Le debo una promesa,
a la dueña el hilo,
o más bien una oferta,
y como es de caballero,
dar la cumplida cuenta,
de palabra empeñada,
me dispongo yo ahorita,
a saldar esa deuda.
Como todos bien saben,
no me ama el celuloide,
tal vez porque recíproca,
es nuestra mala vibra,
así pues, mi retrato,
lo trazaré en palabras,
un medio que me ayuda,
a ir pasando los días.
Comienza por la izquierda,
(soy zurdo convencido),
una azada, una hoz,
indican lo que he sido,
mi origen, mi camino;
un tanto más centrado,
pero como arrumbados,
al fondo con descuido,
un teclado, un ratón,
describen primos logros,
de estudios alcanzados.
Juguetes no pondré,
aunque algunos he usado,
no me han dado placer,
más que algo momentaneo,
en su lugar irá,
un fetiche, no más,
íntimo, personal,
una prenda de seda,
que proclame "mujer",
sin menos y sin más.
El retrato lo acaba,
como ya podrán ver,
algo que si faltara,
yo dejaría de ser,
un giradiscos viejo,
cansado por el uso,
un montón de vinilos,
tratados con abuso,
y por supuesto, libros,
abiertos al desgaire,
en distintas etapas,
de lectura o desaire.
Este es mi autorretrato,
las cosas que me nombran,
las que forman el cuadro,
ya ven, poco boato.