Llevo toda la vida escuchando que tengo las piernas y el culo de una tía. De niña, bueno, al niño que me ocultaba eso le molestaba muchísimo, aunque lo gozara en privado.
Mi propia hermana, sin maldad, me decía que mis piernas eran preciosas y que las quisiera para ella.
Adoro vestirlas de nylon o lycra y mirarlas, como mis orgullosas columnatas sobre tacones de aguja, y verlas andar al ritmo del sonido de mis pasos, pasearlas ante tus ojos y escuchar tu respiración cuando las acaricias tórrido mientras te pierdes en mi cuello besándome mientras buscas con tu mano un lugar por donde introducirla dentro de mis panties, haciendo el espacio donde vas a aterrizar tus labios.