Mi sobrina de 18 años y yo (Relato real)

Hola de nuevo.

Dejé el relato de lo sucedido con mi sobrina después del encuentro que tuvimos en su casa el jueves 5 de diciembre de 2024.

Conté cómo ese día, entre otras cosas, Teresa me permitió desvirgarla analmente y, además, también permitió que me corriera dentro de su culo.

Pasó bastante tiempo hasta el siguiente encuentro. Con puente y vacaciones de Navidad de por medio, no fue posible volver a quedar hasta mediados del mes de enero. Concretamente, el miércoles 15 de enero.

Ese casi mes y medio que había transcurrido entre el encuentro de diciembre y el de enero lo habíamos pasado entre mensajes de deseo y miradas furtivas en las comidas y cenas de Nochebuena, Navidad, etc. Jamás hicimos ni hacemos nada cuando estamos en familia, porque por muy solos que creamos llegar a estar en algún momento puntual, siempre puede aparecer alguien (empezando por mis hijos, por ejemplo) y destrozarse todo.

Así pues, cuando todos volvimos a la normalidad estudiantil y laboral, enseguida buscamos fecha para nuestro siguiente encuentro.

Y este tuvo lugar, como he dicho, el miércoles 15 de enero.

(Antes de seguir, diré que el día después de la primera experiencia anal, esto es, el 6 de diciembre, escribí a Teresa para saber cómo se encontraba y me dijo que bien, un poco dolorida analmente pero que a la vez sentía como si le vibrase el culo por dentro, como si le palpitase, y eso le gustaba mucho, la tenía encendida. Y, preguntada por mí si repetiría, Teresa respondió que sí, que con cuidado pero que sin duda repetiría).

El encuentro del día 15, que tuvimos en mi casa, fue brutal. Al igual que lo fueron los siguientes, que tuvieron lugar el lunes 27 de enero (en su casa), el viernes 7 de febrero (en mi casa), y el lunes 24 de febrero (en su casa).

Todos estos encuentros estuvieron cortados por el mismo morboso patrón sexual: en ellos ya incluímos el sexo anal sin problema. Es verdad que el 15 de enero fui de nuevo con cuidado, por el tiempo que había pasado desde la primera vez; pero en los siguientes, yendo también siempre con cuidado, el sexo anal fue más intenso, llegando incluso mi sobrina el 24 de febrero a cabalgarme sobre su culo.

En todos estos encuentros, además y como no podía ser de otro modo, terminé corriéndome en su culo. Es verdad que en el encuentro del 7 de febrero Teresa me preguntó, después de correrme, qué pasaba con lo de hacerlo en su boca. Yo no entendí qué me quería decir, y me hizo saber que si yo quería hacerlo ella lo haría por mí, dejaría que yo eyaculara en su boca.
Yo le dije que de eso nada, que a mí me daba igual eyacular en su boca o no, que nunca iba a pedírselo, y que si alguna vez pasaba tendría que ser cuando ella quisiera de verdad, cuando le apeteciera, y que no tenía ni que decirme nada, solo hacerlo.

En eso quedó todo, y para que no os hagáis falsas esperanzas, en los siguientes encuentros tampoco pasó nada relacionado con la eyaculación en su boca.

Finalizado el encuentro del 24 de febrero en su casa, hablamos sobre su cumpleaños, que tendría lugar tres días después, el 27 de febrero. Yo le dije que me gustaría celebrarlo con ella a lo grande en cuanto se pudiera, y de inmediato y mirando el calendario, convenimos en quedar el lunes siguiente, 3 de marzo (que ella no tenía clase y a mis hijos, que tampoco tenían clase, los iban a llevar mis suegros al Safari Madrid).

Aunque hubiera sido más cómodo quedar en su casa, le dije que me gustaría que viniera a la mía, así podría preparar convenientemente todo. Mi sobrina se volvió insultantemente pícara en ese momento y me dijo sonriendo después de morrearme:
  • Qué tienes pensado para mí, que te temo?
  • Ya sabes, nada que no te vaya a dar muuuuuuuucho placer -le respondí.
  • Más?????
  • Siempre se puede más.
  • Pues ya estoy deseando que llegue el lunes -dijo Teresa.
  • Llegará y lo gozarás -sentencié.
Lo que yo tenía pensado lo preparé dos días después, el miércoles 26, que tuve la oportunidad de acercarme a Alcorcón, a la tienda outlet de Amantis, y allí adquirir (en metálico y no con tarjeta) dos artículos como parte de mi regalo de cumpleaños para mi sobrina.

Pero antes de que llegase el 3 de marzo, celebramos toda la familia su 19 cumpleaños en su casa el sábado 1. Fue muy morboso mirarla en cada momento y saber que ese cuerpo estaba siendo mío desde hacía meses. Que estaba cumpliendo 19 años y yo había tenido el honor y el placer de besarla, devorarla, penetrarla... Fue imposible evitar estar empalmado todo el tiempo que estuvimos allí.

Y así de caliente pasé el domingo 2 y llegué al lunes 3, día de nuestro encuentro. Habíamos hablado la tarde anterior de quedar directamente a una hora aproximada, entre 10.15 y 10.30 horas. Teniendo en cuenta que su madre se iba a trabajar a las 8.30, convenimos en cualquier caso que yo la avisaría y la recogería en cuanto mis suegros saliesen de casa con mis hijos hacia el Safari Madrid.

Como el Safari abre a las 10.30 y está lejos de Madrid, a las 9.45 mis suegros estaban saliendo con mis hijos hacia Aldea del Fresno. A esa hora avisé a mi sobrina de que saldría a buscarla 15 minutos después, 15 minutos que aproveché para dejar preparado lo que había comprado en Amantis.

Y así, llegué a Barajas sobre las 10.25 horas, avisando a Teresa 5 minutos antes de que estaba llegando. Dos minutos después de aparcar, llegó mi sobrina, y de inmediato nos dirigimos hacia mí casa.

Mientras hablábamos de su cumpleaños, de los regalos que le habían hecho, mi mano se fue, como lo había hecho la primera vez que fuimos a mí casa y que era algo que yo no había vuelto a hacer las siguientes veces que fuimos a mi casa (porque no me gusta ser previsible y no quería que Teresa creyese que siempre que fuéramos en mi coche una a pasar eso), a su entrepierna.
  • Ummmmm, pensé que no querías volver a hacerlo después de la vez aquella -me comentó casualmente Teresa.
  • Bueno, no quería "acomodarte", que dieras por sentado lo que iba a pasar cada vez que subieras aquí conmigo -le dije yo-. A que no te lo esperabas?
  • No, pensé que directamente ya no querías hacerlo.
  • Pues, ya ves... Sorpresa -y, dicho esto, comencé a acariciar su sexo por encima del pantalón vaquero que Teresa llevaba.
  • Espera, que te lo pongo más fácil -dijo mi sobrina, y de inmediato se bajó los pantalones y las bragas hasta las rodillas.
  • Ummmmm, así me gusta sentirte.
  • Es que tengo muchas ganas, tío.
  • Pues no se hable más -le dije mientras llevaba mi mano a su encharcado coño peludo, el cual empecé a masturbar lentamente.
  • Oooooohhhh, ya me haces levitaaaar -gritó Teresa mientras se corría.
  • Qué rapidez! -dije.
  • Si es que te necesito dentro de mí, caray.
Teresa estaba muy caliente y cachonda, pues no hice más que meter dos dedos en su coño y volvió a correrse. Mi polla reventaba el pantalón, y mi sobrina se dio cuenta, diciendo:
  • Veo que tú también me echabas de menos.
  • Esta -dije señalando con mi cabeza hacia mi polla- y yo, siempre te echamos de menos.
  • Puedo? -me preguntó mi sobrina acercando sus manos a mi pantalón.
  • Debes.
Teresa se subió las bragas y el pantalón y, a continuación y con mucha maña, bajó la cremallera de mi pantalón y, metiendo la mano, sacó mi parte de polla por ahí. Se le abrieron los ojos como platos y dijo:
  • Cuánto la echaba de menos.
Los dos nos reímos, y lo que quedaba de camino a casa, mi sobrina lo pasó con acariciándome el capullo y masturbando la parte de la polla que salía de la cremallera.

Yo estaba como una moto, así que cuando llegamos al garaje no tardamos nada en salir del coche, subir en el ascensor y entrar en mi casa. Nada más cerrar la puerta a mis espaldas, atraje a mi sobrina hacia mí, y mientras nos comíamos la boca metí la mano en su pantalón por detrás, por debajo de las bragas, buscando su culo, y le dije:
  • Has sido muy mala en el coche, este culo merece unos azotes.
  • Esa es mi sorpresa de cumpleaños? -me preguntó Teresa.
  • En absoluto, tu sorpresa es mucho mejor y más morbosa. Ven conmigo -y, diciendo esto, fuimos directos a mi habitación.
No tardamos en desnudarnos sin dejar de sobarnos, y aunque yo no soy muy de ir directamente al grano, no quise esperar mucho más para comenzar con las sorpresas, así que coloqué a mi sobrina tumbada boca abajo en la cama, y, como había hecho el día que la desvirgué analmente, después de devorarla entera la hice poner a cuatro patas con un cojín bajo las caderas.

Le comí el coño y el culo con pasión, haciéndola correrse un par de veces, y tras jugar un poco con mis dedos en su culo, alargué mi mano hasta la mesilla de noche, la abrí y saqué de ella un plug de tamaño pequeño y un sobre de lubricante.

Teresa me preguntó:
  • Qué es eso? Qué tramas?
  • Ahora mismo lo verás... Y lo catarás -le dije sonriendo.
  • Cómo??? -preguntó mi sobrina.
  • Relájate y disfruta, como siempre -fue lo único que le dije, antes de poner lubricante en el plug, y, acercándolo a su culo, empezar a jugar en su entrada con él.
  • Ummm, ya me tienes loca como siempre -dijo Teresa.
No respondí. Comencé a masturbar su coño con mi mano izquierda mientras con mi mando derecha empecé a introducir suavemente el plug en su culo.
  • Aaaaahh, qué sensación -dijo Teresa.
  • Te molesta? -pregunté.
  • Noooo, es solo que es tan diferente... Pero sigue, por favor.
Y eso hice. Sin dejar de masturbarla, el pequeño plug desapareció en el culo de mi sobrina hasta que hizo tope. Teresa ya berreaba como era natural en ella, y empapó mi mano de sus jugos tras volver a correrse.

Yo no tenía intención de quitarle el plug, así que me puse un preservativo, la giré y, poniendo sus piernas en mis hombros, me dispuse a penetrarla.
  • Cómo? No me quitas eso? -dijo mi sobrina.
  • Jejeje, no solo no lo voy a hacer, a menos que te duela y tú me lo pidas, sino que ahora vas a sentir lo que es estar doblemente penetrada.
Y dicho esto, le clavé mi polla de un solo golpe y empecé a bombear con fuerza. Los gritos de placer de mi sobrina superaron cualquiera de los que había escuchado anteriormente, y entre esos gritos decía cosas como:
  • Síiiiiiii, jodeeeeeer, me siento llena, me estás partiendooooo. Qué placeeeeer.
Sus corridas empezaron a ser continuas, y como yo quería que sintiera algo más, salí de ella momentáneamente para pedirle que me cabalgara, algo que hizo de inmediato mientras me comía la boca y me decía al tiempo que yo azotaba su culo (que seguía con el plug puesto):
  • Diossss, no sé qué me has metido, pero me encantaaaaaa.
  • Pues imagínate que en lugar de ser un aparato de silicona fuese una polla de verdad.
  • Uffff, no me digas eso, jodeeerr, otra veeeezzzzz.
Y volvió a correrse mientras yo le apretaba sus durísimos pezones.

Poco después tuvimos que parar por cansancio y por mi cercanía a la eyaculación, y entonces nos besamos al tiempo que Teresa me decía:
  • Quiero ver lo que me has metido.
  • Ahora mismo -respondí yo.
Bajé por su cuerpo devorándola, y al llegar a su coño mojadísimo empecé a comérselo mientras le quitaba el plug del culo. Volví a subir por su cuerpo para, finalmente, enseñarle el plug.

Ella me preguntó curiosa su nombre, de qué estaba hecho, si había más tamaños, etc. Yo le di respuesta a todas sus preguntas y le dije que lo había comprado para que sintiera lo que era estar, de algún modo, doblemente penetrada.
  • Me cuesta imaginarlo de verdad -dijo Teresa-, y mucho más haciéndolo, pero ha sido muy morboso y placentero.
  • Pues de verdad se multiplican morbo y placer -le dije.
  • Calla, calla, que me pongo malísima.
Y volvimos a besarnos, a morrearnos, a comernos. Mi sobrina me hizo una estupenda mamada y yo terminé follándola al estilo misionero hasta que me corrí en sus tetas.

Descansamos, nos besamos, nos reímos... Al rato, empezamos a movernos para vestirnos, pero antes de que ella se pusiera las bragas, le dije:
  • Espera, falta una sorpresa.
  • Otra??? -dijo mi sobrina realmente sorprendida.
  • Otra más.
Y volví a abrir el cajón de la mesilla, esta vez para coger otro objeto pero sin que Teresa supiera lo que era.

Bajé a su sexo y, tras hacer una concienzuda comida de coño y culo que la hizo correrse como una fuente, empecé a meter el artilugio en su coño.

El artilugio no era otra cosa que unas bolas chinas de tamaño estándar. Cuando la primera de ellas ya se había perdido en la inmensidad del coño de mi sobrina, ella levantó la cabeza y, con los ojos en blanco, me gritó:
  • Pero qué me estás haciendo hoy, que me estás matando de placer?
  • Pues falta una -le dije, y sin mediar otra palabra introduje la segunda bola china en su coño, que la recibió sin problemas-.
  • Aaaaaahhhh, qué es esto, Diosssssssss, qué placeeeeerrr.
  • Pues lo vas a llevar puesto hasta casa -le dije-.
  • Qué???? Tú quiere que desfallezca?
  • Jajaja, no será para tanto, además irás sentada -.dije sonriendo-. Ven, incorpórate despacio.
  • Uffffff, cómo lo siento, qué me has metido? -preguntó mi sobrina.
  • Se llaman bolas chinas, y además de para evitar la continencia urinaria en mujeres, también sirven para dar placer, como estás comprobando.
  • Es una locura, qué placer!!!
  • Ven, incorpórate -le dije.
Teresa empezó a caminar como si fuese un bebé dando sus primeros pasos, con temor, hasta que le dije que caminara normal y disfrutara, y entonces a cada paso cerraba los ojos de placer.

Salimos de casa, con mi sobrina gozando al sentir las bolas chinas jugando en su coño. El camino a casa en el coche fue divertido, erótico y vicioso, hasta tal punto que ella me dijo que tenía que tocarse aunque fuera por encima, que sentía el deseo.

Le dije que lo hiciera, pero para mayor comodidad y morbo, le pedí que se bajara pantalón y bragas y que se masturbara libremente, y que cuando llegáramos cerca del metro donde la solía dejar le quitaría las bolas chinas.

Y así lo hizo. No tuve ni que rozarla, ella misma se masturbó salvajemente con las bolas chinas puestas, teniendo un orgasmo brutal.

Después de eso, llegamos junto a la boca de metro, aparqué en una zona tranquila y, besándola profundamente, le saqué lentamente las bolas de su coño mientras ella me abrazaba fuertemente y gemía.

Le enseñé las bolas, completamente encharcadas de sus jugos, y mi sobrina alucinaba del placer que le habían dado. Me dio las gracias por tanto como había disfrutado y bajándose del coche nos despedimos con el deseo de volver a encontrarnos lo más pronto posible.

Lo que pasó semanas después lo contaré próximamente.

Gracias como siempre.
Alberto.
 
Última edición:
Tu sobrina sabe que escribes esto
Lo conté relatos atrás.
Sí, sabe que cuento nuestros encuentros. De hecho, lo hago porque ella me lo permitió; se lo comenté antes de enviarlo y me dijo que sí, que sentía curiosidad por saber lo que opinábais.
 
Hola de nuevo.

Dejé el relato de lo sucedido con mi sobrina después del encuentro que tuvimos en su casa el jueves 5 de diciembre de 2024.

Conté cómo ese día, entre otras cosas, Teresa me permitió desvirgarla analmente y, además, también permitió que me corriera dentro de su culo.

Pasó bastante tiempo hasta el siguiente encuentro. Con puente y vacaciones de Navidad de por medio, no fue posible volver a quedar hasta mediados del mes de enero. Concretamente, el miércoles 15 de enero.

Ese casi mes y medio que había transcurrido entre el encuentro de diciembre y el de enero lo habíamos pasado entre mensajes de deseo y miradas furtivas en las comidas y cenas de Nochebuena, Navidad, etc. Jamás hicimos ni hacemos nada cuando estamos en familia, porque por muy solos que creamos llegar a estar en algún momento puntual, siempre puede aparecer alguien (empezando por mis hijos, por ejemplo) y destrozarse todo.

Así pues, cuando todos volvimos a la normalidad estudiantil y laboral, enseguida buscamos fecha para nuestro siguiente encuentro.

Y este tuvo lugar, como he dicho, el miércoles 15 de enero.

(Antes de seguir, diré que el día después de la primera experiencia anal, esto es, el 6 de diciembre, escribí a Teresa para saber cómo se encontraba y me dijo que bien, un poco dolorida analmente pero que a la vez sentía como si le vibrase el culo por dentro, como si le palpitase, y eso le gustaba mucho, la tenía encendida. Y, preguntada por mí si repetiría, Teresa respondió que sí, que con cuidado pero que sin duda repetiría).

El encuentro del día 15, que tuvimos en mi casa, fue brutal. Al igual que lo fueron los siguientes, que tuvieron lugar el lunes 27 de enero (en su casa), el viernes 7 de febrero (en mi casa), y el lunes 24 de febrero (en su casa).

Todos estos encuentros estuvieron cortados por el mismo morboso patrón sexual: en ellos ya incluímos el sexo anal sin problema. Es verdad que el 15 de enero fui de nuevo con cuidado, por el tiempo que había pasado desde la primera vez; pero en los siguientes, yendo también siempre con cuidado, el sexo anal fue más intenso, llegando incluso mi sobrina el 24 de febrero a cabalgarme sobre su culo.

En todos estos encuentros, además y como no podía ser de otro modo, terminé corriéndome en su culo. Es verdad que en el encuentro del 7 de febrero Teresa me preguntó, después de correrme, qué pasaba con lo de hacerlo en su boca. Yo no entendí qué me quería decir, y me hizo saber que si yo quería hacerlo ella lo haría por mí, dejaría que yo eyaculara en su boca.
Yo le dije que de eso nada, que a mí me daba igual eyacular en su boca o no, que nunca iba a pedírselo, y que si alguna vez pasaba tendría que ser cuando ella quisiera de verdad, cuando le apeteciera, y que no tenía ni que decirme nada, solo hacerlo.

En eso quedó todo, y para que no os hagáis falsas esperanzas, en los siguientes encuentros tampoco pasó nada relacionado con la eyaculación en su boca.

Finalizado el encuentro del 24 de febrero en su casa, hablamos sobre su cumpleaños, que tendría lugar tres días después, el 27 de febrero. Yo le dije que me gustaría celebrarlo con ella a lo grande en cuanto se pudiera, y de inmediato y mirando el calendario, convenimos en quedar el lunes siguiente, 3 de marzo (que ella no tenía clase y a mis hijos, que tampoco tenían clase, los iban a llevar mis suegros al Safari Madrid).

Aunque hubiera sido más cómodo quedar en su casa, le dije que me gustaría que viniera a la mía, así podría preparar convenientemente todo. Mi sobrina se volvió insultantemente pícara en ese momento y me dijo sonriendo después de morrearme:
  • Qué tienes pensado para mí, que te temo?
  • Ya sabes, nada que no te vaya a dar muuuuuuuucho placer -le respondí.
  • Más?????
  • Siempre se puede más.
  • Pues ya estoy deseando que llegue el lunes -dijo Teresa.
  • Llegará y lo gozarás -sentencié.
Lo que yo tenía pensado lo preparé dos días después, el miércoles 26, que tuve la oportunidad de acercarme a Alcorcón, a la tienda outlet de Amantis, y allí adquirir (en metálico y no con tarjeta) dos artículos como parte de mi regalo de cumpleaños para mi sobrina.

Pero antes de que llegase el 3 de marzo, celebramos toda la familia su 19 cumpleaños en su casa el sábado 1. Fue muy morboso mirarla en cada momento y saber que ese cuerpo estaba siendo mío desde hacía meses. Que estaba cumpliendo 19 años y yo había tenido el honor y el placer de besarla, devorarla, penetrarla... Fue imposible evitar estar empalmado todo el tiempo que estuvimos allí.

Y así de caliente pasé el domingo 2 y llegué al lunes 3, día de nuestro encuentro. Habíamos hablado la tarde anterior de quedar directamente a una hora aproximada, entre 10.15 y 10.30 horas. Teniendo en cuenta que su madre se iba a trabajar a las 8.30, convenimos en cualquier caso que yo la avisaría y la recogería en cuanto mis suegros saliesen de casa con mis hijos hacia el Safari Madrid.

Como el Safari abre a las 10.30 y está lejos de Madrid, a las 9.45 mis suegros estaban saliendo con mis hijos hacia Aldea del Fresno. A esa hora avisé a mi sobrina de que saldría a buscarla 15 minutos después, 15 minutos que aproveché para dejar preparado lo que había comprado en Amantis.

Y así, llegué a Barajas sobre las 10.25 horas, avisando a Teresa 5 minutos antes de que estaba llegando. Dos minutos después de aparcar, llegó mi sobrina, y de inmediato nos dirigimos hacia mí casa.

Mientras hablábamos de su cumpleaños, de los regalos que le habían hecho, mi mano se fue, como lo había hecho la primera vez que fuimos a mí casa y que era algo que yo no había vuelto a hacer las siguientes veces que fuimos a mi casa (porque no me gusta ser previsible y no quería que Teresa creyese que siempre que fuéramos en mi coche una a pasar eso), a su entrepierna.
  • Ummmmm, pensé que no querías volver a hacerlo después de la vez aquella -me comentó casualmente Teresa.
  • Bueno, no quería "acomodarte", que dieras por sentado lo que iba a pasar cada vez que subieras aquí conmigo -le dije yo-. A que no te lo esperabas?
  • No, pensé que directamente ya no querías hacerlo.
  • Pues, ya ves... Sorpresa -y, dicho esto, comencé a acariciar su sexo por encima del pantalón vaquero que Teresa llevaba.
  • Espera, que te lo pongo más fácil -dijo mi sobrina, y de inmediato se bajó los pantalones y las bragas hasta las rodillas.
  • Ummmmm, así me gusta sentirte.
  • Es que tengo muchas ganas, tío.
  • Pues no se hable más -le dije mientras llevaba mi mano a su encharcado coño peludo, el cual empecé a masturbar lentamente.
  • Oooooohhhh, ya me haces levitaaaar -gritó Teresa mientras se corría.
  • Qué rapidez! -dije.
  • Si es que te necesito dentro de mí, caray.
Teresa estaba muy caliente y cachonda, pues no hice más que meter dos dedos en su coño y volvió a correrse. Mi polla reventaba el pantalón, y mi sobrina se dio cuenta, diciendo:
  • Veo que tú también me echabas de menos.
  • Esta -dije señalando con mi cabeza hacia mi polla- y yo, siempre te echamos de menos.
  • Puedo? -me preguntó mi sobrina acercando sus manos a mi pantalón.
  • Debes.
Teresa se subió las bragas y el pantalón y, a continuación y con mucha maña, bajó la cremallera de mi pantalón y, metiendo la mano, sacó mi parte de polla por ahí. Se le abrieron los ojos como platos y dijo:
  • Cuánto la echaba de menos.
Los dos nos reímos, y lo que quedaba de camino a casa, mi sobrina lo pasó con acariciándome el capullo y masturbando la parte de la polla que salía de la cremallera.

Yo estaba como una moto, así que cuando llegamos al garaje no tardamos nada en salir del coche, subir en el ascensor y entrar en mi casa. Nada más cerrar la puerta a mis espaldas, atraje a mi sobrina hacia mí, y mientras nos comíamos la boca metí la mano en su pantalón por detrás, por debajo de las bragas, buscando su culo, y le dije:
  • Has sido muy mala en el coche, este culo merece unos azotes.
  • Esa es mi sorpresa de cumpleaños? -me preguntó Teresa.
  • En absoluto, tu sorpresa es mucho mejor y más morbosa. Ven conmigo -y, diciendo esto, fuimos directos a mi habitación.
No tardamos en desnudarnos sin dejar de sobarnos, y aunque yo no soy muy de ir directamente al grano, no quise esperar mucho más para comenzar con las sorpresas, así que coloqué a mi sobrina tumbada boca abajo en la cama, y, como había hecho el día que la desvirgué analmente, después de devorarla entera la hice poner a cuatro patas con un cojín bajo las caderas.

Le comí el coño y el culo con pasión, haciéndola correrse un par de veces, y tras jugar un poco con mis dedos en su culo, alargué mi mano hasta la mesilla de noche, la abrí y saqué de ella un plug de tamaño pequeño y un sobre de lubricante.

Teresa me preguntó:
  • Qué es eso? Qué tramas?
  • Ahora mismo lo verás... Y lo catarás -le dije sonriendo.
  • Cómo??? -preguntó mi sobrina.
  • Relájate y disfruta, como siempre -fue lo único que le dije, antes de poner lubricante en el plug, y, acercándolo a su culo, empezar a jugar en su entrada con él.
  • Ummm, ya me tienes loca como siempre -dijo Teresa.
No respondí. Comencé a masturbar su coño con mi mano izquierda mientras con mi mando derecha empecé a introducir suavemente el plug en su culo.
  • Aaaaahh, qué sensación -dijo Teresa.
  • Te molesta? -pregunté.
  • Noooo, es solo que es tan diferente... Pero sigue, por favor.
Y eso hice. Sin dejar de masturbarla, el pequeño plug desapareció en el culo de mi sobrina hasta que hizo tope. Teresa ya berreaba como era natural en ella, y empapó mi mano de sus jugos tras volver a correrse.

Yo no tenía intención de quitarle el plug, así que me puse un preservativo, la giré y, poniendo sus piernas en mis hombros, me dispuse a penetrarla.
  • Cómo? No me quitas eso? -dijo mi sobrina.
  • Jejeje, no solo no lo voy a hacer, a menos que te duela y tú me lo pidas, sino que ahora vas a sentir lo que es estar doblemente penetrada.
Y dicho esto, le clavé mi polla de un solo golpe y empecé a bombear con fuerza. Los gritos de placer de mi sobrina superaron cualquiera de los que había escuchado anteriormente, y entre esos gritos decía cosas como:
  • Síiiiiiii, jodeeeeeer, me siento llena, me estás partiendooooo. Qué placeeeeer.
Sus corridas empezaron a ser continuas, y como yo quería que sintiera algo más, salí de ella momentáneamente para pedirle que me cabalgara, algo que hizo de inmediato mientras me comía la boca y me decía al tiempo que yo azotaba su culo (que seguía con el plug puesto):
  • Diossss, no sé qué me has metido, pero me encantaaaaaa.
  • Pues imagínate que en lugar de ser un aparato de silicona fuese una polla de verdad.
  • Uffff, no me digas eso, jodeeerr, otra veeeezzzzz.
Y volvió a correrse mientras yo le apretaba sus durísimos pezones.

Poco después tuvimos que parar por cansancio y por mi cercanía a la eyaculación, y entonces nos besamos al tiempo que Teresa me decía:
  • Quiero ver lo que me has metido.
  • Ahora mismo -respondí yo.
Bajé por su cuerpo devorándola, y al llegar a su coño mojadísimo empecé a comérselo mientras le quitaba el plug del culo. Volví a subir por su cuerpo para, finalmente, enseñarle el plug.

Ella me preguntó curiosa su nombre, de qué estaba hecho, si había más tamaños, etc. Yo le di respuesta a todas sus preguntas y le dije que lo había comprado para que sintiera lo que era estar, de algún modo, doblemente penetrada.
  • Me cuesta imaginarlo de verdad -dijo Teresa-, y mucho más haciéndolo, pero ha sido muy morboso y placentero.
  • Pues de verdad se multiplican morbo y placer -le dije.
  • Calla, calla, que me pongo malísima.
Y volvimos a besarnos, a morrearnos, a comernos. Mi sobrina me hizo una estupenda mamada y yo terminé follándola al estilo misionero hasta que me corrí en sus tetas.

Descansamos, nos besamos, nos reímos... Al rato, empezamos a movernos para vestirnos, pero antes de que ella se pusiera las bragas, le dije:
  • Espera, falta una sorpresa.
  • Otra??? -dijo mi sobrina realmente sorprendida.
  • Otra más.
Y volví a abrir el cajón de la mesilla, esta vez para coger otro objeto pero sin que Teresa supiera lo que era.

Bajé a su sexo y, tras hacer una concienzuda comida de coño y culo que la hizo correrse como una fuente, empecé a meter el artilugio en su coño.

El artilugio no era otra cosa que unas bolas chinas de tamaño estándar. Cuando la primera de ellas ya se había perdido en la inmensidad del coño de mi sobrina, ella levantó la cabeza y, con los ojos en blanco, me gritó:
  • Pero qué me estás haciendo hoy, que me estás matando de placer?
  • Pues falta una -le dije, y sin mediar otra palabra introduje la segunda bola china en su coño, que la recibió sin problemas-.
  • Aaaaaahhhh, qué es esto, Diosssssssss, qué placeeeeerrr.
  • Pues lo vas a llevar puesto hasta casa -le dije-.
  • Qué???? Tú quiere que desfallezca?
  • Jajaja, no será para tanto, además irás sentada -.dije sonriendo-. Ven, incorpórate despacio.
  • Uffffff, cómo lo siento, qué me has metido? -preguntó mi sobrina.
  • Se llaman bolas chinas, y además de para evitar la continencia urinaria en mujeres, también sirven para dar placer, como estás comprobando.
  • Es una locura, qué placer!!!
  • Ven, incorpórate -le dije.
Teresa empezó a caminar como si fuese un bebé dando sus primeros pasos, con temor, hasta que le dije que caminara normal y disfrutara, y entonces a cada paso cerraba los ojos de placer.

Salimos de casa, con mi sobrina gozando al sentir las bolas chinas jugando en su coño. El camino a casa en el coche fue divertido, erótico y vicioso, hasta tal punto que ella me dijo que tenía que tocarse aunque fuera por encima, que sentía el deseo.

Le dije que lo hiciera, pero para mayor comodidad y morbo, le pedí que se bajara pantalón y bragas y que se masturbara libremente, y que cuando llegáramos cerca del metro donde la solía dejar le quitaría las bolas chinas.

Y así lo hizo. No tuve ni que rozarla, ella misma se masturbó salvajemente con las bolas chinas puestas, teniendo un orgasmo brutal.

Después de eso, llegamos junto a la boca de metro, aparqué en una zona tranquila y, besándola profundamente, le saqué lentamente las bolas de su coño mientras ella me abrazaba fuertemente y gemía.

Le enseñé las bolas, completamente encharcadas de sus jugos, y mi sobrina alucinaba del placer que le habían dado. Me dio las gracias por tanto como había disfrutado y bajándose del coche nos despedimos con el deseo de volver a encontrarnos lo más pronto posible.

Lo que pasó semanas después lo contaré próximamente.

Gracias como siempre.
Alberto.
Gracias por compartir y ser tan generoso con nosotros. 🤗🤗 No hace falta decirte que me encanta.
 

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