De mi primera paja no me acuerdo. Si recuerdo como me enteré de que se podía hacer y como hacerlo. Yo debía tener unos diez años o así, estaba pasando el fin de semana con un amigo que tenía un hermano un par de años o tres más que nosotros. Dormíamos los tres en una misma habitación y nos quedábamos charlando por la noche. El hermano, no sé como llego a salir el tema, nos contó como se hacía y, debajo de las sabanas, se masturbó, como para mostrárnoslo. Nosotros no vimos más que como subían y bajaban las mantas y como luego sacaba la mano de debajo llena de semen, yo en aquel momento no sabía que era. Supongo que cuando llegue a mi casa probé y no he parado. Yo tardé un tiempo en eyacular.
Realmente, antes de que me mostraban como hacerlo, yo había tenido una sensación muy parecida y muy agradable. No sé si a alguien más le ha pasado, pero en el colegio, en clase de gimnasia, a veces, nos hacían subir un palo o una cuerda colgados del techo. Entre el rozamiento y el esfuerzo, al llegar arriba sentía una sensación cercana al orgasmo, me quedaba ahí unos segundos, los que me dejaran antes de decirme que bajara.
La sensación era maravillosa y solo me ha pasado haciendo eso. Alguna vez he intentado volver a sentir lo mismo, estar a punto de tener un orgasmo pero sin que llegara, quedarme ahí, con un placer sostenido, continuo, sin que llegue el momento de la explosión y que todo se calme, con el cuerpo en tensión como si un pequeño y agradable calambre que saliese de mi polla recorriera todo mi cuerpo, era realmente agradable. Nunca he logrado repetirlo.
Mi primer polvo si me acuerdo, aunque no es especialmente memorable. Ella se llamaba Silvia, lo hicimos, si a eso se le puede llamar hacerlo, en una playa por la noche, con una toalla, los dos teníamos 16 años y éramos primerizos. Nos pusimos a besarnos y a mí se me puso la polla durísima al instante, nos quitamos la ropa, no toda, lo suficiente para poder follar. Mis manos, torpes, recorrían su cuerpo y ella, también torpemente, me puso el condón. Ya con las maniobras de ella poniéndome el condón estuve a punto de correrme. Una vez con el condón puesto, ella se sentó a horcajadas sobre mí y se metió mi polla. No sé que tardaría en correrme, entre un segundo y un segundo y medio. Para ella debió de ser realmente decepcionante. No creo que lo cuente como su primer polvo. De esa experiencia lo único que sacamos, por lo menos yo, es que en la playa nunca más. Acabas con arena por todos sitios, y cuando digo todos es todos.
Pues eso es todo lo que puedo contar sobre mis primeras veces.