Decadencia Matrimonial

A eso me refería yo con lo de cita romántica que convierte en reunión de amigos, si yo invito a mí mujer a un restaurante especial a comer sabiendo que estamos intentando reconectar y decide no decirle a su amiga k no venga pensaría que no quiere estar ese tiempo a solas conmigo, y la primera salida tb conocía el plan de 2pa2 sin él.

Hay muchas cosas raras, y a mí, hasta esta última calentada de el último capítulo las conversaciones con Evelyn me parecían un soplo de aire fresco para intentar seguir enfrentando esa agobiante vida que tiene y que su mujer no parece querer aligerar.
Si estuvo mal el cambio de planes, pero como cambia la actitud de Diego? Con las fotos del vestido de Evelyn, viendo las fotos ya suaviza su comportamiento hasta que ve a Leo. Obviamente Leo va tras lo suyo y muy probablemente Diana sepa sus avances e incluso podria estar participando tras bambalinas con el, al negarle sexo incluso creo que es por Leo, pero es que eso no exime a Diego de lo que él está haciendo con Evelyn.
 
Aquí hay un plan de Evelyn y Leo para separarlos, pero con diferentes intenciones.
Mientras a Evelyn creo que siente algo por Diego, para Leo Diana es una más simplemente.
 
Si estuvo mal el cambio de planes, pero como cambia la actitud de Diego? Con las fotos del vestido de Evelyn, viendo las fotos ya suaviza su comportamiento hasta que ve a Leo. Obviamente Leo va tras lo suyo y muy probablemente Diana sepa sus avances e incluso podria estar participando tras bambalinas con el, al negarle sexo incluso creo que es por Leo, pero es que eso no exime a Diego de lo que él está haciendo con Evelyn.
Si, por eso digo que hasta las conversaciones de este capítulo, a Diego le pone Evelyn, eso está claro, y una vez que sabe que ella va a venir y le enseña el vestido pues se dispone a disfrutar de las vistas. Luego aparece Leo, la diferencia en general es que él no provocó que viniera Evelyn, eso lo provocó Diana. Y que viniese Leo parece parte del plan de Evelyn para meterse en la relación.
 
Quizás me pasé un poco con Diego, a menos que responda a esos últimos mensajes como si nada. Creo que eso sería determinante.

Si le sigue el juego, pues no sé que pretende la verdad. Si está tratando de recomponer su relación, entonces no tiene sentido.

Por otro lado, también tiene que darse su lugar. A su esposa tiene que sacarle en cara que él está tratando, pero lo de la amiga no ayuda, y más aún llevando a ese tipo, siendo conciente su esposa de que la amiga dice que está interesado en ella. Osea, es una declaración abierta de querer minar la relación.

Mientras no hable de forma transparente, todo se va a ir carcomiendo sin remedio.
 
A eso me refería yo con lo de cita romántica que convierte en reunión de amigos, si yo invito a mí mujer a un restaurante especial a comer sabiendo que estamos intentando reconectar y decide no decirle a su amiga k no venga pensaría que no quiere estar ese tiempo a solas conmigo, y la primera salida tb conocía el plan de 2pa2 sin él.
Hay muchas cosas raras, y a mí, hasta esta última calentada de el último capítulo las conversaciones con Evelyn me parecían un soplo de aire fresco para intentar seguir enfrentando esa agobiante vida que tiene y que su mujer no parece querer aligerar.

Queda la sensación de que ambas mujeres van en sentido contrario, mientras una parece alejarse de la vida de Diego, la otra parece ir entrando en su vida, en algún momento de esta situación aplicará muy bien eso de que "el roce genera cariño".
Evelyn parece convencida de lo que quiere y va tras ello haciendo uso de lo necesario por obtenerlo, en cambio Diana algo más dubitativa, todavía no parece decidirse en ir por lo que a todas luces desea, a Leo.
Mucha intriga en torno a esta historia de muchos probables, las del tipo que sin duda prefiero.
 
Última edición:
9.


Esa noche, mientras el agua caliente corría sobre mi piel, intenté despejar mi mente. Había demasiados pensamientos enredados: Evelyn, Diana, Leo… y, sobre todo, yo. Había algo inquietante en la manera en que las piezas encajaban. Evelyn parecía buscar algo más en mí; Diana, por su parte, estaba distante, aunque no había hecho nada que confirmara mis miedos. Y Leo… Leo siempre estaba ahí, una sombra que no terminaba de disiparse.

Cuando salí del baño, el mensaje de Evelyn seguía en mi mente. "Noté tus miradas". No era una frase cualquiera; era una invitación disfrazada de insinuación. Y la foto… esa foto había hecho que mi pecho se acelerara, aunque no quisiera admitirlo. Sabía que responderle sería cruzar una línea peligrosa, pero la tentación de dejarme llevar era fuerte.

Me sequé y caminé hacia la cama. Diana ya estaba dormida, acurrucada entre las sábanas. Su rostro, tranquilo y sereno, contrastaba con todo el caos que yo sentía dentro. ¿Cómo habíamos llegado hasta aquí? Recordé las noches en las que hablábamos hasta tarde, riendo por tonterías, soñando con el futuro. Ahora, apenas podíamos pasar una noche juntos sin que algo se interpusiera: trabajo, cansancio, o simplemente el peso de la rutina.

Me acosté con cuidado para no despertarla. Cerré los ojos, pero el sueño no llegaba. Evelyn volvía a aparecer en mi mente, y con ella, la culpa. Sentía que estaba traicionando algo más profundo que la confianza de Diana; estaba traicionándome a mí mismo, a la versión de mí que alguna vez había jurado ser el mejor esposo para ella.


A la mañana siguiente, me levanté temprano, intentando sacudirme el torbellino de pensamientos que me había seguido desde la ducha la noche anterior. Diana aún dormía, su cabello desparramado sobre la almohada y su rostro sereno. Me levanté con cuidado para no despertarla, agarré mi teléfono y me dirigí a la cocina. Mientras esperaba que el café estuviera listo, desbloqueé la pantalla y volví a encontrarme con el mensaje de Evelyn. Sus palabras, su foto, todo seguía ahí. Respiré hondo, consciente de que mantener eso en mi teléfono sólo añadiría más problemas al fuego que ya ardía en mi interior.

Sin pensarlo mucho más, abrí la conversación, borré la foto y el mensaje, y me prometí a mí mismo que iba a poner un alto. Evelyn era la amiga de Diana, y yo no iba a arruinar mi relación por un capricho. Algo en toda esa situación no me cuadraba, pero por ahora, lo mejor era enfocarme en lo que realmente importaba.

Esa tarde, decidí que iba a hacer algo diferente por Diana, algo que no se sintiera rutinario. Revisé cada rincón de la casa, organizando todo como sé que a ella le gusta. Coloqué sus zapatillas favoritas al lado del sofá, ajusté las almohadas en la sala y encendí una vela aromática de vainilla, su preferida. También llené una jarra con agua fresca y rodajas de limón y pepino, como siempre me decía que le gustaba para relajarse después de un día pesado.

Luego, busqué uno de sus libros favoritos, ese que no había podido terminar por falta de tiempo, y lo dejé junto a la lámpara de lectura con una nota que decía: "Tómate tu tiempo, te lo mereces. Te amo."

Finalmente, encendí su lista de reproducción de música tranquila en el altavoz y me senté a esperar su llegada. Cuando escuché la puerta abrirse, mi corazón latió un poco más rápido.

—¿Diego? —llamó desde la entrada.

—¡Aquí estoy! —respondí desde la sala.

Me acerqué a ella y la saludé con un piquito en los labios. Tomé su bolso y lo dejé en ell perchero. La ayudé a quitarse el abrigo, colgándolo cuidadosamente. Luego, le ofrecí mi brazo como si fuéramos dos personajes de época y la llevé hasta el sofá.

—¿Te apetece algo? —pregunté mientras la guiaba.

—Solo descansar... estoy agotada. —Se dejó caer en el sofá, soltando un largo suspiro.

Me arrodillé frente a ella y tomé sus pies con cuidado, retirándole los zapatos. Ella me miró, sorprendida.

—¿Qué estás haciendo?

—Déjame ayudarte. Te deben doler los pies después de una larga jornada —Comencé a masajear suavemente sus pies, recorriendo con mis dedos las plantas y el arco, presionando con cuidado.

—Oh, Dios… —suspiró cerrando los ojos y recostándose— Esto es un milagro. ¿Quién eres y qué hiciste con mi esposo?

Reí mientras seguía masajeando.

—¿Te gusta?

—Me encanta —dijo, abriendo un ojo para mirarme con una sonrisa divertida—. Pero en serio, ¿qué trama todo esto? ¿Te sientes culpable por algo?

Negué con la cabeza, fingiendo indignación.

—¡Por supuesto que no! ¿Es tan raro que quiera cuidarte?

—Un poco, sí —admitió, riendo.

Cuando terminé, me levanté y le ofrecí mi mano para que se acomodara mejor. Le alcancé un vaso de agua con rodajas de limón que había preparado antes y me senté junto a ella, abrazándola por los hombros. Ella tomó un sorbo y me miró, más seria ahora.

—Diego, quería decirte algo.

—Dime.

—Quiero disculparme por lo de ayer. No debí haber invitado a Evelyn a nuestra cena especial. Y menos haber permitido que ella invitara a Leo. Sé cuánto significa para ti tener tiempo sólo para nosotros, y siento que lo arruiné.

Su tono era honesto, vulnerable. Apreté su mano para que supiera que no había resentimiento.

—Gracias por decirlo, Diana. Eso significa mucho para mí.

Ella se inclinó hacia mí, con una sonrisa cómplice.

—Prometo compensarte por eso, ya verás. —Su voz tenía un tono juguetón, y sus labios rozaron los míos antes de levantarse.

—¿Compensarme cómo? —pregunté, siguiéndola con la mirada mientras se dirigía al dormitorio.

—Lo sabrás —dijo, guiñandome un ojo antes de cerrar la puerta tras ella.

Me quedé en la sala, sonriendo como un tonto. Pero incluso en ese momento de calma, algo en mí sabía que no todo estaba tan claro como parecía.


Por la noche, mientras me recostaba en la cama después de todo el día, mi celular vibró sobre la mesita de noche. Lo miré con una mezcla de curiosidad y resignación; ya sabía quién era.

Era Evelyn.

Evelyn: "¿Ya dormido? 😏"
Evelyn: "Espero que no, porque tengo algo interesante que contarte..."
Evelyn: "Aunque tal vez prefieras verlo por ti mismo…"

Suspiré, dejando el teléfono de vuelta en la mesita sin abrir los mensajes. No quería responder. No debía responder. Había decidido que, por más provocativa que pudiera ser Evelyn, mi prioridad debía ser Diana y nuestra relación. Las cosas no estaban perfectas, pero todavía había algo que valía la pena proteger.

Me hundí en la almohada, dejando que el cansancio del día me arrullara. Cerré los ojos, concentrándome en el aroma suave de las sábanas recién cambiadas y el tenue sonido de la lluvia golpeando la ventana.

Mientras me recostaba en la cama, tratando de apagar el tumulto de pensamientos del día, escuché el suave girar de la perilla de la puerta. Levanté la cabeza, y ahí estaba Diana, entrando con pasos ligeros, descalza, dejando tras de sí una estela de su delicado perfume floral.

Llevaba puesta una camiseta larga y suelta que le llegaba a medio muslo, pero al caminar, el movimiento sutil del algodón dejaba entrever un ligero de encaje blanco debajo. Sus piernas desnudas se movían con naturalidad, y la luz tenue de la habitación resaltaba los contornos de su figura. Su cabello, aún húmedo de la ducha, estaba recogido en un moño desordenado, y unas pocas gotas de agua aún brillaban en su piel, atrapando la poca luz que había en la habitación.

—¿Ya estás dormido? —preguntó en voz baja, su tono suave pero con un matiz de ternura.

—No todavía —respondí, observándola con una sonrisa. A pesar de su aspecto relajado, había algo en su caminar, en la forma en que sus ojos brillaban, que la hacía lucir increíblemente encantadora.

—Te ves cómodo —dijo.

—Estaba esperando a que vinieras —le dije, rodeándola con un brazo para acercarla más.

—¿Ah, sí? —sonrió.

Diana se detuvo unos instantes al pie de la cama, estirándose con languidez mientras soltaba un suave suspiro. Luego, con un gesto casi casual pero lleno de gracia, se agarró el borde de la camiseta larga que llevaba puesta y, con un movimiento lento, la deslizó hacia arriba. La prenda se deslizó por su cuerpo, revelando poco a poco el delicado ligero de encaje blanco que llevaba debajo.

El encaje resaltaba las líneas suaves de su figura, ajustándose con elegancia a sus curvas sin ser demasiado revelador, dejando espacio para la imaginación. Su piel brillaba bajo la luz tenue, aún húmeda en algunos puntos, mientras dejaba la camiseta a un lado y se pasaba las manos por el cabello húmedo, acomodándolo con un gesto despreocupado.

—Mucho mejor —dijo con una sonrisa juguetona mientras se acercaba al lado de la cama.

Subió con movimientos ligeros, apoyando primero una rodilla en el colchón mientras apartaba las sábanas. Cuando se deslizó bajo ellas, el encaje de su ligero rozó mi pierna, y el suave contacto me provocó un estremecimiento involuntario. Se acomodó a mi lado, su cuerpo cálido y suave encajando perfectamente contra el mío.

—¿Así te gusta? —preguntó en tono divertido mientras se acurrucaba, apoyando su cabeza en mi pecho y lanzándome una mirada de complicidad.

—Definitivamente —respondí con una sonrisa, pasando un brazo por su cintura para atraerla más hacia mí.

Diana levantó ligeramente la cabeza, mirándome con esos ojos llenos de complicidad que siempre lograban desarmarme. Su mano subió por mi pecho, deteniéndose justo en mi cuello, mientras su rostro se acercaba lentamente al mío.

—Te has ganado esto por todos tus esfuerzos hoy —susurró con una sonrisa traviesa antes de inclinarse hacia mí.

Sus labios se posaron sobre los míos con una suavidad que pronto se tornó más intensa. Su beso era cálido, lleno de intención y de algo más, una mezcla de gratitud y deseo que parecía envolvernos a ambos. Mis manos, casi por reflejo, se movieron hacia su espalda, encontrando la delicada textura del encaje que aún llevaba puesto.

El beso se profundizó, lento pero cargado de emoción, como si las palabras no fueran necesarias en ese momento. Diana se acercó más, su cuerpo ajustándose al mío mientras sus dedos jugueteaban con los mechones de mi cabello.

Diana se separó ligeramente de mí, sus labios apenas rozando los míos mientras sonreía con esa chispa juguetona que siempre lograba desarmarme. Sus dedos, delicados pero seguros, recorrieron mi pecho por un momento antes de deslizarse hacia su espalda.

—Creo que esto ya estorba, ¿no crees? —susurró, mientras sus manos buscaban el cierre del delicado encaje que aún llevaba puesto.

La tela cayó lentamente, deslizándose por su piel como si estuviera destinada a revelar cada curva con una gracia natural. Mis ojos la siguieron, maravillado por cada detalle, desde la forma en que la luz jugaba con su piel hasta la seguridad con la que dejaba caer la prenda al suelo. Diana estaba frente a mí, vulnerable pero poderosa, con una sonrisa que decía mucho más de lo que las palabras podrían expresar.

Se inclinó hacia mí de nuevo, apoyando sus manos a ambos lados de mi rostro, mientras sus labios capturaban los míos en un beso que no dejaba lugar a dudas de su intención. Mi respiración se entrecortó mientras mis manos, como atraídas por un imán, se posaron en su cintura, sintiendo el calor de su piel contra las yemas de mis dedos.

—Hoy solo quiero que pienses en mí —dijo suavemente contra mis labios, su voz baja y cargada de promesas.

Mis manos subieron lentamente hacia sus tetas, trazando un camino que parecía encender aún más la conexión entre ambos. Diana dejó escapar un suspiro, sus ojos cerrándose un instante mientras nuestras respiraciones se mezclaban, creando un ritmo que ambos parecíamos entender sin necesidad de hablar.

Ella tomó mi mano y la guió hacia su coño, dejando un beso en mis labios antes de apoyarse contra mí, su piel cálida y suave encajando perfectamente contra la mía. Mi respiración se hizo más pesada mientras sus piernas rozaban las mías, creando una corriente eléctrica que parecía recorrer cada centímetro de mi cuerpo.

El suave contacto entre nuestras piernas, la delicada fricción de su piel contra la mía, era un recordatorio de lo íntima que podía ser nuestra conexión. Diana dejó escapar un pequeño suspiro cuando mi polla se deslizó hacia su coño, trazando círculos lentos mientras la guiaba hacia mí. Sus labios encontraron los míos de nuevo, esta vez más urgentes, como si quisiera que el tiempo se detuviera.

El roce continuaba, cada movimiento incrementando la tensión entre nosotros, la proximidad amplificando cada sensación. Diana se inclinó hacia mi oído, dejando un beso en mi cuello que envió un escalofrío a lo largo de mi columna.

—Diego... —susurró mi nombre con un tono que combinaba deseo y ternura, su voz apenas audible pero profundamente resonante.

Mis manos descendieron, acariciando su culo, explorando cada curva con devoción. La forma en que nuestros miembros seguían encontrándose, el roce sutil pero constante, era un lenguaje propio, uno que hablaba de complicidad y deseo, de un entendimiento que solo nosotros compartíamos en ese momento.

Diana se detuvo un instante, levantando su rostro para mirarme directamente a los ojos. Su sonrisa era dulce, pero en su mirada había una intensidad que me atrapaba, que me hacía sentir como si fuera el único hombre en el mundo.

Diana volvió a besarme, esta vez con una pasión que parecía devorar el espacio entre nosotros. Sus manos se deslizaron lentamente por mi torso, dejando un rastro cálido sobre mi piel. El roce de nuestras piernas se convirtió en un movimiento más sincronizado, un lenguaje silencioso que entendíamos sin necesidad de palabras.

Cuando finalmente terminamos, nos dejamos caer uno al lado del otro, envueltos en la calidez del otro, Diana apoyó su cabeza en mi pecho, sus dedos dibujando círculos perezosos sobre mi piel. No había necesidad de hablar. Cerré los ojos, sintiéndome más cerca de ella de lo que había estado en mucho tiempo.


El día siguiente en el trabajo comenzó con el usual ajetreo de correos, reuniones y reportes, pero mi mente estaba lejos de todo eso. Mientras revisaba una tabla en mi computadora, los mensajes de Evelyn de la noche anterior se colaban en mis pensamientos. No los había respondido, pero eso no significaba que los había olvidado. Sus palabras y la foto que me envió me seguían rondando como un eco persistente. Cerré los ojos un instante, intentando enfocarme, pero era inútil.

—¿Diego? —La voz de Dylan me sacó de mi trance. Mi amigo estaba de pie frente a mi escritorio, con su típica mirada inquisitiva. —Estás en las nubes, ¿qué pasa? ¿Problemas con Diana o algo más?

—No, nada de eso —mentí mientras me enderezaba en la silla.

Dylan no era tonto. Siempre tenía esa habilidad para leer entre líneas, aunque nunca lo usaba de forma maliciosa. Se sentó en el borde de mi escritorio con una taza de café en la mano, mirándome como si estuviera evaluando cada movimiento mío.

—Diego, sé que algo te pasa. Tienes esa cara de “estoy pensando demasiado y no me gusta lo que pienso”.

Solté un suspiro. —Solo estoy agotado, Dylan. Entre el trabajo y algunas cosas personales… mi cabeza no está en el mejor lugar.

Dylan asintió lentamente. —Mira, no soy de dar discursos motivacionales, pero te diré algo: a veces, cuando todo parece un caos, es cuando necesitas claridad sobre lo que realmente quieres para tu futuro. Porque si no lo haces, el tiempo y las decisiones te pasan por encima.

Sus palabras me dejaron reflexionando durante nuestra ida a comer. Dylan podía ser directo, incluso incómodo en ocasiones, pero siempre tenía una perspectiva que me hacía pensar. Cuando regresamos a la oficina, mi celular vibró en el bolsillo. Al mirar la pantalla, vi que era Mauricio, mi jefe.

—Diego, en mi oficina. Ahora.

El tono seco y autoritario de Mauricio me congeló por un momento. Mi mente inmediatamente se llenó de posibilidades, ninguna de ellas buena. ¿Hubo algún problema con el cierre de temporada? ¿Un error en los reportes? ¿Alguien había señalado algo mal hecho? Mi corazón comenzó a latir más rápido mientras caminaba por el pasillo hacia su oficina.

Mauricio estaba sentado detrás de su enorme escritorio, con su habitual postura rígida y la mirada intensa que parecía atravesar a cualquiera. Me indicó que tomara asiento con un gesto breve, sin decir una palabra. El silencio en la habitación era tan espeso que podía oír el tic-tac del reloj en la pared.

—¿Todo bien, Mauricio? —pregunté finalmente, intentando sonar casual, aunque mi garganta estaba seca.

Él se recostó en su silla, entrelazando las manos delante de él. Sus ojos se clavaron en los míos, y durante unos segundos que se sintieron eternos, no dijo nada. Mi estómago estaba en un nudo.

—Diego —empezó, con ese tono pausado y calculado que solo aumentaba mi nerviosismo—, quería hablar contigo sobre el cierre de temporada.

—Si hubo algo mal, puedo revisarlo y…

—Cálmate —me interrumpió, levantando una mano—. Todo salió perfecto.

Las palabras tardaron en procesarse.

—¿Perfecto? —repetí, como si no las creyera del todo.

Mauricio asintió. —Exactamente. Los números fueron excelentes, la logística impecable, y los clientes están más que satisfechos. Quería felicitarte personalmente.

Sentí cómo una ola de alivio me recorría el cuerpo, aunque algo en su expresión me decía que aún no había terminado.

—Y no solo eso —continuó, inclinándose ligeramente hacia adelante—. Quiero que consideres un ascenso.

Mi corazón volvió a acelerarse, pero esta vez por razones completamente distintas.

—¿Un ascenso?

—Sí. Queremos que tomes el puesto de líder de equipo. Es un rol más exigente, con más responsabilidades, pero también con más visibilidad y oportunidades para tu carrera. Sé que puedes manejarlo.

Me quedé sin palabras por un momento. Era una oportunidad increíble, algo que no podía rechazar. Pero mientras Mauricio detallaba las expectativas y los beneficios, una sola frase resonaba en mi mente: “más tiempo”. Sabía lo que significaría para mi relación con Diana.

—¿Qué dices, Diego? —preguntó Mauricio finalmente, con esa mirada intensa que no dejaba espacio para la indecisión.

Abrí la boca para responder, pero las palabras no salieron de inmediato. El ascenso era lo que muchos soñaban, un mejor salario, y una oportunidad de demostrar tu valía en un nivel superior. Pero mientras todo eso desfilaba por mi mente, también lo hacían las noches trabajando hasta tarde, las reuniones inesperadas y los fines de semana sacrificados. Pensé en Diana. En nuestra relación.

—Mauricio… —dije al fin, tratando de no sonar inseguro—, la oferta es increíble, pero necesitaría un poco de tiempo para pensarlo.

Su expresión se endureció levemente, pero se recompuso rápido. Asintió con lentitud, como si procesara mi respuesta.

—Es justo. Tómate un par de días, pero no demasiado. Necesito una respuesta antes del viernes.

Me levanté y estreché su mano, sintiendo el peso de la decisión caer sobre mis hombros.

—Gracias, Mauricio. De verdad lo aprecio.

Mientras regresaba a mi escritorio, no podía ignorar el otro lado de la moneda. Este ascenso no solo era un avance profesional; era una puerta abierta hacia el tipo de vida que Diana y yo siempre habíamos soñado. No era solo un mejor salario, sino estabilidad, oportunidades, y la posibilidad de construir un futuro sólido juntos.

Imaginé por un momento cómo sería finalmente poder dar el salto y comprar una casa. No un departamento temporal o una renta ajustada, sino una casa de verdad, nuestra, con espacio suficiente para formar una familia, para tener un lugar al que llamar hogar. Visualicé las risas en el patio trasero, las cenas con amigos en un comedor amplio, y a Diana decorando cada rincón con ese entusiasmo que siempre tenía por los pequeños detalles.

Pensé en las cosas que a veces mencionaba en voz baja, casi como un susurro cargado de esperanza. El viaje a Estados Unidos que siempre habíamos querido hacer, los muebles que había visto en alguna revista de diseño, o simplemente el lujo de no tener que preocuparse por cada gasto. Este ascenso podría ser el comienzo de todo eso.

Pero el precio era claro. Más horas, más responsabilidades, y probablemente menos tiempo con ella. ¿Sería capaz de encontrar el balance? ¿O terminaría sacrificando nuestra relación en el camino hacia un sueño material?

Encendí mi computadora, pero mi mente seguía en otra parte. Este ascenso no solo significaba una mejora laboral; significaba un cambio de vida, para bien o para mal.

Necesitaba hablarlo con Diana. Su opinión sería clave, no solo porque era mi pareja, sino porque era parte integral del sueño que ahora estaba al alcance de la mano. ¿Valdría la pena apostar por ese futuro de lujos, sabiendo lo que podría costar en términos de tiempo y cercanía?

Me recargué en la silla, mirando hacia el techo por un momento, intentando ver con claridad lo que quería, no solo para mí, sino para nosotros. ¿Qué significaba realmente el éxito, y cuánto estaba dispuesto a pagar por él?​
 
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Para recobrar la esperanza en ellos debió sentirse este romántico e íntimo momento que Diego le brindó a Diana, sin embargo me ha dejado un sabor amargo.
Parecen tan cerca y tan distantes al mismo tiempo, es una sensación extraña, es casi un dolor presente en cada momento que comparten, como si cada muestra de cariño mutuo significase un esfuerzo emocional que desgasta cada vez más la relación que tienen.
Es inquietante la reticente presencia de Evelyn, orbita alrededor de ellos con un velado afán de influir en lo que tienen, aunque sus intenciones aún no están claras, parece querer a toda costa ganarse la confianza de Diego.
Como se ve la tóxica situación entre Diana y Leo en el trabajo, cualquier ayuda para mantenerse informado de lo que allí sucede puede ser bienvenida, y aunque nos provoque desconfianza, hace determinante cualquier mensaje o foto enviado por Evelyn. :unsure::cool:
 
Última edición:
Sin hacer spoiler, la sensación es que Evelyn está muy atraída por Diego y que tampoco hay que ser un lince para ver qué el imbécil de Leo está detrás de Diana y ya veremos si cae o no.
 
Sin hacer spoiler, la sensación es que Evelyn está muy atraída por Diego y que tampoco hay que ser un lince para ver qué el imbécil de Leo está detrás de Diana y ya veremos si cae o no.
Aparte de su atracción por Diego, Evelyn debe estar siendo testigo de situaciones bastante comprometedoras entre Diana y Leo, según se alinea cada evento, todos los caminos parecen llevar a un oscuro desenlace para este matrimonio.
A pesar del título del relato, espero que algún sentimiento inextinguible aún en el matrimonio logre contener las efímeras emociones que quieren arrasarlo todo.
 
De la historia original ha cambiado un poco no?

Al prota lo veo un poco más cuerdo que el otro. El anterior se ponía más baboso con Evelyn creo, y la primera escena de celos que hizo en la fiesta fue más ruda.
 
De la historia original ha cambiado un poco no?

Al prota lo veo un poco más cuerdo que el otro. El anterior se ponía más baboso con Evelyn creo, y la primera escena de celos que hizo en la fiesta fue más ruda.
Solo el primer capítulo es fiel a la linea original, y algunos detalles que reciclé. La historia dista mucho de la original, casi todo el contenido es nuevo.
 
Solo el primer capítulo es fiel a la linea original, y algunos detalles que reciclé. La historia dista mucho de la original, casi todo el contenido es nuevo.
La antigua se puede leer en algún lado?
 
Aunque lo siguiente podría parecer un spoiler, no lo es. La historia gira en torno a una mujer que, atrapada en la rutina, se siente algo insatisfecha con su vida y su relación. Su pareja, un hombre inseguro, lucha por mantenerse a la altura de sus expectativas, mientras un tercer personaje, el típico "macho alfa", entra en escena con una actitud arrolladora que despierta en la protagonista deseos y emociones reprimidas.

Para añadir más tensión al cóctel, aparece la figura de la amiga incordiante, ese personaje secundario que nunca falta, cuya misión parece ser sembrar discordia entre la pareja con comentarios incisivos y actitudes provocadoras. En esencia, la trama se basa en un esquema ya conocido: un triángulo amoroso alimentado por inseguridades, pasiones y manipulaciones externas. Nada especialmente novedoso, pero quizá efectivo para quienes disfrutan de este tipo de relatos.
 
Aunque lo siguiente podría parecer un spoiler, no lo es. La historia gira en torno a una mujer que, atrapada en la rutina, se siente algo insatisfecha con su vida y su relación. Su pareja, un hombre inseguro, lucha por mantenerse a la altura de sus expectativas, mientras un tercer personaje, el típico "macho alfa", entra en escena con una actitud arrolladora que despierta en la protagonista deseos y emociones reprimidas.

Para añadir más tensión al cóctel, aparece la figura de la amiga incordiante, ese personaje secundario que nunca falta, cuya misión parece ser sembrar discordia entre la pareja con comentarios incisivos y actitudes provocadoras. En esencia, la trama se basa en un esquema ya conocido: un triángulo amoroso alimentado por inseguridades, pasiones y manipulaciones externas. Nada especialmente novedoso, pero quizá efectivo para quienes disfrutan de este tipo de relatos.
Ah caray, ni yo me sabía esa :oops:
 

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