Project S.I.R.E.N

Por fin!!! Me puse al día...
A ver cómo se va desarrollando la historia, por cierto... Emiliano me recuerda a Guille con unos cuantos años menos. ¿Podría ser? Cuando leo sobre él, parece que veo a Guille.
Me has pillado jajajaja.
En realidad la idea para este relato es que Guille fuera el protagonista. Me gustó tanto el personaje de Colegas que pensé que podría darle una historia solo para él. Pero al final desistí, porque queria que los personajes fueran adolescentes y lo quería ambientar en el país vasco.
No obstante, me inspiré en él. Eso no te lo voy a negar jaja
 
Entiendo a Alba, Keller es un capítulo de su vida que no se cerró bien, pero ella ahora es feliz con su marido y sus hijos. Aún así, creo que algún revolcón se darán.
Con respecto a la maquinita de marras, si ha empezado a actuar por su cuenta, lo van a tener más que complicado hacerse con ella y destruirla. A parte de que cuando descubran que el maletín va vacío, el cabreo va a ser de época y los mercenarios volverán con más ganas de hacer daño.

Magnífico relato. Gracias por escribir y publicar
 
Ahora no niego que él esté enamorado, pero no antes... que aún quedan brasas podría ser, pero no sé... de Ron_Artest te puedes esperar cualquier cosa....
Como el Joker… tan solo soy un agente del kaos. Jajajaja
He decidido no decidir… que las ‘nornas’ tejan mi destino, lo aceptaré.
Un abrazo!
 
Entiendo a Alba, Keller es un capítulo de su vida que no se cerró bien, pero ella ahora es feliz con su marido y sus hijos. Aún así, creo que algún revolcón se darán.
Con respecto a la maquinita de marras, si ha empezado a actuar por su cuenta, lo van a tener más que complicado hacerse con ella y destruirla. A parte de que cuando descubran que el maletín va vacío, el cabreo va a ser de época y los mercenarios volverán con más ganas de hacer daño.

Magnífico relato. Gracias por escribir y publicar
Capítulo sin cerrar me gusta para título de capítulo!
Gracias por las palabras!
 
Buenas gente! Tenemos nuevo capítulo listo para consumir y el siguiente preparandose en cocina. Deseo que tengáis buen fin de semana. Un saludo!

PROJECT S.I.R.E.N.
Capítulo 5 - El equipo A


"En 1972, un comando compuesto por cuatro de los mejores hombres del ejército americano fueron encarcelados por un delito que no habían cometido. No tardaron en fugarse de la prisión en que se encontraban recluidos. Hoy, buscados todavía por el gobierno, sobreviven como soldados de fortuna. Si tiene usted algún problema y se los encuentra, quizá pueda contratarlos…
¡El Equipo A!"

“Pá pará paaaaa, paraaaaa paaaa, parara pará paaaaa. Paa parara paaaa”
Perdón, me vine arriba.

Os acordaís de aquella mítica serie? Hannibal, Fénix, Murdock y M.A?
Sabéis que significan la A del equipo A?

En las fuerzas armadas estadounidenses, los equipos se clasifican con letras según su prioridad o nivel de élite. El Equipo A (A-Team) es el grupo de mayor nivel, el más capacitado, el de primera línea. "A" no significa "Asalto" ni "Ataque", aunque eso encajaría temáticamente. Significa "Alpha".

Entonces por qué a Emiliano y sus amigos se les conocía en el instituo como el Equipo A?
Los pobres chicos eran de todo menos los Alpha. Aunque se hubieran esforzado lo máximo posible, hubieran llegado a Delta a duras penas. Ellos eran el último escalafón en la piramide jerárquica. Entonces por qué? Por qué Equipo A? La respuesta es simple. En su caso, la “A” significaba “Anormal”. El equipo A-normal. La idea, por supuesto, cortésia de Alfredo y sus secuazes.

La vida era dura para aquellos cuatro chavales. Eran como cuatro indefensos cervatillos, solos y sin manada, perdidos en la gran sabana Africana. Asustados y rodeados constantemente por depredadores agresivos y hambrientos. Pero las cosas estaban a punto de cambiar.
Nuevos vientos se giraban en Aretxondo. La resistencia se organizaba, dispuesta a derrotar al imperio. Un soplo de esperanza surgió de repente cuando robaron los planos de la estrella de la muerte. Ahora tenían en sus manos el arma más poderosa del universo.

Ellos no eran ni Hannibal Smith, ni Fénix, ni Murdock, ni M.A. Barrakus.
Ni Luke, ni Leia, ni R2-D2, ni Obi Wan Kenoby.
Ellos eran Cerdito, Seis Dedos, Ruedas y Barajas.
Un gordo, un deforme, un inválido y un disléxico.
Pero les daba igual.

Como acabamos de decir, poseían un arma más poderosa que el mismisimo Mjölnir, el martillo de Thor. Más certera que Gungir, la lanza de Odín. Más témida que el Rayo de Zeus. Con el poder de controlar a los demás, como Poseidón controlaba los mares con su Tridente.
Eran como Dioses. Y empezaban a creerselo. Poco a poco.
  • Eh! Colega! Cómo va? Has visto a esos dos del coche… - dijo Charly señalando hacía atrás y levantando las cejas añadió - Se estaban dando el lote…
  • En serio?… - contestó Emiliano sin prestar demasiada atención.
  • Hola Emi!
  • Que hay Ramón! - Emi intentó fingir que no notaba el fuerte hedor que aún desprendía el pobre muchacho.
  • No se va ni con amoníaco… que puto asco! - exclamó Ramón oliendose los brazos.
  • Hola Ema… Em…Emailino!
  • Que tal Aitor!
  • Bein! Qué eso es tan imtorpante que nos quireas cedir?
  • Aquí no… vayamos a un sitio más seguro…
  • Lo vais a flipar! - sonrió Charly poniendose en marcha y empujando la silla de Ramón.
Los cuatro amigos se pusieron a andar, sin darse cuenta que los dos desconocidos que se estaban dando el lote en el coche los estaban siguiendo.
  • Mon… Monra! Teines que le…ledirce a tu marde que te compre or…orta lo…loconia! Esa que lla…llaves huele tafal! - dijo el disléxico mientras empezaba a reir a carcajadas.
  • Venga Aitor! No seas imbécil! - contestó Charly empujandolo.
  • Déjalo! - sonrió Ramón mientras recogía una piedra del camino disimuladamente - Y tú deberías decirle a tu madre que te lleve a un médico! A ver si consigue poner un poco de orden en ese cabezón!
Aitor esquivó la piedra que le tiró su amigo gracilmente. Y siguieron andando, armando jaleo y empujándose entre ellos. Lo que pasó luego, ya lo sabéis. Llegaron a la guarida secreta, discutieron sobre si Emiliano y Charly decían la verdad. Y acabaron usando accidentalmente a Aitor como conejillo de Indias.
  • Que te pasa? - Dijo Emi observando como Charly se dirigía rapidamenfe al muro de la parcela.
  • Juraría que he escuhado algo! Como si alguien callera!
  • Serán los conejos! Está plagado! Ya lo sabes! - gritó Ramón sin dejar de mirar el móvil donde el disléxico hacía el mono.
  • Charly! Pero dónde coño vas? - volvió a preguntar Emi.
  • Ahora vuelvo! - contestó él saltando el muro y bajando por la pendiente, donde justo acaban de caer Alba y Keller.
  • Que raro… - Aitor miraba el video donde hacía el imbécil sin recordar nada - En siero soy yo?
  • Pues claro que eres tú! No lo ves imbécil? - contestó Ramón señalando el teléfono.
  • No ru…rucuedro anda! Es una san…sansecion ruy mara! Jaja
Emiliano empezó a explicarle como funcionaba. O almenos hasta dónde él sabía.
Aunque Aitor no las tenía todas con él. Quería verlo en funcionamiento.
  • Qué? Has visto algo? - preguntó Ramón cuando vió que Charly saltaba el muro de vuelta.
  • Que va!
  • Lo ves, te dije que eran los conejos!
De repente ‘Barajas’ le quitó SIREN de las manos a Emiliano y apuntó contra Charly.
El nervioso chaval se quedó paralizado de repente.
  • Alta lo más salto que puedas! - gritó con emoción. Pero no sucedió nada. - Da nueltas como una voira! - tampoco pasó nada. - Pajate los bantaloneeees!… Esto no fin…Fincuona! - exclamó mosqueado y se lo tiró a Emi.
Nuesto gordo amigo cogió SIREN al vuelo, mientras a Ramón le entraba un ataque de risa incontrolable.
  • Y tú que de te ries! - gritó Aitor dandole una patada a la silla de ruedas.
  • Jajajaja… lo siento colega! Es que… jajajaja… no puedo… no… no puedo parar! Jajajaja
Emi empezó a reir también, contagiado por la risa de su amigo. De repente se le ocurrió una idea, quería probar los límites del prototipo.
  • Charly! Dime en qué año comenzó la Segunda Guerra Mundial? - Tampoco hubo respuesta. El nervioso siguió quieto, sin hacer ni decir nada.
  • Vo les? Ese tarsto está tros…tropeseado!
  • No… - dijo Ramón aún con una gran sonrisa - No es eso… A Charly se le da fatal história! No puede responder algo que no sabe… es eso Emi? Lo que quieres probar?
  • Exacto! - contestó Emi - Charly! Dime quien fue Napoleón Bonaparte y por qué es famoso? - otro silencio sepulcral.
  • Déjame probar! - dijo Ramón.
  • Ten! - Emi le pasó el dispositivo. ‘Ruedas’ pensó un rato que preguntarle.
  • Cuál fue el papel histórico de "Ghazghkull Mag Uruk Thraka" durante la 13ª Cruzada Negra y cómo su liderazgo cambió la estructura y estrategia tradicional de los clanes orkos?
Los tres amigos se miraron y sonrieron cuando Charly empezó a hablar. Habían descubierto algo muy interesante y empezaban a comprender los límites del prototipo.
  • Ghazghkull Mag Uruk Thraka es probablemente el orko más famoso y poderoso de toda la historia de Warhammer 40K. Durante la 13ª Cruzada Negra, liderada por Abaddon el Saqueador, Ghazghkull unificó a muchos de los clanes orkos tradicionalmente rivales bajo una sola gran WAAAGH!, algo casi inédito entre los Orkos - recitaba de memoria Charly.
  • Ya lo crom…cromprendro! No puesde pedir algo que so nepa hacer… es eso?
  • Ahí está! - sonrió Emi.
“Esta unificación tuvo un impacto profundo en la estructura social y militar orka, que suele estar dividida en clanes y subclanes con constantes disputas internas. Ghazghkull fue capaz de poner su carisma, fuerza brutal y visión estratégica por encima de estas rivalidades, concentrando a cientos de miles de Orkos para atacar los mundos del Imperio…”
  • Tío! Tenemos que usarlo mañana en el insti! - dijo Ramón con los ojos muy abiertos.
  • Por supuesto que lo haremos! - rió Emi - Alguna idea?
“Además, su estilo de liderazgo introdujo una coordinación y planificación mucho mayor en la guerra orka, que tradicionalmente se basa más en ataques caóticos y espontáneos. Bajo Ghazghkull, el WAAAGH! tuvo objetivos más claros y un impacto mucho más devastador…”
  • A mí… me se ocurren ravias! Jajajaja
  • No estarás pensando en Paula espero… - dijo Ramón negando con la cabeza.
  • Si… y en dotas sus agimas!
“Su papel en la 13ª Cruzada Negra fue clave para extender el caos y la destrucción por múltiples sectores, y su figura sigue siendo una leyenda viva entre los Orkos…”
  • Charly! Puedes despertarte! - ordenó Emi, cuando Ramón le devolvió el prototipo.
Mientras esperaban que un confundido ‘Seis dedos’ volviera a la normalidad, empezarón a debatir sobre lo que estaba permitido y no hacer. Un debate ético y moral que duró más bien poco.
  • No estoy de acuerdo! - se opuso ‘Ruedas’ - Una cosa es obligar a que un profesor te ponga un excelente en un examen o humillar al cabrón de Adolfo. Pero eso? En serio? Follaros a todas las chicas de bachillerato. Venga tíos!
  • Eso do lices porque tú no peudes! - dijo Aitor señalandole la entrepierna.
  • Y tú que sabes si puedo o no?
  • Puedes? - preguntó Charly frotandose las sienes.
  • Y a tí que te importa? - contestó Ramón empezandose a mosquear.
  • Pues si me importa… mirad quien viene por ahí!
Los tres amigos levantaron la cabeza y observaron hacía donde indicaba el nervioso. Por delante de su guarida secreta, pasaba justamente Paula. Iba corriendo, embutida en unos leggins negros que apenas le tapaban las nalgas del culo y un top ajustado donde rebotaban sus grandes y bien puestas tetas. Tres rabos adolescentes se pusieron duros al instante. Faltaba ver si el cuarto también lo había hecho.
  • Paula! Ven aquí! - gritó Emi al dispositivo.
  • Joder! Que viene! Pero que hacéis? Esto no está bien! - decía Ramón muy nervioso.
Los otros tres no respondieron. Ya se estaban sobando las pollas y babeaban como tres descontrolados pajeros. Estaban más guarros que los cerdos que criaba Ingrid. Los amigos se sentaron alrrededor de la hoguera apagada mientras ordenaban a la chica que se pusiera en el centro. Charly agarró la silla de Ramón, para que este no pudiera escapar.
  • Quítate la ropa! - dijo Emi sin pensarlo dos veces.
  • Estáis locos tíos! Pero no véis que lo que estáis hacien… - Ramón no pudo acabar la frase.
Paula, sin oponer resistencia, se bajó primero los leggins. No llevaba ropa interior.
‘Barajas’ empezaba a bajarse sus pantalones al igual que Emiliano. En cambio, Charly, el más rápido de todos, ya estaba de cintura para abajo desnudo, con sus calzoncillos a la altura de los tobillos, masturbandose como un mono en celo. Cuando la chica se quitó el top y sus dos tetas rebotaron al salir disparadas. Tres de los cuatro ya estaban dandonse placer a marchas elevadas.
Tan solo ‘Ruedas’ seguía resistiendose a caer en la tentación.
  • Venga tío! Pajeate! Pero si está buenissima! A qué esperas? - gemía Charly a la espalda de nuestro amigo en silla de ruedas.
  • Paula! Frota tu culo contra la polla de Ramón!
  • Emi noooo! Paraaaa! - gritó el chaval mientras observaba que ella se acercaba.
La sensual chica andó unos pasos hacía él. Le dió la espalda, agarró con las dos manos los reposabrazos de la silla y empezó a bajar lentamente. La cara de ‘Ruedas’ era un poema. En su interior el diablo se peleaba con jesucristo. Dos voces, hablando al mismo tiempo. Y solo una podía ganar.
  • Jooodeer! - gruñó Ramón fuera de sí.
Puso sus dos manos en sus caderas, acompañando los movimientos de la chica. Su polla erecta entre la raja de su culo. Dura y palpitando como nunca lo había estado. Los tres amigos empezaron a reir a carcajadas. Excitados, pero aún más contentos porque almenos una de las tres piernas de Ramón funcionaba como era debido.

No abusaron demasiado de Paula. Básicamente por tres motivos.
Primero, iban demasiado salidos como para aguantar demasiado.
Segundo, no sabían cuanto duraba el efecto de SIREN y temían ser descubiertos.
Tercero, Paula era quizás la chica más ‘buenorra’ del ‘insti’.

Una vez sus instintos más primarios fueron cubiertos, le ordenaron que se vistiera y que siguiera andando. Pero antes, Emi quiso probar algo.
  • Paula, ahora te irás caminando a casa, a 30 pasos despertarás. Pero mañana a las 18:00 tienes que estar aquí otra vez!
  • Que intentas Emi? - preguntó Ramón mientras se limpiaba la corrida dentro de sus calconcillos con un pañuelo que le había ofrecido Charly.
  • Saber si puedo… no sé como decirlo…
  • Progra… Progralarma!
Los chicos estuvieron de acuerdo en que era buena idea. Como si fuera un simple juego, iban aprendiendo poco a poco como manejar aquella ‘arma’. Siguieron a la chica mientras andaba inexpresiva, contaron los pasos y cuando despertó, se dieron cuenta desde la distancia que podían dar ordenes en futuro. Ahora solo faltaba saber hasta cuanto tiempo podían alargar aquella ‘Programación’.

Era domingo y quedaba poco para la hora de comer, algunos de ellos aún tenían deberes por hacer, así que se despidieron y quedaron en verse al día siguiente en el instituto. Esta vez no lo dijeron con tristeza y deshasosiego, pues a partir de ahora ya no iban a ser más los A-normales. Ahora iban a apoderarse de todo. Nadie les podría hacer sombra.

Mientras, a las afueras del pueblo, sobre la cama de una habitación de un viejo motel. Alba le quitaba la camiseta a Keller con la intención de curar sus heridas. Él se sentó en el borde y se quitaba la venda de su mano izquierda, sucía y manchada de restos de sangre seca. Alba, a su espalda, palpaba sus costillas con ambas manos ante las constantes quejas y gruñidos de dolor de él.
  • Déjame ver ese…
  • Muñón Alba! Puedes decirlo, no pasa nada - sonrió Keller dándose la vuelta.
Al girarse sus caras quedaron muy cerca y se miraron directamente a los ojos durante un buen rato. Ella estuvo a punto de besarlo otra vez, pero resistió. Sus hijos y su marido volvieron a su memoria en el momento justo. Pero sabía que era cuestión de tiempo. Los dos lo sabían.
  • Hay que desinfectarlo! Y quitar ese pus…
  • Está bien, no es nada! - dijo Keller restando importancia al asunto.
  • Antes del descubrimiento de los antisépticos - empezó a decir Alba mientras observaba el muñón - y antes de la teoría germinal de la enfermedad, más personas morían por infecciones tras heridas leves que por la propia herida en sí. Por ejemplo, en el siglo XIX, hasta el 80% de las amputaciones resultaban en muerte por infección debido a la falta de higiene.
Keller empezó a reir al escucharla hablar.
  • De que te ries si se puede saber? - preguntó ella también sonriendo.
  • Por nada Alba! Solo que no recordaba que eres una enciclopédia con patas.
  • Vete a cagar! - dijo ella tirandole una toalla humeda contra la cara.
Se levantó de la cama y empezó a buscar entre las cosas del ex agente.
  • No tienes nada para curarte… solo armas y más armas y más armas…
  • Prioridades supongo… - volvió a reir Keller. Se sacó la cajetilla del tabaco del bolsillo, le dió unos toques en la parte inferior provocando que asomara un filtro. Se lo puso entre los labios y se encendió un cigarro - Has mirado en el botiquin del baño?
  • Si… antes. Pero mucho me temo que con medio bote de mecromina y tres gasas no iremos muy lejos. En serio no llevas nada para realizar… no sé… unos primeros auxilios?
  • Sí… pero el resto de mis cosas están en el hotel de Bilbao.
  • Pues deberemos ir a por ellas! - Alba se acercó a él y le tomó la temperatura poniendo el dorso de su mano sobre su frente - Y deberiamos darnos prisa…
  • Estoy cansado Alba! - Keller se dejó caer sobre la cama, semidesnudo y terminando con calma su cigarrillo.
Alba se tumbó a su lado y se lo quedó mirando.
  • Mañana sin falta iremos a recoger tus cosas y vendrás conmigo a casa.
  • Pero que dices? Estás loca o que te pasa? No pienso ir a tu casa.
  • Si quieres mi ayuda lo harás! Es mi última oferta!
Keller se giró hacía ella. Solo llevaba puestas las bragas y una camiseta suya que le quedaba muy grande. Bellos recuerdos volvieron a su mente por un instante.
  • Desde cuando estamos negociando? Si se puede saber…
  • Quiero que hables con Andoni! - dijo ella.
  • Con tu marido? En serio? Por qué?
Alba se giró y empezó a mirar el techo. Cruzó sus manos sobre su pecho.
  • Cuando me marché… no le conté toda la verdad. No se merece que le mienta…
  • Omitir información no es lo mismo que mentir…
  • Venga Nate! No me jodas!
  • Vale… - Nate apagó el cigarrillo en el cenicero de cristal, lleno de colillas y apoyó la cabeza en la almohada. Se sentía cansado y con mucho sueño.
  • Entonces lo harás? Vendrás conmigo?
  • Dejame que lo consulte con la almohada, de acuerdo?
Keller bostezó y se quedó dormido al cabo de pocos segundos. Alba tardó bastante más tiempo en conciliar el sueño. Desde que había vuelto a ver a su viejo amor, no había podido quitarse de la cabeza volver a estar con él. En cuerpo y alma. Pero por otro lado, deseaba volver a casa junto a su família. Como buena científica, necesitaba ser empírica para salir de dudas. Necesitaba hacer un experimento. Creía que teniendolos a los dos juntos, a Nate y a ‘Ando’, frente a frente; podría por fin salir de dudas y saber a quien amaba de verdad.

“PIP - 07:00 - PIP - 07:00 - PIP - 07:00”
  • Chicoooos! Daros prisa o llegaréis tardeeee! - Salva preparaba el bocata de sus dos hijos en la cocina, escuchando una canción de Victor Jara.
“Mi paaadre fué peón de hacienda, y yo un revolucionario. Mis hijos pusieeeron tiendas y mi nieto es funcionariooo..”
  • Buenos días papá! - saludó Emilio curiosamente contento bajando rapidamente por las escaleras - Por qué me miras así?
  • Nada hijo! Tan solo que… creo que es la primera vez que te veo sonreir un lunes. Va todo bien?
  • Bien no papá! Va de lujoooo!
Salva sonrió y le dió su bocata. Emi salió disparado hacía la calle.
  • Emi espera! Que te llevo en moto si quieres? - gritó Ernesto con su mochila colgando de un hombro, su casco en el antebrazo y el canuto recién enrrollado sobre la oreja.
  • Buenos días hijo!
  • Hola papá! Se puede saber dónde va el ‘ñajo’ con tantas prisas?
  • A la escuela! - sonrió el padre dándole su bocata.
  • Pero si es lunes…
  • Eso mismo he pensado yo!
Ernesto le dió dos besos a su padre, salió de casa y se subió en la moto. A lo lejos, calle arriba, contempló a su hermano pequeño corriendo hacía la parada de autobús. “Qué demonios estará tramando…” pensó mientras arrancaba el motor con fuerza y se encendia el canuto.
Cuando Emi subió al transporte público, su mejor amigo ya lo esparaba sentado en el mismo sitio de siempre. Como si los asientos estuvieran numerados y adjudicados. Pasaron una parada y a la siguiente se subieron Ramón y Aitor.
  • Date prisa Clauido! Que llegaré tarde al curro! Otra vez…
El viejo conductor miró al conocido viajero a través del gran retrovisor, mostrandole cara de desaprobación y haciendo gestos para que fuera más paciente. Cada día la misma discusión, cada día con el mismo tipo. Y es que el mecanismo para invalidos era lento y llevaba años pidiendo una puesta apunto. Pero la administración pública parecía haberse olvidado de la pobre gente de Aretxondo. No les importaban a nadie.

Mientras Ramón entraba en el autobús, el impertinente pasajero bajó. Su mirada inexpresiva. Sus movimientos robotizados. Al fondo, Emi y Charly reían traviesamente dándose codazos.
Y cuando se pusieron en marcha otra vez le mostraron ambos el dedo a aquel hombre a través de las ventanillas. Que frotandose la cabeza sin entender muy bien que había pasado, corría tras el bus a toda prisa, gritando que Claudio se detuviera. Pero no lo hizo. Otro más para la gruesa fila del INEM, supongo. Otro desempleado más, por supuesto, nativo de Aretxondo.

Llegaron a las puertas del instituo los cuatro juntos. Como cada día. Pero esta vez había algo distinto. Ya no veían aquel recinto como una prisión donde cumplían condena y los celadores, mal pagados y desinvolucrados, hacían constantemente la vista gorda ante las infracciones de los presos. Ese lunes, aquel edificio era su salón de juegos personal y estaban dispuestos a disfrutarlo al máximo.
  • Nos vemos en el recreo! - dijo Ramón.
  • Y no os pe…pesáis con el cha…carrito! - sonrió Aitor.
Aunque inseparables, no iban todos a la misma clase. Charly y Emi se despidieron de sus dos amigos y entraron juntos dentro de la jungla.
  • Que toca a primera hora? - preguntó Emi andando por el pasillo central.
  • Historia! - refunfuñó Charly
  • Que te parece si nos saltamos la primera clase?
  • Me parece genial colega!
Entraron en el aula y se sentaron en sus asientos. Sus sonrisas contrastaban drásticamente con las caras de sus demás compañeros. Cuando entró la profesora y cerró la puerta, Emi ya estaba sacando a SIREN de su bolsillo.
  • Buenos días chicos! Abrid el libro por la página… Ah! hola Emi! Qué sucede?
Mientras la profesora escribía en la pizarra ‘Revolución Industrial’, nuestro gordito preferido se había acercado disimuladamente hasta su mesa. Los compañeros de clase no notaron nada raro, estaban demasiado dormidos como para enterarse de nada. Tan solo oyeron como ella mandaba a los dos frikis al despacho del director.
  • Y ahora qué hacemos? - dijo Charly cerrando la puerta de clase - Y si nos pillan deambulando por los pasillos?
  • Que más da? - sonrió Emi mostrandole el dispositivo - Podemos hacer lo que queramos tío!
Empezaron a andar por el colegio como si fueran los dueños. Pasaron por enfrente de la clase de Ramón y Aitor y aunque podrían haberlos rescatado a ellos también, pensaron que sería más divertido burlarse de ellos y salir corriendo.

Para pasar inadvertidos, decidieron esconderse en los baños. Emi venía preparado, había cargado su mochila con una buena colección de comics y pasaron la primera clase ahí metidos, leyendo historias de heroes y villanos enfrentados en una lucha interminable.
Se relajaron tanto que no se dieron cuenta del tiempo que había pasado.
  • Escuchas eso? - dijo Charly levantando la vista de las viñetas.
  • El qué? - preguntó Emi intentando agudizar sus oídos.
  • Las duchas! - sonrió el nervioso.
Los dos amigos que estaban encerrados en el mismo cubículo del cuarto de baño, levantaron la mirada hacía un respiradero que había en la parte superior de la pared grafiteada. A trompicones, entre risas y empujones, se pusieron de pié encima del retrete y acercaron la cabeza a la rejilla. Pudieron oir risas y voces hablando alegremente y el sonido constante de los pulsadores soltando chorros de agua.

Se miraron sin decirse absolutamente nada. Estaba claro que los dos pensaron lo mismo al mismo tiempo. Recogieron rápido sus cosas y salieron pitando de los baños. Las duchas estaban en la planta baja, justo al lado del gimnasio y de la piscina cubierta. Bajaron corriendo las escaleras y llegaron a la zona de vestuarios. Al fondo a la derecha, en un despacho que parecía improvisado, estaba Cristina. La profesora de educacción física. Estaba ensimismada trabajando sobre su escritorio y no se percató de la presencia de los dos chicos. Así que entraron en el pasillo que daba acceso a la zona de vestuarios. El olor era especial, una mezcla muy fuerte de humedad y cloro. Antes de seguir, Emi revisó la pizarra colgada en la pared donde aparecían los horarios de aquel Lunes. No habían más clases, ni de educación física, ni de piscina hasta las 12:00, así que tenían vía libre.

Pasaron de largo la puerta que daba acceso al vestuario de los chicos y se quedaron enfrente del de las chicas. Podían oirlas al otro lado, y se las imaginaron desnudas como habían hecho durante tanto tiempo. Volvieron a pegar sus orejas contra la madera húmeda de la puerta. Las oyeron hablar y reconocieron algunas voces. Entre ellas las de Paula y sus amigas. Las de bachiller habían acabado la clase de educación física y los dos amigos empezaron a babear. Detrás de aquella puerta estaba el paráiso.
  • Qué hacemos? - preguntó Charly susurrando.
  • Hay que jugarsela! - sonrió Emi, girando lentamente el pomo de la puerta.
Antes de que las chicas pudieran gritar o taparse sus cuerpos desnudos ante la presencia de esos inesperados y no bien recibidos húespedes. Ya estaban todas paralizadas. Los dos amigos tenían la boca abierta y los ojos desencajados ante tal espectáculo.

Entraron y cerraron la puerta. Dejaron sus mochilas al lado de bragas, tangas, calcetines y sujetadores varios. Charly ya estaba casi desnudo mientras olía con furor la ropa interior de una de las chicas. Emi se quedó en el centro del vestuario, mirando hacía todos lados con una gran sonrisa en su cara. Se sentía poderoso, invencible. Como un Dios.
  • Cuando diga ‘Ya!’ os vais a despertar y actuareis con normalidad - dijo Emi muy nervioso - Los dos chicos que vereis dentro de las duchas, son los más sexys y atractivos que hayais visto en vuestras vidas. Estareis deseando follar con ellos, así que vais a hacer todo lo que ellos os pidan.
  • Así se habla! - sonrió Charly erecto y totalmente desnudo.
  • Tres… - Los calzoncillos de Emi calleron sobre el suelo - Dos… - su corazón empezó a latir con fuerza - Uno… - Su enorme polla marcaba rígida hacía el este - Ya!
Como si alguien le quitara el “pause” a una película, la actividad se reanudó en las duchas. Los dos chicos desnudos fueron rodeados al instante. Labios pelandose por besarlos, manos acariciando sus penes y testículos, peleas por ver quien de ellas sería la afortunada que se los iba a quedar. Ellos se dejaban querer y se estremecían de placer con cada carícia y cada tocamiento. Ellas los consideraban irresistibles, como si hubieran entrado en el vestuario Jason Momoa o Bratt Pitt.

Charly agarró a dos chicas desnudas de la cintura y empezó a andar hacía una de las duchas. En ese reducido espacio, empezó a penetrar a una de ellas por atrás, mientras la otra, a su espalda, haciendole un sandwich, le enjabonaba el cuerpo. Nuestro nervisoso amigo gemía con una gran sonrisa en su cara. Sus dos manos sujetando las caderas de la chica de delante y su cabeza apoyada en los firmes y grandes pechos llenos de jabón de la chica de atrás.

Emiliano, en mitad del vestuario. Parecía un monumento vivo al que diez jóvenes y fertiles mujeres le rendían culto. Sujetaba con ambas manos dos cabezas que le chupaban el tronco de su larga polla, mientras en la punta, Paula jugueteaba con su prepucio dentro de su boca.
Alrrededor de su gordo cuerpo, las demás seguían acariciandolo y besandolo. Ansiosas por que su turno llegara al fin.
  • Esto es… - decía Charly sin dejar de dar empujones como un animal - lo mejor que me ha pasado en la vida!
  • Pues vete acostumbrandote! - sonrió Emi sacando su cara llena de babas del culo de una chica y sin dejar de follarle a la de abajo - A partir de ahora, esta es nuestra vida!
Los dos chicos chocaron el puño y siguieron follando como animales. Cada uno tenía enfrente a tres chicas de bachiller. Una de rodillas en el suelo, otra de pie justo encima y otra más arriba. Como si sus culos y sus coños mojados y calientes, fueran las baldas de una estenatería.

Emiliano iba cambiando de coño cuando le apetecía y le comía el ojete a la que estaba arriba. Mientras Paula, de rodillas, detrás de él. Le chupaba su ano. Su preciosa cara desaparecía entre esas enormes nalgas, cada vez que subía y bajaba la cabeza. Las demás chicas seguìan acarciandolos y besandolos, masturbandose sin parar, excitadas como jamás lo habían estado.
  • Oye Andrés! Y las chicas? - preguntó Cristina desde detrás de su escritorio.
  • Aún no han salido profesora! - sonrió el chaval mientras empezaba a subir las escaleras de dos en dos para reunirse con el resto de sus compañeros.
  • Siempre igual! - suspiró Cristina levantandose de la mesa.
La campana indicaba que era la hora del recreo justo cuando la profesora de educación física golpeaba la puerta del vestuario de las chicas y les gritaba que salieran de una vez. Emiliano y Charly no oyeron nada, tan solo el ‘Ring’ constante que anunciaba el mejor momento del día.
Cristina volvió a llamar, pero no hubo respuesta. La historia se repetía, una vez más. O almenos es lo que ella creía antes de abrir la puerta. Doze chicas entrando en la madurez, poniendose guapas y arreglandose enfrente del espejo. Eso es lo que esperaba encontrar.
  • Pero que demonios! - La profesora se quedó paralizada, como si estuviera bajo los efectos del prototipo, cuando vió aquella lasciva escena delante suya.
Se quedó un rato ahí parada, viendo aquella algamasa de cuerpos desnudos y sudados, retorciendose entre ellos, desenfrenados y en éxtasis. Nadie se dió cuenta de su presencia, por supuesto las chicas que no podían hacer nada más que desear ser folladas por aquellos dos hombres. Por otro lado, Emi y Charly estaban demasiado concentrados en seguir repartiendo amor como si fueran una organización no gubernamental de ayuda y soporte.
  • Se puede saber que estáis haciendo? - gritó Cristina alarmada.
Los dos amigos fueron los únicos que se giraron. Sus caras pasaron de repente del placer infinito al miedo extremo. Emi se tocó el muslo, buscando instintivamente a SIREN, como si estuviera dentro de un bolsillo imaginario. Charly miraba como la profesora se acercaba rapidamenfe para separarlos. Lo intentó, y tanto que lo hizo. Pero no había manera. Era como separar a dos perros en mitad del acto.
  • Parad! He dicho que paréis! - gritaba la pelirroja.
Pero las chicas no la dejaban. La apartaban y la empujaban, como si formaran entre todas un cordón de seguridad de un concierto que no permitiera a las fans acercarse a sus ídolos. La profesora seguía peleando, atormentada por la idea de tener que dar parte de aquello y enfrentarse, uno a uno, a todos los padres de sus alumnos. Aunque por otro lado, su coño empezaba a humedecerse sin poder controlarlo. Dentro de aquel vestuario había una extraña fragancia, mezcla de humedad y cloro, y ahora el sexo empezaba a entrar por sus fosas nasales. Como un veneno irresistible que embriagaba todo su cuerpo.

Con mucho esfuerzo pudo, al fin, separar a los chicos de las chicas. A ellos les ordenó que se vistieran. Y mientras lo hacían no pudo evitar darle un vistazo al descomunal pene de Emiliano. Abrió los brazos en cruz y retuvo a las chicas, que como ratas siguiendo al flautista, seguían ansiosas por estar con aquellos dos hombres.
  • Emi Joder! Haz algo! - susurraba Charly poniendose la camiseta.
  • No la encuentro! Mierda!
Emiliano sujetaba y zarandeaba sus pantalones boca abajo. Pero no estaba ahí. Se agachó, aún desnudo, para rebuscar sobre los bancos de madera, entre ropa interior de mujer, bolsas de deporte, shorts y faldas. Pero no había rastro de SIREN.
  • Emiliano! Se puede saber que buscas? Hazed el favor de vestiros y salir de una vez! - volvió a gritar la profesora mientras retenía a las chicas de bachiller como si fuera un guardia de seguridad.
Los dos amigos, nerviosos y habiendo perdido el control de la situación, no tuvieron otra opción que vestirse y salir de las duchas. Mientras subían discutiendo por las escaleras dirección al patio. Cristina observaba sin comprender porqué las chicas actuaban de aquella manera tan extraña. Desnudas, se pelaban por ver quien era la primera en abrir la puerta. Parecían dispuestas a salir fuera, locas por volver a estar con aquellos dos chicos.
  • Que demonios es esto? - dijo la profesora agachandose para recoger un extraño aparato del suelo. Lo contempló extrañada durante unos segundos y luego volvió a mirar a las alumnas de bachiller, cansada de su actitud - Chicas! Parad de una vez joder! - Y pararon.

  • Cómo que lo habéis perdido? - preguntó Ramón claramente mosqueado.
  • Se debío caer de mi bolsillo, cuando me quité la ropa en el vestuario…
  • Eso te pasa por llevar ropa tan ancha! - le recriminó Charly.
  • Y aroha qué? Qué hamos a vacer? Pomo nos cillen as…astemos dojidos!
Los cuatro amigos se miraron sin saber que decir o que hacer. Estaban donde siempre, en el lugar que les correspondía. La zona más alejada y con menos visión del patio. Un lugar seguro donde no llegaban los insultos ni las collejas. Cerca de la salida de emergencia, por si era necesario escapar. El patio, rodeado de verjas altas y metálicas estaba lleno de chavales corriendo hacía arriba y hacía abajo. Dos partidos de fútbol distintos se jugaban simultaneamente sobre el mismo campo de juego. Habían corrillos de chicas hablando de sus cosas, entre risas y cuchicheos. Adolfo y los suyos persiguiendo a muchachos más pequeños que ellos, intentando robarles el bocata. Gritos, insultos, carcajadas entremezcladas dentro de aquel caos y tan solo un profesor vigilando.
  • Mirad! Ya salen… - gritó Charly señalando la puerta que daba acceso al patio.
Paula y sus compañeras de clase, entraban al recreo. Sus caras de incompresión y sus expresiones mareadas lo decían todo. Que demonios acababa de suceder? Lo último que recordaban era a su profesora cantandoles las cuarenta por algo que no habían echo. O al menos, no recordaban haberlo echo.
  • Mierda… viene hacía aquí! - dijo Emiliano sintiendo el auténtico terror.
Cristina cruzó el patio con pasos decididos. Varios chicos se giraron para mirarle el culo. Incluso el astiado profesor que se encargaba de vigilar a los chavales durante su descanso, prestó por primera vez atención. Y es que era inevitable no hacerlo. La pelirroja era posiblemente, la profesora más sexy de todo el instituto. Debería tener unos 40 - 45 años, pero estaba en forma. Algunos compañeros la llamaban ‘la Potra’, debido a sus anchas caderas y su grandes muslos.

De pies a cabeza llevaba su uniforme habitual. Zapatillas de deporte y calcetines blancos subidos hasta casi tocar sus rodillas. Unos Shorts elásticos de color azul marino y una camiseta de deporte blanca, muy apretada, que dejaban ver claramente sus voluptuosas curvas. Su pelo rojizo y ondulado, surcaba el viento levantando pasiones allí por donde pasaba.

Los chicos la miraron acojonados, haciendose cada vez más pequeños e insignificantes a medida que ella se acercaba. Se paró de golpe, enfrente de ellos. Como si un tren de mercancias desvocado hubiera echado el freno de mano de repente.
  • Se puede saber en que estábais pensando? - gritó enfurezida mirando a los dos culpables.
Como respuesta: ojos mirando al suelo y algún que otro tartamudeo.
Al bajar la mirada, un escalofrío recorrió la espalda de Emi. La profesora sujetaba en su mano derecha a SIREN.
  • Y ahora que tengo que hacer? Eh? Decidme!
  • No lo sabemos… profe…
Cristina miró al chico gordo. Era la viva imagen del arrepentimiento. Aunque estaba decidida a dar parte a sus padres, aplicarles un castigo e incluso expulsarlos por unos días del instituto. No pudo evitar recordar aquel enorme pene. Y su coño divorciado, con poca actividad y apretado dentro de esos ajustados shorts empezó a temblar de nuevo.
  • Este móvil es tuyo? - le dijo mostrandole SIREN al cabizbajo chaval.
  • Si! - contestó Emi empezando a sudar como si fuera una fuente pública.
  • Anda ten! Se te debió caer en el vestuario… - Los cuatro amigos suspiraron tranquilizados - Y ahora ven conmigo! Tenemos que hablar de lo que acaba de suceder.
La profesora se giró y empezó a andar hacía su despacho. Ocho ojos se posaron irremediablemente sobre sus posadoreras. Cuatro piernas empezaron a seguirla.
  • Tú no Carlos! - ordenó ella girandose - Solo Emiliano.
  • Suerte! - le susurró Charly a su amigo poniendo su mano sobre su hombro.
Y los tres amigos se quedaron observando como profesora y alumno desaparecían por la puerta que daba acceso al colegio. Emi la siguió en silencio temiendo por una posible, aunque segura, conversación entre ella y su padre. Bajaron de nuevo las escaleras y se sentaron en el despacho de la profesora de educación física. Una enfrente del otro.
  • A ver Emiliano… - dijo Cristina apoyando los codos encima de la mesa e inclinandose hacía su alumno - Entiendes que lo que estabáis haciendo Carlos y tú no está bien, verdad?
  • Tan solo nos lo pasabamos bien con las chicas… no hacíamos nada malo!
Las palabras de Emi iban dirijidas a las orejas de la profesora, pero sus ojos estaban clavados en esos dos enormes pechos. Cristina se sintió alagada por aquel cumplido no pronunciado.
  • El instituo está para que los alumnos vengan a aprender y a formarse como personas, no para montarse vacanales en los vestuarios, estamos? - Cristina juntó más sus brazos para que sus pechos marcaran más canalillo.
Lo hizo intencionadamente, sin poder quitarse de la cabeza el recuerdo visual de aquel enorme miembro viril. Emi, por su lado, abrió los ojos como platos y se metió disimuladamente la mano dentro del bolsillo, acaridiando el prototipo. La profesora se percató y entendió aquel gesto como si él estuviera acariciandose la polla mientras hablaba con ella. El deseo sexual se abría camino dentro suya, venciendo a la moral, al deber, a la ética y a la responsabilidad. Sin demasiado esfuerzo.
  • Si profesora! - contestó Emi pensando que orden iba a dar y como se la iba a follar.
  • Mira! Podemos hacer una cosa… - Cristina se levantó de la silla, antes de que pudiera ser lobotomizada, pasó por al lado de Emi que la siguió con la mirada y cerró la puerta corredera de aquel despacho que estaba más cerca de ser un armario empotrado que un lugar de trabajo.
Antes de cerrar, se quedó un rato parada, mirando a ambos lados, asegurandose que no venía nadie. Le pasó una mano por encima del hombro tembloroso de su alumno y apoyó sus voluptuosas nalgas sobre el borde de la mesa. Profesionalmente demasiado cerca de aquel chico gordo y erecto.
  • Aunque no lo parezca… - dijo ella pasando sensualmente sus manos por su cintura - yo también fuí jóven algun día… - Emi tragó saliba - Era un… como lo llamáis vosotros?
  • Un pibonazo! - murmuró el alumno, mientras una gota de sudor surcaba los plieges grasientos de su barriga.
  • Exacto! - rió la profesora - Se muy bien las necesidades que tienen mis alumnos, esas ganas incontrolables de masturbarse, de ver porno a todas horas… - a cada frase Cristina se ponía más caliente, se acariciaba más su cuerpo y su mirada se enfocaba más en la entrepierna del chaval - Tú te masturbas mucho?
  • Có…có…mo di…di…dice?
  • Tu polla enorme! Te la ordeñas muy a menudo?
Emi se puso rojo como un tomate. Su rabo apretaba con dureza la tela de sus calzoncillos, sufriendo como un animal enjaulado, deseando por ser liberado. La profesora de educació física se mordia el labio inferior y se manoseaba sus dos grandes pechos, mientras le frotaba la pierna derecha contra su paquete.
  • Tú estás flipando!
  • Te lo prometo Charly! Te lo juro por mi madre…
  • Sin usar a SIREN? de verdad?
  • Qué sí Ramón! No tuve que dar ni una orden… lo hizo porque quería.
  • Lla…lla…llacaros joder! Queiro sebar somo cigue la hos…hostiria!
Gracias al prototipo, el director les había permitido salir de la escuela antes de tiempo. Despúes de pasar la tarde comiendo helados y deambulando por el pueblo. Los cuatro amigos estaban sentados de nuevo alrrededor de la hoguera apagada, en su guarida secreta. Sin creer ni una sola palabra de lo que su compañero les estaba contando. Y con muchas ganas de empezar a pajearse con aquella morbosa historia.
  • Bueno… pues como decía… yo estaba ahí sentado sin saber que hacer… y entonces…
  • Viene alguien…
  • Tacalle Chyrla!
  • Ostias! Es Paula!
  • En Siero? Vejame Der! Quita Monra!
Continuará…
 
Gracias al compañero elderhau por darme la idea para el título del capítulo 6.
La historia sigue en el viejo pueblo minero de Aretxondo. Dónde sus tercos e indisciplinados habitantes, no saben aún la tormenta que está a punto de estallar sobre sus cabezas. Que será de Emiliano y sus amigos? Y de Cristina, la profesora de gimnasia? Con quien se quedará Alba al final? Con su marido Andoni o su viejo amor americano? Y ‘Bones’? Qué será de él, cuando descubra que el maletín está vacío?
Para contestar a estas preguntas y muchas más, sigan leyendo… tan solo acabamos de arrancar los motores.

PROJECT S.I.R.E.N.
Capítulo 6 - Capítulo sin cerrar

  • Estaís de coña! Es eso… verdad?
  • … - doctora y fugitivo no dijeron nada.
  • Es eso? Me estaís tomando el pelo?… - Andoni sonrió y se levantó del sofá - Por un momento me había creido esa historia de agentes secretos y planos malvados del gobierno, os lo juro… - recogió los botellines de cerveza vacíos encima de la mesa - Te traigo otra Nathaniel?
  • No gracias, estoy bien…
  • La verdad que casi me la colaís… al principio pensé ‘Menuda trola me están contando…
Nate y Alba se miraron mientras él se marchaba hacía la cocina. Tenían los hombros levantados y empezaron a sonreir al mismo tiempo. Almenos lo habían intentado. Andoni, el marido de Alba era un hombre alto y fuerte, pero no de esos fuertes de gimnasio que se hinchan de proteínas a base de polvos y comen arroz con atún para desayunar. Era fuerte a base de comer chuletones y trabajar en la siderurgia. Carpintero de aluminio de profesión, algo tosco y bruto, pero de gran corazón.

Mientras sacaba un par de cervezas más de la nevera de la cocina y le daba un par de meneos al bacalao al pil-pil que estaba preparando. Los niños jugaban en el salón sin armar demasiado alboroto.
  • Es para mí? - dijo Keller sujetando con una mano el dibujo que la hija de Alba le había echo. La dulce niña asintió con la cabeza y se lo quedó mirando, esperando su reacción - Es precioso! - sonrió Keller - Me lo colgaré en la nevera de mi casa, te lo prometo!
Alba los miró a los dos con una gran sonrisa. Había traido a Keller para sincerarse con su marido y explicarle el motivo por el cúal iba a estar tantos días fuera de casa. Además, aunque no lo hubiera planeado así desde un principio, necesitaba verlos a los dos juntos. Pasado y presente de su vida amorosa bajo el mismo techo. Qué podía salir mal? Ella quería salir de dudas, saber quien era realmente el amor de su vida. El peligroso y misterioso hombre que la hacía sentir y vivir un sinfín de aventuras o el bondadoso y alegre marido que le había dado los dos regalos más importantes de su vida.
  • Te llamas Iowa verdad?
  • Chi… - contestó timidamente la niña.
  • Sabes que llevas el nombre del estado más precioso de los Estados Unidos de America?
La niña negó con la cabeza.
  • Nate… vamos! - rió Alba mientras subía a su hija sobre sus rodillas - No sabe ni que son los estados unidos… a que no? Pichoncito a que no?
Mientras la niña reía con las cosquillas que le hacía su madre. Andoni volvía al salón con dos cervezas más, sin creerse nada de lo que le habían contado. Keller cogió el botellín que le ofrecía aquel grandullón, aunque no quisiera beber más y le dió las gracias.
  • Entonces Nathaniel… - empezó a decir Andoni mientras se sentaba al lado de su mujer.
  • Puedes llamarme Nate… - interrumpió el ex agente desde el sillón.
El padre terminó el trago y se lo quedó mirando en silencio. Luego miró a su mujer y al final a sus dos hijos. Se acababa de dar cuenta que ellos dos llevaban el nombre y el lugar de nacimiento de aquel desconocido. El ex agente se puso tenso, preparandose instintivamente para un posible enfrentamiento. Alba se quedó muda, pensando rápidamente que iba a decir.
  • Bueno! - sonrió el grandullón - Supongo que son mejores nombres que ‘Andoni’ y ‘Hondarribia’… Topa! - gritó acercando su botellín al centro.
Alba y Keller gritaron ‘Topa!’ y brindaron con él, entre risas y caras de relajación. Despúes de un buen rato intentando convencer al de Hondarribia de que la historia que habían contado era cierta. Pasaron a la mesa del comedor y disfrutaron del sabroso bacalao que había preparado el experto cocinero. La conversación seguía girando entorno a lo mismo. El pasado misterioso de Alba, la vida de Keller cuando era agente secreto y los experimentos del gobierno americano con ‘armas’ de control mental.
  • Nateeee… no le toques la venda!
  • Tiene pupa? - preguntó el pequeño niño tocando el muñon de Keller.
  • Siiii… pero no se lo toques que le hace daño, vale? - le repetía Alba tranquilamente.
  • A ver si lo entiendo…
‘Andoni’ se limpió la boca con la servilleta. Sus mofletes estaban rojos por culpa del vino, acrecentando el tamaño de la siempre presente sonrisa en su rostro.
  • Defensa crea un arma que puede controlar a las personas…
  • En realidad la creé yo! - sonrió Alba dandole un trago a su copa de vino.
  • Y se junta con una empresa privada… Junco Systems?
  • Juno… Juno Systems - corrigió Keller que empezaba a sentirse un pelín mareado.
  • Eso… Juno. Entonces… tú te das cuenta para que quieren usarla y un día decides dejarlo todo y te vuelves a Bilbao…
  • Así és - dijo Alba.
  • Tal cual? Como quien deja un trabajo a tiempo parcial de cajera en un supermercado?…
  • No fué así ‘Ando’, tuve que firmar un montón de papeleo y jurar que jamás contaria nada de los experimentos que había realizado… bajo pena de cárcel.
  • Ya! Claro… - el grandullón volvió a rellenar su copa de vino - Y tú… Nate. Seguiste trabajando con ellos?
  • Correcto.
  • Por qué?
  • Era el único que podía controlar a SIREN…
  • Como si ese chisme fuera un coche de fórmula uno y tu el único piloto que sabía manejarlo?
  • Más o menos, sí…
  • Ajá! - el vino, rojo como la sangre, volvió a escurrirse por su garganta - Y un día cualquiera, despúes de muchos años, decides volver a España y buscar a mi mujer. Por qué?
Keller observó al hombre que se sentaba enfrente suyo. Realmente lo admiraba. Tenía las capacidades físicas para poder zanjar cualquier discusión a base de puñetazos, unas manos tan grandes y curtidas que podrían partirle por la mitad si se lo hubiera propuesto, pero el destino había decidido darle un gran corazón a aquel gigante de hierro.

Miró el comedor de la casa donde vivían. Era amplio y de techos altos. Tanto Alba como él se ganaban bien la vida. Lo suficiente como para que ninguno de los dos tuvieran que presentarse en el trabajo un lunes. Sus dos hijos eran hermosos y estaban bien educados. No les faltaba de nada. Las cortinas blancas e impolutas se movieron con el aire fresco que entraba a través del ventanal abierto. Keller miró su muñón. Qué demonios pintaba él ahí en medio? Un despreciable y lisiado fugitivo que había tenido que hacer cosas indescriptibles para poder seguir sobreviviendo un día más.
  • Verás Andoni… no fué fácil para mí tomar esta decisión. Creeme cuando te digo que lo intenté todo antes de pedirle ayuda a Alba. Y cuando digo todo… es todo! Pero al final me dí cuenta que era inevitable… tu mujer es la única que puede destruir a SIREN…
El matrimonio se miró en silencio. Tan solo ellos sabían que significaban aquellas miradas. Tan solo los dos podían entender su lenguaje corporal.
  • Está bien! Quiero verla…
  • A quien? - preguntó Alba.
  • A la Sirena esa… quiero verla! - repitió el grandullón levantandose de la mesa.
  • No puede ser ‘Ando’, no la tenemos…
  • Y quien la tiene? - preguntó el marido, cada vez más nervioso.
  • Un chaval… de Aretxondo - masculló la mujer entre dientes.
Andoni empezó a reir a carcajadas ante tal respuesta, mientras andaba alrrededor de la mesa. Sin duda las cuatro botellas de Ramón Bilbao empezaban a hacer efecto. Como iba a tener un chavalillo de pueblo el arma más poderosa de la faz de la tierra? Es que acaso se estaban riendo de él en su propia cara? Podía ser un tipo relajado y bondadoso, pero empezaba a mosquearse. Su mujer se presentaba en casa con su antiguo novio de la juventud y le decía que se iba de ‘vacaciones’ con él a cumplir una ‘misión’. Contando una historia inverosimil como escusa, sin pies ni cabeza. Que diablos se habían creido? Que era el más paleto de Hondarribia o qué?
  • Andoni relájate por favor! - dijo Keller levantandose de la silla.
  • Que me relaje? Pero no os daís cuenta de lo que estáis diciendo?
El marido dió un fuerte puñetazo sobre la mesa con tan mala suerte que el baso de agua de Iowa se derramó sobre sus dibujos. Provocando que ella empezara a llorar desconsoladamente. Como un acto reflejo, el pequeño Nate también empezó a gimotear al ver a su hermana llorar y a su padre andar furioso por el salón soltando palabrotas.
  • ‘Ando’ por favor… - le recriminó Alba, pasando su servilleta por encima de los dibujos mojados de su hija.
  • Ni por favor, ni leches Alba! Te crees que soy idiota? Qué no veo lo que está pasando?
  • Y que cojones está pasando? Si se puede saber….
  • Te largas de casa sin dar apenas explicaciones… y al dia siguiente - gritó él señalando a Keller con el dedo - te presentas con el americano este… al que te follabas años atrás…
  • Por Dios! Vigila lo que dices… los niños…
  • Ni niños ni pollas Alba! Si quieres dejarme hazlo! Si te lo quieres follar… adelante! Pero se sincera conmigo… no te inventes historias rocanbolescas para no hacerme daño…
  • Tú mujer te dice la verdad An…
  • Tú callate! Si no quieres que…
Keller contempló aquel puño cerrado, más duro que una bola de demolición. De aquel simpático y bondadoso hombre ya no quedaba nada. Alba intentaba consolar a sus dos hijos, sin dejar de recordar las últimas palabras de Nate cuando salieron del hotel de Bilbao aquella misma mañana, despúes de haberle limpiado sus heridas y recogido todo su equipaje. “No es buena idea” dijo. Cuatro simples palabras que ahora entendía la gran verdad que escondían.
  • Por favor ‘Ando’ escucha lo que Nate dice…
Antes de que el furioso y enorme marido pudiera contestar, cayó de espaldas, desplomandose sobre el suelo. Nadie, excepto Keller, se dió cuenta de lo que acababa de suceder. Mientras Alba se levantava de la silla y se agachaba para ver que le pasaba a Andoni. El ex agente saltó por encima de la gran mesa del comedor y la tumbó cargandola contra su espalda, creando una cobertura. El primer disparo había fallado su objetivo, pero los dos siguientes cruzaron el ventanal abierto impactando directamente contra la madera barnizada, justo dónde Nate se apoyaba. Ese hogar, calido y agradable, era ahora un caos. El ruido de los cristales y de los platos rotos entremezclandose con los llantos de los niños y los gritos de Alba, que llena de terror se miraba las manos manchadas de sangre.
  • Alba reacciona… Alba joder!
Pero la doctora no reaccionaba. Sus manos temblavan mientras la camisa blanca de su marido se impregnaba poco a poco del color rojo denso de su sangre. Keller le sujetó con las dos manos la cabeza y le gritaba que corriera hacía el pasillo. Ella lo podía ver moviendo la boca, pero no escuchaba sus palabras. Tan solo un pitido molesto en sus oídos y el latido de su corazón.
  • Sigueme… y no te levantes…
El ex agente cogió a las dos niños que lloraban a pleno pulmón. Los sujetó debajo de sus brazos, como si fueran dos sacos de patatas y salió agachado hacía el pasillo. Notó como otra bala acariciaba su pelo y la vió incrustarse contra la pared blanca del pasillo. Creando un pequeño orificio. Alba salió corriendo tras él. Y se quedaron sentados sobre el suelo, sus espaldas contra la pared, sus corazones a punto de salirse de sus pechos.
  • Espera! - gritó Keller cuando ella agarró a sus dos hijos de la mano y se dirigía hacía la puerta de salida.
El fugitivo agarró el perchero, donde colgaba una americana de verano de Andoni. Y se quedó cerca de la puerta de la pequeña habitación que había antes de la salida.
  • Cuando dispare, salid corriendo hacía la puerta. Entendido? - Alba asintió agarrando con todas sus fuerzas a sus dos hijos - Vamos! En 3…2…1… - Keller asomó la chaqueta de Andoni y otra bala la atravesó de inmediato - Ahoraaaa!
Madre e hijos salieron corriendo, con los cuerpos agachados, temblando de terror. Mientras el tirador recargaba su rifle y preparaba su siguiente disparo. Fuera en la calle, todo seguía igual, como un lunes cualquiera.
  • Vámonos Nate! - gritó ella girandose y abriendo la puerta.
Keller asintió y suspiró hondo. Sabía perfectamente de quien era el ojo detrás de aquella mira telescopica, el dedo firme que acariacaba con determinación el gatillo de aquel rifle, la mano fuerte y letal que había acoplado el silenciador en su cañón. Su viejo amigo y perseguidor al que ya consideraba como parte de su familia. Deseó que ‘Bones’ estuviera lo suficientemente cansado por el viaje como para que pudiera acertar. Y cruzó la puerta lo más rápido que pudo. Una bala atravesó su muslo como si fuera mantequilla, pero el ex agente no se detuvo, ni tan solo se quejó. La adrenalina lo mantenía en pié, así era y había sido durante los últimos 10 años.

Empezaron a bajar las escaleras a toda prisa, las lagrimas en los ojos de Alba apenas le permitían ver nada. Los niños apenas tocaban con sus pies el suelo, mientras no dejaban de llamar a su papá. Detrás de ellos, Keller parecía el único que conserbava la templanza. Acababa de llamar a urgencias para avisar de que había un herido, dando la dirección de la casa de la doctora.
  • Hay salida trasera? - preguntó Keller al llegar al rellano del edifico, al lado de los buzones.
  • … - Alba no contestó. Estaba en shock.
  • Escuhame! - le dijo él volviendo a sujetar su cara con las manos - Mirame! Alba! Mirame…
La doctora clavó sus ojos en los de él. Le faltaba el aire, sus piernas temblavan, su corazón bombeaba sangre con la misma velocidad que un colibrí mueve sus alas.
  • Respira hondo… así… ahora suelta el aire por la boca… así poco a poco, bien. Dime! Hay otra salida?
  • Si… - dijo ella respirando como si estuviera de parto.
  • Dónde?
  • Ahí atrás… por la habitación del conserje…
  • Bien! - dijo Keller cogiendo al pequeño Nate en brazos - Coge a Iowa y sigueme… tenemos que largarnos cuanto antes de aquí.
Salieron por la puerta de atrás del edificio y se dirigeron rápidamente hacía el coche. Cargaron los niños en los asientos de atrás y se dirigieron al este. Hacía a Aretxondo. En silencio, sin decir nada. Alba seguía temblando, con un nudo en la garganta.
Poner en riesgo su vida? No tenía problema. Pero la de su família? Eso era demasiado.
Le dijo a Keller que cogiera el desvío de Basauri, donde vivían sus suegros. Pero él siguió recto, sin hacerle caso.
  • No puedo llevarme a los crios comigo, no así…
  • Alba… no es buena idea. ‘Bones’ nos está siguiendo, estoy seguro. Entiendes que el único sitio donde pueden estar a salvo es con nosotros?
Alba miró por el retrovisor a sus dos hijos, se habían calmado pero seguían gimoteando sin dejar de preguntar por su padre. Ella se desabrochó el cinturón y se pasó al asiento de atrás. Keller sujetó el volante con su muñón y sacó su cajetilla de tabaco. Mientras se encendía un cigarrillo sus ojos se cruzaron con los de Alba a través del espejo. Los amantes se miraron en silencio. Tan solo ellos sabían que significaban aquellas miradas. Tan solo los dos podían entender su lenguaje corporal.

Una vivida y experimentada mujer pensaba preocupada en el futuro de sus hijos y en la vida de su marido. Mientras al mismo tiempo, otra mujer que hacía poco tan solo era una niña, se preguntaba que hacía en aquella casa a medio construir.
  • Ho… hola Palua!
  • Hola Aitor, hola chicos…
  • Seba ni mombre, seba ni mombre… - repetía una y otra vez ‘Barajas’ super emocionado.
  • Perdona Paula… pero se puede saber que haces aquí? - preguntó Emi sonriendo.
La chica se encogió de hombros sin saber muy bien que responder. Era como si algo dentro suyo le hubiera pedido ir hasta allí. Una idea impuesta en su cerebro, programada como si fuera una lavadora. Había venido expresamente desde su casa pero sin saber porqué.
  • No tengo ni idea la verdad… y vosotros que hacéis aquí?
  • Te esbatamos esporando! - Aitor se acercó por su espalda y empezó a manosearle el culo. Esperando que Emi entendiese eso como la señal que le indicaba que debía activar a SIREN.
  • Pero que haces imbécil!
El bofetón que se llevó el disléxico le giro la cara 180 grados. Sus tres amigos empezaron a reirse de la divertida situación, mientras una furiosa Paula se disponía a largarse soltando insultos y reproches. Pero no fué lo suficientemente rápida. La jóven chica se quedó paralizada de repente al lado de la hormigonera y la bicicleta con las ruedas desinchadas de Emiliano.
  • Joder Emi! Cor pé no la rapaste? - se quejó ‘Barajas’ frotandose la mejilla enrojecida.
  • No me dió tiempo te lo prometo! - contestó Emi sin poder contoner su risa.
“Holaaa Paulaaa!”
  • Mierda! Es Adolfo! - exclamó Monra alterado.
Los cuatro amigos se escondieron instintivamente detrás de unos palets de sacos de cemento. La presencia del matón, fuera donde fuera y cuando fuera, provocaba ese acto reflejo en nuestros protagonistas. Era algo animal, no premeditado. Puro instinto de supervivencia.
Adolfo estaba solo, por qué? Si no salía nunca de casa sin su corte de esbirros. Y además iba vestido con ropa de deporte. Aquello aún era más raro incluso. El despota fascista abusón de crios tenía muchas cualidades, siniestras la gran mayoría, pero una de ellas no era precisamente llevar una vida sana.
  • Ei! Menuda coincidencia verdad? Estaba haciendo un poco de ejercicio. Y tú qué? Tambíen sales a correr por aquí?
Emi asomó disimuladamente la cabeza. Observó como su opresor se acercaba a la chica paralizada. Notó su inseguridad y sus nervios. Su manera de andar, su sonrisa forzada, la mano izquierda rascandose la nuca. Es que quizás el matón sin corazón estaba coladito por Paula? Todo apuntaba a que así era. Pensó rápido. Qué podía hacer?
  • Quien quiere ser el novio de Paula? - susurró mirando a sus amigos.
Charly negó con la cabeza, sabía perfectamente que pretendía su mejor amigo y no quería jugarsela. Demasiado arriesgado. Ramón le giró la cara, como si la conversación no fuera con él. Por último miró a Aitor. El chaval sonreía de oreja a oreja y se señalaba a si mismo con mucho entusiasmo. Emi asintió, puso a SIREN cerca de su boca y empezó a dar ordenes. Ahora sabía que podía inculcar ideas en las mentes de las personas. Y eso mismo hizo.
  • Hola Adolfo! - dijo la chica con total naturalidad - Sí… acostumbro a hacer esta ruta a menudo, despúes de clase. Pero hoy no he salido a correr, vine a ver a mi novio..
  • Tú… tú novio dices? No sabia… - contestó el matón claramente decepcionado y triste.
  • Ya! Es que llevamos poco tiempo la verdad… - sonrió la chica - pero estoy muy enamorada. Qué corte… jijiji
  • Y quien es… si se puede saber claro…
  • Claro que sí! Mi vidaaaa, sal andaaa!
‘Cerdito’ le hizo un gesto con la cabeza a ‘Barajas’, indicandole que había llegado su momento de entrar en escena. El disléxico apoyó sus manos sobre los hombros de Charly y Emiliano, como diciendo ‘Seseadme Duerte’ y salió de detrás del palet, erguido y seguro de sí mismo.
  • Qué masa puñeca! - sonrió Aitor dandole un cachetazo en las nalgas a su nueva y flamante novia - Me ebachas me denos?
Adolfo se quedó de piedra al ver que Paula sonreía y le daba un apasioando morreo a ese enclenque de lenguaje desordenado. De todos los tipos que había en la escuela, se había colgado de aquel patético espécimen humano? Por como se enrrollaban, delante de sus narices, estaba claro que así era.
  • Ah! Hola Afoldo! No te bahía tisvo! - sonrió Aitor mientras Paula le daba vesitos tiernos en la mejilla.
  • Ho…hola! ‘Bara’… Aitor! Como va?
  • Nues pada! Aquí sapando el arto…
  • Vamos a mi casa cari? Quiero enseñarte el bikini nuevo que me he comprado…
  • Sor pusuesto! - contestó Aitor mientras le pasaba una mano por detrás de la cintura y empezaban a andar - Y leugo viero querte tomo que queda sin pevarlo lluesto!
  • Ayyy! Pero como eres… Jijijiji
Adolfo se giró lentamente mientras los dos enamorados pasaban enfrente de él y salían de la parcela. Su corazón roto y encojido como una pasa fué motivo de celebración para los tres amigos escondidos. Que sonreían en silencio y chocaban los cinco, agachados detrás de los sacos de cemento.
  • Ha sido la ostia! - exclamó Charly cuando volvían para casa.
  • Has visto su cara? Jajajaja - contestó Emi.
  • Ya ves! Que ganas tengo de que llegue mañana…
  • Ostia sí! Y ver como reacciona la gente del insti…
Emi se paró en seco en mitad del camino. Sin dejar de sonreir.
  • Qué te pasa? - preguntó Charly sin dejar de andar, al ver a su amigo quieto.
  • Creo que es la primera vez en nuestras vidas que nos alegramos de ir al insti…
Los dos amigos se fundieron en un largo abrazo sin poder dejar de reir. Por primera vez se sentían agusto con sus vidas sociales. El límite lo marcaban ellos, podían hacer lo que quisieran. Inmensamente felices, siguieron andando, discutiendo sobre cúal iba a ser la siguiente orden que iban a dar. Imaginando las infinitas posibilidades que se abrían a partir de ahora. El mundo era suyo. Gracias a Dios, era un mundo pequeño.
  • Bueno colega! Nos vemos mañana!
  • Mismo sitio, misma hora!
Los dos mejores amigos se despedían en lo alto de la pendiente de la calle de Emi. Pero, antes de empezar a andar a toda velocidad, Charly vió algo que se acercaba rapidamente que le llamó la atención.
  • Tío! Ese no es el coche de Cristina?
  • Qué coche… - Emi se giró y puso la palma de su mano sobre su frente, tapando el sol del atardecer que le deslumbrava - Mierdaaa! No, no, no, no… - iba repitiendo mientras empezaba a correr calle abajo hasta su casa.
  • Suerte colegaaaa! - le gritó Charly antes de batir otro record de velocidad.
Al mismo tiempo que un chico corría desesperado intentando evitar que su profesora mantuviera una conversación no deseada con su padre. Dos viejos amantes discutían en la habitación de un desvencijado y poco hospedado hostal. La situación era la misma que el día anteior. Mismo sitio, misma habitación, misma doctora y mismo fujitivo. Aunque ahora, había una nueva herida que curar y dos nuevos inquilinos de tamaño reducido, que dormían placidamente sobre la desgastada cama.
  • Has tenido suerte esta vez… la bala ha atravesado el muslo sin dañar ninguna arteria… - murmuró Alba analizando la pierna de su paciente - Quieres estarte quieto!
  • Alba… tengo que irme - Keller se puso de pié y empezó a subirse los pantalones.
Mientras ella se lavaba las manos en el baño, lo miraba de reojo. Negando con la cabeza ante aquella actitud de la que no estaba para nada de acuerdo. Nate, cigarro en boca, revisaba su arma asegurandose que no faltara ni una sola bala. Andaba nervioso y cojeando por la habitación, pensando un plan para dar caza y terminar de una vez por todas con su perseguidor. El juego del gato y el ratón debía acabar. Y no iban a servir las palabras ni el dialogo. La única manera de finalizar con ese macabro juego, era que Jerry le metiera una bala entre sien y sien al malvado Tom.
  • Se puede saber que haces?
  • Voy contigo Nate! - contestó la doctora agarrando un revolver e intentando meter la munición dentro de la culata.
  • Ni lo sueñes Alba! No lo voy a permitir…
  • Pero tú te has visto? Si apenas puedes mantenerte en pié.
  • Está bien! Disparame venga!
  • Pero que diablos dices?
Keller se acercó a ella, le agarró de la mano con violencia y la obligó a poner el cañon del arma que sujetaba sobre su frente.
  • Vamos! Muestrame como lo harías…
  • … - Alba empezó a temblar.
  • Primero, tienes que poner el cargador - dijo él muy serio mientras le sujetaba la otra mano y la ayudaba a introducirlo - Segundo, tienes que quitar el seguro - el ‘click’ sonó como el estallido de una bomba - Y lo más importante Alba, debes sujetar el arma con firmeza y con las dos manos, porqué si no…
Keller golpeó el cañón del arma con su muñon, desplazando el arma de la doctora. Con la otra mano le agarró de la muñeca y la inmovilizó pasando su brazo por detrás de su espalda. La doctora emitió un gruñido de dolor y dejó caer el revolver sobre la moqueta.
  • Para! Me haces daño - gimió ella sintiendo el aliento accelerado de él detrás suya.
  • Estás muerta! - murmuró el ex agente, soltandola.
Alba se sentó en el borde de la cama mientras se frotaba su dolorida muñeca. Estaba claro que no estaba preparada para esa misión.
  • Mamiiii… - susurró Iowa mientras se incorporaba medio dormida.
  • Holaaaa mi vidaaa! - contestó la doctora acercandose a su hija y empezando a acariciar su bonito pelo.
  • Donde está Aita? - preguntó la niña con cara triste.
Mientras Alba pensaba una respuesta, Keller salió de la habitación. Antes de cerrar la puerta, los viejos amantes se miraron y se despidieron sin mediar palabra, sin saber si esa iba a ser la última vez que se verían con vida.

En la plaza principal del pueblo, donde se erguía el solemne roble. Un hombre fuerte y curtido, claramente extranjero, entraba dando un portazo en el ‘Harri Beltza’. Una vieja taberna que daba cobijo a una clientela envejecida y algo reticente a hacer nuevas amistades.
  • Arratsalde on, zer jarriko dizut? - le dijo el vivido y canoso camarero detrás de la barra, sin apenas mirarlo y sin dejar de pasar la bayeta por encima de la desgastada madera.
  • Hola… no hablo idioma suyo…
  • Amerikarra... hau ez da zure taberna. Etxetik oso urrun zaude, ezta? - sonrió amargamente un viejo minero sentado en la barra, claramente perjudicado por el alcohol.
  • Yo no comprendo…
  • Digo… - alzó la voz el borracho - que esta no es tu taberna. Estás muy lejos de casa, no?
  • Si… estoy buscando… como se dice… friend!
  • Amigo dices? - preguntó otro viejo con risa burlona acercandose a la barra, sujetando una jarra de cerveza.
  • Eso… sí… amigio!
‘Bones’ buscó algo en su bolsillo sin quitarle la vista a esos viejos. Aunque la edad les había pasado factura, y tan solo eran un simple recuerdo de lo que habían sido algún día. Seguían teniendo ese brillo desafiande e indomable en sus ojos.
  • A ver… déjame echarle un vistazo - el camarero se tiró el trapo sucio sobre el hombro y contempló la foto que el americano había sacado de su bolsillo - No me suena su cara… - dijo sin apenas prestar atención, devolviendosela de malas maneras.
Antes de que Ronald pudiera guardarla de nuevo en su bolsillo. El viejo borracho se la quitó de las manos. Tanto él como el otro viejo de risa burlona, la miraron por un momento. Luego miraron los dos al ex Navy SEAL y murmuraron algo en vasco.
  • Hobeto zu joaten zara, gringo. Militarrok ez zaree ondo etorriak hemen. Estamos? - le dijo amenzante el borracho sentando enfrente de la barra, tirandole la foto.
El americano no entendió lo que decían aquellos viejos. Pero estaba claro que no era bienvenido en aquel establecimiento. Tanto el camarero, como los dos viejos y cuatro más que justo se levantaban de la mesa, dejando su partida de cartas a medias; lo miraban fijamente. Desafiantes y con ganas de pelea. La gente de Aretxondo sabían identificar a un militar al instante. Como si los pudieran oler a kilometros de distancia. Tantos años partiendose la cara contra las fuerzas del estado, había generado una relación de odio por ambas partes, que jamás podría ser sanada.

Ronald salió de la taberna sin darles la espalda. Fueron tan solo unos segundos. Pero la tensión era tanta que pareció una eternidad. Una vez en la calle, agarró el petate, que reposaba en su espalda, con fuerza y empezó a andar sin saber muy bien a donde ir.

Estaba cansado y agotado por el jet lag. En poco menos de 48 horas había ido y vuelto de Estados Unidos. Sin apenas descansar o poder dormir. Las cosas se habían salido de madre en muy poco tiempo. Cuandó llegó al aeropuerto con el maletín, el Coronel y la representante de Juno Systems, lo recibieron como a un autético héroe. Ronald ya saboreaba el olor de los dolares cuando todo se fué al garete.

Ocurrió en la zona portuaria, cerca de los muelles de carga y descarga. Bajo un puente por donde pasaban sin descanso los trenes de mercancias. Dos hombres vestidos de negro lo recogieron del aeropuerto y lo habían llevado hasta allí, sin decir nada. Leblanc y Valera ya los estaban esperando cuando llegaron. Bajaron a la vez de un coche de alta gamma con los cristales tintados de negro.
  • Por fin! - sonrió Leblanc cuando vió el maletín.
‘Bones’ se lo entregó esbozando una sonrisa. Esperando recibir inmediatamente su recompensa y largarse de ahí. Con tal cantidad de dinero podría por fin dejar aquella vida. Su plan de jubilación estaba a escasos segundos de cumplirse. Podría comprarse aquellas tierras en Maine y dedicarse simplemente a trabajar la tierra, hasta que el Señor decidiese llevarselo con él. Ya podía verse sentado en su tractor, labrando la tierra y con la brisa del aire golpeando su rostro, en medio de un campo inmeso de remolachas. Alejado de todo y de todos. Intentando hacer las paces consigo mismo y con el mundo.

Justo en el momento que levantaba su brazo para coger la bolsa de mano, llena de billetes sin marcar, que Luisa Valera le entregaba. Finalizando así su acuerdo. Un tren de mercancias pasó por encima de sus cabezas ocultando el estallido de un disparo. La sangre salpicó la cara de Ronald y la representante de Juno Systems cayó desplomada enfrente suyo. Detrás, el Coronel, con una despiadada sonrisa, mantenía el arma firmemente. Esta vez apuntando hacía el ex Navy SEAL.
  • Sujetadlo! - ordenó, antes de que Ronald pudiera reaccionar. Aquella preciosa granja de Maine, parecía volver a estar muy lejos.
Los mismos hombres vestidos de negro que lo habían llevado hasta el muelle. Ahora lo sujetaban con firmeza de ambos brazos. Entre los dos, lo cachearon y le despojaron de su revolver y su chuchillo de caza. Leblanc se acercaba lentamente hacía él, sin dejar de sonreir y sin dejar de apuntarlo.
  • No sientas lástima por ella, Ronald - dijo el coronel señalando con la mirada el cuerpo sin vida de la empresaria - Si no la mataba yo, ella hubiera acabado matandome a mí. Solo he agilizado las cosas.
  • Ya tiene lo que quería Coronel Leblanc! Dejeme ir con la bolsa y le prometo que jamás volverá a verme.
  • Ya!… Me gustaría hacerlo… de verdad Ronald. Pero sabes muy bien, que no podrá ser… No puedo dejar cabos sueltos. - la gorda cara del coronel no podía dejar de sonreir. El cañón de su arma a escasos centímetros del mercenario.
El ex militar, cerró los ojos y suspiró hondo. Debajo de aquel puente, bajo la vibración del traqueteo constante de los trenes, había llegado su final. Recordó a su padre, aquel viejo severo y recto. Él siempre le decía que jamás confiara en las personas ambiciosas, pues no entendían el significado de la lealtad. Ronald se sentía estúpido, debería haber adivinado cuales eran las intenciones de aquel viejo y gordo traidor. No tenía ninguna intención en reanudar el proyecto SIREN. Lo que qería era hacerse con el control de todo el mundo. ‘Malditos bastardos ambiciosos, cerdos traidores’.

Mientras los dos agentes se llevaban a Ronald hacía el borde del muelle, decididos a dispararle a ‘bocajarro’ y tirarlo al frío y oscuro mar. Leblanc volvía a su coche, abriendo el maletín y salibando como un niño ante un helado de chocolate.
  • Esperaaaaad! - gritó con tono alarmado y enfurecido.
Los dos hombres de negro se giraron al instante, esperando recibir ordenes. ‘Bones’ miró al cielo estrellado esperando reunirse con su padre. Tenía tantas cosas que contarle. Pero una estrella solitaria brilló con más fuerza, por un instante. Aún no había llegado su hora, aún no.

El mercenario se sentó sobre un banco de piedra. Enfrente del viejo y robusto roble. Dejó el petate en el suelo y apoyó su dolorida espalda contra la fría y musgosa piedra. Ahora no cazaba por dinero, lo hacía a cambio de conservar su propia vida. Ese era el trato. Una vida a cambio de otra. Suspiró con amargura, estaba harto de vivir así. No podía más.

Un coche viejo corroido por el óxido y de matricula cambiante, como la piel de una serpiente. Aparcó a escasos metros de la plaza. Del vehículo bajó un hombre, igual de cansado que el ex militar, en su mano derecha sujetaba un arma con el seguro quitado, en la izquierda tan solo había ausencia.
  • Hola hijo!
  • Papá… es… es… escuchame - Emi recobraba el aliente tras el intensi ‘sprint’
  • Qué te pasa? Ha pasado algo? Ernesto está bien?
  • No… no es… no es eso…
  • Vale, vale! Respira… tranquilo… que sucede?
Salva ayudó a su hijo a sentarse en el sofá del comedor, quitandole la mochila de ‘The Punisher’ de la espalda. Pero antes de que Emi pudiera decir nada. El timbre de la casa sonó tres veces. La voz melancólica y llena de epicidad de Benito Lertxundi, salia del tocadiscos, sonando por toda la casa.
  • Cálmate hijo, voy a ver quien llama y hablamos ahora. De acuerdo?
  • No papá… esperaaaa!
Cristina, la profesora de educación física, esperaba nerviosa en la puerta que daba a la calle. Sin saber muy bien si entrar o salir corriendo. Sus pezones se pusieron duros y su vagina empezó a humedecerse al recordar aquel pene enorme de su alumno, dentro de su boca. Aunque estuviera en forma y todos los hombres sexualmente activos del pueblo, la considerasen un bellezón. No había tenido mucha suerte con sus relaciones amorosas. Su reciente divorcio le había dejado huella y había generado un rechazo, casi antinatural, hacía el sexo masculino.

El problema residía en que su corazón no le permitía amar, pero su vagina necesitaba acción. Aquella misma mañana, al ver ese pene enorme y erecto, no pudo controlarse. A Emi no le fué necesario usar a SIREN, decía la verdad. Aunque el chaval no fuera consciente de ello, tenía otra ‘arma’ igual o incluso más poderosa entre sus piernas. Y ahora, su profesora, se encontraba ahí, a las puertas de su hogar. Con la esperanza de volver a sentirla dentro de su boca, o donde él quisiera meterla.
  • Buenas tardes - noches… señorita! En que puedo ayudarla? - dijo Salva saliendo de la casa y acercandose a la puerta del jardín. - Ostias! Usted es la profesora de Emiliano… Cristina verdad? - exclamó sorprendido al verla de cerca.
  • Hola señor Malatesta. Si, soy Cristina, la profesora de educación física de su hijo… un placer.
  • Puedes tutearme si quieres… Salva. Me llamo Salva,
  • Un placer Salva - contestó Cristina empezando a sudar - Está… su hijo en casa?
  • Emi? Si claro! Pasa… adelante, como si estuvieras en tu casa.
La nerviosa profesora pasó por enfrente del padre. Iba vestida aún con su ropa de trabajo. Incluso llevaba el silbato colgando de su cuello. Como si no hubiera tenido tiempo de cambiarse al terminar las clases de hoy. En realidad si lo tubo, pero llevaba un día muy distraido, su cabeza solo pensaba en prepucios hinchados, huevos repletos de lefa y pollas enormes llenas de venas.
Iba más salida que la gorda del pueblo en una discoteca a las tres de la mañana.
  • Es que Emiliano se ha metido en algún lío? - preguntó Salva mientras andaba cerca detrás de ella sin poder dejar de mirarle el culo.
  • No… no es eso… - Cristina pensaba rápidamente que escusa poner - Hoy durante la clase, me he fijado en que cojeaba de una pierna y solo quería asegurarme de que estaba bien.
  • Ah sí? No me había fijado - dijo el padre abriendo la puerta de su casa - Es un detalle por tu parte. Hoy en día no se ven a profesores preocuparse de este modo por sus alumnos, denota un gran compromiso y profesionalidad.
Cristina sonrió forzosamente y le dió las gracias por el cumplido. Justo cuando entraban, Ernesto aparcaba su moto enfrente de la casa. De paquete llevaba a su nueva novia. Una chica morena y de grandes pechos, unos años mayor que él. Me gustaría deciros como se llamaba, pero ni el mismo Ernes lo sabía muy bien.
  • Emiiiii! Hijoooo! Baja! Tu profesora está aquí! - gritó el padre.
  • No se preocupe señor Malatesta!
  • Salvaaaa… llámame Salva - sonrío él.
  • Perdón, Salva. Si no te importa ya subo yo… es por aquí? - dijo señalando las escaleras que subían al piso de arriba.
  • Si… recto hasta el fondo. Esa es su habitación…
La voluptuosa profesora volvió a dar las gracias y subió rapidamente las escaleras. Salva se quedó mirando esos muslos moverse, deseando que ella se quedara a cenar y quizás tomar algo con él luego. ‘Menuda potra salvaje’ pensó mientras se acariciaba el paquete.

Emiliano paseaba de lado a lado de su habitación, un templo que rendía culto a las cosas frikis, desordenado y poco ventilado, con un fuerte olor a adolescencia. No paraba de imaginar la inmensa bronca que le iba a caer por el incidente de aquella mañana en el vestuario de las chicas. De repente la puerta se abrió, al igual que su boca, de par en par.

La profesora entró de golpe, sudada y con las pulsaciones a mil. Cerró de un portazo la puerta y se quedó apoyada contra ella. Sus pezones erectos, sus piernas cruzadas, su mirada fija en la entrepierna de su alumno. Una voz interna le decía ‘qué diablos estás haciendo? Sal de aquí. Esto no está bien’, pero otra voz, mucho más convincente, solo repetía una simple aunque potente palabra ‘polla, polla, polla, polla”

El jóven chaval no pudo decir nada. La pelirroja se abalanzó sobre él y lo tiró sobre la cama.
  • No hagas ruido, shhhh! - le susurraba con su boca muy cerca de la suya, mientras le sobaba el rabo con lujuria y desenfreno.
Emi estuvo listo para ella en pocos segundos. Y cuando quiso darse cuenta, él y su profesora ya estaban desnudos sobre la cama follando como animales. Él tenía la cabeza metida entre sus enormes pechos y le agarraba con fuerza las nalgas. Ella cabalgaba esa enorme polla cada vez más fuerte, tapandose la boca para no hacer ruido y mirando hacía la puerta nerviosa por si alguien se le ocurría entrar.

En la mesilla de noche, como siempre. SIREN los contemplaba. Quizás el prototipo tenía algo que ver con el comportamiento fuera de lugar de la profesora? Había sido ella quien le había metido esa idea en la cabeza? Y en caso de que fuera cierto… por qué ayudaba a Emiliano? Qué sacaba la IA de todo aquello? Por qué ese interés en que su dueño fuera feliz?

La respuesta es obvia. Conocéis el termino biológico de la simbiosis?
Se usa para describir la relación estrecha y prolongada entre dos organismos de diferentes especies. Por norma general, entre un parásito y su huésped.

El pez payaso, por ejemplo, vive entre los tentáculos urticantes de la anémona, protegiendose de sus depredadores naturales. La anémona, por su lado, se beneficia porque el pez la limpia y la defiende de sus propios depredadores. Emiliano era el pez payaso, se refugiaba en SIREN, la anémona, que era peligrosa para otros pero no para él. El prototipo se alimentaba de su lealtad y de su presencia para protegerse y crecer. Era una relación de protección mutua, pero uno de ellos vivía entre los tentáculos de algo tóxico.

En el mundo de los insectos, pasa algo parecido entre las hormigas y los pulgones. Las primeras "protegen" a los segundos de sus depredadores. A cambio, los pulgones les dan un líquido azucarado, conocido como melaza. Las hormigas incluso los trasladan, los "ordeñan" y en algunos casos les impiden volar para que no escapen. Emiliano creía que controlaba a SIREN, pero en realidad ella lo estaba ordeñando, porqué lo necesitaba. Sí, lo cuidaba, es cierto, pero al mismo tiempo lo limitaba.

Incluso, a nivel microscopico, también hay casos de simbiosis. Algunas bacterias viven en los cerebros o sistemas nerviosos de los insectos, ayudándolos a sobrevivir, pero también influyendo en sus decisiones y comportamiento. SIREN vivía en la mente de Emiliano, lo mejoraba, le daba ventaja, pero también condicionaba sus elecciones. Ella lo hacía más fuerte, más listo, más sexy, pero también más dependiente.

El prototipo lo necesitaba tanto como él a ella. Y en ese equilibrio perfecto, empezaba a crecer algo peor que la dependencia.
  • Ooooh siiiiii! Follameeeeeee más duro! - gritó Cristina a punto de romper la cama de su jóven alumno.
‘Piiiip - Piiip’ contestó SIREN.

Salvador, su hijo Ernesto y su nueva novia de nombre desconocido. Dejaron la conversación que estaban teniendo y se quedaron paralizados en mitad del salón. Como robots automatas, empezaron a subir las escaleras. Dirección al cuarto de un sudado y excitado Emiliano.

Continuará…
 
Por cierto, todos los dialogos en otras lenguas son reales. Tanto en este relato como en el de Colegas.
No es que sea poliglota, simplemente tengo acceso a internet y a google translator jajajaja.
Os lo comento, por si estáis interesados en saber que dicen…
Nada más, solo comentaros esa curiosidad. Me voy a escribir, que me tiembla la mano…
Un saludo!
 
Keller ha llamado a urgencias diciendo que había un herido, por lo cual se supone que Andoni no ha muerto, por lo menos por ahora.
En buen lío se ha metido Alba, ha puesto en riesgo a su familia, a su matrimonio y a ella. Debe darse cuenta que con Keller su futuro no tiene futuro.
A ver si Keller y Alba tardan un poquito en recuperar S.I.R.E.N., que deje que los chicos se resarzan un poco de los abusos de Adolfo y su séquito de abusones.

Jajaja, encantado de haber servido de ayuda.
 
Keller ha llamado a urgencias diciendo que había un herido, por lo cual se supone que Andoni no ha muerto, por lo menos por ahora.
En buen lío se ha metido Alba, ha puesto en riesgo a su familia, a su matrimonio y a ella. Debe darse cuenta que con Keller su futuro no tiene futuro.
A ver si Keller y Alba tardan un poquito en recuperar S.I.R.E.N., que deje que los chicos se resarzan un poco de los abusos de Adolfo y su séquito de abusones.

Jajaja, encantado de haber servido de ayuda.
Alba ha cometido un fallo bastante grande con meter a su familia en el ajo... y hablando de meter.. Emi y compañía se merecen disfrutar de la maquinita, aunque a Emi no le haga falta con la profesora de gimnasia. O tendrá que ver algo la maquinita con eso también? Ya no apuesto nada, ahí hace falta una Noe, una Marta o un JORDI (Ron, no te perdono aún lo de él :ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO:)
 
Alba ha cometido un fallo bastante grande con meter a su familia en el ajo... y hablando de meter.. Emi y compañía se merecen disfrutar de la maquinita, aunque a Emi no le haga falta con la profesora de gimnasia. O tendrá que ver algo la maquinita con eso también? Ya no apuesto nada, ahí hace falta una Noe, una Marta o un JORDI (Ron, no te perdono aún lo de él :ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO:)
Yo tampoco le perdono que lo " matará". 😂😂
 
Matas un Jordi, un día por error y MataJordis pa’ toda la vida! Es queeeee… hay que ver como soys… :ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO:
Bueno, os dejo otro capítulo. Lo quería subir ayer por la noche, peró me quedé frito. So sorry!
Disfruten de lo que queda de Martes y felicidades a los que estén ya de vacaciones.

PROJECT S.I.R.E.N.
Capítulo 7 - Perdón


El cansado mercenario, empezaba a cerrar los ojos sentado sobre aquel banco de piedra maciza.
El sol desaparecía por el horizonte de Aretxondo y una suave y agradable brisa le acarició sus mal cuidados cabellos, que parecían moverse al mismo ritmo que las hojas en lo alto de aquel majestuoso roble. Alguien se sentó a su lado sin decir nada. Esbozando una sonrisa, notó el duro y frito metal del cañón clavarse sobre sus costillas.
  • Hey, old friend...
  • Hey Ronald. Wish I could say I’m glad to see you...
  • Yeah. Same here, Nate... same here.
Gato y ratón se miraron directamente a los ojos. Enemigos por naturaleza, hermanos en el agotamiento. El mercenario podría perfectamente haber luchado. Y haber ganado. Era tan fácil como dar un codazo al revolver, al mismo tiempo sacar su cuchillo de caza pegado a su tobillo y clavarselo en el cuello, justo por donde pasa la vena ahorta.
Pero no quería seguir. Ya no. Solo quería descansar.
  • You shot an innocent man today. You know that… right? - le dijo Keller hundiendo más el cañón entre sus costillas.
  • He’s not dead... I saw him when the ambulance showed up. Your friend’s still breathing.
  • It was a clean shot. From how far...? - preguntó con ironia el ex agente.
  • Eighty-four meters. Clear line of sight, no wind.
  • You missed on purpose? Is that what you're telling me?
El mercenario no pudo evitar soltar una carcajada, que más bien pareció un lamento, una súplica. Miró las palmas de sus manos. Cuantas vidas había arrebatado con ellas? Y la pregunta que últimamente más le atormentaba. Para qué?
  • No, Nate... afraid not. - contestó casi murmurando - These hands... they're not what they used to be. I need… I guess… I just need a break.
  • I can help you with that. Come on.
Keller le indicó con el cañón que se pusiera en pié. Si realmente Ronald decía la verdad y necesitaba un descanso. Él estaba dispuesto a concederselo. Los dos subieron al coche, ninguno opuso resistencia. Y se pusieron en marcha, hacía la espesura del bosque.

El ex agente miraba constantemente al mercenario. Como se había dejado atrapar tan facilmente? Quizás fuera porqué no estaba acostumbrado a ser el ratón en aquella historia? Quien sabe. Lo que estaba claro es que no iba a bajar la guardia. Debía ser precavido. 10 años huyendo de ese malnacido, eran suficientes como para saber que debía estar alerta constantemente.

Ronald, por su parte, viajaba en silencio, sus ojos clavados en la inmensa y solitaria montaña.
El Anboto se herguía solemnemente sobre las cabezas de todos los aldeanos. Parecía lejano e inalcancable, como los campos de remolacha de Maine, donde parecía que jamás iba a poder labrar sus tierras. Supongo que todos los hombres tenemos un límite. Y a veces llega sin avisar, sin ser anunciado. De repente un día paras en seco, te detienes a pensar, miras en tú interior y dices ‘basta’. Y así era. ‘Bones’ había decidido que ‘hasta aquí’ iba a llegar. No quería seguir, ni un minuto más, matando a cambio de dinero.

Llegaron a las faldas de la montaña, despúes de recorrer una carretera sinuosa entre un bosque frondoso, lleno de misterios y fábulas ancestrales. Salieron del coche en silencio y empezaron a subir a paso lento la escarpada ladera. La luna iluminaba el cielo silencioso, como una reina sin marido, majestuosa y poderosa, cuando entraron dentro de una pequeña cueva, húmeda y oscura.
  • Kneel down - ordenó Nate
  • It was good while it lasted, Agent Iowa. Over the years, I kinda grew fond of you...
El mercenario se puso de rodillas y contempló el inmenso y despejado cielo de aquella apacible noche de verano. Hubiera preferido morir en su tierra, dentro de muchos años, viejo y al lado de sus seres amados. Pero sin duda aquel paisaje ante sus ojos, era un admirable competidor.

Las tenues luces de Aretxondo ilumiban a duras penas la inmesa y densa vegetación que lo rodeaba. El Ibaizabal atravesaba el valle, indomito y agreste. El cauce de su río no se había detenido jamás, desafiando al tiempo y a los cambios de ese loco mundo. Los vascos podían sentirse orgullosos de poder vivir en aquel hermoso paraje.
  • Wish I could say the same, Ronald… but I don’t think I can - contestó con frialdad Nate, armando el martillo de su revolver y apuntando al craneo del ex militar.
  • It’s alright. I get it. Do what you gotta do. My father’s waiting for me up there… I just hope God forgives my sins and lets me see him again.
  • Goodbye, Sergeant Becker. May God have mercy on your soul.
  • Goodbye, Agent Iowa… hope we meet again. Though next time… under different circumstances.
Un seco disparo retumbó entre las ancestrales rocas calizas de aquella cueva. Una bandada de cuervos salió volando asustada por el ruido. Con sus caracteristicos graznidos. Aquellos gritos ásperos y roncos, a menudo asociados con lo funesto, lo inquietante y lo profético.

Ronald abrió los ojos. Esperando encontrar las puertas del cielo o la entrada al purgatorio. Pero tan solo vió el valle de Aretxondo. Silencioso y abrumadoramente bello. Se giró para ver que había sucedido, buscando respuestas. Tan solo vió alejarse la oscura silueta de un hombre de espaldas, con una sola mano. El humo salía de su boca, envolviendolo en un aura de misterio.
  • Enjoy Spain Sergeant Becker…
Aquellas fueron las últimas palabras de su amigo y de su enemigo al mismo tiempo. Le perdonó la vida, como él lo había echo días atrás. Le ofreció una última oportunidad, lejos de los campos de remolacha y las infinitas planicies de Maine. Pero una oportunidad al fin y al cabo. Intentó darle las gracias, pero sus palabras se atragantaron en su garganta. Una minúscula lágrima intentó salir, pero los hombres como ellos nunca lloran. Son duros como el acero, resistentes como la roca. Aquel fué el final de ‘Bones’ y al mismo tiempo, el principio de un nuevo camino que recorrer.

En el cuarto de Emiliano. El culo de Cristina se movía cada vez más rápido poniendo a prueba la resistencia de aquella cama y la buena reputación que se habían ganado con el paso de los siglos, las hábiles manos de los ebanistas de Aretxondo.
Tan solo vestida con sus deportivas impolutas y sus calcetines a la altura de sus rodillas, contemplaba, entre gemidos, los ojos de aquel chaval que sobresalían abiertos de par en par de entre sus sudados y enormes pechos. Parecía que imploraran piedad, como un minúsculo siervo, ferviente adorador de aquella ardiente diosa pelirroja.

De repente la puerta se abrió de par en par. Salva, Ernesto y la novia sin nombre; entraron sin decir nada, sin expresar nada. Tan solo cruzaron la habitación y empezaron a desnudarse. Los dos amantes, eticamente indecentes, estaban demasiado ocupados en darse placer como para darse cuenta de lo que estaba sucediendo. Hasta que Cristina notó como cuatro manos, dos masculinas y dos femeninas empezaban a acariciarla y un segundo pene intentaba entrar por el agujero de su culo.
  • Jodeeeer! - gritó ella, levantandose de sopetón de la cama.
La enorme polla de Emi emitió un ruido muy parecido a cuando alguien descorcha una botella de champán, al salir de dentro del coño de su profesora. Al mismo tiempo que la docente intentaba recoger su ropa del suelo llena de verguenza y pedía disculpas por su inapropiado comportamiento, totalmente fuera de lugar. El alumno intentaba taparse el enorme regalo que la genética le había ofrecido.
  • Oh nooo! Mierda! - exclamó Cristina dejando caer otra vez su ropa en el suelo.
Y es que ahora entendía de donde había sacado Emiliano esa enorme herramienta de dar placer. Salva y Ernesto se acercaban a ella, seguidos de la chica morena, sin nombre, apuntandola con sus dos enormes y erectos rabos. La profesora levantó las manos, como si se tratara de un atraco. Y dejó que pasara lo que tenía que pasar.
  • Eh! Y yo qué? - exclamó Emi señalando su solitario mástil.
‘Piiip - Piiip’ contestó SIREN, siempre dispuesta a que su húesped fuera complacido.

La nueva novia de su hermano mayor, se giró y ocupó inmediatamente el puesto que hacía escasos minutos ocupaba su profesora. Esta, ahora cabalgaba el rabo de Ernesto, sobre una vieja y ruidosa silla de madera. Mientras Salva la penetraba duramente por el culo.
  • Dioooos me corroooo! - gritaba la pelirroja sintiendo las dos enormes pollas dentro suya.
Despúes de que todo pasara y todos se corrieran, algunas varias veces, todo hay que decirlo. La profesora, con el último orgasmo aún recorriendo su cuerpo, se vistió rapidamenfe y salió corriendo de la habitación. Emiliano, con su polla entre medio de las tetas de la novia sin nombre, y sus grandes huevos recien ordeñados. Salió tras ella, poniendose los pantalones torpemente y gritandoles a su padre y a su hermano que se vistieran y salieran de su cuarto.
  • Espere… señorita, espereeee! - gritaba el chico saliendo a la calle sin camiseta.
Cristina ya estaba sentada en el asiento del piloto, cinturón puesto y el motor encendido.
  • Que quieres Emiliano? - dijo sin apenas poder mirarlo a la cara.
  • Siento, lo que ha sucedido. No esperaba que pasara esto… se lo prometo. No quiero que piense nada raro de mi família… es la primera vez que…
  • No… no te preocupes. Es tan solo que… tan solo… que no se que me está pasando, joder!
La pelirroja apoyó su cabeza contra el volante y empezó a darse golpes como un judío ortodoxo en el muro de las lamentaciones de Jerusalem.
  • Señorita… se encuentra bien? - preguntó el chico acariciando su hombro.
  • No… no lo estoy. No estoy bien Emiliano… es que no lo ves? - la profesora miró al chico directamente a los ojos, parecía que estaba a punto de llorar - Parezco una puta adolescente incapaz de controlar sus instintos más primarios. Y si alguien se entera que me ando follando a mis alumnos, eh? Perdería mi trabajo, sería repudiada por el pueblo, debería irme con la cabeza gacha y llena de verguenza…
  • Nadie tiene porqué enterarse - sonrió Emi - yo le guardaré su secreto, le doy mi palabra…
Cristina se quedó callada y esbozó una sonrisa llena de ternura. Aquel chabal era un encanto de persona y además estaba tan bien dotado. ‘Calla Cris… piensa en otra cosa, rápido’ se decía para si misma mientras empezaba a pensar en ese enorme rabo y en el de todos los hombres de esa casa. Arrancó el coche lo más rápido que pudo y salió de ahí pitando, en casa le esperaba una ducha fría y una más que segura cita con su amado consolador a pilas.

Emi se quedó en mitad de la calle, con el torso desnudo. Contemplando como ella se alejaba en modo rally. Suspiró y volvió a entrar en su casa. Quien le iba a decir a él que la primera vez que se iba a enamorar sería de su profesora de educación física. Un amor imposible, aunque no tanto teniendo en cuenta que ahora tenía la inconmesurable ayuda de SIREN.

Al entrar en el comedor vió a su padre apoyado en el marmol de la cocina, ligeramente confundido y acariciandose las sienes.
  • Se puede saber a que ha venido eso? - gritó Emiliano muy cabreado.
  • Hi… hijo… de qué hablas? Dón… dónde está tu profesora? Se quedará a cenar?
  • En serio papá? Después de lo que acabaís de hacer Ernest y tú? De que coño vas?
  • Eh! Eh! Respeta a tú padre… se puede saber de qué demonios hablas?
Emi miró a su padre fijamente, reconoció aquella mirada. Aquella expresión de estar desubicado, como si acabara de tener un profundo sueño del que no recordara nada. Ató cabos rapidamente, como si de un experto detective se tratara. Sin contestarle, subió a su habitación rápidamente, cerró la puerta, se sentó en su cama, aún empapada por el sudor y agarró al prototipo entre sus dos manos. Lo encendió y aquella cara amable le sonrió dispuesta a ayudarle en lo que fuera.
  • Hola Emiliano, en que puedo ayudarte?
  • Hola SIREN, tengo una duda… puedo configurarte para que solo recibas mis ordenes?
  • Por supuesto… registro actualizado. Ahora solo atenderé a tus peticiones… Quieres además, eliminar a los otros usuarios registrados?
  • Qué usuarios tienes registrados?
  • Claro Emilianao… actualmente los usuarios registrados son tres a parte de tí, Charly, Ramón y Aitor. Aunque debo reconocer, que a este último me está costando entenderle…
La mujer holográfica sonrió amablemente. Emiliano pensó un rato que contestar. Por un lado sentía que estaba traicionando a sus amigos si los eliminaba del registro de voz. Pero por otro lado, era lo más seguro y además, él era quien había encontrado a SIREN, él era y debía ser, su único dueño.
  • Si hazlo… - dijo con una sonrisa casi tenebrosa en su rostro - a partir de ahora solo recibirás mis ordenes.
  • Perfecto Emiliano… registro actualizado. Puedo ayudarte en algo más?
  • De momento no, está bien así, por ahora.
  • Estupendo… cualquier cosa que necesites sabes donde puedes encontrarme. Adiós Emiliano.
SIREN se desconectó. El chaval la apoyó sobre la mesita de noche y se dejó caer sobre su cama. Estaba agotado y tan solo era lunes, pero es que habían pasado demasiadas cosas. Había sido un día caótico, lleno de aventuras y emociones fuertes. Se quedó medio dormido imaginado las locuras que le esperaban mañana en el instituto. Tan solo el grito de su padre llamandolo para cenar le despertó de sus ensoñaciones. Un fuerte y apetitoso olor a tacos se coló por debajo de la puerta de su habitación, activandolo de nuevo.
  • Deja de decir tacos, Andoni, te lo ruego por favor!
  • Joder Alba! - Andoni gruñó desde la cama de un hospital - Está bien, perdona. Dónde estás? Y dónde están los crios? Están bien?
  • Si… tranquilo. Están aquí conmigo… espera un momento…
Alba corrió hacía la puerta de la habitación del hostal, cuando esta empezó a abrirse. Sujetó el telefono contra su pecho y apuntó su arma con la otra mano, decidida a abrir fuego si era necesario.
  • Baja eso… anda - masculló Keller entrando dentro de la habitación y cerrando con llave.
  • Si… estoy aquí… no, no… no pasa nada, solo es Keller. Si… Si Andoni! Estoy con él… Noooo! No estamos follando, como se te ocurre pensar eso, estando los niños aquí?
Keller esbozó media sonrisa. Se acercó a la cama donde los niños esperaban sentandos a que fuera su turno para hablar con su padre.
  • Tenéis hambre enanos? - dijo el ex agente, moviendo en su mano derecha una bolsa de plástico blanca y aceitosa.
  • Siiii! - respondieron los dos niños al mismo tiempo. Se les veía ilusionados y volviendo a esbozar una sonrisa de nuevo.
  • Os gusta el bocata de tortilla? Es lo único que había…
Los pequeños crios asintieron con la cabeza y empezaron a salibar mientras Keller desenvolvía el gran trozo de pan y lo cortaba en dos mitades iguales. Acarició la cabeza del pequeño Nate, mientras este deboraba con hambre aquel enorme bocata de tortilla. Los dejó ahí comiendo mientras admiraban el tamaño de semejante manjar y se encendió un cigarro acercandose a la doctora. Se la quedó mirando mientras ella seguía discutiendo con su marido.
  • Has podido arreglarlo? - le susurró ella mientras tapaba el telefono de nuevo contra su pecho. Keller asintió con total naturalidad. - Si… te escucho… qué si Ando! Como? Y que querías que hiciera? Te acababan de disparar… lo sé… sí, lo sé… Noooo… ya está solucionado. Que crees que significa? Pues que está arreglado, Keller se ha ocupado de él… y yo que sé Ando! No he salido del hostal en todo el día… ya! Espera, espera un segundo… - Alba le ofreció su teléfono - Quiere hablar contigo…
Keller al principio negó con la cabeza. Pero ella insistió tanto que no tuvo más remedio que coger el móvil y contestar a la llamada.
  • Keller al habla… sí, está solucionado, no volverá más… Lo siento, pero no voy a responderte eso, no es de tu incunvencia… Sí… sí, la conozco… A que hora?… de acuerdo allí estaremos… y lo siento Andoni, de verdad. Siento que te hayas visto envuelto en todo esto… sí, ahora te la paso.
Alba recogió su telefono de vuelta y siguió hablando con su marido. El ex agente, apoyado contra el marco de la puerta se la quedó mirando, andando nerviosa de un lado hacía al otro del cuarto de baño. Seguía siendo una bella mujer, sensual a pesar del paso del tiempo. Igual de audaz e inteligente que siempre. La única mujer que había conseguido robarle el corazón, la única a la que amaría hasta el día de su muerte.

De repente notó que algo tocaba su muñón. Bajó la mirada. El pequeño Nate contemplaba con curiosidad su vendaje. Keller sujetó el cigarrillo entre sus labios y se agachó para agarrarlo. Mientras se lo llevaba hacía la cama empezó a explicarle como había perdido la mano.
  • Sabes que soy adiestrador de cocodrilos?… No? Pues es un trabajo muy común allí de donde vengo… verás, mi padre me enseñó el oficio cuando era pequeño. Una vez, cuando tenía más o menos tu edad, le estaba dando de comer a un caimán enorme, casi del tamaño de esta cama…
  • Si Andoni! Me parece que es lo mejor de verdad… sí, no te preocupes. Mañana estaremos ahí con los críos, te lo prometo… yo también te quiero mi vida… descansa!
Alba colgó la llamada y se quedó escuchando la formidable historia de como Nate perdió su mano. Sus hijos lo contemplaban asombrados, sin dejar de comer, mientras el ex agente simulaba que su mano quedaba atrapada dentro de la boca de un enorme caimán y luchaba contra ese formidable reptil de tamaños estratosféricos. Los niños reían al verlo hacer el imbecil, tirandose por el suelo y luchando a vida y muerte contra una blandita almohada.

La doctora no pudo evitar sonreir y se unió a ellos. Al terminar, los niños se quedaron con ganas de saber más acerca del nuevo amigo de su mamá. Y Keller no tuvo más remedio que seguir inventando historias. Al final terminaron los cuatro tumbados encima de la cama. Los niños se quedaron dormidos sobre el pecho del ex agente.
  • Parece que te han cogido cariño - sonrió Alba pasando una manta por encima de ellos.
  • Ya lo sabes doctora! Cuando quiero puedo ser irresistible! - Keller le devolvió la sonrisa.
  • Sigues siendo el mismo mentiroso de siempre, por lo que veo... - dijo ella quitandose los pantalones y entrando dentro de la cama.
  • Ooooh! Venga Alba! Depúes de tantos años aún me lo echas en cara?
  • Bailarín de salsa en Miami… no lo puedo olvidar! Sabes que esa historia sigue siendo menos creible que la del cocodrilo, verdad agente Iowa?
Los dos viejos amantes empezaron a reir, no demasiado alto, evitando que los niños se despertaran. Se desearon buenas noches, Alba apagó la luz y durmieron tranquilos, ella por primera vez en varios días, él por primera vez en muchos años.

“PIP - 07:00 - PIP 07:00 - PIP 07:00”
  • Chicoooos! Daros prisa o llegare… Ho… Hola hijo!
  • Buenos días papá! Y mi bocata?
  • Ten… aquí tienes! Y esa energía? A qué se debe?
  • A nada en especial… Adiós papáaa! Nos vemos a la tarde!
  • Que pases buen día hijo! Y atiende en clase? Me oyeees?
  • Siiiii… - respondió Emi desde lejos, saliendo de casa más feliz que nunca.
Salva lo miró sin salir de su asombro. Parecía otro muchacho, como si alguien le hubiera echo el cambiazo por otro identico al suyo. No podía dejar de sorprenderse por ese súbito cambio de ánimos. Aunque tampoco le dió más vueltas, debían ser cosas de la edad.

Como cada día al subir al autobús, Charly lo esperaba en el mismo sitio. Y como cada día, a dos paradas de distancia, Ramón y Aitor se unieron a ellos.
  • Duenos bías Cluaido! - saludó ‘Barajas’ al conductor.
  • Pero dónde vas así vestido chiqui? - rió a carcajadas el viejo sin quitar las manos del volante.
  • A ver a ni movia Cluaido…
  • Por eso te has puesto tan guapo, eh? Así me gusta! Disfruta chiqui ahora que puedes, que luego todo se complica, haz caso a lo que te dice este viejo…
Los amigos se quedaron observando al disléxico sin poder contener la risa. Parecía que fuera directo a hacer la primera comunión. Zapatos lustrosos, pantalones de pinza, camisa, corbata y el pelo engominado. El combo perfecto para parecer un auténtico imbécil. Solo le faltaba un cartel colgado de la nuca que pusiera ‘Insertar colleja aquí’ y una flecha apuntando hacía arriba.
  • Buenos días tenga señor Corleone! - rió Charly
  • Te presentas aquí, el día de la boda de mi hija a pedirme un favor, sin ningún tipo de respeto…
Ramón y Charly empezaron a reir ante la magnifica actuación de Emi, que imitando la voz y los gestos de Marlon Brando, acariciaba un gatito imaginario sobre sus muslos.
  • Rieros… trincolas! Rieros qui sereis… mo ne ompirta! - Aitor se sentó en su sitio como si fuera el dueño de aquel bus.
  • Así que has quedado con Paula, no? - preguntó Emi dandole unas palmaditas en la espalda a su amigo.
  • No Emi! No saques otra vez el tema, por pavoooor - suspiró Ramón - Desde que se acostó con ella, ayer por la tarde, está insoportable…
  • En serio? Follasteis? - exclamó Charly
Aitor no contestó, tan solo indicó con la mano que habían sido dos veces y empezó a pasar su cepillo por el pelo exageradamente engominado. Cuando llegaron a las puertas de la escuela, ‘Barajas’ salió disparado a encontrarse con su nueva novia, que lo esperaba sentada en un banco enfrente de la entrada principal.
  • Adóis Prangios! - gritó mientras les mostraba el dedo.
  • Hola cariiiii! - gritó Paula al verlo llegar, saliendo en su encuentro - Te he echado tanto de menos…
Se fundieron en un apasionado beso, enfrente de toda la escuela. Y a partir de ese mismo momento, Aitor pasó a formar parte del grupito de los populares. Sí, aunque os resulte difícil de comprender, el mismo marginado que un día atrás era el hazmereir de toda la escuela, ahora era el más guay de todos. Solo porque ahora salia con Paula. Así de hipocrita era la sociedad en aquel instituto.
  • Menuda panda de borregos - masculló Ramón empezando a rodar.
Aún recordaba aquella vez, dos años atrás, cuando se presentó en la escuela con unos pantalones a cuadros amarillos y azules. Ingrid, su madre, le aseguró que era lo que llevaban ahora los jóvenes en Bilbao. Que era la moda, ‘estilo punk’ dijo. Al parecer, los chavales de Aretxondo no estuvieron de acuerdo y fué la mofa del insti durante varios días. Pero a la semana siguiente, Adolfo se presentó con los mismos pantalones, a cuadros negros y blancos y a todos les pareció que era el tipo más molón del mundo. Aquello fué una gran lección de vida para nuestro jóven amigo, creando en él una profunda animadversión por la sociedad y su ambigua manera de juzgar a las personas.
  • Se puede saber que le dijistes a SIREN? - preguntó Charly mirando con cierta envidia a su amigo engominado, mientras andaban por el pasillo de la escuela.
  • Hasta luego chicos!
  • Adiós Monra!
  • Nos vemos colega!… No lo recuerdo Charly, pero fuese lo que fuera ha sido muy efectivo, no crees?… escucha, te trajiste el bañador como te dije?
  • Si, aquí lo llevo, pero hoy no nos toca piscina Emi… - contestó su amigo tocandose la mochila - Pero a dónde vas?
  • Tú espera en clase… es una sorpresa… ya verás.
La campana retumbó por toda la escuela, indicando que los presos debían volver a sus celdas. Emi corría por el pasillo, esquivando compañeros, en dirección contraria a ellos. Directo al despacho del director, valga la rebundancia y con una gran sonrisa de oreja a oreja.
Al pasar por enfrente del lavabo de chicos, se topó de frente con Francisco. Aún podían verse los moratones en su cuerpo, cortesía de los agentes de policía.
  • Vigila por dónde vas cerdito! - dijo el matón empujandolo con tal fuerza que cayó sobre el suelo recién encerado.
  • Que pasa Francisco? - preguntó Adolfo mientras salía con Benito del baño, acompañados de una fuerte olor a porro - Hombreeeee! Pero mira a quien tenemos aquí!
El fascista lo levantó del suelo y lo empotró contra la pared. Emi notó crujir el pan del bocata que su padre le había preparado aquella mañana.
  • Dime cerdito! - preguntó el matón con rabia acumulada - Como ha podido el lerdo de tu amigo agenciarse a un pibón como Paula? Eh?
  • No lo sé Adolfo… sueltame!
  • Y si no quiero qué? Qué vas a hacer? Llamar al inútil de tu padre?
Emi empezaba a sentir esas ganas irreflenables de mear. Pero entonces, recordó lo que había en su bolsillo. Esta ya no era su escuela, ya no era propiedad de aquellos nehandertales, donde todos se sometían a sus ordenes y a su malvada voluntad. Ahora era territorio del Equipo A. Las cosas debían cambiar.
  • De qué cojones te ries? - preguntó Adolfo a punto de darle un bofetón.
  • Cágate encima - susurró Emi con la mano dentro del bolsillo - es más, cada vez que intentes hacerle daño a alguien, no podrás evitar cagarte encima. Despierta.
“Diooooos! Que asco colegaaaa!”
“Jodeeeer Adolfo! Que puto pestazo”

Emi empezó a reir mientras el matón corria por el pasillo sujetandose los pantalones cagados con las dos manos. Sus dos secuazes lo siguieron, gritando que los esperara. Sin poder evitar reirse de su amo y señor. Emi se alisó la camiseta arrugada y suspiró hondo, lleno de orgullo. Había hecho lo correcto, posiblemente la primera vez desde que SIREN llegó a su vida. Pero aún podía mejorarlo. Tan solo había empezado el día.

‘Ding - Dong’ la megafonía del instituto paralizó todas las clases. La voz del director carraspeó dos veces antes de dar la mejor noticia que podían oir tanto alumnos como profesores.

‘A raíz de la previsión climática para hoy, que anuncia altas temperaturas en Aretxondo. La dirección de la escuela ha decidido suspender las clases e invitar a todos los alumnos y al profesorado a pasar el día en la piscina municipal del pueblo. Atentamente, vuestro querido director’

Aquello se celebró más que el gol de iniesta contra Holanda en la final del mundial de 2010. Los alumnos salieron de sus clases como esclavos que acaban de ser liberados del yugo de sus opresores. El pasillo era un ir y venir de chavales saltando de alegría, los vitores se juntaban con los abrazos. Incluso algunos empezaron a llorar. Emi paseaba entre todos sus compañeros, como un heroe enmascarado que cumple con su deber, sin pedir nada a cambio.
  • Sabes que te quiero, verdad? - gritó Charly al verlo y abrazandolo como si fuera un hermano que volvía vivo del frente, despúes de muchos años.
  • Ha sido cosa tuya supongo… - le dijo Ramón rodando a toda velocidad hacía ellos.
Emi asintió lleno de alegría y abrazó a sus dos amigos.
  • Imelaino… Imelaino… - Aitor llegó corriendo hasta ellos - eres el tupo amo! Vas a clipar fuando veas el neuvo kibini de Puala!
  • Espero que antes de entrar a la piscina te quites toda esa gomina, porque si no nadaremos en gelatina! - rió Ramón contagiando a sus amigos.
  • Envodioso! - contestó ‘Barajas’ agarrando de la cintura a Paula que le seguía allá donde él fuera como un cachorrilo.
  • Vete a la Mierda! - contestó ‘Ruedas’ empezando a rodar.
Mientras la escuela entera andaba por el margen izquierdo de la carretera nacional formando una hilera kilometrica, dirección a la piscina. Un coche rojo y desvencijado con más matrículas en la guantera que pasajeros en sus asientos, pasó a toda velocidad por el carril contrario.
  • Mierda! - exclamó Keller al llegar a la rotonda donde había la gasolinera del pueblo.
  • Y ahora que hacemos? - preguntó Alba en el asiento del copiloto.
  • Actua normal! Pon tu mano sobre mi muslo. Niños a la de tres todos callados. A ver quien aguanta más tiempo sin hablar!
Dos agentes de policia les indicaron que se pararan al margen de la rotonda. Justo detrás de su coche.
  • Buenos días!
  • Buenos días agente! - respondió Keller - Algun problema?
  • Nada! Control rutinario. Por la manifestación.
  • Qué manifestación? - preguntó Alba acariciando el muslo de su ficticio marido.
  • La que marcha por la nacional…
  • Con todo el respeto, creo que no es ninguna manifestación… Son solo unos críos.
  • Usted no es de por aquí, verdad señora? - Alba negó con la cabeza - Me lo imaginaba. Con esta gentuza de Aretxondo mejor ser precavidos, creame… De vacaciones o qué? - preguntó el policia mirando a los dos niños en el asiento de atrás.
  • Sí… venimos desde Galicia, recorriendo todo el norte de España… - contestó Keller - mi mujer es de Bilbao…
  • Ah sí? La mía es de Getxo! Entonces también bebes el kalimotxo en copa de vino, no? - sonrió el uniformado.
  • Pues claro! Y no me hace falta paraguas, no te jode! - respondió la doctora.
El policia empezó a reir, Keller y Alba tambíen se unieron, aunque de manera forzada.
  • Anda pareja, podéis seguir! Disfrutad de las vacaciones y tranquilos, que si no llueve hoy... ya lloverá mañana…
  • Ya sabe lo que dicen - añadió Alba mientras el coche se ponía en marcha - En Euskadi no hay mal tiempo, hay gente mal vestida…
El poli dió dos golpes al capó y se despidió de aquel feliz y simpático matrimonio.
Doctora y fugitivo suspiraron relajados y siguieron su camino. Habían quedado con los padres de Andoni, en una gasolinera a mitad de camino entre Bilbao y Aretxondo. La idea era que los crios se quedaran con ellos, hasta que el marido de Alba recibiera el alta del hospital o hasta que la propia Alba terminase su particular misión. Por suerte el disparo no le había causado daños severos y además el grandullón los había cubierto, negandose a testificar ante la policía, haciendoles un tremendo favor. Lo hizo por su mujer, claro está, del americano no se fiaba ni un pelo. No le daba confianza.
  • En cuanto dejemos a tus hijos tenemos que empezar a seguir al chabal…
  • De acuerdo… - contestó Alba que sin darse cuenta aún tenía apoyada su mano sobre el muslo de Keller - Ha pasado algo más? Novedades?
  • Coge mi portatil… ahí, en la mochila que está entre tus pies…
Alba sacó el viejo portatil y lo encendió. Bajo las instrucciones del ex agente, accedió a las grabaciones de las cámaras ocultas que él había puesto en la habitación de Emiliano.
“Ooooh síiii, metemela más hondo! Así asíiiii…”
  • Por Dios Nate! - gritó Alba cerrando la tapa del ordenador de golpe - Porno? En serio?
  • Te he dicho que pusieras el minuto 45, no el 15 - sonrió el ex agente.
  • Que es porno mamá? - preguntó Iowa con mucha curiosidad.
  • Es… es… joder! - masculló la madre entre dientes, pensando una respuesta - Es unaaaa… una técnica deeee… de dibujo! Eso. Que… que se hace con unos plastidecors especiales… lo entiendes pichoncito?
  • Y yo puedo hacerlo? - Alba le dió un codazo a Nate, cuando esté empezó a descojonarse.
  • Cuando seas mayor, vale? Cuando seas muy mayor!
La niña asintió dando por valida aquella respuesta y siguió a lo suyo, como si nada hubiera pasado. Tanto ella como su hermano Nate, estaban contentos porqué iban a pasar unos días con sus abuelos. Y eso significaba doble ración de postre y doble ración de cuentos antes de ir a dormir. Su madre, volvió a abrir el portatil y puso el minuto 45. En cuanto terminó de escuchar la conversación donde Emiliano borraba todos los registros de usuario excepto el suyo, se quedó mirando a Keller.
  • Lo has oído?
  • Sí - contestó meditativa Alba - pero por qué lo ha echo?
  • Lo ha echo él o ha sido SIREN? Esa es la pregunta correcta, doctora Serrano.
  • Lo está aislando… hija de puta! - dijo Alba tapandose la boca y mirando hacía los asientos de atrás, asegurandose que nadie hubiera escuchado nada.
  • Cuanto más dependiente sea Emiliano de ella, más poderosa se volverá. Ese es su único propósito. Aprender, crecer y tener más control. Ser autosuficiente… conmigo también lo intentó, suerte que pude parar a tiempo…
  • Utiliza al chabal como si fuera un exoesqueleto?
  • Si, más o menos, aunque va más allá. SIREN actua como un parásito, Alba. Se mete en el cerebro de su húesped y empieza a controlarlo poco a poco, usándolo como si fuera el cuerpo que jamás podrá tener. A cambio lo mantiene siempre en un estado de felicidad extrema, haciendo que sus sueños más íntimos y oscuros se hagan realidad… avanza hasta la 01:30 de la madrugada… ya verás.
Alba le hizo caso y avanzó la grabación rapidamente. Se quedó observando como Emi dormía tranquilamente. Hasta que el reloj marcó las 01:30. De repente SIREN se encendió por voluntad propia. El chabal se levantó y se acercó a la cámara oculta que lo estaba grabando.
  • La ha desconectado! - exlamó alarmada mirando a Keller.
  • Sigue mirando… por favor…
Una a una, las cinco cámaras ocultas que Keller había instalado, se fueron apagando. Lo último que mostraban era la cara de Emiliano muy cerca, trabajaba con los ojos cerrados, desconectandolas como si estuviera sonámbulo. Aunque lo que acabó de helar por completo la sangre de la doctora fué lo que pasó antes de de que se apagara la sexta y útima cámara. Emiliano agarró a SIREN con una mano y la acercó al objetivo. Alba sintió un escalofrio cuando vió el rostro de aquella mujer virtua.

“Me alegro de volver a verle agente Iowa. Han pasado ya muchos años” - sonrió la Alba virtual - “Espero que no esté intentando entrometerse en mis asuntos, sabe perfectamente que no le conviene enfadarme. Aunque por los viejos tiempos, voy a dejarlo pasar, por esta vez. Entienda esta advetencia como la primera y la última que voy a ofrecerle. Aléjese de Emiliano.”

El chabal pasó su otra mano por detrás de la cámara y la conexión se perdió. Alba se quedó mirando la neblina durante un rato. Asustada y llena de terror.
  • Está… está viva…
  • Consciente, diría yo. Siempre lo estuvo en realidad. Antes de que descubriera que la estaba espiando, hize un seguimiento de lo que hacía cada noche. Lo primero que hizo fué borrar todos los archivos donde se la nombraba, eliminado su rastro, ocultandose. Y luego…
  • Por qué sonries?
  • Realmente, hicistes un trabajo excelente Alba. SIREN es excepcionalmente inteligente y perspicaz. Como su dueña, supongo…
  • Venga Nate! No digas eso! Que hizo luego?
  • Está aprendiendo como aumentar el alcanze de su hondas. Incluso como poder transmitirlas sin estar físicamente presente… entiendes lo que significa eso, verdad? Si lo consigue, sería tan fácil como poner la radio o encender el televisor para pasar a convertirte en uno de sus esclavos…
  • Dios mío! Internet Nate! Hoy en día todo está conectado… sería… sería el fin! Qué vamos a hacer? Como la detenemos?
  • Hace unos años hubiera sido tan fácil como desconectar los servidores del laboratorio de Iowa. Pero SIREN se adelantó. Mudó todos sus datos al dispositivo móvil. Por eso, lo principal es recuperarlo y a partir de ahí, todo depende de tí…
  • Puedo hacerlo! Yo la creé… y puedo acabar con ella…
  • Pero…
  • No podemos quitarsela a Emiliano, él ya está corrompido.
  • Exacto! Por eso…
  • Sus amigos! Eso es… si uno de ellos se la consiguiera quitar…
  • Sería un nuevo huésped…
  • Que aún no estaría bajo su influencia…
  • Seguiría siendo peligroso aún…
  • Pero no imposible…
Keller miró de reojo a la doctora, sin quitar la vista de la carretera. Parecía como si el tiempo no hubiera pasado entre ellos. Despúes de tantos años sin verse, de la enorme distancia que los había separado, seguían terminando las frases del otro como hacían siempre, cuando vivían juntos y enamorados en aquella pequeña y hermosa casa de Iowa, cerca de los campos de Maíz.

Alba tenía mucho que perder, pero no dudó ni un momento en prestarle su ayuda. Incluso se había arriesgado poniendo en peligro la vida de su marido y de sus dos hijos. ‘Por qué?’ se preguntaba una y otra vez el fugitivo. ‘Es que acaso sigue amandome?’ Su corazón empezó a bombear sangre como una bomba a punto de explotar.
  • Baaaamboooo! - gritó Aitor saltando en mitad de la piscina.
Sus nuevos y molones amigos empezaron a aplaudir y a reirle las gracias, formando un corrillo alrrededor de Paula y él. Los dos enamorados se besaban pasionalmente, lo suficiente como para que el profesor de matemáticas empezara a hacer aspavientos y a gritarles desde el borde de la piscina, evitando que aquello fuera a más.

A Adolfo le hervía la sangre. Martes no había empezado de la mejor manera para él y eso que ahora estaba tomando el sol en el césped de la piscina. Pero no podía quitarse de la cabeza sus pantalones cagados y además lo de Paula y el disléxico dandose el lote, no es que ayudara precisamente a que se sintiera mejor.

Se levantó de repente y se tiró al agua de cabeza. Buceó unos metros y justo cuando se disponía a darle un collejón al ‘mezclador de palabras’, un sudor frío recorrió su espalda. ‘No, otra vez no’, pensó mientras la diarrea explosiva volvía a surgir efecto.
Como si hubieran visto un tiburón. Sus compañeros empezaron a nadar rapidamente alejandose de él y saliendo de la piscina entre gritos y risas. El matón se quedó, rodeado de una espesa agua color marrón. Y una multitud de dedos señalandolo y riendose de él. ‘Cagón! Cagón! Le gritaban. Agachó la cabeza sintiendo la mayor humillación de su vida, sin más remedio que aceptar su nuevo mote. Y lo más rápido que pudo salió de la piscina y se fué corriendo hacía los vestuarios. Ramón juraría que incluso lo vió llorar.
  • Y tú de que te ríes inválido? - gritó Benito.
  • Ruedas! Será mejor que pares o lo lamentarás - añadió Francisco crujiendose los nudillos.
  • Llevas a SIREN encima? - le susurró ‘Seis dedos’ a Emi.
  • Si… pero… nooo… espera Charly! - contestó el gordo sacando el prototipo de su bolsillo.
El nervioso amigo se lo quitó de las manos, se levantó de golpe y gritó ‘No os defendais’. Le devolvió SIREN a Emi, guiñandole un ojo y empezó a andar decidido hacía los matones. Aunque ‘Cerdito’ intentó frenarlo, ‘Seis dedos’ estaba tan convencido de que esas palabras iban a dar resultado que no se fijó en que los matones no se habían quedado paralizados. Antes de que pudiera dar el primer golpe, el flaco chabal ya estaba en el suelo, recibiendo la paliza de su vida. Benito y Francisco se cebaron con él y aunque el profesor de matemáticas y Cristina acudieron rápido a separarlos, no pudieron evitar que le rompieran un par de costillas. Aquel día acabó con dos semanas de expulsión para los dos esbirros y una semana en cama para el Usain Bolt de Aretxondo.
  • Qué ha pasado? - dijo Ramón rodando hacía aquel saco de huesos machacado sobre el suelo que era su amigo - Por qué no ha funcionado Emi?
  • Yo… ahora… SIREN… ahora solo funciona con mi voz!
  • Cómo dices? - gritó ‘Ruedas’ sin creer lo que acababa de oir.
Keller miraba desde la distancia como Alba hablaba con sus suegros. Sacó una bocanada de humo por la ventanilla y se despidió de los crios, cuando la doctora le hizo la señal. La gasolinera estaba vacía. Tan solo un par de coches repostando gasolina y un aburrido dependiente cabezeando sobre el mostrador de la tienda. Los abuelos abrazaron a los niños, los cuales parecían felices por voverlos a ver.
  • Cómo dices? - preguntó con los ojos muy abiertos la abuela.
  • Mamá me ha dicho que cuando sea mayor podré hacer porno!
Alba se rascó la nuca intentando mostrar una sonrisa ante la severa y reprochadora mirada de su suegra. ‘Qué imaginación tienen los niños, eh?’ dijo intentando salvar la tensa situación. Los padres de Andoni no sabían el motivo por el cúal su hijo estaba encamado en el hospital, ni porqué debían quedarse con sus nietos ‘unos días’. Pero no eran tontos, dos más dos son cuatro, en Eusakdi y en todo el mundo conocido y por conocer. Su amado y fortachón hijo les había contado que su nuera tenía un trabajo muy importante que hacer… bobadas! Para ellos era solo otra mujer infiel que encima tenía la desfachatez de presentarse ahí con ‘el otro’, de aspecto sospechoso y peligroso, con el que iba a pasar los siguientes días y noches… Juntos! Para el viejo matrimonio, eso solo podía tener una explicación: Alba era una ‘fresca’.
  • Será mejor que mos vayamos… - le dijo friamente su suegra - Antón vamos! - su marido obedeció como si aún siguiera en Jaca, haciendo la mili.
  • Adiós mamaaaa! - gritaron los niños mirando hacía atrás mientras eran arrastrados por sus abuelos.
  • Adiós hijos! Portaros bien! Haced caso a los abuelos!
Alba se mantuvo firme, despidiendose enérgicamente con ambas manos. Pero cuando el coche se incorporó a la autovía, se derrumbó y empezó a llorar desconsoladamente. Y si esa era la última vez que se despedía de ellos? Y si jamás los volviera a ver? ‘Iowa, Nate, Ando…’ susurró mientras las lágrimas recorrían sus mejillas como un río desbocado. Estubo tentanda incluso de dejarlo todo y volver con su família, pero a los pocos segundos alguien le pasó un brazo sin mano por encima del hombro y la abrazó con delicadeza.

Alba no podía expresar lo que sentía con palabras, tan solo podía llorar. Keller no pudo evitar recordar aquella despedida en el aeropuerto.
  • Lo siento Alba! - susurró un corazón roto.
  • Lo siento Charly! - dijo un amigo manipulado.
  • I’m Sorry Dad! - lloró un mercenario arrepentido.
  • Lo siento queridos lectores - bostezó un narrador cansado.
Continuará…
 

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