Hola a todos!!! Os voy a contar algo que me sucedió este verano pasado, en una playa poco concurrida y a la que era la primera vez que iba. Antes me presento.
Soy un madurito de 50, moreno, complexión normal, cuidado lo justo pero no de gimnasio ni deporte. Hace unos 7 años que me divorcié, sin hijos, y por ninguna razón especial, simplemente porque "se acabó el amor". Tengo una vida absolutamente normal, con amigos con los que salir a comer o cenar de vez en cuando, tomar unas cañas a mediodía o antes de cenar, y si se tercia acabar tomando unas copas en el local de costumbre y.... para casita. El trabajo me mantiene ocupado toda la semana y los fines de semana disfruto de los amigos y el tiempo de ocio de forma normal y sin sobresaltos.
No tengo una especial necesidad de sexo, soy absolutamente heterosexual y no soy muy proclive a escarceos con mujeres que acabe de conocer salvo que sean ellas las que descaradamente me lo propongan.
Como os iba a comentar, un día de mis vacaciones de verano, en pleno mes de agosto, hacía mucho calor y me dió por ir a la playa. Pero ese día debí de levantarme con ideas morbosas y decidí que la playa tenía que ser nudista. Nunca había ido a una playa nudista, ni tampoco había practicado el nudismo, pero ese día se me vino a la cabeza una calita que, en un paseo en barco con unos de mis amigos, habíamos visto y que se veía poco concurrida y en una zona de no muy fácil acceso. La cala estaba alejada de mi zona de influencia y eso me proporcionó una cierta seguridad de que era difícil coincidir con alguien conocido.
El caso es que me planté en coche en la zona y me decidí a bajar a la cala por una senda que no se la recomiendo ni al peor de mis enemigos. Llegué a la arena y no me fijé mucho en la poca gente que había, así que me dirigí a uno de los extremos de la cala y planté mi toalla a medio camino entre el agua y la pared de rocas que cierra la cala. Me despojé de la ropa (camiseta y bañador tipo media pierna hasta la rodilla que llevaba a modo de pantalón), y me puse crema sobre todo por las zonas "mas sensibles" y que no habían conocido los rayos de sol en su vida.
Me senté en la toalla y ahí empecé a observar un poco el tipo de gente que había. La sensación de recibir los rayos del sol completamente en pelotas me pareció de lo mas gozoso, y de ahí que mi polla no estuviese recogida por la vergüenza, sino más bien todo lo contrario. Estaba tipo chorizo de cantimpalo aún a medio hacer, gordita, en línea descendente, pero claramente inflada por el efecto calor, sol, crema,...
como digo me dediqué a mirar un poco a mi alrededor para comprobar el tipo de gente que había en la playa. La verdad es que todo lo que había en ese momento eran hombres entre 25 y 40, y algún despistado cincuentón como yo. Eso sí, me llamó la atención que los cuerpos estaban perfectamente cuidados y marcados, muy bronceados, y había mucha pareja y mucho trio en las toallas y el agua.
Realmente me hizo pensar en si me había ido a una playa de tendencia gay (yo creo que realmente eso era así), no obstante me relajó un poco el que detrás de mí, como a unos 5 metros, había una parejita de hombre y mujer de unos 22 años máximo cada uno de ellos. El super bronceado, completamente depilado (ni un solo pelo en el cuerpo), cuerpo trabajado en gimnasio pero de complexión mas bien fina y delicada. Ella bronceada también, con pecho normal tirando a escaso, sexo completamente depilado, y con un buen cuerpo y bien proporcionado. Muchos más datos no pude ver porque estaban ambos tumbados en la toalla, uno al lado del otro, y supuse que serían una pareja que habían ido a esa playa porque la situación era perfecta, acogedora, y además muy tranquila de gente. Vamos, con la misma idea que la mía.
Me tumbé tranquilamente en mi toalla a tomar un poco el sol y coger color, pero de vez en cuando levantaba la cabeza para "otear" el horizonte, y empecé a observar "mucho amor" en el conjunto de hombres que había en la cala, hasta el punto de poder observar que alguna de esas parejas que parecían de amigos, al final eran parejas gais e incluso grupos de tres que entre ellos había algo más que amistad: besos, caricias, complicidad entre los 2 o los tres, paseos de la mano, tocamiento de culo, etc...
Yo llegado a ese punto no me iba a marchar, estaba además muy a gusto tomando el sol vuelta y vuelta en mi toalla, y haciendo de vez en cuando un paseo hasta el agua para refrescarme. Había perdido totalmente ese pudor inicial y me encontraba francamente cómodo.
La pareja que estaba detrás de mí hacían lo mismo que yo, pero de forma totalmente independiente el uno de la otra, es decir, daba la impresión de que eran amigos y nada más. Lo cierto es que él cuando se levantaba para ir a refrescarse al mar, tenía un movimiento corporal que me daba la sensación (por no decir la certeza) de que se trataba de un gay acompañado por una amiga que, sinceramente, no sería capaz de definir sexualmente, ya que para mí no tenía nada que pudiese hacer que me inclinase por una u otra tendencia sexual.
En uno de esos paseos al agua del chico, pude comprobar que su polla estaba algo más "crecidita" de lo normal, pero tampoco le di mucha
importancia, teniendo en cuenta que la mía estaba más o menos igual. Estando yo tumbado boca abajo y dirigiendo mi mirada hacía sus toallas (lógico, estaban detrás de mí y en esa posición yo no podía mirar a otro lado), aprecié que el chico, cuando llegó de uno de esos paseos al agua y sabedor de que yo estaba viendo su toalla, se sentó con las piernas semiabiertas y empezó a masajearse esa polla circuncidada y morenita que exhibía lustrosamente. No era un masaje escandaloso pero sí con la suficiente delicadeza para que el "aparato" empezase a adquirir proporciones algo más rígidas que hasta ese momento había mantenido. Su mirada mientras lo hacía no estaba perdida, sino más bien se dirigía de una manera disimulada hacia mi zona, no de forma fija, pero sí con bastante frecuencia. "Su chica" estaba tomando el sol, tumbada, y en ese momento nada pudo apreciar de esa circunstancia.
La verdad es que no le di mucha trascendencia a esa actitud, pero lo cierto es que notaba como mi polla estaba reaccionando a la situación que estaban contemplando mis ojos. Entre eso y que yo estaba boca abajo, mi polla se empezó a poner algo dura y me empezó a recorrer una sensación de cosquilleo en el miembro, sensación que incluso me empezó a resultar muy agradable.
Aquí tengo que hacer un pequeño paréntesis: he de confesar que más de un día, estando sólo en mi casa y con un cierto recalentón fruto de haber estado viendo diferentes mujeres con ropa muy vaporosa, ligera, y en algún caso escasa en más de un local de ocio nocturno, entré en el ordenador en una página de internet que, no se cómo, me dirigió a salas de videoconferencias por zoom. En una de esas salas, que estaban definidas en ingles, entré y había un montón de cámaras web encendidas que mostraban hombres de todo tipo completamente desnudos y masturbándose, llegando incluso a correrse mostrando sus caras e interactuando entre ellos, algunos con sonido y otros a través del chat. Lo cierto es que más de una vez me excitó la idea, y encendí mi cámara también y comencé a tocarme la polla sin rubor alguno. Algún día mi excitación llegó a un punto de no retorno y llegué a masturbarme largamente mostrándome completamente desnudo, incluyendo en la imagen de mi cámara mi cuerpo y mi cara al completo, interactuando con algún chico y corriéndonos de placer ambos juntos delante de las otras 100 cámaras encendidas que nos estaban observando y nosotros a ellos. Alguno de esos días me puse tremendamente cachondo, si, y todo haciéndome un tremendo pajote con un montón de tíos completamente desnudos como yo y mostrándonos cuerpos y caras. Creo que puedo definirlas como de las mejores pajas y corridas de mi vida.
Y sigo. Sabido esto, ni que decir tiene que lo que estaba viendo en la cala, con la imagen de ese chico toqueteándose su polla delante de mí, me estaba excitando, y mucho más teniendo en cuenta que eso no era a través de un ordenador, sino que era absolutamente real y, además, a unos 3-5 metros de donde yo estaba.
La verdad es que la situación me empujó a que yo cambiase mi postura corporal y, dándome la vuelta en la toalla y poniéndome de medio lado, puse mi polla expuesta a la vista de ese chico. El se dio cuenta de mi movimiento y entonces ya empezó a tocarse la polla con bastante más intensidad, convirtiendo lo que empezó siendo un masaje, en una masturbación en toda regla, y sin sacar su vista de mi polla y cuerpo, centrándose a veces en mi cara. Yo, como no podía ser de otra manera, comencé a excitarme, a sentir un hormigueo en mi polla como me había pasado esas ocasiones delante del ordenador, pero ahora con mucha más fuerza y prontitud porque aquello estaba pasando realmente y a una mínima distancia el uno del otro. Se me pasaba por la cabeza que pasaría si me levantaba y agarraba su polla con mi mano y lo masturbaba yo, o si él venía a mi toalla y me masturbaba a mí mientras yo se lo hacía a él.
El caso es que sin casi darme cuenta, yo también comencé a masturbarme, despacio, me acariciaba la polla despacio, echando la piel del prepucio hacia atrás y tocándome el capullo delicadamente. Me di cuenta que tenía crema para usar y sin pensármelo dos veces, cogí la crema y me unté la polla con ella, lo que me permitió poder acariciar el prepucio sin la piel encima provocando una erección en toda regla y que la polla se pusiera dura como una piedra.
El chico vio mi excitación y ya no disimuló más. cogió su tubo de crema e hizo la misma maniobra que yo, se echó la crema mientras se acariciaba la polla y aprovechó para ponerse frente a mi y abrir las piernas completamente, ofreciéndome todo el miembro en su esplendor, y además reclinándose ligeramente hacia atrás para poder levantar un poco el culito poner a mi vista si ojete.
Todo esto me estaba poniendo escandalosamente excitado, la verdad es que no me preocupaba si había o no alguien más viéndonos, ni tan siquiera si nos estaban mirando. Para mi estábamos solos él y yo masturbándonos gustosamente y mostrándonos nuestras fuentes de placer a pleno rendimiento. Mi estado de desconexión era tal que no me acordaba que ese muchacho estaba al lado de una chica tomando el sol, y que si esa chica levantaba un poco la cabeza, podía perfectamente verme masturbándome para su acompañante. Yo también cambié mi postura y dejé de estar de medio lado tumbado. Pasé a la acción y me senté frente a ese chico y abrí todo lo que pude mis piernas para que viese totalmente mi entrepierna y el inicio de mi agujero de placer. Cuando estaba haciendo esa maniobra fue cuando me percaté de que la chica se había dado cuenta de que el chico que tenía al lado se estaba masturbando, y que eso la había excitado hasta el punto de que, sin levantarse, se había empezado también a acariciar el coño por fuera, como dándose caricias de arriba a abajo para provocar la sutil apertura de su vulva de forma progresiva. Al rato de ya estar ambos (él y yo) masturbándonos descaradamente el uno con el otro, ella se incorporó, y sin sacar la vista de mi cara y polla, comenzó también a frotarse el clítorix de forma acompasada, observándome en todos mis movimientos y viendo como mi cara estaba trasmitiendo cada vez más un placer que iba a provocar el final deseado. De vez en cuando miraba a su chico como se acariciaba su culito para mi mientras masturbaba su polla sin piedad, como su excitación iba en aumento a paso acelerado, y como su cara se estaba convirtiendo en una fuente de transmisión sexual exagerada.
Ella se excitó enseguida, se levantó, se puso en el medio de los dos de lado, y abrió sus piernas todo lo que pudo para mostrarnos lo absolutamente mojada que estaba, y como en poco tiempo esa sensación se iba a convertir en un brutal orgasmo.
Joder, yo no podía más, nunca me hubiese imaginado que eso me podría pasar en una playa, en un lugar público, y encima a la vista y expuesto a todo el mundo, tanto chicos como una chica.
Yo creo que ella se dio cuenta de que su chico y yo no íbamos a aguantar mucho más, así que aceleró el ritmo de sus dedos frotándose el clítorix y metiéndoselos en su vagina, provocándose un tremendo orgasmo de cuyos suspiros y grititos se enteraron en toda la cala.
Dada mi excitación yo no fui consciente de que su chico, a medida que iba creciendo su excitación, se fue acercando a mi toalla, hasta el punto de que nos encontrábamos los tres a escasos 30 centímetros. El gemía de placer, se tocaba su culito sin parar con sus dedos y se introducía uno en su agujero, mientras que con la otra mano seguía masturbándose sin pudor alguno. Yo cada vez me masturbaba con más fuerza, me tocaba la polla y el pubis como si estuviese acariciando un peluche, y comenzaba a pasar mis dedos por el ano como si no hubiese un mañana.
El orgasmo se intuía cercano, y eso también lo intuyó ella, así que después de haberse recuperado de su tremendo orgasmo, cogió nuestras pollas y comenzó a masturbarnos al unísono, dejándonos así campo libre para que nuestras manos y dedos se dedicasen a trabajar nuestros anos y a introducirnos un dedito en el, provocando en mí la sensación de que el dedo me estaba subiendo por todos los huevos y se me iba a salir por la polla. Yo creo que ese dedo estaba dándome un masaje prostático que estaba provocando la afluencia masiva de semen en mi polla y que la misma me iba a reventar.
Yo ya no podía mas. Mi compañero de viaje del placer vi que tampoco. Nos miramos cómplices, sonriendo, gimiendo, agotados, y a la vez yo observé a la chica que me estaba masturbando y pude apreciar como ella estaba deseando ver como me rompía en un orgasmo infinito, como me corría de placer y como de mi polla iba a manar una catarata de semen, que no se sabía hasta donde iba a llegar.
Y así fue. Ambos explotamos en un tremendo orgasmo acompañado de gemidos de placer y seguidos de un torrente de semen que yo tuve la sensación de que fue infinito. Que barbaridad!!! Nunca había sentido algo así. Fue descomunal. La excitación fue tremenda, no se si provocada por estar acompañado por el orgasmo del chico de la misma intensidad que el mío, por haberme masturbado una chica desconocida para mi, o por la riada de semen que salió de mi polla y de la de ese chico... O por todo junto. El caso es que la leche inundó absolutamente todos nuestros cuerpos, la mía regó el cuerpo de él y de ella, y la de él regó mi cuerpo y también el de ella.
Estuvimos un buen rato sin habla, sin movernos, con respiración acelerada, mirándonos los tres, observando, disfrutando, ella sin soltarnos las pollas y nosotros con un dedo metido en el culo y abiertos completamente de piernas.
Cuando la cosa se calmó ligeramente, ella sonrió, nos besó las pollas conjuntamente, lamió los prepucios de ambos, y se fue al agua a lavarse.
Nosotros nos quedamos mirándonos un buen rato, observándonos, viendo como nuestras pollas se convertían nuevamente a sus tamaños naturales de reposo, y comprobando que nuestras caras se entristecían cuando nos quitamos los dedos que teníamos metidos en el culo.
Giré mi cara y miré a mi alrededor antes de levantarme, y pude comprobar como algunas de esas parejas y tríos masculinos que estaban en la cala, se estaban dedicando a darse placer sexual sin rubor alguno, unos mediante sexo oral y otros incluso follando y comiéndose pollas a la vez, sin recato y sin pudor alguno.
Estaba claro que nuestro espectáculo había servido de chispa para el encendido de los fuegos artificiales.
Para acabar os diré que no he vuelto a saber nada de esa pareja de chico-chica, pero los recuerdo como el mejor orgasmo de mi vida.