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El sábado por la noche, la subinspectora García, organizó una cena en su casa, estaban presentes, Mónica, Álex, Susan, Benítez y ella con su marido. Mientras los hombres se tomaban una cerveza en un lado del salón, las chicas se tomaban otra en la otra punta.
-¿Cómo va todo Susan?- Le preguntaba García.
-Bueno, bien, poco a poco parece que mi vida vuelve a estar ordenada, cuando ocurrió… todo se dio la vuelta, era muy raro vivir sin Soria, y los niños ni os lo cuento, fue muy duro para ellos quedarse sin padre tan pequeños. Ahora parece que todos estamos más tranquilos y haciendo vida normal.
-Los niños no son tan pequeños, ya lo entienden todo.- Comentaba Mónica.
-Sí, por eso fue duro, si hubieran sido más pequeños, seguramente no se habrían dado ni cuenta, pero con esa edad, sabían lo que había pasado y les costaba entenderlo, no tenían la madurez necesaria para entender algo así.
-Sí que tiene que ser duro, sí.- Decía García.
-Lo fue en su momento, ya ha pasado un tiempo y están muy bien.
-Me alegro, por ellos y por ti.- Le decía Mónica acariciándole un brazo, en señal de apoyo.
García miró a Mónica guiñándole un ojo.
-Y dinos una cosa, como… en fin…
-Que cabrona, ya sé que me quieres preguntar.- Reía Susan.
-Mujer, sabemos que pasáis mucho tiempo juntos.- Decía Mónica riendo.
-Mirar- Les decía Susan.- ya os enterasteis que Soria me ponía los cuernos con la forense, yo os dije que no era la primera vez y que si esto y lo otro…
-Nos dijiste, que lo importante es que estaba en tu casa cuando lo necesitabas y que era muy buen padre.- Le recordaba García.
-Ya, ya me acuerdo, la verdad es que me ponía los cuernos constantemente, él hace tiempo que me dejó muy claro que quería ser una pareja liberal…
-¿Pareja liberal?- Preguntaba García sorprendida, no lo acababa de entender.
-Una pareja que cada uno hace lo que quiere, que folla con quien le da la gana básicamente.- Le contestaba Mónica.
-¡Coño!- Fue lo que le salió de la boca a García.
Susan seguía hablando.
-Él se lo tomaba al pie de la letra, follaba lo que le daba la gana y yo lo sabía. Yo… bueno… tengo que reconocer que alguna vez lo hice…
-¿De verdad?- Se sorprendía Mónica.- ¿Llegaste a follarte a alguien así, de buenas a primeras?
-Pues sí, un par de veces solamente, pero que dos veces, os aseguro que fueron los tíos más buenos que he visto en mi vida. A uno me lo estuve follando de lunes a viernes cada día.
-¡Hostia Susan! Si te lo follaste de lunes a viernes fueron cinco veces.- Se sorprendía García.
-Bueno, sí, quiero decir que me follé solo a dos tíos.
-A dos tíos muchas veces.- Añadía Mónica.
-Sí, sí, al otro me lo follé más veces, unas tres semanas estuvimos liados.
-¿Y Soria lo sabía?- Preguntaba García.
-Y tanto, el cabrón no paraba hasta que se lo contaba todo, con todo detalle.
-¿Quieres decir que…?- Se volvía a extrañar García.
-Sí, eso, le tenía que decir hasta como me follaban, en que posiciones, como me había corrido, como se corrió él, como tenía la polla de grande, en fin, todo.
-¿Y luego podíais seguir siendo una pareja normal?- Preguntaba García.
-Bueno, sí, a mí me molestaba tener que contarle esas cosas, por eso no lo hice muchas veces.
Mónica y García se miraban, a ellas les costaba entender una pareja así.
-Y eso no es todo…- Seguía hablando Susan.
Las otras dos la miraron sorprendidas, preguntándose a ver que les explicaba ahora.
-Últimamente empezó a gustarle el tema de los tríos…
-No.- Decía García con los ojos muy abiertos y la mano en la boca sorprendida.
-Cuando encontraba la ocasión me traía a un tío para que hiciera un trío con él, a ver, yo le decía después que no me gustaba mucho, que prefería follar solo con él, pero… si os digo la verdad, me ponía un montón, eso que te follen dos tíos y tú puedas hacer lo que quieras con ellos ¡Buf! Me ponía a cien.
-¡Hostia! Tú lo has probado todo.- Le decía Mónica.
-Así conocí a Benítez…
-¡No me jodas! ¿Soria te llevó a Benítez para…?- Preguntaba García.
-Sí, para follármelos a los dos, me lo pasé de maravilla, de verdad que sí. Después pasó lo que pasó, Benítez se sentía culpable por no haber acompañado a Soria a la casa de Ana, yo estaba sola y decaída, y mira, nos hicimos compañía y… Bueno, os tengo que decir la verdad, cuando Soria lo trajo a mi casa para hacer el trío, Benítez me folló y me encantó, fue tan delicado, lo hacía tan bien. Resulta que él es todo lo contrario que Soria, a él no le gustan esos juegos sexuales, es muy casero, de una sola mujer, es un encanto.
-¿Y tú, no lo echas de menos?- Preguntaba Mónica.
-Pues no, mirar, a mí no me gustaba demasiado esa parte de la vida con Soria, lo hacía por él, sí que es verdad que yo no me lo pasaba mal, pero… sinceramente, ahora, manteniendo una relación con Benítez, digamos ‘normal’, estoy muy bien, me gusta.
Se quedaron las tres calladas, Susan pensando que tal vez se había pasado explicando cosas de su vida tan íntimas. García y Mónica, pensaban en lo que les había explicado Susan, tenían que digerirlo.
-¿Y los niños lo saben?- Se interesaba Mónica.
-¡Hostia Mónica! Como puedes pensar que yo le explicaría esas cosas a mis hijos…- Respondía sorprendida Susan.
-Quiero decir, tú relación con Benítez ¿Cómo te iba a hacer esa pregunta, mujer?
Las tres reían con la mano tapándose la boca.
-¡Ah vale! Hemos esperado mucho tiempo, ahora ha empezado a venir por mi casa cuando están ellos de vez en cuando, los niños lo han aceptado, no saben que es mi novio, claro. Bueno, el mayor me parece que sospecha algo, creo que no se atreve a preguntármelo.- Decía Susan riendo.
-Me alegro mucho Susan.
Le decía García, confirmándolo con la cabeza también Mónica.
-¿Y tú García, como te va?- Preguntaba Susan.
-¡Uy! Desde que me hicieron subinspectora de maravilla, solo me cuido de cuadrar las patrullas del día y poco más, el resto del tiempo me lo paso hablando con Mónica y Álex, bueno, más con ella, él siempre está liado estudiando casos.
-Hemos vuelto a la normalidad Susan, ya tocaba, esos días fueron terribles- Le decía Mónica.- Ahora los días son muy tranquilos…
-Claro, así que folláis como locas.- Se reía Susan.
-Yo no paro- Reía García.- antes iba muy cansada de patrullar, pero ahora, tengo a mi marido más delgado y todo…
-Y feliz, solo hay que verle la carita al hombre.- Se cachondeaba Mónica.
-¿Y tú con Álex?- Preguntaba Susan.
-Escucha ¿Tú con Álex no…?- Se interesaba Mónica.
-Tranquila cariño- Le respondía Susan.- ni yo ni nadie antes que tú, te lo puedo asegurar, además, Soria lo respetaba mucho, nunca le pidió hacer un trío conmigo, seguramente porque sabía que le diría si estaba loco.
-Vale, pues nosotros avanzando con las obras de la casa…
-¿Folláis mucho?- Preguntó Susan, las tres se partían de risa.
Los hombres hablaban con sus cervezas en la mano.
-¿Qué tal con Susan, cómo os va?- Preguntaba el marido de García.
-Bien, vamos poco a poco, ya he empezado a ir a su casa cuando están los niños, me los ha presentado, yo intento ser cariñoso con ellos, bueno, eso, lo intento, no he tenido hijos, así que no sé muy bien cómo va la cosa, pero vamos, mal no va.
-Supongo que ya se van recuperando del mazazo que fue perder a Soria. Me alegro mucho que estés con ella y los niños, de otra manera habría sido más duro para la familia.- Decía Álex.
-No sé, yo solo…- Contestaba Benítez mirando a Susan, como reía con sus amigas.- a mí me gusta verla así, riendo.
-Estás enamorado, amigo.- Confirmaba el marido de García.
-¿Tanto se me nota?- Preguntaba inocente Benítez.
Los otros dos movían la cabeza confirmándoselo.
-¿Cómo os va con el nuevo comisario? Me ha dicho García que no es muy comunicativo.- Preguntaba el marido de García.
-¡Bueno!- Le contestaba Álex.- Llegó un lunes, se interesó por la comisaría durante esa semana, el viernes se fue a su casa y el lunes siguiente estaba pidiendo el traslado, vi la solicitud encima de su mesa, creo que está llamando casi cada día para saber cómo está el asunto, no soporta trabajar aquí.
Los tres reían.
-Le parecerá que hay poco movimiento…- Decía Benítez.
-Solo se le escucha decir ‘Que mierda’ por los pasillos cada vez que sale de su despacho, está agobiado.- Reía Álex.
Las chicas los escucharon reír y se acercaron a ellos.
-¿De qué se ríen estos chicos?- Preguntaba Susan.
-Estábamos apostando sobre la postura en la que follará cada pareja esta noche.- Se cachondeaba el marido de García.
-¡Que cabrón!- Se sorprendía Benítez.
-¡Ah sí! ¿En qué postura lo haremos nosotros cariño?- Le preguntaba García a su marido.
-Cualquiera es buena, me haces disfrutar con todas…- Le empezaba a contestar él.
-¡Vale! ¡Vale! Que estamos desvariando, a ver si nos vamos a contar todas las intimidades esta noche.- Reía Álex.
Las parejas se sentaron en la mesa y empezaron a cenar.
-Puede que tengamos que invitar al comisario a una cena de estas o a tomar algo en el bar, a ver si conseguimos integrarlo ¿Tiene familia?- Decía Susan.
-En su mesa hay una foto de una mujer y un par de críos, supongo que será su familia.- Confirmaba Álex.
-¿Con vosotros habla? Porque a mí no me dice nada.- Preguntaba Benítez.
-A mí tampoco me habla.- Añadía García.
-El otro día se paró en mi mesa- Explicaba Álex.- se interesó por lo que hacía, como me veía siempre mirando el ordenador, le dije que estudiaba viejos casos, me contestó un ‘Vale’, y se fue, lo vi triste.
-El viernes que viene montamos una salida al bar para tomar algo, le pediremos que venga con su mujer, a ver si acepta.- Proponía Susan.
Entre ellos se miraron, no les pareció mala idea. El lunes al medio día, a Mónica le pareció un buen momento para hablar con él, entró en su despacho, vio la foto que había mencionado Álex el día de la cena, le pareció que la mujer era muy guapa, comparada con él, la verdad es que destacaba mucho, el comisario no es que fuera muy guapo precisamente, pensó Mónica.
-¿Es su familia? Tiene una mujer muy guapa.- Le dijo Mónica para romper el hielo.
El comisario miró atentamente la foto, como si no se hubiera fijado antes, miró a Mónica y le contestó.
-Sí, es mi mujer y mis hijos, y sí, es muy guapa, supongo que se estará preguntando que hace alguien como yo con una mujer como ella…
-No, no, que va.- Mentía Mónica por ser amable.
-Bueno ¿Qué pasa inspectora Mónica?- Le preguntaba el comisario, se le notaba un poco cansado de la conversación.
-No, nada importante, verá, los compañeros hemos quedado para tomar unas copas el viernes por la noche, nos gustaría que viniera usted con su señora, ya ve que en esta ciudad no hay mucho trabajo, de vez en cuando quedamos para conocernos entre nosotros y esas cosas.
El comisario la miraba atentamente, parecía que no había entendido lo que le había dicho Mónica. Ella le hizo un gesto con la cabeza, como diciendo, me contesta o no me contesta.
-Puede… puede que sea buena idea, sabe, mi mujer me está agobiando para que pida el traslado, dice que esta ciudad es una… que no se divierte, que se aburre. Supongo que si conoce gente nueva, si hace amistad con usted y García, u otras mujeres, igual así, le gusta más la ciudad.
Mónica le miraba con una sonrisa.
-Nos vemos el viernes, con García y la pareja de Benítez le daremos conversación a su mujer, no se preocupe, ya verá como la animamos.
-Espero que así sea, yo estoy muy bien aquí, esto es muy tranquilo y me gusta, es un buen sitio para criar a unos niños.
-Le ayudaremos comisario, le ayudaremos.- Le confirmó Mónica.
Así que quedaron para el viernes, como era novedad que el comisario fuera con ellos a tomar algo, toda la comisaria se apuntó, menos los cuatro que estaban de guardia o patrullando, claro. Después de cenar se fueron encontrando en el bar, Mónica, Álex, García, su marido y Benítez con Susan se sentaron en una mesa, el propietario les dejó encima de la mesa seis cervezas sin que se las pidieran, los conocía de sobras y sabía lo que querían. Al rato apareció por la puerta el comisario agarrado de la mano de su mujer, vista en directo era mucho más guapa que en la foto, pensó Mónica, una morenaza impresionante.
-¿Esa es su mujer?- Le preguntó Susan a García, cuando se enteró que él era el comisario.
-Sí, es guapa ¿Verdad?- Le respondió Mónica, había escuchado la pregunta de Susan.
-¡Ay madre mía!- Exclamó Susan.
Mientras tanto, Álex y Benítez, habían ido a buscar al comisario y su mujer, para saludarlos y pedirles que se sentaran con ellos.
-¿Qué has querido decir con ese ¡Ay madre mía! Susan?- Le preguntaba García a su amiga.
-¿No te das cuenta? Esa mujer no engancha con ese hombre ni con pegamento, aquí pasa algo raro.- Respondía Susan.
-Bueno mujer, no todas nos fijamos solo en la apariencia física de las personas.- Comentaba Mónica.
-No, que va, por eso tú tienes un novio feo ¡No te jode!- Se cachondeaba Susan.
-Ya sabes lo que dicen, para gustos los colores.- Opinaba García.
-Sí, sí, todos los colores que quieras, pero esos dos no enganchan, te lo digo yo.- Defendía su postura Susan.
Llegaron a la mesa, Álex, Benítez y el comisario con su mujer. Las chicas disimularon la conversación, Álex les presentó al resto del grupo.
-Aquí está García y Mónica, usted ya las conoce, esta es nuestra amiga Susan, pareja de Benítez.
Se levantaron y se dieron besos en las mejillas entre todos, se enteraron que la mujer del comisario se llamaba Adelaida. Se sentaron, el propietario les dejó encima de la mesa dos cervezas más, sin preguntar.
-Que servicio más eficiente, antes de que abras la boca ya te han puesto las cervezas delante.- Decía Adelaida.
-Siempre venimos aquí, el dueño nos conoce a todos.- Le decía García.
-Así ¿Esto es como el bar de la policía? Como en las películas, que hay un bar que todos saben que es donde va la policía.- Preguntaba Adelaida.
-No exactamente, aquí viene todo el que quiere, lo que pasa es que conocemos al propietario desde hace muchos años y estamos bien aquí.- Respondía Álex.
-Y porque aquí Álex puede cantar…- Decía Benítez.
-¿Usted canta Álex?- Preguntaba extrañado el comisario.
-Sí, bueno, lo intento.- Contestaba Álex.
-Pues sí que empieza a estar divertido esto, sí.- Decía Adelaida.
De las cervezas se pasó a los cubatas, la gente empezó a levantarse y hablar entre ellos. Las chicas siguieron sentadas, mientras Álex acompañaba al comisario presentándole a compañeros para que los demás lo conocieran, el comisario en la comisaría no hablaba mucho, allí, con unas cervecitas, parecía que se soltaba un poco y estaba más comunicativo.
-Me está empezando a gustar este lugar, no me esperaba que te lo pudieras pasar bien aquí.- Les decía Adelaida a las chicas.
-¿Es qué no salís nunca?- Preguntaba García.
-No, yo solo voy a comprar y poco más, y los fines de semana estamos con los niños, me aburría mucho, por eso le insistía para que pidiera el traslado.
-¿Por qué no te vienes el lunes conmigo al gimnasio? Tengo una invitación por mes, te invito y si te gusta te abonas, podemos ir cada día juntas.- Le proponía Susan a Adelaida.
-Pues no te digo que no, ya es hora que empiece a conocer gente y hacer vida social.- Le respondía Adelaida.
-Ven, te presentaré a algunos de los compañeros.- Le decía Mónica a Adelaida.
Se levantaron las dos y abandonaron la mesa, Susan miraba a García.
-Ya te digo yo que no es agua clara esta chica.
-Venga Susan, que a ti cuando se te mete una idea en la cabeza no hay quien te la saque.
Mónica le fue presentando algunos compañeros a Adelaida, Álex y el comisario hablaban en corrillo con Benítez y varios agentes. En algún momento de la noche alguien gritó pidiéndole a Álex que cantara, él cantó su repertorio habitual. En la mesa sentadas, Mónica, Susan y García, escuchaban a Álex cantar y miraban como Adelaida hablaba con uno y con otro, o con varios, se presentaba como la mujer del comisario y hablaba con los chicos un rato.
Se fue haciendo tarde y poco a poco todos desaparecieron del bar, el comisario, contentillo por las cervezas y los cubatas, junto con su mujer, se despidió de ellos y se fueron.
El lunes por la mañana, Susan llamó a Adelaida para concretar la hora de ir al gimnasio, la fue a buscar y fueron juntas. En el vestuario a Susan le pareció raro que Adelaida se pusiera unas mallas sin bragas, se le marcaba toda la raja del chichi claramente, bueno, que haga lo que quiera, pensó. Entraron en la sala, empezaron corriendo suavemente en una cinta para calentar, a los diez minutos, Susan vio que Adelaida apartaba mucho la cabeza mirando al monitor de la sala, le puso una escusa y se bajó de la cinta, Susan la seguía mirando por el reflejo en el cristal del ventanal que tenía delante. Vio como Adelaida se puso en una máquina al lado del monitor, algo le dijo, algo le contestó él, en menos de dos minutos salían juntos de la sala, Susan bajó corriendo de la cinta, salió de la sala y los buscó, vio como giraban una esquina, los siguió, nunca había estado en esa zona, por allí solo andaba el personal del gimnasio. Al girar la esquina no vio a nadie, habían varias puertas cerradas, con cuidado fue caminando y mirando por unas ventanitas, muy pequeñas que habían, dentro de las habitaciones. Cuando llegó a la tercera habitación se paró de golpe, era un despacho, había una mesa con un ordenador y una silla, delante, apoyando el culo en la mesa, estaba Adelaida comiéndole la boca al monitor, el tío le apretaba las tetas, y le debía de gustar, porque se le pusieron los pezones duros, se le notaban perfectamente a través de la licra de la camiseta. El chaval se agachó, le bajó de un tirón las mallas, se las dejó encima de las zapatillas, Susan pensó que no tenía tiempo de desabrocharlas para quitarle las mallas y se las dejó allí mismo. Le levantó las piernas, se las abrió lo que pudo y se tiró a comerle el coño, había que ver a Adelaida estirada de espaldas en la mesa, con los pies levantados, intentando abrir las piernas todo lo que podía, y el monitor comiéndole el coño. Estaba claro que a ella le gustaba, la cara de excitación que hacía era tremenda, cerraba los ojos y gemía, hasta Susan podía oírla desde fuera. -Fóllame, fóllame de una vez.- Gritó Adelaida, Susan levantó las cejas, le sorprendió que Adelaida se atreviera a gritar tanto sabiendo donde estaba. El monitor le bajó los pies, la giró, apoyando los pies en el suelo y las tetas encima de la mesa, así el culo le quedaba a una buena altura, el chaval se bajó el pantalón de deporte, tenía la polla tiesa como un palo, se la agarró, se mojó un dedo con saliva y se lo pasó por la punta, flexionó un poco las rodillas, se agarró la polla y metiéndose por debajo de Adelaida, se la clavó de un pollazo, un golpe de cadera duro y seco, Adelaida gritó de gusto, se agarró a la mesa, él, separó un poco el culo y volvió a embestir con todas sus fuerzas. Se la folló duro, a lo bestia, gimiendo y gruñendo él, gritando Adelaida, hasta correrse, primero ella, y después, como si estuviera esperando que lo hiciera ella primero se corrió él. En ese momento Susan se alejó de allí volviendo a la sala, a correr en la misma cinta que lo estaba haciendo antes.
Cuando volvió Adelaida, tenía una cara de haber pegado un polvo que no podía disimularla.
-¿Todo bien?- Le preguntó Susan, para saber que respondería más que nada.
-Sí, he ido al baño, algo no me ha sentado bien en el desayuno.- Respondió Adelaida sin darle mucha importancia.
Susan no le preguntó nada más, Adelaida se puso a trabajar los músculos en varias máquinas, al final de la sesión se ducharon, Susan pudo ver una mancha cuando Adelaida se quitó las mallas, no me extraña, pensó Susan, la han rellanado como a un pavo, como no le va a salir humedad de ahí.
Aquella misma tarde, Susan llamó a Mónica.
-Hola Susan.- Contestó Mónica.
-Espera un momento que llamo a García y la incorporamos a la conversación.
Mónica no dijo nada, Susan incorporó a la conversación a García.
-Chicas os tengo que decir algo, no me equivocaba, esa mujer tenía algo raro, tener cuidado con vuestros hombres y Adelaida.
-¿Eh?- Contestó García.
-¿Cómo?- Contestó Mónica.
-Esta mañana he ido al gimnasio con ella, ha tardado cero coma dos en ligarse al monitor de sala hacer que le comiera el coño y follárselo, nenas, esta Adelaida es un peligro.
García y Mónica no sabían que decir, Susan les explicó todos los detalles. Las tres se preocuparon de avisar a sus hombres del tema aquella misma noche.
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