El BIG BANG de las sensaciones

M.

Hay un mundo que se ha ido para no volver y tú, con él.

No puedo hacerte regresar. Pero si puedo crear un nuevo mundo y mediante tu recuerdo, llevarte hasta él.
No puedo mantener tus promesas ni tus tradiciones. Habrán por necesidad imperativa, tradiciones y costumbres de nueva creación.

Tú mundo ya no puede ser, pero tú puedes ser en mi nuevo mundo.
Puedes vivir en mi.
Tú te quedas.
Sigues en mi.

Cuando un mundo se acaba,
por una simple ausencia,
(cuan fácil su decir,
terrible el asumir),
pero semilla queda,
otros mundos comienzan.

Desconozco a su M,
pero, así, desde aquí,
si me da usted la venia,
con la inmensa osadía
a que el lugar se presta,
con la ayuda de versos,
de calidad infame,
me permito afirmar,
que usted le ha renovado,
le ha regalado un mundo,
que su esencia es eterna.
 
De sensaciones y no de "chatear"

Aclaraciones no obligatorias.

El siguiente relato está recuperado de Bing Bang original en Pajilleros.

En aquel lugar soñamos varios personajes:

El Tío Mikelo que andaba por las nubes del romanticismo castigando los oídos y la paciencia de sus hermanastros con su saxofón.

El Pato Secretario, puntilloso y puñetero, castigo de la Bruja beoda, pero siempre investigando e intentado poner orden en la libreta de tapas azules. (El corazón del soñador)

Diablo Cojuelo. Fue expulsado de cielo por metijón, al ser corto de alas, tuvo una mala caída y ya cojito por toda su existencia. Friolero como ninguno, es amigo de las camas y las féminas bien rollizas que le aporten calorcito. Mientras espera tan preciada ocasión, se refugia en el cuarto la caldera de carbón.

Éste último es el protagonista del relato “Polvo de harina”

Felipesegundo y su real Cipote… Bueno, apareció un día y se coló, procedía de otro “foro” dónde hace unos dieciocho añitos mantenía relación epistolar con una mexicana rebuena. Pero tal historia ya sería abrir otro melón.
Solo añadir que es también hermanastro antecesor de los anteriores, y poco de todo ellos.
Su lema es “En los dominios del sexo nunca se pone el sol
De aspecto sobrio y serio, en el fondo es un cachondo mental.
 
Última edición:
Por fin puedo estarrr de nuevo en essste lugarrr
Nada de playassss ni de arrrenasss calientesss. Estosss días fuerrron durrros parrra mi perrrsssona... En parrrte, puésss algo ocurrrió que mi ansssiedad alivió. Osss lo cuento:

Dessspuésss de mucho insistirrr, finalmente, se me "otorrrgó" la gracia de poderrr sssalirrr del forrrzossso enclaussstramiento. Perrro ocasionalmente, con losss minutosss contadosss.

Sin más compañía “erótica” que la de mis hermanastros, los segundos se convierten en horas y, estas a su vez, en interminables e insufribles días; con la agravante de tener que soportar el insoportable y penetrante olor rancio de la tinta en la Libreta de Tapas Azules.

Nada que pudiese alegrarme la vista, ni tan siquiera una mísera imagen de unos glúteos de buena moza en los que poder clavar la mirada, y algo más... Nada con lo cual poder ejercitar mis cada vez más entumecidos dedos... ¡Nada!
Tedio y más tedio, suplicio, ansiedad..

El Secretario, a su bola, zambullido entre páginas, buscando la utopía: el viaje, según él, de no sé qué antepasado nuestro.
Mikelo... dormitando, y cuando no, peor aún: Tocando el saxofón entre suspiros.
La temperatura de mi cuerpo iba en aumento, a punto estaba de estallar en llamas y convertir en cenizas el cuaderno... Justo en ese preciso momento, ¡plofff!

Resonó la voz del Soñador:

-Diablo Cojuelo... ¿Te importa salir a comprar el pan?

-¡Jueeerrr! essso ni ssse pregunta –mascullando mis palabras.

-¿Perdón compañero.? no te oigo bien...

-Vaaale... ¡Oírrr esss obedecerrr!

-Una advertencia: dispones de veintiún minutos para tal cometido.

-Mi-errr-daaa –con un leve susurro, y después elevando la voz:

-¡Tomo nota!

-Toma buena nota, pues un solo minuto de más y, el borrador pasará sobre tu caliente existencia en mis sueños...

-¡Lechesss, que essstoy porrr la laborrr!
 
Polvo de harina

No necesité buscar mucho. Un delicioso aroma a pan recién cocido, me llevó directamente hasta la tahona. Allí la encontré, tras el mostrador, de espaldas a la entrada. Se movía graciosa mientras colocaba delicadamente panes de atrayentes y suculentas formas.
Ella misma era un enorme pan de apetitosa masa. Generosa en carnes, madura y de piel tan blanca como la harina. Buena, sí, muy buena... seguro que su íntima miga, era de lo mas suculento.
La saludé, y se giró quedándome enfrentada. Educada respondió a mi saludo y, sus ojos castaños se encontraron con el fulgor de los míos. Sonrío tímidamente... Nos entendimos.

Hola... ¿Qué desea señor?

Respondí internamente “tú eres lo que yo deseo” , a continuación, aproximado mi rostro, sobre el mostrador –Quierrro una barrra de pan de leña y, que essste porrr favorrr, bien tossstada.

Eligió una de dorada corteza, pero algo descascarillada –¿Esta...? ¡Ay, perdón! Está un poco fea... ¿no...?

No ssse preocupe, porrr favorrr, no tiene la menorrr imporrrtancia. Me vale tal cual... Verrrá... lo imporrtante no esss parrra mi perrrsssona la belleza de la corrrteza; lo verrrdaderrramente herrrmossso ssse encuentra en el interiorrr: en sssu masssa buena.

El rostro se le iluminó. Sonrió y, unas finas arrugas adornaron unos ojos que ahora brillaban curiosos. Nos entendíamos cada vez más.

-Pues me alegro. Le aseguro que este pan le encantará...


En el justo momento que depositaba las monedas en su mano abierta, esta se contrajo un instante, el suficiente para apreciar el tacto de sus dedos en la mía.
De mi entrepierna surgió una estimulante sensación, un agradable escalofrío, que tras recorrerme vertiginosamente la columna vertebral, saltó de la nuca, para alojarse en mi garganta.

Al siguiente día, cuando ella me devolvía el cambio, aproveche para rozarla “descuidadamente” la palma de su mano.
De tal manera, sin apenas tiempo, sin articular palabras entre los dos, fue el transcurrir de los días. Con sus sabrosas y bien cocidas barras pan, acompañados de “los hola y los hasta luego” . Repletos de mensajes cada vez más evidentes, de sutiles señales a través de las sonrisas, de los guiños y sobre todo de los sensuales roces... Abiertos los sentidos, saboreándonos. Notando el calor de nuestros cuerpos apenas a dos palmas de distancia.

-Buen día ssseñorrra.

-¡Hola! Buenos días... ¿Lo de siempre verdad?
-Sssi, clarrro... ¡Que pena! El tiempo ssse me agotó. Esssta, esss mi ultima barrra pan.

-Vaya, que rápido pasó, sí.... Bueno, espero que guarde buen recuerdo de...

-¡Ya lo creo! Echarrré de menosss essste pan y éssta... -No termine la frase; me incliné sobre el mostrador acercándo mis labios a su mejilla, con el propósito de la despedida... ¡ Y sucedió!

-Espera... – Sonriéndome, se retiró, mirándome de reojo. Después de extraer del cajón una cartulina del tamaño de un folio, se dirigió a la puerta de tienda, cerró por dentro con llave y dejó colgado el cartel:

DISCULPEN LAS MOLESTIAS,
REGRESO EN UNOS MINUTOS.
GRACIAS.​

-Ven... –Tiró con apremio de mi mano, arrastrándome tras ella dentro de local anexo donde se ubica el hornoMe abrazó con sus generosos pechos y, mi pierna se deslizó entre sus muslos, mientras, apretaba con fuerza sus nalgas. Su boca húmeda se apoderó golosa de mis labios.
En un pispás se desnudo de la bata y las bragas. Volviéndose de espaldas a mí, apoyo medio cuerpo sobre varios sacos apilados de la harina. Alzó las caderas, y con la voz cargada de deseo me suplicó: -Móntame... ¡Fóllame ya!

La vulva se me ofreció magnifica y jugosa entre unos imponentes glúteos hermosamente blancos como la harina. Y me arrojé sobre ella, con el pantalón y el calzón apenas bajados.

Todo sucedió muy rápido. Mi ardiente sexo parecía poseer vida propia, entraba y salía sin dar cuartel ni reposo, golpeando cada vez con mayor ansia, sobre aquella magnifica montaña.

Cedían los sacos con cada una de las sacudidas... Su fino polvo, apenas percibido, iba cubriendo nuestro placer.

El tiempo apremiaba. Aprovechando que ella alcanzaba el punto álgido del orgasmo, envestí con furia por ultima vez contra la grupa, clavando mis dedos en sus nalgas. Un alarido sostenido de placer rompió el ritmo de los jadeos, su eco, fue apagándose, perdiéndose por el cálido horno, entre la maquinaria, las bandejas, la masa, los panes, la levadura y los sacos de harina.

Permanecimos tumbados un instante, sin tiempo, abrazados, fundidos en un beso que me supo a la buena masa del pan... Su masa buena.

Y desaparecí... justo en el minuto veintiuno...



En el minuto veintiuno entraba en la Libreta. Al oírme, el Secretario levantó la vista de los papeles que estaba estudiando y mirándome sobre las gafas observó curioso...

Me señaló con la punta de una de sus plumas –Cojuelo..., llevas en la ropa unas manchas que me parecen de cal...

-Puesss no ¡Errrassste! -Le interrumpí y le precisé – ¡Esss polvo de harrrina!


Me deleito con el rrrecuerrrdo de esssosss díasss... ¡Ay, todo tan rrrápido¡

todavía en mi rrropa y sobre la piel perrrdurrran lasss marrrcasss de la harrrina y no dessseo sacudirrrmelasss.
Sssonrrrío pensssando en aquellasss otrasss marrrcas: Lasss que ella lleva impresssasss en la memorrria de sssusss nalgasss.... ¡De tan buena masssa!

Ahorrra rrrelajado, essperrro el inmediato rrretorno a nuessstro hogarrr en el Big Bang, al amparrro de las traviesssasss teticasss de la nuessstra Gamberrr.

Diablo Cojuelo
 
Siempre me tuvo conquistada el Pato Secretario, El Secre. ♥

Gracias por todos y cada uno de ellos.
💋 💋 💋

De sensaciones y no de "chatear"

Aclaraciones no obligatorias.

El siguiente relato está recuperado de Bing Bang original en Pajilleros.

En aquel lugar soñamos varios personajes:

El Tío Mikelo que andaba por las nubes del romanticismo castigando los oídos y la paciencia de sus hermanastros con su saxofón.

El Pato Secretario, puntilloso y puñetero, castigo de la Bruja beoda, pero siempre investigando e intentado poner orden en la libreta de tapas azules. (El corazón del soñador)

Diablo Cojuelo. Fue expulsado de cielo por metijón, al ser corto de alas, tuvo una mala caída y ya cojito por toda su existencia. Friolero como ninguno, es amigo de las camas y las féminas bien rollizas que le aporten calorcito. Mientras espera tan preciada ocasión, se refugia en el cuarto la caldera de carbón.

Éste último es el protagonista del relato “Polvo de harina”

Felipesegundo y su real Cipote… Bueno, apareció un día y se coló, procedía de otro “foro” dónde hace unos dieciocho añitos mantenía relación epistolar con una mexicana rebuena. Pero tal historia ya sería abrir otro melón.
Solo añadir que es también hermanastro antecesor de los anteriores, y poco de todo ellos.
Su lema es “En los dominios del sexo nunca se pone el sol
De aspecto sobrio y serio, en el fondo es un cachondo mental.
 
Polvo de harina

No necesité buscar mucho. Un delicioso aroma a pan recién cocido, me llevó directamente hasta la tahona. Allí la encontré, tras el mostrador, de espaldas a la entrada. Se movía graciosa mientras colocaba delicadamente panes de atrayentes y suculentas formas.
Ella misma era un enorme pan de apetitosa masa. Generosa en carnes, madura y de piel tan blanca como la harina. Buena, sí, muy buena... seguro que su íntima miga, era de lo mas suculento.
La saludé, y se giró quedándome enfrentada. Educada respondió a mi saludo y, sus ojos castaños se encontraron con el fulgor de los míos. Sonrío tímidamente... Nos entendimos.

Hola... ¿Qué desea señor?

Respondí internamente “tú eres lo que yo deseo” , a continuación, aproximado mi rostro, sobre el mostrador –Quierrro una barrra de pan de leña y, que essste porrr favorrr, bien tossstada.

Eligió una de dorada corteza, pero algo descascarillada –¿Esta...? ¡Ay, perdón! Está un poco fea... ¿no...?

No ssse preocupe, porrr favorrr, no tiene la menorrr imporrrtancia. Me vale tal cual... Verrrá... lo imporrtante no esss parrra mi perrrsssona la belleza de la corrrteza; lo verrrdaderrramente herrrmossso ssse encuentra en el interiorrr: en sssu masssa buena.

El rostro se le iluminó. Sonrió y, unas finas arrugas adornaron unos ojos que ahora brillaban curiosos. Nos entendíamos cada vez más.

-Pues me alegro. Le aseguro que este pan le encantará...


En el justo momento que depositaba las monedas en su mano abierta, esta se contrajo un instante, el suficiente para apreciar el tacto de sus dedos en la mía.
De mi entrepierna surgió una estimulante sensación, un agradable escalofrío, que tras recorrerme vertiginosamente la columna vertebral, saltó de la nuca, para alojarse en mi garganta.

Al siguiente día, cuando ella me devolvía el cambio, aproveche para rozarla “descuidadamente” la palma de su mano.
De tal manera, sin apenas tiempo, sin articular palabras entre los dos, fue el transcurrir de los días. Con sus sabrosas y bien cocidas barras pan, acompañados de “los hola y los hasta luego” . Repletos de mensajes cada vez más evidentes, de sutiles señales a través de las sonrisas, de los guiños y sobre todo de los sensuales roces... Abiertos los sentidos, saboreándonos. Notando el calor de nuestros cuerpos apenas a dos palmas de distancia.

-Buen día ssseñorrra.

-¡Hola! Buenos días... ¿Lo de siempre verdad?
-Sssi, clarrro... ¡Que pena! El tiempo ssse me agotó. Esssta, esss mi ultima barrra pan.

-Vaya, que rápido pasó, sí.... Bueno, espero que guarde buen recuerdo de...

-¡Ya lo creo! Echarrré de menosss essste pan y éssta... -No termine la frase; me incliné sobre el mostrador acercándo mis labios a su mejilla, con el propósito de la despedida... ¡ Y sucedió!

-Espera... – Sonriéndome, se retiró, mirándome de reojo. Después de extraer del cajón una cartulina del tamaño de un folio, se dirigió a la puerta de tienda, cerró por dentro con llave y dejó colgado el cartel:

DISCULPEN LAS MOLESTIAS,
REGRESO EN UNOS MINUTOS.
GRACIAS.​

-Ven... –Tiró con apremio de mi mano, arrastrándome tras ella dentro de local anexo donde se ubica el hornoMe abrazó con sus generosos pechos y, mi pierna se deslizó entre sus muslos, mientras, apretaba con fuerza sus nalgas. Su boca húmeda se apoderó golosa de mis labios.
En un pispás se desnudo de la bata y las bragas. Volviéndose de espaldas a mí, apoyo medio cuerpo sobre varios sacos apilados de la harina. Alzó las caderas, y con la voz cargada de deseo me suplicó: -Móntame... ¡Fóllame ya!

La vulva se me ofreció magnifica y jugosa entre unos imponentes glúteos hermosamente blancos como la harina. Y me arrojé sobre ella, con el pantalón y el calzón apenas bajados.

Todo sucedió muy rápido. Mi ardiente sexo parecía poseer vida propia, entraba y salía sin dar cuartel ni reposo, golpeando cada vez con mayor ansia, sobre aquella magnifica montaña.

Cedían los sacos con cada una de las sacudidas... Su fino polvo, apenas percibido, iba cubriendo nuestro placer.

El tiempo apremiaba. Aprovechando que ella alcanzaba el punto álgido del orgasmo, envestí con furia por ultima vez contra la grupa, clavando mis dedos en sus nalgas. Un alarido sostenido de placer rompió el ritmo de los jadeos, su eco, fue apagándose, perdiéndose por el cálido horno, entre la maquinaria, las bandejas, la masa, los panes, la levadura y los sacos de harina.

Permanecimos tumbados un instante, sin tiempo, abrazados, fundidos en un beso que me supo a la buena masa del pan... Su masa buena.

Y desaparecí... justo en el minuto veintiuno...



En el minuto veintiuno entraba en la Libreta. Al oírme, el Secretario levantó la vista de los papeles que estaba estudiando y mirándome sobre las gafas observó curioso...

Me señaló con la punta de una de sus plumas –Cojuelo..., llevas en la ropa unas manchas que me parecen de cal...

-Puesss no ¡Errrassste! -Le interrumpí y le precisé – ¡Esss polvo de harrrina!


Me deleito con el rrrecuerrrdo de esssosss díasss... ¡Ay, todo tan rrrápido¡

todavía en mi rrropa y sobre la piel perrrdurrran lasss marrrcasss de la harrrina y no dessseo sacudirrrmelasss.
Sssonrrrío pensssando en aquellasss otrasss marrrcas: Lasss que ella lleva impresssasss en la memorrria de sssusss nalgasss.... ¡De tan buena masssa!

Ahorrra rrrelajado, essperrro el inmediato rrretorno a nuessstro hogarrr en el Big Bang, al amparrro de las traviesssasss teticasss de la nuessstra Gamberrr.

Diablo Cojuelo
Este relato sí que tiene miga, bueno estooo...mejor dicho, esto es "harina de otro costal", "estar metidos en harina", "en-harinados",... ¡Menudo es el Diablo Cojuelo!

😎 😎
 
Cuento de Navidad.

Era una fría noche de diciembre, quizás una de las últimas, en la que siempre se encendía una lumbre. Caían copos, uno detrás de otro, que no eran ni muchos ni eran pocos.

Resonaba un eco en toda la estancia, aún lo recuerdo como si fuese ayer. Recuerdo que me pesaban los brazos y las piernas, no podía moverme, los ojos me permitían tan sólo ver la luz por unas rendijas. Estaba inerte, no reaccionaba a nada. Ni un soplo de vida entre mis cabellos y las caricias rendidas.

De repente, ¡tic, tac!, ¡tic, tac!.
Y el gélido silencio de nuevo. No lo había conseguido. Cerré los párpados, deseando que sucediera lo inexplicable y... ¡Tic, tac!, ¡tic, tac!, perfectamente se podía escuchar. Rítmico y fuerte como una bonita melodía que inundaba el corazón, que contradecia a la razón. Mi latir de tambor.

Allí estaba yo, la más risueña muñeca de ojos celestes, mejillas adornadas por graciosas pecas y largas trenzas pelirrojas, bailando por mi rostro. Y mi sonrisa, con carboncillo dibujada. Por vestido llevaba un trozo de tela con flores marrones. En otra época habían servido de cortina, escuché decir un miércoles.

Había funcionado, en la mágica noche de Navidad, el viejo reloj del abuelo y un sueño pedido al cielo, me hacía vivir. Me dio el soplo de vida, a esta muñeca rellena de arroz, tan querida por mi mamá.
Me cogió entre sus brazos y aún con lágrimas en los ojos resbalando, fue corriendo por toda la casa gritando ¡aquí está!, ¡aquí está!, ¡será mi amiga de verdad!

Y en verdad fui su mejor amiga. Me contaba sus alegrías, sus pesares. Me peinaba las trenzas y soñaba en voz alta viajar a mil lugares. Me planchaba mi vestido y creaba juegos divertidos. Me cantaba nanas y dormía feliz hasta la siguiente mañana.

Pero lo que más me gustaba, era cuando me contaba sus cuentos, cuando en confidencia compartía sus secretos.
Fueron pasando los años, unos más ligeros que otros, unos más pesados que otros. Mi mamá creció y tuvo una vida de persona mayor. Y antes de que la nieve vistiera de nuevo el calendario, cuando caían las penúltimas hojas del cálido otoño, mi mamá ya hacía tiempo que dejó de peinarme las largas trenzas, estaban deshilachadas y llenas de tristezas. Mi vestido estaba arrugado y de color dolor manchado. Mis abotonados ojos color celeste se caían, como la ilusión de un mediodía. El reloj del abuelo, ya no daba la hora del verano. Ya no se escuchaban las risas ni los cuentos cortos ni los sueños rotos.

¡Tic, tac!, ¡tic, tac! Mi mamá ya no está. Ya solo soy una vieja muñeca de arroz, guardada en un oscuro cajón.
¡Tic, tac!, ¡tic, tac! De los ojos me caen unas gotas saladas, me empapan la cara, se me deshace la sonrisa dibujada. Ya no sueña el corazón. Ya no suena el reloj.

💋 💋 💋
 
Cuento de Navidad.

Era una fría noche de diciembre, quizás una de las últimas, en la que siempre se encendía una lumbre. Caían copos, uno detrás de otro, que no eran ni muchos ni eran pocos.

Resonaba un eco en toda la estancia, aún lo recuerdo como si fuese ayer. Recuerdo que me pesaban los brazos y las piernas, no podía moverme, los ojos me permitían tan sólo ver la luz por unas rendijas. Estaba inerte, no reaccionaba a nada. Ni un soplo de vida entre mis cabellos y las caricias rendidas.

De repente, ¡tic, tac!, ¡tic, tac!.
Y el gélido silencio de nuevo. No lo había conseguido. Cerré los párpados, deseando que sucediera lo inexplicable y... ¡Tic, tac!, ¡tic, tac!, perfectamente se podía escuchar. Rítmico y fuerte como una bonita melodía que inundaba el corazón, que contradecia a la razón. Mi latir de tambor.

Allí estaba yo, la más risueña muñeca de ojos celestes, mejillas adornadas por graciosas pecas y largas trenzas pelirrojas, bailando por mi rostro. Y mi sonrisa, con carboncillo dibujada. Por vestido llevaba un trozo de tela con flores marrones. En otra época habían servido de cortina, escuché decir un miércoles.

Había funcionado, en la mágica noche de Navidad, el viejo reloj del abuelo y un sueño pedido al cielo, me hacía vivir. Me dio el soplo de vida, a esta muñeca rellena de arroz, tan querida por mi mamá.
Me cogió entre sus brazos y aún con lágrimas en los ojos resbalando, fue corriendo por toda la casa gritando ¡aquí está!, ¡aquí está!, ¡será mi amiga de verdad!

Y en verdad fui su mejor amiga. Me contaba sus alegrías, sus pesares. Me peinaba las trenzas y soñaba en voz alta viajar a mil lugares. Me planchaba mi vestido y creaba juegos divertidos. Me cantaba nanas y dormía feliz hasta la siguiente mañana.

Pero lo que más me gustaba, era cuando me contaba sus cuentos, cuando en confidencia compartía sus secretos.
Fueron pasando los años, unos más ligeros que otros, unos más pesados que otros. Mi mamá creció y tuvo una vida de persona mayor. Y antes de que la nieve vistiera de nuevo el calendario, cuando caían las penúltimas hojas del cálido otoño, mi mamá ya hacía tiempo que dejó de peinarme las largas trenzas, estaban deshilachadas y llenas de tristezas. Mi vestido estaba arrugado y de color dolor manchado. Mis abotonados ojos color celeste se caían, como la ilusión de un mediodía. El reloj del abuelo, ya no daba la hora del verano. Ya no se escuchaban las risas ni los cuentos cortos ni los sueños rotos.

¡Tic, tac!, ¡tic, tac! Mi mamá ya no está. Ya solo soy una vieja muñeca de arroz, guardada en un oscuro cajón.
¡Tic, tac!, ¡tic, tac! De los ojos me caen unas gotas saladas, me empapan la cara, se me deshace la sonrisa dibujada. Ya no sueña el corazón. Ya no suena el reloj.

💋 💋 💋
Muy bonito y original. Quizá debería escribir alguno más, se queda uno con ganas de seguir leyendo.
 
Cuento de Navidad.

Era una fría noche de diciembre, quizás una de las últimas, en la que siempre se encendía una lumbre. Caían copos, uno detrás de otro, que no eran ni muchos ni eran pocos.

Resonaba un eco en toda la estancia, aún lo recuerdo como si fuese ayer. Recuerdo que me pesaban los brazos y las piernas, no podía moverme, los ojos me permitían tan sólo ver la luz por unas rendijas. Estaba inerte, no reaccionaba a nada. Ni un soplo de vida entre mis cabellos y las caricias rendidas.

De repente, ¡tic, tac!, ¡tic, tac!.
Y el gélido silencio de nuevo. No lo había conseguido. Cerré los párpados, deseando que sucediera lo inexplicable y... ¡Tic, tac!, ¡tic, tac!, perfectamente se podía escuchar. Rítmico y fuerte como una bonita melodía que inundaba el corazón, que contradecia a la razón. Mi latir de tambor.

Allí estaba yo, la más risueña muñeca de ojos celestes, mejillas adornadas por graciosas pecas y largas trenzas pelirrojas, bailando por mi rostro. Y mi sonrisa, con carboncillo dibujada. Por vestido llevaba un trozo de tela con flores marrones. En otra época habían servido de cortina, escuché decir un miércoles.

Había funcionado, en la mágica noche de Navidad, el viejo reloj del abuelo y un sueño pedido al cielo, me hacía vivir. Me dio el soplo de vida, a esta muñeca rellena de arroz, tan querida por mi mamá.
Me cogió entre sus brazos y aún con lágrimas en los ojos resbalando, fue corriendo por toda la casa gritando ¡aquí está!, ¡aquí está!, ¡será mi amiga de verdad!

Y en verdad fui su mejor amiga. Me contaba sus alegrías, sus pesares. Me peinaba las trenzas y soñaba en voz alta viajar a mil lugares. Me planchaba mi vestido y creaba juegos divertidos. Me cantaba nanas y dormía feliz hasta la siguiente mañana.

Pero lo que más me gustaba, era cuando me contaba sus cuentos, cuando en confidencia compartía sus secretos.
Fueron pasando los años, unos más ligeros que otros, unos más pesados que otros. Mi mamá creció y tuvo una vida de persona mayor. Y antes de que la nieve vistiera de nuevo el calendario, cuando caían las penúltimas hojas del cálido otoño, mi mamá ya hacía tiempo que dejó de peinarme las largas trenzas, estaban deshilachadas y llenas de tristezas. Mi vestido estaba arrugado y de color dolor manchado. Mis abotonados ojos color celeste se caían, como la ilusión de un mediodía. El reloj del abuelo, ya no daba la hora del verano. Ya no se escuchaban las risas ni los cuentos cortos ni los sueños rotos.

¡Tic, tac!, ¡tic, tac! Mi mamá ya no está. Ya solo soy una vieja muñeca de arroz, guardada en un oscuro cajón.
¡Tic, tac!, ¡tic, tac! De los ojos me caen unas gotas saladas, me empapan la cara, se me deshace la sonrisa dibujada. Ya no sueña el corazón. Ya no suena el reloj.

💋 💋 💋
Cuento de Navidad para niñas "Gamberras".


Tic-tac, Tic-tac...

Los copos cayeron y cayeron, los inviernos, unos a otros sucedieron.

Tic-tac, Tic-tac...

El viejo reloj del abuelo, como todas las cosas antiguas, había sido hecho para durar.

Tic-tac, Tic-tac...

Un hombre extraño, un forastero, lo encontró y le dio cuerda nuevamente.

Tic-tac, Tic-tac...

Mi mamá y ese señor, se escondieron en la alcoba, y en la cama, al lado del cajón, jugaron a cosquillas (¡ como son estos mayores !).

Tic-tac, Tic-tac...

Era una fría noche de diciembre, quizás una de las últimas, en la que siempre se encendía una lumbre. Caían copos, uno detrás de otro, que no eran ni muchos ni eran pocos.

Resonaba un eco en toda la estancia, aún lo recuerdo como si fuese ayer. Recuerdo que me pesaban los brazos y las piernas, no podía moverme, los ojos me permitían tan sólo ver la luz por unas rendijas. Estaba inerte, no reaccionaba a nada. Ni un soplo de vida entre mis cabellos y las caricias rendidas.

De repente, ¡tic, tac!, ¡tic, tac!.
Y el gélido silencio de nuevo. No lo había conseguido. Cerré los párpados, deseando que sucediera lo inexplicable y... ¡Tic, tac!, ¡tic, tac!, perfectamente se podía escuchar. Rítmico y fuerte como una bonita melodía que inundaba el corazón, que contradecia a la razón. Mi latir de tambor.


Allí estaba yo, la más risueña muñeca de ojos celestes, mejillas adornadas por graciosas pecas y largas trenzas pelirrojas, bailando por mi rostro. Y mi sonrisa, con carboncillo dibujada. Por vestido llevaba un trozo de tela con flores marrones. En otra época habían servido de cortina, escuché decir un miércoles.

Tic-tac, Tic-tac...

Había funcionado, en la mágica noche de Navidad, el viejo reloj del abuelo y un sueño pedido al cielo, me hacía vivir. Me dio el soplo de vida, a esta muñeca rellena de arroz, tan querida por mi mamá.
Me cogió entre sus brazos y aún con lágrimas en los ojos resbalando, fue corriendo por toda la casa gritando ¡aquí está!, ¡aquí está!, ¡será
para tí, como lo fue para mí, tu amiga de verdad mi niña!


Tic-tac, Tic-tac...

Y así, copo a copo, invierno a invierno, el reloj y la muñeca van siguiendo.
 
Última edición:
Cuento de Navidad.

Era una fría noche de diciembre, quizás una de las últimas, en la que siempre se encendía una lumbre. Caían copos, uno detrás de otro, que no eran ni muchos ni eran pocos.

Resonaba un eco en toda la estancia, aún lo recuerdo como si fuese ayer. Recuerdo que me pesaban los brazos y las piernas, no podía moverme, los ojos me permitían tan sólo ver la luz por unas rendijas. Estaba inerte, no reaccionaba a nada. Ni un soplo de vida entre mis cabellos y las caricias rendidas.

De repente, ¡tic, tac!, ¡tic, tac!.
Y el gélido silencio de nuevo. No lo había conseguido. Cerré los párpados, deseando que sucediera lo inexplicable y... ¡Tic, tac!, ¡tic, tac!, perfectamente se podía escuchar. Rítmico y fuerte como una bonita melodía que inundaba el corazón, que contradecia a la razón. Mi latir de tambor.

Allí estaba yo, la más risueña muñeca de ojos celestes, mejillas adornadas por graciosas pecas y largas trenzas pelirrojas, bailando por mi rostro. Y mi sonrisa, con carboncillo dibujada. Por vestido llevaba un trozo de tela con flores marrones. En otra época habían servido de cortina, escuché decir un miércoles.

Había funcionado, en la mágica noche de Navidad, el viejo reloj del abuelo y un sueño pedido al cielo, me hacía vivir. Me dio el soplo de vida, a esta muñeca rellena de arroz, tan querida por mi mamá.
Me cogió entre sus brazos y aún con lágrimas en los ojos resbalando, fue corriendo por toda la casa gritando ¡aquí está!, ¡aquí está!, ¡será mi amiga de verdad!

Y en verdad fui su mejor amiga. Me contaba sus alegrías, sus pesares. Me peinaba las trenzas y soñaba en voz alta viajar a mil lugares. Me planchaba mi vestido y creaba juegos divertidos. Me cantaba nanas y dormía feliz hasta la siguiente mañana.

Pero lo que más me gustaba, era cuando me contaba sus cuentos, cuando en confidencia compartía sus secretos.
Fueron pasando los años, unos más ligeros que otros, unos más pesados que otros. Mi mamá creció y tuvo una vida de persona mayor. Y antes de que la nieve vistiera de nuevo el calendario, cuando caían las penúltimas hojas del cálido otoño, mi mamá ya hacía tiempo que dejó de peinarme las largas trenzas, estaban deshilachadas y llenas de tristezas. Mi vestido estaba arrugado y de color dolor manchado. Mis abotonados ojos color celeste se caían, como la ilusión de un mediodía. El reloj del abuelo, ya no daba la hora del verano. Ya no se escuchaban las risas ni los cuentos cortos ni los sueños rotos.

¡Tic, tac!, ¡tic, tac! Mi mamá ya no está. Ya solo soy una vieja muñeca de arroz, guardada en un oscuro cajón.
¡Tic, tac!, ¡tic, tac! De los ojos me caen unas gotas saladas, me empapan la cara, se me deshace la sonrisa dibujada. Ya no sueña el corazón. Ya no suena el reloj.

💋 💋 💋
Un cuento precioso, lleno de sentimiento.
Me has hecho recordar mi niñez, y no por que lo contado me haya sucedido, pero haces que interiorice lo leído y me transporte a otros momentos , otras circunstancias . Es es la auténtica magia de la escritura y por su puesto del escritor, no todos lo consiguen y tu en pocas palabras sabes hacerlo.. Genial :love: :love: :love:
Gracias por tu imaginación y magia 👏
 
La No Carta a los Tres Majos, que reparten ajos.

Odiados majos,

Me he vuelto egoísta y lo quiero todo para mi. Cada vez que pido para los demás, me dejáis el año temblando como un flan y arrugado como el qué más. Así que no me atrevo a nada bueno esperar.

Pedí salud para los míos y casi, que se trato del juego del laberinto, pero yo no me rio. Con la tirita y la aspirina, no me alcanzó, casi que mas barato fue un doctor de medicina.
Pedí dinero de segundo y de tercero y espero que te espero, solo vino dolor de cabeza y desespero.
Pedí... ¡Ah!, ¡si!, memoria transitoria selectiva, pero me tocó jugar a ser adivina.

En fin, que os vayáis olvidando del saco para los políticos, que como no sea sin fondo, todos dentro no alcanzan.
Olvidaros también del bate de béisbol como Harley Queen, tengo un bastón de mi abuelo, que los deja caer a plomo en el suelo.

Sobre los ajos, si, me vienen bien. Me ayudan a alejar los besos. El queso lo podéis traer también, si es redondo e ilumina como la Luna, al menos estaré entretenida hasta la una.

Y recordar, no soy buena ni lo seré, en todo caso un destrozo os otorgare. Halla carbón o no, pisotón al juanete y veréis la estrella mayor ¡cuán honor!

Atentamente una Gamberra. 😎
 
Carta sin intención, destinatario o dirección.

Yo que acostumbro a pedir nada,
y por orgullo y pundonor no acepto menos.
escribo, petitoria esta misiva,
a los entes o fuerzas que yo creo,
que en ciertos modos y maneras,
desgobiernan este loco, fantástico universo.

Estimados seres primos, o primates, ¿primigeneos?
si a bien lo tienen, sin molestia,
hagan favor de mirar para otro lado,
y obviar esa cosa azul, ese planeta,
por mas señas las gentes que lo habitan,
para que solit@s se rompan la cabeza,
por si mismos, sin dudosas injerencias,
pues cada vez que intentan arreglar,
alguna de sus muchas deficiencias,
el problema subsiguiente, es de medida,
superior a la del anterior dilema,
por tanto y la presente, yo les pido,
libertad para obrar en forma y modo,
espacio para vivir y tener vida,
tiempo para ganarlo en compañía,
y un poquito de cordura, si aún había.
 
Carta sin intención, destinatario o dirección.

Yo que acostumbro a pedir nada,
y por orgullo y pundonor no acepto menos.
escribo, petitoria esta misiva,
a los entes o fuerzas que yo creo,
que en ciertos modos y maneras,
desgobiernan este loco, fantástico universo.

Estimados seres primos, o primates, ¿primigeneos?
si a bien lo tienen, sin molestia,
hagan favor de mirar para otro lado,
y obviar esa cosa azul, ese planeta,
por mas señas las gentes que lo habitan,
para que solit@s se rompan la cabeza,
por si mismos, sin dudosas injerencias,
pues cada vez que intentan arreglar,
alguna de sus muchas deficiencias,
el problema subsiguiente, es de medida,
superior a la del anterior dilema,
por tanto y la presente, yo les pido,
libertad para obrar en forma y modo,
espacio para vivir y tener vida,
tiempo para ganarlo en compañía,
y un poquito de cordura, si aún había.
Cuanta razón.
Suscribo lo escrito por usted.

💋 💋 💋
 
Tengo ganas de ti.
Quiero ir tras de ti.
Y no te puedo ganar
Y no te puedo alcanzar.

Duermo a solas
y solamente quiero dormir.
Te pienso en mis horas más oscuras
y en la oscuridad aprendí a estar cuerda.
Te busco en la vida
y encuentro tu abrazo mortal, en la mirada perdida.
Un beso en los labios, bajo la luna
y dejaré de sentir la caricia del sol.

Mi alma y cuerpo dispuestos,
ruego el espacio sin tiempo.

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Tengo ganas de ti.
Quiero ir tras de ti.
Y no te puedo ganar
Y no te puedo alcanzar.

Duermo a solas
y solamente quiero dormir.
Te pienso en mis horas más oscuras
y en la oscuridad aprendí a estar cuerda.
Te busco en la vida
y encuentro tu abrazo mortal, en la mirada perdida.
Un beso en los labios, bajo la luna
y dejaré de sentir la caricia del sol.

Mi alma y cuerpo dispuestos,
ruego el espacio sin tiempo.

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Escribes como los ángelitos, nunca dejes de hacerlo, sino una parte de mi, te echara de menos, gracias por todo, y gracias por perdonarme las tonterias que pude haber realizado.... 💋
 
Queridos Reyes Vagos.

Soy Gamber y este año, me he portado.
Si, simplemente me he portado, no sé si bien o mal pero he estado en este foro recién estrenado. Me gusta eso de borrón y cuenta nueva, siempre y cuando la misma vaya seguida de un montón de ceros a la derecha. A la izquierda no vale.

Por cierto, ¿por qué la izquierda tiene que ser siempre cosa mala? Que hay un asesino en serie, seguro que mató a su víctima con la mano izquierda. Que hay que castigar a alguien, se emplea mano izquierda. Que te suceden las cosas del revés por la mañana, eso es porque te levantas con el pie izquierdo. Que no se puede obtener una cosa, se dice ¡que le zurdan! ¡Ay!, no, me equivoqué. Es ¡que le zurzan!.

Al lío, que me embrollo yo sola. Que este año me he portado y he estado por muchos hilos. Claro, que de este año llevamos pocos días gastados. Así que muy mala no he sido pero, si me dais tiempo seguro lo mejoro.

Este año, solo quiero no querer nada.
Deseo no necesitar nada, porque eso significará que todo lo que puedo necesitar, lo tengo.
Deseo no necesitar salud, porque eso significará que la tendré. Salud también para mis allegados y familiares, menos al cuñado pesado, que a ese puedes mandarle un resfriado desde el polo Norte y mandarlo a el, ya de paso.
Deseo no necesitar tranquilidad, porque eso significará que la tendré. Porque los asuntos irán uno detrás de otro, como los patitos arreglandose y lucirán como bellos cisnes, cuando se acabe todo el cuento.
Deseo no necesitar compañía, porque eso significará que la tendré. Porque la gente llama a otra gente y quien no te interesa, te alejas tu sin más de repente.

Lo dicho, este año os hago trabajar bien poco. Quiero no querer nada.

Pero si me dejáis un bombero todo sucio a lo Bruce Willis en la Jungla de Cristal, una playa de arena fina y aguas color turquesa y una cuenta con muchos ceros a la derecha, quizás sea la mejor manera de empezar el año ¡a derechas!.

Atentamente Gamber, ambidiestra.
O era ambizurda. Bueno da igual.
Leer de modo recto y correcto, esto.

Nos vemos SSMM TVSPS (Sus Majestades Triada de Vagos Subvencionada por Panderetas Sordas)

😎
 
Última edición:
Tiempo

Pasan los días,
pasan y se suman.
Pasan los problemas,
ya no deseo más.

¿Qué más quieres de mi?
Me das y me quitas
ultimamente me quitas,
y apenas me das.
Ya no hay nadie por quitar.

¿Cuándo vas a venir?
Te espero hace una eternidad.
No sé porqué no vienes,
no merezco descansar.
Estaré sin memoria alguna,
no soy imprescindible.
Envíame de donde vine,
tú compasión no olvidaré,
tampoco la recordaré.

Solo tengo la nada
y eso que quisiera
que te llevarás,
no me lo quitas.

Me lo has arrebatado todo.
Me has mostrado bueno y malo.
Has arrasado con furia, con ira
con egoísmo, con envidia.

Muerte, llévame bien
del día último, no se puede cruzar.
Has arrasado toda brizna de esperanza,
ya no es habitable mi ser.
 
"Quiero verme reflejado en tus ojos claros que llenan mis vacíos inmensos...
Dime que me has dado insensata, que no encuentro la calma para mi alma enfurecida,
y la ausencia de tu sonrisa, de tus palabras, de tu mirada,
hacen de mi ser una paradoja

que me hace morir en vida."
 
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