche y llenamos las sábanas de semen. Cuando el avión me dejó en Madrid mi cuerpo todavía olía a ella, a su coño, a sus tetas y a sus nalgas abiertas y generosas.
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