Tengo una casa de campo, o de aldea como decimos en Galicia, y los sábados por la tarde cuando puedo ir, pasear por los caminos por el monte en los meses de otoño no hay comparación. Suena a topicazo, pero hasta que lo vives no te das cuenta: el silencio, la soledad-tranquilidad, las hojas cayendo, la humedad, a veces la llovizna, y cuando empieza a oscurecer, volver, encender la chimenea y sentarse a ver el fuego o viendo la lluvia desde la ventana, con una taza de café en la mano.
Vaya por delante, que tengo un trabajo rodeado de gente y algo estresante, por eso para mí esos momentos de silencio no son un hándicap.
desde los "no planes" y las "no expectativas"
