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Invitado
Sigue, estoy esperando que cuentes cómo le hiciste el amor locamente. Y pon foto de ella porfa. GraciasHola de nuevo.
Tras el morboso encuentro que tuvimos mi sobrina y yo la tarde del 15 de agosto del año pasado, solamente nos quedaban dos días antes de regresar a Madrid.
Fue prácticamente imposible encontrar siquiera unos minutos en los que poder estar a solas. Esos dos últimos días los pasamos limpiando y recogiendo la casa, haciendo maletas...
Eso sí, nuestros encuentros en la madrugada se repitieron, y en el último, la noche del 17 de agosto, entre susurros (no nos escribíamos por WhatsApp por evitar que pudieran leerlo sus padres o mi mujer, aunque es verdad que cuando volvimos a Madrid comenzamos a usarlo con alguna frecuencia), quedamos en que buscaríamos el momento para pasar una mañana o una tarde a solas, algo que sería más fácil en su casa en el momento en el que mis cuñados volvieran al trabajo (mi cuñado es conductor de autobuses en turno de mañana, y mi cuñada trabaja en una tienda de ropa).
Y así terminó nuestra historia en La Manga del Mar Menor.
Regresamos a Madrid el 18 de agosto, domingo.
Lo poco que empezamos a hablar por WhatsApp desde ese día fue para que mi sobrina me hablara de los horarios de sus padres, y para dejar claro por ambas partes que los dos seguíamos teniendo ganas de terminar lo que habíamos empezado.
Teresa repetía cuánto echaba de menos nuestros encuentros en la madrugada y cuánto seguía deseando sentirme, y yo le repetía cuánto me había gustado besarla y saborearla y cuánto deseaba unirme a ella.
Y así, entre mensajes de deseo, pasó la primera semana (en la que mi cuñada aún estaba de vacaciones; no así mi cuñado, que había vuelto al trabajo el día 20), hasta que los astros se alinearon y la tarde del sábado 24 de agosto mi sobrina me escribió para decirme que el lunes 26 mi cuñada volvía al trabajo y que ella estaría sola por la mañana en casa.
Como yo seguía de vacaciones (mi mujer había vuelto al trabajo el jueves 22) hasta final de mes, le dije a Teresa que si mis suegros (sus abuelos maternos) podían quedarse con los niños, yo buscaría una excusa para ir a verla.
Así que me inventé un encuentro con alguien a quien no veía desde hacia mucho tiempo, y mis suegros estuvieron encantados de quedarse con mis hijos.
Así se lo hice saber a Teresa el domingo por la tarde, lo cual le puso muy contenta. Me preguntó la hora a la que yo quería quedar, y le dije que no tuviera prisa, que durmiera lo que necesitara y que cuando despertase me lo hiciera saber para ir yo saliendo.
Mis cuñados viven en la zona de Barajas, y nosotros en Carabanchel Alto, con lo que mis 30 minutos de viaje (en coche) no me los quitaba nadie, tiempo más que suficiente para que Teresa se desperezase, desayunase...
En eso quedamos. Esa noche me costó dormir, era difícil hacerlo pensando en lo que podía pasar al día siguiente. Me puse una alarma en el móvil para que no se me olvidara comprar preservativos después de que vinieran / mis suegros a quedarse con los niños.
Me desperté a las 6 de la mañana, junto con mi mujer, que se iba a trabajar.
Desayuné casi en silencio, para no despertar a los niños.
Tenía una erección impresionante, estaba incluso algo nervioso.
Supuestamente, yo había quedado a las 11 con "mi amigo". Así que a las 10.30 ya estaban mis suegros en casa, con mis hijos recién levantados. Me di una ducha rápida, un beso a cada uno y fui saliendo de casa.
No había llegado a la farmacia cuando recibí el esperado WhatsApp de mi sobrina:
Con rapidez fui a la farmacia, compré los preservativos y tomé rumbo a Barajas, conduciendo con precaución para evitar accidentes o posibles multas que después no pudiera justificar.
- Ya estoy despierta, decía.
- Genial -respondí yo-, pues en unos 10-15 minutos salgo para allá. No te cambies de ropa, me gusta verte en pijama.
- Ok!, escribió ella, añadiendo este emoji
Eran exactamente las 11.39 cuando aparqué a un par de manzanas de la calle de mis cuñados. Me eché un poco de colonia (siempre llevo en el coche) y me dirigí a mi destino caminando. Llegué al portal, llamé al portero automático y mi sobrina me abrió. Tomé el ascensor a la planta 2. Tenía un cosquilleo en el estómago como cuando era adolescente y me gustaba una chica.
Respiré profundamente, salí del ascensor y antes de que pudiera llamar al timbre, mi sobrina abrió la puerta. Vestida con unos de los pijamas que yo ya conocía de La Manga, con su largo pelo suelto y con una sonrisa de oreja a oreja.
Como queda mucho por contar de lo que pasó después, dejo el relato aquí y continuaré a la mayor brevedad posible.
Gracias.