Ya es demasiado tarde

berserk37

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Ya es demasiado tarde

Me llamo Víctor y me encuentro sentado delante de la tumba de mis padres, mi cuerpo poco a poco está entrando en letargo, desde hace mucho tiempo es la primera vez que me siento en paz. Mientras mis constantes se van apagando no puedo evitar echar la vista atrás, Mis padres se casaron muy enamorados y su mayor ilusión era tener un hijo, pero mi madre no se quedaba embarazada, le hicieron una serie de pruebas, el resultado fue que los ovarios de mi madre no liberaban los óvulos.

Después de un largo tratamiento, se quedó embarazada, nací después de diez años. No sé si esto tuvo algo que ver, siempre tuve la sensación que yo no encajaba en ningún sitio, como si el espacio que yo debía ocupar ya estaría ocupado. En la casa de al lado de la mía nació Lidia, la mujer que me hizo sentir la felicidad, pero también la angustia de la desesperación.

Durante nuestra niñez, éramos uña y carne, no nos separábamos y nos pasábamos las horas jugando y riendo. Todo cambió cuando empezamos a ir a la escuela, allí ella conoció a otros niños, eso estaba bien, lo malo era que esos niños no me querían cerca. Al principio Lidia se quedaba a mi lado, pero según fue pasando el tiempo Lidia empezó a pasar menos tiempo a mi lado hasta que nos convertimos en dos desconocidos.

Nunca entendí por qué ese cambio conmigo, durante mucho tiempo pensé que era culpa mía. En una ocasión después de meditarlo y no encontrar ninguna razón para que ella actuara así, fui a preguntárselo. Ella estaba sentada junto a todos nuestros compañeros de clase, mientras ella miraba a nuestros compañeros me daba la espalda a mí. Le pedí que me explicara por qué ese cambio de actitud hacia mí, hasta que las risas de todo el mundo hicieron que yo dejara de hablar.

Ella seguía hablando con los demás ignorándome como si no estuviera allí, ni siquiera se dignó a mirarme cuando uno de nuestros compañeros me gritó que me callara que era un pringado. Ese día algo se rompió dentro de mí, yo amaba a Lidia, de hecho la amaba desde antes de conocer el significado de esa palabra y para mi desgracia ese amor nunca disminuyo, ahora que me encuentro entre la vida y la muerte empiezo a pensar que ese amor tal vez se convirtió en una obsesión.

No volví a acercarme a ella durante los siguientes años, solo me dedicaba a admirarla desde la distancia. Eso no gustó a algunos de mis compañeros, en uno de los recreos me llevaron donde nadie nos podía ver, donde me dieron una paliza, no me defendí, solo lloraba preguntándome qué era lo que hacía mal para que todo el mundo me tratara tan mal, incluso los profesores me ignoraban.

Me fui a mi casa, donde estaban las únicas personas que me querían de verdad, mis padres al verme de esa manera me llevaron a urgencias, pues me costaba respirar. Después de hacerme algunas placas el diagnóstico fue que tenía dos costillas fisuradas, tendría que tomar analgésicos durante algunos días. Cuando regresé a la escuela me di cuenta de que habían apartado mi pupitre, estaba colocado en una esquina lejos de todos mis compañeros, si os soy sincero me sentí aliviado, de esa manera me dejarían en paz. Durante la semana estaba deseando que llegara el fin de semana, eran los únicos días en los que era feliz al lado de mis padres, con ellos jugaba y llegaba a reírme, cuando llegaba el domingo a la noche y sabía que al día siguiente tenía que volver a la escuela mi sonrisa desaparecía.

Mis padres estaban muy preocupados, siempre me preguntaban por lo que ocurría y porque ya no quedaba con Lidia. Yo solo decía que Lidia había conocido a otras personas, que yo prefería estar con ellos. Jamás dije que Lidia era una de esas personas que me hacía el vacío, llegó aquel lunes y volví a sentarme en mi solitario pupitre. Entonces lo decidí, me centraría en sacar las mejores notas y así fue durante los siguientes años hasta llegar a bachiller.

Me había acostumbrado a estar solo y llegó un punto en el que lo agradecía, a Lidia sus padres le habían comprado un coche; sin embargo, en casa vivíamos al día y me tuve que conformar con el transporte público. Uno de esos días que me quedé hasta tarde estudiando para un examen muy difícil se me hizo tarde, perdiendo el autobús. Pronto se haría de noche y decidí volver a casa andando, el problema era que estaba cayendo un aguacero y la escuela quedaba a una media hora de casa, cuando ya estaba empapado un coche se colocó a mi lado, era Lidia.

Yo al principio la ignoré, pero parando un poco más adelante de mí salió del coche con un paraguas en la mano, yo pase a su lado sin hacerle caso, entonces Lidia me sujetó del brazo y me dijo.

  • Venga Víctor, que te llevo a casa.
  • Vaya, si todavía te acuerdas de cómo me llamo.
  • Sé que estás enfadado y lo siento.
  • ¡Enfadado!, !¡no tienes ni puta idea!, me has ignorado durante años como si fuera un apestado.
  • Por favor, déjame llevarte a casa como compensación.
  • Esto no es suficiente para compensar todo lo que me has hecho.
  • Pero es un comienzo, ¿no?

Como soy tonto profundo acepte, durante el viaje Lidia me dijo que siempre se sintió culpable, pero que le podía más el que dirán y que todos los compañeros le dieran de lado, pero que eso se había acabado, que de aquí en adelante se esforzaría en recuperar la amistad que tuvimos en el pasado. Empezamos a quedar todas las tardes para estudiar, al principio estaba serio y distante, pero ese amor que sentía por Lidia empezó a derretir ese hielo que cubría mi corazón, Lidia que no era nada tonta se dio cuenta, aprovechándolo en su beneficio.

Las notas de Lidia fueron mejorando, como compensación empezó a llevarme todos los viernes junto a todos sus amigos a un bar en el que solían quedar. Tenía claro que a sus amigos no les hacía gracia que yo estuviera allí, pero como Lidia siempre me defendía y no me dejaba de lado yo era feliz. Mi humor empezó a mejorar, a mis padres no les hizo mucha gracia que volviera a ser amigo de Lidia después de cómo se portó, pero me veían feliz y eso les hacía feliz a ellos. Lidia tenía un comportamiento conmigo que llegaba a confundirse, dándome constantes mensajes contradictorios, ella no quería salir conmigo, pero si alguna otra mujer que estaba en el bar se acercaba a mí, sacaba las uñas. Eso llevó a que yo me declarara a ella en más de una ocasión.

Llevándome el consabido no por parte de Lidia mientras todos sus amigos se reían, en más de una ocasión me solía sentar solo en la barra, aunque intentaba ignorarlos por Lidia, sus amigos se pasaban haciéndome sentirme humillado, entonces Lidia se enfadaba y me sacaba la cara. En una de estas ocasiones el dueño del bar se acercó a mí y me dijo.

  • Víctor, deberías ir pensando en buscarte amigos nuevos, estos no son buena gente.
  • Los aguanto por Lidia Ernesto.
  • Si quieres un consejo, Lidia es de la persona que más rápido tendrías que alejarte.
  • No digas eso Ernesto, Lidia me quiere.
  • Lidia te quiere por interés, espero que algún día te des cuenta y no sea demasiado tarde, yo ya te he avisado.

Entonces Lidia se acercó a mí para enterarse de lo que estábamos hablando, ella me abrazó desde atrás mientras yo me reía, pero a ninguno se nos pasó la mirada de desaprobación que le lanzó Ernesto a Lidia. Lidia decidió ignorarlo y así se acabó aquella noche, el fin de semana pasó y el lunes cuando llegue a casa después de estudiar junto a Lidia mis padres me estaban esperando sentados en el sofá.

Según me contaron a mi abuelo le habían ingresado y mis padres habían pedido la semana libre para poder ir a visitarlo, para estar allí con él, mi padre y mi abuelo no se llevaban nada bien, pero era su padre y tenía que cuidarlo. Como yo pronto empezaría los exámenes me quedaría solo en casa, la verdad que quedarme solo me daba un poco de miedo, pero viendo las circunstancias les dije que confiaran en mí que me portaría bien.

Mis padres salieron a primera hora del día siguiente, yo me levanté junto a ellos para poder despedirme, lo que no sabía era que jamás volvería a verlos con vida, el autobús en donde viajaban tuvo un accidente por el mal estado de la carretera y no hubo supervivientes. La pérdida de mis padres me devasto. Eran las personas que más quería en mi vida, había estado junto a mí en los peores momentos, siempre animándome y dándome fuerzas y ahora habían desaparecido para siempre.

Lidia no se separó de mí, ella me ayudó a preparar todo lo de la funeraria, a preparar el entierro y el funeral. Me iba llevando de un lado para otro como un zombi, los féretros estaban cerrados en el tanatorio por como quedaron los cuerpos después del accidente. No terminaba de hacerme a la idea de que habían muerto, el punto de quiebre fue cuando entré por primera vez en casa y comprobé que ellos no estaban y no volvería a verlos, caí de rodillas al suelo y lloré hasta que me quede sin lágrimas. Lidia pasó esa noche conmigo, preocupada de que terminara haciendo una locura, se tumbó en la cama a mi lado hasta que deje de llorar mientras me acariciaba la cabeza, entonces me salió sin pensarlo, le pedí que saliera conmigo que fuera mi novia. Lidia tardó en contestar, me esperaba él no de siempre, pero esta vez salió un sí, de sus labios.

No me lo podía creer, no me puse a pensar en que había motivado a Lidia a darme ese si cuando hasta ahora la respuesta siempre había sido que no, creo que fue lo único que consiguió que no me derrumbara del todo. Durante el siguiente mes no se separó de mí, venía a casa dormía conmigo, pero nuestra relación seguía siendo de amigos más que de novios, durante ese mes no nos acostamos ni una sola vez, algún que otro beso. Todas mis alarmas tendrían que haberse encendido, pero por una vez me salía algo bien, Lidia era mi novia, algo que había estado soñando toda mi vida.

Fui un cobarde, pero lo deseaba tanto que era incapaz de renunciar a ello, después de perder a mis padres. Los meses fueron pasando y nuestra relación seguía igual, pero su compañía hizo que empezara a superar la perdida de mis padres, que me había sumido en el más oscuro de los abismos. Según fui recuperando el ánimo me di cuenta de que no podía estar todo el día en casa sin hacer nada y me puse a buscar un trabajo, encontré uno que me permitía seguir estudiando, no ganaba un gran sueldo, pero era suficiente para mí, además que me ayudó a subir algo mi autoestima.

Gracias a eso pude sacarme el carnet de conducir y comprarme un coche de segunda mano, cuando ya estaba más animado Lidia decidió que saliéramos para celebrar que ya tenía carnet de conducir, llegamos al bar y sus amigos seguían sin quererme allí, pero desde que murieron mis padres habían dejado de meterse conmigo, de todas formas preferí mantener las distancias y sentarme en la barra para disfrutar mi cerveza, entonces se acercó Ernesto.

  • Siento mucho lo de tus padres Víctor.
  • Gracias por venir al tanatorio y al funeral.
  • Faltaría más.
  • Me han llegado rumores de que sales con Lidia.
  • Así es.

Lo dije todo orgulloso, Ernesto puso una cara seria y negó con la cabeza.

  • ¿Qué ocurre Ernesto?
  • Sé que es lo que más deseabas en esta vida, pero vuestra relación no es real.
  • ¿Cómo que no es real?
  • Tú estas aquí y ella allí tonteando con Raúl, no sé porque te dijo que sí, pero lo que si se es que esto no va a acabar bien.
  • ! Joder Ernesto!, parece que prefieres verme sufrir.
  • Es todo lo contrario, creo que ya has sufrido suficiente y la felicidad se encuentra lejos de todos ellos incluyendo a Lidia.

No negaré que una parte de mí pensaba lo mismo, habían pasado dos meses y solo nos habíamos besado. Como yo me encontraba muy decaído no tenía ganas para nada y lo deje pasar, pero quería hacer el amor con Lidia, esa noche se lo comentaría. Mientras pedía otra cerveza Lidia se acercó a la barra, me miró y me dijo.

  • Te veo muy pensativo Víctor.
  • Lidia, me da mucha vergüenza pedirte esto, pero me gustaría hacer el amor contigo.

A Lidia se le cambió la cara, pero se recuperó pronto, volvió a sonreír y me dijo que lo haríamos pronto, que esa noche estaba con el periodo y no le apetecía. Yo le di un beso en la frente diciéndole que no se preocupara que podía esperar. Me sentí un poco decepcionado, pero al mal tiempo buena cara, dicen que lo bueno se hace esperar, pero se estaba haciendo esperar mucho. La noche terminó y regresamos a casa, como yo ya estaba mejor de ánimo Lidia me dijo que esa noche dormiría en su casa, no le dije nada, pero esperaba pasar la noche con ella.

Me fui a casa con una sensación de ser un pagafantas de los gordos, de lo bueno que era empezaba a pensar que era muy tonto y que Lidia se estaba riendo de mí. Durante toda la semana no le cogí el teléfono ni conteste a los WhatsApp, cada día que pasaba tenía más claro que lo mío con Lidia era un espejismo, que tenía que hacer acopio de fuerzas para hacer lo que tenía que hacer, cortar con ella, el problema era que al tenerla delante toda esa determinación se diluía como un azucarillo.

Llegó el viernes, no tenía intención de salir, pero sobre las diez llegó un WhatsApp, no quería contestar, pero la curiosidad me pudo, en el salía una foto de ella sonriente y con un texto que ponía “estamos en una fiesta en casa de Raúl, venga ven te echo de menos”.

Como comprenderéis se me pasó el mosqueo de golpe y me prepare para ir a aquella fiesta. Cuando llegue toque el timbre y me abrieron dos de los amigos de Lidia, Tomás y Amanda.

  • ¿Dónde está Lidia?
  • Tranquilo está arriba esperándote - dijo Amanda.
  • Ahora te llevamos - dijo Tomás.

Me acompañaron escaleras arriba y entramos en una habitación donde había un espejo por el que se veía lo que estaba ocurriendo en la habitación de al lado. Tenía que haberlo imaginado, pero no quería creerlo, Lidia estaba a cuatro patas siendo penetrada desde atrás por Raúl. Su expresión de extremo placer era como si clavaran un cuchillo incandescente en mis entrañas, intente irme, pero Tomás era más fuerte que yo y me obligo a sentarme en una silla a la fuerza.

Como no estaba dispuesto a quedarme forcejee, pero este de un puñetazo hizo que me cayera al suelo medio aturdido. Con la ayuda de Amanda me volvieron a sentar, tuve que ver como Lidia follaba con Raúl en varias posturas, en la última podía ver como era penetrada por Raúl mientras le daba la espalda a este. Por fin se corrieron los dos, entonces Lidia se desacopló y después de ir a limpiarse volvió a la cama, se tumbó al lado de Raúl, tuve que ver todo eso mientras Tomás y Amanda no paraban de reírse, pero ocurrió un hecho que hizo que a estos dos se les cortaran las risas de golpe.

  • Lidia lo que no entiendo es por qué empezaste a salir con él, no es que me queje, desde entonces no me he reído ni nada.
  • Lo hice porque me daba lástima, sentía pena por él, me lo preguntó la noche después del funeral y no pude decirle que no.
  • Mejor para mí, pues no me he reído ni nada cada vez que venías a follar conmigo y le tenías a pan y agua, porque no habéis follado, ¿verdad?
  • No, le he puesto todo tipo de excusas, incluso la semana pasada le dije que tenía la regla y cuando se metió en su casa vine corriendo a follar contigo.

Después se pusieron a reír, de todo lo que escuche lo que más me dolió fue cuando dijo que salió conmigo por pena, eso me provocó un daño irreparable. No sé qué cara debí de poner que Tomás y Amanda dejaron de retenerme. Me puse en pie y salí de esa fiesta dando tumbos, las escasas fuerzas para seguir viviendo se acababan de agotar con las palabras de Lidia. Una cosa es imaginarlo y otra muy distinta escucharlas de la boca de la mujer que amas. Si no me amaba como lo acababa de confesar, porque decirme que si, parecía que era un juego retorcido entre todos para reírse de mí a lo grande.

Desde luego esto sirvió para algo, para que mi amor por Lidia muriera a la vez que mi alma. No sé ni como llegue a casa, fui por un camino muy distinto, me imaginaba que Amanda y Tomás se lo habrían contado a Lidia y esta saldría a buscarme, pero mira que era idiota. Cuando llegue a casa cogí dos cosas, el bote de antidepresivos que mi médico me receto negándome a tomarlo y una botella de agua, después cogí el coche y conduje hasta el cementerio.

Una vez allí, me senté debajo del árbol que quedaba delante de las tumbas de mis padres, empecé a tomarme una pastilla tras otra mientras las lágrimas bajaban por mi rostro. Solo quería volver junto a las únicas personas que me habían querido, poco a poco mi cuerpo se fue apagando hasta que me sumergí en una cálida y total oscuridad.

LIDIA

Después de pasar media noche follando con Raúl me quedé dormida, el móvil empezó a sonar, me desperté con un gran dolor de cabeza, entonces mire primero la hora, eran las tres de la tarde y después quien me llamaba, era mi madre.

  • ¿Hija dónde estás?
  • En casa de Raúl, ¿Por qué?
  • ¿No te has enterado?
  • ¿De qué?
  • Han encontrado muerto a Víctor al lado de las tumbas de sus padres.

El móvil se me cayó al suelo, estaba en shock, mi madre seguía hablando, pero yo era incapaz de escucharle, ¿cómo que Víctor estaba muerto?, aunque no contestó ninguna de mis llamadas y WhatsApp, cosa que comprendía, puesto que mi comportamiento estaba siendo muy descarado, sabía que no iba a salir, y ¿ahora me decía mi madre que estaba muerto?. Me vestí enseguida, bajando al piso de abajo, allí se encontraban todos con la mirada perdida. Eso me constato que lo que decía mi madre era verdad, los mire a todos y les dije.

  • Mi madre me acaba de decir que Víctor está muerto, ¿qué habrá pasado?
  • Verás Lidia, ayer quisimos gastarle una broma a Víctor y cogiendo tu móvil cuando estabas despistada le mandamos un mensaje - dijo Amanda.
  • ¿Cómo?
  • Pues eso que ayer le obligamos a ver como te follabas a Raúl y confesabas que habías aceptado a salir con él por pena.

Caí al suelo de rodillas, todos éramos responsables de su muerte, todos éramos unas personas horribles que precipitamos la muerte de una buena persona.

  • ¡Lo hemos matado joder!, ¿lo hemos matado nosotros! - dije.
  • Nosotros no hemos hecho nada, él decidió suicidarse como el cobarde que era - dijo Raúl.

Mire a Raúl sin creerme lo que acababa de escuchar, Víctor estaba muerto y a él no le importaba nada. Deje de lado una amistad con una buena persona para complacer a un ser detestable como este, para ser sinceros yo era tan detestable o más que él. No pude contenerme más y tuve que ir al baño a vomitar, después salí de esa casa, yendo directamente a la mía, allí mis padres estaban llorando destrozados, querían mucho a Víctor y siempre me reprocharon mi actitud hacia él.

Mis padres y yo nos hicimos cargo de preparar la incineración el tanatorio y el entierro, fue muy triste comprobar, que los únicos que fuimos al tanatorio y al funeral fuimos mis padres, Ernesto y yo. Decidí que enterraran sus cenizas junto a sus padres, entonces Ernesto se acercó y después de saludar a mis padres me pidió hablar conmigo.

  • Era un buen chico Lidia, él te amaba como nadie te va a amar en tu vida, era tu amigo y no lo protegiste.
  • Que querías que hiciera Ernesto, no pude negarme a salir con él.
  • Él fue incapaz de dejarte y mira que se lo dije, le dije que tus amigos y tú le haríais mucho daño.
  • Lo sé Ernesto, sé que soy culpable de su muerte.
  • No, el único responsable de su muerte es él, tú eres culpable de haber sido la peor de las amigas.

Después de eso Ernesto se dio la media vuelta y no volvió a dirigirme la palabra nunca más, dejamos de ir a su bar y poco a poco dejé de quedar con mis amigos, la culpa me carcomía, todos los domingos llevaba un gran ramo de flores como si eso enmendara todos los errores que había cometido.

Han pasado seis meses desde su muerte y desde entonces todas las noches tengo la misma pesadilla, me encuentro en el cementerio y me acerco a donde están las tumbas de los padres de Víctor, entonces me encuentro a este sentado debajo del árbol que se encuentra en frente de las tumbas de sus padres, parece dormido e intentó despertarlo, lo zarandeó con más fuerza viendo que soy incapaz de despertarlo, entonces él abre los ojos de golpe y me dice estas palabras, ya es demasiado tarde.

Me despierto empapada en sudor y con el corazón latiendo con tal fuerza que parece que se va a salir de mi pecho, mientras lloro amargamente debido a ese sentimiento de culpa que no me deja vivir.

FIN.
 
No soy nadie para decirte lo que yo hubiera hecho.
Pero yo lo hubiera resucitado para que se vengará y encontrará una buena mujer que le haga olvidar a esa víbora.

Jajaja, no te creas que lo pense, pero me pareció más real, esa pesadilla que le recordará contantemente lo mal que se porto y esos remordimientos que la perseguirán durante mucho tiempo.
 
Hablando de resucitar, me ha venido a la cabeza una película que vi de pequeño, en los años 80.
Iba sobre un hombre que tenía un poco de retraso y era amigo de una niña.
A esta niña la ataco un Perro y el la intentó salvar pero llegó y la trajo en brazos.
Entonces la gente pensaba que la había matado el y sin que se pudiera explicar se lo cargan. Luego resultó que la niña no murió porque el la había salvado.
Entonces vuelve de entre los muertos en forma de espantapájaros y se venga uno a uno de los que lo mataron.
 
Hablando de resucitar, me ha venido a la cabeza una película que vi de pequeño, en los años 80.
Iba sobre un hombre que tenía un poco de retraso y era amigo de una niña.
A esta niña la ataco un Perro y el la intentó salvar pero llegó y la trajo en brazos.
Entonces la gente pensaba que la había matado el y sin que se pudiera explicar se lo cargan. Luego resultó que la niña no murió porque el la había salvado.
Entonces vuelve de entre los muertos en forma de espantapájaros y se venga uno a uno de los que lo mataron.

Me suena.
 
La vida es muy injusta y hay demasiadas víctimas inocentes. Por eso en la ficción, prefiero finales más justos y felices. Para injusticias, ya tenemos la vida real.

Yo también soy de finales felices y justos ya lo sabeis, pero quería salir de mi zona de confort y escribir una historia dura y muy injusta.
 
Ni os imagináis las veces que me cabree escribiendola.
Yo llevo toda la semana cabreado viendo las barbaridades que hace la gente .
Entre los 2 niños que matan a su Madre porque les dio la gana, el imbécil de ayer en el Metro que le pega a mujeres demostrando lo valiente que es y los guardias civiles asesinados, lo que me dan cada vez más ganas es irme a vivir a Islandia o Finlandia, donde seguro la gente es más sensato y tranquila.
 
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