Aquella casa rural...

EscritorFrustrado

Miembro muy activo
Desde
1 Jul 2023
Mensajes
106
Reputación
490
Antes de comenzar me gustaría comentar que lo narrado aquí tiene una base real. Intentaré cambiar los datos justos para camuflar la identidad de los personajes pero a la vez tendré cuidado para no perder ni un ápice del morbo. Responderé dudas o preguntas por mensaje privado si así lo deseais.

Espero que os guste.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
CAPITULO 1 ¿SALIMOS O QUÉ?
El mes de Julio había llegado apretando con fuerza. Acabábamos de salir de una epoca de confinamiento jamás vista y teníamos ganas de aprovechar el tiempo perdido. Las restricciones nos impedían hacer muchos de los planes que iban apareciendo en el grupo de Whatsapp que compartíamos, así que acabamos optando por el que mas factible de realizar era. El viernes me levanté bien temprano para lavar el coche. Aproveché el ligero fresco mañanero para acercarme al supermercado y terminar de comprar lo que, como siempre y a última hora, el resto se fijo que faltaba. Eran las diez de la mañana cuando aparqué el coche en la puerta de Alicia. Quité el contacto porque, por experiencia, ya sabía lo que tocaba. Quince minutos después de la hora de quedada ella salía del portal cargada con su equipaje y un par de bolsas con comida y productos varios. Vestía un short vaquero corto, de estos con aspecto raído. Recordé como en otras ocasiones ya había comentado a sus amigas, en voz alta, que había desechado ponerse esa prenda para "salir" y únicamente la usaba para bajar a la piscina, playa o en días de batalla (tipo ir al rio.) El motivo era que el pantalón le venía ya algo justo, aunque no le resultaba incomodo, al contrario, por eso se lo seguía poniendo. Ese hecho lo pude constatar al bajarme del coche para ayudarle a meter las cosas en el maletero y fijarme en su trasero. El short marcaba a la perfección la forma de su culo, grandecito, redondo y respingón, y dejaba a las claras, a juzgar por como se acentuaba la separación entre nalga y nalga, que debajo había un tanga. Intenté no ser demasiado cantoso disfrutando las vistas, y no pude evitar embobarme mirando como, debido a lo corto del short, los cachetes asomaban ligeramente por la parte de abajo.
Negué con la cabeza e intenté volver a poner cordura en aquello.
-Ya pensaba que me iba solo...- solté con un deje que sonaba a reproche.
-Hijo, pues es lo que hay. Siempre tengo que estar yo pendiente de todo lo del grupo.- Dijo visiblemente molesta.
A pesar de no llegar si quiera al metro sesenta de altura, Alicia demostraba tener carácter. Un carácter que nadie adivinaría tras aquella cara tan dulce en la que predominaban dos ojazos redondos marrones y unos labios gruesos que muchas veces solía pintar de rojo. Llevaba su largo pelo castaño recogido en una cola de caballo bien hecha que despejaba su prominente frente. Algunos dirían que afeandola, pero para mí no era algo a tener en cuenta. Fuimos a saludarnos con dos besos y, al agacharme, pude terminar de observar su atuendo. Al short se le sumaba una camiseta a rayas horizontales, negras y blancas, de tamaño fino, de manga corta a la altura del hombro. Calzaba unas bambas de color blanco que debía haber lavado para la ocasión.

-Bueno, ¿Qué? ¿A dónde vamos?- Dije intentando ponernos en marcha.
Ella consultó su teléfono mientras ambos nos montábamos en el coche. -Pues, no lo sé. He escrito hace un rato a Paula, pero no me ha contestado.
Solté un bufido de impaciencia que ella respondió con una mirada retadora. -Si quieres vamos primero a por Miriam.
Ni contesté. Ya sabía como iban estas cosas. Prendí el contacto y conduje a la casa de Miriam, en unos adosados a las afueras. Paré junto a la puerta y toqué el claxón. Al poco la puerta de arriba se abrió y ella salió a la entrada, mirándonos a través de la verja. Iba con un pijama super pequeño que la quedaba algo ancho. Tenía el pelo recogido de mala manera en un moño y llevaba las gafas, que le daban un morbo tremendo. Tenía la cara lavada, sin gota de maquillaje que le diese algo de brillo, pero a Miriam nunca le hizo falta. Es de esas mujeres que conseguirían hacer correrse a un hombre solo mirándole a los ojos. Me vino a la mente la conversación que tuve con otro de los amigos del grupo en unos carnavales. Entre el maquillaje y el disfraz elegido, ambos nos miramos a la cara y, casi a coro, dijimos lo mismo: "Vaya cara de zorra." Cuando la vi aparecer supe lo que vendría ahora. Ella también, por eso tomó la iniciativa y trató de excusarse.

-Había quedado con Paula en que me llamaba cuando estuviese lista. Pensaba que pasabais primero a por ella.- Soltó tras un bostezo. Alicia me miró como queriendo decir "te lo dije."
-Siempre igual. Voy a tener que daros un premio el día que estéis a la hora.- Dije visiblemente enfadado.
-Bueno, no te pongas así. Yo tardo poco en vestirme. El resto de cosas las dejé preparadas ayer.
-No, si todavía faltaría que tuvieses que hacer la maleta ahora...- Contesté metiendome en el coche.
-Bueno, no empieces tu también.- Alicia me regañó. Ella también parecía molesta, pero no quería empezar a crear problemas sin haber aún salido.
Le sonó el móvil. La escuché hablar sin apenas prestar atención mientras configuraba el ordenador de a bordo para poner el gps. Colgó.

-Es Paula, que ya casi está.- Me miró a mí.- Vamos a echar gasolina y después pasamos a por ella.- Se giró hacia donde estaba Miriam.- Y tú, guapa, date prisa...
Alicia se metió en el coche y Miriam cerró la puerta de su casa casi a la carrera. Yo volví a arrancar y me dirigí a la gasolinera.

-Tranquilízate, que no se va a acabar el mundo. Tengamos la fiesta en paz.- Me soltó ella cuando ya habíamos salido de la urbanización. Era una de las personas que mejor sabía como y qué decirme. Ella y yo habíamos forjado muy buena relación al compartir tres años de clases de inglés. Tanto, que me contó en confianza bastantes cosas de su vida. Incluido cuando empezó su actual relación con uno de mis mejores amigos. Ella se bajó a comprar unos chicles mientras yo accionaba la palanca con la que abrir el deposito. Cuando bajé me fije en el gasolinero mirando descaradamente como las nalgas de Alicia se movían al andar.
-Lleno, por favor.- Interrumpí sus pensamientos. Seguramente, intentando adivinar si el tanga era de hilo o triangulo. Él se sobresaltó.
-Si, claro, enseguida.
Llenó el tanque y me cobró. Cuando volví al coche Alicia ya estaba sentada a mi derecha, de copiloto.
-¿Quieres? Están super buenas.- Dijo con la boca llena tendiendome una bolsa de Lays.
-Son las once de la mañana, ¿Cómo te puedes estar comiendo eso ahora?
-Es que no he desayunado..
A pesar de no hacer ejercicio y comer de malas maneras, Alicia no perdía un cuerpo para el pecado. Tenía los kilitos justos para que las formas fuesen atractivas sin llegar a estar gorda.

Unos minutos después aparcaba enfrente del portal de Paula. Ella ya estaba en la acera, esperando sentada sobre la maleta. Paula es una de esas mujeres a las que la píldora le ha venido fenomenal. Cuando la conocí era una absoluta radiografía. Sin apenas culo y mucho menos tetas. Fue recetarle aquella maravilla el ginecólogo y empezar a hincharse. Ella también fue lista y supo complementar "el inflado" con ejercicio que mantuviese lo que le venía bien y eliminase el excedente. Como resultado, ante mí estaba el ejemplo claro de mujer española: Pelo oscuro, ojos marrones, piel morena y cuerpo esbelto y duro. Vestía un short mas piscinero, de tela de chándal, y una camiseta de tirantes blanca que marcaba la redondez y lo abultado de sus pechos. Y, sí, ella también era novia de otro de mis amigos. Me volví a bajar e hice hueco en mi Renault Megane para los nuevos bártulos. Ella enseguida tomó la iniciativa y jugó al tetris con mi maletero tratando de acoplar todo de manera eficiente. Di las gracias por ese momento en el que ella se inclinó lo suficiente para dejarme ver un canalillo tan largo que me permitió ver el lacito rosa que adornaba la parte central de su sujetador blanco.
-¿Todo listo? - Dije.
-Falta Miriam!- Se apresuró a decir Paula.
-Ya, ya lo sé.- Resoplé por tener que afirmar que conocía tal obviedad y volví a notar la mirada de Alicia.

Conduje, esta vez a mas velocidad, hacía casa de Miriam. Se notaba que la situación me estaba superando.


-Uh... tranquilo jaja que la casa no se va a ir...- Paula dramatizaba la situación agarrándose de forma cómica a una de las puertas.
Alicia quiso decir algo pero se lo calló.

Llegamos a casa de Miriam al poco. Ella, al igual que Paula, ya esperaba fuera sentada en su maleta. Vestía un short vaquero, en el que destacaba un cinturon marrón, y una camiseta que quedaba algo ancha y mostraba su ombligo, adornado con un piercing brillante. Miriam era alta, aunque no tanto como Paula. Estaba muy delgada, aunque era una delgadez elegante. Esto había hecho que fuese seleccionada varias veces para trabajar como azafata en distintos eventos. Sus largas y finas piernas, que acababan calzando unas zapatillas blancas, descansaban sobre la maleta de manera natural y sexy.

Con ella tardamos menos. La colocación previa de Paula, muy organizada, hizo que la maleta de su amiga entrase de manera rápida y fácil. Ella se colgó automáticamente la medalla.

-¿Falta algo?- dije con sorna.
-No, voy a decirle a Carlos que salimos.

Mientras enfilaba a coger la autopista escuché las llamadas de Paula y Alicia a sus parejas. Ambas les decían que les querían y que llevasen cuidado cuando les tocase salir a ellos para allá, después de trabajar. Puse rumbo a un pueblo perdido de la sierra de Ávila y, hasta la noche, esta iba a ser mi única compañía.
 
Última edición:
Tiene pinta de que el protagonista, aunque los novios también vayan con ellos, va a tener algo con alguna si no con todas. Interesante comienzo.
 
Capítulo 2: Mejor de lo que esperabamos

El viaje se hizo ameno. Tan pronto como enfilamos la autovía, Alicia se adueñó del Spotify y comenzó a poner música de diferentes estilos. Destacaba el reguetón y la bachata, provocando que las chicas cantasen a viva voz y se meneasen dejando destellos de la maxima sensualidad que se podían permitir al ir sentadas y con el cinturón de seguridad. Estaban animadas y me transmitían buen rollo. El camino no se hizo tan largo.

Llegamos al pueblo sin incidencias, aunque encontrar la casa rural fue otro cantar. El dueño comenzaba a impacientarse, puesto que ya excedía en algo mas de media hora el horario pactado y aun no habíamos llegado. Paula comenzó a maldecir al tipo, soltando toda una retaila de improperios. Yo, levemente, levanté la voz para darle la razón. Alicia seguía con sus miradas y Paula se enfado por no cerrar filas junto al resto. Es superior a mí, no aguanto la impuntualidad.

Por fin localizamos la casa. Había que cruzar el pueblo al completo y, justo a la salida del mismo, pudimos ver el chalet. La primera entrada que vimos era dirección prohibida, así que tuve que dejar a Alicia y Paula, que eran quienes habían gestionado todo,e irme con Miriam a dar la vuelta y encontrar el camino correcto. No estábamos como para seguir tentando a la suerte y quedarnos sin vacaciones por hacer enfadar al dueño. Conseguí ver un camino y enfile con mi Megane entre una maraña de baches y polvo. Miriam se reía y trataba de picarme sobre el reciente lavado de mi coche y lo poco que había durado.

Aparqué el coche junto a la verja de entrada, dejando el maletero mirando hacia la entrada, y ambos nos bajamos. La casa estaba abierta, supusimos que nuestras amigas ya estarían en el interior. Nos quedamos embobados mirando todo, era bastante más espectacular que en fotos. Un salón completamente diáfano pero dividido en ambientes se divisaba nada más entrar. A la decoración no le faltaba un detalle. Todo parecía caro, así que ambos nos miramos pensando que mejor era no romper nada. Junto a la entrada había una habitación pequeña, que Miriam no dudo en agenciarse nada más verla.

-Aqui duermo yo, que soy la única chica que ha venido sin novio.

Yo no dije nada. Seguí mirando la estancia y avance hacia las cristaleras que mostraban un enorme jardín. Abrí con cuidado la corredera y salí al exterior. El césped estaba cuidado al detalle. Había un porche amplio con una mesa enorme en la que apetecía echarse una copa. Mire a la izquierda y vi la piscina, en la que ya estaban Paula y Alicia junto a un hombre de unos sesenta años que debía ser el dueño. Me acerqué sin decir nada.

-Ven por aquí.- escuché decir al hombre mientras me acercaba. Paula fue tras él. El tipo levantó una trampilla de metal verde y se agachó. Invito a mí amiga a hacer lo propio.
-Ves, aquí está la depuradora. Con este botón se enciende y se apaga. Si se va la luz tenéis que volver a accionarla o el agua quedará estancada. No creo que lo hagáis, pero si queréis pasar el limpiafondos hay que cambiar esta manivela, siempre con la depuradora apagada.

Noté que eran demasiadas explicaciones para solo cinco días de piscina y entonces me fijé. Paula estaba de rodillas frente al tipo, inclinada para ver bien todo. Él, con la vista oculta por unas gafas de sol oscuras, continuaba las explicaciones, subiendo y bajando la cabeza al hablar. El cabron tenía a mi amiga ofreciéndole unas vistas espectaculares de su escote y estaba disfrutando, sin que ella se percatase.
Empezó a reírse. -Bien, parece que lo has pillado. A ver, hazlo tú.

Intervine.

-Expliquemelo a mí.- Dije al tiempo que me acercaba. -Al final me tocará hacerlo, y es mejor estar informado de primera mano.

Lo solté bromeando, aunque con una intencion clara. Paula se levantó con rapidez, agradecida de quitarse ese marrón, y yo me agaché junto al hombre que pareció mosquearse y abrevió sus explicaciones. Antes de marcharse, el tipo me señaló una estructura al final de la piscina. Accionando un botón que había dentro de la casa, se ponían en marcha una serie de mecanismos de aluminio que cerraban la piscina en unos minutos.

-Aqui algunas noches refresca, esto mantiene el recinto de la piscina a buena temperatura, hace una especie de invernadero. Por si os queréis bañar a la luz de la luna...
La última frase la soltó con un deje salido, mirándolas a ellas.

Acompañé al tipo a la puerta y evite decir nada a las chicas sobre la posibilidad de que Paula hubiese regalado una buena paja a aquel viejo verde. No iba a conseguir nada y seguramente el comentario jugase en mi contra y el enfado fuese para mí.

Dimos una vuelta a la casa. Esta vez a nuestro rollo. Ellas se repartieron las habitaciones, las más grandes para las parejas, y a mí me tocó una a compartir con otro de los colegas que venía sin novia. Pronto surgió la primera pega: había un único cuarto de baño y éramos siete. Bueno, uno único compartido. La habitación que había escogido Alicia para ella y su chico tenía uno dentro. Ellas hablaron y yo me límite a bajar mi maleta e irme acoplando. Cuando volví ya habían decidido que ese baño también se compartiría. Ayude a las chicas a bajar sus equipajes y subirlos a la segunda planta, donde estaban todas las habitaciones, excepto la de Miriam. También sacamos la comida y el resto de bebida que llevábamos con nosotros. Se había decidido en petit comité llevar el máximo de cosas posibles desde casa, por si acaso no había supermercados cerca o no tenían lo suficiente. La comida de ese día la llevábamos en tupper, así como patatas fritas, bollos y chucherías varias para pasar el primer día de piscineo. Optamos por dejar lo pesado o inevitable para poder comprar allí: Agua, leche, cocacolas... De no ser posible, avisaríamos al segundo grupo para que lo trajeran ellos.

Me tumbe en la cama y estuve respondiendo algunos WhatsApps y mirando redes sociales. Vi a Miriam dando una vuelta por la casa, grabando todo en plan House tour, para mandar a su novio. Él era el típico chico celoso que se enfadaba a la mínima y saltaba con cualquier asunto. Nadie entendía como a estas alturas una chica tan maja como ella llevaba tanto tiempo con un tío así. Con el paso de los años ella aprendió a pasar cada vez más de él y a hacerle menos caso. Por eso estaba en este viaje.

Vi que la expedición se relajaba bastante y me levanté. Me asome desde la parte de arriba, desde la que se veía todo el salón, en el que estaban tumbadas Paula y Alicia, y di dos palmadas fuertes.

-Bueno, que os dormís. ¿Vamos a comprar? Prefiero hacerlo ya para luego relajarme y no mover más el coche. Además, lo tengo mal aparcado a propósito.

Todas aceptaron. Hicimos hueco en el maletero y fuimos a un Mercadona cercano, a la entrada del pueblo, que habíamos visto al llegar.

Antes de entrar pusimos un modesto bote. Las novias pusieron la parte de sus parejas y yo la del otro colega. Miriam solo puso la suya. Camine por los pasillos siguiendo a las féminas que hacían y deshacían a su antojo. Yo solo era el encargado de llevar el carro y asentir, amén de cargar los objetos pesados en el mismo. Alicia, que no se había quitado el short, seguía llamando la atención de los hombres que nos íbamos cruzando. Raro era el que no miraba, de reojo o sin discreción, las nalgas asomando por el bajo del pantalón.

Cargamos algunas cosas. Sobre todo leche para desayunar, Nesquick, café y mezcla para los cubatas de por la noche. También algunos aperitivos para tomarnos unas cervezas a media tarde. Una vez hecho esto, cargamos el coche y volvimos al chalet.

Me descargue el coche casi solo. Deje todo en la cocina y a ellas colocandolo y me subí a la habitación. Me coloque un bañador y baje a la piscina, a la que me tire sin miramientos. El agua estaba casi helada y me sentó cojonudamente. Paula salió riéndose al escuchar la zambullida. Me grabo con el móvil para enviárselo, probablemente, a su novio.
-Este no ha tardado en bañarse, mirale.
La escuchaba decir.
-¡Vamos, cabrones, que estoy solo entre mujeres! - grite desde la piscina mientras lanzaba oleadas de agua con las manos. Paula volvió con el móvil hacia dentro riéndose. Yo salí y cogí una toalla para secarme. Aproveche el momento para mirar alrededor e ir reconociendo el entorno. Me di cuenta de que al fondo del jardín había una barbacoa y me acerqué. Comprobé que aún quedaban pastillas de encendido y carbon. Pensé en que al resto les podía apetecer hacer un poco de carne un día de esos. Volví hacia la zona de la piscina y me senté en una tumbona a dejar que el sol terminase de llevarse las ultimas gotas de mi cuerpo. Cuando me note seco, entre de nuevo en la casa. Las chicas andaban preparando algo de comida. Sacaban tuppers con macarrones y los calentaban de forma rápida en el microondas.

Comimos sin apenas articular palabra. Se nos notaba cansados del viaje, del madrugón y de las compras. Una vez hubimos terminado, recogimos todo y yo opte por subirme a la habitación a tumbarme un rato. Ellas se quedaron abajo hablando.

Me quedé dormido. Cuando desperté comprobé que llevaba como una hora durmiendo. Escuché jaleo en el jardín y me asome por la ventana. Allí estaban ellas, saltando en el agua y chapoteando. Miriam llevaba un bikini de ensueño, verde oscuro. La braguita se unía en los laterales por un aro metálico que juntaba dos pequeñas tiras. El sujetador era del mismo estilo, se unía en el centro con el mismo aro. Paula iba con un clásico bikini negro, palabra de honor, que resaltaba su pechazo y le daba una forma muy sexy. A Alicia, al estar sentada en el bordillo, no pude verla bien. Adivine que el sujetador era normal, no palabra de honor, pero poco más. Decidí despejarme y bajar.
 
Yo creo que va a tener un affaire con Miriam. Parece que su relación no va muy bien con su novio y entre estos 2 puede surgir algo.
 
Capitulo 3 Estrenando la piscina

Me gire hacia la cama. Note la humedad en las sábanas, no sé si por haber sudado o es que mi bañador seguía mojado cuando me tumbe. Busqué la maleta y la abrí, sacando mi neceser. Cogí la crema solar y me impregne el gemelo, justo donde tengo el tatuaje. Hecho eso bajé las escaleras y salí al exterior. Fue llegando a la piscina cuando me percaté de que las chicas habían dejado sus juegos para pasar a hacerse fotos. Vi a Alicia, dentro del agua, en una de las esquinas. Estaba de espaldas a mi. Paula estaba unos pasos tras ella, haciendo pie, enfocándola con el móvil. Parecía que su intención era hacerle una foto artística. La espalda de Alicia estaba completamente desnuda. Me tope con su sujetador descansando sobre el bordillo. La imagen era muy sensual.

-¿Molesto? - dije riendo, avisando de mi llegada pero sin aminorar o frenar la marcha.

-Jaja, joder, que silencioso eres...-Alicia se reía, aunque era evidente que las había cortado el rollo. Se medio tapó con un brazo, por si acaso aunque era imposible que la viese, y alargó su brazo para agarrar el sostén.

-Por mi no os cortéis... Soy el amigo gay.- Guiñé un ojo a Miriam que se reía desde una tumbona y las otras dos hicieron lo propio.

-Claro, que cabron eres...- soltó Paula.

Alicia, con ayuda de Paula, se abrochó el sujetador. Se acaba a la espalda por medio de dos cuerdas, nada de enganches. Ahora sí me fijé en su forma y color. Era de tela fina, rayado a diferentes colores. Dejaba a las claras que, de un verano para otro, Alicia habia aumentado alguna talla de sujetador. Como luego comprobé, había cogido unos kilitos que se habían ido repartiendo por su cuerpo de forma heterogénea. Aún así, seguía estando muy buena.

Enganché la toalla que había dejado descansando sobre una tumbona antes de comer. La extendí y me tumbe en la que estaba más cercana a Miriam. Ella descansaba con estilo y elegancia. Sus piernas eran largas, aunque la flacidez que mostraban le daba un toque menos perfecto, a la par que natural. Me fijé en las ultimas gotas que quedaban amarradas a su piel, cerca de su ombligo en el que destacaba su piercing. En el brillo del sol golpeando su moreno y en sus cinturas y caderas, que invitaban al sexo salvaje. Recordé una confesión que hizo una vez en grupo, en una de esas noches en las que el alcohol y el estar agusto charlando desinhiben hasta el punto de acabar soltando cosas que, de decirlas en otro momento, equivaldrían a un arrepentimiento instantáneo. "Siempre que follo tengo que echar uno arriba, sino no me quedo agusto."
Pensé en aquello sin apartar la vista de Miriam y note mi polla empezando a palpitar.

-Eh! Empanado...
Volví en mí y vi a Miriam y al resto de chicas mirándome fijamente riendo.
-Joder... Me sientan fatal las siestas..- mentí. Ellas volvieron a reír y supe que había escondido bien mis cartas. - Creo que me vendrá bien un chapuzón...- Nada más acabar la frase me levanté como un resorte y me zambullí en bomba muy cerca de Alicia, sacando bastante agua fuera del vaso. Emergi con las voces de Alicia llamándome bruto y las risas del resto.

-¿Podiamos jugar a algo? - Dijo Paula.
Alicia parecía también dispuesta a ello, mientras que Miriam seguía tomando el sol reclinada sobre la tumbona.
-Creo que en el coche tengo una pelota de goma vieja.
Los tres miramos a Miriam que no parecía por la labor de querer moverse.
-Joder, tía... Que huevazos tienes.- Dijo Alicia saliendo del agua por la escalera. El pelo empapado se le quedaba pegado a la espalda. Baje más la mirada y vi la braguita del bikini, fina con estampado de leopardo, de un claro que no resultaba choni, jugando a perderse entre las nalgas. Que culo más redondo había tenido siempre, ¡Dios! A pesar del frío del agua, mi polla parecía volver a alegrarse. Se secó ligeramente, apretándose la toalla contra el cuerpo, y la indique que sobre la mesa de la entrada estaban las llaves. No deje escapar ni un instante con la mirada hasta que se perdió en el interior de la casa. Mientras me relajé en el agua, apoyadondo la espalda casi contra el bordillo. Cerré los ojos. Cualquiera pensaría que estaba cansado, pero realmente intentaba limpiar la mente para que aquella erección no fuese a más. Alicia volvió al poco rato. Lanzó desde lejos la pelota, que cayó a plomo en el agua, y vino a la carrera. Sus pechos botaban. Se lanzó sin pensar, está vez devolviéndome a mí el remojon. El agua me entró en los ojos y me perdí la mejor parte. Paula vociferaba entre gritos que acababa de ver una teta a su amiga. Todas se rieron, yo rabie en silencio.

Estuvimos un buen rato jugando los tres a devolver con golpes la pelota al resto. No combinabamos más de tres golpes seguidos, pero nos divertimos. Sobre todo yo, que no paraba de ver los movimientos de las tetas de mis amigas, arriba y abajo. Esperaba que se escapase algo. Que alguna de las dos repitiese un descuido que ya me quemaba haberme perdido, pero no fue así. Cuando me cansé, salí del agua. Me sequé un poco de pie y me acople en la tumbona de antes, está vez sin Miriam al lado. Cogí el móvil y mire por encima redes sociales, aunque prestando siempre un poco de atención a lo que tenía alrededor. No tardaron en volver a su rollo de fotos. La verdad, la piscina, la casa y el jardín eran un paraje especial que merecía ello. Miriam pronto saco su faceta de modelo. Mire de reojo como repetía, una y otra vez, una salida del agua, apoyandose en el bordillo, mientras Alicia esperaba fuera, movil en mano, para captar ese instante. Deseé con todas mis fuerzas que esas fotos acabarán siendo subidas a redes. Las otras dos no tardaron en animarse. Entre Alicia y Miriam convencieron a Paula para hacerse una foto que ellas denominaron "rollo pivon" tumbada completamente bocarriba en el bordillo y captando la imagen desde arriba. Yo seguía en mi papel de estar absorto, ayudando a que ellas se soltasen más. Pronto me vino la sed y supuse que apartarme unos minutos sin decir nada igual podía venir bien al asunto.
 
Tarde o temprano, se va a desencadenar la batalla. Sigo pensando que con Miriam va a pasar algo. Con las otras tengo bastantes dudas porque los Novios van a llegar y no veo opciones de que con ellos allí pase algo.
 
Tarde o temprano, se va a desencadenar la batalla. Sigo pensando que con Miriam va a pasar algo. Con las otras tengo bastantes dudas porque los Novios van a llegar y no veo opciones de que con ellos allí pase algo.

Tarde o temprano algo va a pasar.
La candidata más firme es Miriam, que ha ido sin el novio.
Pero no hay que descartar a Alicia y Paula para que también pase algo con ellas.
 
Tarde o temprano algo va a pasar.
La candidata más firme es Miriam, que ha ido sin el novio.
Pero no hay que descartar a Alicia y Paula para que también pase algo con ellas.
Con Alicia hay cierta atracción, pero si va a llegar el novio, no va a ser fácil.
 
Capítulo 4: Sorpresas de la convivencia.

Dentro de la casa se respiraba paz. No corría apenas el aire, a pesar de tener las ventanas abiertas. Busqué algún tipo de aire acondicionado y junto a la puerta de entrada encontré un termostato. Pulse el botón de encendido y automáticamente los conductos de ventilación, en los que no nos habiamos fijado, empezaron a soltar aire fresco. Puse la temperatura a 20 grados y dejé que la casa se enfriase. El motor hacia bastante ruido, así que supuse que descartaríamos usarlo por la noche. Volví a la cocina y abrí el frigorífico. Cogí algunas cervezas, Desperados para ellas y Estrella Galicia para mí, y las metí en un cubo que encontré. También saque un par de bolsas de patatas. El cubo me vino bien para transportar todo desde la casa hasta la zona del jardín, junto a la piscina, en la que ellas seguían.

Cuando llegue, Miriam posaba en el bordillo. Estaba de lado, dejando que el contorno de su cuerpo fuese devorado por la cámara. Me fijé otra vez en sus caderas y cintura. Ese hueso marcadito y el piercing que no dejaba de brillar. Ya de por si era tremenda, pero en esa actitud, junto con el bikini, estaba buenísima.

-Traigo refuerzos...- Dije levantando el cubo con una mano.

-Mirale que majo... Al final si vas a ser el amigo gay...- dijo Alicia sonriendo amable cuando me vio llegar.

-Os lo he dicho, por mí no os cortéis con el topless...- Bromee.

-Ya quisieras, guapo... -Zanjo ella riendo a la par que se acercaba al cubo a por su cerveza.

Nos tumbamos cada uno en una tumbona. Ahora estaban justas, cuando llegase el resto ya sería otro cantar. Los rayos de sol todavía pegaban, aunque la temperatura no era excesivamente calurosa. Se estaba bastante a gusto. Bebimos y fuimos picando patatas en silencio, cada uno consultando su teléfono. Paula debió aburrirse porque empezó a poner música en su teléfono, conectado por bluetooth a un altavoz inalámbrico. La música amansa a las fieras y anima a las mujeres. Eso pensé cuando vi que Paula y Alicia se levantaban y bailaban agarradas una bachata. La verdad es que las cabronas tenían arte. Movían las caderas de forma extraordinaria y el contoneo de sus culos se volvía hipnótico. El de Paula más terso y duro, con apenas movimiento. El de Alicia, más gordito y flácido era un vaivén espectacular.

Miriam y yo sonreíamos y animabamos a que siguiesen. De pronto ambas se soltaron y vinieron hacia nosotros. Alicia me escogió a mí. Con total naturalidad y confianza, sin vergüenza ninguna, pegó su cuerpo al mío. Noté su mano en mis riñones a la par que empezaba a marcar el ritmo.

-Vamos, que tú sabes bailar... No me seas palo ahora.- Dijo riendo animada.

Alicia y yo habíamos bailado ya anteriormente. De fiesta, con alcohol de por medio, me soltaba más, y casi siempre era ella quien buscaba al chico mas animado del grupo para, durante unos minutos, bailar algo. Pero ese momento, con tan poca ropa...

Hice un poco el paripé y me aparte rápido, aludiendo aburrimiento. Alicia bufó y me acusó varias veces de soso. Miriam y Paula seguían bailando.

El sol estaba cayendo. Eran casi las ocho de la tarde cuando escuchamos varios pitidos en la parte delantera de la casa. Alicia y Paula se levantaron sobresaltadas y corrieron, probablemente porque sabían que los autores de aquellos ruidos eran sus parejas. Miriam y yo les seguimos a menor velocidad y con menos ímpetu.
En un coche venían Oliver, Carlos y Jorge, este último mi otro colega soltero. Oliver se bajó del asiento del conductor y se inclino para besar en los labios a Alicia. Paula hizo lo propio con Carlos. Jorge y yo nos dimos un abrazo y acto seguido este saludo a Miriam con dos besos. Acompañe a mis amigos a dejar sus cosas en las habitaciones que ya habían distribuido ellas. Jorge dejó las suyas en la mía y Oliver en la contigua, que compartía con su chica. Llevaban algo cansados y acalorados del viaje, así que se cambiaron rápido y bajaron a la piscina.

Estuvimos bastante rato haciendo el gamba en el agua. Saltos, empujones, ahogadillas... Y muchas voces. Suerte que estábamos alejados de la mano de Dios, si no alguien ya hubiese llamado a la policía. Abrimos otra tanda de cervezas y bebimos los tercios sin salir de la piscina. Estaba a punto de caer la noche cuando caímos en la cuenta de que no había nada preparado de cenar. Miriam se escabulló rápido hacia el baño, para no perder turno. El resto estuvimos en la cocina decidiendo qué cenar. Cuando llegan esos momentos y cada uno elige una cosa, no puedo suceder nada mas allá de enfados y piques. Viendo el percal, y sabiendo que soy de comer cualquier cosa, aproveche para lanzar una bomba de humo y subirme a la habitación. Saque con cuidado de la maleta un boxer limpio y el neceser de baño y cogí una toalla limpia del armario. Caminé hacia la habitación de Oliver y Alicia para darme una ducha. Supuse que la lucha por ver qué se cenaba y a quien le tocaba cocinar duraría bastante, así que ni me percate en echar pestillo alguno. Disfrute del agua cayendo sobre mi cabeza. No me gustan las duchas frías, asique puse el grifo en posición templada. Entre la temperatura del agua cayendo sobre mi y los recuerdos que se me venían a la mente de la tarde de piscina, mi polla empezó a despertarse y yo aproveché para acariciarme sutilmente. La tenía ligeramente empalmada. Corté el grifo y comencé a jabonarme. Con la mano fui aplicandome gel por todo el cuerpo incluida la polla, quedando con aspecto brillante y algunas partes con espuma.

Estaba tan ensimismado disfrutando de la ducha que no depare en qué al otro lado, en la habitación, había movimiento. La cortina de la ducha se abrió de manera rápida y me topé de bruces con Alicia.

-Hos...tías...- Frente a mí estaba ella. Aún seguía en bikini, aunque llevaba una toalla de baño en la mano. Su cara era de absoluta sorpresa. Casi tenía la boca abierta. Solo artículó una palabra, a la par que su mirada iba a parar por debajo de mi cintura.
 
Esto empieza a coger temperatura. Se ha quedado impresionada.
Yo no sé si con todas con dos o con una, pero el.protagonistq con alguna va a tener sexo.
 
Última edición:
Capítulo 5: Secretos nocturnos.

Seguía muerto de vergüenza mientras cogía un cacho de pizza recién salida del horno. Alicia estaba frente a mí y no era capaz de aguantarle la mirada. ¿O sería al revés? En todo caso no me iba a quedar jugando a ver quien aguantaba más por si el resto se daba cuenta. Miré a Oliver. ¿Tendría que decírselo? "Oye, mira, que tu novia me ha visto la polla. Y creo que no ha puesto cara de ofendida, la verdad." Nos llevamos de puta madre, pero me arrancaría la cabeza en un segundo. ¿Lo sabría alguien más? Mire a Paula y Miriam, las dos únicas posibles confidentes. Ninguna pareció hacer gesto extraño. Aparentemente, ambas me miraban de forma natural. Bueno, probablemente no haya dicho nada... Aún. ¿Lo dirá? ¿Se lo callará? Infinitas preguntas y escenarios se empezaron a abrir camino en mi cabeza, hasta que llegué al punto que no debería haber llegado: ¿Le habrá gustado? Negué con la cabeza. No me di cuenta de que aquel gesto no había pasado desapercibido en la mesa. Todos me miraban como si estuviese poseído.
-¿Te pasa algo?- Paula me miraba con preocupación.
-Nada, son cosas mías, no os preocupéis.- Cogí el plato y lo llevé hacia la cocina. Miriam me siguió.
-Estás rayado, ¿Verdad? Todos aquí en parejas...

Las palabras de Miriam me resultaron un salvavidas para tapar el posible distanciamiento que se podía producir esos días. Quizá utilizando ese discurso y ese argumento pudiese enmascarar situaciones que, por vergüenza, me costaría más tener.

-Si, bueno, es lo de siempre. Se planean vacaciones de grupo y acaban siendo de parejitas con algún sujetavelas.

-Que tonto eres...-Miriam me abrazó. Debo ser mejor actor de lo que imagino.-No te preocupes, ya te llegará tu momento, eres muy buen chico.
Siguió hablándome con su cuerpo pegado al mío. Notaba el aire salir de su boca muy cerca de mi oreja. Llevaba un pijama corto y ancho, muy parecido al de esa mañana. Note que no llevaba sosten porque sus pequeñas tetas se apretaban contra mi pecho sin apreciar método de sujeción alguno.
No quise quedar como un desagradecido y la abrace también. Deje llevar mis brazos sin más y justo la rodee con ellos por encima del trasero, a la altura de los riñones.
-Ojala encuentre una la mitad que tú de buena persona.- Sonreí.
Ella hizo lo propio y me dio un beso en la mejilla. Ambos salimos de la cocina después de aquel momento tan especial como si tal cosa. En la mesa ya no estaban los chicos. Habían comenzado a preparar las bebidas y sacaban todo "el botellón" a la terraza. Paula y Alicia si estaban sentadas, una al lado de la otra, y ambas se quedaron mirándome cuando aparecí. Mierda, se lo había contado. A ambas se les escapó una sonrisa traviesa y Alicia, tratando de disimular una aparente vergüenza, se levantó a recoger lo que faltaba.

-Mira que eres tonta, eh...- dijo entre risas antes de marcharse.

Ambas amigas se miraban sonriendo. Hasta Miriam lo notó y las siguió a la cocina. No sin antes soltar un leve - A ver, a ver.. ¿Que me tenéis que contar?- que acerté a escuchar mientras traspasaban el umbral de la puerta. No quería saber más. Cogí mi teléfono móvil, que aún descansaba en la mesa en la que habíamos cenado, y salí a la terraza a ver qué estaban cociendo los demás.

Ayudé a preparar algunas botellas y me eché la primera copa. Cuando terminó de oscurecer dimos las luces del jardín y nos sentamos a tomar el fresco, admirando el paisaje que teníamos ante nosotros. Alguno comentó el mercado de fichajes. Otro habló del futuro estreno de una película que todos teníamos ganas de ver y escuché de refilón varios cotilleos del barrio, pero mi mente seguía en la conversación que estarían teniendo en la cocina.

-Bueno, ¿Que pasa que tardáis tanto?

Carlos se levantó e hizo ademán de ir a buscar a las féminas, pero se encontró con que ya volvían. Todas sonrientes, como los niños que descubren una trastada y se mueren por contarla pero no pueden. Bastaba con que el alcohol empezase a rular para que todo aquello explotase dejándome a mí con cara de idiota, teniendo que explicar aquella situación.

Antes de que Oliver se lanzase a preguntar el motivo de tanta risita y mirada, levante la voz.
-Echamos unas cartas, ¿O que?

El debate para elegir juego hizo que la comidilla del día pasase a segundo plano. Ya no había risas ni miradas, todo parecía ir normal. Alicia se sentó en el extremo opuesto al que estaba yo, junto a Oliver. De vez en cuando se hacían carantoñas, caricias o se daban besos. Alguna de esas ocasiones me permitió descubrir, al ella inclinarse hacia el para besarlo, que no llevaba sujetador. Vestía con un pijama que consistía en camiseta de tirantes y short, con un dibujo de Betty boop en la parte central de la camiseta. De las tres, era el que parecía más caro. Cada vez que se inclinaba podía ver la forma del pecho, sin nada que la sostuviera asomando por un lateral. Joder, así no hay quien pueda centrarse.

Perdimos varias partidas al Chinchón. El alcohol ya empezaba a hacer efecto y el llevar ya un buen rato sentados sin parar de beber hacia que la cabeza diese vueltas. Me sentí algo mareado, situación por la cual aproveche para despedirme. El grueso del grupo trato de picarme para que me quedara. Aludieron a mi poco aguante, a ser un blando o a estar ya viejo, pero no caí. Me levanté como pude y caminé hacia las escaleras que daban al piso superior. Tuve tiempo de escuchar a Alicia reprocharme mi falta de energía con un escueto "está de un soso..."

Miriam seguía preocupada por mí y vino detrás. Entramos a mí habitación y nos quedamos bastante tiempo charlando. Estaba buenísima y era un ángel, seguía sin entender porque continuaba en esa relación. Hablamos de la vida, de las aspiraciones de cada uno, de lo jodido que estaba siendo el hacernos mayores y empezar a adquirir responsabilidades... Y de lo que Alicia les había contado. Y ahí vino mi sorpresa. Según ella, la novia de Oliver había sugerido que yo andaba así por estar enamorado. Que le sonaba haberme visto días antes con una chica. Miriam intentó tirarme de la lengua para ver que sacaba y la vacilé.

-¿No te acuerdas que el otro día fui a recoger el dinero de lo del alcohol a tu casa? Igual nos vio juntos y...

-Que imbécil eres... Jajaja

-¿Imbecil? Están todos de risas abajo y tú estás en mi cama... Eso no se lo cuentes a tu novio. - la guiñé un ojo al terminar la frase.

Ella se descojono a la par que se levantaba y daba por zanjada la conversación.
-Bueno, me voy. Que ya estás empezando a delirar por el alcohol.- Sonreía. Antes de perderse al otro lado de la puerta me dijo
-Que sueñes con cosas bonitas.-Y cerró.

No sé a qué hora vino Jorge a acostarse. Tampoco a qué hora cesó la fiesta abajo. Solo se que me despertó un golpe en plena madrugada y después unos gemidos que alguien intentaba ahogar. Joder, Oliver y Alicia se estaban montando una buena fiesta.
 
Yo creo que Alicia desde el incidente lo ve de otra forma. No me sorprendería que esté con el novio pensando en él.
Por otra parte cada vez veo más posibilidades de que entre Miriam y el pase algo.
Lo que si tengo claro es que tarde o temprano va a pasar algo. Yo creo que con Alicia también va a pasar algo. Porque a Ella me da que el le pone y si le ha visto el aparato y es de buen tamaño ella se va a excitar cada vez más, hasta el punto que creo que está follando con el novio pensando en él.
 
Con Mirian fijo que pasa algo, como se preocupa por él, esta atenta a cualquier cosa que le pase.
Con Alicia también va a pasarvalgo, no se va a quedar tranquila, ya la vio y ca a querer catarla también.
Con Paula hay que ver aun si algo puede pasar, todo depende si Alicia de contó lo que vio u otra cosa como le dijo a Miriam.
Ahora solo queda esperar a ver como se dan las cosas con cada una.
 
Atrás
Top Abajo