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Keranos ha dicho ...Dónde publicas los capítulos nuevos?
Pufff...!! Pues habrá que esperar.Keranos ha dicho ...
En vista a lo que va a pasar con el foro **************, lugar donde originalmente empecé a postear esta historia y donde descubrí este mundillo de los relatos eróticos leyendo a bastantes buenos autores he decidido continuar la línea que tantos están tomando, por eso me voy a mudar a este foro para continuar con la historia aquí, aunque la voy a subir al completo desde el primer capítulo.
No tanto. Tengo pensado dejar subidos todos los capítulos para esta semana. Así que el lunes que viene ya retomaremos la historiaPufff...!! Pues habrá que esperar.
"-¿Qué pasa, Elena?Capítulo 108
Me dio un fuerte escalofrío, haciendo que me diera rápidamente la vuelta para mirarla. Ella estaba seria, mirándome fijamente a los ojos. Entonces se sentó en su silla, acercándola a la mía y cogiéndome las manos para acariciarlas. Me empecé a poner nervioso, aumentando los latidos de mi corazón.
-¿Qué pasa, Elena?
-Yo... Verás. El día que me emborraché y te llamé y te dije esas cosas tan feas recuerdo haberme encontrado con Alejandro.
Me mantuve en silencio, escuchándola atentamente.
-No recuerdo muy bien lo que pasó, fue antes de que te llamara. Sólo recuerdo que nos besamos.
De nuevo me quedé unos segundos en silencio, intentando asimilar lo que me acababa de decir.
-Vale, no pasa nada. Estabas borracha y bastante de bajón.
-No me acuerdo de si hablamos o qué, pero del beso si me acuerdo.
-¿Pasó algo más?
-No, solo nos dimos un beso.
-Vale, ya está. No pasa nada.
-Siento no habértelo dicho antes, pero es que no te quiero perder, Javi. Tenía mucho miedo y luego con lo que hice...
-No te preocupes, no me vas a perder.
-Me muero si te pierdo.
-No pienses en eso.
-Te has puesto a contarme estas cosas que te han pasado, siendo siempre tan sincero y yo ocultándote algo así... Pues no he podido aguantar más.
-Ya está Elena, no le des más vueltas.
-Vale, ya está.
Volvimos a ponernos a hacer nuestras cosas, con Elena poniendo su mano sobre la mía, sonriéndome, devolviéndole yo la sonrisa, dándonos también alguna caricia y beso. Al rato Elena empezó a hablar de nuevo.
-¿Y qué quería tu jefa?
-Pues no sé, pero imagino qué puede ser.
-¿El qué?
-Pues verás, el viernes estaba por aquí cerca y me dijo de quedar a tomar un café, pero yo no me fiaba mucho por lo que pasó allí, entonces le dije a Irene y a Mario que vinieran para no estar solo con ella.
-Vale, entonces ya la conocen, ¿no?
-Sí.
-¿Y qué pasó?
-Nada, fue todo bien. Irene ya la conoces, deseando hincarle el diente.
-¿Le gustó?
-Sí, bastante. El caso es que el lunes me volvió a escribir esta chica, que tenía un rato libre, que estaba estresada, que allí eran todos viejos y aburridos, y me escribió. Y se puso a tontear, que me llegó a mandar fotos de ella desnuda.
-Pero bueno...
-Bueno, también es un poco culpa mía por no pararla cuando debí hacerlo y seguirle un poco el juego.
-Vaaaaaaaya...
-Va, no te enfades. Cogimos confianza, allí eran todos de 50 para arriba, solo estábamos nosotros como gente joven.
-Ya, pero...
-Pero ya está. Está solucionado.
-A ver, ¿cómo?
-Mira, Irene y Mario se la querían follar, por lo que cuando me empezó a hablar así le seguí el rollo, aunque no quería que llegara a eso. Pero lo hice para que me dijera si le gustaban también las tías. Total, que al final parece que van a quedar los tres.
-Vamos, que has usado a Irene y a Mario para deshacerte de ella.
-Básicamente. Ellos se la querían follar y yo que me dejara, todos ganamos.
En ese momento llamó mi madre a la puerta, diciéndonos que nos dejaban solos hasta la noche.
-A ver, es normal...
-¿El qué?
-Que se fijara en ti... (dijo levantándose, poniéndose detrás de mí, abrazándome y metiendo su mano por el cuello de la camiseta para acariciar mi pecho)
-¿Sí?
-Sí, estás muy bueno...
-Eso eres tú, que me ves con buenos ojos.
Entonces se puso a besarme el cuello desde atrás. Enseguida se me puso la piel de gallina, empezando a retorcerme. A los pocos segundos tiró de mí para levantarme y empujarme hacia la cama. Era una de esas situaciones en la que Elena se encendía mucho.
-Es normal que todas las zorritas se fijen en ti. Es que mírate... Imagínate si te vieran la polla además... Es que tendría que estar quitándotelas de encima todo el día...
-Uff...
-Pero tú eres solo mío.
-Sí, de nadie más...
Elena me empezó a desnudar, haciéndolo ella también, para sentarme en la cama y arrodillarse ella, empezando a comerme la polla con ansia. Le puse la mano en la cabeza, pero ella me la quitó de un manotazo. Después me empujó para tumbarme y montarse en mi polla, notando su coño mojadísimo. Me empezó a cabalgar muy rápidamente, poniendo sus manos en mi pecho, haciendo que su culo botara, al igual que sus tetas mientras gemía muy alto. Cerré mis ojos mientras agarraba sus muslos, entonces me soltó un guantazo.
-Mírame como te follo.
Estaba un poco aturdido porque no me lo esperaba para nada, pero también me puso muy cachondo, notando como se me encendían las mejillas. Ella también estaba con chapetas por su movimiento y la excitación que tenía, que era muy apreciable. Seguía cabalgándome rápidamente mientras me arañaba el pecho y me soltaba alguna guantada más.
-¿Te gusta cómo te follo?
-Me encanta.
-¿Alguna zorrita de la que te has tirado te ha follando así de bien?
-No, nadie me folla como tú lo haces.
-Dilo otra vez.
-Nadie me folla como tú.
-Así me gusta.
-Joder...
-Lo que pasa es que te has portado mal, provocando un poco la zorra de tu jefa y te voy a tener que castigar...
-Sí, hazlo.
-Cierra los ojos.
Cerré los ojos y note como Elena paró de follarme, haciendo un movimiento, pero sin que mi polla saliera de sus entrañas. Entonces me empezó a follar de nuevo, diciéndome que siguiera con los ojos cerrados.
-Eres un poco cabrón.
-¿Por qué?
-Porque le das esperanzas a todas esas zorritas.
-No...
-¡No me contradigas! (dijo dándome un latigazo en el pecho)
De nuevo me pilló desprevenido, por lo que abrí los ojos, viendo a Elena moviéndose rápidamente encima mía, con las mejillas muy rojas y con mi cinturón en sus manos. Entonces me dio otro latigazo, sonando un fuerte chasquido, como en el que me acaba de dar.
-No te he dicho que abras los ojos.
-Perdón.
-Espabila.
-Elena...
-Hoy no soy tu Elena, soy tu ama.
Volví a abrir los ojos para mirarla, dándome ella otro latigazo, más fuerte aún y también un guantazo más fuerte que los anteriores.
-¿Te he dicho que abras los ojos?
-No. Perdona, ama.
-Te estás portando muy mal... (dijo dándome un fuerte latigazo en el pecho y otro guantazo después)
-Perdona, ama...
Entonces paró de nuevo, haciendo un movimiento similar al de antes, notando como se ponía recta después. Vi un destello y luego oí como dejaba algo en la mesita. Después volvió a follarme a la misma velocidad, estando así durante varios minutos, con gemidos muy altos. Yo gemía también, pero ella me daba guantazos para que no lo hiciera, agarrándome del cuello con fuerza de vez en cuando. De pronto paró, diciéndome que abriera los ojos. Me miró muy fijamente a los ojos, quedándonos en silencio. Estaba preciosa, con el pelo bastante alborotado, las mejillas muy rojas, respirando muy agitadamente, con muchas gotitas de sudor por todo su cuerpo y sus pezones duros. Nos quedamos así durante algunos minutos, cogiendo aire ambos mientras le acariciaba los muslos suavemente. Entonces me soltó otro guantazo, bajándose de mí y tumbando se boca arriba.
-Ahora me vas a follar tú a mí.
Me puse encima de ella y la empecé a follar, empujando ella con su mano para que me pusiera de rodillas y recto.
-Más fuerte, cabrón. (dijo dándome otro latigazo en el pecho)
La empecé a follar muy fuerte, dando ella gritos. Después pasó a gemir al ritmo de mis embestidas cuando bajaba el ritmo para descansar un poco. Ella me ponía los pies en la cara, haciendo fuerza con uno para meter los dedos en mi boca. Yo abrí la boca, empezando a chupar los dedos, lanzando ella gemidos de aprobación. Elena cerraba los ojos, pellizcándose los pezones, diciéndome que parara después y que saliera de ella. Me quedé de rodillas conforme estaba, con ella mirándome mientras su pecho subía y bajaba muy rápido. De nuevo me ponía sus pies por mí cara, cogiéndolos yo para chupárselos lentamente, con gemidos de ella mientras se acariciaba el clítoris suavemente. Después se incorporó, poniéndose de rodillas para besarme, comiéndome la boca mientras me cogía de la cara y del pelo. Entonces se puso de espaldas a mí, aún de rodillas.
-Quiero que me revientes. Haz que me corra. ¿Crees que podrás, o te tengo que pegar más?
Asentí con la cabeza, inclinándose ella para apoyarse en sus manos. Pasó su mano por debajo de su cuerpo, cogiendo mi polla y metiéndosela del tirón, lanzando un buen gemido. La empecé a follar muy fuerte, bastando unos pocos minutos para que pasara de gemir a gritar.
-Dame tu leche, cabrón. La quiero dentro de mí. (dijo gritando)
A los pocos segundos se empezó a retorcer, corriéndonos los dos casi a la vez, ella empezaba a temblar mientras gritaba y yo notaba fuertes escalofríos, dando embestidas muy fuertes a medida que saltaba chorros dentro de ella. Elena cayó derrumbada sobre la cama, siguiéndola yo sin sacar mi polla de ella. Cogí papel y se lo puse en el coño, cerrando sus piernas para que no se derramara la corrida. Estaba ida, dándole fuertes espasmos, con sus ojos cerrados, apretando su cara de vez en cuando. Yo me tumbé boca arriba, esperando a que se recuperara. Se echó sobre mi pecho, abrazándose a mí, notando como aún vibraba. A los pocos minutos se recuperó, abriendo los ojos para mirarme.
-Estoy muerta...
-Elena, me vuelves loco cuando te pones así...
-Mmm...
-Joder como me has puesto el pecho...
-Ostia, te he hecho marcas y todo...
-Da igual, me ha encantado. No me esperaba que te pusieras así.
Nos quedamos en silencio durante un rato hasta que Elena volvió a hablar.
-Oye, ¿cómo coincidiste con Ángela?
-Por Irene.
-Ah, es verdad. Seguro que se la folló.
-¿Eso crees?
-Sí, seguro que por la noche en su casa.
-Bueno, no pienses en eso.
-No, si me da igual. No es que sean como nuestra pareja ni nada así, jajajaja.
-Bueno, la otra vez te molestó...
-Pero no fue por eso, fue por dejarnos tirados. Habíamos salido los cuatro y nos hacen eso, pues me enfadé.
-Es verdad.
-Y tu jefa, ¿cómo es?
-Da igual, déjalo.
-Va, quiero verla...
-Eleeeeeena... ¿no te acuerdas de lo que pasó cuando conocimos a Ángela?
-Que ya no va a pasar más eso, Javi. Que ya sé que tú solo me quieres a mí y que te gusto como soy.
-Espero no arrepentirme de esto...
-Que noooooooo.
Cogí el móvil y le enseñé el perfil de Sofía en una red social.
-Joder, que pedazo de mujer. ¿Cuántos años tiene?
-Treinta y pocos, no recuerdo.
-Es muy atractiva.
-Irene se puso que no veas cuando la vio.
-Normal.
-Va, vamos a la ducha.
Fuimos a la ducha, para volver después a mí habitación para seguir trabajando un poco. Ambos estábamos más relajados, con un ambiente que no tenía nada que ver con el que había cuando llegamos. Ya anocheciendo, llamaron a Elena preguntando donde estaba, diciendo ella que ya iba para allá. Llevé a Elena a casa, con varias risas por el camino de ella, como si estuviera tramando algo. Cuando llegamos le pregunté que a qué venían esas risitas.
-Pues que se me ha ocurrido algo...
-¿El qué?
-Nada, por si Irene se pone como se puso cuando fuimos a la playa, ¿te acuerdas?
-¿Lo de que te arrinconó y eso?
-Sí.
-¿Qué es?
-Ya lo verás. Pero lo mismo fuerzo un poco la situación para que pase.
-Ufff. Me encanta cuando maquinas.
-Jijiji... Oye, gracias por venir a por mí y hablar las cosas.
Le cogí de la nuca y le di un buen beso, quedándose ella con los ojos cerrados, saboreando sus labios con su lengua.
-Ay, Javi...
-Venga, bájate antes de que me arrepienta y tire otra vez para mi casa.
-Jo... Ya no podemos dormir juntos...
-No vayas por ahí que ya sabemos como va a acabar esto...
-Jo... (dijo haciendo pucheros)
-¿Qué quieres, que entre a escondidas para dormir contigo...?
-Pues no estaría mal...
-Elena, piensa.
-Vaaaaale, es una locura. Pero es que quiero estar más contigo.
-Ya pensaremos algo.
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