Hace años yo trabajaba en una gran empresa, en Madrid. El ambiente era muy competitivo y una de las compañeras carecía de escrúpulos por conseguir ascender. Belén era una tía de 35 años casada y madre de 2 hijas que no estaba nada mal.
Hubo una época en la que estaba en dura competencia con Félix, un tío brillante 7 años más jóven, para conseguir un importante ascenso dentro del departamento comercial.
El director comercial, Adolfo, era quien tenía la decisión final. Este era un señor de 68 años de porte elegante y fama de mujeriego. En la empresa corrían leyendas sobre sus escarceos con secretarias y subordinadas, en algunos casos hasta hijos bastardos.
La situación entre los compañeros (y rivales) era de una tensión insostenible. Malos rollos, bandos apoyando a uno y otra. Incluso alguna bronca desagradable en mitad del departamento.
Un día, el segurata, con quién yo tenía bastante confianza, me llamó para decirme que tenía algo que contarme. Quedé en pasarme por su garita al final de la tarde.
La cosa es que al llegar a su lugar de trabajo me hizo pasar a un despacho privado. Me mostró un vídeo de seguridad en uno de los ascensores. En la pantalla se veía a Adolfo cogiéndole el culo a, Belén, la compañera sin escrúpulos:
-Joder, tío -le comenté al segurata- esta tía hace cualquier cosa por ascender.
-Pues eso no es todo. Ya verás...
El tipo era un friki de la tecnología y un voyeur de cuidado. Había colocado una mini cámara y un micrófono en el despacho de Adolfo, el director comercial. En la pantalla se mostraba como entraba el hombre llevando del brazo a mi compañera Belén. La conversación fue de lo más excitante:
-A ver señora Ríos, ¿qué me ofrece para conseguir su puesto?
La tía no se lo pensó dos veces. Se fue hacia él y, agarrándole el paquete, le soltó:
-Soy una magnífica mamona y tragona.
-Eso lo puedo conseguir de cualquier mujer que trabaja aquí. Estoy harta de puntillas que se arrodillan por un aumento de sueldo.
Belén se acercó al director comercial y, dándome la espalda, le restregó el culo por la entrepierna. El viejo comenzó a acariciarselo mientras le agarraba las tetas. La subordinada comenzó a desabrocharse el pantalón y bajarlo por debajo del culo.
La imagen en la pantalla era la de un viejo de 68 años trajeado sobando a una empleada de 35 con una teta por fuera de la blusa y el culo desnudo contra el pantalón de él:
-Entonces, ¿qué me ofreces Belén?
La mujer cogió una de las manos de él y se llevó el dedo medio a la boca. Luego lo dirigió hacia su culo. Adolfo la penetro con su dedo ensalivado:
-Seguro que esto no te lo ofrecen esas putitas administrativas. -Le dijo ella sabiéndose ganadora.
Adolfo la giró contra su mesa de despacho. La colocó con el cuerpo apoyado y las tetas quedaron aplastadas contra unas carpetas de cartón. Inmediatamente se bajó los pantalones y mostró una buena polla, muy dura para su edad. Se escupió en los dedos y lubricó el ano de Belén, después se ensalivó la polla. La dirigió al ojete de su subordinada y comenzó a hacer fuerza.
La mujer se incorporó y arqueó la espalda cuando la polla empezó a profanar su ano. Su respiración entrecortada se confundía con los resoplidos de su jefe septuagenario:
-Qué estrecho tienes el culo, zorra.
-Disfrutalo, cabrón. Es tuyo.
Supongo que para Belén, aquel dolor era perfectamente asumible si lograba su ansiado ascenso. Durante 10 minutos, Adolfo le estuvo dando por culo sin compasión. Para evitar que se oyeran los gritos de ella, le tapó la boca con la mano en lo que era una dominacion total y un abuso de su poder sobre su empleada.
El viejo se corrió dentro del culo de Belén, que por fin cayó derrotada sobre la mesa. En la pantalla del ordenador del segurata se veía perfectamente a la mujer inclinada sobre la mesa, con los pantalones por las tobillos y el culo abierto. El hombre estaba sentado en una silla encendiéndose un puro:
-Ahi tienes el baño, zorra. Límpiate y date por ascendida. Lárgate de aquí.
La mujer se fue al baño introduciéndose la teta en la blusa y subiéndose los pantalones. Minutos después salía perfectamente recompuesta y andando con cierta dificultad.