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Silvy

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23 Abr 2024
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CAPÍTULO 1 - El principio

La habitación guardaba un silencio sepulcral, solo interrumpido por el sonido de la cama chocando ligeramente contra la pared como resultado de los leves e inofensivos movimientos que realizaba Nacho al penetrar la vagina de su mujer, Lucía.
Él tenía los ojos cerrados, tratando de generar imágenes excitantes en su cabeza que le ayudaran a sacar aquel ímpetu sexual que llevaba años desaparecido.
Ella miraba al techo y repasaba en su cabeza todo lo que tenía que gestionar en el trabajo a la mañana siguiente.
El día que Lucía decidió meterse en el departamento de recursos humanos de la pequeña empresa de su hermana lo había hecho para tener un puesto de trabajo en el que no tuviera que hacer gran cosa, que no era ni de lejos lo que finalmente encontró ahí.

Cuando Nacho finalmente detuvo sus movimientos, Lucía se sintió aliviada:
—¿Ya? —preguntó esperanzada.
—Sí —mintió Nacho.

Aquella noche habían vuelto a casa después de una cena romántica, celebrando su séptimo aniversario de boda, y aquello era el polvo que Nacho le había prometido durante la cena, cuando se acercó al oído de Lucía y susurró:
—Esta noche te voy a reventar...

Ambos notaban desde hacía tiempo que había un problema sexual en su relación, pero fue aquella noche cuando en las cabezas de ambos sonó una voz de alarma que les avisaba de que la situación se había vuelto crítica y que aquel apático e insípido polvo era el resultado de una relación en decadencia.

Cuando apagaron las luces de la habitación y cada uno tomó su lado de la cama, silenciosamente, fingiendo estar dormidos, cada uno comenzó a darle vueltas a la situación.
Nacho se sentía muy agobiado. A sus 39 años pensaba a diario en el pánico que le daba llegar a los cuarenta y sentir que oficialmente ya no era un hombre joven. La falta de deseo sexual hacia su mujer no hacía más que recordarle que había perdido esa fuerza y vitalidad que poseía en su día.
Lucía, por su parte, tenía 45 y sentía que quizás se le había pasado el arroz y ya no era una mujer deseable por nadie, ni si quiera por su marido. Sin embargo, ella sí que sentía fuertes deseos sexuales y tenía la necesidad implacable de satisfacerlos. Por su mente circulaban varios dilemas. ¿Debería replantearse el divorcio? ¿Sería buena idea darle bola a Toni, el salido del curro?
Cuando la idea de engañar a Nacho no fue descartada de inmediato, Lucía sintió algo de miedo y decidió dormirse y dejar de pensar en ello.
 
CAPÍTULO 1 - El principio

La habitación guardaba un silencio sepulcral, solo interrumpido por el sonido de la cama chocando ligeramente contra la pared como resultado de los leves e inofensivos movimientos que realizaba Nacho al penetrar la vagina de su mujer, Lucía.
Él tenía los ojos cerrados, tratando de generar imágenes excitantes en su cabeza que le ayudaran a sacar aquel ímpetu sexual que llevaba años desaparecido.
Ella miraba al techo y repasaba en su cabeza todo lo que tenía que gestionar en el trabajo a la mañana siguiente.
El día que Lucía decidió meterse en el departamento de recursos humanos de la pequeña empresa de su hermana lo había hecho para tener un puesto de trabajo en el que no tuviera que hacer gran cosa, que no era ni de lejos lo que finalmente encontró ahí.

Cuando Nacho finalmente detuvo sus movimientos, Lucía se sintió aliviada:
—¿Ya? —preguntó esperanzada.
—Sí —mintió Nacho.

Aquella noche habían vuelto a casa después de una cena romántica, celebrando su séptimo aniversario de boda, y aquello era el polvo que Nacho le había prometido durante la cena, cuando se acercó al oído de Lucía y susurró:
—Esta noche te voy a reventar...

Ambos notaban desde hacía tiempo que había un problema sexual en su relación, pero fue aquella noche cuando en las cabezas de ambos sonó una voz de alarma que les avisaba de que la situación se había vuelto crítica y que aquel apático e insípido polvo era el resultado de una relación en decadencia.

Cuando apagaron las luces de la habitación y cada uno tomó su lado de la cama, silenciosamente, fingiendo estar dormidos, cada uno comenzó a darle vueltas a la situación.
Nacho se sentía muy agobiado. A sus 39 años pensaba a diario en el pánico que le daba llegar a los cuarenta y sentir que oficialmente ya no era un hombre joven. La falta de deseo sexual hacia su mujer no hacía más que recordarle que había perdido esa fuerza y vitalidad que poseía en su día.
Lucía, por su parte, tenía 45 y sentía que quizás se le había pasado el arroz y ya no era una mujer deseable por nadie, ni si quiera por su marido. Sin embargo, ella sí que sentía fuertes deseos sexuales y tenía la necesidad implacable de satisfacerlos. Por su mente circulaban varios dilemas. ¿Debería replantearse el divorcio? ¿Sería buena idea darle bola a Toni, el salido del curro?
Cuando la idea de engañar a Nacho no fue descartada de inmediato, Lucía sintió algo de miedo y decidió dormirse y dejar de pensar en ello.
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CAPÍTULO 2 - Enseñanzas


Antes de marcharse a la facultad de Bellas Artes, donde trabajaba como profesor de fotografía, Nacho dejó en la mesa de la cocina unas tostadas para Lucía, quien entraba más tarde a trabajar.

Lucía despertó aún invadida por las preocupaciones respecto a su matrimonio, aunque, al encontrarse aquel plato con las tostadas en su punto perfecto de mermelada, se sintió bastante más reconfortada.
Había entendido perfectamente el mensaje. Con esas estúpidas tostadas, Nacho le decía que sabía que estaban teniendo problemas, pero que él estaba ahí, la conocía mejor que nadie y la seguía queriendo. Quizás el problema era únicamente sexual y la situación era mucho menos grave de lo que ambos habían pensado que era durante la noche anterior.

Al llegar a clase, Nacho fue recibido, como siempre, por las atentas y jóvenes miradas de sus alumnos, los cuales le tenían un enorme respeto.
La gran mayoría eran chicas de unos 19-20 años, que desde el primer día le hicieron replantearse el por qué él no estudió en aquel lugar y sí lo hizo en aquella escuela cutre donde no había más que un par de frikis que pasaban el día editando fotografías.

Cada año, llegado el mes de mayo, Nacho solía tener ya mucha confianza con todos. Los conocía bastante bien y trataba de ayudarlos al máximo a encontrar sus motivaciones y sacar su vena más artística.
Mientras que la mayoría de alumnas y alumnos se mostraban atentos y educados, Bea tendía a disfrutar de la desobediencia, lo cual le había dado a Nacho más de un quebradero de cabeza durante aquel curso y el anterior. Era su segundo año cursando la asignatura, así que la conocía de sobra.
Algunas veces no traía las fotos, otras veces las editaba para que quedaran mal a propósito... No había manera de que la chica se centrara y aprovechara la oportunidad que tenía de estar estudiando en la universidad.

A mitad de la clase, Nacho comenzó a explicar una de sus técnicas favoritas para generar contrastes naturales en las fotografías. Todos los alumnos fijaban su mirada en la pantalla donde Nacho mostraba su ejemplo. Sin embargo, no pudo evitar darse cuenta de que una de las miradas estaba clavada completamente en él y no en lo que enseñaba.
Bea masticaba un chicle de forma excéntrica, esperando a que su profesor le devolviera la mirada para proceder a enrollar el chicle en su dedo y empezar a jugar con su lengua de una forma muy exagerada y sexual.

—Bea, el chicle, anda —dijo Nacho rotundamente.
Ella soltó un pequeño quejido, se levantó y tiró el chicle a la basura, lanzando una mirada desafiante a su profesor.

Durante unos instantes, la clase pareció retomar su rumbo sin ningún inconveniente, pero pronto, Nacho volvió a darse cuenta de que Bea no le quitaba la mirada de encima, de nuevo en un tono desafiante.
Este decidió continuar sin darle mayor importancia, ya que había alrededor de 30 personas que realmente querían escuchar sus explicaciones y no valía la pena entrar en jueguecitos absurdos con una niña rebelde.
Entonces, con una sonrisa pícara en su rostro, Bea comenzó a separar sus piernas hasta hacer inútil la labor de la falda que llevaba puesta, dejando a la vista sus bragas de color negro.

Nacho se alarmó e inmediatamente quiso decir algo y recriminarle lo que estaba haciendo, pero se detuvo y pensó que lo mejor probablemente sería continuar ignorando las tonterías de aquella chiquilla, ya que de lo contrario ambos podrían meterse en problemas.

Trató de continuar explicando como si no ocurriera nada fuera de lo normal, pero sin poder evitarlo, con el rabillo del ojo, prestaba atención a los movimientos de Bea.
Tenía que parar aquella situación. Estaba claro que la chica era capaz de cualquier cosa por llamar la atención y dar la nota. Era él quien tenía que conseguir que la situación no fuera a más. Aún así la situación era realmente complicada, ya que sabía que si le llamaba la atención la iba a dejar en evidencia delante de todos sus compañeros, así que continuó su explicación mientras trataba de pensar en qué hacer para parar aquello sin que nadie saliera perjudicado.
Mientras tanto, por debajo de su pupitre, Bea fue deslizando la mano lentamente por su tripa hasta llegar a su entrepierna.

Nacho cada vez se trababa más con sus explicaciones y tenía mayores problemas para concentrarse en dar la clase.
Los dedos de Bea, con ganas de alterar a su profesor, comenzaron a deslizarse por la parte interior de sus bragas.
Bea, sin apartar los ojos de los de su profesor ni un segundo, comenzó a mover ligeramente los dedos por sus zonas más sensibles, generándole ya un placer más difícil de disimular en su rostro.
Aún así, su mirada se mantenía seria. Se mordía el labio en sus intentos de atrapar a Nacho en su jueguecito.

Nacho, que llevaba un cuarto de hora ignorando exitosamente la actitud rebelde de su alumna, ante el aumento de la intensidad de los movimientos de esta, no pudo evitar clavar su mirada en ella durante unos pocos segundos.
Fue un breve instante, pero le dio de sobra para contemplar a aquella chica desprender un ardiente aura sexual con su mirada. Vio cómo esta, sin tapujos, se daba placer a través de sus bragas y no pudo evitar imaginarse cediendo ante sus impulsos y dejando que su pene erecto penetrase aquella tersa y apretada vagina.
Instantáneamente, el sentimiento de culpabilidad se apoderó de él y comenzó a ponerse nervioso.
<<¿Cómo he podido pensar algo así? Le doblo la edad... >> pensó preocupado
Entonces, drásticamente, cortó su explicación, echó la vista al reloj y dijo:
—Bueno, chicos, lo siento mucho, pero hoy me tengo que ir antes. No os olvidéis de mandarme la foto que os pedí ya editada y lista para evaluar, la fecha límite es el viernes.

Entonces, recogió su portátil y comenzó a andar hacia la salida.
Cuando pasó al lado de Bea aprovechó para lanzarle una mirada de desaprobación y enfado, que fue respondida con una sonrisa por parte de la chica.
 
CAPÍTULO 2 - Enseñanzas

Antes de marcharse a la facultad de Bellas Artes, donde trabajaba como profesor de fotografía, Nacho dejó en la mesa de la cocina unas tostadas para Lucía, quien entraba más tarde a trabajar.

Lucía despertó aún invadida por las preocupaciones respecto a su matrimonio, aunque, al encontrarse aquel plato con las tostadas en su punto perfecto de mermelada, se sintió bastante más reconfortada.
Había entendido perfectamente el mensaje. Con esas estúpidas tostadas, Nacho le decía que sabía que estaban teniendo problemas, pero que él estaba ahí, la conocía mejor que nadie y la seguía queriendo. Quizás el problema era únicamente sexual y la situación era mucho menos grave de lo que ambos habían pensado que era durante la noche anterior.

Al llegar a clase, Nacho fue recibido, como siempre, por las atentas y jóvenes miradas de sus alumnos, los cuales le tenían un enorme respeto.
La gran mayoría eran chicas de unos 19-20 años, que desde el primer día le hicieron replantearse el por qué él no estudió en aquel lugar y sí lo hizo en aquella escuela cutre donde no había más que un par de frikis que pasaban el día editando fotografías.

Cada año, llegado el mes de mayo, Nacho solía tener ya mucha confianza con todos. Los conocía bastante bien y trataba de ayudarlos al máximo a encontrar sus motivaciones y sacar su vena más artística.
Mientras que la mayoría de alumnas y alumnos se mostraban atentos y educados, Bea tendía a disfrutar de la desobediencia, lo cual le había dado a Nacho más de un quebradero de cabeza durante aquel curso y el anterior. Era su segundo año cursando la asignatura, así que la conocía de sobra.
Algunas veces no traía las fotos, otras veces las editaba para que quedaran mal a propósito... No había manera de que la chica se centrara y aprovechara la oportunidad que tenía de estar estudiando en la universidad.

A mitad de la clase, Nacho comenzó a explicar una de sus técnicas favoritas para generar contrastes naturales en las fotografías. Todos los alumnos fijaban su mirada en la pantalla donde Nacho mostraba su ejemplo. Sin embargo, no pudo evitar darse cuenta de que una de las miradas estaba clavada completamente en él y no en lo que enseñaba.
Bea masticaba un chicle de forma excéntrica, esperando a que su profesor le devolviera la mirada para proceder a enrollar el chicle en su dedo y empezar a jugar con su lengua de una forma muy exagerada y sexual.

—Bea, el chicle, anda —dijo Nacho rotundamente.
Ella soltó un pequeño quejido, se levantó y tiró el chicle a la basura, lanzando una mirada desafiante a su profesor.

Durante unos instantes, la clase pareció retomar su rumbo sin ningún inconveniente, pero pronto, Nacho volvió a darse cuenta de que Bea no le quitaba la mirada de encima, de nuevo en un tono desafiante.
Este decidió continuar sin darle mayor importancia, ya que había alrededor de 30 personas que realmente querían escuchar sus explicaciones y no valía la pena entrar en jueguecitos absurdos con una niña rebelde.
Entonces, con una sonrisa pícara en su rostro, Bea comenzó a separar sus piernas hasta hacer inútil la labor de la falda que llevaba puesta, dejando a la vista sus bragas de color negro.

Nacho se alarmó e inmediatamente quiso decir algo y recriminarle lo que estaba haciendo, pero se detuvo y pensó que lo mejor probablemente sería continuar ignorando las tonterías de aquella chiquilla, ya que de lo contrario ambos podrían meterse en problemas.

Trató de continuar explicando como si no ocurriera nada fuera de lo normal, pero sin poder evitarlo, con el rabillo del ojo, prestaba atención a los movimientos de Bea.
Tenía que parar aquella situación. Estaba claro que la chica era capaz de cualquier cosa por llamar la atención y dar la nota. Era él quien tenía que conseguir que la situación no fuera a más. Aún así la situación era realmente complicada, ya que sabía que si le llamaba la atención la iba a dejar en evidencia delante de todos sus compañeros, así que continuó su explicación mientras trataba de pensar en qué hacer para parar aquello sin que nadie saliera perjudicado.
Mientras tanto, por debajo de su pupitre, Bea fue deslizando la mano lentamente por su tripa hasta llegar a su entrepierna.

Nacho cada vez se trababa más con sus explicaciones y tenía mayores problemas para concentrarse en dar la clase.
Los dedos de Bea, con ganas de alterar a su profesor, comenzaron a deslizarse por la parte interior de sus bragas.
Bea, sin apartar los ojos de los de su profesor ni un segundo, comenzó a mover ligeramente los dedos por sus zonas más sensibles, generándole ya un placer más difícil de disimular en su rostro.
Aún así, su mirada se mantenía seria. Se mordía el labio en sus intentos de atrapar a Nacho en su jueguecito.

Nacho, que llevaba un cuarto de hora ignorando exitosamente la actitud rebelde de su alumna, ante el aumento de la intensidad de los movimientos de esta, no pudo evitar clavar su mirada en ella durante unos pocos segundos.
Fue un breve instante, pero le dio de sobra para contemplar a aquella chica desprender un ardiente aura sexual con su mirada. Vio cómo esta, sin tapujos, se daba placer a través de sus bragas y no pudo evitar imaginarse cediendo ante sus impulsos y dejando que su pene erecto penetrase aquella tersa y apretada vagina.
Instantáneamente, el sentimiento de culpabilidad se apoderó de él y comenzó a ponerse nervioso.
<<¿Cómo he podido pensar algo así? Le doblo la edad... >> pensó preocupado
Entonces, drásticamente, cortó su explicación, echó la vista al reloj y dijo:
—Bueno, chicos, lo siento mucho, pero hoy me tengo que ir antes. No os olvidéis de mandarme la foto que os pedí ya editada y lista para evaluar, la fecha límite es el viernes.

Entonces, recogió su portátil y comenzó a andar hacia la salida.
Cuando pasó al lado de Bea aprovechó para lanzarle una mirada de desaprobación y enfado, que fue respondida con una sonrisa por parte de la chica.
Se pone interesante
 
Interesante comienzo. Me da que Nacho va a caer en la tentación con Bea.
Y habrá que ver si por otra parte la mujer de Nacho no hace lo mismo con otro Hombre.
En cualquier caso, veremos a ver, porque parece que están en crisis y a ver cómo salen de Ella.
 
CAPÍTULO 3 - Toni

Desde que entró a la oficina, Lucía no pasó ni un minuto pensando en otra cosa que no fuera organizar todo el desastre que le habían dejado los compañeros el día anterior. Parecía que había conseguido eliminar de su mente las preocupaciones de anoche y su foco volvía estar en las tareas cotidianas.
Sin embargo, aquello fue un espejismo que terminó con la aparición de su compañero Toni, con quien había fantaseado ligeramente la noche anterior.
Era algo mayor que ella y era el típico que siempre soltaba el comentario pervertido, y que, si no lo conocieras, te parecería un absoluto impresentable.

—¿Cómo está la mujer más guapa de la oficina? —la recibió.
—Ayy Toni... No veas el curro que me han dejado estos —aprovechó Lucía para quejarse, ya que sabía que Toni le iba a dar la razón.
—Esta gente... Qué desconsiderados. Si quieres te echo un cable.
—¿De verdad? Joder muchas gracias, Toni, eres el mejor.
—Lo sé —respondió él, satisfecho.

Pasaron casi una hora en el ordenador hasta que Lucía se sintió suficientemente relajada y en confianza para contarle a Toni sus preocupaciones.

—No jodas —respondió él tras escuchar la crisis matrimonial de Lucía —, no puedo decir que me pille por sorpresa, pero tampoco esperaba escuchar la palabra divorcio.
—¿Qué dices? ¿Cómo que no te pilla por sorpresa? Si nunca me he quejado de Nacho...
—A ver, yo no lo conozco mucho... pero el chico ese no tiene pinta de ser ningún toro que digamos... ya me entiendes —se rio.
—¿Tú que sabes como es él en la cama cuando tiene ganas?
—Mira, no me malinterpretes —dijo Toni —, no digo que no sepa hacerlo, pero hay cosas que se ven y claramente ese chavalín es muy poca cosa para un mujerón como tú. Tú tienes que estar con un tío que sepa lo que tiene, que te recuerde constantemente que estás tremenda y te lo demuestre con un buen polvo cada noche, ¿me entiendes?
—Tú sabes como hablarle a una mujer, ¿eh? —dijo Lucía quitándole seriedad al tema.
—Yo veo lo que hay. Tú estás tremenda y no me entra en la cabeza que alguien pueda hacer que no te sientas atractiva.
—Igual eres tú el que se equivoca... Mi cuerpo ya no es lo que era... —dijo Lucía buscando el reconfortante halago de Toni.
—Mira, no me hagas hablar de tu cuerpo que me metes en problemas. Te lo diré claro, el problema lo tiene él y te puedo asegurar que cualquier tío con cabeza se moriría por por tenerte.

La conversación no volvió a tocar el tema de la vida sexual de Lucía y Nacho, pero ella ya había escuchado más que suficiente. ¿Y si Toni tenía razón y había hombres que la podían desear y follar como ella quería? ¿Y si Toni la deseaba?
Durante el resto del día en la oficina Lucía no pudo quitarse de la cabeza aquella imagen que se había formado en su imaginación, donde se imaginaba a Toni cogiéndola por detrás y empotrándola con auténtico deseo.
Quizás ambos necesitaban experimentar nuevas cosas... pensaba para evadir el sentimiento de culpa de haberse imaginado en la cama con su compañero de trabajo.
 
CAPÍTULO 3 - Toni

Desde que entró a la oficina, Lucía no pasó ni un minuto pensando en otra cosa que no fuera organizar todo el desastre que le habían dejado los compañeros el día anterior. Parecía que había conseguido eliminar de su mente las preocupaciones de anoche y su foco volvía estar en las tareas cotidianas.
Sin embargo, aquello fue un espejismo que terminó con la aparición de su compañero Toni, con quien había fantaseado ligeramente la noche anterior.
Era algo mayor que ella y era el típico que siempre soltaba el comentario pervertido, y que, si no lo conocieras, te parecería un absoluto impresentable.

—¿Cómo está la mujer más guapa de la oficina? —la recibió.
—Ayy Toni... No veas el curro que me han dejado estos —aprovechó Lucía para quejarse, ya que sabía que Toni le iba a dar la razón.
—Esta gente... Qué desconsiderados. Si quieres te echo un cable.
—¿De verdad? Joder muchas gracias, Toni, eres el mejor.
—Lo sé —respondió él, satisfecho.

Pasaron casi una hora en el ordenador hasta que Lucía se sintió suficientemente relajada y en confianza para contarle a Toni sus preocupaciones.

—No jodas —respondió él tras escuchar la crisis matrimonial de Lucía —, no puedo decir que me pille por sorpresa, pero tampoco esperaba escuchar la palabra divorcio.
—¿Qué dices? ¿Cómo que no te pilla por sorpresa? Si nunca me he quejado de Nacho...
—A ver, yo no lo conozco mucho... pero el chico ese no tiene pinta de ser ningún toro que digamos... ya me entiendes —se rio.
—¿Tú que sabes como es él en la cama cuando tiene ganas?
—Mira, no me malinterpretes —dijo Toni —, no digo que no sepa hacerlo, pero hay cosas que se ven y claramente ese chavalín es muy poca cosa para un mujerón como tú. Tú tienes que estar con un tío que sepa lo que tiene, que te recuerde constantemente que estás tremenda y te lo demuestre con un buen polvo cada noche, ¿me entiendes?
—Tú sabes como hablarle a una mujer, ¿eh? —dijo Lucía quitándole seriedad al tema.
—Yo veo lo que hay. Tú estás tremenda y no me entra en la cabeza que alguien pueda hacer que no te sientas atractiva.
—Igual eres tú el que se equivoca... Mi cuerpo ya no es lo que era... —dijo Lucía buscando el reconfortante halago de Toni.
—Mira, no me hagas hablar de tu cuerpo que me metes en problemas. Te lo diré claro, el problema lo tiene él y te puedo asegurar que cualquier tío con cabeza se moriría por por tenerte.

La conversación no volvió a tocar el tema de la vida sexual de Lucía y Nacho, pero ella ya había escuchado más que suficiente. ¿Y si Toni tenía razón y había hombres que la podían desear y follar como ella quería? ¿Y si Toni la deseaba?
Durante el resto del día en la oficina Lucía no pudo quitarse de la cabeza aquella imagen que se había formado en su imaginación, donde se imaginaba a Toni cogiéndola por detrás y empotrándola con auténtico deseo.
Quizás ambos necesitaban experimentar nuevas cosas... pensaba para evadir el sentimiento de culpa de haberse imaginado en la cama con su compañero de trabajo.
se va poniendo mas interesante
 
No me ha gustado nada el tal Tony con sus aires de prepotencia.
Me daría pena que por una crisis, sobre todo de deso sexual, se separen 2 personas que se amen como Nacho y Lucía, pero la verdad es que cada uno tiene pinta de que va a ser infiel.
 
CAPÍTULO 4 - Sentimientos encontrados

Aquel día, tanto Lucía como Nacho volvieron a casa con pensamientos bastante complejos.
Por un lado, Nacho se encontraba en un dilema ya que no sabía cómo actuar frente a Bea para no meterla en líos. No había sido correcto marcharse de clase de esa forma tan repentina y tenía que ser capaz de lidiar con la situación y ponerle punto y final a las tonterías de su alumna. Al mismo tiempo, había sentido un nivel de excitación preocupantemente alto y, aunque no le apetecía pensar en el tema por tratarse de una persona tan joven, su instinto más primitivo aprobaba cada pequeño pensamiento que involuntariamente se colaba en su mente sobre Bea y sus braguitas negras.

Lucía, por su parte, no podía quitarse de su cabeza las ideas del sexo con Toni o con cualquier otro hombre con el mismo nivel de deseo sexual. Necesitaba volver a sentirse una mujer deseada y su cuerpo le empezaba a pedir a gritos vivir una experiencia de lujuria sin pensar en las consecuencias.
—Pues que me empotren. Que vuelvan a sacar a la Lucía gritona. Meterme su polla en la boca y que esté a reventar de dura —comentó Lucía en su chat con sus dos mejores amigas como respuesta a las preguntas incesantes de estas.
—Joder tía, la cosa está mas chunga de lo que pensaba —respondió una de ellas.

Cuando Lucía entró por la puerta de su casa, se sorprendió de no ver a su marido comiendo, como era de costumbre a esa hora.
—Es que salí antes hoy, así que comí hace un rato —se explicó él.
—Anda, ¿y eso? —preguntó ella.
—Nada... una exposición que había que nos robó tiempo de clase.
—Ah, qué raro que no me lo hubieras comentado —replicó ella extrañada, sin recibir posterior respuesta.
—Gracias por las tostadas de esta mañana, por cierto —dijo ella en tono cariñoso antes de acercarse a Nacho y darle un pico —.¿Hacemos tarde de pelis? Hace siglos...
—Joder, nuestras tardes de pelis... Deja que corrija los trabajos que me han mandado y en un rato estoy contigo —respondió él.
El ambiente en la casa aquella tarde era mucho más cálido y tierno de lo que lo había sido en los últimos años. Ambos parecían ser un poco más conscientes de las cosas buenas que tenía su relación y volvían a sentir una cierta emoción por recuperar uno de sus planes favoritos en la época de cuando más enamorados estaban.
Ambos recordaban miles de momentos juntos en aquel sofá viendo películas, donde compartían sentimientos, generaban complicidad y, en múltiples ocasiones, generaban también un fuerte deseo sexual que acababa con ellos follando a gemido limpio y alguna situación cómica en la que Lucía paraba, se giraba a escuchar el diálogo de la película, y lo comentaba entre risas mientras continuaba el sexo con Nacho.

Para los dos, el momento pelis en el sofá era su prueba de fuego para comprobar el verdadero estado de su relación. Si aquello no funcionaba... El problema era real.

Nacho fue a la "sala del ordenador" como ellos la llamaban, a corregir los trabajos que le habían enviado los alumnos de fotografía.
El primero que abrió fue el de Marta, que lo dejó boquiabierto. Se notaba que había atendido en clase y había aplicado muchísimos de sus consejos en las fotografías. Además, las justificaciones que añadía sobre las técnicas que había usado le parecieron tremendamente interesantes.
Era por cosas así por las que sabía que había hecho bien en enfocar su carrera hacia la enseñanza.
Los trabajos de Alba y Mireia también eran bastante buenos. Faltaban un par de días para la fecha límite de la entrega, pero sus alumnas más implicadas habían entregado todas ya unos trabajos excepcionales.
Entre ellos le sorprendió especialmente encontrar el de Bea, que siempre se esperaba a entregar cualquier cosa a última hora, si es que la entregaba.
Con enorme curiosidad abrió el archivo, pero no encontró un trabajo al nivel de sus compañeros como esperaba, iluso.
La primera fotografía del archivo era una foto en primer plano del culo de Bea, vistiendo un pequeño tanga.
Nacho no podía creer lo que estaba viendo.
En primer lugar, ¿Cómo se le puede ocurrir a Bea enviar semejante foto a su profesor sabiendo el lío en el que se podría meter? Quizás ya le conocía y sabía que él era de confianza y ella al final no se acabaría metiendo en ningún lío...
En segundo lugar... ¡Qué culazo! Que cuerpazo tan sexy, tan joven... Qué privilegio que una chica así trate de seduci... Mierda, ya estaba otra vez deseando a su alumna.
Entre acelerados e intensos latidos de su corazón, Nacho, nervioso, cerró la puerta y se dispuso a ver el resto del "trabajo" que había enviado Bea.
Cuando leyó la descripción de la siguiente fotografía, Nacho dejó que su cuerpo decidiera por él y se encontró con su mano acariciando su pene erecto por encima del pantalón.
"Lo que ve mi profe en clase" decía.
La foto que lo acompañaba era un primer plano de la entrepierna de Bea, cubierta por las mismas bragas que llevaba en clase y probablemente, también en la primera foto, ya que parecía que las había hecho todas nada más volver a casa ese mismo día.
Nacho, bajo un sentimiento de culpa implacable, comenzó a masturbarse.
Volvió a subir a la foto del culo y fue intercalando entre las dos, dejándose la última para el final, ya que intuía que le esperaba algo aún más erótico.
El corazón se le iba a salir del pecho. Si Lucía abría la puerta y veía lo que estaba ocurriendo no solo era el final de su matrimonio sino que hundiría su imagen para siempre. El rumor circularía por todos lados y todo el mundo sabría que se corrió viendo fotos de una alumna. Además, ¿Qué hacía masturbándose viendo fotos de su alumna, cuando su mujer lo esperaba en el salón? Todo estaba mal...
No muchos segundos más tarde, Nacho ya estaba cerca de eyacular, así que continuó viendo el archivo en busca de la última foto.
"Lo que mi profe de verdad querría ver", se titulaba.
La polla le iba a explotar. Estaba a punto de ver el coño de su alumna. ¿Lo tendrá depilado? ¿Aparecerá en la imagen tocándose? Cogió aire y deslizó la rueda del ratón para encontrar finalmente la imagen.
Era un selfie con el rostro de Bea lanzando un beso y un texto que decía: "Si has llegado hasta aquí es que piensas lo mismo que yo. Mándame a tu despacho después de clase..."
Como si alguien lo estuviera vigilando, Nacho cerró inmediatamente el archivo, tratando de fingir que no había llegado hasta ese punto del documento.
Tenía el pene más erecto que cualquiera de las últimas noches en las que había tenido a su mujer desnuda en la cama. Sentía una enorme adrenalina, al mismo tiempo que dudaba de sus principios morales. Todo era un auténtico caos, pero lo mejor era no pensar en el tema y reunirse con Lucía en el salón fingiendo en su cabeza que era un día más en su matrimonio y que nunca se había excitado con su alumna.
 
No sé yo si esto va a terminar bien. Gan caído en la monotonía y han perdido el deseo sexual y mucho me temo que los dos van a ser infieles aunque creo que deberían hablarlo y arreglar las cosas antes de que los dos hagan algo de lo que puedan arrepentirse, porque amar se siguen amando.
 
CAPÍTULO 5 - Realidad

Antes de volver al salón con su mujer, Nacho decidió tomarse un minuto para respirar hondo y aclarar sus pensamientos.
<<No he hecho nada malo, simplemente he fantaseado... La chiquilla tiene un cuerpazo y es normal excitarme si me seduce de esa manera...>>, pensó tratando de limpiar su alterada conciencia.
Tuvo claro que aquello no iría más lejos y que simplemente buscaría la manera de hablar con Bea y ayudarla a centrarse, sin necesidad de tomar medidas drásticas al respecto.
Ahora era el momento de volver con su mujer, tumbarse en el sofá, abrazarla y retomar la buena dinámica.
Cuando llegó al salón, se encontró a Lucía ya tumbada en el sofá, tapada con una pequeña mantita. Al oír sus pasos, ella había girado la cabeza y lo recibía desde el sofá, con una sonrisa que nada más verla le hizo recordar a Nacho aquellos momentos en los que les contaba a sus amigos que había conocido a la chica más guapa del mundo.
Bastaron unas pocas décimas de segundo observando la sonrisa de Lucía al verle llegar, para entender que las dudas que había tenido habían estado plenamente relacionadas con el ámbito sexual, y que para nada era algo comparable en escala con el amor que sentía por su mujer.
Nacho sonrío de vuelta y, sin decir nada, se tumbó a su lado.
—He elegido ya una, que con lo que tardabas en corregir... —dijo Lucía picándole en broma.
—Seguro que me encanta —respondió Nacho antes de darle un beso en el hombro.

Aquel sofá tenía el tamaño perfecto para ellos. Permitía que ambos estuvieran cómodos, mientras fomentaba los roces entre ellos al moverse, que solían ser los detonantes de polvos memorables.
Nacho se solía colocar encajado en el hueco que dejaba Lucía, haciendo una especie de cucharita.
La película resultó ser bastante interesante. Pasaron gran parte de ella entre bromas y elaborando teorías sobre el posible desenlace. Era fácil darse cuenta de la complicidad que tenían cuando cada comentario que hacía uno, provocaba alguna reacción positiva en el otro.
Sin decirse nada, ambos iban comprobando poco a poco cómo la "magia" que ambos temían haber perdido, seguía ahí, tan viva y brillante como en aquellas primeras semanas de relación.
Invadidos por la sensación de satisfacción de comprobar que todo estaba en su sitio, comenzaron a aumentar el cariño en el sofá.
Nacho deslizaba su mano por debajo de la camiseta talla XL que usaba Lucía cuando estaba en casa, la cual hacía que pareciera que no llevaba pantalones debajo de lo grande que le quedaba. Sin vacilar, llevó su mano hasta el pecho de Lucía y, mientras le daba pequeños besos en el lateral del cuello, su mano iba jugando con el pezón, que no tardó en endurecerse acompañado por un pequeño gemido.
Entonces, Lucía se incorporó ligeramente, conectando sus labios con los de Nacho para pronto verse envueltos en un beso tan romántico como erótico.
Aún bajo la manta, Nacho fue deshaciéndose de las prendas de ropa que separaban a su pene de la vagina de Lucía.
Cuando ambos se encontraban desnudos de cadera para abajo, solo arropados por la manta, Nacho agarró fuertemente las nalgas de Lucía preparando lo que se venía.
Lucía, que arrastraba unas ganas incalculables de sexo intenso, gemía ya a voces antes de que Nacho hubiera llegado a meterla.
La situación era ideal. Debajo de la manta la temperatura debía ser de unos 150 grados y nada podía salir mal.
Sin embargo, aunque Nacho creyera haber calmado sus pensamientos tras aquella media paja viendo las fotos de Bea, su cabeza no le permitía estar al cien por cien.
Su pene se fue abriendo paso entre las nalgas de Lucía para encontrar su vagina, pero no estaba suficientemente erecto.

—Mierda, joder, no sé por qué no puedo —dijo Nacho totalmente frustrado.
—Tranquilo, cariño, no pasa nada —respondió Lucía, cargando con un enorme sentimiento de culpabilidad. Estaba segura de que Nacho ya no la veía atractiva y que aquel era el núcleo de todos sus problemas sexuales.
—Pero... ¿Estamos bien, no? Nos lo hemos pasado de puta madre... —insistió Nacho.
—Sí —,le dio un beso a Nacho—, todo está bien, cariño —finalizó ella, desilusionada.
 
Para Lucia parece que ya no hay vuelta atrás, si quiere un buen polvo, va a tener que ser con Toni. Y el futuro de Nacho parece ir dirigido a su alumna Bea.
Ya que no hablan del problema que tienen, puede que una aventura les sirva para volver a encender esa llama de pasión, que principalmente ha perdido Nacho.
 
Me da mucha pena lo que les está pasando, porque amar se aman mucho, de eso estoy seguro.
El problema es que los dos están fantaseando y deseando a otras personas y creo que eso es peligroso
Deberían abrirse y sincerarse uno al otro.
El relato está muy muy interesante.
 
Para Lucia parece que ya no hay vuelta atrás, si quiere un buen polvo, va a tener que ser con Toni. Y el futuro de Nacho parece ir dirigido a su alumna Bea.
Ya que no hablan del problema que tienen, puede que una aventura les sirva para volver a encender esa llama de pasión, que principalmente ha perdido Nacho.
A mí me da mucha pena, porque amarse se aman con locura y sería una pena que por haber perdido el deseo sexual, se separarán.
 
Una cosa que me preocupa muchísimo.
Mientras lo de Bea creo que es un encaprichamiento y que desea a Nacho, pero creo que no va a ir más allá, a mí Tony no me gusta nada de nada, es un mal tipo que le ha hablado mal de Nacho y me temo que va a intentar joder la relación. Espero que Lucía no haga algo de lo que se pueda arrepentir.
 
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