Keranos
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Capítulo 644
Esta vez no duraron tanto los besos, porque en nada ella se calentó mucho, despegándose de mí para quitarme la ropa, aunque poco tuvo que hacer por el trabajo que había hecho ya antes. Me quitó todo, dejando los calzoncillos para lo último, los cuales encerraban mi erección con dificultad. También me los quitó, saltando mi polla y quedándose ella mirándola bien. No tardó en agarrarla para mover su mano hacia arriba y abajo mientras me decía que le encantaba lo suave que estaba todo entre la depilación y la crema que me había echado después. Yo tampoco me quedé quieto, porque la empecé a desnudar también, empezando por sus tacones y siguiendo con el vestido. Me detuve a mirar el conjunto de ropa interior que llevaba con más detalle, porque en ese breve instante que lo vi antes de que nos fuéramos, ella me dijo que no la mirara mucho. Me encantaba lo bonito que era con esos bordados y por cómo transparentaba zonas estratégicas.
Pero yo también estaba ya bastante caliente para ese entonces y necesitaba algo más. Antes de quitárselo, le di la vuelta para verla bien de espaldas, apreciando cómo su culo quedaba increíblemente bonito con ese culotte. Hasta le di un mordisco en una de sus nalgas, lanzando ella un gritito juguetón como respuesta. Le quité todo, tirándolo por cualquier parte sin importarme nada, centrándome después en besar todo su cuerpo. Estaba muy cachondo, pero a la vez me apetecía hacerlo con cariño. Como que aquello que me contó me dejó un poco de mal cuerpo y me entró la necesidad de continuar así la noche. Y ella no le hacía ascos. Para nada. Le gustaba lo que le estaba haciendo, porque me acariciaba mucho la cabeza en todo momento mientras lanzaba pequeños sonidos de placer. Sonidos que se intensificaron cuando le empecé a chupar los pezones, cosa que duró un buen rato, aunque lo hacía con mucho cuidado y lentitud para no ocasionarle ninguna molestia.
No bajaría hasta su entrepierna hasta que me dijo que estaba mojadísima por lo que le estaba haciendo. Fue algo que comprobé nada más bajar, porque me dio ese olor tan íntimo y agradable, notando la zona brillante por sus fluidos. Pero antes le di varios besos en su pubis. Me fascinaba cómo lo tenía y me aceleraba el pulso. No tardé tampoco mucho en empezar a comerle el coño. Pero ella me detuvo de inmediato, tirando de mí para que me tumbara a su altura. Le pregunté si todo estaba bien, riendo ella y diciendo que demasiado bien. Pero que no quería acabar tan rápido. Nos quedamos unos momentos mirándonos mientras ella me pajeaba lentamente, aunque también nos besamos. Le pregunté si le gustaba cómo sabía ahí abajo, asintiendo ella sin llegar a responder con palabras. Pero lo hizo con algo de timidez, acentuándose las chapetas de su cara.
La veía tan mona cuando se ponía así que me la quería comer a besos. Y lo hice, con ella riendo por cómo me ponía. Y rápidamente bajó para comérmela mientras yo me relajaba para disfrutar. Me desconcertaba un poco que estuviera así de caliente después de lo ocurrido en el restaurante, pero a esas alturas me alegraba, porque ya no podíamos parar ninguno de los dos. Pero no me notaba cerca de acabar, diciéndoselo yo, por lo que pasamos a follar directamente. Ella empezó con el juego de frotarse conmigo, estando muy lubricada, pero se la acabó metiendo en poco tiempo para empezar a follarme lentamente al moverse hacia delante y atrás, pasando a botar después. Cuanto más botaba, más húmeda sentía la zona. Y ahora sus fluidos se escurrían más sobre mi suave piel. Aunque también la follé yo al abrazarla y pegarla contra mi cuerpo para moverme desde abajo. Ángela se acabó corriendo cuando la follé con rapidez después de abrir sus nalgas bastante con mis dos manos, abrazándose también ella a mí al meter sus manos por debajo de mi cuerpo, llegando a hincarme las uñas un poco de hecho, pero no mucho por no tener margen. Sonaba muy mojado en el momento en el que tuve que parar, notando cómo se resbalaba ese fluido por mis huevos habiendo quedado yo cerca, pero sin llegar al final.
Nos quedamos así un poco, pero de nuevo fue bajando por mi cuerpo, esta vez entre besos, para empezar a comerme la polla de nuevo. Lo hacía con sus ojos cerrados y concentrada, murmurando sensualmente mientras lo hacía, quedando lejos de esos gemidos que emitía en el previo mete-saca. Me gustaba el empeño que le ponía por tragar todo lo que pudiera, diciéndoselo yo, con ella abriendo sus ojos y achinándolos por sonreír. Pero le dije que quería seguir follándola y tras unos minutos se volvió a subir a mí, pero me pidió que la dejara hacer a ella esta vez. Apoyó sus manos en mi pecho y me empezó a follar, pasando después a los hombros cuando se movía con más intensidad. Y también lo hacía de manera muy sensual, aunque finalmente me agarró de las manos para entrelazar nuestros dedos y hacérmelo así con más rapidez al tener mejor estabilidad.
Ya sí que me acabé corriendo dentro de ella, llegando Ángela también a su orgasmo, el cuál manifestó con un alto gemido. Pero no paraba de moverse ni cuando yo se lo decía porque me encontraba muy sensible. Tuve que deshacer ese agarre que tenía sobre mis manos para abrazarla y detener su movimiento, estando ella temblando bastante y respirando con ansia. La dejé bocarriba mientras fui a por papel para limpiarnos bien a los dos, preguntándole por qué había hecho eso entre risas. Ella me decía que estaba muy cachonda y que no podía parar. Pero eso había ocasionado algún estrago y tuvimos que parar durante un rato para descansar, aunque no faltaban las caricias y los besos. Y una vez más bajó para comérmela y que yo así no me enfriara, porque entre el orgasmo que acababa de tener y que paramos en seco, se me empezó a bajar, percatándose ella y poniéndole solución de esa manera.
La verdad es que estaba muy a gusto, pero había sido un día muy largo y estaba cansado después de tanta caminata, sobre todo por esa última en la que ambos llevábamos un calzado no muy bueno para recorrer largas distancias. Pero Ángela estaba muy encendida, mucho más que yo. Por eso pensé en empezar en lo que habíamos quedado, porque entre el cansancio que se me empezó a acumular y lo ocurrido en el restaurante, me notaba no tan a la altura. Pensé que si hacíamos eso, concluiríamos la noche ahí, porque además, era ya algo tarde y quedamos en que seguiríamos haciendo algo de turismo a la mañana siguiente. Le dije que parara, agarrando una de sus manos para ponerla sobre mí y poder besarnos. Ella me preguntó si estaba bien y le dije que sí, pero que tenía ganas de dar el siguiente paso. Le pareció bien, aunque seguimos un poco más besándonos, abriendo ella sus piernas para estar más cómoda y abrazarme con todo su cuerpo, quedando mi polla entre nuestros cuerpos.
De pronto, Ángela separó sus labios de los míos para agarrar mi dedo corazón de la mano derecha y chuparlo muy sensualmente, mirándome fijamente a los ojos y manteniendo la mirada en todo momento. Una vez lo soltó, me susurró que empezara a jugar con su culo. Me encantó la forma que tuvo de decirme aquello, por no hablar de lo hecho previamente... Así que bajé mi mano hasta dicha parte, empezando a acariciar su ano con el dedo que me había chupado. Ángela se mordió el labio mientras ponía una sonrisa muy sugerente en su rostro y me volvió a besar, ahora con más intensidad, manteniendo la postura en la que nos encontrábamos. Aunque movía su cuerpo de manera muy ligera para estimular mi polla un poco, pero no era nada del otro mundo. Sí lo suficiente, junto al morbo que me daba por lo que estaba haciendo yo, como para mantenerla dura en todo momento.
Empecé a acariciar esa zona y mi amiga me indicaba que le gustaba con esos gemiditos que me lanzaba en mi boca al besarnos sin descanso. Sus manos no dejaban de agarrarme la cara con firmeza en lo que yo seguía a lo mío y con la otra mano le agarraba una nalga para tirar de ella y poder así tener más comodidad para tocarla. No me demoré mucho más en empezar a hacer presión, aunque ligeramente, para intentar colar mi dedo en su interior. Me estaba costando más de lo que pensaba con eso de que lo había hecho alguna que otra vez, aunque también es verdad que lo tenía cerradito a simple vista. Ahora murmuraba de manera juguetona, soltando mis labios para susurrar que le estaba gustando cómo lo estaba haciendo, pasando a besarme el hombro. Me puse algo tenso, porque estaba muy cerca del cuello. Pero no llegó a jugar con esa zona de mi cuerpo, siguiendo yo con lo mío, haciendo cada vez más presión, tratando de conseguir lo que me propuse.
Y si esperarlo por cómo me estaba costando, sin querer yo hacerle daño, acabó entrando el dedo, lanzando ella un gemido muy mono. Me pidió que no me moviera, alargando ella su mano hasta el bolso que tenía al lado de la cama, el que usó cuando salimos por la mañana, para sacar de él una goma de pelo que usó también por la mañana para recogerse el pelo e ir así más cómoda. Pensé que era para lo mismo, para recogérselo y que no le estorbara, pero me equivocaba, porque lo que hizo fue empezar a haberme una trenza en la barba, como ya había hecho anteriormente. Lo hizo muy rápido y usó la goma para atarla al final, pasando a poner su cara de lado sobre mi cuerpo, muy cerca de mi cuello de nuevo. Me pidió que siguiera con una voz casi infantil, dándole yo ese placer, aunque no tardó en volver a incorporarse para coger el bote de lubricante que compramos de camino para empezar a usarlo.
Lo abrió y se llevó el bote atrás para echar un poco de lubricante, recogiéndolo yo con el dedo que tenía clavado en ella, aunque sin sacarlo del todo, lo justo para que se embadurnara un poco y poder yo así lubricarle de manera interna. Dejó el bote a nuestro lado y se volvió a abrazar a mí. Yo continué con esa estimulación sobre su culo, metiendo y sacando el dedo, siendo algo muy fácil para lo que me había costado meterlo. Así, le metí otro dedo, para darle de sí la cavidad y poder follarla luego, que era el objetivo. Con la masturbación que le estaba haciendo, Ángela empezó a gemir un poco alto, pasando una de sus manos por debajo de su cuerpo para agarrar mi polla, aunque no era fácil por tener nuestros cuerpos tan pegados. Lo solucionó usando algo de lubricante, echándose un poco en su mano para que escurriera mejor. Y funcionó muy bien, porque ahora me pajeaba y me gustaba mucho cómo lo hacía, pero no quería que me estimulara de por más, por lo que le dije que se tocara a sí misma.
Me hizo caso y se empezó a masturbar al frotar su rajita en lo que yo continuaba metiéndole los dedos por el culo. Poco a poco, los dos lo hacíamos con más intensidad, tanta que se empezaba a retorcer. No me esperaba que echara mano a mi cuello, mordiéndolo para succionar y hacerme así un chupetón bastante grande. Menos mal que no me estaba estimulando ella en ese momento, porque ya sabemos cómo habría acabado la cosa. Ella sin embargo sí que se corrió de manera intensa, apretando su cuerpo contra el mío mientras me seguía perforando el cuello. Su cuerpo temblaba y a mí me encantaba sentir cómo lo hacía, con esas sacudidas que su cuerpo recibía cada pocos segundos. Me soltó el cuello para respirar con ansia al cabo de unos pocos segundos, porque aguantó la respiración desde que se empezó a correr hasta que comenzó a relajarse.
A los pocos minutos y una vez se relajó, Ángela me dijo que le había gustado mucho y me confesaba que seguía con ganas de más. Y quería ir hasta el final también, pero para ello quería prepararme, por eso gateó hacia atrás para comérmela una vez más y prepararla así para follarla después. No duró mucho esa mamada, pues en menos de 5 minutos, Ángela ya estaba a cuatro sobre la cama pidiéndome que la follarla, pero no por el culo aún. Ella misma agarró mi polla al echar su mano hacia atrás para metérsela por el coño, pidiéndome que jugara un poco más con su culo. Así que la empecé a follar lentamente, metiéndole los dedos una vez más. Era muy excitante ver a Ángela en esa postura con tal culazo. Estuvimos así durante un rato, aunque ella me pedía que le diera más fuerte con un tono que mezclaba algo de reproche y ternura. No podía evitar tratarla con más cariño que otra cosa por la situación ocasionada en el restaurante, pero trataba de satisfacerla, consiguiéndolo a juzgar por sus gemidos, pero le dije que ya no podía más y que quería follarle el culo.
A ella le pareció bien, alcanzándome el bote de lubricante, el cual abrí, echando en buena cantidad por su culo y mi polla, para que estuviera todo lo más lubricado posible. Quizá eché de menos comérselo un poco antes, pero ya a esas alturas no me iba a parar, porque seguro que tendríamos muchas más ocasiones de repetir aquello. Así que le empecé a acariciar su ojete con mi glande, tratando de meterlo, pero como al principio con los dedos, me costaba y tuve que intentarlo varias veces, con mucho cuidado para no hacerle daño. Con un click, terminó de entrar la punta, con ella irguiendo su espalda, lanzando un jadeo alto. Le pregunté si todo estaba bien y ella me dijo que sí, aunque me decía que la sentía más grande de lo que esperaba. Le acaricié el culo y ella gimió tiernamente, pidiéndome que la empezara a follar. Así que no la hice esperar y me comencé a mover, empezando de manera lenta.
Pensaba que no me podía sorprender ver cómo se comportaba Ángela en la cama a esas alturas, pero me equivocaba, porque la forma que tenía de retorcerse, de gemir, de hasta poner su voz, eran diferentes. Y era un cambio a bien, porque era todo muy sensual. Yo solo me limitaba a agarrar sus caderas y moverme lentamente, pero ella parecía que estaba siendo follada con intensidad. Durante unos minutos me mantuve así, notando lo apretada que estaba y sin llegar a metérsela del todo hasta que llegó un punto en el que ella se acostumbró y me pedía más. Por eso eché algo más de lubricante y se la acabé metiendo por completo, haciendo ella un gesto similar al que hizo cuando se la empecé a meter por ahí. Estaba muy excitada y me decía que nunca había sentido algo tan grande ahí atrás. Lo de excitada lo notaba por cómo se me humedecían los huevos al ir hasta el final y entrar en contacto ellos con su rajita, que estaba empapada.
Cada vez me pedía más y más, llegando a follarla con un ritmo contundente para estar haciéndolo por esa zona, pero me acabó pidiendo que parara. No porque le hiciera daño o nada parecido, sino porque quería verme cómo lo hacía, queriendo ella ponerse bocarriba. Pero no se puso tumbada por completo, ya que se apoyó bastante en el cabecero de la cama. Ahí fue donde continúe follándola, con los dos mirándonos a los ojos fijamente, empezando lento, pero apretando poco a poco. Agarré sus tobillos y los pegué también al cabecero en una postura que debía ser incómoda, pero ella era tan flexible que no se quejaba para nada. Me acariciaba el pecho con sus manos y también la cara, siendo algo tan tierno que me hacía reducir el ritmo, pidiéndome ella que lo subiera. Lo más inesperado fue que ella cogió el lubricante para echarse un poco en un dedo y llevarlo a mi culo para acariciarme con él al igual que hice yo con ella cuando empezamos. Era agradable y sabía cómo hacerlo. Una pequeña sonrisa por mi parte le indicaba que aquello estaba bien y ella parecía encantada.
Aunque después hizo amagos de meterlo, cosa que ya no me parecía tan bien, más que nada por esas uñas falsas que llevaba, que eran algo largas y hasta daban la sensación de ser afiladas. Pero no fue tan mal como esperaba, siendo algo que fui capaz de disfrutar, aunque por miedo a que me hincara su uña de alguna manera, fui aflojando la intensidad hasta tal punto en el que me quedé quieto. Ella me estimuló un poco más hasta que lo sacó y puso sus manos en mis nalgas para empujarlas y que continuara yo así la follada. Y así lo hice, dándole cada vez más fuerte hasta que me acabé corriendo dentro de ella, empezando a tocarse el coño cuando me notó cerca, llegando ella a su orgasmo también en cuestión de segundos. Nos quedamos rendidos por lo intensos que habían sido nuestros orgasmos, sin limpiarnos ni nada. Ángela se corrió de una manera que yo no había visto nunca por esos movimientos que hacía y esos gemidos tan altos y agudos, achinando mucho sus ojos para cerrarlos y apretarlos, junto al resto de su cara.
Esta vez no duraron tanto los besos, porque en nada ella se calentó mucho, despegándose de mí para quitarme la ropa, aunque poco tuvo que hacer por el trabajo que había hecho ya antes. Me quitó todo, dejando los calzoncillos para lo último, los cuales encerraban mi erección con dificultad. También me los quitó, saltando mi polla y quedándose ella mirándola bien. No tardó en agarrarla para mover su mano hacia arriba y abajo mientras me decía que le encantaba lo suave que estaba todo entre la depilación y la crema que me había echado después. Yo tampoco me quedé quieto, porque la empecé a desnudar también, empezando por sus tacones y siguiendo con el vestido. Me detuve a mirar el conjunto de ropa interior que llevaba con más detalle, porque en ese breve instante que lo vi antes de que nos fuéramos, ella me dijo que no la mirara mucho. Me encantaba lo bonito que era con esos bordados y por cómo transparentaba zonas estratégicas.
Pero yo también estaba ya bastante caliente para ese entonces y necesitaba algo más. Antes de quitárselo, le di la vuelta para verla bien de espaldas, apreciando cómo su culo quedaba increíblemente bonito con ese culotte. Hasta le di un mordisco en una de sus nalgas, lanzando ella un gritito juguetón como respuesta. Le quité todo, tirándolo por cualquier parte sin importarme nada, centrándome después en besar todo su cuerpo. Estaba muy cachondo, pero a la vez me apetecía hacerlo con cariño. Como que aquello que me contó me dejó un poco de mal cuerpo y me entró la necesidad de continuar así la noche. Y ella no le hacía ascos. Para nada. Le gustaba lo que le estaba haciendo, porque me acariciaba mucho la cabeza en todo momento mientras lanzaba pequeños sonidos de placer. Sonidos que se intensificaron cuando le empecé a chupar los pezones, cosa que duró un buen rato, aunque lo hacía con mucho cuidado y lentitud para no ocasionarle ninguna molestia.
No bajaría hasta su entrepierna hasta que me dijo que estaba mojadísima por lo que le estaba haciendo. Fue algo que comprobé nada más bajar, porque me dio ese olor tan íntimo y agradable, notando la zona brillante por sus fluidos. Pero antes le di varios besos en su pubis. Me fascinaba cómo lo tenía y me aceleraba el pulso. No tardé tampoco mucho en empezar a comerle el coño. Pero ella me detuvo de inmediato, tirando de mí para que me tumbara a su altura. Le pregunté si todo estaba bien, riendo ella y diciendo que demasiado bien. Pero que no quería acabar tan rápido. Nos quedamos unos momentos mirándonos mientras ella me pajeaba lentamente, aunque también nos besamos. Le pregunté si le gustaba cómo sabía ahí abajo, asintiendo ella sin llegar a responder con palabras. Pero lo hizo con algo de timidez, acentuándose las chapetas de su cara.
La veía tan mona cuando se ponía así que me la quería comer a besos. Y lo hice, con ella riendo por cómo me ponía. Y rápidamente bajó para comérmela mientras yo me relajaba para disfrutar. Me desconcertaba un poco que estuviera así de caliente después de lo ocurrido en el restaurante, pero a esas alturas me alegraba, porque ya no podíamos parar ninguno de los dos. Pero no me notaba cerca de acabar, diciéndoselo yo, por lo que pasamos a follar directamente. Ella empezó con el juego de frotarse conmigo, estando muy lubricada, pero se la acabó metiendo en poco tiempo para empezar a follarme lentamente al moverse hacia delante y atrás, pasando a botar después. Cuanto más botaba, más húmeda sentía la zona. Y ahora sus fluidos se escurrían más sobre mi suave piel. Aunque también la follé yo al abrazarla y pegarla contra mi cuerpo para moverme desde abajo. Ángela se acabó corriendo cuando la follé con rapidez después de abrir sus nalgas bastante con mis dos manos, abrazándose también ella a mí al meter sus manos por debajo de mi cuerpo, llegando a hincarme las uñas un poco de hecho, pero no mucho por no tener margen. Sonaba muy mojado en el momento en el que tuve que parar, notando cómo se resbalaba ese fluido por mis huevos habiendo quedado yo cerca, pero sin llegar al final.
Nos quedamos así un poco, pero de nuevo fue bajando por mi cuerpo, esta vez entre besos, para empezar a comerme la polla de nuevo. Lo hacía con sus ojos cerrados y concentrada, murmurando sensualmente mientras lo hacía, quedando lejos de esos gemidos que emitía en el previo mete-saca. Me gustaba el empeño que le ponía por tragar todo lo que pudiera, diciéndoselo yo, con ella abriendo sus ojos y achinándolos por sonreír. Pero le dije que quería seguir follándola y tras unos minutos se volvió a subir a mí, pero me pidió que la dejara hacer a ella esta vez. Apoyó sus manos en mi pecho y me empezó a follar, pasando después a los hombros cuando se movía con más intensidad. Y también lo hacía de manera muy sensual, aunque finalmente me agarró de las manos para entrelazar nuestros dedos y hacérmelo así con más rapidez al tener mejor estabilidad.
Ya sí que me acabé corriendo dentro de ella, llegando Ángela también a su orgasmo, el cuál manifestó con un alto gemido. Pero no paraba de moverse ni cuando yo se lo decía porque me encontraba muy sensible. Tuve que deshacer ese agarre que tenía sobre mis manos para abrazarla y detener su movimiento, estando ella temblando bastante y respirando con ansia. La dejé bocarriba mientras fui a por papel para limpiarnos bien a los dos, preguntándole por qué había hecho eso entre risas. Ella me decía que estaba muy cachonda y que no podía parar. Pero eso había ocasionado algún estrago y tuvimos que parar durante un rato para descansar, aunque no faltaban las caricias y los besos. Y una vez más bajó para comérmela y que yo así no me enfriara, porque entre el orgasmo que acababa de tener y que paramos en seco, se me empezó a bajar, percatándose ella y poniéndole solución de esa manera.
La verdad es que estaba muy a gusto, pero había sido un día muy largo y estaba cansado después de tanta caminata, sobre todo por esa última en la que ambos llevábamos un calzado no muy bueno para recorrer largas distancias. Pero Ángela estaba muy encendida, mucho más que yo. Por eso pensé en empezar en lo que habíamos quedado, porque entre el cansancio que se me empezó a acumular y lo ocurrido en el restaurante, me notaba no tan a la altura. Pensé que si hacíamos eso, concluiríamos la noche ahí, porque además, era ya algo tarde y quedamos en que seguiríamos haciendo algo de turismo a la mañana siguiente. Le dije que parara, agarrando una de sus manos para ponerla sobre mí y poder besarnos. Ella me preguntó si estaba bien y le dije que sí, pero que tenía ganas de dar el siguiente paso. Le pareció bien, aunque seguimos un poco más besándonos, abriendo ella sus piernas para estar más cómoda y abrazarme con todo su cuerpo, quedando mi polla entre nuestros cuerpos.
De pronto, Ángela separó sus labios de los míos para agarrar mi dedo corazón de la mano derecha y chuparlo muy sensualmente, mirándome fijamente a los ojos y manteniendo la mirada en todo momento. Una vez lo soltó, me susurró que empezara a jugar con su culo. Me encantó la forma que tuvo de decirme aquello, por no hablar de lo hecho previamente... Así que bajé mi mano hasta dicha parte, empezando a acariciar su ano con el dedo que me había chupado. Ángela se mordió el labio mientras ponía una sonrisa muy sugerente en su rostro y me volvió a besar, ahora con más intensidad, manteniendo la postura en la que nos encontrábamos. Aunque movía su cuerpo de manera muy ligera para estimular mi polla un poco, pero no era nada del otro mundo. Sí lo suficiente, junto al morbo que me daba por lo que estaba haciendo yo, como para mantenerla dura en todo momento.
Empecé a acariciar esa zona y mi amiga me indicaba que le gustaba con esos gemiditos que me lanzaba en mi boca al besarnos sin descanso. Sus manos no dejaban de agarrarme la cara con firmeza en lo que yo seguía a lo mío y con la otra mano le agarraba una nalga para tirar de ella y poder así tener más comodidad para tocarla. No me demoré mucho más en empezar a hacer presión, aunque ligeramente, para intentar colar mi dedo en su interior. Me estaba costando más de lo que pensaba con eso de que lo había hecho alguna que otra vez, aunque también es verdad que lo tenía cerradito a simple vista. Ahora murmuraba de manera juguetona, soltando mis labios para susurrar que le estaba gustando cómo lo estaba haciendo, pasando a besarme el hombro. Me puse algo tenso, porque estaba muy cerca del cuello. Pero no llegó a jugar con esa zona de mi cuerpo, siguiendo yo con lo mío, haciendo cada vez más presión, tratando de conseguir lo que me propuse.
Y si esperarlo por cómo me estaba costando, sin querer yo hacerle daño, acabó entrando el dedo, lanzando ella un gemido muy mono. Me pidió que no me moviera, alargando ella su mano hasta el bolso que tenía al lado de la cama, el que usó cuando salimos por la mañana, para sacar de él una goma de pelo que usó también por la mañana para recogerse el pelo e ir así más cómoda. Pensé que era para lo mismo, para recogérselo y que no le estorbara, pero me equivocaba, porque lo que hizo fue empezar a haberme una trenza en la barba, como ya había hecho anteriormente. Lo hizo muy rápido y usó la goma para atarla al final, pasando a poner su cara de lado sobre mi cuerpo, muy cerca de mi cuello de nuevo. Me pidió que siguiera con una voz casi infantil, dándole yo ese placer, aunque no tardó en volver a incorporarse para coger el bote de lubricante que compramos de camino para empezar a usarlo.
Lo abrió y se llevó el bote atrás para echar un poco de lubricante, recogiéndolo yo con el dedo que tenía clavado en ella, aunque sin sacarlo del todo, lo justo para que se embadurnara un poco y poder yo así lubricarle de manera interna. Dejó el bote a nuestro lado y se volvió a abrazar a mí. Yo continué con esa estimulación sobre su culo, metiendo y sacando el dedo, siendo algo muy fácil para lo que me había costado meterlo. Así, le metí otro dedo, para darle de sí la cavidad y poder follarla luego, que era el objetivo. Con la masturbación que le estaba haciendo, Ángela empezó a gemir un poco alto, pasando una de sus manos por debajo de su cuerpo para agarrar mi polla, aunque no era fácil por tener nuestros cuerpos tan pegados. Lo solucionó usando algo de lubricante, echándose un poco en su mano para que escurriera mejor. Y funcionó muy bien, porque ahora me pajeaba y me gustaba mucho cómo lo hacía, pero no quería que me estimulara de por más, por lo que le dije que se tocara a sí misma.
Me hizo caso y se empezó a masturbar al frotar su rajita en lo que yo continuaba metiéndole los dedos por el culo. Poco a poco, los dos lo hacíamos con más intensidad, tanta que se empezaba a retorcer. No me esperaba que echara mano a mi cuello, mordiéndolo para succionar y hacerme así un chupetón bastante grande. Menos mal que no me estaba estimulando ella en ese momento, porque ya sabemos cómo habría acabado la cosa. Ella sin embargo sí que se corrió de manera intensa, apretando su cuerpo contra el mío mientras me seguía perforando el cuello. Su cuerpo temblaba y a mí me encantaba sentir cómo lo hacía, con esas sacudidas que su cuerpo recibía cada pocos segundos. Me soltó el cuello para respirar con ansia al cabo de unos pocos segundos, porque aguantó la respiración desde que se empezó a correr hasta que comenzó a relajarse.
A los pocos minutos y una vez se relajó, Ángela me dijo que le había gustado mucho y me confesaba que seguía con ganas de más. Y quería ir hasta el final también, pero para ello quería prepararme, por eso gateó hacia atrás para comérmela una vez más y prepararla así para follarla después. No duró mucho esa mamada, pues en menos de 5 minutos, Ángela ya estaba a cuatro sobre la cama pidiéndome que la follarla, pero no por el culo aún. Ella misma agarró mi polla al echar su mano hacia atrás para metérsela por el coño, pidiéndome que jugara un poco más con su culo. Así que la empecé a follar lentamente, metiéndole los dedos una vez más. Era muy excitante ver a Ángela en esa postura con tal culazo. Estuvimos así durante un rato, aunque ella me pedía que le diera más fuerte con un tono que mezclaba algo de reproche y ternura. No podía evitar tratarla con más cariño que otra cosa por la situación ocasionada en el restaurante, pero trataba de satisfacerla, consiguiéndolo a juzgar por sus gemidos, pero le dije que ya no podía más y que quería follarle el culo.
A ella le pareció bien, alcanzándome el bote de lubricante, el cual abrí, echando en buena cantidad por su culo y mi polla, para que estuviera todo lo más lubricado posible. Quizá eché de menos comérselo un poco antes, pero ya a esas alturas no me iba a parar, porque seguro que tendríamos muchas más ocasiones de repetir aquello. Así que le empecé a acariciar su ojete con mi glande, tratando de meterlo, pero como al principio con los dedos, me costaba y tuve que intentarlo varias veces, con mucho cuidado para no hacerle daño. Con un click, terminó de entrar la punta, con ella irguiendo su espalda, lanzando un jadeo alto. Le pregunté si todo estaba bien y ella me dijo que sí, aunque me decía que la sentía más grande de lo que esperaba. Le acaricié el culo y ella gimió tiernamente, pidiéndome que la empezara a follar. Así que no la hice esperar y me comencé a mover, empezando de manera lenta.
Pensaba que no me podía sorprender ver cómo se comportaba Ángela en la cama a esas alturas, pero me equivocaba, porque la forma que tenía de retorcerse, de gemir, de hasta poner su voz, eran diferentes. Y era un cambio a bien, porque era todo muy sensual. Yo solo me limitaba a agarrar sus caderas y moverme lentamente, pero ella parecía que estaba siendo follada con intensidad. Durante unos minutos me mantuve así, notando lo apretada que estaba y sin llegar a metérsela del todo hasta que llegó un punto en el que ella se acostumbró y me pedía más. Por eso eché algo más de lubricante y se la acabé metiendo por completo, haciendo ella un gesto similar al que hizo cuando se la empecé a meter por ahí. Estaba muy excitada y me decía que nunca había sentido algo tan grande ahí atrás. Lo de excitada lo notaba por cómo se me humedecían los huevos al ir hasta el final y entrar en contacto ellos con su rajita, que estaba empapada.
Cada vez me pedía más y más, llegando a follarla con un ritmo contundente para estar haciéndolo por esa zona, pero me acabó pidiendo que parara. No porque le hiciera daño o nada parecido, sino porque quería verme cómo lo hacía, queriendo ella ponerse bocarriba. Pero no se puso tumbada por completo, ya que se apoyó bastante en el cabecero de la cama. Ahí fue donde continúe follándola, con los dos mirándonos a los ojos fijamente, empezando lento, pero apretando poco a poco. Agarré sus tobillos y los pegué también al cabecero en una postura que debía ser incómoda, pero ella era tan flexible que no se quejaba para nada. Me acariciaba el pecho con sus manos y también la cara, siendo algo tan tierno que me hacía reducir el ritmo, pidiéndome ella que lo subiera. Lo más inesperado fue que ella cogió el lubricante para echarse un poco en un dedo y llevarlo a mi culo para acariciarme con él al igual que hice yo con ella cuando empezamos. Era agradable y sabía cómo hacerlo. Una pequeña sonrisa por mi parte le indicaba que aquello estaba bien y ella parecía encantada.
Aunque después hizo amagos de meterlo, cosa que ya no me parecía tan bien, más que nada por esas uñas falsas que llevaba, que eran algo largas y hasta daban la sensación de ser afiladas. Pero no fue tan mal como esperaba, siendo algo que fui capaz de disfrutar, aunque por miedo a que me hincara su uña de alguna manera, fui aflojando la intensidad hasta tal punto en el que me quedé quieto. Ella me estimuló un poco más hasta que lo sacó y puso sus manos en mis nalgas para empujarlas y que continuara yo así la follada. Y así lo hice, dándole cada vez más fuerte hasta que me acabé corriendo dentro de ella, empezando a tocarse el coño cuando me notó cerca, llegando ella a su orgasmo también en cuestión de segundos. Nos quedamos rendidos por lo intensos que habían sido nuestros orgasmos, sin limpiarnos ni nada. Ángela se corrió de una manera que yo no había visto nunca por esos movimientos que hacía y esos gemidos tan altos y agudos, achinando mucho sus ojos para cerrarlos y apretarlos, junto al resto de su cara.