El encargado de la finca

DuodecimoMan

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1 Jul 2023
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Necesitaba dinero para pagar el carnet de conducir, y para costear mis estudios universitarios. En aquel momento contaba con dieciocho años y ese verano quería trabajar en lo que fuera.
Mi padre, que conocía a varios empresarios agrícolas de la zona, me ayudó a encontrarlo y habló con D. Fulgencio, empresario agrario que tenía varias explotaciones. También contaba con una finca donde tenía su lugar de residencia en verano junto a su familia. La finca tenía arbolado y cultivos que había que trabajar y le dijo a mi padre que le vendría muy bien una ayuda a los trabajadores de allí. Le dijo que fuera al día siguiente y preguntara por Juan, el encargado de la finca, que ya le informaría que de que iba a ir un joven para que le ayudara.
Esa misma mañana, me presenté en la puerta de la finca. Sabía que iba a ser un trabajo duro, pero estaba acostumbrado a ayudar a familiares en algunas labores agrícolas. Además tampoco me asustaba el trabajo físico, tenía un buen cuerpo gracias al gimnasio y a la práctica del fútbol. Pensaba que ese trabajo iba a ejercitar bien mis músculos.
Físicamente estaba muy bien, era alto, moreno y definido, teniendo éxito con las chicas y a partir de ese verano con un chico. Ya contaba con experiencia con chicas pero siempre me han llamado la atención los chicos, sobre todo su físico y el morbo de estar con alguno.
Cuando entre en la finca me dirigí a la casa del dueño de la finca y vi a una mujer, que después me enteré que era la encargada de la casa, y me presenté, preguntando por Juan el encargado. Esta mujer, que se llamaba María y que tendría unos cuarenta años, me acompañó hasta el almacén en busca de la persona que más tarde me haría ser el chico más afortunado del mundo.
En el camino María me comentó que Juan era peculiar. Lo había acogido D. Fulgencio siendo un chaval y que le había dado trabajo y casa, teniéndole mucho aprecio y cariño. Me explicó que Juan vivía allí todo el año, cuidando la finca, en una pequeña casa junto al almacén donde tenían toda la maquinaria agrícola. Según María, era un trabajador incansable, pero tenía un carácter rudo y a veces no entendido por los demás.
Mientras me estaba contando cómo era la persona con la que iba a pasar todo el verano, al acercarnos al almacén lo vi. Mi primera visión de él me impactó y senti un escalofrío por todo mi cuerpo. Tendría unos treinta años. Vestía, en ese momento, una camiseta de tirantes negra ajustada y unos pantalones de chándal gris cortos. Tenía un cabello rizado que teminaba en un perfecto degradado, unos ojos negros que le hacían una mirada profunda y demasiado atractiva, una barba sin afeitar de tres días, una piel morena que le hacían resaltar unos hombros y brazos musculosos además de unas piernas grandes y poderosas... En definitiva, un cuerpo fibrado, que el sabia aprovechar al ponerse esos pantalones haciéndole un culo impresionante y un bulto exagerado que hacía guardar lo mejor que tenía su cuerpo. El sabía que era guapo y atractivo y que podía conseguir cualquier cosa que quisiera, tal como me demostró durante todo ese verano.

- Juan, te presento al chico que dijo D. Fulgencio que iba a venir hoy, dijo María.-
La respuesta de Juan fue, con esa mirada penetrante y directa, observarme de arriba abajo y decirme:
-Vamos.-
Me quedé un poco cortado, despidiéndome de María y corriendo tras él hacía el almacén.

- Sube al tractor y llévalo hasta la entrada de la finca que que hoy viene una cuadrilla a recoger unos melones.- dijo Juan.
Con esas palabras comenzó lo que iba a ser un verano para recordar toda mi vida.
- No sé conducir un tractor y encima.con un remolque- le contesté yo
Juan me miró con esa mirada tan profunda otra vez de arriba hacia abajo, llevando su cabeza hacia atrás mostrando una cara de impotencia y resignación. Yo crei en ese momento que me cogería y me echaría de la finca a patadas por tener a alguien al que le iba a ralentizar su rutina diaria de trabajo.
Juan subió de un salto al tractor y lo arrancó. Yo me quedé al lado cuando me dijo:
- ¿Que estás esperando?. ¿No sabes subir a un tractor?
Yo en es momento me dirigí al remolque pero Juan me gritó, no recuerdo si por el ruido del motor o porque ya estaba harto de mí:
- Siéntate a mi lado, donde está la rueda trasera, para que veas cómo se lleva un tractor y así aprendes, niño.-
Hasta ese momento no me di cuenta de que ni siquiera sabía mi nombre. Y desde ese instante hasta el final del verano nunca me llamó por mi nombre, además nunca supe si lo sabía, pero para él yo sería "el niño".
Subí al tractor y prácticamente estaba pegado a él. Salimos del almacén y mientras me explicaba como se conducía el tractor, yo no paraba de admirar su cuerpo. Totalmente fibrado, con esa camiseta que marcaba unos pectorales fuertes y definidos, y unos brazos con unos bíceps que se ponían tensos y duros cuando agarraba bien fuerte el volante del tractor. Durante el traqueteo del camino mi mirada se iba absorta hacia su paquete, totalmente abultado y grande que hacía entrever una enorme virilidad entre sus piernas. En ese momento tuve que encoger mi cuerpo para que no se notara mi erección totalmente descontrolada.
Cuando llegamos al campo de cultivo me explico que nosotros teníamos que coger los capazos de melones y cargarlos en el remolque. En ese momento, fue cuando se quitó la camiseta de tirantes y pude comprobar cómo las miradas de las mujeres que había en la cuadrilla iban todas hacia su cuerpo. Fue ahí donde me di cuenta que a él le gustaba que le miraran con deseo y que podía tener a cualquiera bajo su control y sin apenas resistencia.
- Es mejor que te quites la camiseta que llevas niño, que ahora es cuando empieza lo duro,- me dijo
Cuando me la quité note en su mirada algo extraño. Me miró de tal manera que yo sentí que, aunque se las daba de muy macho, algo le gustó en mi.
Ese día fue bastante duro. Cuando cargábamos el remolque lo llevábamos hacia el almacén, volviendo al campo a cargarlo.
Ya por la tarde me empezó a dejar el tractor, que aunque se me calaba, empecé a conducirlo sin dificultad. En esos momentos el se sentaba junto a mi, y a veces alargaba sus brazos cuando hacía algo mal para coger la palanca de cambios o el volante, prácticamente rozando su torso desnudo y sudoroso con el mío. Esto provocaba la reacción instantánea de tratar de ocultar como mi sexo se despertaba al sentir ese cuerpo tan cerca del mío.
Otra situación que ese día que me desconcerto y a la vez alimento mi deseo hacia Juan fue cuando llegamos al almacén a descargar los capazos de melones y me fui un momento a orinar fuera.
Estaba orinando cuando notó que al lado aparece Juan, que empezó a hacer lo mismo. Note que estaba bastante pegado pero no quise decirle nada, parece que a él no le incomodaba la situación, y verdaderamente a mí tampoco.
No podía escapar la oportunidad y míre de reojo aquel falo que estando en flacidez me impresionó por su tamaño. No estaba circuncidado como yo. Se había retirado el prepucio mostrando un precioso glande.del que salía su orina. Era una verga perfecta, de gran tamaño y gorda y me imaginé cómo sería en erección. Eso me hizo cambiar de pensamientos al instante ya que se me estaba empezando a poner dura. Para no ser tan descarado le mire a la cara y vi que el también estaba observando la mía. Tengo una buena polla, de buen tamaño y grosor, además de circuncidada. Pero comparando la de ambos, Juan me superaba.
Después de observar mi polla, me miró a la cara y mientras el se la sacudía con fuerza eliminando cualquier gota de orina de.su glande, me dijo lo siguiente:
- Buena tranca niño, tú y yo vamos a usar nuestras pollas este verano bastante.-
Se guardo su verga y se fue hacia el almacén.

A mi me dejó bastante impactado. No sabía si lo decía como si el fuera un maestro, un follador nato de chicas (que lo era), del que tiene que aprender su discípulo, en este caso yo; o que ese verano iba a experimentar lo que durante los últimos años deseaba con todas mis fuerzas, morbosear y experimentar con un hombre.

Continuará....
 
Impaciente estoy que morbo
 
Durante los días posteriores el comportamiento de Juan era normal, hacíamos las tareas de la finca y yo cada vez lo observaba con más deseo. Ver su cuerpo esculpido al sol, con las gotas de sudor cayendo por ese torso musculado y con los pantalones ajustados apretando su hermoso culo y su paquete hacia desearlo con más fueza. Era guapo, con esa belleza de macho curtido en las tareas del campo. Me derretía por dentro al ver marcarse sus poderosos músculos cuando realizaba cualquier trabajo fisico, y sobre todo recordando su hermosa polla cuando se puso a miccionar junto a mi lado. De vez en cuando,.cuando lo miraba, y mis fantasías se apoderaban de mi mente, tenía que esconder como mi polla respondía a ese deseo de hacerlo mío.
Su actitud después de lo que me dijo aquel día cuando descubrimos nuestras pollas, había sido exactamente igual que al principio. Apenas hablaba conmigo y lo único que hacía es decirme lo que tenía que hacer. Yo veía que me miraba a veces de manera que también deseaba mi cuerpo, pero a lo mejor eran las ganas que tenía yo de que eso fuera así. Ya me comentó María que era peculiar, que era un tipo cerrado que tardaba mucho abrirse con la gente, sobre todo por las circunstancias en las que se había criado. Pero me dijo que era buena persona aunque con un carácter bastante fuerte. No tenía novia, pero María sabía que por su casa habían pasado numerosas amantes, chicas de todo tipo, solteras y casadas, y que veían en él un desahogo placentero a sus vidas, sobre todo por la fama que tenía de ser buen amante y sobre todo de complacerlas al máximo. En definitiva, sabían que follaba bien, demasiado bien, pero él les dejaba claro sus intenciones, su única preocupación era hacer bien su trabajo en la finca y no quería comprometerse con nadie, vivía muy bien solo, que es como había estado prácticamente toda su vida.
Hacia mucho calor. Juan y yo estábamos quitando malas hierbas en uno de los campos anexos al almacén. Ese día no había nadie en la finca. La familia de D. Fulgencio se había ido a su residencia en la costa y María estuvo unas pocas horas en la casa principal antes de que las temperaturas fueran axfisiantes. Más abajo de donde estabamos, había una especie de charca o pequeño pantano que suministraba el regadío a los críticos que había en la finca.
Juan y yo estábamos quitando esas hierbas y era tremendo el calor que hacía. Los dos estábamos completamente mojados por el sudor. Los pantalones, prácticamente húmedos, se pegaban a nuestros cuerpos. Eso hizo que se perfilará aún más la polla de Juan en sus pantalones. Se veía perfectamente su silueta, gorda y larga, y la de sus huevos grandes y poderosos, seguramente llenos de leche, que a mí me hubiese gustado probar en ese momento. Cuando me puse tras el, al estar Juan agachado cogiendo las malas hierbas y verlo por detrás, la erección fue inminente, al tener ante mi un culo perfecto y sobre todo, como abultaba su polla y sus huevos rozando su paquete prácticamente el suelo. De pronto se levantó y se puso justo enfrente. Al estar yo de rodillas la única vision que tenía era la de su paquete prácticamente en mi cara. Se puso tan cerca que mi nariz, si la acercaba un poco, podía tocar su paquete sin problema. Mi primera reacción fue respirar profundamente, quería saber a qué olía ese sexo que tenía encerrado en sus pantalones y que tanto deseaba. Mire hacia arriba y comprobé como las gotas de sudor le caían de esa cara inmensamente bella hacia el torso y cómo iban precipitándose por los maravillosos abdominales esculpidos que tenía. En ese momento él también me miró y noté como una sonrisa maliciosa en su cara. Yo deseaba en ese momento bajarle los pantalones y enfrentarme por primera vez a esa polla, tenerla ante mi, y saborearla despacio. Lamer con mi lengua su glande y ser participe de cómo va creciendo su falo ante el placer que le estoy dando, notar como dentro de mi boca se va agrandando, recorriendo con mi lengua cada vena de su polla y jugando con ella hasta engullirla.
- Vente - me dijo. -Vamos a descansar un poco que con este calor no se puede trabajar -.
Le seguí y fuimos hacia esa especie de charca o pantano. Cuando llegamos veo que Juan empezó a quitarse los deportivos y los calcetines. Yo le sigo y me fui desvistiendo. La sorpresa para mi es que de golpe se quitó los pantalones y los gayumbos. Esa visión fue tremenda para mi. Ver a través del sol esa maravilla de la naturaleza, ese cuerpo musculoso, fibrado y totalmente desnudo me hizo pensar que estaba en el paraíso. No podía de dejar de mirar esos brazos, esos pectorales, esos abdominales y esa "v" bien trabajada y venosa que dirigía tu mirada hacia su pubis, con un pelo rizado bien cuidado, y ese pollón moreno, grande, poderoso donde colgaban unos huevos tremendos.
Me miró y me dijo corriendo hacia la charca mostrandome esos musculosos y fuertes glúteos: -vamos niño-.
Me baje los pantalones y mis gayumbos, y con mi polla bajo una semierección trate de llegar lo más rápido posible hacia la charca donde Juan ya estaba y donde comprobé como el también me observaba con una mirada picarona.

Continuará....
 
Madre mia enganchado estoy esperando el siguiente capitulo (y)
 
En la charca Juan no paraba de moverse. Nadaba, se zambullía, buceaba. Yo estaba disfrutando de ese espectáculo, viendo ese cuerpo desnudo entrar y salir del agua. Cuando se zambullía mostraba ese culo duro y perfecto, seguido de sus grandes testículos y su polla, para después salir con todo su pelo rizado mojado que lo hacían aún más guapo. Es difícil describir el morbo que sentia cuando flotaba en el agua mostrando todo su cuerpo semisumergido al sol y dejando su polla al aire como si fuera un mástil de un velero. Mi deseo en ese momento era acercarme a él, frotar ese mástil y devorarlo. Me tuve que contener pero quería estar a su lado y con detenimiento explorar cada uno de los rincones de su cuerpo, hacerlo mío, sentir ese placer de estar con un macho como él.
El agua estaba fresca y daba pereza salir de ella. En un momento, Juan vino hacia donde yo estaba y comenzó a charlar conmigo.
- Estoy contento contigo niño - me dijo. - Pensaba que ibas a durar bien poco en este trabajo siendo tan joven y sin experiencia.
- Gracias Juan, intento hacerlo lo mejor que puedo y aunque me ves joven soy bastante responsable y trabajador- le dije yo
- Al principio no daba un duro por ti, pero al verte trabajar veo que aprendes rápido y no me discutes nada. Haces siempre lo que yo te digo y eso me gusta. Además estás muy fuerte para tu edad y eso facilita este trabajo. Aquí te pones como un toro, no necesitas gimnasios- dijo él.
Conforme iba hablando se acercaba más a mi, y notaba con la conversación como ya había pasado la prueba de fuego y me empezaba a aceptar y a tener confianza conmigo.
- ¿Cómo vas de chicas?, seguro que con ese cuerpo y esa polla no tendrás ningún problema, además a tu edad deberías estar follando todos los días- me comentó con una media sonrisa.
Lo que me dijo me dejó un poco paralizado. No sabía cómo contestarle. Creo que el vio algo en mi y en mi forma de mirarlo que necesitaba saber si me gustaban las chicas o los chicos.
- No voy mal, me gusta mucho el sexo y me gustaría practicarlo más a menudo.- le contesté un poco nervioso.
- Este sábado si no tienes planes te vienes conmigo de fiesta- me dijo él mirándome con esos ojos negros que hacían que me derritiera.
En ese mismo momento, Juan dio un impulso y se puso detrás de mí. Fue muy rápido, pero de pronto me abrazó por detrás, sus brazos me agarraron fuerte rodeando mi cuerpo, inmovilizándome totalmente. Sorprendido apenas me daba cuenta en ese momento de lo que estaba pasando. Su respiración la notaba en mi nuca, y su cuerpo estaba pegado al mío, notando su polla jugando entre mis lumbares y mis glúteos. La notaba fuerte, no erecta, pero la sensación de ese cuerpo frotándose con el mío hizo que me dejara hacer lo que quisiera sin oposición alguna. La sensación de sus pectorales pegados a mi espalda, su polla frotándose entre mis lumbares y glúteos y sus poderosas piernas junto a las mías provocó una erección instantánea. Me cogió, y con su fuerza impresionante, me levanto sintiendo como su polla hacia el recorrido desde mis glúteos, introduciéndose en mi raja, hasta rozar mis huevos, tirándome hacia adelante en el agua como hacen los niños cuando están jugando a luchar en una piscina.
Cuando me repuse, me quite el agua de los ojos y lo vi mirándome entre risas haciéndolo en ese momento mucho más atractivo. Fui hacia él, le cogí de los brazos e intente hundirlo, sin éxito. Me abrazó ahora por delante, rodeando con sus fuertes brazos mi cadera, rodeándo su espalda con mis piernas. Mi polla, que estaba dura, estaba aplastada entre mi cuerpo y sus pectorales, sabiendo que él se estaba dando cuenta de mi fuerte erección. Juan cogiéndome con fuerza fue hacia el fondo de la charca. Yo intentaba luchar para escapar, forcejeando dentro del agua con él. No sabía si era un juego o habia otras intenciones, pero en esa situación estuvimos tocándonos y nuestros cuerpos no paraban de frotarse.
Salimos a la superficie del agua extenuados. Ambos teníamos una respiración acelerada. Juan se dio cuenta que su adversario, en este caso yo, no me iba a dejar ganar.
Me miraba de manera morbosa, sabía que quería algo de mi, y yo estaba deseando ofrecérselo. Lo miré y comenzó mi ataque. Fui hacia él y puse mis manos en sus anchos hombros impulsándome hacia arriba para tratar de hundirlo con mi propio peso. Al tomar dicho impulso puse toda mi polla y huevos en su cara, lo hice incluso sin pensar. Mi polla dura y erecta estaba frotando su cara cuando de pronto y en un escaso segundo note como algo carnoso estaba presionando mi polla. Fue algo muy rápido, pero estaba seguro que Juan quiso probar mi polla, abriendo su boca e intentando introducirla en su boca.
Nos hundimos los dos y yo salí totalmente desconcertado. Impactado por saber si eso que sentí en mi polla eran los labios tan carnosos y apetecibles de Juan.
Juan se fue hacia la orilla de la charca. Note que tenía la polla semidura y se sentó a tomar el sol. Yo fui directo a su lado, viendo como los enormes huevos descansaban sobre el suelo y su polla semidura enseñaba medio glande a través del prepucio. Mientras iba hacia él mi intención fue hacerle una mamada hasta dejarlo sin aliento pero me arrepentí. Me senté junto a él, con mi polla todavía bastante dura, a tomar el sol y a secarme. Ya no me importaba que me viene así, el la había sentido e incluso probado.
Entonces el me miró de reojo, llevando sus ojos hacia mi polla y me dijo mientras se tocaba la suya intentando envolver su prepucio en su glande:
- El sábado no vamos a parar de follar, eso te lo aseguro.-
Yo lo miraba con cara de mucho de deseo y esperando el sábado con impaciencia.

Continuará....
 
Al día siguiente fui para la finca deseando que pasasen rápido los días hasta el sábado. Ese día la temperatura no era tan alta y llegó otra vez la furgoneta con la cuadrilla. Siempre iban cambiando los jornaleros, a veces venían algunos que ya conocía y otras veces nuevos. Habia de diferentes nacionalidades, tanto hombres como mujeres. En este caso vinieron más mujeres, y entre ellas algunas que estaban bastante bien de cuerpo y verdaderamente guapas. Se notaban que algunas eran estudiantes como yo, que querían sacarse algún dinerillo extra en el verano. También me fijaba en los chicos, algunos fornidos y con muy buen cuerpo, y sobre todo en aquellos que marcaban buenos paquetes.
Cuando llegó Juan, ya sin camiseta y con unos pantalones bastante ajustados que parecían que iban a estallar por su paquete, culo y piernas, note la mirada de deseo de algunas de ellas. Algunas cuchicheaban entre risas, conociendo yo la verdadera razón del por qué de esa reacción. Y es que ese día estaba especialmente guapo y atractivo .Había especialmente una, creo que era rumana, con un cuerpazo, delgada y con buenas tetas que se lo comía con la mirada. Juan también se fijó en ella, era un seductor nato, y sabía que la podía tener entre sus brazos con solo chasquear los dedos.
Estuvimos durante la mañana trabajando y veía como Juan estaba muy pegado a esta chica rumana. Estuvo hablando con ella, haciéndole ella miradas lascivas, coqueteando con él e insinuandole sus ganas de follarlo mostrándole sus tetas y culo de manera descarada.
Llegó la hora de la comida y los jornaleros, que estaban repartidos por todo el campo, se juntaron para comer en una pequeña pinada en la sombra que es donde habíamos dejado el almuerzo.
Cuando llegué iba a hablar con Juan sobre las tareas de la tarde pero alli no estaba. Pregunte a algunos jornaleros y me dijeron que creían que también se había dirigido hacia allí, pero Juan no aparecia. Me preocupe un poco porque no solía desaparecer así y fui en su búsqueda para comprobar que estaba bien, en esos días te podía dar un golpe de calor muy rápido.
Salí por un camino cercano a la pinada donde tenía una mejor vista de todo el campo que ese día estábamos trabajando. Recorrí unos doscientos metros cuando escucho unos gemidos provenientes de otra zona de árboles. Me acerqué y entre los arbustos vi la escena.
Escondido pude ver cómo la chica rumana, apoyada en el árbol de pie, con la camiseta de tirantes en su barriga con los pechos desnudos y sin llevar nada de cintura hacia abajo era transportada a otro nivel de placer extremo. Juan, levantando una de sus piernas, devoraba su coño como si no hubiese un mañana. La chica se retorcia de placer y sus gemidos confirmaban el trabajo que con su lengua estaba haciendo Juan en su coño.
Mi polla ante esa visión empezó a crecer, y en la posición que estaba agachado, estaba empezando a hacerme daño, por lo que me la saqué a través de los gayumbos, y se mostraba dura y semidesnuda en mi muslo mostrándose como un animal que quiere salir de su guarida a través del pantalón.
Viendo esa escena senti envidia, y no se si celos, pero me hubiera gustado ser esa chica rumana. Sobre todo viendo la bestialidad a la misma vez que delicadeza que mostraba Juan cuando la estaba haciendo suya.
El se levantó y le dio la vuelta. Se bajó los pantalones y ahí pude ver el enorme pollón que iba disfrutar la rumana. Hasta ese momento no lo había visto en todo su esplendor. Era como un bote de desodorante, gordo y largo. Empezó a frotarlo en su culo, de arriba hacia abajo y como intentando meter su punta, no se distinguía si en su coño o en su culo. La chica movía sus caderas y culo dirigiendo su polla para que entrará en cualquier agujero con ansias de que la penetrara. Juan se retiró su prepucio y se puso un condón. Se ve que siempre lleva alguno en su capazo por si surge algo como esto.
Escupió en su pollon intentando lubricarlo aunque yo creo que no era necesario porque la rumana estaba sobreexcitada en ese momento. Cogió su polla dirigiéndola hacia el coño abriendo con una mano una de sus nalgas. En ese momento yo estaba muy caliente, estaba viendo una escena de sexo en directo y sobre todo me fijaba en el cuerpo de Juan, en su polla y en como se retorcía de placer la rumana esperando ser penetrada. Yo no aguantaba más y me saque mi polla. Estaba durísima, me escupi mi mano y empecé a tocarmela, bastante suave para disfrutar de ese momento único, pensando que esa rumana podía ser yo.
Juan empezó a meterla y se ve que sabia hacer muy bien los preliminares porque ese coño estaba chorreando, llegando su pollon hasta el fondo en la primera embestida. El gemido creo que se oyó a varios kilómetros a la redonda, viendo como la rumana exponía su sexo a Juan retorciéndose de placer, arqueando su espalda al máximo y con la cabeza hacia atrás. Yo me estaba pajeando y pensaba que es lo que tiene que sentir esa mujer por dentro con ese mástil que le está partiendo en dos.
Juan empezó a coger ritmo, cogiéndola de las caderas, dándole buenas embestidas y penetrándola hasta el fondo. Los gemidos se hicieron más intensos. Me fijé como Juan disfrutaba, ponía una cara de vicio y placer que me llevo a parar mi paja porque me iba a correr de un momento a otro, además de disfrutar como todo su cuerpo se tensaba mostrando unos músculos más grandes.
Juan sabía follar a una mujer, era un puto experto. Mientras la embestia con ferocidad, sus manos se dirigían a su pelo, a sus tetas y a su coño. Pensaba que el calentón que tenía era por el día anterior estando conmigo en la charca, y que verdaderamente al que estaba follando era a su "niño".
La chica estaba a punto de correrse. Cuando el noto que estaba llegando al orgasmo le presiono mucho más su coño y la penetraba más profundamente. Los gemidos de la rumana se convirtieron en gritos cuando comenzó a correrse. El le daba más fuerte hasta que la saco de su coño. Se quitó el condón y la chica se dio la vuelta y se arrodilló cogiendo ese mástil duro y tieso para meterselo en la boca con gran ferocidad. El inclinaba la cabeza hacia atrás mientras la chica engullía su polla y le cogia sus huevos. Yo acelere mi paja viendo como disfrutaban ambos y pensando que esa mamada podía estar haciéndosela yo.
Note como Juan presionaba los músculos de sus glúteos, estaba a punto de regar a la chica con su lefa. Yo estaba con una respiración acelerada, mi polla estaba cada vez más tensa y a punto de llegar al orgasmo. Quería correrme al mismo tiempo que él.
Retiro su polla de la boca de la rumana. Esta empezó a pajearlo cuando salió de manera explosiva una cantidad de leche impresionante que empezó a bañar los impresionantes pechos de la chica. A la misma vez que Juan, yo también me corrí, sacando una gran cantidad de lefa guardada durante varios días en mis testículos y que estaba deseando salir debido a la excitación de los días anteriores.
Me guarde mi polla e intente salir de entre los arbustos evitando que me vieran. Mientras me dirigía al camino eche la vista atrás y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Vi como Juan, mientras se subía los pantalones, me miraba. Sabía el muy cabrón que estaba allí.

Continuará...
 
Estaba comiendo cuando llegó Juan. Se puso a mi lado y se sacó de su fiambrera la comida que llevaba preparada. Me miró y no me dijo nada, solo me sonrió de manera pícara. La rumana llegó después, y se puso al lado de las otras mujeres. Solo hubo un intercambio de miradas cómplices entre ambos, aunque yo creo que el resto de jornaleros sabían lo que acababa de ocurrir.
El viernes, cuando termine mi jornada, Juan me dijo que el sábado íbamos a celebrar mi primera semana de trabajo tomando unas birras en un pueblo costero cercano a la finca. Al ser verano, en dicho pueblo, había bastante ambiente con varios pubs y discotecas. Me comentó que lo mejor era que quedáramos en la finca y así el no tener que hacer un rodeo en coche para ir a mi casa.
Cuando llegó el sábado fui a la finca. Me acerqué hasta la casa de Juan cuando me encontré por el camino a D. Fulgencio y a uno de sus hijos. Me presenté y me dijo que Juan ya le había hablado de mí y que estaba bastante contento. Le di las gracias por la oportunidad de trabajar en la finca, mientras su hijo me hacía un repaso de todo mi cuerpo. Tendría unos veinte años, era guapo y tenía buen cuerpo. Se llamaba Alberto. No sabía en ese momento que luego iba a tener también protagonismo en esta historia. Además veía que se fijaba en mi bastante. Yo llevaba unos pantalones vaqueros claros ajustados y una camisa blanca de manga larga. Se notaba que le gustaba.
Me despedí y me acerqué a la casa de Juan. Llame y apareció. Cuando lo vi mis piernas temblaron. Iba guapísimo. Peinado, con la barba de tres dias arreglada, un polo negro ajustadísimo que le marcaban sus pectorales y biceps y unos pantalones vaqueros claros ceñidos donde se le marcaban sus piernas y gemelos fuertes y sobre todo su culo y su gran paquete que parecía que le iba a explotar en cualquier momento.
- Niño, pero que guapo vas, tú está noche triunfas- me dijo con una sonrisa.
- Tú tampoco estás mal Juan - le contesté yo.
Nos subimos a su coche y lo primero que me dijo es que avisará en casa que no me esperarán, que esa noche ibamos a por todas.
Al llegar al pub, que estaba lleno de gente, ya note el poder de atracción de Juan. Las miradas mientras nos acercabamos a la barra eran todas para él, tanto de hombres como de mujeres. Sabia de su poder de atracción, pero como dije anteriormente el sabía gestionar esas situaciones y era un seductor nato.
Nos pedimos dos birras y al momento se acercaron dos chavalas, de unos veintitantos años. Eran extranjeras. Empezaron a hablarnos en inglés. Juan no sabia inglés pero si poder de seducción hacia que no le hiciera falta. Era una morena y una rubia, con buen cuerpo que lo potenciaban con unos vestidos muy ceñidos, con gran escote y bastante cortos. Juan me miró como diciendo que esas iban a caer esa noche. Yo si sabía inglés y me convertí en traductor en un momento.
La noche se iba calentando y ellas nos invitaban a birras constantemente. Cuando salíamos a bailar, se notaba que querían sexo con nosotros por la forma de moverse, rozarse y tocarnos. Además se intercambiaban con nosotros, a veces estaba la rubia conmigo y después la morena.
Juan me dijo que ya estaba muy cachondo y que les dijera que si querían ir a su casa con nosotros. Se lo dije y no tardaron en coger sus bolsos y llevarnos de la mano hacia la puerta.
Ya en el coche, la rubia de sento en el asiento del copiloto, mientras que la morena y yo nos sentamos en la parte trasera.
Yendo hacia la finca noto como la rubia lleva su mano hacia el muslo de Juan llegando a acariciar su paquete. Juan con una mano solo en el volante, empieza a desabrocharse el pantalón, levantándose un poco para bajarse hasta los muslos sus pantalones y gayumbos. En ese momento veo el brazo de la rubia bajar y subir con dedicación.
Mientras en la parte de atrás paso lo mismo, la morena empezó a acariciarme el paquete y me desabrochó el pantalón. Me baje hasta medio muslo mis pantalones y gayumbos y comenzó a hacerme una felación. Vi que tenía ganas de polla, porque me la estaba chupando con mucho deseo. Yo giré hacia atrás la cabeza de gusto y cuando volví para ver cómo esa cabeza bajaba y subía engullendo mi polla vi como Juan me observaba a través del espejo delantero. Su mirada penetrante me lo decía todo. Le gustaba ver mi cara de placer y creo que disfrutaba la paja que le estaba haciendo la rubia porque se estaba excitando viéndome.
Llegamos a su casa. Las inglesas querían sexo y lo primero que hicieron fueron sentarnos en el sofá y nos fueron desnudando. Prácticamente estábamos pegados Juan y yo cuando la rubia y la morena empezaron a hacernos unas mamadas. Por lo que decían en inglés estaban encantadas con nosotros dos, diciéndose entre ellas mientras nos lamamaban que buenas pollas se iban a meter en sus coños.
Mientras nos chupaban la polla, Juan me hablaba y se acercaba a mi oído diciendo que teníamos que reventarlas, que las inglesas tenían que recordar esa noche para siempre y que disfrutara como el lo estaba haciendo.
Cuando las inglesas se intercambiaron, se ve que querían probar ambas pollas, note como Juan me miraba de una forma bastante morbosa. De pronto acerco su mano a mi pecho y empezó a acariciarme, mientras seguía mirándome con cara de deseo. Yo me quedé paralizado en un principio, pero mi primer impulso fue acercar mi cara a la suya, y mientras las inglesas hacían su trabajo, acerque mis labios a los suyos, notando como nuestras respiraciones se aceleraban. Su boca esperaba ansiosa la mía. Nuestros labios al final se encontraron, rozándose en un principio casi con timidez y terminado con nuestras lenguas totalmente entrelazadas siendo este nuestro primer beso apasionado. Nos separamos los dos sonriendo. Las inglesas no se habían enterado del beso y decidimos pasarlo bien con ellas en ese momento. Nos levantamos y las sentamos en el sofá. Nosotros nos arrodillamos y una al lado de otra, levantando sus piernas, nos ofrecieron su coño para degustarlo. Empezamos a lamerselo y a follárselo con nuestras lenguas. Mientras hacíamos que gimieran como animales, acerque mi mano hacia el muslo de Juan, lo acaricie y seguí buscando algo que desde un primer momento quise tocar. Llegué con mi mano hasta su pollón, que empecé a acariciarlo suavemente. La tenía muy dura y empecé a jugar con su glande. Lo hice muy suave, cogiendo a la misma vez su prepucio y retirándolo hacia atrás hasta dejar su punta al descubierto. A la misma vez que le subía y le bajaba lentamente el prepucio, aprovechaba cuando estaba descapullado para presionar y acariciar su glande. El acompasaba mis movimientos también moviendo su cuerpo, eso era un signo de que le estaba gustando. Empecé a pajearlo suave soltándola de vez en cuando para agarrar bien sus huevos.
Mientras ocurría esto veo como mi polla empezó a ser presionada por su mano. De pronto dejo de tocarmela, y mientras mi lengua jugaba con el clítoris de la inglesa, vi como Juan metió varios de la mano que antes presionaba mi polla en el coño húmedo de la chica. Èsta estaba chorreando fluidos que mojaron sus dedos y su mano, que volvio a mi polla lubricandola para menearmela sin dificultad.
Nos intercambiamos de chica para continuar haciéndoles sexo oral y seguimos otra vez jugando con nuestras pollas. Es difícil describir la situación, pero es increíble el placer de estar pajeando al tío que deseas y que él te esté haciendo lo mismo a ti, sobre todo después de soñar con tener ese pollón agarrándolo fuerte en mis manos.
Decidimos follarlas. Las pusimos de espaldas a nosotros descansando sus brazos en el sofá, inclinadas con el culo hacia nosotros. Juan cogió dos condones. Rompió el envoltorio de uno y se lo puso. Se le quedaba a la mitad de su polla, no podía llegar el condón hasta la base de su pollon. Rompió el otro envoltorio y cuando sacó el condón quise cogerlo pero aparto mis manos. Se puso detrás de mí, sintiendo su polla erecta y tiesa en mi culo, y desde atrás abrió el condón y comenzó a estirarlo en mi polla. Mientras lo estiraba iba acariciando mi polla una y otra vez para dejar el condón perfecto y estirado. Mientras hacía esto movía su cuerpo y sabía que aprovechaba la situación para rozar su polla con mi culo.
Nos pusimos los dos frente a esos culos perfectos, buscando los coños lubricados y calientes de las dos inglesas. Al unísono empezamos a embestirlas mirándonos ambos con cara de morbo y placer. Gemían y gritaban de placer mientras nosotros disfrutabamos y mirabamos nuestras pollas mientras se perdían dentro de sus apretados agujeros. Nuestras manos a veces se alargaban para tocar al otro, ya sea por el torso, por la espalda o por nuestros culos.
Las inglesas empezaron a retorcerse de placer, estaban llegando casi al clímax. Nos intercambiamos de chica, y ahí fue cuando nosotros empezamos a darles más fuerte agarrando bien sus pechos o presionando sus clítoris de manera intensa. Los gemidos se volvieron gritos, notando como las pollas entraban con más facilidad hasta el fondo al tener los coños totalmente chorreando. Se estaban corriendo.
Juan me miró y asintió con su mirada, era nuestro momento. Seguimos embistiéndolas hasta llegar nosotros al orgasmo corriéndonos dentro de sus coños. El orgasmo fue brutal, no solo por el polvazo con la inglesa, sino también por el morbo de haber experimentado con Juan por primera vez.
Nos quitamos los condones.llenos de semen. Las inglesas, extenuadas, se sentaron en el sofá sin apenas poder moverse.
Juan saco cuatro birras y las repartio. Tanto él como yo seguíamos desnudos y nos sentamos uno frente a otro en la mesa del comedor mientras contemplábamos a las inglesas tomándose la birra y con sus coños totalmente hinchados y rojos después de los pollazos que les habíamos metido.
Juan me comentó que había que volver a llevarlas hasta su coche, que lo tenían aparcado cerca del pub donde las conocimos. Nos.vestimos,.cogimos el coche y las llevamos hasta el pueblo.
Durante el trayecto yo iba de copiloto de Juan. Las inglesas iban medio durmiendo en la parte de atrás. Yo aproveche para empezar a acariciarle su paquete y al hacerlo senti como su polla iba creciendo. El cabrón no se puso gayumbos y para estar cómodo llevaba un pantalón de deporte. En unos instantes apareció su polla por el pantalón. La cogí fuerte y empecé a acariciarla. Así lo hice hasta llegar al aparcamiento donde tenían el coche las inglesas. El,.durante el trayecto, me miraba con cara de vicio y deseo.
El viaje de vuelta y lo que vino después siempre lo voy a recordar el resto de mi vida

Continuará...
 
Los verano de joven los pasaba en el pueblo .Ayudaba a mi tía en el negocio . Estaba esperando ir a la mili .Ganaba un poco de dinero y además me alejaba de mi ex novia. Un día pille al sacristán pajeandose y me excito bastante, y el se dio cuenta y me pidió que no dijese nada .
Esa noche me corri pensando en su polla, y en la cantidad de leche que soltó. A los pocos días me dijo que si le podía ayudar con la instalación eléctrica de casa de sus padres .
Le dije que tenía que ser en el fin de semana, me dijo que sin problema. Quedamos temprano nos pusimos a currar sin hablar de lo que yo vi. Paramos para comer, y se pronto me da las gracias por no comentar nada .Es que mi mujer no quiere follar mucho y me dice que me corro muy pronto y ella se queda a dos velas.
 
- Ya es muy tarde, esta noche te quedas conmigo en mi casa. Además, aunque tu horario laboral es de lunes a viernes, mañana domingo te necesito para regar el arbolado, si tu quieres-
-Sin problema Juan - le dije yo mirándolo fijamente a sus ojos.
Iba conduciendo y yo lo observaba detenidamente. Si pelo rizado un poco despeinado lo hacía más guapo. Me fijaba en su torso y en sus brazos poderosos mientras agarraba el volante. Baje la mirada y comprobe la fuerza que tenían que tener esas piernas, totalmente musculadas y esa polla que descansaba sobre el muslo derecho, digna de un macho como el. Me quedaba embelesado viendo ese paqueton, que hacía que bajo un acto totalmente involuntario mi boca se entreabriera con el deseo que tenerla dentro de ella. Me obsesione con la idea de darle todo el placer que yo podía darle, y a la misma vez me asusté de que lo que había pasado unas horas antes fuera tan solo fruto de un calentamiento pasajero y verdaderamente no quería experimentar conmigo.
- Eres un follador nato, has reventado a las inglesas niño - me dijo con una sonrisa.
- Yo creo que van a recordar esta noche bastante - le contesté yo con una carcajada.
- ¿Te lo has pasado bien, no? Esto hay que repetirlo más veces. Te dije que íbamos a follar niño y yo mis promesas las cumplo - dijo Juan mientras bajaba su mirada hacia mi paquete.
En ese instante Juan dejo su mano sobre mi muslo izquierdo, bastante cerca de mi paquete. Algunos dedos empezaron a buscar mi bragueta. El si pudo poner cómodo para llevar a las inglesas, pero yo llevaba la misma ropa que me puse para salir de fiesta.
Mientras notaba su mano intentar desabrocharme la bragueta, fui valiente y no deje de pasar la oportunidad de preguntar las dudas que me asaltaban sobre su sexualidad.
- Juan, ¿has experimentado con chicos alguna vez?, le pregunté con miedo a que se enfadara por la pregunta.
- Niño, en esta vida, que solo es trabajar, hay que pasarlo bien en cuanto surge la oportunidad. Desde jovencito he estado solo, solo D. Fulgencio me echo una mano, y me di cuenta que la vida es una mierda y que lo único que te puede hacer feliz y dar placer es el sexo. No el dinero, ni las posesiones... eso cuando mueres no te lo llevas, pero si te llevas las experiencias que tengas. Me gusta el sexo, me gusta follar y no le hago asco a nada. No veo si es hombre o mujer, solo veo personas con las que puedo disfrutar y de las que disfrutan conmigo. Y mi máxima es que en lo que hagas en esta vida tienes que ser el mejor, y yo lo intento en el trabajo y en el sexo. A nadie le tiene que importar con quién me acuesto. Y si tienen algún problema con ello, el problema es suyo no mío. - dijo Juan sentenciando sus últimas palabras.
Sus palabras eran sinceras y además se puso bastante serio al expresarlas. Vi en el un tío con las ideas claras, bastante maduro para los treinta años que tenía y una filosofía de vida que me gustó.
- Yo creo que con lo que te he dicho ya te he contestado a tu pregunta niño - dijo mirándome fijamente a los ojos.
Estábamos ya en la puerta de su casa y entramos. Juan me dijo que si quería ducharme y saco una toalla, unos pantalones suyos y una camiseta para que me la pusiera. Yo sé lo agradecí, y mientras me iba para la ducha vi como el se quedaba recogiendo el desorden que habíamos dejado por la casa después de follar con las inglesas.
Estando en la ducha se agradecía como caía el agua tibia por todo mi cuerpo deshaciendo el sudor y el olor a sexo de unas horas antes. Me estaba lavando la cabeza cuando, con la espuma en mis ojos y sin poder visualizar lo que estaba pasando, la mampara se abrió entrando Juan a la ducha.
El pie de ducha era cuadrado y no muy grande, por lo que dos tíos como nosotros dentro hacia imposible el no rozarse.
- Deja que te enjabone - me dijo Juan.
Yo estaba de espaldas a el. La esponja empezó a frotar mi cuello, muy suave, bajando por los hombros y mi espalda. Lo hacía haciendo pequeños círculos y me estaba gustando bastante. Apoye mis manos sobre la pared de la ducha y gire mi cabeza hacia atrás, fruto del goce que estaba teniendo.
Juan dejo la esponja en el suelo, se puso gel entre sus manos y empezó a masajear mis glúteos. Escuchaba como su respiración se aceleraba. Masajeaba mis nalgas y bajaba por las piernas. Cuando llegaba hasta arriba notaba como sus manos llegaban hasta mis inglés y rozaban mis huevos. Eso me puso a mil, dando pequeños suspiros cuando sus manos llegaban a ese lugar.
De pronto note como sus manos, que me masajeaban el culo, iban cada vez introduciéndose más profundamente entre las nalgas. Sus dedos trataban de encontrar mi ano, presionandolo con delicadeza sin llegar a introducirlos. Los dedos recorrían el alrededor de mi ano haciendo pequeños círculos que provocaban inconscientemente la apertura del mismo. Así estuvo unos minutos mientras que yo me sentía en el paraíso.
Juan se volvió a poner gel en sus manos y se pegó a mi, notando su gruesa y esbelta polla en mis glúteos. Empezó a besar mi nuca mientras me enjabonaba el torso. Mientras él movía sus caderas y apretaba fuerte su sexo en mi cuerpo.
El agua seguía cayendo en nuestros cuerpos. Mientras seguía besándome la nuca y la parte alta de mi espalda, sus manos bajaron hasta mi pubis. En ese momento gire mis brazos hacia atrás para intentar acariciar su musculoso cuerpo, cuando Juan cogió mi polla entre sus dos manos. Empezó a masajearla suave, con movimientos pequeños como queriendo conocer mi polla detenidamente. A veces sus manos bajaban hasta mis huevos. El placer era máximo.
- Que pollón y que cojones tienes niño -, susurrandomelo en el oído. Esa frase hizo que se me escapara un pequeño gemido mientras seguía pajeándome sin descanso.
Me di la vuelta y me encontré con su mirada. Me pegue a su cuerpo y nuestras pollas se unieron por primera vez. Le agarre bien fuerte con una mano su culo y con la otra su nuca y lo empuje fuerte hacia mi, dándole un morreo donde nuestras lenguas se fusionaron. Juan con sus brazos fuertes me abrazaba mientras nuestro deseo iba a más.
El agua recorría nuestros cuerpos ardientes mientras yo iba dándole pequeños besos y lametones por su torso. Me pare en sus pezones que culminaban en esos pectorales de acero. Empecé a chuparlos y lamerlos. De vez en cuando lo miraba y veía que le gustaba, su cara reflejaba mucho placer. Soltó varios gemidos cuando mordisqueaba sus pezones, algo que parece que le gustó bastante al sentir pequeños espasmos en su cuerpo.
Fui bajando besando sus esculpidos abdominales hasta llegar a su pubis, que lo mordisqueaba de manera desenfrenada.
Ante mi apareció el objeto que tanto estaba deseando, desde que la vi la primera vez cuando se puso a orinar a mi lado. Ahora sí estaba a pocos centímetros de mi cara y pude visualizarla bien. Era algo descomunal y preciosa a la vez. Grande, gruesa y muy dura, ladeada un poco hacia arriba, se podía comparar como un buen mástil de un barco.
Esta vez iba a ser mía, solo mia. Quería darle el mayor placer a Juan. Le retire un poco el prepucio y quedó ante mi un glande poderoso. La punta de mi lengua empezó a recorrerlo detenidamente, sin prisa. Fui haciendo pequeños círculos con la punta de mi lengua, mientras que a veces mis labios le daban pequeños besos.
Fui retirando su prepucio dejando su glande a la vista. En ese momento abri mi boca, estreche mis labios y con mi saliva fui poco a poco chupando su glande, lentamente. Me lo introducía en mi boca, mi lengua lo recorría por todas partes, estrechaba mi boca, lo chupaba y volvía a sacar el glande.
Cogí con mi mano su pollon y lo levante, recorriendo con mi lengua todo su tronco hasta llegar a sus enormes huevos que empecé a mordisquear y chupar con ganas. Abría bien la boca para coger sus huevos, y cuando los tenía los chupaba y los estiraba escuchando los gemidos de placer de Juan. Los estaba devorando, sabia que volvían a estar cargados y que esa leche esta vez era para mí.
Me empecé a restregar su polla por toda mi cara. Mientras lo pajeaba lo mire con cara de deseo, el me respondió con una sonrisa picarona, y en ese momento abri bien la boca y me la fui introduciendo lentamente, hasta el fondo. No creía que pudiera tragarme semejante falo, pero el deseo de complacerlo hizo que me la metiera bastante en mi boca. Estando dentro la mantuve ahí, estrechando mis labios, jugando con mi lengua y que notara esa calidez de mi boca.
La saqué entera, lo mire, le sonreí y me la volví a meter de golpe, hasta el fondo, ayudándome del empuje que ejercía con mis manos en su culo. No podía imaginar lo que sentia el tener ese falo dentro de mi boca. Quería chuparlo, lamerlo, devorarlo, comérmelo.
Empecé a mamar, al principio suave pero después fui incrementando mi ritmo. La saliva iba cayendo por mi boca y me gustó cuando sus manos empezaron a acariciar mi pelo y a seguir el ritmo de la mamada con mi cabeza. Cuando me la tragaba entera Juan me presionaba la cabeza hasta su pubis para que la mantuviese ahí, bien dentro. Al mamarsela le cogia los huevos y se los acariciaba, presionaba e incluso estiraba, eso hacia que el algunos momentos Juan se pusiera de puntillas debido a la excesiva excitación.
- Follame la boca Juan - le dije entre entradas y salidas de su pollon de mi boca.
Esa frase hizo que Juan se pusiese como un animal salvaje. Me apretaba más la cabeza hacia su sexo. En ese preciso instante yo no movía la cabeza, era el con movimientos a veces fuertes el que follaba mi boca, como si de un coño o un culo se tratara.
Notaba como su polla se endurecía aún más dentro de mi boca, se ponía más tiesa y las venas empezaron a ponerse más gruesas. En ese momento empecé yo a mamarsela a un ritmo fuerte. Estrechaba mis labios y boca para que sintiera bien donde la estaba metiendo y comencé a succionarla. Eso lo volvió loco. La chupaba y succionaba como si mi boca fuera un aspirador.
Gemía cada vez más fuerte. Sentí su pollon vibrar dentro de mi boca. El momento estaba llegando. Quería que recordará su primera mamada conmigo el resto de su vida.
- Niño, me corro cabrón, me voy - me gritó.
En ese momento movia su cuerpo sobre mi cara como si me estuviera follando mi culo. Cogió y con sus manos intento retirar mi cabeza de su pollon, se iba a correr. Yo agarre fuerte su polla con mi boca y empuje mi cabeza hacia su pubis.
- Qué, que, que haces niño ahggg me corroooo, me corrroooo - me dijo gritando como un berraco y con espasmos recorriendo por todo su cuerpo.
Quería su leche, la quería toda. No le dejé ninguna opción, aunque el intento correrse fuera, apreté fuerte, le agarre los huevos fuerte y sentí dentro de mi boca como la polla se preparaba para expulsar ese elixir exquisito. Trallazos de leche de Juan llenaron mi garganta. Era increíble la leche que expulsó, y eso que horas antes se corrió con la inglesa.
La fui tragando pero era demasiada. Cuando termino de correrse después de tres o cuatro trallazos mi boca estaba llena de semen. Saque su polla, y lo mire. Juan me miró como exhausto y riéndose, como queriéndome decir que habia sido la mejor mamada de su vida. Unas gotas de lefa salió de mis labios por la barbilla. Juan con el dedo la recogió y la metió otra vez en mi boca tragandomela.
- Que hijo de puta eres niño - me dijo mientras me acariciaba el pelo.
Volví a meterme su pollon, que no perdía un ápice de erección, en mi boca y volví a mamarsela, para limpiar cualquier gota de su lefa. Estando ya limpia me levanté.
Estando frente a él me empezó a besar en la boca. Entonces me dijo: -ahora te toca a ti niño -, cerrando el grifo de la ducha y llevandome de la mano hasta su cama, los dos todavía mojados.
Lo que vino después me demostró la gran generosidad de este hombre y cómo le gustaba disfrutar del sexo

Continuará....
 
Para que os hagáis una idea, he buscado y encontrado una polla muy parecida a la de Juan, aunque la tenia un poco más larga y gorda. Su glande era más grande también. Eso era su estado flácido, erecto se le notaban algunas venas.
 

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Para que os hagáis una idea, he buscado y encontrado una polla muy parecida a la de Juan, aunque la tenia un poco más larga y gorda. Su glande era más grande también. Eso era su estado flácido, erecto se le notaban algunas venas.
Buen trancazo.
 
Me tendió en la cama. Ambos mojados se puso encima de mí y comenzó a frotar su cuerpo con el mío.
Me miraba con cara de deseo y felicidad, sabía que le había gustado la mamada que le había hecho.
Me dijo que me estuviera quieto y que descansara, que él iba a hacer su trabajo.
Me empezó a besar, metiéndome la lengua hasta el fondo, intentando mordisquear mis labios. Eso hacia que un escalofrío recorriera mi cuerpo.
Siguió por el cuello, dándome pequeños besos, mientras yo acariciaba su fuerte espalda llegando a apretar con mis manos su poderoso y duro culo. El roce de nuestras pollas hizo que ambas estuvieran ya totalmente erectas. Yo instintivamente levantaba mis piernas y mi cadera, buscando que su pollon acertara y se metiera por mi culo.
Lamía mi torso y se paraba en mis pezones donde con fuertes movimientos de su lengua Juan jugaba con ellos llegando en algunos momentos a chuparlos de manera violenta mordisqueandolos.
Yo levantaba la cabeza y no me podía imaginar que ese macho, con ese cuerpazo, me estaba devorando. De vez en cuando volvía hacia mis labios y me besaba con pasión y con mucho deseo. Ese movimiento hacía que otra vez nuestras pollas se encontrarán y se frotaran, haciendo que me retorciera por dentro.
Bajaba por mis abdominales dando pequeños chupetones hasta que se encontró con mi polla totalmente dura y pegada a mi barriga.
Note como su lengua lamía el pubis, sin llegar a tocar mi polla, bajando hasta mi escroto donde empezó a lamerlo y chuparlo. Subió con la punta de su lengua lamiendo desde mis huevos, lentamente hasta mi glande. Eso provocó un pequeño gemido por mi parte.
Me miró y me dijo que ese pollón se lo iba a comer entero y sin darme cuenta Juan se lo había metido entero en su boca haciendo que mi cuerpo se impulsará sobre la cama del placer que me dio. La chupaba con verdadera ferocidad, como si fuese su único alimento y quería terminarlo pronto. Se notaba que tenía ganas de comerse una polla, en este caso mi polla. Me lamia, chupaba, succionaba, se la metía entera en la boca y la estrechaba notando como su lengua recorría todo mi falo con movimientos muy rápidos que hacían que desde la punta de mi polla apareciera el precum avisando de una corrida extraordinaria.
Viendo como mi polla se embrutecia, bajo el ritmo. Seguía lamiendo mis huevos y ya con sus manos me pajeaba lentamente.
Juan se levantó un momento y de un cajón saco unos condones y una especie de gel. Yo seguia acostado y el se sentó encima de mi barriga.
Era extraordinario ver ese macho, con esa cara impresionate y ese físico sentado encima, además de ver su polla dura descansando sobre mis pectorales. Empecé a pajearla con mi mano mientras Juan me miraba sonriendo. Se levantó llevando su pollon hacia mi boca. Levante el cuello y ya tenía su punta dentro de mi boca. El la empujó hasta dentro, moviendo su pubis hacia mi cara. Otra vez estaba follando mi boca.
Deseaba esa polla, la tendría en mi boca todo el tiempo. Me hizo suyo desde el primer momento que lo vi en la finca y el sabía que lo deseaba, que era puro morbo y sexo.
Volvió a sentarse encima de mi barriga. Llevo su brazo y su mano hacia atrás y empezó a tocarme los huevos y mi polla. Estuvo así un rato mientras yo también lo pajeaba.
Empezó a bajar su cuerpo notando como su culo estaba cada vez más cerca de mi polla. Se levantó y se sentó encima de ella. La tenía entre la raja de su culo y empezó a moverse. Juan me estaba masturbando entre sus nalgas, metió mi polla entre la raja de su culo y empezó a moverse de atrás hacia delante. Yo ya empecé a arquear mi espalda del gusto que me estaba dando.
- Niño, quiero todo ese pollón dentro - me dijo mientras abría el gel que había traído y se lo estaba esparciendo por su ano y por mi polla.
- Niño, ¿utilizas siempre protección? ¿ puedo confiar en ti?, me preguntó
Yo le contesté que si, siempre he sido muy cuidadoso en mis relaciones.
- Tú puedes confiar y estar seguro conmigo - me dijo.
- Quiero sentir tu polla al máximo -. Mientras me estaba diciendo esto se levantó, se puso en cuclillas,.cogió mi polla lubricada y empezó a meterla en su culo.
Ver a Juan, de cuclillas, con su polla totalmente dura, cogiendo mi polla, dirigiéndola hacia su culo y como se la estaba metiendo hasta el fondo me puso a mil. La sensación de sentir su culo, su estrechez y como llegaba hasta el fondo me hizo morir de placer. Además estaba follando por primera vez a pelo, y por supuesto un culo. La sensación de placer era máxima.
Empezo a subir y bajar, cada vez con mayor ritmo. Juan al estar de cuclillas clavandose hasta el fondo mi polla hacia que tuviese que apoyar sus brazos fuertes y musculosos a ambos lados de su cuerpo. Me fijé que la.postura apenas le incomodaba, era fuerte y estaba por su cara disfrutando de la clavada. Además dirigia los movimientos, a veces el ritmo era más fuerte, otras más lento, otras veces se paraba y se quedaba con ella dentro haciendo movimientos circulares, o de atrás hacia delante que hacían que gimiera y me dieran espasmos. Le gustaba que llegará al fondo, y su cara lo decía todo.
Con la polla totalmente dentro de él, doblo las rodillas, descansando los brazos, y empezó a cabalgarme. Ahora su polla, siempre dura, golpeaba mi barriga. Estaba disfrutando y yo estaba en el mismísimo cielo.
Levante mis caderas y mi culo, juntando mis pies y elevando el cuerpo de Juan. En ese momento el que empezó a moverse fui yo. Empecé a dirigir ahora la follada. Cogí con mis brazos la cintura y empecé a follarlo con ganas. Mi culo y mis caderas subían y.bajaban rapidamente, notando que mi polla llegaba hasta el fondo del culo de Juan.
Juan, a la misma vez, que le estaba follando, se cogía su pollon y se lo pajeaba, emitiendo cada vez sonidos más fuertes.
Baje mi culo otra vez a la cama y Juan empezó a volver a cabalgarme. Parecíamos.dos animales en celo follando,.los dos disfrutando y gimiendo.
Me levanté para besarlo en la boca. Nuestros torsos se unieron mientras Juan me.cabalgaba. Me abrazo por la espalda y note como ahora mi polla tocaba fondo, le estaba partiendo en dos. La polla de Juan estaba totalmente aplastada entre su barriga y la mía, pajeandose indirectamente mientras me follaba.
- Niño, te siento dentro de mi, me estás destrozando por dentro con tu polla, quiero follarte siempre - me dijo Juan entre jadeos cerca de mi oído
- Es toda tuya cabrón, follame como lo estás haciendo, metela hasta el fondo. Me voy a correr - le contesté yo también mientras mi respiración se aceleraba
Subiendo el ritmo Juan empezó a decir:
- Si joder, como la siento, así, así, mi culo es tuyo, correte niño, correte, quiero tú leche dentro de mi, la quiero toda -
Cuando me dijo esto yo ya no podía aguantar más, además estaba follando a pelo, el placer era indescriptible y a veces me había aguantado para durar, pero ya era imposible.
Le cogí fuerte de la nuca, lo empecé a.besar y mirandonos a los ojos le dije casi gritando:
- Juan, no pares, sigue cabrón, sigue, así, así tio, joder, que culo,.aggghh me voy Juan, me corro dentro, así, si, si, siiiii - Los últimos gemidos fueron gritos de placer.
Mientras le estaba diciendo que me corría Juan aceleró el ritmo mientras pegaba más su cuerpo al mío.
Termine de correrme y Juan no sacaba mi polla de su culo, la tenía bien dentro. Comenzó a reírse entre respiraciones aceleradas.
- He sentido la fuerza de tu leche hasta mis entrañas niño -.
Se levantó, saco mi polla de su culo y se acostó a mi lado. Ver ese cuerpo totalmente desnudo y sabiendo que ha sido mío me puso otra vez muy cachondo.
- Vamos a dormir que es tarde, que mañana me tienes que ayudar - me dijo
Se quedó durmiendo al instante. Acostado y desnudo, con ese cuerpo y esa polla, era perfecto, daban ganas de follarlo. Intenté quedarme durmiendo, pero la emoción me hacía pensar y volver a pensar en todo lo que había pasado. Me puse de lado cuando de pronto sentí el cuerpo de Juan que se movía. Se puso detrás de mí, totalmente pegado. Yo con sigilo me pegue más a el, y por supuesto, acerque mi culo a su pollón, deseoso de.que al ponerse erecto entrara dentro de mi. Así pude al final dormir.

Continuará....
 
Cuando me estaba contando lo que su mujer decía que se corría pronto. Apareció ella Filo.Me quedé callado y ella con curiosidad pregunto que pasaba con ella, yo rápidamente dije que su marido decía que cocinaba muy bien.
Ella me miró y no dijo nada solo bueno voy a la tarea que en unos días lleg mi suegra.
Paco estaba muy nervioso y me dio las gracias , y seguimos en la tarea Cuando terminamos fut a asearse para marcharme ; hay estaba ella poniendo unos visillos dejando a mi vista un culo maravilloso que se marcaba al igual que sus bragas a través del vestido que llevaba.
Me quedé mirando y excitado. Me dirigí al baño me asee y me fui a despedirme. El me pago y cuando salía ella se acerco y me dijo en el oído ¿te ha gustado lo que has visto?.Pues cuando quieras te enseño más y te cuento porque no me gusta follar con mi marido.
Salí de allí con más duda y con más excitado, pues mi interés por pajear su polla eran las mismas pero el culo de "Filo" , me da más. morbo y además el motivo de no follar con su marido.
 
Juan me dejó unos pantalones y una camiseta para acompañarle al campo esa mañana. Al ser domingo siempre hacia las tareas solo, pero hoy lo acompañaba yo.
Al pasar por el camino cercano a la casa de D. Fulgencio, vimos como en la piscina estaba su hijo Alberto con unos amigos.
- El otro día conoci al hijo de D. Fulgencio, Alberto - le dije a Juan mientras íbamos caminando.
Juan se quedó callado y no dijo nada.
- Tiene un buen cuerpo, se ve que se cuida bastante y es guapete, además me miró con bastante detenimiento - le comenté mientras estábamos llegando ya al arbolado que teníamos que regar.
Juan seguía callado, sin decir nada sobre Alberto. Eso me hizo pensar que Juan, un macho que rezumaba sexo por todo su cuerpo y Alberto se conocían bastante bien.
Terminamos las tareas y Juan me dijo que se iba al pueblo que había quedado para comer con unos amigos. Nos despedimos hasta la mañana siguiente, siendo está despedida bastante fría por parte de Juan, parecía que unas horas antes no había estado yo dentro de él.
A la mañana siguiente volví a la finca para empezar mi jornada laboral. Ese día tampoco venía la cuadrilla, por lo que estaríamos solos todo el día. Viendo como fue la despedida del domingo estaba totalmente desconcertado. Yo quería volver a follar con él, pero me asusté de que solo fuera un caramelo que ya ha probado y que pasará de mi todo el verano. Por tanto tome conciencia de que yo no iba a dar el primer paso por si me rechazaba. Sí el quería tema, que me buscase.
Cuando me iba acercando a su casa me quedé petrificado. De la puerta salía un muchacho bastante guapo y con buen físico. Iba en bañador, un bañador que vi el día anterior cuando fuimos a regar. Era Alberto. En el quicio de la puerta acompañándolo para salir apareció Juan, totalmente desnudo. Mientras Alberto se dirigía a su casa, Juan miro de un lado hacia otro y cerró la puerta.
Yo me quedé parado, no me habían visto ninguno de los dos, pero no me equivoqué en mi intuición del día anterior cuando a Juan le pregunté por Alberto y este estuvo callado. Creo que a él no le importaba que los demás supieran que era un follador, que se tiraba a todas las tías que quisiera, incluso a lo mejor alguno sabía que se acostaba con tíos, seguro que alguno que se consideraba muy hetero cayó en sus redes, pero lo que quería ocultar es que follaba con el hijo de su jefe, el que le dio cobijo y trabajo durante toda su vida. Eso, si se supiera, sería traicionar a D. Fulgencio.
Durante el día todo fue normal. Trabajemos sin mencionar nada de lo que pasó durante el fin de semana. Yo lo miraba como siempre con morbo y con deseo, y de vez en cuando también notaba esa mirada hacia mi, pero no hubo ningún conato de acercarnos, besarnos o calentarnos mutuamente.
Después de ver aquella escena entre Juan y Alberto me venían a la cabeza escenas de sexo de ambos, que hacían que se me pusiera dura. Pensaba como lo follaria Juan, metiéndole su mástil por todos los agujeros de su cuerpo y Alberto disfrutando como una perra en celo. Envidiaba como Alberto había tenido ese pollón en su boca, entre sus manos, en su culo, o que Alberto estuvo dentro de él más rato que yo, que lo follaba mejor. Parece que lo que pasó el fin de semana despertó en mi unas ganas de sexo increíbles, me daba igual si eran chicas o chicos, solo quería follar y ser follado. Quería más, me volví insaciable. A lo mejor con dieciocho años es lo normal, pero después de ese fin de semana solo pensaba en tener sexo.
Acabada la jornada laboral me despedí de Juan. Me dijo que había quedado para cenar en el pueblo costero donde conocimos a las inglesas, que se iba a duchar y que tenía mucha prisa.
Yo ya iba saliendo de la finca cuando escuché una moto que venía por detrás. Gire la cabeza y vi a un chico con el torso totalmente desnudo, en bañador que freno detras de mi.
- ¿Has acabado ya por hoy, no? - Era Alberto, el hijo de D. Fulgencio.
- Si, le contesté yo.
- Vente que te invito a unas birras en la piscina. Estoy solo en casa y aburrido como una ostra - me dijo mientras note como miraba todo mi cuerpo de arriba abajo.
- No tío, estoy cansado y quiero irme a casa - le dije girándome para irme.
- ¿Cansado del fin de semana? me dijo sonriendo.
Yo en ese momento me quedé un poco paralizado. No creo que Juan le haya comentado nada de nuestro fin de semana,.pero se ve que conociéndolo algo intuyó. Supongo que nos vería, e incluso que nos oyera tanto a las inglesas como a nosotros en el silencio de la noche. Su casa no está muy lejos de la de Juan.
Como he comentado antes, estaba cachondo en todo momento y al final acepte la invitación por si la situación se ponia caliente. Alberto tenía su morbo, estaba bueno y parecía que calzaba también una buena polla.
Se puso en la parte trasera de la moto y me dijo que si sabía llevarla. Sin decir que si subí a la moto y la arranque.
Alberto, que podía haber mantenido una distancia prudencial y poner las manos detrás, me agarró por la cintura y pego su cuerpo al mío. Me puse nervioso, pero no le dije que se apartará. Detrás notaba su polla en mis lumbares, y veía que cada vez se pegaba más a mi cuerpo. Sus manos se desplazaron de mi cintura a mi barriga. Yo acelere más para llegar cuanto antes a la casa, y sobre todo para evitar que viera mi polla morcillona por la excitación del momento cuando me bajará de la moto.
En un pequeño bache, la moto dio un pequeño salto y Alberto aprovecho bajando sus dos manos agarrando mi paquete, me palpo la polla y las volvió a poner sobre mi cintura. Se ve que estaba calibrando como era mi polla.
- Perdón - me dijo el cabrón entre risas.
Llegamos a la casa, dejamos la moto y nos fuimos directamente a la piscina. Alberto se metió en una pequeña cabaña que había anexa a la piscina y sacó dos cervezas bastante frías.
- Quítate la ropa que vamos a la piscina, podemos tomarnos las cervezas dentro - me dijo
- Alberto no tengo bañador - le comente mientras me estaba quitando la camiseta.
- ¿Que bañador? Aquí no necesitas ninguno, no hay nadie en toda la finca - diciéndomelo con cara de deseo y sobre todo con la mirada en mi torso y mi paquete.

Continuará...
 
Me lo he leido todos desde el principio, queremos más!
Es inventado u ocurrió?
 
Se bajó de golpe el bañador, mostrándose ante mi totalmente desnudo. Me fijé en su cuerpo y el chico estaba bastante bien. Marcado por unos músculos trabajados en un gimnasio mostraba unos hombros, bíceps, abdominales y piernas bien definidos. Iba totalmente depilado. Era atractivo, parecía más joven para la edad que tenía, unos veintipocos. El pelo bien corto y moreno y con cara aniñada. Lo miré de arriba abajo y me fije en su sexo, circuncidado con una bonita polla que era normal en su flacidez pero que pensé que apuntaba maneras como más tarde comprobé.
Me quite la camiseta. Cuando vio mi torso desnudo comprobé que su polla empezaba a palpitar. Me descalce, me quite los calcetines y por último mis pantalones y gayumbos.
El descaro fue enorme. Cuando estaba completamente desnudo enfrente de él, su mirada solo se dirigía a mi polla. Pensé que quería jugar y yo cuando juego siempre quiero ganar.
Me fui directo a la ducha de la piscina. Mi intención era ponerlo como una moto y así fue. Empezó a caer al agua por mi cuerpo y lleve mis manos a la cabeza con la cabeza inclinada hacia atrás, intentando tensar todos los músculos de mi cuerpo para que se me marcarán más. Con mis manos recorría de forma muy sensual mi torso y abdominales. Cogí mi polla y empecé a estirarla un movimientos suaves simulando que me estaba pajeando y frotaba mis huevos levantándolos y acariciándolos. Veía que me miraba con cara lasciva y muy morbosa, incluso a veces tocándose su falo que ya no tenía el estado de flacidez del principio, pero tampoco estaba totalmente erecto.
- No me has dado un bañador, pues te vas a enterar - pensé yo sonriendo. Me di la vuelta y empecé a mostrarle mi espalda trabajada y mi culo. Seguí frotándome mi cuerpo y empecé a bajar los brazos hasta los pies mostrando todo mi culo en su campo de visión. Estando en esa postura medio agachado acaricie mi culo mientras el agua corría desde mi espalda hasta la raja de mi culo abandonando mi cuerpo por mis huevos y polla. Abrí la raja de mi culo y me puse con mi mano a frotar toda mi raja, incluso masajeando con mis dedos mi ano. Estando en esa posición lo mire y ya su polla no estaba flácida, presentaba una tremenda erección que el con sus manos frotaba sin cesar.
Cerré el grifo de la ducha y camine hacia él de forma chulesca. Alberto paro de menearsela pero la polla la tenía totalmente tiesa. Era una polla larga y delgada, como un lápiz. Pensé que tenía que llegarte hasta las entrañas cuando te penetrará.
- Me das de beber ya o tengo que ir yo a por otras dos cervezas - le dije con una sonrisa pícara.
Cómo un animal que está esperando impaciente cazar a su presa se agachó y empezó a chupar mi polla. Aquello era auténtico vicio. Me pilló desprevenido, pero tenía un animal que literalmente me estaba devorando la polla. Èsta empezó a crecer dentro de su boca, y conforme se ponía más dura, más bestia la chupaba. Se la metía hasta el fondo, el ritmo era tremendo. Yo a veces arqueaba mi cuerpo porque sentía a la misma vez que placer dolor, pero me gustaba verlo arrodillado con ese hambre voraz de polla. Pensé en Juan y sabiendo cómo le gustaba el sexo no me extrañó que se lo estuviera follando.
Llegue a la conclusión que a Alberto le encantan las pollas. Me la meneaba con las manos, me la chupaba intensamente, se la sacaba y la observaba como algo sagrado, se golpeaba con ella en las mejillas.
Así estuvo bastante rato. Yo estaba disfrutando que un macho le diera ese placer intenso de devorar una verga dura y grande. En este caso ese macho era yo.
Se levantó practicamente con toda la cara roja e incluso con pequeñas lágrimas en sus ojos por el esfuerzo. Cogió mi polla y me tiro con él hasta una hamaca que había próxima. Apoyo sus manos en ella y se inclinó mostrándome un culo perfecto y por lo que comprobé después bastante tragón.
Movía su culo pidiéndome urgentemente que lo poseyera. Yo ahí tuve que pedirle que si tenia un condón, no lo conocía y por supuesto no me quería arriesgar (cosa que hice con Juan, pero me mostró su madurez).
Se ve que sabía que iba a follar porque de u pequeño bolso saco una caja de condones.
- Rápido tío, póntelo que quiero ese pollón. Ya verás que culo tengo, no la vas a sacar en horas - me dijo muy aceleradamente. Se notaba que estaba muy,.pero que muy cachondo.
Me puse el condón y escupi en el y en el culo de Alberto. Me moje mis dedos con saliva y se los metí en su ano para lubricarlo.
- Dejate de dedos cabrón, meteme ese misil ya por el culo. Soy tu zorra, hazme tuya.- dijo gritando.
En ese momento me di cuenta cuál era el rol de Alberto en el plano sexual. Cómo a mi me gusta satisfacer cuando follo sabía lo que le iba a gustar.
Se la restregué por la raja de su culo, intentando presionar por las zonas cercanas a su ano cuando sin darse cuenta, zas, se la metí de golpe entera hasta el fondo. El grito de Alberto, desgarrador, creo que se escuchó a cientos de metros a la redonda. Me asuste un poco por si me había pasado, pero nada más lejos de la realidad, empezó a gritar -sii, siii joder, parteme en dos cabrón - moviendo su culo de una manera brutal con mi polla dentro.
Algo que me fascina es en esa postura de tener a un tío "a cuatro patas" es ver cómo mi verga desaparece dentro del culo, como se lo traga, y el culo de Alberto tragaba bien. También me pone mucho el sonido que se produce cuando mi pubis golpea en sus nalgas, "plas, plas, plas". Eso me pone como una moto, y es lo que estaba pasando en ese momento.
La follada era bestial. Sabía que le gustaba que le diera fuerte, por eso lo cogía por la cintura y en cada embestida trataba de empujar al máximo mi polla dentro de su culo.
- Más fuerte, más fuerte cabronazo, soy tu perra, soy tu perra - me gritaba y jadeaba Alberto.
El ritmo era bestial, parecía que no habíamos follado en mucho tiempo. Con las embestidas mis huevos golpeaban la parte baja de su culo y eso me embrutecia aún más. Empecé a gemir como un berraco, me estaba dando mucho gusto, demasiado, cuando empecé a darle azotes en sus nalgas.
Cuando hice eso, Alberto ya se rindió. Le empezaron a dar espasmos, gritos de placer: - - me corro, me corro, no puedo más, joder, siiiii - . En ese momento salió de su polla una cascada de lefa impresionante sobre la hamaca. Se había corrido sin tocarse su polla. El grado de excitación de Alberto me hizo empujar al máximo queriendo que mi polla le partiera en dos.
- Me voy Alberto - le dije
- Quítate el condón, quítate el condón y metemela a pelo, quítate el plástico, quiero que me preñeeesss - .diciéndomelo con la voz entrecortada y exhausta después de su orgasmo
Esa frase fue el culmen de mi polvazo. Mis huevos se prepararon para descargar lo que sería después una abundante cantidad de lefa.
- Aggg, ummm, no tío - jadeaba yo.
Al ver que me corría saque rápidamente mi polla del culo de Alberto y quitándome el condón corrí hasta donde tenía la cabeza Alberto. El la inclinó hacia donde estaba yo y en un impulso se la metí en su boca follandomela. Con mis manos empujando su cabeza hacia mi pubis para que no se escapara, y con toda mi verga dentro empecé a gritar como un loco. Gran cantidad de lefa salió de mi polla que Alberto con cara de deseo se la estaba tragando. Se bebió toda mi lefa limpiando mi polla de manera exquisita.
Me senté en el suelo junto a la hamaca donde Alberto se habia corrido totalmente exhausto.
Alberto me miraba totalmente complacido. Es lo que quería yo creo desde que nos conocimos.
Con sus dedos iba retirando su lefa de la hamaca y se la llevaba a la boca. En otra retirada acerco sus dedos impregnados a mi boca. Yo instintivamente la abrí, me mojo mis labios con su lefa, la que quedaba se la llevó a su boca y con ella dentro me beso. El sabor de su lefa me gustó.
- Otra cerveza - me dijo. Fue otra vez hacia la cabaña anexa y se trajo dos cervezas frías. Las dejamos en el borde de la piscina y nos tiramos desnudos al agua.

Continuará....
 
En la piscina Alberto y yo nos estuvimos refrescando después del intensísimo encuentro entre ambos. Nos sentamos en el borde, con unas cervezas bien frescas, mirando el bonito atardecer de aquel día y empezamos a conversar.
- Me voy a Inglaterra la próxima semana. Mi padre me ha matriculado a un curso de inglés. Para él es fundamental si quiero ser algo en un futuro - dijo Alberto con pocas ganas.
Con la luz tenue del sol, me di cuenta que parecía más joven de la edad que tenía. Tenía un cuerpo bastante bonito, y me fijaba en su polla que descansaba sobre el borde de la piscina.
- Me gustaría que vinieras a una fiesta privada que voy a dar este viernes para mi despedida. Me voy para tres semanas y mis amigos, que conocen las fiestas que hago,
quieren que organice una en la piscina. Estás invitado.-
- ¿Hay que traer bañador Alberto? dije sonriendo.
- Por supuesto que sí - diciéndolo con una carcajada. - Otra cosa es que lo lleves puesto hasta el final - volviendo a reírse.
- Además, no me importaría que se pollón tuyo volver a probarlo otra vez, y también que lo prueben otros - comentó con una sonrisa picarona.
- No conozco a tus amigos, a lo mejor no encajo. Además estoy trabajando para tu padre. - le dije pensando que me podría aburrir.
- Habrá en la fiesta dos personas que conoces, Juan y yo. - diciéndolo de forma más sería. - Ya sabes que estás invitado, serás muy bien recibido y te espero que vengas, no te voy a defraudar. -
Me levanté para vestirme y me despedí de Alberto. Éste se volvió a zambullir en el agua.
Al día siguiente llegué puntual al trabajo. Juan me estaba esperando con el tractor llevándole con él a quitar malas hierbas y quemar algunos rastrojos.
Juan estaba especialmente guapo esa mañana. Desde un primer momento se quitó la camiseta y solo llevaba unos pantalones grises de deporte largos, los típicos pantalones para presumir de polla. No llevaba ropa interior ese día, y se le notaba su pollon de una manera exagerada. Cuando estaba con el no podía impedir que mis ojos fueran hacia ese bultaco.
- Ayer vi a Alberto y me invitó a una fiesta que va a hacer el viernes con sus amigos, que se va a Inglaterra - le comenté para.ver que me decía.
- Te has tirado a Alberto niño - me dijo muy serio y con una mirada que me atravesó por dentro.
- Pensaba que te daba igual la vida sexual de los demás - le contesté de mala manera.
- El viernes te iba a decir si te querías venir conmigo a una acampada nocturna en una calita de por aquí cerca. Pesca, barbacoa y cervezas hasta reventar. - diciendomelo bajando un poco el tono. - Aunque comprendería que quieras estar con gente más de tu edad. -
- Pues me dijo Alberto que tú también estabas invitado y que ibas a ir -
- Eso lo dirá el. Yo ya tuve bastante con una que hizo y no pienso ir a ninguna más. No me gusto para nada el ambiente que hubo allí, no es lo mío, y ya no te puedo decir nada más. Cada uno se divierte como quiere. Ya sabes que yo no voy a ir. Tú haz lo que quieras - sentenció Juan.
- No te enfades Juan. Yo solo te digo lo que me dijo Alberto - acercándome un poco a él.
- Tu ya eres mayorcito, pero tienes que ser listo. Lleva cuidado con Alberto, solo te digo eso - terminando la conversación en ese momento.
Me puso a pensar la última frase de Juan, que llevará cuidado con Alberto, y sobre todo me lo dice cuando se acuesta con él.
No sé cómo serían las fiestas de Alberto pero sentía curiosidad, pero también me gustaba la idea de una acampada nocturna con Juan, sobre todo después de lo que bien que lo pasamos el fin de semana anterior.
Lo que si era cierto es que era mi primer verano trabajando, y no me podía imaginar lo que me estaba ocurriendo. Creo que para tener dieciocho años estaba follando sin parar, tenía que aprovechar cualquier situacion que surgiera, y cualquier joven haría lo mismo que estaba haciendo yo. Era un sueño lo que estaba viviendo, pero en ese sueño había todavía algo que no se había hecho realidad y era ser penetrado por Juan. La elección del viernes ya estaba hecha.

Continuará...
 

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