Sí, podéis continuar riéndoos de mí

agratefuldude

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26 Mar 2025
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Cuando los colegas del barrio me invitaron a la noche de tíos me sentí halagado y aterrorizado a la vez. Sabía que esas noches las dedicaban a comer pizza, beber cerveza y ver porno. Yo no estaba seguro de que lo de "hacernos unas pajillas" fuera para mi. Pero era mi oportunidad para dejar de ser el marginado del barrio y esperaba poder capear la situación de una forma u otra. Pero no fue así.

Éramos 5 en la fiesta. excepto por Fer, que era nuevo en el barrio, los otros 4 habíamos ido juntos al colegio. Judas ya era por entonces el cabecilla del grupito, en el que también estaban Juan, el anfitrión de la fiesta, y "el Coro", de quien nunca supe como se llamaba de verdad. Había alguno más en el grupo del colegio que había desaparecido con los años. Era el típico grupo de chavales testosterónicos que gustaban de burlarse del resto y yo era una de sus víctimas favoritas. Judas, que ya desde pequeño nos sacaba un palmo de altura al resto, era el más cruel. Aún hoy en día cuando me lo cruzo en la escalera (vive en mi mismo edificio) le saludo sin levantar demasiado la cabeza. Pero lo pasado es pasado y no les guardo rencor.

La fiesta empezó muy bien. Casi parecíamos colegas de toda la vida, de igual a igual. Pero después de pocas pizzas y demasiadas cervezas Juan y Judas se guiñaron el ojo y nos dijeron al resto que esa noche tenían material nuevo. Enseguida la acción se desplazó al sofá donde para mi vergüenza empezaron por quitarse los pantalones para "estar más cómodos" mientras entre los dos iniciadores conectaban el ordenador a la televisión. Yo también me quedé en ropa interior aunque a esas alturas, con tanto alcohol y el corte que llevaba, dudaba mucho que siquiera pudiera llegar a tener una erección.

Le dieron al "play" y empezaron a despelotarse antes de sentarse en el sofá justo delante de la pantalla. Me sorprendió que estuvieran completamente trempados cuando aun no había nada de acción en el video, que solo mostraba el interior de un piso. La grabación era amater y la cámara se movia alocadamente mientras quien la sostenía caminaba por el piso.

Fer y "El Coro" ya también se sacaron la polla y pude comprobar que, obviamente, todos ellos estaban mejor dotados que yo, nada nuevo bajo el cielo. Me vinieron flashes de los vestuarios del colegio, lugar habitual de burlas. Algunos, como Judas, ya fardaban de arbusto y polla por aquel entonces mientras que la mía no era muy diferente de la de un niño de 3 años. Algo sí había cambiado desde entonces pero en la comparación yo continuaba perdiendo.

La cámara entró en el dormitorio y aparecío un tío en pelotas junto a la cama. La cámara se le acercaba por la espalda y tan solo se podría distinguir su silueta, pero era obvio que se trataba de un tío que visitaba el gimnasio con frecuencia. "Está cuadrado el pavo" dijo Fer. "Espera y verás" le contestó Juan.

La cámara descendió por la espalda del "pavo" hasta su entrepierna para que admiráramos un par de huevos tamaño XXL. "Joder..." se les escapó a "el Coro". "Ya ves", le respondió Judas. A través de las piernas y medio oculto por ese par de pelotas se distinguía borroso el cuerpo de una mujer tumbada en la cama boca arriba.

La cámara no nos dejó ver más detalles de ella y empezó a hacer un traveling circular (el cámara se había flipado con alguna peli, seguro) hasta mostrarnos un rabo a juego con las pelotas. "Ostia puta!" dijeron dos o tres al unísono. "Ssshhh, silencio, que ahora viene lo bueno", les riñó Judas. Y entonces la cámara volvió a desplazarse hasta tomar el punto de vista del pavo.

En primer plano veíamos el rabo descomunal del individuo tapando parcialmente la cara de la mujer que yacía en la cama. Entonces me fijé en que el sujetador que aún llevaba ella me resultaba muy familiar. El corazón se me paró. Sin el ruido de sus latidos podía escuchar la algarabía de los otros 4 al reconocer la mujer detrás de la polla y el movimiento acelerado de sus manos sobre sus pollas.

Supongo que mi corazón continuó bombeando y mis pulmones respirando aunque juraría que estuvieron fuera de servicio durante un buen rato mientras veía a mi mujer intentando tragarse ese trozo de carne imposible primero y un poco más tarde ver como ese desconocido se la follaba después de comerle el coño. Mis "compañeros" comentaban jubilosos todos los detalles de la acción sin dejar de apreciar verbalmente lo "puta" que era mi mujer después de ver como se corría escandalosamente per segunda vez con un palmo de polla gruesa como una lata de Coca-cola enterrada completamente en su sexo.

El video duró quizá una hora en la que ella se corrió 4 veces de una manera que yo jamás había visto en ella hasta que él volvió a metérsela en la boca para follarla un rato antes de descargar en su cara y sus pechos una cantidad ridículamente grande de esperma. Momento que aprovecharon los demás para correrse también con salvas al aire en honor a la puta de mi mujer.

Mientras algunos se levantavan para pillar otra cerveza de la nevera yo intenté ponerme los pantalones para salir por patas lo más rápido posible pero no vi a Judas acercarse. Me cogió por el cuello y los dos caímos en el sofá sentados uno al lado del otro. Su polla aún estaba medio contenta y brilante. Una gota de semen colgaba de la punta. Me di cuenta que la manaza con la que me cogía del cuello también estaba húmeda y pegajosa.

"Jose", me dijo muy solemnemente, "he hablado con tu mujer y sabe que a partir de hoy tienes una cita con nosotros cada mes. Con el Roque" - me dijo señalando la pantalla -"tenía una deuda pendiente que tu mujercita ha saldado con creces. Pero tengo grandes planes para las futuras sesiones. Para empezar, el mes que viene vas a ver como yo mismo le rompo el culito a tu esposa. Es una vergüenza que aún nadie se la haya metido por ahí. Jajaja"

"Ep! a mi también me gustaría mojarla en ese coñito..." le cortó "el Coro". Judas levantó una mano y le hizo callar. "Habrá para todos, no os preocupéis. La puta va muy necesitada de polla y hará todo lo que le digamos. Nos lo podemos montar los cuatro con ella y dejarla que no podrá levantarse de la cama en una semana. Pero primero se la voy a meter yo por todas partes. No la tengo como el animal del Roque, pero la mujercita de nuestro amigo va a llorar de placer."

Se volvió hacia mi y me preguntó con cara de matón: "¿Qué dices? ¿Nos vemos el mes que viene aquí?" tragué saliva y miré al resto.

"Sí", contesté.

Evidentemente ese "sí" implicaba muchas cosas: "sí, vendré el mes que viene", "sí, soy un cornudo patético", "sí, aceptaré que os folléis a mi mujer porque no tengo opción", "sí, podéis continuar riéndoos de mí"...
 
Cuando los colegas del barrio me invitaron a la noche de tíos me sentí halagado y aterrorizado a la vez. Sabía que esas noches las dedicaban a comer pizza, beber cerveza y ver porno. Yo no estaba seguro de que lo de "hacernos unas pajillas" fuera para mi. Pero era mi oportunidad para dejar de ser el marginado del barrio y esperaba poder capear la situación de una forma u otra. Pero no fue así.

Éramos 5 en la fiesta. excepto por Fer, que era nuevo en el barrio, los otros 4 habíamos ido juntos al colegio. Judas ya era por entonces el cabecilla del grupito, en el que también estaban Juan, el anfitrión de la fiesta, y "el Coro", de quien nunca supe como se llamaba de verdad. Había alguno más en el grupo del colegio que había desaparecido con los años. Era el típico grupo de chavales testosterónicos que gustaban de burlarse del resto y yo era una de sus víctimas favoritas. Judas, que ya desde pequeño nos sacaba un palmo de altura al resto, era el más cruel. Aún hoy en día cuando me lo cruzo en la escalera (vive en mi mismo edificio) le saludo sin levantar demasiado la cabeza. Pero lo pasado es pasado y no les guardo rencor.

La fiesta empezó muy bien. Casi parecíamos colegas de toda la vida, de igual a igual. Pero después de pocas pizzas y demasiadas cervezas Juan y Judas se guiñaron el ojo y nos dijeron al resto que esa noche tenían material nuevo. Enseguida la acción se desplazó al sofá donde para mi vergüenza empezaron por quitarse los pantalones para "estar más cómodos" mientras entre los dos iniciadores conectaban el ordenador a la televisión. Yo también me quedé en ropa interior aunque a esas alturas, con tanto alcohol y el corte que llevaba, dudaba mucho que siquiera pudiera llegar a tener una erección.

Le dieron al "play" y empezaron a despelotarse antes de sentarse en el sofá justo delante de la pantalla. Me sorprendió que estuvieran completamente trempados cuando aun no había nada de acción en el video, que solo mostraba el interior de un piso. La grabación era amater y la cámara se movia alocadamente mientras quien la sostenía caminaba por el piso.

Fer y "El Coro" ya también se sacaron la polla y pude comprobar que, obviamente, todos ellos estaban mejor dotados que yo, nada nuevo bajo el cielo. Me vinieron flashes de los vestuarios del colegio, lugar habitual de burlas. Algunos, como Judas, ya fardaban de arbusto y polla por aquel entonces mientras que la mía no era muy diferente de la de un niño de 3 años. Algo sí había cambiado desde entonces pero en la comparación yo continuaba perdiendo.

La cámara entró en el dormitorio y aparecío un tío en pelotas junto a la cama. La cámara se le acercaba por la espalda y tan solo se podría distinguir su silueta, pero era obvio que se trataba de un tío que visitaba el gimnasio con frecuencia. "Está cuadrado el pavo" dijo Fer. "Espera y verás" le contestó Juan.

La cámara descendió por la espalda del "pavo" hasta su entrepierna para que admiráramos un par de huevos tamaño XXL. "Joder..." se les escapó a "el Coro". "Ya ves", le respondió Judas. A través de las piernas y medio oculto por ese par de pelotas se distinguía borroso el cuerpo de una mujer tumbada en la cama boca arriba.

La cámara no nos dejó ver más detalles de ella y empezó a hacer un traveling circular (el cámara se había flipado con alguna peli, seguro) hasta mostrarnos un rabo a juego con las pelotas. "Ostia puta!" dijeron dos o tres al unísono. "Ssshhh, silencio, que ahora viene lo bueno", les riñó Judas. Y entonces la cámara volvió a desplazarse hasta tomar el punto de vista del pavo.

En primer plano veíamos el rabo descomunal del individuo tapando parcialmente la cara de la mujer que yacía en la cama. Entonces me fijé en que el sujetador que aún llevaba ella me resultaba muy familiar. El corazón se me paró. Sin el ruido de sus latidos podía escuchar la algarabía de los otros 4 al reconocer la mujer detrás de la polla y el movimiento acelerado de sus manos sobre sus pollas.

Supongo que mi corazón continuó bombeando y mis pulmones respirando aunque juraría que estuvieron fuera de servicio durante un buen rato mientras veía a mi mujer intentando tragarse ese trozo de carne imposible primero y un poco más tarde ver como ese desconocido se la follaba después de comerle el coño. Mis "compañeros" comentaban jubilosos todos los detalles de la acción sin dejar de apreciar verbalmente lo "puta" que era mi mujer después de ver como se corría escandalosamente per segunda vez con un palmo de polla gruesa como una lata de Coca-cola enterrada completamente en su sexo.

El video duró quizá una hora en la que ella se corrió 4 veces de una manera que yo jamás había visto en ella hasta que él volvió a metérsela en la boca para follarla un rato antes de descargar en su cara y sus pechos una cantidad ridículamente grande de esperma. Momento que aprovecharon los demás para correrse también con salvas al aire en honor a la puta de mi mujer.

Mientras algunos se levantavan para pillar otra cerveza de la nevera yo intenté ponerme los pantalones para salir por patas lo más rápido posible pero no vi a Judas acercarse. Me cogió por el cuello y los dos caímos en el sofá sentados uno al lado del otro. Su polla aún estaba medio contenta y brilante. Una gota de semen colgaba de la punta. Me di cuenta que la manaza con la que me cogía del cuello también estaba húmeda y pegajosa.

"Jose", me dijo muy solemnemente, "he hablado con tu mujer y sabe que a partir de hoy tienes una cita con nosotros cada mes. Con el Roque" - me dijo señalando la pantalla -"tenía una deuda pendiente que tu mujercita ha saldado con creces. Pero tengo grandes planes para las futuras sesiones. Para empezar, el mes que viene vas a ver como yo mismo le rompo el culito a tu esposa. Es una vergüenza que aún nadie se la haya metido por ahí. Jajaja"

"Ep! a mi también me gustaría mojarla en ese coñito..." le cortó "el Coro". Judas levantó una mano y le hizo callar. "Habrá para todos, no os preocupéis. La puta va muy necesitada de polla y hará todo lo que le digamos. Nos lo podemos montar los cuatro con ella y dejarla que no podrá levantarse de la cama en una semana. Pero primero se la voy a meter yo por todas partes. No la tengo como el animal del Roque, pero la mujercita de nuestro amigo va a llorar de placer."

Se volvió hacia mi y me preguntó con cara de matón: "¿Qué dices? ¿Nos vemos el mes que viene aquí?" tragué saliva y miré al resto.

"Sí", contesté.

Evidentemente ese "sí" implicaba muchas cosas: "sí, vendré el mes que viene", "sí, soy un cornudo patético", "sí, aceptaré que os folléis a mi mujer porque no tengo opción", "sí, podéis continuar riéndoos de mí"...
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