JahJah
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Esta historia que os relato es una mezcla de realidad y ficción. Iré publicando poco a poco, y si os gusta la parte 1 que escribo ahora, seguiré publicando en unos días. Gracias por leer. Me encantaría si pudiérais comentar.
Pt. 1
Mi mujer, Elisa, y yo, llevamos casados 15 años. Ella tiene ahora 39, y yo soy algo más mayor, 44. Ambos delgados pero nos conservamos bien. De aspecto tirando a juvenil, aparentamos ambos menos edad, hacemos deporte todas las semanas e intentarnos cuidarnos, pero tampoco sin estar obsesionados.
A pesar de llevar tantos años juntos, siempre nos hemos puesto muchísimo el uno Al otro y la llama del sexo no se ha apagado nunca, ni siquiera en los momentos de crisis, pero en los últimos tiempos nuestros polvos son cada vez más y mejores, como si el paso de los años nos estuviera dando esa madurez para disfrutar de la vida y del sexo en total plenitud.
Ella fue educada en colegio conservador en el que solo había chicas, durante su juventud la impresión que daba es de ser más bien mojigata, de hecho antes de estar conmigo, únicamente había tenido un novio antes con el que había perdido la virginidad.
Durante nuestros años de noviazgo y matrimonio, hemos disfrutado bastante del sexo, y ha experimentado cosas conmigo que antes no había hecho. Ella ha ido aprendiendo a disfrutar más y más del sexo, y yo encantado de la vida de contribuir a su emputecimiento gradual. Sin ninguna duda, ha ido disfrutando cada vez más de las guarradas que nos hacemos mutuamente en la cama con el paso de los años.
Desde hace ya unos años, tengo la fantasía de que algún chico desconocido se la folle en mi presencia. Yo también participo, pero los protagonistas totales y absolutos deben ser ellos. Especialmente ella.
Un cuerpo como el suyo, pienso continuamente, debe ser compartido, y por ello, pensé una temporada en comentarle mi fantasía , pero sabía que si le hablaba del tema, debido a la educación conservadora que había recibido desde pequeña y que había poco a poco formado su pensamiento, no habría ninguna posibilidad. Aunque en el fondo de su corazón le apeteciera hacerlo, la cabeza le decía que no, y jamás iba a darme su aprobación para una cosa así.
A pesar de toda esa coraza provocada por la estricta educación moral recibida, ella siempre ha tenido secretos oscuros e íntimos que ha sabido guardarse muy bien para ella.
Es la típica chica buena que jamás pensarías que pudiera hacer algo mal, y mucho menos serte infiel. A mi ni se me pasaba por la imaginación. Pues me puso los cuernos cuando llevábamos 3 años de noviazgo (tuvo varios encuentros sexuales con un compi de trabajo), y lo descubrí cuando llevábamos 5 años juntos, es decir, 2 años después.
En su día flipé porque no me lo esperaba para nada, y me sentó bastante mal, aunque ese sentimiento con el paso de los años, pasó a ser precisamente el contrario. Ha cambiado tanto mi percepción del tema que ahora no pienso en otra cosa que en ver como le resbala la leche de otro macho por su cuerpo después de haberla usado a su conveniencia.
Tras darle muchas vueltas a si plantearselo a ella o no, pensé que quizá si surgía "espontaneamente" (es decir, ponerme de acuerdo con un tío para que se la tirara, pero sin que ella supiera nada), tendría más posibilidades de ver cumplido mi sueño. Simplemente, dejando que las cosas fluyeran en vez de forzarlas. Si ya se había tirado a otro chico que le gustaba a mis espaldas, por qué no iba a hacerlo con otro, pero esta vez conmigo y en mi presencia? Si se daban Las circunstancias adecuadas, pensé, podría salir bien mi plan.
Decidí ponerme manos a la obra y buscar un candidato, porque sabía que no iba a ser tarea fácil y que me llevaría algun tiempo.
El debía ajustarse bastante al perfil que buscaba. Primero, que fuera desconocido para ambos. Que fuera un chico guapete, y a ser posible moreno, estatura normal y complexión normal/atlética. Estuve chateando con decenas y decenas de candidatos hasta que dí con Miguel, un chaval algo más joven que nosotros, 34, guapete, delgado y que parecía bastante educado. Me envío unas cuantas fotos, y hasta hablamos por vídeo, y estaba seguro de que a Elisa le iba a gustar fisicamente. Conocía bien sus gustos.
Estuvimos hablando bastante varios meses, conociéndonos, era simpático, y la verdad es que congeniamos bastante bien. Yo le expliqué la idea que tenía, y le orientaba sobre como romper el hielo con ella cuando quedáramos, cómo es ella, lo que más le gustaba hacer en la cama, y lo que menos.
A él le encantaba lo que yo le contaba de ella.
El era de Oviedo, así que decidí que para celebrar nuestro aniversario de bodas, qué mejor idea que irnos a pasar un finde a Oviedo sin los niños. A Elisa le hizo mucha ilusión la idea, y entonces le hablé de Miguel, un antiguo compañero de futbol, que era de Oviedo, y al que hacia tiempo que no veía, así que podía aprovechar y verle, así ella le conocía también y nos enseñaba su ciudad ese fin de semana. Todo era una trola, claro. Ella no sospechaba que en realidad no le conocía más que de unos meses hablando por chat y alguna videollamada.
Llegamos a Oviedo, y quedé con Miguel para la noche del viernes, en la que se conocieron (yo también a él en persona en realidad) y se cayeron bastante bien. Miguel propuso quedar para la tarde/noche del sábado en un restaurante tranquilo que conocía.
A Elisa parecía no importarle. Más bien al contrario, parecía que tuviera ganas de volver a quedar con ese chico que acababa de conocer y que le estaba cayendo tan bien.
La noche del sábado, la cena transcurrió bastante bien, buen vino, buena conversación y alguna que otra risa. Como se suponía que nos habiamos conocido en el equipo de futbol cuando él vivía en mi ciudad, de vez en cuando había que disimular preguntando si había vuelto a saber de Jesús el lateral izquierdo, o de Carlos, el portero.
"Conozco un sitio aquí Al lado que está muy de moda ahora aquí" dijo Miguel. "nos podemos tomar una copa y bailar. Esta noche viene un dj bastante conocido y seguro que va a haber ambiente".
"Muy buena idea", dijo Elisa. "No nos vamos a ir a dormir ahora para un finde que puedo dejar a Los niños con sus abuelos".
Y para allá que fuimos en cuanto terminamos de pagar la cuenta del restaurante.
Tras un buen rato de baile, risas y complicidad (estaba realmente alucinado de que se hubieran caído así de bien) le dije a Miguel al oído que pasara un poco más al ataque, me fui al baño y evidentemente me tomé mi tiempo. Era la hora de que, durante mi breve ausencia, Miguel empezara a ponerse manos a la obra. Lo que no imaginaban es que yo les observaba escondido entre el gentío a no mucha distancia. En realidad no tenía ganas de mear en ese momento.
Habían congeniado bastante bien y parecía que había química entre ellos. Mi mujer sonreía mucho y eso era una muy buena señal.
En un momento en el que bailaban, mi mujer se dió la vuelta, y empezo a menear el culo al ritmo de la música hasta que se lo acercó a la polla de Miguel durante aproximadamente 2 segundos mientras bailaban, y se agachaba, poniendole el culo en pompa en toda la polla. Acto seguido se volvió a dar la vuelta, clavó la mirada en él y le sonrió mordiéndose el labio inferior de manera muy sutil, pero con una cara de putita que inmediatamente provocó una erección por mi parte, pero también celos.
Como todos los seres humanos, ella también desea a otros hombres, pero siempre ha tenido una manera de demostrarlo bastante sutil, y a veces, hay que saber leerla entre líneas, como a muchas mujeres. Esa doble cara de ella me volvía loco, pero ya me estaba empezando a dar celos, así que me preguntaba como iba a poder soportarlo si nuestro plan salía bien y finalmente se la acababa cepillando en la habitación del hotel como habíamos quedado previamente Miguel y yo. Los nervios y la ansiedad me comían por dentro. A pesar de los celos, estaba deseando que Miguel empezara a meterle mano ya. En el fondo, me estaba flipando que mi mujer se insinuara a Miguel como lo había hecho hacía unos instantes, y me estaba encantando que se empezara a comportar como la puta que realmente era y escondía bajo esa apariencia de mosquita muerta.
Cuando volví, sonreí ampliamente a los dos como si nada hubiera pasado, y seguimos bailando y bebiendo un par de horas más. Durante ese rato, Elisa cada vez estaba más desinhibida y contenta por el efecto del alcohol. Es madre, y ya no está acostumbrada a beber alcohol como en sus años de juventud. Además, tras unos años duros de crianza, lo veía como una gran oportunidad para disfrutar por unos días sin sus hijos y poder salir de la rutina.
Los acercamientos y magreos por mi parte no tardaron en llegar, mientras Miguel nos observaba con media sonrisa. Ella le devolvía las sonrisas, y hasta en un momento dado, sacó la lengua un poco, se la apoyó en el labio superior y empezó a mirarle, con una ligera insinuación que yo conozco bien. No fue muy prolongado , pero lo suficiente para darme cuenta de que definitivamente Miguel le había gustado. Todo iba perfecto, con lo que yo debía estar contento, pero no podía evitar pensar que en realidad me había casado con una zorra con piel de cordero, y eso no hacía más que ponermela durísima al imaginarme a los dos dándole caña a mi mujer mientras esta lo disfutaba como una loca.
Imagino que a Miguel se la pondría muy tiesa con esa mirada que mi mujer le acababa de echar, pero yo noté que mi polla se estiraba hasta casi llegar a dolerme al salirse los calzoncillos y rozar los vaqueros que llevaba ese día. Al mismo tiempo, mi corazón palpitaba cada vez más.
Al poco rato, empezaron a bailar los 2 cada vez más pegados mientras yo observaba la escena. Sus bocas estaban cada vez más cerca hasta que quedaron practicamente pegadas. En ese momento de excitación que sentía, me acerqué a ellos bailando, y con mi mano izquierda empecé a acariciarle el culo a Elisa. Ella sonrió y dio un saltito como se le diera verguenza, pero luego me miró y me dio un beso breve que finalizó metiéndome su lengua un poco en mi boca mientras Miguel observaba la escena. Hacer esto delante de otro chico al que acababa de conocer no era nada habitual en ella. Yo no podía estar más contento de que nuestro plan estuviera saliendo bien, con unas sensaciones encontradas de celos y una brutal excitación que no había sentido nunca hasta ahora...
Pt. 1
Mi mujer, Elisa, y yo, llevamos casados 15 años. Ella tiene ahora 39, y yo soy algo más mayor, 44. Ambos delgados pero nos conservamos bien. De aspecto tirando a juvenil, aparentamos ambos menos edad, hacemos deporte todas las semanas e intentarnos cuidarnos, pero tampoco sin estar obsesionados.
A pesar de llevar tantos años juntos, siempre nos hemos puesto muchísimo el uno Al otro y la llama del sexo no se ha apagado nunca, ni siquiera en los momentos de crisis, pero en los últimos tiempos nuestros polvos son cada vez más y mejores, como si el paso de los años nos estuviera dando esa madurez para disfrutar de la vida y del sexo en total plenitud.
Ella fue educada en colegio conservador en el que solo había chicas, durante su juventud la impresión que daba es de ser más bien mojigata, de hecho antes de estar conmigo, únicamente había tenido un novio antes con el que había perdido la virginidad.
Durante nuestros años de noviazgo y matrimonio, hemos disfrutado bastante del sexo, y ha experimentado cosas conmigo que antes no había hecho. Ella ha ido aprendiendo a disfrutar más y más del sexo, y yo encantado de la vida de contribuir a su emputecimiento gradual. Sin ninguna duda, ha ido disfrutando cada vez más de las guarradas que nos hacemos mutuamente en la cama con el paso de los años.
Desde hace ya unos años, tengo la fantasía de que algún chico desconocido se la folle en mi presencia. Yo también participo, pero los protagonistas totales y absolutos deben ser ellos. Especialmente ella.
Un cuerpo como el suyo, pienso continuamente, debe ser compartido, y por ello, pensé una temporada en comentarle mi fantasía , pero sabía que si le hablaba del tema, debido a la educación conservadora que había recibido desde pequeña y que había poco a poco formado su pensamiento, no habría ninguna posibilidad. Aunque en el fondo de su corazón le apeteciera hacerlo, la cabeza le decía que no, y jamás iba a darme su aprobación para una cosa así.
A pesar de toda esa coraza provocada por la estricta educación moral recibida, ella siempre ha tenido secretos oscuros e íntimos que ha sabido guardarse muy bien para ella.
Es la típica chica buena que jamás pensarías que pudiera hacer algo mal, y mucho menos serte infiel. A mi ni se me pasaba por la imaginación. Pues me puso los cuernos cuando llevábamos 3 años de noviazgo (tuvo varios encuentros sexuales con un compi de trabajo), y lo descubrí cuando llevábamos 5 años juntos, es decir, 2 años después.
En su día flipé porque no me lo esperaba para nada, y me sentó bastante mal, aunque ese sentimiento con el paso de los años, pasó a ser precisamente el contrario. Ha cambiado tanto mi percepción del tema que ahora no pienso en otra cosa que en ver como le resbala la leche de otro macho por su cuerpo después de haberla usado a su conveniencia.
Tras darle muchas vueltas a si plantearselo a ella o no, pensé que quizá si surgía "espontaneamente" (es decir, ponerme de acuerdo con un tío para que se la tirara, pero sin que ella supiera nada), tendría más posibilidades de ver cumplido mi sueño. Simplemente, dejando que las cosas fluyeran en vez de forzarlas. Si ya se había tirado a otro chico que le gustaba a mis espaldas, por qué no iba a hacerlo con otro, pero esta vez conmigo y en mi presencia? Si se daban Las circunstancias adecuadas, pensé, podría salir bien mi plan.
Decidí ponerme manos a la obra y buscar un candidato, porque sabía que no iba a ser tarea fácil y que me llevaría algun tiempo.
El debía ajustarse bastante al perfil que buscaba. Primero, que fuera desconocido para ambos. Que fuera un chico guapete, y a ser posible moreno, estatura normal y complexión normal/atlética. Estuve chateando con decenas y decenas de candidatos hasta que dí con Miguel, un chaval algo más joven que nosotros, 34, guapete, delgado y que parecía bastante educado. Me envío unas cuantas fotos, y hasta hablamos por vídeo, y estaba seguro de que a Elisa le iba a gustar fisicamente. Conocía bien sus gustos.
Estuvimos hablando bastante varios meses, conociéndonos, era simpático, y la verdad es que congeniamos bastante bien. Yo le expliqué la idea que tenía, y le orientaba sobre como romper el hielo con ella cuando quedáramos, cómo es ella, lo que más le gustaba hacer en la cama, y lo que menos.
A él le encantaba lo que yo le contaba de ella.
El era de Oviedo, así que decidí que para celebrar nuestro aniversario de bodas, qué mejor idea que irnos a pasar un finde a Oviedo sin los niños. A Elisa le hizo mucha ilusión la idea, y entonces le hablé de Miguel, un antiguo compañero de futbol, que era de Oviedo, y al que hacia tiempo que no veía, así que podía aprovechar y verle, así ella le conocía también y nos enseñaba su ciudad ese fin de semana. Todo era una trola, claro. Ella no sospechaba que en realidad no le conocía más que de unos meses hablando por chat y alguna videollamada.
Llegamos a Oviedo, y quedé con Miguel para la noche del viernes, en la que se conocieron (yo también a él en persona en realidad) y se cayeron bastante bien. Miguel propuso quedar para la tarde/noche del sábado en un restaurante tranquilo que conocía.
A Elisa parecía no importarle. Más bien al contrario, parecía que tuviera ganas de volver a quedar con ese chico que acababa de conocer y que le estaba cayendo tan bien.
La noche del sábado, la cena transcurrió bastante bien, buen vino, buena conversación y alguna que otra risa. Como se suponía que nos habiamos conocido en el equipo de futbol cuando él vivía en mi ciudad, de vez en cuando había que disimular preguntando si había vuelto a saber de Jesús el lateral izquierdo, o de Carlos, el portero.
"Conozco un sitio aquí Al lado que está muy de moda ahora aquí" dijo Miguel. "nos podemos tomar una copa y bailar. Esta noche viene un dj bastante conocido y seguro que va a haber ambiente".
"Muy buena idea", dijo Elisa. "No nos vamos a ir a dormir ahora para un finde que puedo dejar a Los niños con sus abuelos".
Y para allá que fuimos en cuanto terminamos de pagar la cuenta del restaurante.
Tras un buen rato de baile, risas y complicidad (estaba realmente alucinado de que se hubieran caído así de bien) le dije a Miguel al oído que pasara un poco más al ataque, me fui al baño y evidentemente me tomé mi tiempo. Era la hora de que, durante mi breve ausencia, Miguel empezara a ponerse manos a la obra. Lo que no imaginaban es que yo les observaba escondido entre el gentío a no mucha distancia. En realidad no tenía ganas de mear en ese momento.
Habían congeniado bastante bien y parecía que había química entre ellos. Mi mujer sonreía mucho y eso era una muy buena señal.
En un momento en el que bailaban, mi mujer se dió la vuelta, y empezo a menear el culo al ritmo de la música hasta que se lo acercó a la polla de Miguel durante aproximadamente 2 segundos mientras bailaban, y se agachaba, poniendole el culo en pompa en toda la polla. Acto seguido se volvió a dar la vuelta, clavó la mirada en él y le sonrió mordiéndose el labio inferior de manera muy sutil, pero con una cara de putita que inmediatamente provocó una erección por mi parte, pero también celos.
Como todos los seres humanos, ella también desea a otros hombres, pero siempre ha tenido una manera de demostrarlo bastante sutil, y a veces, hay que saber leerla entre líneas, como a muchas mujeres. Esa doble cara de ella me volvía loco, pero ya me estaba empezando a dar celos, así que me preguntaba como iba a poder soportarlo si nuestro plan salía bien y finalmente se la acababa cepillando en la habitación del hotel como habíamos quedado previamente Miguel y yo. Los nervios y la ansiedad me comían por dentro. A pesar de los celos, estaba deseando que Miguel empezara a meterle mano ya. En el fondo, me estaba flipando que mi mujer se insinuara a Miguel como lo había hecho hacía unos instantes, y me estaba encantando que se empezara a comportar como la puta que realmente era y escondía bajo esa apariencia de mosquita muerta.
Cuando volví, sonreí ampliamente a los dos como si nada hubiera pasado, y seguimos bailando y bebiendo un par de horas más. Durante ese rato, Elisa cada vez estaba más desinhibida y contenta por el efecto del alcohol. Es madre, y ya no está acostumbrada a beber alcohol como en sus años de juventud. Además, tras unos años duros de crianza, lo veía como una gran oportunidad para disfrutar por unos días sin sus hijos y poder salir de la rutina.
Los acercamientos y magreos por mi parte no tardaron en llegar, mientras Miguel nos observaba con media sonrisa. Ella le devolvía las sonrisas, y hasta en un momento dado, sacó la lengua un poco, se la apoyó en el labio superior y empezó a mirarle, con una ligera insinuación que yo conozco bien. No fue muy prolongado , pero lo suficiente para darme cuenta de que definitivamente Miguel le había gustado. Todo iba perfecto, con lo que yo debía estar contento, pero no podía evitar pensar que en realidad me había casado con una zorra con piel de cordero, y eso no hacía más que ponermela durísima al imaginarme a los dos dándole caña a mi mujer mientras esta lo disfutaba como una loca.
Imagino que a Miguel se la pondría muy tiesa con esa mirada que mi mujer le acababa de echar, pero yo noté que mi polla se estiraba hasta casi llegar a dolerme al salirse los calzoncillos y rozar los vaqueros que llevaba ese día. Al mismo tiempo, mi corazón palpitaba cada vez más.
Al poco rato, empezaron a bailar los 2 cada vez más pegados mientras yo observaba la escena. Sus bocas estaban cada vez más cerca hasta que quedaron practicamente pegadas. En ese momento de excitación que sentía, me acerqué a ellos bailando, y con mi mano izquierda empecé a acariciarle el culo a Elisa. Ella sonrió y dio un saltito como se le diera verguenza, pero luego me miró y me dio un beso breve que finalizó metiéndome su lengua un poco en mi boca mientras Miguel observaba la escena. Hacer esto delante de otro chico al que acababa de conocer no era nada habitual en ella. Yo no podía estar más contento de que nuestro plan estuviera saliendo bien, con unas sensaciones encontradas de celos y una brutal excitación que no había sentido nunca hasta ahora...