Vamos a pensar que existe ese lugar tranquilo... En el que no hay espacio para las preocupaciones...
Sabes cómo es el mío?
El cielo siempre es azul, la brisa suave.... Camino descalza por un campo sembrado de hierba fresca y fina y huele a césped recién cortado. Cierro los ojos y siento el sol caliente sobre la piel... Tenía cinco años!!! Y me acuerdo que estaba comiendo aceitunas negras, me encantan! Y desde entonces....
Cuando necesito relajarme viajo a ese lugar... Muuuuchas veces... Incluso alguna vez de camino al quirófano, he cerrado los ojos y me imaginaba en ese lugar.
A veces mi lugar sagrado no es suficiente para superar las preocupaciones del día... Y entonces es cuando echo de menos un abrazo.... Pero muchas otras es bastante con evocarlo para recordar que necesitamos muy poco para ser felices... Un poco de sol....y unas aceitunas negras

