Recuperando el tiempo perdido

EscritorFrustrado

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Este relato se sitúa varios años después de los acontecimientos de la casa rural. Os recomiendo primero leer ese.

Capítulo 1: La cabeza hecha un lío.

Recogió sus cosas de la cinta y se las guardó. El guardia civil la miró con una sonrisa que ella le devolvió mientras se giraba para esperar a Paula. Su amiga también habia pasado el control sin contratiempos y se acercaba caminado a ella. En ese instante pensó en lo afortunada que se sentia por tenerla a su lado. Formaban parte de un grupo de amigas algo más grande, pero ella siempre había sido especial. La mejor de aquel grupo. Su confidente, para quien no tenía ningún secreto. Fue la primera a la que le contó sus intenciones en su relación con Oliver. Ya no sentía lo mismo. La magia y el amor se habían acabado. Así, de repente. Sin previo aviso ni causa exacta. Fue Paula, su amiga del alma, la que la animó a no seguir en una relación que ya estaba rota. Fue ella, su fiel confidente, la que la empujó a cerrar ese capítulo antes de empañarlo con alguna infidelidad. Antes, ambas habían llegado a la conclusión de que lo de Héctor no contaba como cuernos. Lo de aquella casa rural fue un capítulo que jamás se repitió, para ninguna de las dos. Es más, solo ambas, y el propio Héctor, sabían lo que allí había pasado.

Alicia sonríe. Recuerda la vez en la que ambas se contaron lo que allí paso. Fue unas semanas después, en una de aquellas noches comiéndose un helado sentadas en un banco. Esas noches en las que salían a la calle a buscar algo de brisa. Fue Paula quien rompió el hielo con su particular "Tía, tengo que contarte algo." Posteriormente describió una escena que Alicia acabó confesando haber visto desde el coche de Héctor. Ambas sellaron aquella noche un pacto de silencio y ninguna volvió a sacar jamás aquel tema de conversación.

-¡Vamos! Ya verás como disfrutamos.- Paula intentaba transmitir su buena energía. Sabía que, a pesar de haber sido ella quién había decidido zanjar la relación, Alicia no lo estaba pasando bien. Habían sido muchos años, muchas vivencias, y todo eso pesa.

Alicia dibujó una sonrisa en sus labios. Le encantaba que Paula hubiese recuperado esa forma tan bonita que tenía de ver la vida, tan positiva. Recordaba lo mal que lo había pasado un año antes, cuando Carlos, sin mediar palabra, la dejó. No habían tenido ningún altibajo. Ninguna bronca grave que hiciera presagiar que aquello iba a terminar. Tan solo fue un día en el que Carlos la propuso quedar y se lo soltó. Ella se ofreció a solucionarlo, casi le faltó rogarle, pero no hubo posibilidad de hacerle cambiar de opinión. Alicia, que en su día se enfado muchísimo, parecía ahora sentir lo que quizá Carlos sintió en ese momento. Una sensación de que todo había muerto y no habia forma posible de darle la vuelta. Recordó a su amiga hecha polvo, sin ganas de nada, durante demasiados meses. Posteriormente un cambio radical en su actitud que la llevó a renovar su vestuario casi al completo y pasar por peluquería. También se buscó un entrenador personal y forjó un cuerpazo de gimnasio brutal. No eran pocos los tíos que se le acercaban cada vez que salían por ahí. Menos eran a los que hacía caso y con los que acababa la noche haciendo otro tipo de ejercicios, pero también. Alicia la veía feliz y pensó en que ella lo merecía.

Ambas llevaban una pequeña maleta de mano. Lo justo para un fin de semana largo de cuatro días. Habían pillado la oferta unas semanas antes y el plan fue dicho y hecho. Ninguna de las dos había estado jamás en Canarias. Caminaron por la zona de embarque buscando su puerta. Se miraron sonriendo ambas, transmitiéndose el mensaje con la mirada de que ya habían sido tres los tíos distintos que las habían mirado. Se sentían guapas y deseadas. Alicia vestía una falda vaquera bastante corta que la dibujaba un culazo por detrás. Lo combinaba con un jersey fino blanco, unas medias oscuras y unas zapatillas de deporte. Paula seguía fiel a su estilo de vaqueros ceñidos que marcaban esas piernas trabajadas de gimnasio y un trasero duro y respingón. En la parte de arriba una camiseta de tirantes blanca, de tela gruesa, y una chaqueta vaquera. También calzaba zapatillas de deporte. A diferencia de Alicia, ella si llevaba algo de contorno de ojos y los labios pintados en un granate que quedaba precioso con su tono de piel. A pesar de ser febrero, y de llevar bastante sin tomar el sol, seguía luciendo un color canela bastante sexy.

Llegaron en el preciso momento en el que la puerta de embarque se abría. La gente hacia fila para traspasar las puertas y ellas se quedaron a la zaga de la cola.

Estaban mandando los respectivos mensajes de despedida a sus familiares, avisando de que el avión iba a salir, cuando dos chicos de delante se giraron para mirarlas.

-¿Vosotras también vais a Canarias?-Susurraron

Era evidente que mayores que ellas, pero bastante atractivos. Uno de ellos, rapado y con ojos claros, era una copia barata de aquel actor calvo que salía en películas de acción conduciendo un Audi. Alicia enseguida se fijó en él. Ambos se sonrieron. Él, con desparpajo y sintiéndose dominador de la situación. Ella, con aparente vergüenza. Aunque algo exagerada por su parte. Paula también se fijó en el otro chico. Moreno, ojos marrones, con las facciones de la cara bastante marcadas. Un buenorro, como diría ella.

-Si, hemos pillado una oferta.- Dijo Paula destapado su nerviosismo.

-Nosotros también. Vamos al hotel xxx.

Ambas abrieron los ojos sorprendidas

-Vamos al mismo. - Sonrió Alicia.

Se presentaron con dos besos, el calvo se llamaba Hugo y su amigo Alex.

-Y bueno, ¿Venís solas? ¿No traéis a los novios?- dijo Hugo.

Ambas se miraron y empezaron a reír, como si acabasen de hablarse en un idioma que solo ellas mismas entendían.

-Bueno, es una larga historia... - Paula se reía.

-El vuelo dura más de 2 horas... Tenemos tiempo.

(Continuará)
 
Posteriormente un cambio radical en su actitud que la llevó a renovar su vestuario casi al completo y pasar por peluquería. También se buscó un entrenador personal y forjó un cuerpazo de gimnasio brutal. No eran pocos los tíos que se le acercaban cada vez que salían por ahí. Menos eran a los que hacía caso y con los que acababa la noche haciendo otro tipo de ejercicios,
Me suenan esas decisiones radicales que nunca suelen tomarse en la "normalidad de la relación" Certero EscritorFrustrado.
Promete ... y mucho este relato.
 
Capítulo 2: Volver a sentirse...

El viaje se les hizo hasta corto. Se pasaron gran parte del trayecto intercambiando palabras en una charla banal con los chicos que acababan de conocer. Para ellas, unos tíos experimentados e interesantes. Para ellos, unas jovencitas atractivas con pinta de querer comerse el mundo. Hablaron de todo un poco. Tras presentarse, dar nimios datos biográficos e introducirse un poco en el tema estudios y trabajos, llegó el turno del tema importante. La pregunta que ellos de verdad esperaban y que les proporcionaría la información necesaria para valorar si aquellas chicas iban a darles un aliciente en aquellas vacaciones: "¿Pero tenéis novios o no?" Ambas explicaron el punto al que habían llegado. Esta vez sí, explayandose un poco en detalles acerca de sus relaciones, para deleite de ellos, a los que solo les faltó relamerse.

Un pequeño microbús les estaba esperando a su llegada a las islas. La guagua, como así lo llamaban allí, les trasladaría desde el aeropuerto hasta el hotel. Cuando se bajaron del autobús ambas se sorprendieron, era increíble lo que tenían enfrente. Un tremendo edificio con las cinco estrellas en el cartel de la puerta. Seguían sin creerse que aquello les hubiese salido tan barato y empezaron a mosquearse y buscarle un doble sentido, alguna triquiñuela de la agencia por la que acabarían pagando de más. Mientras lo hacían se acercaron a la recepción para registrarse. Sus nuevos compañeros de aventura hicieron lo propio en otro de los mostradores y ahí ya se perdieron de vista. Subieron en el ascensor hasta la planta quinta y abrieron con la llave magnética la puerta de la habitación. La sorpresa seguía manteniéndose al ver la amplitud de la estancia. Una cama de matrimonio tamaño americano con sábanas impolutamente blancas se situaba justo en el centro. Por unos ventanales gigantes entraba un sol tremendo que iluminaba completamente la estancia, sin que las lámparas que se encendieron a la hora de meter la llave hiciesen falta. Miraron a conciencia todo, ilusionandose más y más con cada descubrimiento, sintiéndose en la piel de influencers en una habitación del tamaño de una suite. Y llegaron. Se toparon de frente con la guinda a aquel pastel. Junto al ventanal que daba acceso a la terraza había una enorme bañera. Una de esas que hasta entonces solo habían podido ver en películas. Se acercaron para verla mejor. En el interior, saliendo del mármol blanco, había una serie de chorros que les dieron la pista de que estaban ante una bañera de hidromasaje. Se miraron cómplices, pensaron lo mismo. Se imaginaron en aquellas escenas de películas de Hollywood, muy pivones metidas en aquella bañera. No hizo falta decir nada para dar por hecho que iban a probarla cuanto antes. Despues del madrugón y de la pesadez del viaje nada como un baño para relajarse. Iban a empezar a desnudarse cuando tres toques sonaron en la puerta. Alicia cedió su intención de quitarse el jersey y volvió a meter su brazo derecho en él para ir a abrir. Pensó para sí misma que probablemente los autores de aquellos golpes serían aquellos chicos que habían conocido en el aeropuerto. Que habrían dado con su número de habitación para intentar no perder el contacto con ellas. Al abrir sus ojos se toparon con un chico que vestía el uniforme masculino del hotel y que empujaba un carrito en el que se podía ver un abundante desayuno.

-¡Buenos días! Espero que su llegada haya sido satisfactoria. El hotel quiere darles la bienvenida con este obsequio y desearles que disfruten de su estancia en las islas.

Ella sonrió y se echó a un lado para que el chico pasase. El carrito entró a la habitación cuando Paula ya había puesto en marcha el hidromasaje. Por un lateral del mismo, a través de un grifo en forma de cascada, empezaba a caer el agua. Había echado un par de botes que había encontrado puestos en una repisa junto a la bañera y en la misma ya empezaba a salir la espuma. Se quedó alucinando viendo el banquete que entraba por la puerta.

-Tia, ¿Qué has pedido?- dijo con más miedo a lo que podría costar que otra cosa.

-No se preocupe, es un obsequio del hotel.- respondió el chico.-Espero que lo disfruten- termino diciendo en un tono cordial que parecía venir precedido de una genuflexión que no se dio. Salió por la puerta y ambas empezaron a reír.

-¿Pero en qué agencia contrataste esto?- dijo Alicia riendo, con cara de incrédula, mientras se lanzaba a por su móvil que estaba cargando en una de las mesillas de la cama. Paula hizo lo propio y ambas inmortalizaron aquel carrito para postearlo enseguida en redes.

Después de echar las respectivas fotos y pegar una mordida a alguno de los croissant, Paula cogió su maleta y la puso de lado sobre la cama.

-No se dónde lo habré puesto...- dijo rebuscando en su interior.

-¿Que buscas ahora?- Pregunto Alicia con la boca llena y un croissant en la mano.

-El bikini, que no se dónde lo he puesto...

-¿Te vas a poner bikini para meternos ahí?

Paula paró y miro a su amiga

-Si, ¿No?

-Anda, ¿Para qué? Desnudas. Que más da.

Paula se quedó mirando a Alicia como si acabase de insinuar una locura y ambas pasaron a sonreírse como niñas ante el inicio de una trastada. No hubo falta palabras para que ambas comenzasen a quitarse la ropa con total naturalidad hasta que sus cuerpos se quedaron desnudos en la habitación.

Primero fue Paula la que introdujo un pie y posteriormente el otro, dando a su amiga el ok sobre la temperatura a la que estaba el agua. Después se introdujo entera, dejando caer primero el culo y sentándose en su parte. El interior de la bañera estaba delimitado en dos espacios definidos. Perfectos para que una pareja pudiese tener un momento íntimo de relajación. Alicia no se hizo de rogar y se introdujo al instante. Ambas estaba medio tumbadas, con el espacio suficiente para estar lo más estiradas posibles sin rozarse en exceso. Frente a frente, con los pies de su contraria justo a su lado. Se relajaron. Cerraron los ojos y suspiraron fuerte. Estaban en la gloria y se sentían auténticas diosas. No tardaron en querer posturear también en esa situación.

-Hazme una foto que la quiero subir. - dijo Alicia.
Paula alargó el brazo y cogió su teléfono móvil sin necesidad de salir del agua. Su amiga se preparó para la foto, posando sutilmente con un vaso de zumo en la mano mientras miraba al infinito, en dirección al ventanal por el que entraba una luz perfecta para la foto.
-Ya, a ver si te gusta...

El móvil de Alicia soltó un zumbido y está vez ella sí que tuvo que salir de la bañera para cogerlo. El suelo se llenó de espuma. Paula la miraba esperando su aprobación por la foto. Su amiga estaba desnuda, con restos de agua dando brillo a su piel y trozos de espuma adheridos al cuerpo. La vio con la cabeza agachada, moviendo los dedos en un gesto que ella interpretó como que estaba ampliando la imagen.

-Tia.. se me ve todo el pezón.. jajaja

Ambas empezaron a reírse.

-¿Donde?- Dijo Paula estirándose hacia arriba mientras su amiga se acercaba, móvil en mano, agrandando la imagen.

Entre el grueso de espuma había una parte en el que el agua estaba completamente limpia. Ampliando ahí se podía ver gran parte de la teta derecha de Alicia, y un pequeño pezón erizado y rosado.

-Jajaja, hostias, sí es verdad. Pues he estado a punto de subirla y mencionarte.

-Pues si lo haces te mato.

Ambas siguieron riendo divertidas.

-Venga, hazme una...

Paula tambien quería tener su oportunidad de posturear en aquel sitio que les había tocado. Si, tocado, porque por el precio que habían pagado ninguna de las dos se creía aún que eso era para ellas.

Alicia se puso en posición para capturar a su amiga que seguía en la bañera, aunque exagerando la posición para posar. Había subido las piernas por encima de uno de los laterales de la bañera. Desde la perspectiva de Alicia se veían dos extremidades bien torneadas, con ligera celulitis pero con apariencia dura, mientras la luz del ventanal entraba de lleno. Se perdía nitidez pero se ganaba todo en erotismo. Paula daba la impresión de estar enseñando mucho más de lo que parecía.

-Sales super pivon, eh...- soltó Alicia alucinando.

-A ver, a ver... - Paula se inclinó sobre el borde de la bañera, dejando que sus tetas se apretasen contra él y dieran sensación de ser aún más grandes. Ambas miraron la foto y sonrieron.-Luego la subo.

(continuará)
 
De esta Historia mi personaje preferido es Héctor, aunque me imagino que esta vez a lo mejor ni aparece. Pero bueno, a ver qué tal le va a las 2.
 
Estoy imaginando ... y recrerando la imagen de la bañera....
A la espera de conocer las sorpresas y aventuras / desventuras de estos pibones.....
 
Capítulo 3: Deseo.

Estuvieron un par de horas disfrutando de aquel baño y se echaron decenas de fotos. Alguna de ellas fue directa a sus perfiles de redes sociales, otras jamás saldrían de la galería de sus móviles. Mientras se secaban, enrolladas en toallas, apoyadas en la cama, terminaron de planificar la tarde de ese día. Según los planes que traían ya de casa, la primera tarde la iban a dedicar a hacer algo de turismo. Se habían apuntado a un par de excursiones que ofrecía la agencia y el autobús las recogería a las 17:00 en la puerta del hotel. Eran más de las 14:00 y dedujeron que deberían empezar a prepararse para bajar a comer. El desayuno aún estaba muy reciente, pero necesitaban ingerir algo mas y coger fuerzas para esa tarde. Se hicieron las remolonas durante bastante rato tiradas en la cama. Pusieron la televisión y dejaron un programa de cotilleo al que no prestaron mucha atención.

-Tia, vamos. Que al final por hacer el idiota nos quedamos sin excursión.- Grito Alicia al mirar el reloj y darse cuenta del tiempo que llevaban desperdiciando.

Ambas se pusieron en pie, lanzaron sus toallas al suelo y empezaron a vestirse. Eligieron ropa cómoda. Paula, más habituada al gimnasio, unas mallas deportivas negras con una sudadera tipo canguro. Alicia un pantalón de chándal gordito y sudadera con la cremallera abierta, debajo de la cual llevaba una camiseta de tirantes blanca. Se cercioraron de tener todo lo necesario encima y bajaron al restaurante del hotel.

Ninguna de las dos hizo comentario alguno a la otra, pero ambas, de vez en cuando, alargaban la mirada intentando buscar a sus nuevos amigos entre el resto de clientes del hotel. Era evidente que a las dos les habían parecido unos chicos atractivos a la par que interesantes y deseaban que aquel momento no quedase en un encuentro casual y fugaz. No hubo suerte, ni rastro de ellos. El maitre les condujo hacia una mesa que quedaba en un rincón del salón, al lado de un gran ventanal que dejaba a la vista un paisaje descomunal. Pidieron dos ensaladas. Paula tratando de continuar su dieta para no perder la línea. Alicia porque aún se sentía llena después del desayuno.

Una camarera trajo dos abudantes platos que las chicas dispusieron en la parte central de la mesa y de los que iban picando indistintamente, no sin antes haber hecho la foto de rigor frente a aquellos ventanales. Disfrutaron de la comida, rieron y se bebieron una botella de vino blanco, pero ni rastro de sus amigos. De postre eligieron una tarta de queso a compartir que también fotografiaron.

Fue con los cafés, a punto de pedir la cuenta, en ese preciso instante en el que la pesadez de la comida te invita a caer en las garras de Morfeo, cuando se percataron de su presencia. Los dos chicos estaban en el lado opuesto del salón. Ambos tenían sobre la mesa copas semivacías de vino tinto y restos de huesos cárnicos en los platos. Sonreían a la vez, como si alguno de ellos acabase de hacer un comentario gracioso. No parecía que hubiesen reparado en ellas.

Se lo pensaron. No querían parecer ansiosas por volver a verles, ni darles la impresión de haberles cedido el control de la situación, el poder de marcar las pautas y medir los tiempos. Intentaron forzar un encuentro. Se dieron la vuelta completa al salón, ofreciendo una imagen que, para cualquier comensal que las estuviese observando, resultaba bastante patetica. Caminaron hacia la salida, muy pegadas al lateral en el que estaba su mesa objetivo. Fueron bastante buenas actrices y fingieron un encuentro casual que, a juzgar por las caras de ellos, les agradó. Se volvieron a saludar y ambas parejas llegaron a la conclusión de haber tenido la misma buena impresión sobre el hotel a su llegada. Comentaron que habían estado deshaciendo maletas y dándose una ducha para despejarse, sin desvelar aquel baño juntas, completamente desnudas, que probablemente les hubiese dado mucho morbo escuchar. Charlaron de sus planes para esa tarde y a ellas se les iluminaron los ojos cuando escucharon que ellos también tenían planeado una excursión por la tarde. Uno de ellos sacó su teléfono y abrió un PDF en el que venía detallado el plan y el horario de salida de autobús.
-Ah... Es la que nosotras hacemos mañana.- Dijo Paula.

Las dos pensaron lo mismo, hablar con los encargados de la agencia y cambiar las excursiones de día, pero ninguna dijo nada. Se despidieron lamentándolo. Más si cabe cuando ellos, que tenían la opción, tampoco cambiaron nada. Aquellos tíos empezaban a coger el punto pasota que les multiplicaba el interés.

La tarde transcurrió bastante entretenida entre visitas a lugares de interés y fotos. El cupo cultural del viaje ya le tenían casi cubierto. Llegaron al hotel bastante cansadas y planteándose si esa noche debían o no salir. Las dudas se disiparon tan pronto vieron a sus nuevos amigos acercarse a ellas nada más bajar de su autobús.

-Hola... ¿que tal esa excursión? - Hugo sostenía un folleto en la mano.

-Bien, está muy interesante. Tiene muy buenos paisajes... - Alicia sonreía.

-Nos hemos hecho un montón de fotos.- Dijo Paula mirando a Alex.

-Pues podíamos quedar esta noche para cenar y así nos las enseñáis...- Deslizó Alex.

-Pues si!- Ambas respondieron a coro. No necesitaron ni mirarse a los ojos.

Hugo y Alex rieron. Sin haberse dado cuenta, con su respuesta, las cartas estaban ya bocarriba y sobre la mesa. Eran ellos quién partían con ventaja. Les acababan de adjudicar el papel dominador.

Se volvieron a despedir, esta vez con dos besos.

Ya de vuelta en la habitación ambas podían notar una especial ilusión. Parecían dos crias pequeñas que empezaban a ir agarradas de la mano de un chico. Empezaron a arreglarse y decidir que se ponían desde el preciso instante en el que cruzaron la puerta. Si la bañera era todo un lujo, la ducha no se quedaba atrás. Un plato bastante grande en el que calcularon cabían hasta tres personas sin necesidad de apretarse. La mampara era completamente transparente y el grifo era de estos que simulaban el agua de lluvia. Ambas pasaron un buen rato bajo el chorro, jabonandose y disfrutando del agua templada cayendo sobre su cuerpo. La hora de vestirse fue algo más compleja. Habían llevado ropa justa, pensando en las actividades que iban a realizar, aunque también en salir, pero jamás se les hubiera pasado por la cabeza una cita. Alicia no quiso repetir el primer look con el que se vieron en el aeropuerto, aunque la falda, sin medias, podía haber válido para salir a cenar. Se decantó por un vaquero ceñido, con el que también lucía culo, y unos botines oscuros. Combinaba todo con otro jersey de cuello alto que resultaba bastante sobrio. Paula escogió una minifalda negra, con unas botas altas y otro jersey, también sobrio. Se maquillaron ligeramente y se hicieron una foto en el espejo. Fue en ese momento previo al salir cuando ambas se miraron y se preguntaron que pasaría esa noche y, en caso de que pasase algo, que deberían hacer.

(Continuará)
 
Capítulo 4: Es una locura

Bajaron con presteza al vestíbulo donde ellos ya las esperaban. Hugo vestía una camisa blanca, abrochada al mínimo, que dejaba a la vista su pectoral superior y su clavícula. Los ojos de Alicia se clavaron en aquello. Nunca había sido de chicos de gimnasio, aunque tampoco es que tuviera un prototipo marcado y definido de lo que debería tener un hombre para poder fijarse en él, pero aquel detalle le dio especial morbo. Alex lucia algo más recatado, con un polo de una conocida marca, bastante ajustado, que daba cuenta del volumen de sus biceps. Paula si se sentía atraída por aquellos que rendían culto al cuerpo, no por compartir un estilo de vida ni nada de eso, simplemente por estética y morbo. Se volvieron a saludar los cuatro con dos besos. La atracción mutua era bastante palpable y casi sin haber hablado previamente, aunque igual ellos sí, las parejas estaban muy definidas.

Salieron del hotel y fueron caminando por un pequeño paseo junto al mar hacia un restaurante en el que Álex, que ya tenía alguna experiencia previa en la Isla, había reservado. Lo hicieron emparejados, con Hugo y Alicia delante seguidos de Alex y Paula. Charlaban entre risas sobre el día que habían pasado, cada uno en su excursión, y desvelaban anécdotas graciosas, para vergüenza y enfado del que la protagonizaba.

Se sentaron en una mesa para cuatro con ellas una al lado de la otra, pero teniendo enfrente cada una a "su chico." Pidieron varios platos a compartir y un par de botellas de vino blanco. La cena transcurrió entre risas y momentos de complicidad que fueron amplificandose por efecto del vino. Estaban tan relajadas y a gusto que ninguna pensó en sus anteriores relaciones, el motivo que les había llevado a esa escapada. Se centraron en el momento, en disfrutar y olvidar, y les estaba saliendo bien.

Tuvieron sus más y sus menos cuando ellos se ofrecieron a pagar una cena que, al final, acabaron abonando a medias. Alex volvió a ofrecer plan: Tomar unas copas en un pequeño pub cercano. Todos aceptaron y de camino empezaron los primeros arrumacos. Volvían a caminar en parejas, aunque esta vez algo más escalonados. Alicia y Hugo volvían a ir en cabeza, ella dejando caer su cuerpo contra él mientras Hugo la agarraba con descaro del culo. Paula y Alex, con estaturas similares, juntaron sus cabezas mientras caminaban. El brazo de él pasaba por encima de los hombros de ella, dejando caer con intención la mano hacia el pecho. Ella metía su mano por su cintura, justo encima del culo. En algún momento se robaron un par de besos en los labios. A ojos de todo aquel que se les cruzase podían pasar por dos parejas con un gran recorrido a sus espaldas. Alicia pensó algo así y sonrió.

Se sentaron en unos sillones situados dos a dos con una pequeña mesa baja de cristal en medio. Esta vez cada una al lado de su chico. Rieron y tontearon. Intercambiaron arrumacos y miraditas. La mano de Alex jugaba en la rodilla de Paula. Hugo y Alicia flirtrearon susurrandose cosas al oído, con más interés por echar el aliento morbosamente al otro que con el de transmitirse un mensaje.

Todas las señales indicaban lo mismo: Los cuatro querían dar un paso más en aquella aventura. Pagaron, esta vez sí les dejaron a ellos invitar, y se marcharon al hotel. De camino, Hugo compró una botella de champán y pidió en recepción cuatro copas. Al poco estaban relajados, tumbados sobre la cama de ellas. Brindaron, volvieron a reír, bailaron con una música improvisada que encontraron en un canal de la televisión... Y empezaron a calentar la situación. Alicia y Hugo se comieron la boca con lentitud y suavidad, pero sin perderse un ápice de pasión. Paula y Alex fueron todo lo contrario, se besaban tan atropelladamente que las ganas robaban todo el protagonismo al disfrute de verdad. Alex comenzó a notar su polla bastante dura y con suavidad desabrochó su pantalón, algo que cortó el rollo a Paula.

-Eh, espera..- dijo ella cortando suavemente el beso y riendo.- Vamos a tu habitación mejor y les dejamos a ellos aquí.

Hugo agarró suavemente a Alicia por la cara y la apartó, parando el beso que se estaban dando.

-Espera, ¿Dónde vais?

-Os dejamos aquí, chicos. Nosotros vamos al otro cuarto y mañana nos vemos.- Dijo Paula.

Ellos dos se miraron y sonrieron.

-¿Y porque no queréis hacerlo aquí?- dijo Alex con media sonrisa.

-¿Como? ¿Aquí? ¿Los cuatro en la misma cama?- Alicia miraba la situación sorprendida.

Ellos se miraban a punto de echarse a reír viendo las caras de sorpresa de sus nuevas amigas.

-Claro, no es nada malo. Cada uno a lo suyo, pero juntos.- Hugo sonreía mirando a Alicia intentando poner en valor su madurez.

Ellas se miraron, esperando que fuese la otra la que dijese que aquello era una locura pero a ambas, llegadas a ese punto, les atraía bastante la idea.

-Entonces qué, ¿Lo hacemos?

Alex se puso de rodillas en la cama y desabrochó su cinturón, dejando caer su pantalón.


(continuará)
 
Capítulo 5: Una nueva experiencia

Se hizo el silencio. Fue bastante breve, pero duró lo justo como para que fuese algo incómodo.

-Bueno, pero cada uno a lo suyo, ¿Eh?- Dijo por fin Alicia.

-Eso, eso, que igual te dan ganas de mirar a ti... - Contestó Alex con tono vacilón mientras la miraba sonriendo de forma chuleta.

No hubo respuesta por su parte. Alicia volvió a centrarse en la boca de Hugo y pronto Paula y Alex se quedaron libres de miradas. Él, por fin, liberó una erección que empezaba a doler aprisionada contra el vaquero. Estaba aún tras los boxer que llevaba debajo, así que fue Paula quién metió sus manos en ellos para sacar la polla al exterior. Lo hizo con soltura. Paula tenía unas manos grandes, con dedos finos y largos, parecidas a la de una pianista. Lucia una manicura de uñas acrílicas, no demasiado largas, de un rosa en tono suave. La acaricio con delicadeza y pajeo suave, haciendo pequeños círculos con la yema de los dedos en el glande. No tardó mucho en inclinar la cabeza y ponerse a chupar. A Alex se le notaba bastante cachondo, con solo notar la boca caliente y mojada de Paula emitió un gemido e inclinó el cuello hacia atrás, dando muestras claras de disfrute. A la vez que hacia esto sujeto con ambas manos el pelo de ella e hizo una improvisada coleta que sostuvo con su mano derecha. Paula se esmeró en su trabajo. Movía el cuello con suavidad, apretaba sus labios y hacia círculos alrededor del tronco de la polla que entraba y salía de su boca. Los gemidos de Alex eran cada vez más sonoros y Alicia comenzó a calentarse con solo oírlos.

-Oh.. nena... Joder, disfrútala que se ve que te gusta.- Dijo él tirando de su pelo y tratando de mirarla a los ojos.

Hugo y Alicia seguían besándose. Habían dejado ya atrás la boca para darse chupetones y lametazos por donde iban pillando. Él, ya sin camisa, estaba a horcajadas sobre una Alicia que yacía tumbada bocarriba, sin jersey ni camiseta, y con el sujetador a medio colocar por el que asomaba uno de sus pezones. Hugo se incorporó, lo justo para poder desabrochar el pantalón de Alicia y bajarlo, junto a su tanga, y liberar su sexo. Estaba ya algo mojada y caliente. El agachó la cabeza y empezó a lamer con suavidad su rajita, no sin antes echar un ojo a la otra pareja.

Paula estaba de rodillas, con el cuerpo inclinado hacia delante, ya sin prenda alguna en su torso. Se fijó en el buen par de tetas que tenía la morena, grandes y firmes, que apenas colgaban de su cuerpo. En sus pezones oscuros, duros, y en las ganas que le ponía a la mamada. Supuso entonces que Álex apenas tardaría en correrse.

Tenía la imagen de Paula en la mente cuando empezó a comerle el coño a Alicia. Ella empezó a gritar cuando notó la lengua de él moviéndose de lado a lado de su clítoris. Los gemidos de Alicia inundaron la habitación y lejos de cortar el rollo, provocaron que Álex se corriese a chorros en la boca de Paula. Ella contuvo todo el semen que pudo en la boca, aunque no pudo evitar que algo entrase directamente en su garganta. Mientras Alex se reponía de aquel primer envite, ella se giró hacia el lado donde estaba la bañera y escupio lo que pudo. Pasó por el lado de Hugo que la miró de arriba a abajo. En topless, aún con la falda puesta, y de pie su cuerpo ganaba en espectacularidad. Se puso mas cachondo y forzó, si es que se podia más, la comida de coño de Alicia que, ahora sí, empezó a correrse en la boca de él.

Hugo desabrochó su pantalón y sacó su polla. Paula no pudo evitar mirarla fijamente, lamentando no haber elegido a ese chico antes que su amiga. Le pidió un preservativo a Alex y lo desenrolló en su polla. Alicia seguía bocarriba y Hugo aprovecho para levantarla por los tobillos, haciendo que sus rodillas se doblasen hasta casi tocar con ellas en los hombros. Una postura que para Alicia resultaba novedosa a la par que complicada, ya que le resultaba difícil mantenerse estable sin dar la voltereta. Hugo apuntó con su polla a la entrada de ella y dejó caer su peso. Alicia emitió un chillido ensordecedor a la par que Hugo iba notando la resistencia que provocaba la estrechez de ella. Él cedió un poco y sujetó su cuerpo, haciendo que la bajada fuese más paulatina. Hugo lo disfrutaba, notaba como su polla abría camino a su paso. Como la presión y el calor de aquel coño iba pegándose más y más a su pene. Eso contrarrestaba con Alicia, de la que emanaban a la par gemidos y gruñidos de molestia. Llegó un punto en el que se miraron y ella le hizo un gesto para que parase. Ambos rodaron y ella quedó encima de Hugo. Le miró a los ojos y de manera juguetona se llevó una de las manos de él a la boca. Chupo con erotismo un par de dedos y los bajo hasta su sexo. Empezó a masturbarse con la mano de él, intentando mojar todo lo posible. Cuando se notó preparada alargó su brazo para encontrar la polla y fue introduciéndosela poco a poco. Cuando sentía algo de presión o molestia frenaba y la sacaba, rozándose poco a poco, para volver a realizar otra acometida al rato. La cara de Hugo era de total placer. Tenía los ojos cerrados y sus brazos ya habían ido hacia las tetas de Alicia, las cuales apretaba con fuerza. Fue ahí, cuando perdió contacto visual con su chico, cuando aprovechó para echar una ojeada rápida a su lado. Paula estaba tumbada en la cama, con las piernas dobladas y abiertas, mientras Alex la comía el coño con suavidad. Ella lo agarraba de la cabeza y le marcaba el ritmo mientras jadeaba. Estuvo a punto de reírse. A pesar de conocer muchas experiencias, detalles y gustos la una de la otra, era la primera vez que se veían follando y eso le provocaba un estado de nerviosismo que se manifestaba en forma de risa.

Intentó no pecar de infantil y redirigió la vista hacia Hugo antes de cagarla. Se movía a un ritmo todavía lento, pero trataba de meterle todo la sensualidad que podía. Apoyó sus manos en el pecho de él y forzó un poco más, tratando de meterse la polla lo máximo posible. Notaba está entrando con suavidad y sin mucha molestia y comenzó a bombear con entrega. Hugo notó ese cambio de actitud y se agarró a las caderas de ella. Buscó su cara con la mirada y la vio, con el pelo al viento, menearse, tan a fondo que tenía los ojos cerrados. Él hizo lo propio. Alternaba el tacto de sus tetas con el vaivén de sus caderas y algún apretón de manos en las nalgas. Habían encontrado el ritmo perfecto. Tras un rato a Alicia le pudo la tentación y abrió los ojos ñara mirar a su lado. Paula estaba a cuatro patas, con Alex tras ella bombeando con un ritmo sostenido. De pronto sus miradas se encontraron y ninguno quiso apartar la vista. Ella estaba cabalgando a Hugo mientras veía como Alex se follaba a su mejor amiga. No supo bien porqué, pero lo hizo. Le apetecía, sin más.
Clavó sus pupilas en las de Alex y empezó a poner caras de un placer exagerado. Cerraba los ojos, abría la boca y gemía... Hasta que llegó un punto en el que le guiñó un ojo. Esa situación le produjo al otro chico una excitación que Paula empezó a notar en el aumento del ritmo de las embestidas.

-¿Te está gustando, cariño?- Dijo con voz dulce Alicia a Hugo, aunque sin dejar de mirar a Alex.
Fue escuchar eso cuando y acto seguido empezar a retumbar los gemidos de Paula. El intenso rebotar del escroto de Alex contra el culo de ella inundó la estancia. Hugo respondió.

-Joder, que bien te mueves, peque...

Alicia se dejó llevar. Empezó a galopar desbocada, intentando forzar su corrida, pero también la de él. Gemía al borde del orgasmo y volvió a mirar a Alex que no había apartado la vista en ningún momento. Escuchó a Hugo jadear, en un tono que ella empezó a preveer como cercano al orgasmo y fue ahí cuando le gritó

-Dios, echamelo en la boca.

Fue lo que faltaba. Hugo se quitó a Alicia cómo pudo de encima y se puso de pie sobre la cama. Ella echó la cabeza hacia atrás y lo miró desde abajo. Vio como el se masturbaba y empezaba a disparar chorros espesos de semen que caían en su boca, pero que también bañaban cuello y cara. Con esa escena en mente y el tacto del culo de Paula en la palma de sus manos, Alex dio las últimas embestidas que desembocaron en una corrida mutua que ambos celebraron con un grito que pudo haberse escuchado en todo el hotel. Se dejaron caer rendidos los cuatro en la cama, completamente desnudos y exhaustos por la noche de sexo que llevaban.


(continuará)
 
Capitulo 6: La tentación.

Cerró el grifo con cuidado, dejando que el chorro de agua fuese menguando poco a poco. Alargó el brazo y cogió una toalla que descansaba sobre el lavabo, se tapó el cuerpo con ella y se miró en el espejo. Por su cabeza pasaron, como si de una película se tratase, las escenas de cama que acababan de vivir en aquella habitación. Había sido un polvazo. Uno de esos que te sacuden por dentro y te arrancan las telarañas de los sentimientos a golpe de sexo. Ya no pensaba en Óliver. Ni en él, ni en el final de su relación, al que seguía sin encontrarle un porqué. Salió del cuarto de baño y se encontró a Paula tumbada en la cama. Estaba desnuda, enrollada en otra toalla blanca que le tapaba y dejaba ver partes de su cuerpo de forma irregular. A pesar de haber sido la primera en ducharse, aún seguía sin vestirse. Alicia consideró que, igual que ella, también estaba dándole vueltas a lo que ambas acababan de vivir. Y se sostuvieron la mirada unos segundos y empezaron a reír a carcajadas al unísono.

-Jajajaja, menudo par de putas, tía.- Paula se retorcía en la cama entre carcajadas.

-Esto ni mú a nadie. Nosotras monjitas siempre.- Alicia lo dijo seria pero volvió a reírse después.

Las dos se pusieron el pijama y cogieron un juego de sabanas limpio que había en el armario para hacer la cama antes de echarse a dormir. Ambas durmieron a pierna suelta, como si las almohadas hubiesen sido diseñadas en las mismísimas nubes. Se levantaron a la mañana siguiente algo tarde, entre bostezos y ojos a medio cerrar. El día era espectacular, con sol y buena temperatura, todo lo contrario a lo que podía hacer en la Península en esa época del año. Sacaron, esta vez sí, los bikinis de la maleta y se dispusieron a prepararse para una mañana de piscina.

Alicia escogió una camiseta larga, que por su estatura le quedaba como un vestido, debajo de la cual llevaba el bikini. Paula sacó de su maleta unos shorts grises, de tela de chándal, y una camiseta de tirantes blanca de lycra que transparentaba el bikini que llevaba debajo y dejaba a las claras el buen volumen de pecho que gastaba. El chancleteo de ambas retumbo en el silencio de un pasillo completamente vacío. Cogieron el ascensor y bajaron a desayunar al buffet. Era próxima la hora de cierre, pero el maitre no pudo resistirse a la sonrisa y la dulzura de ambas, que lo miraron con ojos suplicantes, y las dejó pasar. Escogieron zumos y tostadas de pan con pechuga de pavo. Comieron con bastante hambre, era obvio que tenían que recuperar energías después del derroche de la noche anterior.

-Por cierto... Menudo rabo tiene Hugo, eh.- Soltó Paula para romper el silencio. Alicia tosió por lo inesperado del comentario y empezó a reír.
-¿Se lo miraste?
-Como para no...- Paula abrió los ojos exagerando su impresión.
-Bueno, tu que el tuyo no se queda atrás, eh.
-Mejor polla que Carlos tiene, desde luego. Y no folla nada mal... Pero es que el tuyo...

No terminó de responder. En su lugar, doblo la tostada que estaba comiendo hasta dejarla en forma de canuto y empezó a meterla y sacarla de forma suave de su boca. Alicia se reía a carcajadas.

-Tía, para. Que nos van a ver, no seas guarra.

-Guarra, dice. ¿Cómo era? Ah sí, "Échamelo en la boca, Dios.."- Paula parodio la voz de Alicia, exagerando los gemidos.

-Para, para, que me muero..- se reía Alicia.


Para tranquilidad de ambas, el resto de huéspedes del hotel debían haber sido mas madrugadores porque solo estaban ellas dos y un par de familias mas desayunando, lo suficientemente alejadas como para evitar ser testigos de aquella conversación. Terminaron el desayuno y medio recogieron la mesa, dejando los platos y vasos juntos en el centro de la misma, intentando facilitar a la camarera el recoger.

Como ya llevaban los bikinis puestos no tuvieron necesidad de subir a la habitación y salieron directamente al recinto de la piscina, que a esas horas ya empezaba a estar algo lleno. Cogieron un par de tumbonas que estaban separadas por una sombrilla y se quitaron la ropa, quedándose únicamente con el traje de baño. Un par de señores mayores, mas cercanos a los sesenta que al medio siglo, repasaron lentamente a Paula con la mirada. De pronto escucharon una voz que se aproximaba por un lateral.

-Estoy por ir a decirles que a cuatro patas estás aún mas buena... -Alex se acercaba entre sonrisas junto a Hugo. Con total naturalidad se acercó y plantó un morreo a Paula que ella siguió. Alicia y Hugo fueron algo mas comedidos y se saludaron con dos besos.

-La verdad es que yo también pienso lo mismo..- Hugo dejó caer el comentario mientras guiñaba un ojo a Álex.

Ambas se miraron sorprendidas.

-Es cierto, me lo dijo al salir de vuestra habitación. Eso y que menudo par de tetas tienes.

Las dos volvieron a mirarse. Ninguna daba crédito a la situación ni a la naturalidad con la que ambos hacían ese tipo de comentarios delante de ellas. Era la primera vez que vivían algo así. Aunque también había sido la primera vez que follaban en la misma cama con dos tíos.

-Gracias... Tú también tienes buena polla..- dijo Paula sonrojada.

-Jaja tu amiga no sé si pensará lo mismo, porque costaba entrarle..- Hugo sacó la lengua en forma de burla mirando a una Alicia que comenzaba a picarse.

-Pues la verdad que yo le he dicho esta mañana a Paula lo mismo, que de lo poquito que vi tenías pinta de follar bastante bien.- Alicia respondió mirando a Alex.

Los cuatro rieron dándose cuenta de los derroteros por los que se iba perdiendo la conversación.

-Entonces, ¿Qué? ¿Os atrevéis a mas?- Hugo miró a ambas de manera algo mas seria. Intentando ver si eran chicas de fíar.

-¿Como más?- Paula respondió a la pregunta con un deje de inocencia casi infantil.

-Cambio de parejas, tía.- Soltó Alicia en bajo, como intentando que los dos chicos no se enterasen.

-Bueno, no tanto eso..- Alex salió con la voz cantante.- A ver, sinceramente, nosotros tenemos novias. De hecho Hugo está casado. De vez en cuando hacemos escapadas así para evadirnos un poco de la monotonía y probar cosas nuevas. Os vimos en el aeropuerto y a ambos nos parecisteis atractivas y que os complementabais bien, lo que no tiene una lo tiene la otra y viceversa.

Las dos se miraron incrédulas. No se habían planteado tener nada mas allá de un rollo de vacaciones con aquellos chicos, pero escuchar de sus bocas que para ellos simplemente eran dos tías mas con las que desfogar antes de volver al calor del hogar con sus parejas las había descolocado completamente. Además que parecía que el cambio de parejas no lo era todo, que había algo más. Para ellas aquella noche follando en la misma cama era todo un paso en el libertinaje. Era su primera incursión explorando los lados perversos del sexo y ahora resultaba que todavía había mas allá. Y, es más, querían que ellas llegasen mas allá.

-No sé... Lo de ayer estuvo bien, pero...- Alicia comenzaba a dejar patente su reticencia.
-Pero puede estar mejor, creednos. No somos tíos de vuestra edad que van a ir contando por ahí lo que hacen. Os lo vais a pasar bien.- Dijo Alex.
-Y alguna cosita os enseñaremos, no os preocupéis.- Hugo volvía al tono bromista sonriendo.

Paula y Alicia volvieron a mirarse. Tenían tanto miedo como curiosidad por saber hasta qué punto podían llegar, que había mas allá de lo que habían conocido. Para saber cuáles son tus límites en el sexo, primero tienes que conocerlos. Y luego saber si estás dispuesto a repetir o te quedan ganas de llegar aún mas allá. Uno de los hombres de la piscina seguía mirando a Paula deseoso, sin saber que pronto tendría un recuerdo para el resto de su vida.


(Continuará)
 
Capítulo 7: La decisión (parte 1)

-Entonces, ¿Qué?
La voz de Paula la sacó de su ensimismamiento. Se había quedado mirando el plato vacío que tenía delante mientras no paraba de darle vueltas a la proposición que les habían hecho horas antes.
-¿Que de qué?- Respondió tratando de ganar tiempo, era evidente la intención de la pregunta.
-¿Que qué hacemos? No estaría mal probar, pero apenas les conocemos.
-Apenas les conocemos y nos los hemos follado. -matizó Alicia.
-Vale, sí, nos los hemos follado. Pero de ahí a lo que se les estará pasando por la cabeza...- No terminó la frase, no sabían que podía estar pasándoles por la cabeza a aquellos dos tipos. Era eso, la incertidumbre de lo que podía suceder, lo que más morbo les daba, aunque ninguna de las dos lo quisiese confesar ante la otra.

Se miraron fijamente. Estaban sentadas en una de las mesas del comedor del hotel, donde reposaban los platos vacíos del menú que habían ingerido. Ambas parecían estar esperando que fuese la otra quién tomase la iniciativa y dijese "adelante." A pesar de saber la vida sexual la una de la otra, ninguna de las dos quería quedar como la viciosa. No al menos esta vez. Fue Paula quien empezó la carcajada y Alicia la que acto seguido la siguió desternillandose, para sorpresa de un hombre mayor que degustaba un postre en la mesa de al lado y no entendía para nada la situación.

-Siempre te has quejado de que Oliver era un soso...- Se adelantó a decir Paula.- Esto ha venido como ha venido y ya está, vamos a aprovecharlo.

-Cabrona, con lo guarros que erais vosotros y parece que tienes más ganas que yo...

Paula miró hacia otro lado, intentando aparentar una inocencia que se veía de sobra que no tenía. Volvieron a reír. Se levantaron de la mesa y se marcharon hacia la habitación. Se volvieron a mirar, una mirada de última hora, una mirada que buscaba un último resquicio de cordura que impidiese aquello que estaba a punto de acontecer. Ninguna dijo nada. Alicia cogió el teléfono y marcó el número de habitación de los chicos. Una voz al otro lado de la línea contestó en tono de sorpresa.

-¿Sí?
-Que sí.- Fueron las dos palabras que Alicia, presa de los nervios, atinó a pronunciar.
-¿Perdón?- la voz era aún más sorprendida.
-Que somos nosotras, que sí, que queremos.
Al otro lado de la línea se escuchó una especie de bufido que Alicia supo interpretar como el predecesor de una sonrisa.
-¿Hacéis algo ahora?
-Sí queréis algo tenéis que venir a nuestra habitación. Es la única condición que ponemos.
-Dadnos 10 minutos.
Colgaron.

-Tía, ¿Otra vez aquí? Otras sábanas que tenemos que echar a lavar.. jajaja -Dijo Paula entre risas.
-Creo que es mejor. Aunque hayamos decidido probar y confiemos en ellos, no me fío de que nos graben o nos hagan fotos. Aquí no pueden esconder nada.

Ambas quedaron satisfechas con la decisión y esperaron como si regalos de Reyes se tratase la llegada de sus nuevos amigos. Fueron tres golpes secos en la puerta los que anunciaron que ya estaban ahí. Las dos eran un flan. Alicia fue a abrir y, para su sorpresa, solo uno de los dos tipos esperaba tras la puerta.
-Hola, Alex.. -Dijo nerviosa.- ¿Vienes solo?- asomo la cabeza al pasillo y comprobó que no había nadie más.
-Hugo está haciendo unas últimas gestiones, ahora viene. ¿Puedo?- dijo antes de entrar. Alicia le respondió apartándose de la puerta y cerrando una vez él estuvo ya dentro.

-Hola, chica favorita...- Guiñó un ojo, de esos de tío irresistible, nada más ver a Paula.
-Hola...- respondió ella con voz entrecortada. Alex sonrió divertido, había conseguido lo que buscaba.

-Bien, entonces queréis jugar un poco ¿No?- no dio tiempo a contestación cuando continuo su discurso- Bueno, os garantizo que lo pasaréis muy bien y probaréis cosas que jamás os habíais planteado. No vamos a haceros nada malo. No os vamos a hacer fotos, ni vídeos, ni nada de esto saldrá jamás de aquí. Nosotros somos los primeros interesados en que haya confidencialidad.

Alicia y Paula se buscaron con la mirada cuando Alex hizo mención al tema grabar. Se explicaba con bastante elocuencia y sonaba muy sincero. Ninguna supo que decir y Alex trato de cortar el silencio rompiendo el hielo.

-Bueno, pues empecemos. Ahora ya os puedo decir que Hugo está preparando el primer juego.- Alargó su mano derecha y busco en el bolsillo trasero de su vaquero. Sacó dos cintas oscuras, totalmente opacas, y se las tendió.
-Necesito que os pongáis esto...

Alicia miro desconfiada.

-Nadie había hablado de que no veríamos nada...

Alex se giró y la miró fijamente.

-Nadie os va a hacer nada...- Ante su desconfianza se giró hacia Paula y la tendió una de las cintas.-Confia en mí.- la dijo mirándole a los ojos.

Paula aceptó sin pestañear. Cogió la cinta y se la colocó en la cara, dejando que fuese Alex quién se la atase detrás de la cabeza. Al hacerlo se fijó en el tatuaje que la morena llevaba justo en la nuca, el símbolo de un sol. Lo besó tiernamente. -Tu amiga se morirá de envidia al ver cómo te lo pasas...- Susurró en su oído. La cogió de ambas manos y la incorporó. Mientras repasaba su vestimenta, pantalón vaquero y camiseta de tirantes, la fue guiando hasta la puerta, bajo la atenta mirada de Alicia que seguirá desconfiando. Abrió y, antes de que Alicia tuviese tiempo de parar aquella exposición pública de su amiga, Hugo y otro señor entraban por la puerta.

-¿Quien viene?- dijo Paula.
-Hola, Paulita...- Hugo la azotó el culo nada mas pasar, mientras la cara del otro tipo era de absoluta sorpresa.
Alicia lo miró. Su cara le resultaba familiar, pero no sabía decir de qué.

Con un par de gestos, Hugo señaló al tipo que debía sentarse en la cama, justo en los pies. Él hizo caso. Alex a su vez llevó a Paula justo enfrente del nuevo invitado, metiéndole a la chica entre el hueco que separaba sus piernas, solo que de espaldas a la cara de él.
-Bien, Paula. Ahora mismo tienes detrás de ti a Hugo. Esta sentado en la cama mirándote fijamente el culo. Seguro que sabes cómo alegrarle más las vistas no...
Paula, ajena a la realidad de la escena, dibujó una sonrisa en su cara y empezó a desabrochar su pantalón. Alicia hizo ademán de levantarse pero Hugo enseguida la paró.

-Chsss, tranquila. La va a gustar.

Medio convencida, se volvió a sentar. Paula bajó el pantalón entre meneos de cintura, como una aprendiz de stripper, para goce y disfrute del tipo que empezaba a ver como un perfecto culo metido en un tanga aparecia ante él. Se agachó para sacar el pantalón por los tobillos y Alex se acercó a echarle una mano para evitar que se cayese.
-Hugo está muy contento... ¿Quieres que te toque?
Paula asintió riendo.
El tipo alargó las manos y empezó a masajear el culo con delicadeza. Con mucha timidez rue pasando sus yemas por ambas nalgas y recreándose. Alicia se fijó en la cara de baboso que el tipo empezaba poner y por fin se dio cuenta: Ese tipo estaba en la piscina esa mañana. Esta vez sí iba a parar aquello. Se levantó, pero está vez fue Alex el que la paró y comenzó a besarla suavemente. Paula habló.
-Uy Hugo... Parece que te gusta eh...-Dijo sonriendo juguetona.
Alex miró a Alicia.
-¿Lo ves? Se lo pasa bien. Créeme.
La comió la boca suavemente y siguió marcando el ritmo del juego.
-Le encanta, Paula. ¿Quieres que te lo demuestre?
-Claro...
Alex hizo un gesto y el tipo sentado empezó a lamer suavemente las nalgas. Los suspiros de Paula y la incipiente erección que se le estaba formando le quitaron de golpe la timidez. Los lametazos vinieron acompañados de pequeños mordiscos, chupetones y más de un azote. Alex sonreía. Se acercó ligeramente y comprobó que el tanga de Paula estaba ya húmedo.
-Bien, Paula. Hugo se va a quitar de la cama para que tú te pongas cómoda.. ¿Lo entiendes?
Paula asintió con la cabeza y se giró para arrodillarse en los pies de la cama. A tientas palpó las sábanas y se dejó caer, mientras con el movimiento colocaba su culo en pompa. Desde atrás, Paula estaba en una postura que invitaba a penetrar con ganas. Hugo frenó los instintos primarios del nuevo invitado y se acercó a la morena. Con un par de movimientos consiguió quitarle la camiseta y dejar al descubierto un sujetador a juego. El atuendo no era nada especial. Salvo por el hecho de que fuese un tanga de hilo, el resto era muy parecido al bikini. Alargó una mano y empezó a frotar suave el sexo de Paula. Con sutileza, dejando que el tanga se impregnase de flujo. Con cierta delicadeza aparto suavemente la ropa interior y empezó a introducir primero un dedo, después otro más, en la rajita de una Paula que empezaba a jadear y mojarse en exceso. Alicia, por su parte, comenzó a sentir calores y fruto de ello sus piernas se separaron. Hugo lo vio y empezó a sonreír. Se acercó y se arrodilló junto a ella. La miro a los ojos y le dio otro beso. Sus manos fueron a desabrochar el pantalón que ella vestía y a meterse dentro, primero del pantalón y después de la ropa interior. Dos dedos empezaban a moverse en la rajita sin entrar. Alicia inclinaba el cuello y empezaba jadear, cerrando incluso los ojos.
El nuevo invitado alternaba la visión de su preferida, la morena, a cuatro patas y la amiga, a la que empezó a ver con distintos ojos a los de esa mañana.
- Quítate el tanga, Paula.- Susurró Alex.

Ella obedeció al instante.

El nuevo invitado, que tenía los dos agujeros bien a la vista, estaba deseando meterla por cualquiera de ellos. Miro a Hugo buscando su aprobación pero fue Alex quien lo guió, nuevamente en clave.

-Ahora Hugo te va a comer el coño... - dijo esto mientras hacía un gesto para que el nuevo amigo se acercase.


(CONTINUARÁ)
 
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