Reencuentro con Elena

A ver, Javi se ha tirado a toda mujer que se le ha pasado por delante, y Ángela es alguien especial para él, Elena lo sabe y después de todo lo que ha pasado le extraña que se cele por ella?

Javi tiene que ser mas sincero, si le hubiese dicho voy mas tarde porque había quedado con Ángela, se supone que esta intentando volver con Elena, y que aunque no sean novios debe intentar mostrarle sinceridad, y de momento lo k le ha mostrado es secretos.

Elena se calentó un poco bastante, sobre todo al ponerse a la defensiva diciendo de su jefe, algo que a mi personalmente me hace pensar que hay algo mas con ese jefe que no sabemos, pero es lo que siempre hemos dicho, no sabemos nada porque no han hablado nada, por algún lado tiene que explotar.
 
Capítulo 807

Nos despedimos para marcharnos a dormir, tomándome yo algo para poder hacerlo con más facilidad, porque ya me veía pasando la noche en vela con lo que había pasado. Por suerte, no fue así, porque aquello me ayudó a descansar, aunque luego me levanté un poco trastornado, pero eso no iba a impedir que hiciera algo de ejercicio dentro de la rutina que seguía.

Recibí un mensaje de Elena una vez volví a casa, viéndolo después de salir de la ducha en donde me decía que le gustaría pasarse por casa para hablar. Al parecer el plan de Irene había salido bien, llegando a convencerla. Tan solo faltaba ver si venía con buenas intenciones o no.

Por lo pronto, me quedé esperándola mientras desayunaba tranquilamente para reponer fuerzas después del esfuerzo que había hecho haciendo ejercicio. Me empezó a poner nervioso ver que tardara más de lo que debería, pero resultaba que le estaba costando encontrar aparcamiento, mandándome un mensaje para avisarme de aquello.

-Hola -dijo de manera tierna cuando le abrí la puerta.
-Hola. Ya pensaba que no venías al final.
-Si es que es imposible encontrar aparcamiento por aquí. ¿Cómo lo haces tú?
-Ya te dije que en las calles de más arriba suele haber.
-Ya, pero no me conozco muy bien esta zona y no sé muy bien por dónde tengo que tirar.
-Anda, pasa.
-Sí, que hace frío...
-¿Quieres un café?
-Si, por favor.
-Aquí lo tienes -dije dándole el café una vez se lo preparé, estando ya sentada en el sofá.
-Gracias.
-Elena, lo de anoche...
-Espera, quiero pedirte perdón, antes de nada. Me pasé bastante. Lo reconozco.
-Ah... -dije algo sorprendido.
-Es que... Me apetecía que estuviéramos todos juntos y...
-Pero si lo estuvimos igualmente.
-Ya, pero para la comida también. Me había hecho a la idea y ver que no ibas a estar tú y el detalle de ver tu coche donde lo vimos pues hizo que no disfrutara igual del momento.
-Vaya...
-No tenía que haberte sacado el tema.
-Bueno, si es algo que te molesta, pues está bien que me lo digas para que intente no hacerlo más, pero las formas no fueron las mejores.
-Lo sé.
-De ahora en adelante te comentaré estas cosas, pero tú intenta también avisar con un poco más de tiempo de planes como el que montasteis.
-Es que fue algo muy improvisado, pero llevas razón.
-Bueno, ya sabemos que estás cosas no tenemos que hacerlas de ahora en adelante.
-Sí.
-¿Te apetece quedarte a comer?
-Mmm, es que le había dicho a mi padre que iba a hacerlo con él.
-Ah, sin problema. Ya lo haremos otro día. Salúdale de mi parte.
-Vale. Me voy ya, que tengo que preparar la comida para los dos. Vamos hablando de cuando nos vemos, ¿vale?
-Sí -dije acompañándola hasta la puerta.

Allí nos despedimos con un buen abrazo después de que ella se pusiera su abrigo, pero yo no pude evitar darle un buen beso. No me podía enfadar con ella después de lo conciliadora que había venido y de verla tan preciosa. Me sorprendió un poco que se dejara llevar tanto, pero también es verdad que fue ella la que nos separó para abrir a puerta y marcharse, diciéndome que ya hablaríamos.

Regresé al sofá para sentarme en él y pensar en lo bien que había ido esa breve conversación para mi sorpresa, porque pensaba que vendría en el mismo plan que estuvo la noche anterior, o al menos de manera parecida. No sé qué le diría Irene, o si salió de ella misma venir con esa actitud, pero fue algo que me encantó. Si es que con ese saludo tan tierno que me dio ya me había ganado, ¿cómo no lo iba a hacer pidiéndome perdón y hablando las cosas de tan buena manera?

Además, ese beso me supo a gloria y también me gustó mucho que estuviera más receptiva y participativa que de costumbre. Había conseguido calentarme mucho con tan solo ese beso, por eso me acabé masturbando pensando en ella en el sofá, aunque quizá también tenía que ver que llevaba ya varios días sin hacer nada, aunque solo tenía ojos para ella en ese aspecto.

El resto del día lo pasé un poco con la cabeza en otra parte, porque estaba muy despistado con la situación que acababa de pasar. Demasiado movimiento emocional para mi gusto, pero la verdad es que no me podía quejar por lo bien que había terminado todo. Que hiciera aquello fue algo que me molestó de verdad, como supongo que lo fue para ella que quedara con Ángela para comer en vez de con ella y los demás.

Pero es que, como le dije, no podía esperar que todo el mundo estuviera tan dispuesto para cualquier cosa, tenía que entender que la gente podría estar ocupada o tener otros planes, como era mi caso.

De cualquier manera, ambos entendimos lo que le había molestado al otro y quedamos en eso, en no volver a caer en esos errores para evitar enfados innecesarios. No se me iba de la cabeza lo guapa que vino y ese saludo tan tierno que me dio nada más abrirle yo la puerta. Es que cada vez que recordaba ese momento me daba cuenta de que estaba muy enamorado de ella.

-¿Cómo ha ido la cosa? -le pregunté a Ángela en cuanto me cogió la llamada que le hice ya de noche.
-Pues bastante bien en realidad.
-¿Sí? -pregunté contento.
-Pues la verdad es que sí. Estoy bastante impresionada de hecho. Ha estado muy suave durante todo el tiempo.
-Genial entonces.
-Me ha recordado mucho a lo que tú me contaste cuando tuviste ese momento con ella. Es que se ha comportado tal cual me contaste.
-Eso es porque te tiene aprecio.
-Mario y yo hemos podido hablar un momento, porque a ella la han llamado y mientras ha cogido la llamada y hablaba, Mario me ha dicho que estos últimos meses Irene lo ha pasado realmente mal, pero que ahora todo parece ir tomando un buen camino con el regreso de Elena y también por haber hecho las paces contigo, y también conmigo.
-Ya. Ya lo sé que lo ha pasado mal. Pero bueno, es eso, ya por lo menos estamos de otra manera todos.

-Sí. Básicamente hemos hablado lo que nos molestó. Sobre todo yo, porque ella no tenía molestia conmigo más allá de haberle hecho esa encerrona que le hice en Nochevieja. Aunque ahora me ha agradecido mucho el gesto de haber intentado que las cosas entre ellos y tú fueran a mejor. Piensa que es una tonta por no haber colaborado en buscar tranquilidad más que otra cosa. Y también se arrepiente mucho de eso que dijo al final de que Elena les estaba esperando. Obviamente era mentira, como ya sabíamos por lo que te dijo Elena, pero se ha disculpado igualmente, porque lo hizo con la intención de ir a hacer daño. En fin, que está muy arrepentida y que espera que podamos estar todos como antes de que todo esto pasara.

-Pues sí. Estaría muy bien. ¿Y has visto a Irene...? A ver cómo te hago esta pregunta...
-¿Mmm?
-Te quiero preguntar lo que me preguntaste tú justo a mí cuando te conté cómo fue la cosa entre nosotros. Lo de si ves honestidad en sus gestos y en sus palabras.
-Ah, eso...
-Yo a estas alturas no tengo duda, pero quiero saber tu opinión al no haber hablado con ella desde entonces.
-Pues sí me transmite honestidad con todo lo que ha dicho y hecho.
-Vale, me quedo más tranquilo si mes dices eso.
-¿No decías que no tenías ninguna duda?
-Y así es. Pero también sé que tú tienes muy buen ojo para esto. Y si dices eso, pues mejor todavía.
-Vale, jejejeje. Oye, ¿y qué tal tú con Elena? ¿Ha ido al final a tu casa?
-Sí.
-¿Y...? -preguntaba impaciente.
-Bastante bien. No esperaba que fuera a venir con un ánimo tan bueno, la verdad.
-Pues mira, me alegro mucho.
-Nada más le he abierto la puerta me ha saludado de una manera... Me ha recordado muchísimo a cuando empezamos a salir. Me la quería comer a besos.
-Jajajajaja.
-Hemos hablado de manera muy tranquila y hemos dicho las cosas que no nos ha gustado a cada uno para que no se vuelva a repetir y evitar así enfados.
-Muy bien.
-Y cuando nos hemos despedido no he podido evitar darle un buen beso.
-Jajajajaja. ¿Y qué ha pasado?
-Pues que ella me ha recibido bien, pero no ha tardado mucho en cortarlo tampoco.
-Bueno, mira, es mejor que nada. También te digo que no esperaba que la cosa fuera a ir tan bien con lo que me contaste anoche y con el enfado que tenías encima.
-Pues es verdad.
-¿Ves? A veces hay que dejar los berrinches a un lado. Ella lo ha hecho muy bien al presentarse en tu casa con esa actitud.

No tardamos mucho en despedirnos cuando dijimos de ir a prepararnos la cena, porque ya se acercaba la hora. Pero me vi sorprendido en plena cena cuando me llamó Mario, a quien se lo cogí al momento. Me saludó y me preguntó cómo había ido la cosa con Elena al ir ella a mi casa. Le estuve contando lo mismo que le dije a Ángela, aunque luego se nos sumó Irene y lo tuve que volver a contar.

Ambos se alegraron mucho de ver que la cosa se había arreglado, porque se preocuparon al ver que me había ido de allí sin decir nada y encontrado a Elena enfadada. También comenté que había estado hablando con Ángela para preguntarle cómo le había ido a ella con ellos dos, contándome tanto Irene como Mario su versión, aunque era prácticamente la misma.

Veía a Irene entusiasmada con esto de que todos nos volvíamos a hablar y demás, no viendo la hora de volver a juntarnos, porque el sábado lo había pasado muy bien. Dejamos la conversación poco después para que pudiéramos cenar y luego a descansar, sobre todo por ellos, que tenían un horario más estricto.

Aunque me sorprendió bastante que Mario me volviera a llamar al día siguiente, mientras estaba en el gimnasio. Cuando se lo cogí y me saludó, supuso que estaba allí al notar mi respiración acelerada, por lo que me dijo que mejor me llamaba más tarde, cuando estuviera libre. Le dije que no tenía problema alguno en hablar en ese momento, aunque él prefería que lo hiciéramos cuando estuviera más tranquilo.

Que me dijera aquello hizo que me preocupara, por lo que le pregunté si todo iba bien, y él me dijo que sí, que no tenía de qué preocuparme, pero que quería hablar conmigo en un momento en el que estuviera más tranquilo y sin tanto barullo como suponía que había en el gimnasio.

Como ya estaba acabando, le dije que me llamara en una media hora, porque para ese entonces ya habría vuelto a casa y me habría duchado, así que en eso quedamos, despidiéndonos y empezando yo a recoger lo mío para volver a casa trotando, aunque con un poco más de velocidad que eso en realidad, para darme una ducha en cuanto llegué, dándome tiempo incluso a desayunar algo en lo que él me volvía a llamar.
 
Yo supongo que le va a pedir disculpas de forma más personal. Pero la verdad, si lo ven bien, Mario nunca tuvo mucha complicidad con Javi (sin contar el sexo) en materia de amistad, se trataban como compañeros de trabajo. Así que lo que diga, haga o deje de hacer, a Javi le resbala parece.

En realidad, creo que eso también le falta a Javi, un verdadero amigo, y no sólo en lo leal, sino en la complicidad, en el trato. Uno que lo insulte de la nada de vez en cuando, qué le tome el pelo, qué hablen estupideces, guarradas, vamos, qué seguro más de uno me entiende porque tenemos amistades con las que nos comportamos así mutuamente.

Alguien que si lo ve actuando como imbécil, le diga que no sea imbécil. Y viceversa. Tan simple como eso.

Con Hugo parecía que se podía, pero se difuminó rápido.
 
Mario quiere devolverle el reloj, ya veréis.

Lo del reloj cae justo como pieza de un puzzle, sería una excelente oportunidad para que Mario se sincere con Javier, pocas veces están a solas, sin el control de Irene.

En cuanto a Elena, debo decir que está siendo cosa de tiempo para que muestre su nueva y real personalidad, este año sin Javier parece haberle dado la distancia emocional para actuar sin intereses románticos que le generen dependencia hacia él, creo que algo de eso veremos en estas reuniones que volverá a tener el ahora grupo de seis, con probabilidad de siete.

Lo de Ángela, es lo mismo de siempre, no define sentimientos por nadie, quiere a todo el mundo, sin distinción reparte su cariño en base al sexo, ser un preciado unicornio con el tiempo puede jugar en su contra, dejando ir oportunidades de tener una pareja que le retribuya algo de ese amor, aunque todavía está por definirse alguna relación más cercana con Cintia, y tal vez Javier.
 
Otro detalle es lo de Elena y su jefe, no estoy seguro de que sabremos toda la verdad, pero hay indicios de que pasaron más cosas entre ellos, y parece ser un tema aún abierto.
:rolleyes::oops::unsure:
 
Capítulo 808

-¿Qué pasa, Mario?
-No pasa nada, no te preocupes.
-¿Entonces?
-Es que te quería comentar una cosa. Tenía pensado hacerlo ayer, pero no quería hacerlo delante de Irene. Aunque también nos interesaba cómo había ido la cosa cuando Elena fue a tu casa a hablar contigo.
-¿Y eso? ¿Por qué no querías hacerlo delante de ella?
-Porque tiene que ver con ella y tal vez le pueda sentar mal.
-¿Pero qué es?
-Quería pedirte perdón.
-¿Otra vez? ¿Y no quieres hacerlo delante de ella por...?
-Pero es por otra cosa. Además de por nuestro comportamiento estos últimos meses contigo, como ya hemos hecho, quería hacerlo yo también por otra cosa.
-¿Por qué?
-Te quería pedir perdón por no haber estado a la altura como amigo.
-Pero eso ya lo hablamos todos juntos en casa de Elena.
-Déjame que te explique.
-Vale.
-Te quiero pedir perdón, porque siento que no he estado a la altura como amigo tuyo, pero... No sé cómo decirte esto.
-No sé. Ahora mismo estoy un poco perdido.
-Joder, es que hemos sido amigos durante muchos años. De hecho, hemos sido muy buenos amigos. Si hasta tú me has dicho alguna vez que somos como hermanos.
-Cuando lo he dicho es porque lo pensaba y lo sentía así.
-Lo sé. Y yo también lo sentía, pero nunca te lo he dicho. Y me he arrepentido de no haberlo hecho antes de que Irene y yo nos peleáramos contigo.
-¿Qué quieres decir?
-Pues que mientras no nos hemos hablado, pues lo he pasado mal. Te he echado de menos. Pero entiéndeme, Irene, que es la persona más importante en mi vida estaba en un plan que no quería ni verte. ¿Qué hago? Es que tenía que escoger entre ella y tú. He estado a punto de escribirte muchas veces, pero sabía que si lo hacía, ella se iba a dar cuenta. Estaba seguro de que, aunque no viera nuestra conversación o no escuchara la llamada, sabría que me habría puesto en contacto contigo, porque sí, porque ella me conoce demasiado bien. Y bastante mal estaba la cosa como para provocarle encima...
-¿Mal? Pensaba que en ese tiempo pasabais bastante de mí. Al menos fue la sensación que me dio en Nochevieja.
-Nada más lejos. Los primeros días después de que te dijéramos aquello en casa fueron horribles.
-Joder, pues me lo dijisteis con una pasividad y una tranquilidad...
-Pura fachada. A ver, es que nos jodió de verdad aquello, entonces el enfado que teníamos era de verdad, sobre todo el de Irene. Mi enfado venía más por cómo estaba ella, tanto por el enfado como por la tristeza que tenía encima. Ese era mi principal motivo para estar tan enfadado contigo, porque habías provocado eso en Irene. De hecho, con el pasar de los días, lo de Noelia me empezó a dar bastante igual. Pero no a Irene. Los primeros días lloró mucho y tenía una tristeza que le duró varias semanas. Mira, para que te hagas una idea, imagínate cómo estaba la cosa para no hacer nada de nada en más de dos semanas, ya sabes a lo que me refiero.
-Pues vaya...
-Ya sabes lo cabezona y orgullosa que es Irene a veces. Pues con este tema estaba así. Fuiste muy tabú para ella durante un tiempo. Cada vez que se le sacaba el tema se ponía de muy mala ostia. Discutió bastante con Sofía por lo mismo. Al final ya se calmó un poco y decía que te venía bien para espabilar, pero en el fondo te echaba mucho de menos. Javi, ella te quiere un montón a pesar de esto que ha hecho.
-Lo sé, Mario.
-Solo era eso, decirte todo esto y asegurarte que Irene te quiere de verdad. Entiendo que te pueda costar creerlo, pero te prometo que es verdad.
-Vale, ¿pero te vas a poner a llorar? Jajajaja.
-Jajajaja, no seas cabrón, tío... Ya sabes que esto se me da fatal.
-No hace falta que lo jures, jajajaja.
-Pues nada, solo era eso. A ver si nos vemos pronto, como este fin de semana. Lo pasamos muy bien.
-Vale. A ver si este que viene podemos juntarnos otra vez.

No recordaba tener una conversación tan seria y profunda con Mario, pero la verdad es que fue muy interesante también, porque él me proporcionó algún que otro dato que desconocía y que reafirmaba lo que Ángela y yo pensábamos que Irene no iba de farol con las cosas que decía.

De hecho, le dejé una nota de audio explicándole lo que acababa de hablar con él, aunque no sería hasta la noche cuando hablaríamos de ello una vez estuviéramos los dos tranquilos después de trabajar. Mientras tanto, el día pasó de forma normal, aunque tenía un muy buen estado de ánimo después de haber resuelto bien las cosas con Elena y también tras esa conversación con Mario.

Ángela me contó que se alegraba mucho de que Mario me hubiera hecho esa llamada, arrepintiéndose ella de lo que llegó a decir de él cuando se enfadó con ambos en Nochevieja por lo ocurrido en la cena que organizó en su casa.

Estuvimos hablado acerca de ello durante un buen rato, creyendo que la cosa estaba yendo muy bien para cómo estaba hacía pocas semanas atrás. Ella estaba encantada de ver que me volvía a ir bien después de todo por lo que había pasado, agradeciéndole yo aquellas palabras, aunque para mí la guinda era que Ángela también pudiera formar parte del grupo en la presencia de Elena, porque era alguien muy importante para mí.

Y en realidad yo ya sentía que formaba parte del grupo de por sí, pero no me gustaba que una no pudiera estar si la otra estaba, sobre todo por ella, porque era la que tenía más papeletas de las dos de quedarse fuera de esas reuniones al estar Elena viviendo algo lejos y por llevar tanto tiempo fuera de las vidas del resto del grupo. Y ella lo veía bien así, porque pensaba que la impresión que Elena tenía de ella no iba a cambiar, aunque yo no quedaba conforme con ello, pero tampoco quería discutir sobre eso. Al menos no en ese momento.

Por sorpresa, lo ocurrido el lunes con esa conversación de Mario no sería lo único bueno que me fue pasando, ya que Elena me llamó el miércoles a la hora de comer, quedando yo algo sorprendido, porque solía ser yo el que establecía contacto entre los dos. En esta ocasión fue ella y lo hizo para preguntarme cómo me estaba yendo la semana, empezando a contarle yo para luego preguntarle lo propio a ella.

Al final me acabó preguntando si tenía algún plan por la noche, diciendo yo que ninguno una vez saliera de trabajar, volviendo a impresionarme. Ella sugirió hacer lo mismo que estábamos haciendo en ese preciso momento, volver a hablar para contarnos un poco cómo nos había ido la tarde, quedando yo encantado con la propuesta. De camino al trabajo estaba hasta extrañado, porque se me hacía raro que aquello pudiera haber pasado, pero daba igual, porque estaba muy contento.

Y la cosa no quedaría ahí realmente, porque cuando salí de trabajar y regresé a casa, vi que había alguien frente a la puerta de mi casa, aunque al llevar tanta ropa de abrigo no podía distinguir bien quién era, pero no me costó una vez me empecé a acercar. Se trataba de la propia Elena, quien iba muy abrigada, como he dicho, llevando hasta un gorro.

Le pregunté sin dar crédito qué hacía allí, porque pensaba que íbamos a charlar por llamada mientras cenábamos. Al menos pensaba que habíamos quedado en eso, y era así, pero como ese día acabó temprano en el trabajo, pues pensó en que podíamos cenar juntos. Si hasta traía la cena en una bolsa, contándome mientras entrábamos que había tenido tiempo de preparar algo.

Una vez dejamos la bolsa sobre la mesa y ella se quitó su abrigo y yo el mío, le di un buen abrazo, seguido de un beso en la mejilla, comentando que me había encantado que hubiera venido a casa para poder cenar juntos, sonriendo ella, dirigiéndonos después a la cocina para ir sacando lo que trajo de la bolsa e ir poniéndolo en platos para poder calentarlo y ponernos a cenar cuanto antes.

Con el frío que hacía y después de varias horas de trabajo, lo que trajo para cenar me supo a gloria, aunque daba por hecho que estaría delicioso, como efectivamente estaba. No sé cuántas veces le dije que estaba buenísimo, sonriendo ella a la vez que me pedía que comiera más despacio para que no me sentara mal, que si tanta hambre tenía, que podía repetir, porque había hecho más de la cuenta.

Le hice caso y empecé a cenar más despacio mientras le preguntaba cómo le había ido el día, empezando a contarme ella que no tenía nada que ver con la semana anterior, en donde estaba estresada. Esta semana estaba siendo todo lo contrario por lo visto y era algo que le venía bien, porque iba mucho más relajada y con más ganas a trabajar.

No podía evitar quedarme mirándola con cara de tonto por lo guapa que la veía pese a no ir nada maquillada, con su cara despejada y su gorrito. Ella también me preguntó a mí cómo me fue el día y le conté, pero fue algo que hice mientras recogíamos y nos sentábamos en el sofá.

Aunque Elena me interrumpió al darme un beso tremendo que me dejó tan sorprendido que me costó un poco reaccionar. De primeras me chocaba mucho que me estuviera dando un beso, y más aún de esa manera. Desde que nos empezamos a ver de nuevo, ella no era mucho de hacer el primer movimiento para estar así, pero es que desde luego, comernos la boca como lo estábamos haciendo sí que era algo que no había pasado aún.

Pero no iba a pararme mucho en pensar en aquello, porque cuando pude reaccionar, participé en ese beso tanto como ella, pasando a ponerla sobre mí, con una pierna a cada lado, como solíamos hacer cuando éramos pareja.

Llevaba ya muchos días sin echar un polvo y la verdad es que el cuerpo me lo pedía a gritos pese a masturbarme a diario pensando en ella, en algunas ocasiones hasta múltiples veces. Me entraban agudos escalofríos al tenerla así, al notar sus labios sobre los míos y al poder olerla durante tanto tiempo estando tan cerca de mí.
 
Pues, lo de Mario es más grave de lo que pensé. Nunca me imaginé que fuera tan pero tan dependiente de Irene. Es hasta enfermizo.

Mira que cortar con alguien que dices es como tu hermano, sólo para seguir como perrito a tu novia, sin derecho a voz ni voto ni siquiera con derecho a expresar algún gesto.

Si Javi lo considera como un hermano también, debería hacerle ver la gravedad del asunto. Lástima que a Javi le de todo igual.

Y lo de Irene, no sé cómo tomarlo ya. Que llegue hasta afectar tu relación de esa manera por algo que su amigo hizo con su propia vida?, al menos a Mario no le dio un poco de inseguridad y desconfianza?, ninguna sospecha?
 
A Javi le va todo rodado.
Tal como se podía imaginar, la decisión de Javi, de dar preferencia a la cita con Ángela, en lugar de ir tras Elena. Han desatado los celos de ésta última, y las ganas de estar con nuestro héroe. Nada como mostrar independencia y desinterés, para atraer a una mujer a la que le gustas.
Pienso que a éstas alturas, Javi perdonaría sin problema cualquier desliz que Elena hubiera tenido con su jefe.
Lo que puede hacer estallar todo, es que a Javi le de un ataque de sinceridad, y le cuente a Elena que se acostó con su madre.
Si ésto último no ocurre... Creo que nos vamos de boda ❤️🥂🎉🎊
 
Está claro que Elena necesitaba follar, y sin nosotros conocer sus opciones, lo prefirió a él, una elección que podría indicar un resurgimiento de esa llama del amor que parece tan apagada en ella.

El asunto es que a Javier se le presenta una situación que para muchos pude ser envidiable, pero en la práctica resulta complicada para cualquier relación seria y duradera, tiene a cuatro mujeres de su círculo más cercano demasiado interesadas en él, y me atrevería a asegurar que enamoradas, Elena, Noelia, Irene y Ángela, y gracias a la aparición de Hugo no agrego a Sofía.

Esto eventualmente hará saltar cualquier intento de Javier por lograr una relación convencional estable, sólo permitiendo la posibilidad de sostener una del tipo liberal, que implique una posesión compartida de los involucrados, ya que debemos considerar la reacción de Irene como un aviso de lo que se avecina si no logran transparentar los sentimientos que están en juego.
 
Última edición:
Capítulo 809

Estaba tan excitado que me entró mucho calor, cosa a la que ella le puso remedio al quitarme la sudadera para volver a comernos la boca con la misma ansia que hacíamos segundos antes. La notaba temblorosa, y no voy a mentir, yo también lo estaba. Era como si estuviéramos nerviosos al estar así.

Al menos puedo asegurarlo por mi parte, porque estar así con ella era como irse a otro mundo. Me ponía muy nervioso a esas alturas aún con ella, porque por una parte tenía miedo de dar un paso en falso, pero por otra me moría por ir a más. Era una lucha continua por llegar al final y querer que durara más para disfrutar al máximo de ella.

Pero Elena tenía prisa, porque de la misma manera que me quitó la sudadera, lo hizo con el resto de ropa, al igual que con la suya. Sin apenas preliminares, ella se montó sobre mí para meter mi polla dentro de su coñito poco a poco, aunque cuando estaba ya cerca de meterla por completo, se terminó de sentar sobre mí para hincársela entera.

Lanzó un gemido bastante alto e impropio en ella a juzgar por cómo se comportaba en la cama ahora que nos estábamos volviendo a ver, pero al igual que con el beso, no dije nada y me dejé llevar. No me esperaba que estuviera tan encendida como para que empezara a follarme a buen ritmo al moverse hacia delante y detrás, mirándome fijamente a los ojos durante unos instantes para luego agarrar mi cara y empezar a besarme de nuevo.

Los escalofríos volvían a recorrer mi cuerpo, en especial por la espalda, aunque no es que me notara tan cerca de correrme. La cosa fue a más cuando Elena se volvió a separar de mis labios para mirarme fijamente una vez más mientras pasaba a ponerse en cuclillas en el sofá para botar sobre mí. El sonido que tenía lugar con sus movimientos era bastante alto, y sonaba a húmedo, como bien podía notar al resbalarse sus fluidos por mi cuerpo.

Pero tuve que pararla, abrazándola con fuerza, dejando caer ella su cara sobre mi hombro mientras murmuraba sonidos agradables. Le di un beso en la cabeza y ella me lo devolvió por la zona en la que estaban sus labios, aunque luego lo hizo sobre los míos.

Le dije de ir a la habitación mejor para estar más cómodos, pareciéndole a ella bien, por lo que la cogí en brazos para irnos hasta allí, dejándola yo con cuidado sobre la cama y yendo a coger un condón de los que guardaba en la mesita de noche, aunque ella tenía otros planes, porque poniéndose a cuatro sobre la cama, me la empezó a chupar cuando me di la vuelta para mirarla.

La dejé hacer durante un rato, porque me encantaba cómo la hacía y la veía muy sexy comiéndomela en esa postura. Me encantaba ver su culo moverse un poco mientras me daba placer de esa manera. Un placer que cada vez escalaba más y más hasta que o la paraba, o me corría.

Así que me aparté un poco, con una risa nerviosa que ella entendió, pero se vio sorprendida, seguramente por mi rudeza al agarrarle de las piernas para ponerla bocarriba y alzarlas, arrodillándome yo en el suelo para comerle el coño desde fuera de la cama. Se rio y dio un gritito, pero pronto se dejó hacer, inundándome el sabor tan bueno de sus fluidos una vez pasé mi lengua por su rajita.

Me podía el ansia y se lo comía con demasiada intensidad, tirándome ella del pelo en varias ocasiones hasta que me pidió que parara, porque se iba a correr y quería hacerlo mientras la follaba. Y fue algo que me puse a hacer casi en el acto, en lo que duró el momento de abrir el condón y ponérmelo.

Me coloqué entre sus piernas y se la empecé a meter despacio para llegar hasta el final, comenzando una follada lenta en aquel misionero que cogió mucha rapidez en poco tiempo. Elena se me abrazaba con todas sus extremidades hasta que llegó un punto en el que no pudo más y se empezó a correr, haciéndolo yo también al notar cómo se ponía.

Se agarraba a mi nuca, podía notar cómo se clavaban sus pezones en mi pecho, cómo empezaba a temblar como siempre que tenía un orgasmo y cómo me humedecía el oído al soltar su aliento en una respiración agitada y entrecortada.

A mí me recorrió una descarga eléctrica por todo el cuerpo que me dejó sin saber dónde estaba por unos segundos, aunque no me costó volver en sí, haciendo presión para clavársela lo más profundo que podía, lanzando ella un gemido, aunque no soltaba el abrazo tan grande y fuerte que me daba.

Poco a poco se fue calmando, moviéndome yo para ponerme a su lado y poder quitarme el condón, el cual anudé y dejé sobre la mesita de noche. Habíamos durado muy poco, pero es que había muchas ganas y ya eran varios días en los que no hacía nada. Me percaté de que también expulsé más de lo habitual, cosa que no tenía que ver mucho con el tiempo que llevaba sin echar un polvo, porque al masturbarme expulsaba igual.

Elena abrió los ojos, pareciendo un poco desorientada, pero rápidamente se puso de lado para mirarme, poniendo su mano sobre mi pecho. Yo me acerqué a ella para besarla, recibiéndome ella muy bien. Tan bien que el beso se prolongó bastante y yo me volví a excitar mucho, poniéndose mi polla muy dura una vez más.

La acerqué a mi cuerpo para que lo pudiera notar, echando mano a ella para agarrarla y masturbarme, cosa que me provocó un gemido con el que le quería comunicar que me gustaba. Viniendo de una racha en la que una vez ella llegaba al orgasmo, la cosa se quedaba ahí, pensaba que esta vez sería igual, pero no terminó de ser así, porque parecía tener muchas ganas de seguir.

Y así fue, porque empezamos a jugar de nuevo, aunque ahora nos lo tomamos con mucha más calma. Ya se nos había ido esa necesidad de ir al grano, parándonos ahora más en los detalles. Empezamos por masturbarnos el uno al otro durante varios minutos, de manera muy lenta para no excitarnos demasiado.

Conseguí arrancar así muchas risas a Elena, porque a veces le hacía cosquillas y la verdad es que me encantaba ese juego, aunque nos empezó a apetecer más, por eso pasamos al sexo oral. Empecé yo, al ponerme tumbado bocabajo mientras ella estaba bocarriba bien abierta de piernas.

Pero no pude hacerlo durante el tiempo que me hubiese gustado, porque volvía a estar sensible y parecía estar cerca de llegar otra vez, por eso pasó a hacérmelo ella a mí. Al menos, ya de últimas hicimos un 69 al ponerse ella sobre mí, dejándome disfrutar así un poco más de lo rica que estaba. Tras eso, se puso sobre mí, aunque ahora mirándome a los ojos, para poner mi polla entre mi cuerpo y su rajita, empezando a frotarse con ella al moverse hacia delante y detrás.

Me encantaba la cara que tenía de excitación, mordiéndose el labio y teniendo unas preciosas chapetas. Una vez más, se la empezó a meter sin condón, cosa que me encantaba, pero que era también peligroso al no estar ella tomando nada para prevenir el embarazo.

Pero fue solo un momento, cogiendo yo después otro condón para ponérmelo y que ella me empezara a follar otra vez, aunque rápidamente se puso en cuclillas, como hizo en el salón, para botar sobre mí. De nuevo, esos sonidos de palmadas con cierto tono húmedo que me ponía bastante, aunque ahí no quedó la cosa, porque también se dio la vuelta para follarme al levantar su culo y dejarlo caer.

Tanto me gustó ver aquello que después la puse a cuatro para follarla así durante varios minutos en los que aumentaba o bajaba la intensidad, según tocara. Elena preocupara apagar sus gemidos al morderse los labios por dentro o al tapar su boca con una mano o con la almohada directamente, aunque le costaba más de últimas, cuándo me folló como más me gusta, sobre mí, moviéndose hacia delante y detrás.

No tardó mucho en llegar mi nuevo orgasmo, como tampoco lo hizo el suyo, aunque el mío se vio muy amplificado al derrumbarse ella sobre mí para besarme el cuello, llegando incluso a hacerme un chupetón.

Esta vez sí que nos costó mucho más recuperarnos de aquello. Si hasta se me olvidó quitarme el condón, haciéndolo cuando me di cuenta para dejarlo junto al otro. Ella seguía con sus ojos cerrados y con la respiración un poco errática, dedicándome yo a observarla al ponerme de lado.

También le di algún que otro beso, ya fuera por la cara, labios o en la frente. Ella parecía no enterarse mucho al estar en su mundo. Lanzó un suspiro y se estiró antes de abrir los ojos, para luego quedarse mirando al techo durante unos instantes, pasando a mirarme a mí, poniendo una sonrisa ligera en su boca.

Estuvimos callados durante un rato, mirándonos cuando no cerraba sus ojos, aunque le empecé a acariciar el cuerpo, pero sin buscar de nuevo ir más allá, porque en realidad se estaba haciendo tarde y al día siguiente ella tenía que ir a trabajar, aunque sí que me acerqué más a ella para abrazarla y empezar a besarla, o al menos durante unos segundos, porque se incorporó para mirar qué hora era en el despertador que tenía sobre la mesita, pasando a levantarse de la cama.

-Quédate a dormir, por favor.
-No puedo, Javi. Mañana madrugo bastante y quiero darme una ducha también.
-Yo suelo madrugar mucho. Y te puedes dar la ducha aquí si quieres.
-No tengo ropa limpia. Y voy a tener que volver igual. Creo que es mejor que lo haga ahora.
-Me parece que ya es un poco tarde como para salir con el coche.
-Ya, pero el trayecto es corto. No va a pasar nada.
-Bueno, como tú quieras.
-¿Este finde tienes algo?
-No. ¿Por?
-Porque he estado hablando con Irene y tiene ganas de que nos juntemos otra vez. Podemos hacer algo los cuatro.
-¿Y Sofía y Hugo?
-No van a estar. Tienen un plan especial.
-Ah.
-Pero podemos quedar nosotros, ¿no?
-Claro.
-Podríamos echar el día con ellos allí y tal.
-Vale.
-Bueno, pues me voy a ir ya.
-Como quieras. Pero al menos avísame cuando llegues a casa.
-Vale. No te preocupes.
 

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