De nuevo me dejas sin palabras y con muchos pensamientos turbios, con ese cuerpo tan deseable y esa tímida sonrisa que para una invitación.
Aunque, a decir verdad, esta escena en concreto, no me sugiere turbiedad sino, más bien, una agradable intimidad hogareña. No me remite tanto a un lugar de fantasía erótica en el que estallar con todos los sentidos (cómo podrían sugerir, por ejemplo, tus fotos con luz azul), sino a un entorno amigable, cálido, que induce a esas confidencias al final del día que evolucionan hacia besos de cariño y, cuando te vienes a dar cuenta, te han involucrado en otro delicioso encuentro amoroso espontáneo y dulce justo antes de dormir.
Dulces sueños, princesa