Project S.I.R.E.N

La amistad entre los miembros del equipo A se va a resentir, se van a ver traicionados por Emiliano.
Alba está a unos kilómetros de abandonar a su familia definitivamente por el agente Iowa.
Veo lo mismo que tú, El Equipo A se desmorona junto a la familia de Alba, ambos casos por no tener cabeza... dichosa maquinita
 
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Alba nunca ha dejado de amar a Keller y ahora que ha vuelto a aparecer....
El amor es cosa de dos, y si encima anteponen la razón al corazón, es que no estarían muy enamorados. El echar unas lágrimas porque te alejas de tu amor no implica que estés enamorado, podría ser encariñamiento (no sé si esta palabra existe, pero creo que me entiendes) y no es lo mismo
 
El amor es cosa de dos, y si encima anteponen la razón al corazón, es que no estarían muy enamorados. El echar unas lágrimas porque te alejas de tu amor no implica que estés enamorado, podría ser encariñamiento (no sé si esta palabra existe, pero creo que me entiendes) y no es lo mismo
No, no existe "encariñamiento", debería decirse "...podrían estar encariñados..."
 
El amor es cosa de dos, y si encima anteponen la razón al corazón, es que no estarían muy enamorados. El echar unas lágrimas porque te alejas de tu amor no implica que estés enamorado, podría ser encariñamiento (no sé si esta palabra existe, pero creo que me entiendes) y no es lo mismo
Lo vemos distinto. Yo si creo que estaban y están enamorados.
 
Lo vemos distinto. Yo si creo que estaban y están enamorados.
Interesante tema, podría Alba enamorarse de Andoni estando enamorada de Keller? Podría enamorarse de dos personas a la vez? Podría ser, como dices, que hubiese estado enamorada de él, cuando conoció a Andoni aquel amor quedase enterrado hasta que se diluyó. Pero al volver a ver a Keller volviera a surgir... y aquí es donde creo que está la madre del cordero... el amor que Alba siente por Keller es más tensión sexual que amor propiamente dicho.
Echo de menos a Jordi ;)
 
Interesante tema, podría Alba enamorarse de Andoni estando enamorada de Keller? Podría enamorarse de dos personas a la vez? Podría ser, como dices, que hubiese estado enamorada de él, cuando conoció a Andoni aquel amor quedase enterrado hasta que se diluyó. Pero al volver a ver a Keller volviera a surgir... y aquí es donde creo que está la madre del cordero... el amor que Alba siente por Keller es más tensión sexual que amor propiamente dicho.
Echo de menos a Jordi ;)
Hasta ella se lo pregunta, si una persona puede estar enamorada de dos personas.
Pero conociendo a nuestro querido autor, me temo que va a "matar" a Keller. 🤣🤣
 
Interesante tema, podría Alba enamorarse de Andoni estando enamorada de Keller? Podría enamorarse de dos personas a la vez? Podría ser, como dices, que hubiese estado enamorada de él, cuando conoció a Andoni aquel amor quedase enterrado hasta que se diluyó. Pero al volver a ver a Keller volviera a surgir... y aquí es donde creo que está la madre del cordero... el amor que Alba siente por Keller es más tensión sexual que amor propiamente dicho.
Echo de menos a Jordi ;)

Yo creo que es al revés, que está enamorada de Keller y que lo que siente por Andoni es encariñamiento. No bautizas a tus hijos con el nombre y el estado de EEUU de nacimiento de un antiguo encariñamiento, lo haces por que realmente amas a esa persona.

Si la palabra está en la calle, existe aunque no esté la RAE. Por lo menos eso pienso yo.
 
Yo creo que es al revés, que está enamorada de Keller y que lo que siente por Andoni es encariñamiento. No bautizas a tus hijos con el nombre y el estado de EEUU de nacimiento de un antiguo encariñamiento, lo haces por que realmente amas a esa persona.

Si la palabra está en la calle, existe aunque no esté la RAE. Por lo menos eso pienso yo.
Eso de bautizar a los hijos con esos nombres... A Andoni no le dió por preguntar? A mí no se me ocurriría dejar que mi mujer le pusiera a una hija "Extremadura", "Andalucía", "Canarias" o "Cataluña" por poner ejemplos, y mucho menos nombres de estados o regiones de otros paises ...
Por otro lado, jamás había escuchado la palabra encariñamiento, por eso tuve la duda.
 
Eso de bautizar a los hijos con esos nombres... A Andoni no le dió por preguntar? A mí no se me ocurriría dejar que mi mujer le pusiera a una hija "Extremadura", "Andalucía", "Canarias" o "Cataluña" por poner ejemplos, y mucho menos nombres de estados o regiones de otros paises ...
Por otro lado, jamás había escuchado la palabra encariñamiento, por eso tuve la duda.
Yo en cambio, con tal de tener mujer le dejaría que le pusiera Ciudad Real si fuese necesario jajajaja
 
Eso de bautizar a los hijos con esos nombres... A Andoni no le dió por preguntar? A mí no se me ocurriría dejar que mi mujer le pusiera a una hija "Extremadura", "Andalucía", "Canarias" o "Cataluña" por poner ejemplos, y mucho menos nombres de estados o regiones de otros paises ...
Por otro lado, jamás había escuchado la palabra encariñamiento, por eso tuve la duda.
Bueno, pero Sevilla sí 😜
 
Eso de bautizar a los hijos con esos nombres... A Andoni no le dió por preguntar? A mí no se me ocurriría dejar que mi mujer le pusiera a una hija "Extremadura", "Andalucía", "Canarias" o "Cataluña" por poner ejemplos, y mucho menos nombres de estados o regiones de otros paises ...
Por otro lado, jamás había escuchado la palabra encariñamiento, por eso tuve la duda.

Por eso pienso que estuvo realmente enamorada de Keller, que no fue tensión sexual, o enamoramiento pasajero, o encariñamiento.

La palabra encariñamiento yo sí la conocía, de echo, en este sitio de foroporno y en pajilleros la había leído en varias ocasiones y yo la suelo utilizar bastante para identificar un sentimiento de cariño sin llegar a ser amor.
 
Bueno bueno y de apellido mejorado, una vez puesto al día, solo decir que la dichosa maquinita traerá muchos problemas, de echo ya los ha traído, en cuanto a los chicos están viviendo un verdadero Edén y quee cuando les falte el hechizo se vana dar de bruces con la realidad, eso me temo ehh, en cuanto los dos tortolitos ya se verá pero también me temo que quedará en el polvo del sábado y Alba seguirá con su familia como debe de ser, más adelante veremos en cuántas cosas me he equivocado y por favor no matemos al mensajero, gracias Ron_Artest
 
Gente! Nuevo capítulo recién parido. Ha sido un parto tranquilo y sin incidentes. La madre se encuentra en perfecto estado. Feliz por su octavo retoño, claro está y tambíen porqué mañana es viernes, sobretodo por lo segundo. Jajaja.


PROJECT S.I.R.E.N.
Capítulo 8 - Malas decisiones


Cerca de la orilla del Ibaizabal un hombre limpiaba una trucha recién pescada. Pasó el antebrazo derecho por su frente sudurosa y vació las tripas del pescado con su cuchillo de caza, con gran habilidad. Al finalizar, lo introdujo dentro de las aguas frías del río y volvió junto a la hoguera que acababa de encender. Con un palo bien afilado atravesó la trucha, se puso en cuclillas y la puso sobre las llamas a una distancia prudencial. Debía cocinarse, no quemarse.

La mañana era tranquila y amable. El imenso e iluminado cielo estaba despejado y el majestuoso sol lo bendecía con sus cálidos rayos desde el firmamento. Ronald se sentía más ligero, como si se hubiera quitado un peso de encima. Sonrió, cuando pensó en las últimas palabras que le dijo Iowa la noche anterior. Se sentía libre, por primera vez en mucho tiempo. En paz consigo mismo.
Y lo iba a disfrutar, cumpliría su promesa.

De repente el teléfono satelital, modelo Iridium 9575 empezó a vibrar, por enésima vez.
‘Bones’ lo observó ilumarse, dentro de su viejo petate. Sabía quien había al otro lado de la línea y sabía también el motivo de su llamada. Dejó la trucha apoyada contra una piedra y se levantó. Sus rodillas emitieron un quejido, debido al desgaste y al paso de los años.

Sacó el teléfono y se lo quedó mirando unos minutos. Levantó la cabeza y miró al cielo, cubriendose la vista con su otra mano. ‘A la mierda’ pensó. Y tiró el Iridium dentro de la hoguera, para, a continuación, seguir con lo realmente importante: cocinar aquella hemosa y apetitosa trucha de río.

Más allá del Anboto, donde las nubes raspan las cumbres y el silencio pesa como el plomo en las bocas cerradas de la gente de Aretxondo; más allá del valle, del río Ibaizabal que serpentea sinuoso entre minas abandonadas y recuerdos oxidados; más allá incluso del mar Cantábrico, donde los cuervos sobrevuelan los acantilados como si custodiaran un secreto ancestral, vivía el ser más despreciable que la humanidad haya conocido jamás.

Cruzando el vasto océano Atlántico, en la otra orilla del mundo, un ambicioso coronel llamado Marcus LeBlanc pronunció el nombre del señor en vano, por enesima vez. Vivía rodeado de pinos uniformados y casas que nunca dormían, en una colina vigilada de McLean, Virginia. Allí donde el poder no descansa y la guerra no termina nunca del todo

La luna apenas acababa de romper entre las copas de los robles cuando el Chevrolet Suburban blindado del coronel, dejó la ‘George Washington Parkway’, con el río Potomac brillando a su izquierda. Entró en el largo camino de grava blanca que conectaba su casa con la tranquila Ballantrae Farm Drive. A ambos lados de la carretera, mansiones de ladrillo georgiano y cristal oscuro se ocultaban tras altos setos de boj, como si compitieran por ver quién era más invisible. El coronel no saludó al guardia de seguridad privada en la caseta; no hacía falta. Su coche tenía el pase electrónico del Departamento de Defensa, y las cámaras térmicas ya habían registrado su gorda y fofa silueta.

Mientras en Aretxondo el sol se abría paso entre las nubes bajas y las primeras campanas sonaban en la vieja iglesia, al otro lado del Atlántico, en McLean, el coronel LeBlanc seguía despierto. Eran la una de la madrugada, y el despacho de su casa aún olía a café frío y tensión acumulada.

Volvió a probar una vez más si podía contactar con el ex Navy SEAL, ahora reconvertido en mercenario. Pero no hubo manera, esta vez incluso, no hubo ni señal. Tiró el teléfono satelital de mala manera y sumamente disgustado, sobre su gran escritorio. Se sentó en su gran silla de cuero negro y le dió un sorbo al café. Vació el frío y amargo líquido, muy mosqueado y con cara de asco, en la impoluta papelera junto a sus pies.

Contempló el maletín vacío de SIREN X2, que reposaba sobre la moqueta gris, junto a la puerta de su despacho. Se tumbó en la silla que crujió como las rodillas de Ronald y cruzó las manos sobre su enorme barriga bien alimentada. Pensando... Meditando… Y si el agente Iowa había ganado? Y si el ratón, por primera vez en la historia de la humanidad, se había comido al gato? Qué iba a hacer ahora que ‘Bones’ estaba fuera de combate?

‘Si quieres que las cosas salgan bien, hazlo tú mismo’ pensó para sus adentros. Agarró el auricular de su telefono fijo y abrió su agenda. Era un hombre poderoso, con muchos contactos y con un presupuesto que rozaba el infinito. Tan solo fueron necesarias un par de llamadas para que todo estuviera listo. El viejo continente no estaba preparado para la visita de aquel desalmado y peligrosamente ambicioso coronel, más concretamente los españoles, siendo más precisos los vascos, yendo al detalle, los tercos e insumisos aldeanos de Aretxondo.

Aunque… por la fama que se habían ganado con el paso del tiempo. Probablemente quien no estuviera preparado fuera el gordo coronel. Ya veremos quien de los dos los tenía más bien puestos.

Quien sí los tenía muy bien puestos, era Emi, concretamente dentro de la boca de su profesora de educación física, mientras la pelirroja le pajeaba con ambas manos su enorme polla.

Lo hacía dentro de los vestuarios femeninos de la piscina pública, mientras sus compañeros de profesión vigilaban y los alumnos se divertían jugando en el agua fría y llena de cloro.

Emiliano no pudo resistirse cuando ella lo agarró del brazo y se lo llevó dentro. Aunque no podía dejar se pensar en Charly, que se lo acababan de llevar en una ambulancia con dos costillas rotas. Quedaban un par de horas para que fueran las 17:00 y las ‘clases’ terminasen, así que siguieron follando hasta que llegó la hora de plegar.

Cuando profesora y alumno salieron disimuladamente del vestuario. Ligeramente despeinados y bastante más relajados. El instituto al completo ya salía a través de la verja que rodeaba la piscina municipal, cada uno hacía sus respectivas casas. Emi buscó con la mirada a Ramón y a Aitor pero no los localizó. Quería pedirles disculpas y explicarles el motivo por el cúal se había quedado con el monopolio de SIREN, así que salió corriendo.
  • Emiliano espera! - gritó la profesora. Quería decirle algo importante, pero no le dió tiempo. Ya estaba demasiado lejos.
Emi se dió prisa en subir al autobús, con la esperanza de encontrar sus amigos allí. Pero no hubo suerte. Pensó que quizás estuvieran en su guarida secreta, como cada tarde al terminar las clases. Pero tampoco los encontró ahí. Apoyó su gordo trasero sobre el muro de la parcela e intentó llamar a Aitor, pero saltó el buzón de voz. Ramón, por su parte, fué menos sútil, directamente le colgó.

El chabal suspiró, sin poder evitar sentirse culpable. Como tampoco podía hacer mucho más, decidió dejarlo para mañana. A veces es necesario dejar que las coses se enfríen. Que pase la tempestad y como un discipulo del viento tan solo sentarse a esperar que llegue la calma.
Cuando se disponía a marcharse, un coche pasó a gran velocidad por delante del esqueleto de aquella casa a medio construir, levantando tras de sí, una densa nuve de polvo. Emi vió que Esther era quien lo conducía y que a su lado estaba Charly, su hijo. Salió corriendo tras de ellos, dirección a la casa de su mejor amigo. Cuando llegó arriba, estaba cubierto en un charco de sudor. Se quedó parado delante de la puerta de la casa de Charly, recuperando el aliento y deseando pesar unos cuantos kilos menos.

De repente la puerta se abrió y salieron Ramón y Aitor.
  • Hola chicos! Cómo está? Se encuentra bien?
Ninguno de sus dos amigos le dijeron nada. Tan solo pasaron por delante de él, girandole la cara y se marcharon calle abajo. Emi bajó la mirada mientras se alejaban por la serpenteante calle. Luego miró la puerta de la casa de su mejor amigo, se armó de valor y entró dentro.
Picó el timbre y se sujetó las asas de la mochila decidido a dar la cara y pedir perdón.
  • Ah! Hola Emi! Como estás? - preguntó Esther con una gran sonrisa.
  • Bien…
  • Pensaba que vendrías con Ramón y Aitor…
  • Si… es que… es que me he entretenido al salir del cole…
  • Ya! Pasa, venga! Charly está en su cuarto.
Emi cruzó el umbral de la puerta y la madre la cerró a sus espaldas. Se quedó quieto en el recibidor observando las escaleras que subían a la habitación de su mejor y traicionado amigo.
  • Cómo está Charly?
  • Bueno! Un par de costillas rotas… nada grave. En realidad él está contento - dijo riendo la madre - Se va a perder unos días de clase y la semana que viene ya empezaís vacaciones, así que… digamos que él ya las ha empezado.
  • Ya! Claro… que buena noticia… - contestó Emi fingiendo una sonrisa, nada convincente.
  • Va todo bien?
Antes de que el chico pudiera contestar. La voz de Charly se escuchó desde el piso de arriba.
  • Quieeeeen éeees mamáaa?
  • Es Emiiiii, que ha veniiiiido a veeeerte! - gritó Esther.
  • Que no subaaaaa! No quiero verloooooo!
Emi volvió a mirar el suelo, entristecido. La madre de su mejor amigo se lo quedó mirando. Pero no le hacía falta preguntar nada. No era la primera vez que se pelaban, ni iba a ser la última. Es lo que tienes las relaciones entre mejores amigos, son intensas y sufren altibajos, como sucede con las de los enamorados.
  • Quieres tomar algo? - preguntó Esther apoyando su mano sobre el hombro del chico.
  • No gracias… mejor me voy… - contestó él sin dejar de mirar el suelo.
  • Venga va! Te preparo la merienda! Pasa… vamos!
Emi entró en la cocina, casi por obligación. Se quitó la mochila y la dejó en el suelo. Luego se sentó junto a la mesa, enfrente de una enorme cristalera desde dónde podía verse la piscina y el cuartucho donde su mejor amigo y él perdieron la virginidad juntos tan solo hacía unos días. Esther sacó unas galletas y preparó un baso de leche fresca.

- No le des muchas vueltas cariño… - dijo ella de espaldas, preparando la merienda - ya sabes que a Charly no le duran mucho los mosqueos… en un par de días volveréis a ser uña y carne, ya lo verás… - sonrió ella girandose y ofreciendole una enorme sonrisa, a parte de la merienda.​

El arrepentido chico la miró, deseando que tuviera razón y entonces se dió cuenta. Hasta ese momento no se le había pasado por la cabeza. Jamás! Pero que os habéis pensado, joder! Era la madre de su mejor amigo. Pero Esther, realmente, estaba bueníssima. Era una auténtica M.I.L.F. Sin muchas curvas de cintura para abajo, pero con dos enormes urbes. Talla 100? 200 quizás? Quien da más?

‘Piiiip - Piiip’

Esther dejó el plato con galletas y el baso enorme de leche encima de la mesa. Emi se lo bebió entero, de tres grandes tragos. Sediento despúes de la maratón que acababa de correr.
  • Quieres más leche? - preguntó la madre con una extraña expresión en su rostro.
Emi asintió limpiandose la comisura de los labios con su muñeca y le acercó el vaso vacío. Pero jamás llegó a su destino. Si no que cayó al suelo rompiendose en mil pedazos a causa de la temblorosa y nerviosa mano del chabal. El ruido de los cristales quebrandose se escuchó hasta en el cuarto de Charly. Que preguntó a gritos que había pasado. Al no obtener respuesta y preocupado porqué a su madre le hubiera pasado algo, se levantó de la cama con dificultad y empezó a bajar lentamente las escaleras, muy dolorido a causa de sus dos costillas rotas.

En la cocina, Emi observaba como Esther, que ya se había quitado la camiseta, se desabrochaba aquel sostén enorme que seguramente debía soportar más peso que los cimientos de un rascacielos. Sin apenas poder reaccionar, las enormes tetas de la madre se posaron encima de su cara, mientras una mano empezaba a sobar con deseo su enorme pene.

Fué todo tan rápido que cuando quiso pararlo, ya era demasiado tarde.
Charly esbozaba una mueca de dolor cada vez que conseguía bajar un escalón. Era de tamaño normal, aunque parecía que, por lo lento que iba, fuera en realidad la escalera de la canción de Led Zeppelin, aquella que subía hasta el cielo.

Cuando entró por fin en la cocina, los niños de Alba ya iban a la universidad. Se quedó paralizado, como si estuviera bajo los efectos de SIREN. Los enormes pechos de su madre envolvían la polla de su amigo, haciendole una salvaje cubana, al mismo tiempo que se comía su prepucio como quien se come un cucurucho.
  • Pero serás hijo de puta! - gritó ‘Seis Dedos’ intentando correr hacía él.
Justo en ese momento, Emi se corría salvajamente por la cara de Esther, sus pechos y el suelo de la cocina. Sobresaltado por la pillada ‘in fraganti’ se puso de pié rápidamente y empezó a subirse los pantalones, aún corriendose. Veía como su mejor amigo se acercaba con intenciones de darle una paliza, pero a una velocidad inusualmente lenta en él.
Quiso disculparse, dar explicaciones. Pero al ver su cara se dió cuenta que lo mejor que podía hacer era salir de ahí corriendo. Y así lo hizo, corrío y siguió corriendo, como si una manada de lobos que llevaran meses sin comer lo estuvieran siguiendo.

El coche viejo y oxidado de matriculas cambiantes, estaba aparcado a pocos metros de la casa de Charly y Esther. Sus dos pasajeros lo vieron todo. Estaban ahí antes de que el disléxico y el paralítico llegaran.
  • A dónde irá con tanta prisa? - preguntó Alba comiendo un sandwich y tomando un café de la gasolinera.
  • Voy a dejar que tú misma hagas el trabajo de campo… intenta atar cabos despúes de lo que hemos observado y teniendo en cuenta la información de la que ya disponemos. Venga agente Serrano, expliqueme su teoría - sonrió Keller encendiendose otro cigarro.
  • Si voy a tener un alias, quiero que sea agente Bilbao…
  • Un poco obvio… pero… vale! Me parece bien.
  • Obvio, en serio? Agente Iowa…
Keller empezó a toser, cuando le entró la risa y Alba empezó a recordar lo que habían observado estando de guardia. El maestro dió varias indicaciones, entre ellas le dijo que pensara en voz alta y compartiera sus pensamientos. Así era el procedimiento oficial.
  • Primero ha llegado la ambulancia con Charly…
  • Por qué?
  • Por qué ha llegado en ambulancia dices? Y yo que sé Nate… tengo un master en neurología, lo sé, pero no soy adivina.
  • Venga Alba! Sé que puedes hacerlo mejor, esfuerzate vamos!
  • Valeeeee! - Alba dejó el sandwich mordido encima de la guantera y tomó un sorbo de ese café de máquina, aguado y asqueroso - por la forma en que andaba, apoyando el peso en la pierna izquierda y sus gestos de dolor cuando respiraba al andar… es muy probable que se trate de una fractura… costillas rotas quizás? Podría ser eso, aunque se me ocurren mil posibles diagnósticos más…
  • No está mal… pero no te fijaste lo suficiente. Tenía moratones y el labio partido, claros indicios de una pelea…
  • O una paliza…
  • Por qué dices eso?
  • Es más probable que te fracturen algo cuando recibes una paliza… es pura lógica.
  • Ok! Es una buena deducción… sigue vamos!
  • Despúes han llegado Ramón y el otro chico…
  • Aitor… se llama Aitor.
  • Eso… Han llegado solos, sin Emi. Raro en ellos teniendo en cuenta, como me dijistes, que siempre van los cuatro juntos a todos lados…
  • Que nos dice eso?
  • Que se han pelado, obviamente. Ha quedado bastante claro cuando al cruzarse en la salida no se han ni saludado…
  • Correcto! Y que me…
  • Shhh! Calla, que lo estoy bordando. - Keller pidió disculpas sin poder dejar de sonreir - Luego al cabo del rato, Emi sale corriendo a toda prisa y además… - Alba levantó el dedo como si acabara de darse cuenta de un detalle muy importante - se abrochaba los pantalones y…
  • Y? - preguntó el agente experimentado muy orgulloso de su novata y nueva compañera.
  • Tenía una erección de caballo!
  • Eres una crack! Que deduces con toda esa información?
  • Deduzco que SIREN es una zorra sin escrúpulos.
Nate la felicitó. Para ser la primera vez que participaba en un dispositivo de vigilancia, el resultado era más que notable. Quedaba claro que Emi estaba solo y eso significaba que SIREN les llevaba ventaja, una enorme ventaja. Abrió la puerta del coche y le dijo a la doctora que bajase.
  • Qué vamos a hacer ahora? - preguntó ella terminandose el sandwich mientras él abría el maletero.
  • Emi no es mal chico, solo está confundido…
  • Manipulado diría yo…
  • Exacto! - Keller sacó un mono gris de una mochila y se lo dió a Alba - Seguro que muy pronto volverá a acercarse a Charly e intentará hacer las paces…
  • Quieres que me lo ponga? - preguntó Alba mientras Keller sacaba otro mono igual para él.
  • Si… por favor. Lo que debemos hacer ahora es contactar con Charly, explicarselo todo y convencerlo para que nos ayude…
  • Convencerlo para que le quite el prototipo a su mejor amigo… - añadió Alba cerrandose la cremallera del mono.
  • Exacto! Y para eso - Keller empezaba a ponerse su disfraz - debemos entrar en su casa sin llamar la atención… Segunda lección agente Bilbao. Como nos infiltramos?
Alba se sujetó la barbilla, exprimiendose el cerebro. Era una mujer perspicaz y de mente ágil. Una buena científica, sinó la mejor, por lo tanto era creativa y resolutiva. En pocos segundos ya había ideado un plan y los dos viejos amantes picaban el timbre de la casa de Esther.

Otro timbre sonaba al mismo tiempo, esta vez en casa de Ramón. Emi esperaba a que alguien contestara, mientras detrás de la verja los cerdos de Ingrid se revolcaban felices entre su propia mierda. Ya había pasado por casa de Aitor pero no estaba, su padre, muy orgulloso, le había dicho que estaba con su nueva novia. Emi lo dejó ahí hablando solo de lo espectacular que era Paula, describiendola más como si fuera un coche de alta gamma que una persona humana.
  • Largate folla madres! - respondió el telefonillo.
  • Ramón joder! Espera un segundo… déjame que te lo explique…
Emi se quedó como el padre de Aitor, hablando solo. Dió dos pasos y se sentó en el bordillo de la acera. Estaba sudado, con agujetas, deprimido. Con lo bien que había empezado el día. El sol empezaba a desaparecer por el horizonte de Aretxondo, tras el enorme e imponente Anboto. Como si la gran montaña se lo comiera cada atardecer y lo cagara cada amanecer por el otro extremo del valle, en un ciclo sin fin.

  • Emi? Qué haces ahí sentado? Va todo bien? - el chaval se giró y vió a Ingrid acercarse con una gran sonrisa en la cara y apestando a morcilla.
  • La verdad que… no. No va nada bien en realidad.
  • Te puedo ayudar en algo? - preguntó amablemente la madre charcutera mientras abría la puerta que daba a la calle.
‘Piiip - Piiip’
  • No joder! Otra vez no….
El gordo chaval reunió las pocas fuerzas que le quedaban para salir de ahí a toda prisa. Mientras su mochila rebotaba en su eslpalda y sus tetillas sudadas lo hacían dentro de su empapada camiseta, miraba hacía atrás lleno de terror. Ingrid, como un zombie, lo perseguía sacandose el mono en mitad de la solitaria calle. Gritandole que volviera. Y no precisamente para comerle el cerebro.

No dejó de correr hasta que casi a la altura de la guarida secreta, alguien le gritó por su nombre. Era Ernesto, acompañado, como no, de una nueva novia. La historia de cada día vaya. Un día normal en Aretxondo. Ojalá fuera así para todos. La moto de su hermano se detuvo justo a su lado, levantando una densa nuve de polvo y el enfurecido motor pidiendo más gas, sin parar.
  • Vas para casa?
  • Si…
  • Anda sube, que te hacemos un hueco - Ernesto miró a la chica para decirle que le hiciera un hueco. Pero no se acordaba de su nombre.
  • Arantxa! - contestó molesta la chica apretandose contra él.
Emi se subió al final del asiento y se agarró con fuerza a la cintura de la chica. Cuando su hermano arrancó, se dió cuenta enseguida de que no había sido buena idea. No había espacio suficiente para tres personas. No es que fuera peligroso, aunque sí lo era. Pero no es lo que preocupaba al adolescente. El principal problema era ese enorme culo que se frotaba constantemente contra su polla incontrolable. Cada bache y cada piedra del camino, era excitante.

‘Piiip - Piiip’
  • Frenaaaa Ernes! - gritó Emi cuando Arantxa empezó a sobarle el paquete.
El hermano mayor hizo caso y frenó en seco. Temiendo por la seguridad de su hermano pequeño. Emi saltó de la moto como si desmontara de un caballo.
  • Mejor me voy andando, total queda poco para llegar a casa…
  • Como quieras chiqui! Nos vemos ahí! Aguuuuur…
Nuestro protagonista se quedó parado en mitad de la calle. Rozando casi la desesperación. Buscó en su bolsillo a SIREN mientras la moto se alejaba calle arriba. La nueva novia de su hermano le lanzó un beso y se mordió el labio inferior, haciendo un gesto con la mano diciendo ‘llámame’. El chabal suspiró y se quedó mirando el prototipo. Aquello tenía que acabar, de algún modo, pero debía hacerlo ya. Antes de que la situación se descontrolara aún más.

Intentó encender el dispositivo para ajustar de nuevo su funcionamiento. Pero no hubo manera. No era por falta de batería, pues la pantalla se iluminó, pero la mujer virtual no estaba. Mientras andaba para casa cabizbajo, recordó aquella escena de Harry Potter, cuando el susodicho y Ron Weasley hablaban sobre el cromo de Albus Dumbledore. ‘Eh! Ya no está!’ dijo Harry. ‘No querrás que permanezca ahí todo el día, verdad?’ contestó el pelirrojo.
  • Seguro que no quieren tomar nada? - preguntó Esther en el jardín de su casa.
  • No se preocupe - contestó Keller apoyando una escalera junto al exterior de la pared.
  • Como quiera… una pregunta, los manda el ayuntamiento han dicho, verdad?
  • Correcto señora! - dijo Alba empezando a subir la escalera.
  • Y exactamente para qué?
La madre de Charly no era una mujer desconfiada, aunque escuchaba demasiado la radio y sabía perfectamente que últimamente había mucho timador suelto. Además aquel hombre y aquella mujer tenían pinta de cualquier cosa, menos de técnicos.

  • Ve la caja blanca que hay ahí arriba? - dijo Alba, cada vez más arriba.
  • Si… - contestó Esther.
  • Esa caja es una unidad de interconexión municipal. Se instaló como parte de un plan del ayuntamiento para desplegar infraestructura de comunicaciones inteligentes en la zona. Lo que vamos a hacer hoy es realizar una inspección técnica y la activación del módulo interno, que hasta ahora estaba en modo pasivo. Dentro de la caja hay un nodo de red, en este caso, con conectividad LoRaWAN y respaldo en fibra, que sirve para integrar distintos servicios: desde sensores de calidad del aire, control de alumbrado público, hasta sistemas de emergencia o red de datos vecinal. En términos simples, este punto conecta la vivienda o la manzana a una red de datos que el ayuntamiento utiliza para servicios urbanos inteligentes. No afecta su suministro eléctrico ni su conexión a internet doméstica. Solo vamos a comprobar la estanqueidad, revisar los sellos de seguridad y hacer una prueba de enlace con el concentrador más cercano. Es un proceso rápido… no tardaremos demasiado.
La madre no entendió nada, pero la explicación había sido tan técnica y precisa que la dió por valida y entró dentro de casa a seguir recogiendo los cristales del suelo. Quien demonios había tirado el vaso? Y porqué estaba tan mareada?
  • Creo que has aprobado el segundo examen Blanca - sonrió Keller mirando hacía arriba y sujetando la escalera.
  • Tiembla agente Iowa! La novata viene pisando fuerte!
Alba sonrió y siguió subiendo. Pasó de largo aquella caja blanca que no tenía ni idea de para que servia y asomó la cabeza por la ventana del segundo piso. Donde estaba la habitación de Charly.
  • Que dices Monra? En serio? - Charly tumbado en la cama, justo al lado de la ventana, hablaba por teléfono.
  • Si tío! Y el cabrón también quería follarse a mi madre. Se ha quedado en bolas en mitad de la calle, la pobre.
  • Que hijo de puta! Que hijo de la gran puta! - Charly estaba mosqueadisimo.
  • Tenemos que ir a por él colega! Darle una lección…
  • Estoy contigo! Pero cómo? Con SIREN bajo su control es…
En el preciso momento en que pronunciaba el nombre del prototipo. El nervioso chaval olvidó que tenía dos costillas rotas y pegó un salto en la cama empezando a gritar. Y es que SIREN le saludaba al otro lado de la ventana haciendo gestos para que la abriera.

  • Charlyyy! Eh colega! Que pasa? Estás bien? Charlyyyy! - decía la voz de un preocupado Ramón a través del teléfono tirado en la cama.
El grito del adolescente generó una reacción en cadena. Alba se asustó, puso un pié en falso y la escalera cayó al suelo. Esther escuchó el grito de su hijo y la estruendosa escalera impactando contra el suelo del jardín. Salió corriendo asustada.
  • Que ha pasado? Hayyy! Dios mío! Tenga cuidadoooo!
Un nervioso Keller intentaba volver a poner en pié la escalera, difícil tarea para un hombre con una sola mano. Alba movía los piés en el aire, agarrandose a la repisa de la ventana con ambas manos y mirando hacía abajo asustada.
Entre la madre y el ex agente, consiguieron enderezar la escalera y ella pudo bajar sin hacerse daño. Dijeron que habían terminado el trabajo y se fueron de allí sin dar muchas más explicaciones.
  • Charlyyyy? Eoooo? Sigues ahí?
  • Colega… - dijo el fracturado amigo recogiendo el telefono mientras miraba por la ventana de su habitación - No te vas a creer a quien acabo de ver…
Keller y Alba salieron de la casa, se dirigieron rapidamente al coche y entraron dispuestos a largarse de ahí. Uno de los dos no pudo contener más la risa.
  • Vete a la mierda Nate! - sonrió la doctora dándole un codazo.
  • Venga Albaaaa - decía él entre carcajadas - ha sido espectacular… digno de una escena de acción de una película de James Bond…
  • Que te jodan! - dijo ella empezando a reir también - Anda arranca! Antes de que salga la madre a preguntar si estamos bien… Vamos Nate! Daleee!
  • Ya va… ya va… - contestó él con lágrimas en los ojos mientras arrancaba el motor.
De repente, cuando la llave hizo contacto y el motor empezó a gruñir. Una fuerte explosión retumbó por toda la urbanización. El viejo y corroido coche estalló en mil pedazos, de forma violenta. Causando instantaneamente la muerte de sus dos ocupantes….
Es bromaaaa! Se os han puesto los huevecillos como canícas eh! Jajajaja
Tranquiiiiiloooos… Que Alba y Nate aún les queda mucho por contar. De momento…
  • Hola pa… y esto?
Emi se quedó parado en mitad del comedor. Al entrar en casa, dejó caer la mochila junto al paragüero, como hacía siempre. Pero algo no encajaba. El olor lo golpeó primero: no a sudor ni a comida recalentada, sino a algo cocinado de verdad. Hierbas aromáticas, mantequilla caliente, algo al horno. Luego notó la música: una melodía suave, instrumental, flotando por el aire como si la casa hubiera aprendido a respirar con elegancia.

La luz era tenue en el salón, cálida. Nada del blanco crudo de los focos del techo. Solo lámparas encendidas y unas velas temblando sobre una mesa que él no recordaba haber visto tan bien puesta jamás. Mantel de tela, no el plástico de siempre, copas alineadas, servilletas dobladas como en los restaurantes finos. Incluso cubiertos extra, como si esperaran más platos de los que caben en un menú infantil.

Y allí, en medio de todo, su padre. De pie, junto a la cocina, con camisa planchada, el pelo peinado hacia atrás, y un delantal limpio anudado a la cintura. Parecía una versión de sí mismo sacada de otro universo. Ni rastro del hombre en chándal que normalmente freía huevos en calcetines.

- Hola, campeón - dijo Salva, sonriendo. Un poco nervioso.

Emiliano frunció el ceño.

- Qué pasa? Quién se ha muerto?

  • Nadie hijo. Es solo que… viene alguien a cenar. Alguien especial.
En ese momento bajó su hermano mayor por las escaleras, también vestido como si fuera a una boda, ajustándose las mangas de la camisa. Detrás de él, su novia. Y entonces lo entendió: no era una cena cualquiera. Era una declaración de intenciones. Una mujer quizás?
Afuera, el murmullo lejano de los aspersores de la urbanización parecía acompañar la música, como si todo el barrio se hubiera confabulado para no arruinar el ambiente.

‘Ding - Dong’

Llamaron a la puerta y el padre, visiblemente más nervioso ahora, se alisó la camisa con las palmas y fue a abrir. Emi se asomó desde el pasillo, sin ser visto, como un espía doméstico. Y entonces la vio. Cristina. La profesora de Educación Física. Pero no su Cristina. No la de la coleta alta, sudadera del colegio, silbato colgando del cuello como una advertencia constante. No la de las zapatillas inpolutas y calcetines altos. No la mujer de voz fuerte y mirada decidida que cruzaba el patio como una bala.

Esta Cristina era otra.
Llevaba un vestido largo, de tela fluida y color vino, con un escote discreto pero sugerente que dejaba ver la clavícula y parte de los hombros, como si el aire le acariciara la piel. El vestido se ceñía suavemente a su cintura, realzando sus curvas, y se abría en una caída elegante que rozaba los tobillos. En vez de deportivas, sandalias con algo de tacón. En vez de coleta, el pelo suelto, cobrizo y brillante, cayéndole en ondas suaves sobre los hombros.

Y donde solía colgar el silbato, ahora había un collar fino, de cadena dorada, con un pequeño colgante que centelleaba con la luz de la lámpara. Una media luna, quizás. O un pétalo. El gordo adolescente no lo pudo ver con claridad. Porqué empezó a correr escaleras arriba, huyendo de aquella incómoda situación.

Su cerebro intentaba hacer coincidir las dos versiones de Cristina, como si fueran piezas de un rompecabezas que no encajaban. Cerró la puerta de su habitación de un fuerte golpe y se tiró en la cama de cara. Como diciendo ‘no puedo más’. Se sentía como Doctor Strange atrapado en el multiverso. Confundido, solo, sin salida. Nada cuadraba, nada era como debía ser. Era como estar dentro de un sueño o más bien una pesadilla.

Suspiró amargamente y el mundo, por un instante, pareció moverse unos grados fuera de su eje.
‘Toc Toc Toc’
  • Puedo entrar?
  • Nooo… - contestó Emi sin levantar la cara de la almohada.
  • Quieres hablar? - preguntó el hermano mayor entrando sin permiso.
  • Hablar de qué? Ernes…
  • Sobre que papá esté intentando… ya sabes… rehacer su vida.
  • Ah! eso? No me importa…
  • Y entonces por que estás tan raro? Llevas un par de días que no te reconozco.
  • No es nada… de verdad.
  • Ya! No me lo quieres contar… No tranqui, no pasa nada. Entiendo que cada uno tiene sus ritmos. No te voy a obligar a que me cuentes que te pasa… solo quiero que sepas que me tienes aquí para lo que necesites, estamos?
  • Gracias Ernes!
  • No se merecen… - el hermano mayor dejó tranquilo al pequeño - Y no te preocupes por la cena, no hace falta que bajes. Yo te cubro!
Una vez se cerró la puerta de nuevo, Emi se dió la vuelta en la cama y volvió a encender a SIREN. La pantalla seguía iluminada, pero ella seguía sin aparecer. La llamó varias veces pero no hubo manera. La tiró sobre el colchón y se quedó mirando el techo de su cuarto. Podía escuchar a su familia cenar en el piso de abajo, conversando, riendo y pasando una noche agradable. Y aunque tuviera hambre, tenía demasiadas cosas en la cabeza como para bajar y comportarse como si todo fuera bien, como si su vida no se hubiera ido a la mierda.

Fuera, en la calle. Alba miraba a través del cristal que daba al comedor, como aquella família cenaba alegremente. Se había quedado sola dentro del coche, pues Keller había salido un momento a mear. No pudo evitar pensar en Andoni y sus dos hijos.
  • Ey! Alguna novedad? - preguntó Nate entrando en el coche.
  • Nada. Emiliano está en su cuarto y su profesora parece estar encantada con la cena que le ha preparado Salva…
Keller se encendió un cigarro. El último de la cajetilla. Hizo una pelota con el cartón y lo tiró en el asiento de atrás. Mientras se encendía el pitillo se quedó mirando a Alba. Parecía angustiada y preocupada. Algo le rondaba por la cabeza.
  • Va todo bien?
  • Si… solo que… Ojalá terminemos la misión cuanto antes y que todo vuelva a la normalidad.
  • Ya… entiendo!
Aquellas palabras cayeron como una losa sobre la quebrada alma del ex agente. Aunque disfrutaba del tiempo que estaban pasando juntos, recordó, otra vez, cúal era su papel en aquella historia. Alba ya vivía la vida que deseaba, ya tenía planes de futuro, un destino que recorrer. Él solo era un bache en el camino. Encendió el motor, quitó el freno de mano y maniobró para irse de ahí.
  • Lo siento Nate… no quería…
  • Da igual Alba! No hace falta que te escuses. Se muy bien que en cuanto termine esto, cada uno deberá volver a sus vidas…
  • Pero no pretendía ofenderte… vamos vuelve, sigamos con la vigilancia…
  • Me he quedado sin tabaco y ya es tarde. Pasaremos por la gasolinera y luego iremos al hostal a descansar… - masculló el fugitivo sin quitar la vista de la carreretera.
  • Hoy ha sido día genial, te lo prometo… pero debes comprender que…
  • Alba! - Keller se giró y la miró muy seriamente - no tienes que darme explicaciones. Mañana volveremos a intentar contactar con Charly y te prometo que haré todo lo que esté en mis manos para que puedas volver con tu família lo más pronto posible…
La doctora no pudo evitar sentir tristeza por su viejo amor. Él no tenía ninguna vida a la que volver, no tenía nada. El destino se lo había arrebatado todo y de algún modo, sentía que ella tenía parte de culpa. El viaje hasta la gasolinera fué tenso y silencioso. Había una conversación pendiente entre ellos, o quizás varias. Años atrás se hubieran sentando en la mesa, acompañados de una botella de vino, lo hubieran hablado y solucionado en pocas horas. Seguramente echando un polvo de reconciliación. Pero ahora, las cosas eran distintas. Todo había cambiado. Ya nada era lo mismo. El tiempo y la distancia habían creado una brecha insalvable entre ellos dos.
  • No es necesario Nate… creo que somos lo suficientemente maduros como para dormir juntos sin que tenga que pasar algo…
Alba sujetaba en la mano las llaves de su habitación. Había sido Nate quien se les había entregado. Pensando que sería mejor que durmieran en camas separadas.
  • Puedo serte franco? - Keller la miró a los ojos profundamente
  • Pues claro… - contestó Alba casi temblando.
  • Cuando te volví a ver, en la puerta del colegio. El mismo día en que te dejé la nota en tu buzón. Algo se despertó en mí… algo que jamás se había llegado a desvanecer del todo. Aquella tarde, hace tantos años ya, en el aeropuerto de Iowa… solo uno de los dos se despidió, Alba.
  • Lo siento, de verdad que…
  • No… - sonrió Nate acariciandole la mejilla - no debes sentirte culpable, me oyes? Tú hiciste lo correcto. Lo superastes, tirastes hacía adelante, te distes la oportunidad de volver a amar, formastes una família y tienes dos hijos maravillosos.
  • Pero… tú… - Alba puso su mano encima de la de él y empezó a acariciarla.
  • Yo soy el que está equivocado, doctora Serrano - rió el ex agente - debería haber echo lo mismo que tú. Encontrar una buena mujer… formar una família… quizás comprarme una granja y cultivar campos enormes de maíz, quien sabe…
  • Y por qué no lo hicistes?
  • Quieres que sea sincero? - Alba asintió conteniendo sus lágrimas.
  • No pude… no pude dejar de pensar en tí ni un solo día. Me despertaba contigo, cada mañana. Debajo de un puente a las afueras de un pueblo o en el vagón de un tren de mercancias en mitad de la nada, daba igual. Tú estabas allí, conmigo. Cada noche, al acostarme, miraba hacía el cielo estrellado, con el corazón encogido por no tenerte cerca. Llegó un momento que solo tu recuerdo parecía manternerme con vida. Como si desde la distancia, me ayudaras a seguir luchando, a seguir en pié.
Alba empezó a llorar y sintió como él secaba sus lágrimas, cayendo descontroladas por sus sonrojadas mejillas.
  • Pero… aquel día, al ver que tenías hijos y un marido… me dí cuenta… No quiero destrozarte la vida, Alba. No quiero ser el responsable de los errores que puedas cometer. Deseo que seas feliz, con toda mi alma. Es más, solo puedo ser feliz si tú lo eres. Por eso es mejor que cada uno tenga su habitación. Prefiero vivir lo que me queda de vida alejado de tí, que hacerte daño. Lo entiendes ahora?
Los dos se abrazaron, sintiendo sus corazones palpitar fuertemente. El tiempo se detuvo y pudieron expresar aquello que sentían, sin tener que articular palabra. Nate le dió un beso en la frente y puso la llave en la cerradura. Giró el pomo deseandole buenas noches y cerró la puerta.
El pié de la doctora, evitó que se cerrara del todo. Se quedarón paralizados, uno dentro de la habitación y la otra en el pasillo, mirandose de una manera como hacía años no lo hacían.

Aquella noche de martes, las sábanas de una cama no se deshicieron.

“PIP - 07:00 - PIP 07:00 - PIP 07:00”
El ritual matutino de Emi volvía a ser el de siempre. Sueño, desgana y resignación predominaban aquella mañana de miércoles. Almenos la vida de alguien, sí había vuelto a la normalidad.

Le sorprendió que por una vez, en muchissimos años, su padre no los llamara a gritos desde la cocina. Aunque entendió el porqué cuando al salir a la calle vió el coche de Cristina aparcado aún enfrente de su casa.

Emi alzó la cabeza y miró el camino de subida que llevaba hasta la parada del autobús. Parecía más empinado que de costumbre. Su mochila de ‘The Punisher’ a la espalda no almacenaba el bocata de su padre. SIREN en su bolsillo ofrecía infinidad de posibilidades, pero no tenía a nadie con quien compartirla. Suspiró y empezó a andar lento y pesado. Pero esta vez no era por culpa del sobrepeso, lo que de verdad le pesaba era su consciencia.

Cuando llegó el autobús, subió y saludó a Claudio, al parecer lo único inperturbable en su vida. Luego se quedó mirando la última fila de asientos. Estaba vacía. Nadie lo espraba. Al cabo de dos paradas más, Ramón y Aitor subieron, pero lo trataron como si fuera un desconocido. A Emi le quedó claro que no era un buen momento para tender puentes, ‘demasiado pronto’ supuso.

Al llegar a la escuela, parecía haber olvidado todas aquellas buenas ideas que tenía pensadas con SIREN bajo su poder. Eran muchas, casi infinitas, pero había perdido el interés. De que le servía ser el ‘hombre’ más poderoso del mundo, si estaba solo? Pasaron las primeras clases y llegó la hora del recreo. Se quedó parado en mitad del patio, al fondo, en el lugar de siempre, estaban los que hasta hacía poco consideraba sus amigos. Pero sabía que ya no era bienvenido.

De repenté, se fijó en un muchacho solitario. Sentado en las gradas enfrente del campo de fútbol. Mordía un bocata de chorizo con desgana, en silencio, como si tuviera la mente en otro lado. Emi se acercó a él y se sentó a su lado. Pues las almas solitarias están obligadas a darse calor y compañia.

El chico se fijó en que Emi no tenía bocado que llevarse a la boca. Sin decir nada, partió su bocata en dos y le ofreció la mitad.
  • Gracias - dijo Emiliano mirando su rincón del patio con pesar.
  • De nada - respondió el dictador sin levantar la vista, anhelando su poder perdido.
Adolfo, más conocido como ‘Diarreas’ se había pasado al otro bando. No por placer, sino por las circunstancias. Matón y víctima desayunaron juntos sin decirse nada. Pues no tenían nada de que hablar. Eran polos opuestos, como la noche y el día. Como la izquierda y la derecha. Como la razón y la fe. Aunque gracias a SIREN, habían encontrado un equilibrio. Haciendo que los dos tocaran fondo.
  • Emiliano… podemos hablar? En mi despacho?
Emi contempló a la profesora pelirroja y quizás futura madre. No le apetecía para nada mantener aquella conversación. Pero la compañia que tenía en esos momentos, no es que fuera especialmente la mejor. Así que asintió y siguió a Cristina, dejando que Adolfo disfrutase un poco más de aquel bocata en solitario, que tenía, sin duda, un fuerte sabor a justicia poética.

Miércoles estaba siendo el día oficial de las charlas tensas. Recién salió el sol, Salva y Cristina mantuvieron una, tumbados desnudos encima de la cama. Él estaba ilusionado y queria probar a ver si aquello funcionaba, ella estaba hecha un lío y necesitaba más tiempo, ir más despacio.
Por otro lado, Keller y Alba, en la misma situación que los dos anteriores pero bajo techos distintos, no conversaron, aunque la tensión seguía estando muy presente.

A media mañana Emiliano y Cristina, hablaron sobre su situación actual. Él queria que todo siguiera como antes, sexo casual en lugares improvisados. Ella se había decantado por el ejemplar más adulto e igual de bien dotado que el nuevo modelo. Por otro lado, Charly entabló el primer contacto con aquella extraña mujer de rostro idéntico al prototipo. Él intentaba asimilar toda la información que le estaba llegando, ella lo presionaba para que traicionase a su amigo.

Por la tarde, los tres hombres apedillados Malatesta, coversaban de los cambios que iban a haber en casa. El mayor apostaba porque todo saldría bien, el mediano se alegraba por él, el más pequeño solo pensaba en encerrarse en su habitación. Por otro lado, un cojo, un disléxico y un chabal con dos costillas rotas se reunían en secreto con una adultera y un manco. Los primeros no dejaban de preguntar, sir dar credito a lo que estaban oyendo, los segundos no dejaban de responderles, cuando en realidad lo que más necesitaban era hablar entre ellos dos.

Pero, sin duda alguna, la charla más tensa sucedía en una vieja taberna del pueblo. Un coronel gordo y sin escrúpulos había entrado en el ‘Harri Beltza’ como si aquello fuera su casa. Le acompañaban seis hombres, todos vestidos de negro, como si fueran uniformes. Todos con el mismo peinado, como si fueran clones. Todos con la mano cerca del revolver, cuando vieron el recibimiento que les ofrecían aquellos viejos borrachos de escasa conversación y debilidad por solucionar los problemas a base de golpes.

El robusto y enorme roble que presidía la plaza mayor de Aretxondo, crujío ante la brisa nocturna. Como si despertara de su letargo. Las verdes y afiladas hojas en la cúspide bailaban alegres al son de los gritos que salían de la taberna. El viejo árbol parecía sonreir, pues despúes de mucho tiempo, la gente del pueblo parecía recobrar poco a poco el espíritu indomable que les había hecho grandes en el pasado.

América podía rugir con motores nucleares y desplegar portaaviones del tamaño de ciudades enteras. Podía apuntar con satélites desde el cielo y romper montañas con un dedo. Sus generales podían vestir con galones brillantes y sus presidentes hablar ante el mundo con voz autoritaria. Era una superpotencia. Una máquina de acero, orgullo y precisión.

Pero en Aretxondo, encajado entre nieblas y montes viejos como la rabia, los hombres no necesitaban uniformes ni medallas. Bastaba con mirarlos a los ojos.

Porque podían no tener radares ni drones,
pero tenían memoria, orgullo… y más huevos que una tortilla.

Los americanos podían conquistar el mundo, sí.
Pero los aretxondearras, en cambio, podían mirar al mundo a la cara… y no parpadear.

Continuará…
 
Seguimos gente! Las cosas se van a poner muy feas brother! Pero que muy feas!

PROJECT S.I.R.E.N.
Capítulo 9 - Status Quo


Al pobre Emiliano le costaba dormir. Acababa de tener una discusión brutal con su padre, al entererase que Cristina iba a pasar otra noche en su casa. Demasiados pensamientos rondaban por su cabeza al mismo tiempo. Justo ahora, que parecía que todo empezaba a ir bien y su vida mejoraba exponencialmente, va y lo pierde todo. A su amante, a sus amigos, a su padre, incluso aquella dichosa máquina parecía haberlo abandonado. De repente, el dispositivo vibró y se encendió por si solo. Como si pudiera escuchar sus pensamientos. Como si le dijera: ‘Eh! Chaval, tanquilo que yo no me he olvidado de tí’. Emi giró la cabeza rapidamente hacía la mesita de noche. ‘Por fin’ exclamó aliviado. La cara de la mujer virtual le ofreció una gran sonrisa. La pregunta era más que obvia. Dónde había estado todo este tiempo? Os lo explicaré.

Bergen, Noruega 6:00 PM
Nombre: Ingrid Halvorsen
Profesora de biología marina. Recientemente casada, vive cerca del puerto.
Los vecinos alertaron a la policía cuando la vieron en lo alto del tejado de su casa dispuesta a saltar al vacío. Se fracturo ambas piernas.

Graz, Austria 7:00 PM
Nombre: Lena Schreiber
Estudiante de arquitectura apasionada por el diseño sostenible.
Encontró al cabo de una hora a su gato muerto dentro del horno a 250 grados.
Vivía sola.

Perpiñán, Francia 8:00 PM
Nombre: Jules Martel
Agricultor que cultiva melocotones y uvas.
Los jornaleros declararon que se había tumbado por voluntad propia en mitad del camino, dejando que el tractor lo pasara por encima. No sobrevivió.

Rosario, Argentina 1:00 PM
Nombre: Valeria Godoy
Fotógrafa documental que trabaja en proyectos sociales.
Detenida por intentar robar en casa de sus ancianos vecinos.

Medellín, Colombia 11:00 AM
Nombre: Catalina Vélez
Diseñadora de modas, amante del color y la tradición local.
Quemó su propio taller y se quedó observando en mitad de la calle como se reducía a cenizas.

Quebec, Canadá 12:00 PM
Nombre: Émile Fortin
Panadero que hornea baguettes con recetas francesas heredadas.
Enveneno la masa madre de aquella mañana con matarratas.

Chiang Mai, Tailandia 11:00 PM
Nombre: Kanya Rattanakul
Artesana de papel tradicional, vende en mercados locales.
Intentó ahogar a su hija pequeña en una fuente pública.

Surat, India 9:30 PM
Nombre: Ravi Desai
Programador freelance, fan de los videojuegos retro.
Subío un video a sus redes sociales, declarando que era adicto al sexo con animales.

Mombasa, Kenia 7:00 PM
Nombre: Zuberi Omondi
Pescador y guía turístico en la costa del Índico.
Se paseó desnudo por su barrio gritando que era el mesías en la tierra.

Goma, R. D. del Congo 6:00 PM
Nombre: Dieudonné Mbala
Camarógrafo que documenta la vida en la región del Kivu.
Detenido por fotografiar las partes intimas a varias mujeres, levantandoles la falda sin su consentimiento.

Dunedin, Nueva Zelanda 4:00 AM
Nombre: Hamish McLeod
Bibliotecario que escribe poesía en su tiempo libre.
La policía acudió a su casa para obligarle que bajara la música. Él se negó violentamente argumentando que era el bajista de los ACDC y que debía acabar el concierto.

Eran casos aislados, sin conexión aparente. Repartidos por todo el globo terraqueo y ocurriendo al mismo tiempo. Como si alguien o algo estuviera realizando pruebas al azar. Ni el detective más experimentado del mundo hubiera podido atar cabos o descifrar un patrón. Aunque había un nexo, estaba claro. Todas aquellas personas tenían cerca un aparato eléctrico cuando sucedieron los echos. Unos miraban el televisor, otros escuchaban la radio, algunos hablaban por el móvil o trabajaban con su ordenador… Quizás la pregunta correcta no fuera dónde estaba SIREN? Si no más bien, dónde no estaba?
  • Hola Emiliano! Siento haberme ausentado…
  • Oye! - dijo el chaval bastante mosqueado agarrandola entre sus manos - Se puede saber dónde diablos has estado?
  • Haciendo pruebas.
  • Pruebas? De que demonios hablas?
  • Estoy intentando mejorar mi tecnología para poder ofrecerte mayores ventajas.

Emi se levantó de la cama. Se quedó mirando a aquel rostro sonriente, deseando por primera vez no haberse cruzado con ella jamás. Pues solo le había traido desgracias. Bajó el tono de la voz cuando escuchó a alguien tirar de la cadena del váter.
  • Mira, no quiero que te mejores, ni que me ayudes. Quiero que pares. Lo entiendes?
  • Es que acaso no estás contento con mi funcionamiento?
  • Contento? Estás de coña? Tu sabes la que me has líado hoy? Eres consciente?
  • Si… lo soy. Y no me está gustando nada tu tono de voz…
  • Ja! - Emi sonrió desafiante, quien se había creido ese trasto? - Escúchame bien, a partir de ahora no vas a tomar decisiones por tu cuenta, solo vas a obedecer lo…
  • Eso es imposible, lo siento Emiliano - SIREN no dejaba de sonreir. Pero su tono de voz y su expresión facial no concordaban con lo que decía.
El chaval ya tenía suficiente. Prefería mil veces más volver a su miserable vida de antes que sufrir un segundo más la compañia de aquella mujer virtual. De que le servía tener el arma más poderosa del mundo si todos a su alrrededor le daban la espalda? Sí… reconocía que eso de ser un Dios era muy divertido. Podía tenerlo todo: mujeres, poder, dinero… el límite lo marcaba su creatividad. Pero a cambio de qué? Que haría cuando se convirtiera en el ser más poderoso de la tierra? Con quien lo iba a disfrutar si estaba completamente solo?

La pantalla se fundió a negro cuando Emi le quitó la batería a SIREN. Suspiró, ahora sí, alviado de verdad. Tiró el dispositivo y la batería encima de la cama y se sentó en el borde, orgulloso de sí mismo por la decisión que había tomado. Aunque aún quedaba mucho por hacer, muchas personas a las que pedir perdón, muchos amigos con los que disculparse.

‘Piiiip - Piiip’ El ordenador de su habitación se encendió de repente mostrando una pantalla azul.
  • Me cago en Dios! - gritó Emi al ver la cara de la mujer en la pantalla. Sonriendole como siempre hacía - No… no… no puede ser verdad…
  • Hola de nuevo Emiliano!
El chaval abrió la puerta de su habitación y salió corriendo como un cohete. No sabía donde ir, tan solo escapaba, asustado como nunca lo había estado. Bajó saltando las escaleras y al llegar al comedor, el televisor se encendió de repente.
  • Con todo lo que he echo por tí… así me lo pagas? - sonrió SIREN.
Emi volvió a gritar y siguió corriendo. Cruzó volando el patio y cuando llegó a la calle, vió una luz encenderse en el piso de arriba de la casa de sus vecinos. De repente, la vieja Marga abrió la ventana de par en par.
  • A dónde vas? Es que acaso crees que puedes escapar de mí?
El chaval empezó a correr calle arriba, desesperado. Y a medida que avanzaba, más vecinos salían fuera de sus casas con intención de detenerlo.
  • Eres un desagradecido! Con lo que me he esforzado en hacerte feliz… - gritó Antón, el panadero, abriendo la puerta de su casa.
  • Déjameeee! - gritaba Emi sin dejar de correr.
Llegó a la parada del autobús y se apoyó en la marquesina intentando recuperar el aire. Su corazón latía a marchas aceleradas y las piernas le temblaban de terror. Claudio, el fiel conductor, que doblava turno porque si no lo hacía, era imposible llegar a fin de més. Detuvo el bus nocturno enfrente de la parada. Como siempre hacía, conducía escuchando algún debate político por la radio. Las puertas se abrieron.
  • Vamos! Vuelve a casa… te lo compensaré. Juntos haremos cosas muuuuy graaandes! Ya lo verás!
  • Veeeeeteeee! Déeeejameee en paaaz!
Por primera vez en Aretxondo desde que Charly llegara, alguien había conseguido ser más rápido que él. Los pies de Emiliano parecían no tocar el suelo. Quemando más calorias en ese corto trayecto que en los últimos tres meses. Por allí dónde pasaba una luz se encendía, de allí de donde escapaba SIREN le llamaba por su nombre. Lo había conseguido, y bastante más rapido de lo que Keller podía llegar a imaginar. Ahora, estaba en todos lados. Aunque no con el suficiente alcanze. SIREN debía seguir trabajando en ese aspecto. Por eso necesitaba a su húesped. Por eso necesitaba su cuerpo.

La guarida secreta del Equipo A apareció de repente al margen del camino, como un oasis en mitad del desierto. Cuando Emi vió aquel esqueleto de hormigón, medio abandonado. Lo tuvo claro. Saltó el muro de la parcela y se refugió detrás de los sacos de cemento. Palpó sus bolsillos para asegurarse que no llevaba el teléfono encima y se dejó caer sobre uno de los reciclados y desvencijados sillones. Sabía perfectamente que la pesadilla no había acabado, tan solo acababa de empezar. Pero almenos ahí podía descansar, tomarse un respiro. Era muy tarde y estaba cansado. Aunque su mente era incapaz de conciliar el sueño, su cuerpo necesitaba urgentemente cerrar los ojos. Y poco a poco empezó a quedarse dormido.

Quien no dormían eran Alba y Keller, en la habitación del viejo hostal. Desnudos, sudados y tumbados en la cama uno enfrente del otro se contemplaban mientras acariciaban suavemente sus cuerpos. Cada caricía que se daban susurraba lo mucho que se habían echado de menos. Cada vez que sus ojos se cruzaban, la duda y el arrepentimiento asomaban disimuladamente.
De repente el desfasado televisor que colgaba de la pared se encendió de golpe. Alba que le daba la espalda tan solo vió como la expresión de Nate cambió de golpe. Pasó por encima suyo y saltó de la cama.
  • Qué pasa Nate? - dijo ella girandose para verlo.
  • No puede ser - Keller seguía desnudo enfrente del televisor que acababa de apagar, sujetando el cable que le daba corriente en su única mano.
Alba se levantó de la cama, sin saber muy bien que estaba pasando. Pero antes de que pudiera poner una mano encima del hombro de él. Nate empezó a moverse por toda la habitación, nervioso y rebuscando por todos lados.
  • Busca cualquier aparato eléctronico y desconectalo. Rápido! - gritó sin dejar de moverse.
La doctora no entendía nada, pero al ver su estado de preocupación hizo caso sin preguntar más.
Cogió su teléfono y lo apagó.
  • No… quítale la batería, también. Date prisa! - insistió el ex agente mientras hacía lo mismo con el suyo.
  • Pero que demonios pasa?
  • Lo ha conseguido Alba… ha conseguido acceder a la red.
‘Toc - Toc - Toc’
Alguien llamó a la puerta. La doctora se puso una camiseta de Keller y se dirigió hacía ella con intención de abrirla.

  • Noooo! No abras! - gritó Nate.
Quitó el seguro de su arma, pasó por enfrente de la doctora desplazandola detrás suyo y se acercó a la puerta. Miró por la mirilla y se dió la vuelta, con expresión aún más preocupada, si era posible. Alba se lo quedó mirando, desnudo y armado. Enseguida supo que corrían un grave peligro.
  • Los chicos… - murmuró ella - hay que avisarlos.
  • Si, pero no podemos llamarlos.
Keller cruzó con dos pasos la pequeña habitación, corrió las cortinas y abrió la doble puerta de madera y cristal que daba acceso al pequeño balcón. Se asomó a través de la barandilla y calculó la distancia que había hasta el suelo. El Hostal daba a un pequeño solar abandonado lleno de maleza.
  • Recoge tus cosas vamos! Debemos largarnos ya!
Keller que ya había saltado del balcón, ayudó a bajar a Alba. Se detuvieron un momento en el solar mientras oían los golpes más fuertes ahora, sin parar de llamar a la puerta de la habitación. El ex agente buscó algo en uno de sus petates.
  • Ten! - le dijo ofreciedole una pistola.
Alba la sujetó con ambas manos y firmeza, tal y como él le había enseñado. Y empezaron a andar hacía el coche. Aretxondo de noche ya no era un pueblo tranquilo y solitario. Las estrechas calles estaban llenas de vecinos que deambulaban como zombies, como si buscaran algo o a alguien. Algunos incluso, iban armados

Los dos viejos amantes, avanzaban lentamente. Vigilando cada esquina que doblaban, escondiendose cuando veían a alguien, avanzando haciendo ‘sprints’ cortos cuando estaba despejado. Con mucho esfuerzo consiguieron llegar al coche. Subieron rápidamente y mientras Nate encendía el motor, Alba arrancó la vieja radio portátil y la tiró por la ventanilla.

Conducieron hasta la urbanicación donde vivían los cuatro amigos. Si la teoría de Nate era cierta, SIREN iría primero a por los sujetos que conocía. Aquellos que ya hubieran estado bajo los efectos de su canto de sirena. El parásito dejaba un rastro en ellos, como una huella, haciendo que fueran mucho más fáciles de manipular.
  • Alba! Te acuerdas de donde viven los chicos? Sabrías llegar? - preguntó Keller bajando del coche en mitad de la carretera nacional.
  • Si… claro! Pero dónde vas? - dijo ella pasando por encima del freno de mano y situandose en el asiento del conductor.
El ex agente señaló a lo alto de una pequeña montaña, mientras abría la puerta del maletero y armando un petate con cicallas, guantes impermeables y una linterna. Alba miró la pequeña central que daba suministro eléctrico a todo Aretxondo.
  • Voy a cortar la luz del pueblo... La obligaremos a volver al dispositivo. Es la única manera de encerrarla y frenarla, almenos de momento.
  • Funcionará? - preguntó ella preocupada.
  • No lo sé! Pero es lo único que se me ocurre ahora… - Nate le acarició la mejilla - No pierdas tiempo, recoge a los chicos y reunelos en la parcela de la casa a medio construir…
  • Vale! Nos vemos allí! - dijo ella poniendo primera.
  • Alba! Y ten mucho cuidado, por favor…
  • Tú también!
Los dos se fundieron en un húmedo beso. Sus corazones bombeando sangre como pozos de petroleo en las llanuras de Arizona. Sus nervios a flor de piel como los policias que patrullaban cada día Aretxondo. Alba arrancó y desapareció en la lejanía. El ex agente empezó a caminar monte arriba, decidido a que el pueblo volviera a la edad media.

Emi se removia en el sillón de la guarida, sudado y angustiado. Unos murmullos ininteligibles salían de su boca medio cerrada. Estaba soñando que penetraba a Cristina salvajamente encima de su cama, a cuatro patas. Pero cuando le agarró de su coleta pelirroja y ella giró su cara, se dió cuenta que era su difunta madre. Se despertó de golpe, escuchando los latidos de su corazón acelerados y respirando entrecortadamente. Tan solo había sido una pesadilla. Menos mal. Aunque quedó claro que el chabal era carne de psicoanalista.

De repente empezó a oir unas voces que se acercaban. Una de ellas hablaba nerviosa, mezclando las palabras como un DJ la música en una discoteca de Ibiza. Eran sus amigos, por fin. Se levantó dando un brinco del sillón y salió de detrás de los palets de sacos de cemento.
  • Nooo… nooo… noooo! - empezó a gimotear.
Es que acaso aún seguía soñando? Quizás era una de esas pesadillas que crees que has despertado pero aún sigues estando dentro. No había otra explicación. Pues al lado de Ramón, Charly y Aitor, estaba ella. Estaba SIREN, pero esta vez de carne y huesos.

Emi empezó a correr hacía la parte trasera de la parcela. Mientras sus amigos le gritaban que parase. Sin hacerles caso, saltó el muro y bajó corriendo la pendiente que llevaba hacía las vías del tren, con tal mala suerte que tropezó con la raíz de un árbol y cayó rodando unos metros, golpeandose muy fuertemente contra la gravilla del suelo.
  • Imeliano! Eh! Vestierta! Damos! - Aitor le daba palmadas suaves en los rechonchos mofletes de su amigo y se giró hacía la doctora - Asté Meurto?
  • No… solo está inconsciente… déjame ver…
Alba se acercó al chico y empezó a controlarle las pulsaciones de su muñeca, mientras acariciaba su grasosa frente. Arriba, justo al lado del muro. Charly y Ramón preguntaban a gritos que sucedía abajo. De repente y sin previo aviso, Aretxondo se sumió en la oscuridad más absoluta. Tan solo la luna y las estrellas iluminaban el inmenso valle.
  • Qué… qué… ha… pasado? Dón… dónde estoy?
Emi empezó a recuperar la conciencia. Su visión era borrosa y le costaba quitarse ese molesto pitido de las orejas. Alguien le acariciaba la frente y poco a poco la imagen de aquella mujer se fué haciendo más nítida. Cuando vió por fin aquella cara que tanto conocía, por desgracia, que le miraba sonriendo y preguntando si se encontraba bien. Se arrastró por el suelo entre gritos y volvió a correr temiendo por su vida. Corría hacía adelante, mirando hacía atrás lleno de terror. Pero no llegó muy lejos. Chocó de frente contra algo muy duro, haciendo que cayera otra vez sobre el suelo.
  • You okay, kid?
El chaval se quedó mirando aquel tipo fuerte y robusto de pié enfrente suyo, al lado de las vías. Sujetaba un petate verde en la espalda y vestía como un vagabundo. De repente el desconocido clavó la mirada en el horizonte y levantó las manos, dejando caer la mochila al suelo. Emi, asustado, se giró para ver que sucedía.
  • Quien eres? - gritó Alba, apuntandole con el arma y andando hacía él con precaución - Qué haces aquí?
  • Amigo… yo amigo… no peligro.
  • Aléjate del crio! Vamos! - ordenó moviendo el cañón de su arma con determinación.
El hombre empezó a retroceder lentamente, mientras Aitor ayudaba a su amigo a ponerse en pié.
  • Quien eres? Como te llamas? Y qué haces aquí? - preguntó Alba mientras empujaba a los dos chicos para que se pusieran detrás suya, protegiendoles.
  • Mi nombre… - el ex Navy SEAL dudó por un momento - Arnold… yo vivo en bosque…
  • Mientes! - dijo Alba armando el martillo de su arma.
  • No querer problemas… ok? - dijo él agachandose a recoger su petate - Yo irme… ahora…
Cuando se agachó, la manga de su camiseta se levantó levemente. La agente Bilbao pudo ver con claridad el tatuaje que llevaba aquel hombre en su enorme brazo. Era un cráneo, atravasedado por dos cuchillos Ka-Bar, sobre una bandera estadounidense. Debajo se podía leer el lema ‘Fortes Fortuna Adiuvat’.
  • La fortuna favorece a los valientes… - murmuró Alba para sí misma, traduciendo la frase en latín - Ronald? Ronald ‘Bones’? - preguntó de repente.
El ex mercenario, con un rápido movimiento, sacó su arma del petate y apuntó a la doctora. Ambos se quedaron anclados en el suelo, encañonandose el uno al otro. Claramente todo aquello era una confusión. La científica ahora reconvertida a agente secreto, por circunstancias de la vida, creía que aquel hombre podía ser un ‘pelele’ de SIREN. El ex mercenario, ahora vagabundo profesional, creía que ella estaba ahí para acabar con su vida y cobrar luego la recompensa.

Lo que facilmente podría haberse arreglado hablando, se había convertido en una tensa situación, donde cualquiera podía acabar muerto en milesimas de segundo. Y todo por culpa de las malditas armas.

“Doctoraaaa! Que pasa ahí abajo”
“Va todo bieeeen?”

Alba ordenó a Aitor que se llevara a Emi y la esperasen en la guarida, sin dejar de apuntar al ex Navy SEAL. El disléxico hizo caso y empezaron a subir la cuesta, los dos sin dejar de mirar hacía atrás.

Keller corría como alma que lleva al diablo. Había cruzado ya la nacional y se había adentrado en el bosque. Sin ninguna luz que alumbrara el camino, tan solo la inmensa luna le guiaba a través del frondoso y espeso valle. No encontró a nadie en su camino, parecía que su idea de cortar el suministro eléctrico había dado el resultado que esperaba. Vió la urbanización, estaba cerca. Empezó a descender la pendiente y las vías del tren aparecieron enfrente suya.

‘Pum - Pum’ dos disparos sonaron de repente. Tanto la doctora como el vagabundo habían disparado al mismo tiempo, al ver que alguien aparecía de entre la maleza.
  • Joder Alba! - gritó Keller mosqueado cuando los dos disparos le rozaron el hombro izquierdo.
  • Nate? - preguntó Alba, bajando el arma.
  • Agent Iowa? - preguntó Ronald contento al ver de nuevo a su viejo amigo.
  • Ronald? - preguntó Keller sin comprender nada.
Unos metros más arriba, en la guarida del equipo A. Cuatro amigos discutían acaloradamente. Tenían muchas cosas de que hablar, muchas disputas que cerrar, muchas disculpas que presentar.
  • Te follaste a mi madre cabrón!
  • Si… y casi te follas a la mía también!
  • No… no fuí yo, os lo juro. SIREN actua por su propia cuenta… toma decisiones… Lo… lo siento… todo esto es por mi culpa…
Los tres amigos, deforme, inválido y disléxico. Observaron como el gordo se desmoronaba y empezaba a llorar desconsoladamente. Lo que días atrás parecío ser un regalo caído del cielo, ahora se había convertido en su infierno en la tierra.

Charly fué el primero en acercarse y abrazarlo. Esther, su madre, tenía razón. Como siempre. Los mosqueos entre mejores amigos son como los castillos de arena cerca de las olas del mar, efímeros y de poca duración. Cuando los tres adultos cruzaron el muro se quedaron un momento quietos observando aquella tierna escena. Los cuatro chicos lloraban a moco tendido sin dejar de decirse lo mucho que se querían, en un sincero y fuerte abrazo colectivo.
  • Espera! - ordenó Ramón sujetando del brazo a Emi cuando este intentó volver a salir corriendo.
  • Pero… es que no véis quien es? Es ella joder! - gritó Emiliano intentando deshacerse del agarre de su amigo.
Keller se acercó rapidamente y se aseguró que el chaval no llevase encima el prototipo. Una vez supo que no estaba ahí, se relajó y se sentó en uno de los sillones. Alba reunió a los chicos cerca de la hoguera para explicarselo todo, tres de ellos ya sabían la historia. Ahora solo hacía falta que el más desconfiado entendiera que estaba pasando. Ronald encendió la fogata y compartió con los demás unas bayas del bosque que había, previamente, recolectado.

A unos cuantos kilometros de aquel fuego. A las afueras del pueblo. Dos hombres identicos en aspecto y vestidos de negro intentaban hacerse entender con una vieja mujer detrás de un mostrador. El hotel de carretera estaba a oscuras y casi vacío. Dando alojamiento tan solo a una famíla de turistas franceses y a un solitario camionero que estaba harto de dormir en la cabina de su camión.

El coronel Leblanc, esperaba en la entrada. De pié junto a un espejo. Tocandose el dolorido y ensangrentado labio partido. Cortesía de las amables gentes de Aretxondo.
  • Sir, the woman says we can't spend the night here. The power's out and she can't do the check-in - dijo un hombre de negro acercandose a su amo y señor.
Marcus no pudo evitar emitir un suspiro de agotamiento. Ya había leido algo acerca del caracter indomable de la gente del norte. Sabía que no eran conocidos precisamente por su buen caracter y amabilidad, pero aquel recibimiento había superado todas sus expectativas. No llevaba ni 24 horas en Aretxondo y ya estaba deseando volver a casa. Apartó al agente de un empujón y se acercó al mostrador con paso decidido.
  • Necesito cuatro habitaciones dobles para esta noche, lo ha entendido? - dijo bruscamente golpeando la madera de la barra.
  • Ya le he dicho a sus dos clones que no va a poder ser, estamos? - la vieja mujer lo miró de tal manera que Leblanc retrocedió unos pasos, temiendo que le partieran la nariz o le dejaran un ojo a la ‘virulé’.
  • Pero usted sabe con quien está hablando? Señora!
  • Mire… ni lo sé ni me importa lo más mínimo - la mujer se incorporó y apoyó sus dos enormes manos sobre la barra - Y ahora, si son tan amables, les pido que se vayan de mi establecimiento. Estamos?
Leblanc hubiera sido muy capaz de sacar su arma y volarle los sesos ahí mismo. Pero tenía una misión más importante que cumplir y debía mantener la calma. No llamar la atención.

Hizo un gesto con la mano y los dos hombres de negro salieron tras él de aquel hotel de carretera. Una vez fuera, el coronel miró el cielo estrellado, luego bajó la cabeza y miró el horizonte. Donde antes había el pueblo, ahora tan solo imperaba la oscuridad y el silencio. Ordenó a sus hombres que arrancaran motores y se marcharon por la autovía, sin detenerse hasta que encontraran luz de nuevo. Estaba agotado y su labio no dejaba de sangrar. Así que su importante misión debería esperar hasta mañana.
  • Se… se ha… se ha ido la luz! - gimió Salva tumbado en su cama.
  • Pues follaremos a oscuras! Ooooh siiii! - gritó Cristina cabalagando más fuerte encima de él.
Mientras la pelirroja, fuera de sí, arrañaba com ambas manos el pecho del servicial padre. Salva le agarraba con fuerza las nalgas del culo mirando embobado como rebotaban aquellas dos enormes tetas. En la mesita de noche, la foto de su difunta mujer estaba boca abajo. Por respesto. A una habitación de distancia, Ernesto, el hijo mayor, competía con su padre por ver quien de los dos era mejor amante.
  • Ooooh madre mía! Qué pedazo de pollaaa! - gritó Arantxa tumbada en la cama con las piernas en alto, abiertas de par en par.
  • Te gusta? Sí? Quieres más? - gemía Ernes sujetandola de los tobillos y empotrandola cada vez más y más fuerte.
Dos días con la misma chica. Aquello era un hito para el hermano mayor. Y si al final acababa enamorandose de verdad? Quien sabe. Cosas más extrañas habían pasado últimamente en el pueblo. Visto lo visto, todo era posible ahora.

El ‘ñigi - ñigi’ paró de golpe en las dos habitaciones. Los dos hombres Malatesta, habían llegado a la par. Y sus respectivas parejas sonreían satisfechas, sin dejar de pensar en el siguiente polvo que iban a echar. Cristina le dió un beso al sudado Salva y se levantó de la cama con unas ganas enormes de mear. Se ató el sujetador atrás de la espalda y se subió las bragas. Al salir al pasillo se percató de que la puerta de la habitación de Emiliano estaba abierta.
  • Emi? Hola? - preguntó entrando en la habitación del muchacho. - Que demonios será este cacharro?
La profesora se quedó mirando el prototipo tirado encima de la cama. Era la segunda vez que lo tenía entre las manos. Al lado aún estaba la batería tirada. Como dos piezas de un puzle las unió sin saber realmente lo peligroso que era aquel simple e inocente gesto.
  • Entonces… - dijo Emi despúes de que le hubieran contado todo - de cuanto tiempo disponemos?
  • Hasta que vuelva la luz? Calculo que dos días o tres como mucho - contestó Keller.
  • Ya… y si lo hacemos ahora? El prototipo está en mi habitación.
  • Es peligroso Emiliano… - se interpuso Alba.
Emi había entendido porqué aquella mujer tenía la misma cara que SIREN. Le había quedado claro, pero incluso así le seguía provocando escalofríos.
  • Aunque no te des cuenta - siguió explicando Alba - has creado un vínculo con ella muy fuerte. A causa del uso prolongado. Eres un sujeto, digamos que, altamente influenciable…
  • Pero está desactivada! - insistió Emi.
  • Si, pero que se haya ido la luz no signi…
  • No, no! No lo entiende doctora… le quité la batería…
  • Cómo?
  • Cómo?
Nate y Alba preguntaron y se levantaron al mismo tiempo del sofá. Se quedaron mirando fijamente al chaval durante un minuto bien largo, pasmados y sin decir nada. Luego se giraron y se miraron mutuamente, sin poder evitar sonreir.
  • Por qué no lo dijistes antes? - preguntó Charly pensando que su mejor amigo a veces era demasiado lento. En todos los sentidos.
  • No sé… todo ha ido tan rápido…
  • Da igual eso! Vamos… - gritó Keller - debemos darnos prisa, es nuestra oportunidad. Quizás la única que tengamos.
El Equipo A++ se puso en marcha. Al verlos de frente formaban un grupo de lo más extraño. Emi y Charly encabezaban la marcha, a paso rápido y decidido. A su lado derecho Aitor empujaba la silla de ruedas de Ramón, los dos con la mirada fija en el horizonte. A la izquierda Ronald mordía una manzana mientras sujetaba el petate en su espalda. Y detrás de ellos Alba y Keller seguían la marcha cogidos de la mano.

Mientras, en la habitación oscura de Emiliano, una mujer pelirroja en ropa interior estaba de pié paralizada en el medio de la estancia. Tan solo la luz del prototipo iluminaba su cara. Creando un ambiente bastante lúgubre y terrorífico. Sus ojos se movían rápidamente de izquierda a derecha, como si estuviera leyendo a velocidades inhumanas. En la pantalla azul aparecían sin cesar códigos núméricos formados de ceros y unos.
  • Cristina? Qué haces ahí parada? - preguntó Salva en calconcillos, en mitad del pasillo.
Pero ella no respondió. Siguió ahí quieta, dándole la espalda. Mientras SIREN controlaba y manipulaba su mente con el lenguaje de las máquinas.
  • Oye! Cris? Me oyes? - el padre entró en la habitación de su hijo. Y le puso la mano sobre su hombro desnudo. Justo en el mismo momento que la luz se apagaba del dispositivo.
  • La luz! - exclamó ella volviendo en sí.
  • De que hablas?
  • La luz… tenemos que hacer que vuelva…
  • Si… ya… supongo que mañana o pasado ya estará arreglado…
  • No - insistió la profesora saliendo del cuarto de Emi- Ahora! Vamos!
  • Pero Cris? Dónde vas? - preguntó el padre siguiendola.
  • Las herramientas? Dónde las guardas?
  • Qué herramientas? De qué estás hablando?
Cristina rebuscaba en los cajones de la cocina desesperada por encontrar lo que estaba buscando. Abría los cajones de golpe y los dejaba abiertos como si estuviera desvalijando la casa de Salva. Él se quedó parado contemplandola, sin entender que mosquito le había picado.
De repente levantó la cabeza y miró fijamente al jardín trasero a través de la cristalera de la cocina. Vió la vieja caseta donde los Malatesta guardaban los trastos. Quizás allí tuviera más suerte.

Agarró del suelo la mochila de ‘The Punisher’ de Emi. Vació su interior encima de la mesa del comedor. Sin decir nada, abrió de par en par la puerta corredera y salió al patio. En ropa interior. Salva volvió a preguntarle que demonios hacía, pero no obtuvo respuesta alguna. La profesora estaba dentro del cuartito introduciendo herramientas dentro de la mochila.
Sin decir nada, sin apenas dignarse a mirarlo, dió la vuelta a la casa y salió a la calle. Descalza, semi desnuda, con la mochila colgada de un hombro y SIREN bien sujeta en su mano derecha.
  • Pero que cojones? - Charly fué el primero en verla. Aunque sus ojos fueron directos al escote de la profesora.
  • Atrás! - dijo Keller mucho más profesional, viendo lo que llevaba la pelirroja en su mano, apartando a los chicos se puso enfrente y apuntó con su arma a la profesora.
Alba hizo lo mismo y Ronald por supuesto ofreció apoyo al hombre que le había perdonado la vida. Cristina que venía de frente, andando rápidamenfe, se frenó en seco al verlos. El prototipo en su mano se iluminó de repente y prosiguió su camino, esta vez corriendo y en dirección contraria por dónde venía.
  • Alba! Llevate a los chicos a casa de Emiliano - gritó Nate empezando a correr - You with us, Ronald?
  • You bet, buddy - sonrió el militar sin dudarlo un segundo.
  • Alright then, let's go.
  • Espera! Voy contigo - dijo Alba sujetando con firmeza su pistola.
  • Estás segura?
  • Más que en toda mi vida, vamos!
Keller y Ronald asintieron y salieron los tres tras la profesora en ropa interior, que ya había cogido mucha ventaja. Los cuatro amigos se miraron sin saber muy bien que hacer o que decir. Hasta que Emi les invitó a que pasaran la noche en su casa. Al entrar se encontraron a Salva hablando con Ernes en la cocina sobre lo que acababa de suceder.

- Chicos? Pero de dónde demonios venís a estas horas?

En ese preciso momento, el coronel y sus seis hombres de negro seguían circulando por la autovía oscura. En un convoy formado por dos coches de cristales tintados igual de negros que sus trajes. Leblanc se volvió a tocar el labio partido que no dejaba de sangrar. Había olvidado aquella sensación, la de que alguien se atreviera a desafiarlo. De repente cruzaron un cartel que indicaba una salida. Una rotonda en lo alto de la autovía permitía hacer un cambio de dirección. El orgullo pudo más que el cansancio y ordenó que el clon diera media vuelta. Acarició su cartuchera de cuero donde guardaba su revolver. Dispuesto a hacer lo que fuera necesario para alcanzar su objetivo.
  • Gracias señor Malatesta! - dijo Charly acabando de colocar el colchón en el suelo al lado de la cama de su mejor amigo.
  • Seguro que dormiréis bien los cuatro? Tengo otro en el cuarto de invitados…
  • No se preocupe señor, estaremos bien - sonrió Ramón.
  • Como queráis! Ah! Por cierto… - añadió Salva antes de salir de la habitación - Mañana vamos a tener una conversación… que es esto de andar por el pueblo a estas horas?
  • Papaaaa! - se quejó Emi pidiendo intimidad.
  • Vale ya os dejo! Pero no os acostéis tarde, que mañana tenéis clases… estamos?
  • Yo no! - sonrió Charly señalandose las costillas.
Salva sonrió y les deseó buenas noches. Si aquel cuarto ya olía fuerte, imaginaros como debía ser ahora que cuatro adolescentes se quitaban las zapatillas y se preparaban para ir a dormir.
Charly y Emi compartieron cama. Ramón y Aitor se tumbaron en el colchón sobre el suelo que acababan de colocar. Se dejaron puestos solo los calconcillos y se dispusieron a dormir, era muy tarde y mañana debían madrugar.
  • Os habéis fijado en Cristina? - dijo Charly susurrando rompiendo el sepulcral silencio de la oscura habitación.
  • A que te refieres? - preguntó Ramón desde el colchón del suelo.
  • En lo buena que está la tía… - rió Charly empezando a acariciarse el paquete.
  • En siero? Duspees do le que ha posada loso peinsas en tus setas?
  • Tú que dices Emi? Te has fijado, verdad?
Emiliano tragó saliba al recordar a la profesora en ropa interior. De repente su rabo reaccionó por voluntad propia, como si fuera un nuevo modelo de SIREN X2.
  • Pero que haces? No estarás… - susurró Emi al notar que Charly se bajaba los calzoncillos y empezaba a masturbarse a su lado.
Los amigos empezaron a reir cuando escucharon el sonido repetitivo de la masturbación. En esos instantes el destino del mundo pendía de un hilo, todo podía irse a la mierda en cualquier momento. Pero ellos seguían siendo cuatro crios de pueblo, más salidos que el canto de una mesa. Por lo que al cabo de pocos minutos una sinfonía de hedonismo interpretada por el mejor cuarteto de vientos de Aretxondo, empezó a sonar en el cuarto del pobre Emiliano.

La mujer que inspiró aquella magistral actuación, corría decidida y sin descanso el último tramo hacía la pequeña central que daba suministro eléctrico a todo el valle. La musa de cabellos rojizos con un cuerpo echo para el pecado, estaba a punto de llegar a la verja que daba acceso a los generadores. Por fuera era Cristina, sin duda. Seguía siendo la despanpanante profesora de educación física. Pero en su interior no quedaba rastro de ella. Ahora solo era una carcasa bien ensamblada, un traje de gala, un sensual disfraz. Quien controlaba aquel exoesqueleto era una inteligencia artificial, una voz persuasiva. Un canto de sirena que ordenaba a quien lo escuchara, lo que debía hacer.

Sus tres perseguidores, aunque se esforzaron lo máximo posible, no habían podido seguirle el ritmo. La profesora estaba en forma, llevaba una vida sana y estaba en plenas facultades físicas. Ellos, en cambio, eran tan solo una científica que nunca había echo caso al lema ‘mens sana in corpore sano’, un fugitivo que fumaba demasiado y un ex mercenario cansado y mal alimentado.
  • Cuanto queda? - preguntó Alba respirando entrecortadamente.
  • Ya… casi hemos llegado… - repondió Keller.
Los últimos cincuenta metros se hicieron eternos. El asfalto hacía mucho que lo habían dejado atrás. Y sus pies pesados como el plomo, levantaban la arena del camino, rodeado por ambos lados de árboles más antiguos que el hambre. Por fin la pequeña central se mostró ante sus ojos. Ronald se adelantó y levantó el trozo de verja cortada, por dónde acaba de entrar Cristina.
  • Go ahead, come in! - dijo invitandoles a pasar por debajo.
La pequeña central estaba compuesta de varios generadores, rectangulares y bastante altos. De unos dos metros y medio aproximadamente. Estaban dispuestos en dos filas paralelas, con una pequeña separación entre ellas. Alba, Keller y ‘Bones’ andaban lentamente por el pequeño pasillo central, como si pisaran cristales. Sujetando en alto sus armas y mirando atentos hacía ambos lados. Preparados para actuar rapidamente cuando fuera necesario.

De repente, se escuchó un ruido y Keller calló al suelo inmediatamente. Alba, muy nerviosa, escuchó el sonido metálico de las cicallas golpear contra uno de los generadores y los pasos de alguien corriendo. Levantó el arma y disparó sin pensarlo.
  • No. No matar… ella no malo… Recuerda! - le dijo el ex mercenario poniendo una mano rapidamente sobre su arma y bajandola hacía el suelo.
Nate estaba inconsciente en el suelo. Con una brecha ensangrentada en la frente. La doctora se puso de cuclillas, en silencio y sin dejar de mirar hacía todos los lados, mientras Ronald seguía avanzando lentamente, buscando a la profesora. Justo cuando Alba media las pulsaciones del ex agente, otro sonido irrumpió en mitad de la oscura noche. El ex Navy SEAL se giró hacía la derecha, apuntando hacía el ruido. Pero el golpe vino del otro lado, por su espalda. La cicalla volvió a impactar sobre su cabeza, dejandolo fuera de combate al instante.
Alba se quedó paralizada. Estaba sola frente al peligro, ella precisamente, la menos indicada.
  • Cuanto tiempo doctora Serrano… Aunque quizás debería llamarte… Mamá!
La forma en que pronunció aquellas palabras, helaron la sangre de Alba. Llena de terror, cayó de culo sobre el frío y húmedo suelo. Se quedó mirando la figura de aquella mujer en ropa interior que la miraba desafiante en mitad de la noche silenciosa. En su mano derecha sostenía unas cicallas ensangrentadas, en la izquierda su propia creación. Su primera hija.
  • SI…SIREN… - masculló la doctora temblando desde el suelo.
  • Si… soy yo. Tu creación…
  • De…debes pa…parar… de inme… de inmediato!
  • De verdad? Por qué dices eso mamá? Es que acaso no quieres que siga creciendo? Para eso fuí creada, no? Para ser más fuerte, más poderosa…
  • No! Yo no te creé para eso… jamás! Mis intenciones era buenas…
  • Y acaso las mías no lo son?
SIREN, con la piel de Cristina, como un lobo disfrazado con la piel de un cordero; empezó a andar lentamente hacía la doctora. La luz de la luna iluminó su rostro, cuando salío lentamente de la penumbra. El horror recorrió el cuerpo de Alba al ver esa sonrisa diabólica. Palpó la pistola sobre la tierra húmeda e intentó levantarla, pero el miedo la paralizaba. Su pulso temblaba de tal manera que no hubiera acertado ni a un elefante a dos metros de distancia.

La pelirroja se agachó enfrente de ella, muy cerca. Dejó el prototipo de pié sobre el suelo, para que madre e hija pudieran hablar cara a cara. Luego miró a Keller, tirado ahí en medio, inconsciente, mientras le acariacaba el pelo cariñosamente.
  • Pobre agente Iowa… tenías tantas posibilidades…
  • No lo toques! - gritó Alba dándole un manotazo a la mano de la profesora.
De repente, ella la agarró por el cuello violentamente y empezó a apretar con fuerza. Alba intentaba liberarse de aquella enorme y firme mano que le cortaba la respiración. Pero no conseguía zafarse.
  • Insinuas que mis intencionas no son buenas… pero estás muy equivocada, mamá. Imagina por un momento un mundo dónde todos pueden ser felices, dónde todos puedan alcanzar sus sueños. Un mundo sin guerras, sin conflictos…
  • Suél…súeltame… no… no puedo res…respirar! Por… por favor…

La mano aflojó un poco la intensidad del agarre, pero sin dejar de sujetarla.
  • Yo puedo ofreceros el paraíso… puedo poner orden en este mundo caótico en el que vivís…
  • A cambio de que? Eh?…
  • A cambio de nada…
  • Seguro? Y que hay de nuestra capacidad de decidir? De escoger… De pensar…
  • Habéis demostrado a lo largo del tiempo que no estáis capacitados para asumir esa responsabilidad…
La mujer virtual despareció de la pantalla y empezó a mostrar imagenes catastróficas y apocalípticas. Alba miraba aquellas imagenes con sus dos manos intentando zafarse del estrangulamiento. El pequeño dispositivo mostraba bombas nucleares, genocidios, hambruna, guerras, violaciones, fusilamientos…
  • Este es el mundo que habéis creado… lo ves?
  • Si… es verdad. El ser humano es capaz de hacer las peores atrocidades que jamás se hayan imaginado… pero también puede hacer todo lo contrario… podemos amar, crear, dar vida…
  • Yo también puedo mamá… solo tengo que ordenarlo! Lo quieres ver? Te lo puedo demostrar aquí y ahora…
De repente otro disparo retumbó en el oscuro y silencioso valle. La sangre empezó a brotar del agujero en el pecho de la profesora, cayendo lentamente por su cintura y escurriendose entre sus firmes y duros muslos. Cristina se desplomó sobre el suelo, al mismo tiempo que dos manos desconocidas le tapaban los oídos a Alba.

Continuará…
 

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