Reencuentro con Elena

Capítulo 875

Pasamos unos pocos días más juntos, hasta que se tuvieron que volver al tener programado de esa manera el viaje. No hicimos nada diferente en los días que pasaron hasta el momento de su marcha. La despedida fue como cuando yo me fui, bastante triste y con muchas emociones. También había mucho silencio, pero les recordé varias veces que iría para Navidades y que estaría por allí un par de semanas en principio, aunque antes tenía que preguntarlo, pero estaba seguro de que iría.

Los acompañé al salir el vuelo tan temprano, dándome tiempo más que de sobra a hacerlo y poder irme luego a trabajar después de desayunar algo, aunque tenía el estómago cerrado. Fui a una cafetería que solía frecuentar, a la que fui con Ángela al día siguiente de que vinieran, donde estuvimos charlando, pero es que no me apetecía nada. Me pedí un café y uno de los dulces que tan buenos estaban de los que hacían allí, pero tuve que pedirlo para llevar y dejarlo en casa para comérmelo más tarde.

En esta ocasión sí que estaba ella, la única chica en la que me había fijado después de haber tomado la decisión de no seguir intentándolo con Elena. Sí, había tenido sexo con Ángela, incluso con Cintia, pero es que era algo muy diferente, porque en Ángela solo veía una buenísima amistad, nada más, viendo en Cintia el posible inicio de una, aunque al tener que irme, no pudo florecer más.

Solo sabía su nombre, Abby. No había escuchado ni siquiera su voz, porque siempre que me atendía, se plantaba delante de mí con una amplia sonrisa, con una libretita y un boli para tomar nota de lo que quería, eso de primeras, porque luego ya se limitaba a plantar sus manos frente a su cuerpo al entrecruzar sus dedos. Era una chica preciosa, de las que salen en esas películas de sobremesa los domingos por la tarde.

Rondando el metro y medio de estatura, pelirroja natural, yendo siempre con una coleta bien recogida al estar trabajando de camarera. Probablemente los ojos más preciosos que había visto hasta ese momento, y eso que había visto ya algunos increíbles como los de Ángela o Valentina, pero los de ella eran azules, de uno muy claro, quedando a medio camino entre azules y grises. También tenía la piel muy blanquita y unas facciones bonitas, donde lo que más llamaba la atención era su nariz tan perfilada.

Llevaba unos brackets, que lejos de hacer su cara menos atractiva, la hacía más mona. Yo le echaba unos 20 años, pero lo cierto es que no estaba seguro. Y ella era la razón principal de que fuera de manera asidua a esa cafetería. La broma que le hice a Ángela de levantar la cabeza y echar un vistazo en la cafetería cuando me preguntó si había conocido a alguien especial, no era tan broma, porque la buscaba a ella.

No tenía la certeza de nada acerca de esta chica. No sabía qué edad tenía realmente, si le gustaban los chicos o no, si hacía algo más que trabajar de camarera, pues no es que estuviera allí todo el tiempo...

Tan solo conocía su nombre por la pequeña chapa que llevaba colgada en su uniforme. Pero ese día tenía el ánimo bastante bajo, porque mis amigos se acababan de marchar, aunque ella me recibió con una sonrisa cuando fui hasta el mostrador para pagar y pedirle que me pusiera aquello para llevar, asintiendo ella con energía.

La verdad es que tenía muchas dudas en lo que acercarme a ella se refería, porque Elena no se había terminado de ir de mi cabeza y pensaba que así no podía dar el paso de conocer a otra persona de esa manera. Su sonrisa al atenderme cuando ya me iba hizo que ese día fuera un poco mejor, por lo que entré de una manera un poco diferente al trabajo, afrontando el día mejor.

Con el inicio del curso, mi trabajo sufrió un cambio de horario y de organización. Como la mañana estaba plenamente ocupada por las clases ordinarias, no podía impartir mis clases a esas horas, cosa que me venía bien, porque también empezaba mi máster y por suerte tenía todas las clases por la mañana, teniendo las tardes libres para poder trabajar. El número de horas que trabajaba se vio reducido considerablemente, aunque a cambio, las clases serían mucho mayores para ofrecer las mismas oportunidades

Continuamos de la misma manera con los que ya habían empezado tanto en el mes de julio como agosto, haciendo una clase aparte para los que querían empezar con el inicio del curso. Organizar todo aquello me lo dejaron a mí, que era el que impartía las clases, confiando en mí para la administración de las mismas y poder hacerlo de la manera más fructífera posible.

Lo bueno era que en realidad no tenía que invertir tantas horas en todo aquello, pareciéndose en realidad a lo que venía haciendo los dos primeros meses que estuve por allí, solo que ahora las mañanas las dedicaría a estudiar, puesto que el horario era muy similar en relación al anterior al no tener demasiadas materias que estudiar tampoco. Eso me permitía poder seguir yendo a la cafetería que tanto me gustaba, tanto por la mañana, donde no la encontraba, como por la tarde, donde sí que lo solía hacer más.

Uno de esos días en los que el curso ya había empezado y fui a tomar un café allí, la vi con el pelo suelto, llevando una melenita que con dificultad le llegaba a los hombros, con su pelo ligeramente ondulado. Ese día estuve mirándola más de lo que ya lo hacía de por sí, aunque siempre trataba de que no me pillara o que no pudiera resultarle molesto a alguien. Ese día las cosas cambiaron, porque verla más guapa de lo que ya la encontraba al llevar su pelo suelto me lanzó a proponerle vernos para charlar un rato cuando saliéramos ambos de trabajar.

Sin embargo, su reacción fue de rechazo, porque, aunque no me lo dijo con palabras, la expresión que puso cuando le hice dicha proposición no fue la más positiva por la cara que puso, la cual mezclaba algo de sorpresa, desconcierto y claramente, incomodidad. Al ver la cara que puso, le pedí disculpas, pidiéndole que olvidara lo que había dicho, marchándome de allí para ir a trabajar.

Fue un poco como si me hubieran tirado un jarro de agua fría por encima, porque tenía esperanzas de conocer a alguien finalmente, sobre todo al llamarme ella tanto la atención, pero no pudo ser. Con el pasar de los días, me lamentaba el doble, pues me gustaba mucho aquella cafetería en realidad y echaba de menos la rutina de ir hacia allí para tomarme un café y algún dulce de los que tenían por allí.

Pero al menos podía ir por la mañana, dejando las visitas por la tarde con tal de no incomodar a esta chica, aunque la segunda vez que me propuse ir solo por la mañana me la encontré nada más entrar.

Debió ser algo lamentable observarme, pues me quedé como congelado durante unos segundos sin saber qué hacer, aunque ya que había ido, pensé que podía acabar con esa situación, por lo que fui directamente a ella, siendo lo más educado que pude para preguntarle si le molestaba que siguiera yendo allí después de la situación incómoda que le hice pasar.

Ella negó con la cabeza mientras sonreía de manera tierna, sacando después su pequeña libreta y un boli, mirándome sonriente esperando a que le dijera lo que quería para apuntarlo. Eso me hizo sentirme mucho mejor, por lo que le dije lo que quería y me senté para esperar. Que se comportara así me hizo sentir algo que me gustó mucho, aunque no lograba identificar de lo que se trataba, pero tenía por seguro que me gustó. Lo que también me dio por pensar fue que tal vez era muda, pues no soltaba palabra y haciendo memoria, no recordaba haberla oído decir nada a nadie.

Ya iba a clases, a trabajar y hasta esa misma cafetería de otra manera, porque al ver que no había pasado gran cosa, como que estaba más tranquilo, aunque ya no la volví a ver por la mañana por allí, haciéndolo más de seguido por las tardes, atendiéndome siempre ella.

Pero ese cambio de ánimo a mejor se vio diluido con el pasar de los días, porque me daba mucho por recordar a mis amigos, sobre todo el momento de la despedida cuando se marcharon, aunque charlar con ellos de manera muy seguida me hacía bien, pero no eran pocos los momentos en los que me quedaba pensativo y algo decaído.

Un día, estando ya el mes de septiembre terminando, cuando estaba por irme de la cafetería para ir a trabajar, después de pagar, esta chica me llamó la atención al lanzar como un pequeño gemido cuando terminé de pagar y me di la vuelta para irme.​
 
Para que luego vayan diciendo por ahí , que Javi no es un romántico.
Se ha prendado de la dulce y preciosa camarera, que le sirve el café cada día.
Igualito que en las películas 😍😍.
 
Última edición:
Un día, estando ya el mes de septiembre terminando, cuando estaba por irme de la cafetería para ir a trabajar, después de pagar, esta chica me llamó la atención al lanzar como un pequeño gemido cuando terminé de pagar y me di la vuelta para irme.

Pudo haber activado por accidente el vibrador controlado remotamente. :rolleyes::banana1:
 
Para que luego vayan diciendo por ahí , que Javi no es un romántico.
Se ha prendado de la dulce y preciosa camarera, que le sirve el café cada día.
Igualito que en las películas 😍😍.
En realidad la camarera es una ejecutiva de NYC que no cree en la Navidad ni la felicidad y a la que un desengaño llevaba a Vermont. Por el camino se perdió por una tormenta de nieve y acabó en el Quebec sin saber cómo.
 
Capítulo 876

La miré algo extrañado, señalando ella el vaso de papel en el que me había servido el café, aunque no entendía qué me quería decir, porque me lo había acabado. Lo único que se me pasó por la cabeza fue quería que se lo llevara para tirarlo, así que fui a por él, entregándoselo, pero ella me hizo un gesto con una mirada para que observara bien el vaso.

Encontré su nombre y un número de teléfono, seguido de una frase en la que decía que le mandara un mensaje, todo escrito con una letra muy bonita. Cuando le devolví la mirada, ella parecía inquieta, estando un poco sonrojada también. Como llevaba un poco de prisa, le eché una foto al vaso y me marché de allí, comentándole que lo haría cuando saliera de trabajar, aunque fue algo que hice ya de camino hacia la puerta, sin poder ver muy bien su reacción, aunque de refilón vi que sonreía.

Anduve algo nervioso aquella tarde en el trabajo, estando muy sorprendido, pero también contento al encontrar esas palabras marcadas en ese vaso. Ahora de repente sí que le parecía bien un acercamiento entre nosotros, lo cual me dejaba un poco descolocado, pues distaba mucho de su reacción inicial.

Sí es verdad que siempre llevaba una sonrisa en su cara, aun después de haberle hecho yo pasar por aquella situación, pero pensaba que era un simple gesto de amabilidad. No podía esperar para salir de casa y escribirle. Tantas ganas tenía, que lo hice mientras cenaba, pues solía preparármela una vez llegaba a casa desde el trabajo.

Empecé rompiendo el hielo saludándole, diciéndole además que era el chico de la cafetería, por si no caía en que le estaba escribiendo yo. Me respondió a los pocos minutos, de manera muy amable y cercana, empezando a comunicarnos, en francés al hablar todo el mundo allí ese idioma.

Comenzamos por presentarnos formalmente, diciéndome ella que su verdadero nombre era Abigail, siendo Abby un diminutivo, contándole después yo cómo me llamaba. Al ver mi nombre, me preguntó por mi procedencia, pues no lo conocía demasiado, o más bien, no estaba acostumbrada a leerlo. Me contó que ya sospechaba que no era de allí por mi acento, aunque no sabía de dónde podía ser.

Antes de seguir charlando, le pedí que me explicara por qué había decidido darme su número de teléfono para que pudiéramos hablar mediante mensaje después de la reacción que había tenido al proponerle yo lo mismo, pero en persona. Se disculpó por aquello, diciéndome que ese día no estaba muy centrada y que le pilló por sorpresa, marchándome yo antes de que le diera tiempo a reaccionar.

Me disculpé con ella por si le había ocasionado incomodidad aquello, diciéndome ella que no demasiada, por lo que no tenía de lo que preocuparme. Mientras hablábamos aquello, me paré a pensar que era algo que podríamos estar haciendo en persona en lugar de por mensaje, porque así me parecía frío. Cuando le pregunté por eso mismo, ella me contó que estaba muy cansada cuando salía de trabajar y que haciéndolo así podía relajarse más al estar en pijama y tumbada en el sofá.

Fue algo que me hizo gracia, comentándoselo yo, viendo una buena oportunidad para preguntarle sobre su edad, diciéndole antes que seguro que no era tan mayor para que dijera esas cosas, pues era un comportamiento más propio de personas de edad más avanzada de la que ella aparentaba. Le hizo gracia mi comentario, diciéndome después que tenía 23 años. Luego me preguntó la mía, diciéndole que tenía 27.

Le sorprendió un poco, pensando que tenía algún año menos, aunque no percibía que fuera algo problemático para ella. Al menos, yo no le daba importancia, porque la diferencia de edad no era tan grande después de todo al llevarnos solo 4 años. Tras eso, me contó que estaba terminando de estudiar diseño gráfico en la universidad, cosa que captó mi atención, pues las posibilidades de encontrármela en la universidad eran muy altas, aunque no lo había hecho aún.

Luego me preguntó ella qué era lo que hacía, explicándole lo que ya había terminado de estudiar, cosa de lo que hacía ya un tiempo. Ahora entendía por qué hablaba su idioma de manera tan fluida, preguntándome si sabía hablar alguno más. Le conté los que sabía y ella me pidió que le escribiera algo para verlo, porque tenía curiosidad.

Así que le puse la misma frase en español, inglés, francés y alemán. Estuve a nada de ponerle un piropo, o al menos en los idiomas que suponía que ella no entendía, como el español y el alemán, pues inglés no es tan difícil de entender, al fin y al cabo.

Pero caí en que a lo mejor copiaba y pegaba el texto en un traductor o algo, por lo que opté por ponerle la misma frase: "Hola, pelirroja, ¿qué tal estás?". Al entenderlo en su idioma y seguramente también en inglés, se rio como respuesta. Le parecía muy interesante que pudiera hablar todos esos idiomas, aunque le confesé que seguramente estaba muy oxidado con el alemán por falta de práctica, pero que en los otros tres no había problema.

Tras eso, me preguntó qué hacía tan lejos de casa si no estaba estudiando nada, comentándole yo que sí que había ido a estudiar, explicándole lo que tenía en mente y su propósito. Le gustó lo que le dije, pareciendo le muy interesante que quisiera dedicarme a eso, aunque le dije que ya había trabajado de aquello durante más de un año dando clases de refuerzo en una academia, además de que también lo estaba haciendo allí por las tardes, ya que por la mañana tenía las clases del máster.

Me dijo que me saludaría si me veía, diciéndole yo lo mismo. En realidad, las zonas que frecuentábamos no estaban tan alejadas, por lo que era probable que nos viéramos alguna vez. Sobre todo, en el tiempo de descanso para desayunar algo, aunque yo solía hacerlo en casa al llenarse tanto la cafetería de lugar, pero me animaría más a pasarme por allí por si la veía.

A partir de ese momento prestaría mucha más atención para ver si la veía, porque la verdad es que nada más verla me llamó la atención, pero conforme más hablaba con ella, mejor me caía, siendo una chica muy abierta, amable y divertida por las ocurrencias que tenía, cosa que distaba mucho de la persona que yo me había imaginado con la poca interacción que había tenido con ella en la cafetería en la que trabajaba.

Habiendo charlado un ya durante un rato, me vi con la confianza de decirle si le podía hacer una pregunta, diciéndome ella que por supuesto, que sin ningún problema. Le comenté que me llamaba mucho la atención lo callada que era, porque no la había oído hablar palabra en ninguna de las ocasiones en las que había ido a su lugar de trabajo. Medio en broma le pregunté si era muda o es que solo era tímida.

Notando yo un cambio en el tono de la conversación, me preguntó si encontraba que fuera un problema que fuera muda, a lo que yo le dije que no, que no me lo parecía. Volviendo a la naturalidad de antes me dijo que no era muda, que una vez se acatarró mucho y que empezó a hablar menos y tomo eso por costumbre, aunque me confesó que sí que era bastante tímida, otra razón por la que prefería entablar conversación de primeras conmigo por mensaje.

Con la tontería, se nos hizo tarde, por lo que dejamos ahí la conversación para otra ocasión, ya que al día siguiente ambos teníamos clases. Me di cuenta casi de casualidad de que tenía un mensaje de Ángela, quien me preguntaba cómo me había ido el día, contándole yo que bastante bien, aunque no hice mención a lo ocurrido con la nueva chica. Quería esperar al menos a que viera que ese contacto se mantuviera o evolucionara para contarle de aquello.

Como era usual ya en nosotros, después de contarnos cómo había ido el día y demás, Ángela me preguntó si quería que jugáramos un poco a la consola, conectándonos cada uno con la suya para poder jugar juntos mientas hablábamos en llamada.

Eran momentos que me encantaban y que hacía que el tiempo pasara volando, aunque por lo general teníamos que cortar antes de lo que nos gustaría por la diferencia horaria, para que yo no me marchara tan tarde a la cama al tener luego tantas cosas que hacer en el día.​
 
Mi capacidad de retentiva de nombres de mujer no es lo suficientemente buena para este relato, otro nombre más para la lista de intentar recordar.

Vuelve el Javi follador? Tiene pinta de que ahora en Canadá se va a desatar otra vez.
 
No será muda, pero rara lo es un rato.
Así que se quedó afónica una vez, y le gustó eso de no hablar.
Entonces le habrá gustado a Javi por su expresividad. Imaginen cuando tiene que mostrarse contenta, enfadada, extrañada, sorprendida... Es como salir con una mimo.
A ver si ha encontrado una que está peor de la azotea que Elena 🤭🤭🤭
 
Pues ni idea, quizás se ponga de novio con la mudita, quien sabe.
No será muda, pero rara lo es un rato.
Así que se quedó afónica una vez, y le gustó eso de no hablar...
...si dice que es tímida no es raro el no hablar mucho hasta conocer a la persona pero no sé si esto le va a ir bien a Javi...
...Si esta nueva chica puede ser la de su vida que lo sea...
A ver si ha encontrado una que está peor de la azotea que Elena
No vaya ser que la raro-mudita tenga sótano en casa, que ya sabemos lo que sigue...Las memorias de Keranos. :eek::ROFLMAO:
 
Capítulo 877

Al día siguiente, presté mucha más atención cuando fui a la universidad, por si veía a Abby, pero no logré dar con ella. Ni siquiera en el descanso, pasándome por la cafetería, pero tampoco la vi. Sí que lo hice sin embargo en su puesto de trabajo cuando fui después de comer a la cafetería para tomarme un café y hacer hora hasta que entrara a trabajar.

Es cierto que era muy tímida, pues lo estuvo cuando fui, aunque no se le iba la sonrisa de la cara. En esta ocasión llevaba también el pelo suelto, aunque no le dije que me gustaba verla más así, pero no eran por falta de ganas. No quería incomodarla viendo cómo era, pero la verdad es que el pelo recogido también le sentaba muy bien.

Como en las ocasiones anteriores, en esta tampoco soltó palabra. Ni siquiera se acercó demasiado para ver qué quería, aunque fue más por mí, ya que le dije desde la lejanía lo que quería. Me lo trajo y me dedicó una buena sonrisa, tomándomelo yo todo con mejor ánimo del que tenía los días pasados. Tenía entre manos algunas cosas que hacer, teniendo en mente dejarlo hecho allí, pero es que no me terminaba de concentrar con ella por allí.

Ya por la noche hablamos precisamente de eso, de lo que estaba haciendo. Ella me dijo que me había visto con unos papeles, como si estuviera tomando nota. Le dije que se trataban de correcciones que tenía que hacer de los cursos que impartía para llevar un control de que todos estudiaran, aunque no era algo que fuera necesario, pero me gustaba hacerlo al estar acostumbrado de mi anterior trabajo.

Esta vez la charla fue más breve, contándome ella de qué iba lo que estaba estudiando, dándome detalles y contándome lo que tenía en mente hacer una vez se graduara. Tuvimos que cortar la conversación disculpándose ella al decirme que estaba muy cansada y que necesitaba irse a dormir, por lo que lo dejamos ahí, dándonos las buenas noches para que ella pudiera descansar, empleando yo las siguientes horas en cenar y jugar con Ángela a la consola mientras nos contábamos cómo había ido el día.

Los siguientes días fueron bastante parecidos en todos los aspectos. Yo seguía recibiendo mis clases por la mañana y dando las de la tarde, estando cada vez más cómodo al acostumbrarme, sobre todo al darlas por eso de tener a tanta gente a la vez a mi cargo, no como en mi anterior trabajo, en donde las clases se organizaban de cinco a diez personas.

En este caso era bastante más diferente, pues llegaba a superar la veintena, y no es que diera solo una clase, sino que eran varias. Y en realidad estaba bien así, primero porque no me suponía problema alguno al ser todos bastante aplicados y segundo, porque me servía de experiencia para el trabajo que yo aspiraba a conseguir.

También iba al gimnasio y hacía mis compras, pero las conversaciones con Abby no evolucionaban. Que eso no quitaba que me gustara hablar con ella, pues me hacía compañía de algún modo y no me sentía tan solo, pero es que aún no la había oído decir ni una palabra, porque todo lo extrovertida que era mediante mensaje, era de tímida en persona.

Y no era una timidez típica de cuando te gusta una persona, no, porque ella era tímida. Me dediqué a observarla cada vez que iba a la cafetería y me di cuenta de que era así con todo el mundo. Si por no hablar, no lo hacía ni con sus compañeras de trabajo. De hecho, me pareció captar alguna queja por parte de un cliente al decir que no le preguntaba qué quería tomar ni siquiera, aunque por suerte ella no lo escuchó.

Fue un comentario que esa persona lanzó al aire, pero a mí no me terminó de parecer que fuera algo positivo, más que nada por el tono que usó. No es que me encarara con esa persona, pero sí que comenté que no tenía por qué decir eso, porque esa persona era muy amable y yo jamás había tenido ningún problema en lo que llevaba yendo a esa cafetería, todo lo contrario.

No obtuve replica, marchándose esa persona y saliendo Abby para traerme lo que pedí, viniendo con una sonrisa preciosa, como siempre. Y me tomé aquello con gusto y con la esperanza de que esa persona que se quejó de esa manera no volviera por allí, sobre todo si no iba a tener un buen trato hacia Abby, porque no merecía unas palabras así.

Pero la cosa no avanzaba. Por momentos me figuraba que estaba hablando con una persona totalmente diferente, como si me hubiera dado el número de alguna amiga suya o algo así. Le volví a sugerir si le apetecía que nos viéramos en persona para poder charlar y tomarnos un café o algo, pero obtuve largas, como la primera vez que lo hice.

Me preguntó si no le gustaba que habláramos de esa manera, y le dije que me gustaba hablar con ella, pero que me gustaría hacerlo de otra manera en la que hubiera más interacción, porque a veces resultaba complicado interpretar el humor de la conversación, sobre todo las bromas y más teniendo en cuenta que estaba hablando en un idioma que no era mi lengua natal pese a controlarla con soltura.

Ella me dijo que tenía demasiado lío entre las clases, el trabajo y luego tener que encargarse de todas las tareas de su casa al vivir sola, por lo que tampoco pudo ser en esta ocasión. Al menos se abrió un poco al decirme que vivía sola, siendo información nueva, pero que yo tampoco consideré muy relevante.

Si es que tampoco la veía por la universidad, y eso que hacía por donde para ver si la encontraba, pasándome todos los días por la cafetería y por donde se suponía que estaba ella, pero ni rastro. Es verdad que podría identificarla fácil al ser pelirroja y tan bajita, ya que no superaba el metro y medio de estatura, pero es que aquello no era tan raro por allí, sobre todo ese color de pelo.

Unos pocos días después, saliendo del trabajo, al poco de salir de la universidad, yendo de camino a casa, alguien me dio un par de toques en la espalda, dándome yo la vuelta para ver de quién se trataba, siendo Abby. Me sorprendió mucho encontrarla por la calle, yendo con su ropa de día a día, estando muy mona.

Le pregunté sorprendido qué hacía ahí, encogiéndose ella de hombros, resultándome un poco incómodo porque no soltaba palabra aún. Esperé un par de segundos, pero viendo que no decía nada le dije si quería venir a mi casa y la invitaba a tomar algo o a cenar directamente. Ella se quedó pensativa durante unos momentos, pero asintió con una sonrisa.

El camino a casa sí que se me hizo más incómodo, pues ella no decía ni mu. Sabía ya cómo de tímida era, pero aun así traté de entablar conversación, pero ella se limitaba a afirmar con la cabeza o a sonreír, o las dos cosas al mismo tiempo, pero no decía nada y cada vez me ponía más nervioso. Al final opté por no hacerle más preguntas y llegamos a casa.

-Por favor, dime algo, es que no sé... Cada vez me resulta más raro que no digas palabra -le dije ya sin poder evitarlo.
-Te dije que era tímida, ¿no? -respondió ella con una voz preciosa.
-Sí, pero... -dije un poco sorprendido por escucharla al fin.
-Estos días me ha dado la sensación de que has perdido el interés en nuestras conversaciones.
-No, no es así -dije al instante y bastante seguro.
-Pues me había parecido que sí. No me hagas caso, me habré montado una película.
-Es que... Vamos a sentarnos mejor. ¿Quieres algo de beber?
-Vale.
-Es que veía raro que me hablaras tan abiertamente por mensaje y que no lo hicieras en persona para absolutamente nada -le dije después de traerle su bebida y sentarme.
-Ya, si te entiendo, pero...
-¿Pasa algo?
-Sí, es que tengo un problema.
-¿Qué problema?
-Una vez me pasó algo y me cuesta mucho relacionarme.
-Vaya, lo siento. Pero estás bien, ¿no?
-Sí, estoy bien, solo que con eso que me pasó me aislé mucho y estuve bastante tiempo sin tener contacto con nadie. Al final me acabé acostumbrando y fue algo que me hizo mal, porque cuando empecé a relacionarme con gente, me encontraba muy incómoda.
-Entiendo. ¿Y ahora lo estás? Supongo que sí, ¿verdad? Si quieres no tienes por qué contarme más.
-Tranquilo, está bien. Si te soy sincera, estoy un poquito nerviosa, porque llevaba mucho sin hablar de esta manera con nadie.
-¿Y por qué yo?
-Pues porque te acercaste a mí interesado en charlar.
-¿Y ya está?
-Sí -dijo de manera obvia.
-¿Nadie se ha acercado a ti para hablarte como lo he hecho yo?
-Mmm, no.
-¿En serio?
-De esa manera, no.
-A lo mejor fui demasiado directo, ¿no? Perdona.
-Bueno, no fue para tanto, aunque me pilló muy de sorpresa, por eso mi reacción.
-Ya, eso sí me lo contaste, pero no tenía ni idea de lo que había detrás y la razón por la que no hablabas. Te quiero pedir perdón por si te he incomodado más de la cuenta, pero es que me parecía raro. Pero ya está, todo aclarado.
-Me pareció buena idea que habláramos por mensaje para ir conociéndonos y que esto que estoy haciendo ahora no me costara tanto.
-¿Y ha funcionado?
-Sí. Aunque estaba nerviosa cuando te he llamado la atención. Te había visto salir de la universidad, pero me ha costado un poquito decidirme a hacer esto.
-Bueno, pues ya has dado el paso. Eso está muy bien. Me alegra que así haya sido.
-A mí también. Esto es un paso muy grande para mí, aunque tú lo veas algo normal. Tengo ansiedad social y me cuesta mucho hacer esto -dijo poniéndose roja.
-No pasa nada. Ya está. Si quieres ponemos la tele o algo. O pedimos la cena, o nos hacemos algo, como tú quieras, pero si no quieres hablar, no hace falta que lo hagas -dije un poco confuso por no conocer muy bien de lo que me estaba hablando-. Te enseñaría mi casa, pero es que no hay mucho más que enseñar, es muy pequeña.
-Jejeje -reía ella.

Al final nos pedimos una pizza para cenar, porque no es que tuviera gran cosa para que pudiéramos preparar una cena decente. En lo que venía, ella miraba mucho mi casa, y yo no sabía qué hacer, porque con todo eso que me había contado, me daba palo sacarle tema de conversación para no incomodarla, aunque no lo parecía a juzgar por su cara. Me pilló un par de veces mirándola, con ella sonriendo como respuesta.

-¿Te gusta jugar? -me preguntó señalando la consola.
-Sí. Suelo jugar en los ratos libres. ¿A ti también?
-Sí. Pero yo no tengo consola. Juego con mi ordenador portátil, aunque no es muy bueno y algunas cosas no las puedo jugar, pero no me aburro.
-Eso está genial. Si quieres puedes jugar con mi consola cuando quieras. No tengo problema.
-Vale, luego jugamos.
-Tengo varios juegos. Seguro que encontramos algo que te guste.
-Me gusta de todo, no te preocupes.
-Estupendo.
-¿Te molesta que te haya contado todo eso? -preguntó al cabo de unos pocos segundos.
-¿Cómo? Para nada.
-Pensaba que tal vez no te gustaba hablar de esos temas, porque es algo serio y...
-No te preocupes. Me has ayudado a entender por qué no hablabas. Ha sido una conversación necesaria pienso yo.
-¿Crees que soy rara?
-¿Por qué iba a pensarlo?
-Por mi problema.
-Todos tenemos problemas.
-¿Qué te pasa a ti?
-Que no hablo las cosas cuando debo hacerlo. Qué irónico, ¿no? Te pido explicaciones a ti de por qué no hablas y yo también soy muy callado a veces.
-Jejejejeje.
-He echado demasiadas cosas a perder por eso... Entre ellas a la persona que más he querido.
-Oh... Siento oír eso.
-No pasa nada. Todo está bien ya. Ya ha pasado lo peor.
-Me alegro de oír eso.
-Hay que pasar página.
-Sí. Lo sé... Perdí a mis padres. Sé lo que es todo eso.
-¿Has perdido a tus padres?
-Sí. Tuvieron un accidente de coche cuando yo tenía 16 años y bueno... Por eso todo esto que me pasa. Estuve aislada en casa durante mucho tiempo. Pero con el paso del tiempo pude salir adelante.
-Tendrías a alguien que te ayudara, ¿no?
-No. Estoy sola desde entonces.
-Pero... -dije desolado.
-No tengo más familia. Mis padres no tenían hermanos y mis abuelos murieron cuando yo era muy pequeña, porque eran bastante mayores.
-Vaya, cuánto lo siento. ¿Y no tenías amigos?
-Sí. Pero solo quería estar sola. Cuando empecé a querer seguir hacia delante todos se habían ido fuera para estudiar en otras ciudades, o para volver a las suyas.
-Vaya...
-Me preparé yo sola lo que me faltó para acabar el instituto y ya llevo unos años en la universidad. Si todo va bien, este curso es el último.
-Seguro que sí.​
 
El problema de Javi no es que no sepa cuál es su problema, sino que aunque sabe cual es, no intenta cambiarlo.

Ahora se abre con la muchacha que es bastante especial, pero en cuanto tenga algo que no sepa si contarle volverá a encerrarse.
 

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