Capítulo 560
-¿Qué ha pasado?
-¿Mmm? -murmuró algo distraída.
-Está la cosa un poco rara.
-No sé a qué te refieres.
-Irene traía una cara que... Y llegas tú y te sientas así entre mis piernas...
-Oye, que si te molesto, me lo dices y me quito, jejeje.
-No, no -dije agarrándola del brazo para evitar que se levantara-, no me molestas en absoluto. Solo que me ha parecido rara la situación.
-¿Es raro que Irene tenga calor después de todo lo que hemos andado y se quiera dar un baño?
-¿Tú no tienes calor?
-No.
-Claro, este gorro te protege bien del sol.
-Eso es, jajaja. Pero sí que me apetecía sentarme un poco.
-Va, en serio. ¿Ha pasado algo?
-Que nooooo.
-Mario me ha dicho que pensaba que había problemas por la cara que traía Irene.
-Tal vez se encuentre mal. Yo no he notado nada.
-Bueno, no será nada entonces -dije besándole el cuello a Valentina.
-Mmm, oye... -decía riendo por lo cariñoso que me puse.
-¿Te hago cosquillas?
-Un poco. Pero no quiero que...
-Ya. No quieres besos con tanta gente alrededor.
-Bueno...
-Pero es que te has sentado tú así y tan cerca de mí -dije abrazándola por la parte del vientre.
-Y tú te aprovechas, jeje.
-Te lo he dicho muchas veces. Es muy difícil tenerte tan cerca y no querer besarte y tocarte.
-Tienes más peligro...
Mis amigos se quedaron un buen rato en el agua mientras que Valentina y yo nos quedamos ahí sentados, pero con ella moviéndose para sentarse algo alejada de mí porque con tanto roce, algo se estaba despertando en mí. Cuando dijimos de meternos al agua, estuvimos un poco con ellos y ver a Irene tan callada me hizo mosquearme un poco más de lo que ya lo estaba al verla venir de la manera en la que hizo y por el comentario de Mario, dejando el tema con Valentina, aunque pensaba que sí que había pasado algo. Pero no tardaron mucho en salir del agua, mientras que nosotros estuvimos un rato nadando y a remojo, conmigo tratando de jugar con ella de manera más divertida que otra cosa, aunque Valentina se alejaba entre risas. Así, salimos del agua para ver cuál era el plan para la hora de comer, cosa que estaba cerca.
Al ir hacia ellos, me encontré a los dos en las toallas y bajo las sombrillas. Mario estaba normal, mirando hacia el mar, pero Irene estaba sentada abrazando sus piernas y con la cara apoyada en ellas, tapándosela. Pregunté qué pasaba al verla así, porque con lo de antes y con esto, no me parecía normal su comportamiento. Mario me dijo que le había bajado la regla y que se encontraba regular, sin pedir yo más explicaciones. Pensaba que el plan sería irnos por ahí a comer, pero en el estado en el que estaba mi amiga, no podía ser. Por eso, recogimos y nos fuimos al coche para volver. Allí, ellos se ducharon primero y luego lo hicimos nosotros, aunque no entramos a la vez como hicieron mis amigos. Entré yo antes y luego Valentina. Me había entrado bastante hambre y fui a la habitación de Irene y Mario para preguntar si íbamos a comer allí o si saldríamos, encontrándome a Mario sentado viendo la tele mientras que Irene estaba tumbada de lado, dando la espalda a la puerta, donde me encontraba yo.
Volví a preguntar qué pasaba y él me dijo que Irene estaba regular y que se había dormido después de tomarse una pastilla. Entonces fue cuando le pregunté qué haríamos para comer. Mi amigo me respondió que Irene no estaba para salir y que no quería despertarla, porque a veces le pasaba eso cuando le venía el periodo y lo mejor era dejarla descansar para que se le pasara algo más rápido. También dijo que él no tenía mucha hambre y que luego prepararía algo para los dos. Me sugirió que me llevara a Valentina a comer fuera y que le enseñara la ciudad por la tarde, porque pensaba que Irene no tendría ganas de estar yendo y viniendo. Los dejé allí y le comenté a Valentina lo que me había dicho mi amigo, así que nos arreglamos y nos fuimos a comer a un restaurante. Esta vez no tan pegado a la costa, siendo uno que se encontraba por la zona más interior de la ciudad, pero que era bastante bueno según había visto en una reseña en el móvil.
Disfrutamos de un buen rato los dos a solas, teniendo un momento de intimidad al sentarnos en una mesa y pudimos charlar algo más alejado de lo usual en nosotros. Parecía que Valentina estaba abriéndose muy poco a poco más conmigo y estaba encantado con eso. Me empezó a contar cosas de su familia, cómo eran, a lo que se dedicaban y cosas por el estilo, haciendo yo lo propio. Cuando acabamos, fuimos a la heladería que visitamos el día anterior para tomarnos un helado, tomándome yo la libertad de pedir el suyo, de un par de variantes de chocolate, acertando de lleno, aunque imaginaba que las variedades daban igual mientras que fuera de ese sabor. Me encantaba ver a Valentina comer chocolate, porque ponía una cara graciosa y bonita a la vez. Como cuando una niña recibe su regalo de cumpleaños. Y, de hecho, en ese momento, para ella no había existía nada más.
Entre risas por comentarle yo eso precisamente, pensamos qué hacer, porque hacía un calor insoportable como para estar en la calle, ya fuera paseando para ver la ciudad o simplemente estando sentados a la sombra para reposar la comida y el helado que nos tomamos. Por eso decidimos ir al centro comercial para ver alguna película y así hacer hora para que fuera más tarde y que el sol se fuera poniendo para poder dar un paseo por la ciudad para verla. Allí, en el cine, estuvimos muy a gusto, ya que estaba muy bien acondicionado con aire para estar frescos, de la misma manera que tenían proyectores de calidad, además de un buen servicio. De hecho, hasta nos llegamos a ver dos películas, una seguida de la otra para que el tiempo pasara y salir más tarde. Valentina parecía estar muy contenta, aunque me llamó la atención en varias ocasiones por estar mirando el móvil para ver si tenía algún mensaje de mis amigos por si Irene se había puesto peor o algo. Y fue algo que vine haciendo desde que estuvimos en el restaurante.
Ella me decía que me relajara y que me centrara en la película, pero me costaba no pensar en cómo estaba mi amiga, porque sospechaba que era algo más que una indisposición por haberle bajado la regla. Pero Valentina se esforzaba en hacer algún que otro comentario cuando veía algo que le llamaba la atención, preguntándome a mí, cosa que hacía que estuviera más pendiente. No recibí ningún mensaje por su parte, así que decidí relajarme un poco con el tema, sobre todo cuando salimos ya una vez acabadas ambas películas y nos pusimos a pasear para ver la ciudad tranquilamente. Así, llegamos al apartamento sobre las 9 de la noche, preguntándoles cómo estaba la cosa una vez los vi sentados en el sofá. Parecía estar mejor y hasta se animaron a vestirse para cenar fuera, aunque en algún lugar que no estuviera muy lejos.
Así que, tras unos 20 minutos, salimos del apartamento para irnos a cenar a algún lugar, terminando en el que el año anterior comimos en los últimos momentos de esa semana de vacaciones que pasamos allí, justo aquel en el que se nos unió Bea. Tras los saludos a Irene por parte del personal, nos sentamos y estuvimos cenando tranquilamente mientras charlábamos, aunque Irene estaba muy callada, siendo algo muy destacable cuando de normal era la persona que más hablaba en cualquier conversación, siendo ahora todo lo contrario. Me quedé mirándola por si podía ver algo en varias ocasiones, aunque no logré descifrar nada más de lo que ya pensaba antes. Ella me aguantaba la mirada alguna que otra vez, pero la acababa retirando, estando sería en gran medida durante todo el momento que estuvimos allí. Era algo que me empezaba a incomodar, pero Valentina y Mario sí que estaban más habladores, por lo que el ambiente no era malo del todo.
Lo único que me llegó a distraer de esa situación fueron las numerosas llamadas que me estaban haciendo al móvil, llegando yo a silenciarlo y a ponerlo boca abajo para que no sonara más. Valentina me miró interrogándome con la mirada, haciéndole yo un gesto para decirle que no era nada. Pero se acercó a mí para decirme que contestara a las llamadas, porque pensaba que, si insistían tanto, tendría que ser porque era algo importante. Le volví a insistir en que no era nada, pero ella hizo un gesto para que me lo pensara bien. Al final le acabé haciendo caso, disculpándome para salir fuera y poder hablar. No le hice caso a Valentina porque fuera algo importante, sino porque quería decirle a esa persona que no me llamara más, porque veía venir que la cosa iba a ir a más. Ya fuera, me lo llegué a pensar un poco, porque no sabía cómo podría reaccionar, aunque me imaginaba cómo podía hacerlo en realidad, pero con esta persona nunca se sabía.
-¿Qué quieres, Cintia?
-¿Dónde estás? Llevo llamándote un buen rato.
-Estoy ocupado.
-No, si ya lo veo. He venido un par de veces por tu casa y aquí no contesta nadie.
-Es que no estoy allí. Me he ido una semana a la playa.
-Ah... No me dijiste nada.
-No sabía que tenía que hacerlo.
-Bueno.... -decía con pesadez- Es que me apetecía... En fin, que había pensado que quizá podíamos tomarnos algo y luego pasar juntos la noche.
-Em... Vamos a ver, Cintia...
-¿Qué pasa? Me echas un polvo y si te he visto no me acuerdo, ¿no? ¿Solo vamos a vernos cuando tú quieras? ¿Así funciona?
-Joder, ya empezamos. ¿No estabas más calmada y tal?
-Lo estoy, pero no me gusta que tengamos que hacer siempre lo que tú quieras.
-Cintia, estaba borracho. No me acuerdo de nada de lo que pasó. Si hubiera estado sobrio, no me habría acercado a ti.
-¿Así me pagas que te ayudara a ir a tu casa?
-Yo no te pedí que lo hicieras.
-Bien que me entraste.
-Porque estaba borracho, ya te lo he dicho.
-¿No quieres que nos vemos? Es eso. Debes estar entretenido con alguna guarra. A ver lo que te dura.
-Pues sí, he conocido a alguien. Así que no podemos vernos más.
-¿En 4 días has conocido a alguien?
-No, llevamos viéndonos semanas.
-Ah, que le pones los cuernos. Tú no cambias, jajaja.
-No es así exactamente.
-Claro, claro. Si tú nunca tienes la culpa ni haces nada malo.
-Bueno, que sí. Que lo que tú quieras, pero que no nos vamos a ver más. Así que no me llames ni me busques, ¿vale?
Cintia me colgó y tras respirar hondo y esperar unos segundos, acabé entrando de nuevo al restaurante habiendo despejado la mente, porque no iba a dejar que ella me jodiera ni uno de los minutos que iba a pasar en la playa. Al entrar, me preguntaron si pasaba algo y dije que no, que era una tontería, siguiendo con la cena y luego yéndonos a dar un pequeño paseo. Valentina miraba mucho a mis amigos, especialmente a cómo iban agarrados de la mano, poniendo una pequeña sonrisa en su boca. Me moría de ganas por coger yo la suya también, pero viendo cómo se había puesto en momentos anteriores con algunos acercamientos por mi parte, no sabía si debía hacerlo. Pero la zona por la que íbamos no estaba muy concurrida y tampoco estaba muy iluminada, por lo que lo acabé haciendo. Ella dio como un respingo, pero no fue por miedo. Estoy seguro de que fue por la manera en la que lo hice, porque fue un gesto que hice con bastante seguridad finalmente. Para mi sorpresa, Valentina recibió aquello bien, sonriéndome e incluso acomodando su mano para que entrelazáramos los dedos.
Aunque me la soltó de manera muy rápida y brusca cuando nuestros amigos se dieron la vuelta al ir delante de nosotros. Ellos dos se dieron cuenta del gesto, aunque no dijeron nada. Ni siquiera reaccionaron con ningún cambio en su cara. Lo único que hicieron fue preguntarnos si queríamos ir a por un helado. Y ya habíamos tomado uno después de comer, pero aceptamos y fuimos a por otro para mitigar el calor que hacía. Esta vez lo compramos cerca del apartamento y nos lo tomamos allí, en el balcón, cada uno sentado en su silla y estando en realidad en bastante silencio, con mis amigos retirándose en poco tiempo para descansar, quedándonos Valentina y yo allí, siguiendo con nuestros helados, comiéndolos despacio para disfrutar bien de ellos. Esta vez, ella se tomó la libertad de acercar su silla a la mía para poner sus piernas sobre las mías y estirarlas así una vez se descalzó.
Seguimos comiendo los helados en silencio, aunque no dejábamos de mirarnos y una vez los acabamos, Valentina se acercó más a mí, juntando esta vez nuestras sillas para echar su cabeza sobre mi hombro. Le di un beso en la cabeza de vez en cuando y eso hizo que se pusiera más cariñosa, levantando ella su cara para besarnos de vez en cuando. Y aquello me estaba empezando a calentar, por eso le dije que se sentara sobre mi regazo, con la intención de besarnos más cómodamente, con ella recostándose por momentos sobre mí, pero los besos seguían teniendo lugar y también empecé a tocarla, acariciando sus rodillas y subiendo por sus muslos, aunque un poco solo. Y ella no le hacía ascos, pues se dejaba hacer murmurando con tono de agrado después de las primeras risas que lanzaba, aunque también lo hacía bajito para no ser oídos, pues al fin y al cabo estábamos en el balcón del apartamento y cualquiera que pasara por ahí o cualquier vecino nos podía oír.
Aunque la cosa se calentó más, poniéndola yo a ella sobre mí con una pierna a cada lado, agarrando ella mi cara para besarme con mayor estabilidad. Estaba muy a gusto con ella así sobre mí, apretando mi erección con su cuerpo, sintiendo sus labios y su sabor y metiendo mis manos por dentro de su vestido para agarrar su culo, pero de repente, Valentina me empezó a besar el cuello, lo que hizo que me estremeciera y me sobreexcitara. Ella se lo tomaba a risa de primeras, pero se preocupó un poco cuando le rogué que parara entre susurros con la voz bastante entrecortada. Se me quedó mirando algo seria, casi que asustada, aunque yo cerré mis ojos para tratar de calmarme un poco. Era algo que me ponía muy revolucionado, que hacía que se me erizara la piel y que me entraran escalofríos por la espalda. Ella no hizo nada más aparte de acariciarme la cara con suavidad.