ikarusulu
Miembro muy activo
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- Prima, quiero comerte el xoxito, estás muy buena.
La frase me dejó un poco descolocada.
Siempre he sido heterosexual pero una prima lesbiana me dijo que quería comérmelo. Todos en la familia lo sabían. Hacía años que había salido del armario. Pero nunca había esperado que yo fuera uno de sus objetivos. Y todavía menos que me lo dijera así, tan a las bravas, sin paños calientes.
Parece que yo le gustaba desde hacía tiempo. Ella me había mirado y deseado. Y yo estaba en la inopia.
- ¿Hablas en serio?. ¿Yo?.
- Pues claro, siempre has gustado. Y créeme lo hago muy bien.
Sus argumentos eran buenos, total todos los coños son iguales. Sabría la mejor forma de hacerlo por que tiene lo mismo que yo entre las piernas. Bueno y por que había practicado mucho. Lo haría mejor que los hombres que lo habían intentado conmigo. De eso estaba segura.
- Solo cierra los ojos y déjate llevar. Piensa en que soy un chico. Y yo te lo haré mejor que cualquier hombre. Te haré lo que me gusta a mí.
Solo que me pilló tan caliente que la cosa no quedó ahí. Llevaba una temporada sin novio y a dos velas. Pero no adelantemos acontecimientos.
- No sé. Nunca he estado con otra mujer y somos familia. No creo que esté bien.
- Embarazada no te voy a dejar y solo prueba. Solo somos primas. Ya decidirás si te gusta.
Naturalmente no me rendí a la primera, pero me había picado el gusanillo. Tenía mi experiencia, con hombres hasta entonces, y desde luego Internet. Algún video de chicas dándose gustillo había visto. Así que información no me faltaba. Al darle vueltas empezaba a planteármelo.
Dejé pasar un par de días mientras lo pensaba. Aunque no dormí mucho. Me hice muchos dedos esas noches.
¿Por qué no? Empezaba a pensar en experimentar y bueno... ella era la mejor candidata. Podría dejar que cumpliera esa fantasía conmigo y disfrutar las dos.
- ¿Te vienes a pasar la tarde?.
No necesité más que un wassup para que se presentará en mi casa veinte minutos después. Sí que me tenía ganas. Y lo admito se había esforzado. Estaba preciosa, en su estilo de bollera de manual, porque claro como mujer eso podría reconocerlo.
Con su pelito pelirrojo corto a lo garçon, su carita pecosa, ese cuello de cisne. Y de ahí para abajo todavía mejoraba.
Se había puesto una camiseta muy fina sin nada debajo. Resaltaba sus pechitos cónicos y duros como piedras. Usualmente se habría puesto una camisa de franela de cuadros por encima para tapar su cuerpo. Esa tarde pretendía lucirlo para mí.
En vez de sus habituales vaqueros amplios llevaba un minishort. Admito que la prenda me impresionó al ver sus torneados y preciosos muslos blancos como la leche prácticamente hasta sus durísimas nalgas. Era increíble pero nunca le había visto las piernas desnudas y muy pocas veces con una falda. No habíamos ido a la piscina o la playa juntas, así que apenas conocía su cuerpo. Y me dejó impactada, estaba buenísima.
- Hola cielo. Estás impresionante.
- Gracias, prima.
- Aunque no es tu estilo habitual.
- Pretendía estar guapa para tí. Eres preciosa.
La dejé entrar todavía anonadada. Y mi vista se perdió en su culo. Esas nalgas son perfectas. En su más de medio culo al descubierto.
Yo no me había arreglado mucho, pero un vestido camisero muy fino y cortito con pocos botones abrochados le dejaba ver bastante de mi cuerpo.
- Tú estás tan bonita como he soñado siempre. ¿Has llegado a una conclusión?.
- Para decírtelo estas aquí. Y creo que puedes encontrar la respuesta sola.
En vez de decir nada pasó una mano muy suave por mi rostro. De la oreja a la barbilla en una caricia muy suave y tierna. Nos mirábamos a los ojos. En ese momento supe que lo iba a pasar muy bien con ella.
Me besó. Fue muy suave, muy dulce. Y me encantó. Seguía acariciando mi rostro mientras sus labios empezaban a jugar con los míos. Yo aún no sabía que hacer ni donde poner las manos. Estaba un poco perdida. Con un tío lo más fácil era llevar una mano a la polla y catar la mercancía. Pero con ella de alguna forma me parecía incorrecto empezar a acariciarle el xoxito tan pronto.
- Prima, besas muy bien. Me está gustando tan suave.
- Todo te lo voy a hacer dulce. Nena. Llevo tanto tiempo deseándolo que voy a disfrutarlo con tiempo.
Empezó a deslizar sus labios por mi rostro. Llegó a la oreja donde metió la sin hueso para hacerme cosquillas. Pero me gustaba. Por el filo de la barbilla hacia mí cuello humedecido la piel con su saliva. Apartó la tela del vestido para seguir por el hombro. Pero despacio, tomándose si tiempo y haciéndome suspirar.
- Me estás calentando más de lo que pensaba que podría ocurrir.
- Eso pretendo. Ya verás cómo lo disfrutas.
- Ya he empezado.
Comenzó a abrir los pocos botones del vestido que me quedaban. Me había puesto debajo en su honor mi mejor y más sexi conjunto de lencería. Apenas tres trozos de encaje completamente trasparente unidos por cordones. Las medias y el liguero me parecieron algo excesivo y se quedaron en el cajón. Ya tendría tiempo de ponérmelo completo para ella.
- ¡Qué sexy! Prima. Te has arreglado para mí.
- Tu también has venido... diferente.
- ¿Por qué no lo investigas por ti misma?.
Picada así en mi orgullo por fin me decidí a hacer algo con mis manos. Estaba curiosa por ver que traía debajo de su ropa tan pequeña. Empecé abriendo el mini short. Su tanga era aún más pequeño que el mío aunque la tela era algo más tupida. Apenas le cubría los labios de la vulva. Parecía que estaba perfectamente depilada. No sé si me esperaba un matojo de llameante pelo rojo en su pubis.
Se notaba perfectamente que no llevaba sujetador. El algodón de su camiseta de tirantes era muy fino. Tenía los pezones muy duros desde que entró en mi piso. Tiré de ella para sacársela. Era el momento de liberar mi fantasía y hacer cosas que nunca habría hecho con un tío, siempre con ganas de meterla y correrse.
Me perdí un momento en la contemplación de sus tetitas perfectas, cónicas, duras como piedras. A mí me gusta que las coman, supuse que a ella también le daría placer. Sujeté sus muñecas con la camiseta y una de mis manos y me incliné a probar su piel.
Cómo había hecho ella empecé por la carita. Y me tomé cumplida venganza y tiempo. Nunca había besado algo tan suave. Probé sus orejas, el fino cuello. Seguí por las axilas y aunque sus pechos me llamaban decidí tomarme mi tiempo en los dos sobacos y eso que ella se retorcía de risa.
- ¡Para! O mejor sigue, me matas, pervertida.
- Ya que te ofreces así. Quiero aprovechar.
Por fin llevé mis labios a sus pezones y los degusté a placer. Estuve un buen rato dedicada a sus tetas incluso sin terminar de desnudarme. Por fin liberé sus manos que se inmediato puso sobre mi cuerpo.
La camisa que aún tenía puesta pero abierta terminó en un rincón. Donde la encontré la mañana siguiente. El sujetador colgado de una lámpara y no sé cómo llegó allí.
El sofá es cómodo. Pero estaríamos mejor en la cama. Las dos en tanga, la cogí de la mano y la llevé al dormitorio.
- Voy a estrenar la cama con una chica. Prima.
No me dejó llegar a la habitación, me paróa medio camino. En medio del pasillo se puso detrás de mí y siguió dándome mimos. Mientras lamía la piel de mis hombros pegaba sus tetas a mi espalda.
Empezó a acariciarme las peras a dos manos. Las amasaba y pellizcaba los pezones con dulzura. Notaba el calor de su pubis en mis nalgas. Mientras besaba mis orejas me hablaba bajito.
- Para ser tu primera vez con una mujer te estás soltando rápido.
- Si me decidía tenía que hacerlo bien.
Eché las manos atrás para pegar aún más si cuerpo al mío. Y notar su piel en mi retaguardia. Pude agarrar ese culito duro y acariciarlo.
- Pues sí que te has decidido.
Una de sus manos empezó a bajar por mi vientre. Jugó un rato con mi ombligo y se deslizó dentro del tanga, del muy mojado tanga. Espero que los vecinos no oyeran el gemido que se me escapó cuando su dedo índice acertó con mi clítoris. No le costó mucho, tenia el xixi tan húmedo, caliente y abierto que asomaba el solito entre mis labios.
- ¿Quién te ha puesto si de cachonda? primita.
- Cabrona. Me habías prometido bajar al pilón.
- Parece que te he encontrado sin prisa.
Sus dedos juguetones seguían acariciándome el coño, los labios, el botoncito. De pronto los sentí como me penetraban. Entraron en mí como cuchillo caliente en mantequilla. Segundos más tarde tenía el primer orgasmo de la tarde. Subió la mano hasta mi boca y dejó que yo decidiera si quería probar mis propios jugos.
No sería la primera vez que lo hacía. Pero había sido de mis propios dedos. Esta vez lamí los suyos como hubiera hecho con una polla. Ella seguía pegada a mi espalda. Pero entonces me giré para volver a besarla. No sé si a ese paso llegaríamos a la cama.
Volví a agarrar su culo perfecto mienta ella lo hacía con el mío. Frotamos nuestras tetas mientes las lenguas volvían a desempeñar su papel. Cruzándose fuera de las bocas y buscando la saliva de la otra.
- Ahora sí que qué no me pierdo tu sabor. Si con eso poco de tus labios me parece que estás tan rica.
Fue ella la me me empujó hacia el dormitorio. Me derrumbé en la cama que por precaución ya había dejado abierta. Separé bien los muslos y con un dedo señalé lo que ella había deseado tanto. Aparté el tanga para que lo viera bien. Incluso me acaricié yo misma un momento para provocarla.
Me miraba con cara de hambre, como si me fuera a devorar. Con una expresión de lujuria que nunca había visto en su bonito rostro.
- No me provoques más. Que no me contengo.
- No lo hagas.
Yo misma me terminé de sacar el tanga y separé las piernas todo lo que unos años de ballet me permitían. Osea mucho. Aún conservo mucha flexibilidad. Se lanzó sobre mi coñito como una loba hambrienta. Elude a notar su lengua. Suave por el pubis, juguetona en el clítoris y profunda penetrante lo más que podía dentro de mí.
Aunque acababa de correrme, pronto volví a hacerlo. Era incansable. Yo me notaba húmeda en el perineo y hasta el ano. Buscando que su lengua llegara s cada rincón, ya he dicho lo de mi flexibilidad, subí las rodillas hasta los pechos y arqueé la espalda. Estaba ofrecía al completo.
- ¿Sólo me vas a comer el conejito?.
- Ya que me lo pones todo en bandeja. Aprovecharé.
Es curioso que con las ganas que tienen los tíos de follarnos el pandero muy pocos sean capaces de comerlo en condiciones. Incluso les da asco. Bueno pues mi primita no era así. Claro está que lo había lavado bien por si acaso. Se dedicó con entusiasmo a penetrar mi culo con la sin hueso. Y yo, pues corriéndome, gimiendo y jadeando sin poder alcanzar más que su pelirroja cabecita para hacerle alguna caricia.
- Me matas. Y eso que apenas me has metido nada en el xirri.
- ¿Quieres algo dentro? Mira que he venido preparada.
- No sé te ocurra quitar la lengua de ahí. Me está derritiendo todo esto. No creo que necesite nada dentro para tener estos orgasmos fabulosos.
- Pues sigo, cariño.
- ¿No quieres que corresponda?.
- He venido a darte gusto a tí. A probar este xoxete tan rico. No te preocupes por mí que lo estoy disfrutando.
Y siguió y ¡de qué forma!. Me había hecho perder el sentido del tiempo y hasta de mí misma. Solo notaba los orgasmos como corrientes eléctricas que llegaban a la parte más animal de mi cerebro recorriendo la espina verbal.
Agotada me derrumbé sobre el colchón. Solo con gesto me pedí que subiera y compartiera mi sabor de sus labios volviendo a besarme. Se acomodó sobre mi cuerpo, entre mis piernas abiertas. Esta vez probé mis jugos no sé mis dedos o los suyos sino de su legua que a momentos me llegaba a la campanilla.
- Joder prima. Eres una fiera. Unos cuantos asaltos como este y me desmontas.
- No me gustaría que pasara eso. Al menos hasta que me devuelvas el favor. ¿Estarías dispuesta?.
- Viendo cómo lo estoy pasando, no te pienso dejar escapar sin probarte. ¿Cenamos algo?.
- Hay que recuperar fuerzas.
Se nos había pasado la tarde en esos juegos y no me había dado cuenta. Desnudas, bueno yo del todo, ella aún conservaba el tanga, fuimos a la cocina.
- ¿Dulce o salado?.
- Dulce como tu coñito. Nena.
Quería experimentar con ella todo lo que nunca me hacían dejado hacer. Y ella parecía dispuesta. Saqué la mermelada y el chocolate.
- Veo por dónde vas. Pero ¿crees que necesitas ponerle algo más a nuestras pieles?.
- En absoluto, creo que ya sabes deliciosa. Pero quiero jugar.
Y fue ella la primera que metió los dedos en el tarro de mermelada para embadurnar mis tetas y vientre. No sabía que tuviera tanta fuerza. Me levantó en vilo y me subió a la encimera para seguí lamiéndome.
- Eso era para tí. ¡So guarra!.
- Hoy te toca a tí. Preciosa.
Mientras lamía la confitura de mis tetas me clavó dos dedos en el coño. Provocándome en segundos otro orgasmo.
- ¡Pues ya verás mañana!. ¿Porque te quedas a dormir? ¿verdad?.
- ¿A dormir?.
Preguntó mientras me lamía la oreja, lasciva, con una voz ronca y sensual.
- ¿No me vas a dejar dormir?.
- No antes de seguir dándote placer.
Creo que notaba sus dedos por todo mi coño, su lengua por todo mi pecho. Yo solo podía tirar de ella para pegarla más a mí.
- Necesitamos una ducha.
- Pues vamos.
- En qué estarás pensando.
- Ya lo verás.
En el baño no se conformó con enjabonarme de arriba abajo. Me lavó el pelo y me chupó los pies. Enteros y cada dedo por separado. Me sentía mimada y querida, además de muy bien follada.
Después de esa ducha relajante conseguimos arrastrarmos hasta la cama donde dormimos abrazados, desnudas y sin separarnos ni un milímetro.
A la mañana siguiente por fin me dejó tocarla. Fui yo la que me dediqué a darle placer a ella. O entre las dos más bien, no paramos en todo el fin de semana. Está claro que desde entonces, aún sin dejar a los chicos, también me he aficionado a pasar buenos ratos con mujeres.
........
- Prima, quiero comerte el xoxito, estás muy buena.
La frase me dejó un poco descolocada.
Siempre he sido heterosexual pero una prima lesbiana me dijo que quería comérmelo. Todos en la familia lo sabían. Hacía años que había salido del armario. Pero nunca había esperado que yo fuera uno de sus objetivos. Y todavía menos que me lo dijera así, tan a las bravas, sin paños calientes.
Parece que yo le gustaba desde hacía tiempo. Ella me había mirado y deseado. Y yo estaba en la inopia.
- ¿Hablas en serio?. ¿Yo?.
- Pues claro, siempre has gustado. Y créeme lo hago muy bien.
Sus argumentos eran buenos, total todos los coños son iguales. Sabría la mejor forma de hacerlo por que tiene lo mismo que yo entre las piernas. Bueno y por que había practicado mucho. Lo haría mejor que los hombres que lo habían intentado conmigo. De eso estaba segura.
- Solo cierra los ojos y déjate llevar. Piensa en que soy un chico. Y yo te lo haré mejor que cualquier hombre. Te haré lo que me gusta a mí.
Solo que me pilló tan caliente que la cosa no quedó ahí. Llevaba una temporada sin novio y a dos velas. Pero no adelantemos acontecimientos.
- No sé. Nunca he estado con otra mujer y somos familia. No creo que esté bien.
- Embarazada no te voy a dejar y solo prueba. Solo somos primas. Ya decidirás si te gusta.
Naturalmente no me rendí a la primera, pero me había picado el gusanillo. Tenía mi experiencia, con hombres hasta entonces, y desde luego Internet. Algún video de chicas dándose gustillo había visto. Así que información no me faltaba. Al darle vueltas empezaba a planteármelo.
Dejé pasar un par de días mientras lo pensaba. Aunque no dormí mucho. Me hice muchos dedos esas noches.
¿Por qué no? Empezaba a pensar en experimentar y bueno... ella era la mejor candidata. Podría dejar que cumpliera esa fantasía conmigo y disfrutar las dos.
- ¿Te vienes a pasar la tarde?.
No necesité más que un wassup para que se presentará en mi casa veinte minutos después. Sí que me tenía ganas. Y lo admito se había esforzado. Estaba preciosa, en su estilo de bollera de manual, porque claro como mujer eso podría reconocerlo.
Con su pelito pelirrojo corto a lo garçon, su carita pecosa, ese cuello de cisne. Y de ahí para abajo todavía mejoraba.
Se había puesto una camiseta muy fina sin nada debajo. Resaltaba sus pechitos cónicos y duros como piedras. Usualmente se habría puesto una camisa de franela de cuadros por encima para tapar su cuerpo. Esa tarde pretendía lucirlo para mí.
En vez de sus habituales vaqueros amplios llevaba un minishort. Admito que la prenda me impresionó al ver sus torneados y preciosos muslos blancos como la leche prácticamente hasta sus durísimas nalgas. Era increíble pero nunca le había visto las piernas desnudas y muy pocas veces con una falda. No habíamos ido a la piscina o la playa juntas, así que apenas conocía su cuerpo. Y me dejó impactada, estaba buenísima.
- Hola cielo. Estás impresionante.
- Gracias, prima.
- Aunque no es tu estilo habitual.
- Pretendía estar guapa para tí. Eres preciosa.
La dejé entrar todavía anonadada. Y mi vista se perdió en su culo. Esas nalgas son perfectas. En su más de medio culo al descubierto.
Yo no me había arreglado mucho, pero un vestido camisero muy fino y cortito con pocos botones abrochados le dejaba ver bastante de mi cuerpo.
- Tú estás tan bonita como he soñado siempre. ¿Has llegado a una conclusión?.
- Para decírtelo estas aquí. Y creo que puedes encontrar la respuesta sola.
En vez de decir nada pasó una mano muy suave por mi rostro. De la oreja a la barbilla en una caricia muy suave y tierna. Nos mirábamos a los ojos. En ese momento supe que lo iba a pasar muy bien con ella.
Me besó. Fue muy suave, muy dulce. Y me encantó. Seguía acariciando mi rostro mientras sus labios empezaban a jugar con los míos. Yo aún no sabía que hacer ni donde poner las manos. Estaba un poco perdida. Con un tío lo más fácil era llevar una mano a la polla y catar la mercancía. Pero con ella de alguna forma me parecía incorrecto empezar a acariciarle el xoxito tan pronto.
- Prima, besas muy bien. Me está gustando tan suave.
- Todo te lo voy a hacer dulce. Nena. Llevo tanto tiempo deseándolo que voy a disfrutarlo con tiempo.
Empezó a deslizar sus labios por mi rostro. Llegó a la oreja donde metió la sin hueso para hacerme cosquillas. Pero me gustaba. Por el filo de la barbilla hacia mí cuello humedecido la piel con su saliva. Apartó la tela del vestido para seguir por el hombro. Pero despacio, tomándose si tiempo y haciéndome suspirar.
- Me estás calentando más de lo que pensaba que podría ocurrir.
- Eso pretendo. Ya verás cómo lo disfrutas.
- Ya he empezado.
Comenzó a abrir los pocos botones del vestido que me quedaban. Me había puesto debajo en su honor mi mejor y más sexi conjunto de lencería. Apenas tres trozos de encaje completamente trasparente unidos por cordones. Las medias y el liguero me parecieron algo excesivo y se quedaron en el cajón. Ya tendría tiempo de ponérmelo completo para ella.
- ¡Qué sexy! Prima. Te has arreglado para mí.
- Tu también has venido... diferente.
- ¿Por qué no lo investigas por ti misma?.
Picada así en mi orgullo por fin me decidí a hacer algo con mis manos. Estaba curiosa por ver que traía debajo de su ropa tan pequeña. Empecé abriendo el mini short. Su tanga era aún más pequeño que el mío aunque la tela era algo más tupida. Apenas le cubría los labios de la vulva. Parecía que estaba perfectamente depilada. No sé si me esperaba un matojo de llameante pelo rojo en su pubis.
Se notaba perfectamente que no llevaba sujetador. El algodón de su camiseta de tirantes era muy fino. Tenía los pezones muy duros desde que entró en mi piso. Tiré de ella para sacársela. Era el momento de liberar mi fantasía y hacer cosas que nunca habría hecho con un tío, siempre con ganas de meterla y correrse.
Me perdí un momento en la contemplación de sus tetitas perfectas, cónicas, duras como piedras. A mí me gusta que las coman, supuse que a ella también le daría placer. Sujeté sus muñecas con la camiseta y una de mis manos y me incliné a probar su piel.
Cómo había hecho ella empecé por la carita. Y me tomé cumplida venganza y tiempo. Nunca había besado algo tan suave. Probé sus orejas, el fino cuello. Seguí por las axilas y aunque sus pechos me llamaban decidí tomarme mi tiempo en los dos sobacos y eso que ella se retorcía de risa.
- ¡Para! O mejor sigue, me matas, pervertida.
- Ya que te ofreces así. Quiero aprovechar.
Por fin llevé mis labios a sus pezones y los degusté a placer. Estuve un buen rato dedicada a sus tetas incluso sin terminar de desnudarme. Por fin liberé sus manos que se inmediato puso sobre mi cuerpo.
La camisa que aún tenía puesta pero abierta terminó en un rincón. Donde la encontré la mañana siguiente. El sujetador colgado de una lámpara y no sé cómo llegó allí.
El sofá es cómodo. Pero estaríamos mejor en la cama. Las dos en tanga, la cogí de la mano y la llevé al dormitorio.
- Voy a estrenar la cama con una chica. Prima.
No me dejó llegar a la habitación, me paróa medio camino. En medio del pasillo se puso detrás de mí y siguió dándome mimos. Mientras lamía la piel de mis hombros pegaba sus tetas a mi espalda.
Empezó a acariciarme las peras a dos manos. Las amasaba y pellizcaba los pezones con dulzura. Notaba el calor de su pubis en mis nalgas. Mientras besaba mis orejas me hablaba bajito.
- Para ser tu primera vez con una mujer te estás soltando rápido.
- Si me decidía tenía que hacerlo bien.
Eché las manos atrás para pegar aún más si cuerpo al mío. Y notar su piel en mi retaguardia. Pude agarrar ese culito duro y acariciarlo.
- Pues sí que te has decidido.
Una de sus manos empezó a bajar por mi vientre. Jugó un rato con mi ombligo y se deslizó dentro del tanga, del muy mojado tanga. Espero que los vecinos no oyeran el gemido que se me escapó cuando su dedo índice acertó con mi clítoris. No le costó mucho, tenia el xixi tan húmedo, caliente y abierto que asomaba el solito entre mis labios.
- ¿Quién te ha puesto si de cachonda? primita.
- Cabrona. Me habías prometido bajar al pilón.
- Parece que te he encontrado sin prisa.
Sus dedos juguetones seguían acariciándome el coño, los labios, el botoncito. De pronto los sentí como me penetraban. Entraron en mí como cuchillo caliente en mantequilla. Segundos más tarde tenía el primer orgasmo de la tarde. Subió la mano hasta mi boca y dejó que yo decidiera si quería probar mis propios jugos.
No sería la primera vez que lo hacía. Pero había sido de mis propios dedos. Esta vez lamí los suyos como hubiera hecho con una polla. Ella seguía pegada a mi espalda. Pero entonces me giré para volver a besarla. No sé si a ese paso llegaríamos a la cama.
Volví a agarrar su culo perfecto mienta ella lo hacía con el mío. Frotamos nuestras tetas mientes las lenguas volvían a desempeñar su papel. Cruzándose fuera de las bocas y buscando la saliva de la otra.
- Ahora sí que qué no me pierdo tu sabor. Si con eso poco de tus labios me parece que estás tan rica.
Fue ella la me me empujó hacia el dormitorio. Me derrumbé en la cama que por precaución ya había dejado abierta. Separé bien los muslos y con un dedo señalé lo que ella había deseado tanto. Aparté el tanga para que lo viera bien. Incluso me acaricié yo misma un momento para provocarla.
Me miraba con cara de hambre, como si me fuera a devorar. Con una expresión de lujuria que nunca había visto en su bonito rostro.
- No me provoques más. Que no me contengo.
- No lo hagas.
Yo misma me terminé de sacar el tanga y separé las piernas todo lo que unos años de ballet me permitían. Osea mucho. Aún conservo mucha flexibilidad. Se lanzó sobre mi coñito como una loba hambrienta. Elude a notar su lengua. Suave por el pubis, juguetona en el clítoris y profunda penetrante lo más que podía dentro de mí.
Aunque acababa de correrme, pronto volví a hacerlo. Era incansable. Yo me notaba húmeda en el perineo y hasta el ano. Buscando que su lengua llegara s cada rincón, ya he dicho lo de mi flexibilidad, subí las rodillas hasta los pechos y arqueé la espalda. Estaba ofrecía al completo.
- ¿Sólo me vas a comer el conejito?.
- Ya que me lo pones todo en bandeja. Aprovecharé.
Es curioso que con las ganas que tienen los tíos de follarnos el pandero muy pocos sean capaces de comerlo en condiciones. Incluso les da asco. Bueno pues mi primita no era así. Claro está que lo había lavado bien por si acaso. Se dedicó con entusiasmo a penetrar mi culo con la sin hueso. Y yo, pues corriéndome, gimiendo y jadeando sin poder alcanzar más que su pelirroja cabecita para hacerle alguna caricia.
- Me matas. Y eso que apenas me has metido nada en el xirri.
- ¿Quieres algo dentro? Mira que he venido preparada.
- No sé te ocurra quitar la lengua de ahí. Me está derritiendo todo esto. No creo que necesite nada dentro para tener estos orgasmos fabulosos.
- Pues sigo, cariño.
- ¿No quieres que corresponda?.
- He venido a darte gusto a tí. A probar este xoxete tan rico. No te preocupes por mí que lo estoy disfrutando.
Y siguió y ¡de qué forma!. Me había hecho perder el sentido del tiempo y hasta de mí misma. Solo notaba los orgasmos como corrientes eléctricas que llegaban a la parte más animal de mi cerebro recorriendo la espina verbal.
Agotada me derrumbé sobre el colchón. Solo con gesto me pedí que subiera y compartiera mi sabor de sus labios volviendo a besarme. Se acomodó sobre mi cuerpo, entre mis piernas abiertas. Esta vez probé mis jugos no sé mis dedos o los suyos sino de su legua que a momentos me llegaba a la campanilla.
- Joder prima. Eres una fiera. Unos cuantos asaltos como este y me desmontas.
- No me gustaría que pasara eso. Al menos hasta que me devuelvas el favor. ¿Estarías dispuesta?.
- Viendo cómo lo estoy pasando, no te pienso dejar escapar sin probarte. ¿Cenamos algo?.
- Hay que recuperar fuerzas.
Se nos había pasado la tarde en esos juegos y no me había dado cuenta. Desnudas, bueno yo del todo, ella aún conservaba el tanga, fuimos a la cocina.
- ¿Dulce o salado?.
- Dulce como tu coñito. Nena.
Quería experimentar con ella todo lo que nunca me hacían dejado hacer. Y ella parecía dispuesta. Saqué la mermelada y el chocolate.
- Veo por dónde vas. Pero ¿crees que necesitas ponerle algo más a nuestras pieles?.
- En absoluto, creo que ya sabes deliciosa. Pero quiero jugar.
Y fue ella la primera que metió los dedos en el tarro de mermelada para embadurnar mis tetas y vientre. No sabía que tuviera tanta fuerza. Me levantó en vilo y me subió a la encimera para seguí lamiéndome.
- Eso era para tí. ¡So guarra!.
- Hoy te toca a tí. Preciosa.
Mientras lamía la confitura de mis tetas me clavó dos dedos en el coño. Provocándome en segundos otro orgasmo.
- ¡Pues ya verás mañana!. ¿Porque te quedas a dormir? ¿verdad?.
- ¿A dormir?.
Preguntó mientras me lamía la oreja, lasciva, con una voz ronca y sensual.
- ¿No me vas a dejar dormir?.
- No antes de seguir dándote placer.
Creo que notaba sus dedos por todo mi coño, su lengua por todo mi pecho. Yo solo podía tirar de ella para pegarla más a mí.
- Necesitamos una ducha.
- Pues vamos.
- En qué estarás pensando.
- Ya lo verás.
En el baño no se conformó con enjabonarme de arriba abajo. Me lavó el pelo y me chupó los pies. Enteros y cada dedo por separado. Me sentía mimada y querida, además de muy bien follada.
Después de esa ducha relajante conseguimos arrastrarmos hasta la cama donde dormimos abrazados, desnudas y sin separarnos ni un milímetro.
A la mañana siguiente por fin me dejó tocarla. Fui yo la que me dediqué a darle placer a ella. O entre las dos más bien, no paramos en todo el fin de semana. Está claro que desde entonces, aún sin dejar a los chicos, también me he aficionado a pasar buenos ratos con mujeres.
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