Capítulo 6: Jugando en la piscina.
Ser el primero en irse a la cama conlleva que al abrir los ojos no se escuche ningún ruido. Eran las nueve de la mañana del sábado y Jorge roncaba como un búfalo. No había tenido sensación de calor en toda la noche, e incluso me había hecho falta echarme la sabana fina por encima. Me puse las chanclas y baje hacia el salón donde, para mí sorpresa, me encontré a Paula.
-Buenos días, abuelete...- se reía haciendo mención a las bromas de la noche anterior. Llevaba el mismo pijama de short amarillo, en el que destacaba un dibujito de Pikachu, que indicaba que era un retal reciclado de otro pijama, y una camiseta de lycra blanca, bastante ajustada, tras la que se podían intuir, aunque con poca claridad, sus tetas sin sujetador.
Bostecé. -Buenos días...- a la par que me estiraba. -Joder, ¿ya estás despierta? ¿A que hora acabasteis anoche?
Dije cogiendo asiento en la mesa del salón que habíamos usado para cenar la noche anterior. Un olor a café empezó a hacerse notar cada vez más.
-Carlos y yo nos subimos sobre las cuatro o así... El resto se quedó. Yo es que soy de madrugar, me gusta aprovechar el día y no dormir tanto.
Seguía sonriendo y me ofreció un café que acababa de hacer. Acepté y ambos nos lo tomamos en silencio. De vez en cuando mis ojos se paraban en sus pezones transparentados por la camiseta. Miriam nos sorprendió a ambos. Entró con andares pesados, como en estado zombie.
-Buff he dormido fatal hoy...-Dijo con la voz bastante tomada.
-Nos ha dado a todos por madrugar por lo que veo.. -Paula se reía. Se levantó de la mesa y ofreció otro café a su amiga.
-Joder tía, que ruidos anoche...
Paula puso cara de sorpresa.
-No hicimos tanto ruido no...
-Ah, ¿Que tu también? -Miriam abrió los ojos y miró a su amiga sonriendo.
-Hombre no... Si te parece...
Ambas se descojonaron y a mí me dio por pensar que no fui el único que escucho los gemidos de Alicia, tampoco que ellos fueran la unica pareja que hizo uso de la cama.
-Vamos, que ayer os lo pasasteis bien todos...- metí baza en la conversación.
-Hijo, yo que sé... No se qué le dieron a Carlos ayer...- Termino la frase apartando la mirada, avergonzada pero con sonrisa de diabla.
-Que cabrona.. jajaja- se reía Miriam.
En mi cabeza me imaginé a Paula a 4 patas, su postura favorita, como ya había admitido en alguna ocasión, mientras era embestida a saco por mi colega. Mi polla dio un espasmo y pensé que era mejor retirarme. Como en la noche anterior no dije nada, me límite a recoger los restos de mi desayuno, llevarlos a la cocina y tumbarme en un sofa del salón a mirar videos en Youtube.
Escuché un ruido de chanclas bajando la escalera, pero desde mi posición no atine a ver quién era. Oí la voz de Alicia pasando cerca del sofá donde yo estaba.
-Joder y yo pensando que sería la primera...-Dijo, seguramente dirigiéndose a sus amigas que seguían en la mesa.
-Despues del ruido de ayer, guapa... -Le reprochó Miriam, aunque acabo riendo.
-Joder, que polvazo eche... -suspiro ella.
Alguien tuvo que hacerle alguna seña porque acto seguido se giro a buscarme.
-Joder, que susto, Héctor.- La dio por reír, pero en el fondo se la notaba avergonzada.
-No pasa nada, seguid...- no termine la frase, ya lo hicieron Paula y Miriam, a coro, por mi. -¡QUE ERES EL AMIGO GAY!
Los cuatro reimos a carcajadas.
Alicia se sentó y desayunó junto a sus amigas. Se las oía cuchichear, aunque no conseguí descifrar nada. Seguramente estuviesen hablando de la noche anterior. Los tíos tenemos fama de fanfarrones, pero las mujeres son muy de contar su vida sexual entre amigas especificando hasta el más mínimo detalle. Seguí a lo mío hasta que vi bajar a Oliver. Este besó a Alicia y vino a saludarme. Por lo visto la noche anterior habían estado hablando de hacer una barbacoa. Supongo que también se dieron una vuelta por el jardín y, como yo, se dieron cuenta de que había carbón y pastillas de encendido de sobra. Decidimos que si, que teníamos ganas. Cogimos su coche y fuimos al pueblo a comprar algo de carne y pan. Durante las gestiones hablamos un poco de todo. De fútbol, de cine, del curro que iba a empezar el mes siguiente... De todo menos de mi incidente con Alicia, del que Oliver parecía no saber nada. Seguía con la mosca detrás de la oreja y esperaba que ella se lo hubiese tomado como algo sin importancia.
Llegamos a la casa cargados. Habíamos comprado carne, pan de hogaza y algo de dulce en un obrador. Estábamos acalorados y no tardamos en cambiarnos para ir a la piscina, donde algunos ya estaban tomando unas cervezas y jugando a la pelota. Me lancé a bomba y, junto con el resto de tíos, empezamos a hacer el gamba. Saltábamos, nos empujabamos, tirábamos de unos a otros hacia abajo... Sacamos un cuarto del agua fuera. Las chicas se fueron despavoridas entre reproches que apelaban a nuestra falta de civismo. Entre unas cosas y otras nos dieron las dos de la tarde y tocaba hacer el fuego. Oliver se ofreció voluntario y el resto íbamos echando una mano por turnos.
Miriam se alejó para hablar con su novio por teléfono y Jorge estaba junto a Oliver en la barbacoa. Dentro del agua quedábamos Carlos, Alicia, Paula y yo. Paula se subió en los hombros de su novio, para molestia de él que no se lo esperaba, y nos propuso una batalla de "parejas." Carlos y yo nos miramos con poco convencimiento, pero fueron otra vez las mujeres quiénes tomaron la decisión por nosotros.
Me incline levemente y Alicia se subió sobre mis hombros. Se colocó de mala manera, por lo que tuve que acomodarmela a una posición en la que mis hombros no sufriesen tanto, tocando su culo. Tenía un tacto brutal. Suave y bastante depresible. No dijo nada. No sé si porque ella misma buscaba esa situación o porque, lo más lógico, entendía que no había maldad en mis actos. El juego terminó pronto. Carlos aguantaba más la estabilidad y eso unido a que Alicia era bastante pato a la hora de empujar, hizo que en cinco minutos ya nos hubiesen tirado una decena de veces. Paula era como una niña pequeña y celebraba a gritos las victorias. Alicia, más picada, se medio enfadó y entró sin decir nada al chalet. Todos nos reímos viendo su actitud y bromeamos con ello. Al rato, al ver que no volvía, me preocupe. Con la excusa de ir a por cervezas me metí en la casa. Busque por la planta de abajo, pero nada. Subí las escaleras llamándola.
-Va, Alicia, que ha sido una broma. No te piques por eso.
No me respondía. No había ruidos. Dudé si seguir, pero me daba cosa por ver si realmente se había enfadado. Vi la puerta de su cuarto entornada y la empuje. A la izquierda, en el lado del baño, no había nada. Ni la la luz encendida ni nada que indicase que había pasado por allí. Gire la cabeza hacia la derecha y la vi. Estaba frente a mí con esa sonrisa dulce que la caracterizaba, pero desnuda. Completamente desnuda. Se notaba el poquito del corte del bikini. Sus dos tetas, más grandes de lo que pensaba, con forma de gota estaban ante mi. Los pezones erizados, quizá por el efecto del agua, y unas aureolas de tamaño grandecito y rosadas. Baje admirando sus amplias caderas desnudas. El ombligo, en el que destacaba una bolita de color fluorescente como piercing, y su coño. Lo tenía completamente depilado. Era bonito, con unos labios gorditos que asomaban hacia fuera. Me deleite contemplandola. Una vez volví en mi, la mire a los ojos.
-Joder, lo siento...- intenté girarme pero ella lo impidió.
Se me acerco y me susurró al oído de forma suave. -Ahora ya estamos en paz.