El sexo en mi vida

RomeoAmor

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26 Jun 2023
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Para que no se pierda en el olvido, traslado mis relatos a este foro:

Saludos a todos l@s forer@s.

Mi nick es Romeo Amor, vivo en la zona norte de España, rondo casi los cuarenta y me dispongo a contar en una serie de relatos, de mis aventuras y desventuras en el sexo y el amor.

Las historias que relataré están basadas en hechos reales. A todas las pondré un título por encima, por si acaso llega el momento de hacer pausas y contar otras distintas, para que no os perdáis, aunque trataré de llevar un orden.

Son vivencias que datan desde mi adolescencia hasta hoy en día, con toques evolutivos que van desde la ingenuidad, inseguridad, madurez, perfeccionamiento y dominación.

Algunas ya las he escrito hace tiempo, otras serán nuevas. Pero sobre todo la intención es que las disfrutéis. No soy buen escritor; esto no es lo mío, pero seguro que os gustarán mis vivencias.

Comenzaré con una de mis historias favoritas.

La vecina de enfrente

Dentro de mis experiencias, siempre me ha gustado destacar la que me ocurrió con la vecina de enfrente del edificio donde vivía hace años.
Estamos en verano de 2007. Hacia unos cuantos meses que había roto con mi novia, con la cual llegue a estar saliendo cerca de cinco años. Una relación con altibajos que un día, tras una discusión, decidí dar por terminada. Tenía 24 años, una sola chica conocida en mis experiencias sexuales y mucho por descubrir.

De esta forma volví a ponerme a rodar en el mercado del amor y el sexo, que como os digo, solo había tenido experiencias con mi ex-novia.
Durante esos cinco años llegamos a hacer de todo dentro de lo que se entiende por normal en una relación heterosexual: besos, sexo oral, penetración vaginal, penetración anal, etc Siempre consideré esta relación amorosa como bastante buena dentro del entorno sexual pese al inconveniente relativo que suponía el grosor de mi pene, el cual le producía cierto dolor en las primeras embestidas y el cual la dejaba el coño bastante escocido tras el acto. Pero esto ya lo contaré en otra serie de historias; en otro momento.

Como iba diciendo, tras esto, me tiré cerca de unos cuantos meses sin probar cacho. Muchas veces quedaba con mi ex para ver que tal nos iba y terminábamos follando como locos hasta que ya un día me dijo nunca más. Ella me seguía queriendo y follar conmigo solo le producía daño en su corazón. Mis ansias de sexo (que siempre fueron muchas) me tuvieron masturbándome todos los días durante meses dado que nunca había sido bueno ligando y tampoco tenía a nadie detrás con quien quemar mis ansias de coño caliente.

Pero todo esto cambió el día que conocí a la hija de la vecina de enfrente donde vivía por aquel entonces. Mi ciudad es pequeña, y este era un edificio donde el contacto con los vecinos era más bien poca ya que siempre había ido a lo mío, sin entablar mucha conversación. Con la hija de la vecina de enfrente había coincidido muy poco y más bien de refilón. En otras palabras que nunca me había fijado en ella hasta que un día llamó a mi puerta su madre con la cual había cierta cordialidad (madurita divorciada que hablaba hasta con las piedras).
Esta iba acompañada de una carpeta y bolígrafo en mano:

- Hola Romeo ¿qué tal estas? ¿Estás muy ocupado? - me soltó.
- No, que va.- con cara desinteresada total. Es una vecina que realmente nunca me ha caído bien porque siempre me ha parecido muy cotilla y pesada.- Dime ¿Qué querías?
- Veras, esta es mi hija, Verónica.

Mmm, Verónica, eh. Ahora sí que pude contemplarla de arriba a abajo. Morena de piel, cabello largo y castaño, ojos marrones, sonrisa traviesa, un poco rellenita sin llegar a estar gorda y la joya de la corona: unos pechos enormes. Me preguntaba si entrarían en la palma de mi mano. Ésta vestía como la típica choni de 21 años salida de una discoteca, hipermaquillada y con pendientes de aro. No obstante, la chica era guapa y de inmediato me empezó a dar morbo.

- Ah, hola, yo soy Romeo.- me acerqué a ella y nos dimos dos besos. Ella sonrió y me espetó un hola un tanto avergonzada.
- Veras, Romeo. Mi hija está estudiando enfermería y le han mandado hacer un trabajo que consiste en recolectar datos en la zona donde vive para saber el índice de diabéticos que hay por aquí. Es un test muy sencillo Ella no se atrevía a llamar a la gente y la estoy animando, y como tú eres muy simpático, seguro que no te niegas a contestar ¿a qué no?

Mi cara era un poco incrédula, pues daba por hecho que una chica de esa edad ya debería valerse por ella misma para salir de esta clase de apuros pero se lo perdone, ya que estaba buena y me interesaba conocerla un poco más.

- Claro que no, sin problema.
- Ah, pues muy bien. Gracias Romeo. Yo me tengo que ir. Aquí te dejo con ella.
- Ok, vale. No se preocupe.- la madre cogió el ascensor y se fue, dejándonos a los dos solos delante de la puerta de mi casa, entreabierta. - Bueno Verónica, pues tú me dirás.- lanzándole una sonrisa de complicidad.
- Ya lo siento. Es que me daba un poco de vergüenza.
- Nada, mujer. No te preocupes, venga dime.

Verónica comenzó a lanzarme una ristra de preguntas comunes sobre mi edad, donde había nacido, donde vivía, donde trabajaba, etc...

- Ey, ahora ya sabes muchas cosas de mí, eh. Jajajaja.- le dije mientras reíamos los dos.
- Pues ya, jajaja. Con esto ya está hecho. Espero que no te haya molestado mucho.- mientras su mirada se clavaba profundamente en la mía sin dejar de sonreír, como una chica traviesa. Es ahí cuando empecé a pensar que le había gustado.
- Sin problema. No te apures, jejeje. Oye, ¿llevas mucho viviendo aquí?
- No, hace unas semanas. Antes vivía con mi padre y solo visitaba a mi madre a veces, pero ahora me he venido aquí a estar con ella.
- Ahhh, así que te veía tan poco. Bueno, ahora ya se algo de ti, jajaja.
- Si, jajaja.
- Oye, pues nada, a ver si coincidimos más.
- Jajaja, vale, vale.

Sin más, nos despedimos con dos besos y cerré la puerta. Me había fijado en cómo me había mirado y me dio una corazonada. O era una chica maja, o sencillamente tenía ganas de conocerme más a fondo. La chica me había atraído, estaba bastante bien, y hacía meses que no tenía nada con nadie. Tal vez esta era con la que volver a descargar el potencial guardado tras la ruptura con mi ex.

Los días iban pasando y alguna que otra vez coincidíamos en el portal o en el ascensor del edificio. Siempre nos saludábamos con una sonrisa de complicidad y una mirada de querer comernos el uno al otro.

Como no las tenía todas conmigo, pues soy precavido y algo vergonzoso, nunca me lanzaba a algo más, hasta que un día llegué en mi moto y me crucé con ella por la calle donde viviamos, tocando el claxon para saludar, lo cual fue correspondido con una mano en alto y una sonrisa.
Aparqué en frente del portal y subí a casa. Estaba tomándome un café y asomado a la ventana cuando pude ver como Verónica regresaba con una barra de pan. Al pasar al lado de mi motocicleta, esta se quedó mirándola embobada. Alzó su mano y la estuvo tocando un poco con suavidad: manillar, depósito, asiento... Al ver esto se me quitaron las dudas que tenía y ya sabía que iba a ser mía. Pensé que a esta chica no había duda de que le atraía y corto ni perezoso salí de casa y me metí en el ascensor con intención de cruzarme con ella.
 
Y así fue. Cuando se abrieron las puertas me topé con Verónica:

- Ey, ¿qué tal? - le dije sonriendo.

- ¡Ah, hola! ¡Que susto! ja, ja, ja. Bien, bien, je, je, aquí me ves; que vengo de coger el pan.

- Ya hay hambre, eh.

- Pues sí, a ver si comemos de una vez, que he desayunado pronto y no aguanto más ¿tú que te cuentas?

- Pues nada, lo mismo que tú. Que iba derecho a coger el pan. Por cierto, te veo muy guapa, eh -mientras le guiñaba un ojo- Como se nota que estamos ya en verano. Ese moreno de piel te queda genial.

Verónica se puso roja, pero no dejó de sonreír e incluso más todavía en cuanto oyó el cumplido.

- Gracias. Pero tú sí que estas guapo, eh, ji, ji.

- Anda, anda, no exageres. Por cierto a ver si me pasas tu número de móvil y quedamos un día a tomar un café ¿no? Me caes bien y seguro que nos echamos unas risas, je, je. -aquí le había lanzado el arsenal sin pensármelo. El que arriesga triunfa, y si no al menos sales de dudas.

- Ah, pues si ¿por qué no? ji, ji -wow, no me lo podía creer. Había picado- Apunta, es el 696

- Ok, apuntado queda, je, je. Una tarde quedamos y nos tomamos unas cañas ¿vale?

- Vale. Cuando quieras. mientras me guiñaba un ojo y me lanzaba una sonrisa cómplice.

Lo cierto es que me había resultado más fácil de lo esperado. Por mi cabeza habían rondado veinte mil posibilidades al hacerle esa pregunta, pero al final salió la buena, la que deseaban oír mis oídos. Esta era la mía.

Pasaron los días y yo me encontraba un tanto nervioso por la situación. No quería cagarla, tenía ganas de que pasase algo con Verónica, y los nervios en el estómago me hundían la valentía.

Un día, tras salir a descansar en el curro, se me pasó por la cabeza llamarla. Me encontraba muy seguro de mí mismo y esa tarde podía ser idea para quedar con ella. Así que cogí el móvil y le llame. Después de unos cuantos sonidos de espera, por fin cogió el móvil:

- ¿Si?

- Hola, Verónica. Soy Romeo, ¿Qué tal?

- Ah, Romeo, je, je. Bien, muy bien ¿Y tú? ¿Qué tal estas?

- Pues aquí ando, en el curro, descansando un poco. Estaba aquí pensando en mis cosas y me he acordado de ti.

- ¿Ah, sí? ¿Y eso?

- Pues ya ves que hace días que no nos cruzamos por el portal y me ha picado la curiosidad por saber que era de ti.

- Ah, ja, ja, ja. Pues aquí ando, guapo, estudiando un poco.

- Bueno, eso está genial. Hay que labrarse un futuro.

- Ni que lo jures. A ver si término de una vez, que menudo agobio tengo encima.

- Ah, pues mira. Si quieres despejarte un poco... ¿qué te parece si quedamos cuando salga de currar y nos tomamos algo? Así desconectas, que seguro que falta te hace.

- Mmm, bueno, pues no estaría mal Vale, por mi bien ¿cómo quedamos?

- Je, je, bien, pues podemos quedar en la cafetería que está en la costa del aeropuerto ¿sabes dónde te digo, no?

- Si, si, claro ¿a qué hora quedamos si tal?

- Pues a mí me vendría bien a eso de las 19:30 ¿qué te parece?

- Genial. A esa hora me paso por allí.

- Ok, pues allí nos vemos, je, je.

- Ok, pues lo dicho. Luego nos vemos. Besos.

- Venga, besos y colgó.

La cosa estaba yendo genial, en parte no me lo podía creer, pero si aquello era real. Esa tía estaba interesada en quedar y quien sabe cómo podía quedar la cosa.

Entré otra vez dentro de la oficina y me dispuse a terminar el trabajo que tenía entre manos. No dejaba de dar vueltas al asunto. En cuanto saliese de allí me iba a encontrar con Verónica, mi vecina, la chica guapa de las tetas grandes. Me daba bastante morbo la situación ¿Qué podría pasar?

Miraba el reloj nervioso una y otra vez, hasta que por fin dieron las 19:00 para salir de allí escopetado. Los compañeros de trabajo no sabían que me pasaba ni por qué me había ido corriendo como el viento sin apenas despedirme de nadie.

Fui andando a paso acelerado entre callejuelas hasta que por fin me subí al coche, arranque y desaparecí dirección la costa, en la cafetería donde habíamos quedado.

Una vez llegué, coincidencia o no, aparque y al lado mío llego otro coche aparcando a la par: era ella. Salimos a la vez de nuestros respectivos coches y nos saludamos:

- Ey, hola. Hemos llegado a la vez.- le comente.

- Ya, ja, ja, que casualidad. Somos puntuales, eh.

- Ya te digo. Pues nada, ya estamos aquí ¿vamos dentro y pedimos algo?

- Claro. Vamos.

Verónica se presentó con un vestido de verano blanco, holgado, con tirantes que tenía una falda muy corta que dejaba entre ver unas magníficas piernas torneadas al sol. Sus pechos, ya grandes de por sí, parecía que iban a estallar en cualquier momento, pues a la chiquilla le encantaba que el escote quedase bien apretado. Como dicen por aquí, no eran tetas, si no berzas. Estábamos en pleno julio y el tiempo acompañaba.

Nos metimos dentro de la cafetería y el barman nos atendió. Un café con leche para ella. Una caña para mí. Una vez servidos, agarramos nuestras consumiciones y salimos a la terraza. Esta está rodeada de árboles de un parque próximo y tenía la peculiaridad de estar al lado del mar y tener vistas a un aeropuerto por uno de sus lados.

Nos sentamos y comenzamos a charlar un poco sobre nosotros.

- Y dime, Vero ¿Cuánto llevas estudiando lo de enfermería?

- Pues un tiempo. En realidad es un módulo profesional.

- Ah, pensé que era una carrera o algo. Jajaja, como ando.

- No, que va, jeje. Es un módulo y ya le estoy terminando. A ver si empiezo el siguiente curso las practicas. Tengo unas ganas de trabajar que no veas.

- Pues sí, no me extraña. Teniendo curro te independizas y a vivir la vida. Yo sigo con mis padres, pero en cuanto tenga ahorrado algo, me marcho.

- Si, eso sería lo ideal. Vivir sola sin que nadie este incordiándome. No aguanto a mi madre. Es muy pesada.

- Si, supongo que como todas, ja, ja, ja.

Seguimos hablando de banalidades, conociéndonos un poco, nuestros gustos, etc Lo cierto es que no teníamos nada que ver. Mientras ella era la típica choni que se pasaba el día viendo la televisión y sus programas tontos, a mí me interesaban otras cosas más culturales. No le di más importancia porque mi objetivo era acabar follándomela de alguna manera. Me ponía cardíaco, sobre todo cada vez que me sonreía. Además era de esas tías que en seguida te cogen del brazo, acarician por cualquier motivo mientras hablan contigo, etc Le gustaba el contacto físico, vamos.

Así estuvimos un rato hasta que ya terminamos lo que habíamos pedido y se me ocurrió que podríamos dar una vuelta por el parque que teníamos al lado. Cuando llegamos a un banco, nos sentamos y continuamos con nuestras historias, etc

- Oye, creo que no te lo había dicho todavía, pero hoy me has venido muy guapa, eh.

- Ja, ja, ja ¿sí? Me gusta mucho este vestido, y con el calor que hace

- Pues quítatelo y estas más fresca, ja, ja, ja, ja...

- Ja, ja, ja, ja, menudo caradura estas hecho ¿no?

- Solo hasta donde me dejan.

- ¿Ah, sí? Es bueno saberlo. mientras me daba una palmada en la cara.

Es aquí cuando nos quedamos mirando y si pensármelo me lancé a besarla. Era ahora o nunca pero graso error: me aparto la cara.

- ¡Oye! No.- me soltó ella.

Yo con cara de idiota me quedé blanco. No me lo esperaba. Todo este rato convencido por que se moría por mí y ahora resulta que me aparta la cara.

- Ups lo siento. Yo es que de repente me habían entrado ganas de besarte.

- Ya pero es que no. Veras es que tengo novio.

Aquello resonó en mis oídos como si cayese un edificio encima de mí. Eso sí que no me lo esperaba. Todo este tonteo previo, esas miradas, esa confianza, etc para que al final resultase que la niña tenía novio.

- Ya sé que tenía que haberlo dicho antes.

- Pues la verdad me estabas hablando de tu vida y lo has obviado totalmente. Pensé que querías algo más de mí, la verdad.

- Ya, bueno, pero no. Ya te digo que tengo novio y no está bien. Me caes bien. Solo eso.

Me quedé blanco, y me sentí como un absoluto gilipollas. Yo convencido de que estaba loca por mis encantos y ahora resulta que simplemente le caía bien y ya. Aquí andaba yo más caliente que una herradura en la fragua, como loco por comérmela, devorarle las tetas y follármela como un salvaje y nada mi gozo en un pozo.

- Ahm pues vaya. Perdona si te molestó.

Ya no sabía que más decir. Hubo un silencio hasta que Verónica por fin habló:

- Esto es un poco incómodo. Si quieres irte, vete.

Yo reaccione y pensé ¿porqué voy a irme? Me lo estaba pasando bien hablando con ella. Que la den por el saco. Que sepa que yo soy de otra pasta.

- No, no me voy. Estábamos conversando bien y a gusto y podemos seguir como si aquí no hubiese pasado nada ¿te parece?

- ¿Ah, sí? Pues por mi bien. Ya siento esto, pero es que teniendo novio como que no voy a hacer nada con nadie.

- Si, si, lo entiendo, Vero. No te preocupes. Sigamos con nuestra conversación y ya está no pasa nada.

Y así fue, seguimos hablando de nuestra vida, nuestros problemas, nuestras historias. Le hablé de mi ex, de cómo me iba ahora, en que trabajaba, etc Estuvimos cerca de una hora más charlando como si tal cosa.

La verdad es que pese a ese mal trago, ese desliz, yo me sentía otra vez a gusto y con las defensas bajas. No hacía más que mirarle las tetas. Bajo ese escote se escondía algo muy grande y ella parece que se dio cuenta pero no me decía nada. Aún más, sabía que me gustaba y a ella eso parecía gustarle también.

En un momento dado, yo no sé qué coño se la pasó por la cabeza, pero Verónica se levantó como si tal cosa y se sentó encima de mis piernas. Yo me quede un poco helado. No se a que venía de repente eso pero sospechaba que esta tía estaba tan caliente como yo. Me paso un brazo sobre mi cuello y me dijo:

- ¿Sabes qué? Eres realmente muy majo. Pensé que te ibas a ir muerto de vergüenza por lo de antes y aun así te has quedado hablando conmigo como si nada.

- Ya bueno, si nos lo estábamos pasando bien, no vamos a arruinar la conversación por esa tontería ¿no?

- Pues sí, tienes razón. Toma, te mereces esto.

Y Verónica de repente me empezó a besar. Junto sus labios con los míos e introdujo su lengua en mi boca como si tal cosa. Ahora sí que no entendía nada. La tía que hacia una hora me había rechazado, ahora la tenía sentada encima mio comiéndome los morros, mientras mi polla empezaba a despertarse.

O estaba loca o no podía aguantarse la calentura o que. En ese momento me dio igual todo y la seguí el juego. No desaproveche la ocasión para agarrarle una de esas tetas a las que tantas ganas tenía:

-Ey, ja, ja, ja, no seas malo. Me llevas mirando toda la tarde las tetas. No te podías aguantar, eh

-Veo que te has dado cuenta ufff, como para resistirse. Es que me parecen la leche ¡Que grandes!

- Ja, ja, ja, sois todos iguales, eh. Ja, ja, ja. Hombres.

- Oye y esta faldita no te queda nada mal.- mientras poco a poco iba bajando una de mis manos por la misma.

- Ja, ja, ja, para anda.

- Ya veo que te acabas de depilar las piernas. Las tienes muy suaves. -Mientras esta misma mano se empezaba a perder por dentro de sus muslos.

- Si, esta misma mañana me hice la depilación. Si que están suaves uffff. si. -Ese ufff salió de lo más profundo de ella en cuanto uno de mis dedos empezó a tocarle el coño por encima del tanga. Acariciándoselo suavemente. - Bueno, venga, vale ya que aquí nos puede ver alguien y solo falta que encima sea alguien conocido y se lo comenté a mi novio.

Su novio. Me había olvidado de ese detalle. Estaba tan salido que ya todo me había dado igual. Verónica estaba un poco intranquila por la situación a la vez que excitada:

- Veras, Romeo. Es que mi novio, como se entere de esto me mata. No veas como es. Siempre está metido en peleas, y no se corta por nada.

Reconozco que me había entrado un escalofrió. Por lo visto, su novio era un busca broncas de pura cepa que se pasa el día en el gimnasio. El típico perdedor que no tiene ni oficio ni beneficio y se piensa que la vida consiste en ver quien sobresale más por encima en la calle de mala muerte donde ha crecido. Todos los fines de semana tenía algún problema con alguien en la discoteca de moda, y además era muy celoso. No eran pocas las peleas que provocaba porque supuestamente alguien miraba a su novia, con que imaginaros si ve que le está poniendo los cuernos de verdad. Verónica, con el típico vestido de choni ajustado hasta las trancas, estaba tremenda, y era inevitable que todos la mirasen.

- Mira, vámonos. Mi madre se va a eso de las 22:00 a trabajar. Pásate por mi casa luego y te invito a cenar ¿vale?. - resolvió Verónica.

- Ok, me parece bien. No vayamos a tener al final algún problema. Luego me paso por tu casa.

Fuimos andando hasta el parquin de la cafetería y ambos nos subimos en nuestros coches, yéndonos cada uno por su lado como si aquí no hubiese pasado nada.

Faltaba poco para que diesen las 22:00 y yo estaba otra vez de los nervios. Por fin había conseguido besarla y meterla mano a base de bien. Le había gustado y estaba claro que Verónica quería algo más. Si no, no me hubiese invitado a su casa a cenar.

Cuando por fin dieron las 22:00 me persone como un rayo. Pique a la puerta y allí estaba, con una camiseta y un pantaloncito corto abriéndome la puerta e invitándome a pasar. Estaba claro que ese era su pijama y revisándola de arriba abajo comprobé que no llevaba sujetador.

Ahí estaban otra vez esas tetas, tras la camiseta, marcando pezón, llamándome otra vez a que las metiese mano. Así pues, una vez dentro de su casa, la di un pico mientras, sin perder el tiempo, una de mis manos agarraba una vez más uno de sus pechos:

- ¡Ay!, jajajaja. No te puedes aguantar nada, eh, jajaja. Mira que eres.

- Uff, como para no. Es que son muy grandes. Me encantan.

- Gracias. Jeje. Mira, te he hecho una ensalada. -invitándome a pasar a la cocina.

- Vaya, no sé que decir no hacía falta Vero.

- Que si, no te preocupes. Anda, siéntate y cena, que tendrás hambre.

- Bueno hambre de otra cosa, jajaja

- Jajajaja, anda, no me seas encima salido.

- Jajajaja ya me iras conociendo. - mientras le guiñaba un ojo de complicidad.

Ambos nos sentamos a la mesa de la cocina y comenzamos a cenar juntos las respectivas ensaladas. Seguimos retomando la conversación de antes con algún que otro piropo de entre medio.

- ¿Sabes? Me tiene flipada tus ojos verdes.

- Bueno, gracias. No es por creérmelo, pero si. Me lo dicen mucho, jajaja.

- Es normal.

- Como normal que te digan lo buenas que estas ¿no?

- Jajaja no, no me lo suelen decir mucho por que como casi siempre estoy con mi novio, a ver quién es el valiente que dice algo. Vamos, va este y lo mata.

- Joder menuda pieza debe de ser tu querido.

- Bueno, si esas cosas de él no me gustan. Es demasiado dominante

- Si, tan dominante que es y no sabe atender a una preciosidad como tú.

- Bueno, bueno caya, anda.

Justo en ese momento suena el teléfono de su casa. Salió de la cocina y fue corriendo a cogerle. Puse un poco el oído a ver quién podía ser el que llamase a estas horas ¿su madre? A ver si nos iba a pillar en bandeja. Pero no

- Si ya estoy en casa Nada, he estado estudiando un poco y ahora estoy cenando... Veré un poco la televisión y me iré a dormir Si, estoy sola Mi madre acaba de irse Ajam vale si mañana te llamo y hacemos eso vale besos yo también a ti.

Verónica volvió a la cocina y yo le pregunté intrigado aunque ya sospechando:

- Mmm, ¿ese que te ha llamado era tu novio?

- Si, mi novio.

- Jaja vaya como miente la princesita.

- Ya ves igual querías que le dijese que estas tu aquí.

- Jajaja, no, para nada, bonita. Menudas horas a las que te llama ¿no?

- Si llama todas las noches a diferente hora para comprobar que estoy en casa.

- No jodas ¿siempre?

- Si, siempre. No se fía de mí.

- Bueno, jaja, algo de razón tiene.

- Si, claro. Que sepas que nunca le he puesto los cuernos. A ver que te piensas.

- Bueno, no soy yo para decir nada. Me da igual, aunque lo de antes bueno ha sido un desliz ¿no? Jajaja

- Anda, calla. Tu, que me has engañado.

- Jajaja, que cara tienes. Ey, que al final has sido tu quien se ha lanzado.

- Si, claro pero tu empezaste. Anda, acábate eso.

Le eche una sonrisa. Pese a la peligrosidad de su novio a mi ya todo me daba igual y quería comprobar hasta donde podía llegar esta chica con esta mentira.

- Ven, acompáñame, te voy a enseña mi cuarto.
 
Me agarro de la mano, salimos de la cocina, caminamos por el pasillo y nos metimos en su cuarto. Tenía buen tamaño, de color rosa al igual que las cortinas, con una mesita cerca de la ventana, un gran armario al lado de la puerta, algo de ropa tirada por ahí, y una cama de matrimonio en el centro. Nos acercamos a un somier con muchos cajones coronado por un espejo grande, y me enseñó una foto de ella con su novio.

- Mira, es este. Este es mi novio.

- Vaya no tiene cara de peligroso. Me lo imaginaba peor.- el tío tenia la cabeza rapada, parecía bastante más alto que yo y corpulento. En la foto se mostraba muy serio, pero su cara no me resultaba para nada amenazante.

- Pues si, pero no sabes que temperamento tiene. No se casa con nadie, y siempre le gusta llevar la voz cantante. Menudo es.

Vero estaba situada delante mio, y se quedo un momento mirando el retrato de ella con su pareja. Yo justo detrás no me podía quedar quito, la verdad, tenía que echarle huevos:

- ¿Ah, si? y dime... ¿qué crees que diría el ahora si me viese haciendo esto? - y ni corto ni perezoso pose mis manos en su cintura y poco a poco fui subiéndolas recorriendo su cuerpo acertando a meter mis manos por debajo de su camiseta, hasta agarrar aquellas dos tremendas tetas firmemente cuyo sujetador me impedía un contacto físico pleno.

- Ufff para, eh

- ¿Qué pare? ¿estas segura que quieres que pare? y acto seguido acerqué mi boca a su cuello y empecé a recorrer mi lengua por el. Sabía que eso era un arma infalible para derrotar a cualquier mujer.

- Mmm, no se ufff.

Mi polla ya se había empezado a poner dura tras el pantalón y no desaproveché la ocasión para pegarsela a su culo, tal y como estaba en esa posición. Ella pudo comprobar que algo pasaba ahí atrás y se dejó hacer, pegando aún más si cabe su trasero.

Estando amasando aquellos dos trozos de carne, aproveché para bajar una de mis manos e introducirla en el pantalón del pijama buscando el coño que antes me había sido negado en el parque. Tal y como ocurrió antes, deslice uno de mis dedos por encima del tanga, notando como la cabrona ya estaba encharcada. La situación le estaba poniendo a cien.

Conseguí apartar a un lado el mismo y acaricié por primera vez ese coñito al que tantas ganas tenía. Estaba de suerte: la choni tenía el coño totalmente rasurado. Como a mí me gusta.

Continúe acariciándoselo mientras buscaba su clítoris al que empecé a masajear suavemente. Verónica estaba en éxtasis, mientras se mordía un labio mirando fijamente esa foto que tenia de ella con el gilipollas de su novio. Apartando el hilo del tanga, introduje un dedo dentro de su coño y gimió con un uhmm muy largo. Estaba totalmente a mi merced.

Aparté mis manos y le cogí de la cintura otra vez, le di la vuelta y empecé a besarla mientras volvía a meter una de mis manos entre sus piernas para poder acariciarle el coño otra vez, mientras con la otra mano, de nuevo bajo su camiseta, le conseguía agarrar uno de sus pechos, pero esta vez muy fuerte. Como pude conseguí estirar el sujetador y acceder, ahora si, a tocarsele sin obstáculos de tela... Se quejó un poco y le pellizque un pezón:

- Ayyyy. Con cuidado.

Me la quede mirando y le pase mi lengua por toda la boca. Volví a besarla, saque mis dedos de su coño y se los metí en la boca. Puso al principio un poco cara de asco, pero la miré fijamente y en seguida comprendió que lo que tenía que hacer era lamerlos lamer sus propios flujos. Comprendió que esa noche ella iba a ser mía. Estaba desatado y esta chica lo iba a pagar a base de bien.

Me separé de ella y le empujé para que cayese encima de su propia cama. Agarré su camiseta y tire hacia arriba, le quité el sujetador y por fin pude verle las tetas al natural. Eran enormes. No eran tetas ni pechos: eran BERZAS casi tan grandes como mi cabeza, con unos pezones también muy grandes del tipo galleta María. Vero no era una chica delgada, era una mujer de curvas sin llegar a estar para nada gorda, y esas berzas le quedaban muy bien; a juego con el resto de su cuerpo.

Me agaché y comencé a devorárselas mientras ella me agarraba la cabeza y no hacia otra cosa que jadear.

- Oh si ufff, que bueno. Que bueno mmm...

Las ganas que tanto tenía a Vero por fin estaban siendo recompensadas como se merecia. Yo estaba muy caliente y ella perecía que aún más. Me levante y la cogí una de sus manos. Quería que comprobase lo que me pasaba entre las piernas, y de este modo la pose en mi entre pierna. Me la empezó a palpar por encima del pantalón y se quedó con cara un poco extrañada. No se lo esperaba lo que iba a venir ahora.

Me desabroche el cinturón y le aparte la mano, me baje el pantalón y a la vez los calzoncillos. Ella se quedó con una cara entre medio asustada e impresionada. Mi pene le había causado impresión pero no por su largura, si no por su grosor demasiado grosor. Prácticamente como una de sus muñecas. Un trozo de carne, duro como una piedra, ligeramente curvado hacia arriba y con la cabeza morada a punto de estalla.

Se hecho hacia atrás un poco asustada y dijo:

-¡Pero qué es eso! - mientras no dejaba de quitar esa cara de impresionada. Eso a mi no me entra.

- ¿Cómo que no? Jajaja, ya verás que si.

- Que no, que no. Que es muy gorda.

- Mira, cógela. mientras le agarraba una mano y me la llevaba a la polla.

- Ufff, y es muy dura. Pesa. Pero madre mía wow.

- Que ¿la de tu novio es así?

- Que va igual es un poco más larga, no se..., parecida; pero ni de coña es tan gorda. Es que esto, vaya va a doler.

- Que no, que va. Mira pruébala. mientras se la acercaba a la boca.

Verónica, polla en mano, la abrió un poco y pronto empuje para que se introdujera el capullo. Lo demás lo hizo ella. Me la agarro cómodamente y empezó a pasar su lengua por la cabeza e intentó metérsela.

- Ufff, pero que gorda no entra casi.

Ella insistía, pero la verdad es que no parecía tener mucho arte comiéndome el rabo, y no dejaba de arañarme con los dientes, lo que me producía una sensación de dolor desagradable. De pronto se la saco de la boca y se quedó mirándola fijamente para a continuación declarar:

¡Jo, como me gustaría que mis amigas viesen esta polla!

- Jajajaja, seguro que les encantaba, jajajaja.

- Si, no lo dudes. Es que es muy gorda...

- Oye, pues pásales mi número de teléfono.

- Que listo eres... Tienen novios.

- Si, pues como sean como tu

- Que gracioso. mientras me la volvía a menear y a intentar metérsela en la boca un poco entre resignación y deseo.

La agarré del pelo e intente introducirsela un poco más pero aquello era imposible. Me hacía demasiado daño, no podía abrir más su boca, así que con las mismas le hice tumbarse en la cama y tire de su pantalón hacia afuera junto con su tanga. Ahí estaba ese conito depilado y deliciosa al que tenía ganas de hincarle el diente. Un coñito bien afeitado, con los labios interiores casi ocultos y sorprendentemente chiquitín, muy chiquitín. Igual iba a tener razón en eso de que no le iba a entrar.... pero seguro que lo conseguíamos.

Me acerque con decisión y empecé a pasarle la lengua por encima de su gruta, hasta que alcance el clítoris (también muy pequeño) y comencé a comérselo primero suavemente y luego más rápido. A cada golpe de mi lengua, se estremecía.

- Dios Romeo, joder sigue esto nunca me lo hace mi novio. la verdad es que la revelación me dejo un poco shockeado ¿qué clase de novio no le come el coño a su novia?

Continué con esta segunda cena mientras probé para dilatar a introducir un dedo, luego dos, y hasta tres en el coño, oyendo como Verónica no dejaba de jadear y nombrar a Dios una y otra vez. Me agarraba la cabeza y me la apretaba contra el coñito como si no hubiese mañana.

Lo tenía a rebosar de flujo y pensé que ese era el momento para follarla bien follada. Así que me levante, me puse de rodillas en la cama mientras ella me miraba y me preguntaba:

- ¿Qué haces? ¿por qué paras?

- Por esto. y mientras acertaba a colocarme entre sus piernas, me cogí la polla, me recline y se la metí de un solo empujón hasta dentro sin miramientos.

Verónica se quedó de repente congelada, con los ojos muy abiertos y la boca entre abierta, tumbada en la cama

- Dios. Joder. No me la esperaba, ahhhhhhh.

- ¿Ves como si iba a entrar? ¡Toma! .-y volví a metersela hasta el fondo.

- Joder, siiiii, que gorda, como la noto, ahhhhh. Dios siiiii. Ahhhhh

Levanto sus piernas hacia arriba y me aprisionó con las mismas, lo que hacía que yo empezase a empujar cada vez más rápido y fuerte, una y otra vez. Me erguí como pude, me la saqué y comencé a pasarsela por encima del coño, jugando mientras Vero me suplicaba que no parase, que volviese a meterla.

Continué empujando otra vez, notando como sus flujos inundaban todo mi rabo, como resbalaba, y pronto empezó a sentir su primer orgasmo:

- Joderrrrrrrr, siiiiiiii, me corrrroooo, sigue, sigueeee.. ufff, mmmm. Ahhhhhhhhh ¡¡¡Me coroooooo!!!

Verónica explotó en un sonoro orgasmo muy escandaloso, resoplando como una loca mientras yo no dejaba de empujar. Cuando parece que se calmó, yo paré a descansar. Sudada entera. Yo todavía no había terminado y todavía podía aguantar un poco más.

- Joder Romeo ¿que me has hecho? Me tiemblan las piernas. Ufff, que bueno ¿y todavía sigues empalmado?

- Ya ves... Tengo la bendición o el inconveniente, según como se mire, de que aguanto bastante y me cuesta correrme un poco.

- Uffff, vaya pues igual hay que aprovechar otro poco, jeje.

- Así me gusta, que lo des todo, nena.


Verónica, me agarro la polla y empezó a meneármela poco a poco. Otra vez se quedaba mirándome el rabo fijamente, como quien no se lo creía:

- Madre mía, no me puedo creer que me allá entrado todo esto. No veas que bien la sentía. Ufff.

- Bueno, es lo que tiene. A más grosor, mas llena. Estabas muy caliente, eso ha ayudado bastante.

- Si, ya he podido comprobarlo. La verdad es que es grande. Muy grande. Un poco más larga y te podías dedicar al porno, eh.

- Jajajaja, no hubiese estado mal, jajaja.


Verónica parece que ya recuperó algo de fuerzas y se agacho hasta mi polla y empezó a pasarme la lengua.

- Antes veo que te hacía daño con los dientes.

- Si, es que la tengo sensible.

- A mi novio le gusta que le roce. Pero bueno, como a ti te molesta, te pasaré la lengua con cuidado.

- Jajaja, vale. Pero vamos a tener que enseñarte a que habrás bien la boca para hacerme unas buenas mamadas.

- Jeje, eso dalo por hecho, Romeo. No puedo desperdiciar esto, así como así.


Ni corta ni perezosa, Verónica se dedicó a limpiarme el sable con la lengua. De arriba abajo y de abajo a arriba. No lo hacía nada mal.

- Oye, Vero ¿entonces que pasa? ¿qué el mamón de tu novio no te come el coño?

- No, que va. Dice que le da asco. sacándose mi polla de la boca.

- Menudo cenutrio. A mi me encanta comer coño. Es un placer oírte jadear. Él se lo pierde.

- Ufff, la verdad es que he flipado. Es todo un descubrimiento esto que me has hecho. Espero que me repitas el numerito. mientras no dejaba de meneármela.

- Descuida que habrá más veces. mientras le guiñaba el ojo.

Y sin quitar la sonrisa de la cara Verónica se puso recta encima mío y apunto mi polla a la entra de su coño, el cual seguía chorreando flujo como si fuese el fin del mundo.

La cara de Vero era todo un poema. Mientras bajaba poco a poco por mi polla, su cara se iba tornando en puro placer hasta cerrar los ojos y dejar la boca entre abierta. Notaba como resbalaba por su coño, como su calor me envolvía, como rozaba por sus paredes vaginales Cuando mi polla ya estaba totalmente dentro solo llego a decir:

- Dios.

Ahí estaba Vero ensartada hasta el fondo, dejándome ver unas vistas espectaculares de la caída de sus tetas, que pese a ser tan gordas y grandes, hacían frente a la gravedad, mostrándose erguidas firmes.

En esto que empezó a mover su culo de adelante hacia atrás, poco a poco, como queriendo notar como mi rabo iba saliendo y metiéndose poco a poco en su coñito. Sus manos se apoyaban en mi pecho y sin abrir los ojos ella seguía a los suyo.

- Hostia que bueno, Vero. Me encanta.- solo pude decir ahí empotrado en su cama.

Vero no respondía, se había quedado en éxtasis. Hasta que por fin abrió los ojos y me miro a la cara. Cambio su cara a una risa burlona y con las mismas paro y se puso de cuclillas. Me agarro de las manos en alto y comenzó a botar ella y sus tetas, las cuales no dejaban de bailar una y otra vez, arriba y abajo. Eran impresionantes.

Le solté las manos y cayó encima mío sin dejar de empujar una y otra vez. Volvió a erguirse y alcance sus pechos los cuales amasé como pude mientras ella no paraba de moverse.

Con las mismas le empuje hacia un lado y extrañada al salirse mi polla de su coño, le obligué a ponerse a cuatro patas. Ahora empezó a entenderlo. Antes de nada, pude comprobar el agujero del su culo, el cual parecía pedir a gritos un lengüetazo, cosa que no tarde en hacer, correspondiendo Vero con uno de sus jadeos. Ese agujero me había sabido a puro placer degenerado.

Me agarre el rabo y volví a apuntar a su coño, metiéndosela de una sola embestida sin compasión.

- Oh, si que bueno Romeo.

- Joder, no veas como me pones. Que ganas tenía de follarte.

- Y yo también ¿que te crees?. Fóllame, fóllame fuerte uffff.

- Toda, toma polla. Disfruta...

- Siiiii, joder. Siiii, ahhh.

Así tal como la tenía sus tremendas tetas no dejaban de bailar de un lado para otro, lo cual visto desde el otro espejo de su armario me producía un morbo indescriptible. Me estaba follando a la hija de mi vecina, en su propia casa y encima ella tenía novio. Esta niña era una bomba.

Lleno de ego, mientras no dejaba de embestir, le tire del pelo hacia mi y le dije al oído:

- ¿Te gusta, eh? ¿te gusta cómo te estoy follando?

- Siiiii, ahhhh, me encanta uffff, esto es muy fuerte. Sigueee, ahhhh.

- Toma rabo. Dime ¿te lo hace así el cornudo de tu novio?

- No joder no, ni de coña. Tu me follas como una diosa, ahhhhh, siii, sigue

- Mírale al mamón de él, en la foto. Tantas medidas y vigilancia para que al final su novia se esté follando al vecino ¿no te da vergüenza?

- No, ahhhh, sigue, sigue se lo merece...

- Y el pensando que estas durmiendo plácidamente, y lo que estas es recibiendo polla como una cerda.

- Siiii, siiiii, sigue, sigue Joder Me voy a correr, sigue, sigue.

- Mira mamón. grité mirando al retrato. Así se tiene que follar a una hembra, a tu novia cornudo de mierda.


Y acto seguido empecé a empujar fuerte y muy rápido una y otra vez.

- Siiii, siiiii, ahhhhh, me voy a correr. Me voy a corrrerrrr. Ahhhhh.- gritaba Vero como poseída y con los ojos en blanco.


Tiré del pelo y le grite:

- ¡Díselo! ¡dile al cornudo quien te está follando!

- Joder mi vecino, Romeo me está rompiendo el coño, siiiii, mi vecino, ahhhhh, siiiii, me corrooooo ¡¡¡me corrooooooo!!!!! ¡¡¡¡¡ahhhhhh!!!!!

Y otra vez Vero se corría, pero mucho más intensamente que antes, desacoplándose, temblando, y cayendo derrotada encima de la cama y con muchas convulsiones tras un orgasmo si cabe mas fuerte que el anterior. Jadeando y resoplando sin parar

- Dios esto ha sido demasiado ufff, me voy a morir de gusto.

- Lo se Vero. Lo se...

Verónica se encontraba ahora planchada encima de la cama mientras yo aun con el rabo duro y lleno de flujos, a penas me quedaban fuerzas para algo más. Pero ahí estaba... su culo. Su culo seguía mirando hacia arriba.
 
Su culo... tengo una obsesión con los culos de las mujeres. Un maldito fetiche, y ahí tenía a mi disposición el de Verónica, de piel morena, carnoso y terso... Aún saqué fuerzas para bajar mi cabeza hasta su posadera, sacar mi lengua y recorrer ese agujero... su ano. Primero se lo rodeé, y luego intente introducirla. Lo tenía bastante cerrado, apretado; y cuando notó mi lengua día un respingo, la sorprendió, pero no se quitó.

- Uhmm..., Romeo, ¿y ahora que me haces?

- Tu disfruta. -Y continúe comiéndoselo despacito y con buena letra.

Mientras me dedicaba de lleno en la tarea, no perdí el tiempo y comencé a pasarle la yema de los dedos por su clítoris y algún dedo dentro de su coño. Verónica reacciono quejándose un poco pues lo tenía algo irritado después de las últimas embestidas, pero yo simplemente se lo acaricie e intente que disfrutase lo que venía a continuación.

Cuando conseguí que se relajase algo, volví a intentar introducir mi lengua en el agujero del culo, que seguía igualmente cerrado, pero ahora parecía reaccionar para bien al húmedo invasor mientras se lo babeaba. Lleno de saliva, levanté mi cabeza y saqué uno de los dedos que tenía en su coño para dirigirlo a su ano, a ver como reaccionaba.

Parecía que no había respuesta, así que comencé a metérselo un poco:

- ¿Romeo que me haces? ufff...

- Tranquila. Tenía ganas de comerte también este culazo, nena.

- Ahhh, me tienes rendida y aun quieres más nunca me habían hecho eso que estas haciendo ¿no es un poco sucio? Te diría que me hagas ya lo que quieras pero... ¡ahhhh! - Verónica notó como mi dedo se introducía hasta el fondo de su ano mientras seguía lamiendo con mi lengua sus gluteos- ¡hostia Dios!

Sus piernas volvían a temblar... parecía que ese era el toque, el momento de duda, de sock para, por supuesto, intentar introducirle la polla por el culo. Así que le saqué de golpe el dedo, me acerque sigilosamente rabo en mano lleno de flujos, escupí un poco en su agujero para lubricarlo más y me dispuse a introducirlo poco a poco.

- Ahhh... uffff..., no, no... eso sí que no va a entrar.

- Tranquila, ya verás como si...

- Ufff..., no sé nunca lo he intentado.

- Ahm... ¿de verdad me estás dejando ser a mí el primero?

- Ahora mismo no estoy como para razonar nada. Creo que te lo mereces, ufff... pero con cuidado, por favor.


Seguí a lo mío y por fin conseguí meterle la punta. Iba notando su esfínter poco a poco alrededor de mi capullo. Su culo estaba apretado de cojones, estaba costando dilatar, no cedía lo suficiente...

- Dios Romeo, ufff... creo que no, que no puedo, esto duele. La tienes muy gorda. Para un poco...

- Tranquila, espera. Voy a lubricar un poco mas.

Me la saque otra vez y volví a escupir, primero al agujero del culo, el cual ya daba signos de estar un poco abierto, y luego a mi polla, la cual de un momento a otro no iba a dar más de si y pedía correrse cuanto antes.

Volví a lo mismo: metiendo la punta poco a poco, notando como se abría su ano despacio. Esta vez parecía que iba más fácil yo ya estaba a cien. Me había follado a la vecina que tantas ganas tenía, encima ella tenía novio y a mi me estaba dejando desvirgarle el culo. Esto era una gran noche. Continúe empujando poco a poco:

- Joder, joder, Dios... como duele, Romeo.

- Aguanta que ya casi está. Más que dolor lo que te está dando es impresión nena...

Seguí empujando hasta que por fin pase la primera barrera y ella me lo hizo saber también:

- Ahhhh, Dios. Me estas rompiendo algo, ahhh...

- Calla, esto ya casi esta. mientras seguí poco a poco metiéndosela- No se ha roto nada; es tu ano que se esta dando de si.

- Duele, ufff... Dios...

- Poco a poco, cielo poco a poco. Una de mis manos empezó a masajearle a la vez el clítoris para que se relajase un poco, cosa que parecía funcionar.

- Oh duele, pero, uff no se que me estás haciendo. Mientras mi polla iba milímetro a milímetro resbalando dentro de su virginal culo.

- Tu aguanta ya verás. Si todo lo que te he hecho ha sido darte placer.

- Si, pero..., es muy gorda... ufff..., no voy a poder. - lloriqueaba Vero.

- Si puedes ya casi esta cariñó uffff, siiiiii, ya casi.

Por fin pude introducírsela entera y comencé a masajearle el clítoris aún mas rápido para que dejara de pensar en la pedazo polla que acababa de meterla en el culo.

- Ya esta, ya la tienes dentro.

- Dios no me lo puedo creer. Pero esto duele muchísimo por favor, termina con esto.

- Tranquila, ya verás que bien. Es más psicológico que otra cosa. Realmente no te está doliendo tanto. Si de verdad te doliese ya te habría revuelto como una loca para sacártela del culo, y sin embargo estas aguantando por que es un "dolor" que te da morbo y te va a empezar a dar placer. Búscalo.

Y empecé poco a poco a dejar que su culo se acostumbrase. De vez en cuando bombeaba sangre a mi rabo y Vero notaba como se hinchaba dentro de su culo. Cada vez que hacía eso, temblaba y respiraba más fuerte, pero poco a poco iba dilatando mejor. La verdad es que estaba resultando un poco difícil, ya que ella estaba muy nerviosa y lo pasaba realmente mal.

Mis dedos seguían ocupados masturbando su clítoris y parecía que le costaba aceptar al intruso. Comencé a embestir poco a poco, muy poco a poco para al rato pasar a un poco mas rápido, pero sin sacársela. Me estaba poniendo a cien, y cuando eso ocurría me volvía muy violento, y mas aún teniendo a mi placer el segundo culo que desvirgaba en mi vida (el primero fue el de mi ex pero eso ya será otra historia).

Vero no dejaba de gimotear e incluso comprobé como le caía una lágrima por la mejilla. A mi esto me estaba poniendo cada vez mas burro, y seguí empujando un poquito mas tarde o temprano acabaría corriéndome, pues la situación me ponía demasiado excitado.

- Oh, Romeo, por favor termina ya. Me estás matando. Uhhh.

- Hostia... aguanta un poco, ufff...

- Venga, me vas a romper. Ahhhh, ahhhhh... Dios...

- Aguanta, cielo. Mientras mi polla empezaba a entrar ya un poco mas rápido en su trasero.

- Ahhh, ahhh, Dios..., esto es demasiado.

- Sí, joder me voy a correr, si, ufff...

- Sácala, sácala, que me estas rompiendo, para, para...

- Joder no, ahora no, no puedo.

- ¡Sacala! Correte en mis tetas, venga joder... uhhhh, duele demasiado me estás rompiendo.

Y ni corta ni perezosa se empezó a revolver consiguiendo zafarse de mí embestidas anales. Acto seguido se dio la vuelta y me agarro la polla masturbándome fuertemente, dirigiéndola a sus tetas:

- Joder Vero me corro, me corrooooooo, ¡¡¡ahhhhhh!!!...

Y de repente un buen chorretón de lefa salto a su cara acompañado de otro que cayó en su pecho izquierdo y otro que terminó en el canalillo. Había sido un orgasmo apoteósico.

Verónica no dejaba de meneármela mientras veía su rostro desencajado con algunas lágrimas producto de la desvirgación anal que acababa de tener.

- Ufff ¿ya estas a gusto? me dijo

- Si. Si ya estoy muy a gusto. Esto ha sido la hostia.

- Si, si que lo ha sido, pero esto último que has hecho sobraba. Te lo perdono porque me has follado y me has dado dos orgasmos como nunca he tenido, pero me has roto el culo y duele mucho.

- Lo siento nena, pero no he podido aguantarme. Te tenía muchas ganas.

- Eres un bestia joder como follas.

- Perdona pero se que en el fondo te ha gustado todo lo que te he hecho.

- Todo casi todo.

- Aprenderás a apreciarlo.

- Eres un cabrón

- Lo sé y te gusta. Date la vuelta.

- ¡No! ¡Deja mi culo en paz!

- Venga coño. -resignada obedeció y se dio la vuelta. Saca el culo; ponlo apuntando hacia arriba.

- ¿Eh, que me vas a hacer? Ya valió, eh.

- Tranquila. Quiero ver si está todo bien.

Ella me hizo caso y saco su culo hacia arriba. Ahí estaba ese agujero recién follado y bien follado, que parecía la boca de un metro. Pude comprobar el balance de daños que la había provocado: tenía todo muy rojo e irritado, pero nada grave.

- No te preocupes, está todo bien. Ve al baño y dúchate. Lávatelo bien.

- Dios, no veas como me está quemando, ¿seguro que está bien?

- Sí, no te preocupes. Cuando termines de ducharte, ponte un poco de crema para el cuerpo. Te vendrá bien.

- Uhm te haré caso, pero que sea la última vez.

- No te preocupes. Sé que me he pasado, pero es que me he puesto muy bestia y no me controlo.

- Pues contrólate, por que vale que me has follado como nunca, pero esto último me ha dejado doblada.

- No te preocupes. Te pido perdón. Ahora me marcho, y ya hablamos.

- Muy bien hablaremos.

Nos dimos un beso pequeño y sin más me dirigí a la puerta de entrada dando un hasta luego que no fue devuelto.

Al día siguiente le di vueltas a todo lo que había pasado y pensé en que igual el novio se daba cuenta de que su novia tenía el culo un tanto más abierto de lo normal La verdad es que ella podía excusarse con cualquier cosa un poco inteligente y me tranquilice.

Por la tarde recibí un mensaje sms de Verónica.
 
El mensaje decía tal que así:

"Hola. Que sepas que lo de ayer me ha encantado y tengo muchas ganas de repetirlo. No pienso dejar a mi novio porque todo eso es muy complicado, pero tampoco quiero dejar de perder tu polla y ya estoy deseando que me vuelvas a follar como ayer. Por cierto, eres un cabrón. Aun me sigue doliendo el culo una barbaridad. Espero que se pase pronto por que si no te juro que te mato."

El mensaje que hizo cierta gracia por la última frase, y a la vez aumento mi ego porque tenía a esta chica a mis pies y quería más. Además, mi polla pareció reaccionar y enseguida se puso dura de solo imaginarme el próximo encuentro que tendría con ella.


Capítulo II

Me levanté de la cama después de una buena siesta y me fui a la ducha. Estábamos a jueves, pero era día festivo, así que había que aprovecharlo de alguna forma. Cuando salí de la misma me miré al espejo, desnudo. Mi cara, mi cuerpo, mi pene En cierta forma no me podía creer que tuviese a una tía casi desconocida hasta hace unos días, deseando volver a estar conmigo y que encima le hubiese gustado tanto como le había follado, el tamaño de mi polla, etc Como solo había tenido una novia, mi experiencia sexual se reducía a una sola chica y pensé que tan mal no debió de ser aquella relación si tan bien aprendido había salido. Ahora ya había otra nueva que corroboraba lo bien que me lo montaba en la cama y la autoestima iba en aumento.

Salí del baño, me vestí, cogí el casco de la motocicleta y bajé al garaje comunitario del edificio. Por mi cabeza pasaban una y otra vez las imágenes de todas aquellas veces que me había cruzado con mi vecina en el ascensor, en el portal, el día que le pedí el número de su teléfono móvil, cuando la llamé todo nervioso y hasta hoy, cuando por fin había quedado con ella, me la había follado y hasta roto el culo. Se dibujaba una sonrisa maliciosa y traviesa en mi cara. Arranqué la moto y me deje llevar. Necesitaba tomarme algo cerca de algún chiringuito de la playa.

Cuando por fin llegué pude comprobar que tenía tres llamadas perdidas de Verónica ¿Le habría pasado algo? Cogí el móvil y le devolví la llamada, hasta que por fin descolgó:

- ¿Tu qué? ¿De qué vas? No me contestas al mensaje, no me coges el móvil, pasas de mí. Mira, si no quieres quedar más conmigo se acabó esto y ya, que no tengo por qué estar detrás de ti como una gilipo -aquí la corte, todo incrédulo de lo que estaba oyendo.

- Ey, ey, ey... ¿pero qué te pasa, tía? Tranquilízate. No te he cogido el teléfono porque estaba conduciendo con la moto. — la verdad es que no entendía por qué estaba como una fiera. — ¿vale?

- Ya ¿y mi mensaje qué? ¿No lo has leído?

- Claro que lo he leído, pero estaba echándome una siesta y medio dormido como para contestar algo con sentido, ja, ja...

- Ya bueno Es que pensaba que ahora ibas a pasar de mi después de todo lo que ha ocurrido y me estaba cabreando a marchar forzadas.

- Ya veo, ya. No te fías una mierda de los tíos, eh. De todas formas, que te pongas así conmigo no tiene mucho sentido, que no soy tu novio.

- Ya, ya lo sé. Lo siento. Es que me dan unos prontos muy fuertes.

- Ni que lo jures ¿seguro que no te pasa nada más?

- He discutido con mi novio.

- Ahhh... ya decía yo que algo sí que te pasaba. No descargues conmigo, eh.

- Que no, que no. Lo siento. Que tú no tienes la culpa.

- Pasa de él ¿por qué no le dejas?

- Ufff, llevamos muchos años juntos, desde el instituto. No me atrevo a dejarle. Se enfadaría muchísimo conmigo y montaría en cólera, y no quiero pasar por eso. Además, todavía siento cosas por él.

- Si, sientes muchas cosas por el hasta que te meten una buena polla por el culo.

- Calla. No seas gilipollas ¿de qué vas?

- Yo lo único que sé es que ese tío no parece convenirte. Te tiene bastante dominada y sin embargo tú tienes muchas ganas de probar otras cosas. Ayer le has puesto los cuernos y te lo has pasado muy bien. Tú sabrás.

- Mira, es mi vida, tengo 21 años y ya soy mayorcita para no tener que oír consejos de nadie. Te tengo que dejar. Adiós. — y colgó.

El ataque de sinceridad que tuve no se lo tomo muy bien, pero creo que yo tenía razón. El tío ese era el típico novio machito, violento, e imbécil que hacía con su novia lo que le daba la gana. ¿Yo no era nadie para decirle nada? Posiblemente pero espero que al menos le hiciese reaccionar.

Me terminé la caña que me estaba tomando, pagué y agarre otra vez la motocicleta como alma que lleva el diablo de vuelta a casa.

Al día siguiente me levante y fui a trabajar como otro día normal. Ya era viernes, y por tanto, solo había que estar por la mañana ahí. Recibí un mensaje de Verónica:

- Hola Romeo. A ver si me puedes dejar un CD virgen. Necesito grabar unas cosas y no tengo nada a mano.

- Ok. le conteste. Luego cuando llegue a casa te llamo a la puerta y te paso uno.

Bueno, su reacción parecía que era como que no pasaba nada. Ya hablaríamos lo que fuese cuando nos viésemos cara a cara aunque con sinceridad, me importaba tres cojones todo esto. Estaba claro que esto no era más que sexo y que su vida era cosa de ella.

Cuando llegue a casa comí algo, y más tarde, una vez lavados los platos, entré en mi habitación, cogí un CD virgen y salí al pasillo de la escalera para llamar a Verónica a la puerta. Esta enseguida me abrió:

- Ay, hola Romeo. se acercó y me dio un beso en los labios. Pasa, pasa.

Ahí estaba otra vez, con el pelo suelto, un escote blanco que le hacía resaltar sus grandes tetas, y un pantalón vaquero que adivinaban unas piernas rollizas y un culo carnoso y redondo. No perdí tiempo en entrar. Le cogí de la cintura, le empuje contra la pared, cerré la puerta de una patada y comencé a comerle la boca mientras le agarraba una vez más uno de sus tremendos pechos.

Ella correspondía igualmente agarrándome de la cabeza fuertemente y dejándose hacer. Cuando me separé, me apresure a comentarle:

- ¿Tu, que? ¿ya se te han pasado los humos?

- Jaja, que imbécil. No estaba enfadada simplemente un poco disgustada por la discusión que tuve anteriormente con mi novio. No era por ti.

- Pensé que ya no querrías hablar ni quedar más conmigo después de la última vez que hablamos.

- No, no te preocupes. Son prontos que me vienen. Pero tranquilo que no tengo nada contra ti. Ven, vamos a mi habitación.

Me cogió de la mano y nos aproximamos a la misma. Comprobé que no había nadie en su casa. Estaba sola y eso enseguida encendió mi polla. Allí estábamos otra vez, en el mismo lugar donde dos noches antes le hice mía, donde le follé a lo bestia donde coroné al imbécil de su novio con una buena cornamenta mientras ella chillaba una y otra vez de placer.

- ¿Para qué era el CD?

- Es para una amiga. me dijo Quería grabarle unas canciones y no tenía a mano uno ¿no te importa, no?

- No, no me importa. Ya me encargo yo de que me salga a cuenta. y rápidamente le alcancé con mi mano derecha su coño por encima del pantalón vaquero que llevaba puesto.

- Jajaja, que cabrón eres. Ahora que pasa ¿soy una cualquiera? Jajaja.

- Bueno tómatelo como mejor quieras, jajajaja. — y la tiré encima de la cama.

Me puse tumbado a su lado derecho y nos comenzamos a besar. Mi mano iba bajando por el cuello hasta que conseguí meterla por debajo del top y el sujetador, agarrándole fuerte el pecho izquierdo, sacándoselo fuera.

Acariciaba su pezón con la yema de mi dedo índice mientras nuestras lenguas se enrevesaban suavemente. Me aparté un poco y bajé la cabeza hasta su pecho, donde conseguí comerle esa berza que ya estaba fuera, hasta donde me entraba en la boca. Verónica no dejaba de suspirar mientras sujetaba con una de sus manos mi cabeza. A la vez fui bajando mi mano por su cuerpo hasta alcanzar el coño, acariciándoselo por encima del pantalón. Levante de repente mi cabeza y se oyó un chop al soltar su pezón con mis labios.

- Me voy a quitar las gafas que esto es muy incómodo. — dejándolas apoyadas en la mesilla de noche de su cama.

- Jaja, vale, vale. — decía ella.

Volví otra vez al trabajo y esta vez tire de su top hacia abajo y conseguí sacar su pecho derecho afuera. Ahora ya tenía los dos a mi disposición y aproveche para hundir mi cara entre ellos. Eran enormes y tenía que hacerlo, dado que nunca se me había presentado la oportunidad. Mi ex tenía buenos pechos, normales, pero esto esto era otra liga.

Con cada mano agarraba una de sus tetas, le pasaba la lengua, arriba, abajo, a los lados, intentaba metérmelas en la boca de todo. Como si mañana dejase de existir la vida. A Vero se le escapaban jadeos pequeños de vez en cuando.

Sus manos pronto buscaron mi entrepierna, alcanzando a bajar la cremallera y metió su mano dentro de mi pantalón. Mi polla ya estaba bastante dura, pero dado su grosor, dureza, y la posición un tanto incomoda, le era bastante imposible sacarla fuera.

- Espera, que te ayudo. — le dije.

Me erguí, y me desabroche el pantalón para que ahora sí, pudiese poner a su disposición mi rabo, el cual enseguida agarró, acarició y empezó a masturbar.

- Joder, Vero necesito follarte. No veas que ganas tengo.

- Y yo, pero aquí no podemos.

- ¿Pero si estamos solos, no?

- No, no mi abuela está echándose la siesta en la habitación de al lado. No podemos hacer nada, no vaya a ser que se levante.

- ¿Qué no? Ven - levantándome y abrochándome el pantalón. Vamos a mi casa.

- ¿No hay nadie?

- No, estoy solo. Mis viejos están de vacaciones.

- Joder, haberlo dicho antes. mientras conseguía torpemente volver a meter sus tremendos pechos dentro del sujetador y el top.

Nos levantamos, nos cogimos de la mano y deprisa salimos de su casa, cerrando la puerta, cruzando el pasillo de la escalera del portal y nervioso acertando a meter las llaves en la puerta de mí casa. Una vez dentro nos fuimos a mi habitación. Allí desabroché el pantalón tirándolo hacia abajo a la vez que mis calzoncillos, y saqué mi pene fuera; me senté en mi cama, algo más pequeña que la suya, y le ordené:

- Ponte de rodillas.

- Joder, Romeo... mira que la tienes gorda, eh...

- Ja, ja..., si, y bien que lo sabes. Venga, ponte de rodillas.

Obediente, Verónica se arrodillo en el suelo, me la cogió con cuidado y sacando la lengua, se aproximó a lamerla de arriba abajo. Eso me daba bastante morbo y enseguida mi polla reacciono volviéndose a poner muy dura.

- Wow, y es que encima no veas como se pone. Veo que te gusta.

- Pues claro que me gusta, Vero. Lo haces muy bien.

- Esa es la idea ¿no? A ver si consigo metérmela en la boca.

- Pero con cuidado, eh, con cui. ¡ay! . — me quejé.

Había metido la cabeza de la misma en su boca y una vez más me la había arañado con los dientes, lo que me provoco cierto leve dolor.

- Mira que eres quejica. A mi novio le encanta.

- Ya, ya me dijiste el otro día. Pero yo la tengo esa parte más sensible. Lo mejor es que aprendas a abrir más la boca. Prefiero el calor de tu lengua que el roce de tus dientes, la verdad.

- ¿Cómo? ¿Así? — intentando en vano abrirla todo lo que podía, cosa que apenas pudo llegar a hacer para apenas meterse solo un centímetro más de rabo.

- Jeje, bueno, más o menos. Mejor te voy guiando.

Y con las mismas la agarre del pelo y la empecé a indicar como debería hacer el movimiento de la cabeza, poco a poco.

- Saca la lengua afuera todo lo que puedas. Eso me gusta ya que me roza todo el tronco.

- Grruuppp, gruuuupppp.— tan solo conseguía soltar Vero através de su boca.

- Ja, ja, ja, ja..., me lo tomaré como un vale, ja, ja, ja, ja...

La cosa iba mejorando, y pronto aprendió a mover la lengua con delicadeza mientras su cabeza bajaba una y otra vez. Le tiré del pelo hacia arriba sacándose violentamente mi polla de su boca y comprobando como le caían un montón de babas por la barbilla. No conseguía meterse ni la mitad de polla, pero generaba muchas babas que hacían que esta entrara y resbalara mejor. Su mirada de sumisa mezclada con morbo era para enmarcar.

Estaba claro que Verónica estaba acostumbrada a que la dominasen y yo no podía desaprovechar la ocasión.

- Ven, ahora cómeme los huevos.

Verónica se dedicó como pudo a pasar su lengua por mis testículos, de arriba abajo, intentándose meter los mismos en la boca para automáticamente volverles a escupir hacia afuera. Le volví a tirar del pelo hacía arriba para que pasase su lengua por todo mi tronco y otra vez para abajo para que volviese a degustar mis huevos.

- Menéame la polla con la mano de mientras. cosa que hizo de inmediato mientras su lengua seguía dedicada a darme placer en mi fábrica de esperma. Eso es, muy bien ¿No haces esto con tu novio o qué?

- No, la verdad es que no. Solo se la chupo y ya está. Es muy clásico.

- Ya veo menudo pringado el machito de los cojones.

- Oye, deja de meterte con el...

- Ven, ahora cómeme el culo. mientras empujaba su cabeza un poco más abajo, pasando su lengua por la zona del perineo, y acabando en el agujero de mi culo. Verónica se resistió un poco. No parecía que la hiciese mucha gracia la idea. - ¿Qué te pasa? ¿Te da asco o qué?

- Pues si ¿tú que crees?

- El otro día te he comido el culo y bien que te ha gustado.

- Ya, pero me lo hacías tu a mí, no yo a ti. Me da reparo.

- Anda, no me seas remilgada. Prueba, que no pasa nada. -Verónica se dejó hacer y presionándole la cabeza hacia abajo saco la lengua y tímidamente la paso por mi ano. - Eso es nena, así me gusta. No dejes de menearme la polla. -volvió a sacar la lengua y empezó a jugar con ella. Cada vez le dedicaba más mimo. - ¿Ves como no es tan asqueroso? No sabe a nada.

- ¿Y tu que sientes? — preguntaba absurda.

- ¿Qué sentías tu el otro día?

- Pues cosquillitas y algo de placer.

- Bueno, pues yo lo mismo, y si encima me estas sobando el rabo, mejor que mejor. — la resolví.

Verónica comprendió enseguida como debía comportarse y deje de agarrarle el pelo para que ahora si, ella sola se dedicara a darme placer a su capricho. Me lamia el ano primero con cuidado y luego intentando introducir la lengua un poco dentro. Parecía que le estaba empezando a gustar lo que hacía. Mientras tanto con su mano derecha no dejaba de masturbarme la polla, bajando y subiendo la piel de mi rabo arriba y abajo. Me saco la lengua del ano subió un poco y estando a la altura de la cabeza de mi rabo, dejo caer un buen chorro de saliva que enseguida apresuro a extender con su mano para que resbalase mucho mejor. Hecho esto, volvió a bajar hasta mi culo y prosiguió con sus lamidas, acelerando cada vez mas sus caricias en mi polla. Estaba en la gloria.

- Aprendes rápido, nena. Aprendessss..., aahhhhh... siii, joder... mmmm... rápidooo...

- ¿Te gusta?

- Si, mucho. Lo estás haciendo, ahhhhhh... genial. Esto no se lo haces al marica de tu novio ¿eh?

- Mi novio pensaría que precisamente esto es de maricas. Eso de que le toque el ano como que no entra en sus parámetros sexuales.

- Ja, ja, ja... menudo pringado.

- Pues si, ya veo que a ti te da mucho placer.

- A mi y a todos. Lo que ocurre que los pringados siempre se retraen con estas cosas por miedo a que se les pegue algo homosexual, jajajaja, como si eso se contagiase o algo así ¿sabes?

- Si, entiendo.

- No saben disfrutar del sexo. Sigue, nena, venga...

Volvió a hundir su lengua en mi culo y a pasarla de arriba abajo. Su mano desacelero la paja que me estaba haciendo a la vez; subió un poco la cabeza y se metió la punta de mi polla dentro, succionándo suavemente.

- Me encanta tu polla, Romeo. Es muy bonita.

- Jajajaja, eso no me lo habían dicho nunca. Me suena no se cursi, ja, ja, ja, ja...

- Jajajaja, pues si pero es verdad. Es casi perfecta. Gruesa y dura un poco mas larga y no se qué sería de ti.

- ¿Actor porno? Ja, ja, ja, ja, ja...

- Si, algo así, ja, ja, ja, ja, ja...

Volvió a metérsela en la boca. Pese a que aveces me seguía rozando con los dientes, parecía que le había cogido el truco y ahora se aplicaba mucho mejor.

- Bien, Vero... joder, que bien lo estas haciendo... Muy... Ahhhhh..., muy bien... mmmmm...— movía su mano arriba y abajo mientras subia y bajaba su cabeza a la vez, con total dedicación.— Joder... muy bien, ahhhhhh...

- No te me vayas a correr. Tengo ganas de que me folles como el otro día. ¿No veas como tengo el coño?
 
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Acerté a bajar una de mis manos a su entrepierna y conseguí desabrochar el pantalón para acto seguido meter un de mis dedos en su coñito. Sin lugar a dudas esta tía estaba como una moto.

- Joder estas chorreando, nena. Ven, quítate el top. — agarrándole del mismo y tirando de hacía arriba. Vero al instante prosiguió la jugada quitándose el sujetador y por fin liberó aquellas dos inmensas masas de carne en forma de pechos. — Ufff es que no me puedo creer lo grandes que son, tía.

- Te gustan, eh...

- ¿Y a quién no?

- Jajaja, y cuando iba al instituto todavía estaban un poco más grandes, pero sobre todo, muy, muy duras.

- Puffffff, quiero follártelas.

Me agarró la polla, escupió encima y, como antes, volvió a extender su saliva a lo largo del tronco. Volvió a escupir y repitió la operación, pero esta vez se la acerco a sus tetas y se la metió entre ellas, dejándola encajonada en medio. Dejó caer un buen escupitajo entre mi polla y sus berzas, agarró con sus manos cada uno de sus pechos y empezó a masajearme el rabo, extendiéndolo bien. Este se perdía entre tanta carne y a mí se me quedó una cara de alucinado que era como para grabarme.

- ¿Esto es lo que querías, no? .—me preguntó.

- Hostias si, joder ahhhh, que bueno.

- No te corras, eh. Que ya te he dicho que quiero que me folles.

- Descuida ahhhhhh, Dios. descuida que suelo aguantar mucho.

- Mmmm, como el otro día, que me hechaste tres polvos sin pestañear

- Eso es, nena. Como el otro día.

- Me encanta. Mi novio se corre enseguida. No me aguanta nada.

Volvió a separarse las tetas y agarrarme otra vez la polla para colocársela mejor. Otra vez, escupió en su canalillo, y empezó a restregarse como al principio.

- Ufff, esto es la leche como me pones. Que pedazo berzas. El cornudo ese no te merece. Menudo gilipollas.

- Deja de insultarle Romeo... tiene sus cosas.... No se que te gusta mas, si follarme o saber que tengo novio y que te estas tirando a su chica.

- Jajaja, tal vez ambas cosas.

- Eres un hijo puta morboso.— mientras me miraba con cara de picarona.

- Te aseguro que todo esto lo estoy descubriendo ahora. Jamás me he follado a ninguna tía que tuviese novio.

- No me lo creo. volvió a escupir y esta vez aceleró sus manos y el masaje de sus pechos.

- Ahhhhh, siiii, créeme.

- No me creo nada. Estoy segura de que tu has tenido muchas aventuras.

- No, te juro que tu eres la primera con la que me pasa algo así. Ahhhh, joder..., para, para anda, que te voy a follar.

- ¿Si me vas a follar? No veas que ganas tengo. soltándose sus tetas y levantándose como un resorte, mientras mi polla yacía muy dura sobre mi vientre, llena de saliva y con la punta morada.

- Si, quítate el pantalón.

Verónica hizo caso y automáticamente se deshizo del mismo, dejando al fin liberado su gran culo carnoso y ese coñito depilado totalmente que invitaba a devorar. Me levanté, le cogí por la cintura y le pegué un buen morreo mientras mi polla jugaba con la entrada de su coño dando pequeños empujones.

La tiré sobre la cama, y alcé sus piernas agarrándolas con mis manos. Me agaché y le pase toda mi lengua por la raja, que mas que un coño parecía una fuente de lo caliente que estaba, rebosando sus flujos por todos lados.

- Ahhhhh, que lengua tienes, cabrón. Si ahhhhh.

- Bufff, estoy que exploto.

Me erguí y me cogí la polla con una mano, acercándosela poco a poco a la entrada de su gruta. Primero se la pase por su clítoris, masajeándoselo un poco con la punta. Esto la hizo dar unos cuantos jadeos. Luego baje e introduje un poco la polla para automáticamente sacarla. Así dos veces, a la tercera Verónica ya no podía mas:

- ¡No me hagas eso! ¡Métemela! ¡Métemela!... no me aguanto más.

- ¿Si? ¿Estas segura? Yo creo que así no se piden las cosas.

- No seas malo ¡métemela! mientras volvía a masajearle el clítoris con la punta.

- ¿Seguro que quieres?

- Si, si. fóllame, fóllame si.

- Muy bien, aquí la tienes ¡¡¡hasta dentro!!! — y se la metí sin miramientos, fuertemente y sin pausa; sin clemencia.

- ¡¡¡Ahhhhhh!!! ¡¡¡cabrón!!! que gorda. ¡¡¡ahhhhhh!!!

- Toma rabo, que es lo que querías, ufff. empujando mi culo hacia adentro como un resorte.

- Joder ¡no pares, no pares!

Agarre otra vez sus piernas y me las puse en los hombros, dejando todo su coño a mi disposición y permitiendo que la penetración fuese todavía más profunda.

- Joder siiii, que buenoooooo. — gritaba Verónica.

- Disfruta. Esta polla hoy es para ti. Toma, toma...

Sus tetas no dejaban de moverse para todos los lados. Cada vez que aceleraba mis embestidas, aquellas ubres reaccionaban como si de dos flanes gelatinosos se tratase.

- Se va a enterar el cornudo de mierda este como te voy a dejar el coño.

- Joder si me lo estas destrozando. Como la siento es muy gorda ahhhh

- Toma.- mientras le daba otra embestida aún más fuerte. Toma disfruta.

- Ufff... si.... Ahhhhh...

Después de la mamada que me había hecho, la cubana, etc estaba que no aguantaba mucho más. Me estaba poniendo cardíaco y se lo hice saber:

- No me aguanto me voy a correr.

- ¿Ya?... Ufff joder. Me estas matando, no me dejes así

- Te vas a tener que joder, pero yo no me aguanto mas y me voy a correr.— repetí.

- No, joder, no aguanta un poco más, ahhhh..., Dios como te siento.

Verónica bajó sus piernas de mis hombros y me agarro del culo haciendo que me hundiese un poco más. Aquello era demasiado, y aunque podía haber hecho el esfuerzo como otras tantas veces había conseguido, hoy quería ser egoísta. Me daba todo igual. Quería que aprendiese quien mandaba aquí, que me desease. Quería oírla suplicar que no parase. Pese a todo ya estaba decidido, y me iba a correr en su coño.

- Cállate. Luego si quieres, queda con el puta mierdas de tu novio y que te haga correr.

- No. yo quiero contigo ahhhh. Sigue, por favor Romeo, sigue...

- Toma, toma, toma. — acelerando mis embestidas.

- Dios, si. asiiiiiii no pares. ¡¡¡No pares!!!.

Me alcé un poco y me sujeté en sus tetas con las dos manos, apretándoselas a lo bestia mientras aceleraba el ritmo.

- ¡Que buena que estas, cabrona, toma rabo!

- No pares, sigue, sigue.— suplicaba Verónica.

- Te vas a joder.

- No, nooooooo, ahhhhhh...

- Siii, toma rabo. Me corro, ¡¡¡me corrooooo!!! ¡¡¡PUTAAAAA!!!!

Tal como estaba, mientras la agarraba de sus ubres, meti mi culo hacia dentro todo lo que pude, hundí mi polla lo más profundamente que podía dentro de su coño y empecé a expulsar chorretones de leche. Un orgasmo brutal, coronado con ese PUTA que había resonada a grito pelado en toda la habitación.

Mi esperma poco a poco fue dejando todo lo que podía en lo más profundo de su coño, mientras Verónica jadeaba presa de estas últimas embestidas que le estaba regalando.

- Joder, joder... me has llenado el coño, cabrón...

- Si, ahí tienes tu premio.

- Dios, pero yo quería correrme contigo ¿y ahora qué? Joder...

Di tres embestidas más hasta asegurarme que no me quedaba más lefa que expulsar y poco a poco fui saliendo de su coño. Este estaba al rojo vivo y un pequeño chorretón de esperma acompaño la salida de mi rabo mientras Verónica, aun exhausta resoplaba y se lamentaba que ya hubiese terminado todo.

- Mierda, tengo el coño súper caliente.

- Pues una de dos: o te haces un dedo o llamas al cornudo y que termine lo empezado.

- Que cabrón eres ¿por qué te has corrido tan pronto?

- Porque me ha salido de la polla. — dije seriamente.

- Pero que pedazo hijo de puta eres. Dios... que bien follas..., pero esto... esto ya te vale. Y encima me llenas el coño de leche. No te he dado ningún permiso.

- Ya, claro... me da igual. Como no te negabas, pues me corrí sin preocupaciones.

- Y menos mal que tomo la píldora, pero joder encima es que te has corrido como un toro. Que cabrón.

- Bueno, ya sabes lo que hay. El otro día cuando me corrí en tu cara y en tus tetas bien, vistes lo que te podía venir encima hoy.

Verónica se levantó un poco disgustada por haberla dejado a medias y se fue para el baño a limpiarse:

- Ten cuidado, que no se te caiga nada por el suelo, jajaja. — Mientras comprobaba como le salía mi leche de su coño pringándole parte de sus piernas.

Al rato, salió del baño. Yo seguía tumbado en la cama en pelotas. Se acercó y se sentó a mi lado:

- Has tardado un poco ¿no? — le pregunté.

- No, lo justo y necesario.

- Ya seguro que te estabas haciendo un dedazo por que no te aguantabas.

- Pues no vete a la mierda. Me has dejado muy caliente. dijo Verónica elevando un poco el tono.

- Ya sabes lo que te he dicho. Luego quedas con el cornudo y que te folle.

- Con él es muy difícil que me corra. No folla ni de coña como tu.

- Eso ya me lo puedo imaginar. — dibujando una sonrisa en mi cara.

- Menudo sobrado estas hecho.

- Simplemente estoy afirmando lo que tú ya me dices: que follo bien. Que te coma el coño, aunque sea. No se

- Ja... eso si que no me lo hace nunca.

- De verdad no sé que haces con ese inútil. Ven agáchate un poco y despídete. Dala un beso.

- Si, claro, ja, ja... ¿y que mas?

- Venga, dala un beso...

A regañadientas, Verónica agacho la cabeza hasta mi polla, ahora morcillona, y con una pequeña gota de esperma en la punta. Se acercó un poco y la dio un beso en el capullo. Al apartarse salió un hilo de sus labios a mi polla producto de aquella pequeña gota que había quedado. Al romperse, ella saco la lengua para limpiarse los restos.

- Límpiamela un poco...

- Joder ¡no!

- Venga coño, límpiamela...

- ¿Tú crees que te lo mereces?

- Bueno míralo por el otro lado: hoy no te he follado el culo. Me he portado bien.

- Ja, ja... ¿pero cómo eres así? A mi culo déjalo en paz. Hoy si te has portado mal, que me has dejado a medias.

- Mira, me estoy dando cuenta de que me gusta este juego de dominar. Y creo que en parte a ti te está poniendo muy caliente. Te aseguro que la próxima vez te recompensare muy bien. — me levante y me senté a su lado, pasando mis piernas por cada lado de su cuerpo. Acerque una mano a su coño y le acaricié el clítoris. — Pretendo que te vayas luego donde tu novio más caliente que un hierro al rojo vivo. Fóllatelo y luego me comparas.

- Ya te he dicho que con él me cuesta mucho correrme. Es un inútil en la cama.

Le di un morreo y deje de tocarla el coño.

- Tu sabrás, pero creo que hoy no te va a quedar otra. le desafié.

- Que cabrón eres.

- Si lo soy y te gusta. Y ahora, agáchate y límpiamela.

Me pareció increíble, pero Verónica, resignada o tal vez llena de morbo por aquella sumisión, se agacho hasta mi polla y se la metió en la boca, limpiándome los pocos restos que quedaban de esperma. Luego, una vez limpia, levanto su cabeza, me miró a los ojos y me dio un morreo en los labios.

- ¿Ves como no era tan complicado? Venga, y hazme caso. El próximo día que quedemos, me cuentas.

Verónica no decía nada. Parecía abstraída en sus pensamientos, como si aquello la confundiese. Nos vestimos, y nos acercamos a la puerta de mi casa, abrí y nos empezamos a despedir.

- Bueno ya hablaremos. — dijo Verónica.

- Eso es ya hablamos. A ver que tal. Mañana es sábado y saldré con los amigos por ahí, así que no podremos quedar.

- Si yo también quedaré con mi novio y sus amigos, que traen a sus novias. Iremos a una discoteca así que si eso el domingo hablamos ¿vale?

- Ok eso dalo por hecho.

De repente suena un telefonillo pero no es el de mi casa ¡es el de la suya!

- Uy llaman a mi casa. Voy a abrir.

Vero rápidamente sacó las llaves y se apresuró a abrir la puerta. Insistían una y otra vez llamando al telefonillo ¿Quién sería? Por fin abrió la puerta y cogió el interfono:

- ¿Si?... ah vale sube ¿ya? Vale.

- ¿Quién es? pregunté intrigado.

- ¡Mi novio!

- No jodas hostias casi nos pilla ¿le estabas esperando?

- Que va se presenta a veces por sorpresa.

- Bufff que mal rollo. Bueno, venga, cierro. Ya hablamos.

- Vale.

Casi ya cerrando la puerta me di cuenta de que me faltaba algo ¡Mis gafas!

- ¡Joder espera, espera Vero! ¡No cierres!

- ¿Qué pasa?

- ¡Mis gafas!

- ¿Dónde están?

- En tu mesilla. Al lado de tu cama. Me las dejé antes.

Verónica se apresuró a entrar deprisa a por ellas. Noté que ya estaba subiendo por el ascensor. Como nos pillase podía sospechar nada bueno. Verónica por fin salió por la puerta de la entrada y me las dio.

- Ufff. Gracias. Venga cierro que ya está aquí.

- Venga, ciao.— acertó a decirme.

Justo cuando cerré la puerta se abría la del ascensor. Curioso me asomé por el pestillo de la puerta. Ahí estaba su novio, más alto que yo, y con pintas de portero de discoteca:

- Hola ¿con quién estas? — preguntó el muy cornudo.

- Sola ¿por?

- ¿Por qué no me has abierto antes? — volvió a interrogar.

- Estaba en el baño.

El novio por fin se introdujo en su casa y Vero cerró la puerta. Mi corazón latía a mil por ahora. Casi nos pilla. Esperaba que no intentase nada sexual tan pronto con ella, no váyase a ser que notase algo raro en su coño algo como que estuviese más dilatado de lo normal, jajaja.

Paranoias mías. Ya me contaría la próxima vez.
 
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Capítulo III y final.

Al día siguiente ya era sábado. Por la mañana me lo pasé dando una vuelta con la moto, visitando a mis familiares, etc, y entre mis quehaceres empecé a tramar la noche. Tocaba quedar con los amigos y salir un rato por ahí, tomar unas copas y hacerse unas risas. Pero el día todavía era muy largo.

Por el mediodía me acerqué a casa para comer. Aparqué la motocicleta en el garaje comunitario y salí por el portal hacia el supermercado para coger una barra de pan. Como no, y como solía ser habitual, me cruce nuevamente con Verónica que también estaba cogiendo pan y alguna cosa más allí mismo:

- Vaya, vaya Vero... es como si el destino nos uniese, eh...

- Ja, ja..., ya te digo. Demasiadas coincidencias ¿no me estarás siguiendo, no?

Nos echamos los dos a reír y nos dirigimos hacia la caja del súpermercado para pagar. Estuvimos hablando sobre que tal nos estaba transcurriendo el día y poco más. Cualquiera que nos viese no sospecharía que apenas un día antes habíamos estado follando como posesos; como amantes que se esconden de algo y de alguien.

Una vez pagamos nuestras respectivas compras, salimos fuera y me dijo ven, acompáñame que te acerco con el coche. Nos introdujimos en el mismo, arrancó y nos fuimos al garaje.

- Venía del pueblo y he parado antes para hacer la compra. Como pilla a mano...

- Ya, me he imaginado. No creo que fueses tan vaga como para coger el coche para diez metros de nada, ja, ja, ja...

- Jodeeerrrr, pues claro que no, ja, ja, ja, ja...

- No te extrañe, que cosas más raras he visto por ahí. Y por cierto ¿cómo acabó la cosa ayer?

- Ufff mi novio estaba un poco mosca. Le expliqué que estaba en el baño y que por eso no había podido abrirle antes. Parece que se lo tragó y se tranquilizó un poco, pero ya tenía intenciones de montarme el pollo.

- Joder menudo elemento. Aquí hay algo que no me has explicado, porque me cuesta creer que exista gente así, o al menos en mi entorno no conozco a nadie como tu novio tan propicio a montarte pollos así como así, tan desconfiado...

- Pues ya ves, él es así. No se fía de mi. Pero de nunca. Cuando empezamos a salir yo tenía 16 años mas o menos y estaba bastante desarrollada ya para la edad. Era la comidilla del instituto, y el pues se ponía bastante celoso y no eran pocas las veces que acababa a tortazos con alguien, sobre todo cuando salimos por ahí. Los amigos también son muy dados a peleas, y que mas quieren ellos que liarla. Pobre del que se acercase a decirme algo a mi o a alguna de mis amigas... que la mayoría son novias de ellos.

- Pues que mal rollo tía ¿no le habras puesto los cuernos más veces o algo así? Esa desconfianza que te tiene

- No. Lo que ha pasado contigo no sé por qué ha sido. No te creas que esté tan segura de lo que estoy haciendo.

- Yo creo que lo haces por despecho. Por revelarte al dominio que te tiene impuesto.

- No lo se, la verdad.

- Y bueno que ¿al final te resolviste el problema? — le dije con sorna.

- Mira, eh eres un capullo. No veas como me dejaste. Cuando llegó mi novio y después de la discusión, mi primera reacción fue incitarle a que me follase para correrme de una vez, pero por miedo a que notase algo raro en mi coño me tuve que aguantar. No se como explicarlo... como que tenía miedo por que se iba a dar cuenta o algo así. Nos fuimos al cine a ver una película, luego nos tomamos algo por ahí y cuando por fin nos íbamos para casa no me aguante más y me lo tiré en el coche.

- Ja, ja, ja..., que buena...

- ¡Vete a la puta mierda! ¡Eres un cabrón! ¡No sabes lo mal que lo pasé!

- Haberte hecho un dedo en el baño, tonta.

- Que te jodan. Yo quería una polla.

El coche por fin llegó a la puerta del garaje, nos metimos dentro y Vero aparcó en su plaza. Giró la llave y paró el motor. Nos quedamos mirando el uno al otro, y yo, animado, alargue mi mano y le agarre el pecho derecho.

- ¿Ya estás? Mira que eres. Sin venir a cuento ya me metes mano.

- Y bien que me conoces. Soy de impulsos. No me puedo contener. mientras metía la mano debajo del vestido de verano y lograba sacarle el pecho afuera.

- Shhh ¿qué haces? — mi cabeza se acercó al mismo y empezó a succionar su pezón el cual enseguida reacciono poniéndose muy duro.— Ufff, venga, para Romeo ya, ya... — apartándome la cabeza e intentándose guardar la teta otra vez dentro.— Eres terrible, eh.

- Ja, ja, ja..., si lo reconozco. El vicio me puede.

Vero se acercó a mi y me plantó un beso en todos los labios mientras volvía a esconder su teta.

- La verdad es que no sé por qué me dejo hacer todo esto. Me pones muy caliente, me encantan tus ojos, la forma que tienes de mirarme; con vicio. Las cosas que me haces en la cama Lo que hago está mal, pero es que no me aguanto. confesó Vero. De esto jamás nadie puede saber nada.

- Por supuesto que no, nena. Te la juegas tu y me la juego yo. Así que estate tranquila.

Nos volvimos a dar un beso. Salimos del coche y nos dirigimos al ascensor.

- ¿Y esta noche qué? ¿Vas a salir? — preguntó Vero.

- Si, claro. Ya he quedado con los amigos.

- Ligaras mucho, eh. — me contestó con voz cantarina.

- Que va ¿que voy a ligar? En el fondo me corto mucho. Y además, en esta ciudad ya sabes como son las tías: o tienes pasta o date por jodido.

- Anda, anda. No somos todas así. A ver sino porque tu y yo hemos acabado liándonos.

- Bueno, ese día supongo que me aseguré de que a ti te interesaba tener algo conmigo. La forma en que me mirabas, me hablabas, etc me dieron valentía para atreverme a lanzarme.

- Muy hábil y no lo hiciste mal.

- No, ahora estoy seguro de que no lo hice mal. Pero vamos, que en el mundo de la noche es todo más complicado. Aquí las tías son muy cerradas. Yo salgo a pasármelo bien con los amigos ante todo. Lo demás es un añadido.

- Bueno, pues a ver qué tal se te da. Que conociéndote eso de que te cortas no me lo creo.

- ¿Y tú? ¿vas a salir?

- Sí. Me viene a recoger mi novio y nos iremos a la discoteca del pueblo donde nos juntamos con sus colegas y las novias de estos.

- ¿Y que hacéis?

- Pues entramos, bailamos, nos tomamos algo y a veces nos quedamos en la puerta con los porteros, hablando, porque son amigos de nuestros novios y nosotras de mientras nos quedamos allí en la entrada.

- ¿Eh? ¿y por qué no entráis?

- Nuestros novios no nos dejan. No quieren que entremos solas y que aparezcan los típicos babosos a ver si consiguen ligar con nosotras. Se puede montar gorda. Siempre tenemos que ir con ellos.

Mi cara era de incredulidad y desencajada a mas no poder.

- Joder, Vero de verdad parece que vivimos en dos mundos distintos. Y veo que el resto de tías de tu grupo debéis de ser parecidas. No entiendo como os dejáis dominar de esa manera.

- Bueno, eso ya lo hemos hablado. No vengas ahora a darme lecciones que soy mayorcita.

- Si será mejor que pase del asunto.— le espeté.

Cuando por fin el ascensor llegó, nos subimos y dimos a nuestro piso. Habíamos provocado un silencio un poco incómodo. Al poco llegamos a nuestro piso y salimos al descansillo.

- Bueno, pues eso pásalo bien esta noche ¿vale?

- Ok, Vero. Descuida.

- Oye, y antes de marchar pásate por mi casa, que me gustaría ver como vas.

- Jajaja, vale, vale. Pero vamos, no te pienses que me acicalo mucho, eh.

- Bueno, aunque sea para vernos un poco.

- Ok, vale, venga a eso de las diez de la noche te pego a la puerta.

- Vale. Un beso.— nos acercamos y nos dimos un pequeño beso en los labios.

- Ciao.

- Hasta luego. — guiñándome un ojo.

Cada uno nos metimos en nuestras respectivas casa y cerramos las puertas. Esta tía me estaba trastocando toda la idea que tenía sobre la dominación, el machismo, la sumisión, etc En parte me daba pena por la clase de pareja retrógrada que tenía, aunque luego, cuando estaba con ella solo pensaba en sexo, sexo y más sexo. Me daba demasiado morbo y ella parecía encantada, como si cuando estuviese conmigo se liberara de tanta opresión.

Comí y la tarde paso sin mucho más que hacer: una peli, un videojuego, etc lo normal. Ya estaba próxima la noche y me dispuse a cenar algo. Luego me di una ducha, me afeité, me vestí con un vaquero, una camisa negra, y unos zapatos igualmente negros. Me perfumé un poco y me dispuse a salir por la puerta.

Recordé pegar un toque a Vero antes de irme, ya que le apetecía verme, así que cuando salí de casa y atranqué la puerta, me acerque a la suya y llame. Al rato oí movimiento dentro de la casa y ahí aparecía Vero, invitándome a entrar. Ella también se había preparado para la noche, poniéndose un vestido rojo algo ceñido que hacia resaltar sus tremendas curvas, sobre todo sus pechos, arma que sabía usar muy bien para llamar la atención. También se puso unos zapatos de tacón y el pelo suelto recién alisado. El moreno de su piel hacía el resto Estaba tremenda:

- Que guapo vienes.

- Anda, ya. Si ya te he dicho que no voy muy allá. Tu si que estas guapa demasiado.

- Que si, que si que estas muy guapo.

- Bueno, eso es por que me he afeitado, ja, ja, ja, ja...

- ¡Y que bien hueles!

Vero se acercó me miro a los ojos y empezó a darse un morreo conmigo. Alargué mi mano hasta su cintura y con la otra la agarré una de las piernas levantándola un poco, hasta conseguir desequilibrarla y que cayese apoyada en la pared. Mi polla pronto reacciono y ya estaba más dura que una piedra, buscando ese roce con su entre pierna, dando suaves empujoncitos.

Consiguió zafarse de mis labios y expuso su cuello a mis lamidas de lengua, mientras oía suspirar y jadear poco a poco. Por fin reaccionó, hizo fuerza y me aparto con sus manos de su lado.

- Ufff, para joder. Siempre igual contigo, eh ¿es que tu nunca te cansas? ¿nunca tienes suficiente?

- Vaya es que así como vas ¡estas tremenda! Tengo poca fuerza de voluntad para contenerme ante tanta belleza.

- Mira que eres zalamero, eh... Joder, ¡y mira como se te ha puesto la polla! ja, ja, ja...— señalando el bulto del pantalón.

- Pues si, y es todo por ti.

- A ver, anda, vamos a bajarle un poco el hinchazón. — me dijo con pícaramente.

Verónica se puso de rodillas, me bajo la bragueta y como pudo, intento sacármela pero tal y como sucedió la otra vez, estaba complicado, así que una vez mas me desabroche el pantalón, me lo bajé y por fin pude liberar mi rabo.

Puso cara de vicio, se acercó a ella y lo primero que hizo fue olerla. Luego saco la lengua y empezó a repasarme todo el tronco, primero por un lado, luego por otro, y al final por debajo, llegando hasta la punta del capullo e introduciéndoselo en la boca.

Se la saco de la boca y escupió un poco encima del mismo para, otra vez, volvérsela a introducir. Bajaba un poco la cabeza y volvía a subir. Se la sacaba, me repasaba el tronco y otra vez se la metía. Me di cuenta de que apenas me hacía el daño que me había hecho días atrás cuando me rozaba con sus dientes y se lo hice saber:

- Joder, nena que bueno. A penas me haces ya daño.

- Je, je..., eso es que aprendo rápido.

Y por fin otra vez se la metió en la boca esta vez intentando comprobar hasta donde llegaba. Era inútil apenas conseguía llegar hasta la mitad y parecía que me la intentaba devorar. Desistió y volvió a mi capullo, dejando resbalar sus labios poco a poco hacia afuera hasta que por fin se la saco de la boca y me dio un beso en la punta.

- Ale, ya está.

- ¿Cómo que ya está?

- Pues que ya está. Esto es para que te vayas animado.

- ¡Animado! Esto es una putada ¿has visto cómo estoy?

- Si, ya lo he visto bien. Ahora nada, te la guardas y te aguantas como yo ayer, ja, ja, ja...

- Pero que capulla eres. Así que esto es como venganza por lo de ayer, ¿eh? Vete a la mierda.

- Anda, no te quejes que menos da una piedra. Además, deberías irte que en quince minutos viene mi novio por aquí a buscarme.

- Mmm..., dale un beso de bienvenida con lengua a ver si le sabe a algo raro.

- Ja, ja, ja, que mamón. No, no pienso hacer eso. Ahora me voy a lavar los dientes.

- Venga, anda que el cornudo sepa a que sabe una buena polla.

- Joder macho, estas como una puta cabra.

- Puede, pero no me digas que no es morboso.

- Es una cerdada. me soltó medio riéndose, medio alarmada.

- Tú hazlo y me cuentas.

- Anda, venga, lárgate que este está punto de venir. — indicándome la puerta.

- Vale, vale... ya me piro...

Abrí la puerta de la entrada que tenía a mi espalda y con las mismas me fui. Cogí el ascensor, baje al garaje, arranque el coche y fui a buscar a los amigos para salir de fiesta por la ciudad.
 
La noche se desarrolló como siempre: alcohol por un tubo, bailoteos, risas, vaciles, etc lo de siempre. Lo de todos los fines de semana. Yo encima conteniéndome en contar a mis colegas la aventura que había tenido esta semana con la vecinita era como cuando alguien salva el mundo y la única condición para que no se vaya todo al traste es que nadie pueda saber que fuiste tu bueno, vale es exagerado, pero me sentía parecido, ja, ja, ja...

Por fin a altas horas de la madrugada, nos marchamos. Nos acercamos a la estación de autobuses para coger un nocturno que nos llevase a casa y retirarnos de una vez. El coche ya le iría a buscar al día siguiente. Estaba bien aparcado.

Al llegar a casa me metí en mi habitación, me desnude, me tumbé en la cama y comencé a recordar lo sucedido horas antes con Verónica. La muy cabrona me había empezado a hacer una buena mamada y me había dejado a medias como venganza por lo del otro día. Eso no podía ser era yo el que la tenía que manejar y dominar a mi antojo. Se había reído de mí y pensé que al día siguiente me las pagaría. Ya se me ocurriría algo. Me agarre la polla, empecé a masajearla y me masturbe hasta correrme. Mañana sería otro día.

Ya estando en domingo, el día transcurrió como siempre. Sin muchas novedades. Me llamaron mis amigos para ir a la playa; cosa que acepte, pero antes me vinieron a buscar para poder coger mi coche, el cual había dejado perdido por la ciudad la anterior noche.

Tomamos el sol, nos bañamos y cuando ya dejó de pegar fuerte recogimos nuestras cosas y nos fuimos a una cafetería cercana para tomarnos unas cañas. Aquí recibí un mensaje de Vero que me pedía que me acercara a la noche a su casa y que de paso trajese tabaco. Ja, ja, ja, ahora también me había convertido en recadero.

A eso de las diez de la noche, como ya resultaba de costumbre piqué a su puerta. Vero me abrió con un pequeño pijama de verano puesto, compuesto por una fina camiseta de tirantes y un short que dejaba su culo moreno a disposición de cualquiera. Demonios, otra vez se me iba la cabeza y me entraban ganas de follármela ahí mismo sin miramientos. Pero bueno había que contenerse un poco pero solo un poco.

- Pasa Romeo. con una sonrisa dibujada en su cara. Cerró la puerta y nos fuimos al salón a sentarnos en el sofá. -¿Qué tal el día?

- Genial. He estado con los colegas en la playa, me he bañado, etc ¿y tu?

- Vengo de casa de mi novio. Hoy dormí allí.

- Ah, mira que bien ¿la liaste mucho ayer?

- Que va, tío. Lo de siempre: nos pasamos toda la noche en la puerta de la discoteca. Un aburrimiento que no veas, tal y como hacemos otras veces, ya sabes...

- Wow... planazo, eh...— dije con sorna.

- Si, ya ves. Luego nos fuimos para casa y ya.

- ¿No habéis follado?

- ¡Que cotilla eres! ¿Y a ti que te importa?

- Pues eso, porque soy un cotilla.

- Si, nada más llegar follamos. Bueno me folló, porque yo poco puse de mi parte. Y hoy después de comer también.

- Te noto un poco disgustada.

- Puede ser. No me he corrido. Ya te conté que este no es muy allá en el arte de amar.

- Ya, me imagino. Y claro ahora quieres que te resuelva la papeleta, eh...

- Ja, ja, ja... Mas o menos...

- Después de lo de ayer no se yo si te lo mereces.

- Oye ahora estamos iguales, eh, que tu el otro día me hiciste los mismo.

- Ja, ja, ja, ja..., anda, anda... Mira con la rencorosa...

Nos tumbamos en el sofá y seguimos hablando como si tal cosa, mientras en la televisión daban un programa de esos tontos de verano.

- ¿Y tu qué? ¿Ligaste mucho ayer?

- Pues si mira acabé ligando con una rubia.

- ¡¿En serio?! — me soltó sorprendida.

- Si como me dejaste a medias, iba más caliente que un clavo ardiendo y lo di todo esta noche. Al final pille con una rubia tremenda. Me la lleve para el baño del pub, nos empezamos a enrollar y acabe rompiéndole el culo. No veas como chillaba la muy cerda.

- Joder, que cabrón eres...

- No en serio dime que no te lo has creído, ja, ja, ja, ja, ja... — mirando incrédulo a su reacción.

- ¡Pero que mamón eres! Lo has dicho tan convencido que me lo había tragado hasta el fondo.

- Joder Vero que esto no es una película porno, ja, ja, ja, ja.... Ligo con una rubia y le termino dando por el culo en los baños. Todo muy normal y corriente, claro.

- Oye, que otras cosas parecidas he oído por ahí, imbécil. Sobre todo si la tía es una "comebolsas", ya sabes, las que le dan a la tiza. Te lo juro, que me lo había tragado. ¡Joder!

- Anda que ya te vale. Hasta te habías puesto un poco celosa.

- Bueno...

- ¡¿Te has puesto celosa?!

- No..., si..., no se...

- Vero no deberías, eh...

- Ya, pero si. Ahora lo pienso y me daría rabia que te follaras a otras teniéndome a mí.

- Ja... ¿y yo que debería de pensar cuando follas con el cornudo de tu novio?

- Ya bueno, no se...

- Me gusta mucho el sexo y no te garantizo que me pueda contener y estar solo para ti. Ahora mismo estoy agusto follando solo contigo, pero vamos es solo sexo. No tenemos nada mas.

- Ya, ya lo se

Me fije que dada la postura como estábamos, a Vero se le había salido parte de un pecho por la camisa de tirantes, dejando ver en todo su esplendor su pezón, que estaba duro posiblemente presa de una pequeña excitación producida por esa historia que acababa de inventarme.

Agaché un poco la cabeza y pase mi lengua por toda la teta. No me cansaba de ellas. Ella me miraba con cara picara. Le gustaba mucho como lo hacía.

- ¿Ya estas otra vez? Te las voy a envolver para llevartelas a casa.

- Ja, ja, ja... no me vendrían mal.

- Mira que eres yo aquí hablando contigo y en cuanto me descuido con una teta escapada, no has perdido el tiempo para comérmela.

- Y te gusta.

- Si, y en el fondo me gusta. Pero no se no se qué me pasa. Yo no era así.

- Y ahora lo eres. —la desafíe.

Mi mano bajó hasta su entre pierna, y como otras veces, alcanzó a colarse debajo de su short y su tanga, hasta que por fin pude acariciar ese coñito suave, depilado, sexy. Vero me miró un poco sorprendida, pero se dejó hacer mientras abría poco a poco su boca a modo de placer y echaba su cabeza un poco hacia atrás. Ya era una vez mas mía.

-Te odio -alcancé a oír saliendo de su boca. Mi dedo tocaba suavemente su clítoris, arriba y abajo, y luego dando círculos. Luego juntaba otro dedo y el masaje iba aumentando la velocidad.

La postura de tumbados que teníamos encima del sofá no era la más propicia, así que Vero tiró del short hasta abajo consiguiendo poner su coño a mi disposición, acomodándose mejor abriendo una de sus piernas y posándola en el suelo a modo de ancla cual borracho utiliza cuando la cama se le mueve como un barco.

Aparté la tira del tanga a un lado y continué con el trabajo manual. Mis dedos aumentaban el ritmo dando círculos, mientras disfrutaba de los pequeños jadeos que salían de su boca. Vero entrecerraba los ojos y se dejaba llevar. Yo aprovechaba una vez mas para pasarle mi lengua por su teta y darle un pequeño mordisco a su pezón. Ahora deje su clítoris en paz e introduje un dedo en el agujero de su coño, comprobando que ya estaba muy lubricado.

- No voy a marearte mucho. Te la voy a clavar aquí y ahora.

- Venga, quítate el pantalón y fóllame, lo estoy deseando.... Pero no me hagas lo del otro día. Quiero que me folles como la primera vez.

Como un rayo conseguí tirar de mi pantalón hacia abajo junto con el calzoncillo, disparándose mi polla como un resorte recién liberado y apunto de penetrar la cueva caliente de mi vecina una vez más.

Aparte otra vez el tanga a un lado, pose la punta del capullo en su clítoris, dando círculos mientras ella jadeaba un Dios sincero, de gusto y placer. Bajé un poco, apunte a su cueva y a lo bestia se la introduje sin miramientos.

- Ohhhhh, joder, siiii... Que ganas tenía..

Empecé a empujar, cual baile salvaje, mi culo como si se me fuera la vida por la polla, sintiendo la estrechez de su coño caliente y lubricado a mas no poder; notando esas paredes que el cornudo de su novio no conseguía, ni podía, dar mas de si y que estaban succionando y tragando todo el grueso de mi rabo, mientras la dueña del mismo volvía a sujetarme con las piernas fuertemente asegurándose que no me escapaba.

Agarré el único pecho que tenia al aire y acercando mi boca al mismo comencé a mordérselo a lo bestia, como si se me fuera la vida en ello, como si me fuesen a quitar ese premio. Vero solo podía dar gritos de placer.

- Ahhh.., ahhh... que bestia eres ¡Empuja más fuerte! ¡Fóllame, joder! ¡¡¡Fóllame!!!

Mi lengua fue subiendo hasta que por fin se posó en su cuello. Comencé a lamérselo y empecé a notar como se estremecía de placer. Verónica estaba en la gloria y yo me sentía como una puta máquina.

Preso de la excitación coloque mis manos tras su espalda, haciendo fuerza hasta que conseguí levantarla y sentarla encima mío sin permitir que mi rabo saliese de su coño. Ahora ella en esa posición era la que mandaba. Estábamos acoplados lo máximo posible y sin perder un segundo comenzó a mover su culo de un lado a otro mientras mi polla salía y entraba en su coño a toda velocidad.

- Así me gusta, Vero, así me gusta, ahhh... Me encantaría que fueses mi putita.

- Joder siii, ahhhhh.... ¿ahora solo quieres que sea tu putita?

- Si, mi puta personal. Mueve más rápido el culo, ¡vamos!

- Ahhhh..., ahhhh... que bueno, joder...

- Mi puta preferida. La que se deja follar por otro que no es su novio. Por otro que no es el cornudo de su novio.

- Joder, eres un cabrón, siii..., soy tu puta... ¡soy tu puta! ¡fóllame!

Poco a poco comenzaba a notar como me ponía mas bestia, mas violento. Mi cerebro ya no me controlaba. Vero era mía. Ahora mandaba mi polla. Mientras Vero empujaba, mis manos se agarraron firmemente a su culo ayudándola con las embestidas, mientras sus tetas, una al aire y la otra todavía oculta, dibujaban un hipnótico zigzag.

Con fuerza, agarré la tira del tanga que tenía por el culo y con las dos manos se lo rompí:

- Ey, me has roto el tanga, cabrón.

- Cállate. Ya te compraré uno nuevo. y acto seguido lo volví a romper por su cintura.

Tiré del mismo a un lado y conseguí sacárselo. Ahora ya no estorbaba mas, y el contacto de su coño con mi polla volvía a ser total. Tal como estaba agarrada, intenté levantarme, a lo que Vero solo alcanzó a decir que no iba a poder.

- ¿Cómo que no? Y haciendo fuerza conseguí levantarla en volandas, sujetándose ella automáticamente en mis hombros y dejándose follar en el aire salvajemente.

Mi polla entraba y salía. Su coño ya se había amoldado del todo sin problemas. Sus piernas se agarraban a mi cuerpo para no caerse.

- Hostias, si como te siento. Como me abres. Me encanta como me follas. Dios, ahhhh..., siiii..., siiiigueeee...

Cuando mis brazos ya se notaban cansados, en el aire le di la vuelta para a continuación dejarla caer en el sofá. Vero rápidamente se acercó, me agarró la polla llena de sus flujos y se la metió en la boca, devorándomela presa de la excitación, consiguiendo abrir esta mas de la cuenta. Ya apenas me hacía daño. Había aprendido la lección.

Tiré de su pelo hacía atrás, sacándole el rabo que estaba saboreando y permitiéndome ver el espectáculo de su boca llena de saliva cayéndole encima de su camiseta y parte de su pecho desnudo.

La empuje contra el sofá. La agarré de los tobillos y tiré de sus piernas hacia arriba, consiguiendo tener su coño y todo su culazo a mi disposición mas que perversa. Aquello era todo un festín que yo solo me iba a comer.

Vero me ayudó y se sujetó las piernas para que el acceso a sus puntos de placer fueran mas fáciles. Me agache y comencé a pasar mi lengua por todo su coño. Llegué a su clítoris y comencé a succionar una y otra vez, aprisionándolo en mis dientes, y dándole pequeños golpes duros y muy rápidos con mi lengua.

Lo soltaba y otra vez pasaba toda mi lengua por su raja. Me desviaba para comerle el interior de sus muslos, poco a poco, y otra vez acaba en su coño. Se lo escupía, le restregaba la saliva por el mismo y bajaba mi lengua por su zona perineal, con el consiguiente tembleque de piernas debido a la excitación, hasta terminar en el agujero de su culo. En su ano.

La mire a los ojos para comprobar cual era el grado de excitación que tenía Su cara lo decía todo: vicio. Vicio total. Estaba entregada. Sumisa.

Hizo un pequeño gesto como de consentimiento e inmediatamente comencé a comerle el ano, para rápidamente introducirle mi lengua en el mismo. Una vez dentro la empecé a mover en círculos y Vero solo alcanzaba a jadear una y otra vez.

Saque mi lengua de este, y subí otra vez hasta su clítoris, lamiéndole de camino otra vez el perineo, y los pequeños labios de su coñito. Como antes, volví a succionar su clítoris, apresándolo con los dientes y dedicándome de lleno a golpearlo con mi lengua. Vero estaba a punto y enseguida se acabaría corriendo.

Mientras seguía entregado a su clítoris, uno de mis dedos bajo a su ano, bien lubricado por la comida de hacía poco y fui metiéndoselo suavemente. Vero no se quejaba. Parecía que ya la daba igual todo. Mi dedo fue introduciéndose más y más hasta que ya por fin se metió de lleno. Solté su clítoris y volví a lamerle el coño, mordisqueándole suavemente los labios y volviendo a comerle el botón del placer otra vez. Alternando.

Saque el dedo de su culo y aproveché para meterle otro mas. Los junté y poco a poco intente otra vez abrirme paso por el pequeño agujero que días antes le había roto violentamente. Esta vez ya no costaba tanto. Vero estaba aprendiendo a recibir placer anal mientras le comía el coño, y parecía encantada. Solo se la oía jadear y suspirar.

Cuando conseguí meter mis dos dedos, hice un pequeño vaivén mete-saca para poder dilatarlo aún mas. Vero no se quejaba. No le dolía. Atrapé otra vez su clítoris y aceleré todo lo que pude mi lengua contra él. Vero empezó a chillar más y más:

- Siiiii..., sigue... no pares, no pares... Romeo..., por Dios no pares... ahhhh..., ahhhhh...

Yo obediente seguía y seguía con mi lengua y mis dedos y Vero solo sabía mover su cabeza a un lado y a otro. Cuando le empezó a temblar todo el cuerpo, era la señal de que venía lo inevitable: una buena corrida.

- ¡¡¡Dios!!! ¡¡¡Me corrooo!!! ¡¡¡Me corroooo!!!

Vero se empezó a revolver como una culebra a un lado y a otro. Yo intentaba hacer fuerza contra su retorcido meneo, pero fue inútil. En uno de esos espasmos bajó una de sus piernas y me tiró al suelo, sacando los dedos de su culo con violencia y dejándole a ella sola retorcerse de placer mientras chillaba y jadea hasta terminar todo en suspiros.

- ¡Joder... Esto ha sido la ostia! ¡Que cabrón eres que cabrón eres, ufff...!

Vero se encontraba en posición acurrucada encima del sofá, tapándose con una mano el coñito que me miraba fijamente, y derrotada sin apenas moverse. Yo aun empalmadísimo, me acerque a ella y acerté a darle un beso en su hombro. Vero no reaccionaba solo suspiraba, cada vez más lentamente. Relajada.
 
Otra vez preso de la lujuria, me agarré la polla y apunté directo a su coño, apartando la mano que lo protegía; clavándosela sin miramientos y entrando hasta el fondo sin problema alguno gracias a los flujos generados en su corrida.

- Romeo joder ¿no me dejas ni descansar un poco?

- Te he dicho que eres mía y te mereces polla.

Vero calló y se dejó hacer. Empecé a acelerar el ritmo. Tal como estaba, así acurrucada, su coño hacía aún más presión sobre mi rabo, y eso me excitaba de sobremanera. Recordé como se había dejado comer y masturbar el ano, y como este se dilató sin problemas al invasor digital.

De esta manera, pensé que era buen momento para hacer mío, una vez mas, ese culazo que quedaba tan expuesto y desprotegido, salido un poco fuera de la perspectiva aérea del sofá. Saqué mi polla y con la punta fui rozando su sensible piel genital hasta ponerlo a la entrada de su ano:

- Ufff no se Romeo no quiero que me duela como el otro día.

- Tú tranquila, Vero, mira que bien te he metido los dedos. No te has quejado y ya ves luego que pedazo orgasmo acabas de tener mientras te comía el coño.

- Dios, si joder, pero por favor, no me hagas daño. Métela con cuidado...

- En el fondo, cuando te desvirgué el culo el otro día te llegó a gustar algo.

- Uff... no se... digamos que algo si pero me hiciste mucho daño. Ahora me ha gustado mucho como me has metido los dedos y no me ha dolido... Hazlo poco a poco, por favor.

Eso era un permiso libre en toda regla. Escupí en la punta de mi polla y poco a poco iba haciendo presión. Sacaba un poco y volvía a intentarlo. Volví a presionar y el agujerito parecía que ya se iba dando de si.

- Tócate el coño, Vero suavemente.

- A ver si puedo. Me lo has dejado muy sensible...

Vero empezó como pudo a masturbase como yo le decía. De mientras veía como la punta de mi polla iba introduciéndose milímetro a milímetro por ese culo, bastante mejor que el otro día. Vero no se quejaba y parecía que le estaba gustando. Dejaba su boca entre abierta y a veces lo combinaba frunciendo el ceño para otra vez poner cara de placer.

- Espera espera, Romeo me duele un poco.— haciendo que le sacase la punta del ano.

- Ven ponte como antes de frente, abriéndote las piernas.

- ¿No será mejor que me ponga a cuatro patas? — replicó Verónica.

- No hazme caso. Quiero que me veas como te la meto poco a poco.

Vero me hizo caso, se puso de frente y se sujetó las piernas dejando a mi disposición su coño y su culo. Volví a agarrarme la polla, se la pase por el clítoris, se la metí un poco en el coño para lubricar y volví a bajar hasta la entra de su ano, haciendo presión con la punta. Esta se introdujo nuevamente si problema. Ahora podía ver perfectamente como Verónica lo disfrutaba. No dejaba de mirarme fijamente mientras sentía como poco a poco mi polla se iba colando por la parte de atrás. La entrada prohibida.

Cuando conseguí meter toda la cabeza, deje de presionar y la saque un poco, para otra vez volver a introducirla. Volví a sacarla y otra vez escupí para lubricar. Ese culo empezaba a aceptar todo el grosor de mi rabo y a Vero le estaba gustando. Era una sensación estupenda el notar como las paredes de su ano iban rozándose con mi polla ayudada de una fina capa de saliva.

Tal como estábamos ya metidos de lleno en el ajo, el teléfono empezó a sonar. Vero se asustó un poco y apretó fuerte las paredes de su ano, lo que le produjo cierto dolor hasta que moviéndose violentamente consiguió sacarse mi polla.

- Auhhh..., joder... mierda.... ¡mi novio! ¡es mi novio!

- ¡No jodas!

- Si, ya sabes: Me llama a estas horas para comprobar que estoy en casa.

- Venga, cógelo y haz como que no pasa nada.

Verónica se levantó deprisa del sofá y se acercó hasta la mesita del salón donde estaba incesantemente sonando el teléfono inalámbrico.

- ¿Si? — preguntó Vero con una voz un tanto apurada.— Hola cariño..., si... aquí ando viendo la tele ¿y tu?...

Me levante y me senté en el sofá viendo como Vero, de espaldas frente a mi hablaba con su novio. Estaba preciosa. Aún conservaba la camiseta de tirantes puesta, pero su culazo quedaba totalmente al aire, dejando recrear mi imaginación. Me encantaba ese culo. Grande y rellenito, con la piel dura y tersa moreno.

Yo estando muy agarrotado, aproveche para empezar a masturbarme viendo el espectáculo. Joder era muy fuerte. Vero hablando con su novio mientras tenía a su amante tirado en el sofá haciéndose una paja esperando a que volviese para terminar de follarle el culo como se merecía.

No me aguantaba mas la tenía ahí, hablando de banalidades el, y yo muy caliente. Mi cabeza empezó a pensar maliciosamente me la tenía que follar. Me levanté en silencio y me acerqué a Vero cogiéndola por la cintura desde atrás. Vero dio un pequeño empujón para que me apartase, pero no la dejé, y lo único que consiguió fue pegar su culo a mi polla, la cual seguía muy empalmada.

Verónica notaba lo caliente que tenía el rabo apoyado en su culo. Mientras seguía conversando con el alcancé a pasarle la lengua por el cuello, pero otra vez se intentó liberar. Se estaba poniendo muy nerviosa y a mi me estaba dando muchísimo morbo estar metiéndole mano mientras.

Poco a poco baje hasta conseguir llegar a su coñito. Estaba muy mojado. Verónica en el fondo estaba disfrutando todo esto:

- Claro cielo..., si..., me lo pasé genial... si... a ver si vamos un día...

Ella seguía a lo suyo, y yo muy salido. Le agarre una vez mas de la cintura con las dos mano y la llevé hasta la mesa del comedor. Se resistió un poco, pero al final se dejó hacer. Hice que se apoyase en la misma dejando expuesto hacia afuera su culazo. Y tal como estaba me agarré la polla, y poco a poco fui introduciéndosela en el coño. A Verónica le cogió un poco por sorpresa y se empezó a poner mas nerviosa todavía. Aquello era peligroso porque el novio se podía mosquear, y a mi me estaba dando un morbo tremendo.

Le agarré de los hombros para que se estuviese quieta y poco a poco empecé a empujar suavemente. Vero dejo de moverse y se dejó hacer

- Si cari... pues claro... espera..., espera un poco que voy a la cocina a ver como va la cena, que me la estaba haciendo...

Vero tapó el micrófono del inalámbrico y me miro con cara de odio.

- ¿Estás loco? ¿Es que quieres que nos pillen? No seas tan hijo de puta...

- Cállate y haz como que no pasa nada. Sigue hablando como si tal cosa.

- Joder, Romeo .— y mi respuesta fue empujar hasta el fondo mi polla. — Mierda... Ufff...

Vero destapó el micro y siguió hablando con el como si tal cosa. Yo seguía empujando suavemente. De repente me la saqué, y ahora sí, volví a buscar su culo, el cual seguía estando un poco dilatado de antes. Escupí, acerqué la punta y en cuanto Vero la noto dio un respingo que yo rápidamente evite haciendo fuerza con mi brazo para que se estuviese quieta.

- No cariño, estoy sola -estaba claro que el novio había notado que Vero estaba un poco acelerada.

Cuando se calmó, la punta empezó a introducirse por su ano poco a poco como antes. Entre el morbo y el placer de ver como ese culazo iba succionando poco a poco mi rabo, el orgasmo acabaría llegando tarde o temprano. A Verónica no le quedaba otra que actuar mientras hablaba por el teléfono:

- Vale si ya se lo diré

Mi polla empezaba a invadir su culo. Vero empezaba a poner pequeños gestos de dolor mezclados con placer. Su respiración era acelerada, y seguía dejándose hacer ¿hasta dónde llegaría? Por fin ya iba por la mitad. Dejé de hacer presión y acerque una de mis manos en busca de su coñito, para masajeárselo. Aquello le debió de resultar demasiado, pues dejó de hacer fuerza con su esfínter y mi rabo por fin se acabó colando hasta el fondo como si su culo de una chupona se tratase.

- ¡Ahhhh! no, nada, nada estoy descalza y me he dado con la mesa de la cocina.

Por fin, estaba dentro. Su culo era otra vez mío. Volví a acelerar mi mano en su clítoris, y poco a poco daba pequeños empujones con mi polla.

- Cielo, te tengo que dejar. Se me va a quemar esto. Si... vale... hasta mañana, te quiero. — y colgó.

Ja, ja, ja..., "te quiero" le dijo. No hay cosa mas rocambolesca que decirle a tu novio te quiero mientras tu amante te está metiendo una pedazo polla por el culo.

- ¡¡¡Hijo de puta!!! Me estas matando, joder... ¡Me matas!

- Calla y disfruta... esto te encanta y lo sabes.

- Ahhh, joder. Como quema, como quemaaaaaa... Me estas rompiendo el culo, cabrón.

Mi mano aceleró el masaje en su clítoris. Verónica se desestabilizo fruto de ese placer-dolor y calló indefensa encima de la mesa del salón, exponiendo su culo al invasor viril. Fue entonces cuando empecé a empujar un poco mas fuerte, mientras mi mano no dejaba de moverse

- Dios ¿Qué me haces? Romeo, no joder... no puedo... no puedo. Mi coño... Mi culo... ahhhh...

- Aguanta, que esto te está gustando... ¡Joder como aprietas...!

Sus piernas la empezaban a fallar y no conseguía mantenerse en pie. Le agarré del pelo y tiré hacia mi violentamente, sin sacarle la polla del culo, sujetandolacon el otro brazo justo debajo de sus pechos.

- Ponte a cuatro en el suelo. Estoy a punto de correrme y te pienso llenar el culo de leche.

- Joder..., joder..., me muero, me muero...

Ella ya no pensaba, se dejaba llevar por el placer, y sola se dejó caer hacia un lado. Obediente, consiguió ponerse a cuatro patas en el suelo, exponiendo su culazo al aire. Por detrás me agaché hasta conseguir apuntar mi rabo otra vez a su culo y sin piedad se la volví a meter hasta el fondo. Vero echó hacia atrás sus manos y consiguió abrir un poco mas su ano para que la penetración fuese profunda.

- Ahhhhhh... cabrón. ¡fóllame!

- Tócate el coño mientras te rompo el culo. Veras como te encanta...

Verónica ya estaba totalmente entregada y así hizo. Aquello era demasiado. Los dos tirados en el salón, yo rompiéndole el culo y ella a cuatro patas dejándose hacer parecía otra.

- Vero, ufff..., no voy a aguantar más me corro me voy a correr...

- Joder, y yo... — y aumentó el ritmo de sus dedos masajeándose el clítoris.

- Veroooo, te lleno el culo de leche. ¡Puta! ¡¡¡Tomaaaaa...!!!.

- ¡¡¡Siiii!!!!....

Por mi tronco notaba como iba desarrollándose mi corrida y como iban saliendo varios chorros de leche caliente que le llenaban el culazo hasta lo mas profundo. Vero no perdió coba y automáticamente, al notar ese calor por el culo, empezó a convulsionarse presa de su masturbación e inmediato orgasmo, dejándose caer encima del suelo conmigo encima y atrapándome la polla entre sus dos posaderas.

Aquello era un cuadro. Los dos resoplábamos como si se nos hubiese ido media vida en ese polvo. Yo conseguí liberarme y me eché a un lado suyo en el suelo. El semen le empezó a rebosar fuera del culo, cayendo por uno de sus muslos.

- Esto ha sido la hostia. — afirmaba Vero.

- Joder, que bueno... eres tremenda, nena. Menudo culo tienes ¡Que bien lo has hecho!

- Ay, mi culo... me duele un poco... ¡pero joder, como me he corrido!

- ¿Ves como merecía la pena?

- Ufff... si, pero a ver mañana como lo tengo.Esto no puede usarse así todos los días que me matas.

- Me ha encantado. Al final se ha tragado toda mi polla hasta el fondo.

- Dios, no me puedo creer que me haya entrado eso. Dios... joder....

- Pobre novio cornudo "Te quiero" le dices con mi polla metida hasta el fondo de tu culo, ja, ja, ja...

- Eres un hijo de puta porque me has calentado demasiado pero yo no soy así.

- Nena no te sientas mal, eh... Pero me ha hecho mucha gracia.

- Payaso Mira no se déjame recuperar un poco ya pensaré en otro momento lo que hemos hecho Dios me has dejado doblada, cabrón

- Me ha encantado. Hoy ha sido mucho mejor que las otras veces

- Si, eso sin duda... Ufff... que calor tengo... Ven, vamos a la ducha.

Verónica se levantó a duras penas. Todavía le temblaban las piernas. Me agarró de la mano y nos dirigimos al baño. Juntos nos metimos en la ducha y empezamos a enjabonarnos el uno al otro. Vero me agarró la polla que en ese momento estaba ya morcillona y me la limpio con agua y jabón, con mucho mimo.

- Madre mía que gorda. Y pensar que esto se ha colado por mi culo.

- A ver date la vuelta. y acto seguido le toqué el ano para comprobar como estaba. Ufff joder nena está súper abierto espero que mañana no me eches la bronca, ja, ja, ja...

- Ja, ja, ja..., que mamón aunque me duela te lo voy a perdonar porque me has follado como nunca nadie lo había hecho.

- Te he follado como te merecías. Ahora eres mi putita. —mirándole con ojos tiernos y agarrándole de la cintura.

- Si tu putita -con la cabeza un tanto baja y diciéndolo con timidez.

Terminamos de ducharnos, salimos de la bañera y nos secamos con una toalla. Verónica parecía estar pensando para si misma en lo que acababa de hacer creo que en el fondo sabía que había hecho mal, pero no me decía nada. Su silencio era un tanto incómodo.

Una vez vestidos me acompañó hasta la puerta y nos despedimos:

- Bueno, Vero ya hablamos ¿vale?

- Si, descuida ya te llamaré.

- Venga, descansa, un beso.

Y nos fundimos en un pequeño beso juntando nuestros labios.


Epilogo

Al día siguiente Verónica no me llamó. Tampoco al siguiente, ni al siguiente Por supuesto, ella tampoco contestaba a mis llamadas. Ya nunca nos cruzamos por el portal, ni el ascensor, ni el descansillo de entrada a nuestras viviendas. Era como si me evitase.

Presuponía que al final todo esto le había hecho pensar en su relación con su novio y ya no quería saber nada más de su amante. Seguramente se sentía muy mal con todo este asunto. Además, era demasiado peligroso conociendo el temperamento de su pareja. Si se enteraba, la mataba.

Hice vanos esfuerzos por intentarme cruzar con ella de alguna manera, pero no hubo forma. Semanas después la vi de la mano con su novio, paseando por la ciudad como si tal cosa. Como si jamás hubiese roto un plato.

Meses después nos cruzamos por fin en el ascensor. Nos quedamos mirando pero no nos dijimos nada. Apenas un hola y que tal pero ninguno de los dos sacó el tema sobre lo que había ocurrido aquella semana loca de verano.

Fue pasando el tiempo y un día le pregunte a su madre por ella. Me comentó que había roto con el novio este y que se había ido a estudiar a Madrid y que al final había encontrado trabajo de lo suyo. Pensé en que por fin tuvo los cojones de romper aquella tormentosa relación y me alegré por ella.

Han pasado ya muchísimos años y unas navidades me la encontré en el ascensor que estaba pasando las vacaciones en casa con su madre. . Ambos íbamos para abajo: yo al garaje y ella al portal. La edad no perdona y aunque seguía teniendo unas tremendas berzas, su belleza ya no era tan llamativa y parecía distinta. Iba con un vestido de leopardo corto y muy justito que le hacía remarcar mucho su pecho. Me saludó como quien saluda a un vecino cualquiera; sacando un poco de conversación me dijo que todo le iba bien, que vivía en Madrid y poco más... cuando llegamos al portal, ella se bajo del ascensor y se despidió de mi con dos besos, y mientras se daba la vuelta acerté a colar mi mano por debajo de su falda para volver a acariciar ese culazo que estaba desnudo y protegido por un minúsculo tanga. Vero no dijo absolutamente nada. Salio del ascensor y me despedí de ella con un "Adiós mi putita".
 
Muchas gracias por los ánimos. Y ahora, otra aventura de las mías.
Esta vez voy a narrar mi historia con Ana, La Peluquera.

Me pongo en situación. Acababa de entrar el año 2013 y venía de un 2012 muy, muy, muy movidito sexualmente hablando. Tras dejar a mi última novia me había propuesto dar de comer más a menudo hembras nuevas a mi polla, y no me corté un pelo a la hora de probar mujeres de todo tipo.

Mi personalidad en la cama ya había cambiado completamente. De ser un proto-macho que empezaba a torear, a ser un puto macho dominante que solo pensaba en su propio placer y en el de la mujer que es penetrada hasta ganarse su orgasmo. De esta forma, me empezaba a sentir como un cazador en busca de presas para mi rabo. Ya no me cortaba un pelo a la hora de tirarle el viaje a quien me entraba por el ojo. Mi vergüenza se había convertido en seguridad, y fue así como me acabé tropezando con una peluquera cualquiera. Ella se llamaba Ana.

El cómo me tropecé con Ana resulta de lo más variopinto. Por aquella época yo estaba realizando un curso de formación de unos pocos meses de duración en mi ciudad. A media mañana, en el descanso, tenía costumbre de acercarme a una cafetería de la zona para llenar un poco el estómago y no fenecer (exageradamente hablando).

Fue un día, estando tan tranquilo leyendo el periódico, cuando me fije que alguien de la barra de la cafetería lanzaba miradas furtivas hacia mi mesa. Hacia mí.

Supuse que le llamaría la atención mi aspecto de motero rudo con chupa de cuero negra, pantalones vaqueros rasgados y botas camperas con tacón, leyendo la sección de cultura del diario local. Un contraste muy grande comparado con el viejo verde de la otra punta del local, o del camarero desaliñado expresidiario que no sabías si te iba a servir un cruasán o a sacar una navaja de un momento a otro.

Pillé a esta chica en dos ocasiones. A la tercera le mantuve la mirada y sonreí. Ella se puso roja como un tomate ante mi descaro, volviendo rápidamente su mirada hacia el café que se tomaba en un arrebato a lo tierra trágame pero sin dejar de guardar la sonrisa. Me acerqué a la barra para pagar mi consumición y convidar la de ella:

- Y cóbrame también el café de la chica guapa de la esquina.- dije en alto.

Ella lo oyó, volvió su mirada otra vez hacia mí y me sonrió con mirada pícara. Y con las mismas me fui de allí. Para chulo y descarado ya estaba yo.

Al día siguiente y a la misma hora, volví a la cafetería donde habían pasado los anteriores hechos, pero con la peculiaridad de que justo entrando por la puerta me topé con iguales intenciones a la chica de marras. Le dejé pasar mientras me suelta:

- Hoy me toca invitarte.- con voz de superioridad pero sin perder la sonrisa.

- No hace falta, eh.

Insistió y al final accedí. Nos sentamos juntos en la misma mesa y comenzamos a charlar. Me contó que se llamaba Ana, que era una de las peluqueras de un negocio situado dos calles más atrás. Evidentemente, mi forma de vestir y mi actitud le habían llamado la atención y por eso no dejaba de mirarme. Todo en un tono muy cordial y divertido, casi en confianza; y que no era por otra cosa. A mí me hizo un poco de gracia y luego comprendí que al ser de un pueblo profundo de la provincia, no le resultaba tan familiar alguien como yo y por eso no podía evitar el haberme mirado tan descaradamente el día anterior. No obstante, su actitud provinciana le desvelaba de vez en cuando una forma de listilla que, mezclada con su ignorancia, llegaba a veces a descubrirla como soberbia y resabidilla.

Mantuvimos una charla agradable. Sin más. Nos contamos qué estábamos haciendo cada uno por esa zona, un poco nuestra vida, etc... Nos habíamos caído bien. Al final, como cada uno tenía que volver a su trabajo, nos intercambiamos los números y acordamos escribirnos a la tarde.
 
Después de salir del trabajo fui a comer a casa y al terminar se me ocurrió escribir a Ana. Al rato me respondió y me dijo que ella salía un poco más tarde y solía coger el tren para volver a casa, pero le convencí para que no lo hiciese y quedase conmigo. Si eso, ya le acercaba luego yo hasta el pueblo donde vivía. Le pareció buena idea, y a las cinco de la tarde me acerqué a la peluquería donde trabajaba; salió de ella y se subió en mi coche. Nos dimos dos besos para saludarnos y arranqué.

Para que luego, a la hora de regresar no estuviéramos muy lejos de donde ella vivía, acordamos ir a una cafetería dos pueblos más allá de casa. Entramos, pedimos unos cafés, buscamos una mesa libre e íntima y nos sentamos.

Le pregunté por su vida. Por la mañana no me había podido contar mucho más allá de que le había gustado y ella a mí también.

Ana había dejado su atuendo de peluquera en el trabajo y había aparecido ante mí con unos leggings de tela negros, unos pequeños tacones y una camisa un poco abierta. Tenía una buena altura, y también era algo rellenita, un pecho normal pero con un culo grande, redondo y bonito. Se la suponía unos treinta y muchos años. Luego me dijo que, además, era madre de una niña pequeña, que hacía dos años se había divorciado de su marido (el que fuese amante de ella toda su vida), un hombre grande, fornido, gordo y fuerte con el que llevaba desde la época del instituto, y con el que paso toda su juventud y flor de la vida. Resultó que un día le pilló tonteando con una camarera de un bar que frecuentaba entre semana, mandándose mensajes de WhatsApp, y enrabietada de celos se separó de él.

Ana realmente estaba reprimida. Se sentía guapa y muy femenina. Pese a que su educación y costumbres siempre habían estado rodeadas a la eterna cultura de cásate y ten hijos ella sentía que valía mucho más, y su coño también. Su coño estaba reprimido. Durante casi dos décadas solo había follado con la misma polla aburrida de siempre, y Ana, ya cerca de los cuarenta que de los treinta, necesitaba marcha. Aquello había sido para ella una liberación.

Cuando por fin pudo divorciarse, encontró a otro hombre más joven con el que compartía su vida y ya llevaban cerca de un año viviendo juntos. Esa relación fue muy extraña. Empezaron como amigos, luego como pareja que nunca terminaba por consensuarse, y luego finalmente, hacía unos días, habían acordado el poderse ver con otras personas, cosa sobre lo que a ella en principio le pareció bien a regañadientas. Una relación liberal en toda regla.

La actitud de Ana cuando hablaba era muchas veces de mujer de armas tomar, de la típica que se las sabía todas, aunque a mí no me dejaba de parecer una pose de persona ignorante sobre lo que había más allá de su alrededor; de su mundo.

Cuanto más pasaban las horas de aquella tarde, se me descubrió a una Ana que parecía más bien una "choni" venida a menos; reformada. La típica que de joven estuvo muy, muy buena, y por la cual todos los matones del barrio perdían el culo. Y estas "chonis" que van de dignas, al final lo que buscan es un pito al que agarrarse cuando el anterior les falla.

Yo poco más le contaba sobre mi vida. Que era feliz, me iba bien y que hacía lo que me daba la gana. Ella me empezó a mirar con una mezcla de envidia y deseo.

Tras tomarnos el café, me propuso el ir a otro sitio:

- ¿A dónde vamos? Vamos al pueblo de la playa, y nos tomamos algo en el PUB que hay allí.- me contestó ella.

- Ok, me parece bien. Vamos para allá.

Cuando por fin llegamos di un par de vueltas hasta que por fin encontré aparcamiento. Nos bajamos del coche y nos metimos dentro del PUB. Nos pedimos unas cervezas y nos fuimos a un lugar tranquilo al fondo del local, en la esquina de la barra.

Allí, tranquilos, consideré cambiar los temas de conversación. Ya sabía algo sobre su vida y su extraña relación, y le pregunté sobre qué tal sobrevivía haciendo de peluquera.

Ella me confesó que no estaba muy contenta donde trabajaba, pero que no había otra cosa. El sueldo no era muy allá y por eso se buscaba otras cosas con las que ir tirando, entre ellas haciendo de comercial los fines de semana con los tuppersex.

En los tuppersex ella se reunía en casa con sus amigas y conocidas y les hacía una presentación de juguetes sexuales y su funcionamiento para ver si conseguía vender algo y sacarse un extra. De esta forma fue como empezamos a entrar en el terreno del sexo, y yo, ignorante de todo aquello, no hacía más que preguntarle cosas sobre el asunto.

La conversación empezó a subirse de tono. En un arrebato de sinceridad y tras varias cervezas, el ambiente estaba caldeado y me confesó que tenía varios consoladores que nunca había conseguido vender, pero con los que jugaba de vez en cuando y que su favorito era uno de varios centímetros de largo pero muy grueso.

Yo ya estaba que me subía por las paredes con este tema, imaginándome como se debía de dar placer semejante hembra, y mi polla estaba ya muy dura, como una piedra.

- ¿Cómo de gorda?.- le pregunte. Y con mucha cara le agarré la mano y la llevé a mi paquete.- ¿Cómo está?- mientras Ana palpaba por encima del pantalón.

Continuará...
 
Su cara era un poema. Se puso roja como un tomate. Yo le solté la mano y ella comenzó a recorrerme la polla para comprobar que aquello no era falso.

- Joder si, algo así. Jajaja, que cabrón eres.

- No te gusta nada, eh

- Hostia, no me la imaginaba tan gorda. Algo se te marca pero es un poco exagerado esto.

- ¡Ah! Así que me la habías mirado alguna vez, eh, pillina

- Jajajaja, sí, claro que sí. Es que a veces se te abultaba.


Ya con total seguridad, sabía que Ana quería guerra. Se le habían despejado todas las dudas. Me acerque a su cara y nos fundimos en un morreo muy morboso.

En la oscuridad de aquel PUB nadie veía realmente nada más que nosotros, alejados de todo en ese rincón íntimo. Mis manos enseguida empezaron a acariciar sus pechos por encima de la camisa que llevaba. Ella volvió a bajar su mano para comprobar una vez más lo que llevaba prisionero dentro del pantalón.

- Esta va a ser para ti hoy.


Ella solo acertó a meter su lengua un poco más dentro de mi boca. Al separarnos le agarré de la mano y nos fuimos hacia la camarera para pagar las varias consumiciones que llevábamos.

Hecho esto, ella fue a la máquina de tabaco y yo le esperé fuera, dentro del coche. Cuando vino, se subió, nos volvimos a morrear y arranqué el motor.

El sitio elegido para hacer nuestras guarradas en la intimidad fue un bosque que había cerca de esta misma playa. Un lugar poco concurrido en primavera que lo hacía ideal al tener poca luz.

Durante el trayecto Ana había acertado a sacarme el rabo fuera del pantalón para poder ver que aquello no era ninguna broma. Cuando la vio lo único que pudo hacer fue empezar a suspirar y acariciármela.

Se llevó su mano izquierda a la boca, escupió y me la empezó a ensalivar. De esta forma, la paja que empezó a hacerme lentamente se convirtió en una sensación muy agradable gracias a la lubricación que había conseguido crear.

- Cabrona, me la estas poniendo demasiado gorda.

- Estate al tanto de la carretera. No vayamos a tener un accidente.- mientras ella no paraba de pajearme.

- No lo haces nada mal.

- ¿Sabes? Mi amigo, novio, o lo que sea porque ya no se ni lo que es, hoy había quedado con una tía que conoció el otro día en un chat por internet.

- Anda ¿no me digas?

- Pues sí, llevaban días hablando y se le ha antojado conocerla y a ver qué pasa.

- Y por lo que veo, tú no has perdido la ocasión de ocupar ese tiempo.

- Pues sí, pero que conste que esto no lo tenía ni mucho menos previsto.

- Supongo que ha sido cosa de los dos el que ahora estés aquí cogida de mi polla. Te recuerdo que fui yo quien te mantuvo la mirada y se lanzó.

- Sí, eso es cierto. Y voy a hacer lo que me salga del coño.

- Esa es la actitud, Ana. Esa es la actitud.


Cuando llegamos a ese bosque, conseguí aparcar en un lugar apartado de la carretera. Apagué el motor y me lance donde Ana a comerle los labios. Ella en ningún momento había parado de tocarme el rabo.

Allí, dentro del coche, le agarré del cuello con firmeza y le dije con voz firme:

- Vamos chupa, cabrona.

- Joder, que ganas tengo. No me va a entrar en la boca, veras.


Ana engulló mi rabo hasta casi la mitad. Se esforzó por cumplir algo más pero no podía. La muy mamona no paraba de atragantarse con el trozo de carne de entre mis piernas, haciendo ruidos guturales que llegaban casi al ahora.

Cuando necesitó respirar, rápidamente se la saco de la boca dejando restos de hilos de baba por su comisura y parte de mi rabo.

- Serás cerda, mira cómo te estas poniendo, glotona.

- Que cabrón eres.

- Vamos, sigue comiendo rabo del bueno.- mientras volví a sujetarla del cuello y la obligaba a bajar al quite.


Ana continuaba con su trabajo mamario mientras mis manos se metieron por dentro de sus legings. Primero acerté a pasar mis dedos por su ano, y siguiendo el camino termino palpando su coño, que estaba produciendo flujos de una manera bestial. Ana estaba empapada y cuando notó uno de mis dedos intentar introducirse dentro de su coño, la reacción inmediata fue apretar con los dientes levemente sobre el tronco de mi rabo.

- Quítate la camisa. Quiero ver tus pechos.- le dije.


Ana se sacó mi polla de la boca, se irguió y obedeció mientras me miraba con cara de pícara y se relamía los labios limpiándose un poco tras el duro trabajo que acababa de hacer. Poco a poco se fue desabrochando esta y una vez terminado continuó con el sujetador. Sus pechos aparecieron en todo su esplendor, con un tamaño medio, unos pezones de color rosa y chiquitines; muy graciosos.

Me animé a comérselos poco a poco pasando mientras enseguida comenzó a jadear. Sin embargo, su mano volvió a buscarme la polla, hasta que consiguió agarrármela y continuar masturbándome. Mientras tanto, con su otra mano comenzó a tocarse el coño:

- Joder, tengo el coño empapado.

- Ahora enseguida te abro en dos, tranquila.- mientras expulsaba uno de sus pezones de mi boca.

- ¡Como me has hecho perder los papeles!


Dejó de tocarse, soltó mi rabo, y comenzó a desabrocharse los pantalones poco a poco. Se los fue bajando, descalzándose y tirando todo al asiento de atrás. Con sus manos me apartó a un lado me hizo reclinar el asiento y a continuación ella misma se subió encima de mi.

Agarró mi falo, que ya de por si estaba que explotaba, y comenzó a pasárselo por la entrada de su coño. Ana empezó a suspirar y en un momento dado, en total silencio. Apoyó mi rabo en la entrada y poco a poco fue bajando lentamente, notando como centímetro a centímetro se habría paso en su interior todo mi grosor.

Sorprendentemente, entró sin mayor dificultad, perdiéndose en su interior. Pero lo mejor de todo fue cuando a Ana le empezaron a temblar las piernas, los pezones se le pusieron como piedras, y de su coño empezó a emanar fluido como si se estuviera meando de gusto. Era la primera vez que veía a una mujer corriéndose de esa manera y se lo hice saber:

- Joder, como te has corrido. Me has empapado entero. Mira como tengo la tripa llena de tus flujos.

- Pero que ganas tenía. Menuda corrida, joder.- sin hacerme mucho caso.


Sus piernas dejaron de temblar y automáticamente Ana comenzó a cabalgarme. Su vaivén era un no parar constante mientras sus gemidos inundaban todo el habitáculo.

- Vamos, muévete así cerda ¡Acelera el ritmo!.- mientras mis manos palmeaban violentamente sus pechos.


Oído esto, se puso de cuclillas encima de mí y comenzó otra vez a sacarla y metérsela poco a poco al principio y luego un poco más violentamente mientras me sonreía y me miraba a los ojos.

Nos sobresalta el sonido de su móvil. Alguien llama. Pero Ana pasa de cogerlo. Está ahora ocupada con un trabajo.

Mis manos ayudaban sujetando su culo, y al momento comencé a pasar uno de mis dedos por su ano, introduciéndoselo poco a poco. Volví a llevar este mismo dedo a su boca y la dije:

- Chúpalo, que te lo quiero meter hasta dentro.


Ana sin problema alguno de lo introdujo en la boca, lo lamio y lo embadurnó bien de su saliva. Hecho esto, volví a llevar mi dedo a la entrada de su culo y poco a poco se lo fui metiendo en uno de sus vaivenes mientras otra vez le empezaron a temblar un poco las piernas.

- ¿Qué tal tienes el culo? ¿está entrenado? Mi dedo ha entrado bastante bien.- le dije

- Mi culo está bien. Juego mucho con mis juguetes.

- Bien, porque ahora te vas a sacar mi rabo de ese chocho de golfa que tienes y te lo vas a meter tu solita.

- ¿Sí? ¿eso quieres? ¿me la meto entera?

- Si puedes a ver si lo consigues.

- Veamos a ver.


Ana levanto su culo lo suficiente para expulsar mi rabo y mi dedo del interior de sus orificios. Luego con su mano derecha busco mi polla, y cuando la alcanzo, se la coloco a la entra de su ano y poco a poco se la fue introduciendo exactamente igual que hizo cuando se la metió en el coño: mirándome a los ojos y bajando lentamente.

Si sorprendente fue lo bien que entro en su coño, más aun lo fue lo bien que también entró en su culo, amoldándose poco a poco a todo el ancho de mi pene, que invadía su interior sin mucho problema, en parte gracias a los flujos que habían lubricado.

La muy cabrona consiguió metérsela hasta dentro mientras me sonreía, y ahora otro vez, comenzó un vaivén similar al que hizo antes pero ahora con todo mi rabo partiéndole el culo en dos.

- Pero serás hija de puta. Te la has metido hasta dentro sin rechistar. Tú no tienes un culo, tú tienes una boca del metro.

- Ya te he dicho que juego con mis juguetes, cariño.

- Ya veo. Menudo vicio tienes.

- Puf y eso que a mi ex-marido le daba miedo darme por detrás por si me hacía daño.

- Menudo gañán. Ese no sabía la pedazo puta que tenía por esposa.

- Siempre fue muy mal amante.- me dijo ella con desconsuelo.

- Hay mucho inútil por ahí.


Continuo cabalgándome con su enorme culo a gusto, mientras le acariciaba los pechos y nos mirábamos con deseo.

- Esta mañana no te imaginabas que ibas a terminar con mi rabo metido hasta el fondo de tu culo mientras te tomabas el café conmigo ¿eh, cacho guarra?

- ¡Dios, nooooo!


De repente suena otra vez el móvil de Ana.

- ¡Joder!.- soltó Ana indignada mientras subía y bajaba sobre mi polla totalmente ensartada.


La sujete el trasero y empecé a bombearle violentamente y sin descanso. Ana tornó los ojos en blanco y en un momento dado le vino otro orgasmo que hizo que se dejase caer encima de mi rabo metiéndoselo hasta el fondo y vuelta a temblarle las piernas volvió a regarme toda la tripa con sus flujos mientras escapaba un pequeño chillido.

- ¡Ah, joder! ¡Que polvazo! Como echaba en falta esto.

- Te habrás quedado a gusto, eh. Te he dejado el culo como nuevo, golfa.

- Veras tu luego. No sé si podré sentarme. Me lo has machacado bien.

- Ya lo creo. Y todavía no me he corrido.

- Ya, ya lo sé. Déjame reponerme un poco y te la termino.


Cogí una pequeña toalla que tenía en los asientos traseros y comencé a limpiarnos un poco. Una vez más, sonó su móvil. La llamada parece insistente:

- Deja, no le cojas.

- Si, le voy a coger. A ver quién es. Lo mismo es este.


Ana consigue desacoplarse de mi rabo y se acerca al otro asiento del coche, donde acierta a sentarse para buscar más cómodamente el móvil en su bolso. Este no deja de llamar, pero justo cuando lo tiene en su mano, cuelgan.

- ¡Qué sí que es el! Y la llamada de antes también. Me ha escrito varios whassap a lo largo de la noche.

- Y tu entretenida. Hay que ver, ja, ja, ja.- le dije con sorna.- ¿Qué te dice?


Ana guardo un momento de silencio mientras lo leía. Su cara empezó a cambiar de expresión. Primero puso cara de preocupación pero al instante se le dibujo una sonrisa maléfica en la cara, como de triunfo.

- Pufff pues a ver. Hace dos horas me ha escrito un mensaje diciendo que la tía con la que había quedado, que nada. Que no le molaba en persona o algo así, y que no ha pasado nada. Que parece que se lo pensó mejor y abortó la operación. Que se va para casa Que ya ha llegado Que donde estoy-su dedo no dejaba de deslizar hacia arriba por la pantalla del teléfono táctil.

- Ja, ja, ja, y tú aquí follando conmigo.

- Si, si Que se va a poner a hacer una pizza. Que si voy a tardar mucho. Y luego que nada, que la pizza ya estaba. Ha debido de ser cuando hizo la primera llamada.

- Menuda película, ja, ja, ja.

- Y que como no contesto que se pone a cenar el solo. Pobre. Le voy a llamar, eh.
 
Mientras Ana intentaba llamar a su novio, yo aproveche para pasarme al asiento del copiloto y situarme encima de ella. Baje mi cabeza hasta llegar a la entrada de su coño:

- Hola, ¿qué haces?... ¿Cenando ya?...- mi lengua encontró su clítoris y comencé a lamer.- Sí, estoy con alguien... Sí, he quedado con alguien- continué comiéndome ese manjar mientras mi rabo empezó a ponerse otra vez duro.- Bueno, es lo que habíamos hablado, ¿no?.- subí y me coloqué otra vez encima de ella, pero esta vez comencé a introducir mi miembro otra vez en su jugoso chochito. Hasta dentro de un golpe.- Puf... Espera... Ahora en un rato voy. No te preocupes tanto, anda.

Le cogí el móvil, colgué la llamada ante su sorpresa, lo tiré por ahí, y comencé a bombearle el coño como si fuese un toro desbocado.

Ana simplemente se dejó hacer, y solo se oían nuestros jadeos.

- Tú esta noche eres mía, y al cornudo ese que le den por el culo por pringado.

- Joder, le has colgado mientras me la metías.

- Si, que aprenda a respetar a una buena hembra.


Y seguí dándole caña son insistencia. Ella ya había perdido el sentido del tiempo y parecía que le daba todo igual. Notaba como mis huevos se empezaban a hinchar y a llenarse de leche.

- Hostia Ana, me voy a correr. Te voy a llenar el coño de leche.


Ana ni contesto, simplemente abrió más las piernas para dejarme meter mi rabo más dentro suyo, hasta que no aguanté más y una buena corrida de lefa empezó a inundar su coño. Como un animal.

Cuando por fin me vacié todo lo que pude, me desacople y me puse otra vez en el asiento del conductor, tal y como estábamos cuando llegamos a nuestro paraje íntimo. Ana, una vez repuesta del polvo que le acababa de echar, acertó a decir:

- ¿Te has corrido dentro?

- Sí.- un sí con chulería y desprecio a partes iguales

- Estamos locos.


Ana se quedó pensativa. No estaba preocupada, dado que tomaba la píldora. Más bien era como si se cuestionase el cómo era posible que fuese tan puta como para dejarse llenar el coño de leche por un desconocido mientras su novio le esperaba desesperado en casa sabiendo de sobra que estaban dando polla a su chica.

Me agaché hasta alcanzar su tanga y se lo puse con un poco de dificultad. Tenía el coño chorreando leche, y con la prenda conseguí que ahí se quedase.

- Cuando entres por la puerta de casa, dile al cornudo que te limpie el coño a lengüetazos.

- ¡Si hombre! No seas tan hijo de puta.

- Tú hazlo y luego me lo cuentas.

- Qué retorcido eres, cabrón. No voy a hacer eso.

- Bueno, tú cuéntame lo que pase.

- Pues pasará que se me pondrá a lloriquear porque se ha dado cuenta de que la ha cagado. Ha querido ir de liberal y no se ha acordado de que yo también puedo irme a follar con quien quiera. Ya verás.

- Anda que menuda historia os traéis. Cuando quieras repetimos, pero en una cama, no dentro del coche.

- Ya veremos a ver. Mientras me guiñaba un ojo.


En el camino a casa iba conduciendo con total tranquilidad. Ya eran la 1:00 AM y el sueño hacía presencia. A penas conversamos nada. Cuando llegamos a su urbanización, aparqué en unas naves industriales que había cerca.

- Bueno, ya hemos llegado, nena ¿Todo bien?

- Sí, todo muy bien. Ha estado muy, muy, bien.

- Te vas contenta, eh.

- Pues sí. Hemos echado un buen polvazo.

- Sin duda.


Juntamos nuestros labios y nos fundimos en un beso donde entrelazábamos las lenguas. Aproveché para volverle a tocar los pechitos y al rato ya tenía otra vez la polla fuera, dura como una piedra.

- Ven, cómemela.- mientras la agarraba del pelo.

- ¿Otra vez? ¿no te cansas?

- Cállate puta, y come.


Ana sin rechistar se metió mi rabo en la boca y se recreó lamiendo, chupando y pasando la lengua por todo el tronco mientras le sujetaba la cabeza y le recordaba al oído que esta noche había sido muy guarra.

- Eso es. Despídete bien de ella. Creo que se lo merece. Demuestra lo cerda que eres.


A Ana esto parecía que le encendía. Su sumisión le ponía extremadamente cachonda, y mi trato, tan violento y despreciable hacia ella, le hacía despertar un volcán en su ser. Prueba de ello es como se metía mi polla hasta la garganta y aumentaba el ritmo, animada, como si no hubiese mañana.

Mi segunda corrida no se hizo esperar, y al poco mi leche salió disparada, llenándole su boca de todo un manjar blanco y cremoso recién horneado en lo más profundo de mis pelotas. Terminada mi eyaculación, se molestó en limpiármela muy bien, sin dejar nada de lefa.

- Eh, te dejas un poco aquí.- indicándole el pubis afeitado.


Ana lo recogió con los labios y lo absorbió. Volvió a darme un último repaso a mi pene hasta dejármelo limpio y brillante, y con las mismas me la guardó en el pantalón.

- Así me gusta. Como tiene que ser. Y ahora ya sabes: cuando entres en casa lo primero que vas a hacer es darle un morreo al cornudo y haz que te coma el coño. Que pruebe la leche de macho. El macho que se ha tirado a la puta de su novia.

Ana se reía. Todo aquello le debía de parecer demasiado surrealista, pero sin embargo le ponía a cien.

- No seas cabrón. No lo voy a hacer.

- Venga, anda. Hazlo.

- Anda, déjame en paz. Y ya hablamos, ¿vale? A ver ahora qué papelón me encuentro en casa. Este debe de estar muy rayado.

- Que le den. Él se lo buscó, ¿no quería esto? Pues que tome dos tazas. Ya me contarás.

- Sí, ya te contaré.


Ana se acercó y me dio un pico. Olía a sexo, a semen, a saliva iba hecha una auténtica traza para casa. Una cerda marcada.

Arranqué el coche y me fui de allí. Había sido una buena experiencia.



EPÍLOGO​

A la mañana siguiente ya era sábado y hablé con Ana por whassap. Le pregunté sobre el episodio sucedido una vez llegada a casa.

Me comentó que su novio estaba en el sofá tirado viendo la tele, y vio trozos de pizza tirados en un plato cerca del televisor. Simplemente, al entrar en casa saludo con un "hola" e inmediatamente se fue a la ducha.

Cuando salió de ella, su novio llego al dormitorio y se derrumbó. Le confesó que aquello había sido una mala idea y que no estaba dispuesto a que volviese a suceder algo así. Ella le confesó que venía recién follada y bien follada, y que ya se olía que algo así iba a acabar pasando.

Hablaron sobre cómo deberían realmente llevar la relación si querían estar juntos como una pareja normal a partir de ese momento. No hubo reproches. Cada uno había sido consciente de lo sucedido.

Celebraron el nuevo acuerdo de pareja yéndose a follar, aunque tuvo mucho que ver la insistencia de él porque le contase que es lo que había pasado y que le habían hecho yo. Al parecer, el saber que venía de follar con un tío con pintas de chulo que se encontró en una cafetería esa misma mañana le puso muy cachondo y al final se tiraron toda la noche follando.

Ana me dejó claro que no volvería a pasar nada más entre nosotros. Que había estado muy bien, pero que había sido una locura fruta de un momento complicado de su vida.

No le insistí en ningún momento en volver a vernos. Después de todo, yo seguía siendo un mujeriego empedernido y para mí ella había sido otra más de las tantas que habían pasado y que pasarían por mis intimidades.

Fin.
 
Esta nueva historia que os paso, ocurrió hace dos años, tras la ruptura con una ex.

Tras la ruptura con mi exnovia, pase todo el verano conociendo a distintas mujeres en plan desatado total, tanto cuando salía por ahí a tomar algo, como en las aplicaciones de citas que tanto abundan hoy en día. También cuando iba a hacer la compra con la cajera de turno que siempre me ponía ojitos, ja, ja...

La chica de la que os comentaré ahora la conocí mediante una aplicación, entrado ya septiembre. Tenía un par de años más que yo, rozando la cuarentena, pero no sabía mucho más de ella porque su foto de perfil sencillamente era un paisaje característico de la zona donde vivíamos.

Se interesó por mí porque le gustó mi descripción, y mi imagen le daba morbo, según me contó. Como yo no sabía todavía si estaba ante el clásico perfil falso o no, mantuve las distancias, aunque poco a poco entablamos conversación mi cordial y amable. Me contaba que ella no era de mi ciudad, sino de un pueblo limítrofe, y que me aparecía en mi radio de acción de la aplicación porque sin embargo su trabajo si que estaba cerca de mi lugar de residencia.

Estuvimos toda la semana de cháchara contándonos un poco nuestros gustos, situaciones vividas en el día, etc... Conociéndonos. Al segundo día le pedí dar el paso al whatsapp, lo cual acepto sin mucha duda y empezamos a enviarnos mensajes de audio (una manera de comprobar que efectivamente estaba hablando con una mujer), para más tarde pedirle que me dejase verla en fotos, para tener una imagen de cómo era. Aunque me decía que le daba bastante vergüenza, lo cierto es que tampoco se hizo derogar y aceptó.

Apareció ante mis ojos una chica con rasgos latinoamericanos, pelo castaño largo y liso con alguna mecha rubia; muy guapita de cara, con sonrisa que delataba vicio, y un cuerpo delgadito con alguna curva de estas que están para mojar el pan, vamos.

Sus fotos eran de situaciones cotidianas, e incluso con amistades. Ella aparecía en las fotos, a mi punto de ver, muy alegre y jovial y me transmitió confianza. Preguntándole sobre su nacionalidad, me confirmó que era colombiana, pero que llevaba veinte años viviendo en España. Lo gracioso es que no tenía ningún acento que me hubiese hecho sospechar sobre esto cuando me envió los primeros audios, y se la veía totalmente integrada. Tras esto continuamos de cháchara y acordamos quedar el viernes por la noche. Ella saldría de trabajar y quedaríamos en un bar poco concurrido para tomar unas cervezas y saber de nosotros un poco más.

Llegado el día, apareció por el bar espectacular, con una chaquetita negra que dejaba ver un poco de su escote, una minifalda vaquera y unas botas negras altas. Una vez que nos sentamos nos pedimos un par de cervezas y algo de picoteo. Debimos estar como cerca de dos horas contándonos nuestras vidas.

Me comentaba que tenía un hijo de ocho años de una relación que tuvo con un chico del pueblo donde vivía ahora, que habían estado cerca de diez años saliendo y viviendo juntos, pero que la relación estaba terminada. Yo por mi parte le comenté mi ruptura con mi ex, y como me lo estaba montando durante el verano.

Los roces y las gracias fueron el toque de la noche, pero nunca pasábamos mucho más de ahí, y llegada la hora el bar tenía que cerrar y ella volver a su casa, que le llevaba cerca de media hora en carretera. Así que vista la situación, me animé a acompañarla hasta el coche.

Durante el camino seguimos de cháchara, y en un momento dado se paró me dio un abrazo y me comentó que era muy majo por acompañarla hasta el coche. Luego se me quedó mirando y a continuación me pegó un tremendo morreo que no me esperaba. Tal fue el subidón, que mi polla rápidamente se empezó a poner morcillona de cojones, y ella lo debió de notar bien con el roce en sus piernas.

Casualmente para ir hasta su coche teníamos que pasar por la misma calle donde vivía, y cuando nos acercamos a mi portal le pregunté si quería tomarse una última en mi casa. Dudó un poco pero aceptó finalmente de buena gana argumentando que daba igual si llegaba un poco más tarde porque al día siguiente tenía el día libre completo.

Ya dentro de mi casa, le encantó lo acogedora que se veía (soy un maniático de la limpieza, y estando todo muy minimalista, proyecta serenidad) y sobre todo las vistas a la ciudad y parte del mar que tenía. Con las mismas, nos sentamos en el sofá y nos abrimos un par de cervezas para seguir con la conversación que nos habían interrumpido en el bar.

Ya os podéis hacer una idea de que nos tardamos mucho en empezar a besarnos de nuevo y comenzamos a desnudarnos. Ella, pese a sus casi cuarenta años, conservaba un cuerpecito delgadito, como de jovencita, con una piel morena espectacular. Me llamo mucho la atención sus pechos, que eran muy bonitos y seguían firmes pese a que ella alegó que antes del embarazo estaban mucho más grandes, y que ahora les tenía deshinchados. A mí me parecieron una preciosidad; y lo que más me impactó fueron sus pezones oscuros, gordos y largos. Nunca había visto unos pezones así, que además contrastaban con una aureola pequeña. Esos pezones pedían ser chupados una y otra vez. Cuando le hice el comentario sobre lo grandes que eran también me aclaró que eran un daño colateral de cuando dio de pecho a su hijo.

Puestos en faena, se arrodilló en el suelo y me terminó de quitar ella los pantalones para descubrir mi gordo pene, que aún seguía morcillón. Me comentó lo bonita e impactante que se veía y me la engulló.

Me la estuvo mamando con ansia, recorriendo mi tronco de vez en cuando con la lengua mientras con una mano me masturbaba hasta que me la puso muy dura.

Con las mismas se levantó del suelo, se subió la falda, se apartó el tanga a un lado y empezó a rozar su coño por todo el tronco de mi pene. Me preguntó sobre preservativos y acerté a sacar uno de uno de los bolsillos del pantalón que estaba tirado en el suelo. Ella misma lo cogió, lo abrió, me lo puso como pudo (quedan muy, muy justos) y con las mismas, con el tanga apartado se la empezó a meter poco a poco con dificultad. Tuve que ayudarla dejando caer un poco de saliva en mi mano, que luego distribuí a lo largo de mi polla para darle un extra de lubricación.
El coñito poco a poco fue cediendo y tras un par de embistes de ella, se dejó caer hasta conseguir metérsela hasta el fondo. Enterrada ya totalmente, se puso de cuclillas y ella misma me dedico un polvazo de los que hacen historia. Literalmente me estaba follando ella moviéndose como una ninfa y jadeando al cielo cada vez que la sacaba y la metía de nuevo dentro mientras yo me dedicaba a comerle los pezones.

Estuvimos un buen rato dándole al tema hasta que ella no aguantó más y empezó a correrse encima mío mientras me abrazaba fuertemente y daba un alarido de desfogue que debió de oírse en toda la escalera.

Una vez que ya se relajó del todo, se despegó de mi y la ayude a levantarse para acabar rodado en el sofá al lado mío. Nos estuvimos dando unos besos y unas caricias y me aseguró que algo así es lo que necesitaba para relajarse. Que llevaba una mala temporada y esto la venía de lujo.

Me levante a la cocina para tirar el condón a la basura y aprovechar para coger otro par de cervezas. A mi regreso al salón, ella seguía allí tirada respirando hondo y con la mirada perdida. Se había quitado ya toda la ropa que le quedaba. Estaba preciosa pese a la vulgaridad de encontrarse abierta de piernas sin ningún pudor, mal tirada encima del sofá, y dejando ver si precioso coñito sin un solo pelo todavía con restos de los flujos que había soltado cuando se corrió. También el sudor se le notaba un montón por el canal de entre sus pechos, con aquellos pezones tan largos y puntiagudos aun de punta y duros.

Cuando me vio llegar, me dio un "gracias" por las cervezas que traía para tonificarnos un poco después del polvazo que acabábamos de echar, y de este modo volvimos a convertirnos en aquellos dos individuos que hacía unas horas se habían conocido en persona, hablando sobre nuestros hobbies y anécdotas, entre trago y trago.

Volvió a hacerme saber lo bonita que le había parecido mi casa; tan minimalista, limpia, y moderna. Posó el vaso en la mesita, se levantó y se acercó al gran ventanal que había en el salón, que dejaba ver parte de los tejados de muchos edificios de la ciudad, con sus pequeñas luces, y algo de mar, que aun con la oscuridad se podía ver como las olas rompías en la arena de una playa cercana creando esa espuma característica. Yo acerté a apagar las luces del salón para que pudiese ver aún mejor.

Veía como estaba absorta con las vistas, y me recreaba con su cuerpecito delgadito, totalmente desnuda como Dios la trajo al mundo; aun sin creerme que acabara de pasar lo que pasó. Encima ahora podía ver su precioso culo, chiquitín pero redondito y estilizado, alto; una parte del cuerpo que me tiene obsesionado.

No me pude aguantar mucho más: me levante y me pegue a su espalda totalmente desnudo como estaba. Ella no dijo absolutamente nada. Seguía con la mirada perdida mirando las luces de la ciudad. Y yo mientras tanto comencé a besarla por el cuello y a acariciarle el cuerpo, recreándome sobre todo en sus pechos. Mi pene enseguida volvió a responder y me pegue aún más, encajonándolo sabiamente entre las nalgas de su culo. Después baje una de mis manos y comprobó que su coñito aún seguía con marcha, caliente y lubricando tanto o más que antes.

Aquí a mí ya se me fue totalmente la pinza: me agarre la polla, que ya estaba totalmente dura, comencé a pasárselo entre los pliegues de su coño y sin mucho más miramientos se la clave hasta el fondo. A ninguno de los dos nos importó ya si había o dejaba haber un preservativo en medio. Ella sencillamente se dejó hacer, ayudando abriéndose las piernas un poco más mientras yo le cogía de las caderas y comenzaba a empujarla como un toro. Sus pechos quedaron pegados a la ventana mientras que sus brazos se agarraban como podía a los marcos de la ventana, y así estuvimos unos cuantos minutos, con el morbo de que algún vecino pudiera alzar la vista viéndonos follar y llevándose un buen espectáculo de la morena desnuda y pegada a la ventana.


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Cuando me cansé de la postura, así clavada con mi polla como estaba, la puede levantar del suelo y acercarla de nuevo al sofá, poniéndola en postura del perrito. Di un trago a la fría cerveza sin dejar de penetrarla, y volví otra vez a comenzar el vaivén una vez que pude posar el vaso en la mesita de nuevo. Ella solo jadeaba y se dejaba hacer, y en un momento dado solo acertó a decir "joder, que gorda la tienes; me llenas de cojones".

El morbo me podía. El contacto directo de mi rabo con su coño le daba un plus. Era demasiado. Si antes con preservativo ya me pareció un lujazo todo lo que sentía; ahora ya era indescriptible.

Ella comenzó a calentarse a un más y empezó a ayudar empujando su culo en cada vaivén. Como no quería correrme aun, se la saqué por sorpresa, me agaché, y le empecé a pasar la lengua por su coño jugoso, que sabía a gloria, para después terminar con la lengua entre los pliegues de su culo, acertando a encajarla dentro de su ano. Dio un alarido de placer, y otra vez comencé a penetrarla con mi rabo.

La excitación me podía y le hice saber que me iba a correr. "No te corras dentro, que no llevas nada, eh", le dio tiempo a decir, y como buen chico me la saque y termine derramándome encima de su culo. Poca cosa, la verdad, pues hacía un rato que ya había descargado en el polvo anterior, pero el orgasmo que me llegó fue apoteósico.

Se derrumbó encima del sofá, y yo encima de ella. Los dos estábamos rotos.

Cuando nos recompusimos, fuimos al baño a limpiarnos, y ninguno de los dos sacó el tema de lo que habíamos hecho sin protección. Creo que habíamos gozado tanto que tampoco queríamos hablar de nada más. No era el momento.

Le invité a quedarse a dormir, y me lo agradeció porque dada la kilometrada que le quedaba para llegar a casa, todo lo que había bebido, y lo de noche que ya era... no estaba para coger mucho el coche.

Así que con las mismas, recogimos el salón, nos metimos en mi cama, y caímos redondos en un profundo sueño.

Os podéis imaginar por la mañana como fue el despertar. Raro es el día que no empiezo con una buena empalmada, y claro... aprovechando la ocasión, me arrime bien a ella haciendo la cucharita, y sobresaltada al notar un bulto pegado a su culo desnudo, solo supo echar una mano atrás, agarrármela, y dar un buenos días diciendo "joder como estas ya por la mañana".

No se anduvo con muchos miramientos, y dándose la vuelta, se subió encima de mí y me dedico un buen espectáculo metiéndose mi rabo hasta el fondo y follándome con una dedicación fogosa e infartante de movimientos pélvicos, chillidos y jadeos, mientras apoyaba sus manos en mi pecho.

Cuando me cansé de la postura, la agarré de la cadera y la giré para cambiar las posiciones, y estando yo ahora arriba, le golpeé con mi polla bien dura en el clítoris y se la metí otra vez hasta el fondo mientras le alzaba las piernas y me las ponía en los hombros.

Como os podéis imaginar, la penetración era total y profunda, y notaba como golpeaba en su cérvix, que si bien para muchas mujeres puede ser desagradable, para otras es una auténtica gozada... y esta colombiana lo disfrutó.

Nuevamente, la música de gemidos y bufidos acompañaba al coito, y cuando no pude más le saqué el rabo de su interior y me acerqué a sus pechos para correrme. Ella me sorprendió agarrándome de los huevos y diciéndome "¡no, en mi cara!", y obedientemente sustituí sus pechos por su faz, meneándomela fuertemente ante su atenta mirada mientras le anunciaba la inminente venida con un "¡saca la lengua, puta!".

Su cara quedó hecho un cuadro. Varios trazos de lefa le corrían por los labios y resto de cara. Alguna gota llegó a caer sobre sus pechos cuando mi polla comenzó a ponerse morcillona y aun goteaba semen. Y aun así, seguía preciosa.

Vaya dos nos habíamos juntado. La invité a que se quedara a desayunar, y mientras nos tomábamos un café con unas tostas, nos pusimos ahora si serios y hablamos sobre lo ocurrido.

Ni ella ni yo nos esperábamos este furor de deseo con el que nos habíamos cogido. Ella solo iba a conocer al chico con el que llevaba unos días hablando, tomarse una buena cerveza "de tranquis" después del trabajo y ya está. Ni por asomo se hubiese imaginado como habría terminado cabalgando con deseo, quedándose a dormir, abierta de piernas y mucho menos bañada en semen de un desconocido.

Y ahí surgió el tema de los preservativos. El cómo se nos fue la pinza y lo mal que estaba hecho. Tanto ella como yo teníamos después de todo una punzada de culpabilidad por romper una norma tan básica como es la protección en las relaciones sexuales. Ambos nos tranquilizamos asegurándonos que estábamos sanos, etc... pero lo más rocambolesco de todo era que ella ni si quiera tomaba la píldora. Su anterior pareja tenía la vasectomía hecha tras el embarazo de su único hijo, y no se había planteado ni tomar la píldora tras dejarlo con él.

Pero aquí no quedó la cosa...
 
Pasaron un par de semanas hasta que nos volvimos a ver. A lo largo de ese tiempo no perdimos el contacto, y de vez en cuando nos escribíamos para ver que tal nos iba. Yo seguía con mis ligues e historias, y ella... pues ni idea. No me hablaba de mucho más que del trabajo y de cuando tenía que hacerse cargo de su hijo.

Así que tras ese lapso de tiempo, coincidiendo con el turno de tarde y que no tenía a nadie a su cargo, una noche volvimos a quedar. Pero vino directamente a mi casa, y no nos anduvimos con muchos miramientos.

Al igual que la otra vez, la invite a unas cervezas, nos contamos cuatro tonterías por encima, y fuimos directos a comernos las bocas. Desde luego la más activa era ella, que sin pedirlo no dudó en ponerse de rodillas, bajarme los pantalones y rebuscar entre mis calzoncillos hasta conseguir sacar a flote mi polla, que ya estaba durísima.

Literalmente, antes de metérsela en la boca dijo: "Pero que ganas tenía de esta", y de nuevo me regaló una muy buena felación que me llevó directo al quinto cielo. Esta chica sin duda me ganaba en calentura, y aunque suelo ponerme muy bestia y machito en la cama, con ella no me salía ese carácter y sencillamente me dejaba hacer. Me convertí en su juguete de carne y hueso. Una polla gorda que da placer.

Esa forma que tenia de lamérmela de arriba abajo, como se la acercaba a la cara e intentaba impregnarse de su olor,... pocas hembras había visto así.

Cuando ya la tenía a tope, la hice levantar y que se pusiera de rodillas en el sofá a cuatro patas; como a mí me gusta. Ni preservativo ni leches. Nuevamente a pelo. A ninguno de los dos nos importó lo más mínimo, y la estuve dando caña un buen rato mientras la sujetaba del pelo y le daba algún que otro azote.


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Acerté a escupirle un buen salivazo en todo el agujero del culo y con mi dedo gordo empecé a jugar un poco. Y aunque en principio no dijo nada, al rato vio mis intenciones y me lo advirtió: "Por el culo no, eh... que la tienes demasiado gorda". A lo que yo rechisté e hice muestra de queja con un simple "Venga, déjame aunque sea solo un poco" mientras mi otra mano empezaba a masajearle el clítoris y mi cintura empezaba a aumentar las embestidas. Esto parece que la puso aún más cachonda y cambió su postura: "Bueno, siéntate ahí y déjame a mi hacerlo, pero solo la punta, eh".

La verdad es que con el culo tan chiquitito que tenía, daba un poco de cosa perforárselo. Pero acepté el acuerdo, y me tire en el sofá, dejando mi polla apuntando al cielo. Ella dándome nuevamente la espalda escupió en su mano y me embadurno de su saliva mi rabo, y con otro escupitajo lubrico un poco su ano. Luego me la agarró con una mano y poco a poco se fue agachando y colocándosela en la entrada del culo. Se fue dejando caer poco a poco, y cuando ya la punta de mi pene iba abriendose paso por su esfinter, se levantó otra vez y de nuevo se dejó caer... así poco a poco intentando dilatar para que no le doliese. Pero fue inútil. A penas consiguió meterse la punta y poco más. No conseguía dilatar bien. Le impresionaba el grosor y eso la condicionaba, así que cuando noto parte del pene superar la barrera, cesó en su empeño y dio por finalizada la función anal, para seguidamente tal y como estaba dejarse caer encima mío introduciéndose mi rabo por todo el coño alegando un: "Bueno, ya está bien de culo, que me ibas a acabar rajando". Y ella sola comenzó a cabalgarme nuevamente como aquella amazonas que había conocido unas semanas atrás.

Era una locura como movía las caderas y como conseguía dominar la elasticidad de su delgado cuerpo para llegar hasta mi boca y buscar mi lengua con la suya. Botaba y botaba, y mi rabo entraba una y otra vez y yo lo pasaba hasta mal al ver que no iba a poder aguantar más, así que advirtiéndoselo, cuando notó que me venía, sabiamente se la sacó de dentro y ella solita ayudándose de su mano empezó a masturbármela para sacarme toda la leche que llevaba almacenando desde hacía días dentro de mis cojones. Los primeros disparos impactaron directamente encima de su coño mientras me la sacaba, y luego una vez fuera los siguientes llegaron a su pecho para luego ir cayendo por su vientre. De nuevo la puse perdida.

Esta vez no se quedó a dormir. Nos terminamos la cerveza que nos habíamos servido y con las mismas se marchó de viaje hasta su lejana casa con la promesa de seguir viéndonos.

Pero la siguiente vez fue muy distinta...
 
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