¿Con quién fueron tus primeras pajillas?

Mi primera paja tiene un espacio privilegiado en mi memoria.

La protagonista de esta historia es una mujer veinte años mayor que yo, casi tantos como los que estuve fantaseando con follármela antes de que se hiciera realidad.

Pasé toda mi infancia y los primeros años de mi adolescencia en un pueblo minúsculo, que ni siquiera llegaba a trescientos vecinos empadronados. No es un pueblo de la España profunda ni nada de eso. Quince minutos le separan de la ciudad más cercana. Además, el turismo es la principal fuente de recursos de la zona, por lo que tampoco puedo decir que no tuviésemos contacto con el mundo exterior. Pero sí crecí llevando un modo de vida rural.

Un verano (2001 o 2002), un empresario ganadero trasladó su negocio a nuestro pueblo. No sé de dónde venía, pero sí se comentaba que su empresa, antaño próspera, no debía ir del todo bien en los últimos tiempos y esperaba encontrar aquí mejor suerte. Resetear. Volver a empezar desde abajo. Con él, vinieron a vivir aquí también sus trabajadores. Un grupo de forasteros bastante pintoresco. Algunos ancianos del pueblo los llamaban "hippies" con desdén, pero con el tiempo demostraron ser buena gente. Entre ellos estaba Maialen.

No es su nombre original por razones obvias, pero se le parece. Por aquel entonces rondaba la treintena. Era Rubia, de pelo largo y rizado. No muy alta y algo estropeada para su edad. Este rasgo era común en todo el grupo. Seguramente por las condiciones de su profesión, trabajando a la intemperie todo el día, con nieve en invierno y con un sol abrasador en verano. A pesar de todo, era guapa. O, mejor dicho, atractiva. Cuando te acostumbrabas a sus rasgos más llamativos te encontrabas una mirada muy femenina. Pero con las prioridades que podía tener un crío de mi edad en ese momento, Maialen era una persona que no me suscitaba especial interés. Lo único que me llamó la atención de ella fue una voz bastante ronca. Desde luego, el rasgo menos femenino que poseía.

Hasta aquella tarde de agosto.

Los días más calurosos nos refugiábamos en la piscina municipal. Jugábamos a un juego al que llamábamos waterpolo, que poco o nada tenía que ver con el deporte original. Desde un césped poblado de toallas, madres y abuelas vigilaban a chiquillos para asegurarse de que cumpliesen las horas de digestión a rajatabla antes de bañarse y, ya de paso, aprovechaban para tomar el Sol. Maialen estaba sentada en una toalla junto a su vecina, con la que era frecuente verla puesto que habían entablado amistad rápidamente. Se embadurnaba las piernas con crema. La braguita de su bikini era negra y contrastaba con la camiseta veraniega completamente blanca que cubría su parte de arriba. Se la quitó nada más acabar de ponerse crema.

Madre mía. MA-DRE-MÍA. Qué tetas. Tenía un cuerpazo escultural: vientre plano; piernas más bien delgadas y un culo que, aunque firme, parecía algo pequeño. Pero eh, en serio, qué tetas. Se encendió un cigarro, se puso en pie y bamboleando ese par de melones que acababa de descubrir, se acercó hasta el bordillo de la piscina, se sentó y metió los pies en el agua.

Aunque aún no lo sabía, en ese preciso momento experimenté deseo sexual por primera vez en mi vida. No es que no hubiese sentido deseo antes, pero no sexual. Y, desde luego, no tenía muy claro qué era lo que deseaba. Como os decía, Maialen era delgada, de complexión atlética, hasta el punto de que si tonificase su cuerpo no tardaría en marcar los abdominales. Pero al subir un poco más la vista el contraste era exagerado. Poseía y posee dos tetas bastante grandes (sin llegar a lo grotesco), redondas y macizas. Además, están muy juntas. Cualquier prenda que utilice mostrando canalillo le hace un escote despampanante. Uno puede dudar de la naturaleza de esos tetones, pero toda sospecha queda disipada si tienes la oportunidad de verla caminar cuando viste alguna prenda que no los oprima. Libres. El balanceo es hipnótico. Cada vez que veo a la actriz de cine para adultos Katerina H. me acuerdo de Maialen. Su pecho tiene una forma muy similar. Es algo menos voluminoso. Pero también es más delgada y mide quince centímetros menos. Imagina.

Era imposible no fijarse y no fui el único en percatarse. Hombres de todas las edades, presentes aquel día, echaban un vistazo cuando podían: algunos con suma discreción y otros de manera obscena. Durante el resto de la tarde no pude pensar en otra cosa. Cuando tenía ocasión, tiraba la pelota con la que jugábamos cerca de ella para seguidamente ir a recogerla. Las veces que me acerqué lo suficiente pude apreciar cómo se marcaban los pezones en la tela negra. Prominentes. Supongo que ella era consciente de nuestras miradas furtivas, pero de ser así, no le molestaban. Calculo que permaneció ahí, expuesta, por lo menos una hora. Esa noche, al acostarme, tuve una erección recordando lo que había visto y, de manera totalmente intuitiva, acabé haciéndome mi primera paja. (Si os gusta sigo)
Sigue porfa..
 

Está completa en tres partes :tetas2::tetas2:
 
Pero todavía falta un salto temporal. Llegamos a 2020. Al verano. El confinamiento por culpa de la pandemia ha llegado a su fin y poco a poco empiezan a liberarse las restricciones. Por la calle es necesario llevar mascarilla, todavía. Estoy en la pequeña ciudad de antes. Aun no es mediodía y voy a Correos a recoger un paquete. A la salida, a pesar de ir con la cara tapada, no tardo en reconocer a Maialen. Viene hacia mí caminando, de manera distraída. La mascarilla resalta lo femenino de sus ojos. Parece un poquito más delgada pero sus pechos siguen botando a cada paso. Ella no me reconoce hasta que le saludo al llegar a mi altura. Han pasado 7 u 8 años y ahora sí, la noto algo envejecida. Me propone tomar un café y con las restricciones que hay en las cafeterías, no tengo excusa para no aceptar cuando me propone ir a su casa, que está a doscientos metros, como mucho.

Parece que le va algo mejor en la vida. El piso es pequeño pero acogedor. Bastante moderno. Siento una presencia masculina. Estamos solos, pero hay varios detalles que revelan que no vive sola. Veo una foto en el pasillo y reconozco a uno de los ganaderos con los que llegó al pueblo hace veinte años. Entiendo que no hay nada que hacer y trato de no hacerme ilusiones: me ha invitado a un café amistoso. Hablamos durante un largo rato y descubro que tiene más cultura de la que yo pensaba. Luego me cuenta que vive con Juan, que si me acuerdo de él. De una manera muy sutil explica que no son pareja. Puede que pase algo entre ellos de vez en cuando, pero son amigos. Empezamos a rememorar cosas del pueblo y, en un momento dado, ella señala burlona que de pequeño era muy tímido. Que alguna vez pensó que no me caía bien, porque cuando nos cruzábamos le esquivaba o salía disparado. Entonces, no sé muy bien por qué, le explico el motivo. Le confieso todo lo que acabo de contar, lo importante que fue en mi despertar sexual y la presencia que ha tenido en mis fantasías. Ella bromeó diciendo que sus tetas siempre levantaron pasiones. Curiosamente, empezó a desarrollarse tarde y llegó a tener complejo. En el instituto, acabó un curso siendo la más plana de su clase e inició el siguiente siendo la mejor dotada. Aunque ahora ya no eran lo que fueron, matizó. La conversación alcanzó bastante nivel de confianza y empezaba a ser excitante. Supongo que por eso dije lo que dije a continuación. Ahora, con perspectiva, no logro entender cómo llegué a decirlo. En mi cabeza, la idea de tener sexo parecía poco probable, pero me la jugué a la desesperada: le dije que siempre había fantaseado con verlas, que por mucho que dijese que ya no eran lo de antes, para mí sería como quitarme una espina. Demasiados años imaginándomelas.

Durante dos segundos pensé que la había cagado completamente. Es lo que tardó Maialen en levantarse del sofá, coger una silla y colocarla frente a mí. Muy cerca. Con algo de vergüenza, pero con decisión, se desabrochó el sujetador y se levantó una especie de blusa que llevaba puesta. Puede que su cuerpo ya no fuese el de hace 20 años, pero seguía siendo un portento. Las tetas más parecidas que me vienen a la mente son las de aquella actriz llamada Kay P. la MILF de las películas eróticas de la saga Taboo. Las observé de cerca maravillado alrededor de medio minuto y, levantando los brazos, pedí sin palabras permiso para tocarlos. Concedido.​

Acerqué mis manos con mucho cuidado, casi con miedo. Agarré una teta con cada mano, comprobando su peso. Sus pezones no tardaron en reaccionar. En reposo ya era de buen tamaño, pero al estimularlos crecieron y el deseo decidió por mí. Sin previo aviso comencé a succionarlos. Maialen dio un respingo sorprendida, parece que esto no entraba dentro de sus planes. Se alejó ligeramente e intentó apartarme. Sin fuerza y sin convicción. Yo seguía a lo mío.

Ante mí estaba esa hembra curtida por las adversidades de la vida. Algo estropeada. Con rasgos toscos y voz grave. Con un cuerpo de escándalo. Evidentemente, experimentada en el sexo. No sé en qué medida ni quiero saberlo. Nos pusimos en pie y nos acariciamos. Yo creía que nos íbamos a besar, pero no. Con maestría liberó mi polla, se arrodilló y comenzó a chupármela. Sabía lo que hacía. No es la mejor mamada que me han hecho, pero tenía soltura. Verla ahí con los ojos cerrados me pareció tremendamente sexy.

Nos desnudamos y nos sentamos en el sofá. Ella encima de mí. Sin condón ni nada. Estábamos apretaditos y la penetración era muy profunda. Imagino que me vio cara de preocupado porque me dijo que no pasaba nada, que ella no podía tener hijos. Cuando tuve la sensación de que estaba cansada nos detuvimos. La tumbé en la alfombra y empecé a follármela tal y como siempre había imaginado. Ahí, abierta de piernas, con el vaivén de sus tetas y el sonido ronco de sus pequeños gemidos.

Acabamos a cuatro patas. La imagen de sus tetas apareciendo y desapareciendo por los costados mientras la empotraba fue demasiado. No tardé en correrme. No acababa de ver claro lo de hacerlo dentro, aunque me apeteciese. En el último momento la saqué y terminé llenándole la espalda de semen. Estábamos empapados en sudor y fuimos a ducharnos juntos. No quiso otro asalto pero eso no impidió que me recrease con sus tetas como un niño pequeño.

Antes de irme le pedí su número de teléfono pero se negó a dármelo. Dijo que esto no volvería a pasar. Le propuse que se quedase ella el mío, al menos. Estuve un tiempo sin saber de ella y en Navidades volvimos a quedar. y creo que ya van diez veces las que nos hemos visto ya. Bueno, pronto serán once. Se me ocurrió compartir la historia con vosotros en el foro porque me ha vuelto a llamar.
Increíble...cuéntanos más!!! Cómo tiene el coño?
 
Sinceramente mi primera paja real fue de otro chaval en primero de primaria (los típicos guarros y juegos que hacían de crío). Yo me tocaba antes pero lo que es correrme no sabía que se podía conseguir.
Si puedo decir que a mí me llamaban más los dibujos de mi época como podía ser Sora de Digimon xD.
 
Recuerdo por el año 1973, tenia trece años. Había una vecina amiga de mi madre de unos 45, de esas mujeres curvis que te dan un morbo increíble. Solía quedar con su hijo, un día fui a su casa y me dijo que su hijo no había llegado aun pero que pasara que no tardaría. Entre y me senté el sofá con un vaso de fanta que me había puesto, ella se fue al cuarto de baño a ducharse y me dijo si llaman abre sera Sergio (el hijo). La puerta del baño estaba casi enfrente del sofá y la dejo entreabierta, me parece que a propósito. Yo no paraba de mirar y estaba empalmado, incluso me levante para ver mejor, me parece que me vio, en ese momento volví rápido al sofá como si no hubiese pasado nada. Cuando salio vino hacia mi y me dice: te ha gustado lo que has visto? Respondí yo no he visto nada, echo mano a mi paquete y me saco la polla, empezó a hacerme una paja enseñándome las tetas, no aguante ni un minuto. Aquello fue la ostia. Desde ese día cada vez que podía iba a esperar a su hijo, a veces llamaba a mi puerta y decía vente que ha dicho Sergio que le esperes en casa. Me hacia unas pajas y mamadas para volverse loco.
Q pasada! Como era físicamente? Q mí me sucedió algo parecido con una vecina de mis padres..viuda..típica que era muy curvy..
 
No sé si esto es muy común pero yo no empecé a masturbarme hasta que no tuve mis primeras experiencias sexuales con mi novio. No me refiero a follar sino a las primeras veces que tenías contactos de tipo sexual.
Yo empecé con mi marido de novia muy jovencita y nunca me había masturbado. Tardé un tiempo en hacer cosas sexuales con él y luego tardé más todavía en follar. Las primeras veces que me acarició yo estaba alucinada del gusto que daba eso y fue cuando empecé a masturbarme para disfrutar aunque fuera sola y también fantaseando con cómo sería follar.
Luego siempre me he masturbado aun estando en pareja. Fantaseando con mi pareja o con un amigo. También con un cuñado. La mayoría de las veces viendo escenas de películas y otras muchas veces sin pensar en nada en especial. Simplemente disfrutando
Te gusta imaginar que follas con tu cuñado?
 
En mi caso la primera fue solo, diría que con 12 o 13 años, en la ducha, descubriendo que se sentía. Luego ya con los colegas del colegio, con 15 años teníamos un grupo de 3 o 4 colegas y era tipico ir a la casa de alguno a hacer los deberes. Uno de ellos solía quedarse solo algunas tardes y es cuando aprovechábamos para cascarnosla juntos viendo alguna revista que habíamos conseguido. Era bastante morboso, nunca hicimos pajas cruzadas ni nada por el estilo, siempre cada uno la nuestra pero ese momento de la paja en grupo era brutal.
yo me acuerdo en casa de un amigo éramos 5 y sus padres no estaban. Empezamos a ver porno y comenzamos a pajearnos. En mitad de la paja la madre entró y nos pillo. Yo en ese momento me estaba corriendo y la lechada encima de mi pecho. No dijo nada tendría 35 años y nosotros 15.Estaba buenísima. Culo grande y tetas descomunales
 
Atrás
Top Abajo