37
Al día siguiente. Miércoles.
Carlos
Entré en la fábrica y busqué a Antonio. Había pasado muy mala noche con el tema de la infidelidad de él y si debía o no decírselo a Silvia. Al final decidí hablar con él y, según me dijera, hablar o no con Silvia. Si solo era un escarceo, le echaría la bronca pero no le diría nada a Silvia. Si era algo serio, se lo contaría a pesar de que me dolería en el alma.
Cuando encontré a Antonio me saludó como siempre pero al decirle que me acompañara, se extrañó. Vi a la chica de la piscina. La había buscado en la plantilla. Se llamaba Rosa, una rubia de bote de 29 años bastante atractiva y con muy buen tipo, bastante diferente físicamente a Silvia en todo.
Salimos fuera y me lo llevé a un lado, alejados de todo el mundo. Le dije enfadado:
- ¿Qué coño haces, Antonio?
Él me miró sin entender nada y le dije:
- Ayer en mi casa
Se quedó con la boca abierta. Le dije:
- Tengo un sistema de alarma que me avisa cuando alguien entra aunque sea con la contraseña correcta
- Joder
- Sí, joder, ¿Por qué le haces esto a Silvia?
- Es que…
- Joder, a Silvia que te quiere con locura, me dan ganas de partirte la boca, Antonio, no sabes como…
- Espera, espera, es… fue… solo…
- ¿Qué?
- No sé, una locura, Carlos, no le digas nada a Silvia
- ¿Por qué no le tengo que decir lo que vi?
- Porque es una tontería, es por… por el estrés, no sé, muchas horas aquí y… se me fue la cabeza
- ¿Y la llevas a mi puta casa?
- No sé, no lo pensé bien
- Coño, pues es un viaje de una hora, tenías tiempo para pensarlo
Antonio se movía intranquilo. Me dijo:
- No volverá a pasar
- ¿El qué? ¿Que te folles a Rosa en mi casa o que te la sigas follando?
- Las dos cosas
- Mierda, Antonio, es que no me lo puedo creer, hacerle esto a Silvia, joder
- Lo sé, lo sé, no lo merece, soy un capullo y…
- ¿Un capullo? Eres un pedazo de cabrón
- Lo sé, lo siento, yo…
- ¿Y ahora qué hago? Me pones en un puñetero compromiso enorme, debería decírselo a Silvia
- No, por favor
- Y eso la destrozaría, lo sé, y… mierda, Antonio, de verdad que…
- Te juro que no volverá a pasar, te lo juro
Lo miré, parecía sinceramente acojonado y apenado. Le dije:
- ¿Es algo… es la primera vez?
- Sí, fue… no sé, salimos y dijimos de tomar una cerveza y… no sé, no sé como pasó
Quería gritarle de todo pero me tranquilicé. Le dije:
- Como… como me entere que pasa una sola vez más, o Silvia me dice algo raro, te aseguro que se lo cuento
- No, no, no va a pasar más, te lo juro
Lo miré con enfado. Le dije:
- Me has defraudado, Antonio, no sabes cuanto, no entiendo como le puedes hacer esto a una mujer como Silvia
- Lo sé, lo sé, lo siento
Me fui sin despedirme. Esperaba estar haciendo bien y que Silvia nunca se enterara de nada de esto y que ese gilipollas supiera mantener su polla dentro de los pantalones.
Antonio
Me metí en el baño y me eché agua en la cara. “JODER, MIERDA, MIERDA” dándole golpes a la máquina de secarse las manos. Me calmé y pensé “Todo es culpa de Rosa, que se le metió en el coño ir a follar en la puta piscina”. Había sido el lunes, tras echar un polvo en su casa, que le había enseñado fotos de la casa de Carlos porque ella tenía curiosidad de donde había estado el fin de semana y ahí se emperró en que quería ir cuando le dije que tenía las llaves.
“Es que soy tonto, gilipollas” me recriminé. Con Rosa llevaba tonteando más de una año, nada serio, alguna broma y mirada lasciva pero sin llegar ni a tocarla. Pero todo el estrés de Silvia con el primer embarazo, luego con lo mala que había salido Gema con tanto lloro, lo mal que lo había llevado Silvia que siempre anteponía a la niña antes que a nosotros… y el colmo había sido lo del puto curso cuando Silvia se negó a ir a Barcelona. Rosa era otra de las que estaba recibiendo el curso y allí, enfadado con Silvia, caí en sus brazos y ahora no parábamos de follar.
“Tengo que cortar con Rosa” pensé por milésima vez, pero es que no podía, Rosa era un volcán en la cama, mucho mejor que Silvia con sus reglas y sus agobios. Con Rosa era todo diversión. Y me volvía loco, sabía calentarme como ninguna.
Pensé en un refrán que venía que ni pintado “Tanto va el cántaro a la fuente…”. Tenía que cortar con Rosa antes de que el puto cántaro se rompiera y Silvia se enterara de todo.
Carlos
Llegué a mi despacho aún alterado por la charla con Antonio y justo en ese momento me llamó Silvia por video. No me atrevía a hablar con ella por si me notaba raro y le descolgué para intentar cortar rápido:
- Hola, Silvia
- Buenas… ¿Seguimos por donde ayer lo dejamos?
“Mierda, es verdad, que teníamos que seguir con la planificación” pensé. Le dije:
- Mmmm mejor en otro momento, ando con lío
- ¿Te puedo ayudar?
- No, no, son cosas de recursos humanos
- Ah, vale, vale… Por cierto, que quizás voy a tener que tirar de mi contacto con el tío bueno de recursos humanos
- ¿Qué?
Estaba solo pensando en Antonio y no me percaté de su broma. Ella dijo:
- Sí, el director buenorro de recursos humanos
La miré sin comprender que estaba bromeando conmigo y ella dijo:
- ¿Qué te pasa?
- No… nada
- ¿Nada? Pero si estás en babia
- ¿Yo? ¿Por qué?
Ella me miró asombrada y me dijo:
- Te estoy llamando buenorro y no reaccionas como siempre ¿Qué te pasa?
- Ah, sí, perdona, es que tengo la cabeza en otras cosas
- Pero ¿Pasa algo grave?
- No, no
Ella me miró con suspicacia, Silvia tenía un sexto sentido para saber cuando no quería decirle algo. Dijo:
- ¿Es algo de Carmen?
- No, es que ahora tengo una reunión y estoy pensando en ella
Me miró durante unos segundos y luego dijo:
- Bueno, pero me parece que estás raro
- No, no, no empieces, jeje, es solo un despiste… A ver, dime ¿Qué necesitas de recursos humanos?
Me volvió a mirar durante unos segundos sin decir nada, sospechando, hasta que dijo:
- Nada, era una tontería
- No, dime
- Es que ayer llegó muy tarde Antonio, cerca de las 12, cansado de tantas horas con las máquinas ¿No podrías preguntar a su jefe a ver si pueden bajar un poco el ritmo? Sé que es algo puntual, como nos ha pasado a nosotros a veces con las urgencias con los servidores pero es que llevan ya muchas semanas a este ritmo y me preocupa
“Madre mía, este cabrón me ha mentido, si lleva así semanas es porque se está tirando a Rosa desde hace semanas, al final se va a enterar Silvia” pero dije:
- Sí, claro, veré a ver que ocurre, no te preocupes
- Gracias, Carlos, pero no le digas nada a Antonio de que te lo he dicho yo ¿Eh?
- Vale
- Que luego me dice que me meto en todo
- No te preocupes
Silvia me sonrió agradecida y dijo:
- Como me aprovecho de ti, Carlos, lo siento
- No pasa nada
- Sí pasa, siempre me ayudas en todo y yo solo pido, y pido…
- No, Silvia, no pides tanto, son cosas normales entre amigos
Ella me miró con gratitud y dijo:
- Bueno, te dejo con esa reunión tan importante y que te tiene preocupado
- No, no es eso, jeje, es solo que es complicada
- Ya… tú me avisas cuando quieras que sigamos con la planificación
- Sí, por supuesto, hasta luego, Silvia
- Hasta luego, Carlos
Y cortamos. Me llevé las manos a la cabeza “¿Voy a por Antonio y le digo que sé que me ha mentido y lleva semanas con Rosa? Joder, joder, joder” pensé presionando mis dedos contra mi cabeza, que me dolía un montón por la falta de sueño y la preocupación por Silvia.
Héctor
Mónica se me acercó con su silla y me dijo:
- Nene, ya tenemos plan para el sábado
- ¿Qué plan?
- Vamos a quedar con Chechu
- ¿Qué?
Chechu era un tipo que hacia viajes en plan mochilero y que Mónica había contactado por un foro. Le puse mala cara y le dije:
- Moni, a saber ese tío si es un colgao o…
- No, no, es legal
- Ya, claro, como lo conoces tanto
- No, tontín, pero ayuda a mucha gente con los viajes sin pedir nada a cambio
- ¿Y viene aquí?
- Sí, vive en un pueblo pero dice que este sábado viene a la ciudad y he pensado que podrías quedar con él y nos cuente ¿No?
La miré con pocas ganas pero a ella se la veía ilusionada. Me dijo:
- Anda, dí que sí, dí que sí
- Pero si no lo conocemos
- Bueno, es para charlar, no para acostarnos con él jiji
- Ya, ya, pero…
- Tomamos un café y que nos cuente… pienso llevarme una libreta para tomar apuntes jiji
- Pero…
- Anda, solo un café, porfi
- Bueno, solo eso
- Genial, gracias, amor
Y me dio un beso en la mejilla y se volvió a su sitio. Vi que Cris me miraba con una sonrisita y le hice un gesto de “no me impongo”. Ella sonrió y encogió los hombros, sabía perfectamente que no me hacía ninguna ilusión ese viaje.
Me resigné y seguí trabajando.
Antonio
Estaba almorzando con Rosa y me costaba sacar el tema de romper con ella pero tenía que hacerlo aunque me jodía porque ella estaba de muy buen humor y sabía que me iba a armar un follón.
Rosa me miró y dijo:
- Estás muy callado, guapo
- Mmmm
- ¿Qué pasa? Ayer te dejé tan cansado que no espabilas ¿No? jeje
- No, lo de ayer fue una cagada, Rosa
- ¿Cómo?
- Nos pillaron
- ¿Quién?
- Carlos
- ¿El dueño? ¿El de recursos humanos?
- Sí
- ¿Nos vio?
- Por las cámaras
- Coño, que le dimos espectáculo porno gratuito jajaja
- No tiene ni puta gracia, Rosa, que es muy amigo de Silvia
- Ya, ya, muy “amigo” jeje
- No son de ese tipo de amigos, Silvia es totalmente fiel
- Sí, ya
- Eres gilipollas hablando sin conocerla
- Vale, vale, no veas como estamos hoy ¿eh?
- Y Carlos se está follando a la morenaza de Marketing
- ¿A quién?
- A la tía esa que está buenísima
- No me jodas
- Sí, desde hace un tiempo
- Coño con el de recursos humanos jajaja
- Deja de reírte, lo de Carlos es grave
- Claro, ya podía habernos avisado, a mí me pone que me miren cuando follo jeje
- Joder, Rosa, tómate esto en serio, coño
- Si me lo tomo muy en serio, Antonio ¿O no lo notaste ayer en los tres polvos que me echaste?
Meneé la cabeza, con Rosa siempre era lo mismo, nunca se preocupaba por nada mientras el sexo fuera bueno, y con ella siempre era bueno. Dudé de si decirle ahora lo de que rompíamos o mejor en su casa. El problema de ir a su casa era que seguro que follábamos así que me armé de valor para decírselo. Pero en ese momento ella puso su mano en mi muslo y dijo:
- Joder, lo de ayer estuvo de puta madre, nene, y he pensado una cosita para la próxima vez que vayamos
- Mierda, Rosa, ¿No me escuchas o qué? Nos pillaron, no vamos a volver
- Oh, que pena, había pensado invitar a mi amiga Tere a esa piscina
Me quedé callado. Rosa era bisexual y, además de follar conmigo, follaba con la tal Tere que era un bellezón de 24 años, modelo y guapísima. Me había enseñado fotos de ella en ropa interior y verlas juntas debía ser un espectáculo increíble. Le pregunté:
- ¿Invitar?
- Sí, nene, para divertirnos las dos… o los tres
- Joder
- Y tanto que joderíamos jajaja
La miré sin terminar de creérmelo. Me dijo:
- Si quieres, te vienes luego a casa y hablamos de los “detalles”
- ¿Detalles?
- Sobre invitarla… o no, y las cositas que podríamos hacer los tres
Sonreí ampliamente. Bueno, rompería con ella más adelante, tampoco se iba a enterar Carlos de lo que hiciera en casa de Rosa ¿No?
Carmen
Miré a Carlos algo mosqueada. Llevaba toda la cena bastante callado para lo que era habitual en sí. Estábamos en mi casa y Daniel ya dormía pero la cena estaba siendo rara. Me harté y le dije:
- Carlos, a ti te pasa algo
- No, no, perdona, es que tengo la cabeza en otro sitio
- ¿Y te parece bonito estar pensando en otras cosas con tu pareja hablándote?
- No, Carmen, tienes razón, son cosas del trabajo y…
- Pues desconecta del trabajo, cariño
- Ojalá fuera tan fácil
- Mira, yo también ando preocupada con varias cosas del trabajo
- ¿Sí? ¿El qué?
- Estoy cansada de trabajar tanto y hacerle todo el trabajo a Patri y que ella se lleve todo el mérito
- Pero eso no puede ser, Carmen
- Pues lo es, Patri me cae genial, es un amor pero es… es… está acomodada, Carlos
Me miró sin decir nada. Le dije:
- Sinceramente, creo que deberías plantearte un cambio en la dirección de mi departamento
- ¿A qué te refieres?
- Patri no es la adecuada, y yo sí
- Ufff, Carmen, Patri lleva muchos años y…
- Por eso mismo, está estancada y es mayor para la agilidad y empuje que necesita ese departamento, y te digo una cosa, actualmente soy yo la que lleva todo el peso, todo
- Pero…
- No te digo que la eches, no, por Dios, Patri es mi amiga
- ¿Entonces?
- Pues, no sé, ponla en otro puesto
- ¿Cuál? A ella le gusta ese departamento, no la veo en otro
- Pues… no sé, asciéndela a un puesto donde no sea una carga
- ¿Ascenderla?
- Sí, invéntate un puesto para ella y me pones a mi de directora, es lo justo
Carlos me miró sorprendido y dijo:
- Yo no puedo poner y quitar directores así como así, Carmen
- ¿Cómo que no? Eres el responsable de recursos humanos y…
- Sí, pero porque nadie quiso serlo cuando éramos pequeños. Es más, se me da fatal, soy muy indulgente y nunca he podido despedir a nadie
Pensé en decirle que sabía que la empresa era suya pero no, mejor que me lo dijera él. Le dije:
- Pues llevas un montón de años en ese puesto para no gustarte
- Ya, hemos buscado candidatos pero ninguno nos ha convencido
- En EEUU ¿También eras de recursos humanos?
- Noooo, jajaja, que va
- ¿Entonces?
- Era encargado de desarrollos en una IT, me encargaba de dirigir proyectos software, aunque tenía que hablar mucho con recursos humanos… Pero siempre he sido un técnico, por eso aquí llevo a los técnicos, es lo que de verdad me gusta
Lo miré y le dije:
- Tú piénsalo, cariño, creo que para la empresa yo sería mejor directora, estoy convencida
- Carmen, es que…
- Piensa en eso pero en otro momento, ahora dejemos el trabajo
- Jeje, vale, vale
Seguimos comiendo pero seguía igual y le dije:
- Ya vale, Carlos
- Perdona, perdona...
- Esto lo arreglo yo, verás como no vas a pensar más en el puñetero trabajo, cariño
Estábamos en la mesa de comedor de mi salón. Me agaché y me puse debajo de ella, y luego me fui a por él. Le bajé la cremallera mientras él decía:
- Pero Carmen, ¿qué hac…?
Y se calló cuando comencé la mamada a su polla flácida que no tardó en endurecerse. Estuve varios minutos con la mamada y luego salí de debajo de la mesa. Me incorporé, me bajé la falda, luego el tanga y me incliné sobre la mesa, dándole mi culo. Él se levantó y me la metió despacio. Me cogió de las caderas y me folló rápidamente hasta correrse dentro de mí. Me giré y lo besé lentamente. Luego le dije:
- Bueno, y ahora que estamos más relajaditos los dos, cenemos mientras me cuentas algo divertido
Él se rio y nos vestimos.
Carlos
Salí de casa de Carmen con una sonrisa. La verdad es que había llegado con dolor de cabeza y sin poder parar de pensar en la infidelidad de Antonio, pero ahora me iba sin ese dolor y de mejor humor, Carmen era mi medicina, estaba claro.
Entonces recordé lo que me había dicho durante la cena, lo de ponerla como directora. Era algo complicado, Patri era una veterana y todo el mundo estaba contenta con ella, todos la querían, no podía echarla de su puesto, no tenía ningún motivo, pero eso de ascenderla era una buena idea, y estaba claro que Carmen se merecía ser la responsable de esa dirección, había revolucionado esa dirección. Lo pensaría.
No había sido totalmente franco con Carmen ya que sí podía poner o quitar direcciones, al fin y al cabo, la empresa era mía, pero yo delegaba todo en otros, solo daba las directrices principales pero la organización del día a día y el tema económico lo llevaban personas que sí sabían de esas cosas, personas de mi confianza. Por eso no me gustaba que se supiera mi verdadero papel en la empresa, y prefería que todo el día a día organizativo, de relaciones públicas y de números lo llevaran otros, aunque todo pasaba por mí antes de tomarse la decisión final. En los presupuestos sí participaba activamente ya que era mi dinero, pero más que nada para dar el visto bueno o no a nuevas ideas o líneas. Lo mío, lo que me gustaba de verdad, era el software y el cacharreo.
Silvia
“¿Estás seguro que no quieres que te haga algo de cena?” le pregunté a Antonio que negó diciendo:
- He comido en la fábrica un bocadillo
- No me cuesta nada hacerte algo rápido
- No, gracias
Antonio abrió la mampara y me dijo:
- Anda, vuelve a la cama, ya mismo voy
- Vale, te espero en la cama
Me metí en la cama. Eran las 12 y Antonio había llegado hacía 15 minutos. Lo había esperado despierta leyendo en la cama, impaciente. Cuando al fin llegó, se fue directo a la ducha, cansado de estar todo el día con las máquinas.
Intenté leer algo mientras esperaba a que Antonio se acostara pero me costaba concentrarme. Al poco llegó acostándose con unos boxers y una camiseta. Le abracé y le dije:
- ¿Cuándo vais a terminar de dejar listas las máquinas?
- No lo sé, Silvia
- Es una mierda
Lo dije en un tono que quería decir que me fastidiaba por no tenerlo allí, pero él me malinterpretó y dijo:
- Yo no me quejaba cuando tú llegabas a las 3 o las 4 de la noche tras horas con los ordenadores
- Ya, yo no...
- Ni me hacía la víctima, ni…
- Oye, oye, que no he querido decir eso, solo que te echo de menos, solo eso
Él refunfuñó y apagó la luz. Le abracé y le dije:
- Solo estoy preocupada por ti
- Ya
- Sí, y claro que quiero que llegues temprano a casa por nosotras, pero por ti también, para que puedas descansar
- Vale, lo siento, es solo que estoy cansado
- Lo sé
Le acaricié el pecho y luego bajé mi mano hasta su paquete. Él dijo:
- Silvia, que estoy cansado
- Ya, pero si quieres…
- No, hoy no
- Una mamadita para que te relajes y…
- No, gracias, de verdad que estoy agotado
- No tienes nada que hacer, yo…
- Silvia, por favor, vamos a dormir, ha sido un día complicado
- Bueno…
Se giró dándome la espalda. Lo abracé por detrás y le dije:
- Buenas noches, nene
- Buenas noches
Y al poco noté como se dormía. Me quedé pensando, no recordaba ni una sola vez que me hubiera rechazado una mamada. “Espero que Carlos influya en que el jefe de Antonio relaje el trabajo, esto no puede seguir así más tiempo” pensé esperanzada en Carlos.