Lo cierto es que algo hay que hacer con estos individuos porque son excesivamente pesados y cada vez más. La primera vez que nos pasó con uno, al principio hasta nos hizo gracia a mi mujer y a mí; porque nos encanta ese morbillo de mirar y ser mirados, pero llego un momento en que no se acababa de hacer la paja y no dejaba de cambiarse de sitio para tener mejor perspectiva que no sabíamos qué hacer y eso que sólo estábamos tomando el sol. Desde entonces, antes de tan siquiera rozarnos, mi mujer y yo, miraba vaya a estar por allí y ya no nos lo despeguemos en todo el tiempo.
En cualquier caso, con tostaos o sin ellos hoy va a ser un buen día para pasarlo en Rompeculos.